Todo por el bien de Aurora


El Potterverso es de Rowling


Este fic participa en la actividad "Multifandom 5.0" del Foro "Alas Negras, Palabras Negras"


Tabla nº11 Fantástica: Licántropos y magos/brujas


Connor se levanta para ir a trabajar. Su esposa se está duchando. Quién le iba a decir que su trabajo en el gobierno del mundo muggle, le iba a permitir conocer a la que sería su esposa, la muggle Cordelia Sinistra, recién llegada de Puerto Rico. Jamás imaginaría que se casaría con una muggle. No es que él fuera un purista de la sangre, pero todavía se veía algo raro que un mago se casara con una muggle. Siempre que presentaba a Cordelia a alguien del mundo mágico, lo primero que le preguntaban era cuál era su casa de Hogwarts y su esposa se le quedaba mirando con cara de circunstancias. Además, en el mundo muggle es todavía más extraño que un hombre blanco se case con una mujer negra.

Pero, Connor está feliz con su vida, Cordelia está embarazada. Pronto ampliarían la familia. Ya han pasado los meses de peligro. Así que, es oficial. Van a ser padres.

Cordelia baja a la cocina. Él ya tiene listo el desayuno.

— Todavía me quedan dos meses más antes de tener la baja. — comenta Cordelia mientras desayunan. Tanto en el mundo muggle como en el mundo mágico era normal que la mujer se convirtiera en maestra de casa tras casarse. Pero Cordelia seguía trabajando como maestra de español en el instituto. Connor apoyaría a su esposa en la decisión que ella tomara.

— Bien, yo tengo que informar al Ministerio sobre lo último que ocurre en el mundo muggle. Llegaré tarde a casa. — le recuerda Connor. — Si es de noche, no me esperes despierto.

— Está bien. La semana que viene son las vacaciones de Pascua, podemos empezar a preparar la habitación del bebé. La ginecóloga nos dirá si es niño o niña. — sonríe Cordelia.

— Por supuesto. Ya tengo ganas de que sea la semana que viene. — ambos se levantan y van a recoger sus abrigos. — ¿Quieres que nos aparezcamos delante de tu colegio? — le propone él.

— No. Nunca me ha gustado eso que hacéis los magos de apareceros de un lugar a otro y desde que estoy embarazada menos.

Se dan un beso en los labios y cada uno va a su lugar de trabajo.

…..

Después de la reunión de trabajo, Connor Wolton sale del Ministerio listo para regresar a casa. Quiere comprar algo en el Callejón Diagon a su esposa. Si va rápido, todavía encontrará una tienda abierta. Oye unos ruidos extraños a su alrededor. Nota que alguien lo espía. Saca la varita.

— ¿Quién anda ahí? — pregunta.

— ¿Qué opinas de los hombres lobo, Wolton? — oye una voz a su alrededor.

— ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? — Connor sigue en alerta.

— Estás a favor del matrimonio entre magos y muggles. Te casaste con una. Sí, Wolton, esa información ya ha llegado a Mi Señor, Quién-Tú-Sabes.

Connor palidece.

— Tranquilo. Todavía no hemos localizado dónde vivís. Por ahora. Pero Nuestro Señor quiere castigarte. Eres un mago sangre pura. Repito, ¿qué piensas de los hombres lobo?

— ¿Por qué me haces una pregunta eso sobre esas bestias?

Antes de que pueda reaccionar, nota una mordida en uno de sus costados.

Cae al suelo y ve que se le acerca una bola de pelo con ropa agujereada, colmillos y babas.

El licántropo se le acerca y le susurra al oído.

— Ahora cada vez que quieras ver una de esas "bestias", sólo tendrás que mirarte al espejo, Wolton. A partir de ahora, eres uno de los nuestros. Y todo gracias a mí. Quiero que recuerdes el nombre del licántropo que te convirtió en uno, Fenrir Greyback.

Acto seguido, Connor cae inconsciente.

…..

Connor abre los ojos.

Está en una cama.

— Ya estás despierto. — oye una voz.

Connor se gira hacia quién ha hablado. Es un hombre castaño.

— Estás en un hospital muggle. Melissa ha salido a trabajar, te ha visto en el suelo y me ha avisado. Entre los dos te sacamos del Callejón Diagon y llamamos a una ambulancia.

— ¿Quién eres?

— Soy Jules Bletchley, soy un squib del Callejón Knockturn.

— ¿Qué haces allí? Ese es un lugar sin ley.

— Sobrevivir. Mis padres me abandonaron en el Callejón Diagon cuando cumplí los once años y no me llegó la carta de Hogwarts. Pero en el Callejón Diagon no quisieron contratarme. Así que, me fui al Callejón Knockturn, donde me contrataron en un trabajo fuera de la ley. Falsificador

— ¿Por qué me cuentas eso? Puedo entregarte a los aurores.

— ¿Estás seguro? ¿Has visto tu costado? Ahora eres un licántropo. Si me delatas, te delataré yo a ti. Eres un empleado del Ministerio. Estoy seguro de que, si vas a registrarte como licántropo, perderás tu trabajo. Y si lo escondes y te descubren, te mandarán a Azkaban. Estás a mi merced, Wolton. Además, ahora que eres un licántropo, puede que necesites mi ayuda. — sonríe Bletchley.

— ¿Cómo sabes mi nombre? — pregunta Connor después de apretar los labios. Odia reconocer que el otro tiene razón.

— Melissa encontró tus documentos en tu cartera. Si te lo preguntas, Melissa trabaja de noche. Es una squib del Callejón Knockturn también. Es una prostituta.

— ¿Y mi varita?

— La tengo yo. — Bletchley se la entrega. — Te la he escondido para que los médicos muggles no se pregunten qué es eso. Tendrás que buscarte una buena excusa para decirles a los médicos lo que te ha pasado. — Jules se levanta para irse.

— Espera, ¿puedes mandarle una lechuza a mi esposa para decirle dónde estoy? Se preocupará por mí si no voy a casa.

— Si tenéis teléfono, los médicos pueden llamarla.

….

Cordelia está despierta y preocupada.

Se ha pasado toda la noche despierta esperando a Connor.

Otras veces que ha tenido que ir al ministerio de los magos, no ha tardado tanto en volver y menos desde que ella se quedó embarazada.

Algo malo ha tenido que pasarle.

Cordelia está a punto de llamar a la policía cuando llaman al teléfono.

— ¿Diga?

— Señora Wolton, soy el doctor Jones. Su marido está en el hospital. Está herido. Una bestia le ha atacado.

Después de saber el hospital donde está su marido, Cordelia coge el coche y se dirige hacia allí.

….

Cuando Cordelia llega al hospital ya es de día. Desde allí llama al ayuntamiento donde trabaja su marido y a su colegio para decirles que ninguno podrá ir hoy y avisarles del ataque que sufrió su marido.

Después, va a la habitación de su marido.

— Connor! — la mujer corre a abrazarlo.

— ¡Cordelia! — Connor la recibe con los brazos abiertos.

— ¿Qué ha pasado?

Connor mira hacia la puerta antes de responder.

Cordelia intuye que su marido va a hablarle de su mundo. Mira que no haya nadie a su alrededor y después vuelve con su esposo.

— No hay nadie aquí.

— ¿Alguna vez te he hablado de los licántropos?

— ¿Existen? — abre los ojos sorprendida. — No, no me habías hablado de ellos. Pero, después de ver que los magos existís, tampoco me sorprende.

— Sí, existen. Al igual que los vampiros y otras criaturas mágicas. Pero en el mundo mágico están muy mal vistos. Ni siquiera los consideran personas. Son bestias, sin derechos. Muy peligrosas. Humanos que en las noches de luna llena se convierten…

— Connor, sé de sobras lo que es un licántropo. No me trates como si fuera idiota.

— Perdona. Nunca fue mi intención. Cuando un licántropo transformado muerde a un humano, lo convierte en licántropo y pueden transmitirlo a su descendencia. Por eso, son tan peligrosos en el mundo mágico. El Ministerio los obliga a inscribirse en un libro para tenerlos controlados y si no lo hacen y los descubren los encierran en Azkaban.

— ¿Y a qué viene todo eso? ¿Te ha atacado una de esas criaturas?

Connor asiente.

— Entonces, ¿cada noche de luna llena te convertirás en un hombre lobo?

Connor asiente.

Cordelia se lleva las manos a la cabeza.

— Bueno, por lo menos estás vivo. Eso es lo que importa.

— ¡Cordelia! ¡En el mundo mágico es mejor estar muerto que ser un licántropo!

— ¡¿Y QUÉ PASA CONMIGO Y CON EL BEBÉ?! Connor, ¡ME IMPORTA UNA MIERDA LO QUE PIENSE EL MUNDO MÁGICO! ¡TÚ SIGUES SIENDO EL MISMO! ¡NUESTRO BEBÉ NECESITARÁ A SU PADRE!

Connor calla.

Cordelia es muggle. Ella no entiende lo peligroso que es un licántropo y lo mal vistos que están en el mundo mágico inglés.

— ¿O qué vas a hacer? — le pregunta su mujer. — ¿Vas a abandonarnos? ¿Sabes la deshonra que supondría eso para mí? Todo el pueblo hablaría. ¿Vas a hacerme eso? ¡Ya soltamos bastantes habladurías sólo porque tú eres blanco y yo negra!

Connor se muerde el labio.

No, jamás podría hacerle eso a Cordelia.

— Tendremos que tener mucho cuidado a partir de ahora. — susurra.

— Quizás podamos mudarnos a Puerto Rico… — piensa ella en voz alta.

— Cariño, si decidimos vivir en mi país fue porque en el tuyo están prohibidos los matrimonios entre muggles y mágicos. A mí me meterían en la cárcel o me repatriarían a Reino Unido y a ti te desmemorizarían. — le recuerda su marido.

— ¿Y no hay ningún otro país? — pregunta ella.

— No lo sé. Tendremos que buscarlo.

Pero, en las sociedades mágicas de otros países o estaba prohibido el matrimonio entre muggles y mágicos por temas relacionados con la época de la esclavitud, cuando se esclavizaba magos para aprovecharse de su magia, como era el caso de Puerto Rico, o había un enorme estigma alrededor de los licántropos.

Finalmente, sintiéndolo mucho, deciden quedarse en Reino Unido, donde ambos ya tienen sus trabajos.

….

Cuando a Connor le dan el alta, regresan a su casa y preparan el desván para cuando tenga sus transformaciones. Hacen hechizos para que sea inaccesible tanto desde fuera como desde dentro, incluso con las garras y fuerza de los licántropos. También, le pide a Jules Bletchley que le falsifique un documento médico muggle conforme tiene una enfermedad crónica que le hace tener que pedir la baja médica bastante a menudo. Por suerte, su trabajo del mundo mágico consiste en trabajar en un ayuntamiento u otro lugar de burocracia muggle para hacer traspaso de documentos muggles a mágicos y viceversa e informar al mundo mágico sobre lo que ocurre en el mundo muggle, sobre todo en lo referente a la guerra fría.

También es en ese mismo momento, donde les confirman que van a tener una niña.

— Imagino que no vamos a tener más hijos… — susurra Cordelia.

— No, corremos el riesgo de que le transmita mi licantropía.

— Siempre podemos adoptar. — reflexiona ella. — Sé que los magos no soléis hacerlo mucho, pero para nosotros es bastante común adoptar cuando el matrimonio no puede tener hijos. En eso somos superiores a vosotros. — Cordelia alza el mentón con aire triunfante.

Connor ríe.

— Quiero que elijas tú el nombre. — le propone el mago. — Me has dicho que tenías una lista de nombres por si era niña.

— ¡Pues sí! — exclama ella emocionada. — Hay muchos nombres de niña que me encantan, pero mi favorito es Aurora.

— ¿Aurora? Es por la película muggle que me enseñaste.

— No, tonto. Aurora significa amanecer. Es por la diosa romana.

— Me gusta. Es muy bonito.

….

La primera transformación de Connor es muy dura para ambos.

Antes de dormir, Connor le da un beso en los labios a su esposa y se dirige al desván. Cierra la puerta de la habitación con magia e insonoriza la habitación. Cuando la luna está en su apogeo, Connor empieza a notar como se le desfiguran sus huesos y las encías van abriéndose dando lugar a unos dientes más grandes y afilados capaces de desgarrar la más dura de las carnes.

Pronto, la cordura de Connor desaparece, dejando salir sus instintos más animales y sedientos de sangre.

— ¡AAAAAAAUUUUUUUUUUU! — aúlla a la luna.

….

Cordelia no puede dormir, no deja de pensar en su amado marido sufriendo. Se pasa toda la noche en vela.

Para ella, Connor sigue siendo el mismo de siempre y piensa que debe apoyarlo en estos duros momentos. Su marido piensa que ella no entiende lo mal vistos que están los licántropos en el mundo mágico, pero la verdad es que sí que lo entiende. Sabe que muchos de los amigos magos que tiene su marido le darían la espalda si se enterara de que lo mordió Fenrir Greyback. Lo cual para ella es absurdo. ¿Esos magos serían incapaces de ver que su amigo Connor es el mismo de siempre? Ni que él hubiera pedido que el mordieran. Para Cordelia no hay ninguna diferencia entre ese grupo de magos enmascarados que matan a las personas que son como ella y a los hijos magos de personas sin magia y los magos normales que no aceptarían a su marido ahora que es un licántropo.

….

A la mañana siguiente, Cordelia sube al desván. No puede abrir la puerta por los hechizos. Connor todavía no los ha quitado. Pero ya debería haber vuelto a su forma humana. Ya ha salido el sol. ¿Estará inconsciente?

— ¿Connor? — le llama.

Nadie le contesta.

— ¡Connor! — vuelve a llamarlo.

Esta vez sí, oye un clic en la puerta.

Su marido ha quitado el hechizo.

Cordelia entra y queda devastada con la escena que ve.

Su marido está en el suelo, desnudo, todo rodeado de sangre. Su propia sangre. La habitación ha quedado hecha un cristo. Hay arañazos por todas las paredes, como si una criatura hubiera intentado salir de ella.

Suerte que no había muebles. Sino estarían todos destrozados.

— ¡Connor! — Cordelia se arrodilla y lo abraza.

— Mi amor…

Cordelia lo besa en los labios y corre a por un desinfectante.

Empieza a curar y a desinfectar las heridas de su marido. Tarda bastante, tiene heridas por todo el cuerpo. Cuando termina, lo rodea con un brazo y bajan juntos hasta su habitación. Cordelia lo tumba en la cama y lo cubre con las mantas. Lo deja dormir tranquilo. Por suerte, con los papeles falsos de la enfermedad crónica a Connor le han concedido tres días de baja.

Cordelia le prepara algo de comer y lo deja cerca de su cama, sabe que Connor no tendrá fuerzas ni para levantarse. Después, se va al trabajo.

….

Connor y Cordelia dejan de reunirse tanto con sus amigos mágicos. No sólo porque todos trabajan y es difícil encontrar un día libre que les coincida a todos, sino porque muchos empiezan a formar sus propias familias. Aunque, Connor prefiere no contarles que está esperando una niña. Sabe que, en caso de que se descubriera que él es un licántropo, podrían rechazarla.

Y así van pasando el tiempo, Cordelia da a luz a una niña, Aurora Cordelia, en un hospital muggle. A partir de ahí, ya se queda en casa para poder atender a su marido todo el día tras la luna llena.

A la hora de escribir el nombre de Cordelia en el registro civil muggle, tienen otra discusión.

— ¿Cómo que quieres ponerle mi apellido de soltera a la niña? — pregunta Cordelia incrédula.

— Es lo mejor. Si resulta ser bruja como yo y descubren que soy un licántropo, no quiero que eso afecte a su futuro. — intenta convencerla su marido.

— No es normal ponerle el apellido de soltera de la madre al niño. Ni en tu mundo ni en el mío. Bueno, en tú país, en los países hispanos, los niños tienen dos apellidos. Mientras la luna llena no coincida cuando tengas una reunión en el Ministerio, no tiene por qué pasar nada. — le sonríe.

— No sé qué haría sin ti, cariño.

— Perderte, eso es lo que harías.

Ambos rieron.

Así que, ambos inscriben a su hija como Aurora Cordelia Wolton.

Ya es otra noche de luna llena, Connor da un beso en los labios a su esposa y otro en la cabecita de su hija y se dirige al desván. Cordelia sufre de insomnio esas noches tan horribles. No sólo Connor sufre durante y después de la transformación, sino que ella lo pasa mal al saber el dolor físico y mental que siente su esposo y no poder hacer algo para remediarlo.

Mientras le da el pecho a Aurora, le susurra:

— Tu padre es un hombre muy valiente, Aurora. Aunque las cualidades de su casa sean la astucia y la ambición para mí es mucho más valiente que todos esos chicos que ese sombrero que habla dice que deben ir de color rojo y dorado.

Cordelia cura las heridas de su esposo mientras Aurora sigue dormida. Acto seguido, va con el coche a la ciudad a hacer algunos encargos. Para la llegada de la luna llena, ha comprado vitaminas y desinfectantes para su marido, que no ha tenido tiempo de comprar la nueva ropa que su hija necesita. Carajo, ¿por qué los niños crecen tan deprisa? Aurora acaba de cumplir un año. ¡Cómo pasa el tiempo!

De repente, ve aparecer en el cielo unas sombras negras. Connor le ha hablado de esos magos que quieren acabar con la gente como ella, pero nunca se habían cruzado con uno de ellos.

…..

Connor oye un ruido que lo despierta. Alguien está llamando a la puerta.

¿Dónde estaba Cordelia? Entonces, recuerda que le dijo que iría a la ciudad a comprar ropa para Aurora.

Se viste, todavía sigue desnudo, y va a abrir. Suerte que no tiene cicatrices muy visibles en la cara que puedan delatar su transformación en hombre lobo.

Es Caradoc Dearborn, de la Oficina de Aurores.

— Lamento informarle que ha habido un ataque de mortífagos en la autopista que va hacia la ciudad de Bath. Han fallecido muchos muggles. Familias enteras. Su esposa, Cordelia Wolton, ha sido una de ellas. Lo siento mucho, señor Wolton.

Wolton se queda en shock. No cree lo que oyen sus oídos.

— ¿Cómo sabe qué es ella? — el auror no conoce a su esposa, no sabe cómo es. Quizá la ha confundido con otra persona.

— Encontramos restos suyos e hicimos un hechizo para que apareciera el rostro de a quién pertenecían. El auror Dawlish la reconoció. — le responde Caradoc completamente apenado.

— Gracias, señor. ¿Dónde están los restos de mi esposa?

— Los hemos dejado en manos de la policía muggle. Como el ataque ha sido en su mundo, ellos iniciarán una investigación. Yo sólo he venido a informarle para que sepa los motivos reales sobre cómo murió su esposa.

Connor asiente completamente devastado.

¿Qué haría sin Cordelia?

Ella es su compañera de vida, la mujer de la que se ha enamorado y la persona que le ha ayudado a sobrellevar su licantropía. ¿Qué haría sin ella? Sabe que el mundo mágico puede descubrirle en cualquier momento. Sabe que es muy posible que personas que ahora son sus amigos, le den la espalda. Si el mundo mágico no decidiera separarlos si descubrieran que él es un licántropo: él en Azkaban por ser hombre lobo no registrado y ella desmemorizada por ser muggle. Ella es la única que no le ha importado que se convierta en un monstruo cada luna llena.

Tras despedirse del auror, Connor se desploma detrás de la puerta.

Una vez enterraron a Cordelia, Connor decide trasladarse con su hija a otra ciudad. Su trabajo en el mundo mágico consiste en ser un infiltrado en la burocracia muggle por si algún mago necesita algún papeleo muggle, normalmente, magos que deciden trabajar en el mundo muggle o hijos de muggles que no pierden el contacto con su lugar de origen o matrimonios entre muggles y magos, e informar al Ministerio de todo lo que ocurre en el mundo muggle. Así que, no importa dónde haga su trabajo.

También visita a Jules Bletchley al Callejón Knockturn.

Cuando abre la puerta del local donde trabaja, Bletchley exclama sonriente:

— Vaya, si es mi amigo el señor Wolton, el licántropo. Sabía que tarde o temprano volvería.

— Necesito ayuda que sólo puedes darme en la parte de atrás. — susurra Connor ignorando su recibimiento.

Jules se pone serio.

Su oficio de falsificador es ilegal; su tienda en el Callejón Knockturn consiste en vender pergaminos y plumas mágicos legales, pero de dudosa moralidad.

— Ven conmigo a la parte de detrás de la tienda. — le pide en un susurro. Llama a su hijo mayor, un niño de siete años, para que se ponga delante del mostrador.

A Connor le sorprende ver a un niño viviendo en el Callejón Knockturn.

— No te sorprendas tanto. Aquí van la mayoría de squibs abandonados que no consiguen trabajo en el Callejón Diagon y acaban formando sus oficios y familias aquí. No somos criminales por vocación, a diferencia de los magos que viven aquí y nos protegen. Pero todo esto es culpa de magos como vosotros, que abandonáis a los squibs a su suerte sólo porque no tenemos magia. Cuando Melissa empezó a prostituirse, con once años, la mayoría de clientes eran magos adultos. — espeta con rabia.

— Melissa es la squib que me encontró… — recuerda Connor, aunque no llegó a verla en persona le gustaría agradecerle que le socorriera. — Me gustaría conocerla y agradecer su ayuda.

— No creo que quiera conocerte. Odia a los magos, en general, y a los hombres, en particular.

Connor está a punto de preguntar cómo pueden tener una relación tan estrecha si ella odia a los hombres, pero no quiere preguntar. Tiene cosas más importantes que pedirle.

— Necesito cambiar el apellido de Aurora de toda su documentación. — espeta. — Tanto los mágicos como los muggles.

— Claro. Cuenta con ellos. ¿Qué nuevo apellido quieres ponerle?

— Quiero cambiar el apellido Wolton por el apellido de soltera de mi esposa, Sinistra.

— Aurora Wolton por Aurora Sinistra. Es bonito. — susurra Jules. — A ver, tendrán que ser los registros de nacimiento y los libros de familia muggle y mágico.

— Y el empadronamiento en el pueblo muggle, pero me mudaré y te pasaré la nueva dirección para que puedas falsificarlo.

— Entiendo. Necesito saber el tipo de pergamino y pluma que se haya utilizado en el mundo mágico y tipo de papel y bolígrafo en el mundo muggle o dame los papeles y ya me encargaré yo de conseguirlos.

Connor se los da.

— Imagino que es por tu pequeño secreto. — susurra Jules con una sonrisa.

— Si te lo cuento, quiero que me digas qué relación tienes con Melissa.

Jules se pone serio, pero asiente.

— Codelia, mi esposa, — se le quiebra la voz en un susurro. — ha muerto. Ha sido asesinada por mortífagos cuando iba a la ciudad. Si descubren mi licantropía, no quiero que eso afecte al futuro de Aurora. Al menos, Aurora antes habría tenido la opción de irse con mi esposa.

— ¿Tú crees? ¿Crees que los magos no creerían que tu hija también tiene licantropía sólo por ser tu hija, aunque hayas sido mordido después de su concepción? Crees que de haber vivido tu mujer y que os hayan descubierto, ¿no habrían desmemorizado a tu mujer de que tuvo marido e hija, tú habrías acabado en Azkaban y vete tú a saber qué le hubiera pasado a tu hija?

— No creo que los magos sean tan crueles…

— Wolton, yo he visto la parte más cruel del mundo mágico. Melissa es mi hermana melliza. Nuestros padres nos abandonaron a mí y a mi hermana un uno de septiembre cuando teníamos once años. Sólo porque no porque no recibimos esa maldita carta. Cuando no obtuvimos trabajo en el Callejón Diagon, nos fuimos al Callejón Knockturn y, durante meses, cuando yo no tenía trabajo, mi hermana nos mantenía a los dos, obligada a acostarse con hombres magos adultos para poder llevarnos un regazo de pan a la boca. Todo porque nuestros padres nos abandonaron por no tener magia. ¿Y me pides que no recuerde la crueldad del mundo mágico?

— Lo siento, Bletchley.

A partir de ahí, Connor cría a su hija para que lo llame "tío" en la calle. Si quiere que lo relacionen con ella lo menos posible, eso incluye su relación padre e hija. En el nuevo pueblo donde viven, Aurora Sinistra es la sobrina de Connor Wolton, no su hija.

Mientras tanto, Aurora va creciendo. Tiene su primer estallido de magia a los tres años y va al colegio donde hace amigas muggles. Lo que tiene que hacer es ir con cuidado de no mostrar sus estallidos de magia en público. Su padre le permite invitarlas a casa, siempre que no se acerque la luna llena.

Además, su padre también le da algo de educación mágica, sobre historia, algo de encantamientos, pociones y transformaciones. Aurora también va mostrando sus preferencias en materias mágicas como herbología. Aurora le gusta tener sus plantas y las usa para crear ungüentos para las cicatrices de su padre tras la luna llena. Aurora también muestra una gran afición por la astronomía y la mitología. Le encanta saber sobre los mitos que buscan dar una explicación a diferentes sucesos del espacio y de su mundo. Esa parte de la cultura muggle le parece fascinante. Los magos no tienen eso.

….

Aurora está jugando en su habitación con unas amigas muggles de su clase.

— Os traigo un poco de té y galletas para merendar. — Connor entra con una bandeja con una jarra de leche y varios vasos y un plato lleno de galletas.

— Gracias, tío Connor. — agradece Aurora.

— Gracias, papá.

…..

Finalmente, Aurora oye un ruido en la ventana.

Es una lechuza.

Aurora sonríe y corre a abrir la ventana.

— ¡MI CARTA!

Acaricia la lechuza, que se va.

— ¡PAPÁ! ¡PAPÁ! ¡MIRA! ¡ME HA LLEGADO LA CARTA DE HOGWARTS! — corre bajando las escaleras.

Su padre está tomando el té en la cocina. Desde que vio a Aurora dar su primer estallido de magia, lleva pensando qué hacer con su educación mágica.

— Papá, mira. — le enseña Aurora.

Connor mira a su hija con una sonrisa nerviosa.

— Que bien… — susurra.

— ¿Qué pasa, papá? ¿No estás contento?

— No es eso. Es que he pensado que quizás no deberías ir a Hogwarts. — le susurra.

— ¿Por qué? Yo quiero ir a Hogwarts como tú. E ir a Slytherin, como tú. Quiero que estés orgulloso de mí.

— Oh, y ya lo estoy. Sólo que ya sabes que en el mundo mágico no están bien visto los licántropos.

— Papá yo te quiero igual. No me importa lo que piensen los demás.

— Lo sé, cielo. — le sonríe su padre con lágrimas en los ojos. — Pero si te llevo al Callejón Diagon y al Andén 9 y 3/4, algún mago podría reconocer mis cicatrices como las de un licántropo. Podría saber qué lo soy y separarnos. — cada luna llena que pasa, Connor tiene más cicatrices. Ya tiene por el brazo y en el rostro.

— Pero yo tengo que ir al Callejón Diagon a por mí varita. — le corrige Aurora. — Y tendré que ir a comprar mi material, aunque estudie en casa.

Connor mira a su hija.

— ¿Y qué pasará con mis exámenes? — pregunta ella.

— ¿Los TIMO y los ÉXTASIS? Tendrás que ir al Ministerio a hacerlos. Tendrás quince y diecisiete años, ya no necesitarás que te acompañe.

— Pero yo quiero conocer a otros niños magos de mi edad. — replica Aurora. — Llevamos yendo con cuidado de que no descubran que eres hombre lobo desde siempre, podemos seguir haciendo como hasta ahora.

Connor se queda pensando.

— Quiero ser una Slytherin, como tú.

Connor suspira. Tiene miedo de que lo descubran. No por él, sino por las consecuencias que puede tener para Aurora. Ser la hija de un licántropo, por mucho que ella no lo fuera… Tenía la suerte de que Aurora fuera idéntica a su madre y como no tenía su apellido… Suerte que a sus amigos no les dijo que Cordeila estaba embarazada; quería esperar a tener más de tres meses por si sufría algún aborto, pero después de convertirse en licántropo decidieron no desvelar su embarazo. Cuando él iba a Hogwarts, había purismo, pero tampoco era nada grave. Los profesores actuaban en consecuencia. Imagina que su hija no tendrá problemas con eso. Además, nadie sabe que su madre era muggle.

— Está bien, pero tendremos que tener cuidado.

Aurora asiente.

….

Ambos se aparecen en una callejuela de una esquina del Callejón Diagon.

La primera que entra es Aurora. Le pide al mesero que le sirva un zumo de calabaza y se sienta en una mesa.

Acto seguido, entra Connor, saluda al mesero, lo conoce por cada vez que ha ido al Ministerio por el trabajo, y se va a la puerta del Callejón Diagon.

Cuando Aurora termina su zumo, se va. Connor la espera a la entrada del Callejón Diagon y abre la puerta. Aurora abre la boca sorprendida. Es la primera vez que va ahí. Está sorprendida por todos los colores, olores y gente que hay.

Connor no puede evitar una sonrisa ante la expresión de su hija y se dirige a ver el primer escaparate de la tienda que ve, vigilando a su hija por el rabillo del ojo. Aurora va a la primera tienda que está más cerca de la salida, la librería Florish and Bloots. Mientras tanto, Connor la va siguiendo a una distancia prudencial, lo suficientemente cerca para vigilarla, pero lo suficientemente lejos para que no los relacionen.

Aurora compra sus libros, su material escolar, sus ingredientes de pociones y calderos y se dirige a la tienda de mascotas.

Su padre le ha dado permiso para tener una mascota. Pero, ¿cuál? Finalmente, se fija en una lechuza negra. Se quedaría con ella.

Después, se va a la tienda de Ollivander.

— La señorita Sinistra, imagino. — dice el hombre que se presenta como Garrick Ollivander.

— Sí, señor.

Ollivander se acerca a ella y le explica todo el funcionamiento de varitas. Tras cinco minutos, Aurora sale de la tienda con una varita de nogal, 17 cm, muy flexible y núcleo de coral.

Su padre la espera en la tienda de al lado y espera a que ella pase por su lado y le avance para irse. Los dos se encuentran a la puerta del Callejón Diagon. Ahora ella ya puede abrir la puerta e irse y su padre espera dos o tres minutos para hacer lo mismo.

Se encuentran en la esquina de antes y se aparecen a casa.

— Papá, ¡ya soy una bruja de verdad! ¡Ya tengo varita!

— Muy bien. Estoy muy orgulloso de ti. ¿Ya has decidido que nombre le pondrás a tu lechuza?

— Nix, como la diosa griega de la noche.

Connor no puede evitar sonreír. Aurora es idéntica a su madre, no sólo físicamente.

A partir de ese día, Connor la entrena en el arte de batirse en duelo. Aurora será rechazada por ambos bandos de la guerra mágica que se avecina. En el régimen mágico actual, será rechazada por ser la hija de un licántropo, en un mundo gobernado por Quién-Tú-Sabes será una mestiza hija de una muggle.

— Aurora, flexiona más las rodillas. — le dice su padre. — La punta de la varita debe estar a la altura de tus ojos. — Aurora obedece. — Ahora, ataca.

Aurora corre hacia su padre y le lanza un hechizo.

— Aurora, no te entreno sólo para que sepas luchar. Sino para que seas una gran bruja y seas fuerte. — le confiesa.

— Papá, te he hecho unos cuantos ungüentos con aloe vera. Además, de curarte las heridas, te hidratarán la piel. — Aurora le deja unos cuantos botes de una sustancia pegajosa y verde encima de la mesa de la cocina. — Te irán bien después de la luna llena.

— No tenías por qué…

— Sí que tenía por qué, papá. Soy mejor que tú en herbología.

— Sólo en la parte práctica. — le recuerda él.

— Además, a mí me gusta hacer ungüentos y ayudarte en todo lo que pueda. Sé que lo pasas mal en las lunas llenas.

Connor sonríe.

— Tenemos que ir al andén 9 y 3/4. — le recuerda él mirando el reloj.

— Sí.

— Recuerdas lo que te dije. Me quedaré con los muggles que acompañan a sus hijos a la entrada del andén. Tú cruza el muro y sube directa al tren.

— Sí, papá.

Connor asiente satisfecho. Aurora es una chica obediente e inteligente. Sabe que no se irá por ahí.

— Recuerda no hablar con extraños.

— Sí, papá.

— Y envíame una lechuza en cuanto llegues a Hogwarts. Será un poco complicado porque tendrás la selección, la cena y después los prefectos te mandarán a la sala común.

— La sala común de Slyhterin. — tiene muy claro Aurora.

— Y te será difícil mandar una lechuza. Pero creo que, en la primera noche, podréis tener la lechuza con vosotros para que mandéis cartas a casa.

Aurora asiente.

Finalmente, Connor coge la mano de su hija y se aparecen en una esquina de la estación de King's Cross.

Aurora va delante de su padre, como hicieron en el Callejón Diagon. Camina directa al andén 9 y 3/4, se abre paso entre el gentío, se gira para ver que su padre esté detrás de ella, quien le sonríe y entra.

Aurora se ve en otra estación de tren, con una locomotora a motor, rodeada de un montón de gente con túnicas despidiéndose de niños. Por un momento, se le entristece la mirada. Gira la cabeza varias veces para no llorar por no poder llevar una vida normal como los demás niños y no pierde el tiempo. Sube directa al tren.

….

Aurora está en el Gran Comedor a punto de ser seleccionada. No puede dejar de mirar las estrellas que hay en el falso cielo. Le parece igual de sorprendente que el cielo real.

Mientras tanto, la mujer que se ha presentado como la Profesora McGonagall va llamando a los alumnos.

— Lupin, Remus.

Aurora ve como un niño se dirige al taburete y se sienta mirando en dirección a los niños.

Aurora ve las cicatrices del rostro del chico. Las reconocería en cualquier parte porque las veía en su padre después de cada luna llena. Ese chico es un licántropo. Pero eso es muy extraño. Su padre le explicó que los hombres lobo no van a Hogwarts por mucho que tengan sangre mágica. El caso de su padre es diferente, porque fue mordido de adulto. ¿Qué hace ese niño ahí? Aurora está feliz de conocer a otro licántropo. Es la primera vez que ve uno sin contar a su padre. Además, tienen la misma edad. Le gustaría conocerle, decirle que no está solo y que ella le entiende. ¿A su papá le parecería bien que ella le contará a otro niño licántropo que él también lo es?

— ¡Gryffindor!

Remus se levanta y corre a la mesa roja y dorada que no para de vitorearle.

Siguen llamando niños hasta que McGonagall grita:

— ¡Sinistra, Aurora!

Aurora camina nerviosa hasta sentarse al taburete. Menos mal que el sombrero le va enorme y le cubre hasta los ojos. Así no tendrá que ver como el colegio la mira.

"Vaya, vaya, Aurora Sinistra. Nunca había oído ese apellido. Es extraño que no tengas el apellido de tu padre, Wolton" le susurra una voz.

"Cosas de la vida, señor sombrero" responde.

"Me hace gracia, pocas personas me llaman señor sombrero. Veamos… eres valiente y tienes las ideas claras. No sé qué ha pasado para que lleves otro apellido, pero estás muy convencida de que tu padre es un mago tan válido como cualquier otro. Y estás dispuesta a luchar por ello. También eres ambiciosa… quieres convertirte en una gran bruja para que tu padre esté orgulloso de ti y para que los demás vean que tu familia no es menos que las demás. Estás dispuesta a luchar por cumplir tus objetivos, cueste lo que cueste. También te gusta aprender, astronomía y mitología más que nada. No encajarías en Ravenclaw, ellos sienten curiosidad por aprender cualquier conocimiento. Ya sé cuál es tu sitio…".

— ¡Slytherin!

McGonagall saca el sombrero de la chica y Aurora corre hasta la mesa verde y plateada, que aplaude su llegada.

— Sinistra, que apellido más extraño. Nunca había oído a una bruja llamarse así. — comenta Mulciber, un chico de tercero, pero en un tono que a Aurora no le gusta mucho.

Aurora se encoje de hombros.

— Eso es porque mi familia es extranjera. — responde con una verdad a medias.

— ¿De dónde? — pregunta Evan Rosier, un chico de su año. Es la primera vez que ve a un mago de origen extranjero que no sea en una fiesta del Ministerio.

— De Puerto Rico.

Termina la selección y Dumbledore da su discurso.

Después de comer, los prefectos los guían hasta su habitación.

Aurora aprovecha para escribirle una carta a su padre donde le cuenta todo lo que sintió cuando vio el Gran Comedor y que quedó en Slytherin, como él.

— Sinistra, ¿eres mestiza? — le pregunta Wilkes.

Aurora levanta la vista del libro que está leyendo en la sala común.

— ¿Por qué lo preguntas, Wilkes?

— He estado leyendo sobre apellidos mágicos de Puerto Rico y no he encontrado tu apellido por ningún lado. ¿Eres de origen muggle?

— No sabía que yo era tan importante para ti para que te pasaras horas leyendo en la biblioteca sobre mi origen. Pero si has leído sobre la sociedad mágica de Puerto Rico, sabrás que están prohibidos los matrimonios entre magos y muggles. Todo a raíz de que muggles esclavizaran magos para usar la magia a su favor.

Ese argumento convence a Wilkes, que decide no sacar el tema. Pero hay algo que le inquieta.

— Pero no tienes acento extranjero.

— Vine a vivir aquí cuando era muy pequeña.

….

A Aurora le gusta subir a la Torre de Astronomía a ver las estrellas. A través de un telescopio, ve las distintas constelaciones y hace un registro en un cuaderno. Cuando se acerca el toque de queda, corre hacia su sala común. No quiere que la vea Filch, algún prefecto o un profesor y la castiguen.

Mientras va bajando pisos y escaleras hasta las mazmorras, ve una habitación con la puerta medio abierta.

Aurora sabe que debe seguir su camino, pero siente demasiada curiosidad. Todas las puertas de las habitaciones de Hogwarts están siempre cerradas y esta está abierta. Por algo será.

Entra y ve un enorme espejo.

Lee la descripción que hay encima: Oesed lenoz aro cut edon isara cut se onotse. "Que raro" piensa.

Entonces, se mira en el espejo. No sale ella con el uniforme de Slytherin. Ni siquiera la pared de la habitación donde está. Se ve a sí misma con la ropa que llevaba el uno de septiembre, en el andén nueve y tres cuartos despidiéndose de su padre, quien está sonriendo, sin cicatrices en el rostro y sin la mirada preocupada que siempre lleva.

Aurora se queda perpleja. ¿Qué es este espejo? ¿Qué está reflejando?

Ni siquiera oye como alguien la llama desde la puerta.

— ¡Ey! ¡Chica de Slytherin!

Aurora da un respingo y se gira a su derecha.

Ve a una chica de Gryffindor con la insignia de premio anual y el pelo castaño claro. La joven la mira con el ceño fruncido.

— Está a punto de empezar el toque de queda. Vuelve a tu sala común. — le ordena la chica en tono autoritario.

Aurora obedece.

— Te acompañaré hasta mitad de camino, me viene de paso en mi ruta de hacer la ronda. — comenta la chica cuando Aurora pasa por su lado.

A Aurora no le importa, ella sabe el camino desde aquí, pero no quiere que la premio anual le quite puntos. Bastante suerte ha tenido con que la chica no lo hiciera al descubrirla.

— Me llamo Aurora Sinistra, ¿cómo te llamas?

— Alice Anderson.

— El otro premio anual también es Gryffindor, ¿no? — recuerda Aurora en voz alta.

— Sí, Frank Longbottom. — Alice no puede evitar sonreír al pensar en su novio. — Es algo extraño que las dos personas que son el premio anual sean de la misma casa. Pero si son los que tienen un comportamiento más ejemplar... — Alice se encoge de hombros. — La mayoría de veces son de diferente casa.

Aurora asiente.

…..

Aurora quiere hablar con Remus, quiere conocer a otro licántropo. Quizás a su padre le iría bien conocer a otro hombre lobo y a Remus también conocer a un licántropo adulto. ¿Sus padres también lo serán? ¿Y por qué Dumbledore le ha dejado entrar en el colegio?

Lástima que Lupin siempre va acompañado de los otros tres Gryffindor.

Y no dejan que ningún Slytherin se acerque a él.

Lo notó la primera vez que intentó acercarse.

Han terminado una clase de pociones, Aurora prueba de acercarse a él, pero antes de que pueda llegar hasta él Potter y Black se cruzan en su camino.

— ¿Qué quieres de nuestro Remus, serpiente rastrera? — le recrimina Sirius.

— ¡Nuestro Remus no habla con sucias serpientes! — le grita James.

— ¡Si quieres convertir a Remus en un mago oscuro, no lo conseguirás!

— ¿O quieres burlarte de él por ser mestizo? ¡Qué sepas que el purismo es lo peor de la tierra!

Aurora se va decidiendo ignorarles. Ella también es mestiza y está en contra del purismo. Esos dos chicos son idiotas llenos de prejuicios.

Ve que Remus la mira e ignora.

Aurora desiste.

Para evitar que los vean juntos y que el futuro de Aurora se vea empañado si descubren que su padre es licántropo, Connor y ella no vuelven a verse hasta las vacaciones de verano, Aurora pasa Navidad y Pascua en Hogwarts.

— Papá, estoy muy contenta de estar en Slytherin. Pero no me habías dicho que había tanto purismo.

— ¿Qué quieres decir?

— Hay muchos chicos sangre pura ricos que no paran de decir que quieren unirse a los mortífagos. Incluso, ponen pintadas en las paredes del colegio diciendo que no debería haber magia para los hijos de muggles.

— Cuando yo iba a Hogwarts, sí que había purismo. Pero sólo se llamaba sangre sucia a los hijos de muggles. No se hacían pintadas de ese estilo.

— No, también los llaman sangre sucia.

— ¿Quieres estudiar en casa? — pregunta Connor preocupado.

— No, me gusta estar en Hogwarts y estoy orgullosa de ser Slytherin. Además, estoy muy contenta de estar rodeada de chicos de mi edad.

Connor asiente, conforme. Sigue leyendo El Profeta. Palidece.

— Papá. — le llama su hija.

— Dime, cariño.

— ¿Qué ocurre? Te has puesto pálido.

— Muchos licántropos están uniéndose a Quién-Tú-Sabes y el Ministerio está poniendo todavía más persecución y represión a los hombres lobo. Los mandan a Azkaban sin juicio previo o los torturan con imperdonables. — contesta el hombre temblando de terror.

Aurora bebe un poco de su té para asimilar lo que está oyendo.

— Pero, estaremos bien, ¿no? Nadie sabe que eres un hombre lobo.

— Lo sé, hija. Lo sé. Pero siempre pueden descubrirlo. Greyback puede decir que me mordió.

— Papá, ¿sabes que hay un hombre lobo de mi curso que está en Gryffindor?

Connor la mira sorprendido.

— ¿En serio? No sabía que Dumbledore aceptaba licántropos en Hogwarts. ¿Cómo sabes que era un licántropo?

— Reconocí las cicatrices… — susurra.

— Si tú has podido reconocer las cicatrices de tu compañero, alguien puede reconocer las mías. — se asusta.

— Papá, yo estoy feliz de conocer a otro licántropo que no seas tú. Y no podría querer a otro padre. ¿Te gustaría conocer a ese chico, papá? Quizás los dos necesitéis hablar con alguien que pase lo mismo que vosotros.

— Gracias, cariño. Lo que más me preocupa, Aurora, es lo que te pase a ti si descubren que soy un hombre lobo. Por eso, no quiero decírselo a ese chico. Recuerda que siempre hay oídos escuchando.

Aurora asiente respetando la decisión de su padre.

Aurora entra en una sala de las mazmorras que los profesores ya no utilizan.

— ¿Tú también, Peverell? — pregunta al ver a la Slytherin pelirroja de su curso ahí sacando su material de pociones.

— Sí, Sinistra. Sí.

— Llegas tarde Sinistra. — susurra Snape.

Sinistra suspira. Sólo han sido dos minutos tarde. Pero Snape es así. Tampoco quiere llevarle la contraria, que es quien le hace repaso en pociones, Merlín sabe que las necesita, y necesita sacarse esos TIMO y ÉXTASIS, para poder ser astrónoma.

— Empezaremos con la poción que hemos hecho está mañana con Slughorn. Os dejo los pasos que hay que hacer en la pizarra.

Ambas chicas están acostumbradas al método de Snape, él no suele seguir el libro, sino que mejora los pasos a seguir en la elaboración de pociones y crea sus propios métodos para hacer la poción de forma más fácil y efectiva.

Se ponen a hacer la poción. Aurora remueve su caldero. Tiene que remover treinta veces en el sentido de las agujas del reloj. En un momento, levanta la cabeza para ver qué está haciendo Snape. Está con Peverell contándole algo sobre la poción. Vuelve a mirar su caldero. Empiezan a salir burbujas de la poción. Antes de que pueda llamarle, Snape ya está removiendo el caldero para arreglar el desaguisado.

— Sinistra — la regaña — cuando se hace una poción, el mínimo despiste puede causar un accidente y mandarnos a todos al cementerio. Nunca, repito, nunca debes quitar la vista de tu caldero.

— Entiendo, Snape. No lo volveré a hacer.

….

Aurora decide pedirle a Snape que le haga repaso de pociones en las vacaciones de verano. Sabe que no puede perder el ritmo si quiere aprobar los TIMO. Además, hablando con él, se ha dado cuenta de que viven a una hora en bus del pueblo del otro.

— Te pagaré las clases como he hecho hasta ahora. — Aurora está dispuesta a pagarle un poco más por ser clases en verano, pero no quiere sacar esa carta si él no lo propone antes.

— Por mí no hay problema, sólo que no puedes venir a mi casa. Tendrá que ser en la tuya.

— En la mía tampoco puede ser.

Ninguno de los dos pregunta el por qué al otro. Se arriesgaría a qué le devolvieran la pregunta. Y ninguno de los dos quiere revelarlo. Él por vergüenza de tener un padre violento, ella por temor a los prejuicios del mundo mágico sobre los licántropos.

Ambos deciden buscar una solución. Snape no quiere renunciar a un dinero extra, Merlín sabe que lo necesita. Buscan un mapa de la zona y acuerdan hacerlo en la naturaleza, alejado de los muggles para no tener problemas con el Ministerio, que queda entre medio camino entre ambos pueblos.

….

— Tomaré clases de repaso con Snape en verano.

— ¿Qué bien? Así no perderás el ritmo en pociones. ¿Dónde las haréis?

— En un claro de un bosque que queda a medio camino entre su pueblo y el mío.

— ¿Por qué no podéis ir a su casa?

— No lo sé. Me ha dicho que no podía ir. Yo le he dicho que a la mía tampoco podía ser, sin decirle que era por ti. Si viene y ve tus cicatrices, puede descubrir que eres un licántropo.

— ¿Crees que ha descubierto mi secreto? — pregunta su padre preocupado de que ese chico rechace a Aurora por ser hija de un licántropo.

— No lo creo, papá. Creo que hay otro motivo.

— Quizás se te escapó algo.

— Papá, no soy idiota. Llevo escondiendo tu secreto años.

— Lo sé, pero a veces podemos cometer errores al hablar que nos delaten.

— Tú también puedes cometerlos y soy muy cuidadosa. Además, si Snape no quisiera juntarse conmigo por ser la hija de un licántropo, no me haría las clases de repaso.

Connor lo piensa un momento. Su hija tiene razón.

— Bien, pero ve con cuidado.

— Lo tendré, papá.

Y así pasa Aurora el verano. Con sus amigas del pueblo muggle y haciendo clases de pociones con Snape.

Aurora se va a clase de transformaciones, clase que comparten con los Gryffindor. Suspira. Otra vez teniendo que aguantar a los Merodeadores armando alboroto en clase. Claro, como ellos son unos ases en transformaciones, les da igual; pero a ella transformaciones se le da igual de bien que pociones, es decir, fatal. Necesita escuchar la explicación de McGonagall atentamente. Y practicar el hechizo decenas de veces hasta que le salga mínimamente decente.

— Bienvenidos, a todos. — les dice McGonagall. — Bien, habéis venido todos y de forma puntual. Pasaremos lista.

Los Slytherin fruncen el ceño. No están todos. Faltan Snape y Lupin. Se giran hacia los Gryffindor. Parece que ellos no están sorprendidos. Bueno, Lupin es normal que falte a clase, por su enfermedad crónica. ¡Pero Snape! ¿Qué ha pasado? Él nunca falta a clase. Los Gryffindor no parecen sorprendidos… ¿Le habrán hecho algo?

Aurora palidece. ¿Habrá tenido algo que ver la licantropía de Lupin en que Snape falte a clase?

McGonagall empieza la clase.

— Hoy vamos a hablar de los animagos. Magos que pueden transformarse en un tipo de animal tras un largo y arduo trabajo. Sólo los magos más expertos en la transfiguración podrán ser animagos. El más mínimo error puede producir catástrofes en el cuerpo del mago. — acto seguido, se transforma en gata y unos minutos después vuelve a su forma humana. — La animagia es el grado más alto en transformaciones al que puede llegar un mago. Pueden estar en compañía de un licántropo transformado sin que este le ataque, a diferencia de un ser humano. Un animago es identificado por un hombre lobo como un animal y no como humano. Antes, muchos animagos cometían delitos o escapaban de los aurores en su forma animaga. Por eso, actualmente tienen que registrarse en el Ministerio con una foto de su forma animal. La sentencia de un mago no registrado será Azkaban. La teoría de los animagos saldrá en sus TIMO.

Aurora se la queda mirando. Sabe que su padre lo pasa mal durante sus lunas llenas, quizás si ella se transformará en animago, eso le ayudaría y tendría compañía. Si fuera mejor bruja en transformaciones….

…..

Horas más tarde, Barty entra en la sala común de Slytherin a toda velocidad.

— ¡EY! ¡Dicen que Potter le ha salvado la vida a Snape! — exclama.

— ¿En serio? — preguntan todos incrédulos.

— Pero quién dice semejante gilipollez. — se queja Evan.

— Todo Hogwarts. — responde.

— Pero Snape odia a Potter. Jamás permitiría que le salvase la vida. — Evan sigue en sus trece.

— Además, Potter es un bocachancla y un fantasma. Seguro que es algún truco para llamar la atención de Evans. — Hera Peverell tiene la misma opinión que Evan.

— Pero Snape hoy ha faltado a clase y nunca falta. — contradice Wilkes.

— Los profesores saben lo que ha pasado, todos han actuado normal hoy. — comenta Septima Vector.

Se abre la puerta y entra Regulus Black.

— He ido a la enfermería a traerle los deberes que me habéis dado a Severus, pero Pomfrey no me ha dejado entrar.

— Menudo secretismo… — bufa Wilkes. — Ni que hubiera pasado algo ilegal. — se ríe.

Aurora observa su calendario lunar. Desde pequeña su padre y ella tienen uno para controlar las lunas llenas y pedir las licencias médicas, preparar los ungüentos y comprar las vitaminas. Efectivamente, la noche anterior hubo luna llena. Algo pasó entre Lupin y Snape.

….

Días más tarde, Snape entra en la sala común con tal mala hostia que nadie se atreve a preguntar qué es lo que ha pasado.

Connor llega a casa del trabajo y se encuentra con un hombre bastante peludo en la puerta.

Se le eriza la piel y sus instintos lobunos empiezan a aflorar.

— Hacía años que no nos veíamos, Wolton. Que suerte tienes de ser un mago y poder bloquear tu lugar de transformación con hechizos, sino este pueblo tan bonito se habría convertido en un pueblo fantasma. — suelta con sorna.

Connor sigue serio sin decir nada.

— Greyback, ¿Qué es lo que quieres? — Jamás olvidaría la voz del hombre que le destrozó la vida.

— Vengo a proponerte unirte a mí a favor del Señor Tenebroso.

— ¡¿QUÉ TE HACE PENSAR QUE YO ME UNIRÍA A TI?!

— Oh, vamos, Wolton. Lo de la mordida no fue nada personal. El Señor Tenebroso nos pidió que castigáramos a los magos que se habían casado con muggles. Sólo obedecía a Mi Señor. Desobedecerle suponía la muerte. Eras o tú o yo. — contesta Greyback mirándose la ropa.

— Pues habría preferido que te matara.

Greyback estalla en carcajadas.

— ¿No estás harto de vivir con miedo, Wolton? Miedo de que el Ministerio te descubra como hombre lobo. De perder tu trabajo, tu casa, personas que considerabas tus amigos te den la espalda, sólo porque las noches de luna llena te conviertes en un lobo. Por no hablar, de que, si te descubren, terminarás en Azkaban o te exterminaran; para los magos no eres más que un animal, una alimaña contagiosa, que ya no debe ser considerada persona. ¿No te gustaría ser cómo los otros magos? Poder caminar libremente por el mundo mágico como un mago más…

Connor palidece, no quiere reconocer que tiene razón.

— El Señor Tenebroso nos ha escuchado, nos ha prometido derechos si gana la guerra. Algo que el Ministerio ni se molesta en hacer, al contrario. Si Quién-Tú-Sabes gana, dejaremos de ser considerados ciudadanos de segunda y pasaremos a ser iguales que los magos. Porque para los magos ya no eres uno de ellos por mucho que estudiaras en Hogwarts y tengas varita, Wolton, para ellos eres un apestoso licántropo. Recuérdalo.

— Tengo que pensarlo.

— Tranquilo, si lo te preocupa es la Marca Tenebrosa. Los licántropos no seremos mortífagos. No llevarás la Marca.

— Entonces, el Señor Tenebroso también nos discrimina si no nos considera lo suficientemente dignos para llevar su Marca.

Greyback se acerca a él, le agarra del cuello y lo levanta unos centímetros del suelo.

— No te atrevas a menospreciar al Señor Tenebroso en mi presencia. Hay hombres lobo que antes fueron muggles y no pueden aparecerse en caso de que los llamaran si tuvieran la Marca Tenebrosa. Por eso, los licántropos no nos marcamos. Los licántropos de origen mágico no se marcan en consideración a los licántropos de origen muggle.

Le suelta. Connor cae al suelo y empieza a toser para coger aire.

— ¿Te unes a nosotros, Wolton? ¿O no?

Connor sigue tosiendo, mientras piensa que, si no se une, lo matarán o entregarán al Ministerio como licántropo. Si se une, seguirá vivo y puede que consiga derechos.

El problema es Aurora.

Tendrán que dejar de vivir juntos.

— Acepto.

…..

— Creo que los TIMO me han ido bien. Espero sacarme al menos el de pociones para poder ser astrónoma. — le comenta Aurora a su padre cuando llega a casa. Como hay pociones que funcionan con el ciclo lunar, hay conocimientos teóricos y prácticos sobre pociones que deben tener los astrónomos.

— Que bien, hija. — se alegra Connor. — Oye, hay algo que debo decirte, ha venido alguien a ofrecerme pertenecer a una tribu de hombres lobo y luchar a favor de Quién-Tú-Sabes. He tenido que aceptar, de haber hecho lo contrario, me habría matado. Sé que los mortífagos están en contra de mestizos, como tú, o de muggles, como tu madre, no es mi caso. Sabes que os amo a las dos más que a nadie en este mundo. Pero el hombre que me vino a ver fue Greyback, el hombre que me mordió.

Aurora palidece, sabiendo lo mucho que su padre teme y odia al licántropo.

— ¿Qué vamos a hacer, papá?

— Seguramente, vengan algunos hombres lobo a casa. No quiero que te relaciones con ellos. Quiero que te vayas a vivir con Jules Bletchley.

— El squib que te ayudó. — recuerda Aurora. — Pero él vive en el Callejón Knockturn.

— Bletchley me contó que los mortífagos no atacan el Callejón Knockturn porque hacen negocios allí. Nos escribiremos cada día con Nix.

Aurora asiente.

— ¿Qué pasará si gana Quién-Tú-Sabes? — se cuestiona pensando en su futuro como mestiza.

— Aurora, no llevo entrenándote desde niña, sólo para que sepas defenderte. Sino para que seas fuerte. Eres una gran bruja, una gran astrónoma, muy buena herbóloga y una gran duelista. He estado investigando y el Señor Tenebroso valora el talento por encima de la sangre, aunque cueste de entender.

— Ya te diriges a él como si fueras un mortífago.

— Si te sirve, como licántropo nunca me permitirán llevar la Marca Tenebrosa. — su padre intenta aligerar el ambiente haciendo broma, Aurora sonríe, pero sigue triste. — Aurora, en caso de que las cosas salgan mal y descubrieran que soy licántropo, quiero que niegues que soy tu padre. Tú no me conoces a mí y yo no te conozco de nada. ¿Ha quedado claro?

Aurora asiente con lágrimas en los ojos.

— Suerte que todavía no has deshecho el baúl. — Aurora vuelve a sonreír. — Intentaré visitarte tan a menudo como pueda.

— Papá — le pide Aurora — ¿podemos hacer un último duelo?

Su padre sonríe, ambos cogen su varita y suben al desván.

Aurora lleva unas pocas semanas viviendo en el Callejón Knockturn. No es un sitio tan tenebroso como lo pintan. A ver, sí es cierto que hay prostitutas, traficantes, gente que toma sustancias ilegales; pero nunca le hacen daño a ella ni a ningún niño, si no quieren entregarlos a la Oficina de Aurores. Lo que la destroza es ver la edad de muchas squibs que se prostituyen: algunas niñas mucho más jóvenes que ella. También ha visto que chicos que se cuelan en el Callejón Knockturn a tomar sustancias de dudosa legalidad son compañeros de su mismo curso y casa: Snape, Rosier, Wilkes, Crouch, el Black menor, Mulciber y Avery que se graduaron este curso. También van acompañados de otros mortífagos, como los hermanos Lestrange, Malfoy, Crabbe y Goyle. La verdad es que no le sorprende que sus compañeros se junten con mortífagos, ya veía venir desde Hogwarts que van a convertirse en siervos de Quién-Tú-Sabes una vez se gradúen.

Algo que también le sorprende es haberse encontrado a Septima Vector en el Callejón Knocturn.

— Vector, ¿qué haces aquí?

— Yo vivo aquí. La pregunta es ¿qué haces tú aquí?

Aurora se sorprende por la información.

— Mi padre no puede hacerse cargo de mí y me he quedado a vivir con un amigo suyo. — responde. — ¿Y tú?

— Nací y crecí aquí. Mis abuelos fueron squibs que abandonaron aquí.

— Ah, lo siento. — Aurora no puede evitar disculparse.

— Tranquila, no lo sabías. — Septima se encoge de hombros. — Tampoco los conocí. Todos murieron antes de que yo naciera.

Antes ya eran amigas en Hogwarts, pero no habían mencionado sus orígenes jamás. Los Slytherin no suelen pedir información a otro que no está dispuesto a dársela, y menos si tienen información que esconder. Pero a partir de ese día, ambas empezaron a desarrollar algo más que una amistad.

También es cuando Aurora empieza a aprender español, la lengua de su madre. Es algo que deseaba hacerlo para estar más cerca de ella.

Aurora y Snape se reúnen en una sala de las mazmorras con un cenicero en la mano. Ambos son los que más apestan en transformaciones en su curso y tienen que ensayar una y mil veces un mismo ejercicio de clase para que les salga medio decente, y a veces ni eso. Él sólo cambia los objetos que tiene que transformar en color verde y Aurora les hace salir astillas.

— ¿Por qué te has apuntado a los ÉXTASIS de pociones, Sinistra? — le pregunta Snape durante el descanso. — A ver, a mí me da igual lo que hagas o no con tu vida. Pero te apuntaste a los ÉXTASIS de pociones porque los necesitas para ser astrónoma. Pero los ÉXTASIS de transformaciones no son necesarios para ser aceptada en la Academia de Astronomía de Gales. En cambio, yo sí los necesito para entrar en la Academia de Pociones de Londres. Hay pociones relacionadas con hechizos de Transformaciones. — explica.

Aurora medita qué respuesta darle sin decirle la verdad. Su objetivo es mejorar todo lo que pueda en transformaciones para ser una animaga ilegal y acompañar a su padre durante en las lunas llenas. Pero para eso, tendría que mejorar muchísimo en esa materia. Si para un mago experto en esa rama ya es peligroso intentarlo, para ella, que es una inútil, puede ser prácticamente mortal. Por eso, quiere hacer los ÉXTASIS, para mejorar. Aunque sus esfuerzos todavía no han dado sus frutos.

— Mi objetivo para cursar los ÉXTASIS de transformaciones es puramente personal. No tiene nada que ver con mi futuro laboral. — responde.

Snape parece quedar satisfecho con la respuesta porque no insiste.

….

Aurora decide volver a casa de los Bletchley en verano por diferentes motivos. El primero consiste en que todavía no es una bruja mayor de edad en el mundo muggle y levantaría sospechas que viviera sola en su casa. El segundo es porque Septima sigue viviendo en el Callejón Knockturn y así pueden verse más a menudo.

También va a hacer clases de pociones al claro con Snape. Él no ha querido sacarse el carné de aparición, a diferencia de ella. Dice que prefiere ahorrar para la Academia de Pociones y que se lo sacara cuando trabaje.

Es la noche del treinta y uno de agosto. Mañana empieza su ultimo año. Está cenando con los Bletchley cuando recibe una visita muy especial.

— Papá. — se levanta de la mesa para abrazarlo.

— Hola, hija. No podía aguantar las ganas de despedirme de ti antes de que empezaras tu último año.

— ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

— Todo lo bien que se puede estar cuando te unes al hombre que te convirtió en licántropo y a las personas que odian a la gente como tu mujer y tu hija. — responde resignado.

Jules Bletchley se levanta y le sirve una copa de whisky.

— De momento, hago lo que me piden, me guste o no. Normalmente, buscar gente que ha huido a los bosques y no es acorde al régimen del Lord.

— Y yo les sigo falsificando documentos que me piden. — le consuela Bletchley. — Todo sea por salvar el pellejo. ¿Verdad, Wolton?

Connor asiente.

— De todas maneras, tenía razón. El Señor Tenebroso acepta a los mestizos con talento y tú tienes talento. Me encargaré de que no te lastimen.

— Aunque eso suponga estar a favor de personas que quieren erradicar a la gente como mamá… — susurra Aurora.

— Ya no hay nada que podamos hacer por ella. — le responde Connor. — Lleva muerta dieciséis años. Tenemos que preocuparnos por nosotros que seguimos vivos.

Aurora asiente.

— También luchamos contra los miembros de la Orden del Fénix. Pero no te preocupes, soy fuerte. — Connor levanta los brazos fingiendo tener músculo para hacer sonreír a su hija.

….

El curso pasa muy rápido para el gusto de Aurora. Sigue juntándose con Peverell para hacer clases de pociones con Snape y ella y Snape se reúnen para practicar juntos transformaciones. Ambos han mejorado mucho, de forma lenta pero progresiva, aunque ninguno de los dos se ha dado cuenta de ello.

También se reúne con Septima, con quien ha empezado a salir.

Y se escribe con su padre, a quien le informa de sus progresos en los estudios y de las clases extra que toma para mejorar sus calificaciones. A él no le pareció extraño que ella siguiera tomando transformaciones pese a no necesitar los ÉXTASIS para ser astrónoma, decía que era una rama de la magia muy útil y era muy perseverante de su parte querer mejorar. Sin embargo, Aurora prefiere no escribirle sobre sus verdaderos planes de convertirse en animaga, para no preocuparle y porque sabe que la obligaría a dejarlo. Cree que, si sigue así, en unos años ya podrá convertirse en animaga. O al menos, intentarlo y que haya probabilidades de éxito.

— ¡HEMOS TERMINADO LOS ÉXTASIS! — Potter y Black salen de clase gritando como unos locos.

Aurora también está feliz. Los ÉXTASIS de transformaciones no le han salido tan mal. Al menos, ha convertido lo que le dieron en lo que le pidieron. Mejor o peor, pero lo ha conseguido. Snape estaba a su lado y también consiguió hacer el ejercicio sin cambiar de color los objetos a verde.

Cuando van a comer, los alumnos que están suscritos en El Profeta, Wilkes, entre ellos, reciben el ejemplar del diario de mediodía.

— Vaya, vaya, un grupo de licántropos carroñeros al servicio de Nuestro Señor han sido liquidados por la Orden.

Aurora palidece.

Un grupo de licántropos…

Carroñeros…

— ¡DÉJAME VER! — Aurora se levanta y le quita el diario de las manos a Wilkes.

— ¡¿PERO QUÉ COÑO HACES, SINISTRA?! ¡DEVUÉLVEMELO! ¡QUÉ ES MÍO! ¡SI QUIERES UNO, COMPRÁTELO! ¡¿Y POR QUÉ COÑO ESTÁS PREOCUPADA POR ESOS MONSTRUOS?!

Aurora le ignora y lee la noticia, deseando no encontrar el nombre y la cara de su padre entre los fallecidos.

Hasta que finalmente, encuentra una foto de su padre tumbado en el suelo con los ojos abiertos con la siguiente descripción en el pie de la imagen: "Connor Wolton, trabajador del Ministerio encubierto en el mundo muggle y licántropo no registrado".

Aurora le devuelve el diario a Wilkes y sale del Gran Comedor, aguantándose las lágrimas. Cuando llega a un corredor vacío, cae de rodillas al suelo y empieza a llorar desesperadamente.

….

Los siguientes días, Aurora actúa como una especie de autómata.

Va a clase, vuelve a la sala común y sólo come por insistencia de Septima, que está a punto de lanzarle una imperius para que no muera de inanición.

Lo único que hace Aurora es leer El Profeta oyendo las barbaridades que dicen sobre su padre, "que si van a ser más restrictivos con los trabajadores por si se les cuela otro licántropo, que si vete a saber desde cuando ese traidor lleva sentándose en la misma mesa que ellos, que si habrá sido él el que ha matado a su esposa muggle…" y otras barbaridades. Incluso, antiguos amigos de su padre reniegan de él. Tal y como su padre temía.

Finalmente, Aurora termina el curso, la Copa de Quidditch y de las Casas la gana Gryffindor, para desgracia de las demás casas, sobre todo de sus eternos rivales. Pero para Aurora, eso ya no tiene importancia.

Cuando llega a la estación, se encuentra a Jules Bletchley.

— Bienvenida, Aurora. Felicidades por haber terminado el curso y haberte graduado y mi más sentido pésame. — le susurra cuando llega hasta él.

— Hola, Jules. Gracias por venir a verme.

— Faltaría más. Sé que ya eres una mujer adulta. Pero quizás en estos duros momentos, prefieras vivir con nosotros. Al menos, hasta que te acepten en la Academia de Astronomía.

— Gracias, Jules. Y sí, creo que me vendrá bien vivir con vosotros.

Cuando llegan a casa de los Bletchley, Aurora ve que han puesto una foto de Connor en el salón con un poco de incienso.

— No sé qué se ha hecho con el cadáver de Wolton. — le comenta Jules. — Quizás se lo ha quedado el Ministerio o lo han dejado ahí tirado para que se lo coman las bestias. Nosotros no somos magos no podemos aparecernos.

— Conseguimos un trasladador ilegal para llegar hasta ahí y conseguir el cuerpo del señor Wolton. — sigue hablando Jules Wolton, el primogénito de la familia, todos squibs. — Pero cuando llegamos ahí, ya no lo encontramos. Lo siento, Aurora.

— No os preocupéis. Habéis hecho lo que habéis podido. Al menos, vosotros no le habéis dado la espalda como muchos de sus amigos magos que ahora que saben que es un hombre lobo no paran de soltar pestes de él.

— Siento decírtelo, querida, — interviene la señora Bletchley — pero esos magos no eran unos amigos de verdad y menos mal que no saben de tu existencia, porque sino también dirían pestes de ti. Y si lo hicieran, ¡soy capaz de matarlos! — la señora Bletchley clava el cuchillo de cortar pan en la mesa. — Tu padre y tú eráis uno más de la familia.

— Gracias, Juliet.

…..

Finalmente, Aurora es aceptada en la Academia de Astronomía de Gales. Las academias de un oficio, a diferencia de Hogwarts, permiten a sus estudiantes salir y comer en casa. Como todos son magos mayores de edad, vuelven a sus hogares mediante la aparición y así no saturar la red flu.

Aurora desiste sus planes de convertirse en animaga ilegal. Sólo lo hacía por su padre y ahora que no está, ya no vale la pena correr el riesgo de terminar en Azkaban.

Sin embargo, no desiste de sus clases de español. Además, en la Academia de Astronomía hay varios alumnos de diferentes países. Aurora conoce a varias brujas de España y Latinoamérica con quien practicar el idioma de su madre.

Pocos días después de graduarse, recibe una carta del Profesor Dumbledore.

Señorita Sinistra:

Felicidades por su graduación como astrónoma. Me gustaría ofrecerle el puesto de profesora de astronomía en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería ahora que el Profesor Denver se jubila.

Escríbame una respuesta tanto si acepta como si decide negarse.

Albus Dumbledore

Por supuesto, que Aurora acepta. Ahora tendrá un trabajo estable. Aunque jamás imaginó ser profesora en Hogwarts.

Le sorprende que Septima haya recibido la misma carta, pero para ser profesora de aritmancia.

Cuando llegan a Hogwarts, Aurora se sorprende de que Snape sea el nuevo profesor de pociones. Jamás se imaginó que sería profesor, no le gustan los niños, no tiene paciencia y tiene un carácter muy agrio. Pero para ser profesor no te pagan para que te gusten los niños y tengas un carácter dulce. Aunque no conoce a nadie que sepa más pociones que él, podría endulzar un poquito más su carácter. Pero no va a ser ella quien se lo diga.

¡Si que se ha jubilado gente este año!

…..

Aurora decide mantener el apellido Sinistra. Todo el mundo la conoce con ese nombre y ya forma parte de su identidad. También se casa con Septima y son muy felices juntas y estar en el mismo lugar de trabajo. Por supuesto, los veranos los viven en la casa donde creció Aurora, aunque siempre visitan a los Bletchley y a los señores Vector en el Callejón Knockturn.

….

Aurora se sorprende al ver a Remus Lupin como nuevo profesor de DCAO.

Ahora por fin podrá hablar con él.

Sólo tiene que encontrar un momento.

Ese momento llega cuando se lo encuentra dando un paseo matutino antes de que los alumnos despierten.

— ¡Lupin! ¡Lupin! ¡Podemos hablar un momento! — le grita.

Remus se gira hacia ella. nunca habían hablado antes. Y ese llamamiento le trae recuerdos de Hogwarts.

— Claro.

Ambos siguen caminando uno al lado del otro.

— Lupin, yo… hay algo que quiero decirte desde hace mucho tiempo.

Remus se gira hacia ella asustado y sonrojado. No le gusta nada el rumbo que va tomando la conversación.

— No es lo que te imaginas. Yo soy muy feliz al lado de Septima. Además, ambas hemos decidido ampliar la familia. — se toca el vientre. — Hemos ido a una clínica muggle donde hemos recibido semen de un donante anónimo. Tuvimos que pedir a unos amigos squibs que se hicieran pasar por nuestros maridos. La homosexualidad no está bien vista en el mundo muggle todavía.

— Siento que tuvierais que mentir para ser madres, pero, enhorabuena por vosotras, me alegro mucho.

— Lo que quería decirte, Lupin, es que sé tu secreto desde la primera vez que te vi en Hogwarts en nuestra selección.

Remus palidece.

— ¿Por qué nunca dijiste nada? — pregunta sorprendido.

— Reconocí las cicatrices porque mi padre también las tiene. Él también era un licántropo. Lo mordió Greyback cuando mi madre estaba embarazada de mí.

— Entiendo. Por eso, tú no lo eres. Y tenemos otra cosa en común. Greyback también me destrozó la vida cuando tenía cuatro.

— Mi padre me cambió el apellido tras la muerte de mamá para que nadie nos relacionara en caso de que lo descubrieran.

— Tiene sentido. Podrían haberte expulsado de Hogwarts o no aceptarte en ningún trabajo. Imagino que tu padre no se registró como licántropo.

— No.

— Mis padres tampoco lo hicieron conmigo. Greyback se coló en mitad de noche en mi habitación y me mordió. Todo para vengarse de mi padre por haber hablado mal de los licántropos. Recuerdo a mi madre llorar cada noche de luna llena y decirme palabras bonitas cuando me encerraban en el desván para mis transformaciones. Lleva muerta dieciséis años y todavía me acuerdo de sus sollozos. La familia de los licántropos también sufrís por nosotros. Además, mi madre era muggle y siempre lamentaba no poder ayudarme lo suficiente. — dice Remus con lástima.

— Seguro que hizo más de lo que puede imaginar. — le consuela ella.

Remus pone una sonrisa triste.

— Sí, sí que lo hizo.

Ambos siguen caminando un rato en silencio metidos en sus pensamientos.

— ¿Qué pasó con tu padre, Sinistra? — pregunta Remus de repente.

— Murió en la Primera Guerra Mágica. Estaba con otros licántropos cuando fue asesinado. El Ministerio y El Profeta estuvieron soltando pestes sobre él mucho tiempo.

— Imagino que por eso el Ministerio puso más controles al contratar a la gente para evitar encontrarse otro licántropo. — reflexiona Remus. — Tu padre fue afortunado de tenerte a ti y a tu madre. Yo también tuve a mis padres y a mis amigos.

— ¿Potter, Black y Pettigrew?

Remus asiente.

— Lástima todo lo que pasó. No sé cómo pudieron torcerse tanto las cosas…

— En Hogwarts Potter y Black no dejaban que nadie se te acercara. Yo ni siquiera pude la primera vez que quise hablar contigo y desistí.

— Lo siento mucho. Ellos eran muy posesivos y sobreprotectores. Lo cual es una muestra de su lealtad y también bastante prejuiciosos con Slytherin.

— Me trataron como una aspirante a mortífago cuando estoy en contra de esa ideología. Mataron a mi madre y hubieran querido matarme a mí. Yo no soy sangre pura. Soy mestiza.

Remus no pudo evitar sorprenderse.

— ¡No sabía que eras mestiza! — exclama.

— Sí, Lupin. Lo soy. No sé por qué la gente piensa que todos los Slytherin somos sangre pura.

— Perdón. Es que James y Sirius eran bastante prejuiciosos con Slytherin.

— Recuerdo que tú te me quedaste mirando sin decir nada. — Aurora levanta las cejas.

— Lo siento. Jamás habría hecho algo que pudiera rabiar a James y a Sirius. — Remus se rasca la cabeza incómodo. Decide cambiar el rumbo de la conversación. — Me alegro de que tus futuros hijos no corran el riesgo de heredar la licantropía, ni tú tampoco. Seguro que tú y Vector seréis unas grandes madres.

Aurora sonríe.

— Siempre me pregunté cómo conseguiste entrar en el colegio.

— Todo fue idea de Dumbledore. No sé cómo supo mi secreto, pero llamó a mis padres, quienes no creyeron sus palabras ni le dejaron entrar. Antes de que se dieran cuenta, estaba en el salón jugando a los gobstones conmigo. Prometió poner medidas para mi seguridad, como el sauce boxeador y la Casa de los Gritos.

Aurora se sorprende al oírlo. Remus ríe al ver su cara.

Meses después, Aurora da a luz a Connor y Cordelia Sinistra-Vector y Septima a Henriette y Aleister Sinistra-Vector.


Cuando leí Harry Potter eché en falta la presencia de otros licántropos que no fueran Remus Lupin y Fenrir Greyback: el licántropo bueno y el licántropo malo. Así que, hilando información que nos dieron de los hombres lobo en Harry Potter y creando headcanons de los orígenes de los profesores ha salido esto.

Siempre tuve muy claro que la madre de Aurora tendría que ser muggle porque así no se criaría con prejuicios hacia los licántropos.

En un principio, no estaba previsto que Remus tuviera tanto protagonismo, pero pensándolo bien, me sorprendería que Aurora no reconociera las cicatrices de Remus habiéndose criado con un padre que también es hombre lobo.

Cordelia es el nombre de una luna de Urano y significa joya de mar. Aurora es la diosa romana del amanecer y Nix la diosa griega de la noche y una de las hijas del Caos.

Connor significa "amante de lobos" o "amante de perros".

¿Opiniones?

Hasta la próxima