No tenían mucho que hacer, la recuperación era la parte más aburrida del trabajo de cazador de demonios. Sabía que la organización no lo enviaría a misiones sin tener la autorización de las enfermeras de la finca, así que estaba obligado a descansar y no hacer que su estadía ahí se alargará. Sonaba tan fácil y sencillo pero para Inosuke era un infierno. No estaba acostumbrado a no hacer nada, en la montaña todo es supervivencia y estar mucho tiempo sin hacer nada podía afectar esa supervivencia.
Así que era una lucha constante entre la necesidad de entrenar y salir contra las ganas de salir a cazar demonios (y para ello necesitaba que le dieran el alta). Odiaba eso, más que nada, normalmente… pero está vez tenía una misión y un objetivo. Encontraría los defectos de la bruja de las coletas gemelas. Se los haría ver a Monitzu, porque mostrar que él era mejor que Chenitsu era una tarea demasiado sencilla y poco desafiante para él.
Así que comenzó su misión en cuanto se despertó, para su sorpresa ella ya había empezado su día y él estaba atrasado con su misión. La chica ya había comenzado su día, porque ya estaba trabajando en limpiar los suelos de la finca. Inosuke no queria eliminar el factor de sorpresa… recién había descubierto que si esperaba lo suficiente antes de atacar con todo en la batalla podría encontrar cosas importantes del enemigo antes de dar el corte final y decisivo.
Así que se ocultó sosteniendo su cuerpo en el techo de la finca, ella volteaba cada cierto tiempo en su dirección pero él era mucho más rápido. Era algo divertido, tenía que trabajar en moverse despacio para que no lo notará y rápido para evitar ser descubierto. La chica tenía sus pies descalzos, sus mangas arremangadas, con un trapo blanco y una cubeta de agua limpiaba los suelos. Su ceño estaba relajado, a diferencia de siempre y de vez en cuando llevaba su antebrazo a su frente para limpiar el sudor que le producía el esfuerzo de limpiar sola.
Cuando el sol comenzó a salir aproximadamente a las ocho de la mañana ella caminó rumbo a la cocina, al parecer se dirigió a una especie de cuarto secreto, pequeño y de ahí tomó un sacó de arroz casi de la mitad de su tamaño. Él se aguantó las ganas de saltar de su escondite y quitarle la maldita bolsa que seguramente no pesaba tanto cómo ella lo hacía parecer.
"¡Oh vamos eso no es nada!" Tenía su ceño fruncido y apretaba con más fuerza el techo de la finca. "¿Es que nadie iba a ayudar a esa chica?" Bueno, él ni siquiera debía estar ahí y menos levantado. Se asomó por el marco de la puerta para verla lavar el arroz… parecía una tarea relajante porque la chica concentrada en la tarea había comenzado a tararear una canción. Se deslizó del techo y siguió observando cuando pudo notar que ella se detenía en su tarea, sus hombros se tensaron y levantó la mirada.
Un segundo más que hubiera tardado en reaccionar y la chica ya lo estaría regañando por entrar a la cocina, él se encontraba pegado al costado del marco de la puerta, tratando de esconder su presencia respirando más despacio. Usando su sensibilidad detectó que ella había vuelto a reanudar sus labores y que alguien más se acercaba. Tomó un impulso y salgo por la ventana abierta más cercana… tampoco quería hacer que la mujer mariposa lo regañara de nuevo por romper una ventana.
Llegó al patio de las mariposas y volvió a entrar a su habitación por la ventana, cómo había salido. Sus amigos con los que compartía habitación se despertaron cuando entró.
— Hola, Inosuke… buenos días — La voz de un recién levantado Monjiro le dió la bienvenida al cuarto donde descansaban. Inosuke, se rodó en el pasillo hasta llegar a su cama para sentarse.
— ¡Dejá de hacer ruido! — Le gritó el rubio, que estaba anidando entre las cobijas y cubriendo sus oídos con una almohada.
— ¿Qué dices? Ni siquiera estoy haciendo ruido — Grito molesto. El chico rubio aún no quería levantarse mientras la ojiazul ya había hecho más que cualquiera por la finca. Una extraña sensación lo invadió… era similar a la que tuvo la noche anterior al ver a la muchacha llorando. Pero está vez era menos dolorosa en el corazón y se sentía más en su garganta y esófago. Algo muy extraño le estaba pasando, se dejó caer sobre el colchón poniendo sus brazos bajó su cabeza mientras reflexionaba en esas nuevas sensaciones que experimentaba.
Definitivamente no era normal sentirse así, sabía cuál era la causa de su malestar. La chica de los ojos azules invadía sus pensamientos desde la noche anterior. Antes apenas y la había reconocido como una enana molesta pero tal vez había algo más que no estaba viendo ¿Porque otra razón tenía tanto interés en este tema? Sabía que siempre tenía la razón, pero que ella no lo viera y que incluso llorará por lo que dijo le producía esa sensación similar al haber modido fruta podrida ¿Desagradó?¿Arrepentimiento? Bueno, agradable no era.
No supo cuánto tiempo paso perdido en sus pensamientos sin escuchar lo que el pelirrojo y el rubio decían. Pero cuando escuchó las voces de aquellas niñas diciendo que el desayuno estaba listo salió corriendo a toda velocidad. Su estómago le insistía en avanzar rápido y su olfato le servía de brújula para llegar al comedor.
— ¡El jefe Inosuke está aquí! —. Gritó al llegar al comedor.
—¡No grites tanto Inosuke! — Lo regañó de nuevo la chica de los broches de mariposa azules. Estaba acompañada de dos niñas pequeñas que ayudaban a servir los platos. Se veía igual que siempre pero el se sentía extrañó ante su presencia. Después se encargaría de averiguarlo, ahora se encargaría de devorar el delicioso desayuno que le habían servido.
— Buenos días Tanjiro, Zenitsu— Los nombrados entraron al comedor con recelo. No tenían idea de lo que había pasado la noche anterior entre el pelinegro y la ojiazul.
— Buenos días, Aoi. ¡Quisiera pedirte una disculpa por los tres! ¡No fue correcto tener esa conversación! Fue irrespetuoso y no volverá a pasar — Tanjiro se expresó con voz clara y fuerte acompañada de una gran reverencia que su compañero rubio imitó, desconcertado a las otras dos niñas que no se habían enterado del incidente.
— !Si! Yo también lo siento señorita Aoi — Inosuke veía la escena desde la mesa sin entender porque se comportaban de esa manera. La chica de coletas mantenía la misma expresión seria de ceño fruncido que tenía todos los días y el creyó que sus compañeros eran unos mediocres al momento de pedir disculpas. Él era el mejor para pedirle disculpas a Aoi. Sin lugar a dudas el rodearla con sus brazos era una mejor forma de pedir disculpas.
— ¿Eh? ¿De que está hablando Tanjiro? — Preguntó Sumi, confundida.
— No fue nada, Sumi... Ustedes deben de ser más considerados al momento de hablar y Tú Zenitsu debes de aprender a respetar a las mujeres. — Les dijo en tono de regaño. Con su semblante serio y su ceño fruncido.
— Lo sentimos ... ¿Inosuke se disculpó contigo? — Preguntó Tanjiro mientras Zenitsu chillaba un discurso sobre como el solo quería tener una hermosa esposa — Dijo que iría a disculparse anoche.
— ¡Ah! Cierto, no le hizo nada raro ¿verdad? — Preguntó Zenitsu, pues conocía que su compañero y amigo no era la persona más... Civilizada.
— Anoche hacer algo raro... ¡Ah! — La habitación quedó en silencio mientras los colores subían por el rostro de la chica al recordar su abrazo en la cocina. — Sí, no importa ... Será mejor que vayamos a ayudar a Kiyo
Antes de que el nerviosismo la delatara salió del comedor. Las niñas se despidieron y salieron detrás de la chica de coletas. Inosuke se había mantenido en silencio (comiendo) pero atento a la interacción. Sintió una molestia en la boca del estómago al ver a la chica reaccionar así ante las palabras del rubio. Ignorando eso siguió comiendo, pronto sus compañeros siguieron su ejemplo y empezaron a comer tranquilos.
— ¡Ay! por un momento creí que estaría mucho más enojada… — El joven de ojos ámbar quiso retomar la conversación.
— Parece que se lo tomó bien
— Si, yo creí que cobraría venganza jajaja… — El rubio miró el plato de arroz a medio comer que tenía enfrente — ¡¿Crees que le haya puesto algo a la comida?!
— Ella no haría algo así, Zenitsu — Le reprendió Tanjiro
— ¿Ponerle algo? ¿Cómo qué? — Inosuke no entendía a qué se refería,era obvio que ella había puesto algo en la comida, al preparar esos alimentos debía ponerle varias cosas como las verduras, o esas pequeñas semillas negras que le gustaban tanto. Ella había puesto muchas cosas en sus comidas, como esas bolitas dulces del día anterior, el esfuerzo y trabajo de preparar todo temprano.
—¡Algo cómo veneno o una de esas cosas que te hacen ir mucho al baño o actuar raro!
—¡¿Eso es posible?!
— ¡Claro! Aoi es la aprendiz de Shinobu sobre los venenos y medicinas. Seguramente ella podría hacer algo así
— ¡Zenitsu! No digas eso… no le metas ideas raras a Inosuke
Inosuke analizó las palabras del rubio y se dio cuenta de que tenía sentido. El empezó a actuar raro cuando ella le dió esos dulces, seguramente tenían una de esas pociones de las que hablaba Zenitsu. Porque después de eso no había dejado de pensar en ella, en la sensación de calidez que surgió en su pecho cuando la abrazo la noche anterior, ese deseo de matar a Chenitsu por quererla como esposa. Todo era parte de un hechizo en forma de dulce, como el jefe debía advertirle a sus seguidores.
— Tiene razón Monjiro, ella es una bruja y ¡nos está hechizando! Todo tiene sentido ahora, nos está envenenado con su comida, no deben de comer nada que ella cociné —dijo antes de llevarse lo que quedaba del plato del rubio a su boca.
— Acabas de decir que no comamos ¡Y te comes mi comida!
— Es porque yo soy inmune a los venenos y ustedes son unos débiles. Lo dijo la mujer mariposa — Y antes de que pudieran decirle algo más se llevó el contenido de los otros dos tazones a la boca ante la mirada atónita de los otros dos.El chico con cabeza de Jabalí sabía que el veneno si había tenido un efecto en él, pero no lo admitiría ante esos dos… además de que sinceramente no quería que esos dos se sintieran lo mismo que él al ver a la chica de ojos índigo.
— ¡Eso no tiene sentido! — El rubio salto de su asiento a forcejear con el muchacho de cabello con puntas azules, tratando de golpearlo sin éxito
— ¡Todavía que te estoy protegiendo! Eres un malagradecido con tu jefe — El pelinegro se puso de pie y el forcejeo por golpearse comenzó.
—¡ Loco! Tú no eres mi jefe — Tanjiro soltó un suspiro cansado. Al parecer no sería un día tranquilo.
