"Preferiría no ir de vuelta a la vieja casa
Hay demasiados malos recuerdos
Demasiados recuerdos ahí

Cuando paseabas en bicicleta
Aquí comenzaron todos mis sueños
La cosa más triste que he visto en mi vida
Y nunca lo supiste lo mucho que realmente me gustaste
Porque nunca te lo dije
Oh, y yo quería hacerlo"
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• ── ◦ ◦ ── •

Acabaron en una cafetería en la que la única alma que estaba dentro era una chica delgada, que sacudía la cabeza al ritmo de la música de su reproductor MP3.

Los cuatro entraron sumergidos en silencio, a lo que la chica chasqueó la lengua al darse cuenta de que debía ponerse a trabajar; sin embargo, una vez cayó en cuenta de Draco (quien aún traía encima los últimos retazos de la pócima), se arregló lo mejor que pudo con el reflejo de un vaso y se acercó con una inmensa sonrisa a atenderlos.

Hermione pidió una ronda de café, ya que vaticinaba que esa sería una larga noche.

Bien… ¿Qué miegda acaba de pasag?

Nadie supo que contestar, a lo que Draco, visiblemente ofuscado, sacó la cajetilla y empezó fumar. En cuanto le dio la primera inhalación, la chica que atendía se le acercó para decirle que no estaba permitido fumar dentro del local; Draco apagó el cigarro contra la mesa bastante enojado y volvió a meterlo dentro de la cajetilla.

Ron miró el tránsito de fuera la ventana y fijó los ojos en el gran reloj que se apreciaba cuadras más adelante. Eran poco más de las diez de la noche.

—¿Cómo estarán todos? Los invitados de la boda y… —comenzó a lamentarse Ron en voz alta, a lo que Hermione solo atino a pasarle una mano por la espalda a modo de consolación.

—Estoy segura de que, con los miembros de la orden que asistieron, no salió nadie herido.

La mesera les sirvió su pedido y no pudo evitar mostrarse un poco confundida por la pinta de los chicos. Los cuatro en traje de etiqueta, despeinados y con un gran mapa en medio de la mesa.

—¿Necesitan llegar a algún lado? —les preguntó la mesera a lo que Hermione negó—… está bien, cualquier cosa… me llamas.

La chica le guiñó un ojo a Draco y este sonrió con autosuficiencia, cosa que no pasó desapercibida por Harry, quien frunció el cejo y le dio un codazo.

—Por ahora tenemos que buscar un lugar donde escondernos —murmuró Hermione, que le señaló todos los lugares posibles de Londres—… ¿Cómo vamos a meternos al caldero chorreante sin llamar la atención? Y ni hablar de Grimmauld place porque Snape sabe cómo llegar a esa ubicación.

—Pero si los miembros de la orden nos dijeron que ya habían colocado hechizos contra Snape dentro de Grimmauld Place —arguyó Harry— y ojalá pasara a darnos una visita: ¡Tengo desde hace meses unas tremendas ganas de darle una paliza!

Draco pasó la mano por debajo de la mesa para tomar a Harry del muslo de manera tranquilizadora. El chico lo observó dudoso, antes de morderse el labio y cruzarse de brazos sin flaquear en lo que acababa de decir.

Podemos pasag la noche ahí —apoyó Draco que soltó la pierna de Harry para tomar un sorbo de café—, ya mañana, cuando estemos más descansados y deje de hablag tan hogiblemente, se nos ocugigán mejoges ideas.

Harry le dio la razón y comenzó a doblar el mapa.

—Será mejor que nos pongamos a salvo antes de que Voldemort comience a desplegar mortifagos por la zona.

Draco terminó el café, justo en el momento en que un olor muy peculiar ingresó al lugar. Era ese tipo de aroma húmedo que sintió impregnado en las paredes de la Mansión Malfoy durante Navidad de quinto. Húmedo y Maligno. Desvió la mirada al par de individuos que acababan de entrar, dos hombres altos y fortachones que se escondieron detrás de los menús.

Justo en el momento en que el par de hombres se levantó de la mesa y atacó al grupo, Draco lanzó un Protego que tenía preparado. Hermione y Ron encabezaron la fila y los dos desarmaron al primer mortifago, mientras Harry dejaba inconsciente al segundo.

La chica que atendía la cafetería se puso a chillar asustada. Draco la colocó a dormir tan rápido como pudo al compás en que Hermione se disponía a desmemoriar a los mortifagos.

—¿Cómo es posible que nos hayan encontrado tan rápido? —cuestionó Ron, que tomó a la chica en brazos y la dejó recostada en el suelo—. Quizás sean los detectores.

—¡Eso es imposible! Se supone que los detectores se desactivan al cumplir la mayoría de edad ¿no?

Draco asintió y examinó el rostro de los mortifagos desmayados en la cafetería.

Antonin Dolohov —murmuró Draco hacia el primer mortifago de pelo castaño y rostro temible—. Mi padge tenía una foto junto a él en el estudio: egan amigos…

Ron pasó al lado y tomó al hombre más fornido del cabello.

—Thorfinn Rowle, —reconoció Ron, que miró al hombre justo antes de que Hermione le dejara sin memoria—. Los vi hace un par de meses en diario. ¿También lo conoces, Malfoy?

Sí… cgeo que lo vi en uno de mis cumpleaños de niño, pego no estoy eguro —aseguró Draco, que se hizo sonar el cuello antes de señalar a la chica—. ¿Qué hacemos con ella?

Obliviate —respondió Hermione, apuntando a la mujer. Draco vio el hilo plateado de memoria desprenderse de su cuerpo antes de desaparecer—. Será mejor que nos vayamos antes de que despierten.

Draco asintió y fue el último en salir. No pudo evitar dedicarle una mirada de nostalgia a ambos hombres, que en un pasado había considerado como personas a las cuales admirar.

• ── ◦ ◦ ── •

Una vez pasaron el susto de la entrada inicial, con el fantasma de Ojo loco Moody preguntando si eran Snape y el casi ataque del cuadro de la madre de Sirius, lograron ingresar a Grimmauld Place n.º 12 sanos y salvos.

Hace ya rato que el efecto de la Multijugos se había deshecho. Draco ingresó al tétrico salón junto a Harry que comenzó a analizar el lugar con cierto aburrimiento.

—Este sitio…

—¿Lo recuerdas? —Draco asintió—. En ese entonces aún te odiaba.

—Sí, pero el sentimiento era mutuo.

Los chicos sonrieron y se quedaron de pie viendo la pequeña estantería con imágenes de la familia Black (sin Sirius o Andrómeda presentes) que estaban bastante polvorientos.

—El hermano de Sirius se parecía mucho a él.

Harry tomó la fotografía que le señalaba. Un chico joven, de pelo oscuro y mirada suspicaz volaba en escoba. Leyó la inscripción: Buscador de Slytherin, Regulus Archie Black, 1978.

Draco se quedó un rato pensativo antes de mirar a Harry con impresión.

—R.A.B. —le dijo— Las iniciales del relicario.

Hermione en cuanto bajó le entregó el relicario falso y asintieron, estaban en lo correcto.

—Él fue mortifago me lo contó Sirius —reconoció Harry pensativo—… Espera, quizás si… ¡Kreacher! ¡¿Dónde estás?! ¡Ven aquí!

Harry escuchó un chasquido llegar de inmediato, el viejo elfo doméstico apareció encima de la mesa de la cocina, con los brazos cruzados mientras rumiaba palabras incomprensibles.

—Kreacher estaba trabajando en el colegio — le aclaró de malas ganas—. Hay mucho trabajo del cual Kreacher debe hacerse cargo por el nuevo director.

—¿Nuevo director? ¿Quién es?

Kreacher desvió la mirada y se fijó en el lugar en donde se había aparecido. Al darse cuenta de que era la casa de los Black, un atibo de brillo le llenó la mirada.

—Severus Snape —contestó sin mucha preocupación—. Severus Snape mandó a Kreacher y a los demás elfos domésticos a clausurar todas las salas comunes menos Slytherin… Y a Kreacher le parece bien, no más casas inútiles en Hogwarts.

Harry tragó en seco y miró a sus amigos, quienes parecían tan confundidos como él.

—¿Qué Snape es el Director? ¿Pero qué mierda? —gruñó Ron—. ¡Pensaba que McGonagall iba a ser la sucesora de Dumbledore!

El elfo doméstico bajó de la mesa y comenzó a revisar los platos de la cocina con entusiasmo, cerciorándose de que no faltaba ni un solo utensilio ahí dentro.

—Kreacher, ¿Qué es lo que sabes de Regulus Black? —preguntó Draco sin darle mayores vueltas. El elfo miró al chico, dejó un cuchillo de plata encima de la encimera y frunció las cejas.

—Kreacher no tiene por qué responder las preguntas del joven Malfoy —gruñó el elfo que se cruzó de brazos—. No es su amo.

—¡Pero yo sí, Kreacher! Y te voy a ordenar que respondas todas las preguntas que tenemos los cuatro sin discriminar.

El elfo gruñó molesto y asintió antes de comenzar a relatarle todo acerca de Regulus Black y su devoción por el muchacho. La diferencia del trato recibido por parte de Sirius con el que obtuvo por parte de Regulus quedó en evidencia de inmediato.

—Tras la desaparición del amo Regulus, la señora Black enfermó gravemente… y Kreacher, no podía decir nada… porque se lo había prometido al amo Regulus —sollozó el elfo al ser abordado por todos los recuerdos—. Es terrible… y Kreacher… a pesar de que intentó romper el relicario, nunca pudo hacerlo…

—¿Dónde está el relicario ahora?

—El verano pasado, Mundungus Fletcher le robó a Kreacher todas las pertenencias que guardaba bajo la alacena. Saqueó la noble casa de los Black y se fue con todo… cuando Kreacher se dio cuenta de que el relicario del amo Regulus ya no estaba, se castigó duramente.

—¡Ese traidor de mierda! —gritó Ron enfadado—. ¿Ahora como damos con ese hijo de puta?

—Creo que el elfo pude buscarlo —sentenció Draco—. Mi madre siempre le pedía a Dobby que fuera a avisarle a sus amigos cuando tenía juntas para tomar el té.

—¿Puedes hacerlo, Kreacher? ¿Puedes dar con Mundungus Fletcher?

El elfo afirmó, aunque de mala gana se cruzó de brazos. Hermione antes de que el elfo desapareciera le susurró algo en el oído de Harry a lo que el chico lo aceptó luego de pensarlo un poco.

—Vale… mira Kreacher, tengo algo para ti y que estoy seguro de que Regulus hubiese querido que tuvieras —le dijo tranquilo, antes de entregarle el relicario falso al elfo, quien lo miró impresionado.

—El relicario del amo Regulus…

—Si… ahora necesitaré que vayas a buscar a Mundungus Fletcher y lo traigas acá cuanto antes ¿vale?

El elfo sonrió y abrazó el relicario con tanta fuerza antes de ponerse a llorar con muchísima fuerza. Durante casi veinte minutos el elfo doméstico le agradeció a Harry por el gesto, mientras continuaba sollozando.

—También trae un diario del ministerio —agregó Draco, antes de que el elfo se fuera.

—Kreacher está muy agradecido con todos ustedes —aseguró la criatura—. Kreacher regresará con el periódico a primera hora de la mañana y buscará a Mundungus Fletcher lo más pronto posible.

—Muchas gracias, Kreacher —le agradeció Hermione, a lo que el elfo, por primera vez en lugar de obtener una expresión de desagrado por la chica, solo sonrió.

Draco estiró los brazos por encima de la cabeza y suspiró, antes de comenzar a rebuscar en la alacena de la cocina algo para comer, pero todo lo que encontró fueron nidos de ratas y restos de comida mohosa.

—Igual debí haberle pedido que trajera algo comestible —suspiró Draco, que soltó un bostezo—. Como sea estoy que me caigo del sueño.

Harry asintió y se sentó en el sofá, mientras miraba como Hermione le entregaba a cada uno un saco de dormir.

—Será mejor que estemos todos juntos, en caso de que pase algo ¿no?

Harry le dio la razón y colocó un saco de dormir al lado del de Draco, quien no mencionó nada antes de rebuscar en el bolsito de Hermione su pijama y cepillo de dientes.

Tantas cosas estaban cambiando en tan poquísimo tiempo y nadie sabía cómo iban a sobrellevar esa marea de emociones.

• ── ◦ ◦ ── •

A mitad de la noche Harry se levantó tembloroso. Acababa de tener una pesadilla tan vivida que por un momento creyó que había sucedido.

No recordaba la última vez que había experimentado ese tipo de sueños, a decir verdad, era la primera vez en meses que tan siquiera soñaba algo de lo cual preocuparse.

Veía con claridad a ambos mortifagos, Dolohov y Rowle, siendo torturados en el suelo mientras reclamaban no tener ni idea de lo que había ocurrido. Harry comenzó a sudar frío y se metió al baño para lavarse la cara mientras trataba de regular los latidos de su corazón. Los aullidos de dolor de los hombres aún resonaban dentro de su mente.

En cuanto se miró al espejo la cicatriz le comenzó a doler. Como si la cabeza se le partiera en dos, cayó al suelo de rodillas y se mordió el labio para aguantar los alaridos de dolor.

—… No vas… a entrar.

Responde Gregorovitch ¡¿Quién la robó?!

Harry se retorció en el suelo hecho un ovillo—. Sal de mí…

¡Crucio! ¡Responde de una vez!

¡No lo sé! ¡Era joven! ¡Es lo único que recuerdo! ¡Lo juro!

Pronto la puerta se abrió de sopetón. Draco, con los ojos brillando de angustia, se arrodilló junto al cuerpo de Harry y lo sacudió varias veces hasta que este pudo despegarse de la alucinación. Le dio de beber agua fresca, mientras Harry continuaba temblando en el piso.

Hermione y Ron entraron después. Los dos parecían igual de preocupados que Draco, quien realizó un rápido chequeó en Harry.

—¡Harry! ¡No puedes dejar que se meta a tu cabeza! —le regañó Hermione—. ¡Mucho menos ahora!

—¡Lo intento, pero me tomó de sorpresa!

Draco, una vez se dio cuenta de que Harry estaba bien, suspiró más relajado y leyó el ambiente en silencio.

—¡Sabes lo peligroso que es! ¿¡Acaso no puedes bloquearlo como te enseñó Snape!?

—¡No es tan sencillo, Hermione!

—¡Es que casi parece que te gustara!

—¡¿Qué?! ¿Crees que me gusta que ese imbécil entre? ¡Pues claro que lo adoro! ¡Amo todo esto! ¡Amo lo vulnerable que me hace sentir!

El silencio reinó durante un largo minuto dentro de esa pequeña habitación. Harry se miró las manos y trató de colocarse de pie, pero se sentía tan débil que hubiese vuelto a caer del suelo de no ser porque Draco lo atrapó.

—Esto tiene que ver con las visiones que tienes con El Innombrable ¿no? — preguntó Draco, a lo que Harry asintió lentamente.

—Pero hace meses no tenías una ¿verdad?…—murmuró Ron algo nervioso— ¿de qué trataba?

Harry entonces le comenzó a relatar acerca de la visión que acababa de tener. Los tres escucharon atentos, sin querer perderse ni un solo detalle.

—Gregorovitch es uno de los mejores fabricantes de varitas del mundo —complementó Draco a lo que Ron afirmó—. De hecho, antes de entrar al colegio casi compro mi varita con él…

Draco sacó su varita y la examinó. Semiflexible y de pelo de unicornio. Harry se preguntó si Draco también consideraba que su varita lo comprendía por completo.

—Viktor Krum compró su varita con Gregorovitch —agregó Hermione—. Me lo contó durante la fiesta, cuando se puso furioso por el símbolo que tenía el papá de Luna colgado en el cuello.

—¿Qué símbolo?

Hermione sacó su varita y lo dibujó en el aire a lo que Draco frunció el cejo.

—Ah… ¿Por qué alguien como el papá de Luna tendría el símbolo de Grindelwald puesto?

Los tres chicos se miraron entre ellos antes de clavar los ojos de vuelta en Draco

—¿Por qué le dicen así?

Draco se encogió de hombros —Nunca indagué mucho más al respecto. Mi papá me lo dijo cuando era niño, ¿A ti nunca te lo contaron, Weasley? —Ron negó con la cabeza—… Como sea, es una simple leyenda, pero en Bulgaria, sobre todo, no está bien visto portar esa figura… cuando Grindelwald estudiaba en Durmstrang talló ese símbolo en el instituto y lo suelen relacionar con las artes oscuras.

—Fue lo mismo que me dijo Viktor en la boda —aseguró Harry cansado—… Todo es tan confuso, ¿Qué hora es?

—Van a ser las tres —le dijo Hermione soltando un bostezo—. Será mejor que volvamos a dormir… y lo siento Harry, pero ¿de verdad no hay nada que puedas hacer para evitarlo?

Harry se encogió de hombros, a lo que Draco soltó un bufido.

—Quizás podría intentar enseñarte Oclumancia —le propuso Draco.

—Pero soy muy malo… ni cuando Dumbledore me intentó enseñar pude aprender del todo —suspiró Harry—. Será una pérdida de tiempo.

—Espera un segundo… ¿Desde cuándo sabes leer mentes? —le preguntó Ron a Draco.

El chico se puso de pie y ayudó a Harry a que también lo hiciera. En cuanto estuvo cerca de Ron le contestó.

—Snape es buen profesor si le prestas atención. Entonces… ¿Qué me dices? ¿Te gustaría intentarlo?

Harry se miró las manos, pero al alzar la vista asintió con determinación. Draco le desordenó el pelo y los cuatro bajaron de vuelta al salón. En cuanto Ron y Hermione se dieron vuelta para dormir, Draco se apresuró a acomodar su saco de dormir junto al de Harry.

En medio de la oscuridad, Harry soltó una risita tímida.

—¿Qué haces?

—No pienso dejarte dormir solo de nuevo —arguyó Draco—. ¿Y si te viene otra visión?

—Voy a estar bien.

—De cualquier modo no me voy a cambiar de lugar.

Harry se volteó y quedó cerca del rostro de Draco, desde tan cerca era capaz de definir su cara perfilada y llena de ángulos rectos.

—Buenas noches —le susurró Draco, pasando los brazos alrededor del bulto que era Harry dentro del saco de dormir.

Harry hundió la cabeza en el pecho de Draco y se embriagó de aquel aroma tan singular. Ese calor que emanaba su cuerpo y la forma en la cual lo protegía como si fuera lo más preciado del mundo.

—Buenas noches —respondió de vuelta, cerrando los ojos. Se encontraba seguro que, en lo que quedaba de noche, no iba a volver a tener ninguna otra pesadilla.

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Notas:

1) Back to the Old House: The Smiths.

¡Hola!

Un capítulo con más de acción. Ya comenzamos los capítulos que tendrán los eventos canónicos del libro un poco modificados por la presencia de Draco. Algo que, sin duda, me cuesta bastante. ¡Espero que les haya gustado este capítulo!

The Machine.