01-Introspección caleidoscópica
Por: Key Kirishima
Disclaimer: Los personajes de Fairy Tail son propiedad de Hiro Mashima. Yo sólo quiero brindar más Gruvia al mundo en este Gruvia day.
N/A: Después de mucho tiempo sin escribir, ayer me sentí lo suficientemente mal como para probar el desahogarme con la escritura, funcionó y casualmente coincidió con el gruvia day, así que aquí os brindo un fanfic nacido de la tristeza, pero desarrollado con mucho amor. Espero lo disfruten.
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El cielo reflejaba su cambio de humor, o al menos eso parecía.
Miraba fijamente el cristal de la ventana, viendo como poco a poco el cielo pasaba de un azul radiante a un gris oscuro y dejando caer "El llanto del alma" como ella le llamaba.
La verdad el día había comenzado con un mal presagio, su amiga le había avisado que no podría llegar el fin de semana a la ciudad por el cierre del aeropuerto debido a la erupción del volcán más grande del país, que había desencadenado una serie de días con ceniza en los cuales la aviación internacional se vio afectada, había leído en las noticias también que tardaría semanas en estabilizarse la situación.
Aquello la había deprimido, pero su amiga le había prometido que tomaría el primer vuelo que abrieran y estaría con ella lo más pronto posible.
No todos los días cumplías 24 años.
Quizás no era una edad tan importante mundialmente, pero ella realmente apreciaba cada año de vida que se le concediera.
El 10 de octubre estaba tan cerca y a la vez tan lejano.
Dejó salir un suspiro y continuó tecleando en su computadora, había prometido a su primo que ayudaría en la cafetería en la noche, así que debía adelantar todo el trabajo disponible para no tener tanto para mañana. Si su jefe, el señor Porla, lo apreciaba o no, ya vería eso el día de mañana.
La hora de salida no tardó en llegar, dando un estirón de brazos para recordarle a su cuerpo que tenía la posibilidad de moverse, se levantó de su asiento y tomó su maletín, justo cuando se dirigió a marcar su hora de salida alguien se le acercó, la persona que menos querría ver en ese momento de hecho.
Ironías de la vida.
—Juvia, el Director Porla me pidió que te dijera que el proyecto Sakurase va para ventas —le dijo Bora, su "ex" novio. La verdad no sabía en qué estaba pensando cuando decidió que salir con el mujeriego de la oficina sería buena idea, al ser su compañero lo iba a tener que ver todos los días, pero bueno, la Juvia del pasado estaba convencida de que él iba a cambiar y que ella era la indicada.
Una tontería por supuesto.
Porque después de todo ¿Quién era ella para cambiar a alguien? No tenía nada de especial seguro.
Quizás por eso es que fue engañada.
Pero ahora no era el momento para eso.
—¡No es posible! —dijo asombrada —. Antes del almuerzo hablé con él y le dije que ya estaba casi terminado, el equipo de planificación ha estado en él durante meses ¿Por qué lo iban a pasar a ventas cuando toda la publicidad y puntos de ventas están asignados? ¡No es…
—¿Justo? —preguntó con burla Bora. La cara de Juvia había pasado de la indignación a la vergüenza. Eso era justo lo que iba a decir.
—Algún día aprenderás pequeña Juvia, que la vida no es justa —dijo dándole un golpe en la cabeza con una carpeta y girando para retirarse.
Al final había atado los cabos, las únicas veces que el director la llamaba era para preguntar sobre los proyectos que estaban avanzados, debió saber que esta vez no sería la excepción y otro de sus proyectos sería arrebatado sin poder culminar.
Tantas horas trabajando con las diversas tiendas que participarán, tanto tiempo planificando los eventos, trabajando con la promoción de los mismos.
Y ahora todo eso sería arrebatado por quienes no tienen idea de qué hacer.
Quizás Bora tenía razón, la vida no era justa.
Se retiró en silencio hacia el ascensor, pero justo antes de entrar escuchó como una dulce voz la llamaba.
—¡Juvia-san! —se giró para ver a la dueña de aquella dulce voz —¡Juvia-san!
Era Wendy Marvell, la interna de planificación.
—¿Qué se te ofrece Wendy-san?—preguntó con cordialidad, no iba a dejar que su estado de humor se desquitara con la joven.
—Pensé que no la alcanzaría Juvia-san —dijo agitada, pero sonriente —, quería decirle que terminé el afiche para la última tienda que faltaba—anunció— ¡Ya quiero encontrarme con ellos y ver su cara ante este cartel! Puse todo mi esfuerzo en esto —dijo ilusionada, pero la supervisora, dueña de los largos y ondulados cabellos azulados, no parecía feliz en lo absoluto.
Cómo le diría que el proyecto sería transferido a otro departamento y que ella ni siquiera pudo pelear por él.
—¿Sucede algo Juvia-san? —preguntó bajando el cartel que tenía frente a ella y que con tanto orgullo le había mostrado.
—¡Wendy! —le llamó Charles, su jefa directa, quien la estaba buscando para evitar que hablara con Juvia.
Pero al parecer había llegado tarde.
—Wendy-san yo...—Juvia no encontraba las palabras y afortunadamente Charles se dio cuenta de la incomodidad de la mayor.
—Wendy, es descortés interceptar a la jefa de departamento cuando ha tenido un día muy largo y finalmente puede ir a casa —la de cabellos plateados le dedicó una sonrisa de comprensión a Juvia, entendía la situación y sin mucha tardanza se llevó a Wendy para evitar el ambiente de incomodidad que se había creado.
Juvia las vio irse y luego de ver que Charles hablaba con Wendy, ésta dejó caer el cartel.
No sabía cómo sentirse.
Al salir del edificio le dedicó una mirada de análisis, cómo podía una estructura hacerla sentir tan mal, justo cuando se dirigía a los estacionamientos, escuchó el rugir de una moto, si no supiera de quién se trataba hubiese soltado las llaves (o lo que ella pensaba eran las llaves) del susto, aún así corrió hacia el origen del sonido.
—Así que ahí te escondías mujer, ge-he —dijo el recién llegado luego de liberar su cabellera del casco que lo había estado oprimiendo. —No sé qué ha pasado, pero ha comenzado a llover y vine lo más rápido posible —confesó y al ver la lágrima caer por el rostro de su prima supo que había acertado.
—Vamos sube —la invitó y sin discutir la joven obedeció.
—¿Cómo es que Gajeel-kun sigue creyendo que Juvia controla el clima? —dijo en un susurro mientras se colocaba el casco para pasajeros.
—Siempre que llueve te he encontrado llorando, no creo que sea casualidad —soltó con seriedad.
—Pero Juvia no lo hace —comunicó en un intento de queja.
—Y sin embargo, henos aquí —comentó el pelinegro —, no me arriesgaré a no estar a tu lado en un día lluvioso —le informó. Juvia sonrió y subió a la moto, llevaba pantalones de tela, por lo que no era impedimento para ella, aunque por la lluvia intensa, Gajeel le ofreció su chaqueta de cuero negro para evitar que se resfriara.
—¡Sujétate bien mujer! —demandó y mientras salía del estacionamiento vieron cómo Bora venía corriendo hacía la entrada del estacionamiento con un paraguas, cosa que no le sirvió de mucho pues Gajeel pasó justo al frente de un charco y terminó bañando al ejecutivo compañero de Juvia.
No pudieron evitar sonreír/reír a carcajadas.
—¡Qué imbécil!—dijeron ambos al unísono.
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Levy los vió llegar por la ventana y no tardó en salir con un par de toallas para evitar que Gajeel y Juvia se resfriaran. Aunque ahora que lo pensaba nunca los había visto con ese tipo de padecimiento.
—¿Estás bien Juvia? —le preguntó la mujer de corta estatura y cortos cabellos azules —Gajeel salió corriendo tras comenzar a llover, me preocupó que tuviese un accidente de lo salvaje que conduce.
—¡Yo conduzco perfectamente! —rugió el dragón, es decir, el alto e intimidante pelinegro.
Juvia sonrió, era una fortuna saber que podía contar con su familia en días como esos. Se desató el cabello y liberó sus hebras de la prisión de una liga y colocó una toalla seca sobre sus hombros para posteriormente tomar asiento y aceptar el té que Levy previamente había preparado para ambos.
Antes de hablar suspiró.
—Juvia tiene que ceder el proyecto Sakura a otro departamento— dijo seria y con notoria tristeza en sus palabras. Gajeel se levantó y estuvo a punto de tirar la mesa, pero una mirada hacia su esposa, Levy, lo hizo calmarse y en su lugar soltar un puño a la pared más cercana, que por cierto dejó una marca en el concreto.
—Juvia —la llamó Levy colocando una mano sobre su hombro —¿Pudiste hacer algo? —los hombros de Juvia bajaron más de lo debido, junto con su postura.
—Juvia no pudo hacer nada —dijo decepcionada —, nada hace cambiar de opinión al director una vez toma una decisión.
—¡Te he dicho mil veces que dejes ese trabajo! —gruñó Gajeel, demasiado tarde para que Levy lo pudiera detener, aunque no era como si no estuviera de acuerdo con él.
Tan solo hace unos meses había visto la sonrisa de Juvia al trabajar en aquel proyecto y ahora se lo quitan de las manos.
—Juvia no puede dejar el trabajo Gajeel-kun —susurró —ella…
—¡¿Qué? ¿Te sigues preocupando por nosotros?! —vociferó el pelinegro —¡¿En qué planeta vives?! ¡Te dije que no lo hicieras por ese motivo! —gritó golpeando la mesa.
—¡Juvia tiene que hacerlo! —le gritó en su defensa —¡No puede abandonarlos! ¡Y menos ahora que van a tener un bebé! —declaró con lágrimas en sus ojos.
—¡No tienes ni una puta idea de lo que dices! —contestó Gajeel cerrando sus ojos.
—¡¿Crees que Juvia puede dejar ese trabajo y encontrar otro al instante?! —le respondió con enojo y golpeando la mesa, dándole el golpe final para destrozarla.
—¡¿Y tú crees que quiero verte infeliz sacrificando tu vida en ese estúpido empleo?! —se acercó a ella para mirarla a los ojos, pues al menos se daría cuenta que sus ojos carmesí estaban a punto del llanto al igual que ella.
—¡No es tu hijo!—le dijo secamente.
—¡Pero será como el sobrino de Juvia!—se defendió secándose las lágrimas y tomando asiento—Juvia no puede pensar en renunciar cuando aún no ha planificado los gastos de los primeros tres años del bebé —bajó la cabeza pues no se atrevía a mirar a Gajeel a los ojos.
—¿Y crees que llegarás viva para cuando nazca? —le preguntó con voz burlona —Si no te mata el trabajo lo harás tú —declaró llamando la atención de ambas chicas —¡No creas que no me di cuenta que estabas intentado abrir el auto con un bolígrafo! —exclamó el pelinegro haciendo sonrojar a Juvia.
—¡Gajeel!—gritó Levy —Ya es suficiente de ustedes dos ¡Ve a cambiarte de ropa Gajeel! —le ordenó y con un chasquido de lengua el moreno se retiró dejando solas a las mujeres más importantes para él en ese momento.
Una vez escucharon la puerta de la habitación superior cerrarse, Levy tomó la palabra.
—Juvia...—la llamó, pero la de ojos azules no levantó la vista.
—Sé lo que intentas hacer—le confesó —, y en verdad estoy muy agradecida por ello —añadió, logrando obtener la mirada de la chica finalmente.
—Pero Gajeel tiene razón—le confirmó causando un shock en la joven de cabello largo —, ningún trabajo vale lo mismo que tu vida.
—Pero Juvia…
—Sé que te sientes responsable de que a Gajeel lo echaran de la empresa —Juvia la miró sorprendida ¿Es que acaso tenía el poder de leer la mente?
—No, no tengo poderes —contestó la McGarden haciendo que Juvia se sorprendiera y llevara sus manos a su boca.
—¿Estás segura Levy-san?
—Es solo que sé como eres, también cómo es Gajeel —sonrió —, ustedes se parecen mucho ¿Lo sabías?—Juvia no respondió.
—Pero estás de acuerdo conmigo en que Gajeel lo hizo por defenderte de aquel patán ¿Sí? —Juvia asintió.
—Que resultara ser el hijo del director Porla no es más que una coincidencia, te estaba intentando atacar Juvia y si yo hubiera estado en el lugar de Gajeel hubiera hecho lo mismo.
Juvia soltó una risa.
—¡Oye!—le regañó la futura madre —Estoy intentando ser sincera.
—Juvia lo siente Levy-san —dijo con una sonrisa —, es que Juvia se imaginó a Levy del tamaño y ancho de Gajeel-kun —Levy no pudo evitar sonreír.
—Supongo que es gracioso considerando mi tamaño —indicó tomando haciendo al lado de Juvia —, pero lo digo en serio, no nos debes nada a mí ni a Gajeel y si lo hicieras, nos bastaría con verte feliz, el dinero es importante, pero si algo te llegara a pasar ni siquiera todo el dinero del mundo podría hacer que regresaras ¿Lo entiendes cierto? —Juvia había comenzado a llorar, pero aún así le dio la razón.
—Queremos verte feliz, con nosotros, no a costa de tu vida—comentó —, no quiero que cada vez que comience a llover Gajeel salga como loco preocupado, no es bueno para ti ni para él.
—Juvia ...lo entiende Levy-san, es solo que…
—Quiero que te des una ducha, comas la cena que preparé, si te sientes bien puedes ayudar en la tienda y a organizar los libros, te dirijas a tu cama y mañanas hables con tu jefe acerca del proyecto, quiero que te preguntes si realmente serás feliz si continúas trabajando en esa empresa ¿Entendido?
—Levy-san…
—Y Juvia
—¿Sí?
—No es como si no tuviéramos ahorros—le dijo con una sonrisa —el negocio ha estado yendo muy bien, con tu ayuda pudimos cancelar la deuda del préstamo más rápido, así que las ganancias han sido meramente para los gastos de la tienda y personales.
Juvia no dijo nada.
—Lo lograremos ¿Sí?
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Aquella noche en la cafetería de Gajeel y Levy era noche de poesía, gracias a la reunión que Juvia tuvo hace unos meses con sus compañeros de departamento, la joven Wendy propuso hacer una noche temática, los jueves (como el día de hoy) eran de poesía improvisada, en donde en una cafetera se colocaban las propuestas del público y los voluntarios debían sacar un papel e improvisar.
Levy tenía razón.
Al negocio le estaba yendo muy bien, esa noche por ejemplo, tenían casa llena, si no fuera por la ayuda extra de Juvia, no habría suficiente personal para atender a todos los clientes.
Afortunadamente la nueva asistente que habían contratado era muy buena al hacer los cafés especiales y tomar los pedidos, Gajeel en ese momento estaba haciendo los ajustes al micrófono mientras su esposa subía al escenario para probar el audio, esa noche, no era algo que fuera novedoso, pero la combinación del ambiente, lectura en vivo y la comida era el combo perfecto.
Juvia por su parte se encontraba en la caja registradora, al inicio era Gajeel quien se había propuesto para hacerlo, pero muchos clientes se sentían intimidados con su mirada, especialmente aquellos que miraban demás tanto a Levy como a Juvia.
Los mataría si lo dejaban en aquel lugar, o peor, los dejaría sin clientes.
—Buenas noches a todos —mientras Levy presentaba el pequeño evento, todos la miraban con atención, pues con un libro en mano citó una hermosa frase de poesía y dio inicio a las participaciones voluntarias, sin haberlo previsto, Gajeel se acercó al segundo micrófono y amenazó de muerte a quien subiera para hacer alguna estupidez.
Quedaban advertidos.
Con eso, los sabotajes estaban cancelados.
El primero en subir fue un tipo de aspecto bohemio, con un pincel, un lienzo y su libro al lado tomó lugar en el escenario, Gajeel y Levy solo se miraban entre ellos, esperaban no tener que armar un escándalo o algo similar, era un cliente bastante tranquilo, pero hasta el día de hoy se enteraban que aparentemente también era un pintor.
Luego de ajustar el micrófono y sus materiales comenzó a hablar.
—Primero, agradecido con la señorita Levy —ofreció con una sonrisa no maligna, de acuerdo al criterio de Gajeel —, este lugar me ha traído la inspiración que había perdido hace mucho tiempo, por lo que mi primer dibujo lo dedicaré a este café —anunció, los aplausos no se hicieron esperar, pues mientras dibujaba recitaba, un tanto de memoria y otras veces consultaba el libro a su lado, una hermosa poesía que brindó calidez a la audiencia.
Al terminar su presentación se logró observar un boceto de la cafetería vista desde afuera, con la excepción que en lugar de estar rodeada de otros edificios lo acompañaba una noche estrellada en blanco y negro que nadie tenía idea de cómo había surgido, pues Reedus, como se presentó, solo tenía un carboncillo y el lienzo.
Se levantó una vez terminado y entregó el cuadro a la pareja dueña del local quienes le agradecieron por el regalo prometiendo que lo exhibirán en un lugar adecuado en la cafetería.
Dejaron el escenario pues sabían que después de aquella presentación posiblemente habría nervios entre las personas, por lo que continuaron atendiendo los pedidos y uniéndose a su equipo de trabajo.
—¿Cómo vas Kinana?—preguntó Levy secándose las manos luego de haberlas lavado para seguidamente colocarse un delantal.
—Agradecería la ayuda Levy-san —confesó —Kana ha vuelto a pedir una combinación de hamburguesa flameada con salsa de vodka y aún no sé cómo usar el encendedor.
—No te preocupes ya me encargo, una vez Freed termine con el pedido yo misma se lo llevaré.
La noche transcurrió tranquila, a pesar de la lluvia de la tarde, la noche no estaba del todo fría, era muy fresca, seguramente porque era otoño.
Un par de amigos se adentraron en el local a la vez que la cajera cambiaba turno con Gajeel para ayudar con los pedidos.
Una desincronización un poco lamentable, pero que simplemente posponía un encuentro inevitable.
—Tomaré lo que él pida —comentó el de cabellos oscuros a Gajeel, quien los miró con curiosidad, nunca los había visto en la tienda, así que como era costumbre en el lugar, les ofreció dos tarjetas para canjear por una bebida gratis.
—¿No debemos consumir algo? —preguntó el peli azulado con rostro tatuado, se le hacía algo extraño aquella promoción .
Gajeel sonrió.
—Les damos esas tarjetas como una oportunidad para ganar contra nuestra mejor carta, ge-he —les respondió con una sonrisa mientras señalaba un tablero de dardos —, tienen tres intentos —les dio a cada uno tres dardos —, pueden elegir un reto físico o uno intelectual —dijo mientras apuntaba a una caja con varios sobres.
A los recién llegados se les escapó una sonrisa.
—Aceptamos —dijeron al unísono.
—Bien y el tipo de reto —preguntó intentando ocultar su fastidio el chico de los piercings.
—Yo tomaré el físico —se ofreció el peli azabache .
—Y yo el intelectual —añadió su acompañante.
—Nombres —pidió saber Gajeel para anotarlos en las tarjetas.
—¿Cómo dice?
—Funciona para mí —respondió Gajeel escribiendo en una de las tarjetas "Como" y en la otra "Dice". —Disfruten el juego, si pueden ge-he—les dijo antes de retirarse no sin antes escuchar cómo llamaba a dos personas llamadas Levy y Juvia.
—¿Son nuevos por aquí? —preguntó Levy mientras corregía el nombre de los participantes —, lamento la actitud de mi esposo, le gusta hacer este tipo de bromas.
—No te preocupes —dijo Gray sosteniendo su nueva tarjeta, corregida —, tenemos el mismo sentido del humor.
—Está bien—respondió Levy, entendiendo que su primera pregunta no sería respondida.
—No somos nuevos del todo—comentó Jellal—.Esta es la ciudad donde crecimos, estamos volviendo luego de un largo viaje —ofreció amablemente liberando una sonrisa nostálgica—, escuchamos que este café era bastante popular, y decidimos venir a comprobarlo —dijo mirando las sillas casi llenas —, la felicito por la buena administración.
—¡Ay!—Levy se sonrojó por la felicitación, nunca había recibido una por la administración, siempre era como el lugar es lindo o la comida es muy buena, era bueno escuchar algo así.
—No hay de qué, pueden llamarme Levy —ofreció —, el que los atendió es mi esposo Gajeel, luego conocerán a los demás, esperamos verlos por aquí muy pronto.
—¿Cuándo podemos jugar?—preguntó Gray, aunque quisiera ocultarlo, estaba entusiasmado con la idea de practicar su visión y tino en este tipo de ambiente.
—Es cierto—concordó Levy—, quien elija el reto intelectual irá conmigo.
—Ese soy yo—respondió Jellal.
—El reto físico es con...—¡Pam! —un golpe se escuchó en una de las esquinas del café, Levy y los dos nuevos clientes salieron corriendo para ver qué había sucedido.
Solo para encontrarse con Juvia siendo sostenida por los dedos meñique y anular de Gajeel quien estaba sujetando fuertemente una estantería que también estaba por golpear a varios clientes sobre una mesa de la planta baja.
—¡Gajeel-kun! —gritó la joven que temía por su vida, pues luego de llamar a su primo sus manos dejaron de tener contacto y comenzó a caer.
Era todo.
Así que hasta aquí llegó la mujer de la lluvia.
Aquella a quien la vida desprecia.
Adiós, mujer de la lluvia.
Juvia cerró los ojos esperando por un golpe que nunca llegó, incluso cuando vio su vida pasar frente a sus ojos.
Seguía viva.
De alguna forma estaba viva, cuando abrió los ojos se dio cuenta que estaba siendo cargada por alguien, al levantar la vista, vio probablemente al hombre más guapo que sus ojos habían tenido el milagro de ver.
—¿Estás bien?—escuchó aquella voz tan grave y dulce a la vez, preocupada por él.
Ella asintió, o eso creía, justo cuando intentó formular palabra alguna se vio trasladada de los brazos de Gray a una silla, gracias a Gajeel.
—¡Mujer ¿estás bien?!—preguntó con notoria preocupación chasqueando los dedos frente a la joven Lockser.
—Ehhh….sí— su tiempo de reacción no era el mismo, pero parecía no haberse roto nada.
—¿Qué sucedió Gajeel? —Levy y ahora toda una audiencia, estaban rodeando a los primos Redfox-Lockser. Aquella había sido una hazaña que pocos habían tenido la dicha de ver.
—Unos niños estaban jugando cerca del estante—comenzó a explicar Gajeel —, pero chocaron contra él y por poco les cae a ellos, si no fuera por Juvia habrían sido aplastadas—en el fondo se escuchaban a dos niños llorar, toda la atención fue dirigida a ellos.
—Nosotros...no queríamos...Onee-san —el llanto proveniente de los menores era genuino. Levy se quedó observándolos.
—Es por eso que los niños no deben jugar bruscamente, pueden lastimar a los demás —les aconsejó la pequeña McGarden mientras veía cómo los niños eran abrazados por su madre.
—Lamento este incidente —confesó la mujer —, los perdí un minuto de vista y al otro instante ya había sucedido todo, pagaremos por las reparaciones—ofreció amablemente, Levy se iba a negar, pero los niños la interrumpieron.
—¡Pero este onii-san fue increíble!—comentaron emocionados saltando alrededor de Gray —, usó súper velocidad para atrapar a Juvia-onee-san ¿Cómo lo hiciste? —las preguntas estaban abrumando a Gray, quien no sabía cómo responder pues era una tras otra.
—Niños basta, este joven tiene que ir al hospital y Juvia-san también —les dijo la madre, tomándolos de las manos y yéndose con Gajeel para pagar los gastos.
—¿De verdad están bien ambos? —preguntó Jellal quien se había quedado al margen de la situación.
—Estoy bien, ella no pesa mucho, calculé bien la velocidad y la posición que debía tener para amortiguar la fuerza con la que iba cayendo —explicó sin emoción alguna, pero dentro de él se preguntaba si quizás había calculado mal y en efecto la joven se había lastimado al impactar con sus brazos.
La miró de reojo, pero no pudo distinguir nada, pues estaba siendo llevada por Levy a la cocina.
—¿Crees que debamos permanecer aquí?—preguntó Jellal. Gray miró a su alrededor, una albina se había apoderado del escenario y había logrado calmar a todos con su canción.
—No parece mala idea —confesó Gray —, además quiero probar estas bebidas—añadió con una leve sonrisa, gesto que Jellal imitó —Si tú lo dices —le respondió el Fernandes.
Tras unos segundos Levy regresó y se sorprendió de verlos allí.
—Sinceramente creí que se habían ido —confesó algo nerviosa —, Gajeel me ha dicho que la señora pagó por las reparaciones y la ida al hospital de ustedes dos—comentó —¿Quieres ir al hospital?
—No te preocupes por mí, estoy bien —garantizó el de ojos grises —, lo que quisiera en este momento es ganarme una bebida gratis —añadió esbozando una sonrisa.
—Bueno eso…
—No hay problema —respondió una voz detrás de ellos, era Juvia.
—Juvia ¿Estás segura? —le cuestionó preocupada la McGarden.
—Juvia puede con esto Levy-san, no te preocupes.
Aún con duda, Levy aceptó, pero permanecería alerta ante cualquier evento.
—¿Tú eres mi contrincante?—indagó Gray sosprendido —¿Estás segura de…
—Juvia está muy segura —dijo son un sonrojo, notorio para pocos —, ella le explicará.
Mientras tanto Levy y Gajeel se retiraron al segundo piso, donde se desarrollaba el desafío intelectual, Kinana estaba en la barra y una artista muy talentosa en el escenario, por lo que no parecía haber problema con continuar con normalidad.
Gray miraba con curiosidad a la joven que se había quedado junto a él mientras ella preparaba el tablero.
—Juvia le está muy agradecida—la escuchó en un tono poco audible, pero lo suficiente para él.
—No hay de qué —le dijo él con voz neutral.
—Si no fuera por usted hoy Juvia...ella...—una lágrima se escapó de su rostro alarmando a Gray.
Las mujeres llorando no era algo con lo que pudiera lidiar.
—No—le respondió ella —, no se alarme —le tranquilizó —. Gajeel-kun siempre le dice a Juvia que está hecha de agua, porque se pone a llorar por todo.
—Muchas gracias, Gray-sama.
¿Sama?
—Tendrá tres intentos, al igual que Juvia —comenzó a explicar —, quien en esos tres intentos se acerque más al centro gana, en caso de empate, llamaremos a alguien externo para que elija a un ganador.
—Está bien—Gray notó que ella quería continuar con eso y por alguna razón él no quería decirle que no.
No podía.
Se alejaron la distancia acordada, decidieron que sería Gray quien comenzaría.
Primer lanzamiento de Gray, diana verde, 25 puntos.
Segundo lanzamiento de Gray, diana verde, 25 puntos.
Tercer lanzamiento de Gray, número 18, zona roja, 54 puntos.
No pudo evitar sonreír, había mejorado mucho.
—Tu turno—ofreció a Juvia, quien en silencio tomó la distancia adecuada, aunque Gray pensó que era incluso mayor a la de él.
Primer lanzamiento de Juvia, número 15, zona verde, 45 puntos.
Gray quedó con la boca abierta.
Segundo lanzamiento de Juvia, número 19, zona roja, 54 puntos
No podía creer que ella le iba a ganar con tanta ventaja.
Gray observó el tablero esperando el tercer dardo, en cambio, lo que escuchó fue un quejido y cuando miró hacia atrás vio a Juvia con una expresión adolorida, tocando su brazo.
¡El golpe!
—¡Oye tú!—le gritó, Juvia por alguna razón se mostró con miedo —¡¿Cómo te atreves?!—le preguntó Gray, Juvia estaba esperando el regaño, sin embargo lo que obtuvo fue una mano que tiraba de ella para sacarla de la tienda.
—¡Iremos al hospital en este instante! —gritó Gray, internamente claro, le envió un mensaje de texto a Jellal para que le avisara a Levy en dónde estarían.
Recibió un "Dice Levy que gracias" como respuesta.
Una vez dentro del auto, vio como la chica estaba en silencio absoluto.
Se sentía un patán.
—Lo...lo siento yo…
—Juvia lamenta haberlo hecho enfadar—ofreció ella disculpándose, sin saber que aquella era la última sensación que Gray estaba sintiendo en aquel momento.
—¡Oye, eso no es…!—quizás gritar no fuera una buena idea.
—No quiero ganarle a un compañero lesionado, es todo —informó seriamente mientras encendía el carro — quiero asegurarme de que estás en perfectas condiciones —le confesó —. Juguemos otra partida cuando estés recuperada ¿Te parece? —preguntó y sin notarlo, una sonrisa sincera se escapó de sus labios.
¡Juvi!
Fin de la primera parte.
¡Feliz Gruvia day! (Spanglish xD)
Muchas gracias por leer, lo corto hasta aquí porque está súper largo y no quiero agobiar con tanta lectura, la segunda parte la estaré publicando en unos días, mi espalda me está reclamando y tengo que darle un descanso.
Gracias por leer.
