Un Trabajo Arduo
Mi corazón se estruja al pensar en él, mientras María se acerca tratando de analizar el misterioso "Lamicta".
—¿Cómo las que aparecen en las rocas? —inquiere Marco, a lo que el profesor asiente.
—Lamicta, suena un poco mágico. —María se aproxima, intentando desentrañarlo.
—Voy a hacer bocetos, pero necesitaré de la ayuda de todos. —Marco se vuelve hacia su grupo—. Cada uno, de ser posible, haga una lluvia de ideas sobre todo lo que se les ocurra desde su campo, no piensen ni hablen con otros sobre lo que hacen, traten de hacerlo solo con los conocimientos que tienen.
La propuesta de Marco busca aprovechar las mentes frescas de cada uno, permitiendo que todas las ideas converjan. Ya lo ha hecho con nosotros en casos anteriores, y sin duda es funcional.
Las semanas pasan y todos empiezan a comprender más el funcionamiento de los lamicta. Marco, María y John son los que más han trabajado en ello. Mientras un equipo se dedica a entenderlo, el otro utiliza lo que comprende para construir la máquina.
Marco, designado como líder, participa activamente en todos los aspectos del proyecto. Después de un mes, comprenden que no deben considerar los lamicta como algo de su mundo, sino como una nueva forma de energía.
—Seguir nuestros estándares no nos ha llevado a ninguna conclusión, por eso, aunque me pese, necesitamos intentar olvidar un poco sobre las leyes de la física. —concluye uno de su equipo.
La sonrisa de Marco crece, emocionándose más y más. Mira a María, ambos se sonríen y continúan con el trabajo.
Deciden simplemente aprovechar el fenómeno, afirmando que la fuente de energía es probablemente inagotable. Un cristal de piroxeno no se romperá a menos que sea impactado por un armamento especial o por una fuente de maná superior a la que puede absorber.
La conclusión es ciertamente acertada. A través de sus sensaciones, percibo que Marco, a pesar de no tener una puerta, ha estado acumulando maná como si su puerta existiera más allá de lo físico.
—Es como si su alma ya supiera cómo contener el maná. —Echidna mira hacia Marco, mientras añade—: El mundo de Marco nunca se había expuesto al maná, aunque sea una fuerza benéfica, quién sabe qué problemas podría ocasionar.
Mi mirada confundida sorprende a Echidna, quien suelta una risa.
—Parece que una tonta como tú no podría identificarlo. —Echidna cierra levemente sus ojos—. Déjame explicarte.
No tiene sentido decir algo; después de todo, no se equivoca en ello.
Al final, es verdad que soy una tonta.
«¡Tengo que creerme mejor para serlo!» El pensamiento de Marco me toma por sorpresa, curvo mis labios, sintiendo su determinación en mí.
Tengo que contenerlo, todas estas emociones que él experimenta, todas las emociones que siento. Debo ser más fuerte, no mostrarme ante nadie.
—Gra... Gracias.
Echidna sonríe ante mi pobre expresión de gratitud.
No seas así, Emilia, no puedes seguir siendo inútil.
¡Tonta!
—El maná es, en su defecto, un ser vivo. —Echidna crea una esfera de maná frente a mí—. Si el mundo de Marco nunca tuvo magia, y asumimos que alguien plantó esos cristales, entonces...
Echidna comienza a expandir la esfera, haciéndola crecer hasta que me atraviesa por completo.
—El maná, de una sola fuente minúscula, se expandirá e invadirá todas partes. —Echidna sonríe, mientras siento cómo mis rodillas tocan el suelo de la sala.
Un golpe duro, pero el dolor es solo pasajero. Pongo mis manos en el suelo, observando cómo mi cabello toca el suelo.
—El maná se expandirá y empezará a cambiar todo, comenzando por los seres vivos más simples hasta llegar a los más complejos, es decir, los humanos.
El mundo de Marco debe enfrentarse a un cambio.
—Eso si es que sobreviven a los seres menos complejos. —Echidna suelta una pequeña carcajada.
Fueron cruelmente expuestos ante un destino desconocido.
—¡Soldado Ramírez! —un militar grita dentro del laboratorio, buscando a un compañero de Marco.
«No parece que vaya a llegar a tiempo.»
El nerviosismo crece en las manos de Marco. Mi cuerpo se siente tensionado, a la vez que mi respiración se empieza a agitar.
Marco es un tonto, siempre, siempre sacrificándose por los demás.
—¡Señor! —Marco se interpone, captando la atención del soldado.
Hace un tiempo, Marco habló con su amigo para que pudiera reunirse con sus padres, algo que no está permitido durante los días en la academia militar.
Su amigo había estado deprimido, y Marco utilizó sus conexiones para que pudiera salir de la academia militar por dos días, pero ahora es el tercero y no ha llegado.
«Supongo que tuvo algún problema; sea como sea, debo apoyarlo».
Marco nunca preguntó a su amigo por el motivo, simplemente se alegró cuando volvió.
Es, según lo que leí en el libro de Marco, un altruista.
No le importa lo que deba hacer para garantizar el bien de los demás, no le importa si debe sufrir para que los demás estén bien, ya que eso lo hace feliz al final de todo; lo soporta con gusto.
Conozco muy bien esta palabra porque Marco ya me ha regañado.
Este Marco y yo... somos más similares de lo que esperaba.
El tiempo pasa, y el trabajo se intensifica cuando Marco descubre cómo hacer la máquina.
Poco a poco la van creando, y en ese tiempo todos en el grupo se vuelven cercanos. Gracias a Marco, el grupo sigue avanzando a pesar de las dificultades.
—Sé que no hemos dormido mucho, pero piensen en lo mucho que lograremos cuando tengamos la posibilidad de soltar esto al mundo; hagamos un esfuerzo por sacar esto lo más pronto posible.
Los años pasan y, tras tres años, Marco entra a la mayoría de edad de su mundo. Para mi sorpresa, todos allí son casi tres años mayores que Marco.
—Como en su mundo los peligros son menores, pueden darse el lujo de hacer crecer más a su descendencia —añade Echidna, sonriente ante la escena—. En el caso de Marco, está allí porque se saltó unos años de, lo que llaman, escuela.
Marco y María se encuentran juntos; ambos están en la cama, apenas despertando.
Mi alma duele un poco al verlo, pero el sentimiento en mi corazón es algo nuevo para mí. No sé qué decir, pero este sentimiento, esto que debe ser lo que se llama "amor".
No es el amor que siento hacia Puck, o hacia mi madre.
Ellos se abrazan y se dan un delicado beso.
Es este sentimiento, esta emoción que me hace sentir en una nube. Me hace sentir como la persona más fuerte, la más viva.
Toda esa tristeza que quiere dar mi alma, esa sensación oprimente, ese punzón en mi corazón.
Todo eso se ve opacado por la felicidad.
Me siento volando, fuerte, confiada. Mi propio cuerpo parece engañarse a sí mismo solo para ser fuerte. ¿Este es el poder del amor?
—¡Hola, María! —saluda la madre de Marco.
Su madre ya sabe que ambos están en una relación. Tras saludar, Marco le hace una pregunta a su madre.
Mi alma duele, a pesar de esta emoción embriagadora, el dolor se filtra por todos mis poros.
—Madre, hoy terminamos todo el proyecto, vamos a presentarlo al profesor y comprobaremos su funcionamiento. —Marco sonríe, mientras María lo abraza—. Ambos iremos a verte cuando podamos salir.
Lograron conectar la magia con su mundo, utilizarla sin siquiera saber que era magia. Marco encontró la forma de aprovecharlo al máximo. Solo eso me hace sentir orgullosa, de alguna forma, aunque sé que él es inteligente.
Su logro, algo que hasta yo puedo entender lo insólito que es.
Marco es...
—¡Pronto podré ir a verte! —exclama, colgando la llamada.
María y Marco se bañan y salen juntos hacia el laboratorio. Todo su equipo se encuentra allí, alegre por la situación. John está junto a otra chica, también parte del equipo.
Han pasado tres años, y ahora el cuerpo de Marco se asemeja un poco al que conozco.
—¿Cómo está el primer lugar en combate cuerpo a cuerpo? —pregunta John a Marco, quien sonríe un poco incómodo.
—Fui de los peores en el uso de armas a distancia. —Marco suspira—. Dicen que en una guerra estaría frito.
Es un contraste con la realidad actual. La puntería de Marco es formidable, yo misma lo he presenciado practicando, especialmente cuando obtuvo la magia de vuelo.
Horas y horas haciendo la teoría de cómo disparar y usar la magia de vuelo para atinar, imbuyendo maná en sus ojos hasta el punto de hacerlo inconsciente.
—Pero fuiste un monstruo durante el combate cuerpo a cuerpo, ni siquiera los evaluadores podían creerlo.
Sonrío, yo lo vi en el mejor plano posible.
—La velocidad de reacción de él es realmente increíble. —Echidna suspira, sirviéndose más té—. Ha sido un largo tiempo, pensar que Od Laguna haría una prueba tan extensa.
No es que hayan pasado tres años, pero sí más de un mes.
En todo este tiempo, no puedo evitar desear que se mantenga así.
Que no pase de este día.
«No me gusta cuando me dicen esas cosas.»
Marco no disfruta de los halagos; siempre se siente incómodo cuando le dicen esas cosas.
Este Marco reacciona incluso más rápido que el que conozco; eso me sorprendió al principio. Pero al saber la verdad.
Suspiro, intentando calmar este nerviosismo.
El profesor hace su entrada, y ellos comienzan a explicar la máquina. Una máquina grande, casi tan grande que está a punto de tocar el techo del laboratorio. Sin embargo, contiene perfectamente el funcionamiento del cristal lamicta de fuego.
Acerca y aleja el piroxeno para que la reacción del cristal de fuego genere calor hasta casi el punto de explotar, pero en ese momento se aleja lentamente para que no explote.
Esa reacción provoca una pequeña explosión que no daña ninguno de los dos cristales, pero se puede aprovechar.
—La máquina tiene una eficiencia del 95% de la energía, solo un 5% se pierde. Creo que podremos mejorarla en el futuro; alcanzar el 99% debería ser posible —concluye Marco—. Puesto que la máquina lleva en funcionamiento desde hace un mes, con las pruebas podría decir que años funcionando. Daría fe de que es, idealmente, una fuente ilimitada de energía.
«Dios, lo logramos, una nueva era.»
Una sensación eléctrica recorre todo mi cuerpo; ahora comprendo un poco mejor las cosas, pero intento no dejarme llevar.
Tengo que ser fría, no puedo permitirme caer.
La conclusión a la que llegaron es que hay un tipo de energía desconocido en el ambiente; es decir, que el mundo de Marco ahora posee maná. Solo que, al no poder sentirlo y ser algo que no se puede medir, no lo saben.
«No puedo creer que esté presenciando esto; nosotros, por fin, lo logramos.»
Ellos lo acaban de descubrir, acaban de corroborar que hay un nuevo tipo de energía que parece ser ilimitado.
—La máquina puede alimentar una ciudad; de hecho, hicimos pruebas con baterías para coches y su carga es tan rápida que terminó dañando los ciclos de estas —añade John.
Al final, parece que su mundo está por cambiar.
O eso creí en ese entonces.
—Esto es... —el asombro del profesor es evidente, pero rápidamente una sonrisa se plasma en su rostro.
Una sonrisa que no me gusta.
Todos son enviados a sus habitaciones menos Marco; este se queda solo con el profesor.
Marco se ve alegre, mientras parece admirar la máquina operar por sí sola.
—Esta máquina será el inicio de una nueva revolución industrial. —El profesor pone su mano en el hombro de Marco—. Estados Unidos está interesado en el proyecto.
«Entonces, ahora podré ir más allá.»
Una lágrima cae de mi rostro, mientras miro lo que sucede sin pestañear.
—El presidente de nuestro país está decidido a hacer contacto con nosotros; al ser un proyecto financiado con el gobierno es necesario que se haga una empresa en el país; también, nos darán los derechos de la patente.
Entonces, este le entrega un documento a Marco.
«Dar todos los planos, la máquina, las guías de creación.»
Marco solo mira la hoja, mientras sus manos tiemblan.
Esta vez, no de felicidad.
—Estados Unidos quiere que vayas con ellos, quieren usar la máquina para generar un tipo de armamento especial. El presidente desea que vayas con ellos también.
Marco mira al profesor; este parece sorprendido por la mirada de Marco.
Mi estómago duele, mi corazón duele. Ahora, todo lo que queda es ver lo que está por suceder.
—¿Y el resto? —pregunta Marco, pero el profesor saca su pistola.
Marco reacciona, tomando el brazo del profesor y con un golpe rápido quita su arma, dejándolo desarmado.
La pistola cae al suelo, Marco intenta tomarla, pero rápidamente siente una presencia desconocida.
—¡Detente! —apunta otro hombre por detrás a Marco.
El profesor sonríe, una muestra clara de que nunca tuvo pensado ayudar al crecimiento de la humanidad.
Una muestra clara de lo oscura que es el alma humana.
Caigo al suelo, cediendo ante la presión. Marco de alguna forma está en pie. Yo, no sé qué estoy haciendo.
—No por nada eres el mejor a corto alcance, pero no te preocupes. —El profesor vuelve a tomar el arma y apuntarla a Marco—. Deberás tomar una decisión; si quieres salvar a tu familia y a ti, lo mejor es que partas a Estados Unidos.
«Mis padres...»
Mis labios empiezan a temblar, mientras intento tomar arcadas de aire.
—¿Qué pasará con mis amigos? —pregunta Marco, mientras yo hago esfuerzo para ponerme de pie—. ¿Qué pasará con María?
El profesor sonríe, toma el arma y pone su mano en la mejilla de Marco.
—Morirán, como líder, eres el único necesario.
