¡Hola estimadas lectoras y lectores! Recordatorio de que soy AkaneKagome, me cambié el nickname en el año 2000, por si no me reconocen. Luego de casi tres años y medio tengo el descaro de venir a publicar un pequeño one-shot.

Este fic está inspirado en un maravilloso fanart que dibujó Yoshi (yosh . ides) para el #rankaneweek bajo la temática #sin_miedos. Ella me dio su autorización para usarlo en la portada y acá les dejo parte del link para buscarlo: www*instagram*com/p/C92ge4tOMH1/?igsh=OGxiOXhhY2Z4eDl3. Claramente, ya no puedo participar de la actividad porque pasó hace varias semanas, pero con suerte quizás compartan esta pequeña historia en alguna de las redes.

Disclaimer

Los personajes no me pertenecen, son de la maravillosa, pero cruel, de Rumiko Takahashi. Debido al trauma que me dejó la serie, decidí empezar a escribir lo que a mí me hubiera gustado ver a través de mis fanfics. Hago esto sin ánimo de lucro.

Cobarde

El tiempo había pasado primero con prisa, semanas, meses… Luego lento, un año tras otro, todos con cierta normalidad. Una normalidad frustrante, porque a pesar de su paso, las cosas no parecían cambiar drásticamente entre Ranma y Akane. Atrás habían quedado los días de la preparatoria, el viaje a Jusenkyo y el intento de boda.

Era una noche de verano. Akane había ido al cine con sus amigas. Por alguna razón la película la puso de mal humor, era una de esas películas románticas, un poco cursis, de esas que les gusta ver a las chicas de vez en cuando. Normalmente habría disfrutado una película así, pero no en esa ocasión. Una cinta romántica era un constante recordatorio de que su relación con Ranma no iba hacia ningún lado. Al caminar de vuelta a casa lo único en lo que podía pensar era en las escenas románticas que había visto esa noche, los besos entre los protagonistas se repetían una y otra vez en su mente.

El romance era una de esas cosas escasas en su vida. Podía contar con los dedos de las manos las veces en las que en los últimos cuatro años ella y Ranma habían tenido algún tipo de acercamiento. Suspiró frustrada porque a ella no le gustaba pensar en el tema, sin embargo, esa noche después de la película recordaba cada momento que habían tenido juntos y no pudo evitar sentirse molesta.

A veces no sabía si ella tenía la culpa de todo, o si era culpa del bobo de Ranma. ¿Acaso era tan difícil decirle lo que sentía? Si tan solo él tuviera el valor para dar el primer paso todo sería más sencillo. Una vez que ella estuviese segura de que correspondía a sus sentimientos sería más fácil avanzar. No es que quisiera casarse en una semana, ni nada por el estilo, solo quería tener la seguridad de que no se llevaría una vergüenza si lo enfrentaba con sus propias emociones y deseos.

Abrió el portón de la residencia Tendo y al entrar lo primero que vieron sus ojos fue algo que no esperaba, una silueta femenina portando un hermoso vestido oriental, con ojos brillantes y una sonrisa. ¿Qué demonios hacía Shampoo en su casa a esas horas?

-Hola Akane.

-Hola Shampoo. ¿Qué haces aquí?

-Ya sabes… estaba visitando a Ranma.

Por supuesto estaba visitando a Ranma, no había ninguna otra razón para que estuviera en su casa a altas horas de la noche si no fuera por eso.

-Que pases buena noche- fue la respuesta seca de Akane.

-Igualmente- respondió Shampoo con cierta insolencia.

Akane se quedó parada en el sitio reflexionando sobre todo y en nada al mismo tiempo. No sintió fuerzas para entrar, no era una buena idea. Decidió que por su salud mental lo mejor era controlar las energías negativas, dejar de pensar en las cosas que le estaban molestando antes de entrar a la casa. Toparse con su prometido en ese preciso momento podría traer consecuencias funestas.

Prendió la luz de la estancia vacía. Miró hacia la duela de madera, el altar y las paredes con algunas fisuras resultado de combates anteriores. Caminó despacio, encontró un sitio para sentarse y estar más cómoda. Hizo todo lo posible por recordar antiguos entrenamientos, enfocarse y buscar un aura de calma.

Su proceso de reflexión duró poco. No escuchó los pasos que se acercaban, sin embargo, algo alteró su espacio, alguien había entrado.

-Akane- le llamó Ranma con un tono algo tímido.

-¿Qué quieres? - respondió la chica sin poder disimular la molestia en su tono de voz.

-Llegas tarde. ¿Por qué no entraste a la casa?

-¿Acaso me estabas esperando?

Ranma se quedó en silencio. Se acercó y se sentó a su lado. Aquella acción solo la indispuso más. Lo último que quería era tener que lidiar con él cuando ella se sentía de mal humor y frustrada.

-Deberías volver a la casa, quiero estar sola.

-¿Oye por qué estás tan molesta?

Akane suspiró hastiada. -Porque lo primero que quiero ver al regresar a mi casa es a una de tus prometidas.

-Ya sabes que no puedo hacer nada para controlarlo- respondió el chico.

-Claro que no, tú nunca puedes hacer nada- escupió ella con resentimiento, incapaz de controlar las emociones que comenzaban a hervir dentro de sí.

Ranma permaneció en silencio. Sintiendo una mezcla de culpa y confusión. Sabía que en el fondo ella tenía razón, quizás si había algo que podía hacer, pero había decidido no hacerlo. Aquello también le molestaba, pero era más fácil dejar las cosas como siempre y no esforzarse por buscar algún cambio.

-Cobarde…- susurró ella sin poderse contener.

Esa simple palabra destilaba veneno. No lo decía solo porque habían pasado más de cuatro años sin que Ranma pudiera poner a la amazona u otras mujeres en su lugar. También era un reflejo de lo que sentía con respecto a su propia relación. Ranma era un cobarde, no tenía el valor de confesarle qué quería en la vida, no se dignaba a decirle si sentía algo por ella, o si algún día iban a tener un compromiso real.

Cobarde… una palabra que en aquel momento dolía más que si le hubiera pegado un golpe seco en el rostro. Los dos voltearon a mirarse enfadados. La analizó segundos que parecieron minutos, sus ojos avellana encendidos, su ceño fruncido, su boca tensa. Bajó hacia su cuerpo, su vestido veraniego de color verde salvia que dejaba al descubierto sus hombros blancos y su clavícula marcada. A veces en sueños fantaseaba en cómo sería tocar libremente la blanca y aterciopelada piel. Sacudió la cabeza mentalmente para salirse de aquellos pensamientos, era terreno peligroso. Siempre que peleaban sus más bajos instintos se hacían presentes, un fuego se apoderaba de sí. Ese día no fue diferente, algo ardió y le fue difícil pensar con claridad, su cuerpo simplemente se dejó llevar sin miedos por el instinto.

En un movimiento felino llegó hasta ella. La tomó por un brazo y la acercó demasiado a su cuerpo. Ni un solo momento apartó los ojos azules penetrantes de los marrones que le miraron primero sorprendidos y ahora desafiantes. Sus rostros tan cerca que sus narices casi se rozaban, sus alientos a escasos centímetros prácticamente entremezclados. Sus labios peligrosamente expuestos.

-Vuelve a llamarme cobarde…

La frase salió ronca y cargada de un sentimiento que desconocía. Ranma odiaba esa palabra, odiaba sentirse cobarde. Quizás lo era, quizás todos estos años había sido un cobarde cuando se trataba de sus sentimientos, sin embargo, en ese momento algo se apoderó de su ser y una valentía que parecía un lejano espejismo se hizo presente.

Para dos artistas marciales, un desafío era algo que no podía pasar desapercibido. Ranma la estaba retando. Sus irises zafirinos llenos de determinación, con un dejo de enojo. Los castaños de ella sin moverse un ápice de los suyos, sin dejarse amedrentar. Si pretendía intimidarla estaba muy equivocado, no se dejaría asustar por su repentina cercanía. ¿Qué le haría si le decía que era un miedoso de nuevo? Era difícil pensar racionalmente cuando lo tenía tan cerca que casi podía sentir su nariz junto a la suya. Los dos siguieron sumidos en un silencio tortuoso, con las mejillas encendidas escarlata y sus miradas desafiantes.

-Cobarde…- se atrevió a pronunciar nuevamente. Su voz seguía firme, aunque el torbellino en su vientre distaba mucho de esa seguridad.

De forma inmediata Ranma estrelló sus labios contra los de su prometida. Un movimiento fugaz, superficial, salvaje, un rocé tosco y seco. Apenas y tuvieron tiempo de cerrar los ojos y procesar el momento. Se apartó ligeramente para poder volver a su batalla de miradas.

-¿Sigo siendo un cobarde?- preguntó con molestia en su voz. Bajó la mirada de los ojos de su prometida a sus labios, aún algo sorprendido por haberla besado.

Akane tragó en seco. Intentó darse fuerzas. Una parte de ella parecía estar viviendo en una dimensión desconocida, mientras que su verdadero yo estaba ahí intentando no derretirse entre sus brazos.

-Sigues siendo un cobarde- respondió de forma apenas audible.

Ranma llevó su mano derecha hasta la pálida mejilla y de nuevo buscó su boca. Solo que esta vez el contacto fue tenue, lento, intentó disfrutar su tacto, su calor, su suavidad, aquel particular sabor propio de ella. Nunca había besado a alguien, al menos no de esa manera. Despacio y con curiosidad se fue haciendo camino entre sus labios. Repentinamente notó que ella cambiaba el ritmo, su lengua lo tomó por sorpresa y la forma en que de pronto todo se volvía más húmedo e intenso. Ese segundo beso había transformado de algo pausado, a una batalla apasionada sin control.

Asustado por el mar embravecido de emociones que lo estaba golpeando, decidió que era mejor dar por terminado el contacto. Despacio bajó la intensidad hasta separarse de ella. Seguía con los ojos cerrados, con su frente recostada sobre la de ella. Tragó saliva y suspiró hondo. ¿Ahora qué seguía?

Akane no se atrevió a abrir los ojos, sencillamente disfrutó el sentirlo cerca unos segundos más. No podía comprender lo que acababa de pasar. ¿Ranma la había besado? ¿Significaba eso que la quería? Tenía miedo de romper el momento, sin embargo, necesitaba algo de espacio; todo se tornaba demasiado abrumador. Se deslizó sobre la duela hasta generar suficiente distancia entre los dos.

No quedaba rastro de enojo, el desafío había sido contestado y la batalla se había librado de forma inesperada. Sin un vencedor definitivo, o quizás con dos ganadores. Akane concluyó que lo mejor era no hablar, ya las preguntas se harían luego. Lo importante es que al fin su prometido había dejado de actuar como un cobarde y había tomado la iniciativa. Se puso en pie y caminó hacia la entrada del dojo. Ranma no se atrevió a decir nada. Solo la siguió con la vista, mientras su rostro seguía pintado de un ligero carmín.

-Vamos a tener que seguir trabajando en tu valentía- dijo la chica en la puerta dándole la espalda.

Ranma no pudo evitar que una sonrisa de medio lado se formara en sus labios. Aunque no podía verla, Akane sonrió de la misma manera y se marchó.

FIN

Notas:

Muchas gracias a todas las personas que se pasaron a leer. Se agradecen sus reviews si leyeron y les gustó, para alguien que lleva tantos años sin publicar, serían una gran fuente de motivación.

Dedicarle esta pequeña historia a la autora del maravilloso arte que me sacó de las sombras, Yoshi (yosh . ides). Cuando lo vi sentí una ola de inspiración y en su momento decidí que quería narrar la escena que vi en su publicación.

También dedicárselo a Penbagu, quien sugirió que quizás el #rankaneweek me podría inspirar para hacer un drabble, y pos ya ven, logré un one-shot.

Fue un poco difícil porque cuando escribí La Historia de Nuestro Amor , ya había hecho un beso inspirado por un reto, entonces me costó idear otro escenario que calzara con lo que quería narrar. Esa historia de alguna manera arruinó los one-shots para mí, porque escribí tantas cosas que quería en ella que a veces es difícil idear algo nuevo. Aunque aún me quedan un par de ideas que quizás desarrolle algún día.

No estaba muerta, andaba de parranda. Prometo que algún día volveré a subir una historia con capítulos y será un AU. Solo quiero estar segura de tener bastantes capis, pero ya llevo 1 completo.

Un abrazo, se les extraña fandom!

Coco