Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada. Los personajes extras así como la trama original y diálogos del fic sí son de mi pertenencia. Fanfic protegido por DMCA, SC, e Inda. Disfruten el fic.
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Luego de aquella estresante misión que ocasionara Milos y los celos de su ex novia, la invitación de Mu a tomar el té sigue en pie, y cuando Afrodita se decide a aceptarla, poco a poco se abrirá la caja de pandora que ha permanecido cerrada en esa orden de doce hermanos. NOYAOI El fanfic Inicia como comedia pero las cosas se irán poniendo más serias poco a poco y conforme avancen los capítulos. Misiones, amistad, dolor, humor, familia, el pasado de algunos santos y el por qué son como son, problemas internos en el santuario, situaciones inesperadas, rupturas y heridas que no se sanaron a tiempo sangrarán sobre quienes no hicieron daño.
Té… cuento mi historia?
Té… escucho.
Amaneciendo en la casa de Piscis…
Afro despertó y se dio un buen baño, desayunó ligero y vistió su imponente armadura. Las primeras horas de la mañana las pasó indeciso. Aunque recordaba aquella invitación… Hacía mucho que no convivía de forma cercana con otro compañero que no fueran Mascara o Saga, incluso con Shura no trataba tanto, la cabra apenas estaba volviendo a ser el de antes. Si bien se sentía más en confianza con otros dorados fuera de su zona de confort, debido a su personalidad como Camus o a veces Milo, sabía que varios de la orden dorada no aprobaban su comportamiento del pasado, pero por ejemplo Milo aunque no lo aprobaba, sabía que él también se había equivocado en el pasado y hasta ahora no le reprochaba nada, lo trataba bien, porque Milo ya no quería cometer los errores que había cometido con Aioria.
Otros como Aioria tan "mojigato y santurrón" como le decía, cada que la oportunidad le daba un buen pretexto, le cantaba de frente su desdén. Otros más eran raros y distantes como Shaka, aunque quisiera iniciar una conversación a veces el Indio era taaaan elocuente que… con sólo monosílabos dejaba a todo mundo fuera de combate. Y otros como Alde, eran amables pero desconfiados, se retiraban ellos solos, Afrodita no sabía si era timidez del Toro o simplemente que él no le agradaba a Aldebarán, Afro pensaba que era lo segundo, porque con otros, Aldebarán era muy parlanchín y afable, pero con él nunca.
Recordaba la invitación a tomar el té de Mu… pero ¿seguiría en pie?... ya había pasado el tiempo. No queriendo ser inoportuno y para quitarse de dudas, aquella mañana le había lanzado una rosa con un pequeño papel amarrado hasta la casa de Aries, podía haberse comunicado vía cosmos pero hasta eso le parecía demasiado formal para una simple pregunta y no quería importunar, ya que no se trataba de algo oficial, era, trato… entre… ¿amigos? Rayos… sí que se sentía fuera de base en esto de amistar con otros dorados, y no es que Afro no tuviera excelentes habilidades de comunicación y autoconfianza para hablar con otros, de hecho era uno de los más elocuentes y encantadores, todo un caballero del buendecir, junto con Camus. Pero mientras Camus tenía educación, acervo cultural, don de la expresión e inteligencia para interesar a todo mundo con una conversación cautivadora, el acuariano era hombre de pocas palabras así que no muchos disfrutaban de esa delicia, lo cual era un verdadero desperdicio. En cambio Afrodita con los mismos talentos, además de un encanto natural, no los guardaba sino que les daba buen uso, era fácil enamorarse no sólo de su belleza, sino también de su elocuencia y encanto.
Su problema realmente no lo tenía con don de gente o expresión, su problema lo tenía con los que deberían haber sido su familia, esa familia dorada había terminado muy fragmentada gracias al lémur enviado por la Ker.
Sin saber si esa invitación a tomar el té seguía en pie Afro esperó ansioso hasta que la respuesta llegó de la mano de su bröshan cuando como de costumbre asaltaba su refrigerador. Y ante la cálida respuesta positiva se relajó bastante y se dispuso a dejar todo listo para la mañana siguiente.
Al día siguiente…
Al pasar por Cáncer fue recibido por su bröshan quien creía que venía a visitarlo, pero al decirle que iba hacía Aries, Mascara Mortal le había preguntado si tenía algún asunto administrativo con Mu pero al saber que sólo era una visita de cortesía se sorprendió bastante.
Afrodita se despidió de su amigo y bajó hasta Aries saludando a Saga en el camino al cual encontró haciéndole una llave a Kanon. Quién sabe lo que había hecho esta vez el gemelo menor, pero seguro otra de sus locuras.
- A fin de cuentas esa es su forma de mostrar amor fraternal –se dijo sonriendo. -¿Cuándo se dirán simplemente un "te quiero"?
Al pasar por Tauro, Aldebarán se sorprendió de ver al "elusivo" caballero de piscis, pero asumió que iría a una misión. Le permitió el paso con amabilidad. De verdad que era raro verlo como no fuera de paso. Por la posición de sus casas, si Mu era el más visitado por ser el "portero" seguro Afro era el más solitario. Llegar a la doceava casa derrotando a once dorados era casi imposible para cualquier humano o guerrero.
Había muchas cosas que Aldebarán tampoco comprendía del caballero de piscis y su actuar, aunque le gustaría entender. El gran Toro no era de juzgar a las personas sin conocer sus razones, y debido a su gran corazón le era fácil abrirse a escuchar, pero debido a ese corazón también muchas veces se le dificultaba aproximarse a ciertos compañeros por una irónica timidez. Afrodita parecía ser un hombre bastante enigmático y distante, sumado a ese porte elegante y regio, siempre lograban que Aldebarán se la pensara varias veces para acercarse a platicar. La personalidad y porte de Afrodita le imponían bastante. ¿Qué tal si no sabía cómo? Nunca lo había juzgado por su bella apariencia como hacían otros, pero sí sentía mucha curiosidad y siempre se preguntaba si Afrodita era complicado o una persona fácil de tratar. ¿Cómo dirigirse a un hombre a quien por cuyos modales y porte no podías imaginar como otra cosa que cómo a un miembro de la realeza? Alde pensaba de sí mismo como un hombre de pueblo, sencillo y de corazón abierto, y eso… pues no combinaba mucho con la gente de la nobleza... ¿qué tal si metía la pata?
Y es que el porte de realeza natural en este caballero hacía pensar a muchos que Afrodita seguramente era de esas personas que miraban por encima del hombro a todos y que era bastante excéntrico, excluyente y discriminativo. Y algunos, por su sola belleza, hasta lo tachaban de jactancioso y vanidoso sin conocerlo, sin saber que si había algo de lo que el caballero de Piscis nunca se había envanecido era de su sobrenatural beldad. Y era ese porte belleza y presencia regia que hacía a todos olvidar las cualidades naturales su signo.
Aldebarán se le quedó viendo mientras bajaba por la escalinata. Sí le gustaría acercarse, tenía recuerdos de su niñez cuando Afro aunque más bajo de estatura que él, pero mayor en edad, había actuado en varias ocasiones como hermano mayor de los menores y francamente el enorme Toro extrañaba aquellos días cuando convivían más como hermanos.
Rascó su cabeza cuando lo vio perderse por las escaleras… quizá un día de estos, sí se animaría a hablarle.
Al llegar a Aries, el pisciano encendió sutilmente su cosmos para pedir respetuoso permiso para entrar, aunque ya tenía hecha la invitación, pero los modales eran algo de lo que no podía desprenderse.
Mu salió a recibirlo en la entrada y contestó con viva voz la petición.
- Por supuesto que puedes pasar. No olvides que hoy eres mi invitado –le dijo sonriendo.
- Cierto –dijo algo apenado con su casco bajo el brazo –pero, bueno, es el protocolo.
- Ven -caminaron por el templo y Afro por primera vez le puso atención a los detalles del lugar. Casi siempre que pasaba lo hacía de entrada por salida. Se dirigieron al área privada y Mu le llevó a la enorme sala de Aries.
- Por favor toma asiento, ahora vuelvo –pidió Mu quien se dirigió a la cocina.
Afro se quedó viendo a su alrededor, había bastante orden, cosa que no esperaba debido a la fama de travieso e hiperactivo que tenía el aprendiz de Aries.
Los sillones tenían unos cojines bastante llamativos con figuras muy ornamentadas. Los muebles eran, evidentemente eran de procedencia y estilo tibetano y butanés. Y la verdad eran hermosos.
En las paredes de la sala, había unos hermosos tapices de pinturas Thangka bordados en fina seda colgados que de inmediato llamaron su atención. Estos estaban bordados con tanto artificio y color que el sueco amante del buen arte no se resistió a acercarse a ver. Con cuidado pasó la yema de sus dedos con delicadeza por los bordes de la hermosa obra de arte que mostraba a Avalokiteshvara sobre su bello loto. Al lado había un precioso mueble, perfectamente conservado, tallado al alto relieve con hermosas flores y dragones tibetanos dorados de intrincada ondulación en sus cuerpos, los tallados que saltaban a la vista en una preciosa tridimensionalidad tenían al sueco cautivado por el arte puesto en la hechura de esta pieza de mueblería. Y un poco más allá, había un tapiz bordado con el mismo artificio que el primero pero que parecía bastante viejo y estaba protegido por un cristal, mostrando la imagen de los distintos estados de Buda. ¿Cuántos cientos de años tendría ese tapiz? ¿Qué caballero lo habría traído por primera vez al templo de Aries?
¿Sería el legendario Avenir?... "¿Era él tibetano?" se preguntó mentalmente el sueco, de pequeño había escuchado mencionar a aquel santo pero… no recordaba ni sabía mucho, sólo que se decía que incluso el patriarca anterior a Shion decía que le debían la oportunidad de tener un nuevo futuro. Seguro… seguro había sido un santo anterior a la generación de Shion y Sage. Muchos datos como origen o edad sobre los guerreros más antiguos de la orden se habían perdido con el trascurrir del tiempo y las guerras, pero lo que siempre lograba sobrevivir al tiempo eran sus valerosas acciones y el recuerdo de su existencia.
Algunos santos no tenían el recuerdo más inmaculado, pero ya fueran recordados como héroes o villanos, sus memorias siempre los sobrevivían. Y en ese momento se preguntó ¿de qué lado lo recordaría a él la historia?
Bajó la vista ante el pensamiento y entonces se percató de la gran y preciosa alfombra que estaba justo en medio de la sala de Aires, bordada en la forma de aquellos hermosos mándalas de arena del Tíbet llena de color y detalle. Ni siquiera se atrevió a pisarla, se hinco junto a ella para apreciar los detalles.
La sala de Aries era prácticamente un museo y pequeño viaje a las culturas de Nepal, Butan y el Tibet.
- ¡Señor Mu, ya regresé! ¡A qué no sabe a dónde me va a llevar el maestro Doh… -Kiki quien venía entrando a la sala tan jovial como siempre se quedó paralizado el encontrarse frente a frente con la hermosa mirada azul del caballero de piscis. -¡Ay mamá es el señor Afrodita! –dijo dando un brinco y soltando la bolsa de papel de estraza con donas que traía, la cual Afrodita con gran agilidad atrapó antes que todas las donas se fueran al piso.
Al igual que con Shaina, había otros santos que le causaban terror al pequeño Kiki, como Misty o Mascara Mortal, incluso el misterioso y siempre serio Shaka que lograba ponerlo nervioso. Pero otro que se aparecía en sus pesadillas por todas esas oscuras leyendas y habladurías que corrían en el santuario sobre su persona, era Afrodita de Piscis.
El niño corrió a esconderse tras el portal de la sala y asomó sólo la cabeza. Afrodita se extrañó de su actitud y se puso en pie viendo al chiquillo.
- Deberías tener más cuidado, casi pierdes tu comida y además dudo que a Mu le hiciera gracia el reguero de azúcar que seguro habrías dejado en la alfombra. –le dijo de forma amable.
- ¿Se-señor Afrodita, qu-qué hace aquí?... No… ¿no debería… es-estar en su templo?
A Afrodita le causó gracia la expresión de susto del chiquillo y no pudo evitar sonreír, pero… la mayoría de sus sonrías por la costumbre, solían tener ese dejo de bella maldad que eran uno de sus gestos más característicos y temidos, y por ende sin querer terminó por asustar al niño.
- ¡No, no me mate! –dijo el niño al ver esa expresión de bella malicia, aunque no había sido la intención de Afrodita.
- ¿Matarte? –preguntó confundido.
- Kiki, esa no es forma de recibir a un invitado –le reprendió suavemente Mu quien había llegado con una bandeja de platería con un bonito juego de té tibetano.
- Lo siento Mu, parece que asusté a tu aprendiz –dijo apenado viendo al tibetano y luego volvió su rostro al niño para decir –parece… que mi mala fama me precede todavía.
- No te preocupes tanto Afro, no eres el único Santo que asusta a Kiki en el santuario –le dijo con una sonrisa. – Oh ¿trajiste donas? –le preguntó intrigado viendo la bolsa de donas en manos de Afrodita, no las había notado al verlo llegar.
- Oh, no, son de Kiki, al verme dio un salto y casi se le cae su bolsa de pan, supuse que no te agradaría ver esa preciosa alfombra llena de bizcochos y azúcar así que la atrapé a tiempo.
- Definitivamente no me hubiera gustado –dijo dedicándole una mirada de advertencia al niño –Kiki ¿cuántas veces te he dicho que tengas cuidado con lo que traes a la sala?
El niño rio nervioso y rascó su cabeza. Esa alfombra y Kiki tenían una historia de desencuentros que le habían causado fuertes dolores de cabeza a Mu.
- Toma –ofreció Afrodita pero el niño se respingó y se escondió tras la pared.
Afrodita miró con congoja a Mu y este llamó al niño.
- Kiki… ven acá.
- ¡Pero maestro! –se escuchó la voz del chiquillo tras la pared.
- Kiki, esa no es la educación que te he dado, ven a saludar a un superior –le reprendió. –Además hoy Afrodita es mi invitado –le dijo con voz risueña.
- ¿Invitado? –dijo el niño asomándose por el marco.
- Sí, ven.
El chiquillo receloso se acercó y se paró frente a Afrodita en posición de firmes aunque le temblaban las piernas.
- Bue… buenas tardes… señor Afrodita.
- Kiki pero si apenas son las diez de la mañana –le dijo Mu con una risilla.
- Supongo que está muy nervioso. Me parece que mi presencia lo incomoda bastante –dijo al ver la cara de congoja del niño. Afrodita sonrió con un poco de melancolía y volteándose hacia Mu le dijo de forma amable –Tal vez será mejor que vuelva otro día.
- Eso no es necesario. Y aunque me encantaría que Kiki también te conociera mejor, Kiki no se quedará, hoy el maestro Dohko prometió llevarlo a pasear al Pireo. Y viendo esas donas supongo que sólo venía por algo de leche para el camino. ¿No es así Kiki?
El chiquillo sonrió ante las palabras de su maestro y asintió.
- Toma –Afrodita volvió a ofrécele su bolsa y este la tomó con algo de temor y una risa nerviosa.
- ¡Voy por la leche! –dijo corriendo hacia la cocina una vez con sus donas en las manos.
- ¿De verdad va a salir? ¿O sólo lo estás mandando fuera del templo por mi causa? –preguntó el sueco dispuesto a retirarse si era necesario.
- Para nada. ¿Sabes? ahora suele pasar más tiempo con el maestro Dohko, Marin o los aprendices que conmigo que soy su maestro.
- ¿De verdad? ¿Y a qué horas entrena? –Preguntó el sueco desconcertado -¿O lo entrenan los de plata?
- No, para nada, yo soy quien lo entrena, al menos oficialmente, pero Kiki sigue siendo un niño, y le gusta pasar tiempo con sus amigos. No me gusta presionarlo demasiado, despues de lo de Hades… así que en estos tiempos de paz, despues de lo que todos, incluido él, hemos pasados en las ultimas guerras, le doy más libertad para vivir su niñez.
- Pues que suerte tiene de tener un maestro así –le dijo con una sonrisa recordando su propia infancia como caballero de piscis.
- Sé a lo que te refieres, nosotros tuvimos cero infancia –le dijo con una sonrisa -así que… -volvió su verde mirada con melancolía en la dirección en la que se había perdido el chiquillo –procuro que lo mismo no le pase.
- ¿Cómo está? –preguntó seriamente.
El lemuriano suspiró sabiendo a qué se refería Afrodita y cerrando los ojos resignado le dijo – Contando con lo joven que era… diría que bastante bien. No es fácil morir en batalla para un niño… Nosotros los caballeros dorados adultos estamos preparados para morir, lo conseguimos con los años, pero Kiki aún no estaba listo cuando los espectros y las monjas oscuras invadieron el santuario luego que Hades se enterara de su traición. A veces aún tiene pesadillas sobre ese día. Pero es un niño muy fuerte y resiliente, no tengo dudas que lo superará. Agradezco tanto que nuestra señora le haya concedido a él también una nueva oportunidad. Y… Sé bien que algún día tendrá que enfrentar guerras tanto o más cruentas que las que hemos enfrentado nosotros, pero por todo esto, en la medida de lo posible, quiero que Kiki tenga una niñez lo más normal que pueda. Quiero que encuentre algo de paz, recuerdos felices que lo ayuden a superar los obstáculos y pruebas futuras, por eso le permito llevar una vida más holgada.
- Ya veo… –dijo Afro comprensivo.
- ¡Ya llegué, ya bebí, ya no me hallo aquí! –dijo el chiquillo al pasar corriendo con sus donas y un litro de leche en caja.
- Kiki…
El niño al oír la voz de su maestro frenó en seco cerca de una columna -¡Hasta luego señor Afrodita! –dijo haciendo una despedida formal, y luego volvió a tomar carrera –¡Siéntase como en su casa! –gritó mientras salía del templo a toda velocidad. La verdad no quería estar ahí con el temible santo de Piscis en casa.
Afrodita ya tenía una fama de cuento de terror y las historias que Mascara Mortal se inventaba sobre su amigo para asustar tanto a los aprendices más pequeños como a los de bronce y plata por pura diversión, no ayudaban para nada.
Mu frunció un poco el ceño y luego suspiró, este niño…
- Perdona la actitud de Kiki Afro, no es mala su intención.
- No te preocupes. Supongo que está justificada, seguro creció escuchando mi "leyenda"
- Pues hablando de eso –dijo haciéndole una seña para que lo siguiera y se sentara con él – me gustaría saber qué se esconde tras esa leyenda, algún día, si me concedes el honor de tu confianza.
Afrodita parpadeó un par de veces, no esperaba que Mu se portara tan comprensivo. Pero algo era cierto. Si bien todo lo malo que se decía de él no era cierto, todo lo bueno que se decía de Mu parecía ser verdad.
- Te lo agradezco –Afro se aproximaba cuando se paralizó viendo al suelo.
- ¿Qué pasa?
- La alfombra…
- ¿Qué le pasa? –preguntó Mu desconcertado.
- ¿De verdad se puede pisar sobre esta obra de arte? –preguntó acongojado.
- Jajajaja ¡Afro si superas lo que está "obra de arte" ha resistido con Kiki dirías que es una alfombra digna de ser parte de la orden dorada! Anda pasa.
El sueco se animó a acercarse aunque entró en la alfombra con bastante cautela.
- Se dice que eres un admirador nato de la belleza, y supongo entonces que también eres todo un amante del arte.
- Del arte no sabría decirlo porque ciertamente en este mundo existen cosas que no merecen ser llamadas arte –dijo un poco despectivo recordando blasfemias como el llamado arte abstracto, o el arte moderno, y luego cambio su tono por uno más cálido –pero sí, de la belleza soy un gran admirador, en todas sus expresiones. Es algo que me llama desde que era un niño.*
- Ya veo… Mira, este es té de Sichuan, de la mejor cosecha. –dijo sirviendo una taza al sueco y acercándole la bandeja de tsampa.
Se había esmerado la noche anterior pensando en que ofrecer a Afrodita. Porque la verdad no creía que el joven sueco fuera a gustar mucho del Po Cha, el té salado con mantequilla de yak del Tibet. Además que el calor de Grecia no era nada apto para beber ese té. Ni siquiera él ni Shion lo bebían cuando estaban en Grecia ya que este té tenía como función principal subir el calor del cuerpo.
Así que se había decidido por uno de los mejores tés de china y uno de los predilectos del Tíbet, el té de Sichuan y lo había preparado a la temperatura idónea para no sobrecalentar el cuerpo en este clima mediterráneo.
Afrodita miró con curiosidad las bolitas de tsampa.
- ¿Es este el famoso tsampa del Tíbet?
- ¡Oh lo conoces!
- Bueno me gusta leer mucho sobre las distintas culturas del planeta, como te puedes imaginar, en el templo de piscis aparte de mis rosas, no hay mucho que hacer, casi nunca nadie llega hasta allá, sólo los caballeros que pasan por el templo para ver al Patriarca Shion. Eso me deja mucho tiempo para leer y cultivarme. Lo he visto en incontables libros y en internet, pero jamás las había visto en vivo, mucho menos probado.
- Comprendo –dijo reparando mentalmente en que quizá Afrodita debía sentirse muy sólo allá en el último templo, en verdad era el caballero más lejano de todos.
Y aunque a él a veces le cansaba ser el "portero" del santuario, pues le tocaba recibir primero que nadie a todo mundo (cuando estaba ahí claro) y en general los enemigos jamás lograban pasar de ese templo, nunca había pensado que eso dejaba en el puesto más solitario al templo de piscis.
- Bueno, por favor toma asiento.
- Gracias.
- Aquí tienes –dijo el Tibetano acercándole su taza.
Afro la tomó con cuidado pues era una taza tibetana tradicional de metal sin asa.
Mu tomó asiento frente a él mientras Afro le daba un sorbo a la taza. Era verdad, el té estaba delicioso, y la cosecha sin duda era muy buena. Él sabía bastante de esas cosas, no cabía duda que Mu se había esmerado en escoger algo de calidad y sabía muy bien cómo se preparaba un té, ya que no sólo se trataba de agregar al agua. Este té había sido hecho con esmero… Aunque se preguntaba si era la buena voluntad de Mu o… si acaso esa infundada fama de snob lo precedía a él.
- Delicioso –aseguró con suavidad despues del primer sorbo –muchas gracias. La calidad de este té es excelente no sólo por la maestría de quien lo prepara sino por la calidad del producto. Debió ser muy costoso.
- ¿Cómo lo sabes? –preguntó sorprendido.
Y es que aunque Mu se esmeraba en ofrecer lo mejor a sus camaradas y amigos… en general, para ellos cualquier té era de supermercado, lo preferían helado o simplemente terminaban cambiándolo por un refresco o una cerveza, y en estas ocasiones Mu sólo sonreía. Ciertamente Mu no les reprochaba su falta de aprecio por un buen té ya que despues de todo no era parte de la cultura griega. Los únicos ahí que apreciaban un buen té eran su amigo Shaka, su maestro Shion o el maestro Dohko. Y aunque Aldebarán siempre apreciaba los tés de Mu por el mero hecho del cariño con que se los ofrecía, el gran Toro era más de aguas frescas con frutas como era tradición en su cultura madre.
- Bueno, como te imaginarás las plantas han hecho parte de mí toda la vida, así que no sólo me intereso en las rosas. Me interesan la botánica y la herbolaria, otra ventaja de estar en el último templo, es que tienes mucho tiempo para estudiar cosas nuevas y estudié ambas mediante libros especializados y en esta nueva resurrección cursé las especialidades en línea, ventajas del mundo moderno con las que ni soñaba cuando era estudiante. Además muchas veces paso mis tardes haciendo remedios herbolarios para la fuente.
- ¡Oh, ¿así que tú eres quien los hace?!
- Algunos, bueno, bastantes pero no todos, los sanadores hacen la mayoría del medicamento natural que encuentras ahí, pero me gusta ayudar. Estudié biotecnología vegetal así que te imaginarás que soy una especie de "medico brujo" que se inventa sus pociones. Firmemente creo que la cura de todos los males está en la madre naturaleza así que, hago mi aporte, según mi "profesión" como caballero dorado me lo permite.
- No lo sabía, es realmente interesante –dijo asombrado el tibetano –entonces eres algo como… ¿ingeniero genético?
- No –rio sin mala intención, pues era común que las personas lo confundieran –pero es común el error. Verás la mayor diferencia entre un biotecnólogo y un ingeniero genetista radica en que nosotros respetamos la naturaleza de los organismos vivos, los ingenieros genéticos adoran jugar a ser Dios… Nada es sagrado, todo lo modifican y a ellos les debemos los productos transgénicos –dijo con fastidió ya que obviamente era todo un fan de lo orgánico y lo natural–la biotecnología toma las bondades de la madre naturaleza para ayudar en diversos campos como la ciencia y la medicina. Algunas veces modificamos algunas cosas pero respetando la compatibilidad de la naturaleza del receptor, no creamos auténticos frankenstein hechos de piezas incompletas de otros, que en general, termina muy mal. Y aunque algunas ramas de la Biotecnología moderna requieren el uso de técnicas de ingeniería genética, yo jamás me adentré en la mutación inducida.
- Oh, comprendo, va contra tus valores.
- Exacto.
- Sé que algunos compañeros están cursando carreras universitarias, no sabía que habías terminado la tuya.
- Bueno, digamos que –el sueco se apenó un poco –no lo tomes a falta de modestia Mu, es sólo que no sé cómo más llamarlo, fui una especie de… niño genio para este tema, quizá por mi fuerte conexión con la naturaleza, pero no me era difícil comprender los procesos biológicos de plantas y animales, para mí todo se veía como algo con mucha lógica. Por eso me aceptaron en un proyecto que llamaban "jóvenes promesas de la ciencia" entre las cuales estaba la carrera de Biotecnología, que llamaba mucho mi atención, y de hecho la sede del programa fue en el Karolinska Institutett en mi país natal, la mejor escuela para esas ciencias si me permites decirlo… y no lo digo porque sea sueco. Así que obtuve el permiso para viajar cuando tenía 17 años.
- ¿Así que fue por eso? Escuché que habías abandonado el santuario por… ¿3 años?, pero pensé que había sido por entrenamiento. No sabía que habías cursado la carrera tan joven. ¿Pero tres años no son pocos para esa carrera?
- De hecho fueron cinco años. Como sabes, ya los caballeros de nuestra generación podíamos proseguir con nuestros estudios académicos e incluso llegado el momento pedir una dispensa para ausentarnos unos años para cursar una carrera universitaria si las condiciones de paz o tregua lo permitían. Cuando Saga estaba tras el trono, a pesar que para muchos "paz" no es una palabra que describiría el periodo, al menos no internamente, en lo que respecta al mundo exterior Saga hizo un excelente trabajo para mantener todo en orden y tranquilidad. La suficiente para que yo pudiera pedir aquel permiso. Y volvía cada semestre en las vacaciones a hacerme cargo de mis obligaciones aquí pero incluso a distancia yo debía seguir cumpliendo con misiones del santuario. Sin embargo a dos años de terminar, las cosas comenzaron a ponerse algo exigentes en… "el área administrativa", así que tuve que regresar a Grecia definitivamente. Así que viajaba a Suecia tres veces por semana, en viajes relámpago para presentar proyectos y exámenes por la mañana y al terminar por la tarde, tenía que volver al santuario a cumplir mis obligaciones, fue muy estresante, y tengo que decir que la velocidad luz fue una gran bendición para poder terminar mi carrera, jamás hubiera podido hacerlo entre aviones y aeropuertos. No fue fácil, la verdad mirando al pasado no sé cómo diablos llegué a término la carrera sin volverme loco, menos con mis deberes como caballero dorado, supongo que… me daba algo con que distraerme, algo de lucidez… pero a fin de cuentas puedo decir que estoy orgulloso de haber podido sacarla adelante. En general no te permiten cursar esa carrera así, asistiendo sólo tres veces a la semana el semestre, pero creo… creo que mi desempeño les pareció al menos lo suficientemente aceptable para hacer una excepción. –dijo con modestia y algo apenado.
A Mu le llamó la atención. Mucho se decía del sueco, y "modestia" era una palabra que jamás había escuchado asociada con él, de hecho más bien su contraria y otras pares como "arrogante" "engreído" "jactancioso" "petulante" "vanidoso" y "pretencioso". Y teniéndolo ahí, con esa breve platica, se daba cuenta que, hasta ahora no había encontrado nada de eso en el hermoso caballero.
- Debiste ser más que sólo "aceptable", esas carreras suenan imponentes ya desde el nombre –le dijo sonriente. –Yo no entiendo mucho de eso, pero sí entiendo lo suficiente para saber que no cualquiera puede con ellas. Es admirable.
- Gracias por el cumplido, pero, no creo que sea para tanto –el sueco desvió la mirada un poco apenado.
Afrodita sabía ser altanero y sarcástico cuando la situación lo ameritaba, pero ante los cumplidos honestos de cosas que de verdad le eran importantes como su profesión, y no banalidades como la apariencia, se apenaba bastante.
Mu notó ese breve sonrojo y sonrió, definitivamente esa no era la actitud de un egocéntrico petulante. Esta mañana sería interesante, quizá por fin podría conocer todas las verdades tras tanta habladuría que se decía sobre este caballero, y más aún, por fin comprender qué se escondía tras el oscuro pasado de este santo.
- Y cuéntame tú Mu –dijo para cambiar el tema pero también con honesto interés – ¿Estás cursando una carrera?
- La verdad, reparar armaduras es un trabajo de tiempo completo y se estudia desde muy pequeño para llegar a dominar la técnica, no es nada fácil e implica mucho conocimiento de ciencias antiguas, así que aunque no la encontraras en las universidades de este mundo, podemos decir que reparar armaduras es mi carrera.
- Entiendo que la alquimia no es nada fácil de dominar, requiere gran inteligencia disciplina y talento. La verdad es que yo siempre he sentido mucha admiración y respeto por los maestros forjadores. Esto es verdaderamente un arte, no lo que se encuentra hoy en día en los museos.
- ¿No te gusta el arte modero? –preguntó riendo.
- Para nada –negó tajante el otro.
Mu sonrió y bebió un sorbo de su té, lo mismo hizo el sueco y Mu le pasó el platón del tsampa invitándolo así a probar.
Afrodita aceptó y mordió una, sabor raro pero… nada mal…
- Oye… esto está bueno ¿tú las hiciste?
- Sí, es imposible encontrarlas en Grecia, así que yo las preparo.
Hubo silencio unos momentos mientras ambos disfrutaban del té y el tsampa. Entonces Mu reinició la conversación.
- ¿Sabes?... creo que nunca había disfrutado tanto de una misión en vida, como la que tuvimos la última vez.
- ¿¡Cómo lograste disfrutar aquel circo de tres pistas?! –preguntó el sueco con una graciosa expresión de confusión y desconcierto que logró hacer reír a Mu.
- Jajajajaja sí jajaja sí fue un circo pero jajaja… no fue eso lo que disfruté –finalizó controlando la risa. –La verdad –dijo mirando su taza con una sonrisa cálida –creo que fue la primera vez que más que una misión, fue como, vivir una aventura entre amigos… Ah… esto es una orden militar, y en las órdenes militares no hay espacio para los sentimientos, los amigos, ni la familia. Pero recuerdo que una vez fuimos eso, cuando éramos niños… ¿Tú aún lo recuerdas Afrodita? –preguntó pensativo mirando al milenario techo de su casa.
Afrodita intentó recordar, pero, la memoria le fallaba porque tenía herido el corazón y la mente, así que bajando la mirada dejó su taza en la mesa.
- Me temo que mi memoria es mala.
- ¿No me digas que no recuerdas nuestra infancia? –preguntó el otro con autentico interés.
- Creo que esa es una parte de mí que se perdió en el olvido.
Mu lo miró ladeando la cabeza. ¿Cómo era posible?
- Yo la recuerdo… -dijo seriamente –y recuerdo las largas platicas que nos daba Aioros en el coliseo. Siempre recordándonos la importancia de la familia… ¡y sus bromas a Saga y Shura! –finalizó riendo.
Afro hubiera querido comentar, pero, no recordaba esos tiempos, por más que intentaba, sus recuerdos sólo contenían lo vivido con su maestro y hasta el día de la muerte de este, al que había visto como a un padre. Luego… el mandato de Arles y… la verdad, aparte de todo lo que había tenido que hacer durante esa época oscura, su memoria se negaba a ir más atrás. Mu notó su ensimismamiento como si el sueco se esforzara en vano en recordar las cosas de las que Mu hablaba, y Mu no pudo evitar preguntarse cómo era posible que Afro hubiera olvidado aquellos tiempos.
- De verdad no lo recuerdas ¿no?
- Lo siento Mu, pero creo que tengo la memoria de un anciano con demencia senil…
Mu contuvo una carcajada ante semejante comparación. Luego miró con serenidad al sueco recordando sus palabras de hace un momento.
- ¿Hasta dónde recuerdas?
- Pues… yo… recuerdo el… el día que sepulté a mi maestro.
- Ya veo… no eres el único ¿sabes?, todavía se le extraña por aquí.
- Sí –dijo con una sonrisa nostálgica y una mirada que evidenciaba la tristeza y la añoranza que ocasionaban en él su recuerdo.
- ¿Fue muy importante para ti verdad?
- Supongo que eres de los pocos que me entenderá. Fue como un padre para mí, como si hubiera sido de mi sangre, creo que el maestro Shion será algo similar para ti.
- Sí.
- Y creo que en el futuro serás lo mismo para Kiki –le dijo con una sonrisa cálida.
- Bueno, la verdad creo que Kiki me ve más como un hermano mayor.
- Aun así, eres un vínculo familiar para él. Eso es muy importante en la vida del ser humano.
- ¿Sabes? en todo el santuario fue legendaria la relación que tenías con tu maestro, más que alumno y maestro parecían de verdad Padre e hijo. Hacía más de cien años que no se veía una relación tan estrecha en el santuario, sobretodo en la casa de Piscis. Artemis de Piscis fue un gran hombre y un guerrero ejemplar, todos lo queríamos mucho. ¿Sabías que eran la envidia de todos? Todo mundo lo hubiera querido tener como maestro y padre, incluso los dorados.
- No creo que tú estuvieras en la lista, el maestro Shion y tú siempre han tenido una excelente relación.
- Y aun así –le sonrió –ni siquiera el maestro Shion y yo tenemos una relación como la que tuvieron ustedes. Artemis siempre se mostró orgulloso de que fueras su hijo, nunca hizo referencia a ti como su aprendiz sino como su hijo y demostraba abiertamente su amor de padre por ti. Yo lo escuché hablar de ti con mi maestro muchas veces cuando era niño. Eras su adoración, vivía para ti. Tanto que de pequeño hubo un tiempo en que yo creí que él era tu padre de verdad, hasta que un día mi maestro me aclaró las cosas cuando yo pregunté dónde estaba su esposa.
- Sí bueno… es pasado. No tiene importancia, él se fue hace mucho. –dijo el sueco restándole importancia y tomando otro sorbo de su taza.
Pero Mu no lo tomó como una falta de amor o gratitud del sueco hacia su maestro sino que se dio cuenta que era algo doloroso para Afrodita, y se decía que este era un caballero orgulloso, lo más seguro era que a Afro le costara mucho hablar sobre el tema sobretodo sin mostrar sentimientos al respecto. Antes que Mu pudiera disculparse Afro habló.
- ¿Así que disfrutaste la última misión? Entonces… ¿Si te querías casar y no lo dijiste? –preguntó Afro con una de sus sonrisas maliciosas.*
Mu parpadeó un par de veces y luego comprendiendo a qué se refería el sueco negó frenéticamente - ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Claro que no!
- Bueno… –dijo dando otro sorbo –como dijiste que habías disfrutado la misión…
- Yo me refería al tiempo que pasé con ustedes… La verdad, nunca me había divertido tanto.
- Yo –dijo frunciendo el ceño con congoja –no lo recuerdo tan divertido.
- ¿Por qué?
- Este… pues, la novia –pero a sabiendas que Mu no sabía nada de su horrible historia con esa oficial abusiva decidió no aclarar *– No era de mi agrado.
- Según dijo ya te conocía ¿de dónde? –preguntó muy intrigado el carnero.
- Yo eh… no, creo que estaba delirando.
-Bueno, aun con todo, me gustó pasar tiempo con ustedes. Incluso en el santuario casi no convivimos, viviendo tan cerca, es una pena.
- ¿Cerca? ¿Nunca subes escaleras Mu?
Mu se sonrió –Bueno me tú me entiendes.
- Entiendo que alguien, se pasa por alto la regla de la teleportación entre casas, por eso nunca has notado la distancia entre cada casa. –dijo con una risilla tomando otra bolita de tsampa.
- No lo hago tan seguido –dijo este apenado.
- Yo no te estoy juzgando, creo que el fin justifica los medios. No soy de seguir reglas absurdas cuando tienes el poder para evitar ciertas cosas innecesarias, así que tienes mi apoyo.
Mu sonrió y aprovechó para indagar- Eso he escuchado… que el poder y la justicia son importantes para ti.
Afro no pudo evitar ponerse a la defensiva, bastantes malas experiencias tenía con todos los que lo juzgaban sin siquiera conocerlo, así que estaba listo para contestar cualquier comentario suspicaz de Mu, pero para su sorpresa…
- Afrodita dime ¿qué pasó en aquella época?. La verdad quiero entender –dijo poniéndose serio –Porque teniéndote aquí enfrente puedo ver en tus ojos que no eres una mala persona. Se dice mucho de ti, mucho de eso es bastante malo, pero no creo que seas todo lo que dicen, y si algo de lo malo que se dice de ti hiciste, estoy seguro que tuviste una razón. En Barbados me dijiste que te gustaría hablar sobre esto, y yo de verdad quiero escuchar, no voy a juzgarte, pero quiero entender… Incluso en batalla nosotros dos tuvimos varios desencuentros pero creo que ambos estamos muy claros en que nunca fue nada personal, no fueron nada más que las circunstancias de nuestro deber. Todos están prestos para señalar con el dedo a los cinco que portaron sapuris, pero todos se olvidan que incluso eso fue por nuestra Diosa, el maestro Shion les advirtió que eso les causaría una deshonra eterna y el odio de todos, perderían su honor de caballeros y serian recordados por siempre como traidores de la peor calaña y aun así, todos aceptaron sacrificarlo todo por ella. Ese sacrificio no lo haría jamás una persona egoísta y con la supuesta maldad que te precede. Incluso Mascara Mortal… a veces creo que es más grande su leyenda que su malicia, creo que dentro, bueno muy muy dentro, tiene un buen corazón. –finalizó sonriendo ante la idea pues no olvidaba su pelea en Asgard, quizá no por la humanidad, pero sí por el amor de una mujer ¿quién se habría imaginado eso del sanguinario Marcara Mortal?.
- Que no te escuche decir eso o te matará. Su reputación de villano es sagrada para él. Lo tomaría como una ofensa. –dijo rodando los ojos ante la obsesión del cangrejo y su reputación de "villano".
Mu sólo asintió con una leve sonrisa.
- ¿Y qué hay de ti? ¿También tienes una reputación de villano que cuidar?
- Creo que se cuida sola y no hay nada que pueda hacer al respecto.
- Afrodita, no siempre tienen que verte así.
- No creo que jamás me vean de otra forma Mu, aprendí a vivir con eso, y la verdad no me importa.
- Entiendo que no te importe con el resto de la orden, pero ¿con los dorados?
- Ah… con honestidad, lo que piensen los dorados de mí o como me vean me importa un carajo, lo digo en serio Mu. –dijo honestamente.
- ¿Y lo que sienten?
Afro quien estaba a punto de tomar otro sorbo dudó y por reflejo apartó la taza de sus labios, sin poder evitar que sus pensamientos se asomaran por su mirada.
- Por tu mirada, creo que es un peso que te duele cargar.
El sueco se respingo en su asiento ¿su mirada? ¿Estaba siendo tan obvio?. Lo dicho, no le convenía convivir mucho con otros compañeros, se estaba sintiendo demasiado a gusto con Mu.
- No realmente. Bueno –dijo el sueco apurando el resto de su taza hasta darle fondo –te agradezco mucho la invitación. El té estuvo delicioso pero ya me tengo que retirar, la casa de Piscis no debería estar tanto tiempo sola.
Afrodita puso su taza en la mesa y estaba por ponerse de pie cuando Mu de improviso la llenó de nuevo- Afrodita, nadie va a llegar a Piscis sin que te des cuenta créeme. Además no has terminado tu té. ¿Sabías que es falta de educación en Asia dejar un té a la mitad?
- Pero…
- Al menos toma esta taza.
Afro tomó la taza y se la comenzó a tomar de un trago pero la mano de Mu lo hizo bajarla.
- Así no se disfruta un buen té de Sichuan, hay que hacerlo despacio.
- ¿Es mi idea o me quieres retener aquí?
- Es costumbre tibetana.
- ¿Retener a la gente? –preguntó confundido.
- No –dijo Mu con una cálida sonrisa –disfrutar el té despacio.
El sueco por sus modales y la buena disposición de Mu se revolvió algo incómodo en su asiento pero no le quedó más que quedarse ahí.
"Debería aprender a ser más patán, como Mascara Mortal" se dijo mentalmente. Porque sus modales no le permitían hacerle la grosería a Mu de simplemente abandonar el lugar, cuando el lemuriano tan bien se estaba portando.
- Y si lo que incomoda es el tema lo podemos cambiar. Pero sostengo lo que te dije en la isla, por mi parte, voy a escuchar y tratar de comprender, quiero convivir más con ustedes. Quiero… quiero recuperar a mi familia. –dijo honestamente.
- Tal vez… pides demasiado Mu. Esa familia de tus recuerdos se quebró hace mucho.
- ¿Entonces la recuerdas?
- La verdad no, no miento cuando digo que no recuerdo el pasado de mi infancia, pero me basta con el presente, es lo único que nos queda, y con ver el presente tengo para saber que no hay mucho que se pueda reparar.
- En China se dice… Que el ayer es historia, el mañana es un misterio y el hoy es un regalo, por eso se llama presente. Tú lo has dicho, es lo que tenemos, ¿por qué no aprovecharlo?
- Porque algunos ni siquiera tenemos eso Mu.
- El presente está aquí para todos así que dime ¿Qué es realmente lo que te hace falta Afrodita?
- …
Hubo unos momentos en que el sueco no respondió pero al final, retomando su actitud despreocupada Afro bebió de un solo sorbo la taza, se puso de pie y respondió con amabilidad.
- … Tiempo, me temo que de verdad tengo que volver a mi casa, pero te agradezco la invitación. Por cierto gracias por el tsampa, estuvo delicioso –dijo con una sonrisa cordial y como si nada pasara, palmeó el hombro a Mu y con una educada reverencia se despidió y abandonó la casa.
Mu lo vio marchar con un poco de tristeza, parecía que el "cruel" caballero de piscis tenía más carga emocional de lo que la mayoría se atrevía a creer que era capaz.
- Ojala me dejara ayudar… Pero –dijo viendo la taza de té vacía que usara el de piscis y sonrió –un comienzo es un comienzo.
Pasaron las semanas sin que estos dos volvieran a tener contacto. Y es que el de piscis por signo y costumbre más perceptivo, se daba cuenta pronto cuando Mu se acercaba y lo evitaba en la medida de lo posible y cuando había que estar en el mismo lugar que él, siempre era demasiado astuto para escurrirse como el pez que era sin ofender a nadie, siempre con esa actitud elegante y educada tan suya. No quería tratar con él. Y no es que estuviera molesto, es que no sabía manejar la situación. Cosa que el mismo Afrodita no entendía pues Mu y él habían hecho excelente equipo en la isla y todo parecía indicar que se llevarían muy bien.
¿Qué estaba pasando aquí?. Quizá era el propio santuario, y la presencia de todos, le traía recuerdos, nada gratos… ¿Es que acaso tenía que estar lejos para volver a sentirse cómodo con Mu y los demás?
Deseaba una familia, pero había pasado tanto tiempo en la sombra, alejado, que pese a su seguridad usual había descubierto que esto le causaba ansiedad. Porque, no le gustaba soñar en vano, el periodo de Arles le había dejado muy mal sabor con eso, así que… No quería una decepción. Las cosas ya estaban como estaban y estaban bien, todos convivían en armonía si no perfecta, sí la suficiente, no había necesidad de mover el avispero. Mu… ¿estaría dispuesto a comenzar desde cero como le dijo en la isla? Sin preguntas, sin pasado, sólo aceptarlo por lo que había sido y era...
Y es que podía y sabía responder a las indirectas o directas de algunos impulsivos inmaduros como Aioria pero… no sabría cómo responder si al final las sonrisas amables y sinceras de Mu terminaban esfumándose por, como muchos ahí, terminar creyéndolo un traidor indigno de cualquier confianza. Ya sabía vivir con el rechazo, y lo tomaba con bastante inteligencia y fuerza, e incluso una soberbia indiferencia.
El sueco era un caballero demasiado maduro, inteligente, de acción rápida y pertinente, sabía enfrenar la vida. Pero su corazón estaba bastante lastimado, y era por su inteligencia que sabía cuándo el daño había sido suficiente para arriesgar más.
Ya no estaba acostumbrado a hablar de lo que sentía por más que lo necesitara. Se había vuelto muy fuerte a golpes de la vida y la verdad, mostrar debilidad era algo que no podía, no por orgullo sino por mera costumbre, no era siquiera que su orgullo se lo impidiera, es que no podía. Al parecer había pasado tanto tiempo siendo fuerte que se había petrificado y no sabía cómo volver atrás. Podía ser mordaz y taimado, jodidamente sarcástico e irónico, y era un rey del maltrato verbal, no necesitaba de puños o vulgaridades para herir o poner en su lugar a alguien, de paso haciendo que ese alguien terminara luciendo y sintiéndose idiota o infantil, que se lo preguntaran al impulsivo Aioria. Pero… cariñoso… Lo era sólo cuando la ocasión lo ameritaba con los únicos allegados, Saga y Mascara Mortal, y le era más fácil con Saga pues sabía cuánto había sufrido el gemelo y lo rota que estaba su alma. Con Shura no podía mostrarse muy cariñoso, definitivamente no ya que el mismo español era poco afecto a las demostraciones de cariño pues, esa imagen fuerte que lo precedía lo hacía apenarse con facilidad y por ende mostrarse "indiferente" a esos actos fraternales. Aunque por dentro muy en el fondo tenía su corazón de pollo, no dejaba de ver a los demás como sus hermanos mayores, sólo que el haberle fallado a Aioros lo hacía preguntarse si acaso era digno de llamarse hermano de alguien ahí… Sabía que en su momento actuó conforme a su deber, pero, eso no quitaba el arrepentimiento. Shura también cargaba su costalito en silencio.
Pero cuando se trataba de sí mismo, parecía que Afrodita se había acostumbrado a sólo dar y no a recibir.
Ya no sabía cómo recibir amabilidad de aquellos que debieron ser su familia, podía darla pero, recibirla lo asustaba y lo desconcertaba. Incluso era un experto tratando con desconocidos o gente que no le fuera relevante, encantador y seductor sin siquiera proponérselo, pero cuando se trataba de mostrar emociones consus hermanos de crianza, toda esa seguridad se iba al carajo.
Por eso había preferido dejar las cosas así con Mu.
Por su pasado, su personalidad y su signo, no sería nada fácil lograr que Afrodita abriera el alma y sus secretos. Piscis por naturaleza, era un signo muy protector de su corazón y emociones, peor aún si este ya había sido profundamente herido.
Pero, el signo Aries no es de los que se dan por vencidos tan fácilmente…
Una saeta surcaba el cielo de las doce casas. Era de nuevo Mascara Mortal descendiendo de una patada hasta su templo por otro de sus chistecitos y robos a la concina del doceavo templo. A fin de cuentas, no importaba la caída, mientras no soltara la bandeja de semlas.
- ¡Cangrejo ladrón!... Diablos, cada que lo lanzo de aquí debería asegurarme de quitarle la comida. Pero siempre lo lanzo fuera con ella. Seré idiota…
- O lo quieres mucho.
Afro se respingó y volteó de inmediato, estaba tan metido en su pequeño altercado que no notó que alguien se acercaba.
- Mu… ¿qué te trae por aquí? Si vienes a ver al maestro Shion puedes pasar por mi casa. –le dijo amablemente.
- La verdad vengo a verte a ti.
- ¿A mí? –dijo el otro sorprendido.
- Sí – le sonrió.
- Yo… ¿en qué te puedo servir?
- Quería hablar contigo.
- Oh, sobre qué.
Mu se acercó hasta el balcón donde Afro veía a Mascara Mortal descender cuando él había llegado, y se paró a su lado para hablarle pero ahí notó el largo descenso del de Cáncer y con curiosidad se le quedó mirando, hasta que el italiano cayó de pie sobre su casa, bueno lo que quedaba de ella, cayó en la punta de un pilar derruido, bajó a toda prisa y se metió a lo que quedaba de casa muy feliz con las semlas.
- Se ve feliz.
- Claro como siempre que se roba mi comida –dijo el otro con los ojos cerrados y una palpitante vena en la frente.
- Disculpa la descortesía de entrar hasta aquí, pedí permiso pero no tuve respuesta, sólo escuché la pelea y me dio curiosidad. Sé que no debí entrar hasta aquí sin permiso.
- La pelea… –Mascara lo desquiciaba tanto que ni cuenta se daba cuando alguien lo llamaba. – Es una constante cuando lo tienes de amigo. Te desquiciará de cuando en cuando –aseguró mirando hacia la casa de Cáncer.
- Tal vez necesites más amigos.
- Tal vez no... Bueno carnerito, gracias por la visita, estoy bien, te veo bien, fue un gusto para ti verme, ya conoces la salida, cuidado con las escaleras. –finalizó indicándole el camino elegantemente con una mano.
Mu se le quedó viendo… y soltó la carcajada.
- Ay Afrodita jajajaja la verdad no se te da jajaja por más que te juntes con él lo patán no se te va a pegar jajaja.
Afrodita dejó caer los hombros derrotado, había intentado ser un patán antipático como Mascara Mortal pues a este siempre le funcionaba para salir de situaciones incomodas, pero en Afro esa fallida imitación de Mascara Mortal se había visto tan falsa que en lugar de ofender a Mu y hacer que se fuera lo terminó haciendo reír.
¿Por qué le era tan difícil ser un patán corriente? Varios en el santuario tenía el don ¿por qué él no? Se preguntó genuinamente acongojado.
- Pésimo para esto… -murmuró sobando su tabique.
- Tranquilo, es bueno tener gente educada en el santuario. Ya tenemos bastantes descarriados.
Afro sonrió levemente sin poderlo evitar y se dispuso a ser el mismo, es decir, pese a su incomodidad, mostró los buenos modales que lo caracterizaban.
- ¿Puedo ofrecerte algo?
- No quisiera molestar, despues del saqueo de Mascara Mortal no quisiera dejarte sin víveres. –bromeó. –Además como ya dije, sólo venía a verte para decirte algo, porque… bueno… la última vez que conversamos te veías algo incómodo. Para serte honesto quería pedirte una disculpa si hice o dije algo que te ofendiera, pero no había tenido oportunidad de volver a hablar contigo. –dijo con honestidad.
- No te preocupes, no me ofendiste. Sólo, que, de verdad tenía que volver. Tenía… cosas que hacer.
- Comprendo. –dijo fingiendo creer en el pretexto del nórdico. –Pero quería decirte esto, Afrodita, en Barbados te dije que quería aprovechar esta nueva vida y acercarme más a mis hermanos de crianza. Te dije que estaba dispuesto a escuchar, pero también estoy dispuesto a tener paciencia y si es necesario a comenzar de cero, es decir que no voy a exigir hablar de algo que no quieras. Aunque en la isla me dijiste que te gustaría hablar con todos sobre lo ocurrido en el periodo de Arles, me doy cuenta que no te sientes cómodo, si no te sientes listo o simplemente deseas no hacerlo, está bien. Me agradó bastante el pequeño acercamiento que tuvimos en esa misión y los breves instantes que pasaste en mi casa, y creo que podríamos llevarnos muy bien. Y la verdad en esta nueva oportunidad me di cuenta que no quiero desperdiciar la vida con el pasado, los tengo a todos de nuevo. Sabes que el maestro Shion e incluso Aioros y Saga siempre intentaron que fuéramos una verdadera familia cuando éramos unos niños. La vida separó los caminos pero ahora los ha vuelto a unir y viendo al pasado sé que no quiero vivir en un santuario donde las doce casas estén profundamente separadas más que por cuatrocientos escalones, por miles de rencores y errores del pasado. Me dijiste que no recuerdas casi nada de tu niñez, pero yo sí la recuerdo… y siendo muy honesto, extraño esas tardes cuando jugábamos en el coliseo. Los hermanos mayores, los menores y los de en medio –dijo señalándolo.
- Ah… la maldición de los de en medio, parece ser cierta, como verás a Mascara Mortal y a mí no nos fue muy bien. Y aunque no recuerdo nuestra infancia, no quiero ser el hermano de en medio, nunca nos va bien…
- Serás el de en medio por tu edad, pero para los más jóvenes, ustedes también serán nuestros hermanos mayores. Aún recuerdo a Mascara Mortal tratando de animarnos a romper las reglas y a ti tratando de que no nos matáramos luego de una de sus malas ideas. Creo que ambos se equilibraban, ying y yang, Ángel y Demonio –finalizó sonriendo.
- Pues –dijo Afro rascando su cabeza –aunque así se llame, no puedo verlo como un Ángel.
- ¿De quién hablas?
- De Mascara Mortal.
- Cuando dije Ángel me refería a ti.
- Oh –dijo sorprendido pues no le había pasado por la cabeza que se refiera a él con eso de "Ángel", todos decían que "el caballero de piscis era un maldito demonio". Además… Ángel no era un apelativo que lo halagara. Todo lo contrario…
Mu notó el cambió de semblante en Afro y se preocupó.
- Afrodita lo siento ¿dije algo malo?
- No, es sólo que, no me gusta que me llamen Ángel, me trae malos recuerdos.
- ¿Porque te molestaban por tu apariencia cuando eras niño?
- No… es que… tú no estabas aquí por aquel entonces pero, todo mundo aquí me llamaba Asrael "el Ángel de la muerte", la mano asesina de Arles…
- Oh lo siento mucho, no lo sabía, no lo dije con esa intención, de verdad –se apresuró Mu a disculparse y ante la preocupación de este, Afro sonrió con amabilidad.
- Lo sé. No pareces ese tipo de persona, pero si no lo sabías, deberías platicar un poco más con los de plata, te pondrán al tanto incluso de los últimos chismes del santuario. Esos se saben pasado presente y no dudo que hasta futuro de toda la orden. Ya sabes quienes corrieron el rumor de la casa de libra…
- ¿Rumor? ¿Cuál? –preguntó auténticamente interesado.
Afrodita no pudo evitarlo y soltó la carcajada ante el desconcierto del otro. Cuando pudo hablar se disculpó.
- Lo siento Mu, no me burlo de ti, es que compruebo que no estás al tanto de nada, ese chisme malicioso creo que hasta Kiki se lo sabe, deberías hablar más con él, no vaya ser que el alumno supere al maestro en temas que no debería saber y tengas otro bebé en Aries cuando Kiki cumpla quince.
Mu parpadeó varias veces desconcertado. ¿Pues de qué no se había enterado?
- Mm… verás –dijo tentado a decirle, pero Mu le pareció tan decente y buena persona que le dio bastante pena. –Mejor pregúntale a Aldebarán –dijo con una risilla –yo no me atrevo a contarte. Sólo te diré que los días que Misty pasó en la Fuente con quemaduras en la piel*, tuvieron todo que ver con sus comunicativos amigos y lo permisivo de su actuar con sus subordinados. Culpa a las mentes maestras de Camus y Milo.
- ¿Camus y Milo?... Tengo la impresión que de verdad no me entero de lo que pasa aquí. –dijo genuinamente intrigado.
Afro cerró los ojos y contuvo una risilla.
- Tú sólo pregúntale a Alde, te dará cada detalle.
- Está bien… -dijo intrigado.
- Mu…
- ¿Sí?
- Sobre lo que dijiste… ¿de verdad… estás dispuesto a comenzar desde cero? –preguntó auténticamente intrigado.
- ¿Eh? Pero por supuesto Afrodita, si eso quieres, está bien. Ya lo dije, quiero a mi familia de vuelta –finalizó seriamente.
- Insisto en que pides mucho –dijo el sueco suspirando derrotado.
- Soy un optimista –dijo con una sonrisa.
Afrodita sonrió muy levemente, no muy seguro pues por genial que esa propuesta sonara Afrodita estaba muy desconfiado. Era demasiado bueno para ser real…
- Sólo quería decirte esto. Me retiro, pero si necesitas algo cuentas conmigo, y si quieres pasar por mi casa de nuevo a tomar el té o sólo conversar, serás muy bien venido.
- Te lo agradezco.
Mu se dio la vuelta para retirarse y Afrodita lo acompañó hasta la salida donde lo despidió. Y mientras lo veía descender pensaba… "Comenzar desde cero… si tan sólo eso fuera posible…" Afrodita suspiró con resignación y con el semblante algo decaído entró en su templo. No sabía si era depresión o cansancio extremo, quizá algo de las dos, el punto era que sólo tenía ganas de quitarse la armadura e irse a tirar a su cama y ver algo en la Tablet. Sus ojos ardían como en aquellas personas que sufrían de cansancio extremo.
Días después…
Mu realmente estaba interesado en aprovechar esta nueva oportunidad de vida y quería reconectarse con su familia. Tenía mucho que aprender de sus ahora adultos hermanos. Corrían muchos rumores sobre cada uno de ellos y Mu tenía interés en saber cuántos de esos rumores eran verdad o sólo habladurías, más que nada para conocer de nuevo a los que fueron sus hermanos de crianza. Y uno de los que tenía peor reputación por rumores era Afrodita. Tenía vagos recuerdos de su niñez y no recordaba tan malo al santo de piscis. ¿Qué había pasado?
En ese momento se le ocurrió una idea.
Los días que siguieron Mu se dio tiempo para platicar un poco sobre sus recuerdos de la infancia con todos sus compañeros, excepto con Afrodita pues sabía que este no recordaba tal y tampoco estaba en sus planes interrogarlo a él. Así que siempre se las arreglaba para preguntar a los otros sobre el cómo se recordaban de niños unos a otros y gracias a eso fue hilvanando historias que había olvidado y personalidades ya perdidas de sus compañeros.
Y de esas memorias comenzó a armar piezas del pequeño santo de piscis.
Y las palabras para describirlo habían variado. Mientras que Aioros lo recordaba como un niño cándido pero muy tímido, Shaka lo recordaba como un hermano mayor responsable, Angello lo describió como aguafiestas, Dohko al no estar presente debido a su misión encomendada por Athena no había podido opinar mucho sobre ninguno pero decía que Shion siempre le hablaba bien de todos. Aldebarán lo recordaba amable y comedido con los pequeños, incluso con él que era más alto, Milo se sonrojó antes de contestar y luego dijo que ni se acordaba, y es que en la infancia Milo al creerlo le hermosa hija de Artemis de Piscis, se le había declarado varias veces a pesar de ser un chiquillo dos años menor que "ella". Tenía muchos más recuerdos con él ya sabiéndolo varón pero había sido tal su trauma a su ego masculino que en general cuando recordaba ese error de infancia evadía el tema haciéndose el loco.
Shura lo recordaba como disciplinado, lo que más valoraba Shura, y dijo que fue un chico que jamás le causo dolores de cabeza, a diferencia del resto de sus "hermanitos".
Saga… Saga sólo había tenido las mejores palabras para expresarse de él tanto en su infancia como en su adultez. Pero cuando Mu insistió en preguntar por la infancia de Afro, Saga dijo que era un niño con muy buenos sentimientos y una dulzura enorme, pues Saga como uno de los mayores, fue de los pocos que lo conoció en su más tierna infancia, y recordaba al niño dulce y lastimado que había arribado al santuario, eso sí, arisco y desconfiado como un gato, pero cariñoso y tierno una vez que te ganabas su confianza.
Camus lo recordaba como un hermano amable, educado, responsable, muy inteligente y atento, y también muy considerado, algunos de los primeros libros de cuentos que le habían encantado al pequeño francés habían venido de Afro. Era el único que no le reprochaba su interés por las letras a tan temprana edad, ya que algunos sus hermanitos lo llamaban "Aburrido sabelotodo". Sobretodo Milo y Aioria que no comprendían que Camus prefiriera leer antes que irse a tirar al lodo y jugar con ellos en sus ratos libres. Y cuando lo llamaban nerd en medio de un berrinche, molestos porque no quería jugar ciertos juegos con ellos y se apartaban haciendo sentir mal al pequeño francés, era Afrodita quien siempre tenía inteligentes y taimadas palabras para confortarlo y hacerlo sonreír "Sabes… cuando se es un genio, se debe aprender a convivir con los berrinches de los monos, es tu deber como ser superior"
Aioria… ese ni quiso hablar de él. León más orgulloso y testarudo….
Para su sorpresa Kanon había comentado algo sobre Afro sin que él le preguntara directamente mientras hablaban de su infancia, Kanon había mencionado entre risas y sin pensar, varios recuerdos de la infancia y luego palmeando a Mu se había retirado a pasear por ahí.
Mu se quedó de piedra…. Mu… él recordaba que, ese día en particular habían jugado con Saga… ¡Ese granuja! ¡Al parecer Kanon había estado entre ellos más de lo que el gemelo quería admitir!
Y según lo dicho por Kanon, Afro era un niño muy cariñoso si te sabías ganar su confianza, y demasiado listo, había agregado de forma misteriosa…
Por su parte su maestro Shion, le había hablado con sumo cariño de todos los dorados a los que consideraba sus hijos, y sobre Afro había dicho que era un niño taciturno, algo arisco, pero inteligente, perspicaz, precoz, muy talentoso, disciplinado, servicial, obediente, respetuoso, que era de los pocos que no le habían dado batalla, y que Artemis de Piscis no tenía sino palabras de amor y ternura para describir el carácter de su alumno. Artemis estaba feliz de tener a un niño tan inteligente y talentoso como su aprendiz, pero más que aprendiz, para él Afrodita había sido siempre su hijo y siempre decía que era el hijo más amoroso que algún hombre pudiera tener.
Amoroso, taciturno, algo arisco… Había escuchado de algunos que el caballero de piscis era un hombre esquivo y taciturno. Pero los adjetivos cándido, amable, considerado y amoroso jamás los había escuchado en el Santuario asociados a él, hasta ahora.
¿Qué había pasado entonces? ¿Qué había pasado luego de la muerte de su maestro Shion?
No había vuelto a visitar la casa de Piscis a causa de sus deberes y actividades como maestro de Kiki, pues no había tenido tiempo de nada más las últimas semanas. Kiki se acercaba cada vez más a los quince años, y para esa fecha su alumno debería estar más que bien preparado porque…
Estando en tiempos de paz y sin muchas armaduras activas que necesitaran reparación, Mu tenía tiempo para ocuparse en forma del entrenamiento de su alumno, tanto en la batalla como en la forja, y armaduras para que Kiki practicara le sobraban, todas aquellas que yacían bajo el puente de Jamir, ahí donde se había llevado a cabo la última guerra santa y muchos caballeros habían muerto junto a sus armaduras en el lugar. Kiki ya había tenido suficientes vacaciones en aquellos años en que la pasaba de aquí para allá con los de bronce y Saori Kido, y aunque los fines de semana lo dejaba salir a pasear, o el mismo lo llevaba de paseo, Kiki debía retomar su entrenamiento. Convivir con amigos era un privilegio que Mu no había tenido, pues su entrenamiento con Shion había sido siempre constante, pero como ya le había dicho a Afrodita, quería que su alumno forjara buenos recuerdos de su niñez, para que estos le dieran fuerza para las peleas que debería enfrentar en el futuro.
Para Mu sus únicos amiguitos no habían sido otros que los otros aprendices de dorados. Y la verdad es que en sus condiciones de crianza más que amigos habían sido sus hermanos y con honestidad luego de tantas guerras, le gustaría que todo fuera como en aquellos primeros años.
A pesar de querer acercarse más, Mu y Afrodita apenas si se habían cruzado unos pocos momentos en el coliseo pero, como estaba enfocado en el entrenamiento de Kiki no había tenido tiempo para intentar convivir con él. Aunque desde lejos le veía convivir con su hermano Mascara Mortal, y anheló poder tener esa cercanía con todos sus hermanos. Ese par a pesar de todo se llevaba muy bien. Aunque Mu seguía sin entender como dos almas tan disparejas podían ser tan cómplices.
Días después…
Mu subía hacia Libra cuando en las escaleras se encontró con Mascara de la Muerte sin armadura y todo espinado, murmurando incoherencias en italiano.
Mu se sorprendió y llamó su atención.
- Compañero ¿pero qué te pasó?
- ¿Eh? –dijo levantando su vista de los escalones encontrándose con Mu –Hey, carnerito, ¿come stai?
Mu sólo lo miró confuso y Mascara repitió en griego.
- ¿Cómo estás? ¿Qué te trae escaleras arriba?
- Venía a ver al maestro Dohko. ¿Y a ti qué te pasó?
- Me caí –dijo restándole importancia.
- ¿De… dónde?
- Del balcón de Afrodita.
- ¿Él te aventó?
- Nah. No está y dejó cerrada la casa de Piscis, ya sabes desde que le sugirió a Athena poner chapas y las puertas faltantes en la entrada de cada templo, usa las suyas bastante, así que hice lo que cualquier persona coherente hubiera hecho.
- Te marchaste.
- Me quise meter por la fuerza. Traté de treparme por los pilares, pero cuando ya subía por el balcón, me pinché con las espinas de las malditas rosas que tiene por todos lados y me caí.
- ¿Sobre… más rosas?
- ¡No! ¡¿Quieres creer que el muy desgraciado plantó diversos cactus al pie de su balcón?! ¡Lo hizo adrede, para que yo no me colara! ¡Pero si cree que esas puertas y esos ramajes me mantendrán lejos de su refrigerador se equivoca!. Oye Mu… ¿me puedes hacer un favor?
- ¿Cuál compañero?
- ¿Sanas mis heridas? –preguntó lloroso. El pobre parecía coladera.
- ¿Eh? ¡Cla-claro!
Luego de sanar los cientos de pinchasos que el italiano tenía por todo el cuerpo, Mascara Mortal se despidió de él.
- Grazie mille montonello. Bueno nos vemos carnerito, salúdame al viejo Dohko, sin resentimientos. –dijo haciéndole el símbolo de la paz pues en el pasado ambos caballeros habían tenido ciertos altercados con el italiano.
Mu le vio marchar y siguió su camino hacía Libra.
…
Luego de arreglar los asuntos que tenían, Dohko habló con Mu con la intención de aconsejarlo.
- Oye Mu, ¿puedo hablar contigo? ¿Puedo darte un consejo?
- Por supuesto maestro.
- ¿Es verdad que invitaste a Afrodita a tu casa a tomar el té?
- Sí.
- Puedo preguntar ¿por qué?
- Nada en especial, sólo quería convivir un poco más con él, como sabe desde que volvimos a la vida, he estado tratando de re amistar con todos mis compañeros. Eso será bueno para la orden dorada de Athena.
- Sí…. Mu ¿Puedo darte un consejo?
- Adelante maestro.
- Sí, verás…. –el chino pensó como abordar el tema y prosiguió –Sé que no sólo tú sino que Shion y Aioros están tratando de mejorar la relación entre dorados y crear nuevos lazos de amistad y hermandad… Pese a sus buenas intenciones, creo que… harías bien en no juntarte con… ciertos caballeros.
- ¿A qué se refiere maestro?
- Mira, seré claro. Es muy loable que quieras hermanarte con tus compañeros otra vez, pero, eres un excelente muchacho, ejemplar, y no quiero que te eches a perder con malas compañías. Si vas a hermanarte hazlo con la gente correcta.
- ¿…?
- Me refiero a que no te acerques mucho a Saga, Mascara Mortal, Kanon y Afrodita.
- No comprendo maestro ¿qué tiene de malo que me acerque a ellos?
- ¡Ja! hijo, todos sabemos las correrías de esos cuatro. Su pasado habla por ellos.
- Maestro nunca hemos escuchado sus razones. Y respecto a Saga conocemos las razones que lo forzaron a actuar así. No es culpable de sus crímenes pasados.
- Lo es en parte Mu, no lo disculpes. Todos sabemos que los caballeros de Géminis, suelen ser inestables y poco fiables, por su naturaleza dual, así que… no quiero sonar cruel pero las cosas son como son.
- Saga sólo fue víctima de las circunstancias y de un engendro del Tartaro.
- Y lo sé créeme que no lo culpo del todo. Quiero entenderlo mejor y poder confiar en él, te lo juro pero hasta no saber dónde piso con él, quiero tener precauciones. Y respecto a los demás…
- Respecto a los demás, debieron tener alguna razón, no digo que justificables pero sería al menos bueno conocerlas.
- ¿Razones? Yo te las diré. Kanon siempre fue un descarriado resentido por vivir a la sombra de Saga, empecinado en ser un gran villano y en superar a su hermano en todo, enfermo de venganza y resentimiento, mentiroso y taimado, fue capaz de engañar a un Dios para conseguir lo que quería y aunque al final se arrepintió, yo tengo a prueba a ese muchacho. Mascara Mortal siempre fue un psicópata desadaptado a quien jamás le interesó enmendar su camino a pesar de tener varias oportunidades, de naturaleza cruel y sanguinaria, un loco incapaz de conocer la lealtad o el amor, que te lo cuente el cadáver de Cerber, uno de los pocos santos respetables que tuvo la casa de Cáncer, muerto a manos de aquel para el que trató de ser un padre. Y ese demonio con cara de Ángel, Afrodita, tuvo un padre ejemplar en Artemis, tuvo amor, apoyo, una excelente educación ¿Qué razones pudo tener para traicionarnos a todos? No creo que tuviera más razón que su ansia de poder, cosa que considera lo absoluto… para él no existe nada sagrado, sólo le importa si algo es hermoso o no lo es, un enfermo obsesionado con la belleza cuando a veces he pensado que ni siquiera sabe lo que significa esa palabra. Artemis desde los Elíseos, debe estar sumamente decepcionad de él. En resumen esos cuatro necesitan un buen escarmiento para ver si así se enderezan.
- Maestro Dohko… Maestro, mi maestro Shion dice que no podemos juzgar a los demás desde la rabia.
- ¿A qué te refieres Mu?
- Sé que usted no estuvo de acuerdo en nada de lo que pasó en el santuario en aquella época y entiendo sus razones, pero, sin intención de faltarle al respeto, me temo que usted está juzgando a nuestros compañeros de forma subjetiva y desde alguna especie de resentimiento personal. –Mu dio un largo suspiro y dijo determinado –Sé que muchas de las acciones de algunos son reprobables desde donde se les vea, y no tienen justificación, sin embargo para mí es obvio que están tratando de enmendar sus errores, no veo porqué negarles la oportunidad de redimirse. Además no todos son tan malos como siempre los imaginamos.
- ¿No tan malos? ¿Redimirse? Mu, eres demasiado inocente.
- Tal vez sea inocencia lo que más le falta a este santuario –afirmó. –Inocencia y… un poco de fe.
¿Mu de Aries… le acababa de llevar la contra? Ese chiquillo que siempre le escuchó obedeció y tomaba mucho en cuenta sus consejos ¿Le acababa de llevar la contra? -… Mu de Aries, esas compañías ya te están haciendo daño, te prohíbo que te sigas juntando con esa bola de descarriados ¿comprendes?
- Maestro con todo el respeto que me merece tengo que decirle que no puede prohibirme eso. –dijo con amabilidad y esa sonrisa suya.
- ¡¿Qué no?! ¡Soy tu superior!
- Estamos de acuerdo, y en cuestiones bélicas y administrativas de la orden de Athena, usted puede llegar a tener la última palabra, despues de mi maestro Shion, pero, me temo que no puede ordenarme cosas de índole personal, soy libre de tomar mis decisiones. Como por ejemplo con quién hablar y con quién juntarme.
- ¡Ya lo ves! –dijo el chino escandalizado - ¡Te estás volviendo un respondón mal educado!. Ya se te está pegando la mala influencia ¡Deja que se entere Shion! ¡Seguro se vuelve a morir!
Mu soltó una tintineante carcajada, no sabía que el maestro Dohko fuera tan dramático. Sabía que sus intenciones eran buenas pero… quizá Dohko debía mostrar un poco de humildad y escuchar a los demás antes de juzgarlos tan duramente…
- Maestro… le pido una disculpa si siente que he sido grosero, no fue esa mi intención pero –reprimiendo una risa le dijo con la amabilidad que lo caracterizaba –le informo que seguiré frecuentando a la "mala influencia" quizá y con un poco de paciencia, sea que a ellos se les pegue algo de ese comportamiento ejemplar que dice que tengo.
- ¡¿Cómo?! ¡Es eso sarcasmo?
- Para nada maestro, llámelo optimismo. Me retiro –dijo haciendo una reverencia al viejo maestro –tengo mucho que hacer en Aries, si algo se le ofrece no dude en llamarme.
El chino vio a Mu alejarse escaleras abajo y rezongó en soledad.
- ¡Inconcebible!. Voy a tener que hablar de esto con Shion.
El de Libra entró a su casa, escandalizado, que un caballero joven le desobedeciera y además le rezongara ¡Por Athena, que mal estaba la juventud! ¡Ya se viera él haciéndole eso a Sage o Hakurei!
Días después, en el coliseo…
Un hombre de bata blanca en sus cincuentas y de rostro amable conversaba con Afrodita a la salida del coliseo.
- Afrodita –lo llamó Dohko desde lejos, acercándose al coliseo lentamente.
Afrodita miró en dirección al chino y luego al hombre con el que platicaba despidiéndose con un amable asentimiento de cabeza, mientras el peliverde agradecía asintiendo de vuelta con una sonrisa, se dio la media vuelta y se retiró del lugar.
Mientras el Doctor ya a la distancia se retiraba, Dohko llegó donde el sueco.
- ¿Platicando con el enemigo? –dijo el chino a modo de guasa.
- Sólo quería información sobre los aprendices que se lesionaron la semana pasada y algunos medicamentos que preparé, le estaba ayudando con eso.
- ¿El que te derrotó necesita tu ayuda? ¿No es mucha vanidad de tu parte Afrodita?
- ¿Vanidad? Bueno viéndolo de forma objetiva –dijo elegantemente -creo que algunos lo llamarían humildad. Si por vanidad fuera, ni siquiera me hubiera "presentado" y no me habría ofrecido a ayudar con medicina e información a Shun cuando llego aquí desde la fundación Kido como pediatra. Él no me recuerda así que hubiera podido tomar esa ventaja ¿no lo cree?. Es verdad Maestro Dohko, él me derrotó, pero ser arrogante y déspota con él sólo me convertiría en un verdadero vanidoso y mal perdedor. Y me congratula no ser esa clase de idiota.
- Así que él te pidió ayuda.
- Aunque nunca le ha gustado pelear, es inteligente y entiende que esta organización defiende a la humanidad y eso conlleva el resolver conflictos muchas veces con batallas, por lo cual él desea ayudar, esta vez desde su ciencia y conocimientos, conversábamos y ante su falta de recuerdos, como médico expresó sus inquietudes y dudas respecto al combate y se las aclaré. Dice que estar informado le ayuda a hacer mejor su trabajo. Estoy de acuerdo con él en no participar en peleas innecesarias, pero cuando la ocasión lo demanda, no hay otro camino, él lo entiende y por eso quiere estar muy bien informado para aplicar sus conocimientos en favor de la niñez actual del santuario.
- Vaya ahora eres gentil con tus enemigos… Es bueno que trates de enmendarte.
- Para mí Shun nunca fue mi enemigo, sólo fue un contrincante. Y no pretendo enmendar nada, lo hecho, hecho está.
- Sí, además, no es tu estilo. He notado que te has portado…. medianamente bien últimamente-
- ¿Medianamente? –lo interrumpió el sueco -¿Acaso han tenido alguna queja de mí, Viejo Maestro?
- Ja… no, últimamente no, pero… contigo y tu hermano nunca se sabe. No andaré con rodeos Afrodita, sé la clase de persona que son tú y tu hermano Mascara de la Muerte, si por mi fuera ya estarían de vuelta en sus países de origen para vivir como simples mortales y hacer de su vida lo que les diera la gana, pero nuestra señora les ha permitido conservar sus sagrados ropajes y puestos, así que mientras hagan lo que deben como caballeros dorados, lo que hagan con sus vidas personales no es mi problema, sin embargo no quiero verlos cerca de los buenos muchachos de esta orden, como Mu o Aldebarán.
- Mu y Aldebarán… ¿Quiere decir que los demás no son buenos? –preguntó con ese elegante sarcasmo tocapelotas que lo caracterizaba.
El chino paró la trompa enojado, ¡Cómo odiaba la personalidad patea traseros de este sueco!
- ¡Sabes a lo que me refiero! Aioria, Aioros, Shaka, incluso Milo, también son jóvenes ejemplares y bien portados.
- Sobretodo Milo… -ironizó el de piscis.
- ¡Pu-pues sí¡… ¡Y ya lo sé –espetó cuando Afro le regalaba una de sus coquetas sonrisas burlonas debido a los recientes eventos en Barbados –sé que su carácter de prostituto no has metido en varios problemas pero, pues… eso… tan sólo… ¡Bien, sabes a qué me refiero!
- Comprendo –dijo con esa elegante calma -si yo también fuera un prostituto sería una mejor persona. Lo siento maestro pero siendo así, prefiero ser de los malos –finalizó fingiendo congoja.
- E-e-eres un… -dijo con un severo tic en el ojo.
- Pero ya que lo pone así… Nunca lo hubiera pensado de Shaka –dijo con la mano en el mentón fingiendo estar anonadado. –Bien maestro –dijo girándose de frente al chino para hacer una ampulosa reverencia con capa incluida, a su superior – no le prometo "portarme mejor" ya que no tengo lo que se necesita, me temo que soy algo mojigato para esas cuestiones pero trataré de hacer un esfuerzo y ser tan golfo como me sea posible, me retiro.
El sueco se dio la vuelta y se alejó con una risilla bailándole en los rosados labios mientras tras él sentía el cosmos del chino ofuscarse.
- ¡Aléjate de Mu y los bien portados muchacho descarriado! –le gritó el chino en medio de un berrinche.
Afrodita sólo rio para sí y se dirigió a las doce casas.
Al llegar a Aries la sintió sola y suspiró –Mejor…
Pasó sin anunciarse y llegó hasta su casa. Dejó su casco en el sillón y se sentó cansado. Ah… ahora Dohko le iba a decir con quién juntarse y con quién no. Vaya viejito más loco.
Afrodita era un muchacho respetuoso de sus mayores, pero la vida le había enseñado a trancazo limpio que todo tenía un límite y sobre todo que si no peleaba por él y sus derechos nadie lo iba a hacer. La vida no la vivían otros por ti, por más que te criticaran tu vida es tu vida, sólo tú puedes sufrirla o disfrutarla. Y Afro no tenía intenciones de sufrir más.
"Si yo lo sabía" se dijo, si no estaba errado en sus percepciones, muchos del santuario tenían una pésima imagen de él.
Francamente a estas alturas le importaba un pepino.
Una cosa es que comprendiera que Dohko desconfiara de él, pero otra que le fuera permitir que decidiera su vida.
Tiempo después…
El patriarca cavilaba sobre un asunto. Hacia un tiempo tanto por iniciativa propia como por propuestas de Aioros, se había dado a la tarea de fomentar de nuevo la hermandad en la orden dorada. Unidos como familia eran una fuerza imparable, pero separados y con rencillas eran una catástrofe de proporciones bíblicas, y eso había quedado más que claro en pasadas batallas. Por eso se habían incentivado convivencias y actividades juntos. Incluso se habían restaurado las cenas doradas que había antes del reinado de Arles cuando los muchachos eran sólo pequeños aprendices.
Tres veces entre semana y todos los domingos.
Sin embargo había notado algo particular en uno de sus muchachos.
Afrodita siempre tenía un pretexto para evadir a los otros en las convivencias, y sólo convivía con los de siempre, Saga, MM, Shura y si acaso Kanon. Incluso esos cuatro descarriados hacían lo posible por integrarse pero Afro no…
Le preocupaba sobremanera que su muchacho se excluyera de esa forma. Afro era un niño melancólico, taciturno, arisco y tímido cuando llegó al santuario, pero en brazos de Artemis dejó ver que era un chiquillo muy amoroso, de alma noble, chispeante brillo en los ojos, con mucho amor para dar y con muchos deseos de recibirlo también. Y ya para los cinco años se mostraba atento y pendiente de sus hermanitos menores, así como educado y servicial con sus superiores, y aunque todo el amor de ese niño estaba reservado para Artemis, sí que Afro había decidido compartir de ese gran corazón y amor con el patriarca, era un chiquillo muy respetuoso y con modales que ya quisieran tener hasta los adultos ahí, y por eso quizá no mostraba un cariño tan abierto hacia él al verlo como la figura de máxima autoridad del santuario, pero Shion sabía que Afrodita también le había tomado gran cariño a él y había gozado de esas sonrisas y cariño cuando Afro era un chiquillo.
La verdad es que al volver a la vida, a Shion le había sorprendido y en algunos casos dolido bastante el cambio que habían dado sus niños de oro al convertirse en adultos. El caso de Afrodita era uno de los que más le había sobrecogido. No quedaba ni rastro de esa dulzura y candidez que el pequeño sueco mostraba hacia su familia. Perder a Artemis siendo aún un niño debió ser un golpe devastador para su niño de piscis…
…Y también sabía que Arles había dejado su huella… quizá más en Afro que en ningún otro. Saga había hablado con Shion, abierto su corazón sobre todo lo que sufrió bajo el control del lémur y siempre, siempre salía a colación el nombre de Afrodita siendo su único soporte, guardián y muro firme, que siempre estaba ahí para recibir muchos de los golpes, Afrodita fue su pilar más sólido durante todo ese tiempo así como quizá la mayor víctima de ese lémur luego de Saga. Fue el sacrificio ofrecido a la corona.
Afrodita debía estar muy lastimado pero, él sí que nunca había querido tratar el tema con nadie. Shion sabía que había hablado con Camus pero sólo del aspecto técnico es decir, le había dado razones para su accionar en el pasado, pero sobre sus emociones al respecto, eran algo que el doceavo caballero se guardaba solo para sí.
Camus siendo el genio analítico que era, aseguraba que Afrodita debía llevar una gran carga emocional dentro pero nunca hablaba al respecto, que al contrario, llevaba la situación con gran entereza, altives, orgullo e inteligencia, cosas que Camus no dejaba de alabar…
Este muchacho y sus ideas de que las emociones eran vulgarismos… Camus también necesitaba ir al loquero…
Y pese a alabar la actitud fría y mental de Afrodita, no podía evitar preocuparse por su hermano de crianza y vecino de casa, y eso viniendo de Camus era mucho decir. Había tratado de platicar sobre eso con Afro pero siempre se escurría con elegancia de la situación. Lo que causaba más admiración de Camus "Es un digno caballero que no permite que algo tan banal como las emociones lo dominen" le dijo Camus a Shion aquella vez.
"Gracias Leonid… hiciste un gran trabajo matando la humanidad de Camus…" le dijo mentalmente Shion a su finado compañero el excaballero Leonid de Acuario.
Ay Camus… a ese lo iba a encerrar en la casa de Acuario a ver puras películas rompe y rasga, como terapia rompe hielo…
Y… ¿si Afrodita estaba atrapado en una pared de dureza? ¿Se negaba al amor de familia al que tenía derecho? O ¿Se culpaba y se flagelaba así? O quizá y aún peor ¿se había olvidado de como amar y ser amado?
Shion era un manojo de incertidumbre cientos de preguntas y ninguna respuesta. Él de forma directa o indirecta había criado a todos los dorados, eran casi sus hijos, unos descarriados hijos de la cacatúa que lo volvían loco y casi lo mandan al hoyo grande en más de una ocasión con sus barrabasadas, pero eran sus hijos y los amaba como tal. Shion no era sólo un padre, como había sido por así decirlo, papá soltero, era también madre de esos chamacos, y era ese instinto maternal el que le había impedido aplicarles una extensión estelar en más de una ocasión. Cuando el padre en él quería darles una paliza, la madre en él, salía a defenderlos.
Y justo ahora era padre y madre, preocupado por su muchacho y su estado psicológico y emocional.
- Tengo que hablar con él –se dijo seriamente.
Por la tarde…
- Afrodita de Piscis a su servicio mi señor –dijo el joven rodilla al suelo.
- Bienvenido Afrodita –dijo desde el trono. –Te mandé llamar porque deseo hablar contigo.
- A sus órdenes señor.
- Afrodita, como sabes he instaurado actividades que pretenden unir a la orden dorada como la familia de hermanos que son y debieron ser siempre y fomentar una sana convivencia y camaradería, pero he notado que pese a los esfuerzos de los demás, tú siempre te excluyes de tus compañeros. ¿Hay algo que te moleste hijo?
- No, señor –dijo este aun con la cabeza baja en señal de respeto.
- De verdad hijo, puedes hablar con confianza ¿puedo ayudarte en algo?
- Todo está bien señor.
- Entonces dime hijo, ¿por qué te niegas a tratar de convivir con tus otros hermanos?
- Sólo sigo las instrucciones de un superior su Ilustrísima. –dijo finalmente alzando mirada para ver a Shion.
- ¿De qué hablas Afrodita?
- El maestro Dohko me prohibió que me acercara a ellos.
- ¡¿Qué?! Pero… ¿es eso cierto?
- No tengo por qué mentir señor. Y como sabe, debemos obediencia a nuestros superiores, sólo sigo los sensatos consejos del maestro Dohko. –ciertamente esa estoica obediencia del elegante y educado caballero de piscis, era nada más por el puro placer de joder al chino metiche…
- ¿Consejos?
- Sí, a pesar que fue más una orden directa, entiendo que no llevaba mala intención. Por eso lo tomé como un consejo.
- ¿Y qué… te ordenó Dohko?
- Me aconsejó que me mantuviera lejos de aquellos que tuvieron un comportamiento ejemplar como caballeros dorados, ya que mi pasado me precede, y él, bueno, es lógico, sólo quiere mantener el buen orden en el santuario.
- Conque eso te aconsejó. ¿Cuando?
- Hace un tiempo durante un entrenamiento en el coliseo.
- ¿Por qué? Porque debía tener una razón, por su bien así lo espero.
- Creo que… no le gustó verme amistar con Mu. Desde nuestra misión en Barbados Mu ha tenido la gentileza de aceptarme y querer convivir más conmigo, y tal como en el muro de los Lamentos, me tendió su mano amiga, quería que iniciáramos una amistad. Pero quizá el maestro Dohko tiene razón –dijo esta vez sin intenciones ulteriores –tal vez es mejor dejar las cosas como están, convivimos en cierta armonía y con eso basta, mientras cumplamos nuestro deber… Y es que además –retomando su malicia infantil con intención de gastarle una broma a Dohko, dijo muy seriamente al patriarca– dice que como no puedo ser tan prostituto como Milo, le parece que no tengo lo necesario para ser un buen ejemplo.
- ¿Có-có-cómo dices? –siseó Shion con un tic en el ojo.
- Bueno sobre eso hablamos aquella tarde en el coliseo.
- Eso… eso… ¿Eso te dijo?
- Salió a colación el tema. Maestro le juró que lo intenté pero, no tengo el talento como Milo. Por eso, mejor me alejo de los demás.
- ¿Qué… lo intentaste dices?
- Sí, pero no salió nada bien, así que me di por vencido. No tengo madera de prostituto.
El tic en el ojo se acrecentaba en Shion… ¡Ya tenían demasiado con el prostituto de Milo como para que Dohko pervirtiera a mas chamacos de esa orden! - Escucha Afrodita, yo como el patriarca de este Santuario, primero que nada, te prohíbo intentar de nuevo andar de… chico fácil, eso no es digno de un sagrado caballero dorado, ya con Milo basta para el pecado. Y además no sólo te permito, sino que te ordeno, que convivas más con los otros caballeros dorados, en especial con Mu, con mayor razón si es el deseo de ambos construir una amistad una hermandad sólida que los hará más fuerte en batalla.
- El maestro Dohko se va a enojar –dijo fingiendo congoja.
- Pues las ordenes no las da él ¿te queda claro?
- Sí su ilustrísima –dijo elegantemente bajando la cabeza.
- Te puedes retirar hijo, yo tengo unas cosas que hacer.
- Sí señor –el caballero se puso de pie y haciendo una última reverencia dejó el salón.
Cuando el doceavo caballero se fue…
- ¡Dohko de Libra ven para acá de inmediato! –le cimbró la cabeza a Dohko vía cosmos.
- Diablos y ahora qué mosca le picó a Shion…
Mientras, Afrodita bajaba los escalones con una risilla que se negaba a dejar sus rosados y carnosos labios.
*…*…*…*…*
* Ojo Afro admira la belleza, es algo que le llama puede ver la belleza no sólo en lo que es bello, sino en cosas que la poseen aunque nadie ve dentro de su escencia, porque él la trae en su alma, pero bajo ninguna ciercunstancia en un fanatico que se deja guiar por lo superficial, lo alcaro porque este personaje está muy mal entendido.
*La mision de la que hablan se ve en mi fanfic Milo y los celos
*La novia de la que habla Afro pertenece a mi fanfic Lecciones de Manejo
*Tambien Misty con quemaduras en la piel viene de mi fanfic Lecciones de Manejo
Ok finalmente me decido y publico este fanfic que es mi limbo entre mis sagas de comedia y mis sagas de drama, las cuales cuentan con varias diferencias pero que aquí trato de reconciliarlas. Quienes me siguen saben que los fanfics de comedia y los de drama se mueven en escenarios diferentes, en universos diferentes. Por ejemplo en los de comedia no hay casi rencillas entre los santos, en los de drama plasmo de forma más cruda sus pensamientos y emociones respecto a los demás. Los de comedia son atemporales y actuales, los de drama suelen tener fechas definidas. Otra diferencia es que por ejemplo en los fanfics de comedia se sabe que los santos tienen un buen sueldo, mientras que en los de drama hacen su deber por el deber mismo y su honor y quienes tienen dinero es por sus medios o herencias familiares. En los de comedia las casas del zodiaco pagan recibos XD (luz agua etc) en los de drama el santuario corre con los gastos. En los de comedia Saori es una diosa ingenua pero benevolente, quizá se equivoca pero está aprendiendo y aunque pueda llegar a ser tacaña e inexperta, ama a sus santos y trata de mejorar y hacer lo que dentro de su nebulosa es bueno para ellos, en los de drama, hago referencia no a Saori sino a la verdadera Atena de la mitología griega quien era famosa por ser una Diosa que aunque se la pintaba justa era muy sangrienta y pedía la sangre como libación, algo que rara la vez leerás en los cuentos mitológicos para niños o de youtube pero si tienes la fortuna de leer literatura griega de los libros antiguos de las grandes universidades y en especial en griego antiguo verás que Kurumada suavizó demasiado a la Diosa de la Guerra Justa, siendo está muy similar a su hermano ares cuando de pasión por la guerra se trataba. Y la cual en mis fanfics aprovecha a su recipiente para lograr su cometido es por eso que en todas las eras las diferentes Atenas difieren en carácter y personalidad. Entonces aquí tendremos comedia como la vemos en mi saga cómica, es decir despreocupada y espontánea, pero también de pronto aparecerá el conflicto y la seriedad de mi Saga de drama con conflictos personales, familiares, administrativos de la comunidad del santuario etc. Aquí habrá momentos relajados provenientes de mis comedias, así como misiones, es decir trato el tema familiar, "laboral" o sea caballeros siendo caballeros y paladines, superiores ante la orden de Athena ejerciendo su rango, familiar desde rencillas a camaradería en fin, es un fanfic que de alguna manera conecta en este limbo ambas dimensiones de mis arcos referentes a Saint Seiya, por lo tanto veremos personajes de ambas Sagas en los fanfics que componen la Saga de "Te… cuento mi historia" que este es el primero. Todavía faltan.
Para comprender bien bien este fanfic es muy aconsejable que hayas leído todos mis fanfics referentes a Saint Seiya pero de todos modos, creo que si no los conoces se podrá comprender, aunque sí recomendaría leer los otros.
De momento La Verdad Tras la Rosa no está publicada, ya lo había vuelto a republicar el 30 de Septiembre del 2023, pero hace tres días comencé a tener reportes de que no se podía leer porque aparecían letras y signos ininteligibles en lugar de los capítulos, traté de arreglarlo remplazando los capítulos, pero no funcionaba, creo que fue error de la página y tuve que eliminarlo. Espero poder resubirlo (otra vez) en esta semana.
Deseo que lo disfruten y me comenten que les hace sentir cada capítulo, qué piensan de los santos y sus interacciones, etc lo que ustedes quieran.
Cuídense, un abrazo y nos estamos leyendo.
