Resumen: Después de dos meses sin verse, Izuku se encuentra con Shouto en una de sus clases en U.A.; sin embargo, Shouto empieza a hablar del pasado y le propone a su novio algo que podrían hacer para crear más recuerdos en el aula.
Por más recuerdo en el aula
Nedzu, por lo general, planeaba los eventos sin revelarle sus intenciones a nadie, así que Izuku no quería culparse por ser tomado con la guardia baja cuando Present Mic le comentó que tendría un héroe invitado para su clase ese día. A sus estudiantes siempre les entusiasmaba ver cualquier héroe; de hecho, él también quería descubrir de quién se trataba para analizar su kosei e indumentos habían cambiado desde la última vez que se reunieron. Sin embargo, no supo cómo reaccionar cuando observó a Todoroki Shouto bajo el dintel de la puerta en la última hora de clases.
Tenían sin verse, al menos de frente, dos meses. Dos meses, tres días y 8 horas. Cada minuto de su ausencia calaba en su alma con pesadez. Estar lejos de su novio le había costado más de lo que creía y, si bien sabía que regresaría ese día, no esperó encontrarlo en ese momento. Quería besar la leve sonrisa en sus labios, abrazarlo, inhalar su aroma, pero tuvo que contenerse para no avivar los rumores que había sobre ellos, parecidos a los de Mt. Lady y Kamui Woods en su momento.
—¡Shouto! Al parecer hoy nos acompañarás en clase. ¿Hay algo en especial de lo que nos quieras hablar?
Shouto se acercó y a Midoriya le flaquearon un poco las piernas cuando rozó su mano, ocultos tras el atrio desde donde impartía las clases.
—¡Háblenos de cómo ha subido tan rápido en las encuestas de popularidad! —exclamó Hiromi, cuyo kosei le permitía cubrir su cuerpo con distintos minerales.
—No, no, háblenos de cómo siempre consigue que lo auspicien marcas importantes. ¡Su comercial del nuevo reloj inteligente fue genial! —interrumpió Kaori, quien podía cambiar de estado lo que tocaba.
A Izuku le brillaron las pupilas cuando Shouto se adelantó un par de pasos y empezó a responder las preguntas de los futuros héroes. Si bien continuaba siendo serio, había cierta dulzura y suavidad en su tono que hacía que las personas no pudieran apartar la mirada de él. Tal y como se lo había dicho alguna vez, Shouto se había convertido en un héroe capaz de animar los corazones de los demás.
Midoriya despachó la clase con una sonrisa cuando sonó el timbre y disfrutó un poco más contemplando a Shouto, quien se quedó para responder más preguntas de los estudiantes. Cuando se quedaron los dos solos, seguros de que nadie más regresaría para interrumpirlos, Shouto lo abrazó con suavidad y hundió la nariz entre sus rizos.
—Dijiste que regresarías hoy, pero que nos veríamos en casa...
—No me pude resistir cuando Nedzu se comunicó conmigo después de que Jirou cancelara la visita de hoy a tu clase. Quería verte lo más pronto posible.
—Me alegra. ¡Yo también quería verte! —Izuku rio contra su cuello porque le hacía cosquillas—. Me trae recuerdos estar de nuevo en estas aulas contigo.
—Nos besamos por primera vez en tercero cuando tuvimos que quedarnos después de clases para limpiar —rememoró Shouto mientras Izuku se soltaba de su agarre, así que Shouto se dirigió a uno de los asientos, el tercero junto a la ventana—. Me encantaba ver lo concentrado que siempre estabas en clases. Creo que, de todos, tú siempre fuiste el más entusiasmado por todas las clases, incluso las que eran solo teóricas.
—Lo dice el que solo tenía que prestar atención para tener buenas calificaciones.
Shouto se encogió de hombros y, cuando Izuku se posicionó a su lado, se inclinó hacia él para robarle un beso. Aunque no contó con lo receptivo que estaba Midoriya, quien no tardó en enredar los brazos alrededor de su cuello para profundizar el gesto. Shouto aprovechó la oportunidad para acomodarlo sobre el escritorio —su escritorio—.
—Espera...
—¿Te acuerdas cuando te besé de esta misma forma a finales de tercero? —susurró Shouto contra sus labios—. ¿Cómo me pedías más?
Izuku se sonrojó y se estremeció ante el recorrido que empezaban a trazar los labios de Shouto sobre su cuello. Sí, se habían besado en incontables veces en el aula, pero por la forma en la que Shouto estaba apretujado contra él, contra su entrepierna, sabía que estaba a punto de experimentar una situación totalmente diferente a sus pueriles besos.
Shouto sonrió cuando a Midoriya se le escapó un jadeo al delinear con su dedo el conato de erección en su pantalón.
—Shouto, yo...
—¿Te gustarían más, Izuku? ¿Crear más memorias en esta aula, aunque ya no seamos unos niños?
Izuku se encendió y pasó saliva. Le encantaba que Todoroki siempre le pedía su consentimiento, a pesar de que sus descabelladas ideas a veces lo tentaban a escandalizarse, al punto en el que creía que su corazón no lo soportaría. Pero terminó asintiendo y ese sutil gesto fue suficiente para que Shouto le desabrochara la correa y el pantalón con dedos expertos.
Apenas pudo controlar el gemido que brotó de su garganta cuando Shouto rodeó su pene con una de sus manos, masturbándolo con un ímpetu asfixiante, robándole el raciocinio mientras lo besaba con vehemencia. Midoriya, que apenas empezaba a acostumbrarse al arremetimiento de su novio, despertó de sus ensoñaciones cuando la boca de Shouto abandonó la suya. En un pestañeo, Shouto se arrodilló frente a él en el suelo, lamiéndose los labios con anticipación mientras sus ojos adquirían un brillo voraz.
—¡Shouto!
Era como música para sus oídos. La voz de Midoriya reverberaba en el salón mientras Todoroki tenía la cabeza hundida entre sus piernas, explorando con su boca cada milímetro de su longitud con devoción desmedida mientras Izuku mesaba suavemente su cabello y se deshacía en una retahíla de oraciones sin sentido, desde temores infundados de que alguien podría descubrirlos hasta la proclamación de su nombre como si se tratara de una oda.
—¡No! ¡Me voy a…!
Shouto sintió el cálido líquido derritiéndose en su boca, y Midoriya, en medio de la ola de placer, se sonrojó cuando sus ojos se encontraron.
—No te lo tragues —chilló, avergonzado, pese a que Todoroki lo había hecho anteriormente en incontables ocasiones.
Izuku contempló el fervor refulgiendo en las pupilas de Shouto y su corazón se aceleró aún más. No podía creer que había sido tan afortunado como para que sus sentimientos fueran correspondidos por Shouto. Que se hubiera quedado a su lado pese a perder su kosei, que lo mirara con la misma admiración, que le asegurara que era su héroe, que le repitiera, sin titubear, que lo amaba en esa vida y en todas. Se percató de la erección que se marcaba a través del traje de héroe de Shouto y le lanzó una mirada de reproche.
—Tenía planeado que al menos pudiéramos llegar a casa o a mi habitación en U.A. dado el cambio de planes… —susurró Izuku, pero Shouto curvó los labios porque podía reconocer en sus pupilas dilatadas el inconmensurable deseo.
Shouto disfrutó del empujón que le dio Izuku para que se sentara en la silla. Pese a no tener el OFA, Izuku seguía entrenando y continuaba siendo uno de los más fuertes de la clase, incluso más que él. Le arrebataba el aliento descubrir toda su complexión musculosa debajo del traje, y contuvo la respiración cuando Izuku se aflojó la corbata y se sentó sobre su regazo.
Con paciencia, Izuku se dedicó a desabrochar el pantalón de su novio, sus dedos repasando tentativamente la silueta marcada, su abdomen bajo, la prominencia de su cadera. Sin embargo, cuando sus ojos se fijaron de nuevo en los bicolor, se inclinó hacia adelante y depositó un beso casto, se separó unos milímetros y sonrió cuando Shouto volvió a acortar la distancia para arrebatarle el aliento, sus bocas acostumbradas al ritmo pausado, in crescendo, con el que siempre se besaban, la calidez de los labios ajenos, la suavidad de sus lenguas, el ligero cosquilleo depositado en sus vientres como si fuera la primera vez que se besaban, y el tenue sabor de Izuku mezclándose con sus salivas.
Todoroki suspiró contra sus labios y la garganta de Izuku reverberó con un gemido. Shouto jadeó cuando sintió los dedos de Midoriya cerrarse alrededor de su pene para deslizarlos con ímpetu, cambiando el ritmo a su antojo, sin darle abasto.
—Izuku... —jadeó contra su cuello, dedicándole un par de besos mientras Midoriya le daba acceso a toda la extensión—. Te necesito más cerca.
Izuku siseó cuando Shouto lo haló por los muslos para estrecharlo contra su cuerpo. Él tampoco lo soportaba. También necesitaba a Shouto, desde hacía meses, desde todas esas semanas en las que estuvieron separados y sus camas se sentían vacías. Así que, cediendo a sus instintos más prístinos, Midoriya introdujo el pene de su novio en su interior.
Ambos largaron un jadeo hasta que Shouto estuvo completamente dentro de Izuku. Se quedaron unos instantes así, disfrutando del calor ajeno, de la cercanía, del cariño y la pasión que los empujaba a apartar el pudor. Shouto consideraba que Izuku era su primer y mejor amigo, estaba consciente que no lo era así para Izuku; pero sabía que el lazo de confianza entre ambos los superaba, hasta que era imposible describirlo con meras palabras. Sabía que se amaban con una profundidad que lo hacía sentirse dichoso de coincidir con él en esa vida.
—Voy a empezar a...
Izuku vio pequeñas estrellitas cuando Shouto se le adelantó y empezó a mover las caderas, sus estocadas acariciando los puntos exactos que lo hacían estremecer mientras la silla traqueteaba por el movimiento. Sus labios se separaron en un gemido silencioso, recibiéndolo, dándole la bienvenida porque al fin estaban en el hogar del otro. Clavó los dedos en sus hombros en busca de equilibrio.
—No... —Izuku protestó cuando la mano de Shouto, la que siempre estaba solo un poco más fría, se cerró alrededor de su pene—. Me correré y yo no...
Izuku se deshizo en una retahíla de incoherencias cuando Shouto aumentó la cadencia de sus caderas y mordió la piel de su cuello, allá donde las pecas también se extendían. Lloriqueó cuando no pudo controlar el orgasmo derramándose, su mente blanqueándose por unos segundos mientras Shouto apenas amainaba el ritmo para darle tiempo de recuperarse.
Midoriya tenía la respiración agitada, el rubor le viajaba hasta el pecho, lo podía ver apenas en los pocos botones abiertos de su camisa. Un par de lágrimas rodaban por sus mejillas mientras sus ojos resplandecían con deseo. Shouto pasó el pulgar por la comisura izquierda se sus labios para limpiar la saliva que amenazaba con resbalarse. Se sintió endurecer aún más cuando Izuku inclinó la cabeza hacia su mano y besó la palma mientras se unía al vaivén de sus caderas para recibirlo con más prontitud y fuerza.
Shouto capturó la imagen en su retina. Izuku se deshacía sobre su regazo. El sol empezaba a ponerse a través de la ventana. El atardecer era de un tibio anaranjado y los rayos dorados se enredaban en los rizos de Midoriya, resplandecían sobre su sudor y acentuaban el arrebol de sus mejillas. Era hermoso, era precioso, era...
—Eres perfecto.
Midoriya parpadeó, tomado con la guardia baja, pero no tardó en armarse con una sonrisa para después depositar un beso sobre su frente.
—Tú también lo eres, Shouto —susurró, enmarcando su rostro para poder besarlo, apretujándose de tal modo que Shouto soltara un gemido contra su boca, aceptando la intromisión impudorosa de Izuku—. Te adoro, te amo, te extrañé.
—También te extrañé. —Shouto clavó los dedos en sus nalgas, aumentando el ritmo—. Pensé que moriría.
—Yo igual —lloriqueó Izuku, pegando su cabeza contra la de su novio, sus alientos entremezclándose al igual que el calor de sus pieles.
—Izuku, voy a...
Shouto apretó los dientes cuando Izuku se hizo para atrás y lo vio en toda su gloria, montándolo con una expresión atrevida, tan seguro, tan maravilloso, que pronto alcanzó el orgasmo con un par de certeras estocadas. Resopló y jadeó y disfrutó del pedacito de cielo que creía tocar cada vez que se sentía tan feliz junto a su novio. Izuku se masturbó, dándole todo un espectáculo a Shouto, hasta que eyaculó sobre su mano y el abdomen de Shouto.
Shouto salió de Midoriya y disfrutó de cómo su novio se encaramó alrededor de su cuerpo, recuperándose mientras Shouto acariciaba su espalda y enfriaba su mano para temperar el cuerpo ardiente de su novio.
—Vamos a seguir más tarde, ¿verdad? —preguntó Izuku con deleite, para sorpresa de Shouto.
—Si no estás muy cansado.
—Tú deberías ser el cansado, fuiste tú quien acaba de regresar de un viaje —replicó Izuku, apartándose solo un poco para observar la mirada de cariño que le dedicaba Shouto.
—Me aseguré de dormir lo suficiente. —Alzó las cejas con seguridad y disfrutó de la risa diáfana de Izuku—. Así que puedes contar conmigo.
—Bien, me parece excelente. —Izuku asintió con una sonrisa de entusiasmo.
—Hasta estoy creyendo que tienes algo preparado.
Izuku le sonrió como un niño a punto de cometer una travesura, pero su expresión cambió a una totalmente alarmada cuando se levantó y empezó a arreglarse la ropa.
—¡Por todos los...! ¡Shouto!
—Me gustaba más el tono con el que decías mi nombre hace unos minutos.
Izuku le lanzó una mirada de reproche, pero corrió al casillero donde guardaban la indumentaria de limpieza.
—¡Dejamos los escritorios sucios! ¡Cómo voy a ver a mis estudiantes mañana, Shouto! ¡Me voy a morir de la vergüenza! ¡Mi consciencia no va a poder estar en paz y voy a…!
—¿Acaso vas a recordar todo lo que pasó cuando veas estos dos asientos? —susurró con tono sugerente Shouto.
—¡Eso...! —Las mejillas de Izuku se encendieron, poniéndolo en evidencia, pero empujó un desinfectante contra el pecho de Shouto—. Ayúdame a limpiar.
—De acuerdo. —Shouto rio entre dientes mientras empezaba a rociar el desinfectante sobre los fluidos que se habían derramado de sus cuerpos—. ¿Y cómo piensas limpiar mi ropa? También se ensució por la dos veces que te...
—Siempre tienes una camiseta abajo, quítate la chaqueta y asunto solucionado —atajó, avergonzado—. No sé en qué estaba pensando cuando permití que...
—¿Que te sedujera? —Shouto lo abrazó por la espalda mientras Izuku pasaba un trapo de forma vigorosa por la superficie del escritorio—. Vi lo entusiasmado que luciste cuando comenté que ese había sido tu puesto cuando estábamos en primer año, y no pude detenerme.
—B-bueno, sí... —Izuku sintió la respiración entrecortársele cuando los labios de Shouto acariciaron los pabellones de su oreja—. Pero, Shouto, enfoquémonos en limpiar esto. N-no tiene sentido que lo limpiemos para que después tú...
—Para que tú termines cediendo a mis excelentes ideas.
Izuku entornó los ojos, pero se rio cuando escuchó la suave carcajada de Shouto mientras se alejaba. Extrañaba eso: la extraña confidencialidad que habían desarrollado a lo largo de los años, aquella en la que podían mostrarse más vulnerables, revelando sus lados más oscuros, más vergonzosos, más pervertidos.
—Si vamos a continuar más tarde, ¿te parece si vamos a cenar primero? —propuso Izuku, sonriendo satisfecho al ver que el ambiente empezaba a oler a eucalipto en vez de a sexo, y que las superficies habían quedado limpias.
—De acuerdo. Yo pago.
—La siguiente va por mi cuenta, entonces. —Midoriya aceptó el brazo que le ofrecía Todoroki, después de devolver los indumentos a su sitio, y recostó la cabeza de su hombro—. Bienvenido a casa, Shouto.
Shouto curvó los labios con alborozo, su corazón hinchándose un poco de pura dicha.
—Sí, ya regresé. Gracias por esperarme.
