Billy salió de su barricada improvisada y respondió al tiro a Rebecca con otro disparo dirigido al hombro de la niña, derribándola y dejándola incapaz de manejar la pistola con su mano dominante, todo esto mientras se movía directamente a las escaleras, donde vio cómo su pareja, tras el disparo de Alexandra, caía hacia atrás y rodaba por los peldaños metálicos.

De inmediato corrió a las escaleras, donde vio que se había dado golpes muy importantes en toda el área abdominal a pesar de la protección del chaleco. Rebecca siguió rodando cuesta abajo hasta que con uno de los tubos que sostenía los barandales, se golpeó la cabeza, quedando con una importante irrigación de sangre.

—¡Mierda, mierda, mierda! —exclamó Billy mientras corría tan rápido como sus pies le permitían hasta que llegó a la mujer y se la recargó en el regazo.

Rebecca logró recuperar la consciencia, y tras tocarse la cabeza, sintió un dolor agudo que le recorría desde la cadera hasta el cuello. Estaba muy adolorida.

De repente, y solo porque Billy pudo ver la situación de frente, notó que Rebecca comenzó a sangrar de la entrepierna.

Billy se apresuró a cargarla con los brazos y salió corriendo para pedirle a alguno de los médicos de la ambulancia que vio al exterior que ayudara a la chica, y cuando llegó, la trasladaron rápidamente a una camilla mientras los agentes de la B.S.A.A. entraban al laboratorio para arrestar a Alexandra.

—¡Está embarazada, rápido! —exigió Billy mientras se subía a la ambulancia con ella.

Claire y Jill llegaron al lugar tras enterarse de lo que había ocurrido en Columbia por las noticias y preguntaron a los agentes lo que había ocurrido, pero estos dijeron que no sabían nada, que apenas habían sido enviados a resguardar el lugar.

Billy se molestó al escuchar esa frase y con la visión en rojo, se acercó al militar a quien empezó a increpar.

—¡Hasta ahora se dignaron a venir, bola de pendejos! —gritó con rabia en la voz, con ira, con miedo.

La reacción de Billy fue tan fuerte que Jill tuvo que intervenir y alejarlo del chico en servicio, porque estaba segura de que iba a golpearle. El oficial se acercó e intentó amagar a Billy con su escopeta, pero Jill al mostrar su identificación y decirle que ella se encargaría de él, logró hacer que se fuera del lugar.

—¿Qué pasó aquí, Billy? —preguntó Jill mientras analizaba la escena y veía cómo los militares se llevaban a la asistente de Rebecca, quien tenía una gran herida de bala en el hombro.

—No lo sé —explicó intentando hilar la poca información que tenía en su mente, pero no podía decir mucho porque su mente estaba en Rebecca. Entonces volvió a la ambulancia —¡las veo en el hospital Columbia!

Llegaron de inmediato al nosocomio e inmediatamente atendieron a Rebecca en Urgencias al ser la laboratorista en jefe de Columbia junto con las heridas de gravedad y el antecedente del embarazo, los especialistas le dieron toda su atención.

Billy se encontraba en la sala de espera del hospital, buscando en que desviar la mente, en que distraerse para no pensar en el destino fatal.

Inmediatamente recordó la imagen de Rebecca con sangre que le había llegado a la cabeza cuando tenía su presentimiento en la cafetería. Fue exactamente la misma que terminó por invadir su cabeza cuando se manchó con la bebida de vino tinto. Habían halagado su intuición anteriormente, pero esto ya era demasiado terrorífico para él.

"Si hubiera llegado antes…", comenzó a recriminarse, buscando en quien depositar la culpa que sentía por la situación, hasta que recordó que no era culpa de nadie, solo de aquella chica que enloqueció con una pistola y con el disparo de una bala, logró empujarla por las escaleras. Cuando pensó en que esa chica pagaría por lo ocurrido, terminó por recordar que fue arrestada.

—¡Billy! —exclamó Jill al llegar a la recepción, donde este seguía mirando al vacío en espera de una respuesta. A su lado se encontraba Claire —¿te han dicho algo?

—Solo que la están monitoreando —contestó sin dejar de mirar la mesa que tenía enfrente.

Jill y Claire se miraron mutuamente mientras volteaban a ver al hombre, quien mostraba tristeza en sus ojos y a quien le recorría una lágrima fugitiva por la mejilla.

—Estarán bien —dijo Jill tratando de levantarle el ánimo.

—¿Estarán? —preguntó Claire sin saber lo que estaba ocurriendo, entonces hiló la preocupación de Billy con el plural —oh.

Se quedaron todos en silencio en el hospital mientras veían cómo la gente iba y venía, pero ellos estaban estáticos, percibiendo el movimiento ajeno y paralizando el tiempo para ellos.

Así pasaron unas tres horas.

—¿Son familiares de Rebecca Chambers? —preguntó el doctor que salió a atenderlos, entonces los tres se levantaron.

—¿Algo que decirnos? —preguntó Claire mientras veía al médico con un rostro lleno de duda, pero este solo pudo dar la noticia.

—Hicimos todo lo que pudimos, pero la paciente tuvo que ser sometida a un legrado, el accidente que tuvo causó un aborto espontáneo y no se pudo hacer nada por el producto, además de que corría el riesgo de más hemorragias —dirigió su mirada a Billy, quien fue el que se vio más afectado por lo que estaba escuchando —lo siento. Por el momento, Rebecca se encuentra estable, pero tiene que descansar y podrán visitarla mañana, pero la buena noticia es que la lesión en la cabeza no fue significativa, conserva sus funciones cerebrales superiores.

—Yo me quedo aquí —indicó Billy —déjenme pasar a su cuarto.

—La paciente tiene que descansar…

—Soy el padre de la criatura —exclamó él mientras imponía su voluntad, el médico cedió, por humanidad principalmente —necesito saber todo lo que pasó con ella.

—Está bien, se le practicó un legrado por succión y ahora la paciente…

—La paciente tiene nombre, es Rebecca Chambers —Jill y Claire, tras la aclaración de Billy, se mostraron sorprendidas al notar el nivel de protección del hombre para con su amiga.

—Está bien, Rebecca tuvo riesgo de daño adicional en el útero, así que se le practicó ese método, pero no hay riesgos o complicaciones mayores a futuro. Puede pasar a su cuarto.

—Gracias —contestó Billy mientras entraba a la habitación de la mujer escoltado por una enfermera., Jill y Claire le siguieron.

Rebecca se veía apacible estando dormida, con la cabeza tapada por vendajes que cubrían los puntos que le pusieron y un suero que llevaba vía intravenosa, pero despertó por unos minutos al sentir que alguien había entrado a su habitación.

Billy tomó asiento a un lado de la ventana de su habitación, mientras que Jill y Claire se quedaron de pie, contemplándola y sonriendo, sin saber como comenzar la conversación.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Claire mientras se acomodaba el cabello en un claro gesto de nerviosismo.

—Como si me hubiera atropellado un camión —bromeó la laboratorista mientras levantaba el brazo libre de suero intravenoso y subía el pulgar. Jill se rió ligeramente porque le conocía ese hábito desde hacía muchos años.

—¿Nos puedes decir qué pasó? —preguntó Jill mientras tomaba asiento igual con Claire. Billy le tomó la mano, lo que sorprendió a Rebecca, quien lo miró con culpa, decepción, dolor, casi soltando una lágrima.

—No lo tengo muy claro —confesó —cuando llegué al laboratorio dejé mi celular el mi escritorio y cuando vi, Alexandra estaba gritando y llorando exigiendo que le diéramos la vacuna de la serie E, quería la información que te llevaste, era la única copia.

—¿Y qué más? —preguntó Claire mientras se impacientaba, Rebecca buscaba recordar.

—Sacó un arma y amenazó a todos en el laboratorio, mató a Simon… cuando disparó todos salieron corriendo y en algún momento se distrajo y pude activar la alarma de seguridad, pero las cámaras del exterior indicaban que llegaron solo un par de ambulancias. La B.S.A.A. no había llegado como prometió.

Billy sentía que le hervía la sangre conforme hablaba Rebecca. Era evidente que la habían dejado a su suerte.

—Escapé de ella y me armé con algunos ácidos que le lancé, pero era difícil porque era buena disparando, casi como Piers.

La mirada de Claire bajó al suelo, aún le dolía Piers…

—Siguió balbuceando que le diera la vacuna, incluso me suplicó, lloraba mucho y cuando iba a ceder y dársela… escuché que tenía un comunicador y que quien le pedía la vacuna… era el director —la noticia dejó a Jill con la boca abierta, Claire igual se vio abrumada por lo que estaba escuchando —Jill, extorsionaron a Alexandra con su mamá, la que está convaleciente. Entonces me inyecté la vacuna, sabiendo que con la dosis en mí, no me mataría…

—De eso nos encargaremos después en su respectivo juicio —contestó Jill mientras sacaba su teléfono celular —ahora lo importante es que ya entiendo el retraso de la seguridad en el laboratorio, lo tenían planeado para que Alexandra se llevara la muestra. Malditas ratas.

—Van a pagar por cada una de sus mierdas… —contestó Claire aún abrumada mientras se llevaba las manos a la cabeza.

Billy tomó más fuerte la mano de Rebecca, tratando de darle respaldo, pero algo no estaba bien. No sonreía, prácticamente como si no sintiera la mano de su pareja.

—Cuando vio que me inyecté, me disparó al chaleco, pero solo me tiró… de ahí solo recuerdo que escuché un tiro que vino de no sé dónde, me di un golpe en la cabeza y desperté aquí —contestó Rebecca, ahora presionando con fuerza la mano de Billy.

Algo en su interior le dijo que había sido él quien la había rescatado.

—Puedes agradecerle aquí a tu príncipe azul —contestó Jill —si no es por él, las cosas hubieran sido peores.

Rebecca volteó a verle con la mirada triste y una lágrima corriendo de nuevo por su rostro, la que él limpió suavemente, mientras le decía:

—No entiendo cómo puedes arriesgarte aún por mí —pero en sus palabras no había admiración, sino que existía un tono más pesado, más lúgubre.

Culpa, le decían a ese ardor frío en el pecho, que terminaba por condensarse en agua salina y escapaba por sus lagrimales.

Jill y Claire, al notar la tensión, le dijeron a Rebecca que volverían al día siguiente y salieron del cuarto.

—Voy a contactar a Chris —dijo Claire mientras sacaba su teléfono.

—No, déjame esa noticia a mí —pidió la chica de azul —tú por favor investiga desde TerraSave lo que está pasando con la B.S.A.A., y si tienes algo significativo desde fuera, nos llamas. Quiero que me dejes a Chris porque sé que esta noticia no le va a gustar.

—Suerte —deseó Claire.

—Suerte la que necesita ese galán con Rebecca —indicó Jill, sacando su lado más chismoso —espero que estén bien y que superen esta crisis pronto.

—Se trata de Rebecca —contestó Claire —no quiero ser pesimista, pero es más fácil que ella lo mande a freír espárragos a que vuelva a pasar por otra situación así con alguien ¿te acuerdas de cómo salió de S.T.A.R.S.?

—Buen punto —recordó Jill —la culpa la va a matar.