REENCUENTRO CON EL PASADO
Capítulo 1.
Mi nombre es Monkey. D. Luffy, tengo 23 años y hace poco más de una semana, mi vida dio un giro de ciento ochenta grados. Mis padres, bueno en realidad ahora me enteré que solo son amigos de mis padres biológicos, me confesaron la verdad. La mujer que me dio a luz, era la esposa del mejor amigo de quien yo llamo papá. Ella murió durante el parto y desde ese momento ellos decidieron adoptarme. Pues no quería que el único recuerdo de su fiel amigo Dragón Monkey fuera a parar a un orfanato. Es gracias a ellos que soy una persona de bien.
Mi padre biológico está desaparecido, me dijeron que lo buscaron muchísimo con mi madre Crocodile. Pero se lo da por muerto debido al tiempo que pasó desde su viaje de exploración y la falta de comunicación por su parte. Creo que ni siquiera sabrá que yo existo, dado que viajo antes de que su esposa le contara sobre mí.
No estoy molesto con Roger y Rouge por no habérmelo dicho antes. Ha de ser muy complicado decirle a una persona que criaste como si fuera tuyo, que sus verdaderos padres nunca podrán verlo. Ace, mi hermano mayor me aseguró que nada de eso cambiaría nuestra relación. Para él, yo era un regalo de su tío y tía. En mi corazón, siempre serán los Gold Portgas mi familia de verdad. El amor incondicional y apoyo que recibí en mis peores momentos, no lo podrá anular un simple detalle como este.
Eso sí, ahora tienen sentido muchas preguntas que tuve a lo largo de mi vida. ¿Por qué no teníamos el mismo apellido con Ace? ¿Por qué éramos tan diferentes, a pesar de ser hermanos? Ace por ejemplo es alto, de un cuerpo fornido, llamativo y pecas para darle más atractivo. Yo en cambio, soy flaco, sin importar cuánto coma, mido 1.74m y peso apenas 67k. Lo único que hay de llamativo en mi es la maldita cicatriz que tengo bajo el ojo por pasarme de idiota con un cuchillo cuando era niño. Ambos tenemos cabellos negros, pero los suyos brillan como el sol y los míos parecen una noche lluviosa sin luna…
Desde que voy a la guardería, hasta mis últimos años de instituto se la pasaron burlándose de mí. Mediante a que Ace se percató de lo que pasaba, pudieron ayudarme y evitaron que cometiera una locura. Llegó un punto, en el que fue tanto el acoso, que desee desaparecer. Una psicóloga me hizo darme cuenta de que no era yo el problema, sino ellos.
Mi mejor y único amigo es Sanji Vinsmoke. Somos compañeros desde el kínder y gracias a su personalidad extrovertida, nos volvimos cercanos rápidamente. Cuando teníamos 16 años me confesó que era gay y que su padre lo botó de la casa por eso. Papá lo recibió con los brazos abiertos y pasó a formar parte de la familia desde ahí. Roger, Rouge y Ace, lo quieren muchísimo, pues siempre les hacía de comer.
Trabajamos en la misma compañía desde hace dos años. Para nuestra suerte, nos pusieron a ambos en recepción y pudimos pasar casi veinticuatro horas juntos. Yo salí de casa el año pasado, al mismo tiempo que mi amigo, pues él consiguió un apartamento a unas cuadras de mí. Logrando que mis padres se preocuparan menos de mi seguridad al tenerlo cerca. Aunque eso no quita la peligrosidad a la zona donde estamos. Por suerte todo ha salido bien hasta ahora, solo tuve algún que otro encontronazo con mi vecino llamado Trébol, que vive en el apartamento 14C. Creo fervientemente que vende drogas o algo así, ya que solo explicaría la cantidad de gente extraña que viene a verlo todos los días. Aunque más allá de gritarme obscenidades cuando estoy bajando las escaleras, nada ha pasado.
Mi vida la consideraba normal y aburrida, hasta que me comentaron sobre mis padres biológicos. A eso se sumó el hecho de que uno de los guardias renunció. A quien trajeron de reemplazo fue un joven algunos años mayor que yo y da algo de miedo. Quien renunció fue Usopp, y quien lo reemplaza ahora es Trafalgar. Lo conozco de vista, iba al mismo instituto que nosotros, en aquella época le decía Donquixote. Ya no lleva piercings y el cabello es más aceptable, pero esa cara que expresa abiertamente que todo le importa una mierda, la recuerdo perfectamente. Aunque la jefa de recursos humanos Kalifa, lo presentó a todos como Trafalgar.
Apareció de repente, no recuerdo haberlo visto para alguna entrevista, simplemente se lo invocó y listo. Tiene un aura escalofriante por donde lo mires, no parece enojado ni nada, solo hay algo que te infunde miedo, esa aura de aléjate de mí, te eriza los vellos. Tal vez sea por los tatuajes, tenía la palabra muerte escrita en tinta sobre la piel de sus manos.
- ¡Es justo lo que me receto el médico! – Sanji me sacó de mis pensamientos – Tiene ese aire de chico malo que tanto me gusta. Sabes… se me hace familiar.
-Eres un tonto… Iba a nuestro instituto – Me reí de la cara que hizo, dándome a entender que iría a por él. Este loco solo se anima a mostrarse así porque no está Gin. Si su novio está cerca, Sanji es muy diferente – Me sigue pareciendo más guapo Zoro – Hizo un gesto feo con las cejas y entornó los ojos.
-El cabeza de musgo no es guapo. Además, es gay, lo siento por todas las mujeres que babean por él. Tienes todas las de ganar contra ellas.
-No digas bobadas, y tampoco puedes decir eso si no lo conoces.
-Nosotros nos reconocemos, tu confía en mí – Volteó su atención hacia el recién llegado – Sin embargo, ese… - Se mordió el labio – Despide testosterona por todos los poros.
-Bobo.
-No me acuerdo de él – Agrandó los ojos y se giró con expresión de asombro - ¡¿Yo no me acuerdo de alguien y tú sí?!
-No nos daba ni la hora – Hizo un puchero con la boca – Mejor sigamos trabajando, que si Nami nos vuelve a cachar hablando tonterías nos volverá a llamar la atención – Murmuró un aburrido antes de volver a centrarse en su trabajo. Mire a ambos guardias una vez más y retome mi tarea con diligencia.
Salimos de la empresa a las ocho de la noche, esperamos el transporte y llegamos hasta nuestra esquina de separación a las nueve. Nos despedimos y cada quien siguió su camino. Estaba oscuro en el complejo de departamentos donde vivía, se habían fundido unas cuantas luces con un apagón y todo se veía más tétrico. Para mi mala suerte, antes de terminar de subir las escaleras, en el último descanso antes del pasillo donde estaba mi puerta, me topé con uno de los clientes de Trébol. Se podía notar cuan fuerte le había pegado, lo que sea se haya metido así que me hice a un lado para dejarlo pasar. Eso no pasó, el muy maldito se puso a coquetear conmigo; entre muchísimas comillas el "coquetear".
-No estoy interesado, gracias – Traté de no sonar demasiado arisco.
-Vamos flacucho, podemos divertirnos juntos – La vena en mi frente comenzó a crecer. Detesto que me llamen de ese modo, yo también tengo una balanza, no necesito a nadie más haciendo hincapié sobre ese tema; menos a un drogadicto de pacotilla. En la secundaria me lo dejaron clarísimo.
-Seguro podrás encontrar al chico que quieras – Lo empuje un poco, ya que estaba acorralándome contra la pared. Este aprovechó para sujetar mi muñeca con fuerza, subiendo la voz algunas octavas para intimidarme.
- ¡Te estoy haciendo un favor enclenque! – Comenzaba a asustarme, es la primera vez que uno de estos locos se queda a fastidiarme - ¡Ni que fueras la gran cosa también enano! – Este sujeto tiene dinero, la ropa y zapatos que lleva se ven costosos. Aunque seguro su cerebro ya está frito debido a los fármacos. Mi ya de por sí golpeada autoestima, está siendo apaleada de nuevo.
Estaba pensando en gritar por ayuda, pero no fue necesario. El idiota retrocedió como si lo hubiera jalado una grúa y cayó de espaldas al suelo, ocasionando un ruido que me estremeció. Miré a quien lo había estirado y no era otro que mi nuevo compañero de trabajo. Enfoco sus ojos grises en mí y luego se colocó de cuclillas junto al drogadicto – Lárgate – Le dijo, volviendo a levantarse de inmediato, sosteniendo el pasamanos frente a mí – ¿Vas a subir? – Asentí rápidamente, corriendo a mi departamento sin mirar atrás. No sé porque estaba Trafalgar aquí, pero me salvo de que pasara algo malo. Más allá del susto estoy bien y eso es lo que importa. Mañana veré de agradecer como corresponde.
Esa noche coloque una silla contra mi puerta y dormí con el celular pegado a mí para poder usarlo en caso de emergencia, por suerte no fue necesario. Salí del complejo ni bien salió el sol, sin hacer ruido, incluso caminé de puntitas para no alertar a nadie. No quería que ese loco saliera a verme o decirme algo. Tuve suficiente por una vida, con su excelentísima clientela. Llegué a la oficina muchas horas antes, esperando poder agradecerle a Trafalgar y ni bien puse un pie en el edificio, le pedí hablar a solas. El me miró con indiferencia y le aviso a Zoro que regresaba enseguida. Estábamos parados en el área de fumadores, por suerte aún era temprano y había poca gente.
-Esto yo… Muchas gracias.
-No hice nada – Su cara ni se inmuto.
-Tal vez para ti no sea nada, pero me ayudaste – Le tendí con todo el dolor de mi alma, uno de mis vales para la cafetería– No es mucho, igual espero que te sea de ayuda –Miró la tarjeta, más no la tomo.
-No la necesito, puedo comprar mi propia comida – Trate de calmarme, recordando que estaba hablando con el señor pocas expresiones.
-Sé que puedes, es solo un agradecimiento – Los otros trabajadores comenzaban a llegar y cada uno que pasaba, nos miraba con curiosidad. Este tipo llama demasiado la atención, yo detesto ser el centro de esta. Cuando la gente comienza a mirarme demasiado, todos mis complejos comienzan a saltar - ¿Podrías tomarla al menos? No me importa si la usas, solo – Trate de meterla en su saco, más este bloqueo mi mano antes de que lo llegara a tocar siquiera. Me tomó tan de sorpresa el golpe, que la tarjeta terminó en el suelo y mi dedo lastimado - ¡Au! – Ya estaba rojo.
-Lo siento – Su rostro no reflejaba emoción alguna, pero igual apretó tanto los dedos, que sus nudillos se pusieron blancos. Se agachó, recogió el vale que había caído entre sus pies y se quedó absorto en este por unos momentos – G. Gracias, lo usaré.
-Me alegro – Mire la uña que se partió por el golpe y suspire – Espero que disfrutes tu comida.
Fui a mi puesto rápidamente, intentando ignorar la sensación de ardor que me generó el golpe. No parecía que lo hubiera hecho de manera intencional, más bien se vio como un reflejo. Lime lo que quedó de mi uña y agradecí que sean blandas, ya que casi nunca se rompen más allá del borde libre. El dígito se me puso un poco lila y cuando le comenté a Sanji lo que pasó la noche anterior, volvió a recalcar que debía mudarme cuanto antes. Que esta noche no podría acompañarme esta noche porque tenía un vídeo llamada con Gin. Pero que, si no conseguía un nuevo departamento pronto, me mudaría con él sí o sí. La idea no es de mi agrado, pues su novio es un enfermo de los celos y piensa que él y yo hacemos cosas sexuales cada vez que podemos.
Mi amigo fue a su almuerzo y junto a él salió Zoro. En recepción nos quedamos únicamente Torao y yo. Abreviare su apellido así, porque Trafalgar me resulta trabajoso de pronunciar y ya comienza a darme pereza decirle así. El silencio era sepulcral, en momentos como este, extraño más a Usopp. Mis ojos se encontraban fijos en la pantalla, tratando de distraerme un poco de la actitud rara del moreno. A los cinco minutos de su salida a almorzar regresó Zoro, le entregó algo en las manos a Torao y se volvió a ir. Una vez que nos quedamos nuevamente solos, este se acercó a mi escritorio y me tendió una bolsa de arvejas congeladas –Ponla sobre tu mano, bajara la hinchazón y el moretón desaparecerá más rápido.
Estaba sorprendido por esa acción – Gracias… - Asintió y se fue de nuevo hasta su puesto. No volvió a mirarme o emitir otra palabra. Cada día me resulta más particular que antes este sujeto. Tal vez siempre fue así y yo lo conocía demasiado poco en el pasado. Pero no creo que sea tan malo como aparenta.
Cuando estábamos en el instituto era callado también, sin muchos amigos y tenía ya ese rostro tan particular, que parecía desprovisto de emociones. Recuerdo que había una chica y dos chicos que siempre estaban con él. Solamente a ellos les sonreía, solamente con ellos salía por las puertas del predio y siempre estaban juntos. Pensaba que eran unos peleoneros, pues se paseaban por todos lados llenos de moretones, pero jamás escuché que le hayan hecho daño a alguien. Ese grupo era un misterio para todos y eso volvía locos a la mayoría, querían pertenecer a su banda, pero ellos eran muy herméticos.
Esa noche me quedé hasta tarde para terminar algo de trabajo que tenía atrasado y Nami me había pedido un informe al día siguiente. De camino a la parada de autobuses, una moto amarilla con negro se estaciono frente a mí. Todo mi cuerpo entró en estado de alerta, pues lo que ocurrió anoche aún me perturba. El sujeto sobre el vehículo se quitó el casco y cuando los cortos cabellos negros de Torao, entraron en mi línea de visión, me calme. Al estar tan cerca, podía ver bien sus preciosos ojos grises y las abundantes pestañas cortas que tenía.
-Sube, te llevaré – Parpadee sorprendido.
-No es necesario, esperaré un autobús en esa parada – Señalé el banco y él inspeccionó la zona con la vista. El lugar estaba desierto.
-Acaba de pasar de largo el que va hacia el complejo – Maldije por lo bajo.
-No importa. Esperaré otro. No necesitas desviarte de tu camino por mi culpa.
-Somos vecinos, vivo en el apartamento 16C – Abrí la boca de la sorpresa.
- ¿De verdad? ¿Desde cuándo? Pensé que ese lugar seguía vacío.
-Me mude hace dos semanas, ayer fue la primera vez que me cruce contigo – Me tendió un casco extra, el cual era gracioso pues parecía la piel de una vaca. Espero a que lo sujete para ponerse el suyo.
-Le tengo miedo a las motocicletas – Levantó la pantalla oscura que cubría sus ojos, se quedó unos segundos en silencio y luego agregó.
-Comprendo… - No sé qué comprende, ni que me ocurre con este hombre. Aunque no soy fanático de las motocicletas por el accidente que tuvo Sabo años atrás, siento que estaré seguro a su lado. Ahorraré tiempo y no estaré solo si Trébol decide aparecer cuando llegue.
- ¡Iré! – Me coloque el protector y antes de que me subiera volvió a hablar.
-Sube por la izquierda o el caño de escape te quemará – Asentí y seguí sus indicaciones. Una vez atrás, me sujete del asiento, dejando mi cuerpo recto, sin tocarlo - ¿Seguro que quieres…?
- ¿Qué?
-Nada – Bajo la pantalla de su casco y arrancó el motor. El movimiento del vehículo me dio escalofríos, logrando que ni bien se pusiera en marcha, pasará de sujetar el asiento a prácticamente asfixiarlo con mi abrazo. No me obligó a soltarlo, solo me mostró cómo debía colocar mis brazos para no causar un accidente.
Llegamos en 20 minutos a casa y eso comparado a las casi una hora en bus, es un récord para mí. Me cedió el paso en las escaleras, hasta que llegamos al pasillo que compartimos. Fuera de su puerta, fumando cigarros, estaba nuestro agradable vecino vendedor de crack. Intentó intimidarme como siempre, yo lo ignoré. Traté de continuar como si no lo hubiera visto, más me sujetó del antebrazo con fuerza. Antes de que pudiera siquiera quejarme, Torao le torció la muñeca para abajo y lo empujó varios pasos hacia atrás. Trébol era un hombre alto, gordo y con apariencia repulsiva, se habrá sorprendido de que alguien le hiciera frente con tanta facilidad.
- ¡¿CUÁL ES TU PROBLEMA?! – Me miraba fijamente a mí - ¡DILE A TU NOVIECITO QUE NO SE META PUES YO SOY! – Torao se colocó entre los dos.
-Entra – Señalo la puerta – O tendrás que enyesar algo más que esa muñeca – No pude ver la cara que hizo Trébol, pero si escuchar el portazo que le dio al desaparecer.
-Gracias yo… - Miré la marca que comenzaba a formarse en mi antebrazo – Genial – Por algún motivo mi piel rápidamente forma moretones cuando algo me golpea o me roza siquiera. Sufrí mucho de niño pues era hiperactivo.
-Entra y cierra con llave. Vengo en unos minutos – Asentí y él esperó a que acatara su orden para ingresar a su departamento. Luego de tres minutos el timbre sonó y al abrir sin siquiera mirar por la mirilla, apareció Torao. Me entregó unos ungüentos, indicándome cada cuanta hora debe aplicarse cada uno en mis moretones.
-De acuerdo – Bajo la mirada a mi mano y luego la desvió rápidamente.
-Ten cuidado de ahora en más – Asentí y al cerrar la puerta, pude ver a través del agujerito cuando se marchaba. Puse cuánto seguro encontré en la entrada de mi casa, la silla obviamente estaba en su lugar.
No recuerdo que esos locos del departamento de alado, me hayan molestado más allá de lo verbal una sola vez, durante el año que llevo viviendo aquí. Si se vuelve a repetir un episodio como este, deberé seguir el consejo de Sanji y largarme. Sé que no conseguiré algo tan accesible si me mudo a otro lugar de la ciudad, pero por lo menos, tendré a los drogadictos lejos.
Gracias a Dios no volví a ver a Trébol o alguno de sus clientes después de esa noche. Pero creo que se debe al hecho de que espero a mi compañero de trabajo en la tienda de la esquina e ingreso solamente cuando este regresa de la oficina. Odio admitir que tengo miedo, más sé que es así. Siento que, si Torao no está presente, alguno de esos desgraciados se lo tomará contra mí. Ni siquiera quiero pensar en que me puede llegar a pasar si me encuentran solo, tal vez estoy paranoico, pues tengo un muy mal presentimiento.
Tras semanas de la misma rutina, Torao me avisó que no iría esta noche a casa y antes de que respondiera, agregó – Busca otro lugar para quedarte por hoy – Me sorprendió la noticia y el hecho de que parecía preocupado por mí.
-No te preocupes – Estaba aterrado – Seguramente pensará que estás cerca y saldrá corriendo a su escondite.
-Lo dudo… - Me miró con intensidad – No vayas a casa hoy Luffy – Nunca me había llamado por mi nombre. Todos en la empresa me decían sombrero de paja por mi foto de perfil de la compañía, él no era la excepción. Hablamos poco o nada a pesar de que nos vemos casi a cada hora y por algún motivo, me sentí importante cuando parecía preocupado por mí. A pesar de que su rostro seguía imperturbable.
Su sugerencia me parecía correcta, pero Sanji no está en casa los viernes porque viaja para ver a Gin y mi familia vive demasiado lejos. Así que, con el dolor de mi alma me senté a esperar mi tan hermoso bus. Rogué todo el camino para no toparme a Trébol, ni a sus clientes. Estaba desértico el lugar cuando llegué, por lo que corrí escaleras arriba hasta mi cubículo, sintiéndome seguro una vez que la puerta estaba cerrada y la silla en su posición habitual.
De los nervios me quede viendo películas hasta tarde en mi celular, me dormí pasadas las doce. Unos ruidos extraños provenientes del exterior me despertaron, al mirar el reloj de pared pude saber la hora, faltaban diez minutos para las tres de la mañana. Alguien comenzó a forcejear con mi picaporte y esto encendió todas mis alarmas. Cogí el móvil que estaba sobre la cama, pero por lo que veo conecté mal el cargador y ahora estaba sin batería. No tenía otro método de comunicación además de ese, entonces llamar a la policía no era una opción. Me acerqué despacio para ver por la mirilla y entré en pánico al ver al asqueroso Trébol con otro tipo, a través del agujero.
- ¿Seguro que el cirujano de la muerte no está?
-Segurísimo, tiene una pelea y según mis contactos, no vendrás hasta mañana - ¿Quién carajo es el cirujano de la muerte? ¡¿Por qué demonios viene a fastidiarme de nuevo?!
El seguro cedió y de no ser por mi hermosa silla, ya hubieran ingresado sin problemas. Me escabullí en la cocina y escondí mi delgado cuerpo bajo el lavamanos de la mesada. Es un espacio súper pequeño, pero yo también lo soy. No podrán encontrarme fácilmente si estoy aquí, pues no se ve desde la puerta. Tienen que buscarme específicamente en la diminuta cocina y es poco probable que pase.
Estaban revolviendo mis cosas en la habitación, escuche que comenzaban a tirar algunas al piso, lo bastante lejos, como para darme tiempo de correr. Eso hice, me deslice de debajo del mueble y hui, echando en el proceso el florero. Esto los alertó y comenzaron a perseguirme. Obligue a mis piernas a acelerar el paso. Estaba descalzo, con un short de Bob Esponja y una musculosa negra. Mis hermosas medias negras a juego con mi short quedarían arruinadas por culpa de estos malditos… ¡¿En qué demonios estoy pensando?!
Golpee cuanta puerta encontré durante mi huida, quería que alguien más saliera en mi ayuda, más nadie respondió. Al llegar a la entrada del segundo piso, choque con alguien y aterrado de que fuera otro atacante comencé a forcejear – Luffy – Por primera vez la voz grave y sin emociones me transmitió algo, calma.
- ¡Vuelve aquí flacucho! – Temblé. Torao me entregó una bolsa deportiva y escondió mi cuerpo con el suyo.
Tiritaba como una hoja y estoy seguro que no era por el frío; tenía tanto miedo e impotencia. Algunas gotas comenzaron a escapar de mis ojos, y contemplé la escena con asombro. Torao los hizo pedazos, escuche algunos crack y apostaría un salario entero a que sus costillas no pudieron resistir esas patadas. Parecía el protagonista de una película de acción, sus movimientos parecían ensayados, como una coreografía. Con una flexibilidad y tranquilidad, que ni siquiera parecía inmutarse en una situación de peligro; siempre con su cara de póker. Tal vez esos sujetos eran más grandes, pero se movían demasiado lento al lado de mi compañero.
Los dejó inconscientes en un parpadeo, ese ruido si logró que los vecinos se decidieran a salir. Alguno habrá llamado a la policía, pues cuando llegaron al lugar, arrestaron a Torao sin preguntar nada - ¡NO! – Grité sin darme cuenta - ¡Vivo en el departamento 15C! ¡Ellos lo allanaron! ¡No sé qué querían! ¡Solo salí corriendo y…! – Podía sentir el sabor salado de mis lágrimas en los labios – El solo me estaba ayudando yo… - Comencé a hipar, tratando inútilmente de contener mis emociones.
-Lo entiendo – Dijo el policía – Esto es solo protocolo, no está detenido. Tiene que acompañarnos para dar su declaración.
El agente me hablaba a mí, pero Torao asintió y le indico que los seguiría sin poner resistencia; así que lo soltaron. Caminó hasta mi lado, quitó una sudadera amarilla y unos tenis de la bolsa que tenía en mis manos y me entregó todo – Volveré enseguida – Sostuve su mano, hizo un amague de alejarse, pero al final se quedó quieto.
-No quiero quedarme solo – Me indicaron que podía acompañarlos si quería y eso hice.
Luego de una exhaustiva entrevista/interrogatorio y de haberme enterado de que él ya había tenido problemas con ellos en el pasado, nos dejaron regresar al complejo. Este caso seguiría abierto por ahora, ambos debíamos estar al pendiente para ir a prestar declaraciones si lo volvían a necesitar. Puesto que aún no habían podido interrogarlos porque estaban inconscientes.
Torao no me miró ni una sola vez desde que me entregó la sudadera y los tenis. Durante todo el trayecto al complejo, se pasó mirando por la ventana, mientras apretaba con fuerza sus dedos.
Cuando llegamos tuvo la delicadeza de ofrecer asilo, ya que mi departamento estaba precintado como escena de un delito. Por suerte algunos policías me dejaron quitar unas ropas para vestirme al día siguiente y ahora. Torao me acompañó en todo momento. Una vez que ya nos encontramos a salvo en su departamento, me cedió su habitación e indicó que él dormiría en el sofá. A pesar de la pelea que tuvo con esos desgraciados, se veía intacto. Las manos solo un poco sucias y un par de moretones en las piernas, pero ni un solo corte visible.
-Muchas gracias... - Los ojos me ardían - Yo...
-Te dije que no volvieras aquí - Por fin me miraba a la cara - ¿Por qué lo hiciste?
- ¡No pensé que haría esto! ¡Siempre ha sido un idiota, pero nunca! - Las gotas saladas resbalaban por mis mejillas de nuevo - él nunca...
-Deja de llorar... - Se rascó la cabeza - Tendría que haber cancelado.
- ¿Qué?
-Nada, ve a bañarte - Camino hasta un mueble y sacó un botiquín de uno de los estantes - Cuando regreses, trataré las heridas en tus pies - Sé que tengo algunos cortes ocasionados por el jarrón que rompí durante mi huida, aunque no tengo idea de cuanto daño me hice.
-No es necesario yo - Miré sus manos, no es suciedad lo que veía en ellas - ¿Te duelen?
-No siento dolor en las manos, suelen entumecerse y pierdo la sensibilidad en ellas por un rato. No te preocupes -¿Es eso normal acaso?
Sin la más mínima idea de que responder, hice lo que me indicó. Me lave el cabello con su shampoo, pues este se había llenado de telarañas al esconderme bajo la mesada. Ahora me doy cuenta de que todo mi cuerpo está cubierto de moretones; codos, muslos, antebrazos y talones, ni uno se salvó del encuentro con Trébol. Rememorar lo ocurrido me estremeció, pero no por el miedo... sino por la sensación de seguridad que sentí cuando escuche su voz pronunciar mi nombre ¿Cuándo comencé a depender tanto de él?
Me coloqué unos pantalones azules grandes y una sudadera roja con el logotipo de la empresa de papá. Utilice unas zapatillas gigantes que había en el baño para ir a su encuentro, pues se supone que curará mis pies y si les pongo medias me vería estúpido. Torao me esperaba en la sala, estaba parado, mirando por la ventana que daba al estacionamiento. Es la primera vez que lo veo en ropa casual, en el trabajo siempre está con traje y cuando me rescató tenía un atuendo deportivo. Ahora simplemente llevaba una remera negra mangas largas y un pantalón gris.
Al verlo tan relajado, debo admitir que Sanji tiene mucha razón. Tiene un aura que te atrae de cierta manera - Siéntate - Avergonzado hice lo que dijo, pues me había cachado mirándolo descaradamente. Una vez que me acomodé sobre el sofá, él se arrodilló entre mis piernas sobre el suelo.
- ¡No! - Me sonrojé - ¡No hace falta que me ayudes, yo puedo! - Al estar tan cerca, puedo contar sus pestañas incluso.
-Es más rápido si yo lo hago -Me miraba fijamente, esperando mi aprobación para comenzar. Termine accediendo para dar por finalizada la batalla no verbal que tuvimos durante un minuto. No puedo ganarles a esos ojos grises - Avísame si duele.
-Ok... - Su expresión mientras realiza su tarea permanece imperturbable, está concentrado al cien por ciento en mis heridas - ¿Practicas Taekwondo? - Levantó la vista y nuestras miradas conectaron por unos segundos.
-Kung Fu - Eso era algo desconocido para mi sobre él. Quería saber más, al menos un poco más.
- ¡Fue increíble lo que hiciste ahí abajo! ¡Parecía la escena de acción de una película! - Arqueo una ceja y luego negó con la cabeza. Retomó su trabajo - ¿Hace cuanto lo haces?
-Desde los 10 años -Terminó con mi pie derecho y pasó al izquierdo. Este tenía un hematoma gigante en el empeine.
Ni bien lo presionó con el algodón, salté del dolor - ¡Au, Au, Au! -Se detuvo un segundo - Lo siento, puedes seguir -Comenzó de nuevo - ¿Es por cinturones? ¿O cómo es en el Kung Fu? - Necesitaba hablar para distraerme o me concentraría en el dolor.
-Así mismo - Entorné los ojos. Me había olvidado que las palabras no son su fuerte.
- ¿Cuál es el tuyo? - Cerró su botiquín y se levantó. Deduzco que terminó, ya que guardo la cajita en su repisa correspondiente.
-Negro -Al ver que seguía observándolo agrego - Es el rango más alto que hay.
-Eso explica como lograste limpiar el suelo con ellos -Miró mi antebrazo y se acercó hasta mi lado. Me pidió que remangue la sudadera, pero lo ignoré. Yo también quería ayudarlo ahora - No ha de ser nada comparado a tus manos. Te devolveré el favor.
-Es superficial, no dejaran marcas - Pasé a su lado, tomé de nuevo el botiquín y lo miré sonriente.
-Puedo ser muy insistente si quiero - Negó al ver que no retrocedía, y se acomodó obedientemente en el sofá. Estaba feliz de poder devolver algo de la ayuda que me había dado - Avísame si duele.
Yo me senté a su lado y tomé una de sus manos, para comenzar a curarlas. No decía una sola palabra, pero podía sentir sus ojos quemando mis mejillas. Sé que he de estar rojo cómo un tomate, la cara entera la siento caliente - Lamento lo de aquella vez -Torcí el gesto tratando de pensar a qué momento se refería.
- ¿Cuándo?
-Lo de la tarjeta -Reí ante la mención de aquel día - ¿Qué es lo gracioso?
-Luego de todo lo que has hecho por mí, ni siquiera recordaba eso -Una vez que terminé de llenar sus manos de ungüento, guardé todo y me paré - Espero que por lo menos te duren menos los moretones ¿Esto fue por la pelea con Trébol?
-No.
-... - Puede ser tan tajante a veces, que no sé cómo continuar la conversación. Creo que eso es exactamente lo que busca - ¿Entonces cómo?
-No necesitas saberlo -Fue a su habitación, sacó una sábana, una almohada y una manta - Dormiré aquí, si quieres cambiar el juego de cama antes de acostarte, hay uno extra en el armario pequeño. Puedes revisarlo sin problemas.
Fue la mayor cantidad de palabras dichas por él en un minuto, por lo cual supuse que comenzaba a incomodarlo y eso es lo último que quiero. Así que solo le agradecí y procedí a desaparecer de su vista. Me senté en la cama de dos plazas luego de haber cerrado la puerta. No vi necesidad de cambiar nada, ya que las telas se veían limpias y olían a su perfume. A simple vista, no parece un hombre que utilice algo como eso, pero desde donde estaba, podía ver los productos de cuidado personal que tenía sobre su cómoda.
La habitación estaba compuesta por la cama de dos plazas en el centro de la misma, dos mesas de noche negras, un armario de madera grande y uno pequeño de color gris. La cómoda de los productos de aseo y un espejo. No había fotos, ni cuadros, nada que pudiera darme una idea de los intereses y gustos de Torao. Es muy organizado, mi apartamento es un completo chiquero al lado del suyo. Las ropas, zapatos y abrigos, estaban acomodados por color. Uno de sus trajes colgaba estirado en un perchero y aún tenía la etiqueta de la tintorería.
Mirando ese abrigo, soy más consciente de lo alto que es, ha de medir más de un metro noventa seguramente y sus manos son ásperas, pero muy gentiles al toque. Me sonrojé de nuevo al estar pensando en tonterías de adolescente, me reprendí mentalmente al intentar conciliar el sueño por ser tan infantil. Eso sí, el cansancio estaba ahí, pero no podía entrar al mundo de Morfeo por más que lo intentara. Recordé el calmante natural que vi dentro del botiquín y decidí luego de un rato, salir a buscarlo. Mis pies caminaban descalzos para hacer el menor ruido posible, no quería despertar al dueño de la vivienda.
Contuve la carcajada al verlo intentar inútilmente caber en el sofá. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y sus piernas caían del reposa brazos. Más mi risa murió a ver la expresión en su rostro, se veía preocupado, podría estar teniendo una pesadilla. Me acerqué a su lado con cautela, e inspeccioné sus facciones detenidamente. Las cejas estaban fruncidas hacia abajo, los ojos se cerraban con fuerza, creando patillas de gallo a sus costados y las comisuras del labio, solo imitaban a sus compañeras. No sé qué pasó por mi cabeza en ese momento, pero mi mano sin que me diera cuenta, fue a parar a su mejilla. Su reacción fue casi instantánea, él se sentó de golpe y sostuvo mis dedos con firmeza.
-Estás teniendo una pesadilla - Dije tranquilo. Pues está vez, sus actos ya los esperaba. Aunque el agarre no me lastimaba en lo más mínimo.
-No hagas eso - exclamó. Su tono sonaba molesto, pero la expresión en su rostro volvió al estado de siempre - Podría hacerte daño.
-Pero no lo hiciste - Soltó el agarre y se fregó los ojos - Sólo vine a tomar unos sedantes naturales que tienes en el botiquín para poder dormir. Si quieres te los paso y.
-No me sirven -Regresó su espalda al sofá, se cruzó de brazos y me observó desde ahí - Hay agua fría en la heladera - Comentó cuando sostuve el vaso que estaba secándose al lado del lavaplatos.
-Gracias - Una vez que la pastilla se deslizo por mi garganta me giré en su dirección - Sé que, para alejar las pesadillas, puedes pensar en el momento más feliz que tengas en tu vida y luego el sueño continuará desde ahí.
-Bueno - No se puede tener una conversación fluida con este sujeto. Sus respuestas monosilábicas o de una sola palabra, no dan pie para nada más.
-Que descanses - No contestó.
De nuevo en la cama, el sueño llego rápido. No habré tardado más de quince minutos en quedarme profundamente dormido.
...
Al despertar, me sentí como un completo idiota. Soñé con Torao, venía en su fiel corcel blanco a rescatarme de las garras del malvado Dr. Trébol. Mi rostro ha de estar compitiendo con la manzana de Blanca-nieves ahora mismo. Busqué el bolso con las cosas que traje de casa anoche y saqué mi móvil. Lo puse a cargar en el primer toma corrientes que encontré y al encenderlo, me llovieron los mensajes de Sanji y Ace. Primero llamé a mi hermano para tranquilizarlo, me tomó casi un cuarto de hora lograr que me crea. Mi amigo me atendió ni bien dio el primer tono, son cerca de las once de la mañana.
- ¡¿Bonito estás bien?! ¡¿Qué demonio paso?! ¡Hoy estaban hablando en las noticias sobre tu edificio! ¡Que un maniático ataco a su vecino y hubo un pleito con la pareja de esta! ¡Dime que no era tu vecino!
-Estoy bien, estoy bien - Miré por la ventana que daba a la calle - Si fue mi vecino, entraron a mi departamento.
- ¡Mi Dios! ¿Qué querían? ¿Te hicieron daño? ¿Dónde estás ahora? ¡En este mismo momento salgo para allá, y te mudarás conmigo! ¡No acepto quejas! -Su tono de voz me hizo reír - Por cierto, picaron ¿Quién es tu novio? En las noticias no dieron ningún detalle sobre él.
-Es Torao, Trafalgar. El guardia que está en vez de Usopp - Un grito agudo se escuchó al otro lado de la línea y procedí a aclarar - No es mi novio Sanji, ni siquiera comiences a hacerte la película. Las noticias lo tergiversaron todo -El recuerdo de cómo me protegió y la calma que su voz me dio, hizo que una corriente eléctrica subiera por mi columna.
-Estaré ahí por la noche para buscarte y tendrás que contarme todo ¿Oíste? - Asentí con la cabeza, y cuando abrí la boca para responder, escuché los golpes en la puerta.
- ¿Si?
- ¿Puedo pasar a buscar mi ropa?- En ese momento me olvidé que aún tenía a Sanji al otro lado de la llamada.
- ¡Por supuesto! - Una vez puso un pie dentro del cuarto, sentí que me faltaba el aire. Me sentí un descarado, paseando mis ojos sobre su pecho desnudo y aun húmedo. Probablemente haya tomado una ducha, pues su cabello aun soltaba algunas gotas de agua y olía a jabón. Tenía muchos tatuajes adornando su piel y los abdominales, fácilmente podrían servir para lavar ropa a mano.
-Prepararé algo para desayunar, ¿Te gusta el café? - Su espalda era ancha y a pesar de la tinta, podía ver muchas cicatrices en ella - ¿Luffy?
- ¿Eh?
- ¿Café?
- ¡Ah sí! ¡Cualquier cosa está bien! -Sacó un desodorante, algunas carpetas y una remera del ropero de madera - Voy enseguida - Se marchó... Había olvidado cómo hablar.
- ¡OH MY GOD! ¡MÁS TE VALE QUE NO SE TE PASEN DETALLES CUANDO ME LO CUENTES! - Ahí me acordé de mi amigo, también maldije mentalmente por haberlo dejado escuchar todo. Soy un tonto ¿Por qué no colgué la llamada?
-No pienses tonterías - Ya había cortado...
Fui al baño para arreglarme un poco, antes de ir a desayunar. Peiné con mis dedos el desastre que tengo por cabello, me lavé el rostro con agua fría y una vez decente, caminé hacia la cocina. Había un café cliente y wafles, esperando por mi sobre la mesada, él estaba tomando un batido verde mientras leía el periódico del día - ¿Miel? - No sabía que notó mi presencia. Asentí, la buscó en una alacena y regresó a su lectura - No tienen nada mejor que hacer...
- ¿Perdón? - Enfoqué mis ojos en el artículo que estaba leyendo el y casi caí de la silla, al reconocer mi trasero enfundado en mi short de Bob Esponja en la imagen - ¿Qué dice?
-Nada relevante - Arrancó la página y luego de hacerla una pelota, la botó a la basura - Tengo que salir.
- ¡Ah! Perdón, seguro te estoy retrasando. Tomaré mis cosas y me iré - Me miró más segundos de los que considero aceptables para mi corazón y suspiró. Bajando una llave sobre la mesa.
-Es la copia de mi puerta, puedes quedarte cuanto necesites -Abrí la boca, pero siguió hablando - Regresaré pasadas las cuatro de la tarde, en caso de que quieras salir antes de eso, me la regresas el lunes en la oficina.
Mi cerebro se quedó unos segundos sin sistema - Ok...
-Si no tienes dónde quedarte, puedes hacerlo aquí hasta que lo tengas -Me anotó un número de teléfono en una servilleta - Es mío, llámame si ocurre algo malo.
-Yo... -Miré los datos anotados en el papel - Está bien, muchas gracias To, Trafalgar - ¡Casi le dije Torao!
-Mi nombre es Law -Parpadee sorprendido - Soy Law, no necesitas llamarme por mi apellido cuando no estábamos trabajando - Agrandé los ojos y asentí como idiota. Quería preguntar por la manera en la que le decían durante el colegio, pero no me atreví.
- ¿Puedo decirte Torao? - Enarcó una ceja, pero asintió. Por alguna razón desconocida, mis mejillas las sentí calientes, ya no podía mirar a sus ojos grises y recordar como respirar al mismo tiempo - Nos vemos, Torao...
Definitivamente, no sabía absolutamente nada de él. Nunca me había tomado la molestia siquiera de averiguar su nombre. Siempre supuse que se llamaba Donquixote, ya que todos le decían así en el instituto. Pero ahora le dicen Trafalgar. Aunque ahora ya conozco mucho más sobre él: Sabe Kung Fu, le gustan las motocicletas y su nombre, combina perfecto con su personalidad, cortó y conciso. Tiene muchísimas cicatrices en su cuerpo, creo que hay un tatuaje por cada cicatriz. Odia el contacto con otro ser humano, bueno tal vez no sea odio, pero no parece alguien acostumbrado a los buenos tratos, o al menos sus reacciones hacen que parezca así.
-Me voy - De nuevo había comenzado a divagar en mi mente. Me giré para despedirme y quedé estupefacto ante su apariencia. Cabello ligeramente despeinado, dos piercings en cada oreja, una camiseta amarilla con detalles negros, una chaqueta de cuero negra y botas. Todas acentúan a la perfección, su aspecto de hombre peligroso - Cierra la puerta con llave y no dudes en llamarme si hay algo sospechoso.
-Estaré bien - Enfocó sus ojos en el cesto de basura y salió por la puerta. El mismo se encargó de ponerle el seguro por fuera.
En otro momento de mi vida, diría que es un paranoico. Pero dadas las circunstancias actuales, me parece lo más lógico del mundo. Por la ventana que daba al estacionamiento, lo vi subirse a su moto, ponerse el casco y encendiendo el vehículo. También me percaté de que giró la cabeza en dirección a su departamento antes de comenzar a avanzar hacia la salida. Desapareció rápidamente en la esquina de la cuadra.
Una vez sin moros en la costa, la curiosidad pudo conmigo; me agaché junto al cesto de basura y cando desdoble el papel, comencé a leer el contenido.
"El cirujano de la muerte fue el protagonista de una pelea con unos traficantes hoy en la madrugada. Este regresaba al departamento que compartía con su pareja luego de su victoria contra el Príncipe Pirata en el Ring y se encontró con la desagradable escena. Aunque siempre se ha caracterizado por ser una persona imperturbable, dentro y fuera de la lona. Esta vez perdió los estribos y envió a los atacantes al hospital. Se considera la posibilidad de expulsarlo de los torneos como medida disciplinaria. Estaremos atentos al destino de la nueva estrella en acenso"
- ¡¿Qué demonios?! -Ahora tienen sentido las preocupaciones de Trébol ayer. Este estaba aterrado de que el cirujano de la muerte apareciera... Se refería a Torao.
Esto le traerá problemas a mí compañero… Si realmente es deportista, podría llegar a arruinar su carrera y no quiero eso. No sé siquiera como ayudarlo, el solo me estaba protegiendo; él me advirtió que algo podía pasar y yo decidí ignorarlo. Pasé cerca de media hora pensando en cómo ayudarlo, si llamaba a la prensa podría hacer más mal que bien, además que se les ocurrió decir que yo era su pareja sin prueba alguna.
La puerta fue golpeada fuertemente por fuera, mi cuerpo entro en un completo estado de pánico, busque mi celular y rápidamente marque al número que me había dado. Este contestó rápido por suerte, no hable, pero él podía escuchar el bullicio que generaba la madera ante los azotes – No hables y escóndete en la habitación – me encamine despacio hacia donde él me indico, pero la voz femenina al otro lado me desconcertó.
- ¡TRAFALGAR LAW SAL DE AHÍ AHORA MISMO! –despacio me acerque a la mirilla de la puerta y observe a la encargada del alboroto. Era una hermosa chica, de largos cabellos negros y ojos resplandecientes. Con los labios pintados de un rojo fuerte.
-No hagas ningún ruido, esa es la voz de Baby. Ve a donde te dije y espera a que se canse. Se irá una vez que nadie le conteste – dude un segundo, pero seguí su plan al pie de la letra. El golpeteo se detuvo luego de quince minutos aproximadamente. Ya había cortado la llamada y a la media hora él me la devolvió - ¿Sigue ahí?
-No, ya se fue –suspiré – Si tu novia me encuentra aquí seguro tendrás problemas.
-Es mi hermanastra – esos no parecían los gritos de una hermana enojada, más bien parecía la novia King Kong…
-Pues no sé si ella te vea de ese modo entonces – dije en tono de broma, más este enmudeció – Me quedaré con Sanji, esta noche pasará por mí y ya no te molestaré.
-De acuerdo – alguien dijo su apellido en el fondo de la línea – nos vemos cuando llegué a casa – Definitivamente no es una persona de muchas palabras, pero eso no me molesta tanto después de todo lo ocurrido. En mi época de adolescente me parecía antipático y antisocial, ahora solo lo veo como alguien taciturno, al cual le cuesta entablar conversación – Como la perspectiva de las cosas cambian a medida que nos hacemos grandes – rebusque entre mis cosas algo para cambiarme y luego fui al baño.
Me di una ducha, pedí un combo de hamburguesa a través de una APP, mire vídeos en Internet y a eso de las cinco de la tarde regreso Torao. Traía con él un café y otro batido verde, seguro ha de ser un fetiche extraño con las cosas de ese color – ¿Café? –acepte y le agradecí.
- ¿Cómo sabias que me gustaba este sabor? – miro la página que había dejado sobre la mesada, la arrugo nuevamente y la tiro en el cesto.
-En la oficina lo tomas todos los días – no deja de sorprenderme.
-Te fijas en los detalles –la cara de póker me hizo reír – no era una pregunta, tranquilo.
Guardo algunas cosas en la alacena, mientras me daba la espalda hablo – tengo memoria visual –saco algo de sus bolsillos, lo coloco en un plato y dejo este sobre la mesita frente al sofá – si lo veo una vez, nunca lo olvidare.
-Es una habilidad muy útil – sonreí, más este cambió por un segundo su semblante y al verse descubierto retomo su actitud de siempre - ¿Son de frambuesa? – señale las galletas que estaban junto a mí, el solo asintió – ¡Mis favoritas! - Me dio la espalda, dirigiéndose a su habitación y una vez dentro cerró la puerta - ¡GRACIAS! – agregue y luego disfrute del regalo. Espero que sea eso, ya que si me pide para pagarle ahora mismo no podré hacerlo. Se me vendrán muchos gastos por delante con la mudanza.
