What If
Cap 6 : Y si... (Final)
Disclaimer: Ningún personaje de KH me pertenece.
Advertencias: Roxas/Sora centric. Shonen-ai.
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Sora perdió la cuenta de cuantos minutos tuvo su boca suspendida sobre los labios de Roxas. Sus manos apretaban el borde de la silla que separaba su pecho de él. Estaba sintiendo ansiedad, miedo y por sobre todas las emociones que podría sentir estaba el anhelo de algo más. Se preguntaba internamente si tenía los ojos cerrados, como él, si el corazón le palpitaba como a él. De hecho, podía escucharlo zumbar en sus oídos. Todos años y lo que estaba buscando frente de él. Se le estaba dificultando mantener sus dedos sobre la madera. ¿Roxas se enojaría si intentaba algo más que un roce? ¿Y si no sentía lo mismo que él? La cabeza de Sora era caótica, y estaba limitando sus mismas acciones. El castaño sentía los labios tan suaves, era tan placentero sólo escuchar la respiración sobre sus mejillas.
En esa fracción de segundo, a Sora lo recorrió un escalofrío, Roxas empezaba a jugar con su labio inferior. Aprisionándolo. Casi posesivamente y el dedo índice se estiraba en un roce hacia sus manos. El castaño ahogó un suspiro sin animarse a abrir los ojos; poco sabía que una acción como aquella había provocado a su contraparte que ahora permitía su mano viajar por todo su brazo hasta su nuca. Eventualmente la respuesta de Sora fue casi inmediata, se movió al punto de quedar sentado en el regazo de Roxas y abrió su boca invitándolo a su beso más intenso, más íntimo. No iba a culpar al alcohol de sus acciones, quizá sí podría aportar mucho a que se sintiera menos cohibido, pero estaba consciente de sus acciones. Era él quién quería esto. Y ahora sabía que su mejor amigo también.
El silencio de la cocina le permitía escuchar el sonido de ambas respiraciones, el corazón de Roxas palpitando a su mismo ritmo, estaba embriagado y estaba seguro de que no podría sacar sus manos de encima del otro muchacho por más que tratara. Los besos húmedos comenzaban a hacer subir su temperatura a niveles que Sora nunca había experimentado antes. No es que fuera un depredador sexual, pero sí había intentado con diferentes mujeres —diferentes relaciones qué no habían llegado a ningún lado. Sora sabía que nunca había amado a estas chicas, pero sí había sentido un cariño profundo y respeto a lo que tenían; pero esto superaba cualquier tacto que hubiese tenido, superaba lo que habría esperado, era algo que no podría describir con una palabra.
Las manos de Sora estaban por todas partes de la espalda de Roxas, y las de Roxas igual. La piel pálida de su mejor amigo bajo sus manos era tan exquisita. Eventualmente empezaba a sentir los roces hacer mella en sus bermudas; escuchó su nombre salir en un suspiro. Y estaba seguro que podrían haber pasado las primeras bases—a pesar de la inexperiencia de ambos... de no ser por el sonido de la puerta.
— Ponele que empezara a apostar en ese ridículo casino, sigo pensando que sería una oportunidad, o tal vez lo que uno llamaría un golpe de suerte. La suerte siempre estuvo de mi lado.
—Hay por favor, no estamos discutiendo esto ahora Hayner—. Para cuando Sora pudo reaccionar, saltaron en el lugar con una velocidad apartándose de una manera torpe.— Estoy segura, y tengo mil razones, para creer que es una mala idea iniciar en esas cosas. ¿Por qué no buscas un trabajo que te deje más dinero y ya?
El castaño abrió sus enormes ojos azulado, sus largas y oscuras pestañas viajaron de arriba a abajo repetidas veces. Había besado a Roxas. Roxas lo había besado a él también. Se llevo una mano al pecho, su corazón aún desbocado y todas sus emociones desbordadas, estaba seguro que si le hubiesen dado más espacio... tal vez ahora mismo habría tenido relaciones con Roxas en la mesa principal de la cocina. ¿Y ahora qué iba a pasar? El castaño busco consuelo en Roxas, pero el rubio había dejado sus brazos tensos en el borde de la mesada y miraba por la ventana. Casi en el reflejo de los vidrios Sora pudo visualizar una expresión que no nunca había visto en su rostro.
—¡Vaya! ¡Sora!—. Olette lo abrazó del cuello al entrar en la cocina y tomó asiento dejando una bolsa de verduras arriba de la mesa—. Pensé que nos íbamos a ver en dos días, Roxas no comentó que venías de visita.
—A-a—. El castaño carraspeó un poco su garganta antes de responder—. Pasa que... tenía unas cosas que hablar con Roxas, en teoría él me iba a ayudar a contactar a Ventus—. Odiaba mentir, quizá inclusive estaba moviendo las manos más de lo usual—. Y pensé en venir de sorpresa. Haha. ¡Ta-da! ¿Saben?—. Sora suspiró, sabía que nada se le escapaba a Olette que lo miraba con una ceja alzada y algo desconcertada. Necesitaba salir de ahí—. Los dejo que se acomoden, yo... yo... voy a caminar un poco. ¡Es mi primera vez acá! Así que los veo más a la noche.
Atinó a levantarse, pero antes que pudiera pasar, la mano de Roxas lo detuvo de la muñeca. Fue tal la fuerza, que el cuerpo de Sora se vio sentado de nuevo en la silla de la cocina. " Podrías avisarme antes de tocarme" la corriente que le siguió sacudió hasta el último cabello de su cabeza.
—Sora, está lloviendo.
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—Hey Roxas, ¿estuviste enamorado alguna vez?
Era verano, Roxas tuvo que moverse del sector dónde estaban jugando softball, mirando a Sora desde la sombra del árbol, de pie y sudado hasta la punta del dedo gordo del pie, le hacía recordar que había tomado una buena decisión. Ahogo una risa sonora ante la pregunta.
—¿Por qué el interés?
—¡Por qué no! Tenemos cerca de diecisiete años, y creo que tuve ya seis de ellas, pero—. Se sentó a su lado (robando su soda), Roxas no pudo evitar notar que la piel de Sora estaba morena por la exposición al sol—; nunca te conocí una novia. ¡Nunca! Se me hace raro.
Los ojos de Roxas vagaron por el rostro moreno del castaño, el azul intenso de sus ojos tenía un destello de curiosidad, y probablemente la mirada más pura que jamás había percibido en otra persona. Miró la botella de vidrio, ahora vacía, y se preguntó internamente ¿cuántas chicas habría besado Sora en realidad? Había formalizado con varias, pero probablemente habría besado más de las oficiales. Roxas negó con la cabeza, no era su asunto, pero por algún motivo eran cosas que no quería saber, hablar. Se recostó en el pasto, con sus codos sosteniendo su peso, la remera pegoteada en su pecho.
—Hmm, la verdad no pensé en eso. Si tiene que pasar, pasará y si no pasa, está bien—. El viento movía la cúpula del árbol.
—No puede ser... ¡Rox vas a convertirte en el loco de los gatos! —. Roxas frunció el ceño tirándole la tapita de la botella, a un castaño estallado de la risa—. Era joda, era joda. De cualquier forma, no creo que las personas caigan de las ventanas.
—No es gracioso—. Suspiró, cerrando sus ojos—. Ah, por cierto, me debes una soda.
Sora tenía razón en ese momento, no caían de las ventanas. Aparentemente podrían haber estado frente tuyo toda la vida y no haberte dado cuenta. De verdad la situación casi se le iba de las manos, toda la inteligencia emocional se había esfumado por la rendija de la ventana y ahora mismo, mientras cortaba cebollas, ajeno de la conversación de sus dos amigos con Sora, estaba tratando con dificultad de no cortarse un dedo. Hundió sus labios adentro de su boca, casi todavía podía recordar los labios del castaño. Los besos espaciados, y las manos de Sora urgentes en su espalda. El cabello. Solo recordarlo el rubor le subió por la mejilla; miro de soslayo al castaño quién reía despreocupadamente hablando con Hayner y completamente ignorante de las cosas que estaban pasando por su cabeza.
Por un momento, quizá muy breve, agradecía que estuvieran sus amigos. Y lloviera. Entendía a Sora, a él también le hubiese gustado salir como alma que se lleva el diablo por la puerta del gigantesco departamento; pero él no conocía los alrededores, estaba lloviendo y eran cerca de las diez de la noche. Si bien vivían en una zona relativamente segura, si Sora se perdía Roxas habría tenido una migraña buscándolo—además que no iba a permitir que él solo tuviera que mirar a sus amigos a la cara después de eso. No no, Sora había irrumpido en su departamento sin avisarle. Había forzado su salida temprana del trabajo, para irlo a buscar en su estado de ebriedad al bar de Axel. Había tenido que dejar su motocicleta bajo el cuidado de otra persona, e inclusive había iniciado todo esto. A "todo esto" Roxas hacía referencia a los sentimientos que aparecían ahora.
Después de muchos años de amistad, después de todo lo que habían vivido juntos, y con los recientes eventos, Roxas comenzaba a sospechar que había ocultado todo bajo la alfombra; de hecho un recuerdo vago de haberse sentido desplazado en reiteradas ocasiones… Cuando Sora tenía una novia. Claro, suponiendo que haya sido eso—y no que estaba siendo posesivo como había creído en un principio. Pero, ¿Cuándo había empezado? No lo sabía.
—Aunque me guste la cebolla cortada bien fina, no creo que la puedas seguir operando—. Olette lo miraba con curiosidad, el codo apoyado en la mesada y su mejilla descansado en la palma de su mano—. Así que, ya que Sora y Hayner se fueron a jugar, ¿Quieres decirme que pasa, Roxas?
—Y-yo…—. Dejo el cuchillo a un lado, encima de la tabla, tomo una larga bocanada de aire. Tomó asiento y miró a Olette; no estaba seguro de lo que su expresión transmitía pero seguramente nada bueno—. Sora y yo nos besamos.
Las gotas de lluvia repiqueteaban en el ventanal, normalmente el sonido solo servía para calmar su ansiedad, pero en este momento su cabeza no podía dispersarse. No podía siquiera hilar un pensamiento coherente y honesto. El caos que sentía en las profundidades de su corazón, la incertidumbre que le generaba no saber que debía hacer a continuación, o qué iba a hacer Sora. Frotó su rostro ocultando sus ojos azules, y dejó la mano ahí. El problema no era siquiera el reciente descubrimiento de su sexualidad, no—aunque de por sí era un cambio importante. El problema de Roxas era el miedo a que Sora se terminara alejando por ser infantil al no poder enfrentar la situación como quisiera.
—Vaya—. Olette frotó su hombro en señal de apoyo y le ofreció una sonrisa pequeña—. No puedo decir que estoy sorprendida—. Roxas revoleó los ojos recordando la conversación con Axel de hace unos días—. No me culpes, conozco esa cara, creo que los sabíamos todos menos ustedes.
—Y eso… ¿En qué se supone que tendría que ayudarme ahora?—. La risa de Sora inundó la casa—. Lamentó si mi inocencia es mucho para ustedes.
—Yo no lo llamaría así, ¡pero es tierno!—. Se levantó arreglándose el pelo y lo palmeó suavemente en el hombre—. Lo que yo puedo hacer es comprarle tiempo a ustedes para que hablen—. Roxas abrió la boca para protestar, de ninguna forma quería quedarse solo con Sora. No. No. No. Pero Olette ya se había ido a buscar a Hayner.
— Hayner, tengo ganas de ir en un yate hasta Islas Destino. Nos va a tomar más días de lo normal en llegar.
—¡¿Estás loca?! ¡Esta lloviendo y esos pasajes hay que reservarlos con anticipación!
—¿Te olvidas de quién maneja los Yates de Twilling? Agarra un paraguas y nos vamos.
La última cosa que pensó Roxas antes de escuchar el llanto de Hayner, fue que las mujeres daban cierto miedo.
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— Oye Vanitas a qué te referías con lo del closet?! Huh?—. Sora estaba recostado en el marco de la habitación mirando a su gemelo irritado—¿Y qué es lo que haces con esa valija?
—Serás idiota, y denso. Ambas—. La fiesta había terminado de manera caótica. Ven se fue con Roxas. Vanitas había ignorado los llamados del castaño mientras caminaba—. Me largo de esta ciudad.
La piel de Sora ahora pálida, lo miraba con los ojos abierto y la boca entreabierta. Vanitas agregó algo más antes de desvanecerse en la oscuridad del pasillo:
—Si no puedes entender lo que dije antes, no hay punto que lo entiendas ahora. Repetirme es aburrido.
"Ahora sí tiene sentido…"
—Eso huele muy bien, me sorprende que Olette haya decidido de golpe irse en yate—. Sora había vuelto a la cocina y estaba mirando la espalda de Roxas que revolvía espaguetti en la olla. No estaba seguro de si hablar de cualquier cosa excepto de eso era lo correcto. Pero tampoco quería abrumarlo.
El contraste de las personalidades. A diferencia de él… Roxas necesitaba tiempo para procesar los sucesos nuevos, analizarlos y estar seguro donde iba a pisar. Sora solo se dejaba guiar por su instinto. Sin analizar las consecuencias, tenía dolor de cabeza y esta situación no lo mejoraba. El alcohol de horas atrás olvidado en su sistema, sus cabellos alborotados y su mirada somnolienta vagaron hasta las gotas de lluvia en la ventana. Vaya y parecía que los rayos no tardaron en aparecer tampoco.
—Estarías sorprendido las veces que Olette le salta con planes sin planear a Hayner—. Sora notó que Roxas probaba la salsa y sonreía. Solo de pensar que esos labios habían sido suyos momentos antes—. Es algo así como el ambiente natural acá.
—Por como yo lo veo es lo mismo que nosotros—. Si bien se río, y fue un comentario inocente, el castaño notó el ligero rubor en sus mejillas—. ¿Te acuerdas cuando te lleve a la fiesta de graduación y accidentalmente confundí las bebidas?
—No me hagas acordar, ni me quiero imaginar las cosas que abre dicho.
—Aw, solamente cantaste cosas que usualmente no cantarías por un largo tiempo. Nada de qué avergonzarse Rox—. Los platos en la mesa mientras lo miraba molesto. Estaba de más decir que era fácil incomodarlo. Sora sabía esto bien—. ¡Ay Dios, me estaba literalmente muriendo de hambree!
Roxas sonrió sentándose muy alejado de él. Sora frunció el ceño, no le gustaba esta distancia. Él en una punta de la mesa y el rubio casi en la otra cuadra. Iba a decir algo, pero recordó la situación en la que estaban. El silencio terminó por ocupar todo el sitio, no había mucho para decir y él no estaba seguro de qué paso seguir. Es decir el mínimo paso en falso, o la mínima palabra equivocada podría provocar escuchar cosas que no le gustaría o que no estaba preparado para escuchar. ¿Qué pasaría si Roxas lo rechazaba? O si no estaba interesado, o si había descubierto que no había una gota atractiva en su anatomía. No. Cuando se presionaron… Sora estaba seguro de haber sentido su erección chocar con la suya.
Ya debería haber descartado la idea de que no lo consideraba atractivo. Sin embargo sí existía la posibilidad de que rechazara por principio estar con otro muchacho de una manera íntima. Esto era lo que le preocupaba principalmente… El lado racional de Roxas. Estaba seguro que un noventa porciento de sus acciones era impulsadas por su racionalidad antes que por su corazón, de hecho… sin ir más lejos, él nunca había seguido su corazón—por eso era más que sorprendente que haya accedido sin reclamar a besarlo cuando lo propuso. Los truenos sonaron cada vez más cerca, haciéndolo saltar en su asiento y sacándolo de sus pensamientos. El plato de spaguetti ya iba por la mitad.
—Ahora que lo pienso—. Esta vez fue el turno de Roxas de romper el silencio—. Si vos estás acá, ¿quién se quedo ocupando tu puesto?
Vaya como si eso fuera algo importante en este momento. Sora tenía la necesidad de revolear los ojos, pero se contuvo.
—No te preocupes, Tidus de verdad hace un buen trabajo con la cámara—. Añadió:—además Kairi está con él, va a poner su trasero a trabajar.
—Ya veo. Lo pensaste bastante para haber sido improvisado, Sora.
—Creo que—
Antes que pudiera terminar, la casa quedó en completa oscuridad. Sora no podía creer su suerte. Iba a abordar el tema con naturalidad y la electricidad se fue completamente. Escuchó los pies de Roxas, y vio parte de su anatomía bajo una luz muy ténue. Aún sin verlo, Sora conocía su anatomía. Podía vislumbrarla con los ojos cerrados; con el corazón en mano no era la primera vez que lo había pensando, pero por aquel entonces le parecía normal admitir que otro hombre podría ser atractivo. Ahora mismo hacía que el calor en sus mejillas aumentara y estaba seguro que podría alumbrar la habitación completa si seguía la línea de pensamientos.
Escuchó a Roxas caminar y abrir la alacena, probablemente buscaba velas o algo. Hubiese sido más fácil alumbrar con el celular, pero se dio cuenta que no lo llevaba con él. Olvidado en la mochila en alguna parte de la casa.
—Sora, ¿Puedes ayudarme? Aparentemente la electricidad se fue en toda la cuadra, quiero ver si paso algo en los cables—. Sora asintió, levantándose y tratando de encontrarlo (aún con la luz tenue de la noche, estaba teniendo problemas para saber o recordar donde estaban los muebles de la casa)—. Creo que llego a ver a la terraza si me asomo. Necesito una mano.
—¡Ahí voy! Tal vez sea fácil para vos ya que es tu casa, pero no para mí y no recuerdo donde estan las cosas—. Dejando de lado que su rodilla rozó la madera, el castaño había encontrado las piernas de él—. ¡Te encontré! ¿Ahora que se supone que tengo que hacer Rox? No parece muy seguro que te asomes lloviendo y si hay corto…
—En el hipotético caso de que me quede pegado, cosa que no va q pasar, no me agarres sin guantes o te vas a quedar pegado.
—Gracias genio. No lo sabía, enserio, gracias por iluminarme con tu sabiduría y enseñanzas—. Sora revo instandolo leó los ojos en una mueca.
—Sabes que se que revoleaste los ojos, ¿no?—. Roxas sonrió de lado—. Esta bien, yo no tengo la estructura tan pequeña. Haz tu magia, Sora.
—Ew, ¡¿Por qué yo?! Esta bien, solo me voy a asomar para ver que los cables estén bien—. Sintió las dos manos de Roxas invitándolo a apoyar el pie ahí. Una vez estuvo en la mesada, las manos de Roxas lo sostenían de la cintura, podría haber respingado pero ahora mismo tenía la mitad del cuerpo afuera, con el agua golpeándole la cara y el pecho. Sin embargo, desde su distancia y postura, Sora pudo distinguir los chispazos en la antena de la cuadra—. Tal parece que no va a haber electricidad por algunos días… ¿Cómo te ves subiendo 8 pisos por las escaleras, chico atlético?
—Más de una semana querrás decir—. Estaba seguro que lo escuchó maldecir por los bajo—. Vamos a buscar toallas para secarte, aunque estés acostumbrado al agua, hace un poco de frío.
—Roxas… —Sora lo llamó por lo bajo, apenas encontrando su propia voz—por si no sabías, tengo la menor idea de dónde esta el baño.
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—Esta bien, yo te guio. Dame la mano—lo dijo en un susurro apenas audible, pero lo suficientemente alto para que Sora lo escuchara.
Roxas sintió la mano de Sora en su muñeca. Entendía que, dada las circunstancias, quizá darle la mano era más personal. Cielos, ¿como mierda habían terminado en esa situación? ¿Y porqué se estaban sintiendo tan incómodos? Era Sora, su amigo de la infancia, no una persona cualquiera… y aún así, el concepto amistad comenzaba a escurrirse de sus manos. Parecía ajeno a ellos en estos momentos. Más cuando caminaban en silencio tanteando las paredes. Años atrás, Sora hablaría primero, le diría que todo estaba bien y pasarían la hoja. Sin embargo, no había sentimientos románticos entre ellos, antes.
Sora persiguió mujeres, él perseguía su paz mental. Básicamente, en resumen, ninguno de ellos dos había estado en una situación similar y por eso se sentían como dos desconocidos. La mano del castaño tembló en su muñeca, aferrándose más fuerza.
—Rox, no quiero interrumpir tus pensamientos, pero si encontramos las toallas antes mejor—. Roxas rio por lo bajo, sabiendo que el cuarto de baño ya no estaba lejos.
—Aa, las toallas deberían estar por acá, deberían, no tengo idea dónde Olette las guarda—. Revolvió el pequeño armario, tanteando los rincones hasta dar con la textura que estaba buscando—. ¡Acá están!—. Escuchó a Sora sentarse en el borde de la bañera, sin hacer ruino alguno, excepto el de sus pisadas.
Abrió una de las toallas y la colocó encima de la cabeza del castaño. Los picos de cabello apenas desarmándose bajo sus manos, Roxas procuró sentarse en una distancia aceptable, sin rozarse. Contrario a lo que creía, el pelo no era rígido, sino que pequeñas y finas hebras se escurrían entre la toalla y por encima de sus dedos. Sacudió la toalla muchas veces hasta sentir que la misma estaba húmeda; por supuesto que Sora estaba empapado de la cabeza hasta parte del pecho, dudó en si dejar la toalla o seguir haciendo el trabajo. Roxas mordió su labio inferior, el silencio del castaño no ayudaba a sus decisiones. Apenas podía vislumbrar a Sora, y sus ojos estaban cubiertos por el flequillo causándole cierta ansiedad.
Quería hablar, a Roxas no le estaba gustando la incomodidad y el ambiente apagado que había entre ellos. Hacía cuatro años que no le veía la cara. Hacía cuatro años que no tenían espacio para tomar un café juntos, o un exprimido de naranja. Y la situación había resultado completamente opuesta o como habría imaginado el reencuentro. De cualquier forma, y volviendo a su idea inicial. Si Sora no iniciaba la conversación, o él no veía señal alguna de su parte para hablar de eso; difícilmente él podría encarar la situación. Pareciera que los años lo habían hecho un cobarde. Quizá, o siempre lo fue. Carraspeó su garganta y amagó darle espacio a Sora.
—Bueno, si necesitas algo—dijo, con una voz suave, sin embargo, la mano del castaño lo tomó con fuerza de la muñeca, y con fuerza innecesaria debía agregar ya que su cuerpo había girado medianamente ante el jalón—... ¿Sora?—. Tal vez era la señal que era la hora de hablar. Se giró con suavidad y se arrodilló hasta la altura del castaño, que parecía haber perdido el habla, suspiró—. No tenemos que hablar ahora si no quieres—. Roxas buscó sus ojos azules, con la poca visión que esa pequeña luz , sin tener éxito, ya que la toalla hacía sombra.
—Sabes, al principio...—. Sora empezó a hablar, sin soltar su muñeca, clavándole los ojos. No había sonrojo alguno, y estaba seguro que tampoco incomodidad, respiró sonoramente—. Pensé que llevar el celular a todos lados ya era un hábito que había pasado por el trabajo, ya sabes, en el caso de que me necesitaran; pero... Quizá no era eso, sino que era mi forma de comunicarme con vos, y quizá haya sido eso todo el tiempo—. Roxas lo miró curioso, mordiéndose el interior de la mejilla le hubiese gustado acotar su experiencia, pero temía interrumpirlo y que el castaño retrocediera—. Me costó mucho tiempo adaptarme a la nueva rutina, onda no tenerte alrededor. No voy a mentir, pero resumiendo, hay una posibilidad grande que quizá... quizá—. Sora le soltó la muñeca para rascarse la nuca, sus ojos expresivos vagaron por todos lados del cuarto de baño, evadiéndolo—. Quizá me gustes, creo...
Roxas se encontró a si mismo no entumecido, pero sin poder encontrar las palabras correctas para responderle. Seguro, lo que decía tenía sentido porque él mismo había pasado de dejar el celular en cualquier lado, olvidado por horas, a estar siempre en su bolsillo. Siempre. Sora había ocupado tanto tiempo en sus días con él, que muchas veces se había encontrado mirando el techo extrañándolo. Cuatro años en el que había entendido que su grupo de amigos no podría ser Sora. Ilusamente, había creído en un principio, que no iba a ser difícil... Es decir, iba con amigos, se mudaba con amigos. Pero no, Sora era una variable en su vida que no tenía cambio. Sora era único en más de un sentido.
Le hubiese gustado que su negatividad no fuese tan fuerte como en este momento, simplemente creer más de lo su auto confianza le estaba diciendo ahora. Si fracasaba, perdía todo y Roxas no estaba seguro de querer arriesgar eso, que era seguro, por un ' y si estamos enamorados'; no obstante, tampoco estaba seguro de cómo iba a reaccionar si Sora decidía salir con otras personas. La situación había cambiado, en menos de diez minutos. Suspiró tratando de ordenar sus pensamientos, cayendo en la cuenta que sus dos ojos se iban derecho, constantemente, hacia los labios del castaño. Sora esperaba una respuesta, sin apresurarlo, pero él se veía a sí mismo atraído a su boca. Una y otra vez, una y otra vez...
—En pocas palabras... ¿Querés intentarlo...?—. Sora asintió con la cabeza despacio—. ¿Y si no funciona?
—¿Y si funciona?
—¿Y si de repente dejamos de hablarnos por pelearnos por la cena?
—¿Y si hacemos un menú para no pelear por la cena?—. Sabía de antemano que no importaba lo que dijera, Sora iba a encontrar una respuesta a todo, positiva para agregar—. Mira Roxas, estoy... confundido yo también y no sé si es amor o solo es mi testosterona. Pero ¿Y si funciona, y si todo sale bien?
Roxas lo miró a los ojos, sin pestañar, movió la mano hasta la mejilla ajena y con su pulgar delineó los labios del castaño—está de más decir que la acción hizo respingar a Sora, haciéndolo saltar en su lugar. El rubio medio sonrió, así que al final iban a intentarlo. O eso creía. Roxas no estaba seguro de nada, pero el castaño parecía muy positivo. Había estado de cuclillas en frente de Sora todo este tiempo. Con las piernas algo entumecidas, Roxas acercó el rostro de Sora para tenerlo a su altura.
—Supongo que ahora ya no tenemos que contar si te quiero besar—. Sora sonrió y asintió.
Roxas lo besó. O Sora lo besó a él. Ya el resto eran detalles; se le cruzó por la mente la fiesta que tendrían que Islas Destino en unos días, pero ya había asumido que evidentemente ellos no irían.
La lluvia titubeó contra los ventanales como un ruido ajeno a ellos. Lejano, casi imperceptible, lo único que Roxas podía escuchar en estos momentos, era la respiración de Sora sobre sus labios y admitía que podría acostumbrarse a eso.
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Fin
A/N.: Muchas gracias por leer! La verdad después de años, este fic fue terminado. No voy a mentir, una persona me hizo acordar de la existencia de mi cuenta hace unos días y me puse a releer los fics y me dio nostalgia. Probablemente suba un pequeño epílogo. Y siga con otro fic que tengo empezado jaja. No quiero prometer nada, muchas gracias a quienes leyeron!
