Gracias por seguir leyendo y apoyando esta historia! Me alegra mucho que estés disfrutando del viaje de nuestros personajes. Nox A veces, las relaciones no son lineales y requieren tiempo para crecer, y estoy emocionado de ver cómo evolucionan las cosas entre ellos. Así que, ¡prepárense para lo que viene!

Les recomiendo escuchar "What Kind of Man" de Florence and the Machine mientras leen este capítulo, ya que captura la intensidad de lo que está sucediendo.

No duden en dejarme sus comentarios, ya sea en la bandeja o por inbox. ¡Me encanta saber qué piensan y leer sus teorías! Seguiré escribiendo con mucho cariño para ustedes.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!


La Preocupación que Nos Une

Erin se levantó con una pesadez que parecía haberse acumulado durante toda una vida. Apenas había logrado descansar, y su sorpresa fue palpable cuando notó a Sirius Black apoyado en el marco de la puerta, sosteniendo una taza de café. Por un instante, su instinto fue recomponerse, mantener la compostura que siempre mostraba, con la varita en mano. Sirius, notando su incomodidad, rápidamente se disculpó.

—Lo siento, soy yo, no quieria parecer raro —dijo, su voz algo incómoda—. Solo... pensé en traerte café ¿o prefieres te?-

Erin suspiro, aceptando la taza con una ligera sonrisa de agradecimiento, se levantó con cuidado para levantar a Lucas.

—Gracias, Black—respondió.

El mago, algo más relajado, preguntó con una mirada curiosa:

—¿Te sigues sintiendo mal?-

Erin lo miró, recordando que la noche anterior le había dicho que tenía malestar estomacal, aunque la verdad era que sentía mucho más que un simple malestar físico. Sin embargo, no tenía intención de entrar en detalles.

—un poco —asintió, mintiendo para evitar más preguntas—. Pero ya estoy mejor-

Sirius no pareció completamente convencido, pero no insistió. Erin, por su parte, dejó escapar un suspiro largo mientras tomaba un sorbo de café, su mente ya viajando a lo que le esperaba ese dia. Tenía clases con los aprendices de Auror temprano, algo que usualmente le emocionaba,luego clases de herbología, pero hoy simplemente no tenía energías, ni cabeza para nada, era una suerte que era viernes, por lo que solo tendría que cancelar las clases de un día. Necesitaba pensar en lo que había ocurrido el día anterior, pero aún más importante, necesitaba hablar con Pierre. Las cosas se habian complicando de una manera que no había previsto.

Mirando a Sirius, la decisión le vino de golpe.

—Black…Sirius ¿Te molestaría hacerte cargo de las clases hoy? —preguntó, más seria de lo que había planeado—. ya sabes como cabeza principal para los aprendices, tengo algo que hacer, Yo mandaré una lechuza a los chicos Herbología, para avisarles que no estare…pero no puedo dejar a los aprendices sin clase, es esencial estén preparados…

Sirius parpadeó, sorprendido, pero asintió rápidamente.

—¿preparados?...-Sirius frunció el ceño pero al contemplar la expresión de Erin no quiso indagar mucho-Claro, puedo hacerlo. ¿todo bien?- indago

—Sí, no te preocupes solo tengo algunas cosas que hacer, en el ministerio —respondió Erin, sabiendo que no podía ser más específica, al menos no ahora.

En ese momento, el pequeño Lucas recién despierto, sus ojos curiosos observando la escena. Sirius lo miró de reojo antes de sonreírle con algo de ternura, mientras Erin se acercaba para ajustar la ropa de su hijo y darle un beso.

Lucas, siempre observador, miró a su madre con curiosidad mientras ella ajustaba su ropa.

—¿que tienes que hacer hoy? —preguntó con esa dulzura infantil que desarmaba a Erin.

Ella le sonrió, intentando ocultar el cansancio que llevaba encima.

—Ire al ministerio . Voy a hablar con Pierre —respondió mientras le acariciaba el cabello.

Lucas la miró con más intensidad, notando algo en la expresión de su madre que lo hizo dudar.

—¿Te sientes bien? ¿Puedo ir contigo? —inquirió con preocupación en su pequeña voz.

Erin sonrió de nuevo, Se inclinó para darle un abrazo, suspirando

—Sí, todo está bien, solo tengo que verlo. Pero tú no puedes acompañarme…te prometo luego lo visitaremos juntos—le explicó—. Hoy te quedarás con Dumbledore todo el día-

Lucas arrugó el ceño, claramente no convencido por la respuesta.

—¿Ya no me cuidara el profesor Snape? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y ligera confusión.

Erin soltó un suspiro y con un toque ácido en su respuesta.—No, no será necesario. Dumbledore es suficiente compañía por hoy —dijo, evitando la discusion.

Lucas, acostumbrado a los cambios de planes, desde que tenia memoria, no cuestionó más. En lugar de insistir, sugirió—bueno en ese caso ¿crees que podemos al menos desayunar juntos?-

Erin, quien en ese momento no tenía el más mínimo apetito, asintió con desgano. Sabía que su hijo valoraba esos momentos, tanto como ella y ultimamente eran raros, y justo talvez lo que necesitaba tambien.

Sirius, que había estado observando la interacción, sonrió con entusiasmo y se ofreció rápidamente.

—¡Yo me encargo del desayuno! —anunció, tratando de ser servicial.

Antes de que Erin pudiera responder, Sirius ya estaba en la pequeña cocineta, intentando preparar algo. No pasaron ni cinco minutos antes de que un olor a quemado comenzara a invadir la habitación. Erin lo miró con horror mientras Sirius, avergonzado, intentaba salvar lo que quedaba del desastre.

—¡ por Merlín! —exclamó Erin, llevándose una mano a la frente antes de soltar una pequeña risa— Deja que yo me encargue-

Con una sonrisa burlona, empujó suavemente a Sirius a un lado y rápidamente se puso a preparar un desayuno ligero con un movimiento de varita salvo un poco lo que el mago hacia y instantes después tenia algo mas que aceptable.

Sirius observaba desde un lado, un poco avergonzado pero sonriendo de todos modos.

—Duelista, aurora, profesora y ahora Chef —bromeó, intentando aliviar el ambiente

Erin le lanzó una mirada de advertencia mientras le servía el desayuno a Lucas.

—al menos nos salvaremos de la inanición, —respondió, aunque con actitud apagada .

Sirius estaba viviendo lo que sentía como una pequeña fantasía hecha realidad. Allí estaba, en su propio espacio, compartiendo una mañana con Erin y Lucas, algo que, aunque en circunstancias un tanto extrañas, lo hacía sentirse... realizado. Erin había preparado el desayuno, y aunque lo llenaba de incógnitas, en ese instante todo parecía encajar. Sonreía para sí mismo, disfrutando del momento, cuando de repente alguien llamó a la puerta.

Al abrir, se encontró con Harry, Hermione, y Ron, quienes lo miraron con curiosidad, algunas veces los cuatro iban al comedor conversando.

—¿Cómo te fue ayer, Sirius? —preguntó Harry, esperando respuestas.

Sin dejarles entrar, Sirius los detuvo en la puerta y, con un rápido movimiento, la cerró tras de él. Los tres magos se quedaron mirándolo, desconcertados.

—¿Qué pasa? —inquirió Hermione.

Antes de que Sirius pudiera responder, se escuchó la risa de Lucas desde adentro, lo que llamó la atención de los jóvenes. Hermione frunció el ceño, confundida.

—¿No pasó la profesora Dune a buscarlo esta mañana? —preguntó, preocupada

Sirius negó con la cabeza, nervioso, intentando no dar demasiadas explicaciones. Pero en ese momento, la voz de Erin resonó desde adentro, clara y audible. Los tres magos se miraron entre sí, sonriendo de manera traviesa.

—¿Black? —se escuchó la voz de Erin.

Harry, siempre rápido para entender las cosas, le lanzó a Sirius una mirada llena de complicidad y aprobación, dándole una pequeña palmadita en el hombro.

—Luego nos cuentas —dijo Harry con una sonrisa.

—gracias, gracias, ahora vayanse ya, ¿sí? —insistió Sirius, mirando a los tres con urgencia.

Los magos, entendiendo la situación, asintieron con diversión y se marcharon, intercambiando risitas entre ellos mientras se alejaban.

Respirando aliviado, Sirius volvió a entrar. El ambiente cálido y familiar lo recibió nuevamente. Erin estaba sirviendo algo más de café mientras Lucas seguía comiendo, ajeno a la breve interrupción.

Sirius sonrió para sí mismo. Quizá las cosas no eran perfectas, pero en ese momento, todo se sentía casi como debería.

Sirius observó cómo Erin apenas tocaba su comida, removiendo el omelette con el tenedor sin mucho interés, no perdió la oportunidad de lanzarle un comentario burlón.

—Es raro verte así, Erin…. En el Gran Comedor comes con una ferocidad que asustaría hasta a Hagrid —bromeó con una sonrisa traviesa.

Erin levantó la mirada y esbozó una débil sonrisa, pero no respondió. Lucas, que no tardó en notar la falta de apetito de su madre, frunció el ceño, preocupado.

-¿te sientes mal mamá?-indago un poco más consternado-luces como cuando murio el abuelo Moody- aseguro

Antes de que el niño pudiera angustiarse mas o Erin replicar algo, Sirius, dispuesto a suavizar el ambiente, intervino con tono juguetón.

—Lo que pasa, Lucas —dijo Sirius en tono cómplice—, es que a tu mamá, requiere de un pco de ayuda, algo como un trencito de comida ¿Verdad, Erin?- dijo y con un movimiento de varita transformo el mango de la cuchara en un tren

Sin darle tiempo a replicar, Sirius tomó un trozo del omelette del plato de Erin y, imitando el sonido de un tren, se lo ofreció como si fuera un juego. Erin, un poco sorprendida y avergonzada por el gesto, aceptó el bocado, lo que provocó una pequeña sonrisa en su rostro. Lucas, más tranquilo, rió al ver la escena. Sirius, satisfecho de haber aligerado la tensión, hizo lo mismo con Lucas, quien aceptó el juego con entusiasmo.

—¿Ves? Todo está bien —dijo Sirius en tono triunfal, después mirando a Erin susurro—. si sigues sintiéndote mal, deberías ir con Poppy antes de salir….-aseguró el mago

Erin asintió, agradecida por el gesto, pero sabiendo que no sería necesario. Sirius, a pesar de su reputación de donjuán, era sorprendentemente "tierno"y sabía cómo hacerla sentir un poco más ligera, al igual que Lucas, la bruja lo miro con mas cuidado.

Suspiró, finalmente tomando unos cuantos bocados más para calmar tanto a Lucas como a Sirius. Mientras su hijo terminaba su desayuno, Erin se levantó, preparándose para salir, fue al baño se mojo el rostro y luego salio, para encontrarse con un Sirius jugando con Lucas, tomando de referencia la película que habían visto ayer.

—Gracias por todo, Sirius —dijo, con una mirada que transmitía más de lo que las palabras podían expresar.

Sirius sonrió, inclinando la cabeza con su típico aire despreocupado mientras observaba cómo Erin tomaba a Lucas de la mano, lista para marcharse. El niño, con su entusiasmo habitual, se despidió alegremente.

—¡Me encantó jugar con tu arco y tus armas, Sirius! —exclamó Lucas, sonriendo ampliamente, antes de caminar con su mama.

Erin le lanzó una mirada a Sirius, algo inquisitiva. El mago levantó las manos en señal de inocencia y dijo con tono despreocupado:

—Luego te explico —murmuró, claramente intentando evitar cualquier reprimenda en ese momento.

Erin, agotada y sin ganas de discutir, simplemente suspiró. Sabía que pelear por ese detalle no valía la pena en ese instante y claramente Lucas no estaba herido no podia ser tan irresponsable Sirius para dejarlo jugar con armas reales pensó. En lugar de enfrentarlo, se acercó a Sirius, le dio un beso en la mejilla como agradecimiento, algo que dejó al mago completamente desarmado. Lucas, lo abrazó justo después.

Para Sirius Black, un hombre conocido por su comportamiento promiscuo , cuyas aventuras románticas solían involucrar tríos y noches sin compromisos, brincar de cama en cama, ese simple gesto de intimidad lo dejó sin palabras y removió cada entraña de su ser. Nunca había sentido algo tan puro y cercano. Su rostro ardió al instante, un sonrojo inusual cubrió sus mejillas mientras su cuerpo se tensaba. Era una sensación que no podía comparar con ninguna de sus conquistas anteriores.

Esa intimidad inesperada lo tocó profundamente, provocando una devoción que nunca antes había experimentado.

-ten cuidado Erin…-balbuceo antes de que ambos se fueran


Snape salió del despacho de Dumbledore con pasos rápidos y la mandíbula tensada. La conversación con el anciano director había avivado una furia latente, una mezcla de irritación y frustración que no había podido contener. ¿Cómo se atrevía Dumbledore a sugerirle que se fuera? ¿Que huyera de Hogwarts como si fuera un cobarde? Snape no era un hombre que escapara de los problemas, y mucho menos ahora, cuando la presencia de Erin Dune, por más enloquecedora que fuera, representaba un peldaño más que no podía dejar ir sin resolver y que le causara problemas en su futuro.

-¿irme?- había contestado con su habitual sarcasmo. –Dune debe estar completamente loca pensando que podrá hacer sola todo lo que pretende , pero sera inutil, como tu, asi que no pienso dejar en sus manos algo que me puede generar problemas a mi. No confío en ti, ni en ella, y mucho menos cuando está tan enfadada conmigo pensando que solo la utilice…prefiero hacerme cargo de los cabos sueltos antes de poderme ir por fin de este maldito manicomio…-aseguro Snape

Dumbledore había arqueado una ceja, como solía hacer cuando encontraba una reacción intrigante. Había insinuado que si había algo más que Snape quisiera compartir sobre lo que le molestaba tanto de Erin, como para que pensara que "la utilizo". Pero Snape, lleno de desasosiego y cierta vergüenza, lo había negado. No, no había nada más, solo que no pretendía abandonar la situación. Aunque, en el fondo, sabía que algo más lo carcomía, un pensamiento oscuro y persistente que no quería reconocer, ni siquiera ante sí mismo. No se trataba solo de la tensión entre él y Erin, sino de algo más profundo, más personal, que lo mantenía atrapado.

Al salir de la oficina de Dumbledore, se encontró caminando sin rumbo definido, con la mente en un torbellino. Antes de darse cuenta, ya estaba en los invernaderos. El lugar estaba inusualmente silencioso, sin el habitual bullicio de estudiantes y el constante sonido de Erin moviéndose entre las plantas. En la puerta había un anuncio: "No habrá clases el dia de hoy, Profesora Dune, pueden entrar y hacer uso para el cuidado de su respectiva orquídea"

Snape avanzaba por los pasillos de Hogwarts con un malhumor que parecía impregnar el aire a su alrededor. Cada paso que daba hacia el Gran Comedor era más pesado que el anterior, como si el suelo quisiera retenerlo. Sus pensamientos oscilaban entre el agotamiento y la frustración, y lo único que podía mantenerlo a flote esa mañana era la expectativa de una simple taza de café. Sabía que sin ella, apenas soportaría el día.

Su mente seguía atormentada por la conversación con Dumbledore y, sobre todo, por Erin Dune. El solo pensar en ella le provocaba una mezcla de irritación y algo que no podía o no quería identificar. La sensación de incertidumbre y de no tener el control absoluto lo carcomía por dentro. ¿Qué estaba haciendo ella? ¿Por qué no estaba en los invernaderos? ¿Y por qué seguía dándole vueltas a ese nombre en su cabeza?


Mientras se acercaba al Gran Comedor, la quietud de los pasillos fue reemplazada por el sonido de risas lejanas. Snape no prestó atención hasta que las voces se hicieron más nítidas y familiares, justo al doblar una esquina. Entonces, se detuvo de golpe, como si hubiera chocado contra una pared invisible. Allí, no muy lejos, estaban tres individuos que menos quería ver en ese momento: Harry Potter, Hermione Granger, y Ronald Weasley.

Ron, con su usual tono burlón, decía —Yo pensaba que Sirius fracasaría en su intento de conquistar a la profesora Dune, ¡pero lo escuchaste ¡Pasó la noche allí. Sirius es todo un conquistador. Dudé de él, pero... —dejó la frase en el aire.

El impacto fue inmediato. Snape sintió que la sangre se le congelaba. Sus músculos se tensaron y su habitual control amenazó con quebrarse. Las palabras de Ron reverberaron en su mente, y por un segundo, todo se volvió borroso cada palabra posterior intensificando su irritación. Ron continuaba, claramente disfrutando de la situación

Hermione, visiblemente fastidiada, intentaba poner orden—Quizá están malinterpretando las cosas. No podemos saber qué pasó realmente y apresurarnos a interpretar creo es inapropiado, ni siquiera sabemos si la profesora Dune le corresponde…-

Snape sintió una extraña punzada al escuchar eso. ¿Acaso Granger tenía razón? ¿Era posible que todo fuera una simple mala interpretación? Pero antes de que pudiera encontrar una respuesta lógica, el tono burlón de Ron lo sacó de sus pensamientos.

-¿Apresurado?- respondió Ron, encogiéndose de hombros. -No hace falta ser un genio para darse cuenta. Todo el mundo sabe que Sirius la está rondando desde que llegó. Y que ella estuviera ahí, desde quién sabe qué hora… creo que es bastante evidente que al fin cedió.-

"Por supuesto, a ojos de alguien tan simplón como Weasley todo lo que involucre a Black es evidente. Siempre ha sido un experto en fanfarronerías y en manipular la perspectiva de todo, probablemente era una mala interpretacion." Pero la posibilidad de que Ron tuviera razón lo corroía por dentro. "¿Erin realmente estuvo en las habitaciones de Black... tan temprano o se había quedado?"

Harry intentó suavizar la situación, pero no del todo—Sí, yo también tengo mis dudas, pero, creo concuerdo con Ron Hermione, sabemos que Sirius esta un pco empeñado con la profesora Dune, le gusta, creo desde que la conoció, no hay un dia que no sueñe con ella y aquello no se escuchaba como un rechazo, se escuchaba muy familiar... ¿qué estaría haciendo la profesora Dune tan temprano en las habitaciones de Sirius?

Snape sintió que le hervía la sangre. "Claro que sí, Black siempre ha sido un fanfarrón, soñando con conquistar a cualquiera que considere un trofeo," pensó con amargura.

La mente de Snape se llenó de imágenes y conjeturas que no quería enfrentar. "¿Qué estaba haciendo Dune allí para que esos mocosos estuvieran hablando... No supo a donde fue después de que lo habia contado sobre Malfoy y desarmarlo, acaso se volvio la chispa que la empujó a caer en las garras de Black?" La idea lo enfurecía y humillaba al mismo tiempo .Los pensamientos le atravesaban la mente como espadas, mezclando celos, rabia y confusión. "¿Y ella...? ¿Dune...? ¿Acaso realmente...?" No quería ni terminar la pregunta en su mente.

Ron soltó una carcajada y añadió, golpeando a Harry juguetonamente en el brazo:

—¡Le debió haber agradecido por ser su niñera y, antes de que se fuera, terminó en brazos de Sirius y se quedó con él hasta la mañana! —se rió con esa falta de tacto tan propia de él.

Las palabras de Ron resonaron en la mente de Snape como un eco venenoso. Cada sílaba se sentía como una daga en su orgullo y su paciencia ya desgastada. "¿Dune... en brazos de Black?" La imagen se formaba en su mente, incontrolable y abrumadora, irritándolo aún más. Las insinuaciones sobre Erin y Sirius eran la última cosa que quería escuchar. Su humor, ya terrible, se desplomó aún más. Sin pensarlo dos veces, su mano se cerró en un puño, apretando tanto que sus nudillos quedaron blancos. Era claro que necesitaría mucho más que café para sobrellevar ese día.

—Tal vez ahora tengas madrina, Harry —dijo Ron entre risas, mirando a su amigo con complicidad.

Harry, intentando suavizar la conversación, añadió—Bueno, si Sirius realmente pretende sentar cabeza con la profesora Dune, sería sorprendente…-

Pero Ron, sin poder contenerse, continuó con su tono burlón—¡Oh, vamos! Sirius es un alma libre. Lo más probable es que solo sea una amante más de su repertorio. La profesora Dune es hermosa, bueno mas que eso- Hermione lo vio con advertencia y este lo ignoro- pero dudo que Sirius esté pensando en algo serio….-termino al fin

"Una más..." La idea golpeó a Snape como un puñetazo. Su odio hacia Sirius Black creció de manera exponencial en ese instante. "¿Cómo se atreveria ese bastardo a tratar a Dune como una más? Ni siquiera estaba a asu alcance pero ¡Si fue eso lo que hizo…!" El aire a su alrededor parecía volverse más denso, cada paso resonaba en el pasillo mientras su furia lo consumía.

Por otro lado sintió cómo los celos lo inundaban, una furia ilógica, incoherente y sobrante aparicio que se mezclaba con una profunda irritación. "¿Weasley... hablando de Dune como si tuviera la más mínima idea de quién era" Era patético. No solo por el hecho de que Weasley, era un tarado mas bien por el tono despreocupado y superficial con el que hablaba de ella. Era patológico, el solo pensamiento de que un crío como él se atreviera a contemplar a Dune como si fuera cualquier persona de la que pudiera hablar y el se sintiera incomodo ante la idea, como si fuera algo para el.

¿Cómo se atrevía Weasley a hablar de ella sólo en términos físicos? 'Hermosa'... ¿Qué sabe ese mocoso de belleza? Cómo puede atreverse a reducirla a eso, a contemplarla únicamente de esa manera superficial Era más de lo que podía soportar.¿Qué derecho tiene ese niño a hablar de ella? Snape se mordió la lengua, resistiendo el impulso de intervenir, de destrozar a Weasley con palabras afiladas. "Hablar de ella como si fuera una más en el repertorio de Sirius Black... ese mujeriego vulgar, en cuyos términos Black sería el afortunado si Dune alguna vez se fijara en él." Pero en el momento en que esos pensamientos cruzaron su mente, Snape se sintió patético. No tenía ningún derecho sobre Erin Dune ni sobre lo que ella hiciera, ni sobre quién quisiera hablar de ella.

"No somos nada," se recordó con amargura. Era tristemente patético que, solo porque se había acosté con ella, pensara que tenia el más mínimo poder sobre su vida. Y, sin embargo, una punzada de incomodidad se instaló en su pecho, una incomodidad que no podía ignorar, por mucho que lo intentara.

Todo caso eso lo volvía un hipócrita "¿No es eso lo que Dune ahora pensaría de el? ¿Acaso no era lo mismo que el habia previsto con ella, establecer que era solo sexo? pero ahora ella seguramente pensaría que solo quería obtener algo de ella antes de soltar la bomba de Malfoy y eso no lo convertía en alguien similar a Sirius Black aquello lo removió más

Cuando Snape pasó cerca de los tres jóvenes magos, la tensión en el aire se hizo palpable al instante. Las risas y bromas se apagaron tan rápido como habían comenzado. Su presencia se hizo evidente, y la expresión en su rostro dejaba claro que no estaba de humor para sus comentarios, paso de filo junto a ellos .

Ron, aunque algo intimidado, no pudo evitar murmurar con burla una vez que Snape pasó de largo —Ese hombre está amargado. No quiere ver feliz a nadie…No importa si hay o no guerra sigue siendo un pesado-

Harry, observando la expresión de Hermione, preguntó con cierta inquietud—¿Crees que Snape nos escuchó?

Ron encogió los hombros con desdén—No me importa. No creo que le importe lo que digamos. Simplemente ignora a todos, como siempre…-

Hermione lo miró con reproche, pero no dijo nada. Su mente estaba demasiado ocupada con lo que acababa de presenciar. Sabía que había tensión entre Snape y la profesora Dune, y aunque no lo entendía del todo, aquella reacción parecía confirmar lo que había sospechado, si los había escuchado aquello le había molestado, y con eso Snape declaraba que estaba más involucrado de lo que jamás admitiría.

Snape entró al Gran Comedor con una pesadez evidente. Su mal humor era palpable, y su aura de intimidación, tan característica, recorrió la sala. Los estudiantes lo observaron al entrar, susurrando y apartándose mientras él se dirigía a su lugar en la mesa de los profesores. La tensión se mantenía en el aire, y el ambiente se volvía más denso con cada paso que daba.

Los murmullos cesaron, y una calma inquietante descendió sobre el comedor. Snape se sentó, su presencia tan imponente que parecía oscurecer el entorno a su alrededor.

Antes de que pudiera profundizar más en sus pensamientos, los tres entraron al comedor ,su mirada se desvió hacia Draco, que ya estaba sentado en el comedor, desayunando solo. Hermione le dirigió una sonrisa tímida que Draco le devolvió con una pequeña sonrisa, una que, aunque distante, parecía más sincera de lo que había visto antes, estaba por sugerir que comieran con él cuando un demasiado alegre Sirius Black irrumpió en la escena. Con su típica energía desbordante, llegó abrazando a Ron y Harry por el cuello, inclinándolos ligeramente mientras soltaba un largo suspiro de satisfacción.

—¡Hoy es un extraordinario gran día! —declaró con una sonrisa traviesa en su rostro.

Hermione lo miró con una mezcla de incredulidad y curiosidad, mientras Harry y Ron intentaban, aunque torpemente, no reírse. La atmósfera que había quedado tensa por la presencia de Snape ahora parecía haberse aligerado con la llegada de Sirius. Pero, en el fondo, Hermione no podía sacudirse la sensación de que algo más profundo estaba sucediendo.

Sirius, siempre efusivo, abrazó a Remus al verlo llegar, su entusiasmo era palpable mientras saludaba a todos con una energía que contrastaba con el ambiente sombrío que rodeaba a Snape. Sentado al extremo de la mesa, Snape irradiaba un humor agrio y radiactivo con su rostro más severo de lo habitual. Ante la escena, Poppy Pomfrey, incómoda al notar que Snape estaba bebiendo vino a la hora del desayuno, frunció el ceño y comentó en tono sarcástico

—¿Una copa de vino para desayunar, Severus? —Lo miró con preocupación—. ¿Dónde quedó ese carácter que has mostrado últimamente? ¿Te fue tan mal con la curación de Dune?-

Snape, irritado, no le respondió. Se limitó a ignorarla, pero Poppy no se dejó intimidar y, en un tono más suave, le preguntó:

—¿Ya te aplicaste la curación de esta mañana?-

Snape levantó una ceja y asintió más por fuerza y simplemente siguió bebiendo. Sirius, por su parte, se mantenía ajeno a la tensión que emanaba desde el otro lado de la mesa. No estaba desayunando, pero sí disfrutaba de una gran taza de café mientras conversaba animadamente con Remus.

—¿Por qué estás tan emocionado esta mañana? —le preguntó Remus, entre divertido y curioso—. Deberías guardar algo de energía, porque estoy seguro de que Erin nos pondrá a entrenar con los chicos hoy-

-No hay problema, tengo la clase preparada me haré cargo hoy del grupo de aprendices, Erin me lo pidió…- Sirius, aún más satisfecho, se estiró en su silla con una sonrisa de suficiencia.

-¿disculpa cuando te lo pidió?- dijo buscándola por el comedor, sin darle crédito

Sirius esbozó una sonrisa provocadora y contestó con una voz entusiasta—Fue mientras desayunábamos juntos, bueno, más precisamente cuando le llevé el café a la cama y Lucas seguía dormido…-

Al escuchar esas palabras, Snape, que estaba tomando un segundo trago de su copa, casi se ahoga. La frase lo pilló completamente desprevenido, y aunque la mayoría en la sala no notó su reacción, porque la declaración fanfarrona de Sirius atrajo la atención, Poppy, observó con creciente curiosidad la tensión en el rostro de Snape.

La conversación entre Sirius y Remus continuaba, mientras Sirius disfrutaba claramente del escándalo que estaba provocando. Parecía dispuesto a dejar que las interpretaciones sesgadas y las reacciones de los demás añadieran sabor a su relato.

Remus, con una mezcla de incredulidad y escepticismo, intentó profundizar en el tema—¿Así que eso fue todo? ¿cómo ocurrió eso?, creo me debes una explicación- rio Remus

Sirius se encogió de hombros con desdén—Oh, no pasó nada más, pero pretendo continuar. Solo puedo decir que fue el desayuno más agradable que he tenido tras mucho tiempo…—dijo con orgullo. Sinistra y Slughorn, al escuchar sus palabras, comenzaron a cotillear y a hacer alusión a la situación, con un tono ligeramente cómplice.

—Es bueno ver a la gente volviendo a enamorarse después de todo el caos—dijo Sinistra, sonriendo—. La vida tiene una forma curiosa de volver a encarrilarse-

—Sí, y siempre es refrescante ver que el romance florece en lugares inesperados—agregó Slughorn, levantando su copa en un gesto de celebración—. Felicitaciones a los involucrados, me parece que todos necesitamos un poco de alegría…y es bueno verte querer sentar cabeza Sirius..-

Poppy, que estaba atenta al intercambio, no pudo evitar levantar una ceja mientras miraba a Snape, que seguía claramente irritado por la conversación, crispaba su mano sobre la copa Snape, sin pensarlo demasiado, soltó con desdén—Acechar y llevarte a la cama a una mujer no es amor-

La sala se llenó de un incómodo silencio. Todos se removieron incómodos ante el comentario.

—¿Tienes algún problema, Snape? —preguntó Sirius, con un tono desafiante.

Snape, con desdén, respondió—Me importa un comino tu vida o las cosas que pasan en tu alcoba, Black. No tengo interés en tus historias, pero preferiría que te limites a contarlas en una cantina, donde pertenecen ese tipo de historias de una noche, y no en un lugar como este-aseguro

Black, apretando el puño, replicó—No ofendas a Erin- fue tajante el mago

Snape levantó una ceja—¿yo? Ya te escuchaste Black .No soy quien da a entender que tiene una relación íntima con la bruja. Si alguien lo ve de esa manera, no es mi problema…-aseguró

Sirius rió —Solo alguien que ve a las mujeres como tú, podría pensar así de ella…-aseguró.Las palabras de Sirius golpearon a Snape de una manera que intentó disimular, aunque su rostro palideció ligeramente, con la declaración.

—Dune y tú son el uno para el otro, ambos patéticos y desesperados por rehacer sus vidas con el primer mediocre que se encuentran —dijo Snape, con una mezcla de amargura y desdén-

Sirius no se inmutó—No me molesta en absoluto. La gente normal suele hacer eso, pero no lo entenderías porque jamás has tenido una vida real. Eres un hombre vacío y solitario que nunca sabrá lo que es ser correspondido.-

Poppy, al ver cómo se estaba desarrollando la situación, intervino—Basta, ambos. Esto no está llevando a nada constructivo y me parece abominable cómo se refieren a Erin—aseguró, mirándolos con cuidado, su tono lleno de preocupación y enojo.

Snape, con un tono tajante, finalizó—Dune elige perfectamente a su perro con pulgas, que tal vez le enseñará a su hijo a lidiar con la sarna cuando crezca-Con esas palabras, Snape se levantó y se marchó del lugar, dejando tras de sí


Erin llegó poco después de que Snape se hubiera ido al despacho de Dumbledore, acompañada por Lucas. McGonagall, que llegaba puntualmente para su té con el director, levantó una ceja al ver a Erin con el niño, pero su expresión se suavizó en una sonrisa al reconocerlos.

—Minerva, necesito hablar con Dumbledore en privado —dijo Erin, su tono tenso pero controlado—. ¿Podrías quedarte con Lucas un momento?

McGonagall asintió con gusto, haciéndose cargo del niño y asegurándose de que estuviera cómodo antes de que Erin entrara en la oficina de Dumbledore.

Al abrir la puerta, Erin entró en la oficina con una furia palpable. Sus palabras salieron en una oleada de frustración y enojo, sin ninguna cortesía que atenuara el impacto.

—¿Así que trajiste a Snape para que me traicionara a mis espaldas? ¿Cómo pudiste permitir que ese bastardo regresara sabiendo que tiene contacto con Lucius?

Dumbledore la recibió con una calma casi imperturbable, observando su frustración con una mezcla de comprensión y cansancio.

—Ya me han gritado desde muy temprano, hija —respondió con un tono cansado—. No sabía que tú y Snape se turnarían para despertar con esta energía-

Erin, confundida y furiosa, negó con la cabeza.—Estoy hasta el cuello con los nervios, así que tus frases indirecta de cuarta no son aceptables hoy-

Dumbledore trató de calmarla. —Por favor, cálmate Erin y explícame lo que ocurre…-

Pero Erin, incapaz de mantener la compostura, estalló —No tengo tiempo para calmarme. Ahora tengo que ir a ver a Pierre, y si al volver, todavía no te quedas sin profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y sin mi puesto en Hogwarts, te diré todo- agrego furiosa

Dumbledore, preocupado por la intensidad de su reacción, trató de contener la situación. —Erin sabias que iba a ser dificil no creiste que solo serian pruebas y un jucio, se que no tengo toda la historia, pero creo sabes que habia muchas posibilidades-aseguro el mago mas serio

Erin, con el rostro enrojecido por la ira y la frustración, exigió—lo se Albus, pero no pensé que en el camino tendría que reevaluar si puedo contar contigo o quedarme en Hogwarts… ahora lo mínimo que puedes hacer es asegurar la vida de Lucas todo el día, como si su maldita vida no estuviera en juego o la tuya si le pasa algo- aseguro mas tajante la bruja. Dumbledore trató de responder, pero Erin cortó la conversación con una amenaza tajante-y claro que la opción de renunciar sobre la mesa aun Dumbledore- agregó puntual

Dumbledore, reconociendo la seriedad y el límite de su paciencia, se limitó a asentir, sabiendo que la situación requería acción inmediata. Erin salió de la oficina con pasos firmes, dispuesta a hablar con Pierre y lidiar con los problemas que se acumulaban.

Mientras Sirius explicaba el plan para la sesión de hoy, los estudiantes se notaban intrigados y algunos visiblemente entretenidos. La atmósfera era mucho más relajada de lo que solía ser, pero todos se preguntaban donde estaba la profesora Dune.

-¿disculpe profesor la profesora Dune no dara clase hoy?- indago Dean Thomas

-me temo la profesora me dejo a cargo hoy…asi que no se preocupen ella estara con nosotros el Lunes- aseguro Sirius

Sin embargo, Snape, que había estado en el aula , esperando ver a Dune, no tardó en mostrar su incomodidad. Con cada comentario alegre de Sirius, su malestar se hacía más evidente y la ausencia de Dune no era algo que le hiciera sentir mas tranquilidad. Los minutos avanzaron y, con una visible mueca de desagrado, Snape decidió que no podía soportarlo más. Se levantó bruscamente de su asiento y, sin prestar atención a las indicaciones de Sirius, salió del aula con pasos decididos.

Su salida abrupta llamó la atención de algunos de los aprendices, que miraron a Sirius con cierta sorpresa, pero el mago se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa traviesa, como si esperara que algo así ocurriera.

Con Snape fuera de la sala, Sirius continuó con la lección con renovado vigor, aparentemente disfrutando del espacio que había ganado y de la oportunidad de manejar el grupo a su manera. Aunque algunos de los aprendices se sentían inseguros ante el cambio, Sirius hizo todo lo posible para mantener un ambiente positivo y divertido, sabiendo que su estilo de enseñanza podría ser justo lo que necesitaban para despejar la tensión que se había acumulado en el grupo.

-El profesor Snape seguro tiene algo que atender con urgencia afirmo-


Snape se encontraba en su despacho, sumido en una mezcla de cansancio y frustración. La cabeza le daba vueltas con recuerdos de Erin: el beso que compartieron, los pequeños gestos, la cercanía de ella bajo su cuerpo, y simplemente, la presencia constante de Erin en su mente. Todo esto se acumulaba como una pesada carga que no lograba sacudirse.

El despacho estaba en silencio, salvo por el ocasional susurro del viento contra las ventanas. Poppy Pomfrey, al no recibir respuesta tras tocar la puerta, decidió entrar. Lo vio con los ojos cerrados, inmóvil en su silla. Hizo un pequeño ruido para despertarlo, estaba ahi con el pretexto de necesitar más suero cicatrizante.

—Severus, quisiera un poco de suero cicatrizante, toque pero no contestaste, ¿qué te pasa? —preguntó con tono firme al ver la expresión de cansancio y malestar en el mago

Snape, irritado y exhausto, se giró hacia ella. Sin mucho ánimo, le dijo que podía tomar lo que necesitara. Su actitud estaba claramente marcada por la frustración que sentía.

Poppy, visiblemente molesta, no se dejó engañar por su comportamiento. Se acercó a él con una mirada de reproche.

—¿Qué te sucede? —le preguntó—. Tienes que ser cuidadoso con las heridas de Nagini. No puedes ignorarlas como si nada….si te sientes mal por eso, deberias tomarte algunos días-

Snape, que solía estar imperturbable ante la crítica, se encogió de hombros, apenas tomando en serio el consejo. Poppy sabía que algo más estaba pasando y que la tensión en él no solo se debía a las heridas físicas.

—¿No es solo eso, o si Severus ?—dijo Poppy con un tono más suave pero firme—. Esto no es solo sobre las heridas o tu claro humor cotidiano. ¿Hay algo más que te esté molestando?- indago

Snape, cansado suspiro, Miró a Poppy- solo estoy cansado Pomfrey, toma lo que quieras y dejame en paz-

Poppy, viendo la resistencia de Snape, se desvió de su tono habitual de paciente amabilidad. El enojo y la preocupación en su voz eran evidentes, una rareza para la enfermera que siempre había sido conocida por su paciencia y comprensión.

—No puedes decirme que es solo cansancio, Severus Snape —dijo Poppy, su voz cargada de frustración—. Recuerda perfectamente que fui yo quien te he curado más de una vez, desde que tengo memoria, recuerdo esos matones que te persiguian en el castillo te molían a golpes y después te escuchaba llorar durante horas. O cada vez que iniciabas el ciclo escolar, tenía que curar las heridas que te provocaba Tobias, o peor, cuando volvías hecho pedazos tras una misión, suplicando que todo acabara, te he visto, sangrar y destrozarte el cuerpo entero Severus, todo con un sentido que te mantuvo claro, pero hoy parece que te das por vencido, por Merlin de testigo, no voy a creer que esto es solo cansancio, tras todos estos años…-

Poppy lo miró con una intensidad que pocos habían visto en ella. Su conocimiento de Snape y su historia le daba una perspectiva que iba más allá de la superficie. Sabía que había algo más profundo detrás de su malestar.

Snape, tratando de desviar la atención, respondió con una nota de burla—Agradezco la línea de tiempo de mi patética vida en esta maldita escuela y tu lamentable humanitarismo por atenderme con lastima, y si crees que por ello me conoces, en ese caso ¿por qué no te arriesgas a decirme tú misma qué me pasa?-

Poppy arqueó una ceja, con una mezcla de exasperación y sinceridad— No te confundas, Severus, no me ofende tu sarcasmo. Si alguna vez he sentido algo por ti, nunca ha sido lástima o compadecimiento. Eres un necio arrogante, como si no conocieras el orgullo de las serpientes, si no conociera ese horrible humor de un slytherin, mi difunto esposo con quien compartí no nada mas que treinta años, me dejo claro que para tenerle lastima a una serpiente hay que tener mucho ver mas que sus heridas. Lo que me molesta es verte tan bajo y tan insensible de nuevo... Ese orgullo tuyo siempre me ha impulsado a ser paciente contigo y el saber que, a pesar de todo, eres un buen hombre... Pero no puedo soportar verte autocompadecerte de esta manera, derrotandote antes de luchar como siempre …-

Snape, riéndose con una risa amarga, la instigó aún más—¿Ah, sí? ¿Y de qué diablos estás hablando, Poppy?-aseguro con Mofa.

Poppy, cansada de su actitud defensiva, respondió sin titubear—Si te soy sincera, puedo asegurarte que todo esto tiene que ver con una bruja en particular, la misma de la que te escuché quejarte más de una vez cuando volvías de la casa de los Malfoy. No soy ciega, Severus. Lo noté desde la primera vez que la escuchaste o la viste de nuevo. No eres el mismo, y nunca te había visto tan descompuesto, ni siquiera cuando te enfrentabas a los Mortífagos o volvías de hacer cosas que te obligaban. No puedo entender del todo qué pasa entre ustedes, pero lo que veo ahora en ti tiene todo que ver con ella-

Él, sorprendido por la vehemencia y la precisión de sus palabras, se quedó en silencio. La mención de Erin Dune, junto con los pensamientos y sentimientos que ella evocaba, parecían estar a la vista de Poppy de una manera que él no había anticipado. "¿Tan patéticamente transparente soy?" pensó, fastidiado por la revelación.

—No tienes idea de lo que estás diciendo—dijo Snape finalmente, su voz apenas un susurro cargado de desdén- y temo decirte que no es nada de lo que te estás imaginando, pero pronto sabrás,seguro la bruja no tarda en volver para meterme en azkaban-

—¿Azkaban?—replicó Poppy, manteniendo su mirada firme—siempre pensando lo peor de todos Severus…-mencionó sin dar credito-si no me quieres decir, lo entiendo pero solo te digo que a veces, lo que se oculta a simple vista es lo que más se nota-

—Toma el cicatrizante y vete—dijo Snape con una voz áspera, claramente agotado por la conversación, lanzándole un par de frascos

Poppy, sin mostrar ninguna señal de retroceso, se detuvo un momento y le dijo con firmeza:

—La guerra acabó, Severus. No sé qué está pasando, pero no puedes permitirte perderte de nuevo ni fingir que nada te importa todo por una falsa paz. No espero que cambies, pero al menos no desperdicies tu vida sin arriesgarte a algo que valga la pena…-

Con esas palabras, Poppy se dio la vuelta y salió del despacho. La puerta se cerró con un leve clic, y Snape se quedó solo en el silencio que siguió a las palabras de la bruja, sumido en sus propios pensamientos y en la intranquilidad que sus palabras habían dejado en él.


Erin apareció en un remolino de fuego verde en la oficina de Pierre, el cual estaba ocupado dando indicaciones para una redada. Los aurores presentes se voltearon al instante al ver la llegada de Erin, reconociéndola, no dejaron escapar su respeto por la trayectoria y renombre de la bruja . Pierre, al ver que su oficina se había llenado de miradas curiosas, les hizo un gesto a los aurores para que se fueran.

Cuando se quedaron solos, Pierre se relajó y adoptó una actitud juguetona. Con una sonrisa burlona, se dirigió a Erin —Tanto tiempo sin verte, cariño. tanto ¿Te abrumó tu noviecito vampiro para que vinieras a visitarme en mi lugar de trabajo? Esto nos está convirtiendo en un matrimonio disfuncional, amor así que, quiero el divorcio —bromeó, esperando alguna reacción burlona pero al ver la reacción fría de Erin, la miro con cuidado.

Erin, sin mostrar emoción, mantuvo su expresión seria. Finalmente, Pierre notó la gravedad de su estado y dejó de jugar. Su tono se volvió serio al preguntarle:—Erin, ¿qué pasa?

Erin suspiró profundamente y, con voz cansada, le dijo:

—Necesito hablar contigo sobre algo serio. ¿Es seguro aquí?-

Pierre, entendiendo la urgencia, movió su varita con agilidad, lanzando un par de hechizos silenciadores para asegurar que nadie pudiera escuchar. Luego cerró la puerta con un clic decidido.

—Sí, ahora puedes hablar —dijo Pierre, mirando a Erin con atención.

Erin comenzó a relatarle todo lo que había sucedido, sus palabras cargadas de frustración y preocupación.