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Antes que nada, buen día, tarde o noche a quien lea esto.

Después de mucho tiempo, demasiado en realidad, al fin puedo compartir esta historia en formato de OS, la cual fue muy difícil de escribir por diversas razones. Sin lugar a dudas la más relevante fue el hecho de haber salido de la sintonía que tenia con la historia por culpa de un pequeño descanso que me tome para tratar de mejorar un poco mi situación.

Admito que pese a mis intentos, retomar esta historia fue de lo más intrincado que haya hecho creativamente hablando, pues al terminar con mi primera obra, y disponiéndome a descansar de la misma, me aventure en una obra diferente antes de comenzar con este OS, y si bien no me arrepiento en absoluto de haber comenzado "Mientras Las Hojas Caen", también debo admitir que esa historia es culpable del retraso en mis planes en general. Eso y el hecho de que, confiado y lleno de emoción, me sumergí en estas dinámicas y torneos que me llevaron a escribir unos cuantos OS que también interrumpieron la finalización de este. Estoy conforme con todo, pero al mismo tiempo siento que debí hacer las cosas de forma diferente.

Ahora, debo dar una advertencia sobre este OS, la cual creo que es bastante evidente: Este OS es Muy Extenso. Y hablo en serio, el puro OS contiene más de 60k palabras, lo cual puede ser intimidante o quizá incomodo, pero debo aclarar que también me di a la labor de segmentar la historia para que no fuese tan difícil de digerir e incluso pudiera leerse por partes a lo largo de mucho tiempo. En total cuenta con ocho partes y un epilogo.

Lo sé, si ya esta segmentado como tal, ¿no habría sido mejor publicar esta historia en formato de nueve capítulos? La respuesta es que si, pero yo había planeado todo esto como un solo capitulo, y aunque admito que estaba planificado para no superar las 30k palabras, al final se me fue un poco de las manos y, fiel a mi idea original, no me atreví a separar la historia en capítulos. Pero si está dividida en subtítulos:

—Domingo Disonante.

—Juego Contemplativo.

—Avenencia Polarizadora.

—Temporalmente Roto.

—Caída Truncada.

—Sombras-Colores.

—Vacío Radiante.

—Incidente Inesperado.

—Visión Interna ~ Epilogo.

Considero que haciéndolo de esta forma será fácil para ti, apreciado lector, abandonar la lectura en cualquier momento y poder retomarla cuando estés de mejor humor o menos agobiado. Y si, considero que esta lectura podría terminar por ser algo agobiante, por mucho que me gustaría que no fuese el caso. La razón es la forma en que fue escrita y como se llevo a cabo, ya que por mucho que lo intenté no conseguí que se sienta realmente homogénea, pero creo que respecto a la claridad de la misma no habrá ninguna queja.

Y aunque estoy seguro de que esta historia no tendrá ningún problema al ser entendida, como lector siéntete libre de preguntarme por todas aquellas dudas que te genere esta lectura y yo tratare de saciar esa necesidad en la medida de lo posible. Debo aclarar que en la parte de las edades en especifico, no planeo ser claro y así de ambiguo como es en la historia creo que funciona bien, incluso diría que es fácil asumir las edades de todos solo leyendo un poco del primer segmento de la historia. De la misma forma, espero que tomes en cuenta que no soy, ni por asomo, alguien experimentado en la escritura, o al menos no de manera formal, por lo que toparte con errores ortográficos e incluso de sintaxis es algo posible, apreciaría paciencia de tu parte siendo que, aunque no lo parezca, trato de evitar esos problemas.

Debo agregar también que, al igual que la totalidad de mis otras obras, esta historia está plagada de referencias musicales, pero aunque estoy seguro de que ninguna será entendida o siquiera notada, la música es una parte muy importante en la construcción de mis historias. Por esa razón, y al igual que ocurrió con "Decir Adiós", "Visión Interna" tendrá un Soundtrack. En el caso de "Decir Adiós", cada capítulo tuvo una pieza musical asignada que trataba de reflejar la referencia que tome para escribir cada parte de esa historia, enfocándome en los sentimientos en específico. Pero con "Visión Interna" el enfoque fue diferente, aquí será cada segmento el que posea su propia pieza musical, pero tratando de evitar que el conjunto sea muy ecléctico y por el contrario se sienta más cohesivo, la música elegida para esta historia está pensada específicamente para ambientar un momento especifico de cada segmento. No hay ninguna seña de a qué momento especifico está asociada la música, eso lo dejo para tu criterio, apreciado lector.

La plataforma no me permite compartir el Link de descarga para el Soundtrack, pero si te interesa escucharlo puedes pedírmelo por PM o buscar el link en la versión de Wattpad. Es molesto, pero no hay mucho que hacer al respecto. :(

También es importante señalar que el Soundtrack para esta historia es solo eso, un Soundtrack, por lo que esa música no aporta ni resta nada a la historia y así como sucedió con "Decir Adiós", no estás obligado a escucharlo, pero siéntete libre de hacerlo y si lo haces, me gustaría escuchar tu opinión al respecto.

Por último, y aunque parezca exagerado, esta entrega es la primera de 3+2 partes. Es decir, después de esta historia hare la entrega de Visión Interna II y Visión Interna III, con lo que acabaría esta trilogía. Pero descuida, apreciado lector, las siguientes dos partes no serán ni por asomo tan extensas, lo aseguro confiado. Sobre el +2, en realidad planeo no ser muy claro, pues no serán una precuela, como esta historia lo es, serán mas bien capítulos intermedios, por lo que mencionar algo de los mismos podría arruinar un poco la sorpresa.

Seria todo de mi parte hasta antes de dar inicio a la lectura, por lo que agradezco mucho si leíste todo este texto y agradeceré mucho más si de hecho terminas toda la historia. Gracias por tu tiempo, saludos.

Nos vemos en la próxima vida.

Cyberz Fuera.


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Domingo Disonante

Cuando despertó, lo primero que vio fue a su gemela dándole la espalda, él estaba abrazándola en ese momento, pero debió detener aquello al necesitar girar su cuerpo en dirección a la mesita de luz donde estaba su reloj despertador. Detuvo aquel artilugio con prisa, pues a sus hermanas les molestaba aquel ruido y aunque al escucharlo despertaban de la misma forma en que él lo hacía, ellas podían continuar durmiendo una vez que detenía el ruidoso aparato.

Se descobijó de forma muy desganada y se sentó en la orilla de la cama, agachando un poco la cabeza y dejando que su flojera terminara por mantenerlo en aquella posición por un buen rato, con su mirada fija en sus pies colgando pero su atención puesta en el infinito, sin ser capaz de saber en qué es lo que por su mente pasaba en ese momento. Cuando un escalofrío que recorrió la totalidad de su espalda le provocó un espasmo y con ello lo devolvió a la realidad, lo siguiente que hizo fue estirarse mientras bostezaba de manera ruidosa. Estiró sus brazos sobre su cabeza, esperando sentir a su espalda tronar por la elongación, pero no llegando a conseguirlo. De manera descuidada se pasó la mano por la cara, como intentando sacudirse el cansancio y de un pequeño salto, estuvo al fin de pie fuera de la cama. Con cuidado fue hasta el ropero junto a la cama y de manera silenciosa sacó de ahí una muda de ropa limpia y también ropa interior limpia. En seguida salió de la habitación evitando despertar a sus hermanas y parpadeando con una rápida cadencia ante la resequedad que sus ojos presentaban, pero evitó tallarlos ante la advertencia que su madre le había dado tiempo atrás sobre lo que ocurría a quienes hacían eso.

Aún era muy temprano, pero sus padres estaban ya despiertos antes que él, por lo que pudo escucharlos en la planta baja hablando mientras seguramente se preparaban un café negro, aquella bebida que a él le parecía tan amarga y desagradable, pero que sus padres e incluso un par de sus hermanas parecían apreciar y disfrutar como un manjar. Por educación bajó primero a la cocina para poder saludarlos y una vez que escuchó a su padre llamarlo "campeón" mientras que su madre le llamó "cariño", él niño regreso a la planta alta para poder darse una ducha y así comenzar su día de la mejor manera. Primero se acercó al lavabo y tomó el pequeño banco que estaba debajo del mismo para poder subirse en él y alcanzar a verse bien en el espejo. Usó su mano izquierda para recargarse cobre el lavabo mientras ponía sus pies de puntilla sobre el banquito, intentando que su rostro estuviera lo más cerca posible del espejo, y cuando sintió que no podría acercarse más, usó su índice derecho para jalar con fuerza la comisura de su boca, tanto hacia afuera como hacia arriba y hacia atrás, permitiendo con ello que el lado derecho de sus dientes superiores quedara expuesto, mostrando el hueco que la pérdida de su canino dejó hacia unos días. Curioso pasó su lengua por aquel hueco, esperando sentir al fin que su nuevo diente estaba brotando, pero sin ser capaz de notar nada más que las cosquillas que causaba su lengua en su encía que aún estaba algo sensible. También alzó su cabeza esperando que el espejo mostrara la herida, pero aquello era imposible, el ángulo no se lo permitía. Escupió en el lavabo la saliva que se acumuló en su boca cuando hacia todo eso y después abrió la llave para dejar que el flujo se llevara sus fluidos. Fue entonces que se alistó para darse un baño. No podía perder más tiempo, seguramente Lori y Leni no tardarían en despertar y no quería que le regañaran por tardarse demasiado en el baño.

Al terminar con la tarea de asear su cuerpo y secarlo, vistió con prisa parte de su ropa, pues el pantalón y sus calcetines y calzado se los pondría en su habitación. Colocó con cuidado su toalla alrededor de su cintura y salió del baño con su cabello aún completamente alborotado por culpa de la forma tan desprolija que tenia para secarlo. Atravesó la puerta mostrando mucha confianza en sí mismo y con cierto humor saludó a sus dos hermanas más mayores, quienes estaban ya haciendo fila fuera del baño para tomar su turno. Su hermana estricta lo miro con ojos suspicaces y después le devolvió el saludo al mismo tiempo que le revolvía más el cabello con su mano sin que él se quejara por ello. Su hermana especial por otro lado, se agachó en cuclillas al ver a su hermano y usando sus dedos como un peine improvisado, le acomodó el cabello mientras le devolvía el saludo. Estando conforme con aquel look que le dio al pequeño, ella entonces le dio un beso en la frente y le abrazó antes de ponerse de pie. Sintiendo aquellas muestras de afecto como una victoria ante la galantería que pensó expresaba en su actitud, volvió a su habitación con una confianza aún mayor y teniendo ahora un caminado más alegre, casi bailarín.

Con un tono coqueto, saludó a sus hermanas a penas entro en la habitación, sabiendo que a esa hora estarían ya despiertas. Ambas le devolvieron el saludo entre risillas causadas por la actitud del chico, la cual les parecía graciosa al ser realmente común. Pero él no podía evitarlo, estaba de muy buen humor gracias a lo que harían ese día, o mejor dicho, a lo que obtendría en ese día.

Sin sentir pudor, retiró de si la toalla con la intención de ponerse el pantalón que había preparado desde antes y notó a sus hermanas salir, seguramente con la intención de tomar su lugar en la fila para bañarse. Revisó con cuidado sus pies y las uñas de los mismos pues hacia poco fueron a nadar a la alberca pública, y al verlo caminar descalzo, Lori le advirtió sobre algo llamado pie de atleta, cosa que lo dejó un poco preocupado, tanto como para revisar sus pies después de bañarse desde hacía ya varios días. Todo estaba en orden, por suerte, así que vistió sus tenis los cuales prendían luces de colores en su suela transparente cuando el daba pasos. Al principio eso le pareció tan genial que por eso decidió pedirlos, pero ahora le daba igual que su calzado tuviera aquella curiosa característica. Después tomó su pequeña mochila y, vaciando primero la misma de los útiles escolares que en ella tenía, comenzó a meter dentro cosas que estaba seguro necesitaría; aquella pomada para salpullidos, su bloqueador solar personal, el cual no usaba pues antes de salir era su madre quien de manera cuidadosa le aplicaría a él y a sus hermanas menores aquel tan necesitado producto por ellos, tres juegos de cartas entraron también a la mochila, una libreta con un tamaño un poco más grande de lo estándar y sus colores, un boomerang que su padre les compró a principio de año y una pelota de beisbol que en realidad era más bien un peluche con algo de peso para evitar que los niños se lastimen al usarla.

Cuando salió de su habitación nuevamente, la fila del baño estaba ya compuesta únicamente por su hermana comediante, Lynn y su gemela. No le era difícil adivinar que era Luna quien estaba dentro del baño, pero más importante aún era que seguramente a esa hora sus hermanas más pequeñas estarían ya despiertas, pues todas ellas aún dormían en el cuarto de sus padres, ante lo inseguros que ellos se sentían de poner a alguna de sus hijas a cuidar de una niña de casi cuatro años, más aún de dos pequeñas que apenas estaban encaminadas a los dos años. Bajó cargando con su mochila en sus manos, pues aún debían desayunar así que cargar la mochila sobre sus hombros seria innecesario, y en la cocina pudo ver a su pequeña hermanita albina sentada en su silla para bebé, lista para comer, aunque en realidad su padre no estaba ni por asomo cerca de comenzar a cocinar. Y junto a ella estaban las gemelas, durmiendo plácidamente en su carriola especial donde podían estar juntas, disfrutando de un profundo descanso pese a que su padre no era nada cuidadoso al manejar todos los trastes que ocuparía para preparar el desayuno en un rato más. La pequeña de blanca cabellera levantó su pequeña manita izquierda en dirección a él y, entendiendo el gesto de la pequeña, él se acercó a ella para saludarla. Le dio un pequeño beso en la frente y también la abrazó, y aunque ella no devolvió ninguna de esas acciones, lo que sí hizo fue sonreírle a su hermano mayor mientras le saludaba con su pequeño problema de habla, causado según sus padres por la poca practica que tenía su hija al hablar, tomando en cuenta que a pesar de ser ya tan grande, rara vez abría su boca para emitir palabras.

Quiso saludar también a las gemelas, pero recordando como su madre se molestaba si despertaban a las bebés, prefirió dejarlo para más tarde. Tomó asiento junto a su hermanita albina, ambos en la esquina de la mesa que estaba más lejos de las grandes ventanas del comedor, era el lugar especial para ellos y más tarde se les uniría la gemela del chico. Debían evitar que su sensible piel se expusiera demasiado al sol, por lo que aquella esquina era el lugar apropiado para ellos, o al menos esa era la sensación que su madre tenía al respecto sintiéndose más paranoica que nunca con el tema aún a cuatro años de nacida su hija albina. Una a una, el resto de hermanas bajaron hasta el comedor, donde de forma algo apretada se prepararon para desayunar. Era un día libre, así que su padre fue esplendido al prepararle panqueques de chocolate a los cuales incluso termino por bañar en mas chocolate. Aquel tipo de desayuno era tan especial que podía poner una sonrisa en el rostro de la estoica niña albina que gustosa comía su panqueque de chocolate, previamente cortado por su madre, pese a no tener aquel chocolate liquido encima, después de todo aquello sería demasiada azúcar para su pequeño cuerpo. Verla comer con esa sonrisa era encantador, de la misma forma en que pese a su pequeño tamaño, ella mostraba ya tanta independencia que incluso tomaba su leche en un vaso de plástico normal, dejando a tras su pequeño vaso entrenador hace mucho tiempo.

Fue hasta que todos habían terminado y comenzaban a recoger sus platos sucios que el ruido despertó a las gemelas, las cuales se veían bastante descansadas y tranquilas, pero también hambrientas, cosa que era evidente ante el hábito que tenían de "masticar" sus dedos cuando se sentían de esa forma. De la alacena, el padre tomó un par de papillas que pasó a su esposa para alimentarlas, ambos sabían que al estar recién levantadas seguramente tendrían hambre, pero no estarían de humor para comer algo solido, así que la opción era darle aquellas papillas las cuales eran tan deliciosas que de vez en cuando los demás hijos las consumían a escondidas, cosa que los padres no podían reclamar ya que cometían aquel delito de manera constante también. Era inevitable, su sabor era simplemente delicioso. Después de ayudar a su hermana Lucy a bajar de su silla especial y dejarla en compañía de su mamá, Lincoln entonces fue hasta donde dejó su mochila y la tomó para ponérsela, pues faltaba poco para que salieran de casa, o al menos eso creía él.

Con toda la calma del mundo, Leni subió las escaleras mientras era seguida por Lori, quien anunció estarían listas en un momento para así poder irse. Aquellas palabras eran una mentira, por supuesto. Cuando Lori decía aquello, de lo único que Lincoln podía estar seguro es que no se tardarían un momento, sería una espera larga y aburrida ya que Leni era bastante meticulosa con la tarea de hacerse ver bonita, mientras que Lori tardaba bastante por tratar de conseguir verse menos "rara", según sus palabras. Lincoln no entendía cual era la razón para tardar tanto arreglándose, pues cuando él lo hacía era bastante rápido. Una ducha rápida, ponerse ropa limpia y, después del desayuno, lavar sus dientes con el cuidado necesario para no derramar la espuma que se formaba en su boca sobre su ropa limpia, pues era un dolor de cabeza limpiarla, y aquello hasta hace no mucho le ocurría con suma frecuencia. Si era una salida importante en la que debía verse bien, entonces podría usar el peine para acomodar un poco mejor su cabello, aunque eso no sucedía comúnmente, después de todo su cabello era tan sedoso como para dejarlo desarreglado y con el paso del tiempo tomara forma por sí solo.

Fue hasta que bajaron de nuevo sus hermanas mayores que Lincoln entendió porque les tomaba tanto tiempo. Miró sorprendido a Lori una vez más, daba igual cuantas veces lo viera, se sorprendería sin lugar a dudas al ver como los pequeños granitos que Lori tenía desaparecían de su rostro cuando usaba maquillaje. De igual forma, su siempre rebelde cabello rubio tan largo como el de Leni, parecía estar ahora bajo control y muy brillante, cosa que era poco común de ver ya que las puntas de su cabello tendían a maltratarse con bastante facilidad. Viendo aquello, Lincoln entonces notó el vestido que su hermana mayor usaba, de una sola pieza y sin mangas, en un bonito color azul celeste, se veía tan hermosa como Leni, quien llevaba también un bonito vestido de color blanco, lo cual era normal siendo aquel un domingo. Miró con detenimiento a su alrededor y entonces notó con cierta curiosidad como es que todas sus hermanas llevaban puestos vestidos muy ligeros, incluso Lucy, quien estaba siendo barnizada con bloqueador solar por su madre, llevaba un bonito y fresco vestido, pese a que ese día seguramente el sol haría de las suyas.

Teniendo en mente una pregunta que ya antes le había surgido, Lincoln se acercó a su madre y le preguntó con cierta inocencia sobre aquello que le pareció tan interesante.

—Es porque más tarde el día será un poco más caluroso que ahora, cariño— respondió la madre, terminando de usar aquella espesa crema en la sensible piel de su hija, esperando que con ello la pequeña pudiera jugar en el parque con sus hermanas al menos un rato sin tener que vestir aquella aparatosa ropa que suele llevar puesta—. Por eso todas llevamos vestido, es mucho más fresco ir vestidas así en días como estos.

Lincoln vio con detenimiento a su madre, ella no vestía realmente un vestido, era una camisa y falda, pero a fines prácticos podría decirse que en efecto eran lo mismo ambas cosas. Por otro lado, Lincoln volteo a ver a su padre, quien estando en el sofá junto a Lenna y a Luna, miraba el televisor, mientras las niñas abrazaban por el torso al hombre. El vestía una playera clara y unas bermudas que por muy poco cubrían sus rodillas. Después se vio a sí mismo, vistiendo aquellos pantalones y su camisa.

—¿Es más fresco?— preguntó Lincoln, con cierta confusión.

—Así es cariño, sentir la brisa en tus hombros o en tus piernas es refrescante cuando hace mucho calor.

—¿Me puedo poner un vestido yo también?

La madre, ante aquella inocente pregunta, rio suavemente y dejando lista a su pequeña de piel sensible, concentró su atención en su único varón hasta el momento, y poniendo ambas manos sobre los hombros de su hijo, ella le respondió.

—Cariño, los vestidos son para las mujeres. No se supone que los niños usen vestido.

—Pero yo no quiero sentir calor.

—Podemos arreglar eso, cariño. ¿Por qué no te cambias y te pones una bermuda o un short?

—Pero quiero usar un vestido, para verme igual a todas.

—Lincoln, mi amor, ¿alguna vez has visto a un hombre usando un vestido?

—No.

—¿Sabes por qué no has visto alguno?

—No.

—Pues, porque hay ropa que los hombres pueden usar para sentirse más frescos sin necesidad de usar un vestido. Ropa para hombres.

—Entonces, ¿no puedo usar un vestido?

—Claro que puedes hijo, no veo porque no podrías. Pero no tenemos ningún vestido para ti. Además las personas en la calle suelen ser malas, y si haces algo diferente que no les guste te verán feo.

—Diferente. ¿Cómo qué?

—Pues, como usar un vestido siendo niño. Todos esperan ver a las niñas usando un vestido, pero nadie espera que un niño use un vestido. ¿Alguna vez te has imaginado a tus amigos usando vestidos?

—No, nunca.

—Y, ¿Qué pensarías si los vieras usando un vestido?

—Seria gracioso.

—¿Te reirías de ellos?

—No— respondió el pequeño, algo avergonzado y dejando ver que seguramente es algo que él si haría.

—El punto es, cariño, que cuando vez algo que no esperas, te puede hacer sentir incomodo, y cuando la gente esta incomoda suele ser muy grosera. No me gustaría que alguien fuera grosero contigo. ¿Lo entiendes?

—Si…

—Además, como te dije, no tenemos vestidos para ti, pero si de verdad quieres usar uno podemos pedirle a Leni que nos ayude a ajustar alguno de tus hermanas para que al menos puedas probártelo. Está en el taller de corte y confección de la escuela después de todo. ¿Qué opinas?

El niño, emocionado, respondió que eso estaba bien y después corrió hasta su padre para presumirle como es que su mamá y Leni le harían un vestido, mientras la madre veía enternecida a su hijo, estando segura por su experiencia con él, que seguramente en unas horas olvidaría aquello y no le pediría ningún vestido después de todo. Aun así, si es que lo pedía nuevamente, trataría de complacerlo, Lincoln era un niño muy inquieto a veces, y cuando eso ocurría lo mejor era complacerlo para que su curiosidad se vea saciada y pueda volver a su rutina normal. Con un suspiro, Rita miró al resto de sus hijas, sintiendo que el amor que tenía por cada una de ellas, así como por su único varón, era total, no importándole como es que la mayoría de ellos tenían presente en mayor o menor medida un desarrollo neurodivergente. Aquel eufemismo aún le parecía incomodo de utilizar, pero siendo que prácticamente toda su descendencia tenía alguna característica propia de aquel diagnostico, debería empezar a familiarizarse con ese término. Aunque a pesar de los años no fue capaz de asimilarlo ante la condición de su hija Leni.

Mientras la mayoría de sus hermanas salían de la Van familiar con prisa por jugar en aquel enorme parque con zona de juegos, Lincoln primero atendía a su hermanita de piel sensible. Así como él y su gemela necesitaban cuidados por su condición, la pequeña Lucy debía tener también las condiciones apropiadas para poder salir a la calle en los días de primavera y verano sin que eso le cause algún daño en la piel, pues por pequeño que fuese, podría terminar desembocando en problemas que nadie de la familia quería tener que lidiar. Su madre debía lidiar con las gemelas, quienes estaban haciendo un berrinche por estar juntas una vez más, mientras su padre parecía tenerla difícil sacando todo su equipaje de la cajuela sin ayuda de nadie, mientras Lincoln, con cuidado, buscaba el sombrero de ala ancha de su hermana menor, el cual ayudaba a dar sombra a su blanca piel.

Como siempre, la pequeña albina estaba quieta y en silencio, sentada aún en su lugar, esperando a que alguien le digiera que podía salir. Ella, a diferencia del resto de sus hermanas y hermano, no era alguien muy animada, por lo que prefería estar sentada tranquilamente mientras veía a sus hermanas disfrutar de los paseos y juegos, y esta vez no sería diferente. Solo esperaba a que su hermano mayor le diera el visto bueno para salir. Con todo en orden, Lincoln cerró la puerta de la Van familiar y caminó junto a su madre mientras sujetaba con firmeza la pequeña mano de su hermana mientras su padre, cargando ya los últimos cachivaches que ocuparían ese día, iba detrás de ellos, teniéndolos a la vista solo por seguridad.

Con cuidado, el padre de Lincoln acomodaba toda la parafernalia sobre la mesa de picnic, mientras la madre, con cierta dificultad al moverse, atendía cuidadosamente a sus tres hijas más pequeñas. A lo lejos, Lori cuidaba con mucha atención a Leni, quien disfrutaba de usar los columpios, mientras Luna parecía estar jugando con algunos niños que se topó en el lugar a atraparse los unos a los otros. Su gemela, como siempre, estaba junto a Lenna y ambas estaban siendo vigiladas por Luan, pero por la forma en que la castaña más pequeña parecía estar hablando, seguramente ya tenía alguna travesura en mente, por lo que Lincoln corrió hacia ellas, esperando que aquello fuera algo divertido. El parque era bastante grande, especialmente para ellos que aún eran pequeños, por lo que, con cierta preocupación ante sus movidas actividades, Lori decidió acompañar a los gemelos peliblancos y a las dos castañas para evitar que se metieran en problemas. Ninguno tuvo objeción con eso, pues junto a Lori estaba Leni, quien jugando con ellos era regañada ocasionalmente por la mayor, quien le reprochaba su falta de delicadeza al estar usando aquel vestido. No era nada serio, pero Lori sabía que debía corregir esas conductas en Leni para que aprendiera a como debía comportarse y medir sus movimientos al usar vestidos o faldas. Luna, Luan, Lynn, en realidad todas sus hermanas habían aprendido ya a cómo cuidarse usando aquel tipo de prendas, pero Leni seguía siendo bastante descuidada, por lo que tenía que ser tenaz. Su madre se lo dijo con mucha seguridad después de todo, así que tenía la certeza de que, si bien era algo lenta para aprender o entender algunas cosas, Leni tenía la capacidad para llegar a ser alguien "normal".

Por suerte ella no estaba sola en aquella tarea de cuidar de la más especial de sus hermanas, como siempre su pequeño hermanito Lincoln estaba al tanto de Leni para evitar que se metiera en problemas o que hiciera algo indebido. Tan pequeño como era, Lori se sorprendía de verlo incluso animando a sus hermanas a ir a otras áreas del parque, alejando a Leni de las multitudes, cosa que aún le causaba problemas a la rubia de vestido blanco quien ahora sudaba a borbotones por culpa de las travesuras de sus hermanos pequeños. Nada de qué preocuparse, solo travesuras propias de niños pequeños y hermanos, Lori entendía que por mucho que su apariencia diera la de alguien mayor, ninguno de sus hermanos vería a Leni como la hermana mayor, pues su comportamiento no daba esa impresión en absoluto.

Sintiéndose confiada de que Leni estuviera con sus hermanos, Lori volvió hasta donde sus padres estaban, esperaba poder tomar algo del agua de fruta que su padre preparó para la ocasión. Con mucho cuidado, su madre trataba de ayudar a sus gemelas a intentar caminar, pues parecían poco interesadas en ello, mientras su padre no paraba de hablar con la pequeña Lucy, quien estaba sentada junto a él, bajo la sombra y en apariencia muy atenta a las palabras de aquel hombre que la engendró. No planeaba quedarse mucho ahí, le preocupaba su hermana menor inmediata, por lo que quería regresar con prontitud a su lado, pero viendo como las gemelas comenzaban a cansarse de estar juntas, supo que lo mejor sería estar junto a su madre y ayudarle con ello un poco. Bastaba con solo separarlas por un rato y terminarían por comenzar a llorar de nuevo, pero esta vez para estar cerca la una de la otra. Era complicado entender y adaptarse a ese comportamiento en las bebes idénticas, pues debían estar bajo bastante cuidado por culpa de esa peculiar conducta que Lori no recordaba de ninguna otra de sus hermanas, así como tampoco de Lincoln. Tomó a Lana y la alejó solo un poco de su símil, sentándose junto con ella en la sombra de un árbol que estaba a solo unos cuantos pasos de la mesa para picnic en que sus padres estaban. Como siempre hacia la pequeña, se retiró su chupón y comenzó a balbucear un poco mientras Lori la sostenía con sus brazos y la pequeña permanecía sentada entre las piernas de la rubia. Recordando un poco, gritó a su padre, quien estaba más cerca de la enorme maleta en que llevaba varias de las cosas para ese día y le pidió el paquete de semillas que habían comprado la ocasión anterior que visitaron el parque. Sabiendo que su capacidad atlética era prácticamente nula, el señor Lynn descartó su idea de lanzarle aquel pequeño paquete a su hija, pues estaba seguro de que no solo fallaría la dirección del lanzamiento sino que seguramente las fuerzas no le darían para hacer llegar aquellas semillas hasta Lori, por lo que caminó hasta ella y se las entregó. Al verla con Lana entre sus brazos, él supo cual era la intención de su primogénita, por lo que sonrió y le pidió que fuera cuidadosa.

Lori asintió al pedido de su padre para tranquilizarlo, pues ella haría aquello con mucho cuidado de todas formas. Tratando de evitar que el contenido del pequeño paquete se desparramara por todos lados, Lori hizo uso de mucha concentración para conseguir abrirlo usando solo su mano dominante, pues no quería soltar a su hermanita bebé, y tomando solo un par de semillas para colocarlas en su hombro, acomodó el pequeño paquete para evitar que sea robado. No paso mucho tiempo hasta que de la copa de aquel árbol bajara una ardilla que de manera confianzuda se puso sobre el hombro de Lori para comenzar a guardar aquellas semillas en sus abazones. La rubia no se sorprendió en absoluto, después de todo aquellas ardillas que habitaban el parque estaban ya muy acostumbradas al contacto con las personas y en muchas ocasiones eran esos pequeños animales los que se aventuraban a aproximarse a las personas, sabiendo que seguramente algún tipo de comida se les ofrecería. Había escuchado de algunas de sus amigas que incluso existían algunas ardillas en el parque que tenían nombre y eran reconocidas por los habitantes, pero para Lori aquello no era común, por lo que realmente no reconocía a ninguna ardilla. Solo esperaba que aquella que llegó a posarse sobre su hombro fuera una de las que no les molesta el contacto físico. Con cuidado tomó otro par de semillas y las puso sobre la cabeza de Lana, quien ahora estaba hipnotizada viendo frente a ella una niña que jugaba con su pequeño cachorro.

La ardilla dio un pequeño pero ágil salto hasta la cabeza de la bebé, consiguiendo sobresaltar un poco a Lori, pero una vez aquello pasó, la rubia tomó un pequeño puñado de semillas y las colocó frente a Lana, justo entre sus pequeñas piernas, consiguiendo sacar a la bebé de su ensueño lúcido, pues aquella ardilla brincó frente a ella en busca de las semillas que Lori colocó ahí. Con mucha emoción, Lana estiró sus pequeñas palmas para poder acariciar al suave animal que estaba repentinamente frente a ella, y feliz deslizó sus dedos sobre aquel pequeño cuerpo cuyo pelaje era increíblemente opaco y de apariencia rígida, pero que en realidad era bastante suave y agradable al tacto. El pequeño animal permitió a la pequeña seguir dándole caricias, pues estaba claramente muy ocupado llevando una por una aquellas semillas hasta sus abazones, con mucha paciencia y lentitud, tanta que al verla, Lori pensó que la ardilla seguramente hacia eso a propósito con la intención de mantener entretenida a Lana por tanto rato como le fuera posible. Acomodando un poco a la pequeña, Lori fue capaz de ver su rostro, Lana sonreía feliz al ver a la pequeña ardilla y quizá más aún por ser capaz de acariciarla. Aquello era propio de la gemela mayor, ponerse feliz de solo poder ver animales cerca, especialmente si podía jugar con ellos, siendo extrañamente cuidadosa al tocarlos, lo cual era reconfortante para la familia, quienes se sentían seguros de tener mascotas en casa sabiendo que la insistencia de Lana por masajearlos no haría que los animales se enfaden y decidan lastimarla.

Rita, con todo y lo cansado que aquello podía llegar a resultar, cargaba a su bebé más pequeña en brazos, sabiendo que estar en las alturas solía ponerla de buen humor. Caminó por un rato alrededor de la mesa de picnic en la que estaban asentados, y pensó que sería una buena idea dar una visita rápida al baño. No es que tuviera la necesidad de usar aquel lugar, tampoco que la pequeña Lola necesitara un cambio de pañal, era únicamente que en ese lugar estaba el enorme espejo sobre los lavamanos, y si algo sabía sobre los bebés después de tener a tantos, era que verse al espejo les era fascinante. Con cuidado dejó que su pequeña hija viera su reflejo en aquel vidrio, preguntándose porque es que a los bebés, o al menos a todos sus hijos en esa etapa, verse a sí mismos les resultaba tan entretenido. Era impresionante el parecido que Lola tenia con ella, pese a ser tan pequeña y tener facciones en su rostro aun muy poco definidas era bastante evidente que era su hija, quizá hasta podría decirse que era su clon. Desde Lori, ninguna de sus hijas se había parecido tanto a ella por lo que estaba feliz de ver que sus pequeñas gemelas eran idénticas entre sí, y en consecuencia iguales a ella también. Era obvio que eran bebés lindas, y lo decía tan llena de orgullo como tratando de mantener un poco su compostura, pues era el tipo de pensamientos que debía medir muy bien antes de decirlos en voz alta. A diferencia de las demás personas que conocía, Rita no era tan estúpida o tan hipócrita como para decir que todos los bebés eran hermosos, pues aquello era totalmente falso, pero pese a lo engreído que sonaba, ella era capaz de reconocer con facilidad como sus gemelas eran hermosas. Todas sus hijas lo fueron y en la actualidad la mayoría lo seguían siendo, lamentablemente para Lori, la pubertad no estaba siendo muy amigable con ella, incluso parecía que todo aquello apenas comenzaba, Rita tenía el mal presentimiento de que su hija aun estaba por pasar lo peor de su pubertad. Por otro lado Leni parecía que tendría un tránsito tranquilo y sin inconvenientes por aquella etapa, pero con ella eran otras las preocupaciones. Al salir del baño, estando algo enceguecida por culpa de la diferencia de luz entre el baño y el exterior, buscó a sus hijos en los alrededores hasta poder ver a Leni. Se sintió tranquila al ver que estaba junto al resto de sus hermanos, y que no estaban realmente lejos, por lo que regresó hasta la mesa de picnic. Retirando el chupón a su hija, para darle algo de beber en su mamila, pudo escuchar a su hija mayor pedirle a su padre que le acerque algunas semillas, por lo que confundida volteo a verla, estaba sentada bajo un árbol a un par de metros, con Lana entre sus brazos. Supo de inmediato para que usaría aquellas semillas.

Mientras hablaba con su pequeña hija de cosas que no tenían mucha importancia, Lynn no podía evitar pensar en lo peculiar que ella era. Tantas cosas juntas por momentos le hacían pensar que quizá su hija estaba en una situación incluso más delicada que su segundogénita. Lori nació con una condición de salud perfecta y sin ningún problema que pudiera darse a notar, y si bien era cierto que las primeras tres semanas de vida de Lori, ella tuvo una apariencia algo extraña por la forma que su cabeza tenía, aquello no fue preocupante cuando el médico familiar les explicó que eso no era algo tan raro, pues siendo ella una bebé, sus huesos aun están en proceso de solidificación, por lo que es relativamente fácil moldearlos. En el caso de Lori, su extraña cabeza fue culpa de la insistencia que tuvo Rita, como madre primeriza, por concebir a su primer hija de manera natural, consiguiendo que ante la estrechés de su vagina el dolor que sufrió fuera agotador, mientras que la pobre cabeza de su hija terminó deformada por un buen rato. Pero además de eso, ella no tuvo ningún problema importante, al menos no hasta su pubertad, donde los cambios hormonales parecían jugarle una broma muy pesada a la alegre chica, afortunadamente ella no se dejaba vencer por aquello. Después vino Leni, la adorable y siempre bien intencionada Leni, quien para infortunio de ellos llegó hasta los seis años antes de que alguien les diera un diagnóstico acertado de lo que la pequeña padecía. Lamentó escuchar después de llevar a su hija a un especialista, que los factores causantes de que su hija fuera tan especial, eran enteramente endógenos, pues las muestras indicaban que era un tema remontado hasta la genética de la pequeña. Él no tenía control sobre aquello, pero le era complicado retirar de su mente la idea de que él era el culpable por la situación de su hija.

Después llego Luna, quien era una niña enteramente sana y libre de problemas, pero que cargaba con una pequeña condición poco común. Aquello lo supieron casi al mismo tiempo que Leni recibió sus estudios preliminares, pues ante la paranoia que esos resultados les dieron, hicieron a sus hijas ser vistas por aquel especialista que tanta confianza les producía ante su buena praxis. Lynn sintió como el cuerpo le temblaba por completo al escuchar que Luna y Luan tenían también algunos problemas inherentes. Afortunadamente para Luna, aquello no sería de ninguna manera un problema en su vida, y seguramente podría llevar una vida normal sin mostrar jamás problemas por ser afectada por 47XXX, ella, al igual que Lori, tendrían vidas sanas y sin problemas. Luan, por otra parte, gozaba de una salud física envidiable, pese a tener una extraña, pero notable predisposición a un cuerpo muy delgado, tanto como para parecer poco sano, pero confirmado por médicos que aquello no era algo por lo cual preocuparse. Su salud mental, si bien no era una delicada ni mucho menos, era sin dudas algo que tener en mente para evitarse problemas, pues la pequeña Luan, en su vistazo preliminar daba la impresión de tener TDAH, y aunque a ella debían darle seguimiento, el resultado final fue que ciertamente tenia aquel peculiar problema que sin duda al paso del tiempo se hacía notar en su comportamiento.

La pequeña Lenna, a quien de cariño el hombre llamaba Lynn, justo como él, tuvo un nacimiento muy prematuro, y con ello vino una salud delicada y costosa. Tan marcado era su problema que en muchas ocasiones el señor Lynn y su esposa lloraron juntos temiendo que una gripe les arrebatara a su débil hija pequeña. En ese tipo de pacientes, según les dijeron los especialistas, en caso de sobrevivir al mayor peligro que representaba la etapa neonatal, era común verlos recuperarse pese a tener una salud delicada, siendo advertidos que seguramente se enfrentarían con el tiempo a recaídas de la pequeña castaña causadas por el simple y sencillo hecho de que su cuerpo no consiguió una gestación plena. Pero en la actualidad la pequeña Lynn parecía estar tan activa y cada día más capaz de moverse, que aquel miedo desaparecía poco a poco.

Después llegaron sus gemelos, a quienes sintió que les debía muchos más cuidados de los que les daba, pues una vez más, gracias a su pobre genética heredada, Lynn tenía hijos con problemas. Después de hacer las pruebas posterior a lo de Leni, era obvio para la familia que aquellas afecciones venían directamente de la predisposición genética que tenía el hombre de la casa para las mismas, dando en este caso a sus pequeños gemelos un problema que si bien resultaba menor en el gran esquema de sus vidas, les dejaba una gran y notoria marca que seguramente los estigmatizaría con el tiempo. Por mucho que él y su esposa vieran con tanto cariño la peculiaridad de sus gemelos, sabían no solo por experiencia sino por evidencias, que aquel bonito cabello de color plateado en realidad les daba muchos problemas a los pequeños. Pese a todo, podía vivir con la idea de aquel detalle que era principalmente estético, pues dentro de lo malo, aquello que podía considerarse lo peor no apareció, sus hijos eran tan sanos como cualquier otro, destacando en ellos únicamente una piel moderadamente más sensible a la resequedad y a la exposición del sol que la mayoría, pero viendo hacia adentro del parque, notando a sus dos gemelos jugando como locos mientras hacían a Leni reír como una niña pequeña, le dejaba en claro que sus vidas podían ser normales. Y aun cuando sus cabelleras ya les habían presentado problemas, sabía que era un problema que podía arreglarse con un pequeño cambio estético, nada de qué preocuparse demasiado.

Entonces miró junto a él, a su diestra, donde una pequeña niña estaba sentada en completo silencio y con aquel inexpresivo rostro, era evidente en la poca piel expuesta que tenia, aquellos rastros pertenecientes a la espesa crema bloqueadora que debían ponerle para evitar que su delicada piel se dañe, o peor aún, le cause problemas mayores, usando aquel sombrero de ala ancha que fácilmente la cubría por completo al ser ella de cuerpo tan pequeño, no solo por ser una niña pequeña sino por tener una complexión más pequeña de la que debería, usando aquellas gafas de sol para prevenir que sus ojos terminen por perder la poca visión de la que pueden presumir. De todas sus hijas, era Lucy la que podía decirse con facilidad tuvo la peor rebanada de aquel pastel llamado genética heredada, con su problema de albinismo y todo lo que ello conllevaba, pero además teniendo esa conducta tan estoica y poco común. Aún no había nada claro, pues ella seguía en observación por el psicólogo y el terapista de lenguaje, pero todo apuntaba a que ella tenía algo parecido a Leni, pues su capacidad para comunicarse y socializar era tan diminuta que difícilmente podría ser considerada dentro de lo normal. Esa pobre pequeña parece haber heredado todo lo malo que Lynn podía ofrecer de sí mismo al concebir hijos, y él se lamentaba por eso en silencio, pues aun cuando su esposa sabia de eso, él se encargó de convencerla que su culpa y remordimiento estaban ya en el pasado. Afortunadamente sus pequeñas gemelas parecían estar en perfectas condiciones, no tenían nada que diera a notar sus feos y defectuosos genes.

Por su parte, Luna estaba tirada sobre el césped estando muy agitada de tanto correr con aquellos niños que recién había conocido. La mayoría de ellos eran más pequeños, pero todos eran mas rápidos que ella, por lo que cuando era su turno, le costaba un esfuerzo bastante grande poder atraparlos. Dejó que los niños siguieran jugando mientras ella trataba de recuperar su aliento, a duras penas había conseguido decirles que ella descansaría un rato sin quedarse sin aire por completo. Estuvo tentada a flexionar sus rodillas para hacer que sus piernas se levanten del césped y dejen que el aire transite entre ellas, pero recordó que tenia vestido, y sabía que Lori la regañaría por no ser cuidadosa con eso si la llegaba a ver. En su lugar se puso de pie y pensó en ir a jugar mejor con sus hermanos, ya había hecho demasiada actividad física y se había divertido con aquellos niños, era turno de pasar tiempo con sus hermanitos, especialmente con Lincoln.

A cierta distancia pudo divisar a sus hermanos con facilidad, después de todo el cabello blanco de su pequeña copo de nieve no podía pasar inadvertido. Junto a la pequeña pudo ver a Luan y a Leni, y estando su copo de nieve ahí, era fácil imaginar que su segundo copo de nieve estaría también ahí, así como la jefa de esos dos pequeños monstruos. No tenía prisa por llegar con ellos, pues sus piernas se sentían débiles después de tanto correr, pero algo la confundió un poco. Cuando Leni, quien estaba dando la espalda en dirección a Luna, cayó sobre su trasero y con ello hizo reír a los menores, pudo al fin ver a Lenna, quien estaba oculta hasta hace un momento por el cuerpo de la rubia. Momentos antes podía ver con claridad a Luan y a la gemela, quienes estaban a la izquierda y derecha de Leni respectivamente, pero no pudo ver a Lincoln en ningún lugar. Sin detenerse volteo hacia la mesa de picnic donde sus padres estaban y pudo ver a su padre quien parecía estar enseñando a Lucy algo, mientras su madre cuidaba a una de las gemelas muy cerca de él. No fue capaz de reconocer a cuál de ellas, pues Luna aún no tenía la capacidad de reconocerlas, pero tampoco era algo importante hacerlo. Al menos no aún. Miró un poco alrededor y pudo ver a Lori cuidando de otra de las gemelas, esta vez pudo concluir que era Lana, pues ambas estaban rodeadas por al menos cinco ardillas que la bebé no dejaba de perseguir mientras gateaba. Volvió a mirar alrededor y no pudo notar nada como lo que buscaba, así que apresuró su paso para llegar hasta donde sus hermanas menores estaban.

—Oigan, niñas, ¿saben dónde está Lincoln?

—Se fue— respondió Luan de inmediato, ofuscando a Luna ante tal prontitud.

—¿A dónde se fue?

—Fue al baño— respondió la peliblanca.

Volteando hacia los baños, Luna buscó a su hermano agudizando la mirada para tratar de encontrarlo con rapidez. No fue capaz de encontrarlo, pero aun así se dirigió hacia los baños, sabiendo que debía verlo ahí mismo o en los alrededores, no le gustaba que su pequeño hermano estuviera solo, daba igual cuanto se esforzaba por verse como un niño grande, el seguía siendo pequeño y Luna debía asegurarse de cuidar a su pequeño caballero. No fue capaz de notarlo, pero algo llamo su atención, pues cada vez que veía en dirección a la entrada del baño de hombres, Luna notaba como un pequeño grupo de niñas estaba ahí, no parecían estorbar pues no podía ver que nadie saliera o entrara al lugar, pero le parecía poco común que un grupo así estuviera en un lugar así. Continuó caminando mientras pensaba en como hubiera preferido quedarse con sus hermanas a esperar por Lincoln mientras permanecía sentada para descansar, pero ya estaba a medio camino, así que no planeaba regresar sin su copo de nieve.

Con curiosidad volvió a ver al pequeño grupo de niñas frente al baño de hombres y notó que se habían movido un poco de lugar, pero gracias a eso pudo ver por un instante un pequeño manchón blanco entre todas aquellas niñas, las cuales por su altura parecían cubrir aquel hermoso cabello blanco. Luna no lo pensó dos veces, por poco que le gustara, estaba acostumbrada a ver a su pequeño hermano en aquel tipo de multitudes, y siempre era porque resultaba ser el centro de atención gracias a su particular cabello, pero en la mayoría de esos casos era algo malo, pues tal parecía que todos los niños estaban felices de gastarle bromas o decirle cosas ofensivas por su bonito color de cabello. Pensó en como todos eran unos envidiosos mientras corría con prisa hasta donde estaba su hermanito, preparada para golpear a quien sea que lo esté molestando.

La confrontación no se concretó afortunadamente, así como los grupos de niños solían juntarse para molestar a Lincoln y su gemela por su color de cabello, también solía pasar de vez en cuando que grupos de niñas se acercaban a los gemelos para decirles lo bonito que era su cabello y pedirles que les dejen tocarlo, este último fue el caso del grupo de niñas que atosigaban a Lincoln. Con prisa, Luna sacó a su hermano de ahí, pues sabia cuanto le molestaba a ambos copos de nieve que les tocaran el cabello de aquella forma mientras les decían cumplidos que la mayor parte de las veces parecían más bien insultos disfrazados. El pequeño Lincoln no pudo evitar sentirse algo avergonzado por la forma en que Luna lo llevaba cargando hasta donde estaban sus hermanas, pero ya que ella mostraba aquel rostro molesto, prefirió no mencionar nada.

Bastante asustada por lo que había pasado, Luan corrió hasta donde estaban sus hermanos pequeños, los gemelos y Lenna, a quienes hacia ya un buen rato que dejó con la intención de pasar un rato con su hermana mayor Leni, la cual estaba ahora con Lori, como casi siempre hacía. Se había levantado de la sombra que aquel árbol proyectaba sobre ellas, a muy escasa distancia de la mesa de picnic en la que sus padres estaban, tenía ganas de ir al baño, pues sintiéndose algo acalorada por estar bajo el potente rayo del sol la mayor parte de la mañana, comenzaba a deshidratarse, pero ahora el beber tanta agua resultó jugarle en contra. Sin muchas ganas caminó hasta el baño y procuro hacer lo suyo, pensando que ahora que la tarde había entrado de lleno hacia mucho más calor del que en la mañana se podía sentir. Para ella los días cálidos no eran desagradables, pero ese tipo de días eran algo difíciles de tolerar, como la mayoría de la familia ella prefería estar abrigada en un día frio antes que sudando en un día caluroso, por eso al lavar sus manos también aprovechó para mojar su rostro en busca de refrescarse, aquello fue un problema, pues no pensó en cómo es que secaría su rostro después de eso, ya que ahí no había nada con que hacerlo. Peor aún fue salir del baño, pues dentro de aquel lugar la iluminación era mucho más tenue que afuera, por lo que sus ojos tardaron un poco en adaptarse a la luz, quedando enceguecida por varios segundos. Pese a que empapó su rostro, ella aun tenía algo de calor, por lo que pensó que sería una buena idea ir a los columpios, convencida de que el vaivén del juego podría tranquilamente refrescarla gracias al viento que podía recibir no solo en su cara sino en todo su cuerpo. Caminó en dirección opuesta a donde estaba la mayoría de su familia, hacia donde estaban los columpios, pero en cuanto rodeo los baños para dirigirse a aquellos juegos, la sorpresa de Luan fue mucha, y sin lugar a dudas el miedo también se hizo presente.

Apresuró su paso hasta el punto de correr, viendo como su pequeño hermano había tomado la loca decisión de empujar a un niño mucho más grande que él, haciéndolo caer y seguramente provocando que se lastimara. Su respuesta al ver como aquel niño más grande se levantaba y comenzaba a amedrentar al peliblanco fue simplemente gritar su nombre, consiguiendo que sus tres hermanos menores voltearan a verla, notando entonces como es que la pequeña peliblanca estaba llorando. Luan se asustó mucho mas con lo que vio, pero el enojo de ver a su pequeña hermana menor en esas condiciones le hizo tener las cosas claras, iría directo hasta ese chico y le daría una paliza, después de eso quizá tendría tiempo y ganas de preguntar qué es lo que había sucedido, pero por ahora su prioridad era hacer llorar a aquel niño bravucón que claramente estaba molestando a sus hermanitos.

Aprovechando la distracción que causó Luan, el niño grande empujó a Lincoln, quien distraído por el grito de su hermana no vio venir aquella agresión, siendo ahora él quien cayó al suelo de manera pesada. Cual rayo, Luan apareció a un lado de aquel niño corpulento y sin dejar de correr en ningún momento dio un salto con la intención de derribar al mocoso impertinente de una dura patada. Cumplió su misión sin lugar a dudas, pese a que ella también se lastimo al caer sobre el chico, y pese a que quería darle una paliza, lo cierto es que al estar cerca ahora podía escuchar el llanto de su hermanita, por lo que sus prioridades fueron claras. Ayudó a Lincoln a levantarse mientras se acercaba y abrazaba a ambas hermanas menores, preguntando por lo que había sucedido, pero antes de recibir una respuesta, detrás de ella el niño corpulento le dio un empujón a Luan, quien sin mucha dificultad logro contenerlo, pero no hizo nada para devolver la agresión, ya no era necesario. Sin saber cómo es que eso pasó, frente a Luan estaba Lori, mostrando aquel rostro tan intimidante que solía poner cuando estaba de mal humor.

Aunque había sido todo muy rápido, el escándalo fue suficiente para hacer que muchos niños se acercaran presas de la curiosidad, mientras que algunos adultos lo hicieron sabiendo que algo malo ocurría y que debían de interceder para evitar problemas mayores. El enojo volvió a Luan cuando escuchó lo sucedido, era evidente que no solo a ella, el resto de hermanas estaban también molestas con lo que escucharon, Luna incluso dijo algunas cosas al respecto. Mientras esperaban el regreso de Lincoln quien había ido al baño, aquel niño; al que ahora todas veían de forma despectiva como alguien obeso y no corpulento, comenzó a molestar a las hermanas aparentemente guiado por lo peculiar del cabello de una de ellas. Siendo ambas algo tímidas y muy educadas, evitaron el conflicto, pero todo se salió de control cuando aquel niño desagradable, al cual Luna decidió bautizar como "Almacén de Caca", jaló el cabello de la peliblanca. Y no se detuvo, continuó haciéndolo pese a que Lenna intento interceder, consiguiendo solo que el niño se burle de ella por ser tan enana. Para cuando Lincoln salió del baño, pudo ver como aquel almacén de caca jalaba el cabello de sus hermanas y les decía cosas que si bien no era capaz de escuchar, si sabía con certeza que no serian nada bonitas, pues su gemela estaba llorando mientras Lenna parecía a penas poder contener su llanto. Como si de una reacción familiar innata se tratara, Lincoln corrió en dirección a ese costal de desechos y sin detenerse dio un salto para soltarle una patada al niño abusivo, quien se mantuvo en el suelo quejándose por el dolor. El pequeño Lincoln trató de auxiliar a sus hermanas, pero aquel chico gordo se puso de pie y el peliblanco, sin saber que mas hacer, simplemente volvió a empujarlo al suelo. Molesto él chico se puso de pie una vez mas y antes de que Lincoln pudiera pensar en algo, fue que la vos de Luan se escuchó. Ahí, Lori agrego como es que también escuchó el grito de Luan, razón por la cual salió disparada en dirección a los baños, temiendo que algo malo estuviera pasando, y siendo testigo de cómo su hermana de dientes chuecos y personalidad tímida había decidido usar aquel movimiento que ella solía llamar como la "Patada Voladora Loud".

Pese a que ya se había calmado, Rita seguía con cierta molestia por lo que había sucedido, pues arruinó la tarde para la familia. Después de tener una charla muy álgida con la madre de aquel pequeño delincuente, Rita no tuvo más opción que cancelar el resto del paseo después de que aquella discusión terminara por ocasionar que su esposo se fuera a los golpes contra aquel tipo con pinta de matón. En realidad aquello fue algo hilarante, pues pese a verse como un matón, el tipo ese era bastante mediocre a la hora de pelear, tanto como para que los afeminados y débiles golpes de Lynn terminaran por darle una paliza. Al menos esa satisfacción se llevaban los padres de la familia, pues las ovaciones de la gente metiche que veía la pelea vitoreaban como coro a Lynn ante su curiosa victoria. Las hijas mas pequeñas estaban ya alteradas por culpa del altercado, sin mencionar el mal trago de los gemelos y Lenna, por lo que lo mejor sería regresar a casa y descansar para olvidar lo ocurrido. Acomodando a sus bebes en sus asientos, Rita vio como Lori decidió llevar a su pequeño hermano sobre sus piernas, mientras le daba un abrazo. En todo el camino la rubia no dejo de decirle a Lincoln lo valiente que fue por defender a sus hermanas, siendo Luna la que más orgullosa veía a su hermano por sus actos. Rita pensó que aquello podría terminar por darle un refuerzo no muy positivo a la conducta de su hijo, pero lo cierto es que estaba también muy orgullosa por lo que su pequeño caballerito hizo, así que dejó que incluso su esposo felicitara al niño y al mismo tiempo presumiera de su victoria contra aquel tipo de aspecto intimidante. Desde el momento en que nació, Rita siempre pensó que Lincoln seria un pequeño caballerito que protegería a sus hermanas, tanto a las mayores como a las que llegaron después de él, y estaba orgullosa de ver que conforme crecía él siempre estaba ahí para ayudarlas, pero más feliz aun estaba de ver cómo es que él estaba también dispuesto a defenderlas de aquella forma, pese a que le preocupaba lo que pudo pasar de no haber aparecido a tiempo Lori. Su esposo le dijo que aquello no era tan malo, aun si Lincoln hubiera recibido una paliza, según él, habría valido la pena.

Con su ego completamente inflado gracias a todos los halagos recibidos, especialmente de Lori y Luna, Lincoln terminó su cena sintiéndose el hermano más genial de todos, después de todo había salvado a sus hermanas de un bravucón. Eso no era realmente así, pero a esas alturas y con tantas bonitas palabras de su familia por su actuar, así se sentía, no es que fuera relevante pues él seguía siendo un niño y daba igual si un poco de su fantasía y algo de exageración terminaba inmiscuida, seria a fin de cuentas un bonito recuerdo para el futuro.

A diferencia de sus hermanas, Lincoln no subió a su habitación en cuanto terminó su cena y llevó sus platos hasta el lavabo de la cocina, se quedó atrás porque tenía sed y quería tomar algo de agua, especialmente porque en esos días de calor su padre siempre tenía preparada una dulce y fría agua de sabor en el refrigerador. Siempre eran dos jarras, una para los hijos grandes, como Lincoln, y la otra para los padres y las bebes, pues pese a todo estaban ya en edad de poder probar una deliciosa agua de sabor, aunque el hombre evitaba endulzar la misma solo por precaución. Tendría que bastar con el dulzor que la misma fruta que usaba para prepararlas proveía. Con su vaso de agua en mano, el regresó a su lugar en la mesa del comedor mientras terminaba todo el líquido que se había servido. Podía ver desde donde estaba como su madre lavaba los platos mientras su padre la abrazaba por la espalda un momento antes de retirarse diciendo que cuidaría de las más pequeñas. Con su educada forma de ser, Lincoln despidió a su padre con un saludo cordial y dándole una genuina sonrisa, mientras el hombre le respondía el saludo poniendo una de sus manos en su hombro. Los ojos de Lincoln se iluminaron al instante cuando escuchó a su padre decir de manera rápida lo orgulloso que estaba de él por defender a sus hermanas, para después verlo irse a su habitación.

Cuando estuvo listo para llevar su vaso a la cocina, Lincoln se detuvo por un momento, junto a la entrada del comedor, aquel enorme mueble llamó su atención gracias a un pequeño destello que alcanzó a percibir de reojo. Volteo con curiosidad y pudo ver en todo su esplendor aquella vitrina, que pese a mostrar mucha platería y algunos platos ornamentales, lucia más que el resto de las que había llegado a ver gracias a aquellos hermosos trofeos al centro. Dando algunos pasos se puso frente al mueble y admiró, de entre todos aquellos trofeos, al cual tenía la posición más privilegiada ahí dentro, justo al centro, tanto a lo ancho como a lo alto del mueble, y estando rodeado por cosas, pero que permanecían a cierta distancia del mismo, era como si un aura mágica alejara las cosas que ahí dentro estaban del trofeo, haciéndolo lucir más genial aún.

En realidad aquel trofeo no era para nada uno genial, incluso podría decirse que era un trofeo bastante infantil y que tenía una apariencia de baratija a los ojos de la mayoría de los adultos que lo veían. Pese a todo, en esa casa, dicho trofeo era visto como el más valioso y relevante de todos pues era el primero que llegó a la casa, representando el primer logro de alguno de los hijos que ahí vivían. Y como no podía ser de otra forma, ese curioso trofeo le pertenecía a la primogénita, Lori Loud. Con la forma de una abejita dorada que sonreía, ese trofeo fue el que inició aquella tradición de los padres por exhibir los logros de sus hijos, los cuales eran bastantes tomando en cuenta la cantidad de niños, aunque también lo eran por ser los hijos de esa familia unos muy talentosos.

—¿Qué haces, cariño?— preguntó su madre, saliendo de la cocina y viendo al pequeño sostener su vaso sucio mientras miraba atento a la vitrina.

—Mamá, ese trofeo es de Lori, ¿verdad?— con curiosidad, Lincoln volteó a ver a su madre mientras usaba su dedo índice izquierdo para apuntar al trofeo que mencionaba.

—¿Cuál de todos, cariño?— aunque lo intentó, Rita no fue capaz de averiguar a cual de aquellos trofeos se refería su hijo.

—El de la abejita.

—Oh. Claro, cariño. Ese trofeo fue el primero que obtuvo Lori en la primaria. Fue hace mucho tiempo.

—¿Cómo lo consiguió?

—¿No lo sabes, cariño? Ese trofeo lo ganó en un concurso de Spelling Bee, por eso tiene esa bonita forma de abejita.

—¿Qué es eso?

—Es un concurso donde a los niños les dicen palabras y ellos deben deletrearlas correctamente.

—¿Eso es difícil de hacer?

—Bueno, en inglés lo es, pero, ¿Por qué lo preguntas, cariño?

—¿Puedo tener un trofeo así yo también?

—¿Quieres un trofeo de deletreo?

—Si, quiero que mi trofeo este en el centro junto al de Lori.

—Bueno, cariño, eso va a ser difícil— afirmó Rita, riendo suavemente—, la escuela dejó de participar en esos concursos por temas de adultos, y no creo que vuelvan a hacer alguno pronto. No podrás conseguir una abejita a menos que la escuela haga concursos así de nuevo.

—Maldición…

—¡Lincoln! Más te vale moderar ese lenguaje, ¿Quién te enseñó a maldecir?

—¿Televisión?— Lincoln trató de cubrir a su hermana mayor inmediata, pues sabía que si decía la verdad, siendo esta que aprendió aquel tipo de expresión de ella, la castigarían.

—No uses ese lenguaje soez, los niños no deben decir groserías, Lincoln.

—Lo siento, mamá.

—Está bien, solo no vuelvas a decir eso.

—Mamá.

—Dime, cariño.

—¿Cómo puedo conseguir un trofeo?

—¿Sigues con eso? Pues, hay muchas formas cariño, solo mira a Lori y sus diplomas por buenas calificaciones, o sus trofeos en las competencias de Golf y Mini Golf. Los certificados de Leni por sus bonitas pinturas o todos los reconocimientos que tiene Luna por tocar sus instrumentos. ¿Sabes? A Luan le han estado diciendo últimamente que es buena en el teatro, estoy seguro de que pronto podrás encontrar algo parecido para ti.

—¿Qué quieres decir, mamá?

—Bueno, Lori siempre ha sido una estudiante modelo, así que sus diplomas eran algo que pasaría en algún momento, pero fue divertido ver como resultó ser tan buena para el Golf. ¿Sabes cómo descubrió que era buena para eso?— Lincoln negó con su cabeza, curioso ante lo que su madre le diría— Pues, una amiguita la invitó a practicar para un evento, y de repente resultó que Lori tenía un talento innato para eso, como si hubiera nacido para ser buena en eso. Algo parecido paso con Leni, cuando le dijimos que hiciera dibujos para su terapia, resultó que era muy buena en eso, tanto que ahora recibe esos bonitos reconocimientos de la Casa de La Cultura.

Con interés, Lincoln volteó a ver aquello que su madre señaló, siendo fácil reconocer aquellas hojas membretadas y que estaban adornadas por líneas y figuras que brillaban como si de oro estuvieran hechas.

—¿Luna también fue buena desde siempre para tocar instrumentos?

—No, hijo, ella es todo lo contrario a Lori y Leni. Luna tuvo que estudiar mucho para ser tan buena como es ahora, muchas horas de práctica y todo eso. ¿Acaso olvidas todo el tiempo que pasa en su habitación tocando sus instrumentos?

—Pensé que lo hacía porque le gustaba.

—Bueno, a ella si le gusta mucho la música, y viendo cuantos instrumentos toca hasta ahora, quizá si tenga un talento innato después de todo, pero el punto es, hijo, que seguramente tu también tengas algo parecido a ellas.

—¿Lo tengo?

—Estoy segura, cariño. Ya sea algo innato como sucedió con Leni, o algo en lo que te esfuerces mucho como lo hace Luna, estoy segura que algo habrá que tú puedas hacer mejor que nadie. No tengas prisa por eso, algo aparecerá con el tiempo y entonces podrás conseguir muchos trofeos, diplomas o lo que sea, igual que tus hermanas.

—Pero, yo quiero un trofeo ahora.

—Bueno cariño, encontrar algo así toma tiempo, pero si de verdad llevas prisa, ¿Por qué no intentas pedir ayuda a tus hermanas?

—¿A Leni y a Luna?

—A todas ellas, seguro que algo bueno puedes aprender de ellas y de cómo descubrieron en lo que son buenas. Pregúntales sobre eso y quizá te sirva como una pequeña guía. También puedes decirles que te enseñen a hacer lo que ellas saben, podría ser que tú seas bueno en algo que ellas también, ¿cierto? Ahora dame ese vaso y sube a tu habitación, en un rato subiré para revisar que tú y tus hermanas estén ya todos listos para dormir, ¿entiendes?

Lincoln sonrió feliz y se despidió de su madre, confiando en sus palabras. Solo necesitaba buscar algo en lo que fuera bueno y entonces, al igual que Lori y Luna, tendría muchos trofeos o papelitos bonitos que digan que él es el mejor. Confiaba en su madre, estaba seguro de que sería tan fácil como su madre lo hacía ver.


Juego Contemplativo

Convencido de que aquello seria sencillo, Lincoln pensó un poco antes de hacer algo, él era alguien muy listo, y por ello sabía que debía tener claras las cosas antes de tomar una decisión. Pero pese a todo seguía siendo un niño, así que le costaba mucho aclarar y ordenar sus ideas de una forma en que él fuera capaz de entenderlas. Su madre le dio el primer consejo, que era pedir ayuda a sus hermanas, pero aún así no sabía con exactitud qué tipo de ayuda necesitaba.

El quería un trofeo de abejita como su hermana Lori, así que supuso que era una buena primera opción para acudir. Su oportunidad se dio cuando su gemela al fin le dejó en paz un rato para estar jugando con Lenna a cosas de niña que él no se molesto en indagar. Amaba con fuerza a sus hermanas, especialmente a su gemela, pero también era algo complicado tener que pasar todo su tiempo con ella pues la pequeña peliblanca no lo dejaba a solas muy seguido.

Dio un salto de su cama y recordando una vieja canción que escuchó en algún lugar, se imaginó a sí mismo como un pequeño roedor antropomórfico que vestía ropas del viejo oeste. Abrió sus piernas mientras flexionaba un poco sus rodillas y caminó de aquella incomoda manera que era una burda imitación de la forma en que un vaquero muy experimentado lo haría tras años de montar a caballo, deformando con ello un poco la rectitud de sus piernas. Inclinó su cabeza, pretendiendo que usaba un sombrero vaquero el cual debido a eso tapaba su rostro, dejando ver únicamente su ojo derecho, pues se imaginó a si mismo usando su mano para acomodar aquel sobrero intangible para dar aquel efecto. Fingió estar masticando tabaco como en aquellas caricaturas antiguas y de unos cuantos pasos llegó a la puerta. Antes de salir una de sus hermanas preguntó a donde iría y él, fingiendo que escupía aquel tabaco imaginario en una escupidera junto a su cama, respondió que iría a tener un duelo. Ignoró como al cerrar la puerta de la habitación tras él, las risas de sus hermanas se escucharon con fuerza.

Sintiendo que su caminata era muy amenazante, Lincoln se acercó al cuarto de sus hermanas mayores y, como si estuviera a punto de iniciar un duelo, colocó sus manos en posición, cercanas a su cintura, listas para tomar su arma y soltar el primer disparo, él era el más rápido en todo el oeste después de todo. Con su mano izquierda tocó a la puerta de manera educada y esperó a que le dieran el visto bueno para entrar, entonces abrió con fuerza la puerta y usando su mano derecha como arma apuntó rápidamente a sus dos hermanas, pronunciando algunas onomatopeyas graciosas que hicieron reír a Leni, mientras Lori sonrió feliz de ver como su pequeño hermanito una vez mas estaba en alguna de sus fantasías.

—¿Quién se supone que eres?— preguntó Lori.

—Soy el ratón vaquero— respondió Lincoln, mientras soplaba el humeante cañón de su arma, para después enfundarla nuevamente dándole algunos giros en sus dedos.

—Pero, Linky, tú no eres un ratón, eres un conejito.

—Soy el ratón vaquero, Leni. El pistolero más rápido del oeste.

—No, tu eres un conejo, Linky— reclamó la rubia menor, convencida de lo que decía—, eres un conejito de las nieves como el que salió en la televisión. Tú también tienes tu cabello blanco como el conejito.

—Está bien, Leni— en realidad a Lincoln ya no le importaba eso, dejo de jugar en cuanto vio a su hermana mayor fruncir el ceño—, soy el conejito de las nieves.

—¿Qué necesitas, Lincoln?

—Lori, ayúdame a conseguir una abejita.

—¿Qué?— preguntó confundida la mayor dentro de la habitación— ¿Una abejita?

—¿Quieres una mascota, Linky?— Leni se veía feliz con la idea.

—No, quiero una abejita como la que tiene Lori.

—¿De qué hablas, Lincoln? No te estoy entendiendo literalmente nada.

—Por favor, Lori— suplicó Lincoln, aferrándose a las piernas de su hermana mayor—. Mamá dijo que tú me ayudarías a conseguir una abejita.

—¡Bien! Te voy a ayudar, solo dime primero a que abejita te refieres.

—A tu abejita.

—Lincoln, se literalmente más específico o no voy a entender nada.

—La que está en el comedor, quiero una como esa.

—Oh. ¿Hablas del trofeo?— preguntó Lori, después de pensar por varios segundos a que se refería su hermano pequeño.

—¡Sí!

Con amabilidad, Lori tomó a su hermano menor y aprovechando la oportunidad lo cargo en brazos, arrepintiéndose de ello a medio camino, notando cuan pesado era ahora y notando que ya no era tan pequeño como creía.

—No creo que puedas conseguir una abejita pequeño monstruo— aquello lo dijo entre bufidos mientras ponía a su hermano sobre el suelo nuevamente—, la escuela ya no da esos trofeos.

—¡Entonces quiero un papelito brillante como los de Leni!

—¿Hablas de sus reconocimientos y diplomas?— Lincoln le respondió asintiendo repetidas veces— ¿Para qué quieres algo así?

—Yo también quiero poner mi abejita en el ropero.

—Eso es una vitrina, pequeño conejito blanco, no es un ropero. Es literalmente lo más tonto que has dicho en la semana.

—¡Yo hice un dibujo y mamá lo puso en el refrigerador!— exclamó con felicidad la rubia más joven, poniéndose de pie y acercándose a su hermano menor— ¡Hagamos un dibujo juntos, Linky!

—Pero yo quiero una abejita o una paloma.

—Diploma, Lincoln. Se llama Diploma, no paloma.

—Yo quiero dibujar una paloma. Hagamos el dibujo juntos, Linky.

—Yo no quiero dibujar, quiero una abejita.

—Lincoln, conseguir una abejita es literalmente imposible. Pero si puedes conseguir palomas con, no, quise decir diplomas, haciendo dibujos. Recuerda que todos los premios de Leni son por sus dibujos.

Emocionado, el pequeño Lincoln aceptó aquello y fue junto a Leni para hacer aquel dibujo que al final no fue de una paloma sino de una ballena azul. Pero Lori no se quedo solo viéndolos mientras hacían aquella pequeña obra de arte, pues conociendo lo inquieto que era a veces Lincoln, sospechaba que su petición podría ser mucho más seria de lo que parecía, así que habló con su madre al respecto. Ella siempre sabía qué hacer en ese tipo de casos, pues de todos en la familia, era la que mejor medido tenia al pequeño y su conducta alocada.

Rita, tan sabia como era tras tanta experiencia acumulada con sus numerosos hijos, supo advertirle a su primogénita que no se tomara muy en serio las palabras del niño, o al menos no aún. La madre debía hablar con más seriedad sobre ello con su hijo antes de pensar que aquello realmente lo haría teniendo en mente dedicarle tiempo. Por mucho que le gustara lo a veces impredecible que era su pequeño Lincoln, Rita también temía que aquello fuera un rasgo de algún problema aún no diagnosticado. Al menos así lo fue en un principio con Luan, y temía que su pequeño caballerito tuviera algo parecido, pues su conducta resultaba bastante similar a la de su hija de dientes chuecos.

Pero aquella petición no fue una casual. Fue diferente a la ocasión en que pidió a su padre que le enseñara a lanzar la pelota, o aquella en que pidió ayuda para hacer una casa del árbol, tampoco desistió al instante como cuando pidió aprender a cocinar, ni lo olvidó de inmediato como cuando pidió usar vestido. El pequeño peliblanco parecía realmente interesado en ser parte de aquella vitrina al conseguir su propio trofeo, cosa que la madre no tuvo problemas en permitirle. Sería algo sencillo y seguramente también divertido, después de todo serian sus hermanas mayores las que lo ayudarían.

Unos días después, y convencida de que su hijo tenía aquella chispa en sus ojos que denotaban su tenacidad e interés en algo, Rita le dijo a Lori que ayudara a su pequeño hermano. Era una tarea sencilla, solo debía guiarlo para que todos supieran que es aquello en lo que Lincoln era bueno, y después de eso solo debían hacer que se concentrara en ello para conseguir un trofeo o lo que sea que ganase en aquella actividad. Después de todo no tenía dudas de que su pequeño caballerito conseguiría algo para colocar en la vitrina de trofeos, pues su ego como madre de ya cuatro niñas sobresalientes en algo la hacían ser algo soberbia y confiada, especialmente ahora que Luan consiguió una actividad en la que era algo buena y que además la mantenía entretenida y lejos de cometer sus extrañas y a veces peligrosas travesuras.

Lori debió ser estricta con el pequeño Lincoln, quien por mucho interés que tuviera en lo que hacía, seguía siendo un niño con una imaginación muy activa y por ello solía distraerse con facilidad. Las notas escolares fueron descartadas de inmediato por ella, pues las calificaciones de su hermano eran por encima del promedio, pero no estaban ni por asomo cerca de ser algo sobresaliente, mucho menos de ser algo que esté a la altura de un diploma escolar. Otra opción fue que el niño usara su imaginación privilegiada y consiguiera algo con ello, por lo que Leni parecía la opción correcta. O al menos eso es lo que pensó.

El arte es, de cierta forma, una expresión de las ideas sentimientos y sensaciones de las personas, por lo que suele ser muy subjetiva y también bastante sesgada, pero evidente. Sin embargo, aquello que hacía evidente al arte era la técnica, esas corrientes de aprendizaje en las que se encasillaba un estilo particular para expresar el arte. Relieve o cinética para la escultura, narrativa o lírica para la escritura, folklórica o clásica para la danza, gótica o barroca para la arquitectura, impresionismo o cubismo dentro de la pintura. Eran solo algunos ejemplos, pero dejaban claro cuáles eran los estándares que se seguían en aquellas disciplinas y también los procedimientos usados. Había una enseñanza previa necesaria para llegar a ese tipo de resultados, pues hacer una pintura impresionista parecía ser algo sencillo, pero debía tener un conocimiento previo para poder ser percibida como tal al estar terminada. Por supuesto, en el arte existía gente que de manera empírica podía conseguir cosas de las que muchos profesionales sentirían envidia, todo a través de la prueba y error en su experiencia personal, aunado a una poderosa habilidad innata de entender aquello que compone el tipo de arte que han decidido escoger. Leni era una de esas personas, una niña a la cual se le instruyó como parte de su terapia que hiciera dibujos sobre algo que le gustara o como se sentía. Con su primer dibujo siendo uno bastante malo y que dejaba ver con claridad la difuminada visión que tenia la pequeña sobre aquello que era real y lo que no. Pero para ella esos dibujos realmente le hacían sentir mejor, eran como hablar sin usar palabras, en algunas ocasiones parecía que con sus dibujos podía decir cosas que las palabras jamás serian capaces de expresar. A penas un año después de tomar aquella parte de su terapia como un habito y un gusto, Leni ya había experimentado con todo los materiales y herramientas que sus padres le ofrecían para explayarse en esa actividad. Dibujar usando carboncillo, pintar al óleo, usar acuarelas, usar capaz de pintura, agregar texturas, incluso haciendo todo al mismo tiempo en una sola obra de arte que para su familia siempre resultaba en cuadros aparatosos y difíciles de entender, pero que en la casa de la cultura no dejaban de estudiar, anunciando con sorpresa cada detalle que se topaban en las pinturas de la pequeña Leni. Al menos hasta que Leni encontró aquel estilo tan personal al que le dedicaba la mayoría de su tiempo a perfeccionar y que, pese a ser mucho más austero y simple que obras anteriores, seguía siendo llamativo al ser realizado por alguien tan joven.

Tanto Lori como sus padres veían a Lincoln como alguien capaz de conseguir algo similar, convencidos de que su vivaracha y a veces alocada forma de ser era una muestra clara de que estaba destinado a ser algún tipo de artista. El apoyo le llovió a cantaros al peliblanco, quien confiado plasmó las cosas que le gustaban y las que sentía en sus dibujos, pues al final el jamás llegó a hacer una pintura. Su esfuerzo era notable, sus intenciones claras, y su compromiso por entender las vagas y a veces incoherentes explicaciones que su hermana mayor le daba al momento de enseñarle sobre pintura. Él incluso podía resumir de como su impulso por conseguir una abejita termino por inspirar a su gemela, quien convencida de que también podía hacerlo, acompañó a Lincoln en cada ocasión en la que Leni le decía que es lo que ella hacía y como lo hacía para poder hacer sus pinturas. La pequeña peliblanca en realidad no tenía ningún interés por pintar, como siempre solo quería estar en su lugar seguro para no sentirse sola, aquel lugar seguro el cual ella llamaba "hermano mayor".

Tomaba el lápiz con demasiada fuerza, pero sus trazos trataban de ser suaves, tanto como para difuminarse en el papel con facilidad, haciendo que la mayor parte de las veces sus dibujos parecieran estar incompletos. La perspectiva que usaba era incorrecta y siempre muy cercana a la inexistencia, cometiendo constantemente el error también de no respetar la proporción en los tamaños. Sin dar nunca detalles a nada, los objetos que dibujaba en su mayoría pasaban a parecer solo figuras geométricas dibujadas con un mal pulso, mientras que las personas tenían la misma expresión y esa forma acartonada en sus cuerpos que parecía ser más propia del dibujo de un niño en preescolar. Con una extraña tendencia a dibujar un sol en alguna de las esquinas de la hoja que ocupaba, sin prestar mucha atención a si su dibujo estaba ambientado en interiores o no, y tomándole mucho tiempo para conseguir terminar aquellas muestras lamentables de arte. Al principio él creyó en las palabras de su madre, quien con mucha confianza le dijo que sus dibujos no eran malos, y que mejoraría con el tiempo, que todo era cuestión de práctica. Pero después de más de dos meses, Lincoln revisaba su colección de dibujos y todos eran igual de malos, uno tras otro, sin el más mínimo ápice de mejora en calidad o técnica. Pero aun cuando él era la clase de niño que sentía prisa por empezar a hacer algo, era también el tipo de niño que no tenía prisa por terminarlo, podría esperar sin problemas otros dos meses con tal de ver que sus dibujos mejoraban, puede que hasta más tiempo. Pero perdía motivación con rapidez por aquello que veía a su siniestra todas aquellas veces que iba con Leni a dibujar; el bastidor en el que su hermana gemela dibujaba.

Tomaba el lápiz con firmeza pero sin ejercer fuerza de más, sus trazos eran fluidos e intensos, pero no tanto como para alterar el plano del papel, asiendo que sus dibujos sean bastante evidentes y fáciles de interpretar. La forma en que usaba la perspectiva era muy burda, pero también muy apropiada, especialmente para alguien de su edad y con su poca experiencia, teniendo mayormente aciertos al momento de generar la sensación de profundidad en sus obras. Sin dar demasiados detalles a nada, acentuaba cada elemento de su dibujo dotándolo de alguna característica que lo distinga con facilidad, guardando con ello trazos innecesarios y haciendo ver sus obras más limpias al no agregar líneas de más ni tampoco elementos que no pertenecen al entorno. Aunque ambos comenzaron prácticamente al mismo nivel, Lincoln podía ver como su gemela ya hacia dibujos mucho mejores que los suyos pese a que ella realmente no se interesaba mucho en aquella actividad. Ella ponía tanta atención como Lincoln cuando Leni trataba de dar explicaciones y demostraciones con su limitada capacidad para expresarse, pero Lincoln, sabiendo que aquello no bastaba, gastaba algo de su tiempo libre con la intención de practicar un poco más. Pero los resultados entre los gemelos eran tan evidentes que dolían solo de verlos uno al lado del otro, especialmente con Lenna acompañándolos en todo momento al cuarto de Leni cuando ella les ayudaba con sus dibujos, usando su peculiar y muchas veces ofensiva forma de ser. No guardaba nada para ella, al menos no cuando estaba con los gemelos.

Cuando le propusieron que aprendiera a dibujar con Leni, Lincoln pensó que sería una actividad increíble, tendría muchos beneficios para sí, pues aprendiendo aquel talento conseguiría en algún momento uno de aquellos papelitos brillantes que su hermana mayor tenia y podría ponerlo en la vitrina junto al resto de sus hermanas. También pasaría tiempo con Leni, su hermana más amorosa y que al igual que Lori o Luna siempre estaban abrazándolo y dándole besos, cosa que a él le gustaba bastante. Seguramente cada vez que haga algo bien Leni incluso le daría más apapachos de los que normalmente le daba y con eso todo serían cosas buenas para Lincoln. Pero los apapachos y las palabras bonitas iban todas dirigidas a su gemela, quien si era buena haciendo dibujos y seguramente también sería capaz de conseguir una paloma antes que él si no mejoraba pronto sus dibujos. Peor aún era para Lincoln notar como su hermana no solo se llevaba aquellos cumplidos que esperaba fueran para él sino que causaba que sus padres y hermanas mayores le dieran palabras de aliento que eran extrañamente incomodas para el pequeño peliblanco. Algo de esas palabras hacia que se sintieran raras, diferentes a lo que estaba acostumbrado, como si fueran falsas, pero también creyéndolas ciegamente.

Un par de semanas después de eso, Lincoln redujo bastante su interés en aquella actividad de dibujo sintiéndose insuficiente para cumplir con sus propias expectativas, por lo que dio el salto a una actividad diferente, convirtiendo el dibujo ahora en un interés secundario. Lori creyó que sería una buena idea pasar tiempo con su hermanito, y la mejor excusa eran aquellas actividades que ayudarían a Lincoln a encontrar algo en lo que fuera bueno. Con ello en mente, su idea fue tan simple como hacer que su pequeño hermano practique algún deporte y, por supuesto, comenzaría enseñándole un poco sobre aquel que ella misma dominaba mejor que nadie, el golf. Tuvo expectativas bajas pues aquel deporte era uno de concentración, cosa en la que su hermano no resaltaba mucho, pero tal parecía que el pobre chico no tenía siquiera la habilidad atlética para dar el mínimo requerido en los resultados.

Su gemela, como aquella sombra que parecía ser para su hermano mayor, le siguió también en aquella actividad con Lori, y por supuesto Lenna estuvo ahí, atenta a sus pequeños hermanos, pues eran ellos quienes le ayudaban con sus travesuras, así que cuando no estaban era complicado entretenerse. Pero Lenna no se limitó únicamente a decir comentarios incisivos esta vez, burlándose de sus pequeñas bolas de algodón, en lugar de eso se unió a ellos motivada por el reciente tiempo que pasaba con su padre frente al televisor viendo deportes. Lynn solía ver deportes rápidos y de mucho contacto que eran emocionantes y hacían que Lenna quisiera estar con su padre para verlos también, por lo que el golf le parecía un deporte aburrido al ser tan lento y para colmo ser por turnos y coronaba su desagrado por el golf sabiendo que no tenían ningún tipo de contacto entre los jugadores. Era algo aburrido sin lugar a dudas. Lenna prefería practicar algo más aguerrido y furioso, como el futbol en cualquier modalidad, el hockey, baloncesto o beisbol. Quería correr, brincar, esquivar, golpear y sudar, pero con su cuerpo enclenque y enfermizo aquello no era posible y ella sabía perfectamente eso, razón por la cual, al ver a Lori enseñando sus tiros a los gemelos, haciendo aquello paso por paso para tratar de hacerlos entender que postura deberían tomar o como deberían de aplicar su fuerza, ella se interesó. Puede que el golf sea un deporte aburrido y lento donde nadie se golpea, pero quizá era justo eso lo que convertía al golf en el deporte perfecto para Lenna, pues no debería correr, ni siquiera caminar si es que jugaba en un campo de golf formal, pues tenían aquellos graciosos carritos para pasear después de hacer el primer tiro. Además, pese a no tener que golpearse con el otro jugador, al menos tendría la oportunidad de aporrear algo, aquella pelota pequeña que debía entrar en los hoyos en el suelo, mejor aún, debía darle de golpes usando un palo. Era como jugar beisbol, pero muy aburrido y sin gritos, ni muchos jugadores, sin arbitro ni pitcher o cátcher… el punto era que pese a todo, tenía algunas cosas que podría aprovechar la pequeña castaña.

Los tres demonios de la familia Loud ahora tenían menos tiempo para hacer travesuras que terminaran destruyendo cosas o lugares. Algunas veces los pequeños puños blancos pasaban su rato libre junto a su hermana Leni, practicando su dibujo, mientras aquellos ojos cafés permanecían cerca solo para molestarlos. En otras ocasiones estaban todos juntos practicando con Lori, quien estaba más que feliz de enseñarles aquel deporte, especialmente viendo lo habilidosa que parecía ser la castaña y lo decente que era la peliblanca, pero sintiéndose algo mal de ver el pobre desempeño que tenía el pequeño conejo de las nieves.

Las intenciones de Lincoln se vieron mermadas una vez más al notar como su desempeño era bastante inferior al que sus hermanas mostraban, pero tanto Lori como sus padres se encargaron de mantenerlo motivado. Puede ser que el tema de dibujar sea algo lento para él, y que el deporte parezca estar lejos de sus capacidades innatas, pero aún había opciones con las cuales podría intentar conseguir su pequeño trofeo, ya no importaba si era una abeja o una paloma, siempre y cuando consiguiera uno era suficiente. En realidad el reconocimiento le importaba muy poco, lo que le mantenía interesado en conseguir algo para colocar en aquella vitrina era simplemente compartir espacio junto a sus hermanas ahí. Rita y Lori entendían bien eso, por lo que ellas solo empujaron a Lincoln a su siguiente intento, esta vez guiado por su hermana Luna, quien pese a ser tan arisca con todos ante el hecho de ser interrumpida en sus prácticas, aceptó gustosa la petición de su pequeño copo de nieve.

Luna era muy similar a Leni en cuanto a cómo trataba a su pequeño hermano, pues se podría decir que ambas estaban completamente enamoradas del pequeño niño de blanca cabellera. Ninguna de ellas de forma romántica pues ambas estaban aún lejos de poder concebir aquel tipo de atracción tan compleja, y puede que una de ellas se vea incapaz de conseguirlo sin importar el paso del tiempo. Pero en definitiva las dos niñas tenían a Lincoln ocupando la mayor parte de su corazón y en general, también de sus pensamientos. Para Leni, aquel amor había nacido varias semanas después de que Lincoln llegó a la casa, pues en un principio la pequeña rubia no sintió ningún interés particular por el bebé más allá del hecho de ser precisamente un bebé, de la misma forma que su gemela no le pareció especialmente interesante. Incluso con aquellos cabellos extrañamente blancos, Leni no se sentía emocionada por la presencia de sus pequeños hermanos, principalmente porque ella había pasado por algo parecido muchas veces antes, no había nada nuevo en la aparición de los gemelos. O al menos así fue hasta que en una ocasión, emocionada por ayudar a su madre y también pasar tiempo con ella, le acompañó a bañar a los pequeños bebés. Con mucho cuidado, su madre preparo aquella pequeña bañera plástica donde cuidadosamente se encargaría de frotar la piel de su hija con agua templada usando una increíblemente suave esponja y, para asombro de Leni, sin usar jabón. Después de secar a la pequeña y ponerle un pañal y su mameluco, entonces fue turno del pequeño Lincoln. Fue ahí cuando algo que Leni jamás había visto antes apareció y con ello le hizo entender que existían diferencias entre los niños y las niñas. La mente de Leni trabajaba de una forma muy peculiar, y muchas veces también a un ritmo difícil de predecir o siquiera de seguir, por ello, y teniendo ya en esa época problemas con la conducta de la segundogénita, Rita no trató de entender el por qué, simplemente aceptó como la explicación que le dio a su pequeña hija de cinco años sobre la diferencia entre niños y niñas, al cabo de unas semanas, terminó por llevarla a la conclusión de que ella debería ser una hermana mayor que cuida a sus hermanitos.

Para Luna, por otra parte, el pequeño niño le dio un vuelco al corazón desde el primer día en que estuvo en casa, aunque no en el primer momento. A sus cuatro años estaba emocionada con la llegada de un bebé nuevo, y esa emoción se hizo más grande cuando supo que en realidad serían dos bebés, una niña y el primer varón de entre la descendencia de la familia. A Luna le encanto la idea de tener dos bebés, amaba cuidar de Luan y de Lenna, por lo que tener más bebes en casa le parecía algo divertido, pero el hecho de que Lincoln fuera un niño no le parecía tan divertida, después de todo los niños que conocía eran todos muy raros y no le gustaba jugar con ellos, y asumiendo que Lincoln sería como esos niños, a Luna no le llamaba particularmente la atención que su hermanito bebé creciera. Pero esa primera noche su idea de lo que sería Lincoln cambió por completo.

En el sofá, frente al televisor, Rita cargaba al bebé varón, mientras Lynn caminaba por el comedor dando vueltas, tratando de calmar un poco a la bebé, quien al menos por esa noche, resultó ser mucho más ruidosa que su hermano. Luna tenía a Luan sentada sobre sus piernas, viendo atentamente el televisor y Lenna hacía rato que tomaba una siesta.

—¿Podemos cambiar a Lincoln?— preguntó Luna, después de haber pasado varios minutos viendo al pequeño en brazos de su madre.

—¿Qué?— preguntó confundida la madre, estando aún algo fatigada por el parto ocurrido dos días atrás y sobre todo por tener que lidiar ahora con más pequeños en casa.

—Los niños son feos.

—¿De qué hablas, cariño? Los niños no son feos.

—Si lo son, en el parque los niños se pican la nariz y juegan con lodo. Además me empujan feo cuando jugamos.

—Bueno, cariño, entiendo eso. Los niños son un poco más bruscos para hacer las cosas, pero no son de ninguna manera feos por eso.

—Si lo son. Y dicen cosas feas, y no les gusta jugar con mis muñecas, y le levantan el vestido a Leni.

—Entonces tendré que ver cómo solucionar eso— replicó Rita, algo ofuscada con lo último que dijo su pequeña, pero tratando de mantener la calma pensando en que eran niños jugando y seguramente no habría nada de qué preocuparse—. Pero, míralo— dijo ella, inclinándose un poco hacia su hija, dejándola ver con más facilidad el rostro del pequeño bebé que tenía en brazos—, ¿te parece feo tu hermanito?

Luna lo miró detenidamente. En realidad no podría decir que Lincoln era feo, solo era un bebé después de todo. Pero no pensó en retractarse, tenía aquella necedad propia de una niña pequeña, así que con mucha confianza le dijo a su madre que Luan era mucho más bonita que Lincoln. Su madre, entre risas, estuvo tentada a darle la razón, mientras la pequeña Luan, al escuchar a su madre, también rió alegremente entre los brazos de Luna. Rita, con la mayor paciencia posible, trató de explicar a su pequeña hija que los niños no eran malos, ni feos, solo eran un poco diferentes, pero claramente la pequeña no entendía de razones, pues era solo una niña de cuatro años.

—¿Recuerdas aquel cuento sobre la princesa sin corona, cariño?— preguntó Rita, tratando de irse por las ramas un momento.

—¡Si!— la emoción en la pequeña Luna era evidente, pues el recuerdo de la historia era bastante reciente.

—Pues, Lincoln podría ser como el príncipe amable de esa historia.

—Pero Lincoln es un bebé.

—Lo sé, cariño. Pero cuando el crezca él seguramente será un pequeño caballero que las va a cuidar a todas ustedes y que hará todo lo posible por tenerlas felices como en esa historia.

—¿Cómo sabes?— preguntó intrigada la pequeña.

—No lo sé, es solo algo que me gustaría que pasara. ¿No te gustaría que tu hermanito se convirtiera en un pequeño caballero que te proteja a ti y a tus hermanas?

Con suspicacia y mucho escepticismo Luna posó su mirada sobre su pequeño hermano una vez más, segura de que no había forma de que alguien tan pequeño se convirtiera en un caballero como el de aquel cuento.

—Pero es un bebé, los bebés solo juegan y se hacen popó.

—Claro que si, cariño— secundó Rita, después de que una fuerte risa se hiciera presente ante la ocurrencia de su pequeña, temiendo incluso alterar al pequeño en brazos—, es un bebé, no puede hacer mucho todavía. Primero debe crecer, y cuando lo haga, Lincoln será un pequeño caballerito que te va a cuidar con todo su amor, y también cuidara de Leni y de todas tus hermanas. Pero para que el haga eso primero debe crecer, y ¿sabes que más necesita para ser un caballerito?

—No.

—Que lo cuidemos mucho. Nosotras debemos enseñarle como ser un caballerito, hija. Si tú y tus hermanas se encargan de cuidar y querer mucho a su hermano, cuando él crezca entonces será quien las cuide, pero deben enseñarle a ser alguien amable y cariñoso.

Ahora con cierta ilusión, Luna miró una vez más a su pequeño hermano en brazos, estando incluso a punto de soltar a Luan. Lo que su madre le dijo sonaba como algo hermoso y mágico, y sabía que podía ser verdad, pues algo parecido estaba haciendo ella con Luan, cuidándola y enseñándole a ser una niña buena, así que enseñar al pequeño Lincoln a ser un caballerito sería algo sencillo, solo debía contarle los mismos cuentos que su madre le leía y hablarle sobre las cosas que los caballeros hacen para cuidar a las princesas. Incluso cuando no era necesario intentar convencer a la pequeña castaña, Rita continuó hablándole de como su pequeño hijo varón seguramente sería alguien amable y protector con ellas cuando creciera, emocionando mucho más a su pequeña hija con la idea. Pero Rita no podía evitar decir aquello, después de todo cuando se le dijo que tendría gemelos, no pensó en que uno de ellos sería un niño, por lo que cuando lo tuvo en brazos en aquel hospital, fue amor a primera vista. Tenía experiencia como madre, pero esta vez era un pequeño niño el que dio a luz, de solo pensar en lo diferente que sería cuidar del pequeño Lincoln en comparación a como lo fue y como lo es con el resto de sus hijas hacían que Rita se sintiera emocionada y algo expectante. Le era difícil contener sus emociones y con ello, contagiar a sus pequeñas hijas de las mismas al paso del tiempo.

Amando con tanta intensidad a su pequeño copo de nieve, Luna no tuvo más opción que aceptar la petición que él y Lori le hicieron para que le enseñara a tocar algún instrumento. Era la oportunidad perfecta para pasar más tiempo con su pequeño hermano y también para conseguir un gusto en común. Esto solo podía terminar de la mejor manera, pues no había forma de que algo saliera mal.

Su pequeño copo de nieve estaba atento a sus palabras, pero también era así para el otro copo de nieve, su gemela, quien como no podía ser de otra forma, decidió acompañar a Lincoln en aquella actividad también, segura aún de que ellos deberían pasar todo su tiempo juntos, pese a que el varón estaba ya comenzando a dudar de si aquello era una buena idea. Pero con ellos estaba otra persona atenta a las palabras de la hermana mayor, otra castaña, Luan. En ella era algo de esperar que tomara decisiones así de impulsivas e inesperadas de vez en cuando, y esta era solo otro ejemplo de lo caprichosa que podía llegar a ser la delgada niña. Nunca antes mostró interés en la música, de la misma forma en que no se vio interesada en las actividades de su hermana mayor inmediata más allá de disfrutar de alguna que otra interpretación. Pero ahí estaba esta vez, junto a los gemelos, atenta a lo que Luna decía y emocionada por probar aquellos instrumentos de los que Luna comenzaba ya a hacer una colección.

Con orgullo, Luna podía notar como Luan se interesaba bastante en todo lo que ella enseñaba, concentrándose mucho más en la parte teórica de la música que en la parte practica, pero sin dudas dejando ver su enorme interés en el tema. Al principio pensó que sería como en otras ocasiones, donde Luan despierta un fuerte interés en algo, pero que desaparece con facilidad al cabo de poco tiempo, sin verse a la niña de dientes chuecos con interés de retomar algo casi nunca. Pero esta vez ella no dejó a medio camino lo que había empezado, junto a los gemelos, ella estaba atenta a sus palabras, y aunque con menos interés, también estaba concentrada en sus prácticas con aquel instrumento que ella misma eligió para sorpresa de Luna. Era un instrumento que incluso Luna aún estaba en proceso de aprender a tocar, por lo que le parecía divertido compartir sus avances con la hermana con quien compartía más tiempo junta.

La pequeña copo de nieve también resultó ser alguien interesada en la música, y más aun, muy hábil en cuanto a ello. En su caso, el interés por la teoría musical era bastante pobre, en algunos aspectos incluso inexistentes, pero su habilidad al momento de practicar con el instrumento que eligió, el más común de todos, era completamente refrescante. Con frecuencia Luna escuchaba como es que el resto de personas le decían cuan buena y rápida era para prender a tocar algún instrumento, pero viendo a la pequeña gemela podía sentir que ahora era ella quien debía decir aquel tipo de palabras. Si bien ella prefería aprender a tocar aquella guitarra de manera más empírica que formal, Luna aún se sentía completamente orgullosa y sorprendida de lo buena que era su pequeña hermana para aprender a tocar. Si era capaz de aprender a ese mismo ritmo en otro tipo de instrumentos seguramente ella sería tan buena como Luna, o esa impresión le daba. Aunque eran opuestas en la forma en que les gustaba aprender, Luna se sentía feliz de que ambas hermanas menores resultaran tan buenas en aquello que la distinguía a ella en particular, sería una excelente oportunidad para tratar de convencerlas de que juntas hagan algo relacionado con la música, sería lo más divertido.

Por último estaba Lincoln, su adorado y bien portado caballerito, aquel alegre niño que se la pasaba ayudándoles siempre y que tenía una imaginación alocada que le hacía actuar como tonto a veces. Pero que también dejaba claro que la música no era algo que realmente le fuera afín. El pequeño peliblanco tuvo problemas desde el primer momento, unos bastante evidentes, en primer lugar estaba su poco entendimiento a la parte teórica de la música, siendo incapaz de entender la diferencia entre las notas y mostrándose también como alguien con dificultades para mantener un ritmo constante. Y en la práctica, el pobre niño era aún peor, siendo que su coordinación motriz tanto fina como gruesa siempre fueron bastante limitadas para alguien de su edad, misma razón por la que desde el inicio su integración bilateral fue más que insuficiente para permitir al pequeño tocar una guitarra. Pero Luna no se dio por vencida, si una guitarra era algo complicado para su pequeño hermano menor, entonces habría que optar por algún otro instrumento, esperando mantener el interés del niño, a quien, a riesgo de mostrar su preferencia, no dejo en ningún momento de hacerle cumplidos.

Cuando su madre habló con ella sobre la petición de Lincoln, Luna entendió que él se estaba esforzando por tratar de conseguir ser bueno en algo, pero parecía que hasta ese momento nada le había salido como esperaba, por ello Rita fue muy clara con ella, debía incentivar a su pequeño caballerito con cumplidos, para que él pobre no se sienta mal cuando tenga dificultades y no pierda la motivación para conseguir resultados. Al menos eso es lo que el psicólogo le decía de manera reiterada en las visitas que hacía con algunas de sus hijas, pero Rita creía fielmente en esas palabras. Luna hizo caso a su madre y se tomó con calma los problemas que estaba presentando Lincoln para aprender a tocar algún instrumento, dándose la libertad de exagerar un poco en la forma que sus cumplidos se expresaban al pequeño en relación a los avances que sus hermanas tenían. Aquello no fue la mejor idea de ninguna forma.

Para Luan, aquella efusividad por parte de Luna hacia Lincoln, en comparación a la poca recompensa y refuerzo emocional que conseguía por hacer las cosas mucho mejor que el pequeño, la hicieron terminar por perder cualquier interés que tenía en seguir aprendiendo de música. Su motivación principal era estar con su hermana favorita al hacer aquello, pero si ella no le haría caso, entonces no valía la pena seguir haciendo aquello, sería más fácil simplemente volver a sus actividades normales, las cuales ya dominaba, que seguir intentando impresionar a Luna, quien claramente solo tenía ojos para Lincoln.

Lincoln, por otra parte, no dejó pasar aquella forma en la que Luna actuaba con él, era muy evidente, y también le parecía que era muy poco natural. Siempre amó la forma en que sus hermanas mayores lo trataban de una forma diferente a la forma en que ellas mismas se tratan entre sí, y no le fue difícil hacerse a la idea de que aquello estaba relacionado con su sexo, pues al ser el único niño de la casa tenía sentido que lo trataran diferente, pues él era en efecto diferente. Pero algo en la forma en que Luna actuaba ahora que le pidió ayuda para aprender a tocar un instrumento le parecía diferente, se sentía igual, pero también podía sentirse como si algo no cuadrara en aquello. Ver a Luan era algo humillante, pues a diferencia de él, ella tenía un avance significativo y en menos de un mes tenía ya bastante dominado todo lo básico referente a como se escribe o lee la música, y todo lo que ello conlleva, mientras que su gemela era mucho menos impresionante que Luan, pero aun así mucho mejor que él. De los tres, Lincoln era sin duda el menos hábil con aquellos ejercicios y el más tonto en cuanto a saber sobre música, pero era también a quien Luna más felicitaba y festejaba por sus minúsculos logros. Daba igual si Luan y su gemela tenían un avance mucho más veloz y notable que Lincoln, ellas recibirían palabras bonitas, pero simples ante sus logros, mientras que Lincoln recibiría muchas muestras de afecto y apoyo cuando lo que más conseguía era fallar en lo que hacía. Eso no era normal. No terminó de entender que es lo que estaba mal con eso, pero Lincoln sabia que eso no tenía ningún sentido, y la muestra más clara de que algo no estaba bien era la forma en que se sentía. Normalmente recibir premios o afecto mayor al que el resto de sus hermanas le hacían sentir bien, victorioso, como si hubiese ganado en una competencia de afecto, reforzando la idea de que él era especial dentro de su familia y era todo algo bueno, pues cuando alguna de sus hermanas era quien recibía aquel afecto él sabía que se lo merecía, de la misma forma en que sus victorias le parecían ganadas por méritos. Pero al estar con Luna eso cambió, todo ese apoyo era algo que Lincoln no se ganó, muy por el contrario debería estar causando en su hermana mayor algún tipo de frustración y enojo, así como lo causaba en sí mismo por ser alguien tan inútil que incluso tocar una flauta le causaba dificultades y problemas. El no merecía ese apoyo, pero Luna parecía empecinada en dárselo, y eso no parecía correcto si al suceder eso significaba que sus hermanas recibieran menos apoyo.

Pensando en ello, Lincoln recordó cómo es que era estar con Lori en las practicas de Golf, ahí también era bastante malo, o al menos mucho peor que sus hermanas, pero Lori siempre le prestaba más atención a él y lo ayudaba más que a sus hermanas. Su gemela era mucho mejor que él y Lenna era incluso más sobresaliente en ello, pero Lincoln recordó que Lori hacia lo mismo que Luna, le daba mucho más apoyo a él que a sus hermanas, pese a que ellas eran las que hacían las cosas bien. Leni tuvo un comportamiento similar, pero siendo que Lori estaba ahí la mayoría de las veces, seguramente fue ella quien le dijo a su hermana especial que le diera más apoyo a Lincoln. ¿Por qué hacían eso? ¿Por qué lo trataban mejor a pesar de hacer las cosas mal? ¿Por qué siempre le felicitaban, incluso cuando hacía las cosas mal? No era algo tan difícil de entender, simplemente algo difícil de aceptar. Aquellos buenos tratos por parte de sus hermanas eran porque él generaba lastima, sus hermanas se compadecían de él por ser tan malo en todo, querían hacerlo sentir bien para que no notara lo malo y sin talento que era, para que no se diera cuenta de que no era nada más que un inútil.

No tuvo el valor para preguntarles acerca de aquello, pues temía estar en lo correcto tanto como se avergonzaba de que eso fuera así, por lo que de manera cortes les dijo a sus hermanas que ya no estaba interesado en nada. Aun quería una abejita o una paloma para poner en aquella vitrina, pero no parecía tener ya los mismos motivos para conseguirla, sin embargo ya tendría tiempo para eso, después de todo la forma tan abrupta en que dejo todo no pareció muy natural para su madre, quien con mucha calma y junto a su padre, le dieron una charla a Lincoln sobre eso. Él creyó en cada palabra que sus progenitores le dijeron, ninguno de ellos tenía razón para mentirle y sus palabras no solo sonaban sinceras, eran también creíbles. Era verdad que Lincoln era solo un niño pequeño, aun le quedaba mucho tiempo para crecer, y en todo ese tiempo seguramente terminaría por aprender a hacer algo especial como sus hermanas, solo no debía apresurarse. Lori nunca lo hizo, fue algo que encontró por una coincidencia y resultó ser muy buena en ello, lo mismo sucedió con Leni, quien a petición de alguien intentó hacer algo en lo que ella ni siquiera tenía interés, pero que resultó ser su mayor fuente de logros. Quizá en el caso de Luna fue algo diferente, así como con Luan, pero confiaba en que en algún momento él conseguiría algo que le guste hacer y en lo que sería muy bueno, tanto como pare recibir sus primeros trofeos. A su sombra estaba la prueba de que él no se estaba quedando atrás después de todo, su gemela, al igual que él, no tenía ninguna cosa propia tampoco, no era especialmente hábil en nada ni sobresaliente de una manera tan espectacular como las hermanas mayores, ambos eran solo niños pequeños que tenían mucho tiempo de sobra para buscar algo que hacer y divertirse con eso.

—Todo irá bien, cariño— con tranquilidad, Rita le dijo aquello a su hijo después de aquella extensa charla en la que por primera vez pudo ver a su hijo vulnerable siendo que ella estaba acostumbrada a verlo fuerte y firme para ayudar a sus hermanas—. Aun eres pequeño, solo debes divertirte y pasarla bien.

—Y estudiar mucho, campeón— agregó Lynn, sujetando la cabeza de su pequeño para regalarle algo de tranquilidad y protección—, recuerda que no debes dejar de lado la escuela, es muy importante. Y si de verdad crees que es una buena idea, entonces haremos eso de las inscripciones el siguiente siclo escolar, algún club o equipo escolar debería terminar por gustarte, ¿cierto? Solo no trates de esforzarte de mas, las cosas llevan su tiempo y es necesario que no las apresures o saldrán mal.

Lincoln aceptó las palabras de sus padres y también recibió su ayuda para convencer a sus hermanas de que todo estaba bien y que no había problema en dejar de intentar aprender algo de ellas. No fue únicamente porque confiaba ciegamente en la experiencia y sabiduría de aquellos adultos, también lo hacía porque no quería seguir recibiendo aquellas muestras de cariño de sus hermanas mayores que ahora le parecían falsas y condescendientes. Amaba a todas sus hermanas con locura, pero ahora había aprendido a que el amor incondicional no era necesariamente un sinónimo de confianza o de respeto.


Avenencia Polarizadora

Aquella mañana fue una muy ajetreada desde el inicio, no solo por los problemas que ocurrían en casa a los cuales él decidió no prestarles mucha atención en un principio sino también por haber tenido aquel desagradable sueño una vez más. Lincoln rara vez se preocupaba por recordar sus sueños, pues no eran tan relevantes para él, aunque en ocasiones eran tan vívidos o bien tan intensos que con facilidad podía recordarlos, siendo capaz de hablar sobre ello con sus hermanas. Pero ese sueño en particular era diferente.

Cada vez que tenía ese sueño, ocurría siempre la misma secuencia de eventos. Las mismas sensaciones, los mismos sentimientos, el mismo final abrupto de aquel sueño para despertar casi siempre a la misma hora, sintiéndose algo agitado y un poco confundido, incapaz de recuperar sus ganas de dormir y teniendo que divagar sobre muchas cosas hasta que al fin despertaran el resto de sus hermanas. Un evento que ocurría con mucha más frecuencia de lo que a Lincoln le gustaría, pero que no podía llegar a considerarse un problema. Al menos no aún.

Como sucedía la mayoría de las veces, él salía del baño viendo una fila ya frente a la puerta del mismo, sintiéndose superior por ser el primero en usar aquel santuario. Tenía su cabello un poco más largo de lo normal y nuevamente algo húmedo por ser bastante descuidado al momento de secarlo, por lo que al salir, vistiendo su pequeña playera y cubriendo sus interiores con temática de súper héroe usando su toalla, uso los dedos de su mano para estirar hacia atrás su cabello. La fresca ducha que tomó le hizo alejar de su mente aquel sueño, recuperando con ello su buen humor, por lo que después de acomodar su cabello hacia atrás, dio un paso fuera del baño y usó aquella mirada que él; y solo él, consideraba seductora, mientras su forma de caminar se volvía exagerada y sus labios pronunciaban con un acento extraño "Todo tuyo, nena", mirando a su hermana Lori, quien era la primera en la fila, para después chasquear su lengua de forma caricaturesca.

Un pequeño silencio se hizo presente en ese momento, Lincoln no sabía que sucedía, pero pudo notar en esos segundos que para él se sintieron como horas, como el rostro de su hermana mayor estaba fruncido ante el enojo, mientras el rostro de su segunda hermana mayor tenía una extraña mueca que parecía mostrar una mezcla incomoda entre tristeza y molestia. Aquello no era normal, por lo que tragando saliva de manera pesada volteo a ver el rostro del resto de sus hermanas, esperando que alguna de ellas le explicase que sucedía. Ninguna de ellas hizo nada además de mostrar un rostro compungido, y recordando cómo sus hermanas mayores parecían discutir mucho a penas un rato atrás, pensó que tenía algo que ver con eso. Tuvo la convicción para preguntar que sucedía, pero no el tiempo de hacerlo, cuando dejó atrás su postura exagerada y la cambió por una más normal, preparado para hacer su pregunta, fue interrumpido ante la sensación de como su toalla se resbalaba desde su cintura hasta sus tobillos, dejando expuesto su gracioso calzoncillo con dibujos.

Sentirse avergonzado era lo normal, especialmente viendo como ante aquello todas sus hermanas, sin excepción, se rieron de él despreocupadamente, relajando un poco el ambiente pesado que podía sentirse hasta hace un momento. Su rostro y orejas se vieron completamente enrojecidos ante la vergüenza que pasó, pero dentro de él, sentía aquello como una victoria al ver como Lori, aun riéndose de él, le dio un abrazo y le deseo un buen día, entrando en seguida al baño, mientras Leni, ya con su hermosa sonrisa de nuevo en su rostro, peinó su cabello un poco con sus manos, mientras le decía que tuviera más cuidado o se tropezaría con la toalla. La sensación de victoria causada por creer que hizo algo bien, aún cuando no sabía que era exactamente eso bien que hizo, llegó en el momento en que Luna con emoción le hizo un gesto de aprobación. Tal parece que Luan tenía razón y hacer reír a las personas era igual a hacerlas felices.

Al bajar para recibir el desayuno, Lincoln sintió aquella victoria como una muy pequeña al notar como Lori y Leni parecían estar molestas una vez más. Era algo por lo que debía preocuparse, pero no aun, primero debía ir a la escuela y sería hasta regresar a casa que podría ver la forma de poner felices a sus hermanas una vez más.

Pero no parecía que fuera a ser algo sencillo, como era costumbre para él, la hora del almuerzo no la pasaba en compañía de ninguno de sus compañeros de clase, pues incluso en la escuela él pasaba la mayor parte del tiempo en compañía de sus hermanas. Y ese día en particular fue diferente. Notó de inmediato como es que en la mesa del comedor escolar en la que solían comer los Loud, estaban solo una parte de los miembros. Leni, quien mostraba una conducta bastante preocupante, cosa que no le sorprendió al pequeño peliblanco, Luan, quien no parecía muy atenta a lo que sucedía, y su inseparable gemela, quien parecía estar ahí más que nada esperando por él. Pero el resto de sus hermanas estaban ausentes. Antes de mirar a su alrededor, decidió preguntarle a su hermana de blancos cabellos, quien con cierta preocupación le explicó lo que sucedía. Aquellas discusiones incidentales y muy ocasionales habían comenzado a escalar recientemente y, por alguna razón que no le quedo muy clara a Lincoln, esa mañana las cosas escalaron mucho.

Decir que Lincoln estaba sorprendido era poco, pues no podía imaginarse a Lori, la mayor de sus hermanas y la que más se preocupaba por cuidarlos, tener una pelea con alguno de ellos, especialmente con Leni a quien muchos consideraban la hermana favorita. Con apuro, volteó en la dirección que su gemela le señaló, sintiéndose más tranquilo al ver como Lori estaba sentada en compañía de Luna y de Lenna. Era extraño ver a sus hermanas separadas, y también lo era verlas sin compañía en la hora del almuerzo, compañía ajena a la familia, claro está. Pero eso era lo de menos, Lincoln debía intervenir, aunque no podía darse una idea de cómo es que lo conseguiría, su gemela no le dio demasiados detalles sobre lo ocurrido y Luan, siendo tan peculiar como era, parecía que no estaba muy interesada en aquella discusión, disponiéndose a hacer algunos chistes relacionados que si bien le parecían graciosos a Lincoln, también le parecían algo groseros. Pero podría investigar en otro momento, mas tarde o quizá de regreso a casa, Leni se veía algo alterada y sería prudente tratar de calmarla y hacerla sentir más cómoda antes de que montara una escena dentro de la escuela.

De regreso a casa, y tras el fuerte regaño que Rita le dio a todos por cómo se estaban comportando, Lincoln se sintió mucho mas confundido, su madre hablaba de una manera en que parecía saber que es todo lo que ocurría entre Lori y Leni, de la misma forma en que el resto de hermanas parecían saberlo, con excepción de las más pequeñas, evidentemente. Pero, ¿Por qué su madre asumió que él era parte de todo eso? Por mucho que preguntó a su gemela, ella no supo darle detalles sobre aquella presunta discusión entre las hermanas mayores. Lo único que sabía a ciencia cierta era que hubo una discusión y poco más, pero eso le hizo pensar que lo mejor sería tomar cartas en el asunto, como siempre lo hacía.

En cuanto tuvo tiempo, Lincoln caminó con firmeza hasta la habitación que Luna y Luan compartían, pues tal parece que aquella discusión llegó a tal punto que las hermanas mayores no podían verse sin comenzar a discutir. Eso era una tontería, no había forma de que alguien como Leni fuera parte de una discusión, mucho menos de que la comenzara. Lori, por otro lado, era justo el tipo de persona que iniciaría una discusión, pero nunca por nimiedades, y mucho menos con su hermana favorita. Algo mas estaba pasando y era ya una urgencia saber que estaba causando ese comportamiento en ellas.

Recordando aquel comic de estética y narrativa Noir que leyó hace algunas semanas, Lincoln se motivó a indagar en lo que ocurría, pretendiendo ser aquel detective frio y violento que resolvía los crímenes a punta de violencia. Por supuesto, él no pretendía usar la violencia, pero aun así se imaginó a sí mismo como aquel detective de enorme estatura, cubriendo la totalidad de su cuerpo en aquella gabardina de color café la cual nunca estaba abotonada, mientras su mirada resaltaba dentro de la sombra que aquel sombrero proyectaba sobre su rostro. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y apresuró su paso hasta aquella desordenada habitación y sin anunciarse, entró tratando de verse amenazante. Fue ruidoso cuando lo hizo, por lo que las tres hermanas dentro de aquella habitación detuvieron la conversación que tenían solo para voltearlo a ver algo confundidas con lo que hacía.

—Quiero los detalles, ahora— exigió el pequeño Lincoln, levantando el sombrero imaginario que tenia puesto, para permitir a sus hermanas ver sus ojos.

—¿Qué quieres, Lincoln?— preguntó con cierta molestia la mayor de las hermanas— Estamos ocupadas, ve a jugar a otro lado.

—Alguien me dijo que tomara este caso, solo así podrá evitarse una guerra— comentó el peliblanco, una vez más perdido en su pequeño mundo y consiguiendo fastidiar a Lori.

—Hablo en serio, Lincoln. Déjanos en paz, estamos hablando de algo importante.

—Pero quiero ayudar— aclaró él, saliéndose por completo del papel detectivesco que pensaba mantener en todo momento.

—¿Ayudar con que, enano?— por alguna razón, Lenna se veía molesta, no demasiado, pero lo aparentaba.

—Si, Lincoln, esta vez no es un juego— agrego Luna, acercándose al pequeño y posando su mano sobre la cabeza de su hermanito—, ve a divertirte a otro lado.

Por mucho que a Lincoln le gustara como sus hermanas mayores lo consentían al ser el más pequeño, la molestia que le causaba el ser excluido de algunas conversaciones o actividades precisamente por esa misma razón le parecía muy frustrante. Insistió un poco más para hablar con sus hermanas, quienes no dejaron su postura y llegados a cierto punto, incluso Lori se sintió obligada a amenazar al pequeño peliblanco para alejarlo, pensando en lo necio que él, o cualquiera de sus hermanas solía ser en situaciones como esa. Lincoln salió de aquella habitación bufando y quejándose entre dientes de la forma en que lo trataban como a un niño, evitando por completo el ver que de hecho él solo es un niño. De regreso en la habitación de las mayores, donde estaba Leni, miró con atención a sus hermanas presentes, Leni seguía viéndose alterada, por lo que la prioridad seria sin dudas tratar de evitar que algo malo vuelva a suceder, pensando en cómo horas atrás hizo un pequeño desastre en la escuela a penas terminó el almuerzo. Después miro a Luan, quien con una sonrisa en su rostro leía atentamente un pequeño libro el cual le provocaba algunas risas ocasionales, pareciendo poco interesada en lo que sucedía a su alrededor, al menos de momento, pues ese libro la tenia absorta. También seguía allí su gemela, quien recostada sobre la cama de Lori, con sus extremidades bien extendidas, suspiraba con molestia seguramente ante los hechos que ocurrían, pues a pesar de lo mala que fue la explicación que dio, era obvio que tenía más conocimiento de aquella extraña pelea entre las hermanas mayores. Y… sentada en la cama de Leni, recargada sobre la cabecera de la misma, estaba también la pequeña Lucy. ¿En qué momento llegó ella?

El resto de ese día simplemente lo dedicó a consolar a su hermana mayor quien de manera contradictoria decía estar enojada con Lori, para enseguida decir que quería estar con ella. Nada para sorprenderse, Leni tenía ese tipo de conducta cuando estaba bajo algún tipo de estrés. Esa noche, después de la cena, Lincoln estaba ya decidido a saber que había sucedido, por lo que al regresar a su habitación, y antes de que su madre diera la orden de apagar las luces, habló con sus hermanas inmediatas, con quienes compartía habitación. La mayor de ellas en un extremo de la habitación haciendo de aquel lugar su pequeño espacio, mientras la menor, su gemela, dormía junto a él en la misma cama, al extremo opuesto de donde la de Lenna estaba donde también resaltaba la personalización que la peliblanca le dio a aquel espacio, siendo que a Lincoln le bastaba con tener su caja bajo la cama donde guardaba su creciente colección de comics, así como su pequeño espacio en la pared junto a la cama donde tenía pegado el poster de su héroe favorito.

La pequeña hermana mayor fue quien le dio respuesta de inmediato, pero una vez más no fue una satisfactoria, tan simple como sonaba, la respuesta era solo que Lori y Leni habían peleado. ¿Cuál era la razón? Lincoln no fue capaz de saberlo, pues al hacer aquella pregunta, Lenna volvió a dar una respuesta rápida, afirmando que fue culpa de Leni, sin tener oportunidad de explicar la razón pues su gemela alzo su voz de forma retadora afirmando que la culpa había sido de Lori. En cuestión de segundos el par de hermanas estaban enfrascadas en su propia pelea, la cual afortunadamente se había limitado a gritarse la una a la otra en desacuerdo, sin necesitar llegar a las agresiones físicas. Como era normal en él, Lincoln trató de mediar y disipar aquella discusión, pero todo se le salió de control cuando sus hermanas le pidieron tomar una postura para resolver aquella disputa. Estaría del lado de la mayor, o lo estaría de la menor. El tono de voz en sus hermanas le pareció amenazante, y sin duda aquello fue una sentencia, pero afortunadamente para él, aquellos gritos terminaron por llamar la atención de su madre quien con prisa subió a la habitación que ellos tres compartían y tras una reprimenda muy enérgica, apaciguó las aguas. Esa noche Lincoln se sintió incomodo ante la forma en que sus hermanas terminaron por culparlo, pues según ellas no habrían sido regañadas si él hubiera escogido a una de ellas rápidamente.

La mañana siguiente, fue nuevamente él quien entro al baño primero, dándose su ducha matutina que no solo le haría ir limpio y fresco a la escuela, también lo espabilaría, especialmente ahora que el tercer trimestre del año estaba ya en su punto. Habiendo olvidado ya lo acontecido el día anterior, Lincoln salió del baño con su actitud caricaturesca presente una vez más, listo para decir alguna ocurrencia tonta a Lori, quien por lo general era la primera en la fil en las mañanas. Pero la confusión no le permitió expresar palabra alguna, pues frente a la puerta del baño no había una fila en la que sus hermanas esperaban su turno para usar el baño, en su lugar estaban dos filas, la primera a su diestra, liderada por una Leni que se veía muy preocupada y algo alterada, y la segunda a su siniestra, liderada por una Lori molesta y algo intimidante. El peliblanco no tuvo tiempo siquiera de preguntar qué es lo que sucedía, pues de inmediato Lori clamó ser la siguiente en usar el baño, ocasionando que las demás hermanas empezaran, ya sea a secundarla dándole la razón, o a contradecirla diciendo con toda confianza que era Leni quien debía usar el baño a continuación.

Una vez más Lincoln trató de mediar aquella extraña situación, pero todo escaló tan rápido que fue su madre quien molesta tuvo que subir y darle un regaño a cada uno de sus hijos, sin importarle que el pequeño varón no tuviera idea siquiera de que sucedía. Pero Lincoln no tuvo tiempo para defenderse, pues tan rápido como subió para ejercer su autoridad de madre, la mujer bajó con prisa vociferando como es que esa pelea tonta le quitó tiempo para atender a Lucy y las gemelas. Estando tan cerca de dar a luz una nueva vida era fácil entender que su temperamento fuera tan intenso.

Aun molestas, las hermanas volvieron a formas dos filas frente al baño después de que con molestia algunas de ellas vieran a Lori entrar bufando tras el regaño que todas recibieron. Por su parte, Lincoln se mantuvo un momento estático, en medio de aquellas dos filas, sin saber bien como es que sus hermanas mayores ahora habían conseguido dividir al resto de ellas en bandos, aunque la mayor confusión provenía de cómo es que todo salió de control tan rápidamente. Claro, la forma tan agresiva en que todas reaccionaron no era tampoco algo que le pareciera normal, pero en ese aspecto decidió simplemente no pensarlo mucho, era una pelea después de todo.

Esa mañana, durante el desayuno se pudo notar como las hermanas de Lincoln estaban claramente divididas en grupos, para la total molestia de Rita, quien con tanto pesar como enojo veía a sus hijas hacer aquella estupidez, teniendo que tolerar aquel comportamiento en el viaje a la escuela también. Las cosas habían llegado demasiado lejos, podía entender que pese a ser absurda, aquella discusión terminara por salirse de control, aquellas fechas eran propicias para ello, pero lo que sucedía en ese momento era absurdo. Ese mismo día, en cuanto tuviera tiempo disponible, hablaría muy seriamente con Lori por lo que sucedió y de cómo es que se solucionaría.

Esa tarde, Lincoln llegó molesto a casa, lo estuvo todo el día por la forma en que sus hermanas estaban actuando, incluso fue incapaz de prestar atención como era debido a sus clases. A la hora del almuerzo sus hermanas estaban divididas en dos grupos nuevamente y según ellas no lo dejarían sentarse para hacerles compañía ya que estaba del lado del otro grupo. Lincoln seguía sin saber cuál era la causa de esa pelea, mucho menos que tan seria era, así que era una estupidez que le acusaran de tomar una postura ante la misma, y más frustrante aún era la forma grosera en que no le dejaban exponer sus palabras para tratar de remediar aquello. La discusión con ellas le consumió tanto tiempo que incluso perdió su oportunidad para comer algo.

Esta vez no pidió permiso, ni tampoco se anunció antes, simplemente entró a la habitación con molestia, dispuesto a recibir una respuesta bajo las condiciones que fueran necesarias. Una vez más escogió el cuarto que Luna y Luan compartían, pues realmente prefería evitarse la molestia de alterar a Leni más de lo que ya estaba, por lo que una vez más actuando, pero no de una forma graciosa y caricaturesca sino de una forma pesada y altanera, levantó con fuerza su voz, terminando de ofuscar a sus hermanas mayores, quienes ya tenían un pesado suspiro a medio camino ante el ruido fuerte de la puerta abriéndose de forma brusca.

—¿¡Por que se pelearon!?— preguntó el pequeño, con fuerza y una determinación que a sus hermanas les parecería linda en otras condiciones.

—¡Lincoln!— gritó Luna, presionando con fuerza su mano derecha sobre su pecho ante el susto que sintió.

—¿Cuál es tu problema, apestoso?— Lenna intentó ocultar el susto que tuvo sin mucho éxito detrás de aquella pregunta contundente.

—¡Leni está llorando!— el reclamo de Lincoln pareció surtir efecto en la mayor de todos los presentes, cuyo rostro paso de uno molesto por el grito de su hermano menor, a uno sorprendido ante lo que escuchó del mismo— ¿Por qué hicieron llorar a Leni?

—Nosotras no hicimos nada— la temblorosa voz de Luna demostraba la preocupación que sintió por su hermana especial en aquel momento—, estuvimos aquí desde que llegamos a casa.

—Pero desde ayer están ignorando a Leni y ella no les hizo nada…

—Cállate, Lincoln— imperó la castaña de baja estatura, mostrándose molesta aún por el susto y también sabiendo que en ese momento debía apoyar a su hermana mayor—, tú no sabes lo que está pasando.

—Porque ustedes no me lo han dicho, ¿Qué fue lo que pasó?

—No lo entenderías, Lincoln— de manera desganada, Luna tomó asiento una vez más junto a Lori, a quien convenció con un pequeño jalón de hacer lo mismo—, eres muy pequeño.

—No importa si no lo entiendo— reclamó molesto el peliblanco, quien disgustado tuvo que admitir para sí mismo que aquello dicho tenía mucha verdad contenida, suponiendo que la discusión entre las más mayores de sus hermanas tendría algún significado que escapase a su entendimiento infantil—, al menos díganme porque están peleando. No me gusta verlas así, ni tampoco quiero que Leni siga llorando.

—Es su culpa— agregó Lenna—, fue Leni la que inició la pelea.

Con cierta consternación, Lincoln miro a Lenna por lo que dijo, para enseguida ver el rostro de sus otras dos hermanas presentes, tratando de que su mirada les incitara a desarrollar más aquella declaración, pues por mucho que quisiera y admirara a Lenna, le parecía difícil creer aquello. Sin lugar a dudas Leni solía iniciar muchas discusiones, pero nunca hubo una sola que escalara hasta ese punto pues para Leni había cosas más importantes, o quizá muy poco interés, como para pelear por nimiedades.

Lori se paro molesta y pasó junto a Lincoln, sin tocarlo, pero dando la impresión de que en verdad quería empujarlo, arrojándolo lejos de ella. Salió presurosa de la habitación y se le podía escuchar con claridad dando pisadas fuertes para dirigirse a las escaleras, terminando por bajar y sentarse llena de ira sobre el sofá de la sala. Las dos castañas le siguieron enseguida, siendo solo Lenna quien le dirigió una mirada de reproche al niño, quien tras unos segundos también las siguió. ¿Qué estaba pasando con sus hermanas? Nunca antes las había visto así, y no le gustaba en lo más mínimo esa forma en la que actuaban, era tan agresiva, esquiva y conflictiva que no encajaba en absoluto con ninguna de ellas. Incluso su gemela a lo largo de ese día pareció aumentar de manera descomunal su descontento ante la forma en que veía a su hermana mayor.

Con cuidado, bajó las escaleras de forma algo apurada siguiendo a sus hermanas, permitiéndose incluso saltar los últimos tres peldaños de la misma de manera temeraria para así acortar su viaje, incluso si fuera solo una fracción de segundo. Seguía sin tener una respuesta a la pregunta importante que hizo, y su determinación no había desaparecido, por el contrario, ante lo que sucedía sentía que en ese momento, más que nunca antes, debía ser alguien necio y saber que había pasado con las hermanas mayores para que terminaran tan molestas la una con la otra. Era atemorizante especular al respecto, pero debía saberlo, así que poniéndose frente a Lori, quien sentada en el sofá mostraba todo su enojo, él preguntó de nuevo.

—¿Por qué están peleando, Lori?

—Vete de aquí, Lincoln, aunque te lo diga no lo entenderías.

—¿Y cómo sabes que no lo entendería?

—Da igual, tonto, aun si lo entendieras no podrías ayudar con nada.

—Hace dos días que están peleando, y parece que todas saben lo que sucedió, menos yo. Al menos dime qué fue lo que pasó, ¿Qué hizo Leni?

—Leni tomó su ropa sin permiso— aquella respuesta de parte de Lenna dejó a Lincoln en shock—, lleva días haciendo eso.

—¿Qué?— preguntó confundido Lincoln, siendo el único que, al menos de reojo, pudo ver cómo es que su madre salía de la cocina y lo miró desde el comedor, atenta a la forma en que la discusión seguía— ¿Eso es todo?

—Vete de aquí, Lincoln— la exigencia fue hecha por la menor de las castañas, con cierto enojo en su tono de voz.

—Así es Lincoln, mejor vete antes de que empeores las cosas— agregó Luna, suplicante y mostrándose preocupada.

—¿Se pelearon porque Leni uso tu ropa? ¡Ustedes siempre están intercambiando su ropa! ¿Por qué deberían pelearse por eso?

—Cállate, tonto— Lori fue muy contundente—, no lo entenderías.

—¡Por supuesto que no! ¿Cómo voy a entender eso? Es una tontería— la molestia que él mostró en su tono de voz, sin lugar a dudas, hacía sentir enojo a Lori, aunque lo mismo ocurría con las otras dos castañas, quienes con mas contexto de aquella situación, consideraban que estaba siendo muy grosero con la mayor—.

—Vete de aquí, Lincoln, déjame sola.

—¿Hiciste llorar a Leni porque ella usó tu ropa? ¡Tú también usas la ropa de Leni! Todas ustedes usan las ropas de las demás siempre. Es una tontería que te molestes por eso.

—Usó mi blusa favorita, justo el día que yo planeaba salir con mis amigas, esperaba verme bien ese día para tratar de impresionar a un chico. Leni lo sabía, se lo dije precisamente para evitar algo así.

—Sigo sin entenderlo, ¿eso fue todo? Pudiste usar cualquier otra ropa, tienen un armario gigante en su habitación lleno de ropa.

Extrañada, Rita se detuvo antes de interceder en la discusión, algo en las palabras de Lori le parecía extraño. Era un comportamiento irracional de parte de su siempre bien portada y protectora hija mayor, y recordando lo que la pobre Lori atravesó hacia apenas días atrás, creyó saber cuál era la razón para el actuar de su primogénita.

—Ya basta, Lincoln— Luna se puso de pie entre ambos hermanos, tratando de mediar aquella discusión, pues el rostro que Lori puso le pareció intimidante y seguramente también peligroso—, ella planeo ese día con sus amigas y quería que fuera perfecto. Leni lo sabía y aun así lo arruinó…

—¿Lo arruinó? ¡Leni está llorando en su habitación porque extraña a Lori! Se supone que debemos cuidar a Leni, ella es especial, aunque haga cosas así, no las hace con malicia. Tú deberías saberlo mejor que nadie, Lori.

—Le dije específicamente que no tocara la ropa que puse sobre mi cama porque la usaría para salir esa noche, se lo repetí varias veces y fui amable con ella al decírselo, esperaba que me hiciera caso después de que me dijo que lo entendía. Pero aun así ella tomo mi ropa y la usó.

—Entonces pudiste usar otra ropa y listo.

—Cállate, apestoso.

—No lo entiendes, Lincoln, después de que se lo pedí y que ella me dijo que lo entendía, igual usó mi ropa. ¿Me puedes decir que no hizo eso con malicia? ¿Estás seguro de que Leni no hizo eso solo para molestarme? ¿No te parece extraño que ella tomara mi blusa y la usara a pesar de que ella no planeaba salir a ningún lugar? Ella sabía que ese día yo saldría, habíamos hablado con ella para que fueras tu quien cuidara de ella, pero aun así tomó mi ropa y me arruinó esa salida.

Lincoln recordó fácilmente que aquella ocasión en efecto se le avisó que estaría a cargo de Leni, junto a Luna, mientras Lori salía de paseo a una fiesta o algo así. También recordaba que después de la cena simplemente le dijeron que Lori se quedaría en casa y no haría falta que el cuidase de Leni.

—No es para tanto— musitó el chico, algo intimidado por ver a su hermana mayor ponerse de pie hacia unos momentos, levantando también su voz, aquel cambio hizo también a Rita confirmar lo que creía…

—¿No lo es? Tienes razón, una blusa no es para tanto, es solo ropa, como dices. Pero, si te digo que también ella y sus peticiones me han dejado encerrada en casa varias veces, ¿qué pensarías de eso? La mayoría de las veces que quiero salir con mis amigas ella tiene una excusa para convencer a mamá y papá de que me quede con ella. También es difícil cuidarla en la escuela tratando de mantener mis notas, y a eso agrégale que debo cuidar de ustedes. ¿Aún crees que no es para tanto?

—Pero… Leni no hizo nada— antes de poder continuar, Lincoln fue silenciado ante el reclamo que su hermana mayor soltó, ahora de manera histérica, siendo que él aún mantenía en mente la forma en que sus padres le decían como debía ser paciente con Leni ya que ella era una niña especial.

—¿Qué no hizo nada? ¡Claro que hizo algo! ¡Ella siempre hace algo y nunca nadie le dice nada por hacerlo!— el reclamo de Lori sorprendió a Lincoln, quien jamás imaginó ver alguna vez a su hermana mayor quejarse de aquella manera de Leni— ¡Si ella se equivoca debemos darle espacio y la oportunidad de volverlo a hacer para que no se sienta mal! ¡Pero si yo me equivoco a mi me regañan y debo de volver a hacerlo de inmediato hasta que todo me salga bien! ¡Si yo quiero hacer algo, debo pensar primero en cuidarla, aunque eso signifique no hacer lo que quiero! ¡Pero si ella quiere hacer algo debo de asegurarme de acompañarla y ayudarla sin importar si tengo otros pendientes! ¡Ella puede faltar las veces que quiera a la escuela y no está obligada a ninguna actividad escolar! ¡A mí me regañan si mi promedio baja solo un poco, aun cuando saben que dentro de la escuela debo estar cuidando de ella también! ¡Yo tengo que quedarme en casa cuidando de ella todos los días, sin poder salir con mis amigos o hacer algo que me guste! ¡Pero si ella quiere, yo debo de acompañarla a donde sea y por el tiempo que sea, sin que le interese si estoy en medio de algo o si tengo cosas por hacer! ¿Por qué todos siempre están de su lado? ¿Por qué nadie me da nunca la razón a mí? ¿Por qué siempre tengo que intimidarlos para que hagan lo que digo? ¡Yo solo quiero tener todo listo rápidamente para poder hacer algo que me guste! ¿Creen que me divierte ser la hermana gruñona que siempre los regaña?

Aquel arranque de emociones se vio interrumpido cuando Rita al fin entró en la sala, alzando su voz de forma maternal para pedirles a todos que se calmaran. Especialmente a Lori quien seguía furiosa, y a Lincoln quien parecía asustado. Con autoridad, miró a Lori y sin decir nada, la invitó a sentarse en el sofá, cosa que ella hizo de inmediato, principalmente porque comenzó a llorar sintiéndose frustrada de no haber podido decir todo lo que quería y sintiendo que para colmo, ahora vendría un fuerte regaño de su madre. Con otra mirada, esta vez dirigida al chico y ambas castañas, les invitó a salir de la sala y subir directamente a su habitación, dejando a solas a las dos rubias para lo que a ojos de todos los hijos sería un regaño y seguramente también un castigo duramente propinado.

Pero cuando Rita tomo asiento junto a su hija, sus palabras fueron suaves y compasivas, había entendido la razón de aquel reclamo, y también el motivo de porque fue tan contundente, así como el presente llanto de Lori. Después de un largo suspiro, debió decirle a su hija que no estaba molesta con ella, por el contrario la entendía. Con pesar recordó que hacía muy poco, unos días tan solo, Lori tuvo su primer periodo y junto a eso Lori debió enfrentar cambios que aun cuando Rita pensó fue muy clara al hablar con ella sobre eso, no parece que cubriera bien todo lo necesario en la conversación de hacia días. Le dijo de manera comprensiva que entendía la razón por la que explotó de esa manera, la incomodidad que los cólicos menstruales causaba era mucha, especialmente la primera vez que una chica se enfrenta a ellos, sin mencionar el cambio hormonal que la hacía propicia a algunos arranques emotivos. Tuvo que explicarle a su hija que entendía si eso es lo que causó aquella forma grosera y ruidosa de hacer sus reclamos, pues teniendo la edad que tenia, le podía dar un indulto pensando en todo el dolor y también la confusión que su primer periodo le estaba causando.

Igualmente trató de ser comprensiva y discreta al enfrentar las duras palabras de su hija, sabía que pese a que fueron dichas en un arranque de enojo, cada una de esas palabras era el verdadero sentir de su hija. No lo había pensado con detenimiento, pero ciertamente estaba dándole responsabilidades y problemas que no le correspondían, y debía solucionar eso. Lori lloró mientras escuchaba a su madre y la manera en que ella le pedía disculpas por eso, asegurándole que lo arreglaría, le quitaría la carga de cuidar de su hermana menor mas allá de lo que un hermano debe hacer. Si así lo quería, Rita le permitiría a su hija cambiar de habitación para darle algo de espacio a su primogénita, buscando con ello compensarla por todo el estrés al que la sometió. Pero aquella sugerencia hizo llorar con más fuerza a Lori.

La primogénita, ahora abrazando a su madre con fuerza, le rogó que no la separara de Leni. Admitía que todo aquello que dijo era verdad, lo sentía así verdaderamente, pero eso no significaba que odiara a Leni, ni tampoco que la quisiera lejos. Había guardado por tanto tiempo esos sentimientos que con todo lo que había pasado en los últimos días, ella simplemente explotó y dijo todo de la manera más incorrecta posible. Pero no odiaba a Leni, por el contrario, la amaba, era su hermana favorita y le gustaba estar con ella pese a todo, le gustaría tener más tiempo para sí misma y para pasar el tiempo con sus amigas, pero si eso significaría separarse de Leni a tan grandes rasgos, entonces no valdría la pena. Lori cuidaría de Leni sin importar que, y aunque le molestara todo lo que dijo de su hermana, lo único que Lori quería era un poco mas de ayuda lidiando con la hija especial de la familia.

Esa noche, después de la cena, Lincoln fue directo a su habitación sintiéndose algo alterado. Aquella extraña discusión con Lori fue intensa para él, así como lo fue la recriminación que tanto Luna como Lenna le hicieron mientras subían a sus habitaciones después de que su madre se los indicara sin pronunciar palabras. No solo eso, frente al enojo que guardaba, Lenna comento al resto de hermanas lo que sucedió y todas convirtieron a Lincoln en el villano, cosa con la que él mismo podía llegar a secundar, recordando cómo es que Lori se quedó en la sala llorando y seguramente a punto de recibir un regaño y un castigo.

Como pocas veces, Lincoln pudo ver como incluso su gemela le dio la espalda ante las justificaciones que intentó dar, pues pese a todo, él sostenía que pelear por usar la ropa de alguien más era una tontería, no era capaz de entender como algo tan insignificante terminó por volverse una pelea que incluso dividiera a sus hermanas. Gracias a la molestia de sus hermanas y posterior actitud esquiva con él por lo que provocó, Lincoln pasó toda la tarde y parte de la noche solo, dándose el tiempo para pensar al respecto, pero no fue capaz de llegar a ninguna conclusión. Si acaso, y a manera de juego, comenzó a divagar sobre todo lo que pasó, pensando que quizá el aun no estaba enterado de todo lo que causó esa pelea.

Al final del día, aquello no era importante en absoluto pues antes de la cena, y con los padres presentes para aquella reconciliación, Lori y Leni finalmente hicieron las paces entre risas y lagrimas, consiguiendo que el resto de hermanas deshicieran de inmediato aquella enemistad que se había formado entre ellas, de la misma manera en que había comenzado, sin que Lincoln lo notara. Y durante la cena, todos estaban felices de como había terminado todo, Lori además estaba avergonzada por haber hecho pasar por todo aquello a su hermana especial, pero Leni no le tomó mucho cuidado. Como el resto de sus hermanas, Lincoln intentó participar en la cena haciendo observaciones y bromas sobre lo que pasó, pero se detuvo rápidamente. Aunque eran claramente sin ánimo de ofender, las respuestas que obtenía de sus hermanas le pesaban bastante, recalcaban una vez más como es que él tuvo la culpa por no entenderlas y por hacer llorar a Lori.

Pensativo al respecto, esa noche declinó la invitación de sus hermanas para una reunión, como aquellas que de vez en cuando hacían para hablar sobre cosas de interés o simplemente pasar el rato. Estaba demasiado distraído con sus pensamientos para querer atender a las cosas que sus hermanas le dirían en esa reunión, por lo que fue directamente a recostarse sobre su cama, esperando conciliar rápidamente el sueño. ¿En verdad fue él quien lo arruinó todo? A pesar de que estaban todas divididas y la discusión solo parecía crecer con las horas, era verdad que ninguna de ellas hizo nada en contra del resto. Si Leni llegó a sentirse triste o ansiosa fue simplemente por estar lejos de Lori, no por algo que ella le haya hecho o dicho. De todos los hermanos, fue él quien provocó discordia realmente, tal vez era cierto que todo fue su culpa.

Esa noche, Lincoln fue el primero en acostarse, pero fue también el ultimo en dormir, perdiéndose en el proceso aquella reunión de hermanas en la que todas estuvieron de acuerdo en hacer un protocolo el cual seguir si volvía a suceder una pelea como la recién acontecida, pero todas dando por sentado a Lincoln, haciéndoles olvidar que aquello debería ser mencionado al único varón de la descendencia.


Temporalmente Roto

Con toda su atención puesta en el televisor frente a él, Lincoln veía aquella película de terror sujetando con fuerza la frazada que lo cubría, y la cual le daba una sensación de seguridad indescriptible. Había preparado unos aperitivos para comerlos durante la función casera que el mismo organizó, y podía ver con facilidad el tazón sobre el sofá a su diestra, del cual no tomó una sola porción de nada, pero pese a eso había perdido parte de su contenido. La luz estaba encendida y el ruido que hacía el refrigerador muy a lo lejos parecía ensordecedor en los momentos tensos en que la película se quedaba en silencio antes de subir su volumen y agregar instrumentos disonantes de manera inesperada.

Por otra parte, la pequeña niña con piel pálida y cuyo cabello recientemente había dejado de ser rubio, para volver a su natural blanco uniforme, miraba impasiva la pantalla frente a ella, imperturbable y mostrando movimientos únicamente para tomar con su pequeña y delicada mano una porción de aquel tazón que su hermano mayor preparó. Por muy atenta que estuviera a todo aquello que sucedía en pantalla, no parecía muy afectada por ello, era el opuesto completo a lo que Lincoln mostraba en aquellos momentos.

Cuando la película al fin terminó, la sensación de alivio que Lincoln tuvo fue total, y siguiendo algo agitado por la montaña rusa de emociones que sintió, preguntó a su pequeña hermana menor que le pareció la película. La niña, con mucha calma y también algunas pausas prolongadas, habló con Lincoln sobre aquella película. Él estaba feliz de eso, siempre pasaba tiempo con sus hermanas, desde las más pequeñas hasta las mayores, y aquello le gustaba mucho, pero recientemente se había dado cuenta de que no tenían nada en común. O algo así. Lincoln podía presumir que además de estar para toda su familia en todo momento y brindarles apoyo, realmente no compartía ningún tipo de interés con nadie. Por eso se sintió feliz una vez que su pequeña hermana albina decidió pasar tiempo con él, viendo aquellas películas que si bien parecía disfrutar al final del día, realmente no parecían afectarle en lo más mínimo. Aquello comenzó hacia muy poco tiempo, justo cuando su pequeña hermana decidió dejar de teñir su cabello de rubio, volviendo a su natural blanco brillante, y con ello retomando aquella conducta poco saludable de mantenerse encerrada en casa todo el tiempo.

Esa noche, antes de irse a dormir, y considerando lo asustado que estuvo horas antes, Lincoln decidió ir a la cocina a tomar un poco de agua, confiado en que no mojaría la cama pues ya era un niño grande. Aunque ya había pasado tiempo desde que escuchó las palabras de su madre, y las cuales decidió aceptar como ciertas, Lincoln aún sentía incomodidad al pasar por el comedor a solas. Aquel obelisco de madera y vidrio que vigilaba la salida del comedor le seguía intimidando, o quizá sería mejor decir que le seguía amedrentando. Con toda esa joyería que vestía de manera ostentosa, la cual cambiaba de manera constante, presumiendo sus relucientes metales y sus intrincadas formas. Era como si al pasar por ahí, aquel obelisco se inclinara de forma provocadora hacia Lincoln, tratando de mostrarle con burla sus nuevas joyas, regaladas por cada una de sus hermanas mayores.

No le gustaba pensar en eso, así que procuraba no estar en el comedor por mucho tiempo, por lo que bebió su preciado liquido y, sin lavar su vaso, subió a su habitación con prisa, pues dentro de poco su madre o padre apagarían las luces y le regañarían sin duda alguna al verlo fuera de su habitación. Cuando entró, sus dos hermanas estaban riendo juntas sobre la cama de la mayor, haciendo algo a lo que no se molestaron en invitar a Lincoln para ser parte, por lo que él creyó que eso era su oportunidad. Tomó la caja que guardaba debajo de su cama y de la misma sacó el nuevo ejemplar que compró hacía varios días, de su héroe favorito. Quedaba muy poco tiempo antes de que su madre apagara las luces pidiéndoles que se duerman, pero aunque fueran solo unas páginas, él quería leer sobre Ace Savvy.

Solo tenía dos pasatiempos en los cuales entretenerse, pero siendo el único hermano varón, el tiempo en realidad no le rendía como le gustaría. Ayudar a Lori para cuidar de Leni o para hacer alguna tarea de la casa con ella, atender a Leni y su creciente gusto por la confección, pese a entrar en aquel club escolar por un simple capricho, teniendo que ser su modelo y en ocasiones también su musa para aquella tarea, aunque al menos no lo era también para sus obras de arte, odiaría tener que posar para una pintura. Luna, quien le pedía ayuda para arreglar el desorden de su cuarto que se acumulaba después de unos días de practicar sus instrumentos sin tener el orden necesario para guardarlos de inmediato, quitándole tiempo también tratando de manera enérgica enseñarle a tocar algún instrumento o a leer música, pese a que Lincoln abandonó aquella idea hacia un tiempo. Luan siempre fue muy tranquila, la más tranquila de todas las mayores sin lugar a dudas, pero ya que recientemente había comenzado a estudiar sobre comedia física, era justo a él a quien le pedía ayuda con eso, y aquellas rutinas solían ser mucho más extensas de lo que le gustaría. Lenna, quien cada día estaba más comprometida con la idea de hacer deporte gracias al tiempo que pasó aprendiendo de Lori, lo cual sus padres alentaban con determinación, pues era una buena forma de que el débil y delicado cuerpo de su hija tuviera una mejoría, siendo Lincoln quien debía acompañarla a todos los entrenamientos caseros que ella misma diseñaba para convertirse en alguien fuerte. Su gemela, quien nunca dejó de avanzar en aquel que su familia catalogaba como "talento", que al igual que su hermana mayor Leni, parecía estar sentado en la pintura. Las atenciones especiales que requería su pequeña hermana Lucy, especialmente ahora que había vuelto a su conducta de encierro, sus pequeñas hermanas gemelas, quienes ya capaces de gatear y caminar, comenzaban a ser una pequeña tormenta en casa, así como también aquella nueva integrante que era aun muy pequeña para que le permitirán ayudar o cuidarla, pero que ya representaba un consumo de tiempo importante.

Muchas hermanas, y muchas cosas que hacer para pasar tiempo con ellas y apoyarlas, pues estaba determinado a convertirse en eso que sus padres esperan de él. Si a eso se le agregaba sus propios problemas personales, sus propias responsabilidades y también sus deberes, entonces al pequeño niño de cabello blanco le quedaba muy poco tiempo para sí mismo. Aquello era tan marcado que para poder ver sus películas de terror, él tenía que crear un cronograma en el cual sumar sus ratos libres hasta tener el tiempo requerido libre para ver alguna película. Convirtiendo su gusto por leer comics en algo más bien esporádico y arbitrario.

Pero, pese a eso, podía decirse que en realidad a Lincoln le gustaba mucho mas leer sus comics que ver sus películas, pues las historias en los comics solían hacerlo fantasear de muchas maneras. Era entretenido pensar en finales alternativos o incluso respuestas diferentes a las que leía en aquellas páginas, convirtiendo un final trágico en uno alegre, o viceversa. En momentos como ese, en que leía antes de dormir, incluso le hacían soñar con esos escenarios y personajes. Era algo divertido. Justo esa noche, al dormir, tuvo un sueño muy divertido sobre Ace Savvy. El tipo de sueño que al despertar al día siguiente podía recordar con lujo de detalle, y que le parecía tan genial que se sentía en la necesidad de compartir con alguien.

Por la mañana aquello le fue imposible, él tenía tiempo de sobra para hablar, pero no era el caso de sus hermanas, quienes estaban ocupadas arreglándose pues a ellas aquello les tomaba mucho más tiempo. Durante el viaje a la escuela tampoco pudo hacer mucho, su gemela, quien siempre se sentaba junto a él, hacía mucho tiempo le dejó en claro que no le interesaba su afición sobre los comics y prefería no hablar sobre eso. Y en la escuela, aun cuando a él no le parecía extraño, sus compañeros no eran tan cercanos como para tratar de hablar sobre aquellas cosas con ellos. Por supuesto, en el almuerzo tampoco podía intentar abordar a sus hermanas con aquello que le emocionaba pues, además de ser un grupo de hermanos bastante grande, la mesa que ocupaban siempre estaba súper poblada ante la presencia de las amigas de Lori, o de todos los compañeros de Leni que querían hablar con ella, sabiendo que solo durante el almuerzo ella realmente les prestaría atención y respondería a sus conversaciones. Recientemente Luna también había conseguido volverse popular y por lo visto, Luan estaba encaminada para algo similar, y pese a que Lenna aún tenía camino por recorrer en sus interacciones dentro de la escuela, su gemela estaba ya en una excelente posición dentro de su grado. No solo era difícil tratar de obtener la atención de sus hermanas, también era algo vergonzoso querer hablar con ellas sobre lo que soñó sabiendo que el resto de personas presentes escucharían aquello.

Por último, en la tarde, tampoco tenía muchas opciones ya que sus cuatro hermanas mayores estaban concentradas en sus actividades, mientras que Lenna le obligaba a él y a su gemela a acompañarle y ser parte de sus entrenamientos caseros, los cuales eran muy cansados y aburridos. Sus pequeñas hermanas bebé eran incapaces de comprender lo que él quisiera decirles, y Lucy, aunque en apariencia atenta a lo que él le digiera, sin importar lo que fuera, le daba la impresión de realmente no estarle poniendo atención. Y aun si la pequeña Lucy realmente estuviera prestando atención, el hecho de no recibir respuestas de ella lo desmotivaban mucho.

Esa noche, después de ayudar a su madre a tener listas a las gemelas para dormir mientras ella atendía a la muy pequeña Lisa, Lincoln volvió a su habitación y se acostó sobre su cama. Tuvo el tiempo necesario para leer nuevamente su comic, pero no lo hizo, tenía ya en mente algo y quería mantener el tren de pensamiento que se había formado cuando su madre le agradeció por su ayuda.

Por la mañana del siguiente día, al estar listo, Lincoln ayudo a su pequeña hermana albina a estar lista después de que su madre la bañó. Le ayudo a cambiarse y también a asear sus dientes. En la escuela, como siempre, cuidó de Leni mientras era Lori quien iba a comprar los almuerzos, claro, compraba solo su almuerzo y el de Leni, Lincoln debía ir después por el suyo. De regreso a casa debía escuchar los reclamos nerviosos de Lenna ante sus dificultades escolares, las cuales afortunadamente parecían ir mejorando. Al regresar a casa, bajó de la Van familiar sabiendo que debería ir hasta la cocina, donde su padre seguramente estaba ya preparando algo para merendar, y ofrecerle ayuda, o bien, ayudar a su madre a cuidar de las bebes mientras ella se daba un segundo para descansar. Un rato después debería preparar algunas meriendas mas especialmente para Lori, quien últimamente estaba tomándose muy en serio sus estudios y comenzaba a pasar la mayoría de las tardes estudiando mucho, teniendo con ello la responsabilidad de cuidar de su hermana especial, mientras trataba de convencer a Luna que él no estaba ya interesado en aprender a tocar ningún instrumento, o escapando de Luan para evitar que le haga daño con su nueva afición a la comedia física. Todo eso para que después de la hora de la comida Lenna lo arrastrara hasta el jardín donde harían ejercicios que daba la impresión ella misma inventó, para ponerse en forma y ser más fuerte, preguntándose cómo es que si era ella quien quería ser más fuerte, él debía hacer los ejercicios. Acompañado la mayor parte del tiempo de su gemela, quien solo le dejaba a solas cuando retomaba su nuevo pasatiempo de pintar. Era al terminar todo aquello que Lincoln al fin podía hacer sus deberes escolares y, aquellos días en que él tenía planeado hacerlo, veía una película, agradeciendo el reciente interés que su hermana menor Lucy mostraba por compartir con él. Muchas veces, después de todo eso, ayudaba a su madre a tener cuidadas a las gemelas mientras las alista para dormir, poniéndoles aquellas lindas pijamas temáticas.

No lo había pensado realmente, pero él casi nunca tenía tiempo para hacer las cosas que le gustan, siempre estaba ocupado cuidando de sus hermanas más pequeñas o ayudando a las mayores. Estando acostado en la cama, racionalizó todo eso, y pensó en porque aquello sucedía de esa manera, pero fue incapaz de llegar a una conclusión. Cuando sus hermanas llegaron a la habitación, el ruido que hacían le impedía concentrarse lo suficiente, y cuando las luces estuvieron apagadas, la oscuridad terminó por rendirlo al sueño, haciéndolo olvidar aquello que tantas ganas tenia de compartir y sustituyéndolo por aquellos sueños incómodos que parecían ser más frecuentes cada día.

Sin haber prestado la atención necesaria para saber porque pasó, Lincoln igual disfrutó el tiempo libre dentro de la escuela. Su profesora había salido del aula y quien tomó su lugar fue el profesor de educación física, quien al desconocer lo que deberían estar estudiando en ese momento, les dio la libertad de hacer lo que quisieran, siempre y cuando fuera en silencio.

Algunos de sus compañeros, mayormente niñas, incluso habían movido sus pupitres para estar juntas y platicar, respetando la petición de hacerlo en silencio. Miró a su alrededor y notó como casi todos sus compañeros estaban pasando el rato hablando de alguna tontería o incluso jugando mientras procuraban no ser demasiado ruidosos. Los únicos que estaban sentados en soledad eran el chico nuevo, quien parecía tener problemas para integrarse al grupo, Alan, que como siempre estaba leyendo algún libro sin prestar demasiada atención a los demás, aunque siempre atento a su alrededor, y Lincoln…

Se sintió sorprendido, pero dejó ese pensamiento fugas atrás, tratando de pensar en que es lo que haría para distraerse, pues el profesor de educación física, quien se hacía llamar a si mismo Couch Pacowski, no mencionó nada sobre el regreso de su profesora. Pero nada llegó a su mente para hacer pues él no tenía nada. No tenía intereses especiales y sus únicos pasatiempos estaban alojados en su casa, ambos en la caja que guardaba bajo su cama. Pensó en integrarse a algún grupo de los que ya se habían formado para simplemente ser parte de una conversación o escucharla, pero consideró que eso sería incómodo, por lo que desistió de la idea.

Posó su codo izquierdo sobre la paleta del pupitre, y después recargó su mejilla sobre su mano, recargándose de manera desganada, mientras usaba su lápiz para garabatear la hoja de su cuaderno sin mucha intención ni atención. Suspiró pesadamente pensando en que le gustaría tener algún amigo o al menos estar en la misma clase que su hermana. Era una estupidez que no les dejaran estar en la misma clase solo por ser hermanos. Las cosas serian más fáciles si pudieran estar juntos.

Esta vez Lincoln sonrió un poco, pensando en lo divertido y contradictorio que era por esperar que le permitieran estar junto a su hermana gemela en clases, tomando en cuenta lo mucho que se había llegado a quejar últimamente con el hecho de que ella siempre quería estar con él.

Cuando su profesora al fin estuvo de regreso en clase y Lincoln debió prepararse para centrar su atención al frente, miró con curiosidad aquel garabato que muy a penas podía decirse que tenia forma. La figura, los rasgos, los trazos y la consistencia en el mismo era lamentable, tan mala como recordaba sus intentos por aprender algo de su hermana especial, pero a sus ojos, y seguramente a los de nadie más, aquel garabato tenía forma y también era reconocible. Cambió la página rápidamente, temiendo que algún compañero notase aquel feo dibujo, sintiendo vergüenza por lo que hacía, pero también estando satisfecho con lo que él creyó fue un intento decente por imitar el estilo que en sus comics veía. Ese fue el primer día en que Lincoln no asistió a la cafetería para comer su almuerzo junto a sus hermanas, prefirió quedarse en el aula de clases, aprovechando lo solitaria que era a esas horas, para revisitar su pequeño dibujo, sintiéndose ilusionado de por fin conseguir algo que, aun con esfuerzo, era distinguible. La grata sorpresa incluso evitó que sintiera aquel amargo sabor provocado por la forma en que Lori le regañó por no presentarse en el comedor de la escuela y por no avisar que se ausentaría. Le daba igual en realidad, una vez más en él algo hizo clic, y estaba convencido de que sería una buena idea concentrarse en ello.

En cuanto llegó a casa la única tarea que atendió de inmediato fue ir con su padre a preguntarle si necesitaba ayuda, sabiendo que como era en la mayoría de los casos, la respuesta era negativa. Después de eso, subió a su habitación y hurgó en su caja de cosas personales en busca de aquella libreta que en algún momento utilizó para aprender a dibujar de la mano de Leni. Brincó todas las páginas usadas y tomó su lápiz mientras ojeaba en uno de los comics que tomó al azar. Su hermana especial trató de enseñarle muchas cosas sobre pintura y dibujo, pero la que mas recordaba Lincoln era aquella en que le explicaba que usar modelos o referencias era lo mejor para los principiantes. Aparentemente eso ayudaba a familiarizarse con las formas, la perspectiva, la iluminación y las proporciones. El aún pequeño niño de blanca cabellera no entendía del todo aquellas palabras, pero podía entender al menos que dibujar algo que podías ver ayudaba a mejorar para después dibujar algo que imaginabas, por lo que yendo a la pagina central del comic, donde la clásica ilustración de doble página se encontraba y la cual sería esta vez su modelo.

A la hora de la comida, la emoción que sentía por aquel que era su nuevo proyecto, evitó que su ánimo menguara ante el reclamo de Lori, quien le acusó por no ayudarle a prepararse para su sesión de estudio, así como el reclamo de Luna por no estar ahí para ayudarle a cuidar de Leni. Incluso el reclamo de su madre por no ayudarle a atender a las gemelas para tenerlas listas le pareció no más que una pequeña brisa al alegre niño, quien no dio excusas al respecto. Los reclamos de su familia no eran serios así que Lincoln les pudo restar importancia fácilmente, concentrado en comer de forma apurada para levantarse rápidamente de la mesa. Fue una pena que Lenna consiguiera atraparlo antes de eso y le obligara una vez más a ser parte de su entrenamiento en casa.

La mañana siguiente, junto a sus útiles escolares, Lincoln decidió llevar también consigo aquella libreta de dibujo, esperanzado en tener tiempo para practicar su dibujo, por lo que sus hermanas le vieron feliz en el viaje a la escuela, y no fue hasta que estuvieron frente al aula de su gemela que él le mencionó su ausencia a la hora del almuerzo. Se retiró rápido, no dejando a su hermana responder a sus palabras, y como su cortesía se lo pedía siempre, saludó a sus compañeros al entrar al salón. Algunos de ellos le devolvieron el saludo y le dedicaron un ademán agradable, antes de que él niño tomara asiento en su pupitre.

Las clases fueron lentas hasta la hora del almuerzo, quizá por culpa de sus ganas por continuar dibujando. Cuando la hora del almuerzo llegó, el esperó a que la mayoría de sus compañeros abandonaran el aula antes de sacar su libreta y continuar con aquel feo dibujo que el día anterior comenzó. Esta vez no traía su comic de Ace Savvy para usar de referencia, principalmente porque de ser descubierto, la escuela se lo confiscaría y llamaría a sus padres por ello, pero también pensó que no lo necesitaría considerando que al menos había hecho un buen trabajo con el esqueleto del dibujo. Aunque sin mucho detalle, recordaba aún todos los consejos que su hermana especial le dio en aquellas improvisadas y bastante desordenadas clases que le impartió. Recordó con una enorme sonrisa lo mucho que amaba a su hermana mayor especial, y se dispuso a continuar con su dibujo por el resto del almuerzo.

"Es horrible" pensó el pequeño, al ver el producto de su esfuerzo, pero convencido de que podía hacerlo mejor, pues mientras hacía aquel dibujo tuvo una gran idea. Si aprendería a dibujar, entonces podría aprovecharlo para hacer su propio comic, uno que contara las aventuras que él se imaginaba cada vez que leía. Su pequeña, infantil, descocada y a veces muy dispersa mente, una vez más había tenido una idea que consideraba interesante, y como sucedió en acciones anteriores para el pequeño, se concentró en ella, confiado en que podría lograrla, siendo aún muy pequeño para poder reflexionar sobre las muchas otras veces que se dijo a si mismo esas palabras, para perder interés en lo que hacía al poco tiempo.

Al terminar las clases, Lori le regañó una vez más por no estar con ellas en el almuerzo, pero no fue agresiva ni tampoco muy brusca, después de todo, esta vez él había avisado sobre eso. Y a grandes rasgos, la única molestia que causó fue en Leni, quien se sintió incómoda durante el almuerzo al no verlo presente, algo con lo que el resto de hermanas podía lidiar fácilmente. Sin sentir aquello como un regaño, Lincoln pudo viajar feliz de regreso a casa, montado en su asiento junto a la ventana, viendo a través de ella como es que el paisaje quedaba atrás. Sus hermanas no solían molestarlo cuando él estaba así, pues sabían que de alguna forma ver por la ventana ponía serio a su pequeño hermano, pero también le incomodaba que lo molestaran en esos momentos donde ni siquiera los padres podía imaginarse que es lo que pasaba por su cabeza. Al menos esta vez podían decir con mucha confianza que debía ser algo feliz, pues Lincoln sonreía sin despegar sus ojos del exterior.

Algo avergonzado por ser descubierto, Lincoln debió explicarle a su gemela que es lo que hacía solo en el ático de la casa. Ella lo vio subir a hurtadillas y confundida por el comportamiento que tenia, así como la constante evasión a sus hermanas que recientemente presentaba, le siguió, topándose con él en aquel lugar, tirado sobre el suelo, boca abajo, mirando su libreta ayudado por aquella iluminación tan pobre que la bombilla de color amarillo brindaba.

En un par de movimientos, su gemela fue capaz de ver lo que él hacía sin tener realmente mucho interés en saber, o intención de obligar a su hermano a explicar, él sintió la necesidad de hacerlo. No era nada del otro mundo, simplemente quería seguir practicando su dibujo, pero esta vez lo quería hacer a solas, sin que nadie lo supiera. Esperaba darle una sorpresa a Leni cuando sus dibujos fueran suficientemente buenos, pero sabía que si alguna de sus hermanas lo descubría, inevitablemente lo delatarían con Leni, ya fuera por un acto consiente o no.

—Muy bien— comentó la niña de blanco y sedoso cabello tras escuchar la larga letanía que su hermano mayor, quien le pedía con vehemencia no le digiera nada a nadie más, especialmente a Leni—, voy a guardar el secreto, pero quiero algo a cambio.

—Lo que sea— fue la respuesta de Lincoln, quien así como con el resto de su familia, no dudaba en absoluto de su hermana, sabiendo que aquella petición sería seguramente algo fácil de cumplir.

—Déjame estar contigo.

Tan simple como se escuchaba, lo único que su hermana le pedía es pasar el rato con él mientras practicaba haciendo dibujos. Podía entenderlo, después de todo, pese a que a él por momentos le resultaba algo molesto y puede que también cansado, su hermana menor no parecía perder el gusto por estar cerca de él. Dormían en la misma cama, hasta los cuatro años se bañaban juntos para poder jugar en el agua, a doquiera que vaya Lincoln, ella estaba detrás de él, siguiéndole en silencio si es que Lincoln hacia algo que a ella no le causaba mucho interés, o tratando de acaparar su atención si era dentro de alguna actividad que compartían. Incluso ella le ofreció una forma de dibujar a escondidas del resto de sus hermanas, usándola a ella como excusa.

Su gemela también mantenía su habito de dibujar, aunque en su caso era ya más elaborado al ser que ella pasó directamente a la pintura por gusto tanto como por petición de su hermana mayor Leni. Y al igual que la rubia mayor, ella solía hacer sus actividades en su habitación, a solas para poder concentrarse y dándose el lujo de cerrar la puerta y asegurar el cerrojo para evitar molestias. Lincoln solo debía acompañarla en aquella actividad y tendría tiempo, espacio, comodidad y también compañía para hacer sus dibujos. Su gemela hizo un gran esfuerzo por convencerlo, parecía determinada a demostrarle que podía confiar en ella para no contar su secreto, así como también se esforzaba en mostrarle lo conveniente que sería hacer caso a su sugerencia de acompañarla en sus encierros para pintar como excusa para tomarse el tiempo de practicar sus dibujos.

Lincoln no tenía problemas dejando que su hermana le acompañe en sus prácticas de dibujo en general, simplemente quería evitar que le delatara, así que escuchar como ella aseguraba que guardaría silencio le pareció suficiente para confiar en ella, pero escuchando su idea sobre encerrarse en su habitación para que ambos practiquen fue una gran adición a lo que él tenía en mente, por lo que no lo pensó mucho y simplemente aceptó.

Con mucho respeto y calma, Lincoln comenzó a rechazar pasar el tiempo con sus hermanas para poder pasarlo junto a su gemela. Amablemente le dijo a Lori que no podría ayudarle más que haciéndole sus meriendas por la tarde antes de que ella comience a estudiar, siendo que ya no podría atender a más demandas que esas por pasar el rato con su gemela. También le explico a la alfa como ahora necesitaría que le avisara con más tiempo de anticipación si es que quería ayuda con Leni, pues al estar ocupado ayudando a su gemela, debería poder prever cualquier percance. A Luna le tuvo que explicar una vez más como es que dejaría de practicar música con ella tomando en cuenta lo malo que era en primer lugar y la muy minúscula mejora que había conseguido con el tiempo, sin importar el berrinche y la culpa que ella expresaba cada vez que le repetía aquello. Luan se vio inconforme al escuchar a su pequeño hermano decirle que no podría acompañarla más en sus "lluvias de ideas" para lo que ella llamaba sus rutinas cómicas, pues estaría ayudando a su gemela con algo relacionado a su pintura. Por último, a Lenna le tuvo que explicar cómo es que le disgustaba tener que practicar con ella pues a él el ejercicio no le gustaba para nada, por lo que dejaría de hacerlo permanentemente, pero que siempre la acompañaría si lo que quería era practicar alguno de los deportes que le gustaban a ella, o simplemente si quería algo de compañía. A las hermanas menores no les quitó ni un solo segundo de su atención, pero a pesar de ser muy claro con las mayores, explicándoles que aquello solo sería por un tiempo, una burbuja se infló y rápidamente reventó sobre Lincoln ante aquel tema.

Después de una semana tratando de hacer lo mejor que pudo con su dibujo, la concentración le fallaba en muchas ocasiones. Incluso cuando sus padres fueron tan sensatos como para aclararles a sus hijas que no había nada malo en ello, ninguna se sentía feliz con lo que Lincoln hacía. Para todas las hermanas siempre fue muy evidente que el único varón entre ellas tenía una hermana favorita, nadie dudaba de ello, pero tampoco solía molestarles en absoluto. Podían entender con bastante facilidad como es que Lincoln y su gemela habían concebido aquella relación que tenían, y nadie estaba dispuesto a cuestionarla, ni siquiera sus padres, pero no era algo que preocupara a las mujeres de la casa pues pese a todo, gracias a la forma en que Rita y Lynn se encargaron de educar a su único hijo, él pequeño de blancos cabellos solía no ser demasiado efusivo en cómo se comportaba con su gemela en relación al resto de sus hermanas. Era alguien que, al menos en presencia de varias personas, solía no mostrar preferencia por ninguna de ellas para evitar conflictos, pero recientemente eso había cambiado y a nadie le gustaba mucho aquello.

Pese a ser una familia que gozaba cada día más de una popularidad destacada, así como ser reconocidos por otros como personas entrañables, la familia Loud tenía un pequeño y extraño habito o quizá mala costumbre de estar siempre los unos con los otros. Y de esa misma manera, tenían en mente aquella ferviente idea de que ellos debían priorizarse entre si antes que a otras personas, eran familia después de todo. Pero lamentablemente la forma tan desubicada en que los padres enseñaron a sus hijos sobre ese tipo de relación, hizo de las mayores unas niñas que tenían ciertas carencias afectivas. Nunca fueron carencias por el afecto paterno, materno o fraterno, era simplemente la validación de ser parte de un grupo social que no fuera tan reducido y tan inmiscuido como lo es una familia. De entre todas las hijas, la única que realmente tenía una vida decente fuera de sus interacciones familiares era Lori, quien muchas veces trataba de hacer tiempo en su apretada agenda para pasar tiempo con sus amigas, mientras que el resto se limitaban a las interacciones escolares y extracurriculares. Algunas de ellas no tenían ningún tipo de interacción fuera de sus lazos fraternos, como era el caso de Lucy o de Lenna. Quizá por esa razón todas las hijas mayores de manera temprana mostraron aquellas cualidades que les daban reconocimiento, esperaban recibir atención de sus padres en aquella casa en la que cada cierto tiempo debían compartir su tiempo con más personas. Aquella necesidad de sentir aprobación tanto como por la adorable y enternecedora manera en que Leni cuidaba de ellos, les hizo ver a la segundogénita como una figura materna, mientras que la estricta y muy intimidante hermana primogénita les recordaba a la muy ocasionalmente vista figura paterna que su padre les mostraba cuando hacía falta. Pero con Lincoln no encontraban ninguna de ellas una figura paterna o materna, así como tampoco un remplazo para las mismas, en el pequeño hermano ellas encontraban a ese hombre ideal del que su madre siempre les hablaba. Todas aquellas cosas que Rita les pedía a sus hijas que buscaran en un hombre cuando estuvieran interesadas en conseguir uno, era visto en su pequeño hermano menor, y no era para menos, pues mientras Rita enseñaba a sus hijas a ver con buenos ojos aquellas cualidades, también incentivaba a su pequeño hijo a enfatizar en si mismo esas características, haciéndole saber que él era ahora el pequeño príncipe de esa casa y como tal, debía cuidar y ayudar a sus hermanas. Por lo tanto, y aun sin que tengan una intención oculta o alterada, las hermanas de esa familia buscaban en Lincoln la aprobación masculina, su atención como alguien del sexo opuesto que validara sus conductas, sus logros y sus intenciones, todas ellas cegadas ante las fantasías romantizadas que su madre les enseñaba y sin tener una verdadera comparación al poder estar seguras todas ellas que, pese a conocer a muchos chicos dentro de la escuela debido a sus actividades escolares, en realidad no pasaban tiempo con ninguno de ellos. Cruzar palabras de cortesía era ya un gran logro la mayoría de las veces.

Por ello es que cuando Lincoln dejó de pasar tiempo con ellas les afectó, se sintieron algo abandonadas, pero lo peor fue saber que Lincoln hizo aquello con la intención de pasar todo ese tiempo exclusivamente con una de ellas. El abandono que sentían en un principio fue rápidamente corrompido hasta sentirse más como ser desplazadas, puestas de lado, reemplazadas. La hormonal y ahora mucho más alterada mente de Lori debido a su paso por aquel cambio en ella, le hicieron sentirse dolida y agobiada al sobre pensar cómo es que su lindo, su adorable, su atento hermano menor ahora no estaba dispuesto a seguir cuidando de ella de la misma forma en que solía hacerlo. Para Luna, la sensación de abandono simplemente se afianzo mas dentro de ella, pues aquel sentimiento perduraba en su mente desde el primer momento en que su pequeño caballerito había decidido que no quería pasar más tiempo con ella practicando algún instrumento. Para Luan el impacto no fue realmente serio, ella al ser alguien con una mente tan dispersa fue capaz de dejar pasar aquel incidente como lo que era, una petición simple de su hermano menor por no sentirse presionado a pasar tiempo con ellas únicamente para concentrarse en otra cosa. Pero la que peor lo tomó fue Lenna, quien con cierta justificación, acumulaba grandes celos por ambos hermanos peliblancos. Se suponía que ellos eran la terna inseparable de la familia, nada haría que ellos se distanciaran, ellos siempre estaban juntos, comían juntos, jugaban juntos, descansaban juntos, dormían juntos, hasta hace unos años incluso se bañaban juntos, no había momento en que estuvieran lejos el uno del otro. Nada, además de sus clases y el no compartir la hora de baño mas los separaba, Lenna incluso les acompañó cuando Lincoln decidió hacer todas esas cosas, quedándose con ellos solo para hacerles compañía a pesar de no estar interesada en hacer ningún dibujo o en aprender a tocar algún instrumento. Ahora ellos decidieron excluirla incluso a ella, y eso le molestaba, por mucho que estuviera tan enterada como el resto de quien era la hermana favorita de Lincoln desde hace años, no podía evitar molestarse con la forma tan casual e inadvertida en que ellos simplemente decidieron hacer todo encerrados en aquella habitación a la cual no dejaban acceder siquiera a ella, pese a dormir ahí también con ellos.

En el caso de Leni, al igual que con las hermanas más pequeñas, aquel distanciamiento que hacía enojar al resto no existió, Lincoln en ningún momento dejo de procurarlas. Aquella sensación de que debía estar para sus hermanas era mucho más fuerte y presente cuando de las menores y de Leni se trataba, después de todo, sabía perfectamente que Lori era capaz de hacer todo ella sola y la única razón para pedirle algo a él era seguramente para no cansarse o para terminar más rápido con aquello que sus pendientes representaban. Algo parecido sucedía con el resto de sus hermanas, todas eran capaces de hacer todo lo que querían por ellas mismas, si le pedían ayuda a Lincoln seguramente era porque de esa forma aligeraban sus tareas un poco.

Lincoln le insistió a Lori que estaba ocupado y no podría ayudarla por un tiempo, al menos hasta que consiguiera lo que quería al ayudar a su gemela. A Luna debió de tratarla cada vez con más dureza ante la férrea insistencia que ella tenía para compartir tiempo con él en una actividad que el a esas alturas consideraba humillante para sí mismo. Y Lenna era implacable, mostrando hostilidad tanto con él como con su gemela, cosa que ninguno de los gemelos estaba dispuesto a reclamar, considerando que de todas las hermanas, ella era la única a quien consideraban tenia reclamos validos. Al final, Lincoln no pudo más con la presión y, muy a regañadientes, habló con su hermana mayor inmediata, lo cual fue un grave error.

Aún cuando compartían el tiempo y espacio para practicar, Lincoln no mostro ninguno de sus dibujos a su gemela, esperando que fuera Leni la primera en ver sus avances y los resultados de su gran esfuerzo. Pero después de ceder ante la presión que sentía de sus hermanas mayores y al consejo de su gemela, fue a Lenna a quien inmiscuyeron en sus asuntos, volviendo a ser la terna inseparable que eran, o al menos eso creyó en un inicio. Ante la insistencia de su hermana mayor inmediata, Lincoln al fin reveló su cuaderno de dibujo para compartir con sus hermanas todos aquellos intentos por mejorar su técnica y en algún punto, impresionarlas. Lenna, completamente divertida con lo que veía y convencida de que sus hermanas perdonarían a Lincoln después de ver aquello, tomo aquella libreta y corrió. Fue a la habitación de Lori y le conto todo, sin mucho detalle, de la misma forma en que ella se enteró de todo, dejando que el resto de hermanas se integraran a la conversación mientras todas hacían oídos sordos a las quejas del pequeño hermano, el cual lucia frustrado. Lo que hizo al niño de blancos cabellos romperse fue el momento en que Lenna mostró su libreta de dibujos.

"Pensé que habías dejado de dibujar" "Esto es bastante lindo" "Parece que sigues sin ser muy bueno en esto" "No has mejorado en nada" "Este dibujo es bastante feo" "Déjenlo en paz" "¿Acaso dibujaste esto con los pies?" "¿Este dibujo esta al derecho o al revés?" "Yo creo que es lindo" "Este se parece al tipo de sus comics, pero más feo" "Este parece que fue atropellado por un camión" "¿Por qué este tiene todas esas manchas encima?" "Dejen de burlarse" "¿Esto es todo?" "Sigues dibujando horrible" "Creí que habrías mejorado aunque sea un poco" "Estos dibujos del final incluso son peores" "Deberías volver a tocar algo, eras mejor en eso" "No deberías seguir intentando" "Eres malo en esto, solo date por vencido" "Hay mejores cosas por hacer" "Se ha estado esforzando, déjenlo en paz" "Abandona esta tontería, no sirves para esto" "Mejor regresemos a entrenar" "Yo te enseñare a tocar bien, no necesitas nada más" "Si siguieras mis consejos…"

El fuerte portazo que Lincoln dio al salir de aquella habitación detuvo al instante la lluvia de comentarios poco constructivos que sus hermanas tuvieron a bien soltar mientras revisaban sus dibujos. Ninguna le siguió en ese momento, todas estaban completamente fuera de sí ante lo que el pequeño hizo, pues ninguna espero nunca que él pudiera reaccionar de esa forma, estaban aturdidas y no sabían cómo responder. Incluso Lori quedó con su mente en blanco por un buen rato, tratando de asimilar como es que su obediente y amable hermanito decidió azotar de aquella forma su puerta. Su respuesta normal sería simplemente avergonzarse mucho y comenzar a rogar porque le devuelvan su libreta mientras se quejaba de las burlas que recibía, pero en ningún momento se molestaría. Al menos eso es lo que Lori y el resto de sus hermanas creían que sucedería.

—¿¡Qué demonios fue eso!?— con molestia, el padre de las presentes hizo aquella pregunta con un fuerte tono de reclamo después de subir las escaleras, segundos después de escuchar el portazo— Asustaron a las gemelas y despertaron a Lisa con eso, ¿Por qué azotaron de esa forma la puerta?

Preocupado por las consecuencias de aquel sonoro azote, Lynn revisaba que la puerta no estuviera dañada, ya fuera en su perilla o bien en su marco. Después miró a cada una de sus hijas mientras preguntaba con molestia quien fue el causante de aquello. Las hijas sabían que estaban en problemas, ver a su permisivo, amable y algo cobarde padre actuar tan serio y dominante era prueba de ello.

»¿Y en donde esta él?— después de escuchar de su primogénita la respuesta que esperaba sobre el responsable del acto, decidió preguntar ahora por su ubicación.

Después de unas respuestas vagas y confusas por parte de sus hijas, entendiendo también que seguramente discutieron entre ellas y con Lincoln, el padre se alteró al recordar que antes de subir debió cerrar la puerta principal pues la encontró abierta al dirigirse a las escaleras. Era sencillo conectar los puntos, su pequeño hijo salió molesto con sus hermanas de aquella habitación, azotando la puerta con tanta fuerza como su pequeño y débil cuerpo pudo hacerlo, para después salir de casa, dejando tras de sí la puerta principal abierta de par en par, seguramente muy molesto como para siquiera darse el tiempo de azotarla también. Con prisa, el padre bajó rápidamente y avisó a su esposa lo que haría, en seguida corrió por las calles esperando encontrar pronto a su hijo.

Aún molesto, pero sobre todo muy confundido, Lincoln se mantenía en silencio recibiendo aquel fuerte y muy escandaloso regaño por parte de sus padres. Ambos fueron muy expresivos y vocales en aquella interacción, expresando por completo todas sus emociones negativas, pero no siendo claros a la causa de las mismas. Lincoln podía entender que ellos estaban molestos, y quizá también frustrados, por lo que hizo pero ellos tenían su juicio tan nublado que no fueron capaces de expresar correctamente sus razones. Recordando los pocos pero muy intensos arranques que su hija Leni tuvo en su infancia temprana, a Lynn se le hundió el corazón en el pecho al darse cuenta de que su hijo varón salió solo de casa.

Seguía siendo relativamente temprano, y el vecindario sin lugar a dudas entraba en la categoría de uno muy seguro, sin mencionar el hecho de que, por mucho que corriera, Lincoln era muy poco atlético, así que no llegaría demasiado lejos. Pero recordar las veces que Leni corría de aquella forma, angustiando a ambos padres por sus desplantes y teniendo fresca la memoria de aquella ocasión en que tan difícil les resultó encontrar a su segunda hija, Lynn no pudo más que expresar sus emociones a través de aquel regaño de camino a casa. El miedo que tuvo, los malos recuerdos, su enojo, su desconcierto, sus inseguridades como padre, sus carencias como hombre, la constante sensación de ser una figura paterna insuficiente, su trauma familiar que las terapias fueron insuficientes para hacerle superar, sus preocupaciones por el bienestar de su hijo, ahora torcidas y maleadas por su endeble estado de ánimo. Todo eso recayó sobre Lincoln de camino a casa, en forma de un regaño humillante que los transeúntes ocasionales en la calle fueron testigos. Y una vez dentro de casa nuevamente, fue su madre quien ante el miedo y los malos recuerdos desagradables, sintió la necesidad de expulsar todos sus malestares en forma de regaño, culpando con ello a su único varón. Ambos padres estaban en el mismo estado, uno catártico, en el que cada palabra, cada regaño, cada amenaza parecía hacerles sacar su enojo y miedos, librándolos de ellos, sin ser capaces de notar cómo es que su hijo se sentía en aquel momento.

El shock le impedía llorar, o molestarse, no podía siquiera sentir culpa o miedo, estaba completamente fuera de sí. Frente a él estaban dos adultos que de manera desmedida vociferaban en su contra, arremetiendo contra él de una forma en que nunca antes los había visto. La furia en sus ojos era absoluta, tanto como para a pesar de ser él quien era víctima de aquellos gritos, pensara en lo bueno que era el que no estuvieran ahí sus hermanas bebes para escuchar todos aquellos gritos y tampoco viesen todos aquellos ademanes tan amenazantes. Quería entender lo que sucedía, pero no había forma de preguntarlo, y tampoco parecía que ninguno de los adultos frente a él estuviese dispuesto a explicarlo. Lincoln seguía molesto, y mucho, las palabras de sus hermanas fueron duras, pero mayormente despectivas, quizá una burla, y en esos momentos no estaba de humor, ni tampoco tenía el temple para racionalizar que aquello no era necesariamente algo malo. Solo sabía que ellas se burlaron de él. Fueron malas con él, con lo que hacía, y tampoco respetaron su petición de darle tiempo, estaba seguro de que eso era razón suficiente para estar molesto, incluso creía que pudo haber gritado cosas malas a ellas también, siendo que ellas lo hicieron con el primero, pero no lo hizo. Sus padres se encargaron de enseñarle que debía cuidar de sus hermanas y quererlas, no a decirles cosas hirientes y molestarlas, por eso es que en lugar de decir algo en contra de ellas prefirió salir de aquella habitación, tratando de sacar algo de su frustración ante aquel azote en la puerta. Tampoco quería estar cerca de ellas, estaba seguro de que se acercarían a él para tratar de arreglar las cosas a su conveniencia, como siempre sucedía, por lo que prefirió salir de casa. Lo hizo sin permiso y sin compañía debido a la prisa que sentía por dejar a tras a sus hermanas, incluso corrió un tramo ante la frustración de lo sucedido. No podía guardar rencor a sus hermanas, las amaba después de todo, las nubes en su mente se habían comenzado a disipar casi al mismo tiempo en que comenzó a correr, pero no tuvo tiempo para asentar esos nuevos pensamientos y sensaciones. Con una fuerza desmedida y una voz ronca, su padre le sacó de sus pensamientos primero con aquel fuerte grito que al principio le pareció uno de preocupación, y después con aquel fuerte agarre en su brazo, con el cual tiró del pequeño a sabiendas de la forma en que lo lastimaba con aquello.

Lincoln expreso su molestia, y en seguida su padre comenzó a regañarle por lo que hizo, no fue nada amable con eso, y tampoco le permitió defenderse, cada vez que trataba de contar lo que le sucedió y como se sintió, su padre le interrumpía y no le dejaba terminar. Al unirse su madre en aquel regaño, tampoco le permitió expresarse de ninguna forma por cómo es que fueron las cosas para él, así como tampoco pareció importarle como se sintió su hijo con lo sucedido. Lincoln recibía aquel regaño con incredulidad total, pensando en cómo es que sus padres terminaron tan molestos, e incapaz de razonar que aquella conducta era simplemente una catarsis que sus padres estaban teniendo después de vivir una vida llena de problemas al cuidado de sus hijas e hijo, que pese a tener arrepentimientos por montones, en ningún momento culpaban a sus hijos. Al menos no hasta ese regaño.

Fueron al menos cuarenta minutos lo que Lincoln pasó dentro de la habitación de sus padres después de que el patriarca lo llevara a rastras hasta ahí, y al menos la mitad de ese tiempo fueron regaños, amenazas y palabras muy hirientes. El resto del tiempo fueron sus padres calmándose rápidamente y casi en seguida comenzando a disculparse con el pequeño por haber dicho y hecho aquellas cosas. Estaban verdaderamente arrepentidos, Lincoln podía notarlo con facilidad, sus rostros, sus palabras, su tono de voz, incluso sus posturas lo hacían evidente, pero sus disculpas caían en oídos sordos. La preocupación que Lincoln tenía en ese momento no era el si sus padres se disculpaban o no, tampoco le importaba si sus hermanas lo hacían, incluso estaba seguro de que lo intentarían pues seguramente escucharon todos aquellos improperios a través de las delgadas paredes de la casa, y buscarían arreglar las cosas. En su mente, Lincoln solo trataba de entender que es lo que sentía en ese momento, y porque lo sentía. Por primera vez en su vida entendió aquella conducta que tenía su pequeña hermana Lucy, quien nunca quería hablar a pesar de poder hacerlo perfectamente, así como su preferencia por estar a solas antes que acompañada. A Lincoln le gustaría estar así en esos momentos: callado, pensativo, solo.

Negando cualquier compensación que sus padres le ofrecían, o cualquier palabra de arrepentimiento, así como también ignorando por completo a sus hermanas mayores, Lincoln lamentó el ser aun tan pequeño, pues habiendo llegado a la conclusión de que solo en el ático estaría solo y lejos de su familia, sabía que sería incapaz de subir por sus propios medios, y no quería pedir ayuda a nadie para llegar ahí, por lo que resignado fue hasta el árbol que estaba en el jardín de la casa, trepó en él y cobijado por la sombra que el follaje le daba, así como refrescado con la brisa que podía sentir, Lincoln ignoró a todos los que iban a hablar con él, concentrado únicamente en pensar sobre todo lo que había pasado.

Sin lugar a dudas, sus pensamientos lo habrían mantenido inmerso en su propio mundo, ignorando deliberadamente tanto al llamado de sus padres como de sus hermanas, quizá podría incluso tolerar el hambre y frio para no estar en casa hasta después de la cena, daba igual, simplemente no quería estar frente a ellos. En ese momento él no sabía que es lo que sentía ni tampoco entendía bien que es lo que había pasado, y quería mucho silencio y algo de tiempo para pensar sobre ello. Lamentablemente no pudo conseguir aquello. Aun sin tener su mente calmada ni tampoco entendiendo bien lo que sentía, Lincoln debió bajar con cierto apuro del árbol. Alguien le llamó desde el suelo, alguien más. Bien pudo ignorar una vez más al llamado, dejar que quien sea se canse de intentar convencerlo de bajar y mientras tanto él seguiría tratando de entender todo lo que sucedió. Pero no lo hizo, detuvo sus cavilaciones, dejó de pensar en sus sentimientos, bloqueo por completo el repaso que hacia mentalmente ya por enésima vez de lo que había sucedido, ignoró el miedo que aún estaba presente en el tras haber visto por vez primera a sus padres en aquel estado, tragó su propio enojo al recordar las cosas que dijeron sus hermanas y, después de cerrar con fuerza sus ojos, limpio las lagrimas que cayeron de estos después de conseguir guardarlas por todo ese tiempo. Bajo él estaba alguien muy importante y hacerle esperar solo le haría sentir más angustia, no solo a ella sino a él también. Esperó que sus ojos no estuvieran enrojecidos y mientras bajaba del árbol suspiró un par de veces para calmarse, mientras articulaba en su rostro aquella sonrisa que todos le decían era tan encantadora, no importaba si esta vez era falsa. No quería hacerlo en realidad, preferiría estar sobre el árbol tratando de contener sus propias emociones, pero escuchar como Leni le había llamado ya por cuarta vez, ahora con su voz completamente rota, le impidió hacerlo. Estando abajo la reconfortó mostrándole aquella sonrisa convincente y le hizo énfasis en cómo no estaba molesto con ella, le convenció de que nada de lo sucedido era culpa suya. Ciertamente Leni no dijo nada malo en ese momento. Conteniendo como podía sus emociones, convenció a su segunda hermana mayor que hiciera lo mismo mientras la guiaba de regreso a casa.

Para todos aquellos que le conocían, Lincoln era un niño muy peculiar, y aquello dicho sin ánimos de ofender, así como también con todo el peso que ser parte de su familia implicaba. Para el peliblanco, al menos a ojos de las personas que no eran parte de la familia, el niño no tenia punto medio, solo dos extremos muy opuestos en los que se intercambiaba. Primero estaba aquel alegre y muy inocente niño que parecía obsesionarse con las cosas más absurdas y después perder el interés con mucha rapidez. Después estaba el niño listo que actuaba muy fuera de su edad mientras trataba de encontrar soluciones increíblemente elaboradas y ostentosas a problemas pequeños propios de un niño pequeño. Incluso para Rita, su hijo era un enigma ante aquella forma de actuar, pues pese a que ella misma ha visto aquellas zonas grises en que su hijo tenía un comportamiento mucho más mesurado y normal, la duda albergaba en su mente. Esa misma duda era la que le hacía sentir que, pese a los diagnósticos arrojados hasta ese momento, seguramente su pequeño príncipe tenía algo parecido a lo que su hija Luan tenía, se convencía de ello aludiendo a su instinto materno, aunque la realidad es que solo eran sus miedos e inseguridades validando una idea de la cual no se quería despegar.

Con cierto pesar, la matriarca miró a su hijo comer, se veía normal en ese momento, pero tenía sentido, estaba con su hermana favorita, y al mismo tiempo cuidaba de aquella hermana que compartía su condición. De hecho, y si tenía que decirlo, Lincoln parecía ser el mismo de siempre estando junto a sus hermanas menores, desde su gemela hasta la nueva integrante, no había cambiado nada en absoluto. La única observación relevante sobre su relación con ellas era que al estar con su gemela, parecía que se habían vuelto tan cercanos como hacia un tiempo no lo parecían. Por otro lado, lo que sucedía entre él y sus hermanas mayores le parecía preocupante, aun cuando no tenía razón para estarlo. Su hijo, al menos en apariencia, se reconcilió con sus hermanas mayores, pero era evidente que algo pasaba por su mente y no parecía ser algo bueno. Él nunca dejó de ayudar a ninguna de sus hermanas, permaneció atento a ellas, las cuidaba y sin lugar a dudas les tendía una mano cuando ellas se lo pedían, pero su actitud había dejado de ser la misma. Nunca se vio molesto, tampoco triste, de hecho, lo que preocupaba tanto a los padres como a las hermanas mayores es que al estar con ellas no mostraba emociones, ni positivas ni negativas. No había sonrisas, había dejado de ofrecer su ayuda, solo la brindaba cuando se la pedían, también se volvió muy silencioso al estar con ellas pero sobre todo a esa conducta había que agregarle el hecho de que ahora el niño pasaba bastante tiempo en el ático a solas. Todos sabían que hacía allá arriba, pero nadie subía para acompañarle o para atenderle a petición suya.

Los padres hablaron entre ellos desde el comienzo de aquella conducta, pues les resultó muy sencillo notarla tomando en cuenta como ambos tenían cierta paranoia ante la condición de sus hijos y cualquier señal de que algo pueda estar mal, como lo fue con Leni y Luan en el aspecto neurológico, o como lo fue con Lenna y Luna en el aspecto físico. Pero no fue eso lo que les hizo sentirse preocupados, las hijas mayores se quejaron de la forma en que Lincoln comenzó a comportarse con ellas. Con excepción de Leni, a las mayores Lincoln terminó por no prestarles mucha atención, quizá hasta podría decirse que las trataba únicamente porque se lo pedían. Incluso Lori, como la hermana mayor y en teoría la más sensata, se sentía dolida ante el trato que su hermano menor les había estado dando recientemente. Una vez más Lincoln estaba tratando de alejarlas y eso las frustraba de una manera que no podían controlar muy bien.

—Para resumirlo todo, señora Loud, el problema que tienen sus hijas es la ausencia que sienten de una figura paterna y materna constante en sus vidas. Entiendo que esta negligencia no es hecha con dolo ni de mala fe, pero al tener ustedes una familia tan extensa es inevitable que ocurran los descuidos con los hijos. Lincoln es quien ha estado cubriendo ese pequeño vacio en sus hijas, con su ayuda, su apoyo, dándoles el tiempo que ellas necesitan, otorgándoles la validación que buscan. Aunque no está realmente mal, todas sus hijas mayores han convertido a su hijo en el hombre de sus vidas. Y espero que no mal entienda esto señor Loud, sus hijas no han dejado de verlo como padre, y tampoco han perdido el respeto por la autoridad que usted o su esposa representan. Ellas los aman sin lugar a dudas. Pero ante la falta de atención y ese curioso complejo que su hijo tiene, ellas lo han convertido en su centro de atención. Quieren que él las mire, que él pase tiempo con ellas, que valide sus acciones, que elogie sus logros, que perdone sus errores y que les haga ver sus flaquezas. Han idealizado a su hermano menor como la figura normativa para ellas, o al menos la mayoría de ellas. Como entenderán, Leni es un caso totalmente aparte, y he comenzado a considerar que Luan tiene también que ser vista mucho más a fondo pues he notado de ella una falta de apego poco natural. Por otro lado, su hija Luna parece estar desarrollando un complejo por su hermano menor, y aunque eso no es algo que deba ser considerado malo, si es algo que debe corregirse antes de que cause algún problema.

Después de interpretar para los padres de familia aquel informe que el psicólogo hizo sobre sus hijos, el psiquiatra al que la familia le depositaba su confianza dio un suspiro pesado antes de continuar, sabiendo que lo que venía sería algo incomodo.

»Seré sincero con ustedes, señores Loud, desde mi perspectiva, y siendo quien atiende a dos de sus hijas, puedo decir con certeza que desde la mayor hasta Lenna tienen un apego poco sano por su hijo. Con excepción de Luan, a quien considero que tiene un apego igual de preocupante, pero no por su hermano. No hay necesidad de una segunda opinión, considero que el diagnóstico del doctor Fairbrook es correcto. Entiendo que es difícil, y sobre todo que será costoso, pero sería la solución a la tensión familiar que se está viviendo ahora mismo. Terapia individual y terapia familiar es, a mi criterio, la mejor solución para todo esto. Y aunque entiendo lo costoso que eso resultaría tomando en cuenta la cantidad de miembros de familia involucrados, prefiero eso a la opción de encargarse ustedes mismos de solucionar el problema ante la supervisión del doctor Fairbrook. Por supuesto, no les obligare a que gasten una fortuna, y si lo creen conveniente, pueden empezar poco a poco y ver como progresan las cosas.

Ninguno de los padres estuvo conforme con aquella reunión. Querían con todas sus ganas hacer lo correcto, pero desde el nacimiento de los gemelos de cabellera blanca, ambos se vieron atrapados en gastos cada vez mas feroces y difíciles de solventar, por lo que economizar sus gastos era la mayoría de las veces la principal preocupación que atendían. La charla entre ellos fue muy corta, pero muy productiva. Cada uno de sus hijos valía la pena, así que primero intentarían arreglar las cosas con ayuda y tutela de su psicólogo de cabecera, y si no se veía ninguna mejoría en los plazos propuestos por ese mismo medico, el gasto debería hacerse sin contemplaciones, aun si eso implicaba tener que endeudarse un poco con el banco.

Sus opciones eran muchas para bordar el problema, pero dos sobresalían por mucho del resto. La primera era abordar el problema de la mano de la primogénita, pues tanto como los padres, ella tenía una fuerte autoridad y era capaz de mantener a sus hermanos bajo control y también de hacerlos entrar en razón. La otra opción era el único varón, a quien podían recurrir para solucionar los problemas, dependiendo justamente de que sus hermanas parecían querer su atención y afecto. No era lo más listo ni el mejor curso de acción, el psicólogo ya les había dicho antes las consecuencias de perpetuar aquellas conductas en su hijo, pero no vieron demasiado problema a ello. Por alguna razón; su estupidez seguramente, decidieron que podían dejar a Lincoln para después, su problema sería el último en ser abordado. Primero debían convencerlo de volver a ser el mismo que antes con sus hermanas mayores y a partir de eso tratar de convencer a sus hijas de llevar a cabo aquellas terapias.

—Sabemos que esto es importante para ti, cariño. Pero no puedes tratar de esa forma a tus hermanas, las estás haciendo sentir mal.

—Tu mamá tiene razón, campeón. Entendemos que no te gustó lo que ellas hicieron, pero deberías saber que no dijeron esas cosas en serio, solo estaban tratando de divertirse.

—Además, no es justo que ya no quieras pasar tiempo con ellas, siguen siendo tus hermanas y te siguen queriendo como siempre. Ellas se disculparon contigo, deberías perdonarlas. ¿Sabes lo hiriente que es para ellas que solo quieras pasar tu tiempo con las menores? Ellas solo quieren que todo vuelva a ser como antes. ¿Podrías dejar de hacer tus dibujos por unos días y concentrarte en arreglar las cosas con tus hermanas?

—Confiamos en que puedes hacerlo, campeón.

—Pero…

Lincoln dudo mucho antes de continuar con su oración, estaba avergonzado por lo que diría, temía que sus padres, al igual que sus hermanas lo hicieron con sus dibujos, se burlaran de sus planes o de sus intenciones.

»Yo quiero seguir dibujando.

—Vamos, campeón. Puedes detener eso un par de días. ¿Qué no fuiste tú mismo quien no quiso seguir aprendiendo de Leni sobre eso?

—Pero ya estoy mejorando. Quiero hacer mis dibujos.

—No te estamos pidiendo que dejes de hacerlos, cariño. Solo te pedimos que nos ayudes a arreglar todo esto antes de que continúes. Te prometo que no tomara demasiado tiempo.

—No quiero perder la práctica, y si paso el tiempo con ellas ya no voy a tener tiempo para dibujar.

—Lo sabemos hijo, créeme que sí. No te vamos a obligar a estar todo tú tiempo con ellas, solo a que nos ayudes para que dejen de sentirse de esa forma y que aprendan a no acaparar tu tiempo.

¿Por qué seguían insistiendo? Lincoln no lo entendía, no estaba pidiendo nada irrazonable, ni tampoco pedía por algo material de un costo excesivo, solo quería seguir pasando tiempo en el ático para practicar sus dibujos. Aún le emocionaba la idea de hacer aquel regalo para Leni, incluso había pensado ya en nombres y disfraces para sus hermanas, quería que aquel comic fuera divertido, pero sobre todo, quería mostrarle a Leni lo mucho que mejoró por sí mismo.

—Yo quiero dibujar mi propio comic.

Después de salir corriendo de la habitación de sus padres y subir al ático, Lincoln regresó con algunas hojas de su cuaderno, donde había realizado algunos dibujos. Presentó aquellos a sus padres mientras les explicaba que quería hacer un comic para Leni, o de hecho para todas sus hermanas, mostró las ideas que tenia, los dibujos que hizo de cada diseño y también les comentó cada una de las habilidades que sus hermanas tendrían en aquel comic, dejando en claro que su inspiración fue el héroe que el mismo chico coleccionaba en formato de comic. Esta vez no tuvo tiempo para preparase, así que debió improvisar sus palabras para tratar de convencer a sus padres, pero fue incapaz de concentrarse, algo que veía lo molestaba bastante y también le hacía sentirse menospreciado una vez más. Eran sus padres, quienes al revisar los dibujos y pretender que escuchaban, reían ante los trazos que él hizo sobre el papel.

Indignado, Lincoln tomó sus cosas y haciendo un inusual berrinche que incluso logró molestar a sus padres, volvió al ático y se encerró ahí arriba. No solo sus hermanas hicieron aquello, ahora también sus padres habían dicho cosas de sus dibujos que parecían ser burlas, y eso lo molestaba bastante. Todos eran unos tontos, no lo entendían. Había estado practicando mucho tiempo, es obvio que sus dibujos habían mejorado, es solo que ellos se querían burlar de él, eran malos sin ninguna razón. Con furia y prisa, Lincoln paso una tras una las hojas de su libreta de dibujos, desde el primero que hizo cuando le pidió ayuda a Leni, hasta el más reciente de todos, hecho hace no mucho justo en ese mismo ático.

Cuando terminó de repasar todas aquellas obras de arte, Lincoln se sintió completamente decepcionado, triste, derrotado. Tal parece que el único tonto de esa familia era el mismo. Desde el primer hasta el último dibujo eran todos malos, y sin ninguna mejoría aparente. Sus hermanas tenían razón, sus dibujos eran solo garabatos apenas entendibles que pretendían reflejar figuras, escenarios y personas, pero que no lo conseguían. A pesar de su esfuerzo, de las horas que dedicó a ello, los días, nada había cambiado en absoluto, sus dibujos eran exactamente igual de malos que cuando inició. Lincoln no mejoraba en nada de lo que hacía. Repitió eso en su mente varias veces, una y otra vez. Era algo humillante y triste, una vez más debía enfrentarse al hecho de que no tenia habilidades, no era bueno en algo. Miró atento los dibujos que ahora yacían en el suelo del ático después de que él los soltó, ya no importándole la integridad de estos. Con desdén pisó algunos de ellos mientras recordaba cómo eran las pinturas que su hermana mayor hacía, tan hermosas. Con malicia arrastró sus pies sobre aquellos dibujos, pretendiendo dañarlos con las suelas de sus zapatos, mientras recordaba lo estilizados y encantadores que eran los dibujos que Leni hacia al momento de confeccionar sus ropas. Tomó del suelo aquellos dibujos y comenzó a arrugarlos ante su pesada respiración, mientras recordaba cómo es que su gemela tenía una calidad de dibujo tan mediocre como la suya al comenzar, pero ahora era increíblemente buena en ello, tanto como para ser parte de las estúpidas exhibiciones que la Casa de La Cultura de Royal Woods ofrecía a los habitantes.

En medio de todo eso, recordó con malestar una vez más aquellas bonitas hojas adornadas que representaban los diplomas y certificados de Leni por sus pinturas. La vitrina de trofeos entonces amenazó la mente de Lincoln, le hizo sentirse incómodo y también lo intimidó.

"Estúpido mueble", pensó él, dando un fuerte pisotón al suelo, expresando de manera física aquel vacio que tenía en su estomago, esa sensación que hacía tiempo había empezado a sentir, pero que decidió no darle mucha importancia.

"Estúpidos trofeos", ahora Lincoln no murmuró, dijo aquello con su voz alta, pero sin gritar, y un segundo pisotón hizo resonar la vieja casa, o al menos las habitaciones cercanas al ático.

¿Es que acaso él no tiene talentos? ¿Es él un inútil? ¿No tiene derecho a intentarlo? ¿Debe estar siempre para sus hermanas? ¿Está mal esperar de ellas que también estén para él? ¿Debe cuidar de todas? ¿No debería, como la mayor, ser Lori quien cuide de él y del resto? ¿Es justo que Luna sea tan persistente con él? ¿Es necesario que Lenna le obligue a todo eso? ¿Tiene él que cuidar de Leni? ¿Por qué solo él recibe las bromas físicas de Luan? ¿Por qué su gemela no le da su espacio cuando él se lo pide? ¿Por qué todas fueron tan crueles al ver sus dibujos? ¿Por qué sus padres también lo fueron? ¿Por qué debe ser él quien deje de hacer las cosas que le gustan para ayudarlas a ellas?

"Claro" se dijo Lincoln "Es porque ellas si hacen bien las cosas y no hacen estas porquerías". Acto seguido, Lincoln rompió uno de los dibujos frente a él, con molestia rasgó una de aquellas páginas que anteriormente ensució, maltrató y terminó por arrugar. "Lo que ellas hacen si vale la pena", se convenció, rasgando una segunda hoja. "Ellas si son buenas en algo", ahora con una expresión de molestia mayor, Lincoln rasgó una tercera hoja. "Yo soy solo un inútil", con furia, trataba de romper todas aquellas hojas garabateadas, encontrando la tarea complicada debido a su poca fuerza física. "Yo no sirvo para nada", después de haber roto todos aquellos dibujos, Lincoln recordó con enojo las cosas feas dichas recientemente al fruto de sus esfuerzos, y entonces su mente quedo en blanco. Ya no se dijo nada más a sí mismo, tampoco tenía puesta su atención en nada que no fuera repetir las palabras de sus hermanas y padres mientras se convencía de que él no era nadie, que no tenía nada, y que por esa razón lo habían tratado así.

Sus gritos fueron escuchados con facilidad, pero nadie quiso hacer acto de presencia, sabían que el niño estaba enojado y necesitaba desahogar sus emociones. Pero entonces desde el ático comenzó a resonar nuevamente la casa, haciendo saber a todos que Lincoln volvió a dar una patada al suelo. Tras un suspiro, Lynn comentó a su esposa que iría al ático y trataría de calmar a su hijo. Pero mientras subía, aquellos gritos pasaron de unos molestos a unos desgarradores y aquellos que parecían pisotones, ahora sonaban como objetos pesados cayendo en el ático y cimbrando la casa por completo. Las hermanas estaban asustadas, ninguna salió e incluso Lori no se sintió capaz de enfrentar aquello que se escuchaba en la habitación más alta de la casa. Cuando Lynn al fin pudo escalar la trampilla que daba acceso al ático, tuvo que correr hacia su hijo y someterlo con ambos brazos en un fuerte abrazo. No importaba si los gritos del niño eran ensordecedores y desgarradores, tampoco que sus pequeños pies impactaban con fuerza en su humanidad, incluso los rasguños que sus manos le atinaban. En ese momento, y tras ver el desastre en el ático, Lynn se sintió aliviado de detener a tiempo a su hijo, pues aparentemente hizo que varios de los muebles viejos en aquel lugar cayeran y se dañaran, pero frente a ellos estaba el ultimo mueble que Lincoln tocó. Aquella vieja vitrina había comenzado a tambalearse mientras Lincoln intentaba derribarla, sin que pareciera importarle que al caer, el mueble lo sepultara y quizá le haría heridas profundas si aquellos cristales del mueble llegaban a romperse.


Caída Truncada

Con el gusto de todos los miembros de la familia, la normalidad regresaba bastante rápido a sus vidas, y con ello, también la seguridad y confianza que se solía tener dentro de esas paredes. Pero aun con eso, las cosas habían cambiado, lo habían hecho bastante, pero no de una forma que fuera negativa. Después de que los patriarcas hablaran con el único hijo varón parecieron encontrar la forma correcta de comenzar a lidiar con cada una de sus hijas también.

Primero sometieron a Lincoln a una charla extensa y bastante visceral, era necesario saber que estaba sintiendo y cuáles eran sus preocupaciones, pues aquel arrebato de ira en el ático no solo era atípico para el pequeño de blanca cabellera, era inaudito, de hecho era la primera vez que ellos veían una conducta así en él, o en cualquiera de sus hijas. Y para su agrado, aquel intercambio de palabras, opiniones, sentimientos y preocupaciones pareció dar resultados. Lincoln expresó con mucha clama todo lo que le preocupaba y que fue lo que le llevo a sentirse en necesidad de destruir las cosas del ático, y para orgullo de sus padres, él mantuvo la calma en todo momento. Incluso se encargaron de expresarle ese orgullo que sentía ante la madurez que su pequeño varón parecía mostrar ante el asunto y como se veía dispuesto y presto a solucionar las cosas. Al salir de su habitación, Lynn lo hacía con su pecho inflado y erguido completamente, con una enorme sonrisa de satisfacción en su rostro ante lo que su hijo varón demostró, ese temple, esa seguridad, esa madurez. Aún creía que la mayoría de eso lo aprendió de su esposa, pero no podía evitar sentir que ciertamente él fue participe también de aquel desarrollo tan enriquecedor en su pequeño hijo. Probablemente lo primero que haría después de aligerar las cosas con sus hijas, seria hablarles de lo confiable y completamente maduro que era su hermano.

Rita, por otra parte, salió de esa habitación más enamorada que nunca de su hijo. A pesar de los destrozos que provocó y también de la enemistad que se formó entre sus hermanas y él, no hubo necesidad de mencionarle nada. Él mismo se tomó su tiempo para reflexionar y llegar a la conclusión correcta: su actitud estaba mal. Hizo lo posible por respetar las respuestas y sentencias de su hijo, pero se sintió orgullosa de como el reconoció su error y como parecía estar no solo dispuesto sino también algo apurado por arreglar la situación con sus hermanas, quería volver a ser de ayuda para ellas, quería ser parte de sus vidas. Lincoln volvería a ser el pequeño caballerito de sus hermanas una vez más y eso, al menos para Rita, era lo que más importaba y por ello también tendría que hablar de una manera clara con sus hijas para que entendieran la situación; era algo simple después de todo. Lincoln solo quería algo de tiempo para sí mismo.

Detrás de sus padres y con la mirada baja, Lincoln salía de aquella habitación completamente avergonzado y también arrepentido de sus actos. No podía sentir orgullo en lo que les dijo a sus padres, pues todo fue simplemente con la intención de evitarse problemas, era algo que había planeado unas horas antes, mientras estuvo en completo silencio después de que su padre lo hiciera bajar del ático para que le revisaran en caso de alguna herida que no pudieran notar de inmediato. También se mantuvo pensando sobre ese plan en la ducha que le pidieron darse después de terminar empolvado ante el desorden que provocó, y por ultimo durante el tiempo a solas que sus padres le dieron con intención de hacer que se controle un poco y reflexione sus acciones. En todo ese tiempo el solo se dedico a pensar en excusas, palabras convincentes, justificaciones, tergiversar y dar el mejor uso posible a su bien entrenada gimnasia mental, todo en busca de una forma que le hiciera evitar problemas en la confrontación que tendría con sus padres. Fue algo que guardaría como un arrepentimiento por mucho tiempo, pero estaba hecho ya, y no planeaba retractarse ahora que había salido avante de su predicamento, especialmente ante la promesa que sus padres le hicieron de hablar con sus hermanas para que respetaran mas su tiempo y espacio, dejándole tener privacidad si así lo pedía él.

Cuando hablaron con Lori, ella entendió rápidamente la situación y fue capaz incluso de admitir su parte de la culpa, ahora que tenía esa nueva etapa en su vida, podía sentir más empatía por los arranques que llego a mostrar su pequeño hermano y también se lamentó de los que ella misma tuvo a lo largo de esa disputa tonta.

Sus estudios estaban avanzando de manera inmaculada, justo como siempre lo hicieron, por lo que sus padres utilizaron aquello como un refuerzo positivo, dándole halagos por su desempeño escolar, así como formando la promesa con ella de un regalo material que compensara todo su arduo esfuerzo tanto dentro de la familia como en la escuela. Y si bien para ella eso sonaba como algo gratificante, su principal preocupación en ese momento fue hablar con sus padres sobre la determinación que tenía en ese momento. Era la oportunidad perfecta ya que Lincoln pareció conseguir ponerlos de buen humor pese a la tensa situación en la que la familia se vio envuelta, pero no desaprovecharía la oportunidad sin importar si fue ella o fue alguien más quien consiguió el buen humor de sus padres. Con toda la entereza que pudo, y habiendo repasado sus palabras en su mente varias veces ya, contó con detalle la elección que tomo para su vida futura, siendo su primer paso el estudiar en una escuela de leyes.

Lo había planificado todo, reviso tantas retículas como pudo y también corroboró las escuelas y sus planes becarios y de estudio. Tenía bastante tiempo para prepararse aún, pero no quería dejar nada a la deriva, incluso su orientadora vocacional le dio el visto bueno a tomar aquella decisión a tan temprana edad. La escuela estaba lejos, pero valdría la pena ya que ofrecían becas bastante grandes y también tenían un costo de matricula relativamente bajo en comparación a otras escuelas con reputaciones similares. Esperaba que sus padres fueran reacios y que, si las cosas iban bien, comenzarían a negociar cada uno de los puntos que ella presento, pero sin contar lo compungida que se veía su madre ante la idea de que su primer hija dejara la casa a penas termine la preparatoria, los dos estaban bastante receptivos a la idea de ella estudiando aquella carrera. Eso la motivo mucho más y comenzó a esforzarse en mejorar sus notas, convencida de que eso le ayudaría a asegurar su beca con mayor certeza.

La plática con la segundogénita fue con un enfoque completamente diferente, a ella no le afecto la ausencia de Lincoln ni tampoco su peculiar actitud pues él no dejo de cuidarla en ningún momento. Lamentablemente podía sentir el ambiente enrarecido que surgió de los roces entre sus hermanos, causando en ella mucha ansiedad, pero nada que estuviera fuera de control. Desde antes de su diagnostico, Leni asistía de manera periódica a un psicólogo para atender sus dificultades sociales, sus problemas de aprendizaje y también su inmadura forma de enfrentar sus emociones. Con ella la única necesidad que tenían los padres es la de hacerle entender que todo estaba bien y que nada de lo sucedido era por culpa suya. Asegurarle también a la rubia de enorme sonrisa que todo volvería a la normalidad era otra necesidad la cual atendieron rápidamente, pues Leni necesitaba volver a su estado de rutina o comenzaría a tener problemas de ansiedad en forma de ira como ya el tiempo se había encargado de enseñarles que sucedía.

Para poder hablar con su tercera hija, los padres antes tuvieron que hablar muy seriamente entre ellos, desglosando tanto como pudieron sus finanzas y esperando encontrar la manera de explicar apropiadamente a su hija la situación actual y como eso podría terminar por afectar en la actividad a la que ella estaba tan apegada y en la que tanto de su tiempo e interés invertía. A pesar de que Rita había conseguido ese segundo empleo como columnista del periódico local y su participación como corresponsal en el periódico estatal, la paga extra era bastante reducida. Apreciaba las conexiones que había estado consiguiendo desde que comenzó a trabajar ahí, pero lo cierto es que jamás habría pedido aquel trabajo de no ser porque su esposo se aventuro a emprender, convenciéndola de que era la mejor opción para una familia como la suya. Sin dejar su trabajo como analista de datos, Lynn tomó la aventurera idea de hipotecar la casa para conseguir el dinero necesario para comprar un negocio abandonado y remodelar el lugar para convertirlo en un restaurante en el que él mismo tomaría el rol de chef. Se sentía orgulloso de haber hecho aquello, pese a saber que el retorno del dinero que invirtió tardaría un tiempo en ser percibido, pero pese a eso consiguió persuadir a su esposa de hacerlo, así como de convencer también a su hija mayor, a la cual consideraban con edad y madurez suficiente para ser parte de aquellas platicas, aunque no tanto como para dar validez a sus sugerencias.

Con todos esos gastos, incluyendo ahora los de las terapias individuales que la familia debía de atender, los padres hicieron saber a Luna que el ritmo al que solían colmarla de instrumentos nuevos, se vería profundamente afectado, por no decir que incluso sería detenido. Se sentían mal por hacer eso, ya que siempre que le compraban un instrumento, lo cierto es que en parte era la misma Luna quien pagaba por el mismo dando uso de los premios en efectivo que ocasionalmente llegaba a obtener. Pero ahora su progreso se vería entorpecido por culpa de la falta de dinero, o al menos eso creían ellos. Con mucha calma, Luna les dijo que no había ningún problema con ello e incluso les animo a vender parte de su colección bajo la preocupación que sentía por lo que sus padres le expresaban. Pero a ella en realidad no le preocupaba mucho conseguir nuevos artilugios musicales, así como tampoco le importaba tanto seguir consiguiendo todos esos reconocimientos que iban a parar a la vitrina del comedor. Para la total incomodidad de sus padres, quienes recordaron algunas de las cosas dichas por el psiquiatra tras leer la valoración del psicólogo, a Luna le importaba mucho mas arreglar las cosas con Lincoln. Y la forma en que expresaba sus deseos de reconciliación era ciertamente desconcertante. Seguramente sería una buena idea prestar más atención a ella de ahora en adelante, tratando de prevenir que la confusión por la que Luna atravesaba, terminara por darle una idea equivocada de lo que podía ser o no su relación con su hermano menor.

El enfoque con la cuarta hija, por otro lado, se vio influenciado por el camino que decidieron tomar también con la quinta. Tratando de hacerle sentir mas cómoda y participe de su actividad extra escolar, los padres volvieron a hablar sobre el teatro de una forma que consiguiera interesar a Luan, quien pese a tener poco tiempo practicando aquel arte, ya poseía el respaldo y cargaba con la expectativas de los responsables de aquel club cultural. Lo habían intentado anteriormente sin mucho éxito, pues Luan participaba en aquella actividad más como una forma de complacer a sus padres que por un interés personal en ello, por lo que decidieron convencerla de que el teatro sería algo bueno para ella.

Para empezar, podría desarrollar su histrionismo en general, algo que era bueno pues en muchas ramas de la comedia, aquello podía ser bastante bien aprovechado. Los ejercicios vocales que practicaban en el club le podrían ayudar a mejorar su dicción antes de hacer alguna de sus presentaciones informales con las que suele entretener a sus hermanos. Los ejercicios físicos le ayudarían a tener una buena condición y con ello ser capaz de usar la extensión completa de un escenario cuando llegue a presentarse en uno, así como también le haría más sencillo mantener su respiración bajo control si las presentaciones se volvían muy interactivas o prolongadas. Los ensayos a puertas abiertas, así como las presentaciones formales, le permitirían ganar confianza y no sentirse tan intimidada frente a grandes grupos. El acto mismo de la actuación podría darle libertad al momento de interpretar personajes como ocasionalmente lo hacía en sus rutinas cómicas, las cuales eran muy dispersas y sin una dirección clara. De la misma manera, trabajar en equipo con el resto de sus compañeros seguramente le ayudaría a ser más organizada y puntual, mientras que también practicaba la tolerancia y el compañerismo, valores que seguramente le servirían en el futuro para muchas cosas en la vida.

Siendo Luan una niña con TDAH, ambos padres se dieron su tiempo para preparar sus puntos e incluso su discurso, tratando de hacerlo simple y muy entretenido para evitar que su hija pierda la atención al instante. En realidad eran malos para eso, pues Luan tenía muchas dificultades para sentirse interesada en el tono tan entorpecido e incomodo que sus padres usaran cuando hablaban de algo serio con ella. Pero los amaba, así que también procuraba hacer un esfuerzo en escucharlos y no defraudarlos. Por momentos parecía que Luan estaba a punto de orinarse encima dada la forma en que apretaba y frotaba sus piernas mientras estaba sentada, en otras ocasiones parecía estar a punto de quedarse dormida al hacer parecer que sus parpados le pesaban una tonelada y le costaba separarlos. También llegaba a ser molesta cuando levantaba con velocidad sus talones para enseguida golpearlos contra el suelo rápidamente de forma errática, manteniendo la punta de sus pies pegadas al suelo y en otras ocasiones generaba una sensación de incomodidad por la forma en que jugaba con sus dedos de manera nerviosa mientras ocasionalmente volteaba su vista de manera veloz a todos lados, como buscando algo más que hacer.

Pese a que la preparación para esa platica con su hija les tomo cuatro días dado la reticencia para enfrentarla siendo ella una de las más conflictivas hasta ese momento, lo cierto es que la charla en si fue bastante corta. Pese a que Luan era ya bastante mayor, sus padres aún estaban aprendiendo a cómo lidiar con ella y como tratarla de manera correcta sin causarle más complicaciones. Pero era entendible que les tomara tanto tiempo, esos padres debían lidiar con hijos muy peculiares. Leni con su complejo caso de Discapacidad Intelectual anidado a un patrón de conducta dentro del Espectro Autista era la más difícil de lidiar de entre todas ellas. Recientemente Luna, preocupando cada vez más a los médicos familiares por el desarrollo constante en su Complejo de Hermano, que pese a las repeticiones de que aquello no era de preocupación, no podía dejar de hacer sentir a los padres cada día más nerviosos. Luan y su problema de atención y constante desinterés en las relaciones interpersonales, así como la reciente advertencia de un complejo similar al de Luna. Lenna y su similitud a su hermana mayor inmediata, mostrando aquella falta de interés por las interacciones sociales fuera de la que su propia familia le proveía, haciendo notar en ella indicios de algún tipo de Ansiedad Social, pero nada que el psicólogo pudiera mencionar de manera categórica aún. La pareja de gemelos, siendo que él varón y su peculiar forma de interesarse o perder el interés de manera arbitraria, haciendo que sus padres sientan un miedo constante a que tenga aquello de lo que Luan padece, pero no dando indicios claros ni fehacientes de que sea así; o la gemela y su desproporcionado y ya muy fuera de lugar apego a su hermano, que pese a no afectar en absoluto a su vida cotidiana ni desarrollo, permeaba fuerte en la forma en que le gustaba o no hacer las cosas. Y por ultimo su pequeña Lucy, la cual no solo tuvo que nacer con aquella delicada condición física que jamás la pondría en peligro, pero si la tendría limitada el resto de su vida, mostraba también una conducta atípica para su edad en forma de aquel mutismo casi total que en un principio hizo a los médicos diagnosticarla con algún tipo de discapacidad cognitiva, puede que una física que le impida hablar de manera correcta, pero que al final se descubrió era solo una decisión consciente de la pequeña. Con miedo, esperaban que sus gemelas no presentaran nada tan particular y conspicuo en su comportamiento al momento de crecer, así como su siguiente hija con tan poco tiempo de nacida. No podían darse abasto con sus hijos actuales para entenderlos a cabalidad y para tratarlos de la forma correcta, así que sería mucho más difícil lidiar con todo si más de sus hijos mostraban conductas así.

Disfrutando de la paz y tranquilidad que representaba ser acosado ahora únicamente por dos de sus hermanas, Lincoln pudo al fin tener tiempo para sí mismo y para aquellas cosas que tanto le gustaban. Era una etapa dorada para el niño de cabellera plateada. Su mesada era gastada únicamente en comics, ocasionalmente en la compra de películas y con estas se dedicaba a pasar tiempo de calidad consigo mismo, pues pese a que de buena fe intento que sus hermanas se integraran y aceptaran sus gustos, a ninguna de ellas parecía importarle mucho aquellas actividades. Afortunadamente no estaba del todo solo, Lucy en algún punto había comenzado a pasar tiempo con él mientras veía sus películas de terror, las cuales en su mayoría eran de bajo presupuesto y con actuaciones exageradas, pero que siempre conseguían mantenerlo entretenido.

Como el hermano atento que siempre fue, no descuido a sus hermanas y estuvo pendiente de ellas tanto como lo había estado anteriormente, pero afortunadamente para él, sus padres cumplieron su palabra de hablar con ellas y hacerles entender que necesitaba su propio espacio. También pudo sentirse más tranquilo ya que realmente habían dejado de necesitarlo tanto como antes pues cada una había conseguido comprometerse una vez más con aquello que les gustaba hacer. De la primera que notó aquel cambio fue de Lori, quien parecía estar muy aplicada en sus estudios, incluso más antes. Tanto tiempo como para pasar gran parte de la tarde en su habitación, sentada frente a su escritorio, repasando sus apuntes y haciendo pruebas de simulacro para acceder a la preparatoria. Pero extrañamente se veía muy motivada, incluso podía decirse que se veía feliz poniendo todo ese empeño y gracias a eso, había perdido también aquella fijación que tenia por su apariencia tan peculiar por culpa de todos los problemas que la pubertad le hizo pasar. Pero a Lincoln le gustaba verla feliz, por lo que cada vez que tenía el tiempo, volvía a prepararle refrigerios que llevaba hasta su habitación para evitar que interrumpiera sus sesiones de estudio.

Leni consiguió fijar su atención en sus actividades y una vez mas recibía atención gracias a sus obras de arte, especialmente ahora que además de mezclar diversas técnicas de pintura, Leni usaba también sus conocimientos adquiridos en el club de corte y confección para diseñar modelos de ropa que pegaría sobre los personajes de sus obras. Era para Lincoln hilarante ver esas pinturas, pero tal parecía que los adultos amaban la forma en que se veían porque no dejaban de adular a su hermana especial. Luna, ahora más limitada en sus adquisiciones, paso sus esfuerzos en la música de aprender cada instrumento posible, a formar una banda escolar, esto después de haber tomado la decisión de unirse al club de vientos y al club de cuerdas de la escuela, haciéndose notar aún mas que cuando solo estaba en el club de música, donde se enfocaban en la parte teórica para que eventualmente los participantes brincaran a algún club practico. Luan por otra parte, pasó de ser una niña descuidada, algo tosca y también muy poco comprometida a una que atendía con diligencia todas sus actividades en el club de teatro, lo cual era bueno incluso si solo ahí mostraba un cambio notable. Lenna, un poco para pesar de Lincoln y su gemela, terminó por pasar cada vez menos tiempo con ellos pues, tras hablar con sus padres una vez más, al final la convencieron de entrar a un equipo deportivo escolar. Aunque no parecía muy contenta con eso, Lenna ciertamente parecía estar consiguiendo amigos en la escuela, por lo que no pudo evitar sentirse alegre por ella.

Su gemela, al igual que siempre, permaneció a su lado tanto tiempo como podía, pero ahora con menos insistencia pues así como Leni, ella también practicaba su arte de manera más formal y, dentro de la escuela, había decidido entrar al club de lectura y redacción motivada por las actividades extra escolares de sus hermanas mayores, donde parecía estarse divirtiendo y aprendiendo muchas cosas nuevas, pero sobre todo haciéndose más popular aún. Pero a Lincoln lo que más le gustaba de todo eso era el tiempo que tenia para sí mismo gracias a no tener que atender todo el día a sus hermanas. En casa podía tranquilamente leer sus comics y divertirse con ello, o bien viendo sus películas de terror baratas, aunque para ello debía hacer una agenda, pues pese a todo aun debía ayudar a sus hermanas y por poco que lo hiciera, eran bastantes y le quitaban tiempo, pero no lo desanimaba a buscarse la oportunidad de pasar una noche frente al televisor asustado ante lo que veía, especialmente ahora que Lucy le acompañaba la mayoría de la veces viendo con él esas películas.

Pero de entre todo lo nuevo que estaba pasando para el pequeño peliblanco, quizá la recompensa más grande fue el tiempo libre que tenia dentro de la escuela al ya no estar obligado a almorzar con sus hermanas, quienes ahora tenían cada una su propio círculo de amigos gracias a sus actividades, así como tampoco debía acompañarlas por la tarde al terminar las clases ya que, una vez más, ellas estaba ocupadas con sus asuntos. Gracias a eso, Lincoln pudo al fin tener tiempo para hablar con sus compañeros de clase y congeniar con algunas otras personas dentro de la escuela, rescatando de entre todos ellos a quien rápidamente se convirtió en su primer amigo: Clyde.

Fue tan simple como quedarse uno de aquellos días en el salón de clase durante el almuerzo, no era el único que hacia eso ni tampoco sería el último, pero en esa ocasión, mientras leía un comic solo para entretenerse, confiado en que al ser la hora del almuerzo los profesores no le dirían nada, alguien se le acerco y le advirtió que guardara aquel tomo, pues un profesor pasaría a dar un vistazo al salón. La sorpresa de Lincoln fue mucha, quien le habló fue el niño callado que siempre estaba en la esquina más oscura del aula, ese que era bastante nuevo dentro de la escuela, aquel que pese a estar en una escuela con tanta diversidad étnica, resultaba ser el único de piel verdaderamente negra, al menos en la primaria, seguramente en años superiores algún otro afroamericano debería haber.

—Pero, es la hora del almuerzo, no deberían regañarme por leer algo— comentó Lincoln, seguro de que tenía razón y confiado en que no recibiría reprimenda si le encontraban leyendo aquella revista con viñetas.

—No, el reglamento dice que no debes traer a la escuela ningún tipo de entretenimiento que no sea propio de la escuela— afirmó el niño de piel negra, viéndose bastante nervioso al momento de hablar—. Si hubieras tomado prestado el comic de la biblioteca, no te dirían nada, pero si saben que lo trajiste de tu casa, te lo van a confiscar. Me hicieron lo mismo, por eso leí el reglamento escolar completo, para que no me quitaran nada más.

—¿¡Te quitaron un comic!?— preguntó Lincoln muy exaltado, mientras presuroso escondía su comic en su mochila— Eso no es justo, era tuyo.

—Papá tuvo que venir a la escuela y hablar con el profesor para que me lo devolviera, así que lo recuperé, pero sería mejor si te evitas problemas.

—Gracias por avisarme… ¿Cómo te llamas?

—Clyde.

—Soy Lincoln— ofreció su mano para un saludo—, ya que no podre leer mi comic, ¿quieres acompañarme al comedor para comer algo?

—Supongo que si…

Lincoln caminó en dirección al comedor escolar, sin revisar si aquel niño estaba realmente tras de él, por lo que no lo vio apresurar su paso de manera nerviosa mientras lo seguía. El peliblanco en realidad no tenía hambre, pero ahora que no podría leer su comic necesitaba una forma de distraerse, y conocía pocas formas de ello además de simplemente comer algo.

—¿Qué libro te quitaron?— Lincoln tomó por sorpresa a su acompañante al hablarle repentinamente después de pasar un buen rato en silencio.

—Pues, fue un comic también…

—¿¡En serio!? ¿Cuál fue?

—Se llama Carnival Quarter…

—Lo conozco, también lo he leído algunas veces. Es muy divertido, da mucha risa esa historia. Pero a mí me gusta más Ace Savvy. ¿Lo conoces?

—Si, lo conozco, pero no me gustan mucho las historias de héroes, prefiero historias que me hagan reír.

—Ace Savvy es muy gracioso, pero solo cuando no está peleando contra enemigos.

—Pero él siempre está peleando contra enemigos.

—No es verdad. Cuando lees los tomos, las páginas centrales siempre son una ilustración de algún personaje, pero las tres páginas anteriores y las tres posteriores son historias cortas donde Ace hace cosas normales y muy divertidas. No pelea con nadie y tampoco hace nada espectacular, solo hace cosas de normales y a veces se encuentra con enemigos y aliados, pero los trata a todos como amigos, y siempre hacen cosas tontas y se divierten.

Al día siguiente Lincoln se sintió emocionado de ir a la escuela, algo que difícilmente le ocurría en su cotidianeidad, pues a pesar de ser alguien con buenas notas, en realidad le costaba mucho concentrarse en sus clases y más aún estudiar por su cuenta. Durante las clases su principal dificultad era mantenerse atento a lo que su docente en turno le impartía, no le gustaba mucho aquella actividad pues consistía en estar sentado por mucho tiempo escuchando a alguien con una voz monótona frente a él diciéndole cosas que le aseguraban serian muy importantes en su vida, pero que al salir de la escuela nunca ocupaba para nada que no fuera hacer sus tareas. Y pese a que algunas clases eran de hecho bastante divertidas cuando se abordaban ciertos temas, la norma general era escuchar cosas aburridas o copiar textos que el profesor escribía en aquellos arcaicos y algo desgastados pizarrones. Era también molesto para él tener que sentarse siempre al frente de la clase, especialmente porque no lo hacía por gusto, pero si no recurría a los asientos más próximos al pizarrón, a Lincoln se le dificultaría de sobremanera poder leer lo que estaba escrito en ellos. Ya el simple hecho de estar a media aula ocasionaba que Lincoln viera solo garabatos ininteligibles donde se supone que sus profesores hacían apuntes relevantes. Y de alguna manera estar al frente también era una forma auto impuesta de disciplina pues siendo tan inquieto como podía llegar a serlo, era muy común que su mente se disociara por completo de la clase, algo que hacía de forma muy evidente, por lo que estando frente al docente de turno seria rápidamente reprendido por él y podría devolver su atención a donde se supone que debería de estar.

Sin una razón en específico, Lincoln comenzó a usar los lugares en la segunda fila del aula, considerando aquellos puestos bastante más reconfortantes por una razón en específico: estar cubierto. En la segunda fila Lincoln aun era perfectamente capaz de leer lo escrito en el pizarrón, de la misma forma que los docentes podían verle y reprenderle en caso de que estuviera divagando, pero al tener a alguien frente a él, la segunda fila le brindaba una extraña confianza que no sabía que quería o necesitaba, pero que disfrutaba mucho de tener. Teniendo a alguien frente a él, de así quererlo, podría esconder aquellos tics nerviosos que sus docentes parecían odiar tanto y que en realidad Lincoln no podía controlar en absoluto. Surgían de forma natural, espontanea y sin que él pudiera notarlo en la mayoría de los casos, pero siendo que eso era algo que él hacía desde hace mucho tiempo, jamás llego a considerarlo como algo malo, o siquiera extraño. Sabía bien que era algo muy personal tomando en cuenta que jamás vio a ninguno de sus compañeros recurrir a algo así a menos que estuvieran en exámenes, pero para él era algo muy común, y por tanto se veía constantemente en él, llamando la atención de los docentes que consideraban aquellos movimientos y conductas como una distracción para el resto de los niños en el aula.

Estar siempre en el centro de atención de los mayores, así que los compañeros de Lincoln no se sintieran muy atraídos a la idea de congeniar con él, limitándose la mayoría de las veces a responder a las formas tan educadas que tenía el peliblanco para pedirles algún favor menor o al saludarlos por las mañanas, siendo aquella una curiosa costumbre que el niño tenía. Aunque él no lo sabía, entre sus compañeros tenía una reputación no muy favorable, la de ser el niño raro de la clase, cosa que a al pequeño amable realmente no le afectaba mucho. Era cierto que Lincoln no tenía amigos por aquella reputación de la que no estaba enterado, pero siendo aquello algo intrínseco en él, le acompaño toda su vida y por tanto normalizo ese aislamiento en el que pasaba sus días escolares. Jamás tuvo la oportunidad de cuestionarse si aquello era algo bueno o malo porque no solo era lo normativo para su vida diaria sino que nunca le causo un mal sabor de boca. Era cierto que a veces se sentía algo solo por no ser invitado a las conversaciones que sus compañeros tenían o ser recibido de manera tibia cuando intentaba ser parte de las mismas, pero nunca nadie le había dicho nada malo, por lo que no podía ver problemas con el trato que recibía en aquel recinto escolar. Y tampoco es que estuviera en silencio total o ajeno a todos sus compañeros, si él hablaba con alguien, aunque no fuera de la manera más alegre, recibiría una respuesta, y aun si eso no ocurriera, fuera de clase tenia oportunidades de interactuar con más personas. Claro está, aquello ocurría en la hora del almuerzo, en el comedor para ser especifico, donde en algún momento sus hermanas y él se adueñaron de un par de mesas donde siempre se sentaban para comer y estar los unos con los otros como en casa, con la pequeña diferencia de que en el almuerzo muchas personas se acercaban a ellos, o mejor dicho a sus hermanas, para tratar de entablar conversaciones con ellas. O al menos con la mayoría.

Para Lincoln la oportunidad se presentaba gracias a su gemela, quien siendo muy apreciada por sus compañeros de clase se veía rodeada por ellos en aquellas ocasiones y, para fortuna del peliblanco, esos compañeros solían ser muy amables con él, llegando incluso a incluirlo en las conversaciones o respondiendo a sus palabras sin tanto desanimo como en su propia clase sus compañeros lo hacían. Así eran los días para Lincoln, siendo el niño raro de su clase sin estar enterado de eso, y aceptando la idea de que pese a que sus compañeros conversaban y jugaban entre sí, el debía permanecer de preferencia sentado y en silencio en su asiento en los pequeños descansos entre clases, distrayéndose al cobijo de su muy entrenada imaginación. Y durante los almuerzos iría con sus hermanas y podría hablar con ellas y con sus amigos. No podía ser algo malo tener una vida escolar como esa tomando en cuenta que Lenna pasaba por algo muy similar a él, o al menos así es como Lincoln lo interpretaba, pero lo cierto es que sus casos eran mejor definidos como opuestos. Después de todo a Lincoln le gustaría encajar con sus compañeros, pero se limitaba a sí mismo para no molestarlos ya que ellos no se veían muy interesados en eso, mientras que a Lenna sus compañeros en realidad si la intentaban incluir y hacer parte de sus actividades estando interesados en ella, pero era la misma Lenna quien teniendo poca paciencia para hablar con otras personas que no fueran sus hermanos, les daba a veces respuestas secas y algo groseras. Mientras que Lincoln era un alienado por ser quien era, Lenna se alienaba a si misma por culpa de su comportamiento, pero aun así era activamente incluida dentro de su clase.

Pero eso ahora daba igual, desde esa primera conversación con Clyde, Lincoln pudo mantener sus interacciones de manera constante y pese a que en realidad era él quien parecía presionar un poco para hacer salir a aquel chico negro de su silencio, igual existía entre ellos mucha afinidad. No era únicamente el hecho de que ambos leyeran comic, lo cual si era bastante relevante, pero no tanto como el hecho de que Clyde era hombre. Amos lo eran, y eso de alguna forma era relajante para Lincoln, lo hacía sentirse mucho más tranquilo y también le generaba una extraña pero agradable confianza que hasta ese momento no había sido capaz de experimentar. A Clyde no debía cuidarlo, ni tampoco ser muy amable con él, no debía cuidarlo ni tampoco tratar de complacerlo, no debía atender sus necesidades afectivas ni tampoco someterse a su contacto físico atosigante. Sin mencionar el hecho de que Clyde tampoco parecía tener conductas ni carencias remotamente similares a las de sus hermanas, así como también estaba el hecho de que ambos eran hombres, por lo que sin entender muy bien cómo es que sucedía, Lincoln podía notar que entre ellos no existía ese muro permanente que con cada una de sus hermanas mayores si parecía imposible de derrumbar. Aunque era algo sencillo, para Lincoln resultaba indescifrable como es que la compañía de Clyde parecía ser tan distinta, pese a poder enumerar cada una de las razones. No se le podía culpar por ello, después de todo, aunque ya no era tan pequeño, seguía siendo muy ingenuo e inexperto en prácticamente todo lo que representaba a interacciones. Pero no era de importancia, Lincoln no tenía el tiempo, las ganas ni la capacidad para hacer reflexiones al respecto, lo que le interesaba era seguir pasando el rato con ese niño.

Por las mañanas, antes de que las clases comenzaran, permanecían fuera del aula, sentados junto a la entrada del aula solo para platicar sobre comics, pues aunque era algo peligroso hacerlo de esa manera, ambos habían comenzado a llevar algunos de los números en su posesión para intercambiarlos. Lo hacían por la tarde, cuando las clases terminaban, sacaban de sus mochilas aquellas revistas de súper héroes y hacían el intercambio antes de despedirse e ir cada uno hacia el auto de sus padres. Y la mañana siguiente tomaban asiento en el suelo junto a la entrada del aula para poder platicar tranquilamente sobre lo que leyeron la noche anterior, tratando de explicarse entre si las cosas que veían en esas viñetas y la mayor parte del tiempo riendo al recordar las bromas que muchas veces se presentaban en esos comics. Entre clases, en aquellos pequeñísimos espacios de tiempo que a veces no llegaban a sumar siquiera un minuto completo, ambos se levantaban de sus asientos para acercarse y hacer algún comentario irrelevante sobre la clase y lo aburridos o emocionados que estaban respecto a la misma. Durante el almuerzo ellos caminaban juntos hacia el comedor escolar y pasaban un rato agradable hablando mientras comían sus alimentos, eso era divertido ya que si bien a Lenna y a su gemela aun les preparaban almuerzo en casa, a Lincoln ya no le daban ese lujo, recibiendo ahora una cantidad diaria para que comprara algo en la cafetería escolar. Por lo general Lincoln solo compraba algo simple y guardaba su cambio para gastarlo en un futuro, pero ahora que pasaba el almuerzo con Clyde, procuraba hacerse de una comida completa para que al estar sentados, ambos iniciaran una curiosa actividad que consistía en intercambiar cosas de sus loncheras, lo cual ambos disfrutaban mucho. Mientras que Clyde aprovechaba aquello para deshacerse de la comida extra nutritiva e insípida que sus padres le preparaban para mantenerlo sano y a cambio consiguiendo algunos dulces o comida chatarra de Lincoln, quien la compraba en la cafetería, para Lincoln era la oportunidad para hacer justamente lo opuesto. Aunque nunca lo había notado con anterioridad, cando dejaron de hacer su almuerzo Lincoln se dio cuenta de que su padre en realidad cocinaba de una forma muy deliciosa, pues en comparación con la comida que vendían en la cafetería su padre preparaba lo que podría llamarse un manjar. En parte era por eso que Lincoln solía no gastar mucho en sus almuerzos, pues no los disfrutaba al no ser cocinados por alguno de sus padres, pero ahora que Clyde intercambiaba cosas con él, podía saborear algo casero de nuevo en la escuela, y pese a que los padres de Clyde no estaban ni por asomo cerca del nivel de su padre, Lincoln aun podía notar como lo que ellos preparaban seguía siendo bastante mejor que lo ofrecido en la cafetería.

Apenas un mes después de conocerse, Lincoln y Clyde eran ya bastante inseparables, tanto así que incluso habían encontrado la manera de sentarse al lado el uno del otro pese a que los asientos estaban asignados por orden de lista y gracias a ello y un poco de comprensión por sus peticiones, Lincoln solía estar siempre al frente, mientras que a Clyde le toco el asiento mas al fondo de la clase pues, pese a que ese lugar se suponía seria provisional mientras lo integraban al grupo, al final nunca le reasignaron un asiento, dejándolo en el fondo de la clase. Pero notando eso, Lincoln trato de conseguir la forma de estar juntos, cosa que no fue tan difícil si se tomaba en cuenta sus apellidos, pues al hacer la lista y el diagrama, Lincoln noto que de hecho les correspondía estar uno al lado del otro, o casi al lado del otro ya que a Lincoln le correspondía el asiento E5 mientras que a Clyde le correspondía el F4, por lo que el niño de piel negra estaría sentado en la diagonal derecha frente a Lincoln, algo que bastaba para ellos y razón por la cual comentaron a su profesor encargado y consiguieron la reasignación de lugares. Fue un pequeño sacrificio para Lincoln quien a esa distancia del pizarrón tenia complicaciones leer lo que se escribía sobre el mismo, pero seguía siendo divertido poder estar cerca de Clyde durante clases.

Al compartir su tiempo con Clyde, haciendo al fin cosas que le gustaban y no necesariamente teniendo que acoplarse a lo que sus hermanas querían, Lincoln al fin podía poner en práctica sus ideas y también expresar sus ideas, siendo que la mayoría de las veces su nuevo amigo la aceptaba con mucha facilidad e incluso le hacían reír ocasionalmente. Gracias a eso, y sin que Lincoln pudiera darse cuenta de ello en realidad, él perdió aquel hábito de fantasear despierto y con ello también perdió bastante rápido ese hábito involuntario de repentinamente actuar aquellos escenarios que aparecían en su cabeza con la intención de distraerse. Ya no era necesario, pues ahora podía hablarlos con Clyde, y también actuarlos junto a él, después de todo el afroamericano aunque muy reservado en un inicio, rápidamente termino por relajar su comportamiento ante la presencia del peliblanco, haciéndose alguien mucho más ameno y también bastante más abierto y platicador. Para ambos aquella pequeña amistad infantil, tan fortuita como fue, les dio resultados que realmente no esperaban. Pero que aceptaron de manera inmediata, especialmente Clyde, quien siempre estuvo ligado a cierta soledad producto de su ser tímido y esquivo.

Aunque para la mayoría de sus compañeros Lincoln era alguien interesante, realmente ninguno estaba muy dispuesto a interactuar mucho con él. Ciertamente era alguien divertido y tenía aquella apariencia tan genial y extravagante causada por su peculiar color de cabello, sin mencionar el pesado y poderoso hecho de ser hermano menor de Lori y Leni, dos chicas que pese a ser por razones completamente diferentes eran de las más reconocidas en la escuela e incluso fuera de la misma. No solo eso, el resto de sus hermanas eran también muy notorias en la escuela, y aunque su gemela era relativamente popular en su curso, Lincoln siempre fue menos popular debido a su extraño comportamiento dual, pues aunque el Lincoln normal le agradaba a todos por igual, el Lincoln alocado era simplemente demasiado para que los niños de su edad se sintieran cómodos, especialmente porque parecía ser alguien algo loco al hacer esos cambios de manera repentina. En medio de una conversación común y corriente él podría estar participando sin agregando su punto de vista o diciendo algún comentario curioso para en seguida decir que era un astronauta o incluso pretendiendo ser un héroe o artista marcial. Nunca hizo daño a nadie, y realmente no parecía hacer aquello de forma disociada, solo era que comenzaba a jugar sin previo aviso y ello causaba que sus compañeros se incomodaran teniéndolo cerca, por ello lentamente se limitaron a responderle y ser amables con él, pero no a invitarlo a ser parte de lo que hacían. Pero en solo dos meses, en que los compañeros notaron aquella amistad nueva en el grupo, pudieron ver a Lincoln como alguien más tranquilo, o al menos como alguien menos incomodo. Cuando hablaba con Clyde, Lincoln era muy divertido y expresivo, y aunque de vez en cuando aun actuaba muy exagerado, ya no era algo constante y parecía hacerlo solo para enfatizar algunas cosas, sin mencionar que al igual que sus hermanas mayores o que su gemela, él tenía una radiante sonrisa que atrapaba la mirada rápidamente. En realidad, la principal razón por la que sus compañeros de clase comenzaron a incluirlo después de que se amisto con Clyde fue porque, al ser gemelos, Lincoln tenia también ese extraño atractivo de su hermana y esa aura llamativa por culpa de su cabello, incluso muchos lo consideraban lindo ya que, siendo Lincoln un niño criado entre niñas, tenía bastante manierismos femeninos que la mayoría no había notado antes ya que él no tenía la oportunidad de mostrarlos.

Cuando entro a su nueva escuela, Clyde tuvo graves problemas para incorporarse debido a las muchas circunstancias peculiares que rodeaban a su vida. Eran muchas para ser enumeradas pero sin duda las que más le afectaban eran las más evidentes, siendo su apariencia la que mas resaltaba. Aunque sabía que no era el único, lo cierto es que desde que tiene memoria Clyde se ha topado a muy poca gente con su tono de piel, tan poca que podía contarla usando solo los dedos de su mano, eso evidentemente le hacía resaltar entre la mayormente blanca piel de los niños que habitaban su antiguo hogar, así como de los que se encontraban en su escuela actual, eso lo molestaba bastante ya que siendo desde siempre un niño tímido, le incomodaba ser el centro de atención. También estaba la sensación de incapacidad que le generaba el ser tan sobre protegido por uno de sus padres, y si, el hecho de tener dos padres era algo que si bien no le avergonzaba, si causaba reacciones mistas en quienes lo sabían. Por ello cuando entro a esa nueva escuela, se sintió en parte aliviado de que su asiento fuese al fondo de la clase, donde nadie podría verlo desde atrás o molestarlo, y pese a que en algún momento realmente esperaba la reasignación de su lugar y con eso animarse a hablar con algunos compañeros tal y como sus padres le sugerían, lo cierto es que nunca se animo a mencionarle a sus profesores como es que nunca hicieron ese cambio para él. Siempre que miraba a sus compañeros en los descansos, podía verlos ya en grupos definidos, las amistades ya se habían entablado y eso le parecía intimidante a Clyde, quien no era capaz de acercarse a nadie para tratar de conversar, de la misma forma que nadie estaba muy tentado a acercarse a él para hablar al ver como siempre desviaba la mirada y pasaba la mayor parte del tiempo agachando su mirada y encogido en su asiento. Pero no era el único en esa situación, pues tanto Alan como Lincoln pasaban por situaciones muy similares. El primero completamente ajeno a la mayoría de sus compañeros, pero hasta donde sabía aquello era por su condición médica, mientras que el segundo, pese a si hablar con la mayoría de sus compañeros de vez en cuando, parecía preferir estar en soledad. Aunque no era algo bueno, ver eso le reconfortaba un poco, al menos podía decir que no era el único chico solitario y marginado de la clase. A veces incluso imaginaba que ellos dos lo invitaban a pasar el rato y terminaban por convertirse en algo parecido al grupo de inadaptados del aula.

El resultado de aquella amistad fue para ellos muy emocionante, pues ahora sus compañeros verdaderamente estaban interesados en incluirlos en sus actividades después de notar a Lincoln comportarse de forma menos exagerada y notando que Clyde no era tan antipático como aparentaba. Y aunque Lincoln no tenía una reputación similar a la de sus hermanas, llena de logros, seguía siendo parte de esa peculiar familia, lo que hacía que sus compañeros estuvieran expectantes a lo que hacia dentro de clases. Todo iba increíblemente bien para ellos en ese punto. Estaban viviendo al fin una vida escolar normal, dejando atrás esa marginación en la que solían refugiarse y desarrollándose al fin como personas normales. Clyde tenía todo el apoyo de sus padres, por lo que fácilmente podría mejorar sus conductas y adaptarse a ese nuevo tipo de interacciones. Lincoln probablemente tendría problemas.


Sombras - Colores

Algo molesta con el asunto, y repitiendo una conducta que recientemente era común en varias de las hermanas, Lenna fue hasta la habitación de su hermana mayor para quejarse de Lincoln nuevamente. Aunque para ella eso debió ser una pequeñez, lo cierto es que recientemente parecía salirse con la suya en esas situaciones, por lo que prefería hacer un poco de drama al respecto.

Los nervios de Lori se crisparon ante la interrupción y después de reclamarle a su hermana menor por el inconveniente le dijo que aquello se resolvería cuando Lincoln regresara a casa. Estaba verdaderamente molesta con el hecho, aunque no por lo que su hermana menor de dijo sino mas por el hecho mismo de que Lincoln estuviera ausente. Últimamente eso era algo muy común, demasiado para su gusto, y sobre todo muy inconveniente. Hablar con sus padres no parecía solucionar el problema tampoco pues, a consideración de ellos, lo que hacía Lincoln no solo estaba bien sino que era de admirar y algo que ellas, como sus hermanas, debían respetarle. Lori lo intentaba, en verdad lo hacía, pero comenzaba a sentirse agobiada por esas ausencias pese a que eran bastante cortas, no solo porque eso la mantenía atada a responsabilidades extras y por más tiempo sino porque una vez más Lincoln parecía alejarse de ellas… parecía alejarse de ella.

Después de aquella plática tan incómoda, pero también tan reveladora que tuvo con su madre después de su primer periodo, Lori entendió que su estado de ánimo se volvería más volátil en ciertos momentos relacionados con sus cambios hormonales y pensó que podría con ello, se creía capaz de sobre llevarlo y estaba segura de que no tendría problemas al solucionar cualquier inobediente que eso le pudiera causar. Estuvo muy equivocada. Teniendo aun muy presentes las sensaciones de los cólicos y el uso de aquellas toallas femeninas que le avergonzaba tanto usar ante la idea de que parecían ser pañales para adulto, ella trató de mantener la calma y sacar de su mente las cosas que la afligían al pasar tiempo con sus amigas. Y solo algunos días después de tener aquella primera experiencia con su pubertad, la cual de hecho parecía llegarle un poco tarde, terminó por explotar sin ser capaz de controlar sus emociones. No podía evitarlo, eran demasiadas cosas juntas y odiaba tener que pasar por todo eso al mismo tiempo. Cuando era pequeña y asistía a la primaria, ser la chica lista la hacía alguien interesante y en parte popular también, pero estando ahora en la secundaria, aquello parecía repelente para el resto de sus compañeros que ahora la molestaban por ser alguien estudiosa y por tratar de mantener una buena relación con sus docentes. El simple hecho de entrar a la secundaria le hizo perder bastantes amigos a los que les tenía mucho cariño. Pero encima de eso, su pubertad comenzó con el pie izquierdo cuando de manera incontrolable y también desmedida, su rostro comenzó a llenarse de espinillas, haciéndola pasar de ser considerada una de las chicas más bonitas a una de las más feas simplemente por eso, lo cual afecto de manera negativa su autoestima. Esto fue causando en ella un estrés que lentamente derivó en una jaqueca contante y que después evoluciono en una tensión ocular persistente, obligándola a ir a una revisión médica. El estrés parecía estarle provocando una presión arterial muy alta, que a su vez causaba esas jaquecas y el problema en sus ojos, lo cuales no solo habían comenzado a cansarse rápidamente en las lecturas sino también habían comenzado a llorar de manera constante y a enrojecerse, haciéndole tener también una visión empobrecida por ello.

Debió someterse a dos soluciones importantes para salir de aquel predicamento, primero fue asistir a terapia a manera de mejorar su salud mental, y también recibiendo un tratamiento médico para el control de su presión arterial inusualmente alta. Lamentablemente para Lori, también se le obligo a usar unos anteojos especiales que evitarían que sus ojos se lastimen demasiado a lo largo del día y así previniendo efectos secundarios a largo plazo. A ella eso no le gusto en absoluto tomando en cuenta que ahora no solo era la chica lista y faldera de la clase, era también la de la cara llena de espinillas y ahora incluso debía llevar puestos unos lestes increíblemente toscos y feos para evitar daños permanentes a su vista. Aunque asistía a terapia, lo cierto es que no podía bajar la ansiedad que su apariencia le causaba y al poco tiempo no solo tuvo que lidiar con esos problemas sino que debió lidiar con uno más. Incapaz de aligerar el peso en su mente respecto a su apariencia, además de la ansiedad, la presión arterial alta y sus cambios de temperamento hormonales, Lori debió lidiar con un problema de caspa causado también por el estrés, lo cual termino por ser corregido viéndose obligada a usar una espesa y apestosa crema sobre su cabello, la cual no solo lo dejaba brilloso y pegajoso sino también lo hacía muy difícil de peinar. Pero las cosas malas que le ocurrían a Lori no terminaron ahí, para su aun peor situación, a ella comenzaron a brotarle los cordales, aquel molesto tercer par de muelas las cuales si bien no le causaban ningún malestar real, lamentablemente si empujaban con fuerza su dentadura, desviándola y haciéndola lucir mal. Aunque la atención a ese problema fue relativamente rápida y Lori enfrentó una cirugía maxilofacial muy rápida e indolora, aquel par de muelas dejaron secuelas estéticas en su rostro, obligándola a llevar puestos unos brackets que no solo tendrían que corregir la alineación de sus dientes sino también la postura de su mandíbula que resulto desviada tras la aparición de aquellos molares.

Lori se sentía fatal después de todo eso. A lo largo del poco tiempo que llevaba en secundaria había perdido prácticamente toda su reputación, se volvió a ojos de sus compañeros una lame botas de los profesores y para colmo empezó a lucir de forma horrible por culpa de sus espinillas, brackets, lentes bromosos y también por su ingobernable y apestoso cabello bañado en crema especial para evitar la caspa. Y aun así ella debía mantener sus calificaciones y ser parte de sus actividades fuera de clases, lo cual solo agregaba mas estrés a su joven cuerpo aun lejano de florecer. Lori bien podría soportar eso aún si no le quedara ni un solo amigo con quien hablar, pues ella siempre fue una chica de carácter fuerte y obstinada cuando hacía falta que lo fuera. Pero agregar a ello su primer periodo la puso al límite total, convirtiéndola en una bomba de tiempo lista para estallar a la menor de las provocaciones. Lamentablemente quien provocó esa desagradable explosión de emociones negativas fue su hermana menor.

Después de pasar aquellas horribles mañanas en la escuela, donde sentía que lentamente perdía cualquier tipo de esperanza en mejorar su situación, aferrándose como podía a las únicas dos amigas que aun tenia, Loria debía regresar a casa y controlar a sus hermanos menores, ayudar en las tareas domesticas y, por encima de todo, cuidar de manera particular de su hermana inmediata. Leni era hermosa, y aunque un año de diferencia las separaba en edad, para Lori era innegable que ella era mucho más linda, era una idea que había adquirido después de escuchar a mil y una personas decir constantemente y sin ningún ápice de discreción como es que Leni era la más linda de todas sus hermanas, pese al problema que ella tenía. Aunque era un comportamiento irracional y en un principio ella era incluso capaz de racionalizarlo, en muy poco tiempo Lori no pudo dejar de pensar en que Leni le restregaba lo bonita que era, mientras ella se hacía cada día más fea por culpa de todos sus problemas. Y aunque era tan fuerte y madura como para mantener esos sentimientos dentro de ella, escondidos junto al resto de emociones negativas que su hermana inmediata le causaba, no podía evitar sentir su estomago retorcerse al ver a Leni. Su rostro era aún liso y libre de cualquier imperfección, su sonrisa era radiante y completamente alineada, su cabello era tan largo y sedoso, su altura era notable y su cuerpo, aunque seguía siendo infantil, dejaba ver cuán desarrollada estaba en comparación al resto de chicas de su edad. Pero Lori no podía decir nada, debía mantenerlo todo para ella, sería una pésima hermana y una hija horrible si decidiera quejarse de Leni con su familia, después de todo, su hermana inmediata era especial, y por mucho que le incomodara, eso la hacía acreedora a un trato especial también. Pero esa tarde todo se le salió de control.

Ya desde el día anterior al incidente la paciencia de Lori había comenzado a flaquear y con ello había comenzado con aquellas observaciones mordaces e incisivas sobre las conductas de su hermana menor. En parte hacia eso a propósito, con la intención de hacerla enojar y así liberar algo de su frustración, pero Leni era demasiado… ajena a su alrededor para realmente entender aquellos ataques, lo cual solo molestaba mas a Lori. Afortunadamente Lori tenía aun a sus amigas y pese a que no era algo común para ellas, decidieron asistir a la fiesta de un amigo que en su casa tenía un enorme jardín, pero lo más importante es que estaría el chico latino que tan atractivo le parecía y sus amigas la habían convencido de que ella tenía una oportunidad de acercarse a él. No tenía dudas de ello, pues para empezar aquel chico, además de tener aquel comportamiento algo tontorrón, era también alguien increíblemente amable y sobre todo muy sociable. Era el tipo de chico que ofrecía su ayuda a todos y que de tanto en tanto fantaseaba despierto sobre alguna tontería que pasara por su mente. Para Lori era tierna la forma en que ese chico le recordaba a su hermano menor.

También estaba convencida de que podría verse bien para él al menos en esa ocasión, pues si bien debía usar aquellos aparatosos lentes y esa desagradable crema capilar, estaba segura que de no usarlas por una tarde y noche nada malo le pasaría. No había forma de quitarse temporalmente los brackets, pero al menos sabía como disfrazar un poco sus espinillas con maquillaje. Tenía tan buen humor por aquella fiesta que incluso podía verse disfrutando en caso de que aquel chico la rechazara, pues pese a todo estaría libre de sus responsabilidades por un rato. Pero, a pesar de que ella fue muy clara en el asunto, Leni tomo una de las prendas que tenía preparada para esa tarde y con ello la hizo explotar de una forma muy grosera. Fue algo completamente desproporcionado, pero no pudo evitarlo tomando en cuenta todo lo que había estado conteniendo y la forma es que se había estado sintiendo últimamente, tanto física como mentalmente. Cuando sus hermanas se inmiscuyeron en la pelea por la forma en que Lori reaccionó, no pudo evitar sentirse avergonzada por mostrarles como es que atacó de manera verbal a Leni, pero su enojo creció más cuando algunas de sus hermanas tomaron partido por la segundogénita, atacando a Lori con ello, al mismo tiempo que sintió justificada su reacción cuando el resto de sus hermanas se puso de su lado, validando sus sentimientos y quejas. Eventualmente eso se convirtió en un combustible muy volátil que termino por dividir a las hermanas en dos bandos enfrentados. Y en medio de todo eso estaba Lincoln, su adorable hermanito que, siendo tan distraído y abstraído en su mundo como solía ser, seguramente no sabría que hacer en esa situación. Pero Lori estaba segura de que él y nadie más que él entendería su postura, no era demasiado descabellado pensar en eso, Lincoln era también obligado a cargar con muchas responsabilidades y sin lugar a dudas se le pedía resultados mucho más significativos que al resto de sus hermanas sin contar la misma Lori. Pero al volverse parte de la discusión, Lincoln no tomo su lado, no mostro la compasión y disposición que solía mostrarle ni tampoco pareció entender la razón de su molestia. Era cierto que Lori no dejo muy clara la situación para él, pero consideraba que él le daría su apoyo pese a eso, siempre sucedía de esa forma, ella estaba en problemas o se llenaba de responsabilidades y era Lincoln quien acudía en su ayuda y para ofrecerle su apoyo. Pero en su lugar él comenzó a defender a Leni, le dio prioridad a ella, la defendió, fue a ella a quien eligió, dejando a Lori de lado. Así es como ella se sintió en ese momento. Estaba acostumbrada a que todas sus hermanas prefirieran a Leni, incluso a que sus padres y amigos lo hicieran, pero la frustración que sintió al ver a Lincoln hacer lo mismo en ese momento la hizo romperse y estando en la sala de la casa, muy molesta y triste, con su pequeño hermano menor enfrentándola de una forma tan insistente, ella dijo cosas de las que termino por arrepentirse bastante rápido.

Su madre fue muy comprensiva con ella en aquel momento, no le increpó por sus acciones y en su lugar le expresó su entendimiento por las mismas, haciendo que Lori se sintiera a salvo. Ella incluso pudo aceptar el ofrecimiento de su madre para tratar de disminuir sus responsabilidades en casa y también de limitar la dependencia que Leni tenía por ella, pero se negó rotundamente. Lori realmente estaba cansada y muy agobiada con todas sus responsabilidades, especialmente con la que estaban ligadas al cuidado de Leni, pero de ninguna forma dejaría de hacerlas. Aceptaría cualquier ayuda de parte de su familia, pero no quería dejar a Leni de lado de ninguna forma, ella era su hermana menor y, aun cuando para la mayoría de hermanas era obvio que a quien trataba de forma especial era a Lincoln, lo cierto es que era Leni su hermana favorita. Jamás y bajo ningún motivo estaría dispuesta a alejarse de su hermana menor inmediata, y al menos durante esa época de su vida era algo que creía fervientemente.

Pero aunque se limaron asperezas y se liberaron tensiones en aquella plática con su madre, para Lori aun había mucho camino por recorrer para poder sanar sus heridas emocionales, cubrir sus necesidades afectivas y saciar sus deseos de interacciones no familiares. Esa ocasión permitió a Rita ver cómo es que su hija mayor adquiría una meta relacionada con su futuro, y basándose solo en eso no contemplo demasiado con las conductas poco saludables que aparecieron en ella.

Incapaz de entender la razón de su actuar, Lori no podía evitar contemplar los actos de su hermano menor como una extensión de lo sucedido en la discusión con Leni. En la ocasión anterior él prefirió a la segundogénita antes que a ella y eso le rompió el corazón, pero esta vez estaba siendo incluso mucho peor, tanto como para no solo molestarla a ella. Tanto como para hacerla sentir la necesidad de mostrarle represarías.

Sin una razón clara, pues él decidió no explicar con certeza lo que sucedía, Lincoln comenzó a evitarla, en realidad las evitaba a todas. Con pesar y algo de molestia, veía como es que su lindo hermano menor ahora trataba de encontrar excusas para no ayudarles y se escabullía para evitar pasar tiempo con ella, pero trató de no ser demasiado pesada con ese tema, conocía bien a su pequeño monstruo y sabia cuan peculiar podía llegar a ser dependiendo de que tuviera su interés en cada momento. Seguramente eso es lo que le sucedía, algo atrapo su atención, y al igual que cuando le pidió ayuda para encontrar su talento, esta vez buscaba hacer algo nuevo, pero lo quería hacer por sí mismo. Aunque se sentía dolida por la forma en que se alejaba de ella, Lori pensó que no habría problema en esperar a que Lincoln se cansara de hacer lo que sea que esté haciendo para que entonces vuelva a estar al lado de todas ellas. Pero él no volvió con ellas, en su lugar concentro toda su atención en una sola de sus hermanas, la más cercana a él. Era cierto que todas ellas, con excepción de las bebes, tenían una hermana favorita a la que querían más que al resto, era inevitable que ese tipo de cosas suceda tomando en cuenta que compartían habitaciones y que así como algunas tenían edades muy similares, otras tenían edades relativamente lejanas, causando con ello ciertos distanciamientos en cuanto a ideas o creencias. Para algunas era muy evidente quien era su hermana favorita por la forma en que prefería su compañía y cuan unida era a ella, como en el caso de Luan, quien no solo decía con orgullo cual de sus hermanas era su favorita sino también solía tener momentos muy íntimos con ella que reforzaban su decisión. También podía ser que no fuera del todo claro, como era el caso de Lincoln, quien era igual de educado, de servicial y de amoroso con todas sus hermanas por igual, haciendo difícil de notar cual de todas era su favorita, aunque entre ellas hacía tiempo que llegaron a la conclusión natural de que era su gemela quien ocupaba ese lugar especial para él. En otros casos no era para nada evidente, como podía serlo la misma Lori, quien pese a tener confianza en decir que su hermana favorita era Leni y podría hacer, decir o incluso cambiar lo que sea con tal de tenerla a su lado y verla feliz, lo cierto es que a quien daba un cariño especial era a Lincoln. Era de esa forma porque solo en él encontraba a alguien que la entendiera de una forma real.

Al ser la primogénita, de Lori siempre se espero mucho más que del resto de sus hermanas, algo que cuando aún era muy pequeña no le causaba ningún conflicto ya que de manera natural solía esforzarse en todas sus actividades. Y aún cuando la situación de Leni probó ser una muy complicada, para Lori no había problemas con lidiar y cargar esa responsabilidad. Y si bien cuando Luan comenzó a tener su comportamiento explosivo las cosas parecieron volverse un poco más difíciles, para Lori no había duda de que estaba dispuesta a hacer lo que fuera por sus hermanas y padres. Para ella eso era normal y le parecía que debía cumplir con esa expectativa, después de todo sus padres siempre le recordaban que al ser la hija mayor debía ser también la hija que mas ayude, la que más se esfuerce por el resto, la que más sacrificios haga. Aunque era cierto que con ello sus padres estaban envenenando la mente de Lori, llenándola de ideas poco saludables y que seguramente le jugarían en contra con el tiempo, al final ellos consiguieron dejarla en paz cuando sus esfuerzos en convencer a Lori pasaron a su entonces nuevo hijo varón. No fue algo rápido, ni tampoco algo a lo que pudiera encontrarle un lado negativo, pero en cuanto Lincoln comenzó a tener cierta autonomía, sin importar lo pequeño que era, se le dieron sus primeras responsabilidades. Por algunos años Lori escuchó decir a su madre como es que Lincoln seria el pequeño caballero de la familia, que ayudaría a todas su hermanas y las querría incondicionalmente cuidando de ellas en todo momento, así como también a ella en especifico se le dio la idea de que Lincoln siempre seria quien más la ayudaría. Ciertamente con todas aquellas cosas dichas por su madre, Lori termino por dar aquel trato tan especial para su hermano menor, el cual causaba aquella confusión en sus hermanas sobre si era realmente Leni la hermana favorita de la primogénita. Pero ella no podía evitarlo, conforme Lincoln crecía, ella podía ver con más claridad como es que lo que su madre decía era verdad, pues su pequeño hermano menor en verdad estaba siempre pendiente de todas ellas y atento a ayudarlas con lo que sea que le pidieran, incluso podía sentirse respaldada por el gracias a que, a diferencia del resto de hermanas, el pequeño Lincoln en verdad se esforzó por aprender sobre el comportamiento de Leni, entendiendo cuáles eran sus rituales, sus costumbres, sus disgustos, sus bloqueos, sus peculiaridades, así como también aprendió de ella que la hacía feliz, que la calmaba, que la distraía, que la entretenía. Aunque realmente Lori no esperaba que así sucediera, Lincoln termino por convertirse en una gran ayuda al ser una de las únicas tres personas en esa familia que podía lidiar e incluso mitigas los arranques que Leni podía llegar a tener en circunstancias muy especificas.

Pero eso no era todo, pese a ser tan pequeño, Lincoln era también un confidente muy bueno, permitiendo a Lori decir algunas cosas que no estaba dispuesta a mencionar a nadie más y brindándole siempre sus bonitos e infantiles pensamientos ante los problemas que Lori llegaba a mencionar. De la misma forma, Lori llegaba a sentirse culpable la mayor parte del tiempo al verlo pasar por algo muy parecido a lo que ella experimentaba, pues pese a que Lincoln parecía siempre estar lleno de vida, era obvio que se contenía la mayor parte del tiempo. Al igual que Lori, era muy complicado para Lincoln tener tiempo a solas o siquiera tiempo para hacer sus propios deberes, y de él también esperaban que de resultados sobresalientes en todo sin darle mucho espacio a poder excusarse. Era esa la razón por la que Lori solía consentir de manera evidente a Lincoln, pues entendía que pese a ser alguien tan alegre y tan entregado a sus hermanas, tenía dificultades lidiando con todo eso, especialmente a su corta edad. No era algo que rondara su mente de manera continua, pues a ella le hacía sentir incomoda pensar en ello, pero Lori veía a Lincoln como su alma gemela, y aunque no era nada sano de su parte le gustaba la idea de que a él le gustaran tanto los mimos que tanto ella como Luna o Leni le daban de manera constante, pues gracias a ello Lori podía abrazarlo constantemente y también en muchas ocasiones besarlo. Estaba segura de que no veía a Lincoln como nada más que su hermano menor, pero le era común imaginarse una vida junto a él, después de todo ambos compartían tanto en común y ambos pasaban por adversidades similares.

Con sus inseguridades a flor de piel a causa de su apariencia, su reciente discusión con su hermana favorita, donde descubrió que no todas sus hermanas estaban de su lado pese a los sacrificios que hacía por ellas, su cuerpo inundado en hormonas que la hacían ser tan temperamental y algunas incomodidades físicas por culpa de su edad, Lori igual fue capaz de superar aquel acontecimiento. Entendía que la pubertad causaba en ella aquel acné tan vistoso y desagradable, por lo que no había una solución inmediata al problema. Entendía que la forma en que estaba guardándose algunas cosas y siendo incapaz de expresar correctamente otras causaba en ella esas jaquecas y su necesidad por llevar la mayor parte del día aquellos feos anteojos. Podía entender también que sus dificultades la hicieran sentir tan mal por dentro, que inevitablemente se viera reflejado ese malestar en su exterior, siendo aquella fea caspa y algo de escamosidad en su cuero cabelludo el resultado. Podía aceptar que su cuerpo había comenzado a cambiar y eso la hacía sentir que no era ella misma con cada nueva cosa que descubría sobre ser una mujer. Podía entender que aun si quisiera, ella no sería capaz de contener sus emociones en muchas ocasiones por culpa de su edad y también por la pubertad. Podía aceptar la culpa de aquella discusión con Leni, sabiendo en retrospectiva que sus razones para molestarse eran menos que relevantes, pero sobre pensadas por culpa de su situación. Estaba dispuesta a recibir la ayuda que su madre le brindó en aquella platica posterior a su explosión, donde dijo muchas más cosas de las que se arrepiente de las que le gustarían. Podía hacer todo eso aunque no fuera de inmediato y tampoco tuviera el raciocinio para descubrirlo antes, pero por alguna razón lo que no podía hacer era entender ni perdonar lo que Lincoln le hizo. Y no podía hacerlo, porque él parecía continuar haciéndolo, lo que la molestaba mucho más.

Después de aquella discusión, y por consejo de sus padres, Lori tuvo que tragarse su orgullo y hacer las paces con Lincoln sin externar cual fue su molestia con él, pues el pequeño peliblanco genuinamente parecía ajeno a lo que aquella discusión representaba. Seguía molesta con él en cierta medida y también esperaba tener alguna oportunidad de devolverle los malos sentimientos, pero al ser mayor también sabía que debía ser mucho más mesurada y dejar las cosas por la paz. Y realmente pensó que lo estaba consiguiendo, incluso había dejado de lado todo su sentir con respecto a lo que ella sintió como una traición de su hermano menor. Pero él decidió traicionarla de nuevo, o al menos es como ella sintió aquel acto de parte del pequeño.

Sin muchas explicaciones, Lincoln decidió que ahora pasaría la mayor parte del tiempo con su gemela, a solas, y descuidando con ello de forma deliberada tanto a Lori como a Luna, Luan y Lenna, siendo que solo a Leni y a las pequeñas no les retiro ni un ápice de su atención. ¿Por qué decidió hacer eso? Lori no tenía idea, pero llegó a pensar que fue algún tipo de castigo, y aunque no podía concluir realmente el motivo para dicho castigo, era obvio que estaba haciendo sentir a las mayores mal, pues todas con la única excepciones de Leni expresaban cada día mas molestias ante la forma en que Lincoln ahora decidía no ayudarles ni pasar tiempo con ellas por priorizar a su gemela haciendo quien sabe que sosas dentro de su habitación sin dejar que nadie más se les una. Se supone que Lincoln era un pequeño caballero en formación, así que debía estar ahí para todas sus hermanas, cuidando de ellas, ofreciéndoles ayuda y también sacándolas de apuro, pero en su lugar decidió escoger a una de ellas y comenzó a descuidar al resto, o al menos a la mayoría de las demás. Era como si Lincoln les estuviera expresando sin palabras el hecho de que ya no las quería tanto como antes, pues ahora era mucho más callado y también esquivo. Incluso dentro de la escuela él se había vuelta tan callado que parecía ser alguien diferente. Pese a eso, Lori trató de ser la hermana mayor que se esperaba fuera, dándole tiempo y espacio a Lincoln, minimizando el peso de su acciones y de sus decisiones para no tomárselas de manera muy personal, pero lo cierto era que esas decisiones le afectaban, la hacían sentirse desplazada y también le causaban inseguridades.

Aunque Lori tenía una figura paterna muy presente en su vida la cual pese a ser mayormente emocional y frágil, realmente podía demostrar firmeza y fuerza en los momentos requeridos, en realidad para Lori no era su padre quien representaba su estándar masculino. A diferencia de la inmensa mayoría de personas, para Lori no era su padre quien representaba el estándar de lo que esperaba de un hombre, y para ello había muchas razones, la principal era sin duda la forma en que su madre le hablaba sobre su hermano menor, y por ello era de Lincoln de quien recordaba todas las cualidades, todas las características y todas sus flaquezas cuando pensaba en lo que le gustaba de los hombres. Ella no era del todo consciente de ello, pero la única razón por la que aquel chico latino de su escuela le gustaba tanto era porque le recordaba mucho a Lincoln, aunque solo en relación a su personalidad, pues ese chico no tenía el hermoso cabello de Lincoln ni tampoco sus graciosas pecas o su hermosa sonrisa. Hasta ese momento Lori jamás había recibido negativas de su pequeño hermano peliblanco, por lo que le confundía mucho aquel abandono repentino de parte del que, sin ella saberlo, era su chico ideal. Y sin duda las cosas empeoraban al estar dentro de aquella cámara de ecos en la que sus hermanas se habían convertido, nublando lentamente su juicio y cambiando su percepción.

No siendo Lori la única desatendida, Luna constantemente se veía afectada por la actitud del hermano menor, teniendo que asistir a la hermana alfa en busca de explicación ante la nueva dinámica familiar, sin que Lori tuviera idea de cómo responder a ello. Y aunque Luan se veía en realidad muy poco afectada ante lo que sucedía, Lenna parecía estar sintiéndose muy enojada y descontenta con la situación también. Ellas tres hablaban ocasionalmente al respecto y siempre terminaban quejándose de que Lincoln pasara a ser tan distante con ellas, pero siempre terminando por culparlo a él, reclamando la menor de las faltas del niño para justificar su molestia y haciendo con ello que una idea negativa de su pequeño hermano menor comenzara a forjarse dentro de sus mentes. Era una cámara de ecos donde cada una de ellas decía algo y el resto simplemente le respondía con lo que quería escuchar, reafirmando y asentando en ellas las ideas negativas que su molestia había generado. Para ninguna de ellas fue igual el resultado de aquel ejercicio negativo de conversación, incluso podía decirse que mientras Lori y Lenna afirmaban sus enojos y los validaban haciendo de Lincoln la figura de su infundado pero bien establecido resentimiento, para Luna la culpa se asentaba de manera personal. Hacía tiempo que la tercera hermana de la familia sentía que estaba perdiendo a su pequeño hermano menor por razón que en realidad no existían, y con ese nuevo comportamiento y todas aquellas cosas que decían sus hermanas terminó por sentir que era ella la causante de que su hermano decidiera alejarse de ella. Pero en el caso de Lori fue algo más cercano al resentimiento, una sensación de enojo derivada de la forma en que el dejo de cuidarlas repentinamente, aunada a su increíblemente fuerte temperamento y su natural terquedad que se acentuaban de manera negativa ante la sensibilidad emocional propia de la pubertad. Lori quería hacer que Lincoln sintiera la misma sensación de tristeza que ella sentía, y aunque no había hecho nada por expresar aquella negatividad fuera de las conversaciones venenosas que tenia con Luna, Luan y Lenna. Fue entonces que sucedió el incidente de la libreta y el ático.

Debía admitir que sinceramente veía los dibujos de aquella libreta como un intento muy pobre y gracioso de parte de Lincoln, pero lo cierto es que pese a todo Lori amaba a su hermano menor y no quería lastimarlo, sin embargo al ver aquellos dibujos sus comentarios ofensivos e incisivos surgieron de manera innata. Quizá fue culpa de Lenna, quien antes que las demás comenzó con aquellos comentarios burlones sobre lo que Lincoln plasmo en aquellas hojas, burlándose de él incluso ante el hecho de como ella siendo tan pequeña de estatura y aun relativamente débil, podía mantener aquella libreta lejos del alcance del peliblanco. Aunque estaba siendo cruel con lo que decía, Lori solo pensó que aquello era una pequeña venganza por como la hizo sentir y esperaba de su hermano el mismo comportamiento de siempre, que no pasaría de algunos quejidos, mucha frustración y un par de rabietas muy silenciosas. Lori lo conocía bien, mejor que nadie, esperaba algo que ya había visto antes de él, pero se equivocó, lo que su hermano hizo fue algo que ella nunca antes le vio hacer. Permaneció en shock por un momento tras aquel potente sonido ante el portazo que su hermano menor dio al salir de la habitación y no fue capaz de salir de su estupor hasta que dicha puerta fue abierta nuevamente, esta vez por acción de su padre quien molesto ante el ruido les infundió un reclamo por ello. Cuando su padre salió corriendo de casa al escuchar sobre Lincoln, Lori estaba completamente confundida, pues nunca esperó un actuar semejante de su hermano menor, quien siempre mostró ser alguien mesurado y bastante en control de sus emociones. Y entonces la culpa la invadió cuando, al regresar su padre en compañía del niño, ambos se encerraron en la habitación de los adultos y aun estando todas ellas en la planta alta, podían escuchar los gritos y reclamos propinados por los padres al pequeño. En aquella situación Lincoln no tenía la culpa de nada, era culpa de ellas, o al menos de Lori y de Lenna, quienes fueron las que más le molestaron con sus burlas, él solo tuvo una rabieta por culpa de su enojo, si alguien debía ser castigado tendrían que ser Lori y Lenna, incluso Luan, pero en su lugar era Lincoln quien por alguna razón estaba recibiendo aquella lluvia de improperios por parte de sus padres. Más aun, Lori no podía recordar alguna vez en la que viera a sus padres tan molestos como en aquel potente regaño, el cual para colmo fue bastante prolongado desde su perspectiva. Cuando por fin se detuvo aquella cacofonía de gritos, un prolongado silencio reino en la planta baja de la casa, permitiendo a Lori enfriar sus pensamientos y darse cuenta de que lo primero que debía hacer en cuanto sus padres decidieran liberar al pequeño se la habitación, era disculparse con él por todo. Principalmente por burlarse de sus dibujos y por hacerlo recibir un regaño tan intenso, pero no fue capaz de hacerlo, para cuando ella al fin salió de su habitación junto al resto de sus hermanas el pequeño peliblanco estaba ya encerrado en el ético por propia cuenta, por lo que tratando de darle algo de privacidad y espacio volvió junto a sus hermanas a su habitación. Debían hablar sobre lo que paso.

La conversación fue bastante corta, a penas estaban tratando de ver cómo es que se disculparían cuando lo que pareció un fuerte pisotón hizo retumbar la casa desde el ático, mostrándole a las hermanas como de afectado estaba el único varón de la descendencia. Pero eso no fue todo, un par de gritos y mucho ruido provinieron del ático, dejando claro que aquello era producto de un acto de violencia por parte del peliblanco. Lori no pudo evitar sentirse aprensiva cuando al ver subir a su padre con prisa, decidió seguirlo guiada por su instinto de hermana mayor, entendía que debía cuidar de Lincoln pues ante tal muestra de violencia seguramente terminaría lastimándose y aunque tardó bastante en tomar control de su cuerpo para subir al ático, se sorprendió bastante cuando al estar dentro de aquella oscura y empolvada habitación vio a su padre siendo apaleado mientras intentaba contener a Lincoln haciendo aquella rabieta tan desenfrenada. Una vez más Lori veía en Lincoln una conducta que jamás creyó fuera a ser parte de él, y eso la hacía sentirse incomoda, puede que incluso algo asustada. Estaba segura de que ella, siendo la mayor y a quien todos acuden, es la que mejor conocía a sus hermanos menores, especialmente a Lincoln, con quien ella creía que tenía ese lazo especial por ser sometido a un trato tan peculiar como el suyo, convirtiéndolos en confidentes de sus problemas y de sus quejas, mostrándose el uno al otro sus peores caras gracias a ese lazo especial entre ellos. Lori estaba segura de que conocía todo sobre su pequeño hermano menor, y sin embargo ahí estaba un Lincoln que ella no conocía, que no había visto nunca antes y que le parecía también algo peligroso. Lincoln jamás levantó su mano en señal de violencia para nadie, ni dentro ni fuera de fu familia, al menos no hasta que pudo ver como su padre recibía golpes y rasguños mientras trataba de detener su pequeño cuerpo el cual, ante todo lo que hacía por resistirse al abrazo de su padre, parecía estar incluso convulsionando. ¿Aquello era por su enojo? ¿Lincoln podía ser así de violento cuando se enojaba? ¿De haber sido ella la primera en llegar, Lincoln le estaría propinando aquella paliza en lugar de a su padre?

Cuando habló con sus padres sobre eso, Lori creyó en ellos sin dudar mucho sobre lo que decían, incluso podía identificarse en gran medida con ello, después de todo hacia muy poco que a ella le pasó algo muy similar pero en menor escala. Incluso le explicaron porque él llego a tales grados de violencia, y en verdad tenía sentido, Lincoln era un niño pequeño después de todo, pese a eso él estaba a cargo de muchas tareas que le correspondían por ser el varón, así como también responsabilidades relacionadas con el cuidado de sus hermanas; a las más pequeñas cuidándolas y siendo de ayuda para su madre tratando de atenderlas, y a las mayores asistiéndolas en sus actividades y ayudando a resolver sus problemas, problemas que por la diferencia de edades con algunas resultaban completamente ajenos o bochornosos.

Lori podía entender que incluso cuidar de Leni era algo que resultaba muy frustrante en ocasiones, y estar obligado a recibir una paliza de parte de todos pero tener que tolerarlo por ser la mayor era algo que Lincoln experimentaba también, en su caso no por ser el mayor sino por ser varón. Si a eso le agregaba la frustración que Lincoln sintió hacia un tiempo al no conseguir encontrar algo en lo que ser bueno y ahora siendo atosigado por ellas al dejarlas de lado, siendo que él en realidad lo único que quería era tener tiempo para sí mismo. Aunque avergonzada de los malos pensamientos que le dedicó a Lincoln estando en confianza con Luna y Lenna, así como en la soledad de su mente, Lori mantuvo esas emociones sin perder su intensidad, pero al menos ahora sentía que podía justificar un poco su actuar. Lincoln debía tener muchas cosas guardadas que jamás les dijo a los demás, así como Lori aun tenía problemas que no estaba dispuesta a externar, y a pesar de que se estuvo esforzando bastante en ello, al ver sus varias de ellas simplemente soltaron comentarios despectivos y burlones sobre el fruto de su esfuerzo, lo hicieron sentir mal y también le mostraron una actitud agresiva. De alguna manera Lori podía decir de manera confiada que Lincoln tenía derecho a estar enojado y a tratar de expresar como se sentía. Pero no podía dejar de pensar en lo que verlo de aquella forma le causaba, pues aunque seguía queriéndolo, ahora sentía que no podía confiar del todo en él. Ahora sabía que su pequeño hermano menor tenía secretos, también presencio hasta donde podía llegar su violencia y su fuerza y ninguna de esas cosas la tranquilizaba en absoluto. Justifico amablemente las acciones de su hermano, pero Lori sentía que con el pasar del tiempo cada vez veía a Lincoln más lejano, siempre que descubría algo nuevo de él era interesante, pero no esta vez, especialmente con la forma en que había comenzado a alejarse de ellas.

La molestia de Lori no aminoro en absoluto, especialmente porque no tenía oportunidad de hablar con él de la forma en que le gustaría. Lo cierto es que si tuvieran el tiempo y la oportunidad, Lori podría aceptar todo lo que sucedió a base de charlas con él para tratar de entenderlo mejor, siempre y cuando pudieran volver a ser como antes. Él un pequeño y lindo hermano menor que cuidaba de ellas y pasaba su tiempo cuidándolas y queriéndolas. Ella siendo una estricta hermana mayor que pese a las dificultades siempre encontraba la forma de mantener unidos a todos sus hermanos y evitar, tanto como sea posible, las peleas entre ellos. Pero Lincoln no parecía querer volver a eso ya que pasaba cada vez menos tiempo con ellas, primero dejando de asistir a los almuerzos escolares con ellas y después pasando menos tiempo con ellas en casa. La frustración de Lori ante la sensación de perder una vez más la oportunidad de arreglar las cosas con su hermano menor incluso la hacía madurar un fuerte sesgo sobre como sucedían las cosas, pues si bien era cierto que Lincoln ahora pretendía de manera activa pasar menos tiempo con sus hermanas, también era cierto que aun cuando él quisiera hacerlo no podría, pues la mayoría de ellas estaba ahora ocupadas con actividades escolares extra curriculares. Pero Lori no podía identificar eso como parte del problema, para ella todo era por culpa de Lincoln, quien descaradamente decidió no pasar más tiempo con ellas. Quizá lo que más le frustró fue que eventualmente supo la razón por la cual Lincoln ahora no pasaba tiempo con ellas en el almuerzo, o prefería quedarse más tiempo en la escuela, dentro de la biblioteca escolar, pero sin intenciones de esperar a sus hermanas para regresar a su lado a casa. En su lugar Lincoln ahora pasaba su tiempo libre en compañía de un niño de su clase, un feo niño de raza negra, medio ciego y con un raro cabello rizado que parecía acaparar su atención en todo momento. Esta vez Lincoln las había reemplazado de manera efectiva, y a cada día que pasaba parecía que aquello era incluso más notorio.

Aquellas platicas que Lori tenía con sus hermanas en las que formaban aquella cámara de eco donde sus pensamientos negativos se afianzaban no desistieron, en su lugar parecieron volverse mucho más comunes y presentes, consiguiendo con ello que Lori y Lenna ensancharan la hostilidad contra Lincoln en forma de represaría ante el desplazamiento que ellas sentían su hermano menor les daba como alguna forma de venganza. Mientras Luna se sumergía más en la culpa, asumiendo que Lincoln se alejaba gracias a que ella había hecho algo mal o dicho algo incorrecto. Incluso Luan, quien no estaba particularmente afectada por como Lincoln ahora pasaba tiempo con su nuevo amigo, comenzó a sentir hostilidad por su pequeño hermano, principalmente por ver como toda aquella situación afectaba a su hermana mayor inmediata.

Sin dejar de exigir su atención, Lori comenzó a castigar a Lincoln usando palabras que expresaban molestia ante su nueva amistad, aquel niño afeminado de piel negra quien parecía estarles robando la atención de su pequeño caballerito y al parecer también haciéndolo cambiar. Pero quien en realidad estaba cambiando era Lori, pues aun sin darse cuenta de ello, sus acciones pasaban a ser muy distantes de lo que solían ser. Al menos con su hermano menor. La forma en que le insinuaba su molestia, el cómo le recordaba sus ausencias, los reclamos antes sus fallas y también su negación a aceptar las disculpas que él llegaba a brindar causaban en el pequeño de blanca cabellera una expresión de malestar y tristeza, y eso parecía hacer sentir bien a Lori. Verlo fruncir el ceño ante la molestia, entristecerse o solo verlo resignado se convirtió en algo catártico para Lori, quien realmente no se cuestiono como es que poco a poco esa actitud iba creciendo en ella y haciéndose mucho más presente. Pero ella no era alguien completamente ajena a sus propios problemas, podía entender como mínimo que ver de aquella forma a Lincoln la hacía proyectarse en él. Pese a que tenia visitas relativamente frecuentes con el psicólogo, las cuales no eran tan comunes como deberían ya que el gasto de esas visitas era priorizado para Leni y Luan, quienes a primera vista parecían ser las que más necesitaban de ello, Lori no había conseguido aun la confianza para abrirse completamente sobre sus problemas con aquel terapeuta, dentro de ella aun se mantenía esa idea arraigada por sus padres de que debía tolerar más que el resto por ser la mayor. Precisamente por eso es que se sentía mucho más cercana a Lincoln, y también comprendida por él, pero dentro de sí, ella solía dedicarse comentarios desagradables debido a su incapacidad de expresar lo que más le molestaba. Por fuera ella era capaz de mostrarse como alguien fuerte, capaz, intrépida y sobre todo muy temperamental, pero aquello ocurría casi de forma exclusiva frente a su familia, así debía ser si quería mantener el orden entre sus hermanos menores y guardar las apariencias con sus padres, y aun cuando llegaba a vulnerarse con su pequeño hermano, aun había muchas cosas que Lori no estaba dispuesta a compartir sobre sí misma, sintiéndose algo culpable por ello. Cuando reflexionaba sobre ese tema, para Lori era inevitable sentirse frágil y débil, contemplándose a sí misma como una farsante que solo quería agradarle a sus padres y tratar de controlar a sus hermanos. No estaba equivocada en absoluto, pero si había llevado aquella idea hasta un extremo muy alejado de la realidad.

Aunque a la mayoría le gustaría decir que es así, lo cierto es que nadie puede ser genuinamente autentico con otras personas, y eso no es algo que resulte malo en sí mismo. Guardarse los pensamientos intrusivos, las fantasías más íntimas o incluso los actos propios que se dan en la privacidad es algo común y que muchas veces no está relacionado con la intimidad que se tenga con otras personas, por lo cual no se suelen compartir con nadie. Todos han llegado a fantasear con dejar todo atrás y desaparecer, con cometer una fechoría completamente descabellada, con herir de manera violenta a alguien, con privar de la vida a otra persona o con despojarse uno mismo de su vida, pero eso no significaba que se en algún momento se llevarían a cabo aquellos actos. De la misma forma hay cosas que hacemos en la privacidad y no estamos dispuestos a mostrarle a nadie más, sin importar la relación que se tenga con otra persona, para muchos darse placer es una de ellas, para casi todos el acto de liberar desechos es otra, pero también existen casos más específicos y mundanos que van en función de las propias inseguridades y complejos que se tienen; cortarse las uñas de los pies, soltar un gas, cepillar sus dientes, escuchar o ver algún tipo de entretenimiento en especifico, cambiar su ropa. Incluso existen personas con hábitos que de manera intrínseca representan una intimidad incomparable, pese a no ser necesariamente íntimos, chuparse un dedo al dormir, morder sus uñas, tallar sus parpados, para personas con más problemas podría ser el acto de vomitar, de infringirse dolor o de provocarse heridas. Lori, como cualquier otra persona, tenía también muchas cosas que no compartía con nadie más y que guardaba para hacer o pensar en completa soledad, pero en algún momento y tras tanta reflexión sobre ello, comenzó a sentirse avergonzada por ello. Veía aquello como una debilidad y solía decirse a sí misma insultos y reprimendas por ser de aquella forma, especialmente porque aquello que ella escondía solían ser sus miedos y algunas de las cosas que más le molestaban. Aquella parte de sí misma, dentro de su mente, era representada por una niña llorona y berrinchuda a la que no le gusta nada y se molesta con todo, pero que nunca ofrece alguna solución a sus problemas. Aunque Lori no se odiaba a sí misma, si odiaba esa parte de sí misma, y cuando molestaba a Lincoln y le hacía expresar aquellas emociones negativas en su rostro, Lori podía verse reflejada en él.

Nunca antes vio a su hermano expresando esas emociones de esa forma en especifico, tan parecida a como ella misma se percibía en sus adentros, por ello cuando lo observaba le era muy sencillo verse a sí misma, y eso la hacia enojarse, no con Lincoln sino con ella misma. Era en ese momento que el ciclo de enojo apareció en ella y fue incapaz de notarlo. Decirle a Lincoln aquellas palabras llenas del enojo que tenia acumulado y que no necesariamente estaba completamente dirigido a él le daban una sensación de catarsis, entonces Lincoln se mostraría molesto o triste ante ella y sus acciones, lo cual le haría parecer a la imagen mental de Lori, llevándola a insultarlo teniéndose en mente a sí misma, causando una nueva catarsis aun mayor ya que cuando le trataba mal, era como tratar mal a la parte de sí misma que mas odia y al mismo tiempo hacia que Lincoln mostrara con más intensidad su lado negativo.

Pero Lincoln no era como Lori, al cabo de un par de meses siendo asediado por Lori y su nueva forma de catarsis, la cual había influenciado de manera negativa a algunas de sus hermanas, quienes siguiendo el ejemplo de la alfa comenzaron a también liberar poco a poco sus frustraciones sobre él, Lincoln comenzó a dar batalla y defenderse. El pequeño Lincoln quizá pudo mantenerse en silencio y soportar aquella frustración que sus hermanas le habían empezado a expresar, pero algo le hizo perder su paciencia por completo, algo que estaba relacionado con sus hermanas, pero que irónicamente tenía que ver con aquellas que no le trataban mal, las gemelas.


Vacío Radiante

Con molestia, Lincoln veía aquel mueble que recientemente se había convertido en algo parecido a su mayor enemigo, un odio intenso surgía en el cada vez que lo veía y, para su malestar, toparse con ese mueble era algo que ocurría todos los días, pues les acompañaba en todas y cada una de las comidas en esa casa. Cual centinela, custodiaba la entrada al comedor de la casa, y veía de frente a la mesa del comedor, como si vigilara a todos los que ahí comían, pero era incluso peor para Lincoln, cuyo lugar asignado estaba muy cerca de aquel mueble.

Era extraño pensar en cómo es que ver ese mueble hasta hace no mucho tiempo le causaba felicidad, incluso podría decir que le inspiraba, no tanto por el mueble en sí, era por aquello que contenía. Dejando de lado la platería y porcelana que aun se exhibía dentro de aquella vitrina, lo que de verdad tenía valor y lucia ostentosamente en ella eran los trofeos de sus hermanas. Aquellas figuras, listones o papeles que representaban los logros de sus hermanas y que en algún momento le provocaban admiración y le incitaban a tratar de ser igual de genial que sus hermanas, ahora le producían un vacío en el estomago.

Era mucho más que solo eso, pues aunque ahora Lincoln sentía que estaba feliz por haber conseguido a un verdadero amigo, especialmente para distanciarse un poco de sus hermanas quienes no habían tenido la mejor de sus rachas conviviendo con él últimamente, y que además parecían estar más ocupadas al paso del tiempo, haciendo de aquel niño de raza negra un agradable refugio para Lincoln. Eran apenas unos pocos meses de que aquella amistad había comenzado, y sobre todo esta comenzó de manera muy simple, tras la advertencia del niño de cabello rizado a Lincoln sobre llevar pertenencias a la escuela, en ese caso en particular, un comic. Para ese momento sus hermanas habían comenzado ya a estar más ocupadas, todas por razones diferentes, pero que tenían una vaga relación entre sí.

Lo primero que Lincoln notó fue como de tanto en tanto, alguna o varias de sus hermanas se ausentaban a la hora del almuerzo, con la excusa de estar ocupadas con labores relacionadas a sus clubes o equipos escolares. No podía culparlas por ello, parecía que verdaderamente estaban intentando hacer las cosas bien con aquellas actividades. Lori completamente ocupada con sus estudios y cada día más estresada por mantener un promedio que incluso con menos esfuerzo ya ostentaba, mostrando preocupación por su tránsito en la preparatoria y mencionando de vez en cuando su preocupación para el futuro. Luna repartiendo su tiempo en los dos clubes de música a los que pertenecía, mientras intentaba que la escuela le permitiera crear uno nuevo más acorde al estilo musical de su preferencia, rematando su tiempo libre con aquellas practicas que solía tener ya sea para perfeccionar su ejecución en algún instrumento o aprendiendo a tocar alguno nuevo. Luan estando aun estancada en esa etapa molesta donde le gustaba realzar bromas físicas que, al menos para Lincoln, resultaban en ser lastimado ocasionalmente, y pese a que sus lesiones no eran nada de qué preocuparse, le era molesto ser sometido a ello. Afortunadamente ahora Luan tenía mucho menos tiempo para hacer sus peculiares travesuras, pues tras un castigo escolar hace tiempo, ella se vio obligada a participar en el club de teatro escolar, resultando en ella haciendo un esfuerzo genuino por mejorar sus participaciones, pues tal parecía que ella era increíblemente buena al estar frente a un escenario. Lenna hacia muy poco tiempo que se dejo convencer por sus padres y decidió inscribirse al equipo de futbol escolar, aunque parecía que ella tenía bastantes dificultades para integrarse, pero eso a nadie le sorprendió, después de todo Lenna era alguien que podría definirse como tímida, pues prefería pasar tiempo con sus hermanos antes que hacer amigos, afortunadamente pareció conseguir un par de amigas a penas entro al equipo escolar. Pero sin duda ella no estaba feliz con sus resultados en aquella actividad escolar, pues aunque ella decidió hacer su propia rutina de ejercicio en casa, lo cierto es que no ayudo a su atrofia muscular producto del sedentarismo que su condición médica anterior le causaba. Había mejorado bastante su capacidad y su coordinación gracias a que el entrenador del equipo le dio una rutina que verdaderamente serbia como terapia física para alguien en su condición, pero Lenna no parecía superar el complejo que se formo en ella ante las burlas y criticas moderadas que recibió al inicio por ser alguien tan patosa y silenciosa. Su gemela, de manera peculiar, decidió dejar de lado su aparente talento en la pintura para entrar al club de lectura y redacción, viéndose extraña e inesperadamente interesada por la oratoria en particular, gusto que nadie de la familia supo ella adquirió, pero que claramente ella estaba tratando de mejorar. Incluso la pequeña y silenciosa Lucy decidió entrar al mismo club que la anterior mencionada, aunque yendo a un campo muy diferente, pues a diferencia de la gemela de Lincoln, Lucy se enfoco específicamente en la rama de la redacción, aunque en su caso a nadie le sorprendió aquello, siendo que casi al mismo tiempo que ella adquirió el gusto por pasar el tiempo con su hermano mayor viendo películas de terror, ella también adquirió el gusto por leer historias de ese tipo. La familia incluso podía recordar con cierta diversión como ante un comentario casual que Lincoln hizo a Lucy, ella comenzó a tener ese interés por vestir en tonos oscuros y eventualmente en color negro casi de forma exclusiva, tomando incluso la decisión de teñir su cabello.

Todas sus hermanas eran talentosas, y Lincoln lo sabía, pero comenzaba a considerar aquello molesto, especialmente desde que intento aprender algo de sus hermanas, pues a diferencia de él, quien no aprendió a hacer nada, su hermana gemela, que es menor que él, si lo consiguió, y eso le daba una extraña sensación de apuro. Afortunadamente solo era su gemela, pues ni Lucy, ni ninguna de sus otras hermanas menores tenía nada parecido a un talento, o al menos no que el sepa. Pero no era un problema, ellas estaban tratando de mejorar en algo, así como él lo hacía a su manera, incluso consideraba aquel tiempo libre que tenía ahora que sus hermanas estaban ocupadas, como un merecido descanso a lo mucho que él hacía por ellas, pensando en que sería una buena idea usarlo para volver a tratar de encontrar su talento.

Clyde, además de ser alguien muy amable y también alguien con quien podía divertirse mucho, también le brindaba bastante apoyo, especialmente cuando le mostraba aquellos garabatos medianamente entendibles a los que Lincoln llamaba dibujos. De entre las pocas personas que llegaron a ver los dibujos de Lincoln, parecía que solo Clyde los apreciaba de manera genuina, viéndose incluso interesado en la idea que el peliblanco mencionó sobre hacer su propio comic en algún momento. Tenía ya todo pensado desde hacía un tiempo, o al menos la inmensa mayoría, y la idea vino curiosamente de Lenna, quien al enterarse y volverse parte de sus encierros con él y su gemela soltó aquel comentario de forma desentendida. Y aunque era casi lo mismo que el llego a pensar en primer lugar, le gustaba la idea de volver a sus hermanas en un grupo de súper heroínas, todas con un poder y habilidades diferentes, pero fuertes a su manera. Y sus diseños, al menos en su mente, se terminaron bastante rápido pues de alguna manera que él mismo no sabía explicar, pero tampoco cuestionaba mucho, terminó por usar la temática de naipes para sus trajes y nombres. Pero, ahora de la mano de su nuevo amigo, esas ideas al fin comenzaban a tomar una forma más tangible, aunque igual de irrelevante, pues el niño de piel negra, pese a ser tan tímido para expresarse de forma oral, era muy bueno para hacerlo de forma escrita, algo que hacía sentir a Lincoln aun más encariñado con su compañía. Después de todo Lucy era parecida, aunque en su caso aquella conducta era mucho más marcada.

Aunque ellas estaban ocupadas con sus propias actividades, Lincoln se sentía frustrado al ver como ellas estaban tan molestas con verle llegar un poco más tarde a casa a causa de sus estadías en la biblioteca escolar, en compañía de Clyde, siempre con la intención de pasar el rato en un lugar seguro y que los padres de ambos no se negaran a permitirles estar. Pero Lincoln aun tenia presentes las palabras de sus padres, por lo que así como lo había estado haciendo desde hace mucho tiempo, el simplemente permanecía en silencio y excusándose de manera amable con sus hermanas, mientras trataba de hacerlas razonar aquella contradictoria petición de quererlo de vuelta en casa temprano, siendo que la mayoría de ellas no estaban presentes debido a las actividades de sus clubes y equipos. Eran Lori, siendo mucho mas controladora de lo normal, y Luna, siendo mucho más insistente que nunca, quienes mayor frustración le causaban, pues ambas parecían empecinadas en acosarlo solo por hacer algo que le gusta y por no estar en casa temprano como solía hacerlo, pese a que el no dejo de ayudarlas en sus actividades cuando era necesario. Y bien pudo tolerar aquel estrés causado por ellas, y por el resto de sus hermanas, ya que consideraba aquello tanto un deber como un merecido castigo. Estaba acostumbrado a eso. De hecho, lo consideraba normal en cierto punto y no solía darle demasiada importancia; quizá siendo esa la razón de su explosión en el ático, pero lo que termino por consumir su paciencia y también comenzó a volverlo alguien diferente fue lo que las gemelas hicieron, o mejor dicho, lo que ellas consiguieron.

Nadie supo de lo que su madre había hecho hasta que el día anterior regreso a la casa completamente feliz y orgullosa de sus hijas gemelas. Todos recordaban con facilidad como es que la matriarca había adquirido un gusto muy peculiar por ver aquellos programas de pasarelas infantiles en las que niñas muy pequeñas debían ser sometidas a procesos de maquillaje, vestimenta ceñida y muy ostentosa, peinados intrincados y en apariencia incómodos para después caracterizar a una mujer adulta al hacer pasarela frente a jueces quienes de manera arbitraria les otorgaban puntos por sus cualidades y belleza, aunque lo cierto es que para muchos, incluida la misma Rita, aquellos puntos dejaban mas ver el tipo de gustos que aquellos jueces tenían antes que las cualidades que las niñas mostraban. Pese a eso, Rita quería sentir la emoción de algo así, y sabiéndose mayor para algo así, decidió inscribir a sus hijas en una pasarela de exhibición que el estado realizó en la ciudad vecina, aprovechando que pese a tener una nueva hija en brazos, era tan tranquila que podía llevarla a todos lados consigo sin miedo a que la bebé cause problemas. Fue a las gemelas a quienes inscribió, pero sabiendo que aquel concurso era únicamente para hacer promoción de un evento similar, pero formal, se llevaría a cabo en Hazeltucky dentro de poco tiempo, optó por no gastar mucho dinero en ser parte de aquello. O mejor dicho de hacer parte de aquello a sus hijas. Aunque su esposo dudó en un inicio, era cierto que Rita cumplió su palabra de no generar más gastos, especialmente en ese momento tan delicado para ellos, fue una actividad en la que únicamente gastaron en rellenar el tanque de vanzilla para el transporte. A las gemelas las vistió con unos bonitos pero sencillos vestidos que tenían en su guardarropa y haciéndoles un peinado distintivo a cada una, las llevó teniendo de antemano su inscripción en aquella peculiar y sin dudas controvertida categoría en la que las gemelas, siendo para muchos aun bebés, se les permitió participar. Aunque sabía que sus hijas era hermosas y que estaban por encima de la media en cuanto a belleza; cosa de la que agradecía a su abuela por heredarle tan buena apariencia para así ella dársela a la mayoría de sus hijas, no contemplo una victoria en absoluto. Llevaba a sus pequeñas muy bien arregladas, pero vistiendo una indumentaria muy lejana a ser del nivel que algunas madres y padres pretenciosos decidieron darles a sus pequeñas. Pero eso daba igual, ella no quería la victoria, solo quería ser parte del evento y tener aquella experiencia que le parecía tan entretenida de ver en televisión. Pero, pese a su discreta apariencia, sus gemelas fueron las ganadoras indiscutibles de aquel evento que término rápidamente para evitar que las bebes y niñas pequeñas terminaran hastiadas.

En su pecho, Lana llevaba puesto aquel listón muy decorado que la nombraba como la ganadora indiscutible de su categoría, mientras que Loa ostentaba un listón similar que la acreditaba como la segunda en puesto. Rita contó con emoción como aquel concurso, a pesar de ser rápido y no muy bien organizado, era muy parecido a lo que veía en televisión, pues aunque la mayor parte de sus calificaciones fueron dadas en función de la apariencia, también se les pidió que mostraran algo curioso sobre las pequeñas, fue ahí donde más brillaron las gemelas. Al igual que el resto de sus hijas e hijo, las gemelas eran increíblemente despiertas para su edad, con aquel vocabulario florido y su dicción que pese a ser incorrecta, era extremadamente adorable, presumiendo de ella cuando Rita les pidió que le contaran un cuento, usando su micrófono para que la audiencia escuchara. Y no solo eso, al ser tan avispadas, las gemelas eran muy obedientes y tranquilas para su edad, lo que las hacia resaltar de forma curiosa entre el resto de participantes, sin mencionar, claro está, el hecho de que eran gemelas. Lincoln se sintió feliz al escuchar todo eso de sus hermanas, de alguna manera era una victoria que podía sentir como suya pese a no participar en nada de aquella actividad. Pero todo cambió cuando aquella plática termino y llego el momento de la cena, pues su madre, con orgullo, llevó aquellos listones hasta la vitrina, para que hicieran compañía a la abejita de Lori y las palomas de Leni. Aquello, lejos de hacerlo feliz, le molesto de manera intensa.

Había pasado una solo noche desde aquello, pero Lincoln sentía que con aquellos listones la vitrina se había vuelto mucho más grande e intimidante. Eran solo dos piezas de tela con colores intensos y que resaltaban bastante gracias a su acabado satinado, pero de alguna manera hacían resaltar bastante al resto de trofeos ahí. Era frustrante, aun mas que cuando su gemela anexo su primer trofeo en aquel mueble, y no solo era porque mas hermanas suyas conseguían algún reconocimiento ante algo que hacía, era, sobre todo, porque las gemelas eran prácticamente bebes, niñas pequeñas que a duras penas se comunicaban de manera entendible y que, pese a ser bastante listas, realmente no se diferenciaban mucho de cualquier otro niño de su edad. Cuando su gemela entro en aquella vitrina, la sensación no fue tan opresiva, tan asfixiante, tan molesta, tan enervante, tan desesperante, tan lamentable, era cierto que Lincoln era mayor a su gemela, pero la diferencia de edad no superaba los siete minutos; un total de seis minutos y veinticuatro segundos según contaba su padre ocasionalmente al haber grabado su nacimiento presumiendo que a partir de Lenna, él ya no se desmayaba en la sala de parto ante la impresión. Una diferencia absurda de tiempo que, siendo justos, no causaba una verdadera diferencia entre sus edades, después de todo ambos cumplían años el mismo día, no era como si separaran sus fiestas por una diferencia de tiempo en sus nacimientos tan minúscula. Aunque toda su vida se hizo a la idea de ser el hermano mayor, realmente no le daba importancia a ese tema, y fue únicamente cuando su gemela llego a casa con aquel certificado que el peso en su espalda creció. Era obvio que a ella le daba igual aquel reconocimiento obtenido por parte de la escuela cuando una de sus obras fue presentada en un intercambio cultural interestatal, pero era también obvio que la emocionaba sobremanera ser parte de esa vitrina. Sin tener mucho ánimo por especificar que es lo que hizo para conseguir aquel reconocimiento, evidentemente desinteresada por el tema, ella igual mostro emoción solo con el hecho de ser parte de la vitrina. Lincoln podía entender aquello con bastante facilidad, lo intento también, y esperaba que no le tomara demasiado tiempo llegar al punto en que sus resultados se exhiban ahí también. Pero el punto era que su gemela tenia la misma edad que él, no era alguien que le llevara ventaja como Lori o Luna, así que pese a sentirse derrotado ante su hermana menor inmediata, especialmente por las pequeñas e inocentes burlas que ella le daba producto de su emoción, Lincoln trataba de mantenerse positivo, tanto como su madre y padre siempre le recordaban que debía ser. No debía concentrarse en el hecho de que su gemela consiguió ese premio y ahora ella podía presumir el hecho de haber llegado antes que él a la vitrina, en su lugar debía concentrarse en el hecho de que, al ser de la misma edad, su gemela era la muestra de que él también podría conseguirlo. Incluso trató de convencerse de que no necesitaba tiempo para hacerlo, así como para su gemela no hizo falta, lo que necesitaba era simplemente encontrar aquello en lo que de forma natural fuera bueno. No obstante, dentro de él comenzó a crecer un pequeño apuro por conseguir algo que le distinguiera tanto como a sus hermanas.

Pero ahora frente a él estaba otra muestra de cómo, al parecer, aquel estúpido mueble estaba reservado solo para sus hermanas, dejándolo a él de lado por razones que le parecían muy difíciles de entender. Ellas, siendo niñas pequeñas, siendo infantes difícilmente asociadas con algo que no fuera un bebé, sin mucho esfuerzo y para colmo en su primer intento, lograron conseguir resaltar, ser premiadas por ello y también ser parte de la vitrina de trofeos de la familia. Era injusto, el se esforzó mucho por conseguir algo, y a él no se le dio ningún reconocimiento, de hecho podría decirse que solo se le otorgó una conducta condescendiente producto de la lástima que generaba ante su pobre desempeño en todo lo que intentaba. Una vez más, como sus padres le habían enseñado, podría lidiar con esa frustración y guardársela para sí mismo sin compartirla con nadie y tratando de superarla a través del olvido, después de todo su padre le dijo que debía estar siempre atento y siempre en condiciones para ayudar a sus hermanas. Pero no había forma de que lo consiguiera. Tantas cosas juntas hacían que Lincoln estuviera en un constante agobio y estrés. Era molesto y decepcionante, pero aquel arranque violento que tuvo en el ático, lejos de hacerlo sentir liberado a través de sus gritos y destrozos, termino por hacerlo sentir peor, ahora sentía culpa por todos los daños que causo a las cosas de aquella habitación, que pese a seguramente no ser costosas, si tenían algún valor no monetario que asentaba a sus padres a conservarlas. También estaba avergonzado de aquel episodio de mal carácter, pues aunque no podía definir de forma correcta el cómo, notaba a simple vista que sus hermanas habían puesto una distancia física con él a partir de ese incidente. Podía entender que ellas estuvieran cautelosas a algún arranque de su parte, pero siendo aquello un caso aislado y nunca habiendo dado muestras de una conducta similar, se sentía herido de que ellas de hecho empezaran a actuar de aquella forma. Era confuso verlas exigir su atención al mismo tiempo que ponían trabas en sus interacciones, Lincoln tenía dificultades para mantener su mente despejada a causa de los pensamientos que sus hermanas y su extraño comportamiento reciente generaban. Y sobre eso, estaba también la creciente hostilidad en que la mayor de las hermanas, así como la cuarta y quinta hermana parecían someterle cada vez con más constancia.

Lincoln verdaderamente quería hablar con sus padres sobre todo lo que estaba sucediendo con él, y quería también pedir ayuda para solucionar las cosas con sus hermanas, pero en favor de la familia, no lo hacía. No quería importunar a sus padres ahora que el proyecto de su padre se había puesto en marcha y les iba a quitar muchísimo dinero de los bolsillos, así como también los dejaría sin mucho tiempo. También, cuando ellos hablaron con él, le explicaron que las cosas podrían ser difíciles un periodo corto en lo que conseguían el dinero para asistir todos a las terapias que de tanto en tanto debían recibir, incluso le aclararon como es que Lori y Luan seguramente serian las que más temperamentales serian durante ese periodo, por lo que no quería verse como alguien quejumbroso al ir con ellos a quejarse por algo que ya le habían advertido con anterioridad. De la misma forma sus padres nunca dejaban de decirle que debía ser fuerte para cuidar de sus hermanas, y que tenía el deber de hacer eso, por lo que se sentía confundido al tener que hacer algo así con personas que le estaban tratando de esa forma en esos momentos. Se sentía también dolido ante las actitudes de Lori, Luan y Lenna, a quienes si bien podía justificar, no entendía porque repentinamente parecían estar tan ensañadas con él desde que comenzó a pasar tiempo con Clyde e insistían de manera incisiva en que debería pasar menos tiempo con ese niño para estar con ellas que son sus hermanas. En particular se sentía atosigado y algo molesto ante la insistencia que Luna había comenzado a mostrar en pasar tiempo con él y llenarlo de mimos que parecían sentirse extraños y poco naturales, como si fueran un acto racional que busca una recompensa, y no como un acto natural que pretende expresar algo. De forma irónica, se sentía abandonado por su gemela, quien ahora en aquel grupo de oratoria, paso de ser una chica popular en la escuela por ser bonita, a ser alguien popular por tener una labia encantadora y muy convincente que mantenía a sus compañeros pendientes de aquello que ella estuviera dispuesta a compartir. Pero ahora estaba incluso más decepcionado de sí mismo por no tener ningún valor, nada en él que le haga especial y le permita sentirse validado por su familia.

Por suerte, pese a no querer molestar a sus padres hablando de aquello, al menos podía ignorar sus problemas por completo al estar en compañía de Clyde, pues aunque ese niño no le mostraba compasión, ni comprensión al ser ignorante de su situación, si le brindaba compañía y diversión, lo cual en ese momento le parecía suficiente. Él, al igual que Lincoln, solo era un niño que quería tener compañía y sobre todo, quería compartir aquello que le gustaba y también presumir por todas aquellas tonterías sin significado que conocía o que había logrado. Aunque muy amorosos y atentos a lo que su pequeño necesitara, lo cierto es que los padres de Clyde no tenían muy entendido aquel gusto que su pequeño tenia por los comics, por lo que ir con ellos en busca de una conversación al respecto era totalmente infructuoso, de la misma manera que presumir ante ellos lo que sabía sobre el tema resultaba poco divertido ya que ellos no entendían casi nada de todo lo que Clyde quería compartir. Y al no tener hermanos, y ser muy tímido debido a todo su contexto familiar y social, la mayor parte del tiempo el estaba solo simplemente desarrollando su imaginación en busca de escenarios que le parecieran entretenido. Aunque de forma diferente, Lincoln estaba también la mayor parte del tiempo usando su imaginación para pasar el tiempo consigo mismo, al menos en lo que refería a aquellas cosas que a él le gustaban. Él sabía que debía estar presente para sus hermanas, por lo que pasar el tiempo con ellas haciendo lo que les guste era algo muy común, pero era también tan común que lo desairaran al momento de pedir compañía en alguna actividad que a él personalmente le causara interés, que en algún punto simplemente dejo de hacerlo. Para empezar era muy complicado que tuviera el tiempo libre necesario para hacer algo que le guste, por lo que rápidamente entendió que no debía desperdiciarlo tratando de convencer a alguna de sus hermanas a que lean comics como él, o vean el tipo de películas que le gustan. Era mejor aprovechar el tiempo simplemente haciendo lo que le gusta y usando su imaginación para imaginarse escenarios complacientes.

Pero eso ya no era así, ya no necesitaban de su imaginación para tratar de distraerse, y era justo eso lo que hizo de Lincoln un niño con un comportamiento más común, uno que no causaba que sus compañeros se incomodaran por verlo ser demasiado infantil. Y siendo Lincoln parte de su familia, tenía a mucha gente dispuesta a rodearle ahora que era alguien menos extraño en sus formas, ninguno de ellos esperaba algo así antes de conocerse, y tampoco después de que empezaron a frecuentarse, pero de alguna manera ambos eran ahora un dúo que el resto de sus compañeros realmente querían cerca. Como era normal, a la mayoría de compañeros de clase les gustaban exactamente las mismas cosas, por lo que cuando consideraron que Lincoln dejo de ser raro, y vieron que Clyde se comportaba de manera menos sombría, no les costó mucho incluirlos en sus actividades. Y ya como una actividad más cercana entre el chico de piel negra y el de piel blanca, pasaban tiempo en la biblioteca escolar después de clase, a veces con la intención de leer o hablar sobre los comics que les gustaban, muchas otras haciendo tareas gracias a la buena influencia que el niño de cabello rizado era, muy ocasionalmente hablando de cosas relacionadas con sus familias, pero siempre pasando un buen rato juntos.

Sin embargo, en casa Lincoln debía enfrentar a un grupo de hermanas que cada vez se portaban de forma más mezquina con él, y pese a que de alguna forma se sentía culpable por aquella respuesta de ellas, justificándolas en su actuar, lo cierto es que la molestia que ellas le causaban, de la mano del recordatorio constante que aquel mueble le daba cada vez que entraba en el comedor de la casa, a Lincoln terminaba por acabársele la paciencia cada vez más rápido. Incluso llegó a pensar que pasar más tiempo con Clyde sería una buena idea, pues estando con él no había peleas, pero al aumentar sus ausencias, lo único que ocasionaba era que sus hermanas pronunciaran aun más reclamos y disconformidades.

¿Para qué lo necesitaban cerca? La mayoría de ellas ya no lo necesitaba para nada, de hecho únicamente parecía que lo querían cerca para que les hiciera compañía mientras ellas hacían sus actividades, dejándolo a él sin tiempo para hacer algo que le guste. También le parecía absurdo que Lori y Luna pidieran con tanto énfasis que él este de regreso en casa temprano, tomando en cuenta que ellas no estarían ahí. Desde Lori hasta Lenna, quien hacía poco había entrado formalmente al equipo de futbol escolar, y también su gemela, sus hermanas se quedaban en la escuela al terminar las clases, realizando actividades extracurriculares para sus clubes culturales o equipos deportivos. No había necesidad de que el volviera temprano si no tenía nada que hacer en casa y encima de eso podía simplemente pasar un buen rato con su amigo. Pero Lori insistía en echarle en cara como es que ahora les descuidaba mucho y dejaba de pasar tiempo con ellas, dándole prioridad a un desconocido a quien no sabían si era confiable o no. Y Luna, quien de una forma totalmente intensa y por momentos desagradable, pasaba de rogarle a exigirle que pase tiempo con ella, haciendo sentir al peliblanco de una forma muy incómoda como es que su hermana mayor podía pasar de lo que parecía su ahora habitual melancolía a una extraña versión de ella mucho más intensa e indudablemente propensa a la violencia. Era una lástima que sus padres, atentos a conseguir el dinero que necesitaban y a estabilizar aquel proyecto que Lynn estaba tratando de hacer funcionar, no tenían el tiempo necesario ni las ganas de atender a sus hijos con el interés necesario para ver como la mitad de ellos estaban cambiando de forma negativa y consiguiendo actitudes muy cuestionables, así como comportamientos preocupantes.

Había comenzado todo de una forma tan infantil y tan inocente, sin intenciones de lastimar a nadie y también con miedo de ser descubierto. Aquello que tenía tiempo de suceder en su cabeza, en la intimidad de sus pensamientos, para ser él su único testigo de aquella mala forma de referirse a los demás, en algún momento se convirtió en suaves susurros en respuesta a la forma en que Lori le regañaba por todo aquello que hacía, o por todo aquello que dejaba de hacer, mostrándole también hostilidad cada vez que él prefería simplemente pasar su tiempo solo o no acompañándolas en lo que sea que hicieran.

Cuando fue descubierto por primera vez, lejos de sentirse avergonzado y retractarse de sus actos, Lincoln retó a Lori con sus palabras, desafiando su autoridad de hermana mayor y causando que ella decidiera no contenerse con él en la forma en que le reprendía. Pero para Lincoln, aquello fue revelador, sentir aquella libertad tras expresar su molestia fue muy relajante, no importaba que por hacerlo consiguiera que Lori se ensañara aun más con él y que también sus padres decidieran darle una reprimenda después de ser informados de lo ocurrido. Haber dicho lo que dijo le hizo sentir mucho mejor, al fin había sacado de su cabeza esas emociones y podía descansar del agobio que le causaban, especialmente de esa desagradable sensación que tenía en la boca de su estomago, la cual aunque era muy parecida a la sensación del hambre, no desaparecía sin importar que comiera. Ese fue el comienzo para Lincoln, quien pese a conseguir castigos ante su nueva forma de respuesta ante el estrés, consideraba que le hacía sentir mucho mejor incluso que pasar el rato con Clyde.

Ahora podía liberarse de esa sensación desagradable en su estomago, y aunque padecía también de una esporádica sensación de frio intenso desde su nuca hasta sus hombros, era agradable saber que, de estar fuera de su hogar, podía ignorar aquellos malestares únicamente por pasar el rato con Clyde, ya que él no le hacía reclamos ni le exigía nada, únicamente pasaba el tiempo con él y se divertían. Pero ahora, estando en casa, se sentía liberado de aquellos malestares que sus hermanas le causaban simplemente devolviendo aquel trato que ellas les daban, de hecho, para él era lógico que lo hiciera, le estaban provocando sensaciones desagradables, así que era justo que él les hiciera lo mismo para que entendieran la forma en que se sentían. Y aunque en un inicio hizo aquello con el objetivo de darles una lección a sus hermanas, mostrándoles cuanto malestar pueden provocar las palabras, especialmente dichas con tanta animosidad y por parte de alguien querido, al final aquello no funciono en absoluto, haciéndolo solo apreciar la sensación catártica que tenía el simple hecho de decirles cosas similares a las que ellas le reclamaban en principia. Pero al no ver ningún cambio en ella, y sintiéndose cada vez más apegado a esa sensación de liberación y logro al hacerlas molestar también, simplemente convirtió aquella forma de dialogo tan retadora en su conducta habitual dentro del hogar. Ninguna de sus hermanas recibió con simpatía aquel cambio en Lincoln, pues pese a ser muy lento u gradual, era también bastante evidente para cada una de ellas, quienes siempre tenían algo que decir para quejarse con él sobre lo que hacía y para pedir una explicación de porque lo hacía. Lincoln, molesto ante la preferencia de sus padres por sus hermanas, solía expresar cada vez más sus molestias, tomando en cuenta como ante las quejas, eran sus progenitores quienes le exigían a él tratar de ser más razonable. Y de entre aquellas cosas que le pedias para ser razonable, era tragarse su orgullo y ser él quien se disculpe con ellas por su actitud, teniendo que ayudarles en lo que pidan después de aquello.

Los ratos con Leni y Lucy solían ser los que más tranquilidad le brindaban, pues ambas eran aún muy ajenas a la situación y realmente no eran capaces de mostrarle ningún tipo de molestia ni reclamo a Lincoln, haciendo de su convivencia una muy amena. A pesar de todo lo que ocurría, Lucy aún se daba momentos para estar con Lincoln, aunque ahora era de forma exclusiva para ver películas en los fines de semana, pero eso le bastaba a ambos. Por una parte, la pequeña niña, quien ahora teñía su cabello una vez más, pero ahora en el color opuesto al natural que le correspondía, pues de entre toda su familia, era únicamente Lincoln quien no parecía interesado en su aspecto o en su falta de interacciones, simplemente le agradaba su compañía. Y ella en especial disfrutaba bastante los momentos en que Lincoln simplemente comenzaba a contarle cosas sobre sí mismo, pese a que ella no solía emitir respuestas de ningún tipo. Solo escucharlo era entretenido y le hacía sentir que formaba un lazo más cercano con él. Mientras que Lincoln, alegre de tener a alguien que le escuche, disfrutaba pasar aquellos pequeños ratos con su hermana menor, no importándole que ella no le diera respuestas, pues si bien era cierto que en un momento dado el se cuestionaba si su hermana menor de hecho le prestaba atención al hablar, y le interesaba recibir respuestas de ella, ahora entendía que la pequeña simplemente disfrutaba de las conversaciones siendo solamente la receptora del discurso.

Con Leni las cosas eran incluso mejor, ella, como siempre lo fue, era una niña pequeña atrapada en el cuerpo de una niña no tan pequeña, por lo que estar con ella era sin lugar a dudas un momento de juego donde era Lincoln quien debía seguir el paso de su hermana mayor especial, a quien la energía parecía sobrarle siempre y que también tenía una forma algo descuidada de hacer las cosas.

Con Lori, aquello que se convirtió en la norma para ellos fue discutir de forma verbal, y no de una manera muy amigable, pues mientras la mayor de todos endurecía cada vez más su carácter en general, era con Lincoln con quien una evidente saña se presentaba, en ocasiones desbordando a través de palabras bastante ofensivas y dolorosas. Era cierto que Lincoln entendía cabalmente parte de aquel cambio en Lori, pues ella había comenzado a estresarse por culpa de sus estudios, y según lo que sus padres le habían dicho, estaba aprendiendo a lidiar con eso, por lo que debían ser pacientes con ella al momento de sus regaños. Aunque eso no convencía en absoluto a Lincoln, quien con mucha claridad había llegado a ver la diferencia entre el trato que ella le daba y el que le daba al resto de sus hermanas. Lori había dejado de de ser esa linda hermana mayor que de manera aleatoria decidía darle cariño, a una chica hostil que no parecía conforme con nada de lo que él digiera o de lo que él hiciera. Era, de hecho, alguien que de manera aleatoria se le acercaba aparentemente en busca de pelea, pues siempre tenía un reclamo listo para hacerle. Eso le frustraba mucho, lo hacía enojar y también lo ponía triste, daba igual que Lincoln fuera mucho más hábil para entender a sus hermanas que incluso sus padres, seguía siendo un niño pequeño cuya experiencia en relaciones interpersonales se limitaban casi de manera exclusiva a miembros de su familia, quienes desde que tenía memoria se habían comportado de una manera constante, por lo que ahora que varios de ellos, en especifico sus hermanas, habían cambiado tanto, no se sentía seguro tratando de entenderlas ni tampoco conviviendo con ellas.

No era solo Lori y su creciente hostilidad la que le hacía sentir mal y poco querido, era también la forma en que Luan se volvió alguien tan intensa con él al momento de convivir, dedicándose únicamente a molestarlo con aquellas bromas pesadas que siempre implicaban terminar golpeado o sucio. Y Lenna, con quien alguna vez sintió tenía una de las mejores relaciones, ahora se dedicaba a ser muy grosera y algo agresiva con él. Sus padres, también en el caso de Lenna, trataron de explicarle que ella estaba teniendo problemas para adaptarse a equipo de futbol o algo parecido, y Lincoln podía creer en ello de solo recordar la cantidad de problemas que le representaban a la más débil de sus hermanas el poder convivir o siquiera estar cerca de personas que no fueran sus hermanos. ¿Pero eso justificaba la forma en que ahora le trataba?

No, claro que no justificaba el trató que la Lenna o ninguna de sus hermanas le daba, al menos de las mayores. Lori haciendo hincapié en todo aquello en lo que Lincoln se equivocaba y buscando la manera de echárselo en cara, teniendo también como misión personal no dejar a Leni o a las más pequeñas pasar mucho tiempo con él por motivos que desconocía. Luan y Lenna tratándolo como algo parecido a un saco de boxeo sin parecer demasiado arrepentidas por lo que hacían y repitiéndolo de forma constante. Luna acosándole de forma desagradable para que pase tiempo con ella aprendiendo a tocar algún instrumento o jugando con ella, pese a que era obvio que desde hacía un tiempo, entre ellos no había casi nada en común, pero no siendo eso suficiente para que la amante de la música dejara de atosigarlo con pedidos y favores. Incluso su gemela había comenzado a frustrarlo bastante pues cada vez que él trataba de aliviar un poco su molestia hablando con ella, sin mucho reparo, la menor desestimaba sus sentimientos y también la forma en que relataba los acontecimientos. La compañía de Clyde tampoco fue un verdadero escape a la forma en que lentamente se sentía más y más frustrado, pues aunque pasar tiempo con el chico de piel negra le hacía olvidar sus problemas por un rato, no los hacía desaparecer en absoluto. Desahogarse en presencia de Clyde tampoco era una opción, pues Lincoln no se atrevía a ser muy expresivo sobre temas personales con él ya que no quería aburrirle con ellos, de la misma forma en que le asustaba un poco la posibilidad de que al compartir sus problemas con él, eventualmente termine por desestimarlo de la misma forma en que su gemela lo hacía. La vida de Clyde era una bastante tranquila, y por ello no solía compartir mucho sobre sí mismo, por lo que siendo la primera amistad real de Lincoln, asumió que era así como debía ser.

Pero lo que llevó a Lincoln a sentirse completamente acorralado y frustrado, fue la intervención de sus padres, quienes pareciendo completamente decepcionados de él, le sermonearon con molestia sobre su mal comportamiento mostrad recientemente.

—Entendemos que tengas cosas que quieras hacer tú solo, cariño— le dijo su madre, firme frente a él, quien incomodo recibía aquel sermón notando de reojo a algunas de sus hermanas ser testigos—, pero no está bien que descuides a tus hermanas. Ellas solo quieren pasar tiempo contigo y que las ayudes de vez en cuando, no creo que eso sea demasiado problema. No lo había sido hasta ahora.

—Mira, campeón— intervino el padre—, entendemos que quieras leer tus comics o jugar con tu amiguito, pero no creo que sea justo que estés todos los días fuera de casa solo sin hacer nada.

—Pero, Lori y las demás llegan tarde a casa también.

—Ellas están atendiendo actividades en sus clubes— respondió el padre, incluso señalando con su dedo a Lincoln—, Lori estudia bastante para mantener sus notas altas y cuando se queda en la escuela es para asistir a sus prácticas en el equipo de Golf, donde te recuerdo que ella ya es campeona interescolar y estatal. Y Luna también debe asistir a tres clubes de música diferentes, es normal que no pueda regresar a casa temprano. A Luan le ha estado yendo de maravilla en el club de teatro escolar y sabes el esfuerzo que está haciendo Lenna por integrarse a su equipo de futbol. Todas ellas están dando su mejor esfuerzo, por eso no les hemos dicho nada a ellas por llegar más tarde de la escuela. Pero tú, campeón, solo has estado jugando con tu amiguito, y no digo que eso este mal, es solo que hacerlo todo los días es… no sacas ningún provecho de eso.

La expresión de Lincoln no había cambiado en un rato, estaba casi cincelada en su rostro, era parecida a la de sorpresa, pero al mismo tiempo parecía no expresar nada. Lo que su padre le dijo era cierto, a diferencia de sus hermanas, él no estaba haciendo nada de provecho, simplemente se dedicaba a pasar el tiempo con su amigo quien era tan marginado como él, y disfrutaban de la moderada reputación que habían conseguido al volverse amigos. Pero nada de lo que hacían era algo de provecho. Leían comics, jugaban cualquier tontería, Clyde pensaba en ideas y Lincoln trataba de plasmarlas en papel a través de sus dibujos, discutían sobre lo que leyeron, de vez en cuando se ayudaban haciendo sus tareas escolares, chismorreaban sobre algunos de sus compañeros y en ocasiones sobre los profesores. Un montón de tonterías sin beneficio ni causa, como lo era la conducta de cualquier niño de la edad de Lincoln, pero él, sintiéndose algo eclipsado por lo que sus hermanas conseguían, volvió a sentirse mal con eso que escuchó de su padre.

Trofeos por hacer que la escuela sea reconocida gracias a sus participaciones en Golf, el reconocimiento de la casa de la cultura, resaltar a la escuela con las interpretaciones de las bandas que poseía. Incluso las gemelas tenían ya una maldita muestra de talento en esa estúpida vitrina vieja que desentonaba con el resto de decoración en el comedor de la casa. Con su enojo a flor de piel, Lincoln dejo a sus padres con la palabra en la boca y subió a su habitación dando pasos sonoros e ignorando los reclamos de sus padres por su actitud. Lynn, siendo el patriarca de aquel hogar, estuvo muy tentado a someter a su único varón después de ver aquella conducta tan retadora y que sin lugar a dudas estaba fuera de lugar, pero estando cerca de sujetarlo, se detuvo, tuvo dos razones para ello. La primera es que por principios el había elegido una crianza de sus hijos alejada de los actos físicos como reprimenda, tratando de no dejar en ellos las cicatrices emocionales y físicas que en su seno familiar se formaron sobre su cuerpo y dentro de su mente. La segunda razón es que, por un instante, al ver a su hijo al final de aquellas escaleras, apenas unos peldaños por encima de él, le detuvo el recuerdo de su pequeño tratando de destruir el ático con sus propias manos. ¿Algo parecido estaba por suceder? No lo parecía, su hijo siguió de frente al subir las escaleras y con un fuerte portazo se encerró en la habitación que comparte con su hermana mayor y su hermana menor. Trató de abrir la puerta, incluso forcejeo un poco antes de que su esposa le detuviera, aquella no era una conducta normal en su hijo, y sin lugar a dudas podía le estaba costando trabajo acoplarse a esa nueva forma que el pequeño tenia para expresar su frustración, pues así lo evidenciaba la consternada mirada que su esposa le dedico después de verlo intentar abrir aquella puerta por la fuerza, siendo entonces que Lynn notó cuanto enojo expresó con aquel acto.

Era un buen momento para que él y su esposa volvieran a su habitación, dándole el espacio y tiempo necesario a su hijo para calmarse, confiando en su buen juicio, que sin lugar a dudas se encargo en varias ocasiones de demostrarles. Así mismo ellos regresarían a su propia habitación para intentar hacer lo mismo y hablar sobre lo que había sucedido, aunque solo por la forma en que Rita le detuvo, ambos supieron que era una prioridad atender a su hijo en lo que sea que le pase, pues una segunda muestra de rebeldía les parecía apropiada para su edad, pero no era así para esta segunda muestra de emociones descontroladas que su hijo les dio, especialmente porque esa emoción que se repitió fue una negativa y visceral, una emoción que podría convertirse en un problema si es que su hijo decidía convertirla en el catalizador de su estado relajado. Incluso ellos estaban cansados y estresados con todo lo que ocurría alrededor de ese proyecto que Lynn tenia, y sobre como Rita estaba tratando de cumplir su sueño, pero por mucho que habían contemplado tener a Lori como prioridad, seguramente el estado mental de su hijo era más relevante en ese preciso momento. aun estaban lejos de darse el lujo de concertar una cita, pero temiendo algún desplante peor de parte de su hijo, o que ese tipo de desplantes terminaran por convertirse en algo normal para él, hablaron con su médico de cabecera en busca de orientación.


Incidente Inesperado

Con los nervios de punta, y sintiendo el estrés que la situación actual de su vida le provocaba, Rita llevaba a sus hijos a la escuela sintiendo una ya muy engrandecida preocupación por su varón, sintiendo también mucha culpa por cómo es que se había estado comportando últimamente. Y ni ella ni su esposo habían conseguido conectar con su pequeño para entender cuál era el problema que tenia o que era aquello que le molestaba.

Era completamente absurdo que en cuestión de algunos meses su hijo terminara de la forma en que estaba en ese momento. En realidad, durante aquel viaje, su hijo estaba actuando de la forma habitual, mirando por la ventana y mostrándose algo taciturno, pero antes de subir al auto, y seguramente también al bajar del mismo, aquel pequeño demonio en que su hijo se había convertido seguramente volvería. Estaba completamente mortificada por como la forma en que ella y su esposo dejaron que algo tan simple como cuidar de sus hijos, terminara convirtiéndose en una batalla constante por hacer que su hijo se integre a la familia una vez mas y que evite pelar con sus hermanas, siendo que en más de una ocasión llegó a ser un enfrentamiento físico el que tuvieron que detener. En retrospectiva se podían dar una idea bastante clara de cuales errores cometieron, aunque no podían discernir si aquellos errores fueron o no determinantes, pero seguramente lo fueron.

Sabían con certeza que Lincoln estaba teniendo problemas para lidiar con sus emociones y también dificultades para expresarse, pero no supieron cómo debían enfrentar ese problema, lo cual era absolutamente lamentable tomando en cuenta que Lincoln no era el primero de sus hijos con problemas de aquel tipo, y ciertamente no fue el último tampoco. Pero desde hace un tiempo tanto ella como su esposo, a reclamo de su sexta hija, notaron lo mal que estaban haciendo las cosas con el varón, tomando decisiones que como mínimo podrían ser consideradas como cuestionables, quizá para ojos ajenos incluso estúpidas. Probablemente el verdadero problema era aquel que surgió en la primera visita al terapeuta que Lincoln tuvo desde que comenzó a comportarse de forma aguerrida, y si bien el médico fue muy laxo con sus observaciones al ser únicamente la primera cita atendiendo ese problema en especifico, para él hombre de mediana edad era notable la forma en que ellos, sus padres, ponían demasiadas expectativas sobre Lincoln.

Sentirse ofendida por aquello le parecía lo mínimo que debía hacer al escuchar esas palabras, pero en aquellas acostumbradas charlas que tenia con su esposo, ya ambos relajados tras una larga ducha y habiendo conseguido dormir a sus hijas más pequeñas, a quienes ya estaban tratando de pensar en donde reubicarlas, Rita concluyó junto a su esposo, que el médico seguramente tenía razón. Gracias al pasado de Lynn, y a la educación que Rita tuvo, ambos estaban convencidos de que debían ser exigentes con todos sus hijos, pero siempre mostrándoles apoyo y también evitando cualquier represaría física por el bien de su salud mental. No tenían ninguna idea clara de cómo hacerlo en un inicio, pues en realidad no buscaron información al respecto, fue un avance creado a partir de la prueba y error que ocurría mientras criaban a sus hijas mayores. Afortunadamente para ellos, no pareció jugarles en contra de ninguna manera, e incluso les enseño mucho sobre cómo ser mas compasivos con los niños, pues Lori fue alguien muy expresiva y con ella aprendieron a entender que es lo que un niño quiere y como es que lo intentara pedir. De la misma forma fue criando a Lori que consiguieron mantener la paciencia necesaria para lidiar con Leni y su muy errático y desastroso comportamiento hasta el momento en que decidieron hacerle un diagnostico, momento en el cual su situación solo mejoró con el paso del tiempo. De Leni podían decir que les enseñó a ser mucho más compasivos de lo que jamás pensaron ser, pues no solo por ser su hija sino por tener aquellos problemas tan evidentes y al mismo tiempo tan anti intuitivos de discernir, comprendieron que así como ellos, cualquiera puede ser víctima de circunstancias ajenas a cualquier factor previsible. Lynn, más que Rita, se culpaba por la situación de su segunda hija; por la de todas ellas, y era quien más empatía tenía por ella de entre ambos padres, siendo que él tenía una experiencia similar guardada en su pasado. Cuando Luna creció, y con ello demostró ser una niña muy tranquila y femenina, ambos padres tuvieron que practicar su aceptación al ver como su hija, pese a desarrollar un gusto por la música en general, y sintiéndose atraída por tocar diversos instrumentos, conforme crecía se inclinara cada vez más por usar aquella estética alocada que su padre en un principio aplaudió, por recordarle a la escena Glam del Rock, pero que eventualmente termino mutando y pareciendo una mescla curiosa de estética Punk y femenina. Ninguno de ellos se atrevió a poner trabas a su hija, quien parecía estar inclinada a dar su atención y esfuerzo en la música, donde incluso había demostrado resultados, pero ambos se sentían preocupados de cómo es que ella lentamente encaminaba su apariencia y su actuar al que se podía ver en Inglaterra en la década de los diecinueve-setenta, cuando aquel género tan intrépido y mal visto del rock comenzaba a surgir y causar alboroto.

Y no eran solo ellas, Luan y su no tan tardío diagnostico de TDAH, Lucy y su extraño comportamiento que les llevó a creer que tenía algún tipo de retraso mental y que incluso derivó en aludir su mutismo a un problema de lenguaje… habían hecho lo posible por hacer que ellas estuvieran cómodas con sus situaciones y les dieron el apoyo necesario para encaminarlas y evitar que sus problemas, sin importar si fueran menores o mayores, les impidieran tener un crecimiento tan normal y afectuoso como ellos soñaron para cada uno de sus hijos desde el día que supieron que esperaban a Lori. Y es que, aun cuando ellos jamás planearon tener hijos, o al menos no a la edad en que empezaron a hacerlo, habían previsto aquel escenario en que se volvían padres mientras, siendo jóvenes y una pareja muy enamorada, fantaseaban sobre formar una familia, pero no teniendo inconvenientes con no formar una en absoluto. Después de que Rita escuchó sobre el pasado de Lynn, sintió que era aceptable su reticencia a la paternidad e incluso le hacía tener dudas sobre una responsabilidad tan grande, considerando lo desvirtuada que puede terminar una familia sin la necesidad de un gran evento traumático. Pero ya que Lynn nunca estuvo cerrado a la posibilidad, y siendo tan jóvenes y alegres, mas de alguna vez hablaron de como serian buenos padres ya que ambos se amaban y seguramente amarían de la misma forma a sus hijos. Por supuesto, ellos no se equivocaron, al menos no lo hicieron en la parte que correspondía a cuanto amaban a sus hijos, a quienes pese a los años, las desventuras y el calvario que significaba tenerlos y mantenerlos, simplemente sentían que cada día que pasaba los amaban más. Por eso les apoyaban tanto, les daban tanta atención y sin importar el que, decidían apoyarlas para que se sintieran cómodas consigo mismas y quizá así también encuentren aquello que les gusta. Al menos era así con sus hijas.

Les lastimaba bastante darse cuenta que, por mucho que pudieran decir que querían a sus hijos, en realidad había uno de ellos a quien le mostraban una conducta bastante parcial y llena de expectativas. Desde el momento en que supieron que uno se sus primeros gemelos seria un varón, dentro de ellos surgió un tipo de amor muy diferente al que habían sentido previamente por sus hijas, lo cual tenía sentido por la diferencia de sexo, pero en realidad, y gracias a aquellas anécdotas desalentadoras que Lynn alguna vez llegó a compartir con su esposa, ambos también desarrollaron expectativas poco razonables para su hijo.

Para Rita, quien se había vuelto susceptible a las historias de fantasía que solía contar a sus hijas pequeñas sobre príncipes, princesas y dragones, la llegada de su hijo representaba una sensación de tranquilidad, ya que una vez que ella y su esposo estuvieran viejos y fueran incapaces de atender a sus hijas o de brindarles apoyo, ahí estaría su hijo, cuidando de todas ellas y asegurándose de que nada malo les pase, o en el peor de los casos, rescatándolas de las cosas malas que llegaran a sucederles. Si llegaba a ser cansina con sus hijas al repetirles cómo es que Lincoln seria su pequeño caballerito y cuidaría de ellas en todo momento, es porque en verdad llego a convencerse de ello. Como el único varón entre las hermanas, era para Rita natural pensar que su pequeño Lincoln debería crecer para ser alguien que las proteja y las ayude, alguien que esté ahí para ellas siempre que sea necesario.

Para Lynn, el orgullo de tener a su primer varón era mucho, pero él tenía la preocupación de enseñarle a su hijo a no ser como su familia, y tampoco como él mismo. Lincoln debería aprender a no ser el cobarde y endeble hombre que era Lynn, de la misma forma que Lynn debería encontrar la forma de no dejar que Lincoln termine convertido en el tipo de hombres que en su familia abundaba. Era una idea complicada, pero creía que con ayuda de su esposa serian capaces de mantener bien establecidos los límites de su pequeño para evitar que se vuelva alguien abusivo y violento, mientras que para evitar que Lincoln se convierta en alguien tan cobarde como él se consideraba, confiaría en que "quien no tiene talento, enseña". No tenía más opciones, después de todo, Rita era un gran ejemplo de mujer para sus hijas, dedicándose él únicamente a hacerlas felices, pero estaba convencido de que él sería un mal ejemplo de hombre para su hijo.

Con sus hijas fueron tan permisivos y tan suaves en sus tratos, convencidos de que ese estilo de cuidado era la mejor opción, que pese a convertir a sus hijas en niñas talentosas en diferentes áreas, también lentamente las convertía en unas niñas muy problemáticas gracias al poderoso ego que las más sanas desarrollaban, mientras las que más problemas tenían, libres en su mayoría de repercusiones, terminaban por adquirir personalidades demasiado marcadas.

Pero no era el caso con Lincoln. A el varón de la descendencia, día con día y sin reparos, le recordaban como es que debía estar ahí para sus hermanas, atenderlas y ser un buen ejemplo para ellas. Debía ser atento con ellas y no causarles problemas, por el contrario debería ser de ayuda para ellas al momento de resolver problemas. Aunque siendo aun muy pequeño, y teniendo aquel comportamiento volátil a causa de la forma en que su mente solía volar por momentos, Lincoln cubrió las expectativas de sus padres sin problemas, no solo como el hermano que querían que fuera para sus hijas sino también como un hijo modelo, atento y que se enfocaba en lo que le pedían que hiciera, a cambio de muy poca atención y de recompensas muy pequeñas. Hace un tiempo que entendieron como es que la casa se volvería un poco más complicado de mantener en orden al descubrir cómo sus hijas estaban entrando en la pubertad, pero en ningún momento pensaron en que habría una enemistad entre sus hijos, mucho menos que ocurrirían eventos como la pelea entre Lori y Leni. Pero lo que más se les complicaba entender era el comportamiento de su hijo, quien no debería estar afectado por ningún cambio hormonal y tampoco recordaban que tuviera indicios de aquella conducta violenta y retadora que estaba teniendo recientemente. Si bien para ellos como padres fue difícil organizar una cita para Lincoln con un terapeuta debido no solo a sus gastos sino a la necesidad de tener a sus hijas bajo supervisión, solo en la primera cita hubo problemas que pese a no ser tan evidentes, ambos debieron ver con anterioridad. Pero lo peor fue que cometieron errores después de aquella primera cita al terapeuta del niño.

Lincoln, lejos de mejorar su comportamiento, simplemente lo empeoro y lo volvió más evidente, y dado que los recursos no les bastaban, tanto Rita como Lynn debieron aplazar la segunda visita de Lincoln por un largo periodo. Pero, contradiciendo a su método elegido y en cierta forma comprobada, ambos coincidieron en que Lincoln, siendo un varón, debería de recibir una educación mucho más estricta, especialmente por la forma en que había comenzado a retar a Lori o a descuidar al resto de sus hermanas. El resultado de eso fue contraproducente, y para cuando Lincoln al fin pudo asistir a su segunda cita con el terapeuta, el especialista dejo muy en claro los problemas que el pequeño había desarrollado, pero extrañamente, el terapeuta les alentó a continuar con aquel sistema de recompensa y castigo con el que ellos habían demostrado no entendían cómo funcionaba. Ellos realmente castigaban las formas negativas en que su hijo se comportaba, pero nunca reafirmaban su buen actuar, pues a los ojos de ambos padres, todas aquellas cosas que su hijo hacia bien, eran el mínimo que debía de cumplir. Debía estar para sus hermanas, debía ayudarlas, y quejarse por tener que dejar algo que hacía para atenderlas no era bien recibido, después de todo l familia es primera. O al menos eso es lo que decían ellos.

La tercera cita con el terapeuta fue completamente infructuosa, pues Lincoln, ahora sintiéndose atacado por aquel especialista además de por su familia, se negó a hablar con él de cualquier cosa, lo cual le amerito un fuerte reclamo de sus padres, tomando en cuenta que el rendimiento escolar de Lenna, así como su desempeño en su equipo deportivo había bajado notablemente, haciéndole pensar a ellos que algo estaba mal con ella, pero dejando para después su atención creyendo que Lincoln tenía cierta prioridad, todo para que él decidiera solo desperdiciar el tiempo de la cita quedándose en silencio.

Completamente frustrados por eso y por como la actitud de su hijo solo iba a pique, ellos comenzaron a castigarle con más frecuencia, creyendo realmente que eso le enseñaría a evitar sus malos comportamientos. No fue la mejor de las ideas, sin lugar a dudas.

Cuando al fin vio bajar de aquella van que conducía a sus hijos, aquellos que estaban ya en necesidad de asistir a la escuela, los hombros de Rita se desplomaron al ver el ceño fruncido de su hijo. Aquel rostro sereno y taciturno que mantuvo durante todo el viaje en auto mientras miraba por la ventana el paisaje, se descompuso en el preciso momento en que ella se detuvo frente a la escuela. Podía entenderlo, después de todo, por culpa tanto suya como de su esposo, Lincoln había trasladado parte de su mala conducta a la escuela.

Hicieron muchas cosas para castigarle que ahora les parecían tan estúpidas y mal intencionadas. Le confiscaron sus comics, le prohibieron usar el televisor y con ello le negaron la oportunidad de ver las películas que tanto le gustan, aunque nunca retuvieron ni disminuyeron su mesada, si le dieron más responsabilidades dentro de la casa, le obligaron a ser parte de acontecimientos importantes para sus hijas. Fueron tan estúpidos que, creyendo que él era una mala influencia para Lincoln, basados en que su comportamiento negativo más o menos coincidía con el hacerse amigo de él, le prohibieron mantener su amistad con Clyde, o al menos trataron de limitarla tanto como fuera posible. Fue muy vergonzoso y revelador para ellos como en esa cuarta cita que Lincoln tuvo, sintiéndose en necesidad de ello, hablaron con el terapeuta respecto a los castigos que le impusieron a su hijo, consiguiendo que el especialista les hiciera ver lo desproporcionado de su actuar. Aquel psicólogo lo único que pretendía al incitarlos a continuar con los castigos era que usaran con Lincoln un sistema de castigo por malos comportamientos y recompensa por buenos actos, no que simplemente se dedicaran a restringirlo hasta el límite. Incluso fue el mismo terapeuta quien con cierta crudeza les hizo ver la forma en que parecían esperar de su hijo mucho más de lo que deberían, pero ahora que Lincoln se negaba a hablar con el especialista y que el resentimiento por sus actos claramente pesaba en él, la solución a su temperamento estaba bastante lejos.

Últimamente era mucho más callado y se hacía evidente la molestia que le causaba estar con sus hermanas mayores, a tal punto que entre ellas y él había comenzado a crecer una enemistad extraña y difícil de controlar, especialmente de parte de Lori, quien para ese momento ya tenía un cambio evidente en su forma de actuar, aunque aun pasaría algo de tiempo antes de que supieran cual era la causa para ella. Habían tratado de hablar con él, pero no hubo ningún resultado, incluso intentaron incentivarlo a mejorar su conducta revocando la mayoría de los castigos y limites que le habían impuesto, pero la rebeldía de Lincoln probó ser mucho más complicada de lidiar de lo que esperaban. No volvió a tocar sus comics, no uso de nuevo el televisor, no volvió a salir de casa por las tardes y por lo que escucharon de algunas de sus hijas, pese a que continuó su amistad con el niño de raza negra, Lincoln no volvió a pasar tiempo con él después de clase. Incluso decidieron que harían un esfuerzo por hacer accesible para Lincoln y su gemela un teléfono móvil, con la intención de que eso le divirtiera un poco, a esas alturas Lynn estaba ya completamente seguro de que la prioridad había dejado de ser el estabilizar aquel restaurante que decidió abrir, mientras que Rita entendió que, por mucho que la decepcionase, debería dejar de lado aquel trabajo como corresponsal y editora del periódico local que había conseguido hace poco y que le quitaba mucho tiempo.

Contrario al dulce y atento niño que solía ser, tan entregado a la familia, Lincoln había dejado de mostrar cualquier tipo de asistencia a ellos a no ser que ellos la pidieran, a tal punto que su actitud arisca y ceñuda era ya también parte de su convivencia con sus hermanas menores. Esa misma tarde estaba programada una nueva cita para que el pequeño viese al terapeuta, y Rita esperaba que la misma no fuera un desperdicio, pues Lincoln parecía reacio a compartir lo que le molestaba, tanto con su familia como con aquel terapeuta. Y recordó eso mientras veía a sus hijas caminar rumbo a la escuela, mientras su hijo avanzaba como sombra detrás de ellas sin mucho ánimo.

Para su desdicha, Rita no pudo asistir con su hijo y esposo a aquella cita médica, pues Lincoln decidió explotar de una forma violenta contra un compañero en su escuela. Al escuchar sobre eso, ambos padres estaban dispuestos a sermonear a su hijo por aquella osada muestra de inmadurez, incluso habían comenzado a hacerlo cuando en la dirección de la escuela, posterior a las clases, se les explico que Lincoln atacó a un niño del equipo de futbol en el que su hermana mayor era parte. Tenía sentido, después de todo, y con la preocupación de que Lenna estuviera teniendo problemas de integración debido a su desinterés por las interacciones, pidieron a Lincoln que acompañara a su hermana en sus prácticas como apoyo moral. Era algo que la misma Lenna había pedido, así que entendían que era algo importante para ella, y aunque Lincoln resopló y se vio molesto con aquella petición, lo cierto es que no se negó. Pero nada de lo que había pasado en esos días dejaba ver que un incidente como ese fuera a suceder, por eso ellos estaban tan molestos con su hijo, pues no les parecía una reacción apropiada y seguramente él solo se estaba desquitando con alguien por los problemas que estaba teniendo en casa. Al menos fue así hasta que Lenna conto su versión de los hechos.

Apretando sus gastos más que nunca, y ahora ya mas incómodos que preocupados, ambos padres se vieron en la completa necesidad de hacer que su hijo asista a aquellas citas de forma regular, de la misma forma que vieron necesario presionarlo con la intención de hacerlo hablar, alegando el gasto que representaba para la familia aquellas citas y como, a ojos de todos, era obvio que él estaba pasando un mal momento y necesitaba ayuda al respecto. Especialmente después de aquella segunda paliza que Lincoln le propinó al mismo niño de equipo de futbol, pero Lincoln no decidió cambiar su actitud hasta que le dio una tercera paliza al mismo niño. No tuvo que ver con que en las tres ocasiones dejo en un estado muy preocupante al niño castaño, tampoco tuvo que ver con darse cuenta del estado en el que terminaba el mismo Lincoln después de aquellas palizas brutales, ni siquiera estuvo relacionado con el hecho de como Lenna comenzó a sentirse incomoda en su compañía y, a través de sus palabras, el resto de hermanas también parecían comenzar a verlo como alguien malo. Lo que le hizo cambiar su actitud y reflexionar sobre sus ataques de ira fue la culpa, pero no la culpa por alguna de las cosas que se mencionó, fue la culpa por algo que hizo después de aquella tercera paliza a ese mocoso impertinente y bravucón de nombre Chandler.

Algo angustiada y cansada de la situación, Rita regaño a su hijo durante todo el trayecto a casa después de recibir aquella tercera queja por la participación de Lincoln en una pelea, más aun por ser con el mismo niño. Estaba muy estresada últimamente, debía hacer su trabajo y había renunciado a algo que ella esperaba hacer desde hacía años, su esposo se vio enfrascado en una racha de inconsistencia con su restaurante por culpa de todos esos gastos imprevistos, el crecimiento de sus hijas se hacía pesado al acumularse una tras otra y la mayor de todas parecía estar atravesando una etapa muy similar a la de Lincoln, pero con un claro objetivo para aliviar su estrés. De manera racional entendía que descargar todo eso sobre su hijo no era lo correcto, por el contrario solo haría que Lincoln se sintiera incluso más frustrado, pero cuando escucho que él peleo una vez mas no pudo contenerse, estaba molesta y necesitaba expresarlo. Estaba tan concentrada en reprender a Lincoln que decidió obviar la forma burlona en que algunas de sus hermanas parecían burlarse de él por lo sucedido y también ignoró a conciencia la forma en que las lagrimas se acumulaban en los ojos de su hijo.

No debió hacer aquello, y Rita lo supo estando ya cerca de casa, se supone que él está pasando por problemas también, y sobre todo es solo un niño, desahogarse con él fue algo fuera de lugar y muy abusivo de su parte, estaba dispuesta a disculparse a penas llegaran a casa, pero en cuanto el auto se detuvo, Lincoln salió disparado en dirección a la casa, seguramente con la intención de encerrarse en el ático a llorar. Antes de bajar del auto, Rita pensó que debería llamar a su esposo para avisarle de la tontería que había hecho y del problema en que Lincoln volvió a meterse, considerando incluso dejar a Lincoln en paz por u rato para dejarlo que se calme, esperando que al llegar Lynn, ambos puedan hablar de forma tranquila con él, aunque temía por no conseguirlo, recordando la poca paciencia que parecían tenerle al chico últimamente, tanto por culpa de la forma en que el estrés de cuidar de la familia les representaba como de la forma en que, dentro de ellos, la decepción de como se comportaba aquel que consideraban el pequeño caballerito de sus hijas, crecía.

Habiendo tomado rápidamente su guitara, Luna bajó con prisa de la van, corriendo detrás de su hermano con la intención de hablar con él, quería decirle que todo estaría bien y que ella estaba de su lado. Últimamente trataba de hacer eso con mucho empeño, esforzándose más y más ante cada rechazo que el pequeño peliblanco ponía en cada uno de sus avances. No le molestaba como Lincoln se negaba a sus abrazos, o como de forma desdeñosa parecía ignorar las palabras bonitas que le dedicaba, tampoco se veía afectada en como su hermano la evitaba y se alejaba de ella, podía tolerar los desplantes que él tenía cada vez que ella le pedía pasaran tiempo juntos, entendía completamente que Lincoln se convirtiera en alguien grosero con todas ellas. Al menos ella intentaba convencerse de todo eso.

En realidad a Luna todo eso le afectaba y más que nada, la lastimaba, pero más importante aún, la hacía sentir culpable pues sin lugar a dudad ella tenía cierta participación en aquel cambio que su pequeño caballerito había tenido, pero lo desproporcionaba por completo gracias a esa culpa. Podía recordar con mucha nitidez las palabras que su madre le dijo y que le hicieron enamorarse por completo de su pequeño hermano hace años, cuando ella tenía a Luan en su regazo y con malicia trató de expresarle a su madre que los niños eran feos, y era verdad que así lo creía, era algo que incluso en su presente podía decir con toda confianza, pues para Luna los niños son feos, no por su apariencia sino por su actuar. Pero su madre matizo un poco aquel pensamiento infantil que tenia con muy pocas palabras, le hizo recordar aquellos cuentos de hadas que por las noches le contaba a ella y al resto de sus hermanas, donde existían los príncipes y las princesas. Si esperaban lo suficiente, Luna y el resto de sus hermanas podrían ver a Lincoln convertirse en un caballero, el mismo tipo de caballero principesco que aparecía en esos cuentos y que por aquella época tanto le gustaban a Luna. Pero debían cuidar de él porque era pequeño, enseñándole a ser un caballerito, el tipo de caballerito que al crecer estaría ahí para ellas y las cuidaría, las amaría incondicionalmente y también les daría todo su amor. Ese amor, esos principios, esa forma amable de ser, esos valores, esa convicción, eran características de los caballeros y príncipes, pero no de un bebé como Lincoln, por lo que ellas, como hermanas mayores, debían cuidar de Lincoln y enseñarle sobre todo eso, para que al crecer el pueda cuidarlas y amarlas. Y era algo que habían estado haciendo muy bien, realmente estaban consiguiendo ese objetivo, pues a pesar de ser tan pequeño, Lincoln estaba siempre atento a ellas y cuidándolas, Luna podía verlo en la forma en que el cuidaba de las más pequeñas, o en como ayudaba a todas las mayores, pasando tiempo con ellas y tratando de facilitarles sus actividades. Fue adorable ver todo el proceso que representó para Lincoln convertirse en una persona segura para Leni, siendo él aun muy pequeño y también muy inexperto. Todos esos intentos, todos esos planes, todos esos juegos, todo ese amor, Luna sabia que todo eso era genuino, pues nadie le pidió que hiciera algo así, no era necesario, después de todo para Leni, Lori era ya una persona segura en la cual podía refugiarse si estaba lejos de sus padres. De la misma forma el ayudo al resto de sus hermanas y recientemente incluso había conseguido ayudar a que Lucy fuera una niña menos retraída y con más confianza en sí misma. Él no les falló en ningún momento y bajo ninguna circunstancia.

A pesar de que ellas acaparaban su atención, aun cuando él no tenía casi nunca tiempo para sí mismo, pese a que ninguna de ellas estaba interesada en lo que a él le gustaba, incluso cuando cada vez eran más de ellas, cumpliendo con lo que sus padres siempre le pedían, luchando para mantener sus notas escolares, sobrellevando la dificultad de no saber hacer amigos, lidiando con su desmedida imaginación, comprometido a no defraudar a ninguna de ellas. Y, pese a todo eso, ellas no fueron capaces de seguir siendo para él un buen ejemplo, ni tampoco aquella fuente inagotable de amor incondicional que siempre quisieron ser para él, no pudieron mantener la bonita y graciosa sonrisa de su hermano menor.

Luna lo había visto, fueron tantas veces que incluso llegó a estar atenta y hacer algo parecido a una vigilancia discreta, preocupada por como su hermano menor parecía afectado por eso, pero nunca tuvo el valor de hablarlo con sus hermanas ya que no era capaz de entender que es lo que molestaba a su hermano. Únicamente sabia que algo en aquel mueble del comedor le molestaba, pero adivinar el que era muy difícil para Luna, pues al ver el rostro de su hermano en aquellas ocasiones, era todo muy distinto, a veces él se veía molesto, en otras ocasiones se veía triste, también podía verlo decepcionado, feliz, indignado, orgulloso, eran demasiadas emociones las que su hermano menor le dedicaba a ese mueble, o quizá a su contenido, o ambas cosas, en realidad Luna no podía darse una verdadera idea al respecto. Lo único que sabía era que ver ese mueble, a largo plazo, estaba afectando a Lincoln de forma negativa, pero no se atrevía a ser ella misma quien se acercara para tratar de hablar con él sobre lo que le sucedía, tenía miedo al rechazo, a su rechazo.

Conforme crecían, Luna siempre se sintió feliz de pasar tiempo con su hermano menor, él era especial después de todo, aunque de una forma diferente a la que Leni lo era. No se trataba solo de la forma en que las cuidaba, o de como siempre estaba ahí para ellas, tampoco era solo el hecho de ser un niño que siempre sonreía y que cuando estaba solo jugaba como tonto actuando las locuras que surgían en su mente. Aunque no tenía idea de que podía ser, Luna simplemente sabía que Lincoln era especial, y no solo para ella, para sus hermanas también, todas ellas querían pasar tiempo con Lincoln de vez en cuando, sentir sus miradas, escuchar su voz, recibir su atención. Querían que él prestase atención a cómo es que ellas se esforzaban, ansiaban que él les dedicara palabras de aliento y que cuando conseguían algo, él les dedicara sus amables palabras de júbilo. Cuando iban a paseo como familia, todas se arreglaban mucho esperando que Lincoln les digiera lo bonitas que estaban, o lo lindas que se veían, que les aplaudiera todo eso que hacían, o que les enseñara como hacer aquello que ellas no sabían o que se les dificultaba. Querían tenerlo cerca y poder tocarlo, poder abrazarlo, sentarlo en su regazo y sujetarlo mientras percibían el aroma se su shampoo y compartían con el aquel intimo contacto. Eso era verdad para ellas, aunque Luna no tenía certeza de ello, pero eso no importaba, lo que importaba es que ella estaba segura de que en su caso todo eso era verdad, quería a Lincoln y de él siempre obtuvo toda la atención que ella pedía, todo el amor que necesitaba, todo el apoyo que requería, toda la paciencia que le hacía falta y también la única aprobación que ella necesitaba para sentirse bien consigo misma. Si era Lincoln quien lo decía, ella podía creer que era alguien bonita, alguien fuerte, alguien lista, alguien habilidosa, alguien suficiente. Y después ocurrió aquello, el primer rechazo de parte de su amado hermano menor.

Aunque no era algo que tuviera una verdadera importancia, tomando en cuenta cómo es que durante esos momentos Lincoln parecía estar simplemente probando con diferentes pasatiempos, para Luna el eventual rechazo de Lincoln fue difícil de asimilar. Era fácil para ella razonar que, de la misma forma en que ocurrió con Lori o Leni, e incluso después con Luan y Lenna, Lincoln simplemente se aburrió de aquellas actividades y prefirió no continuar con ello, pero al mismo tiempo le costaba mucho asimilar ese hecho y poder interiorizarlo, especialmente por el gran esfuerzo que ella imprimió en mantener la motivación de su hermano en el lugar correcto, dedicándole muchas palabras de aliento y tratando de hacerle ver que, por poco que pareciera su nivel de mejora en comparación con sus hermanas, el podría llegar a conseguir avanzar en algún momento. Insistió mucho con ese tema, después de todo era una oportunidad para que su hermano y ella pasaran tiempo juntos, así como también era una oportunidad para que Lincoln compartiera con ella un gusto en particular. Pero, pese a que Lincoln en varias ocasiones anteriores mostro ese comportamiento en que primero era alguien muy interesado y después perdía cualquier tipo de motivación, para Luna fue difícil aceptar que perdió la oportunidad de conseguir al fin algo en común con su hermano. En especial tomando en cuenta que en esta ocasión ella podía devolver todos esos buenos actos de su pequeña cabeza de algodón dándole a él la confianza y la validación que normalmente ella recibe.

Siguió intentando convencer a su hermano menor, fue persistente con aquel acto, y eventualmente colmó la paciencia de su hermano. Era lógico, después de todo, en su desesperación por conseguir la atención de Lincoln, Luna se había dedicado a atosigar al pequeño, y perdiendo cada vez más la confianza en que ella seguía siendo tan importante para él como recordaba, tomando en cuenta la forma en que él se había vuelto tan esquivo con ella, su percepción de aquella relación terminó por malograrse, por degenerarse de cierta forma, pues lentamente tratar de recuperar algo que ella en realidad no había perdido le hizo convertir sus intrusivos y molestos métodos por llamar la atención de Lincoln en el centro de sus actividades en casa. En todo momento creyó que todo eso era culpa suya, y en su mente se confirmaba cuando Lincoln empezó a ser evasivo incluso con el resto de sus hermanas, derrumbando un poco más al ideal hermanito menor que habitaba en la cabeza de Luna, siendo lentamente reemplazado por aquel niño que había dejado de querer pasar tiempo con ellas. Pero, sin lugar a dudas, el punto más bajo para Luna fue aquel en que Lincoln, aun haciendo oídos sordos a las peticiones del resto de sus hermanas por pasar tiempo con juntos, él parecía preferir pasar su tiempo con su gemela. Se suponía que eso era normal y que no había ninguna queja de parte de las hermanas, después de todo desde el inicio, todas sabían con certeza que, aun si no lo demostraba, para Lincoln su gemela era su hermana favorita. Pero en lugar de aceptarlo y dedicarse únicamente a recuperar un poco de la atención de su hermano, prefirió escuchar aquellos argumentos que Lori decía en cada oportunidad que tenía, haciéndole creer que realmente Lincoln las había cambiado por una única hermana. Para aquel entonces, aquellas reuniones de hermanas que solían tener para evitar que algo como la pelea entre Lori y Leni se repitiera, eran muy constantes y también relevantes para ellas, y siendo Lori la mayor y quien presidia esas reuniones, era también la que solía definir de qué hablarían en esas ocasiones. No solo por ser la mayor, sino por tener también una poderosa labia, Lori terminó por convencer a sus hermanas de que Lincoln ahora tenía una favorita y se había olvidado de ellas, por lo que aquellos molestos intentos de Luna por acercarse a su hermano menor, ahora estaban acompañados por reclamos infundados a su persona. Si bien era problema de Lincoln el tener o no a una hermana favorita, para Luna, siendo aun muy inmadura, le fue fácil reclamarle por escoger a una sobre todas ellas, era horrible de su parte, y junto a otras hermanas ella también lo atacó por eso. Y aun cuando para el resto de hermanas les pareció una traición aun mas grande, cuando Luna se entero de que Lenna ahora también pasaría tiempo con los gemelos, sintió aquello como una mejoría, podía imaginarse a Lincoln incluyéndolas de una por una hasta volver a ser el hermano menor que solía ser, sin favoritas, sin evitarlas, sin hacerles caras extrañas y sin negarse a ayudarlas. Entonces llegó Lenna con aquella libreta de dibujos y, siguiendo a sus hermanas un poco, hizo comentarios no muy amables sobre el esfuerzo que su hermano le dio a aquellos trazos. Ese fue el día en que Luna sintió que había perdido a Lincoln.

Después de aquel desplante, aquella huida, aquel regaño y aquella muestra de locura en el ático, las hermanas vieron como Lincoln volvía a ser parte de sus vidas, pero no de la misma manera, para todas era bastante obvio que Lincoln ya no hacia aquello por ser alguien amable, ahora les ayudaba por el simple hecho de mantener las apariencias, y era obvio para todas, por lo que aunque en un principio se sintieron felices de que Lincoln sea parte activa de sus vidas, rápidamente volvieron a hacerlo objetivo de ataques por aquella actitud tan falsa. Lori en especial se encargaba de recordarles con dolor lo mucho que Lincoln había cambiado y lo necesario que era tomar represarías con él por ser tan grosero. Lamentablemente Lincoln solo continuo cambiando mucho desde ese momento, y cada vez más rápido, y aún cuando ahora les retaba a todas y cuando prefería pasar el tiempo con aquel niño que decía ser su amigo antes que con ellas, ninguna se aperaba que su actitud lo llevara a pelearse en la escuela de aquella manera tan violenta, menos aun que repitiera aquel acto. Por eso corría tras de él en ese momento, sabía que si peleo con aquel niño fue para defenderse de las estupideces que decía o hacia, Lenna les contó sobre ese tal Chandler después de la primera pelea de Lincoln, haciendo evidente que Lincoln solo actuaba por defender a su hermana, y esa última vez, por defenderse a sí mismo.

Lo sujetó por el brazo en varias ocasiones, pero Lincoln caminaba con molestia y prisa hacia la casa, soltándose en cada intento haciendo uso de la fuerza. Luna se esforzó por decirle que todo estaría bien y que, al menos ella, no estaba enojada o decepcionada de él, ofreció su guitarra y nuevamente le invitó a pasar el rato con ella aprendiendo a tocar aquel instrumento, pero su hermano no lo tomó nada bien. En mitad de las escaleras, Lincoln despotrico de manera verbal y muy ofensiva contra Luna, diciéndole cuanto es que odiaba lo insistente que ella era con él y dejándole en claro que no le interesaba la música en absoluto. Luan alcanzó a su hermano dando un par de zancadas largas en las escaleras y estando ya en la parte más alta ambos, lo sujetó del brazo y con prisa le hizo dar la vuelta para tratar de poner su guitara en sus manos, insistiéndole en que se sentiría mejor si practicaba un rato tocando la guitarra o al menos escuchando algo de música. Con su paciencia totalmente agotada y resintiendo aquella pelea con el chico castaño, así como sintiéndose humillado por lo que había sucedido en la van, Lincoln volteo con prisa en cuanto sintió como su hermana trataba de obligarlo a voltear, y de la misma forma en que sucedió cuando peleo con Chandler, dejo de pensar un momento y notó como es que comenzaba a llorar mientras apretaba su puño con fuerza y lo dirigía tan rápido como podía en dirección al rostro de su hermana. Fue un acto de pura ira, enceguecido por las emociones negativas que acompañaban a ese enojo, pero a diferencia de lo acontecido en la escuela, donde no paro sus actos ni despejo su mente sino hasta terminar de aporrear a su Bully, frente a las escaleras Lincoln recupero sus sentidos de inmediato, solo para verlos completamente pasmados ante el susto de ver como aquel certero golpe en el rostro de su hermana la hizo retroceder lo suficiente para tropezar con el peldaño de la escalera e, incapaz de mantener su equilibrio, caer todo el camino hasta la planta baja, donde algunas de sus hermanas fueron testigos del aparatoso accidente.


Visión Interna ~ Epílogo

Con una incomodidad muy presente y una molestia que se le dificultaba poder ignorar, Lincoln despertó sintiéndose de mal humor esa mañana, cosa que no podía evitar tomando en cuenta su situación. Fue el ruido de sus hermanas preparándose para ir a la escuela lo que le despertó, pues a pesar de el estar en la dirección opuesta a la que todo aquel ruido se concentraba, sus hermanas al ser tantas no podían evitar causar un escándalo matutino. Quizá lo único bueno de eso es que, al ya no tener a su teléfono el cual le servía como alarma, aquel escándalo se aseguraba de despertarlo.

Sintiendo su cuerpo bastante entumido y muy agotado, Lincoln retiró la sabana con la que se estaba cubriendo, aquella pieza de tela que lamentablemente no le había abrigado nada bien durante la noche, pero que debió tolerar sabiendo lo que hubiera pasado de haberse cubierto con su cobija. Sus ojos estaban resecos y le ardían al intentar abrirlos, lo cual no era una sorpresa para él, ya que era una ocurrencia muy común, puede que hasta constante. Sintiendo un fuerte crujido en su espalda al incorporarse, el cual era bastante agradable por doloroso que sonara, Lincoln llevo ambas manos a su espalda baja, estando seguro que el dolor que sentía en ese momento estaba localizado en sus riñones, pero no dándole demasiada importancia sabiendo que seguramente era por haber dormido sobre el suelo y en la misma posición durante toda la noche, estando además expuesto al frio. Aunque decir que la noche anterior había dormido era exagerar mucho, pues al menor de los movimientos, y víctima del frio, Lincoln despertaba casi de inmediato temiendo causarse algún daño extra, después de todo debía mantener su pie sobre aquel pequeño arnés que Lisa le había dado para evitar someterlo a algún daño y ayudar a su pronta recuperación.

Pero no había sido una noche pesada únicamente por las condiciones en que vivía y dormía en esa casa, era también su estado mental el que le impidió tener un buen descanso esa noche. Para Lincoln, las noches solían pasar rápidamente y brindarle muy poco descanso porque, al dormir, el no conciliaba ningún sueño, no era capaz de recordar haber soñado una sola vez en muchísimo tiempo, y eso ocasionaba que al despertar su cuerpo se sintiera como si hubiese estado acostado únicamente unos instantes entre haberse dormido y haber despertado. De entre todo, esa era la mayor fuente de agotamiento para Lincoln, quien pese a todo tenía como norma despertar, alistarse y salir de casa incluso antes de que sus hermanas despertaran, pero gracias a aquella pelea, ahora su pie se encontraba en un estado lamentable y ya no disponía de su teléfono. Lo cual no era enteramente malo, solo muy decepcionante. Dando un pesado bostezo y sintiendo como sus ojos ardían al momento de lagrimear, guio su mirada en dirección a su lastimado pie. Él era ya una carga para su familia, pero gracias a esa herida ahora resultaba ser una molestia incluso mayor pues algunas de sus hermanas estaban obligadas a cuidar de él por no estar en condiciones de volver a la escuela. Él sabía bien eso, era algo que había contemplado y concluido mucho antes de terminar lastimado, pero el día anterior, Lori se encargo de al fin decírselo con lujo de detalle.

Lamentó todas y cada una de las palabras que su hermana mayor le dedicó, especialmente aquellas en las que descubrió como es que sus actos, sus formas, sus tiempo y propia presencia habían comenzado a afectar a Leni de una forma que él nunca llegó a concebir. Todo aquel veneno que su hermana escupió sobre él para empaparlo en inmundicia resultó ser incomodo, pero sobre todo revelador. El hecho de que Lincoln al fin entendiera a mayor cabalidad sobre los problemas que causaba a su familia era solo una de las cosas que Lori consiguió al decirle todo aquello el día anterior, ella también consiguió hacerle recordar cosas que seguramente el había decidido olvidar, o mejor dicho se negaba a recordar.

Esa noche al fin había conseguido soñar después de mucho tiempo, pero lamentablemente aquellos sueños no le sirvieron en absoluto para relajarse y descansar mas en sus sueños, en su lugar solo le hicieron ver memorias de todo lo malo que había hecho en el pasado, la forma en que lentamente paso de ser un buen hermano a ser… lo que era ahora. Se avergonzaba de todo, sin excepción, pues en esos sueños pudo darse cuenta de cuan mala persona se había convertido con el tiempo, pero también eran esos sueños una razón más para hacerlo entrar en ese estado de ánimo negativo donde se esforzaba tanto por menospreciarse a sí mismo. Todo lo que le hizo a sus hermanas, todo lo que les dijo, la forma en que las trató no fue la apropiada y era por eso que su situación actual era tan lamentable, pero quizá su mayor incomodidad era la causada por el ultimo sueño que tuvo, y es que para su pesar, podía recordar con mucha nitidez todos esos sueños que tuvo la noche anterior, pero era el ultimo que tuvo el que más le lastimaba. Tuvo que sujetar su abdomen y quejarse un poco, pues su estomago se comprimió con fuerza ante el recuerdo, causándole algo de dolor y haciendo que su pulso se acelerara bastante. Su respiración se entorpeció de inmediato unas incontenibles ganas de hacerlo le llevaron al llanto, un llanto que él se esforzaba por contener y por no hacer evidente para sus hermanas, quienes podían ser escuchadas en el pasillo yendo y viniendo. Junto a esa emoción negativa y esa sensación incomoda, Lincoln repentinamente empezó a sentir un fuerte odio hacia sí mismo y una ganas de golpearse que de alguna forma logró contener, no conseguiría nada lastimándose más de lo que ya estaba, pero eso no disminuía la vergüenza y el odio que sentía por sí mismo al recordar cómo es que aquella tarde, siendo que su hermana únicamente estaba tratando de animarle, el decidió cometer aquel vergonzoso y cobarde acto de atacarle por sorpresa, haciéndola caer por las escaleras y consiguiendo que la relación con sus hermanas terminara por romperse aun mas…