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Estuvieron abrazados por varios minutos, la rubia lloraba dejando salir todo el dolor que había contenido todo ese tiempo, y él, sentía una gran culpabilidad e impotencia al no haber sido capaz de ayudarla en su momento.
-Ya no puedo más… - dijo bajito entre llanto – no me gusta nada de esto Terry… - se abrazó más al cuerpo masculino.
-Déjalo. – dijo con firmeza.
-Qué? – se alejó un poco, su voz apenas se oyó.
-Sí no eres feliz, qué caso tiene que sigas con esto?
-No puedo… - bajó la mirada – todos confían en mí y… no puedo simplemente renunciar y dejarlo cuando ya logré tanto.
-Mira a donde te llevó todo esto, tú solo quieres complacer a los demás, y para eso – levantó el rostro femenino – te estás destruyendo a ti misma.
-Claro que no! – se alejó molesta caminó hacia la ventana.
-Mírate! – la llevó hacia el espejo que había en la habitación – ahora dime si miento.
Candy observó su reflejo en el espejo; Terry estaba detrás de ella mirándola fijamente, esperando que confirmara lo que era cada vez más evidente. Nuevamente la joven se miró con atención, como minutos antes había tomado un baño, ya no tenía maquillaje que los cubriera sus ojeras, sus mejillas estaban pálidas, su rostro claramente se veía cansado. Luego, bajó la mirada hacia su cuerpo, llevaba una blusa con tirantes delgados y un short corto, se asombró al notar que los huesos de sus hombros eran más notorios, se asustó al ver que sus costillas estaban comenzando a ser más visibles; hasta ahí llegó su inspección, pues se giró para abrazarse a Terry.
-Yo… - comenzó a llorar – no quiero verme así… ayúdame Terry…
-Lo haré mi amor. – la abrazó con fuerza.
-No me di cuenta… que… me estaba haciendo esto. – dijo avergonzada.
-Lo importante es que ya lo hiciste y vas a recuperarte. – acarició su mejilla – estaré a tu lado para ayudarte. – la rubia asintió levemente la cabeza, el castaño se maldijo al no haberse dado cuenta a antes, se había sumido tanto en su investigación que llegaba tarde a casa, a veces la encontraba ya dormida y cuando estaba despierta hablaban de otros temas o del avance que había tenido en su investigación.
-Gracias. – dijo más calmada.
-No me lo agradezcas, lamento no haberme dado cuenta antes lo que te pasaba.
-No… - sonrió levemente, sabía que se pasarían horas convenciéndose que no era culpa del otro – creo que fui muy descuidada y tonta al caer en esta estupidez… no es tu culpa y… - puso un dedo en los labios masculinos, evitando que el castaño refutara – no me harás cambiar de opinión, mejor abrázame. – apoyó su rostro en el pecho masculino, sintiendo segundos después como su novio la abrazaba y dejaba besos en su cabeza.
-Ahora vamos a la cocina, traje algo para cenar. – dócilmente la rubia se dejó guiar, lo vio tomar un plato y servir lo que trajo.
-Me avergüenza… lo que hice… - se refirió a vomitar después de comer – cuando esto le pasó a Paty… - el castaño la miró sorprendido. – hace dos años – aclaró – molestaron a Paty por su cuerpo, ella comenzó una dieta y al ver que no estaba dando resultados… ella recurrió a eso… - dijo bajando nuevamente la cabeza – su madre la llevó con un doctor y luego con un psicólogo.
-No sabía… - pensó en la castaña y lo que debió haber pasado.
-Cuando me enteré de lo que le estaba pasando traté de ayudarla y juramos no caer en eso. Dijimos que si bailábamos sería para divertirnos y no para lastimarnos.
-Qué te empujó a eso mi amor. – limpió sus lágrimas – si lo hiciste fue porque alguien te dijo algo sobre tu cuerpo, cierto? – la rubia no decía nada – sé que es eso princesa, por favor dime.
-Promete que no le dirás nada a mis padres.
-Princesa ellos tienes que saber.
-No! – desvió la conversación – papá querrá que deje el ballet de inmediato y solo falta unos días para la presentación, no puedo simplemente no asistir.
-Candy… - se puso de pie – bailar ya no te está trayendo felicidad y con la presentación…
-Déjame terminar con lo que me comprometí – se acercó a él – ya no volveré a hacer lo que hice, te lo prometo. – tomó sus manos entre las suyas – no le digas nada a mis padres hasta que termine la presentación. Por favor.
-Promete que después hablaremos con ellos – ella asintió con la cabeza – a partir de ahora no te saltarás ni una comida – volvió a asentir – y cuando termine tu presentación comenzaremos un tratamiento.
-De acuerdo. – sonrió mientras se abrazaba a él – haré lo que quieras.
-Ok, ahora dime quien te empujó a esto.
Terry no se daría por vencido hasta que la rubia le contara lo que la hizo sentirse incomoda con su aspecto.
Candy miraba con amor a su novio, agradecía tanto haberlo conocido. El castaño la cuidaba mucho; con cariño le daba de comer, cada cuchara que llevaba a sus labios lo hacía con una sonrisa; cuando terminaron de cenar, el joven doctor llevó a su novia a la recamara, donde con cariño la acostó y tomando su lugar detrás de ella, la abrazó y comenzó a decirle cuanto la amaba, así, abrazados se quedaron dormidos.
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El teatro estaba lleno, la academia de ballet clásico de Londres era reconocida por la excelencia y perfección de cada una de sus presentaciones, es por eso que el público siempre las esperaba, pues nunca los defraudaban.
-Ok chicos – habló el coreógrafo – han practicado para esto, disfruten de su arte.
Terry en compañía de los padres de Candy y Albert estaba sentado en primera fila, todos esperaban ansiosos ver la presentación de la rubia.
Rosemary estaba nerviosa, como si fuera ella quien bailaría; William, miraba con orgullo el escenario esperando que su hija saliera a escena. Albert con un ramo de flores en su regazo apreciaba la presentación de cada uno de los bailarines. El castaño estaba nervioso y ansioso, pues si bien Candy había cumplido con cuidarse y alimentarse como era debido; temía que los nervios la volvieran a afectar.
-Ya será el turno de Candy. – escuchó a la madre de la rubia.
-Sí, estoy emocionado. – acotó William – ya quiero verla bailar.
Hubo un cambio de música y un grupo de bailarinas ingresó a escenario, entre ellas, con un atuendo de seda en color perla, estaba la rubia. Terry la observó atentamente, sonrió al ver el rostro tranquilo y sereno de su novia, desde ese momento dejó de preocuparse y prestó atención a la presentación. Poco después, terminó la primera parte y luego de un corto receso continuaron con la presentación.
-Mi princesa lo hace de maravilla. – susurró William muy bajito.
-Estoy tan orgullosa de mi hija. – pensó Rosemary, tenía lágrimas en los ojos mientras presenciaba la presentación de la rubia.
Candy bailaba en sincronía con Meredith, los saltos y giros que daban eran pulcros, era la escena de la conspiración de Herodías. El público estaba estupefacto ante la presentación de las bailarinas. Al final, ambas mostraron una gran complicidad y una frialdad decisiva en sus miradas.
-Esta es la parte clave de la obra, cierto? – murmuró bajito Albert.
-Sí, ahora le toca bailar solo a Candy. – contestó emocionada Rosemary.
Las luces tomaron un tono tenue, en el escenario Herodes estaba sentado entre almohadones, en sus manos una copa de plata, junto a él estaba su esposa Herodías quien se puso de pie y tomó a Salomé de las manos para que se parara, juntas caminaron de puntillas hasta estar frente del escenario, la joven miró a Herodes quien con un ademan dio el consentimiento de iniciar con la música.
El baile de Candy era el de los siete velos, la rubia estaba ataviada con diferentes capas de seda de distintos colores, uno rojo cubría su cabello, el cual estaba completamente suelto dejando libres aquellos hermosos y perfectos rizos y el maquillaje que usó resaltaba el verde de sus ojos.
Fue increíble como fusionaron movimientos árabes con el estilo clásico, Candy, se movía magistralmente por todo el escenario, daba giros y saltos desprendiendo una capa de seda en cada movimiento clave. Los espectadores estaban atónitos al ver a la rubia, no solo por la manera en que bailaba, sino también por lo hermosa y seductora que se veía.
Ya solo le quedaban dos capas de seda, entonces dio cuatro giros seguidos mientras se quitaba la seda amarilla como si desprendiera luz de su cuerpo, no sólo Herodes se le quedó mirando atentamente y engatusado por la belleza de la joven, sino también toda la audiencia. Con el atuendo rojo Candy bailó detrás de Herodes y comenzó a seducirlo, con el velo acarició el rostro del rey, caminó de puntillas hacia atrás posicionándose nuevamente al centro frente del escenario donde da dos giros más y termina con pique arabesque antes de que un hipnotizado Herodes se ponga de pie para levantarla, la rubia deja caer la seda roja a los pies de Herodes, quien lentamente deja a Salomé descender por sus brazos y terminar con un cupido, es cuando el rey se acerca a su oído y promete concederle cualquier deseo que ella quisiera.
Fue inevitable que el público se pusiera de pie para ovacionar la grandiosa presentación de la rubia. La madre de Candy lloraba de emoción y orgullo, fue evidente que su hija había triunfado en su primera presentación protagónica en una de las más prestigiosas academias de artes.
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Candy estaba en el vestíbulo con sus padres, Albert y Terry, quienes la felicitaban por su presentación.
-Princesa lo hiciste magnífico! – la abrazó William.
-Gracias papá.
-Pequeña, eres maravillosa bailando – fue el turno de Albert – compré varias fotos de tu presentación para mostrárselos a los chicos.
-Oh Albert – dijo cubriéndose el rostro – no lo hagas, me da vergüenza.
-No digas eso cariño, estuviste maravillosa y estoy segura que tus amigos opinaran lo mismo. – dijo su madre abrazándola.
-Aun así, me siento apenada.
-No lo estés – Terry rodeó su hombro y besó su sien – dejaste a todos impresionados. - Candy lo miró sonriendo y antes de decir algo la secretaria del director Brown se acercó a ella.
-Disculpa Candice – la rubia la miró – el director Brown quiere hablar contigo un momento.
-Conmigo? – cuestionó desconcertada.
-No te preocupes es algo bueno. – dijo sonriendo mientras comenzaban a caminar.
Todos vieron desconcertados alejarse a la rubia, menos Rosemary, quien sonreía al imaginarse de qué se trataba, ella estaba familiarizada con aquel mundo, supuso que tal vez alguna compañía rusa quisiera invitarla a formar parte de ellos.
-Me mandó llamar director Brown?
-Candice – el hombre se puso de pie – primero, déjame felicitarte por tu presentación, encantaste al público.
-Muchas gracias - estrechó la mano del mayor.
-Por favor toma asiento. – la rubia lo hizo – la directiva y los patrocinadores de la academia quedaron satisfechos e impresionados contigo. Es por eso que quiero extenderte la invitación de pertenecer a la academia como su primera bailarina.
-Qué?
-Sé que es algo inusual invitar a alguien tan joven para ser una bailarina principal; pero el talento que tienes es sorprenderte, nos impresionaste a todos.
Candy estaba en silencio escuchando la oferta que el director Brown le hacía, finalmente todo el esfuerzo y trabajo de todos esos años habían valido la pena, ahora estaba ahí, frente al director y dueño de una de las mejores compañías de ballet siendo invitada, no solo para ser parte de ella, sino también para ser su prima ballerina, el sueño que habían tenido ella y su madre, estaba a punto de cumplirse.
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Unos minutos más tarde Candy se reunía con su familia nuevamente, el vestuario estaba casi desierto, sólo quedaban algunas personas esperando por los bailarines.
-Y Terry? – buscó con la mirada a su novio.
-Fue a realizar una llamada, en seguida viene. – respondió Albert.
-Estas bien cariño? – cuestionó su padre al verla callada.
-Sí – sonrió – iré por mis cosas, en seguida vuelvo.
-Ok, tenemos una reservación para las diez, así que apúrate. – la rubia asintió y se encaminó hacia los vestuarios.
Mientras Candy se dirigía a los vestuarios para recoger sus cosas, Terry estaba afuera encargándose de algo importante.
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Matt estaba por abrir la puerta de su auto cuando sintió que alguien tocaba su hombro y lo acorralaba en el vehículo.
-Quién eres? – dijo a la defensiva – acaso quieres un autógrafo? – no quería mostrar su miedo.
-Un autógrafo? – repitió con burla – de un mediocre como tú?
-No… no me lastimes, te daré todo lo que tengo. – dijo nervioso, de reojo miró alrededor para ver si había alguien cerca, se reprochó al haber aparcado su vehículo en la parte trasera del teatro.
-Pues debe ser sólo dinero, ya que no tienes talento – lo miró con frialdad, entonces el bailarín miró el atuendo de Terry, no era un vagabundo o un ladrón, su ropa delataba que era alguien con dinero, entonces puso sus manos en puños frente a él – crees que podrás contra mí con esos brazos flácidos y débiles? – dijo con burla.
Matt sintió que lo empujaba con fuerza hacia su auto, haciendo que se lastimara la espalda con la manija de la puerta.
-Escúchame bien miserable – su voz sonó rasposa y amenazante – si no te enfrenté hace unos días, fue sólo porque me lo pidieron; pero ahora, vas a pagar lo que le hiciste a mi novia, maldito cerdo asqueroso.
-Qué? – Matt estaba realmente asustado – tú… - vio como un puño golpeó con fuerza el techo del coche. – por favor no me golpees! – se cubrió el rostro.
-Escucha desgraciado asqueroso – el joven se cubría la cara por el miedo – si vuelves a molestar a mi novia, te arrepentirás, puedes denunciarme si quieres; pero aun así, acabaré contigo.
-Me disculparé con Candice! – dijo llorando de miedo.
-Ni se te ocurra acercarte a ella. – sabía que se daría cuenta que se trataba de Candy, pues le había dicho el insulto que fue el detonante de su acoso. – si te atreves a dirigirte una vez más a mi novia, romperé tus pies de pato y solo te moverás gracias a una silla de ruedas.
-No… no lo haré… - dijo con miedo.
-Me alegra que no sólo tengas aire en esta cabeza hueca – golpeó su frente con el dedo – y esto… - dijo dándole con el puño en el estómago, dejándolo sin aire por unos minutos – es para asegurarme que me entendiste.
Terry se giró para marcharse, escuchó cuando Matt comenzó a toser por la falta de aire, quería molerlo a golpes; pero Candy le pidió que no lo hiciera, pues ella reconoció haberlo molestado con aquel desagradable insulto.
Aquella noche Candy le contó todo lo que había pasado entre ella y Matt; Terry se puso furioso y había prometido matarlo al día siguiente, la rubia le pidió que no hiciera nada, pues no quería que se metiera en problemas por su culpa.
Flashback
-Vamos amor… - sujetó sus manos entre las suyas – dime qué pasó?
-Mi compañero ya no puede levantarme, dijo que estoy pesada y…
-Quién es ese estúpido!? – interrumpió molesto. – acaso un niño de siete años?
-Claro que no, es mi pareja de baile. – comenzó a llorar – le costó levantarme y dijo que estaba muy pesada.
-No lo estás amor – dulcificó su voz – ese chico debe ser el más débil de todos, cariño puedo levantarte con una sola mano, eres muy liviana, siempre lo fuiste, acaso en Nueva York tuviste este tipo de problemas con tus compañeros?
Candy se quedó pensativa por unos minutos, Terry sabía que estaba reflexionando y recordando su vida en la academia de Nueva York.
-No… nunca hubo problemas con mi peso… - dijo bajito.
-Lo ves? – la abrazó – Candy… este chico es novio de alguna de tus compañeras que deseaba este papel? – la vio negar con la cabeza – tuviste algún altercado con él?
Entonces Candy recordó la última vez que habló con él, lo había llamado cerdo asqueroso y desde entonces la molestaba. Matt murmuraba algo con burla cuando ella estaba cerca; después comenzó a hacer ruidos de cerdo cuando ella pasaba junto a él y finalmente dijo abiertamente que le costaba cargarla porque estaba muy pesada o hacía gestos de sufrimiento al levantarla.
-Maldito desgraciado! –gritó Terry cuando la rubia le contó lo sucedido. – acaso está en la preparatoria para tomar esa actitud cuando una chica lo rechaza?
-No sólo fue él… - Terry la miró – el maestro también me dijo que estaba pesada.
-Cómo?
-Cuando Matt dijo que le costaba levantarme, él lo intentó y dijo que si estaba un poco pesada.
-Amor… - respiró para no insultar a su maestro – cuando te levantó tu profesor, fue justo después de que el idiota ese lo hiciera?
-Sí.
-Y tú estabas tensa y preocupada en cuanto lo puso a prueba? – ella asintió. – cariño, cuando tensas tu cuerpo añadimos peso, no sé explicarlo, es como si ordenáramos a nuestro cuerpo volverse más pesado y lo hace.
-De verdad?
-Voy a mostrártelo. - Terry se hecho en la cama. – trata de moverme.
-Así? – Candy lo hizo, logró mover a su novio.
-Ok, ahora trata de levantarme. – la rubia lo hizo sentarse. – fue fácil cierto?
-Sí.
-Ahora, vuelve a intentarlo – ella lo miró sin entender – pondré mi cuerpo tenso.
-No… puedo… - dijo intentando levantarlo.
-Lo ves? A eso se llama peso muerto, tu cuerpo se pone más pesado de lo normal, eso fue lo que te pasó.
-Aun así… - dijo bajito – me veo más voluptuosa que mis compañeras.
-El hecho de que tu tengas caderas y un trasero más generoso – dijo tratando de hacerla reír, pues siempre que le daba una nalgadita le decía eso – no quiere decir que no tengas un cuerpo perfecto para el ballet, no has engordado amor, estás perfecta.
-De verdad?
-No te mentiría con algo así, sabes que siempre me ha gustado tu cuerpo. – la abrazó – promete que vas a alimentarte como es debido. – como si fuera una niña ella asintió levemente mientras él besaba su frente.
Fin de flashback
-Dónde estabas? – cuestionó la rubia al tenerlo cerca.
-Le conté a mis abuelos lo maravillosa que te viste en el escenario.
-Oh Terry! Haces que me sonroje. – dijo escondiendo su rostro en su cuello.
-Sólo digo la verdad. – sonrió al ver la actitud de su novia. – y los demás? – desvió el tema.
-Papá fue por el auto – habían alquilado un auto para conducirse libremente por la ciudad – y mamá fue a conseguirme un refresco, estoy sedienta.
-Albert se fue?
-No… está allá – señaló a una esquina – quiere convencerla de que le dé su número.
-No pierde el tiempo. – dijo el castaño riendo.
Albert estaba en una esquina hablando con una joven hermosa, Candy no la conocía, supuso que sólo había ido a ver la presentación.
El castaño abrazó a su novia y estaba a punto de besarla cuando vieron a Rosemary acercarse con una botella de jugo en mano. Poco después se les unió Albert con una sonrisa de triunfo mientras guardaba una tarjeta en el bolsillo de su saco.
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La última presentación había terminado, los aplausos ensordecían el lugar, la gente estaba de pie ovacionando a todos los bailarines y coreógrafos por el espléndido trabajo.
-Felicidades cariño!
-Gracias papá.
-Triunfaste mi amor. - con una gran sonrisa su madre la abrazó – cumpliste parte de tu sueño, ahora sólo…
-Mamá… - la interrumpió – podemos hablar en el departamento? – miró también a su padre – hay algo que debo decirles.
En silencio se dirigieron al departamento de la rubia, Candy le había informado a Terry que esa noche hablaría con sus padres, le pidió que no se preocupara; el castaño no había asistido a su última presentación, pues tenía turno en el hospital.
-Qué pasa cariño? – cuestionó su padre preocupado al ver a su hija seria.
-Candy? – su madre estaba desconcertada, pues creía que su hija estaría emocionada y feliz por sus logros.
-Yo… el día sábado… - estaba nerviosa – recibí una invitación del director Brown para ser la primera bailarina de la academia…
-Oh felicidades mi amor! – una madre emocionada la interrumpió – finalmente…
-Lo rechacé. – informó
-Qué…?
-Ya no quiero bailar.
-Estás segura cariño? – dijo su padre, Candy sólo asintió con una triste sonrisa.
-Es una broma verdad Candy? – dijo su madre incrédula.
-No mamá. Ya no soy feliz bailando… ya no me gusta…
-No! No puedes tirar todo a la basura… todos estos años de esfuerzo… tu talento…
-Rose, si nuestra hija ya no es feliz bailando, debe dejarlo.
-Está confundida! – miró a su hija – no arruines tu vida mi amor, un día vas a arrepentirte de haberlo dejado inconcluso.
-No mamá… - Candy lloraba, pues sabía que estaba destruyendo el sueño de su madre – no lo haré…
-Hija es tu sueño!
-No lo es! – dijo con fuerza – es el tuyo mamá! Si bailo es por ti… si me esfuerzo es porque tú quieres que sea la mejor… - William quiso acercarse a su hija para abrazarla; pero Candy dio dos pasos atrás – intenté no defraudarte… intenté conseguir lo que soñabas a como dé lugar… incluso comprometiendo mi propia salud, porque fue mi culpa que dejaras tu sueño!
-Qué?
-Si no me hubieras tenido…
-No mi amor – la interrumpió – nunca me arrepentí de haberte tenido – su madre ya era un mar de lágrimas – sí, deseaba ser reconocida por mi talento; me dolió ya poder volver a bailar; pero nunca te culpé, sólo quería que tú también vieras lo hermoso que de ese mundo.
-Ya no lo es para mí – su madre la miró consternada - Todos estos meses he dejado de lado mi alimentación… me provoqué vómitos para tener el peso perfecto y no ser sustituida de mi lugar… si no hubiera sido por Terry… nunca me habría dado cuenta de lo que me estaba haciendo a mí misma.
-Cariño…
-Me estaba lastimando… para no defraudarte…
-Mi amor! – su madre la abrazó con fuerza – por qué… qué pasó? – la revisó con miedo, muchas de sus compañeras habían sufrido de bulimia y anorexia para tener el peso y cuerpo que según ellas era perfecto para una bailarina de ballet. Incluso había visto a una de sus amigas perecer a causa de esto.
Candy les contó lo que había estado haciendo y la ayuda que Terry le estaba dando; ya habían consultado con un nutricionista y una psicóloga.
Los padres abrazaban a su hija con fuerza mientras lloraban con culpa, sentían que la habían empujado a eso. Cuando Terry llegó al apartamento fue recibido con un gran y fuerte abrazo de parte de Rosemary, quien llorando le agradecía todo el apoyo y cuidado que le daba a su hija.
-Cómo te sientes? – cuestionó el castaño una vez que se quedaron solos.
-Ahora me siento mejor. – dijo acurrucándose a su lado – mamá… ella se sintió responsable.
-Es normal sentirse así. – dijo después de un suspiro – no habernos dado cuenta de la presión que sentías… y tal vez haber agregado más, eso es lo que nos hace sentir responsables de lo que estabas pasando.
-No creo que sea culpa de nadie. – dijo sentándose – tal vez tenía que pasar por esto para seguir mi propio sueño.
-Tal vez – besó sus labios – pero la próxima vez que no estés conforme con algo, dilo y sigue lo que te haga feliz.
-Ya empecé haciendo eso.
-En serio?
-Mis padres vuelven a América en una semana – él la miró preocupado. – me pidieron volver con ellos, ya que no tengo nada más que hacer aquí.
-Te irás? – dijo preocupado, pues él había aceptado el puesto que le ofrecían en el hospital para continuar con la investigación.
-No. – dijo sonriendo – seguiré mi sueño y como éste se quedará unos años en Londres, pues me quedaré con él.
Terry la envolvió en un efusivo beso, la amaba y agradecía que ella también lo amara; esa noche la pareja se entregó con infinito amor; ambos prometieron que se apoyarían y ayudarían en todo lo que tuvieran que enfrentar en adelante; compartirían sus alegrías, temores y tristezas para que no los sobrellevaran solos.
Los padres de Candy regresaron contentos a Nueva York, pues sabían que su hija estaría bien, ambos agradecieron al castaño el apoyo y amor que tenía por Candy, le pidieron que la cuidara y que cuando pudieran los visitaran.
Candy asistía a sus terapias con la psicóloga, su alimentación estaba controlada por el castaño, quién, entre juegos, no perdía oportunidad para revisar su cuerpo, el cual volvía a ser el de antes. La rubia estaba cada vez mejor, ya no se veía cansada ni irritada.
-Candy, puedes pasarme los platos? – el castaño estaba sacando de la bolsa la comida que habían comprado.
-Claro – abrió la gaveta donde se encontraban las vajillas. – Terry? – miró atónita al castaño mientras este sonreía de oreja a oreja. Frente a la rubia había una cajita de terciopelo roja abierta con un anillo de compromiso de oro blanco.
-Sé que puede parecer pronto – se acercó a ella y tomó el anillo – pero no necesito más tiempo para saber que eres la indicada para mí – Candy lo miraba con una sonrisa y reteniendo las lágrimas en sus ojos – Candice White… te casarías conmigo?
-Sí! – dejó escapar las lágrimas que contenía – nada me haría más feliz que ser tu esposa. – el castaño puso el anillo en el dedo de la rubia para después besarla.
-Te amo! – dijeron al unísono.
Con un futuro prometedor, lleno de amor y confianza, la pareja se unió en un beso apasionado que los llevaría a una celebración mucho más íntima.
Candy nunca pensó encontrar a su pareja destinada, montada en una moto y ofreciéndole de la nada su ayuda. Siempre rememoraba y agradecía haber tardado en encontrar taxi aquella noche que lo conoció.
Terry sonreía al recordar que siempre se burló de aquellos que decían haberse enamorado a primera vista; ahora él era uno de ellos, pues la primera vez que vio a Candy, fue cuando ella entró a la cafetería acompañada de sus amigas, tenía el pelo suelto, sujeto solo con una diadema, un vestido floreado que le llegaba sobre sus rodillas y una sonrisa que lo cautivó al instante, desde ese momento siempre se prestaba para cubrir turnos y rogaba verla de nuevo.
Ahora, ambos estaban juntos apreciando lo hermoso que era la vida, caminando tomados de la mano bajo un paraguas cubriéndose de una leve llovizna.
Fin.
....
Llegamos al final! Disculpen la demora del capítulo, espero que haya valido la pena y les haya gustado.
Gracias a quienes dejaron sus comentarios y a quienes se tomaron unos minutos para leer cada capítulo, me dieron la confianza y motivación para continuar con este proyecto.
Se cuidan y esperen el epílogo. También les adelanto que hay una historia que ya comencé a escribirla y lo publicaré pronto.
