Esclava Sexual, Capítulo Décimo
¿Qué hay después de la muerte? Esa es la pregunta que los seres humanos se han hecho más de alguna vez durante sus vidas. Algunos creen en la reencarnación: la vuelta a la vida del alma en otro cuerpo. Otros creen en el paraíso y el infierno: según tus actos en vida te ibas a uno o el otro. Otros aceptan la nada: simplemente la conciencia se perdía y pasábamos a formar parte del universo como uno de sus inertes elementos, tal como el aire, el agua o la tierra. Otros creían en una mixtura de todas las anteriores o en cosas totalmente diferentes.
¿En dónde estaba ahora Sasuke Uchiha o lo que quedaba de él?
No lo sabe, pero sí sabe que está rodeado por una oscuridad total y absoluta. Una que se extiende por doquier. Es un lugar tan oscuro que no se puede ver un principio o un final. No puede oler nada, no puede oír nada, no puede sentir nada, no puede observar nada, no puede saborear sus propios labios. Los cinco sentidos están completamente anulados. No hay frío ni calor, tampoco direcciones cardinales, sólo un vasto vacío sempiterno existe. Quizá la sensación se pareciera a estar en el corazón más profundo de un agujero negro, mismos que se descubrirían muchísimos años más adelante. Estar en uno sin que la colosal presión de gravedad fuera capaz de despedazarte.
¿Este era el otro mundo? ¿El infierno? ¿O pronto perdería su último atisbo de conciencia y sería abrazado —y abrasado— por la nada del sin pensar?
Pronto algo lo extrae de su errabundo cavilar: una luz comienza a parpadear en la lejanía, algo que brilla mucho más allá, insistiendo en vulnerar la abismal fuerza de la negrura. Quizás así se viera la pequeña chispa que brillaba en el vacío del espacio antes de estallar provocando el big-bang que creó el universo. Permanece estático unos segundos admirando aquella luz. Le parece desconcertante sentir que se le hace familiar, como si ya la hubiese conocido de algún lado. Poseído por la curiosidad, quiere avanzar hacia aquel haz, lo intenta, y, para su gran asombro, lo consigue. No puede ver sus pies ni sentirlos tampoco, pero de algún modo sabe que está moviéndose. Moviéndose como si estuviera compuesto por fotones en vez de carne y hueso. ¿Sería la luz de su espíritu acaso?
Llega al destino que ansiaba mucho más rápido de lo que pensó; una figura sin definición, pero grata, lo recibe. Conformada por luz, el prístino elemento universal. De pronto, lo que tiene por delante se materializa y toma una forma que reconoce al instante, esta vez en carne y hueso o algo que lo simulaba a la perfección. También percibe que sucede lo mismo con él, al tiempo que sus propios sentidos vuelven a funcionar. Por ello, trata de hablar aunando la esperanza de poder comunicarse. Y, para su gran asombro y felicidad, lo consigue.
—¿Hermano? —pregunta con cada fibra saltándole de emoción.
—Hola Sasuke —sonrió él de manera sumamente cálida.
El último Uchiha sintió una fulgurante emoción en su fuero interno. No podía creer que volvía a ver a quien más admiró en el mundo. Ahora ambos son de la misma estatura e Itachi incluso se ve algunos años más joven que él. Pero, a pesar del último detalle, a su lado Sasuke se volvía a sentir como un niño pequeño.
Por un momento, Uchiha quiere darle un emocionado abrazo, mas se contiene por alguna razón. No tarda en procesar el por qué: es por la necesidad de controlar siempre sus sentimientos. De ser frío porque dejarse llevar es sinónimo de debilidad. Finalmente rompe todo titubeo y le da un sentido abrazo a su amado hermano. Él lo corresponde con la misma y llameante intensidad. Poderosas sonrisas se plasman en sus rostros.
Luego de la fraternal muestra de afecto, Itachi tomó la palabra con un gesto de sumo pesar que no se molestó en camuflar.
—Sasuke... te pedí que vengaras a la familia, pero te puse un peso demasiado grande sobre los hombros. Perdóname por darte una responsabilidad tan enorme. Fui yo quien alimentó tu sed de venganza haciéndote prometer algo que ningún niño debería.
—No, hermano, no te preocupes por eso —lo excusó tan rápido como un rayo—. Con o sin habértelo prometido yo igualmente habría acabado siendo quien fui. Mi odio no necesitó de un juramento para alimentarse: simplemente nació desde mí —aseveró con una seguridad tan grande que fulminó de raíz cualquier duda al respecto.
Itachi asintió con un movimiento de cabeza, mientras el alivio se pintaba honestamente en su faz. Sasuke pudo leer su mirada como si ahora tuviese telepatía, aunque no una de pensamientos sino de sentimientos.
—Te conozco tan bien que ya sabía de antemano tu respuesta, pero de todas formas necesitaba pedirte perdón. De haber tenido tiempo para reflexionarlo nunca te habría puesto semejante carga encima. La prisa y la adrenalina me impidieron ver las posibles consecuencias.
—Tranquilo, hermano. Tú no necesitas disculparte por nada, soy yo quien se disculpa contigo: perdiste tu vida por salvar la mía —se lamentó con un suspiro sumamente triste.
—Y si pudiera lo volvería a hacer sin dudar un solo segundo —le sonrió de manera encantadora —. Así que de verdad no te lamentes más: es una bella muerte dar la vida por quien tanto amas.
Un silencio reconfortante se hizo. No hicieron falta más palabras, pues todo se lo dijeron a través de sus semblantes llenos de sentires inefables. Luego de tanta emoción desbordada, Itachi retomó la palabra a través de un sabio consejo.
—Sasuke... es hora de que dejes el odio atrás.
El aludido abrió sus ojos rezumando perplejidad.
—¿A qué te refieres?
—Por tanto combatir contra monstruos también te convertiste en un monstruo. No te sigas corrompiendo. Los hijos no tienen por qué pagar los pecados de los padres.
Sasuke apretó el entrecejo, deduciendo inmediatamente a qué se refería su hermano. O mejor dicho, a quién se refería. —Lo dices por Hinata, ¿verdad?
—Así es.
—Sabes perfectamente que los clanes forman una unidad indivisible —renegó él—. Cada integrante funciona como un brazo, una pierna o una mano del mismo organismo, del mismo cuerpo. No puedo perdonarla. Menos cuando prefirió vivir cómodamente en su ignorancia antes que averiguar la verdad.
—Todos cometemos errores, Sasuke. Lo realmente importante es que ella no tiene la culpa de lo que pasó. Recuerda que nuestra sangre no tiene por qué condenarnos. Son nuestras almas las que definen quienes somos.
Sasuke curvó sus labios en lo contrario a una sonrisa. Un claro gesto de desaprobación.
—Tú dijiste que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran —le recordó la frase que se había grabado en su memoria como un cincel lo hace en una piedra.
—Las cosas son como son, pero las injustas no podemos aceptarlas sin más: hay que luchar para cambiarlas. Y no es justo que ella pague por los pecados de otros, aunque sean de su propia familia. La decisión es solamente tuya. Tú puedes decidir.
De pronto, como un eco disperso y distante, una voz sonó en la lejanía del horizonte. Era incórporea, como si no aflorara desde algo que fueran cuerdas vocales. Como si proviniera desde alguna nebulosa dimensión ajena. Una voz difusa en un principio, pero que, al avanzar la onda sonora o espiritual que la contenía, adquirió una claridad discernible.
«¡Por favor, Sakura, continúa!»
Era ella: Hinata Hyuga. Sasuke se estremeció al reconocerla, entendiendo que quizá todavía no había fallecido, que quizás estaba en el limbo que separaba la vida de la muerte. ¿Cómo podía ella ser tan noble como para querer salvarlo?
Itachi miró hacia el horizonte con tanta atención que engendró la impresión que, en vez de sólo escuchar a la dueña de esa voz, la estuviera viendo con sus ojos claramente.
—No la hagas sufrir más. Perdónala como ella te perdonó a ti.
—Pero...
—Ella es una chica muy buena. Podrá llevar la sangre de los Hyuga, pero no es la culpable de lo que ocurrió —Itachi lo tomó desde el costado de los hombros para enfatizar todavía más sus siguientes palabras—. Eres fuerte, hermano. Más fuerte que nadie. Por eso sé que harás lo correcto.
«¡Sasuke, reacciona! ¡Tú puedes!»
El último Uchiha formó una mueca contrariada en sus labios, pero, pese a su gesto, esta vez no replicó.
—Me gustaría aconsejarte más, pero se acaba el tiempo y aún tienes que hacer cosas en el mundo. Ve, Sasuke; tu prometida te llama —sonrió de la misma forma socarrona que cuando hablaba del tema tantos años atrás.
—Ella no me importa —dijo automáticamente, sin siquiera pensarlo.
De pronto, unos ladridos se escucharon a lo lejos. Seguramente Leonidas despertó por todo el alboroto y había comenzado a ladrar, presintiendo, gracias a su desarrollado instinto animal, que algo andaba muy mal.
—¿Tu perro tampoco te importa?
Sasuke suspiró derrotado.
—Me importa muchísimo. Y también sé que tengo una última meta por cumplir, pero ahora que estoy aquí no quisiera irme. Aquí tengo paz. Aquí tengo paz por fin.
—En el mundo también puedes tenerla, hermano —posó sus manos en los hombros con solemnidad y afecto—. La muerte no es la única manera de encontrar paz. Sólo abre tu corazón y podrás hallarla.
—Pero...
—Te prometo que nos volveremos a encontrar, Sasuke... Pero no todavía... —lo miró con ojos rellenos de esplendoroso amor fraterno—. Todavía no —unió sus dedos índice y corazón, los movió hacia la frente de su hermano y la contactó suavemente. Sus labios destellaron una preciosa sonrisa indescriptible.
De súbito, una pequeñísima chispa vital fue emergiendo en sus ojos como si proviniera desde los abismos más profundos e insondables.
¿Realmente había visto a Itachi? ¿O sólo fue una alucinación por estar en los albores de la muerte? No lo sabe y nunca lo sabrá, pero quiere creer con todas sus fuerzas que realmente ha visto a su hermano, que él lo ha aconsejado, que él le ha dado el empujón necesario para regresar desde la puertas que extinguían la vida.
Sus ojos, todavía sin brillos, igualmente pudieron ver como Sakura intentaba reanimarlo. También escuchó como Hinata lo llamaba con todas sus fuerzas, intentando traerlo de regreso al mundo. ¿Qué había hecho él como para que quisieran salvarle la vida? ¿Esta era la bondad humana? ¿Esta era la bondad que no había vuelto a ver desde la tierna infancia?
—¡Sasuke! ¡Vuelve, por favor! —escuchó los desesperados gritos de Hinata resonando en sus oídos.
Uniéndose a los pedidos de ella, emergieron también los ladridos de su perro, quien por su herida no podía moverse para eliminar los tres metros que los separaban. Pero Sasuke presiente, sabe y siente, que lo está llamando a él.
Como si las palabras de Hinata y los ladridos de Leonidas fueran una invocación, la diminuta chispa vital comienza a crecer, a expandirse y agigantarse en sus negros ojos. Su corazón, como tocado por un voluminoso relámpago halógeno, comienza a trabajar nuevamente. Sus ojos vuelven a palpitar vida con un orgullo sin igual. El dolor en su herida regresa a él, haciéndole saber que está vivo. Que ha regresado desde el umbral de la muerte y que todavía tiene cosas por hacer en este mundo. Que Sasuke Uchiha todavía tiene una oportunidad.
Menos de un segundo después, siente el calor del oxígeno que logró la reactivación de sus pulmones. Entonces, al volver a respirar, el aire menos tibio del ambiente se mezcló con el más caluroso que Sakura le había insuflado, haciéndolo toser. Ante ello, las chicas dan un gran alarido de genuina emoción. Continúa sin entender qué diablos hizo como para que pudieran alegrarse de que siga con vida. Definitivamente ellas son criaturas muy extrañas. Impredecibles para él.
Para celebrar que sus esfuerzos dieron resultado, ambas se enfrascan en un abrazo que fluyó desde el mismo corazón. Tanto Sakura como Hinata quisieron hacer el mismo gesto con él, pero la horrible cicatriz cauterizada en su pecho les hace saber que deben contenerse para no causarle más dolor. Entretanto, Sasuke no presta atención a la desnudez de la pelirrosa. La está mirando a ella: a Hinata Hyuga. Antes ha dicho que no le importa, pero, por alguna razón que no puede entender, sus ojos viajan hacia los albinos como impulsados por una fuerza irresistible. Ella le devuelve la mirada con emocionadas lágrimas que irradian alegría. Los ladridos más tranquilos de Leonidas embellecen la sensación todavía más.
Gracias a ellas, y no al odio al que tanto se aferró, es que Sasuke está de regreso como un fénix resurgiendo de sus cenizas. Un milagro conseguido por Sakura como la importante mano ejecutora, pero fomentado por la insistencia de Hinata. Ella fue el motor principal, puesto que, mientras Haruno se rendía a la muerte, a la lógica que la medicina dictaba, Hinata siguió creyendo en que el destino podía ser cambiado. Siguió luchando con todas sus fuerzas para cambiar el fatal hado.
Su persistencia mostró la gran diferencia que existe entre lo imposible y lo improbable. Su insistencia logró que la escasa probabilidad que todavía había de sobrevivir, una que era incluso menor al cinco por ciento, emergiera con la victoria.
Y tal vez ahí estaba la respuesta de todo, incluso para la vida misma: nunca rendirse mientras haya una esperanza. Nunca.
En las afueras de un lujoso cuarto sin ventanas y con dos gárgolas de macizo oro a cada lado de la puerta, estaba la poderosa guardia imperial: guerreros de élite estupendamente recompensados en riquezas. Custodiaban con celo profesional a un hombre sin escrúpulos ni atisbo alguno de bondad. El mismo, a pesar de la tardía hora, se fumaba un puro en su cama antes de dormir. En la pared más cercana al lecho se vislumbraba una perturbadora pintura de un brazo plagado de ojos rojos y negras pupilas con formas singulares. Su mano izquierda jugueteaba con su reluciente corona áurea que tenía enjoyelados diamantes, rubíes y esmeraldas. Dando unas largas bocanadas por su vicio, formó argollas de humo en el aire, echó las cenizas sobre el fino cenicero encima del velador y se regocijó de todo lo que había conseguido: países conquistados, ciudades rebeldes arrasadas, riquezas inmensas. Tenía todo lo que un hombre como él podría desear, pues su felicidad siempre se ha solventado en el poder y lo material. Sin embargo, había un problema que emergía para incomodar su dicha. Alguien que aparece como una sombra amenazante sobre él, empero, ese alguien también le ha ayudado a lograr sus propósitos. Ambos lo saben: se necesitaron para conseguir sus metas. Él para conquistar países y ciudades; aquella sombra para obtener su venganza contra los Hyuga y toda su nación.
Danzo es astuto y tiene claro que Sasuke ya debe saber quien planeó la muerte de todo el clan Uchiha. Una vez iniciada la última guerra, era imposible que los Hyuga no revelaran aquel secreto. Por consecuencia, el momento de la confrontación final llegaría pronto... Y él saldría victorioso. Uchiha era increíblemente fuerte, un verdadero demonio encarnado sobre la tierra, pero tenía una desventaja insalvable: era un solo hombre. Y un solo hombre no puede enfrentar a todo un ejército. Nadie puede. Cierto era que contaba con una aliada muy peligrosa, quien era una gran combatiente cuerpo a cuerpo y la mejor arquero de todo el reino. Nadie, ni siquiera Gaara o Deidara, podían comparársele cuando de arco y flecha se trataba. Una verdadera amazona mitológica hecha realidad. No obstante, seguía siendo insuficiente, así que la victoria era suya desde un comienzo. Pese a ello, hay algo que está empezando a inquietarlo. Han surgido rumores de que Naruto Uzumaki sigue vivo; un guerrero tan extraordinario como Sasuke. El hecho de que pueda ser cierto le emite preocupación. Naruto había sido un eterno dolor de cabeza en la guerra e, incluso emboscándolo con cientos de hombres, no pudieron rematarlo como era debido. A pesar de las flechas que recibió, su cadáver nunca fue encontrado, por lo que era posible que siguiera con vida. Y aquí venía el gran problema: si Sasuke y Naruto formaban una alianza sería muy peligroso. Y contándola a ella sería peor todavía. De todas formas lo tranquilizaba el hecho de que algo así nunca sucedería. La rivalidad y enemistad que existía entre ambos guerreros era demasiado grande. Además Sasuke había acabado con la nación de Naruto, de modo que una alianza era imposible. Ambos se matarían mutuamente antes que hacer tal cosa. Sí, el odio siempre es más fuerte porque es la verdadera naturaleza humana. Y fue entonces que sonrió con satisfacción. De todas formas, la obligación de matar a Sasuke y perderlo como arma bélica sería algo muy lamentable: sin él una guerra ya no estaría garantizada con la victoria. Seguirían siendo un poderoso ejército, pero ya no podrían alardear con total seguridad que eran el más fuerte del mundo. Era una gran lástima, pero la situación respecto a Uchiha era inevitable. Además, formuló una importante nota estratégica que no olvidaría: tenía que darle muerte a su aliada antes del enfrentamiento final. Dependiendo de como se dieran las cosas respecto a Naruto, daría la orden pronto o esperaría algunos días más. Era lamentable perderla también a ella, pues había sido un factor clave tanto como espía como en muchas batallas, pero no podía correr riesgos. Él vencería a Sasuke sin importar el costo.
Cuando cesó sus cavilaciones, se levantó para hacer lo que siempre acostumbraba antes de dormir: admirar su habitación secreta y conjurar maleficios. Allí tenía perturbadores cuadros de demonios pintados al óleo y a los cuales rendía tributo: Lucifer, Lamia, Pazuzu, Baal y varios más. Nunca estaba de más tener ayuda demoníaca para conseguir las metas. Fueran reales o no, existieran o no tales entes maléficos, lo cierto era que no perdía nada intentándolo y hasta ahora le había ido muy bien usando magia negra. Por ello esta habitación era clandestina: si su pueblo o sus propios guerreros se enteraban de su afición podrían formar una rebelión, ya que la brujería estaba considerada como uno de los crímenes más aborrecibles. De hecho, el castigo era morir quemado vivo en la hoguera. Él era el rey y podía hacer lo que quisiera, pero de todas formas era mejor evitarse problemas que buscarlos.
Desplazó el pesado mueble librero que bloqueaba la entrada, abrió la puerta oculta y se introdujo en ella. Prendió la antorcha de la entrada y pronto la luz le permitió la visión. Fue entonces que dio un paso atrás mientras hórridos escalofríos atravesaron su columna. Escalofríos era algo que no había sentido hacía muchísimo tiempo, tanto que ni siquiera podía recordar cuando fue el último o por qué razón sucedió. Pasmado, quedó mirando el objeto de su temor con la boca abierta y ojos incrédulos.
En el principal pedestal de mármol, en medio de tres calaveras relucientes como trofeos, hay un pequeño muñeco con múltiples alfileres clavados en la zona de su corazón; lo que hoy en día se conoce popularmente como un muñeco vudú. Uno que tenía la apariencia de Sasuke Uchiha y hecho con gotas de su sangre y los cabellos caídos durante sus brutales entrenamientos en el cuartel. Lo aterrador para Danzo fue el hecho que el muñeco no estaba en su posición habitual. Él cada noche se aseguraba de que siguiera siempre boca abajo, como si los alfileres fueran espadas que se le hubieran clavado por la espalda y lo hicieran caer de bruces. Ahora, en cambio, el artilugio de brujería estaba firmemente de pie mientras lo miraba con fijeza. Esa fue la impresión que le dieron los dos botones negros que hacían la labor de ojos: una mirada terrorífica. Era tan perturbador que Danzo sintió como renovados escalofríos se posaron en su columna. ¿Qué había pasado? ¿Lo había movido el viento, acaso? ¡Pero si esta habitación era tan cerrada que ni siquiera cabía una ínfima brisa! ¿Cuál era la explicación racional a esto? No podía creerlo, pero, a pesar de ser un gran guerrero, sus manos comenzaron a tiritar. Fuera por una razón lógica o una sobrenatural, lo único cierto era esto: el muñeco que él hizo para conjurar brujería sobre Sasuke lo estaba mirando fijamente, como anunciándole, ¡presagiándole!, que algo espantoso se le cernía.
Y Danzo no se equivocaba en lo absoluto: una temible tormenta de venganza descendería muy pronto sobre él...
Continuará.
Notas Finales: Capítulo más corto de lo acostumbrado, pero siento que no hace falta más, que así queda perfecto. Sí, Sasuke está de vuelta baby xD. Lo cierto es que, dependiendo de los reviews, siempre dejé abierta la posibilidad de continuar el fic. El primer indicio es que en el capítulo anterior hice mención al «Destino», precisamente porque creo firmemente que puede ser cambiado. El segundo indicio es que jamás puse la etiqueta de «Complete», cosa que siempre hago cuando termino un fic. El tercero es que la reanimación nunca concluyó: siguió por la insistencia de Hinata.
Eso sí, a mí me parecía un gran final, pero veo que muchas quieren que lo siga y como siento que la historia puede dar más todavía, que ahora empieza lo mejor entre Hinata y Sasuke, lo voy a continuar motivado por ustedes. Como autor yo juego el papel del destino decidiendo qué pasa y qué no, pero son ustedes quienes realmente han provocado el destino de seguir la historia.
Contaré que para la escena de Itachi y Sasuke me inspiré cuando Kakashi ve a su padre y este último le pide disculpas tal como Itachi se las da a Uchiha. Si el encuentro entre hermanos fue algo real o una alucinación queda a criterio de ustedes ;)
Añado que con este décimo capítulo termina la primera saga, la que podríamos llamar la saga del dolor. Y a partir de este punto por fin la relación entre Hinata y Sasuke cambiará. Obviamente no será tierna ni mucho menos, pero ya no habrá ese odio de antes :D
Por último les deseo una muy feliz navidad a quienes la celebran, ojalá lo pasen muy bien. Y también un muy próspero año nuevo a todas/os. Que todas sus metas se cumplan y tengan un 2020 realmente grandioso junto a quienes quieren. Puede sonar cliché pero va de todo corazón ^^
