Capítulo 29
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Mientras Ino se devanaba los sesos coordinando a los equipos de rastreo de las aldeas y asegurándose que todo estuviera en perfecto orden antes de comenzar, Sasuke y Hinata habían tocado tierra.
En esos momento viajaban tranquilamente, pero a buen paso, manteniendo las apariencias de ser una pareja que no estaba entrenada más allá de la academia ninja. Habían intercambiado algunas palabras, casi todas las conversaciones habían sido iniciadas por Sasuke, aunque no era la norma del disfraz; Hinata se esforzaba por mantener aquella farsa, pero en momentos se le dificultaba empezar los comentarios o tener cualquier tipo de atención con Sasuke.
Su corazón latía desbocado, a pesar de saber que aquello no era real… solo esperaba que Sasuke no lo notara.
Llevaban apenas una hora de camino, y compartían una bola de arroz que habían comprado cerca de la estación al llegar, cuando Sasuke sintió la activación de la técnica conjunta de las aldeas, aunque en esos momentos no tenía la más mínima idea de que eso era lo que estaba sucediendo. Estuvo en alerta el tiempo que tardó en reconocer la sensación de aquella técnica; pronto se sacudió del hombro la preocupación, concentrándose de nuevo en su compañera de misión y mirando el perfil de la muchacha. El estómago se le revolvió al encontrarse con el rostro y la mirada de Kaede.
—¿Qué?
—¿Estás bien? —preguntó, genuinamente consternada. —… te pusiste raro.
—Ah —arrastró, desviando la mirada y sonriendo un poco. —No es nada, creí que había olvidado algo.
Asintió, no muy convencida. —Parece que lloverá —señaló, mirando al cielo que se asomaba entre los árboles. —¿Crees que llueva?
—Espero que no, quisiera pasar la noche en la ciudad.
Aprovechó aquella conversación para echar vistazos detrás de ellos, aquel país ya no era problemático como años atrás y había que considerar que esos eran tiempos de paz, pero no por eso debían bajar la guardia… no toda la gente había entendido que lo peor había pasado y había casos aislados e inesperados de violencia cada tanto.
Miró a Hinata de nuevo y agradeció que debieran llevar ese disfraz por tanto tiempo, a pesar de estar consciente de la situación, su corazón se confundía al mirarla y no encontrar el rostro que conocía.
Hinata bajó la mirada apenas unos momentos, volvió hacia Sasuke y le sonrió un poco, cumpliendo con su parte del teatro. Extrañaba el paseo en ferri, aquel infantil oasis de tranquilidad había terminado abruptamente al tener que continuar con la misión. Aún faltaban unas horas para encontrarse con el ninja estacionado que les daría el resto de las instrucciones y no sabía qué era peor: no saber qué le esperaba o tener que pasar tanto tiempo a solas con Sasuke.
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Aquel intento de la alianza había sido en vano y dejó a Ino derrotada. Escuchaba la conversación que se estaba llevando a cabo por medio de las pantallas y como siempre, A discutía y golpeaba y exigía, mientras el resto mantenían la calma y le dejaban estallar; se cruzó de brazos, completamente desconectada de aquella situación, volvía a devanarse los sesos.
Ni rastro de ese tal Toneri, ni rastro de ningún integrante del Clan Hasegawa ni su servidumbre… en ningún medio, Kakashi no había recibido pruebas de algún viaje o traslado y ella no había podido localizarlos en ninguno de los países. Se mordió una uña, distraída, pensando en las maneras existentes de evadir un rastreo de ese calibre… pero no lo había.
Su mirada volvió a enforcarse en el plano terrestre… visto de una manera poco realista, aquello no tenía sentido.
—¡Nadie se esfuma de la faz de la tierra! —berreaba A.
—En eso estoy de acuerdo —secundo Mei. —Pero siempre existe la posibilidad de que se encuentren en el Mu.
—Hmm, no lo creo —intervino Ōnoki —, ustedes son muy jóvenes para recordarlo, pero se ha intentado y nadie ha vuelto de ese lugar… no es fácil entrar a esa isla, mucho menos entrar y salir.
—Quizá… pero es la única explicación que tiene sentido en estos momentos —intervino Gaara.
—Tch —respingaron Ōnoki y A.
—Tenemos que considerar la posibilidad de que estén muertos —dejó salir Ino, ganándose la atención de la audiencia. —… los Hasegawa —aclaró.
—No podemos conformarnos con esa posibilidad, niña —exclamó Ōnoki.
La discusión se centró en la posibilidad de que los Hasegawa ya no fueran de utilidad a Toneri, pero aquella teoría no terminaba de convencer a nadie; se concentraban en la teoría que aseguraba que el enemigo tuviera su refugio en aquella isla y pudiera transportarse de alguna manera. Ino ya se había arrancado la punta de la uña y comenzaba a migrar a otro dedo, cuando la mano reconfortante de Shikamaru la devolvió un poco al presente. Se miró los dedos unos momentos y luego miró a su mejor amigo, en esta ocasión no le pudo ofrecer una sonrisa socarrona o un gesto de fastidio. Se sentía diminuta e inútil.
—No estás sola en tu frustración —le susurró.
—Ponte a pensar —le recriminó —, ¿cómo puedes estar tan tranquilo?
Shikamaru rodó la mirada y volvió la atención a la conversación que llevaban los Kage, ya habían pasado del momento culminante, aquel tema no se apagaría pronto, pero la llamarada inicial ya estaba muriendo. Habían aceptado la teoría de Mei, ya que era lo único con lo que contaban en esos momentos, pero aunque no lo dijeran en voz alta, todos estaban pensando en la posibilidad de que existiera alguien que pudiera evadir a los ninja de tipo sensorial.
Y el sentimiento colectivo era de rechazo hacia esa posibilidad.
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Ser un viajero podía ser una experiencia extraña y hasta surrealista. La lluvia los había retrasado. Gracias a la tapadera, Hinata se había dado el lujo de chillar como una niña, abandonar su responsabilidad con el carro que cargaban ella y Sasuke y correr a buscar refugio entre risas; no lo sabía, pero aquello había dejado a Sasuke de una pieza el tiempo suficiente para hacer sospechar a cualquiera, de haber habido alguien cerca de ellos.
Habían esperado al abrigo de un tejabán destartalado que alguien había clavado sobre el tronco de un árbol, no era el mejor resguardo del agua, la manera estaba vieja y podrida y tenía muchas goteras, pero de algo les había servido. Aquella tormenta no fue pasajera, ni amainó lo suficientemente rápido, y a pesar de los intentos de Sasuke, por apresurar el paso, había llegado un punto de la tarde-noche en el que Sasuke tuvo que admitir derrota.
—No llegaremos esta noche —lamentó Sasuke, aceptando que su plan se había ido al traste.
Hinata le había mirado de soslayo y sonreído con empatía, compartiendo la miseria del muchacho. —Podemos hacer un refugio bajo algunos árboles.
—… o podemos probar suerte con eso —murmuró, señalando un destartalado cuartucho de madera.
Luego de un incómodo silencio, la aceptación y resignación, habían caminado hacia ese cuartucho. Se encontraron con algunos obstáculos y decepciones: el agua se había infiltrado e inundado el interior y había unas cuantas goteras, además faltaba una cubierta en la única ventana que tenía aquella construcción. Luego de la faena con la que se deshicieron del agua del interior y volvieron aquel cuartucho un poco más apto para llevar aquellas lluvias, se sentaron a cenar en silencio y luego se dedicaron a escuchar la lluvia, que poco a poco había vuelto a recuperar fuerza.
Hinata observaba el techo de aquel cuarto, habían hecho un buen trabajo aislándolo con una capa de hojas, pero aún tenían un problema de filtración que Sasuke había podido desviar hacia la ventana y con suerte hacia el exterior. La única luz que había ahí dentro era la de una vela y el resplandor de los ocasionales rayos que iluminaban el lugar. Recargó la mejilla en sus rodillas y observó una de las paredes, manteniéndose alejada de Sasuke, lo más que podía; no había logrado discutir el plan, pero confiaba en que pronto la lluvia haría el ruido suficiente para poder tener la conversación.
El cielo retumbó una vez más y ella se contuvo de sacudirse el escalofrío que le recorrió la espalda.
—Si el clima no mejora durante la mañana, tendremos que abandonar la tapadera —dijo Sasuke de pronto.
Se irguió y lo miró. —¿Qué?
—Solo tenemos 12 horas de margen, necesitamos las instrucciones.
Bajó la mirada y asintió una sola vez. No era inaudito, pero le había parecido apresurado.
—Así que deberías dormir, si la lluvia cede y el camino se seca lo suficiente, tendremos que viajar a paso acelerado si queremos llegar a buena hora.
—… sí —observó el único camastro que había ahí y se frotó un brazo, disimulando su renuencia.
Se habían deshecho del futón viejo, hediendo y empapado, pero no le daba confianza ese trozo de madera, aunque estuviera recubierto con hojas, en un intento por poner una capa protectora entre ella y la suciedad que se había escurrido del asqueroso futón.
—Puedo montar guardia unas horas —comenzó a decir, en voz baja.
—No montarás guardias nocturnas en esta misión, pero quizá te despierte si necesito tu Byakugan.
—… ok —consintió, desviando la mirada hacia el perfil extraño de Sasuke.
Se quedaron en silencio, cada uno distraído con sus pensamientos. Hinata luchaba contra el pesimismo, festejando que Sasuke dependiera, aunque fuera una pantalla, de ella.
—Así que ve a dormir, Hyūga.
Detuvo el impulso de corregirlo con su nombre falso, pero solo apretó una diminuta sonrisa y caminó hacia el camastro, dispuesta a descansar aunque fuera su cuerpo, pero apenas tocó la superficie y cerró los ojos, se quedó profundamente dormida.
Sasuke escuchó el silencio unos momentos, pronto pudo confirmar que Hinata estaba dormida y no lo estaba fingiendo. Se relajó un poco, extendiendo las piernas lo más que pudo, aprovechando el espacio que había dejado vacante la muchacha; la miró de soslayo unos momentos y luego apagó la vela, él no tenía necesidad de esas cosas, rumió su malhumor lo suficiente, frotando en momentos el muñón que le había quedado tras la cirugía correctiva que Sakura le había realizado con la esperanza de poder hacerle un brazo como a Naruto; a veces lo atacaba el dolor, sobre todo con los cambios de la presión atmosférica.
Se distrajo unos momentos, rememorando la sensación que había sentido temprano aquel día; reconocía la activación de esa técnica, ya la había sentido a menor escala, y aunque no estaba al tanto de los detalles de la misión que tenía Konoha por encontrar a quien quiera que fuera que los estaba asediando, suponía que eso tenía que ver con alguna acción de búsqueda relacionada con ello. Miró la silueta que dibujaba Hinata en la oscuridad y meditó la situación en la que se encontraban.
Hacía tiempo que se había ganado el título del otro ninja más fuerte, y aunque no dudaba de su estatus, tampoco podía decir que, muy en el fondo de su psique y su ser, no lo atacara la duda de que hubiese o llegara a haber alguien más fuerte que él o Naruto, o que por lo menos pudiera suponer una preocupación para ellos dos. Bajó al mirada y juntó ligeramente las cejas, desconocía la fuerza de la persona a la que se enfrentaba, en momentos incluso dudaba de que pudiera suponer un obstáculo para sí mismo, pero tampoco podía ignorar que lograba sacarles la vuelta con una facilidad preocupante.
¿Qué resultado había tenido el intento de rastreo de aquel día?
¿Cuánto tiempo tardaría en notar la ausencia de Hinata?
¿Qué pasaría una vez notara la ausencia de Hinata y cuánto tiempo tardaría en encontrarlos?
Aquellas preguntas habían logrado quitarle el sueño debido a esa preocupación que arrogantemente acallaba al saberse fuerte.
¿Qué tan fuerte eres, Sasuke?
Observó las enormes pupilas que le miraban de lleno y observó los labios pronunciar antes de escuchar las palabras.
¿Qué tan fuerte eres?
La imagen que había frente a ella se distorsionó de pronto, produciendo un extraño crujido que retumbó por todo alrededor y vibró en lo más profundo de su ser. Miró alrededor encontrando refracciones de luz que no le permitían entender lo que había más allá de la superficie traicionera que podía enfocar. Se frotó los brazos, sintiendo un poco de frío y dio un paso al frente, escuchando de nuevo aquel crujido, aunque no tan profundo, ni tampoco tan formidable. Observó el suelo, sintiendo su respiración temblar, su corazón acelerarse y la sangre helarse en sus venas.
Su pie estaba rodeado por grietas que parecían absorber la luz que la rodeaba.
Tragó saliva con dificultad y retiró su pie, arrastrándolo lentamente hacia su posición anterior; miró alrededor, buscando hacia donde ir, pero el suelo lucía igual que la sección que acaba de resquebrajarse y le daba miedo intentar moverse. Una lágrima escurrió de su mejilla al suelo y la otra la limpió con frustración. Levantó la mirada y observó aquel firmamento de luz ondulante y colores danzantes, que no parecían decirle nada, pero sabía le estaban contando una historia que, para colmo, ya conocía, pero no parecía poder descifrar. Sabía que había una voz en el fondo, pero no la reconocía y tampoco la entendía.
Gruñó frustrada y dio un paso a un lado, escuchando la grieta de nuevo, pero se aferró a aquella dirección y deslizó su otro pie hacia delante, escuchando los rugidos y sintiendo la debilidad debajo de ella.
—¿Dónde estoy? —gritó. —¿Qué es esto?
Se llevó la mano al pecho y la apretó sobre su ropa, sintiendo la desesperación provocada por las pesadillas, carcomiéndole las entrañas. Las lágrimas, calientes, se escurrían por sus mejillas sin que ella pudiera detenerlas.
—¿Qué es esto? —susurró, observando aquella miríada, sintiendo cada vez más miedo.
El siguiente paso que dio extendió la grieta y resquebrajó la superficie que se extendía frente a ella, fracturándola lo suficiente para que la estructura cediera y comenzara a caer a su alrededor, destruyendo todo a su paso, permitiendo el paso de la luz y de la oscuridad. Se aferró a su ropa de nuevo, sintiendo pronto que el piso desaparecía de debajo de sus pies y comenzaba a caer. Sus manos se habían extendido hacia arriba, en un tonto intento por detener la caída y seguían buscando algo a lo que aferrarse.
Sus ojos se mantuvieron fijos en las imágenes que no había podido ver con claridad anteriormente, estaban borrosas, la oscuridad intentaba engullirlas, y los fragmentos que seguían refractando la luz emitían tantos brillos que le confundían la mirada, pero podía ver con claridad aquella jaula y la infinidad de barrotes que la conformaban y la figura femenina que había dentro de ella, consumiéndose lentamente como una vela encendida.
—¿Qué es esto? —gritó.
Un gemido escapó de su garganta y sobresaltó a Sasuke del sopor en el que había caído.
—Hyūga.
No obtuvo reacción favorable. Hinata respiraba con dificultad y gemía por lo bajo, completamente tensa sobre aquel nido de hojas revuelto.
—¡Hyūga!
Se levantó, reconocía aquel estado, solo tenía que despertarla. La agitó con la suficiente fuerza para despertarla, sin poder lograrlo de inmediato, pero en cuanto la muchacha logró reaccionar, batió por completo el nido de hojas en el que se encontraba y le palmoteó la meno lejos.
—¿Estás despierta? —tanteó, observando la mirada perdida de la muchacha. —… tranquila.
—¿D-Dónde…? —balbuceó, mirando alrededor.
Sasuke temió lo pero por unos momentos, pero decidió ser positivo y pensar que no reconocía aquel lugar porque no estaba familiarizada con él. La muchacha temblaba en la orilla opuesta de aquel camastro maltrecho, su mirada brillaba gracias a la poca luz que se colaba del exterior y que le rebotaba en la humedad de las lágrimas que se aferraban a sus pestañas y sus mejillas.
—¿Quién eres…? —balbuceó de nuevo, sin reconocer a Sasuke en aquella forma que había olvidado.
Mierda.
—Soy Sasuke.
Negó rápidamente. —¡N-No, tú no eres Sasuke!
Aquello lo dejó pasmado un momento y luego recordó el jutsu de intercambio, exhaló aliviado y se acercó a ella, notando como se encogía en su sitio y temblaba aún más.
—Soy Sasuke… estamos encubiertos de misión, en el país del agua, y tuvimos que buscar refugio de la lluvia en este lugar, ¿recuerdas?
La respiración agitada de Hinata fue lo único que se escuchó en la habitación. Balbuceó unos momentos y se frotó el pecho, sintiéndose aún confundida y aterrada, pero recordaba un poco.
—Tuviste un mal sueño otra vez —murmuró, mirándola, escuchando la respiración agitada que no cedía.
Hinata asintió, pero por más que se esforzaba, no lograba controlar su respiración. Las palabras no le salían, su cuerpo se negaba a funcionar, respiraba, pero le seguía faltando el aliento. Apretó el semblante, recordando la crisis de aquella noche en que le dieran la noticia de que tenía un posible pretendiente.
Maldición… no ahora, por favor… ¡No ahora!,pensó, desesperada, sin poder dejar de hiperventilar.
Sasuke ya había pillado lo que le sucedía y buscaba en sus bolsillos y su bolso de viaje con qué ayudarla. Hinata colapsó entonces, cayó de costado, con las manos apretadas en el pecho y desesperada por aliento. Sintió la mano de Sasuke sobre su pierna por un momento.
—Una bolsa, maldita sea —masculló, revolviendo el contenido de su mochila que había vaciado en el suelo, pero sin encontrarla.
Había dos opciones, dejar a Hinata sufrir y desmayarse o ayudarla con el único recurso que se le venía a la mente. La miró apenas un segundo antes de acercarse, la tomó con cuidado por el hombro y la levantó, apoyándola contra la pared y luego tomándole bien la cara con la mano.
—Esto lo hago para ayudarte, no lo confundas, Hyūga.
No entendió lo que decía, ni siquiera podía verlo, su mirada estaba borrosa y su pecho dolía demasiado como para concentrarse en otra cosa.
Sasuke inhaló y acercó sus labios a los de Hinata, soplando dentro de la boca de la muchacha el aire que había inhalado. Hinata no procesó lo que sucedía y se aferró a la manga de Sasuke, apretando los ojos, sintiendo que estaba a punto de desfallecer. Sasuke repitió aquello unas cuántas veces y pronto la resistencia que oponían las respiraciones aceleradas de Hinata disminuyó, el cuerpo se fue relajando.
Se alejó de ella. —Tranquila…
Soltó su manga de los dedos entumecidos de Hinata y volvió a revolver los objetos en el suelo, ahora con más calma, hasta encontrar una bolsa que aun contenía los medicamentos que solía comprar para su botiquín de viaje. La vació y se la tendió a la muchacha, que la tomó de inmediato para respirar en ella. Cerrando los ojos en esos últimos momentos de agitación.
Sasuke no se movió de su lugar, observó a Hinata recuperar el control de su respiración lentamente. Le quitó el cabello del rostro y regresó al asiento que había estado ocupando momentos antes, sintiendo un extraño nerviosismo en la boca del estómago.
Afuera solo había silencio, la lluvia había cesado en algún momento.
—¿Ya pasó?
Hinata aún respiraba dentro de la bolsa, pero ya lo hacía de manera controlada. Abrió los ojos y lo miró. Asintió un par de veces y se inclinó hacia el frente.
—¿Te había pasado esto antes?
—… s-sí… hace unas semanas.
—Hubiera sido bueno saberlo —arrastró. —¿Cuándo?
Resopló y dejó caer las manos. —… el día que me avisaron que tengo un pretendiente.
Mantuvo la mirada en la bolsa, de pronto la golpeó la conversación que habían tenido luego de la fiesta y la idea que la había estado seduciendo desde entonces. Apretó los labios unos momentos, de pronto era consciente del contacto inocuo que acababan de tener y respiró profundo, temiendo que el ataque volviera.
Sasuke la miró por el rabillo del ojo. —Hanabi ya se encargó de eso, ¿por qué te afecta tanto?
—No lo sé —apresuró, con la bolsa aún frente a su boca.
—¿Esto va a seguir afectándote estando en misión?
—Estaba dormida —se defendió, herida y ofendida.
—Estás en misión.
Observó el recelo en la mirada de la muchacha y desvió la suya hacia uno de los rincones, exhaló y desencajó la quijada por unos momentos.
—Lo siento —murmuró —, pero deberás tenerlo en mente, cuando estés lista y recuperes tu rango.
Se puso en pie y se estiró un poco, desperezándose, con la atenta mirada de Hinata encima suyo durante todo aquel proceso.
—… y el jutsu de transformación se disipó mientras dormías, arréglalo.
—… lo siento —murmuró, juntando las manos en un sello y arreglando aquella falla.
Sasuke salió de aquel cuartucho y ella se quedó, con la dignidad en el suelo, arreglando aquel nido de hojas que le servía de colchón. Las imágenes de aquella nueva pesadilla le llenaron la mirada y le revolvieron el estómago; la mirada vacía de Hanabi volvía a atormentarla.
Apretó los ojos y negó, recordándose que eso era solo un sueño. Un mal sueño.
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Luego de una accidentada mañana, por culpa del evento de la madrugada, Sasuke y Hinata habían retomado el camino; gracias al lodo su avance fue más lento de lo que les hubiera gustado a ambos, pero lograron llegar al punto de reunión en la ventana de tiempo pactada.
La misión era un poco más compleja de lo que Kakashi les había advertido.
Tenían que espiar a un supuesto mercader que viajaba con identificación del país del fuego. Había llegado la semana anterior, sus actividades no levantaban sospechas, pero el personal de seguridad del país del agua no había tardado en descubrir que sus credenciales eran falsas y su identidad había sido robada a un sujeto que había desaparecido cinco años atrás, sin ser encontrado aún. Tenían dos semanas para recabar información adicional a la que les había sido proveída y detener a aquel hombre escurridizo para que el país del agua pudiera interrogarlo.
Así que esas siguientes dos semanas, estaría disfrazados aún como aquel matrimonio joven al que venían personificando desde que abordaran el ferri. Ahora sabían un poco más sobre esa tapadera, la Mizukage tenía algunas personas contratadas con el fin de llevar una vida que prestaban a los ninja en cuanto el gobierno lo necesitaba; aquella pareja a la que estaban suplantando era un matrimonio joven de agricultores, que vendía productos locales los fines de semana. Cuando recibieron sus credenciales con las nuevas identidades, también habían recibido el uso de una choza, al igual que la responsabilidad de venta del producto cosechado y el cuidado de los plantíos.
Aquello no divirtió a ninguno de los muchachos, pero no les quedó más que aceptar el destino y seguir fingiendo ser aquella pareja novicia y aún en la etapa de la luna de miel.
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Ino había estado sumida en un humor depresivo desde que fracasara el rastreo global que habían hecho en conjunto. No había rechazado la teoría de aquella isla, pero tampoco quería que fuera el caso… desgraciadamente su alcance no llegaba tan lejos y cualquier tipo de misión de reconocimiento sería rechazada debido a todos los fracasos que había habido anteriormente. Esa isla era un lugar inalcanzable o inescapable, no había de otra.
Ni los intentos de Shikamaru, ni la comida de Chōji, ni las bromas tontas de Sai habían podido sacarla de aquel humor de perros que tenía a todo su equipo rehuyéndole; pero en algún punto de la mañana las cosas habían cambiado y, como si de un switch se tratara, de pronto su mal humor había desaparecido, para temor de la mayoría de las personas habituadas a la volatilidad de sus emociones.
Atravesó los pasillos a paso acelerado, hasta que se encontró frente a la puerta, la cual ni si quisiera se tomó el tiempo de llamar, la abrió con fuerza y de igual manera la cerró, anunciando así su llegada, ganándose las miradas sorprendidas de Kakashi, Shikamaru y Shizune.
—Quiero solicitar apoyo.
Shikamaru juntó ligeramente las cejas y le hizo un gesto de fastidio y confusión, Shizune fue la única que habló.
—Ino… sabes cómo funcionan las solicitudes.
—Sí, sí, haré el papeleo después.
—¿Nos tenemos que ir? —preguntó Shikamaru, con sarcasmo.
Ino le sonrió con un gesto fastidiado y miró a Kakashi. —Quiero solicitar el apoyo de Karin.
—¿Karin? —resonaron las voces de los tres.
Asintió, satisfecha y orgullosa de su idea.
—Ino… no creo que esa solicitud… —comenzó a decir Shizune.
—Conoces la situación del equipo Taka y las condiciones bajo las cuales se les permitió seguir viviendo —le recordó Kakashi.
—Y conocemos también la situación de Konoha y posiblemente de la alianza —contraatacó. —También sabemos que Karin ya cumplió su sentencia en prisión y Sasuke no se encuentra en Konoha, no estaríamos violando el pacto.
—Técnicamente no —arrastró Shikamaru, frotándose el cuello.
—¿Entonces? Es cuestión de vida o muerte… para Hinata, posiblemente para todo el clan Hyūga…
Kakashi negó un par de veces. —Haz el papeleo.
—Pero-
—Haz le papeleo.
Se ahorró la pataleta, pero apretó el gesto en un mohín, que corrigió casi de inmediato, cambiándola por una corta, pero respetuosa reverencia.
Shikamaru la observó salir y luego miró a Kakashi, si se basaban en tecnicismos Ino podría lograr que su solicitud fuera aprobada por el consejo, él, personalmente, no tenía problema con que Ino solicitara ayuda por parte de Karin, conocían sus habilidades como ninja tipo sensorial, pero al mismo tiempo dudaba un poco del temple de aquella persona a la que habían podido conocer en los interrogatorios iniciales.
Si esa solicitud era aceptada, rogaría porque esos años hubieran logrado taimarle el carácter a la pelirroja, de la manera en que habían taimado el de Ino.
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Hanabi despertó al medio día, desorientada y confundida, algo inusual. Las imágenes de lo sucedido el día anterior la atacaron y se movió lentamente en la cama; el dolor no era insoportable, en realidad casi no lo sentía, pero había una extraña sensación de inminente dolor que la mantuvo postrada unos segundos más, temerosa de hacer estallar aquella horrible sensación. Se recargó en sus brazos y se levantó lentamente, con cuidado de no hacer mucho esfuerzo con la cabeza, sintiendo que le palpitaban las sienes por un momentos.
Estaba a punto de bajar de la cama, cuando el suave sonido de alguien acercándose le indicó que no se encontraba sola y detuvo su intento por salir de su postración. Neji apareció pronto en su campo de visión, estaba un poco borrosa su mirada, pero podía apreciar al muchacho sin problema.
—¿Cómo se siente, Hanabi-sama?
—… no lo sé —murmuró. —¿Qué me pasó?
—Tuvo una migraña.
Aquello no la convencía, pero tenía sentido. —… vaya. —Tragó saliva con dificultad y notó lo débil que se sentía. —¿Por qué?
—No lo sabemos, Hanabi-sama.
—… qué decepción —lamentó.
Neji la observaba en completo silencio, temiendo que su desesperación fuera a ser evidente, pero Hanabi parecía demasiado abrumada aún por su malestar como para notar que él se encontraba pendiendo de un hilo.
—¿Gusta desayunar algo?
—… no —arrastró y entonces notó lo oscura que se encontraba su habitación. —¿Qué hora es?
—Pasa de medio día.
—¡¿Qué?!
El intento que había hecho por levantarse la dejó de rodillas a un lado de la cama y con una sensación palpitante en la cabeza que no le robó por completo su autonomía y voluntad. Permitió que Neji la devolviera a la cama y miró al muchacho, a pesar de su vista cansada.
—¿Qué me está pasando? —susurró.
Negó. —No lo sabemos, aún… el doctor estará viniendo, no descansaremos hasta saber qué le pasa.
—¿Crees que sea por los medicamentos?
—Hanabi-sama, hace tiempo que dejó de tomarlos.
Asintió, cayendo en la cuenta. —… es cierto. ¿Y nee-sama?
—Entrenando —mintió.
Asintió. —… bien… eso es bueno… es bueno.
La muchacha cayó, por unos momentos, en un estado de abstracción que dejó a Neji helado.
—… que no deje de entrenar, ¿la entrenarás por mí en lo que me recupero?
—Claro que sí, Hanabi-sama —aseguró, sintiendo un escalofrío mezclarse con la enfermiza impotencia.
Sabía que Hanabi estaba siendo manipulada por aquella persona que asechaba a Hinata y la aldea, sabía que no erraba al suponer que la personalidad se encontraría intacta para evitar levantar sospechas, pero en momentos se preguntaba qué tan real eran algunas de las cosas que decían las personas de las que sospechaban. ¿Eso que acababa de salir de los labios de Hanabi era preocupación genuina, una faramalla más de aquella manipulación, o una advertencia que había escapado de su inconsciente?
—Descanse, Hanabi-sama. La despertaremos cuando el doctor vuelva.
Hanabi abrió entonces los ojos y observó el muro que quedaba frente a ella, evitando a Neji por alguna razón. Apretó el brazo que descansaba sobre la almohada y asintió una sola vez.
Martes, 13 de agosto de 2024
