Capítulo I. "Lo que sea que pida".
Era una noche lluviosa, el agua azotaba el antiguo tejado del palacio Hyuuga, y ella comenzaba a sentir que se sumía en un intranquilo sueño. Algo extraño, como una especie de mal presentimiento estaba en el aire, como si una hecatombe estuviese por cernirse sobre todos ellos, pero hacía años que Hinata había comprendido que las cosas debían tomarse cuando viniesen y de dónde viniesen.
La lluvia continuaba cayendo sin piedad y ella se acomodó en su solitaria cama. La lluvia siempre le había gustado, así como los días grises, las tardes solitarias, cuando podía tomar un libro y dejarse llevar, cuando podía olvidar que era la "heredera" del clan más linajudo de la aldea, pero ¿quién creía en aquella farsa?
"Sólo deseo dormir", pensó, porque así escapaba de sus pensamientos. Le aterraba dar vueltas en la cama, cuando solo reinaba el silencio en lo profundo de la noche, le aterraba no poder dormir porque así debía enfrentar a su mente.
"No soy capaz"
"Soy más una carga"
"No puede mentir, su rostro cuando me ve muestra toda la decepción que siente por mí".
Y así era como Hinata se enfrentaba a sus propios pensamientos en las noches insomnes, y agradecía tanto cuando podía dormir y ser al menos libre, al menos unas horas, al menos algunos instantes, sin pensar en la carga que representaba un mero apellido, pero con una tremenda historia detrás.
Pero se puso en alerta cuando la puerta se abrió con violencia y vio a su padre entrar con expresión entre compungida y furiosa. No podía ser nada bueno, no sería nada bueno, pensó ella al verlo así.
- Nos han informado que tu hermana ha caído en una emboscada en la Aldea de la Lluvia.
Ella comprendió de inmediato las implicancias de aquellas parcas palabras. En teoría, ella era la heredera del clan, pero en la práctica, era Hanabi quién ostentaba el verdadero liderato, ante lo cual ella estaba de acuerdo por completo. No era su deseo liderarlos y sabía el peligro que suponía para la institución si algo le sucedía a su hermana. Sería un completo desastre.
Se puso de pie rápidamente y comenzó a buscar ropa adecuada para salir a enfrentar a la noche.
- Detente, Hinata.
Su hija obedeció, dándole la espalda. Era obvio que su padre tenía algo más para decir.
- No puedes ir sola a enfrentarte con ellos, no podemos arriesgarnos a perderlas a ambas –dijo con franqueza, aunque sabía que no era por amor paternal que lo decía. Ella sonrió en la penumbra, podría haber sido hasta tierno. – Tenemos entendido – seguramente el asunto había escalado hasta el consejo de los ancianos del clan, por eso el "tenemos" – que Sasuke Uchiha estuvo viviendo con ellos en el pasado, por lo que deberás solicitar su ayuda.
Hinata lo miró confundida. ¿Acaso no iría un contingente completo de Hyuugas?
- Hinata, tienes que solicitar la ayuda de ese hombre y decirle que estamos dispuestos a pagar el precio que sea necesario, que no repare en dinero, en rangos o puestos – lo decía en serio, el poder de los Hyuuga era tal, que tenían toda la influencia para cumplir con lo que se les solicitase. ¿Qué podría querer Sasuke de ellos? Se preguntó Hinata en su interior, no lo conocía mucho, pero parecía vivir bastante bien, entre las ruinas de su antiguo clan.
- Entiendo, padre. Solicitaré la ayuda de Sasuke y por favor, que se prepare un contingente, tenemos que ir lo antes posible.
Hiashi asintió y frunció el ceño. Parecía como si quisiera agregar algo más, y eso no era propio de él, él simplemente decía lo que debía ser dicho.
- Es imperativo que Hanabi vuelva con nosotros, no podemos correr el riesgo de perderla y sabemos que la Aldea de la Lluvia es un lugar peligroso. No falles, Hinata.
Y dicho eso, se retiró al fin de su habitación. Ella se quedó quieta algunos momentos, y creyó escuchar gritos, ruidos, pasos, seguramente ya todos estaban al tanto de la captura de su hermana y se había desatado el caos. Porque eso era, en definitiva, nadie ocultaría el hecho de que era la líder del clan la que había caído, pero no le importaba, para ella era su hermana, una de las personas que más quería y si tenía que morir por salvarla, poco le importaba. Terminó de vestirse y se puso una capucha y partió a la noche. No era consciente de la hora, no sabría siquiera si encontraría a Sasuke, pero sabía que lo encontraría de alguna forma.
No se veían personas en la calle, por la hora y por la lluvia, la aldea dormía y ella se desplazaba sigilosa hacia la antigua villa de los Uchiha. Ella no podía comprender el deseo morboso de Sasuke de vivir en aquel lugar tan lleno de recuerdos dolorosos, pero en definitiva, no lo entendía a él. Sin apenas darse cuenta, se encontró frente a la puerta y a pesar de que todo estaba oscuro, golpeó con fuerza la puerta. La lluvia seguía y su ruido era cada vez mayor.
"Probablemente se avecine una tormenta", pensó Hinata mientras esperaba que alguien abriera la maldita puerta. Si no estaba, ¿en dónde diablos lo encontraría? Según Kiba y Shino, podría ser en algún "tugurio de muy mala muerte", "algún lugar con mujeres de escasa ropa" y aún así, le costaría encontrarlo. Lamentablemente, desde que había vuelto a la aldea, a Sasuke no le importaba labrarse una reputación de promiscuo, sin la menor responsabilidad afectiva, en definitiva "un maldito bastardo", cómo le había oído decir a alguien, alguna vez.
No es que a ella le importase, en realidad, cada uno carga su propio infierno, pensaba a veces cuando lo veía en algún bar de Konoha.
Siguió golpeando, hasta que se prendió una tenue luz. Creyó escuchar algunos gritos, pero con el ruido de la lluvia era difícil saberlo. Estaba desprevenida, pensando en aquello, cuando de golpe la puerta se abrió y apareció Sasuke con cara de mil demonios y sin camiseta.
- ¿Qué diablos…?
Hinata se plantó frente a él, no tenía tiempo que perder en conversaciones sin sentido.
- Sasuke-san, necesitamos como clan Hyuuga de tu ayuda. Mi hermana Hanabi ha sido capturada por la Aldea de la Lluvia y necesito de tu experiencia. Puedes pedirnos lo que quieras, mi padre fue muy claro al respecto.
Listo, no le había temblado la voz ni la expresión greñuda del Uchiha la había hecho tambalear. No importaba, porque lo único que tenía en mente era salvar a su hermana y llevarla ante su clan lo antes posible. No se pedía más de ella y ella así lo haría.
Pero no se esperaba que Sasuke simplemente le cerrase la puerta en la cara, sin darle una mínima explicación o algo, simplemente creía que cerrando la puerta ella se iría. Ella se quedó pasmada y con la boca abierta, pero si algo había aprendido con los años Hinata, era que ser persistente era una cualidad infravalorada. No se trataba de insistir por insistir, o ser "pesada" como le decían a veces, si no que saber el momento en que debía mostrar una fortaleza mayor que la que a veces tenía: y ésta era la oportunidad.
Iba a golpear la puerta otra vez, a patearla si era necesario, pero antes de que pudiera hacer algo, se volvió a abrir con violencia aquella maldita puerta que ya comenzaba a odiar y algo le dijo que debía apartarse del camino, justo en el preciso momento en que alguien salía rápido por ella. Alguien muy enojado. Muy encabronado, de hecho, pero ella no lo vio porque se había dado la vuelta y había quedado oculta contra la pared.
- ¡Eres un maldito hijo de puta, Sasuke!
Era una mujer, sin dudas, y Hinata de pronto comprendió que había interrumpido alguna sesión de sexo del Uchiha. En otras circunstancias, se mostraría demasiado avergonzada, demasiado mortificada, pero ya no estaba en edad para comportarse como una adolescente. Ya podría tener otra sesión de sexo, pero había algo urgente que debía tratar con él.
- Entra, Hinata – le dijo él, saliendo a buscarla, porque se imaginaba que no se habría ido nunca de ahí. Ella asintió en silencio, preguntándose si conocía a la mujer que se había marchado tan furiosa de allí.
Contra todo lo esperado, se encontró en una casa acogedora. Tenía una mesa en medio de un largo pasillo, del cual se desprendían las habitaciones, la cocina, los baños y al final, se podía vislumbrar un patio que seguramente era agradable, pero la noche no permitía verlo más allá. Se sintió incómoda, sabiendo lo que había ocasionado, pero no era el momento para sentirse así. Ya tenía veintiún años, no quince, por dios, pensó con enfado.
Él la invitó a tomar asiento en la mesita del pasillo y le ofreció té verde. Ella aceptó en silencio y obedientemente se sentó, esperando a que él hiciera lo mismo. De todas formas, ya debía actuar con cautela, debía ser lo suficientemente persuasiva para que él aceptara ir en aquella peligrosa y delicada misión. Sin darse cuenta, se estaba mirando las manos con nerviosismo.
- Pues bien, soy todo oído.- dijo él, dejando una taza frente a ella, mientras tomaba asiento.
- Primero –dijo algo atropelladamente la mayor de las Hyuuga –lamento… haberte interrumpido, pero de verdad necesitamos tu ayuda. Hanabi es un miembro muy importante de la familia y debemos ir en su rescate lo antes posible.
Sasuke la escuchaba en silencio, sin dejar traslucir ninguna emoción. Eso la hizo sentir algo incómoda.
- Mi padre me dijo que habías vivido con ellos algún tiempo, por lo que sería valioso para nosotros contar contigo. Se te dará lo que pidas, lo que sea, en nombre de mi clan puedo asegurar que te entregaremos lo que solicites.
Una sonrisa algo retorcida brotó de los labios del Uchiha, pero Hinata no notó el gesto porque seguía hablando de lo mucho que lo necesitaban. ¿Acaso no se daba cuenta de la situación en la que se ponía ella misma?
- ¿Lo que yo pida? – dijo al fin el pelinegro. Esta vez la Hyuuga si vio esa sonrisa, que no podía definir por completo. ¿Era burla, ironía, aburrimiento, estaba pensando en la mujer que se había marchado con tanta furia? Era incapaz de analizar una naturaleza como la suya.
Hinata asintió. Pensó que tal vez la sonrisa de Sasuke se debía meramente a la ambición, ¿pediría mucho dinero, algún cargo importante en la aldea?
- Pasa una noche conmigo.
Continuará.
