CAPÍTULO LX

¿CASTIGO?

(Hace más de dos años)

Nerviosa y sin saber qué esperar en su nuevo destino, la rubia Mina se aferraba a su macuto.

Conduciendo el camión y en silencio, de vez en cuando Fiódor la contemplaba a través del espejo retrovisor.

"De haber sido más cuidadosos, esto no estaría pasando. Armand, ¿Dónde estarás?", pensó la joven mientras que a través de la ventana contemplaba los preciosos campos que todo lo rodeaban.

"No parece que estamos en guerra, ¿Verdad?", deseando entablar conversación con ella, por fin el regordete sujeto habló.

"Es una lastima saber que en cualquier momento pueden ser bombardeados y reducidos a nada"

"Lo es", replicó él llenándose la vista con el verde de las praderas.

"Disculpe, pero ¿Cómo es el comandante?"

"Desconfiado y malhumorado. No lo culpo, perdió todo en un instante"

"Entiendo", replicó bajando la mirada.

Fue así que luego de un par de kilómetros por fin arribaron al sitio donde el comando se encontraba.

"Entra", expresó Fiodor señalando la tienda de campaña de su superior.

Titubeante Mina ingresó, contemplando al rubio que detrás del escritorio esperaba.

"Comandante, estoy aquí...", haciendo el saludo militar, no alcanzó a decir.

"¿Así que fuiste transferida a mi comando por insubordinación?... te han convertido en mi problema, ¿No?", fijando esa fría mirada en ella, Haruka cuestionó.

"Estoy a sus órdenes, comandante", ella contestó. "A este hombre lo conozco, pero no recuerdo donde fue", pensó.

El rubio asintió, llevando el cigarrillo a sus labios; "De eso no me cabe duda. Es bien conocido que a tu antiguo comandante no le agrada que haya mujeres en su unidad, pero aquí es diferente. Todos servimos para el mismo propósito", expresó al mismo tiempo que sobre el escritorio arrojaba el expediente con sus datos y el motivo de su amonestación. "Con cada día que pasa estamos más lejos de Vladstok, así que decide ahora, ¿Continuarás el avance hacia el Norte?, ¿O prefieres volver a tu casa?"

Orgullosa Mina ergio la mirada; "Voy a continuar, señor"

"Entonces dirígete a la carpa de la cirujano Mizuno. Es la médico en jefe de nuestro batallón. Ella te instruirá y te dira que hacer"

"A la orden", señor, haciendo el saludo militar la joven abandonó el lugar. "Armand, he de continuar. Y sé que algún día nos habremos de encontrar", poniendo toda su esperanza en ello, murmuró. Y fue que deteniéndose volvió la mirada hacia la tienda de campaña del que a partir de ese momento sería su comandante; "Ya recuerdo donde lo vi, es el hombre del tren. El que no lloraba", pensó recordando el día en que ella y su amado fueron reclutados.


(Presente)

Y de nueva cuenta la oscuridad de la noche pasada comenzó a disiparse, colando a través de la ventana los primeros rayos del sol que juguetones se posaron sobre las mejillas de la hermosa rubia, encendiendole el divino rostro.

Sentándose de golpe sobre la cama, se llevó una mano a la confundida cabeza y la otra al agitado pecho. "¿Se trató de un sueño?, ¿Él realmente volvió?", fueron las dos preguntas que ocuparon todo su pensamiento.

"¿Cómo te sientes?", avanzando hacia ella, cuestiono la cirujano.

"Me duele la cabeza", volviendo a recostarse, Mina señaló.

"Es normal. Espero no te moleste lo que hice, pero durante la madrugada estuviste muy inquieta y me permití admistrarte un calmante para que pudieras descansar"

"Eso significa que no lo soñé, ¿Verdad?"

"Así es", contestó la otra mordiéndose los labios.

Fue entonces que la joven no pudo evitar reír un poco; "Maldita suerte la mía. Pude deshacerme de un idiota y menos de veinticuatro horas despues aparece otro. No cabe duda, es mi castigo"

Ante ello Mizuno no supo qué decir y tan solo se limitó a encogerse de hombros.

"Como sea, la vida continua y no puedo permitirme desperdiciarla", tomando su uniforme comenzó a vestirlo, luego calzó las botas.

"¿A dónde vas?"

"A trabajar", replicó mientras se componía el cabello.

"Será mejor que te quedes en cama. La fiebre podría regresar"

"Por dura que sea, debo hacerle frente a la realidad. Si me quedo en cama lo único que lograre será torturarme con pensamientos que no vienen al caso"

"¿Estás segura?"

"Por supuesto", contestó engalanando su fresco rostro con una sonrisa.


(En los campos)

Habiendo recibido de parte del general Volkov la orden de que tendría a su cargo un grupo de oficiales de Mikhailov, es que Haruka se ocupaba de atender ese asunto.

Así que contemplando al pelinegro que de pie permanecía ante él, tomó el expediente correspondiente.

"Veamos", dijo y ante lo que leyó, extrañado frunció el entrecejo. Luego firmó los documentos correspondientes. "Ve a la parcela seis, te encargas de supervisar que todo esté en orden y al final de cada día tendrás que entregarme un informe detallado. Tu jornada terminará a las mil ochocientas horas, ¿Entendido?", no encontrando qué otra cosa podía hacer, expresó.

"A la orden, señor", haciendo el debido saludo el sujeto expreso.

"Puedes retirarte", el rubio ordenó.

El pelinegro relajó su tensa postura y acto seguido abandonó el lugar con dirección al sitio indicado.

"Se llama Armand y al igual que Mina proviene de Vladstok ¿Se tratara de el hombre que ella tanto espera?, ¿Del hombre por el que decidió arriesgarlo todo?", se cuestiono mientras traía a la memoria el recuerdo de aquella mañana en que por primera vez la rubia se presentó ante él. Y fue que consultando el reloj, ante la hora señalada negó con la cabeza; "Ya es tarde, supongo que ella ya debe estar en casa... que pase el siguiente oficial", murmuró y luego ordenó.


(Cerca de ahí)

Regresando sola a casa a consecuencia de que el rubio tenía que atender la orden del general Volkov, Michiru avanzaba por las cada vez más limpias calles.

"¡Dioses, eres pequeño y sin embargo muy fuerte!", sonriendo murmuró ante el patear de su bebé, luego coloco la mano donde lo sintió estremecerse. " Falta tan poco para que por fin podamos conocernos. Estoy segura de que te parecerás a él", emocionada pensó y por un breve instante imaginó cómo sería su tierno rostro.

Al verla pasar a su lado un oficial encaminó sus pasos hacia ella, pero quedandose a prudente distancia con la intención de que no notara su presencia.

"Hola", luego de un rato por fin se atrevió a hablarle.

Con rapidez ella volvió la mirada, pero sin inmutarse respondió a sus gentiles palabras. "Buenas tardes"

Confiado, él emparejó sus pasos con los de la mujer; "¿Vives en esta ciudad?", cuestionó deseando entablar conversación.

"Si", replicó por mera educación, aunque bastante desconfiada.

"Ayer llegué y soy nuevo en la ciudad. así que me estaba preguntando si serías tan amable de acompañarme a conocerla... no sé qué lugares visitar y temo llegar a perderme", mostrándole un viejo mapa, pidió.

Ante su invitación, nerviosa la aguamarina negó con la cabeza; "Lo lamento, pero..."

El sujeto frunció el entrecejo, cambiando el suave tono de su voz por uno de evidente molestia; "¿Me estás diciendo que no puedes?"

"¡Ah!, yo... mi esposo me espera y..."

"Ya entiendo, estás casada. Bueno, error mio por no haberte preguntado antes. Por favor disculpame", expresó fijando la juguetona mirada en su vientre.

"Con su permiso, señor", ella contestó esperando haber sido clara.

El hombre se quedó de pie contemplando cómo se alejaba. Pero entonces negó con la cabeza y arrojando al suelo lo que quedaba del cigarrillo, de nueva cuenta comenzó a seguir sus pasos. "¡Oye!, por favor se educada y un poco más hospitalaria… te estoy hablando, no me ignores", pidió.

Notando que estaba a punto de darle alcance, la aguamarina aceleró su paso.

"¡Ey!, vamos a tomar un café, luego veremos que mas pasa"

Ella no respondió y dobló la siguiente calle esperando perderse entre la gente que a esa hora abarrotaba el lugar, pero volviendo la mirada, descubrió que él seguía detrás de ella.

"Me gustas y si lo que quieres es dinero, voy a pagarte bien. Solo tienes que ser amable conmigo", burlón expresó.

"¡Demonios!, ¿Qué no va a darse por vencido?", cansada por la carrera ella masculló.

"¿Quieres que te siga?, ¿Vas a llevarme a un lugar más privado?", cuestiono, contrariando por completo las órdenes de Volkov y el mismo Mikhailov.

Comprendiendo que dirigirse a casa sería un grave error y que ir a donde el coronel tampoco era opción por ser un lugar muy apartado y solitario, ella siguió caminando por las calles más transitadas.

"Ven, te aseguro que vamos a pasarla muy bien", alcanzó a escucharlo.

Fue así que doblando una esquina más la mujer sonrió al ver que estaba cerca de un improvisado hospital, que aunque era militar, bien podría encontrar ayuda.

"Ya no voy a pedirte permiso para que vengas conmigo", harto masculló. "¿Huyes por qué piensas que soy poca cosa?"

Para buena fortuna de ella y mala de él, en ese momento Mizuno salió para recibir un paciente.

Ella, observando que era la aguamarina y además parecía huir de aquel sujeto, acudió en su auxilio.

"¿Qué pasa?", elevando el tono de su voz cuestionó.

"Vengo de dar mi clase y desde calles atrás este hombre está molestandome", agitada Michiru respondió.

"Sabes que la orden es no molestar a los civiles", la peliazul señaló.

"Tú no te metas, este es asunto entre ella y yo", enojado él contestó, empujándola para apartarla de su camino. "Vamos, preciosa. No me hagas esperar"

"He dicho que no, por favor déjeme en paz", tratando de recuperar el perdido aliento, la aguamarina ordenó.

"Ya escuchaste"

"Tú cállate"

"Está bien, haz lo que quieras. Pero antes dejame decirte que más vale que no te metas con ella, no te conviene", la médico volvió a intervenir.

"¿De verdad?, ¿Crees qué me asustas?"

"Quizás yo no, pero debería hacerlo el hecho de que es la mujer de un oficial de rango, así que más te vale que te mantengas a raya. O de lo contrario te meterás en muy serios problemas"

El hombre resopló; "¡Maldición!. Es su culpa, debió decirme antes. Lamento mucho haberla molestado, señora. Por favor sea tan amable en disculparme", quitándose el gorro, se lo llevó al pecho.

"Lárgate", la cirujano ordenó.

El hombre se encogió de hombros y dándole la espalda, comenzó a alejarse.

"Siéntate, ¿Estás bien?", ingresando en su oficina y ofreciéndole agua para que se refrescara, Mizuno cuestionó.

"Si, creo que si. Muchas gracias", agitada contestó. "Es muy tarde, tengo que volver a casa", preocupada agregó.

"No puedes irte sin que antes me cerciore de que estas bien"

"Gracias por todo"

Mina se acercó a ella para tomar su pulso y al hacerlo, reconoció que se trataba de la joven con la que se encontró la otra tarde. Del mismo modo sucedió con Michiru.

"¿Quién es ella?", intrigada por ese hermoso, pero frío y profundo mirar, la rubia preguntó una vez que concluyó.

"Se llama Michiru y es una de mis pacientes", no deseando entrar en más detalles, expresó la peliazul mientras tomaba el teléfono para llamar al rubio e informarle lo sucedido.

Percatandose de que la joven estaba encinta, dudó en preguntar; "¿Es...?"

Mizuno asintió de forma ligera, dudando en responder; "Así es, no tiene caso que te lo oculte. Es la civil con la que el coronel vive y el bebé que espera es suyo"

Mina asintió, volviendo a posar la mirada en esa mujer; "Entiendo... Voy a salir"

"Por favor cuídate mucho. Esos sujetos podrían ser problemáticos", Mizuno pidió.

Y fue menos de veinte minutos después que presuroso Haruka ingresó en el lugar.

"¿Estás bien?", nervioso cuestionó.

"Si, solo un poco asustada"

"¿Puedes reconocer al imbécil ese para levantar un reporte?"

Michiru negó con la cabeza; "Estaba muy asustada, evite verlo al rostro... Pero dijo que era uno de los recién llegados"

"Están contrariando las órdenes que se le asignaron... a partir de mañana cuando yo no pueda hacerlo, le pediré a Mi... a Lita que te acompañe de regreso a casa"

"Gracias, coronel"

" Y yo que le traía muy buenas noticias sobre su hogar, será luego cuando le diga que pronto podrá volver", tomando su mano en la suya, él pensó.


(Cerca de ahí)

Habiendo concluido su jornada de trabajo, Armand regresaba al sitio que a él y a muchos de sus compañeros les asignaron como lugar para ocupar mientras estuvieran en la ciudad.

Y fue al doblar la calle que para buena fortuna de él, sus pasos se encontraron con los de la rubia Mina.

"¡Maldición!. ¿Me estás siguiendo?", rodando los ojos, ella masculló continuando su camino.

"Lo mismo estaba a punto de preguntarte", sonriendo contestó.

Ella por su parte no replicó para no darle la importancia que él creía poseer.

"Mina, espera. Sabes que tenemos que hablar", el expreso siguiendo sus pasos.

"¿Tenemos?", frunciendo el entrecejo y apretando el puño, ella expresó.

"Sabes que si..."

"No lo creo", ella replicó dándose la vuelta, en cambio él atrapó su mano, deteniendo su avance.

"Por favor no me ignores. Te conozco y sé que no quieres hacerlo"

"Suéltame, además sabes que tengo el derecho a hacerlo. Después de todo jamás te tomaste la molestia de pensar en mí, cosa que yo siempre hice por ti", ella chillo.

"¿De verdad quieres que te suelte?", aprisionandola entre sus brazos, cuestiono con sus labios muy cerca de los de ella.

"No es difícil de entender. Déjame en paz", ordenó escapando a su maldito agarre.

"Mina, por favor"

"Lo mismo te digo, por favor déjame"

"¿Estás molesta?

"La respuesta es no, así que es mejor que no vuelvas a dirigirme la palabra, no querrás que tu esposa se moleste si te ve hablando con una vieja conocida"

Armand asintió un poco, luego desvió la mirada; "No es lo que parece"

"Esa es la excusa que los hombres siempre dan una vez que son descubiertos, ¿Les es muy difícil encontrar otra?"

"Eres injusta, deberias ser mas comprensiva conmigo"

"Si yo te pidiera lo mismo me lo negarias"

"Bueno, ahora que nos hemos vuelto a encontrar creo que debemos mejorar nuestra relación, ¿No piensas igual?"

"Entre nosotros ya no hay nada"

"Está bien, entonces hablemos sobre el trabajo. ¿Conoces al coronel Haruka T.?"

Esa pregunta en otras circunstancias la habría puesto nerviosa, pero dados los últimos acontecimientos despreocupada asintió; "¿Estoy bajo sus órdenes? ¿A qué viene la pregunta?"

Armand sonrió; "A que aunque quieras negarlo tenemos mucho en común. También es mi coronel, trabajó en los campos"

"Lo que me faltaba", exhalando, con tono de aburrimiento la rubia masculló.

"¿Lo ves?, siempre hay algo que nos une"

"He escuchado suficiente, adiós", Mina expresó reanudando su marcha.

Armand la observaba alejarse, así que alzó la voz lo suficiente para que pudiera escucharlo; "El pasado siempre regresa, Mina. Jamás podremos deshacernos de él, no importa que tan a prisa queramos correr"

Ante esas palabras, impotente Mina apretó el puño; "Es verdad, el pasado ha regresado para perseguirme"


Notas de autor;

Michelle; Fue en vano que Mina esperara, pero al menos ya se dio cuenta. Si, es dolorosa esa nueva realidad, pero al menos ya no tendrá que preocuparse por él.

Kaiohmaru; Armando parecía más preocupado por lo que su esposa fuera a decir que en preguntarle a Mina como estuvo. Podríamos decir que es un cobarde.

Isavellcota; En la historia pasada hice sufrir mucho a nuestra Michi, ahora es turno de Mina. De odiarla cuando fue una diosa, pasamos a sentir tristeza por ella, perdon :(

Kyoky; Justo cuando todo iba bien para Mina, aparecen los problemas. Mucho ha tenido que pasar como para ahora tener que soportar a ese hombre. No cabe duda, Mina debe ser fuerte como hasta ahora.