Uuuuh. Luxemburgo palidece un poco.

Oh, sí. No nos extraña.

—Ohh... ¿y ese coche? —La verdad, Gales aún no le reconoce lo bastante...

—Es... Mónaco —explica sin sonreír.

—What?!

—Es el coche de Mónaco —le mira de reojo.

—Ohhhhh... oh!

Le pasa los calzoncillos, sonrojándose un poco y bajándose del coche sin mirarle.

Gales aprieta los ojos porque no esperaba... esto, desde luego.

Es que ni caso le hace Luxemburgo ahora. Cierra la puerta y se va directo a dentro. Va a preguntarle a Vincent donde está ella y ahí va, tan preocupado.

El británico frunce el ceño buscando sus pantalones.

—Momooo.

Mónaco está... en la sala, sentada. Le ha pedido a Seychelles que no venga, prometiéndole hablarle más tarde. A menos que a Seychelles... no le haya dejado ir sola, porque sí está medio descorazonada.

No, si se lo ha pedido, no ha ido.

Igualmente le ha pedido estar atenta al teléfono por si... cualquier cosa.

—Allò! ¡Justo iba a llamarte! —saluda Luxemburgo. Mónaco le sonríe—. ¿E-Estás bien?

—Oui—Ella levanta una ceja.

—Esta mañana te has ido muy pronto —Se humedece los labios y se sienta junto a ella.

—Pensé que me hablarías.

—Iba a hacerlo pero luego... ehm... bueno, todo se complicó y luego... se complicó más y... el caso es que prefería darte espacio.

Gales, con pantalones ya... les busca por ahí.

—Ya, ya... pues bueno —Mónaco se encoge de hombros—. ¿Qué tal ha ido tu día?

—Ha sido un poco desastre porque al final no pudimos hacer lo que habíamos ido a hacer, pero... —se sonroja un poco pensando en lo que sí hicieron—. Bueno, ¿qué pasó entonces que te fuiste?

—¿Y qué hicieron si no fue eso? —entrecierra los ojos.

—I-Ir a comprar ropa nueva. Y zapatos —carraspea, porque... bueno, eso no es mentira tampoco. Estrictamente.

—Vaya, no sabía que te hiciera falta.

—Me he comprado unos vaqueros nuevos... uhm... ¿vas a contestarme?

—Necesitaba procesar lo que me habías dicho —Mónaco le mira.

—O-Oh... y... ¿Qué has pensado? No era nada tan... ehm... tal vez no debí decírtelo, supongo que fue algo repentino.

—Creo que no estás viendo las cosas con claridad —ella cruza la pierna y debes ver que trae una falda con una abertura especialmente alta a estas alturas, se le ve todo el muslo.

—Tal vez... tal vez no, no lo sé. Es muy pronto —Él se está mirando las manos, sintiéndose culpable.

—Mira, no voy a rogarte que te lo pienses —Mónaco hace los ojos en blanco.

La mira. Ella estira la mano hacia él y le hace un cariño en la mejilla, sonriendo un poco.

Luxemburgo sonríe un poco de vuelta, calmándose.

Se le echa un poco encima en un claro mensaje de... no voy a hacérselo fácil, eso te lo aseguro y él levanta las cejas sin esperarse eso, pero dejándola hacer.

—Pensé que regresarías más tarde, en realidad...

—Iba a... trabajar un rato.

—Ya, claro... —Cielos, te vas a llevar la madre de los ojos en blanco.

—Quoi? E-Es cierto, pero ya que estás aquí.

—¿Ajá? —se le suaviza la mirada y sonríe un poco acariciándole el pecho.

—Podemos ir a algún lado o algo —propone sonriendo.

—Vale, ¿qué te apetece? —Mónaco sonríe un poco con eso la verdad con una poca más de ilusión de la que quisiera mostrar.

Gales decide que este es un buen momento para entrar a la sala después de encontrarles y... carraspear.

Luxemburgo parpadea y mira a Gales de reojo.

—Ehm... hello —saluda sonrojadito y claramente incómodo, ahí, de pie.

—Ehm... —Luxemburgo vacila un poco también.

—¿A dónde vamos a ir... tú y yo? —Mónaco no mira Gales, sino a Luxemburgo.

El flamenco la mira con eso. Gales cambia el peso de pie, incómodo y un poco fuera de lugar.

—¿Van a... Ir a algún sitio? —pregunta Gales antes de que Luxemburgo pueda responder.

—Estábamos hablando de qué... oui. De salir. Ehm... oui. Pero no decimos aún dónde —explica este.

—¿No ibas a trabajar?

—Bueno, oui, pero... Y-ya que Mónaco está aquí tal vez podríamos ir a algún lado —explica.

Gales les mira y es que Mónaco sigue sin mirarle a él, solo mira a Luxemburgo así con mucha atención, acariciándole el pecho.

—Fui al spa hoy, tengo toda la piel suavecita y perfumada... —le susurra con voz grave.

Luxemburgo se gira a ella y le sonríe. Gales hace los ojos en blanco con eso y bufa un poco.

—Vale pues... gracias por venir conmigo hoy, entonces —se cruza de brazos sin moverse y Mónaco se acerca a darle un beso a Luxemburgo en la mejilla y ya se te juntó el trabajo, Luxemburgo.

Este aprieta los ojos con eso.

—Diviértanse, supongo... o algo así. Yo... voy a ir a la piscina o algo... —sigue Gales empezando a sentir al adrenalina de los celos y la verdad, Luxemburgo se agobia un poco porque además su necesidad de ser diplomático con todo el mundo le presiona.

Gales les mira, sin saber qué hacer porque... no puede. No puede con esto otra vez, con los celos ciegos... y menos aún empalmado con lo de Galia. Aprieta los ojos y se va a la puerta.

—¿P-Porque no te vienes también? —propone Luxemburgo un poco en pánico, invitando a todo mundo a todos lados a pesar de que sabe que Mónaco va a protestar.

—Quoi? —protesta Mónaco efectivamente.

Luxemburgo aprieta los ojos cuando ella protesta porque sí quiere hacerla feliz y no quiere perderla así por las buenas pero es que tampoco quiere perder lo que tiene con Gales. Te has metió en un líooooo.

—¿Vas a invitarle a ÉL? A salir... los tres.

Gales se detiene en su andar a la puerta y se gira a ellos.

—Solo creo que... p-puede ser divertido —explica Luxemburgo que no cree que vaya a ser divertido PARA NADA.

—¿Divertido? Really? —es que Gales se ríe un poco de la frustración sin poder evitarlo.

—Claramente tenemos una idea muy distinta de lo que puede ser divertido —protesta Mónaco y se gira a mirar a Gales —. Tú, ya te ayudaron lo bastante hoy, sal un poco y déjame hablar con Luxembourg a solas.

Luxemburgo aprieta los ojos.

Gales se humedece los labios y se guarda las manos en los bolsillos del pantalón, mirando a Mónaco a los ojos.

Suspira y se vuelve a ir a la puerta por la que entró, sin decir nada. Así con lo que para él es un silencio absoluto que dice más que mil palabras. Nadie te toma tan en serio, Gales.

—¿Pero de qué vas, Luxembourg? —protesta Mónaco separándose de él, en cuanto sale Gales por la puerta

Él sigue apretando los ojos.

—O sea ¿quieres hacer un trío o qué? ¿Esto va de salir con los dos y ver quién es el finalista?

—N-Non.

—Si lo que pasa es que quieres pasar tiempo con él y no sabes cómo decírmelo... mejor dímelo. Pero si me dices que quieres pasar tiempo conmigo, no me puedes exigir que pase tiempo con él también.

—No quiero... que se vaya —admite. Mónaco se humedece los labios.

—Ya me decía Seychelles que NO debía volver. Que tenía que esperar a que tú vinieras por mi si es que ibas a venir por mí —aprieta los ojos y le suelta del todo.

—Tampoco quiero que te vayas tú —se incorpora yendo hacia ella, intentando abrazarla.

—No, es que no te... es que me he ido en la mañana y no me has —Mónaco se lleva las manos a la cara—. ¿Cuáles son los términos de salir los tres?

—Iba a hacerlo. Iba a hacerlo, lo siento —la abraza.

—Es que no es que te estés acostando con él además, es... todo esto...

—Quoi? —Aprieta los ojos sintiéndose culpable otra vez por lo de esta mañana.

—Estás haciendo malabares con los dos. Es que te conozco bien. Estás intentando conservarme a mí y ver cómo te va con él... y a la vez no quieres que yo me largue del todo, pero no quieres tampoco que se largue él... y si te sale bien, que no te va a salir bien, con él... deshacerte de mí. Dime algo... ¿Estás aquí solo porque no quieres hacerme sentir mal ni perder lo... seguro?

Luxemburgo la mira, desconsolado, pensando que esto es culpa suya por decírselo y que los va a perder a ambos por idiota.

—Puedo... con ello. No voy a morirme si me lo dices así, me hace sentir más tonta ilusionarme y que no quieras realmente estar aquí —sigue ella.

—S-Sí que quiero estar aquí, ¡No soy tan frío!

—Yo no soy todo lo que quieres que sea, ¿no? La fría soy yo y no estás enamorado.

—Pero te quiero...

—Mira, eso no lo dudo, pero necesitamos separar ciertas cosas —Mónaco aprieta los ojos con eso, le pone una mano en el pecho y le separa.

—¿Separar? —se le va detrás un milímetro, con ansiedad—. No debí decirte lo de ayer noche.

—¿Y seguirme haciendo tonta mientras tú te acuestas en mi cara con él? No, gracias...Además el resto del mundo lo SABE.

—No me estoy acostando con él —miente aferrándose a la idea de las normas que tienen puestas. Mónaco hace los ojos en blanco.

—Toooodo el mundo lo sabía ya... ¿qué quieres que haga? Exactamente ¿qué esperarías que hiciera?

—¿Saber qué? ¡Si no hay nada que saber! —protesta.

—Claro —La miraaaada que le echa.

—Mónaco, es en serio, pregúntale a él si no me crees...

—¿Y tú crees que voy a ir yo, a preguntarle a él si me estás poniendo el cuerno y dejando de idiota?

—Es que... ugh —se hace bolita.

—Es que no quiero torturarte, ni quiero hacer un drama de esto cuando es lo que acordamos... pero no de cómo comportarme —Mónaco suspira.

—Igualmente tú te vas a enfadar y él se va a largar, así que no sé a qué coño has venido —suelta de manera un poco ácida y extremadamente honesta.

Ella levanta las cejas porque no suele hablarle así.

—A estropear las cosas, aparentemente. Te ha jodido que te dijera eso, pues bien, ahí lo tienes —se levanta. Ella frunce el ceño—. Ya estamos todos enfadados. Merci, Mónaco. Un placer verte.

—Lamento haber pensado que era verdad lo que me dijiste ayer y que podíamos seguir como hasta ahora... y haber venido hasta aquí a "estropearte las cosas". Ojalá de verdad que se te estropee todo —toma su bolso y sus cosas se va hacia la puerta.

—¡Pues es obvio que así va a ser! ¿No lo ves?

—¡Pues conmigo lo estás haciendo muy bien!

—¡La que lo está haciendo perfecto eres tú!

—¿Crees que estoy intentando echarte esto a perder? Uff... ¡Discúlpame por tener un poco de corazón e intentar retenerte!

—¿Retenerme cómo? ¿Viniendo aquí, echando a mi invitado y luego enfadándote y acusándome de todo lo que se te ocurre? Tú misma podías prever las fugas de ese plan.

—¡Viniendo aquí y tratando de tener una poca de dignidad como tú pareja! Me has invitado a salir y le has invitado a él también. Si lo que quieres es estar con él y que yo no me enfade "por si te sale mal"... ¿Sabes? ¡Olvídalo!

—¿Qué dignidad hay en esto Mónaco? Lárgate si quieres, pero no has venido a retenerme, has venido a cargarte lo otro. Al menos sé sincera.

—¡Y tú te has cargado lo nuestro cubriéndote de mucho "amor", con una frialdad absoluta!

—Yo intentaba ser honesto contigo y ya me estoy dando cuenta que fue un completo error.

—Es que te acabo de decir que no quiero hacer un drama pero que no sé cómo comportarme y acto seguido me has echado y ¡te has puesto a acusarme de quererte joder la vida!

—Es que para no querer hacer un drama, ¡mira el drama que estás haciendo! Ha bastado que te salgas con la tuya para que empieces a reclamarme más cosas. Porque nunca tienes suficiente. Nadie nunca es suficiente para ti.

Mónaco hace los ojos en blanco.

—¡Perdóname por esperar que tan siquiera me LLAMES si me largo de casa antes de que despiertes porque me has salido con que estás enamorado de no sé quién!

—Te he dicho que iba a llamarte. De hecho quería ir a cenar contigo —igual se sonroja.

—Y con ÉL. ¡Es que no creo que nunca te haya yo propuesto un plan parecido!

—Ir a cenar con un amigo, uy, si un plan horroroso.

—Con el tipo del que anoche me dijiste que te estabas enamorando. Sí, un plan horroroso.

—Claro, porque NUNCA hemos ido a cenar con alguien que te guste a ti.

Mónaco hace los ojos en blanco otra vez.

—Voy a irme ahora y voy a dejar de buscarte... y verás como si no te busco yo probablemente no crucemos palabra en diez años —le amenaza.

—Eso es obvio, porque ahora mismo estoy tan enfadado contigo que no creo que quiera volver a saber nada de ti en veinte.

—Vete a la mierda —le grita ella yendo hacia el coche.

Luxemburgo suspira, dándose la vuelta y Mónaco se va, se vaaaaa, se fueeee.