CAPÍTULO 5:

VERDAD

La Tierra, Japón

Hace 3 días

A lo largo de su corta vida, Nick había visto muchas cosas que las personas normales no deberían presenciar nunca. Numerosos recuerdos de guerras libradas por bandos egoístas o inconscientes abarcaban su mente, batallas libradas por monstruos gigantes que no buscaban más que su libertad y el bienestar de su mundo, todo acontecido en el calor de brutales conflictos que ponían a prueba su fuerza y la de sus amigos, al mismo tiempo que lo obligaban a valorar más y más la vida que se le había dado.

Eran vivencias fuertes y severas para los que muy pocos estarían preparados, para las que muy pocos lograrían sobrevivir. Sin embargo, ninguna imagen había estrujado con tanta fuerza su corazón como la de una madre destrozada por la desaparición de su hija, era algo que nunca había pensado que vería con sus propios ojos. Pero aquí estaba él, tratando de dar con pistas que los ayudaran a detener las desapariciones de los peleadores en el IB.

Según había investigado, Kioko Akiyama era una mujer cálida y alegre frente a la vida. Una de esas personas capaces de sonreírle al mundo sin importar qué le lanzara. No obstante, su carácter alegre y positivo se había desvanecido junto con su hija de la faz de la Tierra.

No sabía mucho de la joven Aiko Akiyama, solo que era una peleadora sobresaliente en las arenas y una miembro frecuente del Interespacio Bakugan, pero solo esa información bastaba para entender el por qué los intrusos la querían reclutar para su guerra.

Los múltiples nombres de peleadores desaparecidos tras su último viaje al IB lo llevó a una gran multitud de hogares, con familias de todo tipo que habían perdido a uno o varios de sus seres queridos tras una desafortunada visita al interespacio.

Esta ya era la décima casa que visitaba en la mañana y aún no había logrado dar con un indicio contundente que lo ayudara a dar con agentes intrusos. Lo único que había logrado averiguar en este tiempo de búsqueda era que varios de los padres y familiares de los chicos desaparecidos querían demandarlos al considerar a la compañía de la familia de Marucho como cómplices de tales actos.

Tenía que agradecer al señor Marukura por evadirles responsabilidades legales, aunque no podía negar que se sentía culpable por haber tenido que dejar tal peso en los hombros del jefe de jefes cuando el IB era en parte su responsabilidad. Lo primero que había hecho al enterarse había sido redactar una carta disculpa al cabecilla de la empresa por dejarle el trabajo pesado de tratar con las autoridades por el campo que ellos manejaban, disculpa que había recitado con modificaciones a todas las familias que había visitado, esperando que la promesa de encontrar a sus seres queridos apaciguara un poco su dolor.

Jamás podría olvidar a los numerosos padres que habían tratado de atacarlo o amenazarlo al escuchar quién era y cual era su trabajo. No podía culparlos, era la reacción natural de cualquiera al conocer en persona a uno de los encargados de evitar este tipo de cosas y ver que había sido incapaz de cumplir con su trabajo. Por desgracia, ese conocimiento no hacía que los golpes de los familiares más jóvenes y temperamentales de los desaparecidos dolieran menos.

Aunque nada lo lastimaba tanto como las expresiones de dolor en los ojos de los padres y los hermanos que, con mucha ira, lo hacían responsable de los crímenes de sus nuevos enemigos o las madres rotas en llanto que le habían suplicado que hallara a sus hijos, que los regresara a casa sanos y salvos.

Al pensar en esos rostros, quebrados por el dolor de la pérdida incipiente, Nick solo podía pensar en como sus ganas de un día formar una familia aminoraban. No quería imaginarse lo que se sentiría encontrarse en una situación así, donde las personas que te importan están desaparecidas y tienes que depositar tu confianza en desconocidos para hallarlas. Era algo que prefería nunca experimentar.

Por suerte, su largo recorrido a través de la ciudad lo había llevado finalmente a la casa de Kioko Akiyama, otra de las madres afligidas por el amargo sabor de la desaparición de su hija.

Leónidas, Ángel y Wolf se mantenían escondidos en uno de los bolsillos de su chaqueta, no querían alterar la nueva concepción popular que las personas ajenas a las batallas tenían sobre los Bakugan y su existencia como seres virtuales desde la creación del IB. No podía decir que estuviera cómodo con eso, se había acostumbrado a que sus compañeros lo respaldaran en todas sus desventuras, ya fueran con el resto del equipo o en solitario, por lo que tratar a solas con las familias de los desaparecidos era especialmente incómodo para él. Nick nunca había sido bueno tratando con las personas en estados de pesar y había hecho gala de su incompetencia en esas circunstancias al ser incapaz de ofrecer un consuelo verdaderamente significativo a todas esas familias heridas.

Sin embargo, parecía haber tenido suerte con la señora Akiyama, al menos, la mujer no le había dado la espalda al entender quien era, ni le había pedido que se largara; era un buen inicio. En lugar de eso, la mujer lo había invitado de forma seca a pasar para discutir lo poco que sabía acerca de la desaparición de su hija. No lo había hecho con la mejor disposición, pero era la mejor reacción que había visto hasta el momento.

–Estás muy tenso, humano –. Señaló Vladitor mentalmente.

–Tiene razón, Nick. Suéltate un poco, pareces un tronco –. Concordó Leónidas asomando su cabecita por la abertura del bolsillo de su compañero.

–Cielo, te va a ver –. Reprochó Ángel entre susurros a su pareja para que se volviera a esconder.

Aun estando oculto en la oscuridad de su pequeño bolsillo, Wolf se permitió ladrar para dejar en claro su presencia en esta discusión.

Adoraba a sus compañeros con locura, eran sus amigos más cercanos en todos los sentidos. Sin embargo, era molesto cuando asumían el rol de consejeros, incluso Wolf, que no parecía entender si quiera los asuntos de los que hablaban, tratando de expresar algo entre aullidos y ladridos.

–También debiste hacer algo con tu cabello. ¿Acaso nunca has tocado un peine en tu vida, humano? –. Cuestionó Vladitor con un resoplido.

–No hay suficiente gel en el mundo para mantener ese cabello abajo –. Respondió Leónidas con lástima por su compañero.

Cuando se presentaban esos extraños momentos en los que dudaba que Leónidas fuera como el hermano que nunca había tenido, sucedían este tipo de cosas, que le recordaban que su compañero aún era inocente en algunos aspectos de la vida humana, siendo el hablar demasiado por su compañero en este caso.

Aunque no podía negar que ambos Bakugan tenían algo de razón, estaba demasiado tenso. Su espalda estaba completamente recta y no dejaba de jugar con los dedos de sus guantes mientras esperaba que la señora Akiyama regresara con las tazas de té que había mencionado durante la llegada del pelinegro.

Se revolvió con nerviosismo en el sofá de la sala, temiendo que en algún momento la pobre mujer estallara en furia contra él por no haber protegido a su hija, como si él mismo no se estuviera castigando por su estrepitoso fracaso como uno de los líderes del IB. Sus manos sudaban ligeramente debajo de sus guantes y sus brazos picaban un poco, azotaba su pie mientras esperaba a Akiyama, golpeando su talón contra la madera del suelo, cubriendo el sonido de los golpes con la suela de la pantufla que la mujer le había ofrecido.

Nick se sentía un poco expuesto y vulnerable estando en casa ajena sin siquiera contar con la cobertura de sus zapatos. Una costumbre japonesa a la que su abuela americana nunca se había adaptado y se había asegurado de hacer sentir incómodos tanto a su hija como a su nieto de tan solo pensar en seguirla. La sola idea de usar pantuflas en la casa de sus amigos ya le resultaba un poco incómoda, la sensación se amplificaba en el hogar de una completa desconocida.

Aparentemente, aún sin estar conectada a sus pensamientos, Ángel logró sentir la tensión en su compañero.

–Descuide. Le aseguro que todo saldrá bien, Maestro Nick –. Tranquilizó la Bakugan a su compañero, asomándose tímidamente en su bolsillo para asegurarse de no ser vista.

Enternecido por el gesto tan considerado de su compañera, Nick se permitió aventurar con cautela su mano al interior de su abrigo para acariciar con afecto la pequeña cabecita de su compañera con su dedo índice.

–Gracias, linda.

De pronto, el sonido de suaves pasos alertó a los miembros de los Peleadores, recordándoles rápidamente para que estaban ahí y que los pequeños guerreros ocultos en sus bolsillos debían guardar silencio. Ángel no tardó en regresar al interior del bolsillo de su compañero mientras recordaba a todos los demás que guardaran silencio.

Kioko Akiyama era una mujer pequeña, de complexión delgada y que apenas llegaba a ver a Nick a los ojos sin tener que empinarse, su cabello era castaño oscuro y sus ojos del color de la miel parecían brillar debajo de la luz que se filtraba por la ventana, su barbilla era puntiaguda y sus mejillas llenas. Vestía con una camisa blanca que abrazaba su figura sobre una falda color verde limón que cubría desde su cintura hasta poco más arriba del nivel de sus tobillos descubiertos, sus pequeños pies encontraban débilmente protegidos por la suave tela de sus propias pantuflas y en sus manos desnudas llevaba una pequeña bandeja con dos tazas humeantes.

Instintivamente, Nick se levantó del sofá para alcanzar a la mujer mayor y ofrecer su ayuda al recibir la bandeja en sus manos, para llevarla por sí mismo a la mesa bajo la mirada atenta de la señora Akiyama. Podía sentir los ojos de la dama persiguiéndolo en cada acción que realizaba, pero no podía adivinar sus pensamientos. ¿Lo odiaba por su descuido? ¿Lo culpaba por la desaparición de su hija? Al menos tenía una cosa clara: nadie más podría odiarlo con la misma intensidad que el mismo Nick ya lo hacía.

Se torturaba cada segundo que pasaba por todas las desapariciones desde que se enteró de la existencia de los agentes infiltrados y su complot para obtener soldados en su guerra. Sin embargo, sabía que no podía asumir toda la culpa y tanto sus padres como compañeros y amigos se habían asegurado de recordárselo en distintas ocasiones; después de todo, habrían hecho algo con respecto a estos intrusos en el IB si tan solo el administrador hubiera hecho bien su trabajo y dicho algo acerca del peligro en el que estaban.

No obstante, eso no hacía nada para aligerar el peso de la mirada de la señora Akiyama.

–¿Su esposo no está? –. Preguntó Nick para romper el silencio.

Sinceramente, no quería ver a otro padre angustiado y enfurecido. El último con el que había hablado se había encontrado librando una batalla contra su propio temperamento para no saltar sobre Nick y amenazarlo de muerte por no proteger a su hijo. Sin embargo, con algo tenía que comenzar la conversación.

–Temo que tuvo que salir temprano, sigue firme en su decisión de presentar una demanda a las Industrias Marukura –. Respondió la mujer de forma seca.

No era la primera vez que le decían eso y dudaba que fuera la última. Había perdido la esperanza de convencer a las familias y amigos de los desaparecidos de no tomar acciones legales contra ellos después de las primeras tres visitas. Sabía que no tenía sentido intentar debatir con personas devastadas, especialmente si tenían muy buenas razones para tomar acciones legales en su contra.

Nunca dejaría de maldecirse por este gran descuido que les había costado la seguridad de docenas de peleadores. ¿Cómo rayos había sido tan idiota?

Para no provocar a la mujer más de lo que su sola presencia ya debía hacerlo, Nick decidió guardar silencio y regresar a su lugar en el sofá mientras la señora Akiyama se sentaba en el sillón de enfrente con expresión seria y las piernas cruzadas, tomando su taza con cuidado antes de comenzar.

–De acuerdo, ¿qué quiere saber, Takahashi? –. Preguntó la señora sin tapujos.

–Puede llamarme Nick. No es necesario usar mi apellido –. Dijo el adolescente tomando su propia taza.

–No lo conozco de nada más que lo que mi hija decía de usted y sus amigos. Entenderá por qué no llegaremos a tal nivel de confianza –. Respondió la mujer con seriedad.

Sus palabras eran frías, caían sobre Nick como un baldado de agua helada. Normalmente, este tipo de trato sería considerado reprobable al ser tan descortés y cortante con un invitado que solo tenía las mejores intenciones. No obstante, Nick no se atrevió a reprocharla, tenía que recordar que la pérdida de los hijos suele lastimar más a las madres que a cualquier otro miembro de una familia.

Dando un suspiro lleno de resignación y pesar por la pobre mujer, Nick se permitió soplar un poco su té antes de hablar nuevamente.

–Aiko volvió a casa después de su último encuentro en el Interespacio Bakugan, estuvo aquí un par de horas y luego volvió a salir. Desapareció después de eso, ¿no es cierto? –. Repasó Nick pidiendo una confirmación por parte de la señora Akiyama.

–Así es –. Asintió la castaña con amargura.

–Significa que usted y su esposo fueron las últimas personas que tuvieron contacto con ella –. Simplificó el pelinegro con el tono más tranquilo que pudo.

–¿Acaso insinúa algo, joven? ¿Cree que yo podría hacerle daño a mi propia hija? –. Cuestionó la mujer con tono ofendido –. Creo que no debo recordarle que la única coincidencia entre todos los desaparecidos es que todos ellos estuvieron en su espacio virtual poco antes de esfumarse.

En cierto modo, ya veía venir este tipo de reacción por parte de la señora. Muchos de los padres a los que había tratado de interrogar terminaban con los sujetos cediendo ante su malestar y reaccionando ofendidos contra él. Sin embargo, había algo que molestaba sus pensamientos con más fuerza: si hasta civiles completamente apartados del IB estaban conscientes del patrón en las desapariciones, significaba que Ren había hecho hasta lo imposible para asegurarse de que ninguno de los Peleadores se enterara de lo que estaba sucediendo.

No tenía sentido, ¿por qué buscaría mantenerlos en la oscuridad de todo esto? Algo andaba mal, si el gundaliano en verdad quisiera ayuda, no habría mantenido el secreto por tanto tiempo. Otra razón para no confiar en él. Si tanto quería la ayuda de los Peleadores Bakugan, ¿por qué rayos buscaba que ninguno de ellos se enterara de lo que estaba sucediendo? ¿Por qué dejaría que humanos inocentes fueran secuestrados?

–No la estoy acusando de nada, señora. En Industrias Marukura estamos haciendo todo lo posible para dar con la ubicación de los desaparecidos, por eso estoy aquí –. Respondió el adolescente con calma.

–¿Acaso ahora son policías? –. Preguntó Akiyama con incredulidad –. Entenderá por qué me cuesta creer que los principales sospechosos de las desapariciones envíen a uno de sus trabajadores para hacer un trabajo que no les corresponde.

Otra cosa que tenía que agradecer al padre de Marucho. Por lo que el hombre le había dicho después de haber entablado contacto con él, se habían propuesto a cerrar temporalmente el Interespacio Bakugan para realizar una investigación más profunda. Sin embargo, gracias a prácticas no tan honestas, había sido posible evitarlo y mantener a la policía lejos de Marucho y de todos los que trabajaran con él.

–Mire, estamos tratando de ayudar a encontrar a su hija y a todos los demás desaparecidos, pero eso es algo que no podemos hacer si no coopera con nosotros –. Respondió Nick dejando su taza de regreso en la bandeja.

–¿Y por qué tardaron tanto? Esto comenzó hace días, ¿por qué esperaron hasta ahora para tomar cartas en todo este asunto? ¿Cómo sé que el rumor no es cierto y no están buscando deshacerse de todas las pruebas que puedan reunir?

Bueno, eso dolió más de lo que habría esperado. Sabía que la imagen de la compañía no era la mejor frente a los padres preocupados por el bienestar de sus hijos. No obstante, no había contemplado la idea de que algunos de ellos los creyeran los responsables directos de las desapariciones. Una cosa era acusarlos de incompetentes y otra muy diferente era acusarlos de secuestradores.

Sintió a Leónidas en su forma de esfera revolverse con molestia en su bolsillo, tratando de salir junto con Wolf en defensa de su compañero, pero la esfera de Ángel bloqueaba el camino para que ni su pareja ni su protegido salieran. No obstante, también pudo sentir en el fondo de su mente el enojo de Leónidas ante las acusaciones y el malestar de Vladitor por la disposición de la mujer a creer rumores que arruinaban su reputación.

Costó un gran esfuerzo calmarlos a ambos para enfocarse en la conversación que sostenía con la señora Akiyama.

–Señora, somos la empresa de tecnología más grande y poderosa del mundo, estamos a la vanguardia de los avances tecnológicos más importantes de nuestro tiempo y tenemos tratos millonarios con distintas entidades en el mundo, además de negocios propios sumamente fructíferos y lucrativos. ¿En verdad cree que seríamos capaces de desechar todos nuestros logros y avances con tal de secuestrar a los mismos chicos que invierten su dinero y tiempo en nuestro trabajo? ¿Qué cree que ganaríamos con hacer algo así? –. Dijo Nick a modo de respuesta con una ceja arriba.

Siendo sincero consigo mismo, nunca se había fijado mucho en el dinero que hacía la compañía del padre de Marucho ni el que ganaba trabajando y peleando en el IB, siempre se había contentado con vivir de lo que le gustaba mientras desarrollaba sus talentos y aportaba dinero a sus padres. Por desgracia, necesitaba dejar en claro su punto lo más pronto posible.

Akiyama se notó arrepentida al instante, su mirada cayó con lástima y sus párpados se mostraron con aparente tristeza sobre sus orbes, que brillaron con el espectro del llanto amenazando con abandonar sus ojos y decorar su rostro marcado por el miedo y la preocupación de que algo malo le pasara a su hija. No quería ser tan duro con la pobre madre desconsolada, pero era el único modo que tenía de dejar en claro su posición y su falta de ánimos para tratar con acusaciones carentes de pruebas tangibles y certeras.

Batallando con su llanto, la mujer se permitió recargar su peso en sus codos, sobre las rodillas, cubriendo su rostro con las palmas de sus manos mientras temblaba notablemente y su largo cabello marrón servía como un velo que tapaba todos los ángulos a través de los cuales se podría ver su rostro.

Débiles sollozos comenzaron a esparcirse por la habitación, yendo al ritmo de las suaves corrientes de viento que agitaban las cortinas. La dama hizo su mejor intento de regresar a la discusión que ella misma había comenzado, pero ya no podía, su atención ahora recaía completamente en el dolor que la debía estar acompañando desde la desaparición de Aiko.

Una parte de Nick quiso ofrecerle un consuelo a la pobre mujer, pero no se atrevía a hacerlo teniendo presente su escasa habilidad para lograr algo así. Siempre había sido bastante incompetente a la hora de ofrecer algún tipo de confort y no quería agravar el llanto de esta pobre mujer. Sin embargo, tampoco podía darse el lujo de quedarse quieto sin hacer nada mientras Akiyama se rompía.

Por lo que había averiguado de esta mujer, era una persona fuerte que se caracterizaba por ser una madre y esposa ejemplar, una roca para su familia ahora incompleta, una que se encontraba rompiéndose frente a él.

Haciendo su mejor intento de un acercamiento empático, Nick se levantó del sofá para acoger entre sus manos la taza de té de la castaña y ofrecérsela de la forma más respetuosa que pudo.

Sorprendida por su conducta, Akiyama se permitió recibir la taza con cautela mientras soplaba suavemente el líquido en su interior. Su rostro, ahora visible, dejaba ver sus orbes irritados por el llanto que había tratado de ocultar hace un momento, ríos de lágrimas descendían por sus mejillas y terminaban colgando en forma de gotas en el borde de su mandíbula, su labio inferior temblaba ligeramente y un pequeño rastro de moco se permitió sobresalir entre sus fosas nasales.

No podía negar que sentía lástima genuina por esta mujer, ya había visto madres destrozadas por la desaparición de sus hijos, pero esta era la primera que no contaba con el apoyo inmediato de más familiares para apaciguar su dolor. No, en este momento, solo lo tenía a él.

Decir que se sintió incómodo ante la idea sería un eufemismo. De hecho, se sentía aterrado y no podía evitar pensar que lo que hiciera podría influir en el caso, ya fuera de forma positiva o negativa.

Normalmente, sería Dan o cualquiera de los otros quienes se encargarían de una situación así. Nick ya no estaba del todo seguro de cómo ser la mano suave y gentil, rara vez lograba hacerlo con éxito. En cierto modo, Elisa había sido la única con la que había logrado un triunfo en ese campo y había tenido que recurrir a desviar la conversación a cualquier otra cosa con tal de no dejarla recordar el peso de sus propias tragedias.

Por desgracia, era una técnica que no podía replicar en este momento. Necesitaba toda la información que pudiera conseguir y parecía que solo con esta pobre madre lograría su cometido.

Palmeando con gentileza el hombre de Akiyama, Nick se decidió a continuar con su interrogatorio, sin despegar su mano del hombro de la pobre mujer rota que trataba de no llorar a su lado.

–Señora Akiyama, lamento todo lo que está pasando, solo puedo imaginar lo que deben estar sintiendo usted y todos los padres que perdieron a un hijo con todo esto. Pero créame cuando le digo que estamos haciendo todo lo posible para hallar a Aiko y a todos los demás –. Trató de consolar Nick a la pobre mujer que soplaba entre lágrimas el té que ella misma había servido –. Pero no podemos hacerlo si no coopera con nosotros, necesito que me ayude o no podré hallar a su hija. Coopere conmigo y le prometo que haremos hasta lo imposible por recuperar a su hija.

Parte de él temía haber cometido un error, que la mujer se cerrara nuevamente ante su insistencia y no lo dejara seguir con el caso. Ya temía haber arruinado una vez más su mejor oportunidad de averiguar algo cuando la fortuna decidió sonreírle finalmente.

–¿Y qué quiere saber? –. Preguntó la castaña tomando un sorbo de su té.

–Todo lo que pueda decirme sobre Aiko cuando volvió del IB. ¿Dijo o hizo algo fuera de lo común al volver a casa? –. Dijo Nick conteniendo la emoción por finalmente tener un progreso en su investigación.

La dama se tomó un momento para responder, su mirada se desvió hacia la ventana, con sus lágrimas aún decorando su rostro cansado y un pequeño hipo saliendo de vez en cuando de su boca.

Viéndola así, se notaba a leguas lo mucho que la castaña debía estar extrañando a su hija, esperando que se encontrara bien sin importar el sitio al que la hubieran arrastrado.

–Cuando volvió a casa, murmuraba palabras que sinceramente no entendía. Traté de preguntarle a mi esposo si comprendía algo de lo que estaba diciendo, pero estaba igual que yo y Aiko no nos decía nada. Parecía distante, como si le hubieran hecho algo al volver, algo que la marcó para siempre –. Explicó la mujer con pesar.

–¿Y qué tipo de palabras eran? –. Cuestionó Nick sosteniendo su barbilla entre sus dedos.

–No lo sé, no las entendíamos. Decía muchas cosas y solo pudimos distinguir una palabra que se repetía. Mi esposo tiene la teoría de que era un nombre o algo parecido –. Respondió la castaña tomando un nuevo sorbo de té.

Sin duda era un hallazgo interesante. Si los desaparecidos repetían constantemente un nombre en las últimas ocasiones en que los vieron, podrían dar con el encargado de llevarlos a la guerra e incluso el medio a través del cual los convencían.

Al repasar cuidadosamente la conducta de todos los peleadores secuestrados de los que tenían conocimiento, parecía ser algún tipo de hipnosis o un caso más complejo y avanzado de control mental. Si lo que decía Ren era cierto y los peleadores volvían temporalmente al interespacio antes de desaparecer nuevamente de la faz de la Tierra, entonces podía asumir que durante el lapso en el que eran forzados a salir del IB, los infiltrados instalaban algún tipo de inhibidor capaz de reprimir todo rastro de libre pensamiento para reemplazarlo con directrices específicas.

–¿Y cuál sería ese nombre? –. Preguntó Nick azotando suavemente su talón contra el suelo de madera una vez más.

–Freidr.

Incapaz de soportar por más tiempo el fantasma de su dolor persistente y la tristeza absoluta que lo acompañaba, Kioko se quebró con pesar una vez más, mientras lloraba a lágrima viva por su hija pérdida. Todo mientras maldecía, amenazaba y suplicaba a toda entidad que conocía para que protegiera a su pequeña, pidiendo a cualquier fuerza superior a ella que brindara seguridad y bienestar a Aiko sin importar donde se encontrara.

Presa de las emociones que esta imagen despertaba en él, Nick juró en el silencio de su propia aflicción que encontraría el modo de terminar con esta catástrofe, con este nuevo conflicto que amenazaba las vidas inocentes y jóvenes soñadores, cuyo único error había sido compartir inocentemente una de sus pasiones con monstruos que no los veían como nada más que un minúsculo sacrificio para los campos de batalla, para las profundas trincheras que devoraban la inocencia de todo aquel al que recibían, para la hecatombe de la guerra que no perdonaba a nadie.

Había permitido que el mal se adentrara en su hogar y amenazara con arruinar la vida de jóvenes peleadores, era un error que no volvería a cometer, que corregiría sin importar el modo. Había fallado una vez, no lo haría otra vez, no mientras aún tuviera fuerza en su cuerpo y determinación en su mente.


Interespacio Bakugan, Accesos Privados

En el presente

No dejaba de darle vueltas a ese nombre.

Freidr.

Había repasado una y otra vez las listas de todos los peleadores ingresados al interespacio y no existía ninguna coincidencia. No sabía quién era, no tenía idea de cómo encontrar al sujeto y cada vez que pensaba en él, su mente se desviaba irremediablemente hacia la pobre Kioko Akiyama. Dudaba que alguna vez fuera capaz de superar la imagen tan deprimente que la señora había dado para él y no podía evitar preguntarse si eso era lo que habían sentido sus padres durante su aventura en Nueva Vestroia. De ser así, pasaría toda su vida tratando de compensarlos por haberlos obligado a experimentar tal pena e incertidumbre.

Había visto de primera mano lo que la desaparición de un hijo podía hacerle a una familia ejemplar y odiaba la idea de haber sido responsable de las lágrimas de su madre y la preocupación de su padre. Si quería evitar que este problema se extendiera más de lo que ya lo había hecho, tenía que encontrar el modo de resolver este rompecabezas y evitar que más vidas inocentes se vieran comprometidas. El único problema era que para lograr dicho propósito tenía que descubrir quién era este tal Freidr.

Había hecho la pregunta varias veces, pero ninguno de los chicos parecía estar mejor que él en su búsqueda de la verdad, Shun y Marduk se habían mostrado interesados en el nombre, pero no tenían idea de a quién podría pertenecer, mientras que Julie e Izumi se habían mostrado legítimamente confundidas, las bases de datos no revelaban nada y no tenía forma de acercarse a Marucho.

Desesperado por una respuesta, Nick había acudido a la única persona que conocía lo suficientemente inmiscuida en este conflicto como para ofrecerle una respuesta. Por desgracia, Fabia Sheen se había mostrado tan confundida como los demás.

No estaba sorprendido de que Shun optara por creer en las palabras de la princesa neathiana. En cierto modo, ya lo esperaba después de los resultados que su propio interrogatorio había ofrecido, pero le costaba aceptar que en verdad hubiera alguien en esta guerra digno de su confianza después de enterarse de las mentiras de Ren.

Tal vez sus palabras eran legítimas, pero eso no significaba que esa odiosa vocecita en su cabeza lo dejara tranquilo. Había visto las imágenes del pequeño proyector y la peliazul incluso se había mostrado dispuesta a enseñarles su verdadera forma si eso los ayudaba a creer en ella, pero, aun así, no podía evitar desconfiar. Tal vez era culpa de Ren por haberle demostrado que no era tan infalible como le habría gustado creer, tal vez solo era culpa suya y su indisposición para confiar en alguien más, pero no podía evitarlo.

No obstante, no podía negar que prefería por mucho tratar con Fabia que con esa rata mentirosa de Krawler. Al menos, la chica peliazul sabía dar la cara y no necesitaba esconderse detrás de máscaras.

No podía decir que confiara en ella, pero confiaba en el juicio de Shun y si él estaba convencido de que podían creer en ella, entonces Nick también lo haría, aunque no estuviera realmente convencido. Y eso los había traído hasta aquí, listos para encarar de una buena vez a la víbora que se había metido en su hogar y exponerla como lo que era frente a los demás Peleadores. Ya no estarían divididos, ya no tendrían que preocuparse por mentiras y traiciones, todo eso se terminaría pronto y esa era su promesa solemne, diferente de la que no había podido cumplir hasta el momento.

Proteger a sus amigos.

–¿Todo bien, Nick?

El llamado de quién una vez fue su antiguo rival llamó la atención del pelinegro, sacándolo de sus cavilaciones.

–Estoy bien, Marduk –. Asintió el peleador volviendo a la realidad.

El pasillo oscuro que los guiaba a la arena de combate lo devolvió al mundo real y a la situación en la que ahora se encontraban, recorriendo el camino hacia donde los demás miembros de los Peleadores se habían aventurado en busca de un intruso.

Nick se encontraba en la parte de atrás junto con Marduk, Julie estaba a la mitad mientras Shun encabezaba la caminata junto a Fabia. Ambos peleadores en el frente se notaban tan serios y decididos como él a exponer las mentiras de quién había jugado con ellos como si no fueran más que peones en su tablero de ajedrez retorcido, incluso mientras caminaban distraídos y ajenos a sus alrededores por su acalorada conversación en voz baja.

No podía entender cómo es que Shun estaba tan relajado. A pesar de que los demás estaban siendo manipulados como peones, el ojimiel se veía tranquilo e imperturbable, todo lo contrario a su mismo estudiante. O tal vez era culpa suya, tal vez no sabía cómo controlar sus propias frustraciones, causadas por Ren Krawler.

Eso sería algo que Nick nunca podría olvidar, no le dolía el haber sido utilizado y aceptaba el hecho de que había fallado como una de las cabecillas del IB, lo que en verdad le dolía era que Dan y Marucho habían creído en esa serpiente llamada Ren Krawler y éste no había dudado un solo segundo en usarlos como si no fueran más que juguetes, aprovechándose de su buen corazón y su inocencia para sus propios fines.

No le importaba si Fabia decía la verdad y Neathia era la víctima en todo esto o si mentía y eran tan responsables como los gundalianos, no negaría que le gustaría lastimar a Ren del mismo modo que él los había lastimado a todos ellos mientras definían a quien apoyar en todo este lío.

–Te ves un poco… distante –. Comentó el peliplata mirando con detenimiento a su antiguo némesis.

–Más de lo normal –. Dijo Leónidas saltando al hombro de su compañero.

–¿Se encuentra bien, Maestro Nick? –. Preguntó Ángel con preocupación.

Encontraba su preocupación conmovedora, lo llenaba de alivio saber que algunos de sus amigos habían evadido con éxito la red de mentiras del gundaliano, especialmente Julie. ¿Quién diría que aquella chica que había sido la primera en acusarlo directamente por cosas que nunca haría terminaría siendo una de las primeras en apoyarlo años después?

Sin duda, el mundo tenía una extraña forma de darle vueltas a la vida y no se le ocurría un mejor exponente de esa verdad que estar así, a punto de revelar las mentiras de quién había manipulado a sus amigos sin contemplaciones ni consideración alguna, con la ayuda de la misma persona que había tratado de destruirlo en el pasado.

–¿Te hago una pregunta, Nick? –. Dijo Marduk de pronto.

–Adelante –. Asintió el pelinegro en respuesta.

–¿Por qué nunca me trataste de la misma forma que a Ren? A pesar de tu frialdad conmigo, nunca me trataste con tanta hostilidad. Y, hasta el momento, Krawler no ha hecho ni la mitad de lo que yo traté de hacerle a todo el planeta –. Cuestionó el peliplata con curiosidad.

–Cuando me golpeé la cabeza en mi batalla contra la capitana, tú fuiste a buscarme. Cuando no sabíamos como tratar con los nuevos poderes de Leónidas y su unión con Vladitor, tú nos ayudaste. Cuando tuvimos que abandonar el planeta, tú te quedaste a cuidar el fuerte –. Repasó Nick contando con sus dedos el número de favores que su antiguo rival había hecho por ellos –. Me demostraste que tus intenciones eran sinceras, sin importar cuanto te escupiera mi incredulidad. A diferencia de Krawler, tú no te limitaste a hablar, dejaste en claro tu honestidad con acciones. Te ganaste un lugar con nosotros, Marduk, eso es lo que te hace diferente.

No se atrevió a mirar al peliplata a la cara durante su explicación, sentía que su discurso ya era lo suficientemente cursi como para decirlo mirando fijamente a su amigo a los ojos. Sin embargo, había expresado sus palabras con toda su honestidad, Marduk se había ganado su lugar en el IB y en su equipo, demostrando la realidad que acompañaba su cambio y madurez a través de sus acciones y la exposición de su nuevo estilo de vida. Eso era muchísimo más de lo que Krawler podría hacer jamás para ganarse su confianza.

Inesperadamente, Marduk comenzó a reír, dejando ver la buena voluntad que escapaba con sus suaves carcajadas mientras una pequeña sonrisa adornaba su rostro normalmente serio a la hora de trabajar.

Eran estos pequeños gestos e interacciones lo que le daba un poco de esperanza a Nick. Relacionarse de esta manera con quién había sido su más grande enemigo le daba a Nick la ilusión de ser mejor, de que no era del todo un caso perdido y que, a su extraño modo, aún podía relacionarse con las personas como nunca lo había hecho antes de los Peleadores Bakugan.

–Cuando me venciste en las finales del TDB, no sabes cuánto te odiaba –. Confesó el peliplata con la mirada pegada al suelo que recorrían –. Ahora no puedo dejar de agradecerte. Si no me hubieras detenido ese día, no habría tenido la oportunidad de comenzar de cero.

Sinceramente, no quería pensar en eso. ¿Qué hubiera ocurrido si Marduk lograba su retorcido objetivo? ¿Si un niño abandonado y resentido conseguía su venganza contra el mundo que le había dado la espalda? Prefería no pensarlo, dejar ir todas las posibilidades del pasado y enfocarse en el futuro.

–Me hiciste un favor ese día, Nick. Me diste la oportunidad de conocer a Izumi, me permitiste comenzar una nueva vida, me dejaste obtener un buen trabajo y hallar buenos amigos –. Dijo el antiguo peleador palmeando el hombro del pelinegro –. Sé que no tienes una buena opinión de ti mismo con todo lo que ha pasado, Julie nos lo comentó, pero quiero que sepas que también has logrado cosas buenas, Nick. Tienes la prueba justo aquí.

¿Qué más podía sentir si no era agradecimiento? Después de todo lo que había pasado, aún tenía gente que le ofrecía un hombro para llorar y una palmadita en la espalda. A pesar de su imperiosa necesidad de castigarse por sus errores, su familia le ofrecía comprensión y confort, un lugar para llorar tranquilamente y donde podría recibir el apoyo que necesitaba antes de volver al campo de batalla. Eso era lo que sus amigos habían hecho por él y había llegado la hora de corresponder el favor, liberándolos de las garras del mentiroso que los estaba manipulando.

Finalmente, siendo testigos de la luz que los aguardaba al final de este oscuro corredor, la fuerza en sus pasos se hizo cada vez mayor, anticipando el final de un retorcido juego lleno de falsedad, donde la sombra de dos mentirosos se regocijaba con diversión ante la inocencia de cuatro guerreros idealistas que solo buscaban hacer el bien y proteger a los inocentes.

No podía ser, no debía ser. Este teatro tenía que terminar cuanto antes, las mentiras de la serpiente debían llegar a su fin y su verdadera naturaleza debía ser expuesta para que todos la vieran.


Interespacio Bakugan, Arena 04

5 minutos después

Jesse Glenn era un sujeto interesante cuando menos. Existían distintas palabras que podrían describir al extraño peleador que se había infiltrado con éxito en una de las primeras arenas de batalla que se habían usado en todo el interespacio. Sin embargo, la que Nick usaría primero sería, sin duda alguna, "extravagante".

A simple vista, Glenn no parecía nada fuera de lo común. Se trataba de un peleador de cabello rubio opaco con puntas rojas que llegaban casi hasta sus hombros, enmarcando su rostro delgado compuesto por unos ojos felinos de color púrpura, una nariz pequeña y una barbilla puntiaguda debajo de una boca de la que sobresalían pequeños colmillos. Vestía un abrigo verde que llegaba hasta sus rodillas sobre una camisa blanca y unos pantalones oscuros. Sin embargo, su rasgo más llamativo era el libro que sostenía con firmeza en una de sus manos desnudas, sujetando el objeto como si fuera su posesión más preciada.

Aunque a simple vista no aparentaba una gran amenaza, Ren les habían enseñado que detrás de una buena máscara siempre se podía esconder un peligro latente. Así que no se atrevían a subestimar al extraño peleador.

Cuando llegaron a la arena hasta la cual habían rastreado la señal de un intruso, lo primero que vieron fue a Glenn listo para enfrentarse a Dan y Drago en combate bajo la atenta mirada de Marucho, Ren y Jake en las gradas. El peleador de intensos ojos carmesí ya se encontraba listo para lanzar cuando Fabia interrumpió con su llamado, pidiendo al castaño que aguardara y que la dejara encargarse de este asunto, pues ella era la verdadera neathiana en la Tierra y, por lo tanto, la responsabilidad de impartir castigo a los impostores que calumniaban a su raza recaía sobre ella.

No fue hasta que Dan se mostró genuinamente confundido por el choque de aquellos que creía que eran aliados, que se permitieron emerger de la oscuridad del pasillo para aclarar la situación. Todo bajo la mirada confundida de los tres peleadores terrestres y los ojos ligeramente alarmados del gundaliano.

Bien.

–Shun, chicos, ¿qué está sucediendo? ¿Por qué están con ella? –. Preguntó Dan sin entender lo que estaba ocurriendo frente a sus ojos.

–Retrocede, Dan. Esta batalla es de Fabia, ella es la verdadera neathiana –. Dijo Shun mirando con dureza a Glenn.

Desde su lado de la arena, el falso neathiano los miraba con curiosidad, claramente intrigado por el nuevo desarrollo de los acontecimientos frente a él. Su mirada no abandonó a los confundidos peleadores mientras cerraba su libro con delicadeza y lo guardaba en el interior de su abrigo.

–No tengo problema en enfrentarme a la señorita, si ese es el problema. Será una buena demostración del poder neathiano en su más pura expresión –. Dijo el peleador de ojos púrpuras con teatralidad.

Tal como Nick se imaginaba, Fabia no se tomó nada bien las palabras del intruso.

–No tienes la menor idea de lo que significa ser neathiano, impostor –. Escupió Fabia con veneno en su voz mientras alzaba a su compañero entre sus dedos índice y medio.

–La batalla entre Fabia Sheen y Jesse Glenn está por comenzar.

Aunque se notaba su descontento con la decisión de la peleadora de ojos verdes, no hubo nada más que Dan pudiera hacer cuando la pantalla holográfica en la cima del campo de batalla se reveló frente a los ojos impactados de todos los presentes, llenando los indicadores de vida de los participantes de la próxima batalla.

Con un suspiro lleno de frustración, Dan accedió a alejarse con pesar de la plataforma para dejarle su lugar a Fabia, mientras Ren y Marucho los alcanzaban con cautela para estar cerca de la princesa neathiana.

–¿Crees que gane, Nick? –. Cuestionó Leónidas a su compañero.

–No lo sé, habrá que ver el estilo de pelea de este sujeto –. Respondió el humano con intriga.

No sabía que pensar de Glenn como peleador, no tenía idea de cuál podría ser su estilo de lucha ni que tan fuerte debía ser su Bakugan. No obstante, sin importar el resultado de la batalla, sería una excelente oportunidad para probar las capacidades de sus enemigos.

Tan enfocado estaba en sus análisis al peleador desconocido, que no se dio cuenta del momento en que unos suaves tirones repetidos intentaron llamar su atención.

–Nick, no lo entiendo. Si no es de Neathia, ¿de dónde puede ser? ¿Y por qué están con ella? –. Cuestionó el pequeño rubio tirando del pantalón de su amigo.

Ver a Marucho realizando un gesto tan infantil hizo que Nick se remontara brevemente a su tiempo en Nueva Vestroia, aquellos días en los que ninguno tenía forma de pelear contra los Vexos y Nick se había ofrecido a enseñar a Marucho a defenderse para no depender siempre de Dan y los demás. No habían compartido un momento así desde la mudanza del pelinegro, por lo que presenciar una vez más esas expresiones tan infantiles lo hacía sentirse tan cercano a Marucho como no lo había hecho desde la aparición de Krawler.

–Es cierto, chicos. ¿Qué demonios está pasando aquí? –. Preguntó Dan respaldando a su amigo.

–Tranquilos, todo tendrá su respuesta –. Respondió Nick acariciando suavemente la cabeza de su amigo más pequeño.

–Izumi está en la sala de control ahora mismo, ya está grabando la batalla –. Avisó Marduk al pelinegro.

Al recibir el aviso del peliplata, los tres peleadores terrestres reaccionaron con sorpresa.

–¿Están grabando esto? ¿Sabían que pasaría? –. Preguntó Jake acariciando sus sienes confundido.

–No entiendo nada de lo que está pasando. Shun, ¿qué rayos pretenden con todo esto? Desaparecen durante días y regresan acompañados de esa neathiana –. Reclamó Dan dirigiéndose al ojimiel.

Fiel a su forma de ser tranquila frente a los momentos de mayor tensión, Shun solo se cruzó de brazos mientras dirigía una mirada severa al apartado gundaliano, que se mantenía distante a unos cuantos pasos del resto del grupo.

Aunque Nick era el más afectado con toda la situación de Ren, sabía bien que Shun compartía su desagrado hacia el peligris que les había mentido desde el inicio. ¿Cómo no hacerlo? Había intentado manipularlos para apoyar invasores, secuestradores y esclavistas, no sentir esa misma hostilidad hacia el gundaliano era imposible. Podía ser que incluso comenzara a compartir su odio.

–¿Por qué no le preguntan a su amigo? –. Dijo Shun a modo de respuesta, dejando ver un poco del repudio que sentía hacia el administrador del IB.

En respuesta a sus palabras, todos miraron a Ren con confusión. Para Nick, fue devastador ver la mirada llena de preocupación y temor grabada en los grandes ojos de su pequeño amigo. En cierto modo, esto era su culpa, había permitido que el pequeño genio se acercara demasiado al gundaliano y ahora era Marucho quien pagaba las consecuencias por su descuido.

Instintivamente, se permitió apretar suavemente el pequeño hombro del Peleador Aquos mientras mantenían los ojos sobre un aparentemente confundido Ren, que no entendía de lo que estaban hablando.

–¿Cómo lo sabría? Yo tampoco tengo idea de lo que está pasando –. Se defendió el peligris rápidamente.

Aunque Nick tenía la disposición para responder y tratar de desenmascarar finalmente a este mentiroso, el fuerte sonido de la voz programada del anunciador del sistema hizo que se viera obligado a detener cualquier réplica que tuviera lista para tratar con Krawler.

No obstante, eso no impidió que mantuviera una mirada atenta sobre el gundaliano mientras se ponía delante de Marucho, listo para defenderlo de cualquier cosa que pudiera intentar la víbora que tenían delante.

–Campo Bakugan: Abierto.

Al recibir el aviso para comenzar la batalla, Fabia arrojó su primera carta portal al centro de la arena de combate, produciendo una fuerte aura de luz dorada que se expandió por el suelo del campo hasta finalmente perderse en los bordes.

Levantando a Aranaut entre sus dedos, Nick fue testigo de la fuerza con la que la neathiana arrojó a su compañero y protector Bakugan al centro del campo de batalla.

–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! –. Exclamó la peliazul al arrojar a su compañero.

Una fuerte luz emergió desde el suelo de la arena, una que llamó la imponencia y la elegancia del caballero al servicio de la realeza de un planeta desconocido, uno que hacía gala de su dedicación y compromiso con su causa con tan solo sus movimientos veloces y perfectamente ejecutados, además de sus promesas de lealtad y devoción a su peleadora.

–Aranaut Haos.

–¡Pelearé hasta el fin por ti, princesa! –. Declaró el caballero al asumir su verdadera forma.

Desde su propio lugar, y viéndose muy poco impresionado por la presencia del Bakugan de blanca armadura, Jesse Glenn enseñó entre sus dedos una pequeña esfera verde brillante con tintes metálicos decorando su forma.

–Para quien sonarán las campanas al final, madame, será usted –. Dijo el peleador rubio antes de arrojar a su propio Bakugan a la contienda que lo esperaba –. ¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge!

Una fuerte ráfaga de viento azotó el campo de batalla, obligando a los espectadores del encuentro a tapar sus rostros para contrarrestar la molestia de las fuertes corrientes que agitaban los alrededores.

Ahí, frente a las miradas atentas de los Peleadores, un Bakugan Ventus con forma humanoide, cubierto en distintas partes del cuerpo por seguros metálicos que lo mantenían protegido, se alzó sobre la arena con orgullo. Sus grandes alas llegaban desde el punto más alto de su cabeza al nivel de sus rodillas y ondeaban detrás de su espalda acorazada y su cuello alargado, que daba paso a una cabeza picuda similar a un dragón con pequeños colmillos en el interior del hocico y dos cuernos dorados junto a sus ojos. Las garras en sus manos y sus pies eran doradas y en lo que parecían ser un par de brazales se asomaba la punta de un par de hojas grisáceas.

–Plitheon Ventus –. Presentó Glenn a su compañero con orgullo.

–¡Estaba listo para aplastar más Peleadores, pero con ustedes dos me basta! –. Dijo el Bakugan Ventus al extender sus alas

Al tener identificado a su oponente, Aranaut no dudó en abalanzarse contra él de un salto, comenzando así un veloz intercambio de golpes y patadas a una velocidad que dejó desconcertados a Dan y Jake.

Ambos guerreros se movían como hojas movidas por el viento en un fluido intercambio de ataques. Y aunque Nick también tenía que aceptar que la velocidad de ambos Bakugan era muy elevada, estaba seguro de que apenas estaban comenzando.

Finalmente, al ver que los golpes directos no los llevarían a nada, ambos luchadores se alejaron para intentar con un enfoque distinto en la batalla.

–Poder activado: Come Vidas –. Activó Jesse al sacar una carta poder del interior de su libro.

–¡Mi favorito! –. Exclamó el Bakugan con emoción al reconocer el poder activo.

Elevándose sobre la arena, Plitheon liberó una lluvia de energía sobre el campo con intenciones de bañar a Aranaut en el fuego de su gran poder.

Aturdido, el caballero alcanzó a retroceder a tiempo para evitar que los ataques de su oponente cayeran de lleno sobre él. No obstante, la gruesa capa de fuego y polvo que destiló del campo lo cegó momentáneamente, volviéndolo dependiente de su audición para ubicarse en la batalla. Por desgracia, eso no lo salvó de caer sobre su espalda al recibir una fuerte patada por parte del Bakugan Ventus.

Aranaut: 600.

–Parece que dolió –. Se jactó Plitheon al ver caer a su oponente.

No obstante, a pesar del poder que había acompañado a la primera ofensiva del Bakugan, Aranaut no tardó en recomponerse una vez más con el impulso de sus brazos para depositar sus pies en el suelo una vez más bajo la mirada tranquila de Fabia.

–Vamos, Aranaut. Poder activado: Puño Vector –. Activó la neathiana al ver a su compañero de pie.

–Excelente elección, princesa. Gracias –. Dijo el caballero antes de arrojarse una vez más contra su oponente.

De pronto, dos fuertes puños con cuchillas en ambos extremos de cada mano se formaron en las extremidades superiores del Bakugan Haos. Bastó con un parpadeo por parte de los espectadores del duelo para que cuatro marcas de corte dorado se formaran en el pecho de Plitheon, el cual cayó aturdido al suelo mientras su cuerpo destilaba un aura de luz Haos, provocada por las heridas.

–¡Eso! –. Felicitó Dan con emoción.

–¡Qué fuerte! –. Continuó Marucho por su amigo en las mismas condiciones.

Para Nick, fue imposible soltar una pequeña sonrisa al ver las reacciones de sus amigos. Sin importar quien la librara, ambos siempre encontraban emocionante una buena batalla.

Aranaut: 1000.

–Aún no estamos listos para el telón final, no cuando queda un hermoso drama por ser interpretado –. Dijo Glenn con teatralidad antes de revelar un pequeño dispositivo atado a su muñeca.

Rápidamente, el infiltrado comenzó a teclear una combinación delante de los ojos intrigados de los Peleadores, que lo veían con toda su atención para ver con qué tipo de equipamiento contaba el sujeto. Fue entonces cuando un pequeño cilindro de color verde se materializó frente a los ojos expectantes de todos los miembros de los Peleadores Bakugan, uno con los mismos colores de Plitheon.

–Vilantor: Listo.

–¡Armamento instalado! –. Exclamó el rubio antes de arrojar el armamento a su compañero.

De pronto, dos cañones se formaron a la espalda del Bakugan Ventus, cañones con una serie de distintas ranuras rojas por las cuales debían salir disparados sus ataques, al mismo tiempo que dos artefactos con forma similar al frente de un ventilador se materializaban debajo de las armas superiores, a la altura de las rodillas del guerrero del viento. Todo esto encapsulado en la forma de una estrella a la espalda del Bakugan intruso.

Plitheon: 1000.

–Poder de armamento activado: ¡Ciclotrón de Armamento Vilantor! –. Activó Jesse retomando su ofensiva.

Una ráfaga de disparos de energía pintó el campo de batalla, una lluvia de incesantes ataques que barrieron la arena y empujaron a Aranaut de regreso al suelo, provocando que éste emitiera un quejido de dolor al caer una vez más bajo la mirada llena de preocupación de su compañera.

–Solo fue una pequeña prueba –. Se burló Plitheon del caballero una vez más antes de continuar.

Una fuerte ráfaga de viento fue liberada de las armas inferiores del Bakugan intruso, una con el suficiente poder para crear un tornado de gran tamaño que sacó a Aranaut del nivel del suelo para elevarlo hasta lo más alto del campo de batalla.

–¡Resiste, Aranaut! –. Pidió Fabia antes de mirar al suelo de la arena nuevamente –. Carta portal abierta: ¡Salvador Haos!

Aunque la arena brilló al recibir la instrucción de la peleadora, aunque el tornado comenzó a perder fuerza y aunque el movimiento parecía indicar que la batalla podría seguir, la imagen de la carta portal partiéndose en pedazos antes de que Aranaut regresara a tierra firme no hizo más que dejar en claro quienes seguían teniendo la ventaja en este encuentro.

–¿Qué ocurrió? –. Preguntó el caballero confundido.

–Es sencillo, con el Ciclotrón de Armamento Vilantor activado, tu carta portal es destruida –. Explicó el peleador de ojos púrpura con aires de suficiencia –. El combate es una delicada danza, ¿no lo creen?

Aranaut: 600.

Al compás de las palabras de su compañero, Plitheon liberó un poderoso rayo que arrasó con todo lo que se hallaba a su paso, rompiendo completamente con la guardia en alto de Aranaut, que no pudo hacer más que emitir un fuerte grito de dolor al ser alcanzado por el ataque que lo envolvió hasta el punto en que no quedó nada más que su silueta perdida entre el fuego.

Un pequeño resplandor dorado se logró destacar entre las llamas verdes que lo envolvían y con eso, una pequeña esfera blanca salió del campo de batalla y cayó con dureza a los pies de la princesa neathiana.

–Indicador de vida de Fabia: 10%.

Debimos pelear nosotros, humano –. Comentó Vladitor con un bufido.

Tranquilo, Vlad. Esta batalla aún no ha terminado –. Calmó Nick al impetuoso Bakugan.

A su lado, el resto de los Peleadores compartía sus pensamientos por la derrota de Fabia durante la batalla.

–Fue golpeada de forma regia –. Comentó Dan con asombro.

–Es bueno –. Asintió Jake a la observación de su mentor.

Desde la posición más alejada del resto del grupo, Krawler no pudo evitar abrir la boca.

–¿Por qué les importa? Ambos son nuestros enemigos, dejen que se destruyan –. Dijo el gundaliano con desagrado.

–Claro, creo que tienes razón –. Asintió Dan apenado.

Por supuesto, Nick estaba listo para replicar y tratar de callar a la víbora, indispuesto a ver cómo se permitía incidir en la forma de pensar de sus amigos para mantenerlos de su lado. No obstante, el peso de la mano de Marduk en su hombro lo detuvo al instante, recordándole que ya habría tiempo para eso.

Se permitió aguardar un poco más, este festival de hipocresías pronto llegaría a su final y los Peleadores estarían libres del veneno de esta serpiente.

No lucharía por el momento, se permitiría observar el desarrollo de la batalla antes de comenzar. Primero tenían que sacar al intruso de su terreno, después se encargarían de sus problemas internos.

–¡Estamos en el acto final! –. Anunció Glenn sacando una nueva carta portal de su libro antes de arrojarla al centro de la arena –. ¡Carta portal lista!

De un nuevo tornado de fuertes vientos verdes, Plitheon emergió con un rugido mientras extendía sus anchas extremidades, dejando ver sus músculos tensos y sus grandes alas para tratar de intimidar a su oponente.

Por supuesto, Fabia no se inmutó ni un poco.

–Tu linda ropa y tu vocabulario no cambian el hecho de que eres un monstruo –. Escupió la neathiana con desagrado antes de arrojar a su propio compañero a la batalla –. ¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Sigue fuerte, Aranaut Haos!

–¡Vengaré mi anterior derrota! ¡Lo juro, princesa! –. Exclamó el caballero al emerger en la arena.

Tenía que darle crédito, la voluntad de Aranaut por seguir se reflejaba en su euforia; pero no solo por venganza, sino también para enorgullecer a su princesa y elevarla hasta la victoria. Tenían espíritu, lo reconocía e incluso podía aceptar el hecho de que Fabia lo hacía recordar un poco a sí mismo y a sus amigos.

Plitheon: 900. Aranaut: 900.

–Poder activado: Espejismo –. Comenzó Fabia levantando la primera carta poder de la ronda.

–Justo lo que pensaba, princesa –. Felicitó Aranaut a su peleadora mientras se encendía en una poderosa aura de luz dorada.

A pesar del fuerte grito de batalla que retumbó la arena de combate por parte del Bakugan Haos, Glenn no se vio para nada afectado. De hecho, casi parecía estar disfrutando del encuentro con la princesa neathiana.

–Debo admitir que admiro la bella forma en que se mueve por el campo de batalla –. Reconoció el rubio con respeto por las habilidades de sus oponentes.

–¿Podemos continuar con esto por favor? –. Cuestionó Plitheon aparentemente exasperado por la actitud de su compañero.

–Por supuesto, Plitheon. Hasta la belleza puede existir en un rostro de poder –. Asintió el rubio antes de sacar una nueva carta del interior de su libro –. Poder activado: ¡Metal Verde!

Los cuernos del Bakugan Ventus crecieron en tamaño, dejando cada vez más distancia con su alargada cabeza al mismo tiempo que las puntas filosas en sus brazales crecían en tamaño, asumiendo la forma de grandes cuchillas grisáceas que brillaron brevemente al levantarse en posición defensiva, listas para repeler los ataques del Bakugan Haos.

Una vez más, Aranaut se abalanzó sobre su oponente para comenzar un veloz intercambio de ataques. Sin embargo, todos se quedaron sorprendidos cuando ambos guerreros desaparecieron de la arena de combate en un parpadeo.

–¿Dónde están? –. Preguntó Marduk confundido.

–Ángel, ¿puedes verlos, cielo? –. Preguntó Leónidas con intriga.

–Allá arriba –. Señalaron Ingram y Ángel al unísono.

Todos miraron sorprendidos al sector al que señalaban los Bakugan y donde fueron recibidos por la imagen de Aranaut y Plitheon compartiendo un feroz intercambio de golpes que agitaba el aire con cada movimiento que realizaban.

Ambos luchadores chocaron sus brazos, liberando una serie de chispas por el metal de sus brazales, antes de impactar sus rodillas con fuerza para intentar ganar terreno en la confrontación. Sus fuerzas estaban igualadas y parecía que comparar fuerza física no los llevaría a nada, por lo que el Bakugan intruso se arrojó sobre la cabeza de su oponente, cubriendo su casco con su hocico, dejándolo ciego momentáneamente y dándole a Plitheon la oportunidad de azotar sus puños contra los costados del rival.

Aranaut gritó de dolor mientras intentaba soltarse del agarre de su contrincante, tratando de jalar sus mandíbulas para alejarlo, pero dejando expuestas las zonas que Plitheon golpeaba sin piedad.

–Está en problemas –. Dijo Dan con preocupación.

–Necesitará usar el armamento –. Comentó Drago en el hombro de su compañero.

Confiando en la fuerza de su compañero para resistir un poco más el castigo al que estaba siendo sometido, Fabia se permitió desviar la vista de la batalla para seguir la sugerencia de Drago y convocar su armamento a la batalla.

Battle Crusher: Listo.

–¡Armamento instalado! –. Exclamó la peliazul arrojando el arsenal a su compañero.

–¡Aléjalo de ti, Plitheon! –. Ordenó Glenn a su compañero al ver el armamento comenzar a tomar forma alrededor de Aranaut.

Sin embargo, fue demasiado tarde. Las fuertes piernas de Aranaut se alzaron lo suficiente para estrellarse con fuerza en el pecho de Plitheon, obligándolo a soltar un rugido de dolor tan fuerte que sus mandíbulas se abrieron lo suficiente para que Aranaut huyera de su agarre y regresara al nivel del suelo.

Aranaut: 1300.

–Poder de armamento activado: ¡Duque Destructor! –. Activó Fabia rápidamente.

El cañón en el hombro de Aranaut no tardó en apuntar directamente al pecho de un aturdido Plitheon Ventus, que se deslizaba por el aire adolorido por la fuerte patada que había recibido por parte de su contrincante.

–Objetivo en la mira –. Avisó el caballero mientras la boquilla del arma comenzaba a emitir rayos de luz.

–Fuego –. Ordenó Fabia lista para terminar la ronda.

Aranaut: 1800. Plitheon: 1200.

Un poderoso rayo de luz Haos impactó de lleno en la pecho de Plitheon, creando a su alrededor una densa nube de humo y polvo que hizo que se perdiera la silueta del Bakugan Ventus. Sin embargo, a pesar de no verlo, se podían escuchar las suaves risas burlonas que se escondían detrás de la cortina de humo que separó el campo de batalla en dos.

–¿Lo venció? –. Preguntó Shun confundido.

–Debió hacerlo, su nivel es superior y fue un ataque directo –. Comentó Ingram mirando la nube de polvo.

No obstante, fue la imagen de un recompuesto Plitheon Ventus emergiendo de la destrucción ocasionada por el rayo de Aranaut la que respondió sus preguntas.

El Bakugan intruso no se veía herido más allá de unos leves rasguños y marcas en las zonas protegidas de su armadura. Se encontraba tranquilo y su voz expresaba lo graciosa que le parecía la situación.

–¿Eso es todo? –. Preguntó Plitheon entre risas.

–Imposible, el ataque apenas lo dañó –. Dijo Aranaut con un gruñido que reflejaba su frustración.

Tan enfocados estaban en el hecho de que Plitheon había superado tal ataque, que no se dieron cuenta del momento en que un nuevo armamento entró en escena.

Vilantor: listo.

–¡Armamento instalado! –. Exclamó Glenn arrojando su propio arsenal a su compañero.

Un nuevo rugido emergió de la boca de Plitheon mientras estiraba sus músculos lo suficiente para que éstos se acoplaran apropiadamente a su armamento.

Plitheon: 1300.

No tenía sentido, incluso con el nivel que le daba el armamento, Aranaut seguía estando por encima de su oponente. ¿Qué clase de truco podría haber realizado Glenn para evitar la caída de su Bakugan? No tenía sentido.

–Poder de armamento activado: ¡Ciclotrón Vilantor!

–¡Hora de que desaparezcas! –. Exclamó Plitheon antes de liberar un par de rayos de sus cañones superiores y fuertes ráfagas de viento de los inferiores.

Rápidamente, Aranaut no dudó en alzar la cadena que rodeaba su cuerpo a modo de escudo para impedir que los ataques dieran de lleno, mientras anclaba sus pies al piso maltratado de la arena.

Un fuerte gruñido escapó del caballero de blanca armadura mientras batallaba por resistir el empuje de tales ataques azotando sin piedad su armamento, tratando de penetrar su guardia.

Aranaut: 1600.

–¡Deja de luchar y acepta tu derrota! –. Exigió el Bakugan alado con frustración sin detener su ataque.

–Resiste, Aranaut. El Duque Destructor reduce a la mitad todos los ataques del oponente –. Pidió Fabia a su compañero mientras sostenía la carta poder entre sus dedos.

Frustrado y presa de la ira que lo acechaba, Plitheon continuó disparando una veloz ráfaga de ataques brutales con la intención de destrozar la guardia de su contrincante, sin mucho éxito en el proceso.

Esto está mucho mejor –. Felicitó Leónidas a los neathianos en la mente de su compañero.

–Qué forma de girar las mesas tienen esos dos –. Comentó Dan con emoción.

–¡Vamos, Aranaut! ¡Aún puedes ganar! –. Animó Drago al Bakugan neathiano.

–¡No se rindan! –. Exclamó Ingram al Bakugan mientras Hylash lo seguía entre pequeños brincos en el hombro de Shun.

–¡Ustedes pueden lograrlo, chicos! –. Animó Julie emocionada mientras alzaba los brazos como si tuviera los pompones de su escuela en las manos.

–Oigan, creí que habíamos acordado no apoyar a ninguno de los dos –. Recordó Marucho con confusión mientras trataba de dirigirse a un callado Ren.

Instintivamente, Nick se permitió apretar ligeramente su agarre en el hombro de su pequeño amigo. Ya había permitido que Marucho pasara demasiado tiempo cerca de la rata que era Ren Krawler y no iba a permitir que algo así se prolongara un solo segundo más.

Haciendo su mejor intento de una sonrisa tranquilizadora mientras acariciaba suavemente la cabellera del pequeño peleador, Nick trató de ofrecer un poco de calma antes de regresar su mirada a la batalla, donde Fabia ya se preparaba para finalizar con el encuentro.

–¿Listo para el ataque final, Aranaut? –. Preguntó la princesa neathiana con una carta entre sus dedos.

–¡Sí! –. Exclamó el caballero con ímpetu antes de apuntar su cañón una vez más contra su oponente.

–Fin del juego, Jesse.

Ante sus palabras llenas de confianza y determinación, su disposición a terminar con esta parte del encuentro lo más pronto posible y la seguridad que Fabia expresaba en su voz, Glenn solo pudo sonreír con malicia y disfrute.

Algo anda mal –. Murmuró Vladitor con curiosidad.

Tenía razón, estaba claro que tenía razón, y la sonrisa cada vez más grande del falso neathiano no hizo más que darle la razón a las palabras de su antiguo némesis.

–¿Escuchas eso, Fabia? Es el sonido de la derrota acercándose a ti –. Dijo el resultado rubio con una sonrisa burlona grabada en sus labios, dejando ver sus pequeños colmillos.

El rayo proveniente del cañón de Aranaut fue liberado una vez más, apuntando directamente a Plitheon. Ambos neathianos se encontraban listos para finalizar con el juego cuando, de repente, el pie del caballero se hundió misteriosamente en el suelo, desviando su tiro y dándole la oportunidad al guerrero alado de evadir el ataque entre risas.

–¿Qué rayos pasó? ¿Qué le ocurre a Aranaut? –. Preguntó Dan confundido.

–Debe haber un virus en el software que causa que el ambiente virtual de la arena sea inestable –. Respondió Krawler sosteniendo su barbilla.

–¿Un virus? –. Cuestionó Jake con confusión.

–¿Cómo es posible? –. Preguntó Marucho con preocupación.

–Eso no lo sé. Tendré que hacer un diagnóstico después de la batalla –. Respondió Ren sin despegar la vista de la falla en la arena.

Cerrando los puños con ira, Nick estaba listo para abalanzarse sobre el peligris y callarlo de una vez por todas. Sin embargo, el fuerte agarre de Marduk en su hombro y el suave apretón de Julie en su mano libre le hizo recordar que tenía una misión entre manos más importante por ahora: evitar que su pequeño amigo se acercara nuevamente a esa víbora.

–Primero saquemos al intruso, Maestro Nick –. Susurró Ángel a su peleador con tono suplicante.

Solo por ellos lo haría y agradecía profundamente que sus amigos se encontraran ahí, porque sabía muy bien que, de estar a solas con Krawler, no podría mantener más tiempo su autocontrol. Era una vergüenza que el gundaliano lo hiciera exasperarse tanto, pero no podía evitarlo, Krawler era una de las más grandes representaciones de todo lo que Nick odiaba hecha persona, justo frente a sus ojos.

–Carta portal abierta: ¡Barricada!

De regreso en la batalla, todos fueron testigos del resplandor que bañó la arena, cubriéndola al mismo tiempo que el metal en el armamento de Aranaut comenzaba a chillar antes de soltarse de cuerpo y caer con pesadez al suelo.

–¿Qué ocurre? –. Cuestionó Aranaut confundido al ver su arsenal caer de sus hombros.

–Lo siento, Aranaut, no lo sé –. Admitió Fabia en las mismas condiciones que su compañero.

–La carta de armamento "Barricada" apaga el armamento del oponente y lo conecta con el Vilantor de Plitheon a su nivel 2 –. Explicó Jesse con orgullo.

–¡Me siento increíble! –. Exclamó el Bakugan alado elevándose una vez más.

–¡Este es el Armamento Vilantor Nirvana! –. Presentó Glenn con orgullo en su tono antes de continuar –. Ábrete al poder, Plitheon, déjalo fluir dentro de ti y cuando estés listo, libéralo.

Plitheon: 1600. Aranaut: 1300.

Los cuatro cañones a la espalda del Bakugan Ventus comenzaron a girar a gran velocidad, creando una estela verde a sus espaldas antes de liberar una última y poderosa corriente de viento que descendió de los cielos para engullir a Aranaut entre sus fauces voraces.

Un fuerte grito, perdido entre el viento que azotó la arena de combate, se logró escuchar aún en medio del caos. Una triste súplica llena de impotencia y pesar llegó a los oídos angustiados de los Peleadores, que solo pudieron ver con preocupación como la gran y orgullosa silueta de un poderoso caballero dorado se perdía en un océano de esmeralda.

–¡PRINCESA! ¡LO SIENTO!

–¡Aranaut! –. Llamó Fabia a su compañero preocupada al verlo caer con dureza al suelo.

Indicador de vida de Fabia: 0%.

–Batalla finalizada. Ganador: Jesse Glenn.

Aunque Fabia se mantuvo erguida, en una postura perfecta digna de su posición, los sollozos tímidos que acompañaron su débil llanto se escucharon claros aún desde las gradas. Instintivamente, Nick se quiso acercar para ofrecer algún tipo de apoyo, incluso si eso iba en contra de la voz en su cabeza que le decía que mantuviera la distancia con la neathiana. Sin embargo, nadie esperaba que Shun fuera el primero en saltar de su lugar para acercarse a la chica, seguido rápidamente por todos los demás.

Aún en su asombro, Nick vio con cierto escepticismo como su mentor y amigo posaba suavemente sus manos en los hombros de la princesa mientras se acercaban, tratándola con un cuidado que hacía imposible para Nick no pensar en Leónidas y Ángel o en él mismo y su dulce Eli.

Se estaban acercando demasiado en muy poco tiempo y no podía negar que eso lo inquietaba un poco.

Sin embargo, no hubo tiempo para replicar. El fuerte gruñido de Dan impidió que cualquiera pudiera decir algo más que no fueran las suaves palabras de consuelo que el ojimiel parecía dedicar a la chica neathiana.

–¡Desgraciado! ¿Te crees muy rudo? ¡Pelea contra mí! –. Exigió el castaño con fuerza en su tono.

–Tranquilízate, tal vez debamos irnos –. Sugirió Ren con tono calmo.

–¿Por qué lo haríamos? –. Respondió Dan si siquiera mirar al administrador del interespacio.

Inmediatamente, Shun hizo la pregunta que comenzaría el momento que tanto habían estado esperando desde que pusieron un pie en el IB.

–Sí, Ren. ¿Por qué deberíamos? ¿Estamos arruinando tus planes? –. Replicó Shun la pregunta de su amigo con dureza.

–¿De qué hablas? –. Cuestionó Jake al ojimiel enarcando una ceja.

–Piensen en esto: ¿qué probabilidad hay de que se presente una falla en el ambiente como la que experimentó Aranaut en plena batalla? –. Dijo Shun mirando directamente al pequeño peleador en los brazos de Nick.

–No es muy común –. Respondió Marucho con inseguridad.

–Es la primera vez que sucede desde la apertura del IB –. Simplificó Nick por su pequeño amigo.

Sin atreverse a soltar que suave agarre de los hombros de la neathiana, Shun se permitió girar brevemente para dirigir su atención al gundaliano que escuchaba todo en silencio.

–Entonces, sería razonable pensar que fue un acto de sabotaje perpetrado por alguien que quería que Dan y Drago perdieran originalmente. Pero solo alguien con un gran conocimiento del Interespacio Bakugan sería capaz de algo así, alguien como el administrador –. Concluyó Shun mirando con acero en sus ojos al tenso peligris.

Como esperaban, la maldita serpiente no hizo más que negar con la cabeza con una sonrisa de incredulidad decorando sus labios.

–Eso es ridículo. ¿Por qué haría algo así? –. Cuestionó Ren al ojimiel.

–Porque solo eres un gundaliano mentiroso –. Escupió Fabia de repente con veneno en su voz.

Cuando la princesa neathiana, que hasta hace poco se había encontrado sollozando suavemente en los brazos de Shun, se giró nuevamente para unirse a la discusión, lo primero que vieron en su expresión nuevamente determinada fue el fuego del compromiso con su mundo y el rechazo a este mentiroso ardiendo en sus ojos una vez más.

–Shun me contó todo lo que Ren les ha dicho sobre la guerra entre nuestros mundos. Y está lleno de mentiras –. Declaró la princesa con brusquedad en su tono –. Sé que los dijo que fue Neathia la que invadió Gundalia, pero la verdad detrás de todo esto es que Gundalia fue quien nos invadió.

–Ren es el verdadero enemigo.

Como temían, pero también esperaban, Marucho fue el primero en lanzarse en la defensa del administrador, alejándose de su agarre para ponerse en medio de la víbora gundaliana y el Peleador Darkus.

Las miradas de confusión llenaron el ambiente una vez más, todos veían aturdidos a Krawler, esperando que dijera algo en su defensa que explicara todo lo que estaba ocurriendo.

Por supuesto, no pudo hacer más que quedarse callado, tratando de inventar una mentira que lo ayudara salir de este problema.

–Mediocre.

–Di que nada es cierto. Hazlo, Ren –. Suplicó Marucho a su falso amigo con voz quebradiza.

–Por supuesto que no es verdad, ella es la que miente –. Respondió el peligris incapaz de siquiera devolverle la mirada a Fabia.

En respuesta, la princesa solo enarcó una ceja, preguntándole con la mirada si en verdad esa era la mejor excusa que podía inventar.

Por primera vez desde que lo había conocido, Krawler perdía el control de la situación y la mirada llena de vergüenza y temor que abordó sus ojos fue la prueba que Nick necesitaba para confirmar lo mucho que estaba disfrutando tal espectáculo.

Resultaba un alivio liberador para el pelinegro.

–Qué barbaridad, hay más drama en este escenario del que puedo soportar –. Comentó Glenn de repente.

–¡No lograrás salirte con la tuya, neathiano! ¡Nosotros nos encargaremos de ti! –. Respondió Ren rápidamente.

–Deja el teatro, Krawler. Él es tan gundaliano como tú, ¿no es cierto? –. Escupió Marduk tecleando en su teléfono, completamente ajeno a la mirada asesina que el peligris le estaba dirigiendo.

–Creo que es mi señal. Les dejo a todos un gran "hasta luego" –. Dijo el rubio a modo de despedida.

–¡No te dejaré escapar! ¡Ven aquí a pelear, neathiano! –. Exigió Krawler con dureza.

–Debo disculparme, pero no habrá segunda función este día –. Respondió Glenn antes de desaparecer en una tímida aura de luz que lo sacó de la arena.

Finalmente, el problema estaba completamente fuera de la ecuación y tenían el camino libre para exponer a esta rata como era debido.

–Deja de fingir, Krawler –. Escupió Nick con desagrado antes de dirigir toda su atención a Marduk –. ¿Izumi encontró algo?

–Sí, ya está reproduciendo el vídeo de las cámaras de seguridad que instalaste en la sala de control –. Respondió el peliplata guardando su teléfono.

Secundando las palabras del antiguo peleador, la pantalla holográfica de la arena reapareció frente a los peleadores, dejándolos boquiabiertos ante el contenido de las imágenes que se reproducían frente a sus ojos.

Ahí se encontraba Krawler, manipulando las consolas de control de las múltiples arenas de combate del IB, dejando ver momentáneamente pequeñas fisuras apareciendo repentinamente en los orbes que representaban las arenas de batallas, entre las cuales se encontraba la misma en la que Fabia y Jesse habían librado su intensa lucha.

Advertencia: este procedimiento puede poner en riesgo el funcionamiento del sistema interno de las arenas 04, 07 y 09. Se le recomienda no continuar –. Advirtió la computadora en las grabaciones.

No se necesitó de una observación minuciosa para captar como Krawler continuaba con el procedimiento.

Proceso completado: reguladores en los niveles de poder redirigidos a la estación dos de la arena de combate No. 04. Se han presentado en los procesadores del terreno en los campos de batalla, se recomienda no usar estos sectores del Interespacio Bakugan hasta que hayan recibido la atención debida para mantener su buen funcionamiento.

Con que eso explicaba el porque el ataque de Aranaut con su armamento no había funcionado, las modificaciones realizadas a los sistemas habían hecho posible una transferencia de poder, una que me daría ventaja a quien luchara desde la estación de Glenn en el campo.

No fue necesario mostrar nada más, la pantalla se congeló en el momento en que Ren dio la espalda a los monitores, dejando detrás una serie de problemas en el funcionamiento de las arenas antes de dirigirse a la salida.

–Este es solo el primero que Iz encontró, pero hay muchos más de donde salió ese –. Dijo Marduk con los brazos cruzados.

–Caíste, Ren. Tus mentiras se acabaron –. Declaró Nick con orgullo antes de acercarse a Krawler para inmovilizarlo –. Ríndete ahora y tal vez…

No tuvo tiempo de decir nada más, un fuerte puñetazo directo al rostro por parte del gundaliano obligó a Nick a callarse mientras soltaba un poco de saliva de sus labios. Los nudillos del peligris se estrellaron con violencia en su rostro con tal fuerza que el Peleador Darkus no pudo hacer más que caer de bruces al suelo con un intenso ardor en su mejilla, cerca de la comisura de sus labios y con un moretón adornando sus facciones cerca de su boca, que quedó marcada por la dureza del ataque del mentiroso. Todo ante los ojos anonadados y preocupados de los demás presentes, que exclamaron con asombro ante la violenta reacción del gundaliano.

Inmediatamente, Krawler salió corriendo como el cobarde que era mientras Nick hacía un esfuerzo por levantarse. Tenía que reconocerlo, el idiota era más fuerte de lo que había creído en un inicio. Seguro que no era muy bueno mintiendo, pero parecía tener talento golpeando.

–¿Estás bien? –. Preguntó Julie preocupada ayudando a su amigo a reincorporarse.

–Sí, no fue nada –. Respondió el pelinegro sosteniendo su mejilla maltratada.

–¿Estás seguro? Si te derribó, debe ser más fuerte de lo que pensamos –. Cuestionó Leónidas a su compañero.

–Me tomó por sorpresa, es todo –. Se justificó Nick con calma.

Su tono era tranquilo, pero el calor que habían dejado los nudillos del gundaliano en su mejilla persistía y quemaba su piel de un modo que Shun nunca podría replicar en sus entrenamientos. Parecía que Krawler había puesto todo su resentimiento hacia él en ese golpe.

–¿Lo ven? ¿Qué más pruebas necesitan para ver que ese sujeto es un mentiroso? –. Preguntó Shun a los demás, mientras Fabia y Ángel intentaban ayudar al pelinegro a organizarse.

Nick no supo en que momento, pero un pequeño hilo de sangre comenzó a descender del interior de su boca, pintando su piel blanca con un tinte carmesí que solo su pudo limpiar cuando Fabia le ofreció un pequeño pañuelo con una mirada avergonzada. Sin darle demasiadas vueltas, tomó el pequeño objeto por cortesía y como agradecimiento con la chica neathiana mientras se limpiaba la sangre del rostro.

–No puedo creerlo… –. Dijo Marucho al borde del llanto –. Ren es mi…

Sabía lo que iba a decir y no quería oírlo, Marucho ya estaba sufriendo mucho por culpa de ese imbécil y no merecía derramar lágrimas por él después de todo lo que había hecho. Nick trató de acercarse para ofrecer un consuelo al mismo tiempo que Dan, pero el pequeño rubio los detuvo en el acto con ojos cristalinos, listos para romper en llanto al ver una falsa realidad despedazarse frente a sus ojos.

–Marucho…

–¡Ren es mi amigo, chicos! ¡Jamás haría algo para perjudicar al Interespacio Bakugan! ¡Así que ya basta con todo esto! –. Gritó el pequeño con voz quebradiza –. ¡No saben de lo que están hablando! ¡Ren es un buen chico y no quiero oír otra palabra en su contra!

–¡No seas ridículo, Marucho!

Todo el mundo se quedó estático al escuchar el grito Nick una vez más después de días, la misma Fabia se permitió alejarse al entender que no sería buena idea interponerse en el camino del pelinegro esta vez, por lo que solo se limitó a quedarse atrás al verlo avanzar hacia el pequeño rubio.

No quería ser tan severo con Marucho, pero tenía que hacerlo entrar en razón. Se había encariñado tanto con Krawler, que se negaba a aceptar la realidad que tenía delante: su amigo no era más que una farsa, una que había costado la desaparición de innumerables peleadores en la ciudad y ponía en riesgo un sinnúmero de vidas por cada segundo que seguía libre.

–¡Te acabamos de enseñar la verdad! ¡Tienes la confirmación de Fabia y las pruebas en vídeo! ¿¡Qué más necesitas para entender que ese tipo es un mentiroso!? –. Gritó Nick con ira.

–Él no es así, él…

–¡Él no ha hecho más que engañarte, al igual que a todos nosotros! ¡No es más que una víbora a la que permitimos entrar en nuestro hogar y poner en riesgo la vida de incontables peleadores! ¡Deja de creer que la gente es todo lo que dice ser! ¡TIENES QUE MADURAR, MARUCHO!

–¡Nick, ya es suficiente! –. Exclamó Dan poniéndose delante de su primer pupilo.

Nunca había gritado tanto en su vida y se arrepintió al momento en que recobró la compostura. Quiso disculparse, pero la mirada cristalina del pequeño peleador lo detuvo en seco. No quería ver llorar a su amigo por culpa de Krawler, y lo había logrado, ahora lloraría por culpa suya.

Se había dejado llevar por la ira que le producía su propia frustración y este era el resultado: lastimaba a sus amigos. Si era eso en lo que desembocaban sus acciones, ¿cómo es que era diferente de Krawler?

Maldito estúpido –. Se maldijo Nick mentalmente sobando su sien.

Trató de acercarse con más cuidado esta vez, tratando de adoptar un enfoque más tranquilo para dirigirse una vez más a su amigo, pero la veloz carrera de éste hacia la salida lo detuvo al instante.

–¡Marucho!

Trataron de llamarlo, pero ya era tarde. El pequeño genio había desaparecido en el marco de la puerta, dejando a un peleador roto sintiéndose como una basura peor que la rata que acababan de exponer hace tan solo un momento.

En toda su vida, el único momento en el que Nick se sintió tan culpable como ahora, al ver a su amigo más sensible llorar por su culpa, fue aquel infame día en que perdió a Leónidas hacía casi cuatro años.

Si en verdad era tan inteligente, ¿cómo podía ser tan estúpido en ocasiones?


Un poco jodida la situación, ¿no?

Bueno, oficialmente ya se expuso a Ren. Notarán que no puse mucho esfuerzo en hacer creíble su fachada como espía infiltrado en el IB, eso es porque (más allá de lo que hicieron súper obvio) hasta el título hacía spoiler de lo que pasaría tarde o temprano. Digo, si llamas a la temporada "Invasores Gundalianos", es obvio quienes van a ser los invasores en el interespacio xD.

He ahí la razón por la que decidí darle más énfasis a Nick y como toda esta situación lo ha estado afectando. Además de un pequeño vistazo a los efectos colaterales que han tenido las desapariciones de inocentes en el IB, una subtrama que tengo pensado que agarre más protagonismo gradualmente.

Por otro lado, no planeo transcribir la batalla que ya sabemos que sigue desde aquí, principalmente porque no quiero hacer de esto algo recurrente. Sin embargo, asumiremos una nueva perspectiva de las cosas en el siguiente capítulo, dejándole otro descanso a Nick para ver las cosas desde los ojos de alguien más.

Finalmente, hagan su apuesta y comenten que creen que significa el nombre que Nick descubrió en su investigación...