CAPÍTULO 2:

REN

Casa de Marucho, Salón principal

Hace 6 meses

Ren Krawler.

El chico que se había aparecido repentinamente en el Interespacio Bakugan, aún en desarrollo, era interesante, por decir lo menos. El joven de piel oscura y ojos felinos tenía una sonrisa fácil y parecía sumamente amistoso, su postura era relajada en el sillón que Marucho le había ofrecido y su tono de voz era tranquilo, lo hacía ver como alguien inofensivo a simple vista. Su ropa era sencilla y su complexión delgada, aunque su camisa ajustada dejaba ver los músculos en su torso y sus brazos fuertes, delatando su entrenamiento para mantenerse en forma.

Todos estos atributos hacían ver al peligris como alguien simpático al primer vistazo. Sin embargo, aunque todos sus amigos lo tacharan de paranoico, había algo en el sujeto que le daba mala espina a Nick. Había algo en el nuevo que inquietaba al Peleador Darkus, empezando por sus ojos tan peculiares. Tal vez solo era impresión suya, pero no podía evitar prestar especial atención a sus ojos de lince y como nunca, en toda su vida, había conocido a alguien con ese tipo de orbes.

¿Serían sus ojos normales o algún tipo extravagante de lentes de contacto? No lo sabía, pero lo inquietaba.

Poco tiempo después de abandonar el Interespacio Bakugan, se habían dirigido con cautela al salón principal para averiguar qué es lo que quería este sujeto desconocido de ellos. Para lograr este objetivo, Nick y Marduk lo habían llevado a sentarse en el sillón a la vista de todos, teniendo a los cuatro miembros del grupo original esparcidos en los sofás frente al peligris y a Marduk e Izumi a los lados del nuevo huésped.

Solo podía esperar que Kato no hubiera tenido un error de juicio al permitir la entrada a este tipo.

–Bueno, creo que ya puedes comenzar –. Incentivó Marduk al sujeto sentado en el sillón.

–He escuchado rumores acerca del Interespacio Bakugan, así que investigué y logré localizarlos, Peleadores Bakugan –. Comenzó el joven de piel oscura con calma.

–¿Rumores? No lo entiendo, este proyecto es secreto –. Dijo el pequeño rubio con preocupación.

–Parece que hay soplones dentro de tu equipo, Marucho –. Dijo Shun pensativo.

¿Soplones? ¿Quiénes podrían ser? Se habían asegurado de que nadie sin autorización compartiera información clasificada del interespacio, alguien con acceso a todos los datos que habían recopilado y que habían ayudado a facilitar los procesos de optimización y desarrollo del programa podría ser un peligro a gran escala. No quería imaginar lo que podría pasar si la información desconocida caía en las manos equivocadas.

–Tendrás que reducirles el sueldo, pequeño –. Comentó Izumi tratando de aligerar el ambiente para su nuevo jefe.

Los demás se rieron ligeramente de la broma de su nueva amiga, tratando de no pensar en las repercusiones que podrían significar tener infiltrados en su equipo de trabajo.

–¿Qué fue lo que escuchaste exactamente, Ren? –. Preguntó Dan con curiosidad.

–Nada en específico, pero escuché cosas sobre ustedes –. Respondió el susodicho antes de dirigir su atención a todo el equipo –. Lo poco que escuché sobre el Interespacio Bakugan me hizo darme cuenta de que tienen un gran problema: no hay suficientes Bakugan disponibles para todos sus peleadores potenciales.

Al recibir el recordatorio, Nick no pudo evitar resoplar con fastidio. Era otro problema del cual tenían que encargarse a futuro y no tenían nada más que posibles alternativas para resolverlo.

–Bueno, eso es cierto. De hecho, ahora que lo pienso, creo que la respuesta es clonar a los Bakugan existentes, pero no sé si deberían ser las versiones digitales en el sistema o los vivos de Nueva Vestroia –. Comentó Marucho sosteniendo su barbilla.

–No lo sé, pero ambas opciones me parecen muy malas ideas –. Opinó Shun con desconfianza.

–¿No es posible modelar nuestros propios Bakugan para el interespacio? –. Preguntó Marduk con los brazos cruzados.

–Lo es, pero nos tomaría años. Tendríamos que diseñarles una apariencia, distintos poderes y cartas portal a cada uno. Ya que apuntamos a un público masivo, nos tomaría años crear a nuestros propios Bakugan, incluso si nos basamos en los modelos ya existentes. Prometimos al padre de Marucho que el interespacio estaría listo lo más pronto posible y algo así podría tomar años –. Explicó Nick con un suspiro de cansancio.

–De hecho, creo que podría ayudarlos en esa área, si me lo permiten –. Interrumpió Ren desde su lugar.

–Escucha, amigo, acabamos de… –. Trató de hablar Dan antes de ser interrumpido por el peligris.

–Sí, pero yo también recibí la información desconocida –. Dijo el chico de ojos felinos con brevedad –. Tengo entendido que es la misma con la que ustedes han estado batallando últimamente.

Al oír esto, la piel de Nick se erizó notablemente, sus dedos temblaron con preocupación y sus orbes oscuros se agrandaron con sorpresa al repasar todo lo que conllevaban las palabras del moreno en el sillón a su lado.

–¿Cuánto has oído de nosotros exactamente? –. Cuestionó el pelinegro más joven con cautela.

–Se los dije: solo rumores, específicamente de sus planes para el interespacio y las anomalías que se han presentado en él. Creo que puedo ayudarlos, si me dan la oportunidad –. Repitió Ren con calma.

–¿Y qué tienes para ofrecer exactamente? –. Preguntó Marduk con una ceja arriba.

–Revisando con detenimiento mi parte de la información, me di cuenta de que contiene los datos de diversos tipos de Bakugan. Estoy dispuesto a compartir mis avances con ustedes para que puedan progresar más rápido en el desarrollo del interespacio –. Propuso el desconocido.

–¿Y esos datos te llegaron de casualidad? ¿Sabes por qué te llegó? –. Preguntó Izumi con los brazos cruzados.

–Temo que no, solo aparecieron en mi computadora de pronto. Estoy consciente de que toda esta información podría ser un peligro si cae en las manos erróneas, así que espero que la apertura del interespacio nos permita rastrear a todos los que hayan podido recibir estos datos. Será más fácil si juntamos a todas las posibles opciones que podamos en un solo lugar.

Sus argumentos eran convincentes, pero por más que trataba de relajarse en presencia de este individuo y mostrarse más flexible ante sus palabras, Nick no podía evitar pensar que sus intenciones eran demasiado buenas como para ser completamente ciertas.

Tenía que haber algo más, no podía ser tan simple.

–¿Y qué quieres a cambio? –. Cuestionó el Peleador Darkus con inquietud –. No te ofendas, pero dudo mucho que vinieras hasta aquí solo para ayudarnos desinteresadamente. ¿Qué esperas obtener con todo esto?

Al reconocer el significado de sus palabras, Dan se giró rápidamente hacia su amigo con enfado. Claramente, no le había gustado que se refiriera a su nuevo conocido como un interesado.

Tal vez, sí era un poco descortés de su parte insinuar algo así. Sin embargo, tenía que aclarar todas las dudas lo más pronto posible, antes de permitir que este sujeto se fuera con el beneficio de la duda.

–Nick –. Reprendió el castaño a su antiguo pupilo.

–Está bien, razón –. Intervino Ren por el pelinegro –. Creo que el Interespacio Bakugan es un negocio muy lucrativo, uno que cambiará la forma en la que vemos la tecnología y la realidad virtual, será un gran avance para la humanidad. Me gustaría formar parte de todo eso, quisiera un puesto formal aquí.

–Básicamente, viniste a nosotros porque quieres trabajo –. Simplificó Shun con escepticismo.

–¿No es eso lo que quieren todos? –. Dijo Ren a modo de respuesta con una risita.

Quería preguntar más, quería conocer completamente las intenciones de este sujeto, el sitio del que provenía, su vida como profesional, su método de trabajo, todo lo que le permitiera tener un poco de tranquilidad respecto a este sujeto y su oferta de ayuda a cambio de trabajo.

Por desgracia, lo único que obtuvo fue la imagen de Marucho, descartando toda posible sospecha para ponerse de pie, acercarse a Ren y ofrecerle su mano con una sonrisa grabada en el rostro.

Quiso interferir, recordarle a Marucho que no debería tomar decisiones precipitadas, pero el festejo del pequeño rubio, junto con el del castaño que fungía de líder para su grupo, lo detuvo al instante. Conocía bien la expresión en el rostro de sus amigos y sabía que el solo verla era una señal de que esta sería una de esas ocasiones en las que no iban a concordar, en las que Marucho y Dan abandonaban la razón para seguir lo que decían sus cálidos corazones, mientras los demás veían con cautela el próximo desarrollo de los hechos.

Quería creer que hacían esto por cuestiones lógicas, porque necesitaban resolver con urgencia el problema de la falta de Bakugan en el interespacio, pero Nick conocía bien a los chicos y no era tan ingenuo como para dejarse llevar por un pensamiento tan inocente como ese. No, él no era como ellos, sin importar cuanto le gustara la idea de volver a serlo.

En el fondo de su corazón y su mente inquieta, tenía que aceptar el hecho de que Marucho había dejado que un perfecto extraño se inmiscuyera en el proyecto en el que habían invertido tanto tiempo y esfuerzo, que posara sus manos en el trabajo de sus vidas y sus sueños compartidos, solo porque le había caído bien.


Exterior del Interespacio Bakugan, Enfermería

En el presente

Seis meses habían pasado desde el inquieto día en que Ren Krawler se había unido formalmente a la familia que habían creado. Y, hasta el momento, no había dado a ningún otro de los chicos motivos evidentes para desconfiar de él, mostrándose siempre como un trabajador dedicado y comprometido con la labor que se le había dado, ayudando siempre a Nick y Marucho en cualquier cosa que necesitaran para que el interespacio funcionara correctamente.

Sin importar cuanto le desagradara la presencia constante del peligris, tenía que aceptar que su ayuda había resultado ser sumamente útil y gracias a sus aportes habían logrado realizar la apertura de su proyecto mucho más rápido de lo que habían planeado originalmente. Marucho incluso se había dado el lujo de acelerar la incorporación de escenarios virtuales en los campos de batalla, capaces de emular a la perfección zonas del mundo real, recreadas a detalle por Marduk e Izumi.

Todo iba perfecto y Nick no debería tener motivos para desconfiar del nuevo miembro de los Peleadores Bakugan, de no ser por algunos factores que no dejaban de dar vueltas en su mente y que había obligado tanto a Vladitor como a Leónidas a ayudarlo a dar algún sentido para tranquilizar sus preocupaciones.

Uno era el puesto de administrador, en el que Ren se había mostrado tan interesado desde la apertura del interespacio. Un puesto de trabajo con gran autoridad sobre el sistema y los miembros del personal que originalmente se había planeado para Nick, pero que al ser rechazado por el pelinegro para enfocarse en disfrutar de las batallas y aprender a pelear con Ángel, fue asumido inmediatamente por el nuevo miembro del grupo, el cual hizo grandes y notorios esfuerzos para ser considerado como el candidato ideal para el puesto. Y, por supuesto, Marucho no tardó en dárselo, obviando por completo la mitad de los protocolos que habían instaurado para contratar personal para el interespacio. No cabía duda de que el pequeño rubio se había encariñado demasiado rápido con el peligris.

Otro factor era el hecho de que su batalla con Dan a inicios del día había llevado a su antiguo mentor directamente a la enfermería, inconsciente, balbuceando frases inentendibles y bajo el riesgo de una posible contusión leve.

No sabía cuánto tiempo llevaba en la silla al lado de su amigo dormido, pero no podía quitarle los ojos de encima, atento a cualquier imprevisto o reacción espontánea que Dan pudiera experimentar.

Las cosas se habían salido de control y aunque no se podían señalar culpables, Nick no podía evitar pensar que toda esta situación se habría evitado si cierta persona hubiera sido más cuidadosa.

Sabía que era absurdo culpar a Ren por esto. De hecho, tampoco se podía descartar la posibilidad de que esto también fuera culpa de Dan y el exceso de emoción que lo poseía durante las batallas. Sin embargo, una parte en el fondo de su mente le decía que esto era obra de Krawler, ya fuera accidental o intencional.

Él estará bien, humano. La cabeza de Kuso es demasiado dura como para permitir que una caída lo dañe de gravedad –. Dijo Vladitor con calma en sus pensamientos.

Sabía que era cierto, Dan había atravesado cosas mucho peores que esto. Sin embargo, la imagen de Dan Kuso, su fiero e implacable mentor original, tendido en una camilla de hospital mientras dormía era una que Nick nunca pensó que llegaría a ver en persona. Se había acostumbrado a ver al castaño como el peleador casi invencible que superaba cualquier reto y eso le había hecho olvidarse de que Dan seguía siendo humano, de que era incluso más frágil que él mismo debido a su falta de entrenamiento en combate físico.

Descuida, Nick. Seguro que en un rato tendremos al Dan de siempre –. Consoló Leónidas a su compañero desde su hombro.

Por desgracia –. Comentó Vladitor con sarcasmo –. Un descanso del exceso de energía de ese humano no nos vendría mal.

Aunque era un poco cruel de su parte, no pudo evitar reírse con su mano enguantada haciendo presión en su boca para tratar de calmar las carcajadas que querían brotar de sus labios cerrados. No podía evitar reírse ante los comentarios más secos de Vladitor, eran un poco faltos de sensibilidad de su parte cuando los decía, pero también había un poco de verdad en ellos.

No obstante, la risa no pudo durar mucho más que unos pocos segundos, pues la imagen del pequeño Bakugan sentado en la almohada de su amigo hizo que Nick recuperara el silencio de sus pensamientos.

Helix Dragonoid Pyrus era uno de los Bakugan más fuertes que Nick había conocido en su vida, por lo que debía ser molesto para él saber que, a pesar de todo su poder, Drago se había visto incapaz de evitar que su compañero saliera herido al final de su batalla.

–Drago, lo que pasó no fue culpa tuya –. Trató de consolar Nick al pequeño Bakugan junto a su amigo.

–Fui yo quien estuvo en el campo de batalla todo el tiempo. Si tan solo me hubiera detenido a tiempo, Dan no estaría aquí –. Respondió Drago sin despegar la mirada de su compañero.

–No había forma de predecir lo que sucedería. Nunca habíamos visto un choque entre los ataques de dos armamentos. Fue algo completamente nuevo para todos –. Respondió Ángel con paciencia desde el hombro de su compañero.

–Tiene razón, Drago. Es tal como decía Marduk: no podemos culparnos por cosas fuera de nuestro control todo el tiempo –. Respaldó Leónidas a su pareja.

Al lado del Bakugan Darkus, el pequeño Wolfang asentía en aparente acuerdo con las palabras de los guerreros que respaldaba al adentrarse en el calor de la batalla. Nick no podía decir con seguridad si el pequeño lobo entendía con exactitud lo que estaban hablando sus "padres" con el dragón rojo, pero estaba seguro de que Drago debía apreciar la dedicación de la pequeña criatura para respaldar a su familia.

Un poco más tranquilo y consciente, el pequeño Bakugan Pyrus se permitió suspirar con resignación al entender que no lo dejarían asumir la culpa por lo que había pasado.

–Supongo que tienen razón. Gracias, chicos –. Dijo el dragón rojo bajando su pequeña cabecita como gesto de agradecimiento.

–No te preocupes, Drago. Conociendo a Dan, estará bien en un rato –. Dijo Leónidas con seguridad.

No me quejaría si se tardara un poco más –. Comentó Vladitor con un bufido.

Nick estaba a punto de replicar con el Bakugan incorpóreo en defensa de su amigo cuando el sonido de la puerta deslizándose por el carril que habían construido para ella llegó a sus oídos.

Instintivamente, el pelinegro giró la mirada para ver quién había llegado a la enfermería, reconociendo con facilidad la figura de Marduk entrando a la habitación con una pequeña bandeja con lo que parecía ser un plato cubierto en sus manos. Sin embargo, el peliplata que una vez había sido su némesis no había llegado solo, a su lado se encontraba un pequeño rubio de grandes ojos azules con unas cuantas sodas en las manos.

Tenía que reconocer que, a pesar de no entender todo el tiempo a Marucho Marukura, admiraba la facilidad con la que el pequeño genio podía sonreír aun en las situaciones difíciles.

Al igual que el resto del equipo, Marucho había cambiado su ropa de vestal en cuanto tuvo la oportunidad, reemplazándola por un ligero conjunto blanco y celeste con unos grandes tennis y sus característicos lentes rojos.

–¿Qué es todo eso? –. Cuestionó Nick con una pequeña sonrisa al ver los objetos en los brazos de sus amigos.

–Bueno, ya que no pudimos saborear el pastel que yo pagué para tu fiesta de cumpleaños, creímos que debíamos celebrar de algún modo –. Respondió el antiguo peleador haciendo especial énfasis en su regalo descartado debido al último imprevisto.

–Así que Iz nos dio la idea de hacer algo por el cumpleañero, aunque fuera algo pequeño –. Continuó Marucho acercando una pequeña mesa para depositar las sodas y el plato cubierto.

Abriendo el misterioso contenido de la bandeja, Nick pudo distinguir un pequeño pastel de chocolate y vainilla con una pequeña vela en la cima del postre, junto a una fresa y unos cuantos malvaviscos en los bordes bañados en salsa de chocolate.

Era una pena que Elisa no estuviera con ellos, sabía que un postre como ese le habría encantado a su hermosa ojiverde.

–Chicos, no tenían que molestarse con más regalos –. Dijo el pelinegro con pena por las constantes compras de sus amigos.

–No lo hicimos. Este pastel lo preparó el personal de Marucho, así que realmente no costó nada. Es más, fuiste un poco tacaño, enano –. Opinó el peliplata tomando el asiento más cercano al del pelinegro y mirando el pequeño pastel en la bandeja –. Con esto nadie va quedar satisfecho.

–Bueno, no esperaba dar dos regalos este día –. Se defendió Marucho entre risas, acariciando la parte posterior de su cabeza

Ante sus palabras, el adolescente mayor se mostró sinceramente aturdido, mirando al pequeño peleador como si tuviera inscrito el problema más complejo de la humanidad en su rostro.

–¿Este es el segundo regalo que le das? ¿Cuál fue el primero? –. Preguntó el antiguo peleador con interés.

–Un aumento –. Respondió el pequeño rubio sin bajar la enorme sonrisa que se mantuvo al ver la expresión del peliplata.

–Supongo que ya sé que quiero para mi cumpleaños, enano –. Comentó el peliplata abriendo su primera lata de soda.

No pudieron evitar reírse animadamente al ver la reacción tan expresiva de su amigo. Era difícil verlo y pensar que ese joven con una dinámica tan familiar con el resto de los Peleadores Bakugan era el mismo que había tratado de destruirlos en el pasado. Pero aquí estaba él, trabajando con ellos para garantizarse una buena vida de una forma respetable.

A veces, le gustaba pensar que la dinámica positiva que había desarrollado con Marduk desde su rescate tras la batalla de Ángel contra la capitana Luria también podría repetirse con el nuevo miembro de su familia con el suficiente tiempo y dedicación. Infortunadamente, la vocecita en su cabeza le impedía mantener ese pensamiento cada que tenía que convivir con el administrador del IB.

Su exceso de desconfianza era algo de lo que Nick no se enorgullecía, pero no podía evitarlo. Cada vez que socializaba con Ren, no podía sacarse de la cabeza la promesa que le había hecho a Keith en Vestal.

Sabía que podía no tener sentido, pero era un pensamiento que no abandonaba su mente cada que sus orbes negros chocaban de frente con los ojos felinos del nuevo miembro de los Peleadores Bakugan.

–¿Y dónde están los demás? Uno creería que la arquitecta de esta idea estaría presente para ver los resultados de su obra –. Cuestionó Leónidas a sus amigos.

–Shun y Jake están asegurándose de que los fanáticos no se preocupen, Iz y Julie los están ayudando en lo que pueden para que nadie se altere por lo que pasó y Ren está reparando los desperfectos sufridos en la arena que usaron para su batalla –. Explicó Marucho acercando el pastel al cumpleañero.

No podía negar que esta era una forma interesante de pasar su cumpleaños: en una enfermería, esperando que uno de sus amigos despertara, mientras los demás trataban de mantener la calma entre los clientes del Interespacio Bakugan. La gente podía decir lo que quisiera de su peculiar familia, pero nunca podrían decir que sus días eran aburridos.

–Bueno, supongo que debo pedir un nuevo deseo –. Comentó el pelinegro acercándose para soplar la vela sobre el pastel.

–Pide que esta vez sí podamos probar el pastel –. Sugirió Marduk llevando su lata de soda a sus labios.

Suaves risas emergieron de entre sus labios cerrados mientras se acercaba al pequeño postre que habían preparado para él, agradeciendo en silencio por tener tan buenos amigos. Hacía varios años, Nick nunca habría pensado que podría acercarse tanto a alguien que no fueran sus padres, no obstante, Dan y sus amigos habían llegado a su vida para incluirlo en su pequeña familia, una que iba más allá de los lazos de sangre.

Tras un suave soplido que apagó la pequeña vela, débiles gruñidos hicieron reaccionar a los tres peleadores, todos ellos provenientes de la camilla detrás de su pequeño festejo, mientras la figura de un agotado Dan Kuso se levantaba con cuidado de su lugar en el delgado colchón de la enfermería.

Sus orbes rojos se mostraban un poco más oscuros sobre unas tenues ojeras que decoraban su rostro, su cabello estaba más desordenado de lo normal y un pequeño hilo de baba descendía de sus labios abiertos hasta su barbilla, posicionada entre dos mejillas, de las cuales una se encontraba roja debido a la constante presión a la que había sido sometida durante su tiempo sobre la almohada.

Drago fue el primero en reaccionar, flotando lo suficiente para posicionarse en el hombro de su agotado compañero, mientras sus amigos lo seguían de cerca para evitar que su amigo castaño cayera nuevamente sobre la dureza de la pared mientras se recostaba con dificultad.

–Dan, ¿estás bien? –. Preguntó Drago con preocupación a su compañero.

Con toda la delicadeza que les fue posible, Nick y Marduk sujetaron al castaño de los brazos para posarlo contra la pared, brindándole un poco más de estabilidad en su posición y dejando ver su nuevo conjunto, compuesto por una sudadera roja y blanca con múltiples bolsillos esparcidos por la parte frontal de la prenda y unos jeans oscuros ocultos debajo de la manta blanca de la camilla.

–Estoy bien, ¿qué pasó con la batalla? –. Preguntó el Peleador Pyrus con cansancio.

–Temo que las cosas se salieron de control, Maestro Daniel –. Respondió Ángel respetuosamente.

–Ángel, ya te lo dije antes: puedes llamarme Dan. No tienes por qué usar títulos –. Reprendió el castaño suavemente a la compañera de su amigo.

–Lo lamento, Maestro Dan –. Se disculpó la Bakugan sin darse cuenta del término usado para referirse al líder de los Peleadores.

En respuesta, Dan solo pudo resoplar divertido mientras acunaba suavemente su cabeza en su mano derecha, acariciando sus cabellos con cuidado.

–Cielos, que dolor de cabeza. Siento como si me hubiera atropellado un camión –. Se quejó Dan con los ojos cerrados.

–Es normal, fue un golpe fuerte. Me sorprende que hayas despertado tan pronto –. Dijo Marucho desde los pies de la camilla.

–Por favor, amigo, ya deberías saber que se necesita mucho más para acabar conmigo –. Presumió el Peleador Pyrus sin dejar de acariciar su cabeza antes de levantarla casi como si fuera un reflejo –. ¿Acaso huelo un pastel?

Riendo con gracia, todos los presentes entendieron que su intrépido e imprudente líder se encontraba perfectamente. Solo alguien como Dan Kuso se daría el lujo de pensar en comida después de haber sufrido un golpe como el que había experimentado al final de su batalla con Ren.

–Sí, estábamos celebrando el cumpleaños de este anciano –. Explicó Marduk señalando a su antiguo rival.

Ante la explicación tan simple que había ofrecido su antiguo compañero, Vladitor comenzó a reír con fuerza al notar la vergüenza del Peleador Darkus, pensando que ahora Nick tendría que explicar el apodo que Marduk le había designado para su cumpleaños.

Por suerte, Dan eligió ahorrarle la vergüenza para enfocarse en algo que le interesaba más que las bromas entre los que una vez habían sido los peores enemigos.

–Oye, veo que te pusiste la chaqueta –. Señaló el castaño alegre al ver su regalo en los hombros del cumpleañero –. ¿Te gustó, amigo? –. Preguntó con un poco de ilusión.

Tuvo que aguantar las ganas de decirle la verdad y explicarle a lujo de detalle como se había equivocado con su regalo, como había elegido el color erróneo y unas cuantas tallas menos de la que era. Por desgracia para Nick, Dan había invertido mucha energía y dinero en conseguirle un regalo que considerara apropiado para quien había sido su primer alumno, por lo que no tenía la fuerza para decepcionarlo y romper la ilusión que decoraba su mirada.

Sin más remedio, para no herir a uno de sus mejores amigos, Nick solo pudo asentir bajo las miradas divertidas de Marduk y Marucho, mientras los Bakugan hacían lo posible por esconder sus carcajadas.

–Sí, es una excelente chaqueta –. Respondió el pelinegro cruzando los dedos mentalmente.

Al recibir su respuesta, Dan se mostró mucho más animado de lo normal y recuperó un poco de la energía perdida durante la batalla.

–Lo sabía, mamá y yo tuvimos un presentimiento cuando la vimos en la vitrina. Algo me decía que era la chaqueta perfecta para ti. Y pensar que Drago decía que no te quedaría bien –. Dijo Dan orgulloso de su elección.

–Y aún lo creo –. Comentó Drago con diversión.

–Yo también –. Respaldó Marduk con una sonrisa divertida.

–Creo que todos lo apoyamos –. Concluyó Leónidas con diversión al ver la mejor cara de falso agrado de su compañero.

Ninguno pudo contener la risa al ver la reacción ligeramente ofendida de Dan y como éste no era capaz de ver la mentira a través de las expresiones de su amigo pelinegro.

–Solo tienen envidia. No les hagas caso, Nick, te ves bien. Solo espera a que Elisa te vea con esa chaqueta, verán que ella me dará la razón –. Se defendió Dan con dignidad ante las burlas de los chicos.

La verdad, dudaba mucho que a su novia le gustara como se veía con el regalo de Dan sobre sus hombros. Seguramente le preguntaría si es que había dejado de ser el Peleador Darkus del equipo para reemplazar su atributo característico por Subterra, al menos antes de preguntarle si podía respirar correctamente con la prenda puesta.

Una vez más, no tuvo el corazón para decirle la verdad a Dan. Con suerte, un día la chaqueta se rompería y quemaría misteriosamente, y Nick no tendría que volver a usarla nunca más.

Parecía que los chicos estaban a punto de reírse nuevamente de las tonterías del peleador castaño. Sin embargo, el sonido de la puerta de entrada deslizándose con delicadeza una vez más detuvo las carcajadas que amenazaban con emerger de los labios del grupo para obligarlos a mirar instintivamente a la nueva presencia en la habitación.

Sobresaliendo ligeramente delante de la luz de los corredores de las instalaciones del interespacio, Ren Krawler hizo acto de presencia con una sonrisa alegre grabada en sus facciones, un par de dientes puntiagudos resaltando entre sus labios y vestido de la misma manera que la primera vez que lo habían visto en el interior de su gran proyecto.

A los lados del peligris, los demás miembros de los Peleadores Bakugan entraron a la sala, contentos de ver a su amigo despierto e ileso después de su herida al final de la batalla.

–Dan, es bueno ver que ya estás despierto –. Saludó el administrador con una enorme sonrisa mientras se adentraba en la habitación.

–Sí, nos tenías preocupados a todos –. Dijo Julie tomando la delantera del resto del grupo.

Shun e Izumi parecían estar listos para seguir a su amiga hasta la camilla y saludar al líder del grupo, cuando un vendaval en la forma de un muchacho de gran altura y complexión, con alborotados cabellos anaranjados, se abalanzó sobre su amigo de ojos rojos para envolverlo en un gran abrazo de oso con sus enormes extremidades superiores.

Por lo que sabía de parte de sus amigos, Jake Vallory era muchas cosas, pero si había algo que Nick pudiera resaltar del gran deportista era su energía, una que coincidía bien con la de su nuevo mentor y los hacía una buena combinación.

–Dan, el galán, ¿te encuentras bien? Estaba muy preocupado cuando te vi tirado en la arena. No vuelvas a asustarme de esa manera, amiguito –. Dijo Jake a gran velocidad mientras zarandeaba al castaño en sus brazos.

–¡Jake, tranquilízate! –. Pidió el castaño encerrado entre los grandes brazos del jugador de fútbol americano.

El chico Vallory sería una interesante adición al grupo, con solo verlo era posible definirlo como alguien muy real y honesto respecto a sí mismo, un peleador sin secretos que mostraba todo el tiempo su verdadero ser. Y también alguien con muchísima energía que haría el contraste perfecto con los pelinegros del grupo.

Siguiendo al pelinaranja a un ritmo más pausado que el nuevo miembro de los Peleadores, Ren se permitió apoyarse sobre sus brazos a los pies de la camilla en la que se encontraba el Peleador Pyrus.

–Me alegra ver que ya estás mejor, Dan. ¿Necesitas algo? Fue una dura caída, a mí aún me duele un poco la espalda por la mía –. Preguntó el peligris moviéndose un poco, enfatizando su malestar con sus movimientos.

–Descuida, amigo, estoy bien –. Respondió Dan cortésmente con una sonrisa orgullosa –. Jake, ya suéltame. Me estás apretando muy fuerte.

–No puedo evitarlo, Dan, el galán. Nunca vuelvas a asustarme de esa manera –. Pidió el novato alejándose de su mentor con delicadeza.

–Al menos, preséntate con el resto de los chicos. Pensarán que no te he enseñado modales si quiera –. Indicó el castaño mirando a su primer pupilo y a su antiguo enemigo –. Chicos, conozcan formalmente a Jake, el nuevo miembro de los Peleadores Bakugan. Jake, conoce a Nick y Marduk.

El muchacho más grande se inclinó con respeto ante los peleadores más pequeños, haciendo reír un poco a los miembros más antiguos del grupo antes de acercarse a él amistosamente con sus manos extendidas.

–Es todo un placer, Jake. Tengo el presentimiento de que Dan ya te habló de nosotros –. Comenzó el pelinegro estrechando la mano del chico nuevo.

Sin dudar un solo segundo, el pelinaranja comenzó a asentir a gran velocidad con entusiasmo.

–Así es. Dan, el galán me dijo que tú fuiste el primero de los Peleadores en salvar la Tierra. Es todo un honor, amiguito –. Respondió Jake estrechando la mano más pequeña del pelinegro –. También me dijo que tú también tienes de esos Bakugan parlantes como Ingram y Drago.

Al escuchar su llamado, los tres Bakugan Darkus se acercaron a Jake lo suficiente para que éste los pudiera ver con más detalle y con sus ojos completamente fascinados.

–Esos somos nosotros. Es todo un placer conocerte, Jake Vallory. Yo soy Ángel Darkus –. Se presentó Ángel tomando la delantera para flotar frente a frente con el deportista.

Leónidas y Wolfang no tardaron mucho en seguir a la mujer del grupo, flotando a sus lados para que el dragón acorazado pudiera presentarlos como era debido.

–Yo soy Leónidas y este es Wolfang Darkus. También nos han hablado de ti, Jake –. Comenzó Leónidas mirando a los ojos maravillados del jugador, mientras Wolf se acercaba en un intento de olfatearlo.

Si no estuvieran ya tan familiarizados con peleadores repletos de tanta energía, tanto Nick como sus compañeros habrían pensado que los ojos del pelinaranja habrían saltado con asombro al ver a los guerreros que flotaban frente a sus ojos.

– Wow, más Bakugan parlantes. Es increíble, amigo –. Dijo el peleador más grande con ojos llorosos mientras alejaba un poco a Wolf para verlo con más detenimiento –. Y creo que le caigo bien a este, ¿también puede hablar?

–Parece que no. En casi un año que tenemos de conocernos, Wolf no ha hablado ni una sola vez –. Explicó Leónidas acercándose para alejar a la Trampa del deportista –. Es… diferente de los demás Bakugan.

–Pero así lo queremos y no lo cambiaríamos por nada, ¿cierto, Leo? –. Dijo Ángel haciendo su mejor intento por acariciar la cabecita del lobo con sus pequeños brazos.

–Por supuesto –. Respondió Leónidas palmeando con su pequeño brazo el lomo de la Trampa Bakugan.

Hablen solo por ustedes. A mí no me molestaría quitarme de encima a ese perro sarnoso –. Se quejó Vladitor con desagrado.

Vamos, no seas tan malo con él –. Defendió Nick a la pequeña Trampa Bakugan.

Para ti es fácil decirlo, tú no eres al que persigue con esos molestos sonidos para tirarle una pelota que ni siquiera puede recoger –. Se justificó el Bakugan incorpóreo con amargura.

–Deja de quejarte tanto, Vladitor –. Finalizó Leónidas la pequeña discusión con malestar por las palabras de su antiguo némesis hacia el pequeño lobo.

Sabía que no debería estar de acuerdo con eso, ya que era un defensor activo de la Trampa Bakugan que el comandante Elvar le había obsequiado en Nueva Vestroia. Sin embargo, sabía que Vladitor tenía razón, Wolf parecía emular a la perfección el comportamiento de un perro y un lobo por igual, siendo en casa el entorno que la pequeña Trampa había elegido para jugar como un miembro de la primera especie mencionada, arrastrando una vieja pelota anti estrés de su peleador hacia Ángel y Leónidas para que jugaran con él.

Era un comportamiento gracioso y sumamente interesante para Nick al ver a Wolf como la oportunidad perfecta para entender mejor a las Trampas Bakugan y su comportamiento. También era una conducta que Ángel había aprendido a amar bastante rápido, mostrándose feliz de dedicar tiempo al pequeño lobo que tanto la adoraba, empujando esa pelota vieja por el departamento y esperando pacientemente a que Wolf la llevara de vuelta a ella a empujones mientras le ofrecía palabras de aliento.

Leónidas, por otro lado, parecía bastante neutral y no pensaba mucho en los juegos de la pequeña Trampa Bakugan, a no ser que se tratara de la alegría que sentía Ángel al participar en ellos. Caso contrario a Vladitor, que no dudaba en dejar en claro lo absurdas que le parecían esas conductas, más aún cuando el mismo Leónidas se permitía dar un suspiro antes de ceder y acompañar a su pareja en sus esfuerzos por hacer feliz al pequeño lobo, que trataba de lamer a su figura paterna sin éxito cada que éste accedía a jugar con él.

No cabía duda de que los Bakugan en su vida eran un caso único, y uno muy divertido también.

Dejando de lado sus cavilaciones para regresar a la realidad que los rodeaba, Nick pudo ver como Marduk se acercaba al nuevo miembro del equipo, con una expresión pensativa y un poco preocupada en su rostro normalmente tranquilo.

Nick no necesitó de mucho análisis para imaginar a que se debían las expresiones ocultas de angustia de su antiguo némesis. Había pasado años tratando de borrar de su mente la imagen de aquel peleador cruel y salvaje que no quería nada más que el poder y el dominio absoluto de los Bakugan.

–Espero que haya dicho cosas buenas de mí también, Jake –. Comenzó el peliplata alzando su propia mano en señal de saludo.

En un inicio, Nick esperaba que Jake se mostrara un poco más cuidadoso con su trato hacia Marduk, desconfiando de él tras haber escuchado los relatos de Dan sobre su tiempo como enemigo de los Peleadores Bakugan. No obstante, el pelinaranja los sorprendió gratamente a todos al estrechar con la misma emoción la mano del peliplata.

–Me dijo que solías ser uno de los enemigos más poderosos de los Peleadores, pero que cambiaste y ahora eres uno de sus miembros más importantes. También me dijo que eras un hábil peleador y que el único que ha sido capaz de derrotarte fue Nick. Eres increíble, amiguito –. Dijo el peleador más grande sumamente rápido.

Izumi pareció mostrar una expresión de alegría y orgullo por su novio antes de acercarse para darle un abrazo y un beso en la mejilla que lo hizo sonrojar. En cierto modo, era interesante ver a Marduk convertirse en una figura digna de admiración; había pasado tanto tiempo siendo un monstruo a los ojos de la comunidad de peleadores, que hubo un tiempo en el que habría sido impensable que ese mismo individuo comenzara a trabajar por el bienestar y la diversión de aquellos que tanto había perjudicado tiempo atrás.

–Estoy seguro de que podrás salir de aquí en unas horas. Según el personal médico, te salvaste de heridas graves y solo te llevaste unos cuantos rasguños –. Explicó Marucho alegre.

–No cabe duda de que esa cabeza dura que tienes te salvó de quedarte más tiempo aquí. Supongo que, a lo mucho, solo te pedirán que vengas un par de veces para revisar tus condiciones –. Comentó Izumi abrazando a su novio por la cintura.

Más relajado al escuchar las novedades relacionadas a su condición, Dan se permitió recostarse un poco más abajo de su posición anterior, reposando su espalda en las almohadas mientras cruzaba sus brazos detrás de su cabeza antes de suspirar.

–¿Saben? Vi algo muy extraño mientras dormía –. Platicó Dan reacomodándose en el delgado colchón.

–Imagino que tuvo algo que ver con Bakugan –. Se atrevió a adivinar Izumi –. Contigo no hay muchas más opciones.

–Sí, así es. Se enfrentaban en una guerra y se sentía muy real –. Comentó el castaño sobando su frente –. Había una especie de dragón Darkus guiando un ataque, tenía alas negras y verdes, con dos cuernos en la cabeza y parecía guiar una flota de naves extrañas. Sé que puede sonar a locura, pero no creo que haya sido solo un sueño.

Nueva Vestroia fue lo primero que vino a la mente de Nick, era el único lugar poblado por los suficientes Bakugan como para llevar a cabo una guerra. Sin embargo, no tendría sentido, se habían asegurado de que todo estuviera en orden en el planeta antes de dejarlo nuevamente. Además, un conflicto de esa magnitud debería ser imposible bajo la constante supervisión de Skyress y todos los Bakugan que los habían acompañado durante la guerra contra Zenoheld.

–No tiene sentido –. Dijo Shun pensativo.

–¿Estás seguro de que no fue solo un sueño? –. Cuestionó Ingram saltando al hombro de su peleador.

–Se los juro, amigos. Lo sentí demasiado real como para que fuera solo un sueño –. Respondió el Peleador Pyrus con un asentimiento.

Existían distintas posibilidades capaces de dar una posible explicación al fenómeno que Dan había experimentado durante su tiempo inconsciente. No obstante, Nick no se detuvo mucho tiempo a pensar en cada una de ellas, pues su mirada se desvió lo suficiente para ver mediante al rabillo del ojo la mirada perdida de Ren.

Por algún motivo, aunque los ojos felinos del administrador del interespacio no abandonaban a Dan, sus pensamientos parecían estar completamente distantes de lo que hablaban en la enfermería. Parecía estar ausente, y eso no le gustaba en lo absoluto.

–Ren, ¿sabes algo que nos pueda ser útil para tratar de darle sentido a las visiones de Dan? –. Preguntó Nick con escepticismo.

El peligris no tardó en devolverle la mirada con una expresión tan neutral como la suya. Era un trato bastante común entre ellos, Nick no se sentía cómodo en compañía de Ren y éste lo sabía, pues el pelinegro no hacía ningún esfuerzo por ocultar su malestar con él, tratando al administrador únicamente con la apropiada cortesía que se esperaba de él y viceversa.

–Creo que sí, pero necesito arreglar unas cosas antes. Reunámonos en la sala de juntas en la tarde, les diré todo lo que sé y creo que las visiones de Dan tendrán más sentido –. Respondió el peligris regresando a la puerta que le había dado acceso a la enfermería.

–Ren, ¿de qué estás hablando? –. Preguntó Marucho confundido.

–Les explicaré todo después, es solo que preferiría hacerlo en un sitio más seguro –. Respondió el administrador antes de salir de la habitación.

Nick nunca había sentido gran aprecio por los secretos y mucho menos por las mentiras, tenía la necesidad de averiguar todo lo que pudiera para sentirse más tranquilo en cada situación. Por desgracia para él, Ren Krawler era todo eso y mucho más, parecía ocultar cosas, pero ni Dan ni Marucho podían verlo como él.

Sus amigos eran entrañablemente confiados, siendo esa la cualidad que les había permitido aceptar a Keith Fermin en el equipo con tanta facilidad, a pesar de lo que había hecho durante su tiempo como Spectra Phantom. Sin embargo, el antiguo enmascarado nunca había ocultado sus intenciones, siempre había sido sincero respecto a ellas, ya fuera como amigo o enemigo.

Ren Krawler no era nada de eso, había llegado a sus vidas con una máscara de amabilidad y cooperación, ganándose rápidamente la confianza de Dan y Marucho, junto con el beneficio de la duda de todos los demás. Pero Nick no creía en él, no podía hacerlo, no podía sacarse de la cabeza el hecho de que este sujeto le daba mala espina, aunque no supiera por qué.

Tranquilízate, humano –. Calmó Vladitor al peleador.

No supo en que momento su mano comenzó a temblar con fastidio y nervios a la vez, pero sí sabía el por qué de ello.


Interespacio Bakugan, Sala de Juntas

3 horas después

Había tomado menos tiempo del que habían pensado originalmente, Dan había salido de la enfermería en un tiempo récord para cualquier peleador que haya tenido que visitar dicho sector de las instalaciones, por lo que sin dudarlo ni un solo segundo se dirigieron al destino que Ren había acordado para tener su próxima reunión.

Fue cuando entraron en la sala de juntas de los Peleadores Bakugan, que vieron a Ren sentado en la cabecera de la mesa con las manos tapando la parte inferior de su rostro, dejando ver únicamente sus ojos pensativos fijos en la pantalla holográfica en la mesa, aquella que habían creado para agilizar las reuniones del equipo.

No les tomó mucho tiempo tomar un asiento para comenzar con el interrogatorio que tenían preparado para el peligris, buscando respuestas a todas las incógnitas que sus vagas declaraciones habían dejado firmemente puestas en la mente de todos. Mientras los Bakugan asumían un lugar frente a sus respectivos peleadores sobre la mesa.

El ambiente era tenso y pesado, contrario a la comodidad que habían compartido en la enfermería y, a pesar del espacio mayor que tenían disponible en su sala exclusiva, no podía evitar sentirse en una pequeña caja decorada con tecnología en la que el sujeto en la zona más llamativa de la mesa había puesto sus manos con el permiso del mismo jefe del interespacio.

La sola idea lo preocupaba.

–Bueno, creo que ya podemos comenzar –. Dijo Marucho intranquilo ante lo que le pudiera decir su amigo.

El pequeño peleador seguía siendo un niño a pesar de todas sus vivencias, eso Nick lo tenía muy claro y se enorgullecía de su pequeño amigo al ser capaz de conservar su inocencia y la virtud de un infante, impidiendo que el peso de la guerra lo marcara frente a sus dificultades.

No obstante, era esa misma característica la que le impedía afrontar la situación con el trato duro que debía aplicarse con el administrador.

–¿Qué es lo que quieres decirnos, Ren? –. Cuestionó Nick desde su propio asiento.

–Antes de comenzar, debo decir que creo que tienes razón, Dan –. Empezó el peligris mirando al susodicho –. Yo tampoco pienso que tus sueños sean solo eso, tienen un significado mucho mayor.

–¿De verdad? –. Dijo el peleador de ojos rojos.

–Sí, te lo prometo. Esto no es coincidencia.

Asumiendo la delantera de este improvisado interrogatorio para tratar de obtener más respuestas por parte del administrador, Nick se recargó un poco más adelante sosteniendo su barbilla entre sus dedos.

–¿Y cómo estás tan seguro de eso? –. Preguntó Nick con escepticismo.

–Lo sé, porque yo también lo he visto –. Respondió Krawler sin tapujos.

–¿Tú también has tenido ese tipo de visiones? –. Cuestionó Marduk con los brazos cruzados.

Como esperaba y temía, Ren no tardó en negar la pregunta del peliplata con un suspiro antes de volver a recostarse en su silla con una expresión de agotamiento.

–No, pero he visto lo mismo que Dan con mis propios ojos.

–¿Cómo es eso posible? –. Preguntó Marucho confundido.

–Verán, chicos, yo no soy de este planeta –. Confesó Ren con seriedad.

La reacción del grupo ante tal confesión no se hizo esperar.

–¿¡Un extraterrestre!?

–¿¡Lo dices en serio!?

Para los demás, la sorpresa era palpable. La mandíbula de Jake cayó al entender el significado de las palabras del peligris, Dan y Marucho abrieron los ojos sorprendidos antes de exclamar su asombro, Julie e Izumi comenzaron a inspeccionar a Ren en busca de todos los rasgos alienígenas que pudieran notar más allá de sus extraños ojos, mientras que Shun y Marduk mantuvieron la mirada fija en el administrador, atentos a lo que pudiera suceder a continuación.

Todos se veían notablemente sorprendidos, excepto Nick, que comenzaba a armar el rompecabezas que Ren Krawler había dejado con el pasar de los meses desde su llegada, tratando de responder las preguntas que asaltaban su mente y dando sentido a todas las cuestiones que se había planteado.

Claro, tenía sentido, más aún considerando que los Peleadores Bakugan tenían el orgullo de ser los primeros en convivir y fraternizar con una raza alienígena avanzada como lo eran sus amigos vestals. La existencia de más especies extraterrestres no era nada alocada y servía para seguir demostrando que la humanidad estaba muy lejos de encontrarse sola en el universo.

–Siento haberles escondido la verdad. Lo entenderé si están molestos, pero ahora tenemos asuntos más importantes que atender –. Dijo el peligris con las manos entrelazadas una vez más.

Tenía miles de preguntas, Leónidas y Vladitor lo ayudaban a repasarlas todas en su mente a gran velocidad para no perderse ni una sola de las respuestas que llevaba buscando desde hacía semanas.

–Continúa –. Incentivó Nick con la mirada fija en el peligris.

–Te escuchamos –. Respaldó Shun a su pupilo con los brazos cruzados.

Aparentemente, sintiéndose un poco más cómodo frente a los demás miembros del grupo, Ren se apoyó sobre la mesa una vez más para comenzar con su explicación.

–Vengo de un planeta en otra dimensión, la llamamos Gundalia –. Comenzó el peligris con la mirada perdida en la mesa –. Somos parecidos a los humanos en la Tierra. Vivíamos en paz con nuestros Bakugan. Pero un día, una raza hostil conocida como "neathianos" invadió nuestro planeta con sus propios Bakugan.

La sala se quedó en silencio una vez más, analizando detenidamente lo que conllevaban las palabras de Ren: una nueva guerra. Después de todo lo que habían sufrido contra Zenoheld y sus Vexos, había llegado la hora de enfrentar un nuevo conflicto en el que se debatía el destino de otro planeta y de una nueva especie.

–¿Y crees que las visiones de Dan tienen relación con tu mundo? –. Cuestionó Marduk con escepticismo.

–Así es, todo lo que describió Dan encaja con lo que hemos vivido en Gundalia –. Asintió el peleador de ojos felinos a la pregunta –. La explosión de la batalla de mi Linehalt contra Drago debió haber causado una especie de distorsión, una que permitió a la mente de Dan viajar en estado inconsciente.

No tenía sentido, una explosión provocada por una batalla no debería ser capaz de influir de esa forma en la mente de un peleador. No tenía ningún tipo de lógica, pero Krawler parecía convencido de su teoría, sin importarle mucho que tan alocada pudiera sonar en voz alta o en sus mismos pensamientos.

No obstante, Nick no tuvo oportunidad de objetar cuando Drago saltó al hombro de su compañero para tomar la palabra rápidamente.

–Entonces, la leyenda es cierta. Recuerdo haber escuchado la historia cuando era pequeño, pero creí que solo eran fábulas –. Comentó el dragón rojo pensativo –. Hace mucho tiempo, cuando el núcleo de Vestroia se dividió y se convirtió en el mundo de los seis atributos, la enorme energía creada debió llevar a otros Bakugan a otras dimensiones.

Bakugan esparcidos por el universo, sin duda era un concepto interesante y uno por el que Dan estaría sumamente emocionado una vez que entendiera a profundidad lo que todo esto conllevaba, en la forma de todo tipo de oponentes a lo largo y ancho del universo. Sin embargo, también significaba un gran peligro, pues sería imposible que muchos Bakugan no cayeran en manos codiciosas como las de los tiranos que ya habían vencido en el pasado.

Esto abría la puerta a todo tipo de posibilidades emocionantes y atemorizantes en igual medida.

–Aunque toda esta historia fuera cierta, no has explicado tus motivos para estar en la Tierra –. Recordó Jake al peligris.

–Los Bakugan neathianos fueron criados como soldados desde que nacieron. Los Bakugan en Gundalia fueron criados en un ambiente de paz, por esa razón no tenemos habilidades de pelea para vencerlos en batalla –. Explicó Ren con calma a la excelente cuestión planteada por el deportista –. Nuestra existencia en paz ha sido amenazada por los neathianos y nuestra libertad está en juego. Yo también escuché leyendas, pero al revés, sobre Bakugan en otros mundos y los poderosos Peleadores Bakugan.

Dan, Marucho y Jake se notaron pensativos, sabiendo lo que vendría ahora, pero sin saber cómo poner el tema sobre la mesa para ir al grano de todo este asunto.

Ahora, Nick se sentía como todo un idiota, por no haber averiguado más de este sujeto tras su llegada, limitándose a quedarse con preguntas que no lograba responder.

–Y entonces ahora imagino que quieres nuestra ayuda, pero ¿por qué deberíamos creerte? –. Cortó Shun sin tapujos por el administrador del interespacio.

Al ver que su palabra era puesta en duda, Ren pareció soltar un poco de su temperamento oculto, parándose rápidamente de su silla para ver a Shun con enojo en sus ojos felinos. Por desgracia para el moreno, y tal como Nick ya imaginaba que respondería el ojimiel, éste no se inmutó y le devolvió la mirada desafiante al administrador.

–¡Tal vez quieran ver las ciudades en mi planeta que han quedado en ruinas! ¡O tal vez les muestro las criaturas neathianas que se han infiltrado en el Interespacio Bakugan! –. Exclamó Krawler con enfado, llamando la atención de los demás Peleadores.

–¿"Criaturas"? ¿Cómo agentes secretos? ¿Qué es lo quieren? –. Preguntó Dan alterado, saltando de su silla con la misma energía que su amigo peligris.

–Lo mismo que yo hago: tratar de reclutar a los Peleadores para poder terminar a los enemigos de una vez por todas –. Respondió el moreno con fuerza en su tono.

–¡El interespacio no es para la guerra! –. Declaró Marucho con molestia.

Infiltrados, en su propio hogar. La sola idea era peligrosa y hacía que el pulso de Nick temblara con preocupación ante el pensamiento de haber permitido que una raza hostil pasara por debajo de sus narices de tal manera que no los había notado de ninguna manera.

Si estos neathianos eran capaces de una infiltración tan perfecta, no debían ser subestimados como enemigos. Solo podía imaginar lo que podrían hacer si decidieran infiltrarse en círculos más cerrados y peligrosos que el proyecto de vida de un par de jóvenes soñadores.

–Lo entiendo, nosotros jamás pedimos ser atacados. Y queremos que esta guerra termine lo más pronto posible –. Respondió Ren con aparente pesar en su voz –. Por eso vine con ustedes, Peleadores. Por favor, ¿me van a ayudar?

Su tono parecía ser sincero y en él se reflejaba la desesperación y el miedo que solo alguien en peligro de perder su mundo y todo lo que amaba podía transmitir. Claramente, todos sus amigos pensaban de esa manera al pensar en lo que estos neathianos estaban haciendo a esta pobre especie inocente de su nuevo amigo.

Idiotas –. Bufó Vladitor con desagrado.

Aún guarda secretos –. Comentó Leónidas a través de sus mentes conectadas.

Tomando la delantera una vez más de la situación, Dan soltó un fuerte gruñido antes de retomar la palabra con ira.

–¡Estoy harto de que usen a los Bakugan con fines malignos!

–Sí, podemos evitar que los neathitontos se salgan con la suya –. Respaldó Jake a su amigo castaño.

–Se infiltraron en el Interespacio Bakugan, que tenía finalidades pacíficas. Van a pagar por eso –. Continuó Marucho con determinación.

–Debemos proteger a los chicos del interespacio. Cuenta con mi apoyo para eso –. Aceptó Shun con los brazos cruzados.

Sin más que agregar explicar, la mitad del grupo ya había declarado su apoyo al "gundaliano" que tenían delante, jurando ayudar a proteger una especie inocente y liberar a los Bakugan de otra dimensión sin importar lo que costara. Era admirable, pero aún había preguntas por hacer y Nick no se daría el lujo de dejarlas al aire solo porque sus amigos ya habían decidido que hacer desde este punto.

Como esperaba, Marduk e Izumi se quedaron con los brazos cruzados y con expresiones escépticas en sus rostros, mientras Julie lo miraba en silencio, buscando la opinión de la segunda mente más brillante en la sala antes de emitir un juicio.

–Chicos, ¿qué pasa? –. Cuestionó Dan confundido al ver al resto del equipo tan estoico respecto a la nueva situación.

–¿Sucede algo? –. Preguntó Ren con seriedad.

A pesar de todo su discurso, de toda su propaganda, se seguía haciendo el tonto respecto a todos los espacios en blanco que dejaba su historia.

–Sucede que no nos has dado motivos verdaderos para creer en tu palabra, Ren –. Explicó Nick sin preámbulos.

Tal y cómo esperaba, su respuesta no hizo más que disgustar a los miembros más enérgicos de los Peleadores, que lo miraron con una mezcla de incredulidad por su disposición a no creer en las palabras de Ren.

–Por favor, Nick. ¿Ya vas a empezar? –. Dijo Dan con pereza por la desconfianza de su primer pupilo.

–Si es necesario, sí –. Respondió el pelinegro con convicción.

–Ren, hasta el momento no nos has dado ningún motivo válido para creerte. Por lo poco que sabemos, eres un desconocido para nosotros realmente –. Dijo Leónidas respaldando a su compañero.

Presa del enfado y la indignación, Ren se acercó con rabia al pelinegro más joven de la forma más intimidante que su complexión delgada le permitió adquirir frente al aprendiz de ninja.

–¡Tienen que estar jugando! ¡Desde que llegué no he hecho más que hacer todo lo posible para que el Interespacio Bakugan pueda abrir sus puertas a todo el público! ¡Gracias a mí resolvieron el problema de la cantidad de Bakugan en el sistema! ¡Fue gracias a mi ayuda que pudieron abrir este lugar mucho antes de lo que tenían previsto! ¡He hecho todo lo que está en mi poder para apoyarlos con este proyecto! –. Recordó el peligris en voz alta, acercándose a un tranquilo Nick que lo veía con ojos inexpresivos –. ¿¡Y aun así tienes el descaro de dudar de mí, Nicholas!?

–Sí –. Respondió el susodicho a secas.

A su vez que el gundaliano se acercaba, Nick siguió devolviendo la penetrante mirada de lince con el abismo que eran sus propios orbes oscuros.

Trataba de intimidarlo, trataba de echarle en cara todos sus esfuerzos y ahora se atrevía a llamarlo por su nombre completo. De no haber sido porque se preocupaba por lo que sus amigos pensaran de él, ya habría callado a esta víbora como tanto lo llevaba pidiendo desde hace tiempo.

Quería destrozarlo y si lo que decía Ren sobre una sociedad pacífica en Gundalia era cierta, entonces sabía que tenía el poder para hacerlo. No obstante, Nick sabía bien que ese no sería un curso de acción inteligente frente a un problema que debía resolverse de forma tranquila.

En su lugar, decidió mantener la calma y seguir con la discusión de la forma más civilizada que le fuera posible.

–No podemos confiar en ti, Ren –. Declaró Nick levantándose de su asiento para estar al mismo nivel del gundaliano.

–¿Cómo te atreves…? –. Trató de comenzar el peleador extraterrestre claramente ofendido, pero sus palabras no tardaron en ser cortadas rápidamente por el Peleador Darkus.

–Estás con nosotros desde hace seis meses. Tuviste todo ese tiempo para decirnos la verdad, pudiste hacerlo el día en que llegaste directamente. Pero elegiste mentirnos, nos dijiste que solo querías un trabajo, figurar en la historia –. Recordó Nick al pelinegro acercándose lo suficiente para dejar en claro que no se sentía intimidado en lo más mínimo.

–Joven Krawler, hasta usted tiene que reconocer que el Maestro Nick tiene razón. Un día de sinceridad no compensa meses de mentiras y secretos –. Respaldó Ángel a su compañero saltando a su hombro.

–No tenemos idea de quién eres realmente, Krawler. Lo único que sabemos de ti con certeza es que eres un mentiroso, uno que no ha hecho más que fingir desde el día en que llegó –. Escupió Leónidas con desagrado.

Por supuesto, Leónidas sabía mejor que nadie lo que era fingir ser algo que no eres realmente. Él mismo lo había hecho tras su llegada a la Tierra y lo habría hecho por más tiempo de no ser por la llegada de Vladitor. Eran esas experiencias en su memoria lo que le había permitido ver lo desagradable que era la falsedad y lo mucho que la odiaba cuando la usaban con su familia.

Al lado de ambos Bakugan Darkus, Wolfang gruñía en advertencia a la cercanía cada vez mayor entre su peleador y la víbora que les había mentido a la cara durante seis meses.

–¡Chicos, ya basta! ¡Es suficiente! –. Exclamó Marucho con enfado por el trato al administrador.

–No, Marucho, queremos saber con exactitud que motivos tendría para mentirnos por tanto tiempo. Le dieron acceso a nuestro hogar, a nuestro proyecto y a nuestra familia. ¿Qué fue lo que obtuvimos a cambio de eso? Mentira tras mentira. No tenemos nada que nos diga que eres diferente a esos neathianos, Krawler –. Remarcó el pelinegro más joven de la habitación con frialdad.

Con la ira reflejada en sus ojos de lince, Ren se mantuvo estático en su lugar, evitando perder terreno frente a la figura del aprendiz de ninja y sus Bakugan detrás de él, mientras el resto de sus amigos escépticos se mantenían al margen, evitando verse comprometidos en una posible confrontación entre los peleadores del atributo de la oscuridad.

–¿Crees que no estamos conscientes de la capacidad humana para destruir? ¿Para arremeter contra aquello que no entienden? No puedes ver la historia de tu mundo y esperar que confiara en ustedes desde el inicio, Nicholas. Antes de decirles la verdad, tenía que saber que eran de fiar –. Se justificó el peligris con firmeza.

–¿Y te tomó seis meses hacerlo? –. Cuestionó Nick con una sonrisa sarcástica en sus labios –. Debes ser terrible en tu trabajo si te tomó medio año averiguar si nos querías como aliados o no.

–Chicos, por favor, tienen que calmarse –. Pidió Julie tratando de evitar una pelea a golpes entre ambos luchadores.

–Es cierto, pelear no nos llevará a nada –. Respaldó Gorem a su compañera desde su hombro.

La discusión se hacía cada vez más intensa, ambos peleadores competían por el dominio con sus presencias fuertes y cada vez más exigentes por la razón y el apoyo de los demás. Habrían seguido más tiempo con su confrontación de no ser por el fuerte resplandor rojo que bañó la sala y los obligó a dejar de lado su discusión.

–¿Qué es eso? –. Preguntó Julie con curiosidad.

–Es la alarma para actividad neathiana. La conecté al sistema hace dos días para evitar que nuestros enemigos nos tomaran por sorpresa –. Explicó Ren mirando los alrededores.

–Perfecto, ahora también instalas programas en nuestro sistema sin nuestro consentimiento –. Se quejó Nick con enfado.

–Nick, dejemos esto para otro momento. Ahora mismo, tenemos que enfocarnos en lo que está ocurriendo en el Interespacio Bakugan –. Cortó Shun a su pupilo para detener la discusión que había creado con Ren.

En ese momento, la pantalla holográfica emitió tres imágenes para todos los presentes, en las cuales se resaltaba a dos peculiares individuos y sus perfiles dentro del interespacio en las primeras dos proyecciones, al mismo tiempo que la tercera mostraba a esos mismos sujetos acercarse a un par de chicos en el lobby del programa virtual.

El primero de los sujetos era un hombre de cabello rubio elevado en dos puntas, ojos verdes, piel blanca y dientes afilados en una cabeza grande que coronaba la gran complexión del sujeto, muy similar a la de Jake. Vestía con una chaqueta de cuero roja, botas marrones y pantalones azules.

Su compañera, por otro lado, era una mujer más baja, su cabello era azul y lo tenía atado en un bollo en la parte más alta de su cabeza, pero dejando dos mechones enmarcando su rostro delgado, decorado con un par de lentes sobre sus ojos azules y su pequeña nariz. Vestía de una forma mucho más formal y elegante que su compañero, usando un conjunto celeste y azul oscuro con tintes marrones sobre un par de alargadas botas grises que subían más allá de sus rodillas.

Eran de apariencia fácilmente reconocible, especialmente el hombre de chaqueta roja, era demasiado grande y llamativo como para intentar pasar desapercibido. Sin embargo, había algo en ellos que llamaba especialmente la atención del Peleador Darkus: la forma de sus ojos. Si bien los colores eran distintos, la forma felina que se posaba en el centro de sus pupilas era demasiado delgada, tanto como los orbes de un felino.

–¿Quiénes son ellos? –. Preguntó Drago mirando las imágenes, interrumpiendo las cavilaciones de Nick.

–Son los primeros neathianos que he podido encontrar hasta el momento: Syd Arcale y Lena Isis –. Respondió Ren acercando las imágenes para que todos pudieran verlas a detalle –. Por lo que he investigado, su modo de operar parece ser sencillo.

–¿De qué trata? –. Cuestionó Marduk con curiosidad.

–Desafían a los prospectos que tengan para formar parte de su ejército y una vez que la batalla termina, los chicos desafiados desaparecen del interespacio. Según he visto regresan bastante rápido aquí, pero nunca se registran nuevamente después de salir, no regresan aquí. De este modo, cubren la desaparición y evitan que nos demos cuenta –. Explicó el administrador mirando con atención a los intrusos en la pantalla.

–Y cómo no rastreamos a quienes entran o salen al interespacio, no tenemos forma de saber si desaparecen o no –. Completó Marucho por su amigo.

–Una forma retorcida de cazar talentos –. Comentó Izumi mirando las pantallas con nerviosismo.

–Exacto. Tenemos que detenerlos ahora mismo –. Dijo Ren programando el teletransportador para todos.

No obstante, todos se vieron notablemente sorprendidos cuando Nick se alejó en dirección a la puerta de salida con sus compañeros detrás de él. Los pasos del pelinegro eran fuertes, las duras pisadas de sus botas oscuras castigaban el suelo con cada pisada durante su avance.

Todos vieron desconcertados como Nick le daba la espalda a los neathianos para salir de la habitación a paso veloz.

–Amigo, ¿qué estás haciendo? –. Preguntó Dan a su primer pupilo al verlo alejarse.

–Si todo lo que nos dice este tipo es cierto, entonces se han producido numerosas desapariciones en la ciudad. Voy a cotejar la lista de todos los ingresos más recientes al interespacio con la lista de todos los peleadores que no han regresado aquí en los últimos días –. Informó el pelinegro abriendo la puerta de acceso.

–¿Qué esperas encontrar exactamente, amiguito? –. Cuestionó Jake con curiosidad.

–Cualquier cosa que nos ayude a detener a estos neathianos. Si lográramos dar con una especie de patrón en sus movimientos, podríamos predecir quienes serán los próximos objetivos y evitar que lleguen a ellos o usarlos para tenderles una emboscada –. Respondió Nick dirigiendo su atención a los chicos una vez más antes de salir –. Ustedes eviten que se lleven a esos niños, yo me encargaré de la investigación.

Finalmente, la figura del Peleador Darkus y sus Bakugan comenzó a perderse entre las sombras mientras abandonaba la sala con una expresión seria oculta entre la oscuridad que lo engullía.

Nick amaba a su familia más que a nada en el mundo, pero no podía soportar la idea de que gran parte de ellos estuvieran tan dispuestos a creer los primeros disparates que les decían sin una investigación previa de los hechos.

Podía excusar a Shun con el pretexto de anteponer la seguridad de los peleadores del interespacio a las dudas que tuviera sobre Ren, pero sabía que Dan, Marucho y Jake creían genuinamente en lo que la serpiente decía hasta el punto de defenderlo.

Lo aliviaba un poco saber que Marduk, Izumi y Julie lo entendían y no se lanzarían tan pronto a apoyar al sujeto que les había mentido en la cara. Era el único consuelo que le quedaba ante el desagradable apego que sentían sus amigos por Ren. Especialmente Marucho, no sabía con exactitud qué era lo que había provocado tan nefasto lazo entre el pequeño rubio y el gundaliano, pero se hacía una idea del momento en que había comenzado.

A veces, Nick deseaba no haberse mudado de la casa de Marucho en busca de un apartamento propio en el que estaría cerca de sus padres y su nueva residencia en la ciudad. Si hubiera estado ahí para su pequeño amigo cuando más lo necesitaba, esa maldita cercanía no habría adquirido tanta fuerza en la vida de Marucho.

Odiaba la idea de haberle fallado a uno de sus amigos, pero aún no era tarde. No, aún tenía oportunidad de evitar que el problema fuera a mayores y evitar que alguien más saliera herido de toda esta situación.

Aún no era tarde, aún no.

–Tenías razón, Nick. Krawler nos ocultaba mucho más de lo que creímos en un inicio –. Comentó Leónidas mientras avanzaban.

–Lo sé, sabíamos que algo estaba muy mal desde el momento en que vimos que no tenía ningún antecedente ni registros sobre su vida –. Dijo Nick ocultando sus manos enguantadas en los bolsillos de su chaqueta –. No debimos escuchar a Marucho, debimos seguir adelante sin importar lo que él nos dijera.

–¿Qué hacemos ahora, Maestro Nick? –. Preguntó Ángel flotando con Wolf a su lado.

–Justo lo que dije: trataremos de hallar algo que nos ayude contra los neathianos.

–¿Cree que deberíamos contactar a la señorita Valiant y a los demás en Vestal para que nos ayuden? –. Preguntó la Bakugan Darkus a su compañero compartido con su pareja.

–No creo que sea buena idea, cielo. Por ahora, este es un problema del Interespacio Bakugan y es mejor mantenerlo así. Ren no sabe cómo contactar a los vestals y nunca le harían caso a un completo desconocido –. Argumentó Leónidas a su pareja –. Además, podría ser peligroso advertir a los neathianos de la presencia de otro ejército. Si se enteran de la existencia de los vestals, estaríamos metiendo a nuestros amigos en una guerra que no es suya.

–Es cierto, Ángel. Trataremos de encargarnos de esto por nuestra cuenta, aún no hay razones de fuerza mayor para alterar la paz de nuestros amigos vestals –. Explicó el pelinegro acogiendo a sus compañeros en sus manos.

–¿Y qué haremos cuando llegue la hora de enfrentar a estos neathianos? Podemos sacarlos del interespacio, pero tarde o temprano tendremos que enfrentarlos cara a cara para terminar con esto –. Cuestionó Ángel a su peleador.

–Vamos paso a paso, linda. Por ahora, enfoquémonos en sacar a esos intrusos del Interespacio Bakugan.

No mentía, pero tampoco era completamente sincero consigo mismo. Parte de la razón por la cual se negaba a involucrar a sus amigos vestal en esta nueva batalla era porque la familia Valiant-Fermin ya había sangrado lo suficiente para toda una vida y no merecían verse involucrados en más problemas. No, ellos merecían la felicidad que sus propios monarcas casi habían logrado arrebatarles y Nick no iba a dejar que su nueva vida se arruinara por la guerra de alguien más, especialmente por un mentiroso como Ren Krawler.

No, su preciosa Eli se merecía algo mejor y Nick se iba a asegurar de que su dulce novia lo recibiera. No iba a dejar que ninguno de ellos sangrara por culpa de alguien más, no mientras aún pudiera protegerlos.


ALERTA DE SPOILER DE LA TERCERA TEMPORADA (Yo cumplo con avisar :P):

Debo decir que nunca me gustó lo fácil que Ren pudo engañar a los protagonistas en la serie original: llegó, les mintió y le creyeron sin cuestionarse nada, por lo que decidí darles una opinión más dividida entre los que creían en las palabras de Ren y los que apoyarían a Nick en este asunto.

Sí, ya sé. Por este tipo de cosas luego comienzan las Civil Wars.

#TeamRen o #TeamNick

Elijan bando y digan quien ganaría XDD

Yo le apuesto todo a este palito = |