"Ella quitaría al mundo de mis hombros,
Si me costara moverme
Ella transformaría la lluvia en un arcoíris,
En cuanto yo viviera en la tristeza.
¿Por qué, entonces, si es tan perfecta
aún deseo que seas tú?
Perfecto, no quiere decir que funcione,
¿así que puedo hacer?
Cuando estas fuera de mi vista,
Pero en mi mente…
Porque a veces la miro a los ojos,
Y allí encuentro un atisbo de nosotros
Y trato de enamorarme de su tacto,
Pero pienso en cómo era antes.
Dije que estoy bien
Y que lo superaré.
Tan solo estoy así,
pasando el tiempo en sus brazos,
Deseando hallar
un atisbo de nosotros." (1)
• ── ◦ ◦ ── •
Con el viento en contra, Harry pensaba en muchas cosas.
La varita armada en su mano derecha, el corazón que no dejaba de estrujarse por cada nube que atravesaban, Hagrid al costado, que trataba de manejar la moto lo mejor que podía y, sobre todo, el miedo que comenzaba a formarse en su estómago.
Vio varias maldiciones asesinas esa noche. No sabía cómo se sentía respecto a que Hedwig acababa de recibir una de esas y que, con ella, se llevó toda la inocencia que le quedaba. Desarmó a un par de mortifagos e hizo caer a otros, pero Harry se enfocó en proteger el vehículo en el cual viajaban.
No dejaba de pensar en el resto de los miembros que ahora sacrificaban sus vidas en un afán de protegerlo. No dejaba de pensar en que temía que alguno de ellos muriera por su culpa. No dejaba de pensar en cuanto deseaba llegar a La Madriguera y fundirse en las sábanas.
No obstante, de una sacudida, Harry sintió como el auto recibió el impacto de un hechizo y caía a toda velocidad al suelo. Cuando abrió los ojos, vio a Hagrid tendido a su costado, con una expresión de dolor en el rostro, pero vivo.
—¡Por Merlín! ¡Se estrellaron, Ted!
• ── ◦ ◦ ── •
—La verdad es que nunca imaginé recibir un poco de amabilidad por parte tuya, Malfoy.
Draco puso los ojos en blanco y terminó de curar la oreja de Fred, dejándole una cicatriz que lucía como una verdadera marca de batalla. Se guardó de vuelta la varita y volteó con los brazos cruzados hacia George.
—Pues te queda bastante bien, Fred —declaró George, que se hizo a un lado—. A lo mejor también debería rebanarme la oreja para que sigamos viéndonos iguales.
Fred asintió completamente convencido ante las palabras de su gemelo y miró a Draco.
—Malfoy, estoy seguro de que tú sabes cómo rebanar orejas, ¿cierto?
—¡Fred! ¡Por Merlín! —exclamó la señora Weasley, que le apretó un hombro a Draco—. No los escuches, querido.
Draco rodó los ojos y bufó—A mí no me metan en sus estupideces.
Los gemelos rieron ante la cara de molestia de Draco, pero pronto se acabaron las risas al ver como aparecía Hermione de la nada. La chica, tras recibir la pregunta que comprobaba su identidad, corrió a la escena y le dio un beso a la señora Weasley justo antes de ser encarada por Draco.
—¿Y Potter?
Hermione se encogió de hombros con visible preocupación, pero volvió a sentir la ligereza del ambiente al escuchar una broma de los gemelos. Draco, en cambio, rebuscó en los bolsillos del pantalón y justo antes de sacar un cigarro, escuchó el sonido de un chasquido.
Y luego ese inconfundible olor.
Rompió el protocolo sin importarle nada y Draco salió hecho una furia al jardín, mientras era seguido por el resto de las personas dentro. Al ver a Harry parado junto a Tonks y el traslador, Draco sonrió.
Los chicos se miraron, sintió la conexión de manada estrecharse y con ello el cómo los latidos de sus corazones se sincronizaban.
Quería correr y abrazarlo, y darle todos los besos que no le había dado hace semanas y que era obvio que ambos estaban sedientos de compartir; pero se contuvo al recordar que no se encontraban solos.
—Potter.
Harry sonrió y ladeó la cabeza—. ¿No vas a preguntarme si soy el de verdad?
Draco metió las manos en los bolsillos (porque no sabía qué hacer con ellas) y caminó con fingida tranquilidad hacia Potter.
—Solo tú apestas de esta forma.
Tonks puso los ojos en blanco y se separó de los chicos antes de que a la derecha aparecieran el resto de la orden que faltaba. Al llegar Lupin, la mujer, luego de comprobar la identidad, le dio un beso del cual Draco sintió envidia al no poder imitarlo.
Terminó parado justo al frente y se inclinó hacia su oído, con una sonrisa socarrona.
—¿Te gustó mi carta?
—Fue una absoluta mierda, pero el regalo no estuvo mal.
Soltó una risita y sacó la mano derecha, la cual posó sobre el hombro de Harry.
—Bah, y yo que pensaba que estabas demasiado estupefacto por esta y por eso mismo no me habías contestado.
Harry se mordió el labio y Draco se separó, no porque quisiera, sino porque Ron lo hizo a un lado para abrazar a su amigo. Hermione le dedicó a Draco una mirada de disculpa antes de hacer lo mismo.
Los gemelos desviaron la mirada y analizaron la situación de lejos, justo antes de que Ginny los apartara y también se uniera al abrazo grupal.
—Hermano, te juro que es rarísimo ver a Malfoy en esta escena.
—Cierto, llega a ser un poco chistoso.
—Les juro que si no se callan, les rebanaré las dos orejas a ambos —gruñó Draco, justo antes de ser tirado por el cuello de la camisa—. ¡Ah, Grenger! ¡Suéltame!
—¡Deja de ser tan cascarrabias por un minuto!
Al sentir la mano de Harry en su cuello y pronto los brazos de Ginny en torno a su espalda, Draco dejó de fruncir el cejo y sonrió por primera vez en todo el día; embriagado de júbilo que no recordaba ser capaz de sentir.
—¡Nos vendieron, Molly! Eso es lo que pasó —gruñó Lupin que hizo que toda la escena se transformara por completo—. ¡Alguien nos traicionó!
Los ojos de Lupin cruzaron a todos los individuos del lugar justo antes de morderse el labio.
—¿Cómo sabían que iríamos justo hoy a buscar a Harry? ¡No tiene sentido! —Tras exclamar esa última palabra, apareció Kingsley, que fue interceptado por Lupin—. ¡¿Cuáles fueron las últimas palabras que Dumbledore nos dijo?!
—Harry es nuestra última esperanza, confíen en él —contestó Kingsley, al recibir el asentimiento de Lupin—. ¡Nos traicionaron!
—¡Lo sé! Solo falta Ojo loco y Mundungus. Una vez ellos lleguen podremos sentenciar que entre nosotros hay un traidor.
Draco se mordió el labio y miró a Harry que le dedicó una media sonrisa, justo antes de posar una mano en su hombro.
—Estaremos bien —le susurró Harry.
Draco asintió y eligió creerle.
• ── ◦ ◦ ── •
La Madriguera tenía a más gente de costumbre y, sobre todo, contaba con la presencia de la elegante señora Malfoy, que estaba sentada frente a la chimenea con una copa de vino (seguramente barato) entre los finos dedos y la tranquilidad de una madre la cual sabía que su hijo no iba a salir herido.
Fue la única que no se levantó eufórica a recibir a Harry y, en su lugar, lo saludó con esa cordialidad fría y propia de ella, la cual Harry también agradecía. Se encontraba seguro que, de haber obtenido de Narcisa una actitud similar a la de la señora Weasley, no hubiese descifrado cómo reaccionar.
Draco cruzó la sala y se dejó caer en el sillón conjunto al sofá donde su madre se sentó posteriormente.
—¿Hace cuánto llegaron ustedes?
—Ayer —le contestó Draco, que sacó un cigarro y lo encendió—. Llegamos a eso del mediodía.
Era tan extraño ver a madre e hijo en ese ambiente. Las cabellas rubias, la ropa sencilla, pero que lucía costosa, la palidez lechosa y los modales refinados de ambos; los hacían contrastar con el fondo cálido, como si se trataran del recorte de una fotografía sobrepuesta en una pintura que no combinaba en absoluto.
Harry se sentó al lado de Draco y, aunque este le ofreció un cigarro, no aceptó al sentir la mirada de Hermione encima, que cruzó la sala y se metió a la cocina.
Ver el humo del cigarro, escaparse por la ventana del costado, el cenicero en donde Draco dejaba caer las cenizas y sentir esa calidez tan propia del chico; hicieron que Harry recordara lo mucho que llevaba añorando ese momento.
—¿Cómo estaba mi hermana, Potter? —le preguntó Narcisa, a lo que Harry, hipnotizado por el encanto natural de Draco, se sobresaltó—. Uy… lamento haberte asustado.
—No, no, no se disculpe —aseguró Harry, que recibió una molesta carcajada de Draco—. Estaban bien los dos.
—Me alegra escuchar eso —dijo Narcisa; que se vio más aliviada—. Espero poder volver a verlos pronto.
La leña crispó y Narcisa se levantó del sofá con un gesto melancólico.
—Voy a ayudar a Molly en la cocina. Hijo, si quieres puedes acabarte mi vino y recuerda ventilar la sala en cuanto termines de fumar.
Draco asintió y tomó la copa que su madre le extendió. Narcisa, igual que una lánguida sombra, abrió la puerta que dividía el ambiente de la sala al comedor y cruzó.
Los dos no hablaron por un minuto. Harry continuaba conmocionado por la noticia de la reciente muerte de Ojo Loco Moody y la desaparición de Mundungus. No sabía qué hacer para poder opacar la culpa que sentía. Aun así, el sentimiento no era tan intenso, porque sentía la presencia de Draco a un lado, que lo acompañaba sin ejercer presión alguna.
Se escuchaban conversaciones del resto en el comedor, el pasillo de la escalera y la cocina, pero eran como un eco de fondo ante la soledad del salón.
—Así que tu madre sabe que fumas…
Draco se encogió de hombros y le extendió el cigarro; ahora, sin Hermione presente, Harry pudo asimilar el contenido de este con ansia.
—Tampoco es como si fuera el fin del mundo. Se lo tomó bien y literalmente me dijo: "Yo fumé, tu padre fumó, todos los sangre pura han fumado. Supongo que es una etapa, luego se te pasará, lo sé muy bien".
—Mira tú…
—Mi madre dejó de fumar cuando quedó embarazada y luego no lo retomó —continuó Draco, dándole un sorbo al vino. Era más amargo de lo que le gustaba—. Recuerdo haber visto a mi papá fumar un par de veces en el estudio.
Draco río ante los recuerdos y tomó el cenicero para que Harry dejara caer la colilla. Luego echó el cuerpo hacia atrás y con los dedos comenzó a acariciarle la nuca a Harry en donde tenía algunos rizos pequeños bien formados.
—Te extrañé.
La voz de Draco sonó como una melodía armoniosa. Harry lo miró, fijó un par de segundos, cerciorándose de que no hubiera nadie curioso por el lugar y se acercó a la boca de Draco.
—Yo también y mucho.
Draco sonrió
—¿Qué tanto es mucho?
Harry rozó con suavidad los labios de Draco, como un suave cosquilleo.
—Esto es mucho.
Solo pasaron unas cuantas semanas y los dos parecían haber pasado siglos sin ese sutil contacto. Sin ese humano sabor mezclado con tabaco y vino en el otro.
Al separarse, tanto Ron, Ginny y Hermione entraron a la habitación. Harry quiso alejarse de los brazos de Draco, que en cierto momento se entrelazaron en torno a su espalda, aunque el chico no aflojó ni un poco la fuerza que ejercía.
—¡Qué asco! —gritó Ron mientras se restregaba los ojos de manera dramática—. ¡No están permitidos los besos en mi casa! ¡Ni sus abrazos subidos de tono!
Draco se separó y lamió los labios con una sonrisa burlesca. Hermione, por su lado, atacó a Harry sin importarle demasiado Draco.
— ¡Te he dicho que no fumes, Harry!
—A Malfoy no le dices nada.
—¡De hecho si lo he hecho! —reclamó la chica— ¡El tema es que Malfoy es aún más cabeza dura que tú!
Harry miró a Draco de reojo, a lo que el chico se encogió de hombros.
—Estábamos teniendo una conversación privada —bufó Draco molesto—. Así que están tardando en irse.
—¡Lo siento! ¡Lamentamos haber molestado su sesión de besuqueos! —exclamó Ginny irónica—. ¡Venga! ¡Vamos, Harry! ¡Mamá preparó un montón de cosas deliciosas que de seguro saben mejor que Malfoy!
—Eso es complicado —aseguró Draco—. ¿No es así, Potter?
Harry hizo una mueca divertida y se levantó del sillón.
—Es cierto, Ginny, me muero de hambre.
Draco chasqueó la lengua y se cruzó de piernas mientras examinaba cómo los dos cruzaban el umbral y se iban al comedor repleto de exquisiteces. Se quedó con Hermione y Ron, que parecían bastante divertidos por la repentina soledad de Draco.
—Eso te pasa por engreído —soltó Ron, que comenzó a ventilar la habitación con magia—. Agh… este lugar apesta, mejor también me voy a comer.
Draco quiso encender otro cigarro, pero por los ojos penetrantes de Hermione no lo hizo y se puso de pie, para terminar de ventilar la habitación. Se terminó el vino de un sorbo y al entrar al comedor se fundió casi de inmediato con las conversaciones de la orden.
• ── ◦ ◦ ── •
Evadía a Lupin.
Era consciente por qué lo hacía, y era debido a una severa opresión en el pecho que le quitaba el aliento cada vez que notaba ese brillante anillo dorado en su dedo anular izquierdo.
En esa sutil sonrisa y esas miradas enamoradas.
Como un puñetazo en el estómago, tragarse un puñado de tierra, ahogarse al inspirar el humo del cigarro.
Obviamente, Remus había notado el desaire casi de inmediato. Se miraron por quinta vez y Harry supo que, de alguna manera, los dos llevaban aplazando ese momento porque no querían admitir la verdad con palabras rotundas.
Remus salió del cuarto y Harry interpretó de inmediato que debía seguirlo. Así lo hizo. Caminó detrás de la silueta de Remus hasta que llegaron a un cuarto para invitados ubicado en el segundo piso, se encerraron dentro, con cierto silencio cómplice de por medio.
Ahora que formaba parte de la manada de Draco, por alguna extraña razón, Harry había comenzado a ser más susceptible a todo. Olores y sonidos, todo era más agudo, como si casi pudiera sentir en ese preciso instante la manera en la que el corazón de Remus se aceleraba de nerviosismo y emanaba el olor electrizante del perfume de Tonks.
—Te debo una explicación.
Harry levantó la mirada, se mordió el labio y volvió a bajarla.
—No me debes nada.
Remus negó dos veces, como si eso le diera más credibilidad a lo que quería decir. Alargó un suspiro y se sentó al lado de Harry en la cama; desde más cerca, Harry fue capaz de advertir un retazo de olor a cigarro que no era los que Draco fumó, sino que se trataba de unos Marlboro más fuerte. El inconfundible olor de los de cajetilla roja.
—No, Harry, sí que te la debo, tanto a ti.… como a Sirius.
El haber pronunciado ese nombre hizo que temblara un poco. Se tensó y vio alrededor un poco atemorizado, en un afán de ver si era capaz de definir el fantasma de Sirius en algún lugar de esa habitación. No encontró nada, y Harry supo que esa conversación lo haría verter más lágrimas de las necesarias.
—Si eres feliz, soy feliz… Sirius diría lo mismo.
—Quizá sea así, pero no es a lo que me refiero. —Remus se rascó la cabeza, en busca de las palabras adecuadas— Yo amo a Sirius.
—Lo amaste, él ya no está.
—No, Harry, lo amo. Créeme, he visto en mis vidas tantas cosas que estoy convencido de que la muerte no es el final; y si es así, sería muy decepcionante —reconoció Lupin—. Harry, amo muchísimo a Sirius y amo muchísimo a tus padres y a Marlene y a mi madre. Los amo a todos mucho, a Sirius de una manera distinta... te lo juro… a veces pienso en él y es casi como si estuviera aquí. ¿Me entiendes? —Harry ladeó la cabeza—. Pienso en él y mi corazón late desenfrenado, recuerdo mi adolescencia y las cosas que hicimos juntos y… es magia pura.
Harry chasqueó la lengua con un leve sentimiento de rabia que bullía dentro de él. Era contradictorio lo que comenzaba a suceder, porque estaba feliz, enojado, decepcionado y extasiado al mismo tiempo. Era un desastre que trataba de ser contenido.
Remus lo tomó del hombro y Harry, por impulso, lo apartó. Sabía que se mordía el interior de la mejilla con tanta fuerza para no soltar ninguna barbaridad.
—Soy… feliz por ti…
El hombre negó con la cabeza, y repitió—Amo a Sirius.
Entonces, Harry explotó. Todo lo que retuvo durante tanto tiempo, estalló en un segundo cargado de histeria, en un gruñido lleno de angustia; en una explicación inexplicable.
—¡No pronuncies su nombre! ¡No digas que lo amas si ahora estás con ella! ¿¡Que pasó con el cariño?! ¿¡Qué pasó con esas lágrimas del año pasado?! ¿Acaso eran falsas? ¿Acaso lo fingiste todo?
Lupin no dijo nada y dejó que Harry extendiera su reclamo.
—¡ODIO SENTIRME ASÍ Y ES POR TU CULPA! ¡Tonks es agradable y odio no poder ser capaz de verla a los ojos! ¡Odio que lo hayas desplazado todo tan rápido! —gruñó desesperado. Lágrimas que caían de sus ojos y que le llenaban la boca de temblores involuntarios—. Menos de un año… ¿¡Y Tonks te gusta tanto como para casarte con ella?!
» Sirius te amaba… ¡Era tu omega y sencillamente decidiste irte con otra persona!
En cierto minuto, Lupin también comenzó a llorar, pero era silencioso; se notaba que contaba cada lágrima en la cabeza.
—Odio que digas que lo amas cuando, en realidad, amas a otra persona.
Al decir esto último, Harry comenzó a sollozar con más fuerza, abrumado por las memorias; Lupin pasó una mano por los hombros del chico y, con cuidado, le permitió que se apoyara en contra suyo.
—Amo a Sirius, Harry; ten por seguro que, si él siguiera aquí, yo continuaría con él, pero ya no está y me costó mucho aceptar eso —dijo Lupin—. Durante todo el año pasado tuve que afrontar la realidad y más de una vez se me cruzó por la cabeza el volver a mi soledad por el resto de mi vida; pero no lo hice, ya que sabía que de hacerlo le causaría daño no solo a la seguridad que construí con Sirius, sino también a la confianza que tenía contigo y me volvería un inútil para la Orden en momentos en los que más me necesitan.
Harry se sorbió la nariz y se separó del hombre.
—Sigo sin entender el motivo por el cual Tonks está enamorada de mí, es decir, nunca entendí, en primer lugar, por qué le gustaba a Sirius; pero sí sé que lo que nosotros tuvimos es irremplazable. Así que escúchame, Harry, no es como si estuviera haciendo borrón y cuenta nueva; es diferente. Cuando estoy con Tonks es un vínculo completamente distinto al que tuve con Sirius.
» Tú lo mencionaste, y pensaba que no sabías acerca del tema, pero Sirius era mi omega; estoy seguro de eso. Y por eso mismo me dolió tanto los doce años que estuvimos separados y no me costó nada volver a quererlo al primer instante que lo vi otra vez.
» Sin embargo, aunque sé que Tonks no es mi omega (ella huele a cigarros y chocolate relleno con licor), sé también que no voy a poder formar un vínculo tan sincero con otra persona como el que tengo con ella. Siempre deseé pasar el resto de mi vida con alguien y durante más de una década ese alguien fue Sirius, pero en este ahora, ese alguien es Dora.
Harry juraba que ni en clases había escuchado a Lupin hablar tanto de corrido. Lo vio quedarse sin aire, tragar para humedecerse la garganta y sonreírle con un sonrojo en las mejillas que resaltaba a pesar de las múltiples cicatrices.
Harry apretó las manos y terminó por asentir.
—Lupin, tú y yo….
—Ya no somos manada, soy consciente de eso. Este tema de las manadas siempre me pareció muy extraño, pero lo sentí el ciclo anterior, que habías cambiado de lado y, ahora que estás aquí, puedo identificar claramente que perteneces a la manada de Draco.
Harry asintió con el deseo de seguir avanzando en la conversación, en un paso que la gran mayoría de las veces se le fue arrebatado.
—Una manada curiosa; está Narcisa, la señorita Parkinson, opongo que el resto de los compañeros de Draco, pero también arrastraste dentro a Hermione con Ginny y, un poco, a Ron.
—¿¡De verdad?!
—Extraño, ¿no crees? Claro, no están tan unidos como tú lo estás con Draco.
Harry se pasó las manos por las mejillas y las sintió húmedas antes de que se calentaran. Bajó la mirada, juntó las manos y trató de calmar el corazón que parecía estar pasando por una maratón.
—Lupin… Draco y yo…
El hombre alzó una ceja, se enderezó y atrajo un paquete de pañuelos. Los dos se limpiaron la nariz, antes de continuar.
—Draco y tú…
—Nosotros, esto, uh… es complicado.
Lupin asintió con solemnidad, en un gesto que creía que solo Dumbledore habría podido hacer. Luego, Lupin le desordenó el pelo.
—No es necesario que me digas lo que ya sé —sonrió Lupin—. Lo huelo desde que Draco vino por primera vez a Grimmauld place.
—¿Qué cosa?
—Harry, sé que estás saliendo con Draco y también sé muy bien que es tu alfa. Ustedes huelen de una manera muy especial.
Harry frunció el cejo sin comprender del todo.
—Supongo que es una cosa de gente como yo, pero desde que Draco vino a la casa de Sirius, es que sentí como el olor de ambos combinaba demasiado bien y, cuando llegaron a mi casa en vacaciones de invierno, me di cuenta al instante de que ese olor ya estaba mezclado en uno —declaró Lupin—. ¿Son novios desde ese entonces?
—Un poco antes…
—Me alegro tanto por ti, Harry, de verdad —se alegró Lupin, que lo abrazó con fuerza y cuando se separó vio que Harry estaba a punto de volver a echarse a llorar—. ¡¿Pero por qué lloras?!
Harry lo abrazó con fuerza y comenzó a sollozar. Sentía una felicidad tan inmensa y genuina que, en lugar de poder ser expresada con palabras, Harry la expresaba con lágrimas. Lupin lo volvió a estrechar en los brazos, conmovido, mientras sentía la emoción de Harry encima.
Esperó a que Harry se tranquilizara y le extendió los pañuelos.
—Es que… no sé, igual es raro, ¿no? A mí siempre me habían gustado las chicas, pero con Draco… yo no sé, tengo un poco de inseguridad y…
Lupin posó la mano en el hombro de Harry en un gesto cómplice.
—¿Te acuerdas de que te dije que James había gustado de muchas chicas, pero amó solo a Lily? —Harry afirmó, mientras se limpiaba la nariz—. Te mentí un poco.
—¿Cómo?
—Hubo un alguien antes de Lily, que lo acompañó hasta que en séptimo… ese año cambiaron muchas cosas, y la persona con la que estuvo tu padre cambió de bando —comenzó Lupin—. Y a eso le siguieron muchas cosas más. Cosas catastróficas.
—¿Quién era?
—Regulus Black, el hermano menor de Sirius.
Harry abrió mucho los ojos, se paró de un salto y gritó un "¡ah!", gigantesco.
—¿Mi papá estuvo con otro hombre?
—Y tu mamá se la pasó muy bien con Mary —agregó Lupin, para que la expresión de Harry se volviera aún más gigantesca—. Sí, la mujer que conociste en mi casa, pero decidieron dejar de estar juntas, cuando Lily comenzó a tener sentimientos por James.
Harry se lamió los labios y ladeó la cabeza, más confundido que antes.
—Harry, a lo que quiero llegar es que, el tema del género de la persona a la que amas es lo más irrelevante del mundo. A uno le gusta el físico, pero se enamora de lo que hay dentro —concluyó Lupin— y he aprendido que el amor puede venir en formatos muy variados; y lo único que deber importar es si esa persona de verdad va a agregarle más color a tu vida.
Era cierto. Primero Cho, que le hizo ver la grandeza del azul, luego Ginny y su platónico rojo; y ahora Draco, que le mostraba toda la elegancia del verde.
Lupin tomó las manos de Harry y los dos sonrieron al reconciliarse. Esa era su familia.
—Gracias, Lupin… por hablar conmigo.
El hombre se levantó y lo estrechó con fuerza. Harry cerró los ojos, mientras deseaba que ese momento jamás terminara.
—Gracias, Harry… por escucharme.
Se quedaron un largo minuto en silencio. Un minuto que Harry sabía que Lupin estaba utilizando para agradecerle también a la presencia casi visible de Sirius en la habitación.
"Si me escuchaste, Sirius, no me odies por haberme involucrado más de la cuenta con Malfoy" pensó Harry, a lo que pudo estar seguro de que Sirius le contestó que todo estaba bien.
• ── ◦ ◦ ── •
Draco deseaba pasar todo el tiempo del mundo con Harry, pero se dio cuenta de que en ese hogar, todos querían pasar tiempo con Harry.
Al final, subió al dormitorio al percatarse que, aunque la mayoría de los miembros de la orden se iba de la casa, Harry no se encontraba por ningún lado.
Compartía un cuarto con su madre, en la que era la habitación de invitados. Dentro solo había una cama grande para dos personas delgadas, un tocador anticuado y un armario rechinante. Draco no sentía ningún tipo de vergüenza acerca de tener que dormir en la misma cama con Narcisa; de hecho, lo agradecía, porque no creía que hubiese podido conciliar el sueño en una casa ajena sin tener la seguridad de un aroma familiar cerca de él.
Se puso el pijama y cuando terminó de cepillarse el pelo, escuchó que tocaban la puerta. Harry, al otro lado, aún estaba vestido, tenía el pelo desordenado por el viento y los ojos hinchados.
—¿Qué te pasó?
Harry lo abrazó con fuerza y Draco no comprendió nada. Por un momento creyó que podía tratarse de algún tipo de pena tardía por el reencuentro, pero en cuanto percibió el olor de Lupin encima del chico, cayó en cuenta de que el motivo era otro.
—Ah… entonces hablaron de eso.
—Si… —afirmó Harry, que sacó a Draco a tirones del cuarto para llevarlo al último piso—. No pensaba que me afectaría tanto.
La casa de los Weasley, bajo la perspectiva de Draco, era una especie de maqueta construida en la imaginación de un niño. Ni siquiera comprendía como era que la construcción todavía no se derrumbaba por la arquitectura dispareja de los pisos y la cantidad de muebles apiñados en cada habitación.
Aun así, reconocía que ese hogar le resultaba mucho más acogedor que la mansión Malfoy. Los colores cálidos, las fotografías familiares o las artesanías hechas por alguno de los hijos cuando eran niños, tenían un valor inmensurable que le daba cierta envidia.
—Pero… ¿te sirvió?
El último piso era el desván, con una ventana que daba a un balcón y un sillón viejo. Rápidamente, Harry se lo llevó afuera, con una mirada que amenazaba en volverse un mar de lágrimas.
—Creo que eso es lo que más me duele.
Draco le acarició el pelo con suavidad, temiendo que sus manos estuvieran demasiado heladas y no pudieran ser capaz de proporcionarle a Harry ese calor que tanto necesitaba.
—No quiero que vuelva a suceder.
—¿Qué cosa?
—Que más gente muera por mí. No quiero… que…
Identificó esa expresión temerosa en Harry. El cómo pretendía volver a convencerlo de ir a esa misión en completa soledad, sin ayuda de nadie, y así solo él recibiera las consecuencias.
—Harry…
—Es peligroso y no soportaría que…
—Harry, escúchame.
—¿Por qué no te quedas? ¡Es lo mejor!… de verdad…
—¡Harry, escucha! —le gritó Draco, a lo que Harry se mordió el labio—. ¿Cuándo comprenderás que esto hace tiempo se trata de algo más grande que tú? Claro que lo hago para ayudarte, pero también lo hago por mi familia. Hermione lo hace porque te quiere y también por su propia familia. ¡Weasley tiene un largo legado de cabezas pelirrojas que quiere asegurar! ¡Esto trata de algo más grande que tú, Harry!
—Pero…
—El tema es que tú eres importante para lograr esta causa. Ojo loco murió por la comunidad mágica. ¿Vale? Deja de cargar con el peso de todas las vidas del mundo. ¡El único culpable de esa muerte es Vo…! ¡Vold…! ¡Voldemort!
Draco se cubrió la boca con temor de que sucediera algo malo de manera instantánea, pero nada ocurrió.
—Lo dijiste…
—No pidas que lo vuelva a hacer… —suspiró Draco, en voz muy baja—. Espero que hayas comprendido mi punto.
Harry asintió con una sonrisa sutil. Algo aturdidos por el frío, regresaron adentro. Draco se sentó en el viejo sofá desteñido y Harry se le subió encima, abrazando el cuello de Draco con ambos brazos, mientras dejaba un pequeño espacio entre ambas bocas.
—Draco…
—¿Harry?
—Te amo.
Se miraron y juró que por un milisegundo que los corazones de ambos dejaron de latir. No eran conscientes del impacto de esas palabras hasta Draco las escuchó salir de los labios de Harry y todo cobró sentido.
Esas dos palabras que en el pasado utilizó sin sentir el verdadero significado, ahora lo hacían volverse un completo iluso.
—Yo también te amo.
Harry soltó una risa, o quizás fue Draco; no importaba. En el silencio de esa casa que poco a poco se iba a acostar, los dos no podían dejar de necesitar la confirmación de que los dos sentían lo mismo.
• ── ◦ ◦ ── •
Notas:
Glimpse of us: Joji.
Hola!
¿Por qué esta canción es tan dolorosa en este contexto?
Necesitaba que Harry y Remus tuvieran esta conversación. En ningún fic lo habia visto antes y quería hacer me interpretación de esta parte. Me costó muchísimo, ¡Espero que les haya gustado!
Lo prometido es deuda: Aquí un mini Q&A
Murtilla dice: Draco anda insoportable. Jiji
Lucius está bajo el imperio?
Respuesta: Más que un imperio, Lucius esta bajo la presión de que Voldemort en cualquier momento podría deshacerse de él.
¡Muchas gracias por comentar! Nos vemos en el siguiente capítulo.
The Machine.
