*·..·*·..·*·..·*·..*

Había pasado un año de aquella proposición y cuatro meses de haberse casado, la pareja seguía en un periodo de romance, por el trabajo de Terry, la pareja permanecía en Inglaterra; aunque la boda se había realizado en Nueva York, con la presencia de todos aquellos que apreciaban a la pareja.

-Me alegra que tengas vacaciones para esas fechas Candy. – le decía Patricia por teléfono.

-Sí, Terry me dijo que también haría todo lo posible para tener esas fechas libres, quiero quedarme con ustedes por más de una semana.

-Eso sería maravilloso! – dijo – voy a comenzar a planear nuestras tardes.

-Jajaja… de acuerdo, dale mis saludos a Stear y un beso a Jimmy, que lo estoy escuchando llorar.

-Lo siento, ha estado algo irritado, ya sabes, la etapa de mamitis. – dijo riendo.

-No te preocupes, ve a atenderlo.

-De acuerdo, te llamo mañana.

Candy se comunicaba a diario con sus amigos, especialmente con Paty, quien al enterarse por lo que había pasado su amiga le pidió a Stear que la llevara a Londres; al llegar fue directo a la casa de la rubia, ni siquiera pasó por el hotel para dejar sus maletas o descansar del largo viaje, pues la castaña sabía muy bien cómo debía estar sintiéndose su amiga. Ambas lloraron al hablar de sus amargas experiencias y desde entonces no había día o noche que no se comunicaran por teléfono o video llamada.

-Terminaste? – se acercó a su esposo y lo abrazó por la espalda.

-Ya casi. - se giró para besar los labios de su esposa.

-Mmm, se ve delicioso!

-Lo está – aseguró – por qué no me ayudas poniendo la mesa.

-No señor. – dijo con una sonrisa desafiante – perdiste la apuesta y ahora debes consentirme y encargarte de todo.

-Estúpido Anthony, lo hizo apropósito.

-No lo creo. – dijo riendo – él era el más emocionado en estar presente.

-Amor, como es posible que se haya confundido de calles.

-Tal vez lo pusiste nervioso – estaba sonriendo, ante la mirada desconforme de su marido. – además te lo mereces por tramposo.

-No era trampa, sólo quería cortar ruta, todos lo hacen.

-Eso fue trampa – dijo riendo – además no niegues que te gusta consentirme – dijo abrazándolo nuevamente ofreciéndole sus labios, los cuales fueron tomados enseguida.

Unos meses atrás Anthony y Karen habían viajado a Inglaterra por vacaciones, cuando visitaron a la pareja fueron a cenar entre bromas comentaron que las mujeres tardaban bastante en prepararse; ofendida la rubia alegó que era su esposo quien tardaba más que ella surgiendo así una apuesta contra sus parejas, la cual perdería Anthony y Terry, pues por querer cortar camino, buscaron calles alternas perdiéndose en una residencial que ninguno de los dos conocía, así llegaron al cine 13 minutos más tarde que las jóvenes.

*·..·*·..·*·..·*·..*

Candy estaba en el balcón de su departamento, le gustaba ver la puesta de sol, siempre que lo hacía recordaba el día de su boda, cuando Terry, sin importarle nada, la secuestró de su fiesta y la llevó a lo más escondido del jardín donde se llevaba a cabo la recepción, ahí, escondidos detrás de un gran árbol observaron el atardecer mientras el castaño le daba besitos en el cuello y le prometía amarla por toda la eternidad.

-Puedo acompañarte? – sonrió al escuchar la voz del hombre que amaba.

-Sabes que no necesitas preguntar. – tomó la copa de vino que le ofrecía. - Y esto? – cuestionó – celebramos algo?

-Me hiere tu pregunta – se llevó dramáticamente una mano al pecho – hace cuatro años te vi entrar a la cafetería con un vestido de seda floreado y el cabello suelto… - Candy dibujó una enorme sonrisa en el rostro – en ese preciso instante te entregué mi corazón, rogando que tú te fijaras en mí.

-Claro que me fije en ti! – dijo sentándose frente a él – es sólo que tenía una meta y no podía desconcentrarme.

-Me alegra haber sido insistente y lograr que cayeras rendida a mis pies.

-No caí rendida a tus pies! – protestó – fuiste tú quien lo hizo.

-Lo hice… - Terry tomó posesión de sus labios.

-Wow… eso fue…

-Sólo el comienzo. – murmuró sobre sus labios.

-Qué tienes planeado?

-Pues… - se alejó un poco – te llevaré a cenar, a bailar y después… - se acercó al oído de la rubia para susurrar – tendremos el postre. – dijo con picardía.

-Me gusta tu plan. – sonrió coqueta – pero recuerda que tenemos el vuelo mañana muy temprano.

-Entonces…- murmuró sugerente – nos saltamos hasta el postre?

-Me parece bien. – rodeó el cuello de su esposo mientras él la levantaba para llevarla a la recamara.

Con delicadeza, como siempre lo hacía, el castaño depositó a su esposa sobre la cama, se tomó unos segundos para admirarla, le gustaba verla así, observándolo con una sonrisa impaciente pidiéndole que la volviera a besar y comenzara a acariciarla.

-Te gusta hacerme esperar, cierto?

-Me gusta admirar lo hermosa que te ves en mi cama. – dijo seductor.

-También es mi cama. – lo tomó de la camisa y lo acercó a ella – y te quiero en ella en este momento. – ordenó y gustoso el castaño le hizo caso.

Los besos eran tan apasionados y hambrientos que hubo ocasiones en las que alguno de ellos no le seguía el ritmo al otro. Poco a poco, las prendas fueron decorando la alfombra cerca de la cama; la rubia empujó a su esposo para que quedara de espaldas y fuera ella quien tomara el control, obediente, el castaño observó a su esposa moverse con maestría mientras él acariciaba su cuerpo, cuando hubieron alcanzado el placer, fue el turno del joven marido para llevarlos hasta la cima absoluta de aquel acto apasionado de entrega total. Con un te amo al unísono y unos cuantos besos más, se quedaron dormidos.

*·..·*·..·*·..·*·..*

El avión aterrizaba a las 7:30 de la mañana en el aeropuerto de Nueva York, después de recoger su equipaje, Candy y Terry, se dirigirían a la casa de los padres de la rubia, donde ya los esperaban sus amigos.

-Bienvenidos! – saludó una madre emocionada de ver a su hija después de algunos meses.

-Hola mamá. – Candy la abrazó y besó – dónde está papá?

-Atrás, en el patio. – señaló el lugar – está preparando todo para la parrillada. – cómo estás Terry. – se acercó al castaño para saludarlo con un abrazo.

-Bien, feliz de estar de nuevo aquí.

-Vamos, ya los están esperando.

Los amigos se pusieron felices de ver nuevamente a la pareja, los primeros en acercarse para abrazarlos fueron Archie y Paty, Stear con su hijo en brazos se acercó después de callar al pequeño, Anthony estaba con William preparando la parrilla.

-Papá… - Candy lo abrazó.

-Me alegra que ya esté en casa princesa. – besó su cabeza.

-Yo también estoy feliz papá.

-Terry – le tendió la mano – me alegra que tu investigación haya sido un éxito.

-Gracias – sonrió.

-Terry, Candy! – Albert llegó con un six-pac en manos.

La reunión se llevaba amenamente entre risas y recuerdos de los jóvenes que habían sido amigos desde pequeños.

-Apresúrate Candy, ya queremos que nazca la niña que ponga en regla a estos enanos. – señaló Albert hacia Karen, que tenía en sus brazos en bebé recién nacido; Paty, quien intentaba seguir la conversación mientras su pequeño buscaba su atención, y Luisa, quien se había casado con Archie dos meses atrás porque su hijo estaba en camino.

-Bueno tío – dijo mirando a los hijos de sus amigos – Aún soy joven y queremos esperar un poco más.

-Así es! – se acercó William – mi princesa debe triunfar en el teatro primero.

-Aún soy estudiante; pero me esforzaré para ser una gran actriz.

-A Candy la dejaron participar en la obra que presentaron en otoño. – Terry rodeó la cintura de su esposa.

-Por qué no nos dijiste nada? – cuestionó su madre. – íbamos a ir a verte.

-Pues no era mucho lo que hacía. – dijo apenada – sólo aparecía en una escena y solo decía una frase.

-Pues eso dice que tienes talento. – dijo Karen, quien era actriz – apenas iniciaste en el teatro y ya te dieron un papel.

-Eso mismo le dije. – acotó el castaño – pero ella insiste en que no es nada.

-Invítanos para la próxima gatita – dijo Archie – estoy seguro que serás la protagonista.

Candy asintió contenta al ver el apoyo que recibía de todos, cuando anunció que dejaría el ballet, sus amigos se sorprendieron y lamentaron, pues ella era realmente talentosa y sabían que podría llegar muy lejos; pero al saber por lo que hubo pasado le dieron su completo apoyo. Hace poco menos de un año, Candy se había inscrito a la academia real de arte dramático de Londres.

*·..·*·..·*·..·*·..*

Terry despertó con una sensación de soledad, al girarse vio que estaba solo en su cama, con la mirada buscó a su esposa, mas no la encontró, luego escuchó algunos ruidos que venían de la cocina, sin más se puso de pie y recorrió el pasillo de su antiguo departamento hasta llegar a la cocina, donde vio a Candy cantando y preparando el desayuno; pero lo que sacó una sonrisa en su atractivo rostro, fue ver que su esposa no perdía la costumbre de pararse en puntillas.

-Buenos días princesa.

-Oh! – sintió como rodeaba su cintura y dejaba un beso en su mejilla – ya despertaste amor.

-Un ruiseñor me despertó.

-Un ruiseñor? – se giró para verlo, la sonrisa del castaño le dijo a quien se refería – oh por Dios! Me escuchaste cantar? – se cubrió la cara con las manos.

-Y lo haces precioso. – le quitó las manos de su rostro – eres una cajita de talentos, sabes bailar, actuar, patinar y cantar. No me sorprendería si también supieras pintar.

-Viste el cuadro en la casa de mis padres? – el castaño asintió sorprendido, pues era un cuadro hermoso de un paisaje con aves volando en un cielo despejado y algunos caballos en el prado, cada detalle fue muy cuidado, parecía hecho por un profesional – lo hice cuando tenía nueve años.

-De verdad!?

-Claro que no! Sólo bromeo – dijo riendo. – fue hecho por un profesional.

-Pequeña pinocho, de verdad creí que tú lo habías pintado. – dijo dándole un golpecito con el dedo en la nariz - Iba a pedirte que pintaras uno para nuestra casa.

-Si quieres puedo intentarlo. – dijo riendo de su mentirita – ahh, lo huevos! – gritó al sentir que algo se quemaba.

-Tu castigo por mentir y engañar a su marido. – dijo burlón.

-Pues señor, ahora no tiene que desayunar – dijo poniendo sus manos en las caderas – tendrá que invitarme a comer fuera.

-No es un problema para mí. Qué te parece si vamos a desayunar y luego a dar un paseo antes de ir con tus padres.

-Me parece bien.

La pareja fue a desayunar a la cafetería donde trabajaba Terry, saludaron a Dorothy y a Tom, quien les contó que iba a casarse con su actual novia.

-Felicidades! – lo abrazó el castaño – y quien es tu futura esposa, trabaja aquí?

-No. Mira, allá viene – dijo con una sonrisa viendo a una joven entrar al local.

-Annie!? – dijo Candy sorprendida.

-Candy? – se acercó para abrazarla – cómo estás?

-Bien, tú eres la prometida de Tom?

-Sí – dijo feliz abrazando a su prometido.

La pareja contó cómo se había enamorado y finalmente comprometido. Hablaron sobre sus carreras contándoles Annie que le estaba yendo bien como bailarina, que después de haber vivido casi lo mismo que su amiga, reflexionó sobre su vida y decisiones, pues no habían sido las mejores, estaba comprometiendo su salud al no alimentarse ni dormir adecuadamente sólo para tener un buen lugar en la academia.

-Me alegra que te esté yendo bien – las jóvenes se habían separado de sus parejas para hablar más cómodamente.

-Fue duro – dijo la morena – me obsesioné con ser una gran bailarina, quería ser reconocida y admirada por todos… me odié a mí misma por no ser tú… - dijo con vergüenza.

-Annie! – dijo sorprendida.

-Me daba envidia lo talentosa que eres y cuando me enteré que lo habías dejado me dio rabia, pues tú tenías todo para triunfar y lo estabas dejando pasar… entonces me prometí que yo sí lo haría, hasta que un día me desmayé en una de las prácticas; mi mamá habló conmigo y me hizo reflexionar lo que estaba por perder.

-Me alegra que no haya pasado algo grave.

-Sí, mi mamá me dijo que debía ir con calma o me obligaría a dejar el ballet para siempre, luego conocí a Tom y él me hizo entender que el ballet no lo es todo en la vida.

-Se ve que está muy enamorado de ti.

-Y yo de él. – dijo mirando hacia los jóvenes que hablaban con Dorothy – amé a Archie – dijo al ver la pregunta en el rostro de la rubia – pero lo dejé ir por tonta, aunque ahora no me arrepiento, así pude enamorarme de Tom y dentro de tres meses vamos a casarnos.

-Entonces todo salió perfecto. – Annie asintió con la cabeza.

-Espero que puedas venir para mi boda.

-Eso es seguro, Tom es un gran amigo de Terry y tú eres mi amiga, no nos perderíamos su unión.

La pareja se quedó un poco más en la cafetería recordando aquella época cuando se conocieron y su noviazgo. Más tarde caminaban por las calles hasta que dieron con la academia de ballet, la rubia entró para saludar a Robert y Juliette, quienes la invitaron a participar en alguna de sus presentaciones, la rubia les aseguró que lo pensaría.

*·..·*·..·*·..·*·..*

Un gran árbol decoraba la casa de los White, las luces, las guirnaldas en la puerta y las brillantes esferas daban ese ambiente navideño.

-Estas ya están! – dijo Candy sacando del horno una bandeja con galletas en forma de pinos.

-Ok, ahora mete ese cariño - su madre señaló otra bandeja; estas tenían forma de hombrecitos. – Candy, espera que enfríen. – dijo al ver que su hija tenía intención de llevarse una galleta a la boca.

-Huele delicioso. – entraron William y Terry a la cocina.

-Quiero uno – dijo el mayor tratando de tomar una galleta; pero Rosemary se interpuso.

-Nada de eso! – los jóvenes veían con una sonrisa a los mayores – ve a terminar de decorar el árbol.

-Ya lo hicimos. – dijo como si fuera un niño.

-Iré a ver. – William fue tras Rosemary.

-Me gusta verlos felices. – dijo la rubia viendo la puerta por donde salieron sus padres.

-Aunque a tu padre le costó convencer a tu madre de regresar con él, cierto?

-Se lo merecía – dijo seria – mamá sufrió cuando se fue con esa mujer.

-No sabía que mi esposa era tan rencorosa. – dijo abrazándola y besando sus labios.

-No lo soy – ni ella se creyó lo que decía – bueno… papá nos lastimó al abandonarnos, o al menos, así nos sentimos al no tenerlo más nosotras.

-Al final se disculpó y demostró que ustedes son importantes para él.

William nunca pretendió lastimar a Rosemary y mucho menos a Candy, para él la rubia era su mayor tesoro, por eso siempre la ayudaba y apoyaba, no importaba la hora ni donde estuviera, siempre estaba para su hija.

Esa navidad la joven pareja la pasó con su familia, los abuelos de Terry llegaron para pasar esa fecha con su amado nieto y Candy, su ahora nieta. Alexandra no perdió tiempo para pedir que le dieran un bisnieto.

-Abuela… - escuchó a su nieto cuando a escondidas, la mayor, intentaba convencer a Candy de tener un bebé.

-Qué cariño? – dijo con una dulzura desafiante - no me estoy haciendo más joven, quiero conocer a tus hijos antes de morir.

-Por favor no diga eso. – dijo Candy con tristeza mientras la abrazaba – no quiero ni imaginar que usted o el abuelo ya no estén.

-Oh cariño – la abrazó con dulzura, Terry sonrió al ver ese lado maternal de su abuela – no pienso morir pronto, nos tendrán para muchos años más; pero apúrense en darnos bisnietos para disfrutarlos.

Al oír eso, Terry solo negó con la cabeza mientras sonreía de lo manipuladora que podía ser su abuela, aunque secretamente deseó que convenciera a su esposa; pero inmediatamente desechó el deseo, pues quería que Candy se realizara profesionalmente primero, sabía que el sueño de su esposa era estar en un escenario y haría todo para ayudarla a conseguirlo.

*·..·*·..·*·..·*·..*

Dos años después.

El escenario estaba repleto, uno de los palcos era ocupado por un grupo que venía de Estados Unidos para apoyar a su actriz protagónica.

-Está repleto! – dijo Paty emocionada observando el lugar.

-Es una compañía muy reconocida. – dijo Anthony.

-He oído que también se debe a que presentaran un clásico de William Shakespeare. – acotó Archie.

-Veremos nuevamente a Candy como Julieta. – dijo emocionado Stear.

-Es por el aniversario de la muerte del autor, verdad? - cuestionó Albert.

-Qué envidia! – se lamentó Karen – ella consiguió un protagónico en tan poco tiempo, a mí me costó años conseguirlo.

-Candy tiene mucho talento y brilla en todo lo que se propone. – dijo Luisa viendo hacia el escenario.

En el camerino.

-Nerviosa?

-Emocionada – dijo con una sonrisa – ya quiero salir y representar todo lo que practiqué.

-Lo harás de maravilla, serás la mejor Julieta de todas las épocas. – dijo besando sus labios.

-No exageres – dijo riendo – me conformo con no ser odiada por arruinar al personaje.

-Nunca harías eso, además le estás dando un toque único – la rubia lo miró con duda – serás la única Julieta pecosa de la historia.

-Tonto! – le dio un golpecito en el hombro mientras él sonreía - Sabes si ya llegaron mis padres y tus abuelos?

-Sí, enviaron un mensaje hace un momento. – dijo sonriendo, pues al parecer si estaba algo nerviosa.

-Terry… - unos toques en la puerta la interrumpió, una de las asistentes le dijo que tenía diez minutos.

– Será mejor que vaya a mi lugar – dejó un beso en los labios femeninos – ya quiero verte en el escenario.

-Dirás "verlos".

-Bueno, también quiero ver a tus compañeros; pero mi prioridad es verte a ti.

-No me has entendido amor – dijo con una risita – me refiero a mí y… a nuestro bebé.

-Sí, supongo… qué?

-Que estoy embarazada – su sonrisa era radiante – vamos a ser padres Terry… - dijo al ver el mutismo en su esposo.

-De verdad? – murmuró, ella asintió sin borrar su sonrisa – y tu carrera…

-Podré actuar hasta que se note mi embarazo y después podré retomarlo, bueno no importa, estoy feliz de tener a nuestro bebé aquí. – se tocó el vientre – tú…

-Estoy feliz! – se acercó para abrazarla y besarla. Nuevamente escucharon el llamado. -Bueno amor, iré a mi lugar; pero… - se agachó y besó el vientre de su esposa – estoy feliz de que estés en camino – dijo a su bebé – te veo después.

-Les daremos la noticia juntos, de acuerdo?

-Claro. – seguía con aquella enorme sonrisa.

-Entonces deja de sonreír así o se darán cuenta.

-Oh claro! – se golpeó la frente – no creo poder conseguirlo; pero lo intentaré.

Las luces se apagaron y una voz se oyó al fondo narrando la historia sobre dos familias italianas. La obra había dado inicio, los espectadores estaban disfrutando la función; pero en un palco, una madre lloraba al ver el desempeño y pasión que ponía su hija en escena; un padre sonreía orgulloso al ver a su princesa cumplir finalmente su sueño; y un esposo emocionado, no solo por ver interpretar a su esposa aquel papel que una vez lo hubo hecho con él; sino también por aquella grata noticia que le dio minutos antes; con una sonrisa miró el vientre de la mujer que amaba, no podía creer que ahí estaba el fruto de su amor y que en unos meses más tendría en sus brazos a su hijo o hija.

Los aplausos llenaron el recinto, la gente se puso de pie para ovacionar a los actores que habían dado una gran presentación de una de las obras más reconocidas y admiradas de aquel escritor, gran representante de una época y orgullo de una nación.

-Lo hizo magnifico! – dijo un Archie emocionado.

-Estoy seguro que Candy será reconocida como una de las mejores actrices de la época. – acotó Anthony.

-No creo que haya una crítica negativa para la obra, estuvo más que perfecta! – dijo Stear mientras aplaudía más fuerte.

Así los halagos y buenos comentarios siguieron, los amigos y familia de Candy estaban felices por ella, pues la rubia se veía completamente feliz, tanto que derramó algunas lágrimas que conmovieron a Thomas y Alexandra, quienes adoraban a la esposa de su nieto.

*·..·*·..·*·..·*·..*

Siete meses después.

La pareja había regresado a Nueva York, pues cuando la familia se enteró del embarazo de la joven, sugirieron la posibilidad de volver a su país para poder disfrutar y cuidar de la próxima madre durante su embarazo. Los abuelos de Terry, decidieron mudarse a la misma ciudad al saber que los jóvenes regresarían a su patria.

-Terry! Ya basta puedo caminar sola.

-Nada de eso mi amor, dijiste que te cansabas y…

-No di ni dos pasos! – dijo riendo al ver lo exagerado que era su esposo.

El vientre de Candy estaba enorme, la rubia estaba en su octavo mes de gestación y todo iba de maravilla, y como no, si Terry no dejaba que hiciera nada, sin contar con el apoyo y ayuda de Alexandra y Rosemary, quienes diariamente visitaban a la futura madre para cuidarla mientras su esposo estaba en el hospital.

-Tu madre me dijo que ayer te veías más agotada y…

-Eso fue porque salí de compras con Paty.

-No voy a arriesgarme amor, si estoy cerca voy a cuidarte más que nunca.

-Ok, no voy a discutir contigo – sabía que Terry no daría su brazo a torcer - entonces podrías llevarme a la habitación?

-Oh cariño, será un placer. – dijo con un tono y una mirada traviesa.

-No es para lo que estás pensando. – dijo riendo – sólo quiero descansar un poco.

Las dos últimas semanas Terry pidió vacaciones en el hospital, quería estar con su esposa la última etapa de su embarazo y cuando el momento de dar a luz se presentara, y así fue una tarde que veían una película en su habitación.

-Mhmm… Terry… - la rubia se llevó las manos al vientre.

-Estás bien amor? – el castaño se puso de pie asustado al oír el quejido de su esposa.

-Creo que ya es hora… - dijo con dificultad.

-Qué!? Pero… - habían practicado tanto para ese momento; mas el castaño se puso nervioso, por un momento no supo que hacer, comprensible con un nuevo padre.

-Amor… debes llevarme al hospital. – dijo la rubia sonriendo.

-Sí claro, donde está la maleta?

-En el auto, lo dejamos ahí para no perder tiempo.

-Oh! Sí, sí… - intentó cargarla.

-Espera… quiero cambiarme primero. – la rubia estaba tranquila, todo ese tiempo, Alexandra, su madre y también Paty, la habían preparado para lo que viviría.

Terry estaba preparándose para estar junto a su esposa, su familia estaba en la sala de espera, emocionados por la próxima llegada del bebé.

-Vamos amor… - tomaba la mano de su esposa – tú puedes hacerlo cariño.

-No puedo… - decía la rubia llorando, se veía totalmente agotada – Terry… no puedo más…

-Solo un poco más amor… - le hablaba con cariño – ya falta tan poco para conocer a nuestro bebé.

-Vamos Candy – dijo la doctora que atendía a la rubia - ya casi está aquí, hazlo por tu bebé, puja una vez más.

Después de un último esfuerzo y un llanto que llenó la sala, Terry y Candy dieron la bienvenida a su bebé.

-Qué es? – dijeron ambos padres al ver a la doctora tomar al bebé en sus brazos. La pareja había decidido no saber el sexo hasta el día del nacimiento.

Los padres de Candy y los abuelos de Terry, estaban impacientes por conocer al bebé, juntos entraron a la habitación privada, donde la rubia estaba acostada con un bultito en sus brazos.

-Familia… - dijo el castaño sonriente – queremos presentarles a Destiny Graham White.

Con alegría y emoción, las abuelas fueron las primeras en acercarse a la bebé. Los recientes padres miraban con una sonrisa como su familia peleaba por cargar a Destiny, en ese momento supieron que su hija sería la niña más querida, pues no sólo contaba con el amor de sus padres, sino también de sus abuelos y bisabuelos, además de sus primos y tíos que cuando la vieron murieron de amor por ella, pues era el vivo retrato de su madre.

-Destiny! – una niña de cabello rizado y ojos tan azules como el mar, corría por el parque, llamando la atención de los presentes, pues su madre iba detrás de ella. – detente o le diré a tu padre que volviste a desobedecer.

-No! – la niña se detuvo de inmediato – no le digas a papi… - hizo un puchero.

-Pues compórtate si no quieres que te castigue.

-Mami, me portaré bien.

-Al fin la alcanzaste. – Paty se acercó a ella – Destiny es tremenda – dijo riendo.

-No puedo creer que sea tan rápida, no puedo traerla al parque porque siempre se me escapa.

-Quiere ir con Terry – dijo mirando hacia el hospital que estaba al otro lado de la calle.

-A veces pienso que lo quiere más que mí.

-No digas eso – dijo riendo – ella los ama a los dos por igual.

-Pues que me lo demuestre. – se quejó como una niña – mejor le llamo a Terry para decirle que estamos aquí. – sacó su celular y marcó el número de su esposo.

Cuando Terry llegó al parque para encontrarse con su familia, vio a su hija jugar tranquilamente con Jimmy mientras sus madres charlaban.

-Hola amor!

-Papi! – la niña se puso de pie y corrió a los brazos de su padre.

-Acaso mi princesita se ha portado bien?

-Sí! – el castaño miró como su esposa negaba con la cabeza mientras su amiga reía.

La escena era tan tierna, la niña llenó de besos el rostro de su padre, unos ojos celestes fueron testigos de la felicidad en el rostro de Candy, le dio rabia y envidia, al final decidió marcharse del lugar. Susana Marlow ya no pasaría por ese parque.

FIN.

...

Ahora si llegamos al final de la historia, tarde un poco en publicar el epilogo, pues, había tantas cosas que quería escribir y se me complicaba, sólo espero que haya salido bien y les haya gustado.

Se cuidan y gracias por sus comentarios.