Hola y muy feliz 2020 a todas/os :D! Aquí llega la primera actualización de este año, ojalá la disfruten ;D
Algunos copos de nieve tiñen el suelo con su blanco y refulgente color. Era la tarjeta de presentación del rudo señor llamado invierno. El frío que exhalaba el susodicho comenzaba a mortificar las pieles más sensibles y menos acostumbradas a las crudezas de la intemperie. Aunque, evidentemente, aquel no era el caso de Sasuke Uchiha, un hombre habituado a sufrir los rigores de la naturaleza como si él mismo fuera una fuerza incontenible de ella.
Alrededor de una fogata, alejada del resto del batallón y seis meses después de iniciada la última guerra, la única mujer guerrera observa al famoso comandante, quien, apoyando su espalda contra un solitario árbol, cayó dormido por el cansancio. Estuvo luchando contra el tercer regimiento entero con apenas un puñado de hombres, mientras ella se encargaba del flanco occidental para tomar posesión de la principal aldea productora de maíz y trigo, dado que dejar al enemigo sin suministros y aprovecharlos en beneficio propio era una de las estrategias bélicas más comunes.
Repasándolo con su mirada, la soldado piensa en algo que le ha llamado mucho la atención: Sasuke ha sido especialmente violento y sanguinario en esta última guerra. En las anteriores que apenas duraban un trío de meses o un poco más, siempre había dado la posibilidad de rendición sin dañar a los civiles o las estructuras de la ciudad. Ahora, en cambio, estaba destrozando e incendiando cada aldea, pueblo o ciudad que se le cruzaba en el camino. Y, aunque dejaba huir a la mayoría de civiles, a otros los estaba matando sin ninguna piedad como si los reconociera; como si ya los hubiera visto en alguna parte. Lo mismo sucedía con ciertos soldados a quienes capturaba y torturaba de manera espeluznante. Curiosamente quienes caían como sus víctimas siempre eran militares veteranos, de cuarenta o más años.
No había que ser muy listo para entender que Uchiha tenía algo muy personal contra esta nación.
Pensaba en ello cuando su superior, sumido en la profundidad del sueño, empezó a removerse en su lugar mientras daba algunos quejidos y murmullos apenas audibles. Supo instantáneamente que estaba teniendo una pesadilla. Una más de las muchas que ya le había presenciado. Como en algunas otras, en esta ocasión volvió a escucharlo llamando a su madre, a su padre y a su hermano. Era algo que siempre la conmovía inevitablemente.
Comprendía a la perfección que llevaba un dolor muy grande encima. Algo que, a pesar de su dureza, parecía estar torturando su alma.
«¿Algún día me contarás que sucedió con tu familia?», le preguntó durante una tarde hacía varios años. A través del tiempo, tal pregunta la repitió muchas veces más, recibiendo siempre la misma respuesta: «eso no te incumbe». Y, aunque como espía podría haberlo averiguado desde otras fuentes, a Sasuke lo respetaba como a nadie. Por lo mismo deseaba que fuese él quien se lo dijera. Cuando él mismo quisiera contárselo, entonces lo sabría.
Condolida ante los estremecimientos que daba, decidió sacarlo de su mal sueño. Se puso de pie, camino los cinco pasos necesarios para llegar hasta él y, precavida, le removió el hombro. Lo hizo suavemente, ya que más fuerza no era necesaria. Generalmente Uchiha tenía el sueño muy ligero y despertaba fácilmente; como si estuviera permanentemente en estado de alerta.
Al regresar al mundo real, las manos del guerrero fueron instantáneamente hacia su espada, la cual siempre mantenía a un costado.
—Tranquilo, soy yo —le anunció ella dando un paso atrás por precaución.
Al notarla, él soltó el arma y llevó una mano a su frente, suspirando disgusto por la pesadilla que recordaba claramente.
—¿Algún día me contarás qué pasó con tu familia? —repitió su pregunta al tiempo que se le sentaba al lado. No tenía ninguna esperanza de recibir una respuesta satisfactoria, pero de todas formas no perdía nada intentándolo otra vez.
Sasuke se maldijo por haber hablado nuevamente en sueños. Su compañera siempre arrojaba la misma pregunta cuando eso ocurría. Le lanzó esa mirada que ella tan bien conocía; aquella que le decía claramente «eso no te incumbe». No obstante por alguna razón, esta vez sí le dio una respuesta más esperanzadora.
—¿Por qué quieres saberlo? —indagó mientras cerraba sus ojos y masajeaba sus párpados usando el pulgar y el índice.
—Porque me importas —respondió sin rodeos; su mirada firmemente clavada en él.
Él detuvo su acto anterior y entreabrió los ojos. Un poco, muy poco, como si quisiera mirar escondido detrás de sus pestañas. Guardó silencio varios segundos; luego respondió:
—Qué pasó con mi familia sólo se lo contaría a alguien que se haya ganado mi respeto. Alguien extraordinario.
—¿Quieres decir que todavía no merezco que me lo cuentes? —preguntó muy ofendida. Ya llevaban muchos años como camaradas y ella siempre había sido leal. Respetaba que Sasuke fuera tan celoso con su vida privada, pero, después de tantas batallas compartidas, debía admitir que le dolía cuán poco lo conocía realmente. Él se relacionaba solamente lo necesario; siempre la apartaba y, aunque trataba de entenderlo, eso no quitaba que le disgustara.
—Está bien, eres la única persona que respeto —dijo clavándole su negra mirada—. Te lo voy a contar porque te lo has ganado. Pero eso sí: no esperes que te lo diga con detalles.
Ella, asombrada hasta la médula, abrió boca y ojos al mismo tiempo. Cuando finalmente pudo reaccionar, asintió con una sonrisa ocular y luego toda su atención se fue principalmente hacia su sentido del oído. Se sentía feliz por la confianza que le sería otorgada; honrada por ser considerada como alguien merecedora de su gran secreto.
Esta era la frase clave de todo: «Qué pasó con mi familia sólo se lo contaría a alguien que se haya ganado mi respeto. Alguien extraordinario». Y ahora, casi cinco años después, y en tan sólo una semana, Hinata también ganó su respeto para convertirse en alguien realmente sobresaliente.
Esclava Sexual, Capítulo Undécimo
¿Qué clase de atracción ejercen las miradas? ¿Qué clase de influjo ejerce específicamente la de Hinata? Abrumado por la estampida de emociones provocada por el retorno a la vida, pasó de odiar aquellos ojos, de odiarlos desde lo más profundo de su alma, a sentirse hipnotizado por ellos. Y esos llamados inundados de empatía, también lo hicieron caer en las indeseables fauces de lo emotivo.
Ayudado por las palabras de su adorado hermano Itachi, a quien prodigaba una devoción sin igual, pasó de considerarla como una enemiga acérrima a verla igual que a una persona digna de respeto. Ya no más como la heredera del clan que asesinó a su familia, ya no como una Hyuga, sino como la persona más noble que había conocido en su vida.
Sólo Leonidas impide que siga perdiéndose en esa opalina mirada. Sus ladridos, ahora más calmos y amistosos, hacen que cambie la dirección de su faz. Pese a su herida, el can hizo un esfuerzo, se levantó como pudo y caminó hacia Sasuke. Cuando llegó con él, se echó a su lado mientras agitaba su cola. Era una clara señal de que estaba mejor; mejor de lo que pensaban. Uchiha se puso de medio lado apoyando el peso de su cuerpo en un codo, le acarició el lomo y sonrió ampliamente. Mientras seguía acariciando al albardado animal, volvió a enfocar su mirada en Hinata; únicamente en ella. Todo lo circundante quedó anulado ante la fémina que tenía en frente.
Hyuga le vio la misma sonrisa feliz que tuvo cuando entrenaba junto a todos sus canes, cuando todavía vivían los otros cinco. Una sonrisa que para ella resultó significativa a pesar de todo lo que había sucedido entre ellos. También le sorprendió mucho el nuevo cariz de esa mirada. Ahora ambos orbes brillaban como perlas negras ante el reflejo de un soleado mediodía. Esos ojos insondables, de forma contraria a su color, ya no irradiaban oscuridad. Ya no hay un extenso mar de odio en ellos sino algo más luminoso. Eso es lo que siente Hinata en este instante; tal vez podía estar errada, pero no lo creía así. No sentía que estuviese equivocándose. Por primera vez, sí, por vez primera, encontró bellos los ojos de Sasuke. No por el ojo propiamente tal, sino por lo que lanzaba: una mirada renovada, profunda, brillante y, sobre todo, humana. Ya no parecía pertenecer a la de un demonio sediento de sangre.
¿Sería porque quien tenía en frente ya no era el mismo de minutos atrás?
Vivir la experiencia de estar a punto de morir podía generar cambios drásticos; cambios en el modo de enfrentar la vida, cambios en el modo de comprenderla. Asimilar lo que se ha hecho mal y entender que hay una oportunidad para enmendar los errores. Y si efectivamente así sucedía, entonces Hinata deseaba ser la guía de Uchiha en la nueva senda a tomar.
Estaba tan satisfecha por verlo con vida que ni siquiera ella misma podía comprender tamaña incoherencia. Bajó su cabeza hacia el suelo, sus palmas se posaron sobre las rodillas, apretó los dobleces de su vestido entre los dedos y deseó que una brisa refrescante apaciguara el calor asfixiante que se depositaba en su frente. Por alguna razón ajena a su comprensión se siente desnuda, como si él pudiera vislumbrar su ser al completo. Curiosamente quien realmente estaba desnuda era Sakura, pero a ella Sasuke no le había puesto atención alguna. Y se suponía que un cuerpo desnudo, uno de una bella mujer como la de cabellos rosas, era mucho más llamativo que ver unos ojos albinos y extraños como los suyos. Pero él no le despegaba su mirada, no se la sacaba de encima. Y en esta ocasión no se sintió amenazada como siempre le sucedía. Para su desconcierto así fue...
Sakura no existía, dejó de existir y ella misma se dio cuenta de aquello. Una especie de aguijonazo se presentó en su pecho. Le dio la impresión que si los vínculos pudieran verse, ella estaba viendo uno muy grueso conectándolos a ambos. Por su parte consiguió formar un pequeño enlace durante los días en que Hinata se lo pasaba sufriendo. Por ejemplo, a las horas de la comida o cuando hablaban sobre el estado de Leónidas lograba sonsacarle palabras a Sasuke. Palabras no odiosas ni hirientes. Eso había sido un progreso, pero lo conseguido por Hinata iba mucho más allá. Resultaba evidente. Hyuga incluso tenía una especie de alegría en su cara. No una gigante ni espectacular; era una tímida, en consonancia a su carácter. Pero le conmocionó verla. Tuvo la sensación de que agujas incrustándose en su piel habría sido más placentero que presenciar esa conexión que gritaba una singularidad única.
La epifanía de esa tímida sonrisa le hace saber claramente algo a Sasuke: le gustaría verla sonreír más veces. Es la primera vez que la ve sonreír. Y le gusta verla así, le agrada más que verle la cara afligida que siempre se empeñó en provocarle. De pronto, una especie de éxtasis le dio alas a su alma y lo elevó por encima de todo sentimiento negativo. Esa mujer llamada Hinata lo estaba ayudando, ahora mismo, a remontar el vuelo hacia las alturas de mejores sentimientos. Y apenas esa idea cruzó su mente, se convenció de su veracidad. Maldición, le gustaría verla sonreír mucho más seguido y no podía creerlo, ¡no podía!
¿Cómo su odio disminuyó tan rápidamente? ¿Sería por su experiencia de muerte? ¿Sería porque su hermano lo aconsejó? ¿Las emociones podían ser tan impredecibles y extrañas?
Aunque, después de todo, quizá no era tan extraño ni impredecible: Ella no sólo lo había perdonado, no sólo le había enseñado que el odio podía dejarse atrás, además lo había salvado de la muerte. Y, como si fuera poco, también parecía alegrarse de verlo con vida. ¿Qué clase de mujer tenía enfrente? ¿Era una mujer o un ángel caído del cielo? Comenzaba a pensar sinceramente que la última definición era una absoluta realidad. Sí, Hinata ya no era su enemiga; eso lo tenía muy claro. Por eso, sin detener el ímpetu que lo agobia y deshaciéndose de cualquier cadena impuesta, le dice lo siguiente: gracias, Hinata. Gracias por salvarme. Por salvar no sólo mi cuerpo sino también mi alma. Gracias por hacerme ver que sí hay otro camino además del odio. Gracias por hacerme sentir que no todo es dolor en esta vida, que también hay esperanza. Gracias por hacerme renacer. No como alguien noble, pero sí como alguien mejor que antes. Gracias por hacerme creer en un futuro. Todo eso le dijo, pero sólo mentalmente. De manera verbal nunca lo haría...
Miró sus labios y por encima de ellos notó algo que sí plasmaría en palabras.
—Límpiate los mocos, tienes muchos.
Hinata se sonrojó como ardiente magma o incluso más que eso. El liberar tantas lágrimas esta noche, había causado mucosos estragos que la emoción le impidió notar. Sacó un pañuelo desde el bolsillo de su blusa, se limpió aquella zona y también se sonó la nariz. Luego llevó el dorso de su mano derecha para asesinar las nacientes lágrimas, mientras, anulando su timidez, volvía a sostener su mirada en la de Sasuke. Con esa última acción comprende que antes era sólo una muchachita, una niña timorata ante la vida y que sucumbía ante las miradas más fuertes de otros, como si el nombre de Hinata Hyuga y la palabra determinación tuvieran que luchar la una contra la otra constantemente. Sin embargo, ahora era alguien distinta: ahora era una mujer. Una que, si había sido capaz de lidiar con el demonio llamado Sasuke Uchiha, entonces podría enfrentar cualquier cosa que le lanzara el mundo. Eso era el lado positivo del indeseable sufrimiento: si consigues derrotarlo te hace madurar y volverte más fuerte. Enfrentar a la vida con fuerzas renovadas y desde otra perspectiva. Sí, definitivamente ahora era mucho más fuerte y valiente.
Ambos continúan mirándose fijamente, apenas dándose el tiempo a respirar. La victoria de la empatía por sobre el odio era un hecho. En ambos lo era. Sasuke pronto sintió como su pulso iba recuperando la calma. Esa era una buena señal. Inspiró por la nariz y espiró por la boca de manera calmada. Hinata ha logrado que desaparezca la coraza de odio con la que siempre se cubrió. ¿Momentáneamente o quizá para siempre? Sólo el tiempo daría la respuesta.
—Vi a mi hermano —le dice a ella. Sólo a ella.
Y entonces Sakura sintió que algo se removía en su corazón. No una puñalada, no algo tan fuerte porque no llega a tanto su incipiente gusto por Sasuke. Todavía no. Pero sí sintió un quejido cardíaco claramente perceptible. Percibible. Algo que la hace comprender nuevamente que algo se ha formado entre el Uchiha y la Hyuga.
Entretanto, Hinata mira a Sasuke absolutamente sorprendida por su revelación. ¿Entonces era verdad que uno ve a sus seres queridos al morir? Hace un gesto bucal, incluso forma una sílaba, pero ésta no consigue crear una palabra. No fue un tartamudeo: fue una interrupción definitiva de la frase.
—Él me dijo que no te hiciera sufrir más, así que eso haré —aunque no fue su intención, su voz pareció endulzarse un ínfimo ápice. Algo inverosímil tratándose de él.
—Sasuke... —saboreó su nombre en un susurro impregnado de asombro y emoción. Su mirada, al igual que el tinte de su semblante, pareció emitir un resplandor.
Sakura movió su lengua dentro de su boca cerrada; se tanteó las mejillas y recorrió sus dientes desde los incisivos hasta los molares; primero la zona izquierda y después la derecha. Suspiró tristemente, aceptando que sobraba. Les daría unos minutos para que concluyeran la conversación que seguramente antes sostuvieron y que parecía haber cambiado las cosas entre ellos. Su persona, mientras tanto, iría a su habitación para cubrir su desnudez con prendas. No se sentía incómoda ni le brotó pudor, pues Uchiha no le había puesto atención y además ya la había visto desnuda antes. No era por pudor que iría a su habitación: fue única y exclusivamente por desazón. Pero antes de proceder su acción fue hacia un sillón y sacó el mullido cojín. Entonces se acercó a su amo nuevamente, se arrodilló junto a él y lo colocó bajo su cabeza para darle mayor comodidad, aunque él ni siquiera pareció darse cuenta de su gesto.
—Iré a vestirme, ya vuelvo —anunció preparándose para no recibir ninguna respuesta.
La de ojos albinos asintió sin mirarla. Sasuke, a su vez, no dio movimientos o palabras. Ni él, ni la empatía de Hinata, se percataron de lo mustia que estaba. En ese instante, ese preciso momento, sólo ellos existían.
Uchiha todavía quería hacer sufrir a su antes enemiga, todavía permanecía el deseo de castigarla; aquello no cambiaría de la noche a la mañana. Sería muy ingenuo pensarlo así. No obstante, había algo que lo ayudaría a dejar atrás de mejor manera su gigantesco odio por ella: Hinata se había ganado su respeto, pues le demostró que el odio sí podía dejarse atrás. Además, fue tan fuerte como para ayudar a alguien que sólo deseaba ejecutar una cruel venganza en su contra. Sasuke había luchado contra tantos oponentes e increíblemente a ninguno de esos feroces guerreros los respetó como a ella ahora. La única por la que sentía un respeto similar era su aliada, pero ella era una militar a quien consideraba un hombre. Respetar a un civil que además era mujer se trataba de algo que no entraba en sus parámetros de vida, pues no concebía que una integrante del sexo débil fuese capaz de ser fuerte. Pero sin duda alguna la Hyuga lo era: superó su miedo a la muerte, a la tortura, a la violación que tanto la espantaba y se atrevió a ayudarlo pese a todo. Definitivamente era una mujer increíblemente fuerte, no cabía duda alguna. Aun teniendo virtudes como la ternura, la empatía, la amabilidad y la dulzura, cualidades que consideraba dignas de personas débiles, Hinata le había demostrado lo tremendamente fuerte que era. Sí, esa mujer era única e incomparable. De ello no tenía ninguna duda.
—Yo soy despiadado, feroz, cruel, sádico, demoníaco —enumeró las cualidades contrapuestas a las de ella, como si pudiera saborear cada una de ellas—. ¿Realmente crees que voy a dejar atrás esos aspectos de mi personalidad? Mi alma alberga un infierno de venganza y las llamas nunca se extinguirán —concluyó acerando su mirada.
Ella sabía perfectamente que un cambio no se conseguiría de un momento a otro. Empero, tenía más esperanza que nunca. Y ahora mismo explicaría el por qué.
—Sasuke, no eres tan cruel como piensas. Un corazón de piedra y lleno de maldad no podría derramar lágrimas como tú lo hiciste. Lágrimas que seguramente reprimiste durante toda tu vida —dijo mientras sus ojos se humedecían nuevamente. Podía sentir el dolor de él como si fuera suyo propio—. Yo ahora te puedo entender. Sé que cometiste muchos crímenes motivado por tu sed de venganza, pero ahora puedo ver que no todo fue tu culpa... que realmente hay bondad en ti esperando salir a flote. Y si yo pude dejar atrás el odio, tú también podrás. Tengo más fe que nunca en que puedes ser alguien mejor.
El tono conciliador de Hinata y su mirada totalmente emocionada lograron conmoverlo inevitablemente. Algo se le removió por dentro por culpa de esa mujer tan especial.
—¿Cómo conseguiste liberarte del odio? —le cuestionó Sasuke, como quien busca un consejo. Su forma hosca, hostil y exigente continuaba, pero el solo hecho de realizar la pregunta era un nuevo signo de que Hinata se había ganado su respeto.
Ella manifestó su sorpresa parpadeando rápidamente dos veces. No podía asimilar que ahora le interesara su opinión, que estuviera consultándole casi como si se tratara de una compañera.
—Quise creer en ti —respondió cuando logró reaccionar—. Quise creer en tu bondad. Quise creer que eres tan fuerte como para destruir la cárcel de odio que llevas encima. Pensarás que soy una tonta y puede que sea verdad, pero así soy.
El rostro quieto del guerrero permaneció ajeno a la vibración que emitían sus orbes. No pudo evitar reflejar sorpresa en ellos. La fémina que tenía en frente parecía una tormenta de emoción y sus claros luceros eran verdaderos relámpagos de temple sin igual. Era sencillamente imposible no conmoverse. Esa chica tenía el extraordinario don de tocar su corazón. La guerra que sostenía contra sí mismo quizá terminaría siendo ganada por ella. Aun así cambiar lo que siempre se ha sido es muy difícil: tendría que luchar mucho para conseguirlo. Sin embargo... ¿y si en verdad no se trataba de un cambio? ¿Quizás Hinata le estaba dando la oportunidad de ser quien realmente era? ¿Por qué tenía tantas ganas de descubrir algo diferente al odio?
¿Por qué no darle una oportunidad a la empatía? ¿O acaso intentarlo lo volvería más débil?
Tratando de asirse a su creencia anterior, dio un suspiro y aseveró lo siguiente con total seguridad: —El odio me hace más fuerte. Será ese sentir lo que me hará derrotar a Danzo. Cuando alimentas al odio, él te hace más fuerte.
Hinata, subiéndose al carro de la reflexión, se dio los segundos necesarios para dar una buena respuesta. Cuando ésta arribó, contestó endulzando su voz:
—En-entiendo que pienses así, lo entiendo porque si no fuera por tu odio ya estarías muerto. Pero también creo que te equivocas: tú no alimentas al odio..., es él quien se alimenta de ti. Y por eso mismo odiar, al final del camino, sólo te traerá más dolor. Refugiándote en el odio nunca hallarás verdadera paz —lo miró como si quisiera vislumbrar su alma; brillantes como nunca se volvieron sus perlas albinas.
Sasuke hizo ademán de contestar, pero no alcanzó a hacerlo: desde el pasillo llegaron a sus oídos los pasos de Sakura.
Por un momento, Hinata sintió ganas de que Haruno no apareciera, de que no estuviera allí, de que sobraba en la escena. Quería estar con Sasuke a solas, hablar recreando la misma intimidad con la que él le contó su historia. A pesar de la tristeza y el dolor, contactar el alma de Uchiha había sido algo emotivo, hermoso. Frustrada, sacudió su mente para reaccionar, muy sorprendida de sus egoístas pensamientos.
Finalmente, la silueta de la fémina pelirrosa surgió por donde antes lo indicaron sus pasos, se acercó a ellos y le habló al guerrero:
—Amo, si me lo permite le haré una cataplasma para su pecho.
—¿Cataplasma? —preguntó Hinata velozmente; su curiosidad se adelantó a la respuesta de Sasuke.
—Es una masa pastosa —comenzó a explicar ella— de productos medicinales que se aplica como calmante. Le ayudará a aliviar el dolor en su pecho. En la cocina hay ajenjo y poleo; plantas que me serán muy útiles por sus propiedades curativas.
—Ay, Sakura, eres increíble —la alabó su amiga.
—Yo no necesito eso —protestó Sasuke, a la vez que intentaba ponerse de pie. Nunca había tenido que soportar un estado tan deplorable y su inmenso orgullo no podía tolerar tal cosa. Él era el guerrero más fuerte de todos y por supuesto que no precisaba ayuda de nadie.
Ese hombre no podía ser tan imprudente. A Hinata le dieron ganas de pegarle con un palo en la cabeza para dejarlo inconsciente. Asimismo, eso también serviría como una forma de hacerle pagar todo el daño que le hizo antes y que, a pesar de su enorme altruismo, tampoco olvidaría de un día para otro.
Fue Sakura quien se arrodilló rápidamente a su lado y le puso una mano encima del hombro para detener sus testarudas intenciones.
—Por favor, amo, tiene que mantenerse en la misma posición por lo menos un par de horas —le pidió con voz y ojos sumisos—. Todavía sigue en estado crítico y bajo su condición cualquier esfuerzo puede desencadenar otro ataque. Las siguientes horas son cruciales, así que, por favor, debe relajarse y descansar —explicó con la voz más dócil posible para que así no rechazara su consejo.
Él chistó, evidentemente disgustado. Haciendo rechinar sus dientes, pensó en Danzo y en cuánto deseaba hacerlo pagar. Si quería sobrevivir, entonces tendría que hacerle caso a la de cabello rosa. Lamentablemente no tenía más alternativa que esa.
—¿Por qué me has salvado? —le preguntó mirándola directamente a sus verdes ojos. Respecto a Hinata tenía muy clara la respuesta, pero no sucedía lo mismo con Haruno.
Las facciones de la enfermera se colorearon sutilmente al tiempo que le quitó la mirada, avergonzada.
«Porque me gustas» era la verdadera respuesta.
—Porque es mi deber como practicante de enfermería —fue la que dio, ya que este era el momento menos indicado para revelar su verdad.
—Y porque es una gran persona —agregó Hinata —. Con o sin conocimientos de medicina, estoy segura que Sakura habría intentado ayudarte igual.
—Gracias por pensar eso de mí, Hinata. —Le dio la cara, sonriéndole emocionada.
Uchiha guardó silencio. A pesar de ser alguien muy inteligente, su inteligencia emocional era prácticamente un asco, de modo que no supo entender la complicidad que desplegaba el lenguaje corporal de la pelirrosa tanto con Hinata como con él. Hinata, sin embargo, si notó la atracción que él ejercía sobre su amiga. No entendía aquello, ¿pero quién era ella para juzgar?
—Sakura..., Sasuke se pondrá bien, ¿verdad? —preguntó para no seguir pensando en lo anterior y enfocarse en lo realmente importante.
—Eso depende de su organismo. Somos humanos, pero todos los cuerpos no tienen el mismo vigor, por eso donde unos sobreviven otros mueren y viceversa. Pero Sasuke es un guerrero muy fuerte, con un espectacular estado físico —no quiso corroborar tal afirmación dirigiendo su mirada hacia sus atrayentes abdominales o se pondría más roja todavía— y un corazón acostumbrado a grandes esfuerzos. Cualquiera que estuviese en su lugar ya habría muerto hace tiempo, pero él sigue aquí. Y sé que continuará con nosotras. —Sus positivas palabras aumentaron todavía más las esperanzas de que todo saliese bien.
Uchiha la miró con acuidad, sintiéndose afortunado de haberla comprado como esclava. En la tienda de Kakuzu ella nunca mencionó que tuviera conocimientos médicos, seguramente porque de haberlo revelado habría aumentado su precio y le habría sido más difícil salir de allí. Pero, al igual que Hinata, también era una chica sobresaliente.
—Bueno, iré a hacer la cataplasma. —Le daba un poco de recelo dejarlo a solas con Hinata, pero de momento eso no era importante sino la salud de Sasuke. Ya habría tiempo para recuperar terreno en lo concerniente a su gusto por él; además que, lógicamente, daba por sentado que Hinata no estaba interesada en el soldado. Así, caminando de modo rápido, se perdió por el corredor que llevaba hacia la cocina.
Unos instantes después, el guerrero volvió a ser atacado por la terrible sed que sentía. Parecía que un malhumorado duende estaba usando su garganta como chimenea. Motivado por ello, volvió a intentar levantarse por agua.
Hyuga lo miró como quien presencia a un niño rebelde. El reproche yacente en su cara habría sido digno de captarse en una fotografía si las mismas existieran para ese momento.
—P-por favor, Sasuke, tienes que mantenerte quieto.
Al escucharla su intención de levantarse se fragmentó entre el deseo de hacerlo y el de no. Paralizó sus movimientos y enfocó su mirada en la albina, percatándose de su genuina preocupación. Ésta era tan honesta que, para su pesar, lo conmovió. Por ello dio un suspiro, volvió a dejar su cabeza sobre el cojín y, a regañadientes, decidió confiarle lo que necesitaba.
—Necesito agua. Un jarrón lleno hasta el tope, Hinata —a pesar de ser el tono imperioso de una orden, esta vez había agregado su nombre. Una expresiva muestra de que ahora la respetaba.
Ella se sorprendió tanto que le costó asimilar que ahora él la estuviera llamando «Hinata». Era increíble que un gesto así le pudiera desatar un tornado de sentires. Obtuvo la impresión de que ya no era considerada como una cosa, de que ya no era una simple esclava: era una persona que merecía ser llamada por su nombre. Y eso le brindó una alegría que no se esperaba.
—Voy enseguida —contestó cuando pudo reaccionar, aunque pronto añadió algo que la preocupó—. ¿Pero estarás bien en mi breve ausencia? Te podría dar otro ataque...
—No pasará nada. Y si pasara algo mi perro avisaría con ladridos —incrementó las caricias al lomo de su gran amigo canino, quien seguía recostado plácidamente a su lado.
Ella asintió, pero sin dejar de lado su inquietud. Avanzó rápidamente en búsqueda del incoloro líquido. Pronto llegó donde Sakura, quien, usando una ovalada piedra, molía hierbas sobre la tabla de picar. Al parecer eran más duras de la cuenta, pues en su amplia frente se plasmaban un par de arrugas que denotaban esfuerzo.
—Vine por agua para Sasuke —le dijo mientras abría la llave y ponía el jarrón de cristal más grande bajo ella.
—Sí, dale mucha porque la necesita urgente. Tiene que regenerar una gran cantidad de sangre y tomar mucha agua le será de gran ayuda.
—¿Un poco de comida no le serviría también?
—No; la digestión es un proceso normal, pero en su estado actual sería un esfuerzo que podría pasarle la cuenta.
Hinata convino con un movimiento de cabeza. Luego le llegó otra pregunta: —¿Y no podríamos reponer su sangre con la nuestra?
Evidentemente, Hyuga se estaba refiriendo a lo que hoy en día se conoce como una transfusión.
—¿Tú crees que aceptaría sangre de mujer? —fue la inmediata respuesta de Haruno.
—E-es muy obvio que no —asimiló apesadumbrada.
—Aunque tu idea es muy lógica de todos modos —precisó—. Es razonable pensar que si alguien pierde sangre hay que reponérsela con más sangre. Quizá un día podamos hacerlo, pero actualmente no tenemos la tecnología como para hacer algo así. Los médicos que lo intentaron terminaron haciendo un mal peor, pues además pareciera que no todas las sangres son compatibles. Tal vez haya grupos o clasificaciones diferentes para ellas.
Una vez más, Hinata quedó impresionada con los conocimientos de Sakura. Si la chica guerrera probaba que una mujer podía luchar a la altura de cualquier hombre, entonces su amiga demostraba que podía ser un médico igual o mejor que cualquier varón.
—Sakura, te admiro mucho —la halagó sin dudar—. Cuando crezca espero ser como tú —agregó mitad en broma, mitad en serio, ya que, pese a tener edades similares, se estaba sintiendo más pequeña que ella.
—Gracias, pero soy mayor que tú apenas unos meses —puntualizó risueña—. No es que sea una señora y que necesites crecer para alcanzarme, Hinata —la regañó graciosamente.
Ambas sonrieron. Rápidamente, la más tímida de ambas fue hacia donde Sasuke con el jarrón relleno de tanta agua que, al caminar de vuelta, se desbordó un poco a cada trecho avanzado. El pasillo quedó mojado a intervalos por lo mismo. Una vez junto a él, Uchiha bebió como si hubiese atravesado un desierto durante meses. De hecho, tuvo que llenar de agua dos jarrones más para satisfacerlo. Luego Sakura llegó con la pasta que había creado y la aplicó en su pecho con sus propias manos.
El poderoso guerrero no pudo evitar un íntimo sentimiento de agradecimiento. Nunca les daría las gracias, pero en el fondo eso era lo que estaba sintiendo. Unos minutos después la anemia, sin esfuerzo, lo hizo caer dormido allí mismo.
Cuando estuvieron seguras de que él no despertaría, ambas féminas desplazaron silenciosamente los sillones para dejarlos más cerca del malherido. Sentadas en ellos repasaron a Sasuke con sus miradas; dormía profundamente por la debilidad que padecía. Por fortuna la mullida alfombra era lo bastante cómoda como para reemplazar a una cama sin problemas. Seguramente cuando volviera a despertar querría irse a sus aposentos, aunque de todos modos sería mejor que durmiera en alguna de las habitaciones de ellas, dado que estaban mucho más próximas que las posicionadas en el ala este.
Ya se habían acostumbrado completamente al aroma de la sangre y la adrenalina se evaporó para ser reemplazada paulatinamente por el sueño. Sin embargo, ninguna de las dos quería dormir todavía, temiendo que un nuevo ataque cardíaco pudiera afectar a Uchiha. De manera inevitable por causa de sus atentas miradas, notaron como el pantalón mojado con sangre se pegoteaba a la entrepierna y hacía resaltar claramente el tamaño de su órgano sexual. Incluso en estado de reposo resultaba muy llamativo. Por supuesto, no era el lugar ni el momento para fijarse en un detalle así, pero la curiosidad y el instinto eran cualidades muy poderosas. Además, si los hombres miraban con desparpajo los pechos y el trasero, ¿por qué ellas no podían mirar un poco también? De todas formas, Sakura, quien era la más tentada a observar una y otra vez, fue por las sábanas de su cama para cubrir a su amo y no sentirse una pervertida sin remedio. Si las telas se manchaban con sangre no sería un problema, pues habían muchas más en el armario empotrado en la pared.
A pesar de lo profundo que era su sueño, Sasuke no roncaba ni siquiera un ápice. El silencio nocturno era profuso, pero incluso había que esforzarse para oír su respiración. Sakura pensó, algo acalorada, que compartir cama con él nunca traería problemas de insomnio. Debido a su experiencia cuidando guerreros como enfermera, sabía de primera mano que había muchos hombres que roncaban como si a cada respiro lanzaran truenos o quisieran imitar el rugido de un león. Conciliar el sueño al lado de ellos debía ser toda una proeza. Alegre, pensó que este era un nuevo detalle para agregar en su lista de lo que le gustaba de Sasuke.
Gustar... aquella palabra le hizo recordar que debía contarle eso a Hinata. Era una conversación que ya se había pospuesto dos veces y que no deseaba dilatar más.
—Hinata, es hora de confesarte algo... —le dijo de improviso.
La de ojos con tono lunar desplegó instantánea curiosidad hacia su gran amiga. Ya tenía una clara idea de lo que podía tratarse y, siendo sincera consigo misma, no le causaba ninguna gracia.
—Claro, Sakura; te escucho atentamente.
La de corta melena comprimió los músculos superciliares un poco. Luego pareció esquivar la mirada albina, avergonzada.
—Me complica un poco decírtelo la verdad porque es algo que te podía caer mal. Aunque creo que, después de lo que pasó ahora, ya no te será tan incómodo —dicho esto, posó su mirada en sus propias uñas por la pequeña dosis de nerviosismo. Aprovechó de hacer una nota mental: debía cortárselas, mas no porque estuvieran largas sino porque prefería las uñas más cortas para realizar las labores domésticas.
—No te preocupes, cuéntame con toda confianza —dijo Hinata, quien, gracias a su gran percepción, ya sabía de antemano que Haruno le revelaría que le gustaba Sasuke. Si fuera una aficionada a lo lúdico, habría apostado todo su cabello a que estaba en lo correcto. Quedar calva era una de las peores cosas que podía pasarle a una mujer, pero ella no lo habría dudado. Simplemente lo sabía.
Sakura guardó silencio unos segundos. Era evidente que estaba pensando como abordar de mejor forma la conversación, de qué manera iniciarla. Echó un vistazo a Sasuke, comprobando que estaba durmiendo profundamente. Habría sido muy vergonzoso que escuchara lo siguiente. Finalmente, decidió ir directo al meollo del asunto a través de susurros.
—Perdóname... —Se disculpó sentidamente y antes de tiempo—. No sé cómo pasó ni cuándo sucedió exactamente, pero me gusta Sasuke. Me gusta mucho.
Hinata se lo esperaba, pero igualmente tuvo la necesidad de abrir sus párpados más de la cuenta. No sólo le gustaba... le gustaba mucho. Su manera de expresarlo incluso podía inducir a que era incluso más que eso. Invocando un profundo suspiro volvió a normalizar su mirada y, removiéndose en el sillón, se colocó de la manera precisa para observar mejor los ojos que parangonaban esmeraldas. Un asunto así de serio debía tratarse de frente y mirándose directamente. Aquello asomaba como un nuevo signo de su actual fortaleza, pues antes le era difícil sostener las miradas. Al observarla de forma más aguda, notó que los papeles se habían invertido: era Sakura quien irradiaba un ardiente rubor que cubría parcialmente su cara. Aunque eso sí, cuando se trataba de ponerse colorada jamás podría derrotarla: ella era la indiscutible campeona de las caras rojas. Ni siquiera los tomates más frescos podrían desafiarla en tal empresa.
—Sé que Sasuke es muy cruel —continuó explayándose en tono susurrante—, sé la reputación que tiene, sé todo eso... pero me gusta mucho, Hinata. No puedo evitarlo.
La de ojos como perlas bajó su cabeza. Si esto se lo hubiera dicho tan sólo un día atrás habría reaccionado de forma muy negativa. No con aspavientos ni de manera agresiva, pues ella no era así, pero sí haciéndole ver que aquello era una locura, una insanidad, algo que no podía caber en la mente de alguien cuerdo. Pero ahora, en cambio, no la culpaba.
—En-entiendo que Sasuke es un hombre muy atractivo físicamente, pero si te dejas llevar por lo superficial puedes sufrir mucho, Sakura —se limitó a decir de una manera muy tranquila y en el mismo tono bajo de su amiga.
La aludida se sorprendió con la reacción de su compañera. Esperaba que la criticara, que la reprendiera por fijarse en alguien tan sádico como él, pero estaba siendo sumamente comprensiva. Era evidente que, después de lo sucedido recientemente, las cosas habían cambiado para ella también. ¿Acaso Hinata también podría sentir algo por Sasuke en un futuro? La sola idea le engendró temor. Sin embargo, era imposible que le gustara; imposible de verdad. Él era un demonio que la había tratado muy mal, que mató a su primo delante de sus ojos y quizás a cuántos familiares más. Era imposible que Sasuke le atrayera, ¿verdad?
—¿Por qué te gusta alguien como él? —Hinata se apresuró a seguir indagando. No ocultó su interés en el tema—. Es muy difícil de entender, ¿no crees?
Sakura echó un nuevo vistazo a Sasuke antes de contestar. Comprobó que continuaba durmiendo tranquilamente.
—Sé que no debería gustarme, lo sé, pero al final la atracción es asunto de química y yo la siento con él. Traté de evitarlo, en serio que sí, pero el corazón es caprichoso y suele desechar las razones lógicas en pos de lo emocional. Simplemente sucedió, Hinata. Él, a pesar de todo, es alguien especial. Tú misma has visto cuánto ha cuidado a su perro; lo ha hecho como si fuera un hijo. Cada vez que lo veía desvelándose, preocupándose tanto y dándole caricias en el lomo, más se intensificaba mi gusto por Sasuke. Verlo así me ha hecho apreciar su lado humano.
El silencio se acomodó entre los labios de Hyuga. Era muy cierto que él se había dedicado enteramente a su perro. Y también era verdad que, gracias a haber encontrado la llave que abría su alma, ahora ella podía comprender a Sasuke mucho mejor que antes. Entendía que, después de las atrocidades que debió soportar, él no era el único culpable de ser como era.
—¿Tú crees que Sasuke puede cambiar, verdad? —preguntó la de grandes senos, pues el quid de la cuestión se reducía principalmente a eso. Si él podía dejar atrás su oscuridad entonces la posibilidad de tener un romance con él no aparecería como algo tan disparatado.
—Sí; estoy completamente segura que hay esperanza con él —fue su respuesta; abrumadora por su seguridad—. Sé que contigo ha sido terrible, pero a mí no me ha hecho nada. No me ha intentado violar, no me ha tocado un solo pelo. Lo único que me hizo fue ese latigazo cuando nos obligó a retozar juntas.
—No hay que alabarlo porque no haga algo peor —precisó aquella verdad.
—Recuerda que somos esclavas, Hinata —le recordó a su vez—. Él puede hacer lo que se le antoje con nosotras. No somos seres humanos, somos cosas. Objetos de su propiedad —dicha su certera afirmación, su verde mirada se distrajo hacia la esquina del muro contiguo a la chimenea. Le sorprendió ver una telaraña, pues se suponía que Hinata limpió allí de forma concienzuda durante la tarde. Seguramente se le había escapado aquel detalle, o una laboriosa y desafiante araña la creó después de la limpieza—. De hecho, a mí me sorprende que con su terrible fama no me haya hecho nada más que eso —acotó cuando volvió desde la arácnida distracción.
Antes de hablar, la menor por unos meses entrecerró sus ojos.
—Sakura... Sasuke no merece que nadie sienta algo así por él —apenas dijo eso, se sorprendió mucho de sus palabras. Ni siquiera se dio el tiempo de reflexionarlas; simplemente las lanzó como si tuviera la imperiosa necesidad de hacerlo.
—Seguramente estoy loca, pero eso es lo que siento —reafirmó una vez más—. Y una no puede mandar en el corazón, Hinata. Simplemente pasa. Yo no deseaba que me ocurriera algo así, pero muchas veces resulta difícil que las razones esgrimidas por la mente sincronicen con los deseos del alma. Cuando alguien toca la puerta de tu corazón, entonces la razón simplemente se hace un lado.
En ese momento la Hyuga no lo sabía, pero esas últimas frases se incrustarían profundamente en ella. Se mantuvo congelada unos segundos; después se rascó la frente al tiempo que fruncía sus labios. Luego, lanzó un desahogo en forma de suspiro. Estaba preocupada por su compañera enfermera.
—Y-yo, como amiga, te recomiendo que trates de borrar ese sentir. Si sigues así hasta podrías enamorarte de él y no te conviene que eso te pase. Es Sasuke Uchiha, no puedes olvidar de quien se trata —advirtió como consejo.
—Pero estoy segura que puede cambiar... ¿verdad que tú piensas igual? —Como respuesta Hinata asintió casi de inmediato—. Tengo la esperanza de que él guarda algo bueno en su corazón. Si puede ser así con su perro, también podría serlo con una persona. Y creo que tú lograste ablandar su corazón esta noche, ¿verdad?
—Cre-creo que sí.
—Te preguntaría que fue lo que hablaron para que su actitud cambiara contigo, pero me imagino que es algo privado de Sasuke.
Hyuga confirmó tal suposición con un movimiento de cabeza.
—Además me di cuenta de algo —continuó Sakura, motivada al punto que su voz se encendió unos decibeles, dejando de lado el cuchicheo anterior—, ¿por qué crees que Sasuke ni siquiera te dirigió la palabra estos días? ¿Por qué crees que te permitió estar en la cama sin siquiera salir de tu habitación? ¿No te lo has preguntado?
La cuestionada inundó de extrañeza sus luceros. Algo aturdida, los hizo viajar a través del amplio salón. Luego miró a Sakura nuevamente.
—Pues... porque se ha dedicado a cuidar a su perro —señaló lo más lógico, aunque no muy convencida de que fuera la respuesta que esperaba Haruno.
—Sí, pero podría haberse vengado; tomar represalias de inmediato. Yo creo que ha estado respetando tu dolor.
—¿Lo dices en serio? —preguntó Hinata acentuando un tono de natural incredulidad. Bajó levemente su cabeza a la vez que su mirada se posaba en el durmiente Sasuke, empezando a reflexionar. Si lo que decía Sakura era cierto, sólo comprobaba una vez más que él tenía más bondad de la que creía.
—Lo digo totalmente en serio —otorgó una pausa para que Hinata dijera algo, pero ella alimentó el silencio. Parecía confundida. Dio más segundos y, como el mutismo prosiguió, retomó la palabra—. De todas formas perdóname si te molesta. Sé lo terrible que ha sido contigo y que mató a tus amigos sin compasión. Yo sólo quería que supieras la verdad de lo que siento para que no me juzgues después. De verdad que no quiero perder tu amistad.
Debajo de sus párpados, los luceros perlados exhalaron comprensión. Entendía que a ella le gustara Sasuke, pues, después de todo, era cierto que él la había tratado mucho mejor.
—Yo no soy quien para prohibirte nada; por supuesto que no. Tú tienes derecho a que te guste cualquier hombre, incluso alguien como Sasuke. Lo que sí te quiero decir es que tengas cuidado. Incluso te veo ilusionada y eso me preocupa. Si avanzas más en lo que sientes puedes terminar sufriendo mucho...
—Lo sé; lo sé muy bien, Hinata. No creas que a mí me gusta sentir algo por él. Si pudiera evitarlo lo haría, pero, como te dije, a veces el corazón es caprichoso y no entiende razones.
La de ojos selenitas inhaló con fuerza, reteniendo el aire unos segundos para después soltarlo lentamente.
—Te entiendo. Antes te hubiera dicho que era algo enfermizo y digno de un masoquismo aberrante, pero ahora puedo comprenderte. Sasuke no es tan malvado como pensábamos. Hay esperanza con él.
Sakura parpadeó sorprendida; no era experta en leer miradas o el lenguaje corporal, pero le dio la impresión que su amiga estaba sufriendo un tipo de confusión. Fue entonces que en su cerebro nació una idea descabellada, que, aun así, la inquietó de verdad... ¿Y si...?
—Hinata... ¿a ti también te gusta Sasuke?
La cuestionada abrió más sus párpados y dio un respingo a todas luces anormal.
—¡N-no! ¡P-por supuesto que no! —dijo azorada y, en su afán de negación, alzó la voz sin querer. Al darse cuenta se tapó la boca con ambas palmas. Echó un vistazo a Uchiha, pero por suerte seguía durmiendo—. ¿Cómo podría gustarme el hombre que mató a mi primo delante de mis ojos? —volvió al imperativo tono susurrante.
Sakura notó que Hyuga se puso a la defensiva, algo normal tomando en cuenta todo lo sucedido con el último Uchiha. Su pregunta perfectamente podría haber ofendido a su amiga, aunque ésta no se lo dijera directamente por su natural cortesía.
—Ay... ¿te puedo decir algo sin que te enojes conmigo, por favor? —Cuando Hinata asintió, la pelirrosa continuó—. Sé que esto es muy doloroso, pero si lo ves fríamente Sasuke se defendió. Fueron tus amigos los que vinieron a atacarlo, él no fue por ellos. Además le mataron a sus perros, le hicieron una emboscada y lo atacaron en ventaja numérica. Sé que tus amigos tenían razones de sobra para hacer lo que hicieron, no los culpo para nada porque vinieron a rescatarte —aclaró rápidamente—, pero también tengo que decirte que técnicamente Sasuke se defendió. Tu primo, Lee, e incluso tú, intentaron matarlo. ¿Qué más podía hacer él después de todo eso?
Hinata dio un suspiro triste antes de contestar.
—No me gusta para nada que trates de justificarlo —dijo sin tapujos.
—Perdóname, Hina, pero sólo te pido que lo pienses un poquito, nada más que eso —insistió volviendo más sumiso su tono.
La aludida, mueca de desagrado mediante, se dio incontables segundos con el fin de meditar.
—Quizás tengas una pequeña parte de razón —aceptó, amargada—, pero tú no estuviste allí. No viste como se comportó después. No viste todas las cosas horribles que me dijo. No viste el desprecio con el que habló de mi primo. Eso no me deja de doler. Y nunca lo hará.
—Lo sé, Hina... —dijo condolida por el sufrimiento de su amiga—, pero estaba con toda la rabia encima. Recién habían muerto sus perros. Sabes cuánto los amaba, tú misma viste cuánto ha cuidado a Leo cada día —dicho esto, Sakura observó al preciado can.
Hinata ensimismó su mirada al tiempo que daba otro suspiro, uno que resonó mucho más que el anterior.
—También me dijo que gozaba haciendo sufrir mucho a los Hyuga antes de matarlos.
—¿Fue así con tu primo? ¿Se divirtió torturándolo realmente? —cuestionó confiada en escuchar una respuesta negativa. Un presentimiento le decía que podía hacerlo—. ¿O le dio una muerte rauda?
Sorprendida, la heredera Hyuga bajó su mirada. Al pensarlo mejor se dio cuenta que Sasuke, a pesar de su ira colosal, había aniquilado rápidamente a Neji. Perfectamente pudo hacerlo prisionero y torturarlo hasta hartarse, pero no lo hizo. Sin embargo, aquello la llevó hacia otra importante pregunta: ¿a quién tenía en el ala este y qué había hecho como para ser torturada o torturado? ¿Había una sola persona cautiva o tendría a más?
—A lo que voy, Hinata —ante la silenciosa confusión de su amiga, Sakura siguió hablando con un tono muy seguro—, es que Sasuke es menos malvado de lo que parece. Tiene cosas buenas dentro de su maldad. Entiendo que cueste mucho asimilarlo de buenas a primeras, pero sabes que es así. Y creo que yo puedo sacar su bondad a flote. Quizás consigo hacerlo cambiar...
Distraída, Hyuga escuchó a medias lo hablado por su amiga. Quedó en absoluto silencio, pues seguía pensando en la persona prisionera del sector prohibido. Por un momento, tuvo ganas de explorar aquel ala de la mansión. Uchiha estaba durmiendo profundamente, de modo que esta era una gran oportunidad. No obstante, sabía que esta noche había creado algo importante con él. ¿Una especie de incipiente amistad tal vez? No podría precisar qué era, pero, tuviera el nombre que tuviera, finalmente optó por desechar la idea. Si era paciente, quizás un día él mismo le revelaría a quien o quienes tenía allí, tal como hoy lo había hecho con su secreto más oculto.
—... hacerme a un lado...
Hinata se dio cuenta que la pelirrosa había continuado su diálogo, pero, por causa de su abstracción, sólo alcanzó a oír la última parte.
—Pe-perdón, no estaba escuchando porque me perdí en mis pensamientos. ¿Qué me dijiste?
A diferencia de la primera vez, ahora Haruno tuvo el tiempo para sentir temor por la respuesta que recibiría. Le aterró que a ambas les gustara Uchiha, no sólo porque Hinata ya le llevaba la delantera, sino también porque la amistad tan preciosa entre las dos podría resentirse de algún modo. Y no quería eso.
—¿De verdad no te gusta Sasuke ni siquiera un poquito? Si es así, quizá yo podría hacerme a un lado... —de manera tambaleante, repitió lo antes dicho usando exactamente las mismas palabras.
Hyuga enmudeció por la contrariedad. Si su amiga no hubiese agregado las frases «¿Ni siquiera un poquito?» su negación habría sido rotunda y automática. Sin embargo, esas palabras le generaron una pequeña duda razonable. Debía admitir que, para su gran pesar, Sasuke era un hombre muy atractivo. Ya le pareció así cuando limpió el establo y regresaron a la ciudad para comprar a Sakura, aunque después de esta noche, después de la conexión tan especial que había creado con él, comenzaba a sentir algo extraño. Enojada consigo misma, le dieron ganas de jalarse los cabellos con fuerza, pero resistió aquel impulso impropio de su carácter. De hecho, ahora mismo, no recordaba otra vez en su vida en que quisiera tirarse del pelo intencionalmente. Cuando notó que su silencio se prolongaba demasiado, se apresuró en dar la contestación.
—Por supuesto que no me gusta. Ni siquiera un poquito —esa era y debía ser la única verdad. No podía sentirse atraída el hombre que había matado a su primo y acabó con muchos de su familia. Era asquerosamente enfermizo. Ahora podía entender mejor sus razones de venganza, pero seguía siendo una abominación total fijarse en él.
—¿En serio?
Hinata dio el asentimiento.
—¿Entonces no te molesta si trato de conquistarlo?
—N-no... —al responder sintió una incomodidad con la palabra «conquistarlo». Su compañera era decidida y saltaba a la vista que era de las mujeres que no temían tomar la iniciativa en lo amoroso. Muy pronto tendría que verla tomándose del brazo de Sasuke o incluso besándolo. Y, cuando su mente quiso imaginar más, detuvo sus pensamientos mientras apretaba un poco los dientes sin querer.
Acuciosa, Sakura agudizó más su verdosa mirada. Hinata no estaba sonrojada, pero había tartamudeado. Le extrañó porque últimamente su lengua tropezaba muy poco, pero lo atribuyó a lo incómoda de la pregunta. Después de todo Sasuke había matado a su primo y el cuestionamiento podía resultarle incluso indignante. Además, ¿para qué le iba a mentir? Lo que no entró en los pensamientos de Haruno es que las personas también solían mentirse a sí mismas...
—Qué bueno que no te guste, amiga, porque a mí sí y mucho. No sabes cuánto. Incluso tuve un sueño con él...
Hinata separó sus labios por el asombro.
—¿Qué soñaste?
—Ay, es algo privado —sus carrillos adquirieron un tono carmín—. Te contaría, pero me da mucha vergüenza... aunque ya debes imaginarte de qué se trata —sonrió. La emoción había deshecho el tono susurrante a uno más voluminoso y animado.
—S-sí... ya me lo puedo imaginar... —musitó, levemente más apagada. Por suerte, el tono de cuchicheo que estaban usando hizo que su reacción vocal pasara desapercibida.
Las amigas siguieron charlando a voz baja, hasta que Sakura, por culpa del sueño acumulado durante toda la semana, necesitó caer dormida. Sin embargo, no fue a su cuarto: se acostó en uno de los amplios y cómodos sillones. Así, en caso de cualquier percance con Sasuke, podría ayudarlo de inmediato sin tener que correr el largo trecho del pasillo.
La de cabellera oscura permaneció atenta, mientras divagaba en todo lo sucedido. Pasó un buen lapso de tiempo, aunque todavía no amanecía. Fue entonces que Sasuke abrió sus ojos y lo primero que ellos vislumbraron fue a Hinata cuidándolo. Estaba agotada, las ojeras eran una señal clara, pero seguía en vigilia. Y entonces sintió algo que nunca en toda su vida. Fue una emoción que se desbordó a través de todo su ser. Definitivamente la bonhomía que tenía esa chica resultaba anormal. Era demasiado noble para ser humana.
—Vete a dormir.
Ella no pudo creerlo, pero, a pesar de querer aparentar lo contrario, estaba segura que esa masculina voz estaba conmovida. Parpadeó asombro inexorablemente.
—T-todavía no tengo sueño. —Una mentira blanca fue lo que asomó en sus labios.
—Tienes cara de haber chupado cien limones —precisó seriamente—. Yo ya estoy bien, así que lárgate de una vez.
—Por favor, habla más bajito o despertarás a Sakura. Ella también ha estado cuidándote —le explicó.
El rostro de Uchiha adquirió una incredulidad total. ¿En serio le estaba pidiendo a un demonio que bajara sus decibeles? ¿Tanto creía que había cambiado la relación entre ellos?
—Esclava —manteniendo el volumen de su voz, le recordó su estatus actual—, te estoy dando una orden, de modo que debes cumplirla al instante o tendré que darte varios azotes como reprimenda.
Ella no pareció sorprendida ante su amenaza.
—Sasuke... ¿es-estás preocupado por mí? —Sin darse cuenta, de manera inocente, daría vuelta la situación con esa pregunta.
—Yo jamás me preocuparía por ti —respondió de inmediato, agraviado en su honra por tal pregunta.
—¿Entonces por qué te interesa tanto que vaya a dormir?
Absoluto silencio. Uchiha maldijo que a su mente no acudiera ninguna respuesta rápida. Y la razón era muy simple: ella estaba en lo cierto. No era sólo un asunto de orgullo o que le desagradara ser cuidado, era principalmente porque estaba preocupado por Hinata... ¡Demonios y más demonios!
—No me interesa si vas a dormir o no, lo que me molesta es que estés aquí velando por mí —gruñó entredientes a la vez que afilaba su mirada como si fuera una espada.
—P-pues si es por eso, no pienso moverme de aquí.
—¿Quieres que te diga que estoy preocupado por ti?
—Sasuke... después de esta noche, y aunque ninguno de nosotros lo quiera así, las cosas entre nosotros han cambiado. Es inevitable. P-por eso quiero que sepas que, a pesar de todo el dolor que me causaste, yo simplemente quiero ayudarte de verdad. Tómalo como un capricho demente o como un exceso tonto de empatía, pero por favor no te cierres como antes.
Uchiha estuvo a punto, a un tris, de decir el nombre «Hinata» con una emoción sobrecogedora. Pero no lo hizo.
—Haz lo que quieras entonces —se limitó a responder agravando su voz e invocando desdén.
Se observaron de manera adictiva un largo rato, envueltos en un agradable silencio. Luego Sasuke le quitó la mirada o ella nunca se iría a la cama. Aprovechó de darle más caricias tenues a Leo, quien dormía tranquilamente a su lado. Varios minutos después, se volteó para verla y su cabeza gacha, ojos cerrados y respiración pausada, le notificaron que cayó dormida allí mismo. El sopor provocado por el cómodo sillón la venció cuando el sol ya ocupaba su majestuoso trono desde hacía un buen rato.
Mientras la miraba, apagó su sed con uno de los dos grandes jarrones llenos de agua que le había dejado a un costado de la cabeza, a la distancia precisa para que su siniestra fuese capaz de alcanzarlos. Ver a Hinata así, dormida apaciblemente, le generó algo que sólo había sentido por sus perros: ternura. Una descomunal, irrefrenable, incomprensible. Se veía realmente hermosa; como una adorable niña pequeña. Y, por un mísero momento, se preguntó cómo había sido capaz de querer hacerle daño a un ángel como ella.
Pensando en ello quiso hacer algo, pero, apretando sus dientes, lo descartó a relampagueante velocidad. No iba a ablandarse por culpa de esa bruja con actitud angelical. Sin embargo, la idea persistió de manera incesante. Trató nuevamente de eliminarla, pero bah, ¡al diablo con su maldito odio! Sin hacer el menor ruido, alardeando el sigilo que un ninja envidiaría, se puso de pie, agarró las sábanas que no se mancharon de sangre y las colocó sobre Hinata con cuidado de no despertarla. Cuando lo hiciera, seguramente pensaría que Sakura la cubrió, de modo que podía permitirse este pequeño gesto de agradecimiento. Sí, al infierno con su jodido odio por esta única vez.
Hecho esto se dio cuenta de que sus piernas parecían firmes, de modo que caminaría lentamente hacia el cuarto más cercano para usar la cama allí ubicada. Aunque el esfuerzo pudiera resultar peligroso, un guerrero tan orgulloso como él jamás aceptaría su vulnerabilidad actual. Una vez bajo el umbral, tuvo la imperiosa necesidad de mirar por última vez a Hinata. Maldiciéndola infinitamente por su conmovedora nobleza, finalmente giró su cabeza y atravesó la puerta a paso lento.
Lo que Sasuke no sabía todavía es que Danzo, asustado por lo acontecido con su muñeco vudú, ya conspiraba para dar el primer y decisivo golpe...
Continuará.
Hola again! Como ven este fue un capítulo más tranquilo, pero creo que era necesario para ir asentando el sasuhina de una manera que, dentro de la ficción, resulte más creíble. Aunque si ya mismo quieren lemon salvaje sólo tienen que pedírmelo xD. Lo malo es que Hinata acaba de cometer un gran error dándole vía libre a Sakura T.T
También aprovecho de anunciar que en el siguiente capi por fin revelaré quien está en el ala este y que también habrá otra sorpresa :P
Y respecto a la mujer guerrera: me encantaría que me dijeran a quien quieren para ese papel, ya que todavía no lo tengo decidido completamente. Estoy indeciso entre dos chicas, pero también me gustaría mucho ver a quién prefieren ustedes.
Dejo un saludo gigante para todas y nos vemos en el próximo capi ^^
