Hola! Como la aparición de Sakura provocó un torbellino (xD) vuelvo a repetir que la estrella del fic es Hinata y eso no cambiará ;D También agradezco muchísimo y de todo corazón el apoyo, las críticas constructivas y el odio, tanto de gente con cuenta como sin ella. Muchas gracias por tanto ^^


Esclava Sexual, Capítulo Cuarto


Hinata, sentada a la derecha de Sasuke, pudo ver claramente como cerraba sus puños y como sus facciones se encrudecían con una fuerza inusitada. Y entonces ya no tuvo ninguna duda: Sasuke tenía algo muy personal contra los Hyuga. Ese odio no era normal... por ello le lanzaba aquel sentimiento tan particular a través de su mirada. ¿Pero qué había ocurrido entre Sasuke y el clan Hyuga para que él los odiara de esa manera? Intrigada hasta el tuétano, comenzó a fraguar posibilidades y pensó que probablemente sostuvo combates contra ellos durante la guerra. El clan Hyuga era muy numeroso y Sasuke debió luchar contra algunos o varios. ¿Esa cicatriz diagonal en su pecho habría sido provocado por algún Hyuga? ¿O por más de uno? Quizás tal cosa explicara su odio, aunque no podría darlo como una certeza. Los Hyuga eran grandes guerreros, pero debía admitir que, sólo con verlo entrenar, quedaba claro que Sasuke estaba varios niveles por encima de cualquiera. El único guerrero en su nación que podría haberlo dañado de esa forma, lamentablemente nunca perteneció a su clan y falleció tras una dantesca emboscada masiva...

De súbito, el guerrero interrumpió el flujo de sus pensamientos.

—Es evidente que él viene por ti —la encaró, mientras ella pudo ver el sabor de la expectativa en sus ojos. Estaban brillando por las ansias que tenía de combatir. Era algo tan claro que centelleaba no solamente a través de sus pupilas, sino por todo su semblante. Era un odio anhelante de sangrienta batalla.

Hinata sintió mucho miedo con esas palabras, dado que auguraban un inminente sepelio. Sasuke tenía toda la razón: Neji venía por ella. Y por hacerlo terminaría muerto inexorablemente, ya fuera por Sasuke o por las patrullas fronterizas. ¿Cómo podría decirle a su primo que no necesitaba ser rescatada? ¿Cómo decirle que escapara con vida porque venir por ella era lo mismo que suicidarse?

Su corazón se estrujó. La alegría inicial de saber que su primo estaba vivo se tornó hacia una angustia terrible y completamente dramática. Si venía hacia esta tierra maldita, Neji sólo conseguiría una muerte segura.

Sakura, entretanto, permaneció en completo y respetuoso silencio. Ella sólo era una espectadora de los acontecimientos y prefirió seguir de ese modo.

—Señor, ¿cuales son sus órdenes? —preguntaron los soldados ante su mutismo.

—Ninguna en especial —reaccionó dominando su ira—. Simplemente sigan haciendo su trabajo.

—¡Sí, señor! —exclamaron todos al unísono.

Y sin más, el guerrero más fuerte tomó las riendas e hizo marchar a sus dos caballos.

Hinata, enfrascada en la avalancha de pensamientos que se sucedían uno tras otro, observó el semblante de su dueño. La tremenda furia inicial parecía haberlo abandonado, pero sus facciones seguían esbozando remanente odio. Pasaron varios minutos, hasta que Hyuga finalmente dejó de lado sus miedos y decidió tratar de obtener información.

—Amo, ¿qué le hará a ese Hyuga sobreviviente? —preguntó evidenciando claramente el susto que padecía su alma.

—Matarlo, por supuesto —dijo como si fuera lo más natural del mundo.

—Por favor, amo...

—No confías mucho en él, ¿verdad? —dijo muy complacido ante su expresivo temor—. Sabes muy bien que Neji perdería la vida contra mí.

«¿Neji?». Hinata se sobresaltó dando un gran respingo en la carreta... Si Sasuke sabía que el sobreviviente era su primo, entonces obviamente también la conocía a ella. Instantáneamente separó sus labios por el grosor del asombro. Él, desde un principio, siempre debió saber que ella era la heredera principal del clan... De hecho, desde que la vio en la tienda de esclavas lo supo...

—¿Cómo... cómo sabe que es Neji?

—Es el único Hyuga lo suficientemente habilidoso para haber sobrevivido al asedio y ataque final.

—P-pero... si usted sabe quien es Neji, entonces también sabe quien soy yo, ¿verdad?

El guerrero no respondió; sólo soltó apática indiferencia a través de todo su cuerpo. Hinata no demoró más de un segundo en entender que, aunque insistiera mil veces, nunca le respondería su pregunta. De todas formas no era necesaria una respuesta: era muy evidente que él la conocía. A fin de cuentas, ella era la heredera femenina del clan y Sasuke parecía estar bastante informado respecto a los Hyuga. Era muy obvio que si conocía el nombre de Neji, también sabía el suyo...

Humedeció ambos labios con su lengua tanto por los nervios como por la resequedad que sintió sobre ellos. De pronto sintió unas ganas terribles de beber agua; sentía su garganta muy seca y necesitaba aliviarla. Y es que si Neji realmente venía a rescatarla sin ayuda alguna, su muerte sería completamente inevitable. Sasuke era un oponente demasiado hábil para su primo. La única alternativa posible era intentar detener el combate antes de que éste se diera.

—M-mi primo es una buena persona —no temió revelar su parentesco con Neji, pues ya tenía la certeza de que él lo sabía perfectamente.

Sasuke sintió repulsión ante ese comentario. Ella era tan ingenua que daba asco.

—En este mundo no hay buenos o malos, sólo fuertes o débiles. Y cuando le corte ambos brazos, tu primo pertenecerá a las segundos —sentenció como si fuera un hado incontestable.

—Amo, por favor, la guerra ya terminó y ustedes obtuvieron la victoria. No hay necesidad de seguir derramando sangre.

—Eso tienes que decírselo a él. Yo no lo iré a buscar, el vendrá hacia mí. El conflicto es simplemente inevitable.

—P-pero puedo convencerlo de que se vaya, de que yo estoy bien junto a usted. Un combate no es necesario, amo...

—Aunque tú eres la razón más importante, él no viene únicamente por ti... Después de ver a su patria arrasada e incendiada hasta los cimientos, ¿cómo crees que él se siente? ¿Crees que podrá llevar una vida digna y tranquila después de algo así? No, él buscará venganza. Sólo la venganza puede calmar el rencor que se enquista en el alma —dijo él con un tono muy extraño. Hinata sintió que su percepción aumentaba infinitas veces y captó, como si se tratara de una luz halógena contactando su alma, que Sasuke no estaba hablando de Neji, sino de sí mismo—. Somos guerreros, además de enemigos, así que entre nosotros el combate será inevitable. Es un asunto de orgullo y honor, pero, como eres una simple mujer, jamás lo entenderías porque careces de ambas cosas. Sólo eres una basura que quiere seguir viviendo a cualquier precio.

Hinata sintió sus palabras como si fueran un estilete que atravesaba su espíritu. Pero tras unos segundos logró dominar el dolor y seguir hablando. Tenía que acostumbrarse de una vez por todas a las palabras hirientes de su amo, ya que era evidente que las recibiría menudo.

—Me asusta mucho perder la vida, es verdad... a pesar de todo me gusta vivir. Sé que soy una tonta, pero tengo la esperanza de ser feliz algún día... —dijo tristemente mientras lágrimas llegaban a sus luceros. Sin embargo, no se derramaron: se contuvieron allí.

—Cuando lo has perdido todo y sólo el dolor reina en tu vida, fallecer no es algo tan malo como crees.

Ella bajó su cabeza, pensativa. La supervivencia era un instinto natural en casi todos los seres vivos, algo insertado profundamente en el ser. Sin embargo, era evidente que Sasuke no le temía a la muerte en lo más mínimo. ¿Cómo había logrado superar el miedo instintivo a morir? A raíz de sus últimas palabras, una idea llegó a su mente tras muchos segundos de reflexión: Sasuke lo había perdido todo... Por eso vivir o morir no hacía ninguna diferencia para él...

Uchiha estaba tan sólo como Hyuga ahora, pero entre ellos existía una titánica diferencia: él no le temía a la muerte y ella sí. Y precisamente por tal razón él era un guerrero y ella una esclava. Entonces Hinata lo supo con una claridad efervescente: tenía que ser más valiente. Debía serlo por su propio bien. Sin embargo, tal meta no podría conseguirla de un día para otro. Demoraría un tiempo, mas lo haría a cualquier precio: aunque buscarla significara su muerte, tarde o temprano lucharía por lograr su libertad...

Deshizo sus recientes pensamientos rebeldes y empezó a pensar en Neji. Si realmente llegaba hasta la capital enemiga, demoraría uno o dos días a caballo y si no conseguía una montura demoraría mucho más. Deberá evadir las patrullas fronterizas y eso le significaría más tiempo además. No creía que su primo fuera a caer víctima de algún escuadrón de reconocimiento; él era muy hábil para ello. Sin embargo, lo retrasarían inevitablemente, así que todavía tenía algo de tiempo para urdir un plan que cambiase su destino y convencer a su amo que le permitiera vivir. Tal vez antes del enfrentamiento, ella podría hablar con su primo y hacerle ver que, aún siendo una esclava, estaba bien de todas formas. Quizás así, él desistiría de rescatarla y evitar un enfrentamiento mortal contra Sasuke...

Sintió estupefacción; terribles escalofríos recorrieron sus vértebras dorsales al imaginar un duelo entre ellos. Y tal sensación aumentó su hostilidad al visualizar que ella podría estar presenciándolo todo sin poder hacer nada para evitarlo...

¿Podría convencer a Sasuke de no matarlo? Él parecía tener tanto odio contra los Hyuga que asomaba como una misión imposible de lograr.

—¿Por qué? —cuestionó de repente, para rápidamente continuar—. ¿Por qué me tiene tanto odio, amo? ¿Qué le hizo mi clan? —preguntó de una forma tan angustiada que pareció ser la encarnación humana de tal emoción.

—Una basura como tú no es digna de obtener una respuesta —sin siquiera mirarla, sentenció con su voz más dura y despreciativa.

Tras lo dicho se produjo un silencio que, paradójicamente, resultó sonoro. Ella bajó su cabeza tristemente. Sólo el casqueteo equino sobre la tierra seca o el chapaleo cuando atravesaban alguna poza de agua, interrumpía lo profundo del mutismo.

El sol, antes de esconderse tras el horizonte con la timidez que lo teñía de carmín, reflejó su rubor en las pocas y dispersas nubes del cielo. Hinata, cuando veía tal cariz en el ocaso, siempre recordaba el tono que a menudo adquirían sus mejillas. Muchas veces su familia la molestó con bromas por lo mismo. Qué lindos eran esos tiempos en que todavía contaba con ellos a su lado. Un fulminante golpe de nostalgia la aquejó entonces, obligándola a suspirar de tanto en tanto. Le tomó varios minutos recuperarse de la melancolía y, cuando lo hizo, le echó una mirada a su amo. La furia que destellaba su semblante ya no era la misma, pero tenía una mirada de concentración al tiempo que los músculos faciales comprimidos. Era evidente que estaba pensando en Neji Hyuga. Dejó de verlo y giró su cabeza hacia atrás, específicamente a Sakura, quien iba amarrada a la carreta junto a la leña. También se veía perdida en sus propios pensamientos, seguramente recordando los días en que era libre y probablemente feliz.

Llegaron a los dominios de Uchiha cuando la oscuridad ya había echado su manto sobre el cielo. Luego lo mismo de antes se repitió: los perros corriendo tras la carreta, los agresivos ladridos a la nueva, la mano de Sasuke dominándolos en un segundo, él cortando las ataduras con el puñal y explicándole las reglas a Sakura. Aunque las amenazas fueron duras y terribles, a Hinata le parecieron menos viles que las dirigidas hacia ella. Y nuevamente volvió a pensar que su amo tenía algo muy personal contra los de su clan.

Tras colgar su elegante capa negra, el amo prendió las antorchas colgadas en la pared, llevó a Sakura a la habitación de Hinata y esta última pensó si acaso dormirían juntas. Había una sola cama, que, aunque amplia, le provocó un pudor que coloreó sus mejillas. Ya había dormido antes unas cuantas veces con su hermana Hanabi cuando alguna de las dos tenía pesadillas, pero nunca con una mujer adulta y prácticamente desconocida.

—Dúchate bien —dirigió una orden a la de ojos verdes — y en dos horas te quiero a puerta cerrada en este cuarto.

—Sí, amo —contestó ella al instante.

—Tú, entretanto —miró a Hinata—, ven conmigo.

—A su orden, amo Sasuke.

Fueron hacia otro lejano pasillo que, a diferencia de los anteriores, estaba completamente alfombrado. Sin embargo, la alfombra parecida a un linóleo azuloso actual, lucía vetusta y polvorienta. Los pasos enmudecidos finalmente se detuvieron frente a una puerta. Sasuke sacó el manojo de llaves que portaba y Hinata pudo ver que el número de esta habitación era el siete. Abrió la entrada, la cual rechinó antigüedad como resquebrajada hojarasca; luego le dio una orden a su esclava.

—Limpia bien esta habitación. Aquí dormirá la nueva. Y en dos horas las quiero a ambas a puerta cerrada en tu habitación.

Ella asintió de forma humilde a la par de respetuosa, mientras Sasuke se marchaba oscureciendo el tono de su semblante. Hinata lo siguió unos segundos después, pues con sólo dar una mirada entendió que limpiar esto sería un arduo trabajo. Todo estaba lleno de polvo y telarañas, de modo que necesitaría los implementos de aseo necesarios. Cuando llegó al final del pasillo vio como su amo abría y traspasaba la puerta prohibida. Eliminó su curiosidad inmediatamente, continuando sus pasos hacia la cocina; allí cogió un mandil que se calzó enseguida, además de escoba, paños de limpieza y un par de baldes con agua. Llevó todo hacia la habitación, disponiéndose a realizar sus deberes.

Trabajó sin contratiempos de manera que no tardaría en finalizar su labor, pero, de súbito, sucedió algo que la extrajo completamente de sus domésticas tareas. Una especie de alarido terrible escuchó a través de la gruesa pared más cercana. A pesar de ser un grito, el volumen del mismo fue muy tenue, quizá gracias a la distancia. Los vellos corporales de Hinata se enervaron inmediatamente. Fue algo escalofriante, fantasmagórico, espectral en todas sus letras. Una idea sacudió su mente entonces: quizás habían fantasmas en la casa y le dio susto pensarlo como una verdad. Todo lo que fuera sobrenatural le provocaba temeroso recelo: entidades invisibles, demonios, voces del más allá. A veces, entre las historias de terror que se contaban al alero de una fogata, emergían relatos espeluznantes sobre diversas criaturas monstruosas. De hecho recordaba tantos cuentos que, de haber tenido tiempo, habría divagado en ellos.

Un nuevo ruido se escuchó, extrayéndola de sus memorias; era algo muy tenue, pero aún así podía inferirse que se trataba de alguien sufriendo un dolor desgarrador. No era un fantasma ni nada por el estilo, sino alguien muy vivo...

Curiosamente, aquello la asustó mucho más que la idea de entes sobrenaturales rondándola.

Superó sus nervios y, respirando profundamente un trío de veces, apegó su oído a la pared, esperando escuchar otro sonido. Fue entonces que lo tuvo totalmente claro: era alguien que gritaba desde el ala este...

El área prohibida tenía uno o más inquilinos...

Encogió sus dedos sumamente nerviosa, mientras poco a poco la curiosidad inundó cada resquicio de su alma. Su respiración se hizo más rápida, pero, a pesar de ello, sentía que le faltaba el aire. De hecho, necesitó abrir la boca para suplir de más oxígeno a sus pulmones. Caminó hacia el vestíbulo y, esquivando los sillones de fina felpa marrón, oteó hacia la puerta prohibida. Intrigada, se acercó hacia ella y apegó su oído derecho, prácticamente como si quisiera horadar la madera.

Los horrorosos gritos siguieron, muy débiles, muy alejados, como si provinieran desde otra dimensión. Parecía un grito de mujer, pero tampoco podría asegurarlo con certeza. La voz era demasiado desgarrada como para precisarlo. También podría ser una voz de hombre distorsionándose y adquiriendo un cariz más agudo por causa de su dolor.

—¿Estaría Sasuke torturando a alguien, acaso? ¿O estaría violando a alguna otra esclava? Por el intenso dolor de los espasmódicos chillidos, aquellas eran las opciones más probables...

Acumuló tanta saliva en su boca que pronto se vio en la tesitura de escupirla o tragarla. Tras unos segundos se decantó por la segunda opción. Aunando fuerzas a través de un hondo suspiro, se atrevió a abrir la puerta un poquito. Ni siquiera padeciendo demencia se atrevería a atravesarla, pero concertando apenas una hendija no sintió que corriera peligro. Sus albinos ojos fueron recibidos por una profunda negrura. El pasillo no tenía ventanas ni antorchas que batallaran contra la prominente oscuridad. Pese a todo le pareció que era un corredor larguísimo, mucho más que los conocidos por ella, puesto que el grito seguía escuchándose desde muy lejos. A pesar de que la intensidad del volumen aumentó unos ínfimos decibeles, no le quedó claro si se trataba de un hombre o una mujer. Era una voz demasiado deformada; estaba inundada en un dolor tan descomunal que sobrecogió sus células por doquier. Entonces cerró los ojos para anular la vista y se concentró para olvidar el resto de sus sentidos también. Sólo el oído se erigió como monarca total de su cuerpo. Entonces, por un efímero momento, la distante vibración acústica se le hizo algo conocida. Incluso ligeramente familiar... Quizá se parecía un poco a la de...

Pero no; no podía ser. Era imposible. Seguramente eran imaginaciones suyas.

Azorada por la gravedad adquirida por sus emociones, cerró la puerta sin querer escuchar más. Su natural empatía hacia el dolor ajeno le hizo contraer sus músculos faciales en un gesto que denunciaba agobio y pesares aumentados al máximo. Desvió sus pensamientos hacia el doloroso punto mental que difuminaba el límite existente entre una duda y un recuerdo. ¿De quién sería esa voz? ¿Realmente pertenecía a alguien que ella conocía? Lo más seguro era que las ganas de volver a ver a sus seres queridos estuvieran alterando sus ansiosos pensamientos. Además, esa voz era una tan distorsionada que no podría reconocerla aunque lo intentara mil veces. Necesitaba estar más cerca; estar en la mismísima ala este para que los gruesos muros no interfirieran con su sentido del oído. Sólo estando en el área prohibida podría saciar el vigor de su duda...

Mientras dubitaba y nadaba en el mar de sus temores, los gritos terminaron apagándose de la misma forma en que vinieron. Por lo menos no habían durado mucho. El renovado silencio logró implantarle un poco de tranquilidad encima. ¿Pero qué había en el sector este? ¿Quién o quienes estaban allí? El lado que Sasuke había prohibido con tanta virulencia escondía algo macabro...

Rebobinando sus recuerdos, dio cuenta de una frase que no demoró en arribar: «Prisioneros de guerra». Sasuke, después del intento de violación, dijo que hacía prisioneros de guerra. Y no especificó en dónde...

Hinata tragó saliva, hundiéndose en un temor anormal.

¿Acaso habría alguien del clan Hyuga en el ala este? Una persona llegó enseguida a su mente. Luego llegó una segunda. Junto a Neji, ambas eran las más importantes para Hinata. Luego llegaron más miembros de su clan para perturbarla todavía más.

Pero no era factible. Debía estar equivocada. De hecho, era algo imposible: los Hyuga no dudaban en morir antes que caer prisioneros en manos del enemigo. Y si, por alguna circunstancia muy anormal uno hubiera adquirido tal condición, se habría suicidado a la primera ocasión. Siempre habían oportunidades: ella la tuvo cuando intentó huir por la frontera en vez de clavarse una espada, en el comercio de esclavos cuando prefirió seguir así antes que ahorcarse con la soga de su cuello, e incluso ahora mismo podría usar los cuchillos de la cocina para tal fin. Ella, en su clan, era la única tan cobarde como para querer seguir viviendo a toda costa...

Bajó su cabeza al pensarlo, pero esa era la triste verdad: a excepción de Neji por su tremenda fortaleza, todos los de su clan tenían que estar muertos. Sin embargo, había alguien más en el ala este. Esos gritos agónicos le daban una certeza incontestable. Y fue entonces que una gran curiosidad comenzó a forjarse en Hinata... y la curiosidad podía ser muy peligrosa...

Pronto llegó Sakura, secándose sus cabellos mojados con una pequeña toalla rosada y su cuerpo envuelto en una mucho más grande de color blanco. Ambas se miraron de reojo, como si tuvieran miedo de hacerlo por completo y compartir la sensación que las azotaba.

—Santo cielo... ¿escuchaste eso? —comentó la recién llegada, quedando inmóvil al tiempo que una expresión atormentada apareció en sus facciones.

—Sí, Sasuke estaba torturando a alguien... —respondió la de ojos albinos lo más evidente.

La pelirrosa asintió con una mueca de pesar. —Pobre hombre o mujer. La voz ni siquiera es reconocible para distinguir el sexo —tras unos segundos, añadió—. Tengo miedo, Hinata...

—Y-yo también. Sólo espero que no aparezca el peor lado de Sasuke con nosotras. Yo conocí su lado sádico cuando estuvo a punto de violarme y da miedo de verdad. S-su lado frío también da cierto miedo, pero es una maldad controlada. En cambio, en la cama es como si un demonio de locura consumiera su mirada. Da mucho miedo, Sakura —tembló de pies a cabeza como para corroborar sus recientes palabras.

La aludida no dijo nada; sintió que una especie de pegamento había caído en su lengua y la había unido al paladar. Tras varios segundos por fin logró hilvanar palabras que fueran inteligibles.

—Sólo nos queda rogar que su peor lado no aparezca...

—Sí...

Permanecieron inmóviles infinitos segundos, castigadas por la invisible atmósfera que irradiaba esta mansión. La confortabilidad material de la misma, contrastaba completamente con la terrorífica inquietud espiritual que afectaba cada rincón.

Presa de la ansiedad, Sakura echó un vistazo derredor para intentar distraerse un poco. Le llamó la atención lo tremendo que era el hogar y los pocos muebles que tenía. Lucía hasta vacío, de hecho. Tampoco había lujos superfluos como debería tenerlos. A pesar de todo el dineral que debía tener, Sasuke era un hombre muy austero. Una que otra cosa de lujo podía verse: figuras de alabastro, un estante de fino roble, sillones de felpa, una escultura de mármol y un par de cuadros bélicos, pero nada que fuera realmente extraordinario.

Luego ambas acabaron de limpiar el cuarto destinado a Sakura. Después regresaron al que pertenecía a la chica más tímida y esperaron a puerta cerrada, tal como Uchiha lo había indicado antes. Conversaron variadas cosas para disipar de algún modo la gravedad de sus preocupaciones, hasta que, varios minutos más tarde, escucharon unos pasos pesados que se acercaban detrás de la puerta. Muy pronto vieron, a través del resquicio inferior, como el dueño de la silueta se detenía. Sin resistencia, se entregaron al peso de funestas expectativas. Hinata tembló al imaginar a su peor lado atravesando la puerta: el sádico psicopático que horas antes tuvo la oportunidad de conocer. Sin embargo, cuando él abrió se veía como satisfecho; casi como si padeciera un regocijo interior. Seguramente su sadismo ya se había liberado con la tortura propinada en el ala este. Ambas dejaron de observar su faz y pusieron atención a sus manos: en ellas traía una silla, además de un enrollado látigo. Y de su cinturón destacaban dos pares de grilletes colgando. Por pura inercia visual, Hyuga volvió a sentir como si tales estuvieran apresando sus muñecas y tobillos nuevamente. Lo único que logró darle un poco de consuelo a su lacerado corazón era que el señor quita-inocencias brillaba por su ausencia. Por lo visto, Sakura tenía una suerte enorme.

Sasuke acomodó la silla a un lado suyo, sentándose en ella con toda tranquilidad. Reclinó su espalda y, una vez cómodo, lanzó una orden perentoria.

—Desnúdense.

La pesadilla volvía a iniciar, pero esta vez Hinata no demoró nada en hacer caso. Tenía la esperanza que su amo sólo jugaría con ellas sin hacerles daño real. Además, dilatando cada movimiento lo único que conseguía era aumentar el sufrimiento y no quería prolongar la tortura más de lo debido. Sakura pareció vacilar unos instantes, pero al ver que su compañera agilizaba sus movimientos no dudó en imitarla rápidamente. Pronto ambas quedaron desnudas una al lado de la otra, mirándolo de frente.

Sasuke comparó sus cuerpos. El de Hinata era más femenino y con curvas más pronunciadas. El de Sakura era menos curvilíneo, pero igualmente resultaba apetecible.

—Dénse vuelta.

Las chicas imaginaron que ahora él compararía sus traseros. Y efectivamente aquello era el propósito de la orden. Uchiha comprobó que Sakura tenía unos glúteos realmente sobresalientes. Muy satisfecho quedó con el paisaje prodigado.

—Mírenme de nuevo —ellas obedecieron y entonces Uchiha lanzaría una orden que las tomaría completamente por sorpresa —. Ahora tengan sexo entre ustedes.

Rápidamente, la más abrumadora perplejidad se apoderó de ambas. Al mismo tiempo, giraron sus cabezas e intercambiaron miradas que denunciaban tal sentir. Esta vez Hinata sí se atrevió a esgrimir una tenue y tímida protesta. Una tan débil que ni siquiera merecía tal nombre.

—P-pero somos... somos mujeres...

—Por eso mismo: se me hará muy interesante verlas —curvó una esquina de sus labios con una pequeña sonrisa perversa.

—P-pero, amo... esto es una aberración. Algo totalmente abominable. Es ir demasiado lejos. No nos haga esto, por favor... —Hinata utilizó su voz más lastimera e implorante. Su mirada luchó por entrar en el alma de su dueño y tocar ese corazón enceguecido por el odio. Un hombre que sonreía así con sus perros debía tener bondad latente en su interior.

—¿Aberración por qué? —preguntó como si no entendiera la razón de que estuviera usando ese término.

—Po-porque a mí me gustan los hombres —argumentó Hinata.

—A mí también —apoyó Sakura con un tono de voz más bajo de lo normal. Uno que no enfadara a quien ahora era su amo y señor.

Sasuke miró con diversión a Hinata.

—Nos consideras bestias y te gustamos igualmente. Qué curioso —desprendió a través de su talante una extraña jocosidad.

—Hay hombres muy buenos —renegó—. Neji es uno.

Él frunció labios y entrecejo en un gesto que podía interpretarse como curiosidad.

—Así que Neji te gusta, ¿verdad?

Hinata coloreó sus mejillas con un rojo fulminante en apenas un par de segundos. Era asombroso como su faz podía hacer tal cosa de una manera tan rápida.

—P-por supuesto que no. So-somos primos —bajó su cabeza tímidamente, mientras su lengua se trababa más de lo normal.

A Sasuke le hizo genuina gracia la reacción de su esclava.

—¿Y si no fueran primos? —preguntó de manera insidiosa.

Ella guardó silencio. Esa pregunta la había tomado totalmente por sorpresa. Cuando se dio cuenta que se había ensimismado, reaccionó respondiendo rápidamente.

—Tampoco.

—Tardaste unos segundos en responder... me parece que sí te gusta.

—No; no es así —dijo ahora impregnando su semblante con una gran seguridad.

Sasuke esta vez guardó silencio, pero parecía muy interesado en el asunto de si le gustaba Neji. Hinata lanzó una nerviosa pregunta al respecto.

—¿P-por qué le interesa tanto si me gusta o no mi primo? —farfulló con semblante desencajado.

—Curiosidad. Aunque no lo parezca, soy alguien muy curioso —al tiempo que lo decía, sus facciones parecieron brillar para demostrarlo—. Por lo mismo les estoy ordenando que tengan sexo. Nunca he visto a dos chicas haciéndolo.

—Pero es una aberración. U-una inmoralidad.

—No seas tan puritana. Es algo muy normal —dijo Sasuke casi cálidamente—. ¿Acaso nunca te ha parecido guapa alguna mujer? Las chicas son muy hermosas; no entiendo por qué se hacen tanto problema en follarse.

—Porque es innatural... —dijo Hinata bajando un poco su cabeza —. O por lo menos para mí sí lo es —añadió una aclaración—. A mí me gustan los hombres.

—Lo natural o innatural es algo relativo. En la isla de Lesbos, por ejemplo, que las mujeres follaran entre ellas era algo tan normal como comer y dormir —señaló un dato histórico—. Además, ¿no te gusta ella? ¿No te parece guapa? —indicó clavando su vista en la de cabellos rosas, quien permanecía en silencio.

—Es linda —tras sus dos palabras, se giró para verla directamente—, eres linda, Sakura, pero a mí me gustan los hombres.

—Lo sé, a mí también me gustan los hombres —coincidió plenamente.

Ambas pudieron ver como el maldito Sasuke estaba disfrutando enormemente la situación. No estaba sonriendo, pero bastaba ver su semblante y sus ojos brillantes para tener total seguridad de ello.

—Tómenlo por el lado positivo: esto les servirá para iniciar una linda amistad de una manera más profunda... —dijo él con una evidente sorna mordaz.

Hinata apretó las coyunturas de sus dedos diestros con la siniestra hasta hacerlos crujir. Sus nervios eran evidentes. Sakura, por otro lado, sólo esbozaba una mueca de incredulidad en su faz. Ninguna hizo un ademán de hacer caso y eso podía volverse muy peligroso...

—Háganlo de una vez o comenzaré a impacientarme. Y créanme: no les gustará verme disgustado... —su voz se ensombreció tanto que pareció emular un latigazo al aire, mientras sus facciones comenzaban lentamente a transfigurarse en algo mucho más ponzoñoso y vil.

Ambas guardaron silencio, mirándose sumamente preocupadas. No sabían qué pensar. El cariz, tanto en la voz como en el talante del guerrero, comenzaba a teñirse en algo mucho más agresivo. Era obvio: tal como sus palabras lo advirtieron, comenzaba a perder la paciencia y eso desencadenaría terribles consecuencias...

Tenían miedo y de verdad quisieron iniciar alguna acción, pero el estupor no les permitió más movimientos que el de sus arrítmicas respiraciones.

Sasuke, ante la inmovilidad de sus esclavas, no dijo absolutamente nada. Levantó levemente su camisa y el metal de los grilletes resplandeció a la luz tambaleante de los candelabros. Se puso de pie e inundó sus ojos en demencia; una esquizofrénica al mismo tiempo que aterradora. Comenzó a desabotonarse la camisa, provocando que Hinata temblara como si sus huesos fueran azotados por un terrible sismo personal. Ella tuvo pavor en vez de miedo, pues recordó todo lo vivido horas antes; algo que por nada del mundo deseaba sentir nuevamente. Y estaba segura que en esta ocasión, Sasuke ni siquiera le daría la oportunidad de hacérselo gentilmente. Lo más probable es que sería de una manera brutal y sumamente terrible. Sintió pánico por lo febril de sus recuerdos; casi podía tocarlos con las manos de lo vívidos que se volvieron. Sakura, entretanto, había tenido la suerte de no pasar por esa situación todavía. Por ello, a pesar de los punzantes nervios engarfiados, se veía más tranquila que su compañera.

—Es-espere por favor, amo. Lo... lo haremos, ¿verdad Sakura? —la miró con una súplica destellando en sus ojos.

La aludida la miró consternada; no se veía nada convencida de retozar junto a ella y entregarse a juegos sexuales de tipo lésbico. Definitivamente no le gustaban las mujeres, eso estaba muy claro. ¿Pero prefería una violación antes que estar con una chica? Ninguna de las dos opciones aparecía como buena, pero una salvaje penetración debía ser algo mucho peor. Observó nuevamente la mirada suplicante de Hinata y no tuvo más dudas al respecto: a pesar de la intensa repulsión que le generaba imaginarse intimando con ella, tendría que hacerlo por el bien de ambas.

—Amo, haremos lo que sea para que usted se divierta como se merece —dijo finalmente la de bien formado trasero e improvisando una manera halagüeña que pudiera calmarlo.

Sasuke detuvo sus movimientos exhalando parsimonia; dejó su camisa a medio abotonar, acomodó más el cinturón en su cintura y se sentó cual palco de teatro, regocijándose del dominio que ejercía sobre ambas chicas. Sí, tener poder era algo realmente grandioso. Pronto avivó su semblante, puesto que estaba genuinamente interesado en el llamativo espectáculo que pronto sus ojos recibirían.

Las mentes de las vírgenes se atestaron de inquietudes al tiempo que no pudieron evitar un par de estremecimientos. Tienen infinitas dudas. Dubitan, temen y piensan miles de cosas perturbadoras. Un alúd de inseguridades las sobrecogió.

Hinata estaba tan pálida como una hoja de papel. Su corazón se había distendido al ir a la ciudad acompañada por un Sasuke más civilizado y menos agresivo, pero ahora volvía a estar en total armonía con el miedo.

La de humildes senos dio un profundo suspiro y, sabiendo que el reloj de la impaciencia estaba en contra, se preparó a darle un consejo a la Hyuga:

—Cálmate. Todo estará bien —imprimió artificial seguridad a su voz.

—Si no lo hacen bien —intervino Sasuke— las violaré de la forma más terrible que puedan imaginar —advirtió a la vez que esbozaba una cara psicopática que crispaba todas las células.

Como si las últimas palabras hubiesen sido una orden específica para hacerlo, Sakura dejó los reconcomios a un lado y apretó los dientes formando una mueca de desagrado. Dio un par de pasos para apegarse al cuerpo de Hinata, percibiendo instantáneamente la grandeza de sus senos. Realmente eran un prodigio de la naturaleza. Ella, en cambio, nunca fue bendecida con tal cualidad. Pese a la situación, sintió un poco de sana envidia. Encajó sus esmeraldas en Hyuga; la vio con más temor que ella. La conocía desde hacía poco, pero no necesitaba más tiempo para saber que se trataba de una chica sumamente tierna y dulce; una mujer que no podría inspirar ningún afecto negativo, salvo en alguien tan cruel como Sasuke Uchiha. Por ello, a pesar de su evidente renuencia, quería mantener la calma e intentar que esto no resultara tan traumático. Se acercó a su oído, susurrándole las siguientes palabras con una calidez despampanante:

—Tranquila, Hinata, soy mujer igual que tú. No te haré daño y nada te dolerá. Sólo hagamos lo que el amo quiere de una manera en que quede conforme y nos olvidaremos de esto. Piensa que yo soy un hombre, quizás así no te dará tanto asco. Eso voy a hacer yo.

La de ojos albinos quedó sorprendida con la gran resiliencia de Sakura en una situación así. Por lo tanto ella no podía quedarse atrás: tenía que ponerse a su altura y dejar de temblar. Ser valiente igual que su compañera lo estaba siendo. Después de todo ambas eran sobrevivientes de guerra, de modo que esto no podía ser algo tan terrible.

—S-sí —contestó finalmente.

Haruno llevó su diestra a los cabellos de su obligada amante y los acarició con dulzura natural. El pelo de Hinata era tan suave como el terciopelo, siendo muy agradable al tacto. Masajear su cuero cabelludo no le provocó un problema como si lo había sido contactar sus senos. Luego, con otra evidente mueca de desagrado, hizo que los pechos de ambas se tocaran todavía más. Esta vez pudo sentir hasta la vibración de los pezones al hacer cálido contacto. Sin prisa, pero sin demora, le lanzó una mirada tierna para que su compañera confiara en su hacer. Sería ella quien tomaría la iniciativa, pues Hinata, mucho más pasiva y tímida, mantenía sus manos inmóviles, aunque sus dedos, por los nervios, se movían en el aire como si imitaran el pedaleo de una bicicleta moderna.

Sakura quiso proseguir, pero de pronto quedó tan congelada como hielo antártico. ¿Qué más debía hacer? ¿Besarla en la boca, acaso? ¿Tocar sus pechos con las manos?

Sasuke, mientras tanto, empezó a sentir el fastidio de no tener un buen espectáculo por delante.

—Dénme sus espaldas —ordenó con voz siniestra a la vez que, aún sentado, desenrollaba la cruenta fusta.

Ninguna quería obedecer tal orden, pero no tuvieron más remedio que hacerlo o sería aún peor. Ingiriendo saliva, apretaron instintivamente los músculos dorsales y lumbares. Sin demora, Sasuke las fustigó a ambas y al instante los gritos de dolor acariciaron sus oídos. El látigo era muy duro, tanto que casi abrió sus pieles de un solo golpe.

—Sigan igual de quietas y recibirán muchos golpes más... —el infierno mismo tomó posesión de su voz.

Sakura apresuró un movimiento antes de recibir otro fulminante latigazo. El ardor que dejaba en la espalda era terrible y no quería vivirlo más. Rápidamente posó sus labios en el hombro izquierdo de su compañera. Y, a pesar de la suavidad empleada, Hinata sintió inevitable repulsión al percibir su boca de mujer. Una repugnancia física y psicológica al mismo tiempo. Incluso, por un mísero segundo, deseó que hubieran sido los labios de cualquier otro hombre y no los de Sakura. Por su crianza tan tradicional, estar con otra chica le parecía una aberración; una detestable abominación. A causa de esto, quiso solucionar su asco imaginando que Sakura era un varón, ¿pero cuál? Para su gran asombro el primer hombre que llegó a su mente fue...

Neji.

¿Por qué había llegado él a sus pensamientos? Seguramente por causa de dos grandes razones: era el hombre más querido que tenía e, incluso ahora, seguía sintiendo la fulgurante alegría de que permaneciera con vida. Sin embargo era su primo, por lo que le pareció indecente pensar en él. Un pecado imperdonable. Enseguida lo exilió de sus pensamientos, aunque quizás hacerlo resultó en algo que le fue más inmoral todavía, pues, cuando Neji desapareció, arribó alguien que perturbó cada una de sus neuronas de una forma realmente maldita...

Sasuke Uchiha.

Después de todo era el único hombre que conocía con el que no tenía un vínculo familiar, pero eso no le impidió aborrecerse con todas sus fuerzas. Se separó de Sakura violentamente sin poder evitarlo. No porque ella le generara un asco tan potente, sino por la putridez interna que le produjo pensar en él como el hombre que la estaba acariciando con sus labios.

La esclava nueva no se sorprendió de su reacción; para ella también estaba siendo muy difícil esta situación. Era una mujer demasiado heterosexual; por ello, jamás en la vida se imaginó que iba a intimar con otra chica. Estaba haciendo un gran esfuerzo para que esto no resultara tan traumático, pero podía entender perfectamente el rechazo que estaba esbozando Hinata, aunque jamás se hubiera imaginado que su alejamiento se produjo por una razón mental muy distinta. Ni en mil intentos habría deducido que Sasuke apareció en los pensamientos de su compañera.

El amo, por mientras, se divirtió mucho en sus adentros con la reacción de Hinata. Sin duda, ahora mismo estaba disfrutando de uno de los mejores espectáculos que había visto en toda su vida.

—Veo que quieres ser abusada por mí —le dijo a Hyuga ante su inmovilidad—. La nueva está poniendo mucho empeño, pero parece que tú no quieres hacer lo mismo. Estás deseosa de que yo te posea, ¿verdad? —se divirtió ironizando cruelmente.

—N-no, amo —rechazó apenas pudo reaccionar—. Ahora sí lo haré bien.

Esta vez fue Hinata quien se acercó a Sakura. Decidida a ser más activa que antes, comenzó a prodigarle suaves ósculos en el cuello. Jamás en su vida pensó que los primeros besos que le daría a alguien en la piel iban a ser para otra chica...

Haruno empezó a hacer lo mismo con ella, besándole tanto los hombros como el cuello. Ninguna lo estaba disfrutando, eso era muy evidente, pero darse besos entre ellas seguía siendo mejor que un aborrecible abuso sexual.

Aunque sus almas querían poner empeño en su fingido romance, sus cuerpos pensaban completamente distinto. No reaccionaban de la manera en que debían hacerlo ni querían acatar las órdenes que el cerebro mandaba. La reticencia a tener contacto físico era demasiado obvia.

Sasuke enseguida recibió aquel sentir con una gran claridad. El tedio lo invadió, queriendo obtener más que sólo insípidos besos.

—Estoy comenzando a perder la paciencia... —dijo en una desalmada y ominosa amenaza.

Era un maldito; realmente lo era. Pero aún así, tenían mucha suerte de que su sadismo ya estuviera satisfecho por lo anteriormente sucedido en el área prohibida.

Reaccionando velozmente, Sakura subió sus manos y comenzó a tocarle los senos a su compañera sin dilaciones ni avisos previos. Hizo sucumbir sus resquemores con premura sobresaliente. Un desparpajo influenciado claramente por el miedo.

La frente de Hinata sudó como si una fulminante fiebre la hubiese atacado de improviso. Por menos de un par de segundos, Neji acudió a sus pensamientos nuevamente y tuvo más claro que nunca que la maldita mente solía ser demasiado caprichosa. Desterró los pensamientos que lo involucraran en un santiamén, enviándolos a un lejano cofre mental del que no podrían escapar. Pero el gran problema es que si no era Neji, era Sasuke Uchiha quien llegaba a su mente. ¿Qué diablos podía hacer? ¿Abrir los ojos y sólo ver a Sakura tocándola? Le parecía tan repulsivo que no podía evitar los estremecimientos que llegaban cada vez que sentía sus manos descubriéndola. Deseaba desconectar sus neuronas; poner su mente en un blanco total, pero simplemente no podía hacerlo. Para su pesar, el cerebro siempre fraguaba pensamientos y aquello resultaba una verdadera desgracia en casos así. De pronto, se sorprendió al sentir como Sakura, poco a poco, comenzaba a tocar con más intensidad sus senos. La estaba palpando de una forma diferente al inicio: como si se los estuviera explorando, conociéndolos, como si le hubieran llamado mucho la atención. Y en honor a la verdad, aunque por su timidez no lo quisiera así, era cierto que sus atributos delanteros siempre habían sido muy atrayentes. Más veces de la cuenta los hombres la veían hacia sus pechos; varios de ellos incluso debían hacer un esfuerzo para mirarla a los ojos. Ahora que lo pensaba, eso también era algo que le parecía muy curioso respecto a Sasuke: él siempre la miraba a sus luceros. Nunca lo había sorprendido viéndola a los senos ni siquiera de manera inconsciente. Descontando el intento de violación, sus negros ojos siempre se encajaban profundamente en los suyos. Dejó de pensar en las particularidades de su amo y volvió a rememorar como sus atributos llamaban la atención no sólo de los hombres, sino también de las chicas. Ellas también paseaban sus vistas por aquel lugar, aunque, a diferencia de ciertas miradas masculinas, nunca sintió que hubiera deseo o lujuria, sino más bien curiosidad. Y era lógico que así fuera, porque sus pechos eran grandes y llamativos. Era el mismo tipo de curiosidad que generaban sus ojos: no una libidinosa o morbosa, sino producto de lo singulares que eran.

De forma inopinada, Sakura pareció comenzar a sentirse más motivada que ella. Sus labios profundizaron sus besos en el cuello y sus dedos fueron paulatinamente hundiéndose un poco más en la piel de sus senos, apretándolos suavemente; incluso cariñosamente. Había dulzura en sus caricias.

Ambas, como acordándolo de manera tácita, retrocedieron unos pasos. El propósito era afirmarse en la pared para no hacer esto aún más incómodo de lo que ya era.

Hinata escrutó a su compañera y notó que estaba muy concentrada fingiendo. Sakura, a ojos cerrados, estaba actuando muy bien. Sin duda sería una gran actriz si se lo propusiera. Y si su compañera lo estaba haciendo de esa plausible forma, entonces ella, por más difícil que le fuera, también tenía que poner de su parte. Volvió a pensar que hacer esto era mejor que ser violada salvajemente. Aquello la motivó a tratar de dar un poco más de sí para que Sasuke quedara conforme y las dejara en paz por esta noche. Dio unos tenues suspiros de resignación ante lo inexorable. Posó sus manos en la cintura de Sakura y comenzó a explorarla con una obligación que pronto mutó a curiosidad. Muy lentamente, desplazando las manos por su contorno, le pareció llamativa la forma de su cuerpo. La curva existente entre la cintura y la cadera no era tan pronunciada como la suya; la primera no era tan estrecha y la segunda no era tan ancha. Además, bastaba tocar esos lugares para ver que todo su cuerpo era firme. Nunca antes había tocado a una mujer de esa manera, pero de todas formas pensó que el cuerpo de Haruno no era el de una chica promedio; parecía más trabajado y no tan frágil. Aquella idea llevó de la mano hacia otra: el cuerpo de Sasuke debía tener una solidez increíble al tacto. Empero, fulminó tal pensamiento en cosa de un segundo. Ese maldito no acudiría a su mente.

Sakura siguió pronunciando sus besos en el cuello. Sí, definitivamente ella era una gran actriz que no deseaba ser violada por Sasuke por nada del mundo.

Hinata siguió acariciando la cintura y la cadera de su compañera, limitando sus manos sólo hacia ese sector de su cuerpo. Haruno seguía siendo una mujer y tocarla le seguía pareciendo algo innatural, pero por lo menos ya no tenía el rotundo asco del principio. Sus mejillas dieron una muestra de aquello mermando el calor que las poseía. Su timidez inherente también se aminoró un poco.

—Esclava número uno —irrumpió la ruda voz masculina—, vas a tener que hacer mucho más si quieres librarte de mí. ¿O tantas ganas tienes de que te haga mía?

—Tócame los senos, Hinata —a la orden dada por el amo, Sakura reaccionó suavemente para ayudarla—. Tenemos que actuar bien —dijo con un susurro relleno de seriedad.

—S-sí...

El corazón de Hyuga se encargó de impulsar toda la sangre de su cuerpo hacia su cara. Quizás nunca estuvo tan roja en toda su vida. Hizo viajar sus manos a la proximidad de los humildes senos de su obligada amante. No pudo evitar formar una mueca de desagrado antes de tocarlos. Misma mueca que desapareció cuando sus dedos los contactaron a ambos. Le sorprendió mucho lo suaves que eran. Como era de suponer, sólo había tocado sus propios pechos y los de Sakura le parecieron muy hermosos al tacto. Muchos segundos después guio sus dedos hacia los porosos pezones; su turgencia era evidente. Le llamó la atención aquello. ¿Estaría excitada ante el toque de sus dedos o era una reacción natural del cuerpo por el contacto físico? Tal como un párpado se cierra al tener un dedo encima, un pezón podía erectarse de forma natural sin que la excitación lo impulsara. De hecho, el frío podía lograr aquello como una reacción corporal involuntaria. Dejó de lado sus pensamientos al respecto, concentrándose en los atributos de Sakura nuevamente. Sus senos eran pequeños, pero muy suaves, firmes y circulares. Además, comenzó a divagar que, al ser de menor tamaño, la pelirrosa no debía sentir molestias en su espalda por el volumen de los mismos. A ella, en cambio, le agotaba mantenerse erguida mucho tiempo por el peso de sus pechos. Podían ser muy atractivos además de una gran virtud como hembra, pero no eran cómodos de llevar y llamar la atención masculina no era algo que le interesara. Sakura, por otro lado, no debía tener esos problemas y contar con un precioso trasero también era una gran ventaja visual.

Haruno le dio un cuidadoso abrazo, atrayéndola más hacia sí misma; sus cuerpos se pegaron todavía más. Contactaron sus torsos, sus muslos, sus montes de Venus. Las pieles se crisparon a la vez que sus intimidades sexuales quedaron peligrosamente cerca...

Hinata llevó una mirada hacia su amo Sasuke. Lo observó muy atento, aunque no pudo notar el tinte de la lujuria en sus ojos. Casi inconscientemente, vio hacia su pantalón por el rabillo del ojo, pero comprobó que no estaba excitado. ¿Las estaría viendo como animales de circo? Seguramente así era.

—Mastúrbense de una vez —exigió él con voz dura e impaciente—. Quiero ver más acción. Si creen que gracias a tan poco no las violaré se equivocan... —esgrimió la maldad inherente a una amenaza.

Hinata no pudo evitar cerrar sus manos en un gesto de preocupación.

—Ay —chilló Sakura, pues su compañera le había apretado sus senos más de la cuenta.

—Lo... lo siento.

Hyuga volvió a posar sus ojos en Sasuke y vio como el muy maldito sonrió maliciosamente. Sin dudas, estaba divirtiéndose de lo lindo con ambas.

Siguiendo la orden dada por el perverso, la de excelso trasero desplazó sus manos a través del abdomen de su amante; esquivó hábilmente el ombligo y bajó hasta llegar al punto culminante de toda mujer. —Perdón... —le dijo a Hinata justo cuando se disponía a tocarla.

—Lo sé... —dijo ella apretando párpados y labios por la incomodidad que sentía.

Sakura contactó la feminidad de su impuesta musa y ésta apretó sus piernas como reacción natural, apresándole la mano sin esa intención. Hyuga formó una mueca, arqueando sus labios en un gesto de desagrado. Nunca en toda su vida pensó que una mujer la iba a tocar de esa manera tan íntima. Se sintió sucia, mancillada, impía e impura. Haruno comenzó a recorrer el contorno de su vulva, descubriéndola y explorándola tal como antes lo había hecho con sus senos. Sintió la calidez sexual, la textura peculiar de los vellos púbicos y el relieve tan singular de la piel más íntima. Hinata abrió sus ojos y atendió a las esmeraldas de Sakura. No atisbó lujuria: era curiosidad. La misma la estaba impulsando a explorarla, descubrirla, recorrerla paulatinamente. Sin embargo, también estaba siendo muy cuidadosa y empática. Eso mermó el gran disgusto de Hinata en algunos escaños. ¿Un hombre podría ser igual de delicado tocándola? Lo dudaba mucho.

La de cabellera rosa, entretanto, pensó que para cualquier hombre Hinata sería una mujer fascinante físicamente. Tanto que, incluso a ella, había sido capaz de anularle completamente su repulsión. Debía admitir que su cuerpo resultaba de lo más llamativo. Si incluso con ella era capaz de lograr algo así, probablemente Hinata debió tener muchos pretendientes cortejándola.

Poco a poco, la de ojos albinos fue acostumbrándose a los toques y caricias prohibidas. Quizá ser bisexual no era tan malo después de todo...

¿Pero qué diablos estaba pensando? ¿Qué demonios le estaba haciendo Sasuke con su perversión?

Hinata detuvo sus cariños en los senos de su acompañante. Abrió sus ojos para mirar a Sakura, quien seguía explorándola suavemente. Sus dedos ahora acariciaban la parte más sensible de su sexo y volvió a sentir repulsión inevitable. Pero esta vez no fue una realmente física: fue más bien mental. No quería hacer esto, no quería sentir agrado tocando a una mujer o siendo tocada por una, pero por un momento su cuerpo se separó del cerebro y pareció querer actuar por su cuenta. Era su cuerpo, no su alma, el que gradualmente comenzó a acostumbrarse a la situación. Se habituó a tener apegada a Sakura mientras su mano tocaba dulcemente lo que biológicamente la hacía mujer. No le gustaba, mas se acostumbró a ella. A su perfume de fémina; a sus trabajadoras manos más ásperas que las suyas; a sus labios besando suavemente la piel de su cuello; a sus respiros cerca del oído. Y realmente no podía creer que se estuviera acostumbrando a todo eso.

Era una mujer como ella...

Se distanció un poco de Sakura y vio a Sasuke con una pequeña sonrisa que irradiaba perversión. ¿Estaría adivinando lo que estaba sucediendo con ella en este momento?

De pronto, Haruno se apretó un poco más contra ella como si no quisiera separarse. ¿Acaso su cuerpo había provocado algún efecto genuino en la pelirrosa? ¿O simplemente quería hacer lo mejor posible frente a Sasuke?

No pudo profundizar en sus dudas, pues Uchiha hizo restallar el látigo contra el suelo, exigiendo más. El repentino chasquido las hizo temblar a ambas instantáneamente. Sakura, con algo de repelús, no tuvo más remedio que bajar su cabeza y darse al trabajo de chupar los pezones de su futura amiga. Hinata formó una mueca de asco en sus facciones, pero fue algo puramente psíquico, ya que a su cuerpo sí le estaba gustando la sensación. Era una lengua succionándola y no sentía que hubiera una diferencia real con la de un hombre. ¿Habría una verdadera diferencia?

¿Acaso ahora también le gustarían las mujeres?

Por supuesto que no. Nunca le gustaría ninguna. Estaba haciendo esto por obligación y nada más. Lo hacía únicamente porque ser violada era algo peor.

Hinata, a regañadientes, decidió acariciar más los modestos senos de su compañera, mientras Sakura seguía chupando los relieves porosos que coronaban los suyos. No era una sensación tan mala ni asquerosa como supuso en un principio, pero seguía prefiriendo a un hombre. De hecho, incluso anheló sentir los músculos de uno...

Para su primera vez realmente quería tocar a un varón y no a una mujer. Y era obvio que así fuera, pues era heterosexual. Volvió a pensar en quien odiaba. En el cuerpo cubierto por sudor que vio durante el entrenamiento, en la firmeza de sus brazos y abdominales. ¿Pero por qué tenía que recordar eso? ¿Por qué rayos su cerebro era tan inquieto?

Por curiosidad y odio. Cualidades intrínsecas a un gran porcentaje de seres humanos. Aunque rabiara por ello, en muy poco tiempo Sasuke había obtenido curiosidad y odio hacia él. Pero era lo segundo lo que realmente la sorprendía, pues nunca imaginó que su corazón pudiera forjar algo así y mucho menos en un período tan corto de tiempo. De pronto, se olvidó que Sakura la tocaba y también de la situación en la que estaba, enfocándose en el bastardo que tenía enfrente. Por más que intentara negarlo, él llegaba a sus pensamientos más de lo conveniente. A fin de cuentas era su amo, por lo que tendrían que convivir durante años enteros. Quizás inclusive durante toda la vida. Era inexorable pensar en él. Esta no era una situación en que podía huir, no era una inminente violación en que después nunca más lo vería. Era una en que estaba atrapada, teniendo que convivir durante el resto de sus días con su victimario. Una en que debía acostumbrarse a él sí o sí para sobrellevar mejor la pérfida coyuntura actual. Una en que tarde o temprano la haría suya y ella no sería capaz de evitarlo. No podría dilatar las cosas mucho tiempo más. La única solución para torcer el destino de lo mórbido era intentar contactar su sombrío corazón. No había más alternativa que esa.

Agobiada por la magnitud de sus pesares, se refugió dándole un abrazo a Sakura; quiso acurrucarse como una niña pequeña, pero no sintió la solidez que un hombre sí le daría. No sintió la sublime firmeza que el brazo de Sasuke le otorgó en la ciudad. Le hubiera gustado tener un pecho masculino para brindarse solaz y dar rienda suelta a sus lágrimas. Sakura era muy linda, pero seguía siendo mujer y Hinata era definitivamente heterosexual. Por un momento su alma se separó de su cuerpo a la vez que sus sentidos se adormecían. Ya no sentía las íntimas caricias de la chica de ojos jade; sólo quería despertar de esta pesadilla para estar con sus seres queridos de nuevo. Con su familia, con sus amigos, con la gente que amaba.

Lágrimas humedecieron el hombro de Haruno y ella detuvo instantáneamente sus atrevidos toques. Pensó que ella tenía la culpa de provocar tal pesar, pero no era así en lo absoluto. Era un ataque de súbita nostalgia que Hinata simplemente no pudo controlar.

Sasuke formó una sonrisa complacida; una que Hyuga pudo ver claramente. Entendió que él deseaba hacerla sufrir a ella, quería verla hundirse en el dolor a ella. Podía sentirlo como un efluvio que era invisible a la vista y los demás sentidos, pero muy percibible para su corazón. No sentía que exhalara algo igual hacia Sakura; era exclusivamente hacia ella la iniquidad. Le gustaba verla sufrir por una razón que iba más allá del sadismo: era por lo que había sucedido entre su clan y él. ¿Pero qué pasó para que la odiara tanto? Además ella no tenía la culpa. Ella no sabía absolutamente nada de los asuntos de guerra y jamás le hubiera hecho daño a nadie.

—Perdóname, Hinata... —se excusó Sakura ante esas conmovedoras lágrimas, sintiendo que las cosas habían llegado demasiado lejos.

—No es por ti, Sakura... —le respondió rápidamente, dispensándola —. Es sólo que estoy cansada. Extraño a mi familia...

—Lo sé... yo también extraño a la mía... —dijo ella al tiempo que suspiró con suma amargura.

—Qué ternura —intervino el voyeurista, quien, gracias al silencio, escuchó todo pese al ínfimo volumen empleado por ellas—. Ahora chúpense sus sexos o pagarán las consecuencias —profirió una terrible orden que contrastó completamente con las tristes palabras recién formuladas por ellas.

—¿Qué? —dijeron ambas realmente espantadas —. ¿Chuparnos nuestros sexos? —esta vez sólo habló Sakura.

—Por supuesto —confirmó con malignidad—, no me digan que no conocen el sexo oral.

—P-por favor, amo... eso es demasiado —alegó la más tímida de manera sumisa, mientras sus lágrimas disminuían lentamente.

Como respuesta, Hyuga no tardó nada en volver a presenciar la mirada sádica y los puños cerrados de ira que jamás podría olvidar. Aquel semblante que le había infundido el terror más grande de todos. Era una demencia febril, lunática, aterrorizadora en verdad. La faceta fría generaba miedo, pero esta era infinitas veces peor por su falta de cordura. Algo demasiado lúgubre habitaba en aquel interior, tal como si un demonio tomara repentina posesión de su alma...

Ambas féminas se asustaron intensamente. Sintieron miedo de verdad. Era como si una miasma energética rodease el cuerpo de Uchiha. Algo que no era percibible a los cinco sentidos normales, sino al alma misma o al sexto sentido. No era algo tangible, era una vibración parecida a la gravedad o al magnetismo, pero con la gran distinción de poseer un tinte realmente maligno.

—Yo se lo haré —dijo Haruno muy angustiada, pero más preocupada por Hinata que por ella misma—, pero no nos haga daño.

Sasuke aceptó la súplica y el cariz de su semblante mermó varios ápices la intensidad de su maldad.

Sakura se arrodilló ante su acompañante y, haciendo inevitables mohínes de severo disgusto, se posicionó delante de su intimidad. El cuerpo de su compañera era suave a la vez de precioso; por lo mismo su tacto se acostumbró a su piel. Sin embargo, chupar su vulva era algo que iba más allá de lo decente, lo moral o satisfactorio. A través de un profundo suspiro renovó fuerzas de flaqueza y se acercó más al sexo de Hinata cerrando sus ojos con suma fuerza. Y, sin querer prolongar más de la cuenta el sufrimiento, se apresuró a darle un beso allí.

La de cabellos morenos dio un largo paso hacia atrás, quitándose de encima el contacto de los labios de Sakura. Fue algo demasiado incómodo, repulsivo e indignante. Ya no soportaba más. Que Sasuke la castigara, que la torturara o inclusive matara, no le importó. No iba a tolerar esta deleznable situación un segundo más. No iba a ser más su juguete.

—¡Me cansé de esto! —hizo un notorio ademán con sus manos—. ¡Castígueme todo lo que quiera, pero no pienso seguir con esta aberración! —ni siquiera tartamudeó, pues había caído en una desesperación que la llevó a ignorar completamente lo que podría recibir como castigo.

Sakura temió por su compañera y, a la vez que tragaba saliva nerviosamente, miró a Sasuke. Suplicó en sus adentros que a Hinata no le sucediera nada malo. No obstante, para gran sorpresa de ambas, esta vez el guerrero no reaccionó de mala manera.

—Muy bien, por esta vez es suficiente. Ya vendrá otra ocasión en que la pasión se incrementará... —forjó una media sonrisa claramente maligna—. Sin embargo, no he quedado conforme. Miren, ni siquiera lograron excitarme —indicó hacia su entrepierna, apuntando a que su órgano sexual no había reaccionado —. Así que no tengo más alternativa que violar a una de ustedes como castigo.

Una hiriente corriente eléctrica se desplazó por las columnas de ambas mujeres, mientras las palmas de sus manos sudaron como también lo hicieron sus axilas. Un enjambre de emociones dañosas surgió en sus malheridas almas.

—Así que elijan... —continuó él— ¿cuál de ustedes será? Tienen tres minutos para tomar la decisión. Si superan ese plazo seré todavía más vehemente de lo normal.

Hinata se sintió sumamente violentada e indignada. Comenzaba a cansarse de la vil situación y, envalentonada por lo mismo, recordó el claro ejemplo que Sasuke le había dado en la conversación de varias horas atrás.

Ella, en un mundo dominado por hombres, estuvo en el puesto más alto en el ejército. ¿Sabes por qué?

¿Por qué?

Porque ella no tuvo miedo de morir en el intento.

No tuvo miedo de morir... ella, en cambio, vivía siempre con miedo a morir o al dolor. Es entonces que se dio cuenta de algo muy importante: Sasuke habló de la tal Artemisia como si la respetara. De hecho obviamente así era, puesto que la había mencionado como un ejemplo a seguir. Además, también mencionó que la mujer que actualmente respetaba era alguien demasiado fuerte. Y entonces Hinata lo supo como si el mismo cosmos hubiera contactado su alma: tenía que dejar de lado el miedo y quizás Sasuke comenzaría a respetarla. Quizás así él podría verla más que como una simple esclava y como una basura humana.

—Esto es una abominación —inició una protesta de manera segura y firme, casi denodada—. Es ir demasiado lejos. Un espanto. Algo horrible. Hicimos lo que nos pidió y aún así va a violar a una. No es justo. Me gustaría verlo a usted con otro hombre a ver si le gusta.

Los oscuros ojos de Sasuke no pudieron ocultar su sorpresa. Ella, Hinata Hyuga, se había atrevido a protestar como nunca antes lo hizo. ¿Habría entendido el ejemplo que le había dado de Artemisia? Al parecer sí... Al parecer comenzaba a perder el miedo y eso, al contrario de lo que se pudiera suponer, no lo disgustó en lo más mínimo. Le encantó, de hecho. Estaba desafiándolo, estaba contradiciéndolo. Estaba perdiendo el temor a morir. Su alcurnia guerrera salía a flote por fin. Pero, por supuesto, aquella satisfacción interna no la demostraría... no todavía. Faltaba mucho para eso aún.

Intencionadamente, los labios de Sasuke retrocedieron en una sonrisa monstruosa; una tan vil y animalesca que sus blancos caninos destacaron de una manera que resultó perturbadora. El rostro de ambas chicas livideció por lo mismo.

—Mis palabras ya están dichas —ambas vieron en sus ojos una macabra invitación al dolor—. Una de ustedes será violada por mí dentro de tres minutos y no hay vuelta atrás. Ahora elijan de una vez, ¿cuál de las dos será la víctima? ¿Cuál quiere sacrificarse por la otra?

Sin embargo, a pesar de las tinieblas tenebrosas que Sasuke era experto en forjar, esta vez Hinata estuvo decidida a no dejarse amilanar. Internamente temblaba peor que una gelatina, pero en esta ocasión no lo demostraría, pues, hasta ahora, hacer tal cosa en nada le había servido.

—Si viola a la una o a la otra, ¿cuál es la diferencia? Igualmente nos violará a las dos tarde o temprano. En el fondo no hay diferencia alguna —ni ella misma entendió como su voz no tropezó ninguna vez, pero realmente lo había conseguido. De no ser por la tensionante situación, incluso se estaría sintiendo orgullosa de sí misma. Al menos por ahora, había conseguido superar su terrible miedo.

Sakura miró asombrada a su compañera unos segundos, pues jamás pensó que se atreviera a discutirle así a su amo. Hinata no era tan frágil como había pensado en un principio. De hecho, ahora estaba siendo más fuerte que ella misma.

Él guardó silencio unos cuantos segundos mirándola fijamente, pero esta vez Hyuga no bajó su cabeza como siempre solía hacerlo. Sí, definitivamente estaba comenzando a dejar su miedo atrás. Pensó en golpearla para implantárselo nuevamente, mas reconoció que ella arguyó un sólido argumento. Y la inteligencia le agradaba, aunque ésta fuera femenina. Abstrajo su mirada unos momentos, demostrando de esa forma que estaba meditando las palabras recién dichas por su primera esclava.

—Tienes un gran punto —aceptó él tras unos cuantos segundos—. De hecho, es tan bueno que seré magnánimo: Sólo una de ustedes dos se convertirá en mi esclava sexual. La otra sólo se dedicará a labores de limpieza.

—¿Cómo? —dijeron ambas al unísono, total y completamente asombradas.

—Lo que escucharon. Sólo a una de ustedes la violaré constantemente. La otra podrá permanecer casta porque yo no la tocaré.

—¿E-es en serio? —preguntó Hinata, sin poder créerselo.

—Así es —confirmó de inmediato—. Así que elijan de una vez, ¿cuál de las dos será mi esclava sexual? ¿A cuál de ambas la haré mía eternamente?

Ellas se miraron profundamente a la vez que sus pulsaciones se alteraban. Rápidamente se entregaron a la esperanza y a la desesperación en proporciones equivalentes. Tendrían que tomar una muy difícil decisión, pues a Sasuke parecía encantarle poner terribles encrucijadas. Hinata, aquello, lo sabía mejor que nadie.

¿Quien será la violada finalmente? ¿Quién será la única y verdadera esclava sexual? ¿Sakura o Hinata?


Continuará.


Notas Finales: Gente molesta por la aparición de Sakura y yo le hago un semiyuri con Hinata xD Soy un maldito, lo sé xD. Así que odio, mentadas de madre y veneno serán muy bien recibidos. Sé que lo merezco :P Y aquí es donde empieza la campaña "Salvemos a Hinata", pues me imagino que no la querrán traumar con una violación. Tenemos que salvarla de ser una esclava sexual, pero ya me dirán en comentarios lo que piensan.

Un saludo gigante y nos vemos en el siguiente capi ^^