¡Hola mis queridas lectoras y lectores! Antes que todo préparense para una larga nota de autor, cosa que no me gusta hacer, pero esta vez lo considero necesario a raíz de una crítica agresiva pero muy interesante que me ha llegado, crítica que por cierto es muy válida y que por eso mismo deseo responder por aquí también (ya lo hice en privado) para aclarar ciertas cosas y despejar dudas.
En primer lugar quiero recordar que este fic está ambientado en una época antigua y/o medieval, una en la que las mujeres eran más pertenencias del hombre que personas con derechos. Se les exigía devoción, sumisión, obediencia irrestricta al varón, por lo que Hinata al gritarle y encarar a Sasuke (todo un general de ejército además) ya está demostrando una gran fortaleza para su época. Y también quiero agregar que, a diferencia de Ino, quien por ser subordinada de Sasuke lo deja ser y rara vez lo cuestiona de verdad, Hinata desde un principio ha criticado con mucha fuerza las actitudes del Uchiha, cosa que muestra que pese a ser tímida tiene sus convicciones muy claras. Situándola en la época en que está pienso que Hinata ha sido mucho más fuerte de lo que parece y su carácter aún sigue en proceso de fortalecimiento, pero este proceso tiene altibajos como debe ser. No es que un día se diga «Ah, me cansé de ser tímida y en dos meses ya seré una leona que se comerá al mundo». Las cosas en la vida real no funcionan así y muchas veces cuando avanzas dos pasos retrocedes uno (o los mismos dos de vuelta) antes de seguir avanzando. Hinata está en ese proceso de una forma lenta, pero segura. A mi parecer ella no puede hacerse fuerte porque sí y menos viviendo en un mundo en que tiene todo en contra para hacerlo. Recuerden que esta no es una historia ambientada en el siglo 21 en que el feminismo ha derribado un montón de barreras.
Otra cosa en que Hinata ha mejorado es que al principio de este fic, por ser una persona muy sensible, lloraba seguido. Hoy en día controla mucho mejor eso y no lloró ni cedió en ningún momento a pesar de la gran batalla emocional que tuvo recién contra Sasuke. Y cada vez se irá haciendo más dura, aunque sin perder esa sensibilidad y ternura que la caracteriza.
Así que lo vuelvo a recalcar con fuerza: ella vive en un mundo en que la mujer siempre obedece al hombre y que debe ser sumisa, pero aun así ella se enfrenta a Sasuke cada vez que algo le parece incorrecto. Yo no veo debilidad ahí, al contrario, la veo muy fuerte tratándose de la época en que está sumergida.
Pasando a por qué Sasuke es un imán para las mujeres: yo me baso en lo que hizo Kishimoto, por eso trato de que este fic tenga paralelismos con la serie original no sólo en eso sino en muchas otras cosas también. Naruto es la obra base que inspira esta historia y todos vimos que ahí muchas estaban locas por Sasuke (con razón o sin razón). En esta fanfic Sakura se interesó por él por su atractivo físico y por sentirse sola al perder todo igual que Hinata, pero ya eso quedó en el pasado. Tanto así que Sakura no aparece en nada importante hace un montón de capítulos. A Karin la hice aparecer para hacer más interesante el viaje en el barco, pero jamás tuve la intención de hacer un verdadero triángulo amoroso con ella, de hecho Sasuke ni siquiera le da un beso. E Ino creo que es por lejos la que tiene mayor fundamento para amar a Sasuke en este fanfic (de hecho más fundamento que la misma Hinata). Y la protagonista obviamente tenía que sentir atracción por él, pues de lo contrario no habría historia ni sasuhina. Por eso quiero dejar claro esto: yo sólo trato de ser lo más fiel posible a la obra original. Yo no fui el que me inventé que las chicas gustasen de Sasuke, fue Kishimoto ;)
También tengo que recordar que Sasuke tiene un trauma y problemas psicológicos. Eso es algo que quedó clarísimo desde el capítulo 3 donde luego de casi violar a Hinata pasa a tratarla con una calma total, en el capítulo 12 cuando la deja en libertad también le advierte que no tiene estabilidad mental y que puede hacerle daño. A mí no me gusta dar todo mascado para que la gente también saque sus propias conclusiones, pero al parecer no he dado las pistas suficientes, así que explicaré qué onda con Sasuke por si alguien más no lo capta. Es evidente que él no está muy bien de la cabeza y que además su control de la ira es de mediano a bajo, cosa que lo hace explotar sádicamente (recuerden cuánto daño le hizo a Hanzo antes de que muriera) y ser de personalidad inconsistente. El Sasuke pre-infarto es diferente al post-infarto y éste a su vez es inconsistente con los siguientes porque ni siquiera él mismo sabe cuál es su verdadera personalidad. Se hizo agrio, ácido y antipático por la masacre, pero de no ser por eso habría sido evidentemente diferente. Por eso tiene conflictos internos y puede parecer inconsistente (y lo es) porque no sabe cómo relacionarse con Hinata. No sabe si hacerlo con el yo que ni siquiera él mismo conoce (y que teme mostrar porque lo deja mucho más vulnerable) o al yo que es más distante y agresivo. Por esa misma lucha interna es que tiene evidentes dosis de bipolaridad, pues hay un claro conflicto entre el Sasuke razonable y el impulsivo, el Sasuke culto y el salvaje, el Sasuke que ama y el Sasuke que odia, el Sasuke que quiere redención y el que sólo desea venganza. Ese problema del Uchiha no se arregla en dos meses por arte de magia o sólo porque ame a Hinata. Recuerden que en sus tiempos no habían tratamientos psicológicos.
Y ojo: con esto no quiero decir que este fic sea perfecto ni mucho menos, todo lo contrario. Sé muy bien que tiene falencias, por ejemplo siempre me ha parecido que Hinata se enamora muy rápido de Sasuke (en una futura edición haré un salto en el tiempo para que no quede tan insta-love). De hecho, a día de hoy haría que Sasuke tomara la iniciativa en lugar de Hinata. Y que Sakura guste de él también me resulta precipitado (pero como ella siempre tuvo una obsesión enfermiza por Sasuke, al principio quería darle el mismo rol acá). Yo soy alguien muy relajado y muy autocrítico, así que si algo no les gusta díganmelo con toda confianza. Sin embargo, si hay algo que no me parecen errores, obviamente lo rebatiré tal como lo hago ahora ;)
También deseo recordar una vez más que las etiquetas de este fic son drama y angst. En ningún lado dice romance (lo hay por supuesto, pero no es lo que motiva este fic) y jamás he dicho que Sasuke y Hinata quedarán juntos y vivirán felices comiendo perdices. Lo que está pasando ahora puedo hacerlo precisamente para separarlos o también para reforzar su amor y dejarlos juntos. ¿Quién sabe? Una de las gracias del fic es que sea impredecible, que no se sepa lo que va a pasar :P
Para ir finalizando quiero dedicarle este último capítulo a mi estimada Kokoro Uchiha Anele 01, quien ha apoyado esta historia comentándome constantemente. Muchas gracias por la buena onda, por tus reviews, por tus consultas y dudas por PM, a ti te ha tocado el capítulo más largo de todos y espero que disfrutes mucho leyéndolo ;D. Para el resto de lectoras también quiero añadir que Kokoro se está iniciando en el mundo de los fanfics, así que si a alguien le gusta Hinata con Sasuke, Gaara, Naruto o cualquier otro personaje pueden darse una vuelta por su perfil en esta página o en wattpad. Aunque hace muy poco comenzó a escribir tiene mucho potencial y, por supuesto, el apoyo nunca está de sobra y más cuando uno está iniciando ^^
Contaré asimismo que me pasé con mi límite de 20,000 palabras y quedaron casi 26,000. Pensé en dividir el capítulo porque me parece incómodo leer algo tan largo, pero fragmentar sólo lo hago cuando considero que se puede prescindir de las historias secundarias. Aquí, en cambio, considero que todo es muy importante y por eso lo he dejado unido. De antemano me excuso por la extensión desmedida (rompí el récord de todos mis fics ^^u), pero prometo no volver a publicar un capítulo tan largo en lo que resta de esta historia. Por supuesto, ustedes pueden hacer pausas mientras leen o saltarse descripciones. Queda a vuestro criterio.
Por último muchísimas gracias a todos por sus comentarios, tanto a quienes sí puedo responderles por privado como a quienes no tienen cuenta. Gracias infinitas por la inspiración que siempre me dan y quiero desearles una muy feliz navidad y próspero año 2023 que esté lleno de metas cumplidas y felicidad para ustedes y sus seres queridos =)
PS: Hinasa258, thank you very much for your very interesting PMS, I love it a lot. I'm very happy to see how passionate you are about this story. From my heart infinite thanks for that, the weekend I will be answering you ;D
Vocabulario:
Cuarentenal: Perteneciente o relativo al número 40.
Solazoso: Que causa solaz.
De estampida: Repentinamente y con precipitación impetuosa.
Almádena: Mazo de hierro con mango largo, para romper piedras.
Relente: Humedad que en noches serenas se nota en la atmósfera.
Piélago: Aquello que por su abundancia es dificultoso de enumerar y contar.
Evanescente: Que se desvanece o esfuma.
Evanescencia: Acción y efecto de evanescerse o esfumarse algo.
Hilaridad: Expresión tranquila y plácida del gozo y satisfacción del ánimo.
Fúlgido: Brillante, resplandeciente.
Esclava Sexual, Capítulo Cuarentenal
Hinata no tuvo que esforzarse para leer el lenguaje corporal de su ídola. Los brillosos luceros celestes le informaban que la larga relación de amistad con Sasuke iba alcanzar un nuevo nivel mientras que la romántica suya llegaba a su fin. Después de todo era lo mejor que así sucediera, dado que el soldado no tendría más oportunidades de conjurar dolor en su contra.
Aun así, no sabía cuál de las dos opciones le dolía más. ¿Estar con Sasuke o perderlo para siempre? La amarga disyuntiva la hizo sentirse como una mariposa que tenía sus alas tan heridas que no era capaz de alzar el vuelo, pero, como la tormenta ya era ineludible, debía hacerlo aunque eso le significara estrellarse contra el piso y lastimarse aún más.
Expectante ya no estaba, completamente resignada sí. No le quedaba más remedio que felicitar a Ino y desearle lo mejor después de ver cumplido su anhelo de años. «Nadie mejor que ella para lidiar con la explosividad de Sasuke», añadió su mente para que doliera menos. Acto seguido inspiró silenciosamente, esmerándose por no demostrar ninguna tristeza. No quería afectar, por nada del mundo, la felicidad que veía en su amiga de cabellos áureos. Ante ella tenía que mostrarse mucho más fuerte de lo que se sentía por dentro.
Entretanto, la guerrera perteneciente a las FE posó sus ojos en el durmiente Sasuke, queriendo hacerle mil preguntas en un segundo, mas, a través de los segundos, el millar de dudas se condensó en una sola: «¿Por qué?»
Hinata fue viendo como la alegría espontánea e inicial de Ino iba apagándose como el sol crepuscular. La sonrisa, antes muy grande, fluctuó hacia una línea recta. Sus ojos, anteriormente luminosos y radiantes, adquirieron el tono más opaco que su tinte celeste le permitía. Evidentemente algo había cambiado en ella. Ya no parecía feliz, tampoco triste, más bien una total neutralidad se arraigaba en su faz. Quiso indagar qué había sucedido, pero empujó a su curiosidad hacia el rincón más alejado de su ser. No apremiaría a quien consideraba su amiga y modelo a seguir; pacientemente esperó a que terminara de organizar sus ideas y entonces, de súbito, vio como una sonrisa rara se le colaba en el rostro.
—Es muy irónico —dijo sin despegar su vista del Uchiha—. Después de tratarme como un hombre durante años, ahora quiere pedirme matrimonio sólo por venganza.
La de melena más oscura parpadeó sorprendida por lo dicho. Examinó a su amiga atentamente y estuvo casi segura de haber hallado rabia en sus ojos. Fue eso lo que la conminó a decir lo siguiente:
—Quizá no sea por venganza, quizás sea porque de verdad la ama.
—Vamos, Hinata, no insultes mi inteligencia —rechazó virando su mirada desde Sasuke hacia ella—. Es obvio que te dijo eso para desquitarse de ti. Por eso mismo también te comparó conmigo.
La aludida por primera vez se sintió muy culpable por confesar lo que se proponía Sasuke. Tuvo la seguridad de que su reacción habría sido muy distinta en caso de estar él enfrente.
—Pero usted se veía tan feliz en un principio... —Bajó su cabeza con arrepentimiento escrito en su rostro—. Le brillaban los ojos, estaba muy emocionada —terminó alzando su blancuzca mirada.
Ino sonrió naturalmente al tiempo que se acariciaba uno de sus pequeños aretes de oro.
—Cualquiera se emocionaría ante la expectativa de que le pidan matrimonio, ¿no crees? —explicó dejando atrás la molestia, renovando su ánimo de siempre—. Como si fuera poco Sasuke durante años me trató como si fuera un hombre, así que ver un cambio tan radical respecto a mí me alegra mucho. —Hinata iba a tomar la palabra, pero Ino la detuvo con una seña—. Sin embargo, eso no significa que no sea capaz de ver lo evidente: él dijo eso para vengarse de ti, no porque me ame.
Hinata quedó nada conforme con su respuesta. Sentía que Ino estaba forzándose a bajarle el perfil al asunto, pero la gran emoción que sostuvieron sus luceros la habían delatado. Eso no podía ser sólo por el pedido en sí, tampoco porque Uchiha dejara de considerarle como un hombre, cosa que además ya había admitido después del duelo en que casi se matan mutuamente.
—Pero usted se veía tan ilusionada, yo misma la vi muy...
—Tú lo has dicho: ilusionada —la cortó antes de que su amiga prosiguiera—. Esa palabra deriva de ilusión y yo no quiero vivir una. Soy lo suficientemente fuerte como para ver la realidad de las cosas y rechazar algo que no tiene sustento ni futuro.
En Hinata siguió pulsando una fuerte insatisfacción, por lo que no pudo evitar el tremendo deseo de persistir. Había cometido un error por impulsividad y estaba dispuesta a arreglarlo sin importar el costo. Ino se merecía ser feliz junto al hombre que amaba. Ella más que nadie.
—Me arrepiento de habérselo dicho, nunca pensé que iba a tomárselo así. —Se mordió el meñique en su parte central un momento. Luego continuó—. Era Sasuke quien debía decírselo, no yo. Estoy segura que frente a él hubiera reaccionado de una forma distinta. Le pido mil disculpas por ser tan boba.
Ino le sonrió de una manera primorosa.
—Tranquila, no tienes nada que lamentar. Mi reacción hubiese sido la misma si Sasuke me lo proponía. De hecho, creo que habría sido mucho peor porque me sentiría como una simple herramienta para vengarse de ti. —Su diestra se convirtió en un puño apretado al límite de lo tolerable—. Eso sí me habría causado daño, por eso te agradezco que me lo hayas dicho tú.
Hinata esta vez no tuvo reparos en creerle. Ella misma había visto como la blonda, después de la felicidad inicial, había cubierto su semblante con una clara rabia. Sin embargo, eso no la eximía de su error.
—Perdóneme si le parezco insistente, pero sigo creyendo que nunca debí decirle esto. Tuve que pensar las cosas con más calma.
—Sólo te dejaste llevar por tu corazón —consintió con voz fraternal—. Es algo que a menudo pasa cuando se está enamorada.
—Pero ahora siento como si adulterara el destino que ambos podían tener juntos... —Bajó su cabeza mientras la vergüenza se le incrementaba. —Es como si estuviese manipulándola forzosamente para recibir una respuesta contaminada.
—Ey —dijo alzándole la barbilla para que los ojos claros de ambas se cruzaran—, en primer lugar sé que no eres esa clase de persona. En segundo lugar yo fui la que te insistí fieramente conque me lo dijeras. Tú incluso trataste de desviar el tema preguntándome cosas de las flechas por un montón de tiempo. —Miró la saeta a medio hacer que Hinata seguía sosteniendo en sus muslos—. Y en tercer lugar a mí nadie me manipula —concluyó orgullosamente.
La enamorada de Sasuke se rascó una mejilla con el índice. Le costó mantener la mirada en Ino, pero lo hizo.
—Gracias... —necesitó ponerse de pie, pues su cuerpo se lo estaba exigiendo—, pero quizás dice todo esto porque también quiere ser leal a mí, pero le digo de todo corazón que no tiene ninguna necesidad de serlo. Si quiere estar con Sasuke está en todo su derecho. De hecho usted tiene más razones que yo para estar con él.
—No estoy siendo leal a ti, estoy siendo leal a mí misma.
—¿A usted misma?
—Sí. —Al ver su cara de confusión, prosiguió con una explicación más detallada—. ¿Sabes por qué no pidió mi mano cuando tuvo la oportunidad?
—Porque no era el momento ni el lugar apropiado. Él mismo me lo dijo.
Ino negó con su cabeza para luego pasar a explayarse.
—No lo hizo porque su amor por ti fue más fuerte que su orgullo herido —afirmó con una seguridad abismal—. Te doy firmado que, aunque Sasuke lo intente con todas sus fuerzas, nunca podría pedirme matrimonio. ¿Sabes por qué? Porque te ama mucho más de lo que él se admite a sí mismo y mucho más de lo que tú misma crees.
A lo expresado, Hinata obtuvo sensaciones tan contradictorias como calidez y recelo.
—No lo sé..., la verdad me cuesta encontrarle lógica a lo que usted me plantea. ¿Si me ama por qué me hizo tanto daño en nuestro reencuentro?
—Eso tendrías que preguntárselo a él... —dijo mientras dejaba en el piso las flechas que antes estuvo tallando—, aunque yo puedo decirte algo en defensa suya. ¿Te interesa?
—Desde luego —contestó expandiendo su atención.
Ino se puso de pie también, aunque, en vez de quedarse estática, caminó alejándose de Sasuke. El calor de las emociones estaba haciendo que sus voces aumentaran su volumen y eso podría despertarlo. Pensó en avanzar hacia Trébol y acaricarle su crin, pero lo vio tan dormido que se contuvo. Entonces sus pasos la llevaron hacia el árbol que parecía más vetusto; al llegar a destino sacó una de sus navajas y, con toda calma, empezó a raspar el moho verdoso que cubría su corteza.
—Entiendo que tienes todo el derecho del mundo a estar resentida con él. —Apenas le dijo esto, la invitó a acercarse con una seña de su mano—. Sin embargo, me gustaría que recordaras algo importante: él, a pesar de todo el rencor que sintió contra ti durante este mes, vino a rescatarte arriesgando su vida y su rebelión. Ahora mismo Danzo debe estar asediando la ciudad entre las montañas y Sasuke no está en persona para guiar a sus hombres, poniendo en claro peligro sus lealtades. Ellos hasta pueden pensar que los abandonó, es más, puede que incluso la ciudad ya haya caído —Hinata abrió sus ojos expresivamente—, pero de igual modo te dio prioridad a ti por sobre todo lo demás. ¿Si no te amara habría venido a salvarte? Te habría dejado a tu suerte, así que te pido de favor que valores eso también, que pongas en perspectiva lo bueno y lo malo de él. El resentimiento muchas veces hace que perdamos la perspectiva real de las cosas; eso le pasó a Sasuke y creo que lo mismo sucede contigo ahora.
Hinata, ya junto a Ino, se ensimismó unos momentos. Quisiera o no era cierto lo dicho: él no la había abandonado.
—Sé que lo de ustedes —continuó la rubia— es muy complicado por todo lo que pasó, pero dale tiempo. Yo sé que te ama, pero es tan terco que desea poner a su orgullo siempre por delante. A las personas orgullosas, y más aún a Sasuke, les cuesta mucho dar pie atrás en cualquier cosa y también les cuesta reconocer errores. Incluso a la gente que no es orgullosa le ha pasado más de una vez, así que dale más tiempo para que reflexione.
La veracidad de sus argumentos y la tranquilidad conque los dijo, trastocó totalmente los pensamientos de Hinata. Si Ino fuese egoísta podría haberla convencido perfectamente de que ella era más compatible con Sasuke, que ambos eran soldados, que con ella sí sería feliz, pero en vez de hacerlo trataba de ayudarla sinceramente, aconsejándola como la mejor amiga que pudiese tener. Sintió un ardor en sus ojos, mismo que le indicó que estaba sumamente conmovida.
Decidida a no ser menos, le plantearía que ella se merecía conocer la dicha que podía brindar el amor correspondido.
—Usted tiene más derecho que nadie a estar con Sasuke. Yo ya no siento lo mismo por él, así que me haré un lado para no quitarle su oportunidad.
—¿Hacerte a un lado? ¿Quitarme mi oportunidad?
—Sí. Usted siempre ha estado enamorada de él y yo no soy quién para robarle su chance.
Contrario a lo que Hinata esperaba, ella la miró con reproche.
—Te agradezco tu generosidad, Hinata, ¿pero no recuerdas el cuento que te relaté en el puerto? ¿El de la loba, la ardilla y el cactus?
—Sí, claro que lo recuerdo —dijo mientras movía su cabeza afirmativamente como un acto reflejo—. Nunca lo olvidaré porque me pareció muy filosófico.
—Muy filosófico y todo, pero olvidaste la lección del cuento: yo no soy la mujer indicada para él.
—Pero...
—Oye —la interrumpió—, sinceramente, ¿tú crees que podría estar con un hombre que ama a otra mujer?
—¿De verdad cree que todavía me ama? —Imprimió un tono de voz que exhalaba gran sorpresa.
—Pero por supuesto que sí. Por algo vino a rescatarte, por algo tuvo una pesadilla contigo y lo vi gritar tu nombre al despertar. Te encontramos gracias a esa tremenda conexión que tiene contigo, una que, aunque lo niegue, le hizo cambiar el futuro que te esperaba. Sasuke nunca te lo dirá abiertamente, pero estuvo preocupadísimo por ti.
—A usted también habría venido a salvarla. Él mismo me lo dijo.
La blonda, una vez que removió el moho del sector que le interesaba, empezó a tallar un dibujo en la corteza desnuda.
—Lo sé —sonrió con lógica satisfacción—, pero, aun así, hay una diferencia entre ser su mejor amiga y ser la mujer de su vida. Es obvio que tú eres a quien ama de verdad y lo acepto sin mayor drama. Ni me voy a poner a llorar, ni estaré noches sin dormir, ni estaré lamentándome eternamente por ello, ni mucho menos me voy a morir por amor. ¿Por algo soy la mujer más fuerte, no? —le guiñó un ojo con sublime complicidad—. La vida sigue y sé que Sasuke y yo no estamos destinados a estar juntos. Eso sí: reconozco que quizás antes, cegada por amor, hubiera aceptado ser su esposa sin chistar, pero a día de hoy soy lo suficientemente madura y racional como para darme cuenta de la verdad: Sasuke te ama y te ama con todo lo que tiene. Lo que pasa es que, como todos los hombres, es un bruto; uno que además no sabe cómo lidiar con sus sentimientos. Y para rematarlo es más rencoroso y vengativo que un chacal —sentenció mientras le daba una patadita al anciano alerce, como si éste fuese culpable de la personalidad del Uchiha.
Hinata se conmovió. Ino podría preocuparse sólo por su compañero de tantos años, pero también lo hacía por ella a pesar del poco tiempo que habían compartido juntas. Sintió, de una forma demasiado clara, que la soldado deseaba verlos felices a ambos.
—Pues ya no tengo ganas ni fuerzas para estar con él —dijo para luego suspirar de una manera muy profunda, una en que pareció tener cuatro pulmones en vez de dos—. Que usted no quiera casarse con Sasuke no significa que yo volveré con él.
—Ahí yo no me meto porque es tu decisión. Y la mía es que no aceptaría su propuesta de matrimonio, cosa que dudo mucho que se atreva a hacer. Él no pedirá mi mano porque te ama a ti —lo afirmó con una seguridad abismal—. Además Sasuke casándose conmigo sería algo más falso que Chouji siendo flaco —bromeó con una sonrisa juguetona—. ¿Conoces a Chouji? Es un camarada bien gordito que tengo —precisó mientras soltaba una risita.
—Creo que lo vi en la playa. Era ese de pelo largo y que era bien cachetón, ¿verdad?
—Ese mismo —confirmó alegremente al recordar a su fiel compañero—. Pero por favor si te cruzas con él te ruego encarecidamente que no le digas gordo o se transformará en un diablo.
—No se preocupe porque nunca le diría así, yo soy muy respetuosa. Aparte con aguantar a un demonio como Sasuke me basta y me sobra, no necesito dos —dijo jocosamente, provocando que ambas sonrieran. Muy animadas, comentaron un poco más sobre la gordura y las dietas. La química existente entre ambas volvía a deslumbrar.
—Para finalizar lo de Sasuke —Ino retomó el tema anterior— te diré esto: no hay que ser un genio para darse cuenta que él me pediría casorio sólo por revancha, para vengarse de ti, pero no porque me ame de verdad. Está clarísimo. Y obviamente yo no voy ser feliz viviendo en una mentira, por más tentadora y atrayente que ésta sea. Siempre amé a Sasuke y todavía siento algo muy fuerte, tú lo sabes porque te lo dije, pero ni siquiera por él me ofendería a mí misma de ese modo. Tengo mi orgullo y mi dignidad muy en alto.
Vio tanta determinación en ella que no le cupieron dudas de que verdades más grandes no podría escuchar. De pronto sintió que las manos de Ino se posaban en sus hombros suavemente.
—Mi mamá siempre me decía que a los hombres los terminaba de criar su mujer, así que eso debes hacer con Sasuke —aconsejó mientras la punta de su lengua se asomaba traviesamente entre los labios—. Él es muy listo en todo lo que quieras y fuerte como nadie, pero creo que emocionalmente está verde y atrofiado porque no tuvo una infancia normal. A eso añade que el maldito de Orochimaru se dedicó a expandir su odio, pero, en serio, sólo dale unos días y sé que reaccionará. Es más, si quieres yo puedo hacer de Cupido entre ustedes —terminó riéndose.
Hinata volvió a admirar su sentido del humor. Era difícil sentirse triste teniendo a la Yamanaka al lado.
—Muchas gracias, lady Ino, pero la verdad yo también tengo mucho que reflexionar respecto a Sasuke. Y le aseguro que si esto concluye, usted tiene total libertad de acción respecto a él.
—Aunque terminen no intentaré nada. Al amor que sentía por Sasuke lo convertí en algo platónico para poder superarlo, así que a día de hoy no tiene sentido. Además te contaré algo privado: hay dos hombres que me llaman mucho la atención.
—¿Dos? —cuestionó sorprendida.
—Sí, y a los dos los conoces.
Hinata abrió mucho sus ojos.
—¿Quiénes?
—Adivina.
—Ni idea la verdad...
—Vamos, no es difícil. No es que tengamos muchos conocidos en común.
La de cabellos oscuros puso atención al rápido dibujo tallado que Ino terminó en la corteza del alerce. Era algo muy básico, digno de un niño de cinco años, pero había algo que claramente destacaba: tres marcas abigotadas en lo que parecía ser una cara. Aquello la hizo abrir la boca como si fuera a zamparse un gran bocado. Tuvo que hacer un esfuerzo para volver a juntar sus labios.
—Espere un momento..., se está refiriendo a... ¿Naruto?
—¡Parece que no dibujo tan mal! —confirmó con una amplia sonrisa—. Después de salvar a tu hermana conviví con él algunos días y me pareció un hombre muy especial.
A Hinata le brillaron los ojos instantáneamente.
—Lo es —confirmó sin dudarlo—. Yo lo conozco desde niña, no es que seamos cercanos, pero sé que es muy valiente y que siempre trata de hacer el bien. Es un hombre muy admirable, de esos que pocas veces se encuentran.
La rubia asintió.
—Hay varias cosas que me llamaron la atención de él, me gusta su extroversión, que sonríe a menudo y es muy simpático, ligero de sangre diríamos acá. Lo que más me sorprende es el brillo puro que desprende su mirada, algo prácticamente imposible tratándose de un guerrero. Yo he visto a miles de soldados y jamás presencié una mirada tan afable como la suya. Es como si se sonriera con los ojos y eso me gusta mucho.
Hinata curvó sus labios. Lo que le contaba Ino le iba recordando las cualidades por las que Uzumaki siempre le gustó. Era curioso, pero hablar de él hacía que su ánimo subiera por inercia.
—Naruto es muy alegre y alguien que siempre trata de hacer el bien, no sería capaz de dañar a nadie sin razón.
Ino concordó moviendo su cabeza afirmativamente.
—Tiene sus convicciones muy claras y es muy seguro de sí mismo. Eso siempre llama la atención en un hombre. Físicamente es atractivo además. Esas marcas en sus mejillas resultan raras de buenas a primeras, pero te acostumbras. Y sus ojos color cielo intenso me encantan. Eso sí, evidentemente no todo es bueno en él —necesitó puntualizar—. Es más chillón de la cuenta y es muy distraído. Para decirlo del modo más amable posible, su inteligencia no es mucha que digamos —terminó riéndose, apenas controlándose.
Hinata compartió su risa. Tuvo que taparse la boca con ambas manos para no aumentar el volumen y terminar despertando a Sasuke.
—Pero es un tonto lindo, me hizo reír varias veces con sus payasadas. Me encanta su buen humor.
Hinata dio cuenta de que a Ino parecía gustarle mucho Naruto, o por lo menos su efusividad al describirlo daba esa impresión. No la culpaba en lo absoluto, pues, de no haber sido marcada por Uchiha, seguramente tarde o temprano ella misma se le hubiese confesado al blondo.
—Usted haría una pareja muy linda con Naruto, lo sé. —La apoyó como Ino lo hacía con ella—. Creo que se complementarían muy bien.
—Quizás pueda surjir algo durante o después de la guerra. ¿Quién sabe? —sonrió pícaramente mientras un leve tono rojo adquirían sus mejillas.
—¿Y quién es el otro hombre que ha captado su atención?
—Sai.
Hinata se sorprendió mucho más que antes.
—Cuando tuve que interrogarlo sentí que no era una mala persona. De hecho me hizo una jugada rancia que mejor ni te cuento porque es muy vergonzosa, pero al final resultó ser una treta para ver si yo realmente amaba a mi clan. A diferencia de Naruto, que tiene una personalidad muy dada, a Sai lo siento un hombre misterioso, mucho más cerrado, y eso también me atrae. Me despierta las ganas de descubrir qué más hay bajo esa capa de insensibilidad implantada. También me gustaría ayudarlo a humanizarse, lo siento casi como un desafío y eso me gusta. Y por supuesto está de muy buen ver, es una preciosura de hombre, aunque le hace falta un bronceado urgentemente —terminó riéndose.
—Pero Sai puede ser peligroso —dijo inquieta—, el lavado de cerebro al que lo sometió el rey lo dejó muy dañado psicológicamente. Aunque yo no soy quién para aconsejarla, quiero pedirle que tenga mucho cuidado con él.
—Eres muy dulce, Hina; gracias por preocuparte por mí. De todos modos tampoco puedo perder mucho tiempo siendo precavida porque nadie sabe lo que puede pasar mañana. La guerra puede matarnos y me gustaría vivir un romance antes de eso.
—Pero usted es prácticamente invencible. Va a vivir muchos años, lo sé.
—Aunque no caigamos en la guerra, las pestes o cualquier enfermedad rara nos puede mandar a la tumba de un sopetón. Por eso medita lo que harás con Sasuke, pero no te demores tanto porque en nuestros tiempos la parca está a la vuelta de una esquina.
—Es verdad...
Siguieron comentando sobre lo fugaz que era la vida, para luego volver a enfocarse en los dos hombres que mencionó Yamanaka como intereses amorosos. Hinata destacó a Naruto como alguien que podría hacer feliz a cualquier mujer. En cambio Sai le brindaba más incertidumbre. Aunque, por supuesto, esa decisión le correspondía solamente a Ino y de cuánta química tuviese con cada uno. Si algo sabía de sobra era que el amor no daba lugar a la lógica, solamente se sentía. Eso le sucedió con Sasuke a pesar de que nunca debió enamorarse de él.
Tras un silencio después de haber conversado sin parar durante más de dos horas, la pelirrubia posó un índice sobre su mentón en un claro gesto pensativo. Luego de muchos segundos se frotó las manos ansiosamente, anunciando de esa forma el arribo de algo muy interesante.
—Hina..., ahora que lo pienso me llegó una gran idea... —Ino dio luz a una gran sonrisa. Parecía tener la intención de comunicar una noticia buenísima, pero indicando con su actitud que sólo lo haría después de haber sido convenientemente interrogada.
—Dígamela. Tratándose de usted sé que será algo genialísimo.
—Pienso que las dos podríamos ser esposas de Sasuke, ¿no crees? Estoy segura de que ambas lo haríamos muy feliz —sonrió muy contenta. La dicha le brotaba por cada poro.
El rostro de Hinata fue un poema que rindió tributo a la consternación, al asombro, a la palidez, al abatimiento, a la turbación, al aturdimiento y al azoramiento; todas sensaciones que se habían mezclado en una sola. Ver que en muchos siglos más la gente podría escuchar sus voces instantáneamente al otro lado del mundo, que incluso podrían verse a través de sofisticadas cámaras, le habría causado una impresión mucho menor que lo dicho por Ino.
—¡Era broma! —dijo mientras le daba un toque cómplice en el hombro—. Ojalá hubieses visto la cara de susto que tenías —Se rió a inevitables carcajadas.
—Caí —admitió muy avergonzada—. Me lo creí completamente.
Lo dicho sólo hizo que Ino se riera todavía más. Cuando ya sus decibeles estaban demasiado altos, tuvo que ponerse una mano en la boca para que Uchiha no volviera al mundo real por su culpa. Una vez que consiguió tranquilizar su ataque de risa, comentó felizmente.
—Tener dos mujeres es un premio demasiado grande para un hombre. De hecho una sola ya es mucho más de lo que merecen —afirmó muy segura.
Siguieron hablando animadamente. La noche fue tomada por anécdotas con sus respectivas familias, el cómo Sasuke salvó a Ino, cómo vivieron y afrontaron las pérdidas de sus madres, entre otros diversos temas que les resultaron tan interesantes que apenas se dieron cuenta de que había llegado el alba. Poco después Sasuke despertó tras un reparador sueño que demasiada falta le hacía. El dolor de cabeza había desaparecido, aunque todavía se sentía somnoliento. Si no fuera por los rayos matutinos que se colaban por entre las deshojadas copas de otoño, habría seguido durmiendo.
—¡Buen día, Sasuke! —saludó Ino a lo lejos, gritando para que pudiera oírla.
Hinata no le haría la ley del hielo, pues eso le parecía una inmadurez. Tan educada como siempre se le acercó y lo saludó, aunque empleando un modo claramente abúlico.
Después de que Uchiha terminara sus menesteres matinales, tales como lavarse la cara, los dientes u orinar lejos tras una larga noche, Ino le informó su siguiente paso:
—Bien, si no te molesta ahora dormiremos nosotras.
—Háganlo.
—Yo me haré una camita con pasto —anunció Hinata.
—Ni loca te dejo dormir a la intemperie, eso dejálo para locos como Sasuke —dijo mirando al aludido con reproche—. Mi saco de dormir es suficientemente grande para que entremos las dos.
—¿Dormir con usted? —preguntó con los ojos sumamente abiertos, algo que a la guerrera le pareció muy gracioso.
—¿Qué tiene de malo? Sé que soy preciosa, pero no creo que te vuelvas lesbiana sólo por acostarnos juntas —bromeó muy divertida.
Hinata, como siempre que su timidez hacía acto de aparición, sintió que su corazón enviaba toda la sangre a su cara.
—Es que se me hace un poco raro la verdad. Hasta ahora nunca he compartido lecho con otra mujer, sólo lo hacía con mi hermanita y cuando ella era más pequeña.
—Pues no te preocupes porque no pretendo manosearte..., aunque si quieres podría hacerlo... —Hizo el pícaro ademán de que le apretaría los senos mientras le guiñaba un ojo con una tremenda sonrisa. Las tímidas reacciones de Hinata le resultaban demasiado divertidas, de modo que le era un placer chancear con ella.
Tras más bromas de lesbianismo por parte de Ino y sonrojos por parte de Hinata, ambas, ya más serias, terminaron ciñéndose al saco de dormir y cayeron en los brazos de Morfeo poco después.
A Sasuke le pareció interesante ver que las dos mujeres más importantes de su vida tuvieran tanta química entre ellas, además de verse dulces durmiendo juntas. No tuvo dudas que, de salir todo bien en la guerra, la amistad de ambas sería eterna.
Durante la noche se repitió la misma rutina anterior: Sasuke durmió mientras las féminas vigilaban, aprovechando también de conversar de un modo muy ameno. Al llegar el alba fue el turno del varón para poner ojo a lo circundante. Sin embargo, poco después de acostarse surgió una modificación por parte de Ino: quiso salir del saco de dormir, pero el roce de su cuerpo contra el de su amiga hizo que ésta despertara a medias. Yamanaka le dio la excusa de que debía levantarse para orinar y, como el sueño de la Hyuga era muy pesado todavía, siguió durmiendo sin más.
Sasuke vio de reojo como su compañera de armas se le acercaba desde el fondo de la caverna que habían elegido para pernoctar. Si el instinto no le fallaba —y no solía hacerlo— entonces Ino venía dispuesta a hacer de celestina entre Hinata y él. Por un lado le agradecía que intentara reconciliarlos, pero por el otro le pareció inútil tratar de arreglar algo que ya no tenía solución.
Ino caminó hasta que llegó a las paredes que daban forma de U invertida a la entrada. Una vez junto a Sasuke, entrelazó sus manos por detrás de la espalda y la afirmó contra el mismo muro en que el pelinegro posaba la suya. Ambos quedaron separados por menos de un metro, privilegio que, hasta la llegada de Hinata, Uchiha sólo le concedía a la soldado.
—Le estuve enseñando a Hinata el cómo hacer flechas —comentó a fin de iniciar una conversación que derivaría en algo mucho más importante—. Le cuesta porque aún no puede mover la mano diestra, pero ya aprendió el procedimiento muy bien, así que pronto será una experta fabricante. Mañana le enseñaré a cómo hacer un arco también.
—Eso es bueno.
—¿Te cambio el vendaje de tu brazo? —preguntó mirándole la extremidad.
—Lo hice hace un rato.
La florista se concentró un rato en las dos espadas que Sasuke había clavado al suelo en posición perfectamente vertical, algo que tanto él como ella solían hacer a fin de comprobar si la dureza del acero seguía perfecta. Había que estar atento, pues hasta las mejores espadas debían jubilarse cada ciertos años o corrían el riesgo de romperse en pleno combate.
—¿Qué pretendes hacer con Hinata? —soltó por fin la pregunta que la llevó a levantarse.
—Para qué preguntas si ya debe haberte contado todo. —Le habló sin mirarla, aunque sí lo hizo fijamente en cuanto concluyó lo dicho.
Ino, acostumbrada a lo directo que era, no fue tomada por sorpresa. Ya tenía una respuesta previamente preparada.
—Me contó algunas cosas, pero no todo —dijo una verdad a medias, pues no deseaba dejar a Hinata expuesta—. Lo que me quedó claro es que le hiciste mucho daño, que está muy dolida y además decepcionada de ti. Si no reaccionas corres el riesgo de perderla; te lo digo muy en serio.
—Me da igual.
—Te gusta mentirte a ti mismo, ¿verdad?
—Hinata sólo me trae problemas que no necesito. A la mierda el amor, voy a enfocarme en la guerra. —Poniendo a prueba lo dicho, iniciaría un tema concerniente—. ¿Crees que Naruto y Gaara prefirieron hacer una tregua antes que matarse? —inquirió sin imaginarse que el pelirrojo estaba fuera de combate por sus costillas rotas—. Si los dos no colaboraron puede que la ciudad ya haya caído o que esté por hacerlo.
—La verdad sería un milagro una alianza entre ellos. —Esbozó una cara de preocupación evidente—. Sin ti para interponerte nadie pudo evitar esa pelea a muerte.
—Ni siquiera yo podría detenerlos a ambos y menos con un brazo en cabestrillo.
—Es cierto. Los únicos que pudieron parar ese duelo son ellos mismos, pero, tomando en cuenta que Gaara es tan vengativo como tú y que Uzumaki no es de los que evaden un combate, mi lado pesimista me dice que el arenoso ya debe estar muerto...
—O quizás Naruto lo esté —puntualizó Uchiha—. Él es más fuerte, por supuesto, pero Gaara también es muy hábil y tiene sus opciones. Un mínimo error y adiós Naruto —sentenció muy seguro—. De hecho ya lo viste: Deidara fue capaz de ganarle pese a que dábamos por hecho de que el artista era menos fuerte. Seguramente Gaara cometió un error, uno pequeñísimo de una fracción de segundo, pero eso le costó el combate y casi la vida.
—Es verdad; el resultado de un combate no está totalmente seguro hasta que se da. A eso hay que sumar que Naruto todavía no puede mover bien su brazo derecho —recordó preocupada—. Sólo espero que si se encuentran sean lo suficientemente razonables como para evitar un duelo hasta terminar la guerra. Que después se maten si quieren, pero los necesitamos sí o sí en esto.
Ambos milicianos siguieron hablando de asuntos castrenses durante una media hora más. Luego se hizo una necesaria pausa.
De repente, por una curiosidad extraña aunque intrínseca a su naturaleza, Ino se preguntó qué pasaría si de golpe y porrazo diera vuelta el plan de Sasuke. ¿Cómo reaccionaría si fuese ella quien le pidiera matrimonio? De seguro sería muy gracioso ver su cara de gran contrariedad o contemplar de qué forma trataría de escapar de la situación. Estaba convencida de que podría ver a Uchiha tartamudeando por primera vez, cosa que la hizo sonreír en sus adentros. Sin embargo...
¿Qué pasaría si él se atreviera a aceptar?
La peligrosa posibilidad de recibir un «sí» la hizo molestarse consigo misma al sentir como su corazón se aceleraba mientras una tentación corrosiva se apoderaba de su ser. ¿Acaso todo lo que le dijo a Hinata había sido una mentira para autoengañarse? ¿Acaso todo lo dicho a ella podía esfumarse ante la expectativa de convertir una ilusión en realidad?
Por esas vueltas caprichosas de la mente se imaginó como esposa de Sasuke. Sucesivas imágenes hermosas en que compartían abrazados la vista de un crepúsculo, una cena dándose sonrisas, una medianoche tocando las estrellas al unir sus cuerpos, un amanecer con un «buenos días» mientras compartían el lecho. Segundos más tarde incluso se imaginó a un par de niños corriendo por un jardín: un niño de cabellos platinados como los de ella y que usaba una coleta pequeña; y a una niña con la mirada fiera de Sasuke para que ningún hombre se atreviese a tomarla por dócil. La preciosa ensoñación la hizo sonreír sin darse cuenta de que lo hacía.
—¿Por qué tienes esa sonrisa? —cuestionó él, sacándola de la magia.
Ino se dio el tiempo de mirarlo fijamente esbozando la misma cara que tiene una mujer enamorada. Era claro que él no sentía lo mismo que ella, ¿pero por qué no tratar de que sí lo hiciera? ¿Por qué no confesárselo para cumplir su sueño de amor? O por lo menos, ¿por qué no sacarse del pecho el secreto que había guardado durante tanto tiempo?
—¿De verdad quieres saberlo? —preguntó ella.
—Sí.
Un gran suspiro se oyó calando el ambiente.
—Entonces te diré algo muy importante.
—Vale, pero yo también quiero decirte algo muy importante.
Ante esa frase todo lo que le había dicho a Hinata, toda la seguridad que alardeó, comenzaba a esfumarse. Se dio asco a sí misma, pero qué ganas tenía de expresarle al Uchiha que abandonara a la heredera del clan Hyuga para que no la continuara lastimando. Así podría aprovechar la oportunidad que la vida le estaba otorgando. Respiró profundamente al darse cuenta de que sus sentimientos por Sasuke, ese amor que había enviado al rincón más alejado de su corazón, en realidad seguía palpitando con inusitada fuerza. Podía sentir como su órgano vital saltaba ahincadamente dentro de su pecho, casi como si quisiera abandonar el cuerpo.
La razón luchando contra el corazón, la amistad luchando contra la mujer, el amor que desea poseer luchando contra el amor generoso que deja libre; todo eso se debatía en ella como un huracán desatado.
«Mierda, parezco una quinceañera», se dijo muy frustrada. Respiró profundo e invocó la racionalidad que su alma se empeñaba en eliminar. En la playa, antes de que Hanabi los obligara a separarse, podía notar un brillo único destellando en los ojos negros cada vez que enfocaba a Hinata, uno que denotaba una complicidad excepcional. Incluso pudo notarlo cuando la miró disimuladamente durante la tarde anterior. Y fue gracias a esto que se dio cuenta de la verdad otra vez: su linda ensoñación se sentía como una farsa condenada al fracaso.
Inspiró hondamente, enardeciéndose de repente tanto con él como consigo misma. No iba a ceder a la tentación ni se dejaría usar como una herramienta de venganza. Primero por respeto a ella misma y en segundo lugar porque no deseaba ser el segundo plato de nadie. Entonces exhaló como si al hacerlo se quitara un tremendo peso de encima.
—Lo que quiero decirte es... —anunció Sasuke tras el prolongado silencio de su aliada, cosa que lo motivó a tomar la palabra.
Ella reaccionó apretando los dientes, adelantándose a su inminente petición de matrimonio.
—No lo hagas —interrumpió ella con tono amenazante, temiendo no poder rechazarlo incluso ahora, cuando tan decidida parecía ya.
Sasuke frunció el ceño, mirándola con total consternación.
—¿Por qué no?
—No tiene sentido, Sasuke, ¿no te das cuenta que me ofendes?
—¿Te ofende que quiera pedirte un consejo respecto a Hinata?
La pelirrubia estiró sus ojos en primer lugar; segundamente los achicó tanto que hasta su vista se le difuminó. Después llevó una mano para acariciar la empuñadura de su katana, algo que sólo hacía cuando se sentía nerviosa. Sin embargo sólo agarró el aire, dado que sus armas reposaban a un lado del saco de dormir.
—Un... ¿un consejo? —atinó a preguntar mientras la mano colgante se masajeaba el costado del muslo.
—Así es. No sé qué hacer con ella.
Tal como lo predijo, Sasuke no iba a pedirle matrimonio mientras Hinata existiera. Se había equivocado al creer que lo haría ahora y eso le provocó una sonrisa interna. Lo conocía muy bien a pesar que siempre trató de alejarla.
—Ya veo. —Se forzó a recuperar su tono normal.
—Tu actitud es de lo más sospechosa. ¿Hinata te contó algo acaso? —dijo alzando una ceja.
—No. —Se apresuró a negar con la mayor seriedad posible, dispuesta a no dejar en evidencia a su amiga. Sasuke podía molestarse con ella por andar ventilando conversaciones que debían mantenerse en privado.
—¿Y por qué pensaste que te ofendería?
—Pensé que me dirías que me fuera a dormir, que necesitaba descansar y todo ese blablá —argumentó a una velocidad descomunalmente rápida, nada raro tomando en cuenta que sus labores de espía le habían enseñado a dar miles de excusas creíbles en casos de suspicacias.
Él la escrutó unos momentos. No estaba muy convencido, aunque decidió terminar el asunto por no ser algo relevante.
—Si quieres puedo aconsejarte a través de un cuento —retomó el pedido del general—. Quizás te ayude mucho.
—¿Un simple cuento? —preguntó exhalando un evidente tono desdeñoso.
—Este cuento no tiene nada de simple.
—Tú y tus cuentos... —dijo empleando un sintético tono reprobatorio.
—Escúchalo primero y juzga después. No lo menosprecies porque te puede servir de mucho ahora mismo.
—¿Cuántas fábulas me has contado ya? ¿Diez? ¿Veinte? —preguntó recordando las noches alrededor de una fogata en que Ino le narraba los relatos que había aprendido de su adorada madre.
Ella sonrió efusivamente antes de responder.
—Este es muy especial porque le calza perfecto a tu situación actual.
—Bah.
—Si igual te gustan mis cuentos, no digas que no. —Le dio un toquecito en el brazo con toda confianza, una que nunca había desplegado antes con él—. Además no es uno largo —precisó manteniendo la curva de sus labios.
La cara de fastidio en el varón fue más que notoria. Luego dio un suspiro que también demostró su sentir. Aun así dijo lo siguiente:
—Te escucho.
La fémina carraspeó tres veces al sentir un poco apretada la garganta. Necesitaba su voz más clara para relatar algo que le era muy valioso.
—Esta es una leyenda que ha pasado por muchas generaciones de mi familia hasta llegar a nuestros días. Es el tesoro intangible más grande de mi clan y, de hecho, la tradición dice que fue por este cuento que iniciamos el negocio de las flores siglos atrás —explicó haciendo uso de una gran solemnidad. Se dio una pausa mirando a Sasuke, quien después de esa seria introducción lució un poco más atento que antes—. Había una vez —empezó cómo solían hacerlo los cuentos— un Yamanaka amante de las flores, quien cultivó a una rosa muy especial que terminó robándole el corazón. Ambos tenían una relación tan hermosa que trascendió a sus respectivas especies, la humana y la floral, al punto que nadie entendía como dos seres tan opuestos eran capaces de amarse.
—¿Una flor y un humano? —inquirió alzando una de sus cejas.
—Es un cuento, hombre —defendió a la vez que hacía un ademán—. Haz cuenta de que la rosa podía transformarse en humana algunos días. Aviva tu imaginación.
—De acuerdo —aceptó sin ganas de cuestionar más.
—El Yamanaka la cuidaba esmeradamente —prosiguió antes de que su concentración se diluyera—; la acicalaba todos los días, la mimaba seguido y, además, todas las noches la protegía del frío poniéndole encima una gran cubierta de vidrio. Ella, por su parte, le demostraba su amor enseñándole secretos de la naturaleza, de la vida, lo aconsejaba con sus problemas y lo apoyaba gustosamente en todo lo que podía. En síntesis se amaban tanto que asombraban a toda la gente que los veía. —Se dio una necesaria pausa, buscando las mejores palabras para continuar. En cuanto las halló, retomó la narración—. Sin embargo, pasó algo que cambiaría las cosas: mientras él la engalanaba una tarde en que el viento soplaba muy fuerte, algunas espinas de la rosa fueron empujadas hacia la mano del tatarabuelo de mi tatarabuelo, pinchándolo de tal manera que incluso lo hizo sangrar. A pesar de las múltiples disculpas que le dio la rosa, él le guardó mucho rencor en su corazón. A partir de entonces la relación comenzó a cambiar gradualmente. El comportamiento de él se volvió mucho más frío y distante para con ella.
—Me recuerda a alguien... —comentó el varón.
Se dio una pausa para examinar el semblante de Sasuke, dándose cuenta de que pocas veces lo había visto tan concentrado y menos por algo que antes había menospreciado. Ver su nueva disposición la alegró mucho por dentro.
—¿Verdad que sí? —contestó con un inevitable tono travieso, uno característico de su personalidad. Que su compañero se sintiera identificado significaba que la historia estaba funcionando—. Un día —volvió hacia su voz más seria—, por esas casualidades de la vida, a los oídos de mi ancestro llegó una leyenda que lo fascinaría: en tierras muy lejanas existía una flor maravillosa que tenía los siete colores del arcoiris. Así que, seducido por esa historia y recordando que su rosa le hizo daño, decidió emprender un viaje por todo el mundo para hallar a esa flor mítica.
—Continúa —dijo él cuando Ino se dio un intervalo más largo de lo conveniente. Estaba de verdad interesado en lo que seguía y no iba a dudar en demostrárselo.
—Cuando le contó a su rosa que la reemplazaría por otra mucho mejor, ella, muy angustiada, le pidió que la perdonara por tener espinas, le reiteró que lo amaba mucho, pero él no quiso escucharla porque estaba obnubilado por el resentimiento y entonces partió sin mirar atrás. Creyó que hallar a la maravillosa flor arcoiris haría que olvidase a su rosa, pero, a medida que su travesía por el mundo avanzaba, empezó a extrañarla demasiado. Pensaba en ella todos los días y, en cada amanecer, ese sentir se hacía más y más intenso. Pronto se dio cuenta de que la búsqueda de la flor de arcoiris no lo motivaba en lo absoluto. Supo que, incluso si la encontraba, nunca sería tan feliz como lo fue con su rosa porque ella le había robado el corazón; ella era su razón de existencia y su más alegre inspiración. Arrepentido hasta decir basta, regresó a su hogar dispuesto a perdirle perdón a su amada, reconocerle que se había comportado muy mal, decirle que sus espinas ya no le importaban porque la amaba con todo su corazón... Pero entonces...
—¿Pero qué? —apresuró ante el intencionado suspenso.
—Al llegar a su casa descubrió algo que le destrozó el corazón por entero: mientras él estaba de viaje... su rosa falleció. —Dejando su faceta de soldado a un lado, a Ino se le quebró la voz tal como si fuese una historia verídica. No pretendía aquello, pero estaba viviéndola intensamente gracias a la empatía que aquí no tenía necesidad de controlar.
—¿Muerta? —soltó sorprendido por un desenlace que en ningún momento esperó.
—Sí. Y él lloró y lloró por la culpa de haberla terminado, arrepintiéndose de vengarse por algo que en realidad era totalmente perdonable y superable. Se martirizó, durante el resto de sus días, por perder al amor de su vida gracias a un rencor que no valía la pena. —Dio un suspiro a la vez que miraba fijamente los ojos brunos—. Había buscado la felicidad en otra flor sin darse cuenta que su felicidad siempre estuvo en casa junto a él, pero no supo valorarlo porque se pinchó con las espinas de su rosa una sola vez...
Sasuke quedó en total y absoluto silencio. Su mirada bajó al suelo por tener escrita una sensación parecida al arrepentimiento. El cuento de Ino había logrado su propósito: lo remeció de raíz.
Ella esperó pacientemente a que el líder de la legión Estigia asimilara la narración y le dijera sus conclusiones, mas pasó un tiempo que ella sintió como excesivo.
—¿No vas a decirme nada?
—¿Qué quieres que te diga?
—Pues algo. Que el cuento te hizo reflexionar, que te gustó mucho, que te encantó mi forma de narrar, lo que sea.
El varón usó sus dientes para ajustar a su mano el guante sin dedos que llevaba.
—Es una fábula muy triste, pero que tiene mucha verdad.
—¿Cierto que sí? —dijo conforme. Esperaba más efusividad, pero a Uchiha no se le podía pedir milagros—. Tiene tres moralejas en total —prosiguió mientras hacía tal número con los dedos—: uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde. La segunda es que muchas veces creemos que nosotros y nuestros seres queridos tenemos todo el tiempo del mundo, pero lo cierto es que la muerte puede llegar en cualquier momento. Y la tercera, y quizá la más importante, es que nadie puede tener un amor verdadero sin aceptar el toque de las espinas de vez en cuando. —Se pinchó la palma con la uña del índice, haciendo una clara analogía—. Sabes perfectamente que Hinata nunca quiso hacerte daño a propósito, la obligó Hanabi, ella la empujó igual como el viento empujó a la rosa y sus espinas —Ino le puso una mano en el hombro con sublime complicidad—. No desaproveches a una mujer como ella por rencor. No desaproveches la oportunidad de ser feliz con la chica que amas.
Sasuke jamás pensó que un cuento iba a resolver una de las disyuntivas más complejas de su vida. Cuán equivocado estuvo con tan siquiera pensar un matrimonio con Ino. Ella no se merecía esa falsedad ni él tampoco.
—¿Hinata se fue de lengua y te contó lo que pensaba hacer, verdad?
Ino no quería dejar a Hinata como chismosa, pero tampoco quería mentirle a Sasuke otra vez. Se meció entre ambas opciones hasta que obtuvo una que le resultó satisfactoria.
—¿Hacer qué? —preguntó esbozando su mejor cara de confusión.
«Pedirte matrimonio» fue lo primero que llegó a la mente de Sasuke. Sin embargo, no quiso decirlo al sentir que se iba a exponer inútilmente.
—Olvídalo.
Ino sonrió en su fuero íntimo al comprobar una vez más que desde el inicio tuvo la razón: Hinata era la mujer indicada para Sasuke Uchiha. De ella se había enamorado y de ella seguiría prendado hasta la muerte.
—En fin. —Se encogió de hombros—. ¿Ahora entiendes porqué esa fábula es un tesoro de la familia Yamanaka?
Uchiha, ya olvidando el tema de si Hinata se fue de lengua, respiró profundo antes de echar un vistazo al cielo.
—Lo entiendo perfectamente. Ahora mismo me está haciendo reflexionar bastante.
—Qué bueno, esa era la idea.
—Debería inventarse un premio a la mejor narradora. Lo ganarías sobradamente.
—Pues el mejor premio para mí sería comerme un delicioso pan con queso, tomates y especias —dijo mientras comenzaba a salivar ante el recuerdo de su comida favorita, un ancestro y precursor de las pizzas actuales—. Ya estoy hastiada de comer carne sin aliño o cecinas tan resecas que parecen de un viejo de cien años. Necesito frutas, leche, miel, tortas, huevos...
La blonda siguió descargándose a gusto y Sasuke la dejó hacer. Cuando su aliada empezaba a reclamar por comida no había quien la detuviese. Una vez que terminó la diatriba, Uchiha ignoró del todo sus culinarias preocupaciones y retomó lo importante.
—Ino —dijo mirándola fijamente, a lo cual ella respondió haciendo lo mismo—, yo no quiero ser así de rencoroso, pero es algo que me consumió en cuanto vi a Hinata de nuevo. Le dije cosas que no debí, la dañé sin poder contenerme. —Cerró su puño enguantado con una frustración tremenda—. Aun ahora me cuesta perdonarla y sé que no debería ser así.
—Ella te perdonó a ti cosas mucho peores, ¿no?
—De compasión tengo poco y nada —le recordó—. Yo no soy ella.
—No lo eres, pero Hinata merece que lo intentes.
—¿Acaso tú perdonarás a Hidan?
—Jamás de los jamases —sentenció enardeciéndose enseguida—. Pero él no se merece nada, en cambio Hinata sí. Piénsalo mientras nosotras dormimos.
Se hizo un breve silencio en que ambos retomaron la vigilancia de lo circundante. Al calor de la conversación se les había olvidado cumplir tal labor, aunque en honor a la verdad era algo innecesario. Por estos parajes tan alejados la presencia humana era nula. Ni fantasmas debía haber.
—¿Qué te dice tu instinto de mujer? —cuestionó tras un rato—. ¿Hinata y yo podemos tener un futuro juntos a pesar de lo diferentes que somos y de todo lo que nos separa?
—Es curioso que me digas «mujer» después de tratarme tantos años como hombre.
—¿Me tienes rencor por eso?
—De milagro no te odio —dijo seriamente.
Uchiha suspiró.
—Nunca debí tratarte de ese modo.
—¿Fue tan difícil reconocerlo? —preguntó al tiempo que se hacía una trenza para tener sus manos ocupadas en algo—. Eso es precisamente lo que debes hacer con Hinata, reconocer que te excediste, pedirle perdón.
—Pedirle perdón sería excesivo. Ella se merecía un castigo por abandonarme cuando más la necesitaba.
—No empieces con tu terquedad de nuevo —recriminó endureciendo su aguda voz—. Sabes perfectamente que se te pasó la mano. Tu castigo fue tan desmedido que se convirtió en un error peor que el de ella.
Uchiha chistó.
—¿Peor?
—Sí, peor —confirmó sin siquiera tener que pensarlo—. Hinata en el fondo no quiso hacerte daño, no tuvo mala intención. En cambio tú viniste aquí con toda la voluntad de dañarla. Hasta me haces dudar de si realmente viniste a rescatarla porque la amas o sólo porque deseabas vengarte de ella.
—Por las dos cosas.
Ino movió su cabeza en señal de desaprobación.
—De perdonarla enseguida habrías sido un rey para ella. Imagínate: la rescatas y además la disculpas por su equivocación, con eso la tendrías loquísima y ahora mismo estarías disfrutando de la amorosa compañía de Hinata en lugar de ver cómo se va distanciando de ti. —Aumentó la velocidad en que se hacía la trenza, pues ya quería hacer una segunda—. Insistes en dejar que tu rencor te domine y tiras por la borda tu única oportunidad de ser feliz.
Sasuke apretó los dientes, sintiéndose frustrado ante las verdades ineluctables que le lanzaba su compañera y amiga.
—Si quieres te puedo dar una idea que te puede hacer recuperar a Hinata, pero tendrás que dejar de lado tu orgullo.
—¿Dejarlo de lado? —cuestionó como si le hubieran arrojado una terrible afrenta.
—Sí —confirmó de inmediato—. ¿Estás dispuesto o prefieres perder a Hinata para siempre?
—Primero cuéntame de qué se trata.
—Primero dime si estás dispuesto y entonces te lo contaré —retrucó decididamente.
Uchiha rumió lo propuesto por muchos segundos.
—Está bien —entregó su respuesta a regañadientes—. Estoy dispuesto.
—Muy bien, aquí te va...
Yamanaka procedió a detallarle su idea. A medida que iba explayándose, los ojos de Sasuke reaccionaron abriéndose gradualmente. Luego la boca imitó a los ojos, separándose la mandíbula inferior de la superior. Como guinda de la torta fue su semblante entero el que se convirtió en la muestra más vívida de un impacto descomunal.
—¿Te volviste loca? —espetó cuando ella concluyó, enfurruñándose como un gato a punto de ser lanzado al agua—. ¿De verdad quieres que haga eso?
—Hinata lo merece —repuso—. ¿O crees que no?
Uchiha apretó el puño fuertemente al no poder refutarla.
—Sea como sea yo jamás haría eso. Ni siquiera por ella.
—Ahí está tu problema, que tu orgullo es más fuerte que tu amor. Mientras siga siendo así cada vez que Hinata te hiera de alguna manera, aunque sea involuntariamente, tú vas a reaccionar mal porque vas a poner a tu orgullo por encima de ella.
Cuánta verdad dicha en tan pocas palabras. Por lo mismo el general no tuvo más opción que conservar un decidor silencio.
—Siempre he escuchado que el máximo enemigo del amor es el orgullo —agregó la soldado muchos segundos después.
—El orgullo es lo que hace que no te humilles por nadie —replicó—. Un hombre sin orgullo no vale absolutamente nada.
—Lo que te digo yo no es humillarse, no seas extremista ni exagerado, es simplemente una maravillosa muestra de amor que Hinata valorará muchísimo. Créeme: cualquier chica lo apreciaría demasiado.
Sasuke chistó.
—No lo haré.
—Como quieras —aceptó encogiéndose de hombros—, pero recuerda que la harías muy feliz si cedieras. Si realmente quieres reconquistar su amor esa es la mejor forma.
—Sería inútil de todos modos. Ya te dijo que iba a terminarme, ¿no?
—Todavía estás a tiempo de evitarlo. Sólo depende de ti.
Él volvió a chasquear la lengua, pero esta vez no protestó. Le quitó la mirada, dirigiéndola hacia el horizonte matinal. Tras un largo rato en que su amiga aprovechó de comerse unos desabridos tasajos que sacó de la bolsa de provisiones, le dio el rostro de nuevo y le clavó su morena mirada.
—Me sirvió hablar contigo —admitió refunfuñando de tal modo que lo dicho apenas fue inteligible—. Gracias —sintió genuinamente que lo último le quemaba la lengua.
—No sabía que conocías esa palabra —bromeó inevitablemente, plasmándosele una hermosa sonrisa. Una liberadora e inmensamente satisfactoria después del estrés de confrontarlo y de lidiar contra sus propios sentimientos.
—Mejor cállate y vete a dormir de nuevo.
—De acuerdo, señor gruñón —remató sin borrar la curva de sus labios—. Se levantó y volvió tranquilamente a su lecho junto a Hinata, quien, por el sueño que traía, ni siquiera se dio cuenta de que su blonda acompañante se metía al saco de nuevo.
Mientras tanto Uchiha volvía a darle gracias en su fuero ínitmo, Ino soltó un largo suspiro que le fue imposible evitar. Le dolía; dolía más de lo que creía echar definitivamente su única oportunidad de estar con Sasuke, pero había hecho lo correcto y quería pensar que esa solazosa sensación le sería impagable por el resto de sus días.
«Espero que ambos puedan arreglar sus problemas y ser felices juntos», pensó mirando a Hinata con el mismo cariño que tendría una hermana mayor. Luego, muy conmovida, le echó una mirada al arisco pelinegro. «Y ojalá un día pueda sentir por alguien lo que llegué a sentir por ti, Sasuke...»
El trío emprendía el regreso hacia la ciudad entre las montañas cruzando bosques, cerros y llanuras que hubieran servido para acampar perfectamente. Empero, Ino ansiaba hacerlo en un lugar maravilloso que estaba lleno de coloridas flores silvestres y que, por la urgencia de rescatar a Hinata, apenas lo había visto un minuto mientras galopaba a toda velocidad. Ahora, sin las extremas prisas de antes, quería estar un día entero allí para disfrutar al máximo de uno de los mejores parajes que la madre naturaleza tenía para ofrecer.
A la hora en que solía tomarse una siesta llegaron al lugar tan deseado por la espadachín. Hinata entendió enseguida que su amiga no exageraba cuando se lo describió: ante su albina vista se abría una pradera llena de diferentes colores y de variados perfumes. Por encima del piélago de flores podían verse revoloteando algunos picaflores, mariposas y abejas que buscaban néctar o que ya lo disfrutaban.
No era una experta en materia floral, pero pudo reconocer girasoles, malvas, margaritas, manzanillas y gardenias; incluso habían más cuyos nombres no conocía. Eso la sorprendió, pues no sabía que la naturaleza podía cultivar tantas flores distintas en un solo lugar. De no ser por los pastos y malezas que se intercalaban entre la colorida belleza, hasta hubiese creído que aquí intervino la mano del ser humano.
—¡Qué lugar tan espléndido! —exclamó Hyuga, olvidándose momentáneamente de todos sus problemas.
Al adentrarse más divisaron un arroyo poco profundo y de unos cuatro metros de ancho, mismo que le daba sustento al campo de flores. Su agua era tan pura, clara y prístina, que los rayos del sol incluso mostraban, al fondo del lecho, los plomizos guijarros amontonados. Por el momento no se veía a ningún pez pasar, pero quien quisiera pescar alguno podría hacerlo a mano limpia si quisiera.
Hinata nunca había visto un líquido tan transparente, por lo cual quedó totalmente fascinada. No tuvo dudas que este debía ser uno de los parajes más preciosos que un mortal pudiese disfrutar. Seguramente hasta Flora, la diosa romana de las flores, estaría encantada de morar aquí.
—Este es el paraíso, ¿verdad, Hinata? —cuestionó Yamanaka con un entusiasmo sobresaliente. Una tremenda sonrisa se veía en su rostro.
—Es una maravilla —contestó con otra gran curva de labios.
En cuanto Trébol y Shakma quedaron abrevando a sus anchas, Ino, como la florista y floricultora que era, no perdería la oportunidad de extasiarse con cada flor. Fuesen éstas pimpollos o ancianas, coloridas o descoloridas, las admiró visualmente, las olió profundo, las tocó con suavidad, incluso les apegó la oreja para escuchar el ruido de la brisa sobre ellas. Para completar el juego de los sentidos habría querido comerse alguna sin aliños ni preparativos, pero no quería pecar de glotonería.
—Ven por favor. —Yamanaka extendió su diestra hacia Hinata para que la agarrara—. Quiero enseñarte un montón de cosas de las flores y sus propiedades.
—¿De verdad me haría ese favor?
—¡Claro que sí! Muchas flores no sólo son bellas, también sirven como medicina. Por ejemplo las margaritas tienen propiedades cicatrizantes, así que te haré un ungüento con ellas para la herida de tu brazo.
—Muchas gracias, señorita Ino.
La aludida movió la cabeza afirmativamente y prosiguió parlando muy animada.
—Tengo muchas ganas de compartir lo que sé contigo —dijo mientras su mano libre jugueteaba con sus patillas—. También quiero advertirte que hay flores peligrosas y que no deben ser comidas por nada del mundo o puedes morirte. Asimismo hay unas que son comestibles y que sirven para aderezar platillos, pero un consumo excesivo puede llevarte a tener una diarrea salvaje. —Se rió al recordar una travesura que le había hecho a una vecina insoportable varios años atrás—. Además quiero enseñarte el lenguaje de las flores.
—¿El lenguaje de las flores?
—Claro, cada flor tiene una historia y significados distintos, aunque pueden variar según el reino. En el nuestro se usan distintas flores o arreglos florales para transmitir mensajes amorosos o incluso codificados. Por ejemplo en mis trabajos de espionaje yo varias veces usé un tocado de flores para comunicarle cosas a Chouji sin que necesitara acercárseme —explicó recordando a su buen y regordete amigo con un brillo en sus ojos—. Y yendo a lo civil pueden servir para declarar sentimientos que de otro modo son difíciles de expresar.
—Entiendo.
La rubia siguió explicándole a una muy interesada Hinata todo sobre las flores: sus cuidados, sus significados, las propiedades curativas, las épocas en que florecían, si resistían bien el frío o el calor, y las historias o leyendas que les correspondían a cada una. La de cabellos con tintes azulinos aprendió un montón de cosas, esperando ponerlas en práctica algún día para enseñárselas a sus hijas y, ¿por qué no?, también a sus retoños varones.
Así, ambas pasaron el tiempo departiendo animadamente mientras caminaban de un lado a otro. Luego, agotadas de tanto paseo pero sin cesar el parlar, dejaron descansar sus espaldas sobre el suelo alfombrado de pasto.
Entretanto Sasuke, en nada interesado en temas que le parecían irrelevantes, hacía flexiones de brazo con el único que tenía disponible a fin de recobrar su resistencia física, pues, en el ascenso al volcán y durante el combate posterior, había sentido agotamiento. Eso le disgustaba mucho a pesar de ser un efecto normal tras haber dejado sus entrenamientos diarios para restablecer su salud mermada.
Tras culminar la larga charla y poner una pasta de margaritas en el brazo herido de Hinata, Ino anunció que se iría a cazar un par de liebres para la cena, asegurando que volvería al crepúsculo. El hecho de querer comer algo distinto a los desabridos tasajos le había venido como perfecta excusa, pero, evidentemente, la principal razón era dejar solos a la Hyuga y al Uchiha para que trataran de arreglar sus problemas. Sin subirse a Trébol, simplemente caminando, se largó hacia la floresta que se veía en el horizonte, una cuya espesura lo hacía lucir más como una selva que como un bosque propiamente tal. Por lo mismo internarse con su corcel le habría resultado imposible.
Una vez solos, Sasuke y Hinata no intercambiaron ninguna palabra durante un largo lapso. Él siguió ejercitándose hasta que el excesivo sudor le avisó que debía darse un descanso. Entonces caminó hacia el arroyo, se lavó la cara y se remojó el pelo, el pecho desnudo y las orejas. Luego emprendió sus pasos hacia una roca que yacía a orillas del afluente, se sentó en ella y se dedicó a afilar su espada pensando que dentro de un mes recibiría las que estaba forjando Jugo para él. Claro, si es que el pelirrojo se mantenía con vida rechazando el probable asedio.
Hinata, a unos diez u once metros de él, tenía ganas de lavar su ropa, pero le pareció un crimen usar un agua tan pura para algo así. Ya lo haría más adelante en otro lugar, así que, motivada por su deseo de ser una guerrera, empezó a realizar ejercicios de elongación que pudieran realizarse con un solo brazo. En un primer momento logró ignorar la presencia de Sasuke, pero más tarde, y pese a sus esfuerzos, pudo sentir como esos negros ojos no la perdían de vista.
—M-me pones nerviosa si me miras tanto —se decidió a decir mientras le daba el rostro por completo.
—¿Nerviosa por qué?
—Pienso que en cualquier momento arrojarás algún comentario mordaz con tal de volver a discutir.
—No quiero volver a eso porque ya descargué toda la rabia que tenía contra ti, pero aún hay cosas que debemos abordar. Queramos o no, nos queda un mes de viaje juntos.
Dejando atrás su timidez Hinata se dio el tiempo de estudiarlo directamente y sin disimulos. Le sorprendió ver que, en efecto, el semblante de Uchiha lucía más sereno; parecía verdad que su enojo había dado marcha atrás.
—Yo no pienso hablar nada contigo mientras no me des una disculpa.
—¿Te estás poniendo en plan de orgullosa?
Hinata se agachó de una manera elegante y puso su nariz tan cerca de una malva que casi degustó el aroma con su lengua. Sólo después de eso dio una contestación.
—Yo cuando me equivoco pido perdón, ¿por qué tú no puedes hacer lo mismo? Creo que es lo mínimo que me merezco. Me trataste muy mal, Sasuke.
Se hizo un silencio, pues, como solía suceder, el orgullo se divertía luchando contra el amor. Y en el caso específico de Sasuke aquello se exacerbaba en demasía.
—Bien, estoy esperando —presionó ella, siendo exigente como nunca lo era.
—Haré algo mejor que pedirte una disculpa. Quiero que me pegues una bofetada, así descargarás toda la ira que sientes contra mí.
Ella abrió mucho sus ojos, aunque en desigual proporción. El izquierdo lució más grande que el derecho, cuyo párpado no sólo no completó la apertura sino que además terminó entrecerrándose. Sasuke lo interpretó como una mirada suspicaz.
—¿Pegarte una bofetada? —reaccionó por fin de modo verbal.
—Sí.
—No voy a hacer eso —excluyó enseguida tal idea—. A diferencia tuya yo no quiero venganza, sólo quiero que reconozcas que cometiste un gran error.
—Según tú no quieres venganza, pero igual me dijiste que Naruto era mejor que yo —replicó mientras ladeaba un poco su cabeza—. ¿Eso es no querer venganza?
Hinata suspiró.
—Se me resbaló la lengua porque tenía mucha rabia encima.
—Y la sigues teniendo —reafirmó—. Acepta que también puedes ser rencorosa y vengativa, acepta que eres tan humana como cualquiera.
—Claro que tengo sentimientos negativos como cualquier persona, pero, a diferencia tuya, yo trato de no hacerle daño a nadie y mucho menos a las personas que quiero.
—No tratas, pero igual me comparaste con Naruto para desquitarte. Eso prueba que hasta la persona más noble puede dejarse llevar por el dolor que está sintiendo.
—¿Quieres justificarte de esa forma?
—Sólo quiero que entiendas que muchas veces cuesta controlar la ira porque lo natural es dejarla fluir en vez de contenerla. Esa es la verdadera naturaleza humana.
—Eso significa que no me pedirás ninguna disculpa, ¿verdad?
—Mi disculpa es dejarme abofetear.
—No lo haré.
—Pues no deberías desaprovechar tu oportunidad de descargar lo que llevas por dentro. Si no lo haces ahora, el rencor irá acumulándose en tu ser hasta terminar explotando de peores maneras.
—No voy a darte lo que quieres —refutó al tiempo que negaba con su testa.
—Como gustes, pero entonces tendrás que escucharme quieras o no.
Las sienes de Hinata dieron un pequeño temblor involuntario. Su frente entera se arrugó levemente unos segundos después.
—Soy consciente que deberemos convivir un mes, pero mientras menos hablemos será mejor.
—Será corto de todas maneras —precisó él.
Sólo había una roca en el lugar que podía usarse como asiento, de modo que la fémina, no queriendo acercarse al Uchiha que la ocupaba, se acomodó en el suelo de tal forma que quedó a piernas extendidas mientras su brazo sano, afirmado en el pasto, le mantenía la espalda erguida.
—¿Quieres decirme que ya le pediste matrimonio a Ino y que ya te ha aceptado? —preguntó casi como si rumiara lo dicho. De hecho la palabra «matrimonio» salió algo deformada.
—No le he pedido su mano y tampoco lo haré en el futuro.
Hinata le lanzó una mirada de acentuada curiosidad.
—¿Por qué?
—No se me antoja hacerlo.
Hinata fue abordada por la sorpresa, pero su voluntad no se dejó dominar por ésta. Rápidamente comentó:
—Eso me parece raro. Me recalcaste que lo ibas a hacer porque ella era mucho mejor que yo. —Lo recordó de la misma forma en que lo hizo él un rato atrás: con rabia.
El último Uchiha se tomó un tiempo para buscar las palabras más adecuadas. El solo hecho de decir «Perdón, me equivoqué» ya le hería su inmenso orgullo.
—Se me pasó la mano un poco.
—¿Un poco?
—Sí, Hinata. Mi reacción fue ligeramente desmedida —apretó el puño diestro y el del brazo lesionado también se cerró. Era una pequeña muestra de que su extremidad iba mejorándose—. Te dije cosas hirientes —añadió tres segundos más tarde. Ella hizo ademán de responder, pero Sasuke se lo impidió continuando enseguida—. Sin embargo, si crees que lo que hice fue cruel, créeme que pude hacer algo mucho peor.
—¿Algo peor todavía? —imprimió un tono que dejaba claro que eso le era difícil de creer.
—Se me pasó por la mente fingir que todo estaba bien, que ningún rencor tenía contra ti. Así, mientras te hacía mía, diría «Te amo, Ino». Entonces recalcaría que ella era mejor que tú mientras te penetraba de un modo brutal.
Ella sintió que alguien le había dejado caer una almádena encima de su cabeza. Su boca, mientras tanto, se abrió como si una mano invisible le hubiese dado un tirón a su mandíbula inferior. Tardó un tiempo considerable en volver a cerrarla.
—Eso..., eso es realmente terrible... —dijo con un tono mucho más bajo del que llevaba empleando. Una mano se posaba nerviosamente encima de su nariz, cubriéndole los labios de paso—. Me dan miedo las cosas que se te pasan por la cabeza, Sasuke... —comentó encogiendo su cabeza contra los hombros, amedrentada.
—Soy alguien muy imaginativo si de infligir dolor se trata.
—No me lo recuerdes, por favor. Me asusta ese lado tan oscuro que hay en ti. —Sin darse cuenta, su cuerpo se inclinó hacia el lado contrario del soldado como queriendo alejarse. Y si hubiese estado de pie habría dado un par de pasos en retroceso.
—Como ves mi venganza pudo ser mucho peor de lo que fue, pero te tuve consideración.
La fémina sintió que le hervía por dentro una nueva especie de indignación.
—¿A todo lo que me dijiste le dices tener consideración?
—Sí —confirmó sin tener ninguna duda de ello.
La joven negaría con renovado ímpetu escribiéndose en sus luceros.
—No era necesario ser tan despiadado. Y no entiendo por qué trataste de hacerme tanto daño por un error que yo quería corregir con todas mis fuerzas.
Esta vez Sasuke dejó de lado su habitual altivez. Apretó su puño otra vez, permitiendo que su frustración fluyera de ese modo. Era mejor eso que darle un golpe a la roca en que estaba sentado.
—Me gustaría dejar de ser así, créeme que me gustaría mucho, pero no puedo. Hay algo en mí que no está bien, Hinata. Hay algo dentro de mí que trato de contener, pero que brota por alguna razón que se escapa a mi comprensión. Tengo una rabia muy grande por dentro, un odio contra el mundo entero —lamentó a la vez que sus ojos cambiaban su desafiante matiz anterior. Esta vez podía leerse decepción en ellos, una que claramente iba dirigida contra sí mismo.
Al verlo adolecer de forma genuina, Hinata por primera vez bajó su caparazón de reticencia. Sin embargo, aún lo mantendría a la mano por si era necesario.
—Tienes un odio que no te deja vivir, Sasuke; uno que es enfermizo. Sé que tienes tus razones para ser cómo eres, pero por favor no descargues todo ese odio contra mí.
«Me duele demasiado», leyó él en sus ojos de perla. Eso lo remeció de raíz, obligándolo a dar un sentido suspiro.
—Mientras ustedes dos dormían —dijo refiriéndose a Ino también— he pensado que quizás Orochimaru tenía razón en cada palabra que dijo: aunque no hubiese vivido una masacre familiar, igual habría hecho atrocidades porque soy un psicópata por naturaleza, alguien que sólo quiere ver arder el mundo. Quiera o no llevo la oscuridad escrita en la sangre. —Esta vez utilizó el afilador contra la hoja de su espada, aplicando tanta fuerza que provocó unas chispas que saltaron al agua.
La fémina había visto aguzar sus espadas muchas veces a Sasuke o a su primo Neji, mas nunca presenció algo así anteriormente. La fuerza que imprimió el pelinegro debió ser digna de un dantesco combate, pues sólo por ello había visto chispas naciendo. Dejó atrás su sorpresa y se enfocó en lo realmente importante. Entonces no supo si concordar con él o defender que sí tenía bondad.
—Antes habría dicho a pies juntillas que en el fondo eres una buena persona, sólo que corrompida por el odio, pero hoy en día la verdad es que no sé qué pensar. —Su voz se diluyó; sufridora, amarga—. No quiero creer en las palabras de Orochimaru, pero lo cierto es que haces daño y te gusta hacerlo. Creo que dentro de ti se sigue librando una feroz batalla entre el bien y el mal.
—¿Y cuál de los dos lados crees que gane?
Ante su pregunta, Sasuke vio a la desilusión colmando las perlas albinas.
—No sé quién ganará... la verdad es que no lo sé...
Gracias a la inexpresividad facial que solía mantener el soldado, sus líneas de expresión rara vez se marcaban. Esta vez sí lo hicieron y además notoriamente.
—¿Todavía te espanta mi pasado?
—Sí, me sigue espantando todo lo que hiciste.
Uchiha resopló, mosqueado. Creyó que eso había quedado atrás, pero por lo visto nunca podría ser así. Lo pretérito era demasiado fuerte hasta para él. Dejó de afilar su espada y la guardó en la vaina que esta vez no colgaba de su cinturón. No clavó la hoja al suelo como de costumbre, porque sabía de sobra que la humedad de los terrenos ribereños contribuían a oxidar el acero más pronto.
—Pues aprovecha que te espanta tanto y ve corriendo a los brazos de Naruto —espetó con un claro tono virulento, cosa que volvió a molestar a la joven—. En el fondo eso es lo que quieres, ¿o no?
—¿Y si fuera así, qué? —reaccionó contendiente. Sólo Sasuke podía hacer que algo así sucediera con ella—. Me dijiste que te daba igual.
—Me da igual y te diré la razón: aunque estuvieses con él jamás podrías olvidarme, jamás podrías quererlo como me amas a mí —aseveró con una seguridad aplastante.
—Pero qué presuntuoso eres —dijo exhalando indignación—. ¿Eso es lo que te importa? ¿Haberme dejado marcada de por vida en vez de que sea feliz?
—¿Y de verdad crees que podrías ser feliz con ese imbécil? Una simple lagartija como él no podría borrar la huella de un dragón como yo. Desde que fuiste mía estás atada a mí quieras o no.
Hinata agarró pasto con su mano, apretándolo como si quisiera convertirlo en jugo. Y además tuvo que hacer un esfuerzo para no sacarlo de raíz por pura impotencia.
—A veces me pregunto cómo pude enamorarme de alguien como tú, Sasuke. Te juro que a veces me causas mucha repulsión.
Él se acerca a ella, desafiante, peligroso. Hinata, por consecuencia, necesitó ponerse de pie.
—No decías eso cuando te entregaste a mí.
—No debí hacerlo. Nunca —le quitó la mirada a la vez que esbozaba un rictus de gran disgusto—. No sabes cuánto me arrepiento.
—Pues no creas que eres la única que se arrepiente. —La miró ensoberbecido—. Jamás debí darte el privilegio de ser mía. Es más: deberías agradecerme de rodillas que te di esa oportunidad a ti en vez de dársela a todas las mujeres que se mueren por estar en tu lugar.
Hinata sintió una indignación incluso mayor que antes.
—Eres un... —Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no lanzar un agravio.
—Vamos, dilo. —La alentó moviendo una mano como si la estuviera llamando—. Libera esa oscuridad que tú también tienes.
De poder hacerlo, Hinata habría dejado escapar una interminable cadena de suspiros. Como tal cosa era imposible de efectuar se limitó a resoplar una sola vez, aunque de una manera muy sonora.
—¿Te das cuenta que cada vez que hablamos terminamos peleando? No quiero hacerlo más, me agota de verdad.
—Tú me buscas. Siempre me cuestionas en lugar de entender mis razones.
—No puedo quedarme callada cuando algo no me parece bien.
—Pues no te quejes si no sabes callarte la boca. Aguanta el chaparrón de vuelta porque yo tampoco me quedaré callado cuando sé que tengo la razón.
Hinata miró a su alrededor en busca de paciencia. ¿Por qué tenían que discutir en un sitio tan hermoso como este?
—¿Todavía me odias? —preguntó ella tras prolongar un silencio.
—No.
—Pues demuestras lo contrario, sobre todo por las cosas que me dijiste después de rescatarme.
—Ya te dije que fue por la furia que traía encima y que estuvo creciendo por más de un mes. Necesitaba descargar mi rencor, sacármelo de encima o me iba a carcomer por dentro. Gracias a eso ahora me siento mejor, de lo contrario seguiría acrecentando el resentimiento contra ti. —Miró a una llamativa mariposa de colores violetas que iba posándose de flor en flor, aunque ello no consiguió desconcentrarlo—. Y lo mismo deberías hacer tú de vuelta; por eso te dije que me abofetearas, pero tus ganas de hacerte la santa te ganan.
—No trato de hacerme la santa, de hecho también te odié por todo lo que me dijiste y también odié a mi hermanita cuando me separó de ti —expresó acentuando un ademán—. Siempre escuché que del amor al odio hay un solo paso y ahora entiendo el por qué. —Dicho esto, enfocó a la bella mariposa que también había captado la atención del Uchiha—. Sin embargo, a diferencia tuya yo sí trato de hacer lo correcto.
—Pero no siempre lo haces.
—Soy humana después de todo. También tengo derecho a equivocarme, pero si lo hago pido disculpas de corazón. Un simple perdón puede hacer una tremenda diferencia, Uchiha Sasuke.
El aludido no contestó nada esta vez, asombrado de que Hinata hubiera colocado su apellido en primer lugar. Según recordaba era la primera vez que lo hacía, de seguro para imponer mayor distancia entre ellos. Eliminó a su sorpresa y se concentró en el argumento, entendiendo que lo dicho por ella era verdad: pedir perdón podía hacer la diferencia.
Tras la conversación con Ino creyó estar listo para ello, incluso estuvo a punto de lanzar la palabra mágica, pero su lengua rebelde se opuso con todas sus fuerzas. Necesitaba más tiempo para dejar de ser un esclavo de su orgullo.
—¿Tú me perdonaste por ser una Hyuga? —Lo sorprendió ella con una pregunta que continuó abordando el tema anterior—. ¿Me perdonaste por haber sido una ignorante de todo lo que mi clan hizo?
El cuestionamiento confundió al pelinegro. ¿No se habían disculpado mutuamente ya?
—Sí.
—Yo lo pongo en duda. Y creo que lo mismo se aplica a mí en el caso contrario. Pienso que en el fondo ninguno de los dos se ha perdonado realmente.
—¿A qué te refieres? —cuestionó mientras sentía un frío extraño en su espalda. ¿Acaso el aire se había puesto más helado de repente?
—Orochimaru me dijo que perdonar no significaba que uno se liberara del rencor. —Cerró los ojos un largo instante, como queriendo recordar las palabras exactas dadas por el alquimista—. Aunque creamos hacerlo de corazón, hay cosas que en realidad nos resultan imperdonables. Y precisamente por eso el rencor persiste, porque perdonar de verdad es imposible mientras el dolor sigue ardiendo dentro nuestro. —Tratando de controlar los latidos de su corazón, extendió la zurda sobre su pecho—. Por eso es que siempre volvemos a lo mismo una y otra vez, porque el pasado es algo tan complejo para nosotros que se nos hace muy difícil sobrellevarlo. Es como tener una espina clavada por siempre en el alma.
—Quieres decir que mientras haya dolor no se puede perdonar de verdad.
—Por eso hay que sanar las heridas antes de hacerlo. Y nosotros no hemos pasado por ese proceso porque todo lo que sentimos lo hemos vivido demasiado rápido. Ambos creímos que nos disculpamos el uno al otro, pero creo que en lo más profundo de nuestra psiquis no lo hemos hecho.
El pelinegro bajó su barbilla levemente y juntó sus párpados. Hablaría manteniendo ese modo.
—Siempre supe que liberar de culpas era mucho más difícil de lo que parece. La venganza y el rencor es lo natural. —Abrió sus ojos y enfocó el cielo. Allí encontró algunas nubes que parecían sacadas de una pintura, pues extrañamente no parecían moverse.
—Creo que lo único que puede provocar el verdadero perdón es que el amor sea más fuerte que el resentimiento. Pero es una paradoja difícil de resolver porque mientras más amor sientes por la otra persona, más rencor sentirás cuando te dañe.
—En el fondo quieres decir que el amor es un arma de dos filos. —Volvió a darle su rostro a la fémina. Los ojos blanquinosos le recordaron a las nubes que recién había visto. Luego se dio todo el tiempo del mundo para analizar sus propios sentimientos. Pese a la demora, Hinata no lo interrumpió—. Es por eso que exploté contigo... —dijo finalmente—: cuando me terminaste sentí que me habías fallado terriblemente y entonces volvió a reflotar todo el odio que tenía desde antes contra ti. —Su lengua se paseó por toda su boca antes de continuar—. La furia me hizo recordar que eres la heredera del clan Hyuga, la chica ignorante que lo tenía todo mientras yo perdía a mi familia entera...
Hinata concordó moviendo su testa.
—Eso pienso —dijo con un pesar más que evidente—. Y lo peor es que sucederá cada vez que peleemos, nos costará más reconciliarnos que a cualquier otra pareja porque tenemos un pasado que nos sigue lastimando a ambos, uno que realmente no hemos podido superar. A nosotros no nos unió la alegría ni la felicidad como a la mayoría de novios, sino el dolor y el perdón mutuo. Sin embargo, eso todavía es frágil y por ende lo que tenemos está condenado al fracaso. Yo soy mucho más compasiva que tú, pero la verdad es que no olvido todo lo que hiciste contra los míos y eso ahora mismo está mezclándose con el dolor que me provocaste cuando nos reencontramos...
—¿Tanto rencor es capaz de engendrar algo que parece tan hermoso como el amor?
—He descubierto que sí.
—Entiendo. Sólo se necesita un paso en falso para destruir lo que tanto cuesta construir. En nosotros basta un mísero error y el amor se convertirá en fulminante rencor de nuevo —lamentó mientras un sabor amargo se le depositaba en la lengua, uno que era puramente psicológico.
—Es como si tuvieramos una espada constantemente sobre nuestras cabezas, amenazando lo que sentimos a cada momento...
Sasuke se ensimismó por un largo rato; producto de ello su mirada se perdió en el bello prado de flores. Unos cuantos suspiros soltaron sus pulmones, aunque no trató de reprimirlos porque ni siquiera se percató de ellos.
—¿Todo eso te lo dijo Orochimaru?
—No; la mayoría lo deduje yo por mi cuenta tomando como base las palabras de tu maestro.
—Ni él podría haber sacado una conclusión tan acertada. Siempre me ha fascinado ese don que tienes para entender las emociones.
—Algún don debía tener —sonrió tristemente, recordando todo el daño que Hiashi le hizo a su autoestima.
—Tienes muchos. Y sabes que yo no hablo en vano.
Hinata no quiso contestar por no hallarle sentido. Se abstrajo de todo lo circundante mirando hacia el horizonte, aprovechando de reflexionar intensamente mientras lo hacía. De pronto sobrevino un ventarrón que irritó sus ojos, pero ella, desafiante, se decidió a no cerrarlos. Una vez que la batalla entre la humana y el viento concluyó, volvió su vista hacia el varón aunque parpadeando repetidas veces.
—Desde un principio la razón siempre estuvo de tu parte —dijo con una pena conmovedora—. Era muy fantasioso que pudiéramos estar juntos —añadió con un tono que sonaba a clara despedida.
Un par de veces su otrora «novia», Karin Uzumaki, fumadora empedernida, le había ofrecido cigarrillos; según ella eran ideales para aliviar momentos de tensión. No obstante, él jamás aceptó caer en cosas como el tabaco o el alcohol a fin de mantener intacta su resistencia física. Ser el mejor guerrero existente no era sólo cuestión de talento y entrenamiento, sino también de disciplina contra cualquier tipo de vicio humeante, líquido o alimenticio. No obstante, ahora mismo le habría encantado verificar si la pelirroja tenía razón.
—Es triste que esto termine así porque yo no quería hacerte daño, al contrario, deseaba cuidarte como nunca lo hice con nadie.
—Yo sé que intentabas cuidarme, lo vi con mis propios ojos, pero la verdad es que no sé a qué atenerme contigo. A veces has sido comprensivo conmigo, a veces incluso afectuoso, pero en otras ocasiones, como la última, estallas como si me odiaras con todo lo que tienes. —Antes de continuar, su boca se deformó en una mueca de profunda e inexorable pesadumbre—. Sé que cometí un error grave, pero podríamos haberlo superado si tomabas en cuenta lo arrepentida que estaba. Sin embargo, no te importó mi disposición, simplemente explotaste sin más. Por eso ya no sé qué pensar; tienes un carácter muy inconsistente y bipolar conmigo. Ahora mismo siento que no te conozco.
—A veces siento que ni yo mismo me conozco.
Hyuga dio un par de rápidos parpadeos. Tras el primero sus ojos se movieron a la izquierda y tras el segundo lo hicieron en dirección contraria.
—¿Por qué lo dices? —inquirió profundamente intrigada. Esta vez sus luceros miraron hacia el frente, enfocando únicamente a Sasuke.
Uchiha se dio el tiempo de pensar bien cómo iniciar su respuesta y cómo seguirla desarrollando.
—Me hice agrio, agresivo y antipático después de la masacre, ese es el carácter que forjé durante muchos años para enfrentar a este mundo maldito, pero tú desataste un conflicto muy fuerte en mí. Es como si el niño que alguna vez fui quisiera regresar a mí y, por eso, el ser oscuro que soy ahora lucha con todas sus fuerzas para no desaparecer. —Cerró los párpados un largo momento. Al abrirlos de nuevo, añadió con notoria aflicción—. Ni siquiera yo mismo sé cuál es mi verdadera personalidad; esa es la verdad.
Sin darse cuenta, Hinata separó sus labios un poco.
—Creo que entiendo...
Él se acarició la frente formando círculos con sus dedos. Reflexionaba.
—Hay una lucha feroz entre mi yo razonable y el impulsivo, mi yo culto y el salvaje, mi yo que ama y el que odia, mi yo que quiere redención y el que sólo desea venganza. Para peor lo que me dijo Orochimaru en el volcán me ha confundido todavía más. —Mirando hacia el suelo, puso su cabeza entre ambas manos y se la apretó con fuerza como si quisiera fulminarse el cerebro o quitarse un fuerte dolor de cabeza.
—Sasuke... —Subyugada por su empatía quiso acariciarle la mano a modo de apoyo, pero se contuvo. El recelo que aún tenía le susurró que lo mejor para ella era mantenerse en quietud.
El retoño de Fugaku volvió a levantar su cabeza, mirándola de un modo fijo.
—Antes solía pensar que tú podrías darme la tranquilidad que tanto necesitaba, ¿pero cómo puedo obtener paz si yo mismo llevo una guerra en mi interior? ¿Cómo puedo obtener paz si ni siquiera sé quien diablos soy?
Hinata necesitó dar algunos pasos laterales al captar algo que creyó muy importante. Se masajeó el mentón nerviosamente.
—Me acabo de dar cuenta de una cosa...
—¿De qué?
—Tu odio no es solamente por haber perdido a tu familia, también aumenta cada día porque Danzo te quitó tu verdadera personalidad...
Sasuke clavó sus ojos en los lunares, reflejando grandes dosis de asombro. Asintió poco después, mostrándose muy convencido de lo dicho por ella.
—Llevas tantos años reprimiendo tu lado gentil que eso ha acrecentado tu inquina todavía más —juzgó Hinata, compadeciéndolo sin poder evitarlo.
El que tenía el rango más alto del ejército observó a su envainada espada primaria, ansiando tener al rey enfrente para clavársela de la forma más ominosa posible.
—De todos modos ya es muy tarde para recuperar mi esencia. Dará igual si mato a Danzo, mi ser ya está contaminado por su culpa y siempre lo estará.
—Pero si no te recuperas a ti mismo nunca podrás ser feliz, nunca podrás curarte de la enfermedad del odio.
—¿Sanarme para qué? Sin ti ya no tiene sentido hacerlo. Lo único que me queda es mi venganza, a eso me aferraré.
—Sasuke..., no deberías pensar que yo soy tu salvación o que consumar tu venganza es lo único que te queda. Debes recuperar tu identidad no por mí, sino por ti mismo.
—A estas alturas me da igual. Lo que perdí esa noche jamás lo recuperaré.
Ella dio un par de significativos pasos hacia él.
—Que no podamos seguir juntos no significa que me dejes de importar. Quiero que estés bien, de verdad que te deseo lo mejor y que seas feliz, pero nunca podrás serlo mientras el odio siga dominando tu vida. Eso no te deja seguir avanzando, es lo que causó que explotaras contra mí con tanta saña... —señaló tristemente.
—Creéme —reaccionó mirándola—: me hubiera gustado morderme la lengua antes que decirte esas cosas hirientes, pero cuando las solté ya era demasiado tarde. Mi lado impulsivo y rencoroso hizo acto de aparición. Ahora, en cambio, mi ser razonable es el que está hablando. ¿Pero cuándo tendré un nuevo arranque de ira? Ni yo mismo puedo confiar del todo en mi autocontrol, por lo menos no en el verbal. Tengo un problema y no sé cómo resolverlo.
Lo que Sasuke necesitaba era una terapia psicológica, pero evidentemente en sus tiempos aquello no existía. Hinata, en tanto, quedó en completo silencio mientras procesaba la información recibida. No sabía qué decir y así lo plasmaría.
—Yo tampoco sé cómo resolver eso. Me encantaría darte una respuesta mejor, pero esa es la verdad.
—Sólo sé que no quiero hacerte daño de nuevo.
Curiosamente los ojos de ambos, de entre la multitud de flores, enfocaron a la misma: una malva que, a diferencia de sus hermanas, parecía luchar contra la brisa en vez de ser guiada por ella.
—¿Cómo eras cuando pequeño? —cuestionó la fémina sin dejar de mirar la escena que captó su atención.
La vista del Uchiha abandonó la curiosidad y se enfocó en el arroyo, aunque sin prestarle verdadera atención. Se retrajo hacia su mundo interior, buscando las ideas vaporosas e intangibles que se definían como su niñez.
—No lo sé bien, mis recuerdos son muy vagos a día de hoy, pues el pasado es una pesadilla de la que mi mente siempre trató de escapar. Es como si todo lo que viví con mi familia hubiese pasado en otra vida u otra dimensión. —A medida que hablaba su voz descendió paulatinamente—. De todos modos creo que era un chico alegre, o por lo menos mucho más abierto que ahora, eso sí es seguro.
—El pasado es una pesadilla de la que tratamos de escapar los dos... —repitió Hinata, ensimismándose.
Sasuke la miró extrañado, aunque supo, por su semblante de concentración, que estaba cavilando algo importante.
«¿Y si en vez de escapar del pasado lo enfrentamos juntos?», se decía ella en sus adentros. La verdad ni siquiera sabía qué significaba eso exactamente, pero tuvo ganas de seguir apoyando al pelinegro en su proceso de redención. Aun así, pronto esa idea fue anulada por el temor de sufrir a manos de él nuevamente. Luego se acercó al arroyo y se sentó en la ribera mientras abrazaba sus piernas con su brazo sano.
—Quisiera preguntarte algo y por favor quiero que me respondas con toda sinceridad —preguntó la de sexo femenino tras un largo silencio. Giró su cuello y lo miró fijamente hacia arriba, pues él seguía de pie a sus espaldas.
—Adelante —contestó dándole su negra vista.
—Aun si no quieres pedirle a Ino su mano, ¿no crees que ella es una mujer más adecuada para ti?
—¿Y qué sabe el amor de adecuación? —replicó haciendo un enérgico ademán—. Incluso personas del mismo sexo se enamoran aunque se trate de un pecado. —Por simple inercia recordó a Zabuza y a Haku. Nunca supo si el primero amó al segundo, pero los sentimientos del andrógino por su maestro siempre le parecieron más que evidentes.
—Lo sé, pero por algo me comparaste con ella.
¿Cómo decirle a Hinata que le provocaba cien veces más cosas de las que Ino podría? ¿Cómo ser lo más explícito posible? ¿Cómo poner en palabras algo que iba más allá de descripciones? Decidido a dejar fluir sus sentimientos en vez de analizarlos, movió su lengua sin saber qué saldría exactamente por ella.
—Te comparé con Ino porque tenía mucha rabia; quería hacerte sentir inferior a ella, pero no lo eres. Sinceramente te encuentro más bella, más atractiva, más tierna, más elegante. Me encanta la suavidad tan particular de tu voz, esos sonrojos adorables que pintan tu cara de tanto en tanto, esos pucheros de niña que haces cuando algo te frustra, la inocencia que todavía desprende tu semblante a pesar de todo lo que has vivido. Me encanta como has ido dejando atrás tus tartamudeos, cómo defiendes tus convicciones, cómo te haces más fuerte sin dejar atrás tu natural compasión. —Su corazón empezó a palpitar con más intensidad y tuvo la seguridad que, de seguir así, sería capaz de contar cada latido sin fallar—. Esto puede sonarte extraño, pero hay algo que también me gusta mucho de ti a pesar de las peleas que engendra: que me cuestionas, que me haces pensar, que me rebates, que quieres que sea mejor porque crees que puedo. Confiaste en que tenía bondad a pesar de todo el mal que he causado por mi venganza. Me perdonaste la vida cuando cualquier otra no habría dudado en clavarme el cuchillo. Eso me emociona incluso ahora y, precisamente por eso, lamento no haber tenido la generosidad que tú sí tuviste conmigo.
—Sasuke...
—Sé que Ino también trató de ayudarme, lo sé, pero jamás pudo ir más allá. Seguramente ser mi subordinada la limitó mucho, pero tú, siendo una simple civil, te enfrentaste siempre a mí aunque te doliera un montón hacerlo. Incluso siendo una esclava me confrontaste —apuntó mientras se quitaba el mechón que solía cubrir su ojo izquierdo—. Has avanzado muchísimo tu carácter en tan solo un par de meses y me has enseñado cosas que jamás imaginé aprender. Te metiste en mi corazón con uñas y dientes, tocando mi alma hasta hacerla tuya. —Exhaló como si le fastidiara admitirlo, aunque su tono de voz y su semblante marcaban a la resignación como emoción primordial—. Mira, si hasta casi me haces hablar como un maldito poeta. —Lo dicho asomó como una gran queja en vez de sentirlo como un don del que enorgullecerse—. Por eso aunque besara a Ino, aunque la hiciera mía, aunque la convirtiera en mi esposa, tú estarías presente todo el tiempo en mi mente. Me molesta reconocerlo, pero quiera o no esa es la verdad. —Pescó un pedruzco cualquiera y lo arrojó contra el el arroyo. La fuerza del impacto hizo que dos guijarros del lecho se movieran.
La mirada de su demonio era tan intensa, profunda y honesta que Hinata no pudo evadirla. Sintió, entonces, que si seguía atrapada por sus ojos azabaches su voluntad iba a tambalear. Por eso necesitó direccionar sus pupilas hacia el riachuelo. No quería caer en la trampa del amor doloroso nuevamente. Se limitó a enriquecer el silencio durante un largo rato al no saber cómo reaccionar ante la conmovedora descripción que el guerrero hizo de ella. Por primera vez no se sintió menos que Ino Yamanaka, asimilando, por fin, que cada una tenía virtudes y defectos que las hacían especiales.
Aprovechando que se hizo una pausa, Sasuke se quitó el calzado en primer lugar y los calcetines en segundo. Los dejó a un lado y sumergió sus pies en el torrente a la vez que se sentaba en la ribera, disfrutando al máximo el frescor del agua. Aquello era un placer, pues sus zapatos, como todos los militares, sacrificaban comodidad a cambio de ser aptos para todo terreno. Podían recorrer desde pantanos hasta senderos llenos de aristas sin recibir roturas ni filtraciones. Por el otro lado los zuecos de Hinata, a pesar de ser mucho más confortables, también le causaron desagrados. Éstos estaban hechos para transitar veredas citadinas o llanos caminos rurales y no por los boscosos lugares por los que la llevó Orochimaru. De hecho, más de una vez sintió como sus pies eran lastimados por piedras o ramas que le deformaban la suela.
Así, la dama no tardó en imitar al varón: se desembarazó de su calzado dispuesta a disfrutar también de la agradable corriente. Si volvía a discutir de nuevo, lo menos que podía hacer era tener a sus pies contentos.
—Sasuke... —dijo repentinamente mientras hundía su vista en el diáfano curso de agua—, siempre peleamos por una cosa o por otra porque somos demasiado distintos; nuestras formas de ver la vida difieren tanto que sólo nos causa dolor. A eso añade el cruento pasado que nos trata de separar una y otra vez. Todo está en contra nuestra...
—Nuestros caminos no están destinados a reunirse, ¿es eso lo que me quieres decir otra vez?
—Me temo que así es —dijo con un dolor que no se esmeró en ocultar. Cerró sus párpados un largo momento; luego quiso añadir algo más justo cuando los abría—. Creo que no todos los amores están destinados a triunfar, pero eso no significa que no hayan sido valiosos. Nuestro amor no terminará exitosamente, pero a pesar de ello valió la pena sentirlo. Por lo menos para mí así fue.
Se prolongó una mudez de por lo menos cuatro minutos. Uchiha reflexionaba, aunque los pies femeniles chapoteando distraídamente lo sacaron de concentración momentáneamente. Los susodichos le parecieron finos, bonitos, bien configurados. A decir verdad era la primera vez que se fijaba en ellos, pues en Hinata lo que captaba toda la atención era su bello rostro, sus generosos senos, la estrechez de su cintura o la anchura de sus caderas. Dejó de lado lo que ahora no tenía importancia para soltar en palabras lo que estaba sintiendo.
—Es curioso el corazón humano —comentó mientras tintes de contrariedad azotaban su talante—. Quiero dejarte ir para no dañarte y a la vez quiero tenerte a mi lado porque te necesito. Que se acabe lo nuestro me duele más de lo que imaginaba.
—Yo también tengo un caos en mi interior —dijo llevándose una mano apretada contra la boca, aunque sin tocarla—, pero creo que en el fondo separarnos será lo mejor para los dos.
Como momentánea respuesta le quita su negra mirada, puesto que no desea ver el sufrimiento que le provoca amarlo. Da un suspiro con sabor a impotencia, al tiempo que mira las mariposas que quizás pudieran brindarle un pequeño consuelo a su corazón desolado. Sin embargo, lo que requería no acontenció.
—¿Es tu decisión final? —Se atrevió a preguntar a pesar de temer a la contestación. Sin Hinata a su lado la oscura soledad volvería irremisiblemente.
—Creo que sí. Me hiciste mucho daño, Sasuke, y sé que me lo volverás a hacer.
Por lo visto ya es demasiado tarde para reconciliaciones. Se da otro tiempo para cavilar y, al hacerlo, un suspiro le nace sin que se dé cuenta. Se plantea abandonar la idea de insistir porque no quiere lastimarla más. A Karin nunca le importó causarle daño, con cualquier otra tampoco le importaría, pero para Hinata, pese a su último ataque de venganza, deseaba lo mejor de verdad.
»No, maldición. Todavía no es tarde. Todavía no. La amo lo suficiente como para luchar por ella.
Con un lento movimiento se pone de pie para acercarse más a ella. No hay precipitación en sus pasos, tampoco el constante desafío que solían plasmar sus ojos al creyerse eterno dueño de la verdad. Humildad era algo que jamás iba a tener, pero tal vez su actual disposición sería lo más aproximado a tal virtud.
—Más dolor sentiremos estando separados —sentenció muy convencido a la vez que se sentaba a su lado. Tal acto le dio todavía más fuerza a sus palabras.
Hinata lo mira. La seguridad que emana del guerrero hace que nazcan dudas en ella. ¿Por qué le era tan difícil dejarlo? Víctima de una confusión persistente, se levantó para no ser embrujada por su cercanía. Tenerlo a menos de un metro le causaba cosas que no podía explicarse, una especie de tensión sexual que era capaz de nublarle los pensamientos. Por eso se levantó y empezó a caminar por la orilla del arroyo lentamente, procurando alejarse un trecho.
—No sé, Sasuke. La verdad es que ya no sé qué pensar —dijo al mismo tiempo que detenía sus pasos; tampoco lo miró.
El joven general torció sus labios en el sector izquierdo. Más que por lo oído, le preocupó ver cómo Hinata le rehuía. Para empeorar las cosas no es que sólo se alejara un par de metros, lo hizo una distancia tan considerable que tendrían que alzar sus voces para comunicarse.
La primera heredera de los Hyuga quedó mirando, al fondo del riachuelo, una planta cuyas hojas alargadas se movían, gracias a la corriente, como tentáculos de pulpo. Le fue tan llamativo que incluso se olvidó de Sasuke por muchos segundos.
—¿Y si...? —habló el miliciano, aunque sin completar la pregunta. Esperaría a que Hinata le diera su completa atención.
Ella, asaltada por un interés descollante al que no pudo resistirse, le regaló su mirada a pesar de la llamativa planta cuyo nombre no sabía.
—¿Y si qué? —indagó ella.
—Quiero que...
—¡Ay! —gritó a la vez que daba un respingo mirando hacia su pie izquierdo.
Sasuke, muy preocupado, reaccionó al instante desenfundando un estilete desde el cinturón. En cosa de un segundo, corrió al lado de Hinata dispuesto a matar lo que fuera que la haya mordido. Pronto su desasosiego mutó hacia extrañeza al no ver nada raro, a excepción del vegetal con hojas como tentáculos. Sin embargo, Hinata estaba alejada de esa cosa y no encontró nada más que pudiera considerarse peligroso. Tampoco veía señas de alguna mordida o picadura en su pie. Ansioso, buscó en los ojos blanquinosos alguna explicación a lo acontecido. Como nada llegó, interrogaría.
—¿Te picó algún bicho? —Su arma permaneció en el aire, expectante.
Hinata, inexorablemente, alegró su mirada por la instantánea reacción de Sasuke. Pese a todo él seguía preocupándose de ella. Era su instinto protegerla.
—La verdad es que me pegué en el dedo chiquito del pie contra esa piedra... —Indicó la susodicha mientras una pigmentación colorada se apoderaba de sus mejillas. Y, esperando aminorar la consiguiente recriminación del Uchiha, agregó—. Duele mucho pegarse en el dedo chiquito. En serio.
En un principio la reacción del soldado fue de perplejidad absoluta, pero a medida que pasaban los segundos sus ojos fueron adquiriendo un brillo lustroso, uno que iba anunciando lo que sucedería momentos después. Aunque abocó sus esfuerzos en contener la risa que deseaba largar, no lo logró. Hinata golpeándose el dedo pequeño mientras decidían sus destinos había sido tan absurdo que le fue imposible contener una carcajada.
Ella nunca había escuchado la risa del pelinegro, o por lo menos no una que estuviese fuera de la malevolencia. Supo enseguida que por ser tan escasa le sería inolvidable, además de poseer una exquisita hilaridad.
—No recordaba haberme reído así desde que era un niño —habló cuando la alegría se convirtió en una simple sonrisa. Ésta, empero, no quería desaparecer de su rostro a pesar de que estaba haciendo un esfuerzo por hacerlo. —Eres la primera persona que lo logra.
Ella abrió sus ojos al ser sorprendida por tal dato.
—Me extraña mucho porque la señorita Ino es muy graciosa —lanzó enseguida. Era otra prueba de que la comparación que hizo Sasuke continuaba afectándola aunque no quisiera—. Ella hace bromas a menudo.
Sasuke se tomó el mentón, masajeándolo antes de llegar a una teoría explicativa.
—Seguramente mi exiguo sentido del humor disfruta mucho más de lo absurdo que de lo bromista.
—Puede ser —concordó Hinata, todavía contenta por haberlo visto riéndose y que ella fuese la causante.
El divertido momento se esfumó por fin y la tensión de lo importante volvió a aflorar entre ellos. La mujer quedó mirando los guijarros del arroyo fijamente, recordando que había quedado un tema pendiente.
—¿Qué ibas a decirme?
Sasuke comprendió que, aunque eso le significara quedar expuesto, llegaba la hora de hacerle ver la verdad de sus sentimientos. Le haría saber que la amaba más que a todo en esta maldita vida. Incluso si fuese lo último que hiciera en la vida, iba a demostrarle que eran el uno para el otro.
—Que te necesito de una forma que ni yo mismo puedo entender, Hinata.
Las blancuzcas perlas oculares se movieron hacia la izquierda mientras la zurda le tapaba la boca semiabierta.
—Pero... —atinó a replicar sin completar la oración. Simplemente no sabía qué decir.
—¿Para qué arreglar con palabras lo que se puede arreglar con besos? —Uchiha se le acercó más, pero Hinata retrocedió unos pasos a consecuencia. No quería dejarse engatusar.
—No lo hagas. Esta vez soy yo la que desea alejarse de ti y debes respetarlo.
—Tómalo como un beso de despedida entonces, pero déjame hacerlo.
—Sasuke..., no.
—¿Por qué le tienes tanto miedo a recibir un simple beso?
—No tengo miedo —refutó intentando lucir segura—. Sólo no quiero recibirlo, eso es todo.
Él se vuelve a acercar y esta vez el cuerpo de Hinata no fue capaz de retroceder. Sólo se rascó nerviosamente la parte posterior de su oreja izquierda mientras su boca cerrada comenzaba a secretar saliva.
—Pues cuando me acerco tu ser entero dice que estás mintiendo.
—Está bien —aceptó la verdad que existía en lo recién dicho—. Tengo miedo porque no quiero sufrir más; no quiero caer de nuevo en lo mismo. Alejarme también es difícil para mí. Si me aprecias no trates de hacerme dudar de lo que ya tengo decidido.
—Te aprecio con todo lo que tengo, pero necesito darte un beso por última vez. Tú quieres paz y yo también la quiero, pero la única forma de conseguirla es no tener arrepentimientos después.
—Para ti es sólo un desafío, un juego. Quieres que mi voluntad caiga ante la tuya. Es tu competitividad lo que te mueve a hacer esto, no el amor.
—No es un juego para mí, Hinata, tú significas mucho más para mí que eso —sentenció con ojos relucientes de pura determinación—. Y sí: quiero hacerte perder el control, pero para hacerte ver que nuestro amor es más fuerte que cualquier rencor.
—Eso debiste pensarlo antes. Eso debiste pensarlo cuando me dijiste todas esas crueldades.
—Y me arrepiento de eso —dijo sin dejar de acercarle lentamente el rostro.
—Detente.
—La única forma de detenerme es que me des una bofetada.
—No quiero hacerlo.
—¿Por qué? Por si no te has dado cuenta soy un guerrero, una simple cachetada no significa nada para mí.
—Porque no quiero vengarme.
—Tómalo como un simple castigo entonces. Pégame con toda la fuerza que tengas, así me lo pensaré dos veces antes de explotar contra ti como lo hice anteayer.
Esa oferta sí que le pareció tentadora a Hinata. Aun así la rechazaría.
—No voy a hacer lo que tú quieres.
—Entonces te besaré y no podrás impedirlo.
—No, Sasuke... ¿Por qué haces esto? ¿No respetas mi voluntad?
—Pondré a prueba lo que sientes. Pondré a prueba tu pasión.
—Sasuke, no. Si me besas te voy a morder.
—Muérdeme entonces. Hazme sangrar la boca.
—No quiero eso.
—Entonces dame un bofetón. Sólo eso me detendrá.
—No haré eso.
La boca de Sasuke ya estaba muy cerca de la femenina. Mientras la miraba fijamente, le dio alrededor de un minuto para que se decidiera a pegarle, pero esa izquierda se mantenía quieta en su lugar. Sólo los dedos hacían un movimiento de pedaleo lento. Ya completamente decidido ante su falta reacción, la tomó de la cintura posesivamente con su única mano disponible, estrechándola contra sí. Sus cuerpos quedaron pegados.
Ella respondió poniéndole las manos en su pecho, en un intento débil por separarse.
—No por favor. No hagas algo incorrecto.
—¿Incorrecto? —espetó sus recientes palabras—. En toda mi vida jamás hice algo más correcto que esto —sentenció como repentinamente enloquecido. Sus bocas compartieron la alteración de sus alientos.
Ella da una réplica, pero él ni siquiera la escucha ya. Por una de esas analogías curiosas que suele hacer la mente, Uchiha recordó la incandescente lava que se movía como un ente vivo dentro del volcán. Tuvo la seguridad, entonces, que eso en nada se comparaba al calor ígneo que ahora iba acrecentándose dentro de él. Es algo que lo quema y la única cura que puede apagar esa desesperante sensación tiene nombre y apellido: Hinata Hyuga.
El tenerla tan cerca hace que la adrenalina le fluya a flor de piel, pues que intente rechazarlo la vuelve todavía más tentadora. Le excita la expectativa de romper su prohibición, de demostrarle que la química que producen sus cuerpos es tan grande que se hace imposible de rechazar.
¿Cómo podría dejar a la única mujer que fue capaz de aliviar su sufrimiento? ¿Acaso dejaría marchar a su otra mitad sin pelear por ella? Todo lo sucedido sólo ha servido para recalcarle que la ansía con una fuerza inexplicable, que ha nacido para estar con ella, ¡que la necesita con infernal desesperación!
El hombre mantiene sus labios a un par de centímetros de los de ella, dándole el tiempo de disfrutar o sufrir el intencionado ralentí. La expectativa de besarla hace que su boca se vuelva de agua, sintiendo, a la vez, que su hiel se rompía de deseo.
—Sabes que tú también lo quieres... —jadeó la frase con animalescas ansias.
Hinata, por su parte, no supo si fue algo provocado por la excitación que empezaba a nacer en ella, pero sintió sus labios resecos y deseó que Sasuke la aliviara poniéndole encima la humedad de los suyos. No podía creer la desmedida tensión sexual que se le había creado sólo por la expectativa de ser besada pronto por él. Su instinto amativo estaba haciendo de las suyas, recordándole, también, el placer que experimentó la noche en que perdió su virginidad. Era un murmullo corporal alucinante el que la estaba atosigando.
Los cercanos alientos se vuelven más agitados y anómalos, desnudando en cada respiro las ansias por el otro. La reconciliación tenía que concretarse ahora o no lo haría jamás.
El guerrero, sin poder aguantar más, la besa como si ella fuera evanescente, como si tocar sus labios fuera una ilusión que demasiado poco durará. Su musa hace un nuevo intento por rechazarlo, pero la boca de él ahoga su intención y cambia sus intentos de protesta por la entrega de su lengua uniéndose a la suya. Hyuga termina respondiéndole como si estuviera condenada a seguir la voluntad masculina, como si hubiera una fuerza superior que la conmina a dejarse llevar por sus instintos más básicos antes que por la razón.
Es el primer beso que se dan tras la separación de treinta y tantos días, y Sasuke comprueba, una vez más, que le será imposible olvidarla. No cuando siente un incendio de pasión que se propaga entre sus labios; no cuando siente que Hinata melifica en su boca, que crea un éxtasis similar al que deben experimentar los dioses al saborear la ambrosía. Por eso sigue besándola como si fuera la última vez porque, en efecto, puede ser así. Lame suavemente esos carnosos labios, los succiona con cariño inusitado y emplea una suavidad impropia de una bestia sádica como él.
Entre suspiros una pequeña luz de raciocinio llegó a la joven de luceros blancuzcos. Gracias a esto vuelve a poner una mano en ese fornido pecho, intentando separar la adictiva unión de sus lenguas. La asusta que, de seguir el beso, terminara entregándosele otra vez. La asusta que todo su esfuerzo anterior por terminar la relación sea en vano.
—Sasuke..., no... —susurra contra los labios de aquel que se sentía su dueño.
Él no dará marcha atrás por ese pedido tan carente de fuerza, todo lo contrario: pone su alma en los labios para encenderla, para sublimar su instinto hasta hacerle tocar la cima del descontrol, para hacerle ver que lo que sienten es más fuerte que todo lo que los separa.
Sasuke le está demostrando una vez más que ella también puede dejarse llevar por sus pasiones, sean éstas el enojo o el deseo. Así como fue capaz de compararlo con Naruto por revancha, Hinata también es capaz de dejarse consumir por la excitación que ardía como fuego en su interior. Por eso trata de resucitar a los sentimientos que los unen, escribiendo sobre su dulce boca que ella lo necesita tanto como él.
Cuando la dama quiso tocar el abdomen varonil pasó a toparse con el cabestrillo, cosa que logró despertarla un poco del trance irresistible en el que había caído, así que, mientras colocaba su izquierda en el pecho de él para poner distancia, también se retorció echándose para atrás. Lo poco que le queda de voluntad intenta seguir resistiéndose a la verdad que todavía habitaba en su corazón. Sasuke, empero, la sujetó desde la espalda y otra vez volvió dóciles los labios de su musa, aunque tal cualidad pronto sería reemplazada por pequeños atisbos de rebeldía.
—M-me trataste muy mal, Sasuke... detente por favor —dijo de un modo contradictorio, pues, tras esas palabras, su boca siguió respondiendo los besos que él le encajaba, moviéndose contra sus belfos con fulgor. Era un pedido mentiroso, pues carecía de la fuerza que podía convertirlo en verdad.
Obviamente el Uchiha ni siquiera se plantea la posibilidad de hacerle caso. Si quiere que se detenga, tendrá que hacerlo ella a través de la bofetada que le ha exigido. Tendrá que demostrarle que apartarse es lo que realmente desea. Ese pedido tan débil, tan pusilánime, nunca podría mermar lo ingente de su deseo.
¿Cómo resistirse a ese cuerpo tan femenino, tan bello, tan adictivo, tan divino? Por lo menos desde lo puramente fisiológico, era imposible lograr tal proeza. Puede sentir claramente como aquello que lo hacía hombre va inflamándose, prendiéndose, endureciéndose. Esa mujer hizo que sus hormonas se desbocaran con tan sólo un beso, provocándole el anhelo de estar entre sus piernas por segunda vez.
Hinata pudo sentir claramente como el miembro de él iba creciendo y enseguida se sintió aturdida. Tuvo la total seguridad de que no fue su imaginación lo que le hizo vivir una corriente eléctrica que le removió cada recoveco de su sexo, mismo que, de seguir así, muy pronto se volvería de agua. No deseaba que su voluntad quedara anulada, no deseaba ser como una marioneta ante los caprichos del militar, ¿pero cómo resistirse a quien todavía amaba?
—Detente..., Sasuke... —entre jadeos, gimoteos y suspiros, pretendió dar una airada exigencia y, en cambio, lo entregado fue un desfalleciente hilo de voz.
—Ya sabes cómo detener esto... —le susurró contra sus labios.
Ningún alegato llegó por parte de ella y eso lo enorgullece inmensamente. Ha corrompido su decisión de alejarse, la ha hecho caer en la tentación de la carne, ha reemplazado a la mujer que teme sufrir por la hembra que estaba hambrienta de placer otorgado por él.
Es suya. Aunque Hinata intente evitarlo, es total y completamente suya. Seguro de tal verdad se le dirige al cuello como si fuese un vampiro. Le posa los labios intercalando besos con placenteras mordidas.
Hinata intenta recuperar el raciocinio, pero nada acontece. Nunca pensó que se podía desear tanto a un hombre como ella a Sasuke. ¿Cómo podía negársele si su propia mano estaba tomándolo desde sus negros cabellos para que la siguiera devorando? Además, ¿en qué momento hizo eso tan siquiera? Su ser córporeo se había separado radicalmente del espiritual. Sus pezones estaban turgentes ya; su cuello se había movido por sí solo a fin de darle más espacio a sus besos y mordiscos, y cada jadeo enviaba el inequívoco mensaje de que lo necesitaba por dentro ya mismo.
Sin embargo, ¿valía la pena vivir momentáneo placer si después volvía a recibir sufrimiento?
—Sasuke... No quiero seguir con esto... —Se remueve entre su brazo para romper las cadenas de su sensual yugo, para recuperar la libertad que le estaba siendo arrebatada.
—Tú también lo deseas. Lo sabes... —Sus palabras, unidas a la calidez de su aliento, le acariciaron el oído de una manera que la hizo estremecerse y exhalar otro jadeo más.
—Pero...
—Cállate y bésame otra vez. —Sin necesidad de gritarle pero empleando su voz más imperante, intenta silenciar de raíz su empeño de rebelión—. Si es la última vez que así sea, pero hazlo —exigió mirándola profundamente. La emoción era mucho más que fúlgida.
Como si la palabra «última vez» se tratara de un hechizo, dejó atrás todos sus resquemores por fin. Ella también necesitaba despedirse, también precisaba saborear a su primer amor como postrera culminación de todo lo que habían vivido juntos. Decidida a sentir en vez de pensar y a amar en vez de temer, mueve sus labios sobre los suyos con urgencia animal, como si fuese a morir y Sasuke fuera su única salvación.
A él le sorprende la vehemencia del reanudado beso. Hinata le demuestra apetencia, excitación, una fogosidad pecadora e impropia del recato que la sociedad de sus tiempos exigía a una mujer. Adora lo apasionada que es a pesar del muro impuesto por su timidez y, por ello, le responde con todo lo que es capaz de dar. La lame, la muerde, la come, la engulle.
La beldad gime inexorablemente contra su boca, dejándose hacer como si fuera una muñeca que espera ser tratada como una diosa. Ambos violan sus bocas sin reconcomios, saboreándose, mordisqueándose. Un sonoro gemido de satisfacción prorrumpió en el ambiente, extendiéndose y alargándose más allá de lo imaginable. Sólo varios segundos después es capaz de darse cuenta de que gimió porque su mano, como si tuviese vida propia, había agarrado la erecta virilidad de su amado.
¿Qué rayos le estaba pasando? Era como si otra mujer estuviera tomando posesión de su ser. Fuera como fuera, las maravillosas sensaciones, amplificadas por el sabor de lo prohibido, causaron una efervescencia inexplicable en las células de su piel, comprometiéndola con la ingente excitación que latía en su matriz y que descendía por todo su sexo como un verdadero enjambre eléctrico. Cada fibra íntima, cada célula, cada recoveco que compone el misterio fabuloso de su placer, se removía escandalosamente.
¿Qué más podía hacer? Cuando uno se enamora por primera vez, cuando no se trata sólo de un breve amorío sino de algo que se metió en el alma hasta el grado de crearte una necesidad desmedida, un hambre insaciable e incluso una dependencia peligrosa, cuando se descubre junto a ese individuo especial lo que significa el amor y la sexualidad, cuando el otro encarna el sinfín de emociones fuertes que estabas deseando experimentar en tu mente soñadora y en tu cuerpo pleno de hormonas danzantes, era muy difícil dejar atrás tal sentir. Muy difícil.
Y precisamente eso es lo que está sucediendo con Sasuke y Hinata: estar juntos les hacía daño, pero, a su vez, separarse les provocaba aún más daño. Sin embargo, su turbulenta relación les ha pasado factura a los dos; una tan grande que es difícil de solventar. ¿Podrían superar aquello?
Impulsado por la nebulosa ardiente en que se había convertido su testosterona, Sasuke le aprieta una nalga y empuja el cuerpo de ella contra el suyo para que sienta aún más la dura y enorme erección que le había causado. El jadeo de ansias que oyó a consecuencia lo prendió todavía más. No quería hacerle daño, pero necesita, en serio que lo necesita, apretarle el trasero hasta dejarle marcados los dedos. Se aguanta las ganas momentáneamente, pero sabe que tarde o temprano lo hará.
De estampida, unos leves atisbos de conciencia le susurran que su musa es una víctima del deseo irreflexivo. Hubiese preferido que antes le dijera «te amo», que le admitiera a las claras que también se moría por estar con él. Necesitaba a la Hinata plenamente consciente de sus actos y no a la hembra que estaba guiándose únicamente por sus instintos, pero, aun así, ya no podía dar marcha atrás. Mucho menos comportarse como un caballero porque no lo era. La haría suya aunque después del acto se arrepintiera, aunque después le dijese de nuevo que no deseaba seguir a su lado.
Justo cuando empezaría a desvestirla, una abeja, quizás pensando que esas bocas producían un néctar mucho mejor que el de las flores, se les acercó tanto que Hinata no pudo hacerla pasar por desapercibida. El zumbido resonaba casi en su oído. Reaccionando asustada, separó sus labios del varón y tres segundos después hizo lo mismo con su cuerpo.
—Cuidado, Sasuke. —Todavía jadeando, advirtió como si él no se hubiese percatado del pequeño productor de miel. Trató de hacer un ademán para espantarlo, pero el guerrero le congeló la mano al tomársela con firmeza.
—No te muevas, nada te hará si no la molestas —le dijo con la calma propia de un guerrero. O, en este caso, la de un apicultor.
—Es que me da un poco de miedo —dijo mientras hacía otro esfuerzo para recuperar el aliento que la calentura le había robado dramáticamente—. Muchos años atrás una picó a mi institutriz, doña Kurenai, y estuvo mal por días. Tuvo fiebre y se le inflamó el brazo de una manera que cuesta imaginar. Me da temor que yo pueda ser alérgica también.
Él la abrazó con una ternura que no dudó en sobrepasar a la excitación.
—Nada te hará, confía en mí. —Se movió de tal forma que le dio su espalda a la abeja. Ésta, unos segundos después, emprendió vuelo hacia alguna flor que no le tuviera tanto sobresalto como la de ojos albinos.
Gracias a la intervención del inoportuno insecto, la excitación de la fémina logró mermar algunas escalas. No obstante, temió que la cercanía masculina volviese a nublarle el juicio y, por ello, rompió el abrazo antes de caer en la colosal tentación que él le significaba.
—No importa cuánto trates de evitarlo —dijo al verla alejándose unos pasos—, me acabas de demostrar que tu pasión es más fuerte que tu rencor —sentenció victorioso. Con el fin de descontrolarla pensó en arrojarse a sus labios y presionarle su miembro contra el vientre otra vez, mas quería ver cómo Hinata admitía la innegable verdad que le había arrojado.
La de ojos perlados no sabe qué expresión refleja su cara en este momento, pero tampoco quiere verla. Tiene la total seguridad de que el sabor de la derrota está deslizándose por sus facciones. Era ella la que debía separarse apenas el contactó su boca, era ella la que debía mantener pleno control de sus acciones, pero el amor que aún sentía por él la hizo reaccionar como si fuera una adolescente impulsiva. Tuvo mucha rabia contra sí misma, pero enseguida aunó fuerzas para buscar una manera de transformar la derrota en una victoria. Por suerte para ella, obtuvo lo que deseaba mucho más pronto de lo que supuso en un primer momento.
—La pasión no es lo único que sustenta el amor, Sasuke, también está el respeto y el cuidado al otro. —Magnificó su molestia agravando lo más que podía su suave voz—. Acabas de faltarme el respeto al no obedecer mi voluntad. Esa es otra prueba de que esta relación va directo al precipicio.
Acto seguido, los ojos brunos perdieron la brillantez que estaban sosteniendo.
—Si de verdad sientes eso entonces abofetéame en vez de besarme. Si no lo haces buscaré tu boca otra vez. Demuéstrame que no quieres estar conmigo —exigió elevando su voz—. Sólo así podré aceptar tu decisión de terminar esto.
—Está bien, si tanto deseas que te abofetee lo haré.
Hinata, dispuesta a cumplir lo recién dicho, avanzó de vuelta los pasos que antes la alejaron de él. Su única mano disponible actualmente, la zurda, se levanta y se abre con los dedos bien extendidos, preparándose a impactar contra la mejilla del soldado. Ambos se miran fijamente mientras la palma se mantiene en el aire. Tras un montón de segundos trata de chocarla contra su destino, pero le es imposible moverla. Y entonces Sasuke entiende claramente la diferencia que hay entre él y ella: Hinata haría hasta lo imposible por no dañarlo; él, en cambio, no era capaz de retribuir con lo mismo.
Entre emocionado e iracundo, toma la mano de ella y él mismo la impulsa para que se estrelle contra su mejilla con gran fuerza. La cachetada restalló como un potente latigazo y, a consecuencia, los caballos les dirigieron sus miradas recordando lo que les sucedía a sus lomos de tanto en tanto cuando debían tirar un carruaje.
En primer lugar Hinata miró al varón muy sorprendida y luego contempló su palma tal como si hubiese cometido un grave pecado.
—La próxima vez que me comporte como un cretino no dudes en darme una bofetada para hacerme reaccionar. A veces necesitamos un golpe para darnos cuenta de que cometemos un error. Y más yo que soy tan terco.
—Y-yo no podría hacer eso.
—Hazlo. Te hará bien a ti y me hará bien a mí.
Ella cerró los ojos un largo momento.
—De todos modos no habrá una próxima vez, Sasuke —dijo mientras los abría de nuevo, intentando lucir gran aplomo.
—Si eso es lo que realmente quieres lo aceptaré, pero te lo preguntaré por última vez: ¿estás segura de que deseas acabar con lo nuestro?
Minuto de silencio en que diferentes órganos del cuerpo femenil perdieron la armonía de trabajar como un sistema organizado. Sus pulmones empezaron a fallar, puesto que le faltaba el aire. Su corazón imprimió un ritmo acelerado, pues lo sentía golpeando su pecho fuertemente. Sus orbes, por el otro lado, perdían vitalidad a velocidad vertiginosa. Y, como si todo lo anterior fuera poco, sintió la cabeza afiebrada mientras sus manos y pies se sentían tan helados como bloques de hielo.
—¿Crees que existe un futuro para nosotros después de todo lo que hemos pasado? —cuestionó ella.
—Sí, lo creo.
—Yo no lo creo, Sasuke...
Él la vio refregarse el ojo izquierdo. Luego hizo lo mismo con el derecho y remató el acto parpadeando repetidas veces. ¿Estaría aguantando las lágrimas?
—Pecaré de insistente, pero sigo viendo dudas en ti.
Su rostro se inclina hacia el de ella. El movimiento hace que sus frentes se toquen y que sus ojos se entrelacen. Un gran brillo asalta a los que son negros y la fémina constata una emoción tan grande en él, una tan honesta, que la deja perpleja. Es ahora, y no con los besos, cuando ella siente que el guerrero le está mostrando su alma; un alma que le grita que la ama, que esto no es un capricho, que si le da una oportunidad él le dedicaría su vida entera. Sin embargo, Hinata no puede ceder. Por amor propio no puede hacerlo.
¡No puede!
—Estoy segura de que deseo terminar.
Uchiha percibió lo que hoy en día se llama un soplo al corazón, es decir, un flujo sanguíneo turbulento y desigual a través de las válvulas cardíacas que, si alguien auscultara con estetoscopio justo en ese momento, lo escucharía como un soplo o un ruido silbante. La respuesta de la chica que amaba le produjo tanto dolor que había alterado la circulación normal de la sangre.
Hinata pudo notar tristeza en el semblante de Sasuke, misma que, a su vez, infundió igual sentir en ella. ¿De verdad estaba haciendo lo mejor para ambos?
Uchiha, dispuesto a cumplir la voluntad de la dama, aunó fuerzas a pesar de la debilidad de espíritu que estaba padeciendo. Era un soldado después de todo, por lo que, desdeñando el amargor, endureció sus facciones para dar su respuesta.
—Bien, que así sea entonces. —Dicho esto le dio la espalda y se dirigió lentamente hacia el morral con sus cosas, preparándolo.
Hinata sintió que se le cerraba la garganta, obligándose a tragar saliva a fin de reabrirla. No necesitaba preguntar lo que el pelinegro se proponía, pero igualmente se le acercó para hacerlo.
—¿Te irás solo, verdad? —inquirió a sus espaldas.
—Ya nada más tengo que hacer aquí.
«Y pasar un mes contigo sin besarte ni tocarte sería una maldita tortura»
—Deberías recuperarte del brazo primero. Lo tienes lastimado todavía.
—Prefiero decirte adiós de una vez. —Para enfatizar lo dicho llamó a su caballo con un característico silbido. Shakma, tan bien entrenado como estaba, no dudó en obedecer la orden—. Tú regresa junto a Ino —complementó dándole la espalda todavía—, ella te cuidará muy bien.
Los dedos de Hinata apretujaron los bordes de su ya desgastado y descolorido vestido, dando un suspiro acongojado poco después. No tenía sentido tratar de detenerlo cuando ella misma era la causante de su marcha. Debió anticipar que él reaccionaría así, pero, incluso haciéndolo, ya no había vuelta atrás de todos modos. Era la separación definitiva y sólo quedaba aferrarse a la resignación. De golpe y porrazo sintió todos los nervios de su espalda anundándose y retorciéndose. La tensión se le manifestó con tanta fuerza que incluso necesitó encorvarse y enderezarse un trío de veces, aunque hacerlo no le sirvió para conseguir un mínimo alivio.
Atribulada, decidió carraspear para que el soldado se volteara, pero no reaccionó. Entonces le tocó el hombro suavemente mientras le pedía que le diera la cara, que necesitaba decirle algo mirándolo de frente. En un principio él quiso negarse, empero, esa voz tan dócil y temblorosa le convenció de hacer lo contrario.
—A pesar de que no sigamos juntos te guardaré como un recuerdo muy valioso, Sasuke. —Inició la luctuosa despedida treinta segundos después de que él se girase—. La pasión que me hiciste sentir, el dolor que me marcó, lo bueno y lo malo, el entrenamiento que me diste, pero, sobre todas las cosas, creo que lo más importante es que aprendí a ser más fuerte gracias a ti. —Tragó saliva a la vez que sentía tremendas ganas de llorar—. Sé que todo lo que diga será inútil para consolarte, sé que ahora me volverás a odiar por no querer volver contigo, pero quería que lo supieras...
Un alud de recuerdos junto a ella acudieron para martirizar al pelinegro, remembranzas que provocaron un nuevo soplo en su órgano vital. Necesitó darse un golpe en el pecho en un intento de restaurar el ritmo cardíaco normal. ¿Quizá su infarto le había dejado alguna secuela? Lo único que le faltaba es que su corazón estuviera enfermándose, pero lo descartó de plano. ¿Acaso un enfermo podría ascender un volcán y acabar con guerreros de alta gama...? No. Lo único que pasaba es que el dolor de perder a su otra mitad estaba incrementándose de tal modo que estaba pagando las consecuencias físicamente. Esa era la única verdad.
—¿Estás bien? —cuestionó ella, preocupada al verlo dándose un golpe. Además una palidez extraña se le notaba en la cara.
—Yo tampoco te voy a olvidar, Hinata —contestó catorce segundos después, en cuanto sintió su pecho en renovada normalidad—. A pesar de que esto termine mal nunca lo haré. —Inhaló profundamente, como si lo dicho le hubiera supuesto un esfuerzo que le robó todo el aire que había en sus pulmones—. Entiendo que soy alguien demasiado oscuro para ti y que te he causado tanto daño que ya no es posible resarcirlo. ¿Cómo podrías convivir con alguien como yo? Ni siquiera yo puedo convivir conmigo mismo.
Hinata, como sincronizándose con el militar, sintió una opresión enorme en su tórax. ¿Era una mala señal, verdad? ¿Acaso una advertencia de que se estaba equivocando al terminar con él? Tuvo ganas de tener más tiempo para reflexionar, iba a pedirle unos cuantos días para pensar mejor las cosas y poner orden a la confusión que devoraba su mente entera. La sola idea de verlo partir la estaba dañando a escalas que no supo predecir, mas la bipolaridad de ese hombre tampoco le daba ninguna garantía de felicidad.
«Yo aún te amo, Sasuke» fue lo que estuvo a punto de decir, pero se retractó al último segundo. A cambio, soltaría lo siguiente:
—Y si yo te dijera...
—¿Decirme qué? —preguntó mientras un ojo se le abría más que el otro.
«Que te amo y que te odio. Que no te vayas y que sí lo hagas. Que si te vas te extrañaré como una loca y que si te quedas no querré saber de ti. Que sin ti me sentiré morir en vida y que contigo mi vida será sufrimiento otra vez. Que quiero odiarte, pero te sigo amando. Que deseo pegarte mil bofetadas y al mismo tiempo darte mil besos. Que quiero olvidarte, pero sigues apareciendo en mi mente a cada instante. Que mi cerebro quiere matar el amor que siento por ti y mi corazón, en cambio, quiere reanudarlo...»
Tantas contradicciones arremolinándose en su interior la volvieron más caridoliente. Y su mente podría haber seguido esbozando muchas frases de ese tipo con una facilidad pasmosa. El amor era así: una fuente de inspiración tanto para la ensoñación como para el sufrimiento. Y fue precisamente este último el que motivó otro pensamiento similar en ella.
«Qué difícil es decir adiós cuando, a pesar del dolor recibido, se ama tanto al otro. Qué difícil es...»
Sasuke no tenía el don de leer la mente, así que, ajeno a los debates internos de su musa, volvió a enfocarse en preparar sus cosas al no recibir una réplica por incontables segundos. Se colocó el talabarte y envainó sus dos espadas allí.
—Y si yo te dijera —continuó ella por fin— que necesitamos darnos un tiempo, que quizás después de la guerra... —no completó la frase por considerar que el resto de ella era demasiado evidente y que ya le temblaba demasiado la voz.
—En ese caso te diría que la guerra será más complicada de lo que pensaba, que quizás no vuelva con vida de ella, que en una guerra se vive el ahora o nunca porque después puede ser demasiado tarde.
—Entiendo...
Al vislumbrar claras sombras de duda en el semblante de Hinata, Sasuke no lo pensó dos veces antes de lanzar una afirmación que tal vez podría salvar lo que estaba rompiéndose irremediablemente.
—Hemos superado tantas cosas... —Suavizando su semblante hosco, le colocó la diestra en el costado del antebrazo—, rendirnos ahora sería igual que nadar un océano y terminar ahogándonos en la orilla. Ningún sentido tiene concluir lo nuestro justo ahora.
Hinata siente que de un momento a otro el corazón que antes sentía latiendo en su garganta terminaría saliendo por su boca. Tuvo que darse un largo tiempo para moderar el maremágnum de emociones.
—Las heridas que me has hecho sangran rencor y decepción. —Bajó su cabeza, muy apenada—. Aunque quisiera intentarlo una vez más tengo mucho miedo de recibir más daño. —Se le quebró la voz, pero los ojos, húmedos ya, no rehuyeron a la negruzca mirada—. Por eso...
—... es mejor que no estemos juntos —completó la frase, adivinándola certeramente—. Quieres castigarme por el daño que te hice. Lo entiendo perfectamente.
—Créeme que no quiero devolverte el daño —negó con su cabeza efusivamente mientras su izquierda se afirmaba sobre su regazo—, mas no sé a qué atenerme contigo. Si vuelvo a cometer un error me harás un daño terrible. Ahora puedes ser el Sasuke sereno, pero eso mañana o incluso en unas horas puede cambiar.
—El problema es que me terminaste cuando más te necesitaba, pero durante el viaje en Jiren te traté con el afecto que te merecías. Al menos reconóceme eso. —Esperó por una respuesta, a lo que ella asintió enseguida; no le fue necesario desperdiciar segundos pensando—. ¿Lo ves? Mientras no me traiciones, puedo intentar ser ese Sasuke por siempre. Por lo menos contigo.
Hinata negó con su cabeza, aunque sin mucha convicción.
—Es que también me da mucho miedo terminar amándote incondicionalmente. Me da mucho miedo porque no es sano. No es sano amar a alguien a pesar de lo que te haga.
—Pues yo también tengo miedo de amarte incondicionalmente y de que me hagas daño otra vez. —La yema del pulgar se frotó contra la del índice a la vez que daba un suspiro hondo—. A final de cuentas tú te has convertido en mi debilidad.
—Esa debilidad no ha sido suficiente como para que puedas vencer a tu odio —puntualizó con tristeza.
—Y ahora menos lo derrotaré.
—¿Por qué dices eso? —preguntó mientras por su cabeza desfilaban posibilidades a una abrumadora rapidez.
—Porque mientras más trabas pones a lo nuestro, más odio siento...
Hinata lo miró fijamente para luego bajar su cabeza, escondiendo el gran pesar que brincó a su rostro. Había tratado de que el amor se impusiera sobre el aborrecible pasado, ambos lo intentaron, pero a final de cuentas un rotundo fracaso fue lo que obtuvieron.
«¿El odio y el rencor son más fuertes que el amor?» fue el cuestionamiento que le arribó. «Sí, lo son», le llegó la desalentadora respuesta.
Justo cuando se convencía de aquella premisa esbozada por su mente, vio como la diestra de Sasuke se acercaba a su mentón para alzarle la mirada. Sus luceros de contrario color se enlazaron como antaño.
—Más odio siento —continuó la frase anterior, dispuesta a completarla—, pero no contra ti sino contra mí. Me odio por haberte hecho un daño que no te merecías.
Hinata despegó un poco sus labios, sorprendida completamente por el vuelco brutal que habían dado sus pensamientos. Su corazón fue acelerándose al punto que cada respiro se encargó de hendir el aire circundante, mientras en su ser se estacionaba una mezcla de estímulos positivos y negativos que se desataron como un ciclón. Si algo no se le podía negar a Sasuke era su capacidad de crearle emociones de todo tipo, mismas que se expandían como un enjambre a través de sus células.
Aprovechando el empujón de sinceridad, el ímpetu de Sasuke aleteó para ganar aún más vuelo. Esta vez no recurriría a los besos para despertar al instinto amativo. No. En esta ocasión intentaría tocar lo más profundo de su alma. Aquello era mucho más difícil que lo anterior, pero, sin dudarlo, entrelaza su mano con la de ella y, empleando únicamente sus ojos, trata de expresarle que la necesitaba a su lado para siempre, que si seguían juntos dejaría su oscuridad atrás, que estaba arrepentido de haberla hecho sufrir, que cada día se esforzaría por hacerla feliz.
No esperaba que Hinata entendiera todo eso sólo leyéndole la mirada. Tal cosa era imposible. Lo que sí esperaba con todas sus ansias era que su musa viera la tremenda emoción escrita en sus ojos. Que no analizara para entender, sino que pusiera su corazón para sentir.
Y ella, precisamente gracias a su grandiosa empatía, sintió lo que en esencia Sasuke intentaba decirle: salvemos nuestro amor. Intentémoslo por última vez.
El miliciano, demasiado emocionado como para esperar una contestación, haría algo que ni en cien vidas pensó realizar.
—Hinata, cierra los ojos.
A ella le sorprendió el pedido. Que recordase, Uchiha nunca le había solicitado algo así.
—¿Cerrarlos por qué?
—¿Confías en mí?
Sin despegar su mirada albina de la negra, Hinata dio su respuesta sin demora.
—A pesar de todo confío en ti.
—Entonces hazme caso y cierra los ojos. Prométeme que no los abrirás hasta que yo te lo indique.
La confusión se apoderó de ella, expresándose vívidamente en sus facciones.
—No entiendo el por qué, pero lo haré. Te prometo que no los abriré.
Hinata hizo caso mientras un incipiente nerviosismo se le acrecentaba. Recordando que tenía una lesión en el bíceps derecho, envió a su zurda a tantearse suavemente la venda. Por debajo de ésta pudo sentir la pasta medicinal que Ino le puso y que le había servido para mermar las punzadas que le venían de cuando en cuando. Luego se acarició el codo mientras una multitud de conjeturas poseían su mente.
¿Uchiha quería darle un regalo de despedida? ¿O trataría de marcharse sin que ella lo viera?
La última idea la asustó al punto que quiso abrir los párpados, pero resistió la tentación. Había dado su palabra y debía honrarla. Dejó de pensar en lo que estaba sintiendo y se concentró en lo que la rodeaba. La música del arroyo apaciguó parcialmente sus nervios, mas no era eso lo que deseaba escuchar. Pasos de Sasuke era lo que buscaban sus oídos, empero, nada obtuvo. O él no se había movido de su sitio o era extremadamente sigiloso.
—Me tienes nerviosa, Sasuke. ¿Qué vas a hacer?
—Ya lo verás.
La voz varonil seguía enfrente suyo, confirmándole que el militar seguía a su lado. Sin embargo, el misterio de qué estaba preparando la estaba comiendo viva.
El último Uchiha, entretanto, recordaba momentos con Hinata que lo habían marcado profundamente. La primera vez que la vio en esa tienda de esclavas, sucia y temerosa. El tremendo odio que le vio cuando asesinó a Neji. La superación de ese mismo odio cuando le perdonó la vida en vez de acuchillarlo. El primer entrenamiento también acudió, la sonrisa más linda que le vio, la primera vez que le tomó la mano, el momento en que le dijo que veía bondad en su interior, la despedida en Jiren cuando atacaron los veinte soldados de élite, la primera y única vez que habían hecho el amor...
Las impresionantes memorias forjadas, siendo éstas tristes o alegres, le ayudaron a reafirmar lo que estaba a punto de hacer. Aplicaría el consejo que le dio Ino, aunque, para alguien tan orgulloso como él, sería una de las cosas más difíciles que había hecho en su vida. Sin embargo, no iba a darle espacio a ninguna duda. La siguiente acción la ejecutará porque Hinata se lo merece más que nadie en todo el mundo; porque sin ella su existencia se sentiría tan vacía como la de una abeja sin néctar; porque lo convirtió en un adicto a su ser; porque a su lado se sentía como un quinceañero idealista que ansiaba convertir a su primer amor en eternidad.
Después de todo, eso es lo que la inmensa mayoría quiere: vivir un amor tan apasionante que los haga soñar que nada es imposible, uno que les dé el valor de hacer locuras, uno en que la entrega sea tan desmedida como recíproca, el mantener un apoyo mutuo constante, el formar un equipo irrompible, el darse una inspiración que los motive a realizarse y fortalecerse juntos. Un amor capaz de de satisfacer la necesidad humana de cuidar y de ser cuidado, de enloquecer de felicidad y de pasión, un amor capaz de dar la vida por el otro porque se tiene la certeza de que esa persona también la daría por uno. Obtener un amor así era muy difícil, casi una proeza digna de fábula, una idealización fantasiosa; algo arduo de obtener y aún más complicado de sostener. Encontrar un amor así era como hallar el tesoro de un pirata escondido en un archipiélago de cientos de islas. O, diciéndolo de una manera más moderna, disfrutar de un amor perpetuo equivalía a ganarse la lotería. Sí, porque en un mundo tan grande se necesitaba de mucha suerte para hallar a esa persona especial con la que deseas pasar el resto de tus días. Y él, a pesar de no merecerlo, había encontrado todo eso en la preciosa mujer que tenía enfrente.
Sin embargo, todo lo anterior podía sonar muy bello, pero era sólo el primer paso. El amor que va más allá del enamoramiento requería compromiso, paciencia, sabiduría, complicidad, lealtad, responsabilidad. El verdadero amor no sólo se encontraba, también se construía.
Sasuke quizás sólo tuviera una o dos de todas esas cualidades, pero estaba dispuesto a luchar por conseguir las otras. Lo haría porque la amaba como jamás podría hacerlo con nadie. Ella era su luz, su musa, su máxima inspiración. Por ella sentía un amor de película, diría alguien de la actualidad. Él había conseguido su amor de película y no lo dejaría escapar. Por lo menos no sin luchar una vez más.
—Puedes abrir los ojos.
Ella, hecha un manojo de apretados nervios en su espalda y otro manojo similar en su vientre, abre sus ojos esperando verlo delante suyo. Grande fue su expresión de sorpresa al no divisarlo, aunque tres segundos después se percató de algo que la dejó más atónita que lo anterior: Sasuke Uchiha estaba con una rodilla en el piso, luciendo un semblante muy diferente al desafiante y soberbio que solía tener impregnado.
—Haré lo siguiente porque pienso que si somos capaces de superar esto, entonces superaremos cualquier adversidad que se nos ponga por delante. Creo firmemente en eso.
—¿Ha-hacer qué? —tartamudeó al sentir un subidón de ansiedad.
Sasuke cerró los párpados a la vez que daba un sentido respiro. Cosa rara en él, necesitó carraspear para aclarar su voz. Sólo cuando estuvo totalmente seguro que su corazón hablaría por él sin nervios presentes, abrió sus brillantes perlas negras.
—Por primera vez dejaré mi orgullo de lado y, precisamente por eso, quiero pedirte perdón por lo que pasó. Reconozco que me excedí y que tienes todo el derecho del mundo a rechazar mi nueva propuesta, pero, aunque lo hagas, esta vez quiero hacerla como corresponde para no tener arrepentimientos después. Antes lo dije como si fuese cualquier cosa, pero tú me hiciste ver cuán significativo es esto.
Hinata llevó una mano a su boca mientras sentía que de un momento a otro caería desmayada.
—Estoy de rodillas —continuó mucho más emocionado de lo que había imaginado antes—, totalmente entregado a tu voluntad, porque quiero pedirte que tú seas la mujer del resto de mis días, hacerte feliz, formar una familia con muchos hijos, amarte y respetarte en la felicidad y en la tristeza, en la adversidad y en la prosperidad, en la salud y en la enfermedad, y todo eso que se dice en el ritual del matrimonio. Quiero estar contigo hasta que la muerte nos separe porque te sigo amando demasiado... ¿Quieres casarte conmigo, Hinata Hyuga?
Continuará.
Bien chicas y chicos, yo ya tengo decidido lo que pasará, pero esta vez les preguntaré qué desean ya que me han llegado comentarios muy dispares, unas quieren verlos juntos y otras quieren verlos separados, que Sasuke se quede con Ino e incluso una lectora me dijo que quería ver a Hinata muriendo, por lo tanto me gustaría mucho saber sus opiniones: ¿Estarán mejor separados que juntos? ¿Quieren que Hinata acepte o rechace? ¿Quieren que se vengue? ¿Quieren que triunfe el sasuhina o hay que darle una lección a Sasuke quedándose solo?
De antemano muchas gracias por sus respuestas y comentarios, créanme que los tengo muy en cuenta siempre. Por último les reitero de todo corazón una muy feliz navidad y un próspero año nuevo para todos ustedes ^^
