Capítulo 44: La vida de un semidios no está destinada a ser feliz, está destinada a luchar.
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Draco tendría alrededor de 6 años cuando su madre le contó sobre las 12 tareas de Heracles, debió pensar que antes de eso podría ser demasiado pronto para un emocionado Draco y estimularlo mucho para no poder dormir. La verdad es que, si se había emocionado tal vez más de la cuenta, saltando de arriba y abajo en la cama, mientras esperaba batallas épicas; pero al final se había sentido un poco decepcionado de la falta de batallas reales contra ejércitos del cuento.
—¿Sucede algo mi pequeño Dragón? —preguntó Narcisa confundida de ver a Draco arrojado sobre la cama, de brazos cruzados y con un puchero en el rostro.
No quería contestar, es solo que estaba algo molesto.
—No es que no fuera emocionante mamá, es solo, pensé que habría más batallas épicas… es Heracles, esperaba unas cuantas batallas dignas de baladas e inmortalidad —responde el niño con un puchero viendo a su madre.
Esta pestañea, antes de suspirar y verlo con cariño en sus ojos, pero aunque en ese momento no lo notaría, un poco de preocupación y tristeza.
—Las guerras no son llenas de gloria Draco, hay sacrificios, pérdidas… dolor —susurra al final, pero el pequeño Draco de 6 años solo piensa en la gloria.
Piensa en lo que es ser recibido por el pueblo lleno de ovaciones y se imagina siendo él quien está en un desfile dado en su honor; sonríe de forma socarrona pensando que todos llegarían a pensar que es un héroe. Tan grande y fuerte como el propio Heracles, mientras todos lo aprecian y admiran, incluso las niñas. No entiende porque las niñas deberían estar ahí, pero Blaise le había dicho que es normal querer que las niñas lo vean.
¿Por qué?
Las niñas no son tan bonitas.
Draco es más bonito que ellas, incluso aunque odia admitirlo, piensa que Blaise es más lindo que las niñas, pero eso no importa.
Si tienen que estar en su fantasía, es solo para que vean lo genial que es.
—Bueno yo seré el héroe más fuerte de todos, seré reconocido por el propio Olimpo como hizo Heracles, incluso Zeus vería mi talento —dice fanfarrón.
Tampoco notando la mirada agria de su madre ante el nombre del rey del Olimpo.
—No digas eso, Dragón, tu madre no quiere verte en ninguna lucha nunca —susurra su madre antes de abrazarlo y Draco simplemente se deja hacer mimos por su madre, porque la quiere demasiado.
Su madre solo exagera.
¿Quién no iba a querer la gloria?
Draco sabe que está destinado para cosas grandes, es simplemente su destino, está seguro.
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Draco acelera la motocicleta todo lo que puede hacia el puente Williamsburg, una parte de él se pierde un momento en memorias inocentes, mientras que la otra piensa con amargura en lo estúpido e ignorante que había sido al tener 6 años. Mientras acelera con Anthony en su espalda guiándolo con el mapa del teléfono celular, solamente piensa en cuánto daría por tener un verano tranquilo lejos de esta guerra. Sin sus amigos en peligros mortales y hordas de monstruos que quieren hacerse con el monte olimpo.
Lo cual es peor.
Porque una parte de él quisiera destruirlo, pero luego recuerda cuántos morirían y sabe que simplemente no puede permitirlo.
La batalla se escuchaba antes de llegar a la silenciosa ciudad.
Ya estaban cerca de la medianoche, pero en el puente brillaba luz. Arcos de fuego se extendían en ambas direcciones por las flechas ardientes y lanzas que volaban por el aire. Salta de la motocicleta apenas llega, Anthony tropieza un poco maldiciéndose, Lavender es la primera en alcanzarle.
No estaban en retirada, pero era cuestión de tiempo para los campistas de Apolo.
Ellos se ocultaban tras los coches y disparaban al enemigo que se aproximaba, usando flechas explosivas por el camino, construían fieras barricadas donde podían, sacaban a los conductores dormidos de sus coches para librarlos del peligro.
Pero el enemigo seguía avanzando.
Una falange completa de Dracaenaes marchaba al frente, sus escudos colocados juntos, las puntas de lanzas asomando por encima. Una flecha ocasional conectaba con sus trompas viperinas, o un cuello, una unión en la armadura, y la desafortunada mujer serpiente se desintegraban, pero la mayoría de las flechas de Apolo chocaban inofensivamente contra el muro de escudos.
Casi cien monstruos más marchaban tras ellas.
Perros del infierno saltaban sobre la línea de vez en cuando. La mayoría eran destruidos con flechas, pero uno atrapó a un campista de Apolo y lo arrastró lejos.
Un interruptor lo llamó Percy.
—¡Espera Draco! —intentó detenerlo Lavender, pero fue ver el cabello rubio que podría ser de Will, que simplemente hizo que algo dentro de Draco se activara.
Casi pudo sentir algo dentro de él como si abriera los ojos, no era la mirada de Nyx, no era nadie más que una mujer que cantaba en voz baja una canción.
Estigia.
Parecía verlo desde su interior.
No pudo procesarlo.
Corrió, no sabe si fue en automático, no entiende qué diferencia hizo de antes al ahora, no había entrado en una lucha real desde un tiempo, pero su cuerpo simplemente fue diferente; actuó diferente. La lanza apareció en su mano y antes de poder verlo bien, el perro del infierno quedó disuelto y Jerry uno de los miembros de la cabaña de Apolo que confundió con Will, se queda paralizado en el suelo antes que Draco salte porque una Dracaenae sale de la fila para atacarlo.
Es como un baile.
Nunca había sido tan fácil mover su cuerpo, pero este gira y el monstruo es empalado desde su cráneo, destruyéndolo en polvo.
Cuando se vuelve a incorporar, no solamente la batalla parece congelarse, todos viéndolo a él, tanto la cabaña de Apolo como las fuerzas enemigas parecen sorprendidas de su presencia. Pero su sangre sigue caliente, su cuerpo parece más ligero y su rostro se levanta para ver en medio de la legión de invasores estaba el viejo cabeza de res en persona.
La última vez que vio al Minotauro no usaba nada más que un ajustado taparrabo mientras los perseguía al laberinto. Esta vez estaba preparado para la batalla. De la cintura abajo traía una armadura griega estándar; una especie de falda de tiras de cuero y metal, piezas de bronce cubriendo sus piernas y sandalias ajustadas de cuero. Su parte superior era de toro; pelo y músculo precediendo de una cabeza tan grande que debería caerse solo por el peso de los cuernos.
Se veía más alto que la última vez que lo vio, tres metros cuando menos.
Un hacha de doble hoja estaba ceñida a su espalda, pero era demasiado impaciente para usarla.
Percy había sido el primero en derrotarlo, luego en el laberinto lo habían perdido.
La lanza se mueve en un giro entre sus dedos para luego apuntarlo.
«Ahhh» piensa sintiendo la confianza y adrenalina en su cuerpo, pero una fría calma en su cerebro. «Esto es la maldición de Aquiles» continúa la línea de sus pensamientos.
Es curiosa.
Mientras todo su cuerpo aúlla por la lucha con la intensidad que probablemente sería de Aquiles, hay una calma en su cabeza que es de Patroclo; ambas maldiciones parecen coexistir en su interior como lo hicieron tal vez Aquiles y Patroclo en su época.
Se siente simplemente.
Listo.
Aunque el minotauro rápidamente soltó filas para irse contra ellos, Draco sabe que no puede dejar tampoco a los otros monstruos acercarse.
El hilo rosado sobrevoló frente a él.
—Protégelos y llévatelos si algo sucede.
Nunca había hablado con nadie más que con Percy, ve a Lavender sobresaltarse desde la distancia, pero en sus ojos pudo ver que lo escuchó y con solo eso en mente salta hacía adelante. Hay muchos monstruos, todos fuertes y peligrosos, pero parecía pasar entre ellos como si estuviera bailando; no era un baile, su lanza se mueve y ningún monstruo llega a tocarlo realmente, mientras estos pierden la vida con una facilidad alarmante.
Se siente confiado.
La sonrisa cae sobre sus labios antes de saltar sobre una Dracaena para esquivar el automóvil que ha lanzado el minotauro.
Su hacha era enorme y pareció blandirla a su alrededor. Era hermosa en un sentido de: «voy a destriparte como a un pez». Cada una de sus hojas gemelas estaba afilada como una omega (la letra final del alfabeto griego). Tal vez porque esa hacha era la última cosa que su víctima vería. El mango era casi del mismo tamaño que el Minotauro, de bronce cubierto de cuero. Atados a la base de cada hoja había montones de collares de cuentas. Nota que eran collares de cuentas del campamento mestizo - tomados de los semidioses vencidos.
La ira casi lo ciega.
El hacha doble pasa zumbando sobre su cabeza justo cuando se agacha, es un poco lento, piensa cuando se desliza entre sus piernas cortando ágilmente sus tendones con la punta de su lanza afilada. Provocando que los monstruos a su alrededor gruñeron entre alarmados y preocupados cuando el Minotauro cae sobre sus rodillas, Draco se levanta esquivando el hacha nuevamente y su mano se mueve más rápido que el minotauro cuando aún de espaldas la lanza se incrusta en el cuello del monstruo silenciando una vez más el campo de batalla.
La incredulidad de Lavender y Will es la más cercana por el vínculo, Draco solamente ve la sangre salir del cuerpo del monstruo que termina derrumbándose, algo cae sobre su rostro y probablemente no ayude a su aspecto cuando voltea a ver la horda de monstruos.
Inconscientemente algunos retroceden, algo dentro de Draco crece, algo oscuro y profundo.
Sonríe divertido.
Oh.
Ya entiende porque esto es una maldición, sujeta su pecho, sintiendo parte del collar de cuencas que tiene del campamento y siente algo de enfermiza diversión como placer ante la idea de que derrotó uno de los monstruos mitológicos solamente con unos tres golpes.
Adictivo.
Emocionante.
Su corazón bombea antes de agazaparse, los monstruos gruñen, pero Draco se lanza despedido contra ellos derrotando una fila con facilidad y velocidad. Hay perros del infierno que intentan saltar contra él, que Draco esquiva usando la lanza como impulso antes de caer sobre uno de los escudos de los monstruos y con un movimiento rápido decapitar dos monstruos de un solo movimiento.
¿Esto mismo había sentido Aquiles?
La parte de la maldición de Patroclo que le recuerda sus hilos parece intentar mantener su mente fría, pero Draco solamente siente calor mientras sigue saltando.
Durante años había entrenado fervientemente, su cuerpo se había acostumbrado a luchar a base de constante entrenamiento y acercamientos a la muerte. Pero siempre había parecido que estaba atrás de todos, no importa que tanto lo intentara, siempre sentía que era simplemente imposible alcanzar a otros.
¿Pero ahora?
Draco simplemente se siente libre, como en medio de un baile o tal vez un director de orquesta, saltar y apuñalar, correr y esquivar; la sangre sube a su cabeza y suelta una risa desquiciada cuando esquiva un ataque antes de lanzar la lanza acabando contra otra Dracaena.
La atrae con un accio silencioso para detener otro golpe.
Se siente un poco bañado de sangre, puede ver monstruos desaparecer a su alrededor, pero no parece ser suficiente; aún quedan muchos, pero no se siente cansado.
Quiere seguir.
Notó un poco distraído que los campistas de Apolo detrás de el lanzaban flechas, evitando todo intento del enemigo de recobrarse.
Finalmente, los monstruos se volvieron y huyeron, como veinte quedaron con vida, de doscientos.
Una exclamación y aullido de victoria sonó detrás de Draco mientras todos estaban en medio del puente ahora, pero, aunque quería sonreír y emocionarse, no lo hizo.
El vínculo gris revoloteaba frente a él.
Tuvo un mal presentimiento.
—¡Sí! —gritaba Michael Yew acercándose. —¡Eso es de lo que estoy hablando!
El cielo aún se encontraba oscuro, pero parecía que el amanecer no estaba lejos, jadeó un poco tomando aire acomodándose el cabello; levantó la mano cuando al pasarlo notó manchas negras de sangre. Lavender llegó a su lado luciendo una sonrisa, casi parecía querer preguntar sobre lo que pasó antes con el vínculo.
Will estaba rápidamente al lado de Draco inspeccionando su brazo lleno de sangre, pero cuando este notó que no era suya pareció entre aliviado y preocupado.
—¡Maldita sea Draco! ¿Cómo hiciste eso?, sé que eres fuerte, pero eso fue simplemente ridículo —habla Theo luciendo con la boca abierta.
Su rostro lleno de admiración infantil que lo hace sentir un poco más ligero, antes que una especie de cosquilleo aparezca en su espalda.
Podía ver las estaciones de peaje adelante.
—Oh mierda —siseó Michael a su lado cuando al igual que Draco lo vio.
La multitud en la base del puente.
Los monstruos en retirada corrían directo hacia sus refuerzos. Era un grupo pequeño, tal vez 30 o 40 semidioses en armadura de batalla, montados en caballos esqueleto. Uno de ellos sostenía un estandarte púrpura con el diseño de la guadaña negra.
El jinete líder cabalgando hacia el frente.
Se quitó el casco, y reconoció al mismo Luke, sus ojos como oro fundido.
Los campistas de Apolo titubearon, pudo ver amargura en sus rostros como temor, especialmente en los mayores que probablemente crecieron al lado de Luke.
Los monstruos que perseguían alcanzaron la línea del Titán y fueron absorbidos por la nueva fuerza.
Cronos miró en su dirección. Estaba a medio kilómetro, pero juraría que pudo verlo sonreír. El vínculo gris no era con el titan, pero Luke de alguna manera debe seguir ahí porque sentía ansiedad en todo su cuerpo y solamente mordió su labio al verlo.
—Ahora —dijo Draco atrayendo la mira de todos preocupados, curiosamente al igual que Percy esperando que hablara—. Regresemos.
Los hombres del señor de los Titanes sacaron sus espadas y arremetieron. Las pezuñas de los caballos esqueletos retumbaban contra el pavimento. Sus arqueros lanzaron una descarga, derribando a varios de los enemigos, pero el resto siguió cabalgando.
—¡Retírense! —gritó Draco antes de tomar el brazo de Lavender con seriedad—. Yo los detendré, pero si no puedo tienes que destruir el puente.
—¿Yo? —Lavender estaba asustada, temblaba y sus ojos estaban preocupados.
Apretó el brazo para que volviera a verle.
—Solo confió en ti Lav, ahora guíalos lejos de aquí.
En cuestión de segundos estaban sobre ellos. Michael y sus arqueros trataron de retirarse, pero estaban demasiado cerca junto a él.
Draco notó de reojo como Lavender empujaba a los más jóvenes con Theo, Anthony también estaba en ese grupo mientras los mayores de la cabaña Apolo estaban al lado de Draco quien arremetió contra la caballería con mayor dificultad que con los monstruos.
Estas son personas.
¿Realmente son tan diferentes?
La respuesta es sí.
Intentó no matar a nadie, pero la caballería de Cronos les rodeó mientras los más jóvenes escapaban, fustigando y vociferando insultos. El Titán mismo avanzó mesuradamente, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Siendo el Señor del Tiempo, supuso que lo tenía.
No podía ver rostros bajo los cascos de batalla, pero algunos de ellos probablemente habían sido sus compañeros de campamento.
Atacó las patas de sus caballos e hizo que las esqueléticas monturas se desintegraran.
Cuando los primeros semidioses sufrieron la caída, el resto supuso que sería mejor desmontar y enfrentarle a pie.
Estaba solo, los arqueros no estaban tan cerca y aunque seguían atacando, estaban dudando entre retroceder o mantenerse ahí.
Bien, iba a seguir luchando.
Entonces uno de los semidioses saltó sobre él, no pudo distinguirlo y con tal de no matarlo, empujo su arma con su lanza, pero dejó su pecho vulnerable y maldijo cuando vio la cuchilla en su otra mano listo para apuñalarlo donde sus vínculos nacían.
Su punto débil.
Oh mierda.
No tiene tiempo para asustarse porque estaba por ser derrotado (y probablemente morir al mismo tiempo), cuando una sombra literalmente cae del cielo. Hay un destello de un pegaso negro, antes de que Percy Jackson que acababa de caer sobre su casi asesino, lo viera con una sonrisa salvaje que hizo que Draco soltara el aire que no sabía que tenía en su pecho.
—¿Llegue tarde cariño?
—No, pero casi quedas viudo.
Percy solamente se coloca de espaldas a Draco, su espada a su lado y mirada asesina, Draco sujeta su lanza con fuerza.
Ethan, quien había atacado, saltó hacia atrás viéndolos de mala manera, pero seguía listo para el ataque.
Percy lo golpeó en la cabeza nervioso.
—¿Perce?
—Annabeth está herida, debe estar con Will, pero supongo que no puedo perderme la fiesta; me prometió besarme si salía bien.
—¿Te parece el mejor momento?
—Nunca hay más.
Draco va a gruñir que se ponga serio, cuando otra voz los congelo.
—Interesante —dijo Cronos.
Se alzó por encima de ambos en su caballo esqueleto, su guadaña en una mano. Estudió la escena con los ojos entornados, como si pudiera sentir que ambos acababan de estar cerca de la muerte, de la manera en que un lobo puede oler el miedo.
No fue un buen sentimiento.
Draco ve demasiado de Luke y sus manos tiemblan sobre su lanza.
—Peleaste valientemente, Draco Malfoy —dijo viéndolo curioso—. Pero es tiempo de rendirse… o unirse a mi bando. —Sus ojos siguen puestos en él.
Va abrir la boca.
Pero es Percy quien se apresura.
—Por favor, este chico es nuestro, busca a tus otros sirvientes —farfulla con el mentón en alto.
Cronos/Luke simplemente suspira aburrido.
—¿No tienes a tu novia herida?, Ethan me dijo que logró apuñalarla. —La sonrisa de Cronos hace que Percy se tense y Draco que había dejado de pensar en los vínculos, sienta la incomodidad y dolor de Annabeth en la parte trasera de su nuca.
Muerde su labio con furia.
—Blackjack y Aurora deben estar con ella, Will dijo que la cuidaría —susurró Percy convenciéndolo, o tal vez, intentando convencerse.
Cronos refunfuñó.
—Un día muy cercano, voy a hacer sopa de Pegaso. Mientras tanto… —Desmontó, su guadaña brillando a la luz casi del amanecer—. Me las arreglare con otro semidiós muerto.
Percy recibió su primer golpe con Riptide. El impacto sacudió el puente entero, pero resistió. Cronos sonrió titubeante. Con un grito, Percy pateó sus piernas y lo derribó. Su guadaña arañó el pavimento.
Su amigo lanzó una embestida, pero él rodó a un lado y se puso de pie. Su guadaña voló de vuelta a sus manos.
Draco detuvo a uno de los otros mestizos que intentaron lanzarse a la lucha.
—Así que… —Estudió Cronos a Percy, luciendo ligeramente molesto—. Tuviste el coraje de visitar el Estigio y veo que no eres el único. —Una rápida mirada a Draco lo hizo sentir incómodo—. Tuve que presionar a Luke de muchas maneras para convencerlo. Si tan solo hubieras sido tú quien proveyera mi cuerpo anfitrión en vez de… Pero no importa. Aún soy más fuerte. Soy un Titán.
Golpeó el puente con el cabo de su guadaña, y una onda de pura energía impulsó a Percy hacia atrás.
Los coches se voltearon, los semidioses, incluso los hombres de Luke, fueron volados de la orilla del puente.
Los cables de suspensión chasquearon como látigos y fue deslizado a medio camino hacia Manhattan. Draco apenas aguantó porque enterró la lanza en el suelo, quedando a una distancia demasiado cercana del titán para su gusto.
Quedó solo un momento.
Oh vaya.
Draco salta haciendo una voltereta antes de esquivar la guadaña, siente casi como cortan su cuello, pero se aleja antes de girar la lanza suficiente para resistir el golpe de cronos sin ser partido a la mitad, pero arrojándolo contra un coche. Siente el aire salir de su pecho, agachándose para esquivar otro golpe que corta el carro por la mitad.
—Es curioso, tan diferente a Orion, pero aquí estoy nuevamente frente a un mestizo de dioses y magos; supongo que es el karma del olimpo —dice Cronos casi divertido—. Aunque no podría matarte por ahora, tu vínculo con Luke sin duda es algo de lo que no me quiero hacer cargo ahora mismo. —Así que sabía sobre el vínculo.
Vaya.
Mierda.
Tomó la lanza antes de levantarse con piernas temblorosas, su interior parecía gritarle para que recordara que frente a él no había un monstruo o un mestizo, incluso en el cuerpo de Luke, este era un titán del cual tenía que hacerle cara.
O lastimaría a sus amigos.
Con ese pensamiento la duda se fue y su cuerpo dejó de temblar, levantó la lanza con el mentón en alto listo para la lucha.
Gryffindor podrían decir muchos.
No.
Esto era puramente egoísmo Slytherin, no le importaba el mundo, pero los suyos, no dejaría que esta cosa les lastimara.
—Insensatez, terquedad, estupidez… he visto los recuerdos de Luke, me pregunto mucho sobre ti pequeño mestizo, sinceramente también te habría preferido como contenedor; puedo salvarte de Nyx. —Parecía querer tentarlo, pero Draco solamente se quedó ahí.
Sonriendo malévolamente y casi maniaco.
—No ocupo tu ayuda, puedo hacerlo yo, demostrarles a todos ustedes deidades ignorantes, que yo soy Draco Malfoy y no tengo que someterme a ninguno —siseó con un poco de nervios y encanto en su voz.
Si este iba a ser el final.
Era el final que él había decidido.
Cronos lo vio poco impresionado levantando la guadaña, antes que todo a su alrededor temblara. Draco volteó a ver sorprendido a donde los demás campistas deberían estar, Percy junto con Michael, parecían ver sorprendidos como Lavender se había puesto delante de ellos con las manos sobre el asfalto del puente.
Su rostro parecía temeroso y dudoso sobre ella.
Los ojos de Draco gritaron para que lo hiciera.
Ella se encogió aun asustada e insegura, le lanzó toda las emociones positivas que pudo reunir haciéndola un poco más tranquila; al menos lo suficiente para ambos en medio de la lucha.
—¿Una hija de Hécate? Como si pudiera hacer la gran cosa —se burló en voz alta el titán del tiempo, lo que hizo que Draco volteara a verle mal.
No solo él.
Sintió la rabia y furia de Lavender dentro de su vínculo engullir de la nada, lo que Cronos no sabía es que no hay que enojar a las chicas, especialmente chicas como Lavender.
—¿Qué tal dos linajes de Hécate idiota? —gruñe Theo quien sale detrás de los demás luciendo con el mentón en alto, aunque tiembla un poco.
Un momento.
—¿Theo? —pregunta Draco con incredulidad que puede sentir del propio Cronos ya que no debería saber quién era y… todo se congeló.
Tanto el titán como Draco vieron como el rostro de Lavender lleno de furia, comenzó a prácticamente brillar, su cabello rizado (un poco despeinado por las luchas que habían tenido hasta ahora) parecía flotar a su alrededor con brillos en este mientras sus manos parecían cubrirse con una niebla de magia y sus ojos parecían volverse blancos totalmente; de su nariz y boca sale sangre, pero no parece preocuparse por eso.
Por un instante.
Todo el puente pareció envolverse en niebla y temblar mucho más violentamente, Draco se sostuvo del suelo tembloroso mientras Cronos también se tambaleo luciendo incrédulo, por todos lados aparecieron grietas de luz que irradiaban puro poder mágico latente.
Lo sintió.
Todo era magia pura, nunca había sentido algo así.
Pensó un instante en Remus Lupin en tercer año, felicitando a Lavender por su núcleo mágico y ahora aquí frente a sus ojos pensó que se equivocó.
No.
Lavender no tenía un núcleo ligeramente mejor que el resto, Draco al verla en este momento simplemente sintió una cantidad de energía mágica que no parecía poder ser calculada o estimada, todo ella era magia en este momento y por un instante pudo jurar ver un poco de sorpresa y algo de temor del rostro de Cronos que probablemente igualaba la suya.
Sabía que su amiga era fuerte.
Valiente e independiente que disfrutaba de ser mimada.
¿Pero esto?
Entonces recordó, Draco no era el único puente entre ambos mundos, claro que Hécate tenía libertad de tener hijos o linajes con magos, pero eso significaba que, aunque fueran parte mágica, sin duda era un olimpo unido con el panteón de los magos.
Ella también era fuerte.
Un linaje casi prohibido.
—Oh vaya —dice casi sin aire al ver la fuerza de su amiga, antes que Theo usara su mano y muy similar a como sucedió la navidad pasada en medio de la villa en Francia, usó parte de la luz lunar como un láser.
Partiendo el puente desde el medio y con la magia de Lavender, una explosión sucedió enviando a todos a volar en diferentes direcciones.
El puente se sacudió y comenzó a derrumbarse.
Entonces Michael usó una flecha explosiva para derribar los últimos pilares entre ambos, demasiado cerca, sin correr cuando Percy lo llama para que retroceda.
Pedazos del tamaño de casas cayeron en el río Este. Los semidioses de Cronos gritaron alarmados y se precipitaron de vuelta. Algunos fueron derribados. En segundos, un abismo de 200 metros se abría en el puente Williamsburg entre Cronos y Draco.
Las vibraciones terminaron.
Los hombres de Cronos se acercaron a la orilla y vieron la caída de 300 metros hacia el río.
Draco también fue impulsado con violencia hacía el Río y mientras caía pudo ver también como a la distancia Michael el hijo de Apolo con sangre saliendo de su vientre atravesado caía sin vida antes que él, Draco intentó moverse, pero cayó al agua junto con escombros a su alrededor, sintiéndose sumamente débil antes de cerrar los ojos.
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De pronto Draco estaba de vuelta en la sala de estar de May Castellán.
Velas parpadeaban sobre la chimenea, reflejadas en los espejos de los muros. A través de la puerta de la cocina pudo ver a Thalia sentada en la mesa mientras la Sra. Castellán vendaba su pierna herida. Annabeth, de siete años, estaba sentada junto a ella, jugando con una Medusa de juguete.
Hermes y Luke se encontraban aparte en la sala de estar.
El rostro del dios se veía líquido a la luz de las velas, como si no pudiera decidir qué forma adoptar. Estaba vestido con un atuendo azul de la marina y unos Reebok alados.
—¿Por qué te muestras ahora? —exigió saber Luke.
Sus hombros estaban tensos, como si esperara una pelea.
—Todos estos años te he estado llamando, rezando para que aparecieras, y nada. Me dejaste con ella.
Señaló a la cocina como si no soportara mirar a su madre, mucho menos decir su nombre.
—Luke, no la deshonres —le advirtió Hermes—. Tu madre hizo lo mejor que pudo. En cuanto a mí, no podía interferir en tu camino. Los hijos de los dioses deben encontrar su propio sendero.
—Así que fue por mi bien. Crecer en las calles, defendiéndome solo, combatiendo monstruos.
—Eres mi hijo —dijo Hermes—. Sabía que tenías la habilidad. Cuando yo era solo un bebe, me arrastré fuera de mi cuna y fui por...
—¡Yo no soy un dios! Solo por una vez, pudiste decir algo. Pudiste ayudar cuando… —Tomó un firme respiro, bajando la voz para que nadie en la cocina pudiera oír—. Cuando ella tenía uno de sus accesos, sacudiéndome y diciendo cosas locas acerca de mi destino. Cuando me escondía en el armario para que ella no me encontrara con esos… esos ojos brillantes. ¿Te preocupó alguna vez que yo estaba asustado? ¿Siquiera te enteraste cuando finalmente huí?
En la cocina, la Sra. Castellan parloteaba de todo y de nada, sirviendo Kool-aid para Thalia y Annabeth mientras les contaba historias de Luke cuando era bebé. Thalia jalaba el vendaje de su pierna nerviosamente. Annabeth miró a la sala de estar y levantó una galleta quemada para que Luke la viera.
Musitó silenciosamente las palabras «¿Podemos irnos ahora?»
—Luke, me preocupa mucho —dijo Hermes lentamente—. Pero los dioses no deben intervenir directamente en los asuntos de los mortales. Es una de nuestras leyes más antiguas. Especialmente cuando tu destino… —Su voz se apagó. Miró a las velas como si recordara algo desagradable.
—¿Qué? —preguntó Luke—. ¿Qué hay con mi destino?
—No debiste haber regresado —murmuró Hermes—. Solo los alteró a ambos. Como sea, ahora veo que has crecido mucho para andar de huida sin ayuda. Hablaré con Quirón en el campamento mestizo y le pediré que envíe a un sátiro a recogerlos.
—Lo estamos haciendo bien sin tu ayuda —gruñó Luke—. Ahora, ¿qué estabas diciendo de mi destino?
Las alas de los Reebok de Hermes se agitaban inquietas. Él estudiaba a su hijo como si tratara de memorizar su cara, y de pronto una fría sensación invadió a Draco.
Hermes sabía lo que los murmullos de May Castellan significaban.
No estaba seguro de cómo, pero Draco notó viendo su rostro y estuvo absolutamente seguro.
Hermes entendía lo que le pasaría a Luke algún día, como se volvería maligno.
Y no hizo nada.
Draco mordió su labio con fuerza.
—Hijo mío —dijo—. Soy el dios de los viajeros, el dios de las cargas. Si sé algo, sé que debes andar tu propio camino, aun si eso me parte el corazón.
—Tú no me amas.
—Te juro que… sí te amo. Ve al campamento. Veré que tengas una misión pronto. Tal vez puedas vencer a la Hidra, o robar las manzanas de las Hespérides. Tendrás la oportunidad de ser un gran héroe antes de...
—¿Antes de que? —La voz de Luke temblaba ahora—. ¿Qué vio mi madre que la dejó así? ¿Qué va a pasarme? Si me amas, dímelo.
La expresión de Hermes se endureció.
—No puedo.
—¡Entonces no te importa! —gritó Luke.
En la cocina, la plática murió abruptamente.
—¿Luke? —llamó May Castellan—. ¿Eres tú? ¿Está bien mi niño? —Luke se volvió para ocultar su rostro, pero pudo ver lágrimas en sus ojos.
—Estoy bien. Tengo una nueva familia. No necesito nada de ustedes.
—Soy tu padre —insistió Hermes.
—Un padre debería estar cerca. Nunca te había visto. ¡Thalia, Annabeth, vengan! ¡Nos vamos!
—¡Mi niño, no te vayas! —May Castellan gritó tras él—. ¡Tengo tu almuerzo listo!
Luke se precipitó hacia la puerta, Thalia y Annabeth corriendo tras él. May Castellan trató de seguirlos, pero Hermes la detuvo. Cuando la puerta se azotó, May colapsó en brazos de Hermes y comenzó a temblar. Sus ojos se abrieron, brillando verdes, y se aferró desesperadamente a los hombros de Hermes.
—Mi hijo —siseó con una voz seca—. ¡Peligro! ¡Terrible destino!
—Lo sé, mi amor. Dijo Hermes tristemente.
—Créeme, lo sé.
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—Draco tienes que despertar. —La voz de alguien, Luke dijo su cerebro lo hizo agitarse antes de toser, se medió incorporó de lado antes que el agua saliera de sus pulmones con fuerza.
Vivo.
Estaba vivo.
Todo el cuerpo le dolía mientras recuerdos de lo que sucedió golpean su cabeza, jadea en busca de aire antes de notar que parece estar en medio de una costa, con el cuerpo totalmente empapado y un milagro que Poseidón no lo hubiera ahogado.
Debió estar ocupado.
Su cuerpo no tiene energías.
—¿Por qué me ayudas? —dice con voz ronca y totalmente en carne viva en la garganta.
Hay una forma casi espectral de Luke a su alrededor, no está ahí, no es una alucinación, pero al igual que con Percy o Harry, el vínculo de ambos es simplemente diferente.
Único a su manera.
—Me pregunto porque, simplemente… supongo que eres el único que puede verme ahora —habla Luke con una suave sonrisa sincera, antes de desaparecer.
Maldita sea todo duele, tiene un poco de magia de reserva, pero aunque la idea de usarla para teletransportarse con alguno de sus vínculos, aunque todos parecen tensos por sus propias batallas, duda que funcione; terminaría en coma al aparecerse y en el peor de los casos aparece en medio de una batalla.
Intenta incorporarse sin éxito.
Joder.
Escucha unos sonidos a lo lejos de personas, no quiere recaer en muggles para ayudarlo en este momento, especialmente porque eso significa que salió del área afectada de la lucha contra Cronos, pero ocupa sinceramente que alguien lo saque de este lugar. No cree poder ponerse sobre sus pies, pero el dolor de garganta le impide gritar.
¿Una explosión?
No tiene tanta magia y ya saben, no se puede hacer magia frente a muggles.
Ocupa algo más sutil, pero sin poder llamar la atención, algo tiene que llamar la atención.
Voltea a ver cansado a la derecha, donde hay un pájaro similar a una paloma que parece descansar en un tronco viéndole curioso, piensa en Afrodita con algo de maldad, pero a diferencia de sus esperanzas, el pájaro no hace sonido.
Bien, ¿qué hechizo podría usar para que funcionara?
Repasa la lista de hechizos que podría funcionar, pero, aunque la idea de golpear a la paloma que le recordaba Afrodita es tentadora, no quiere lastimar a un pobre animal; sin agotar otras posibilidades. Una idea llega a su mente, un vago destello de este año, del profesor Moody enfrente de una clase usando las maldiciones asesinas.
Podría funcionar.
Sin varita no hay forma que lo encarcelen.
La maldición asesina está descartada, el Crucio también, pero si tan solo pudiera controlar a la paloma para que hiciera un escándalo podría funcionar.
Nunca había hecho el hechizo.
Moody no dejó claro cómo se hacía.
Intentarlo sin una varita sería una tontería, pero al igual que el pensamiento vino a la mente, recordó las palabras de Pansy sobre hilos invisibles. Pensó un momento sobre su padre que había estado vinculado a Voldemort, cómo había roto ese vínculo y también cómo había formado a fuerza el suyo con Nico.
Tal vez… solo tal vez… esto podría funcionar.
—Imperius —susurra con dolor, sintiendo la magia abandonar su cuerpo.
El primer intento no funciona.
Obviamente.
El segundo y el tercero más desesperados tampoco, especialmente cuando los pasos se alejan y solamente puede morderse el labio.
¿Tal vez esto no sea una buena idea?
Entonces, dentro de él, algo que parpadea como si fuera un impulso que necesita, el pensamiento de sus amigos en necesidad y para qué negarlo, el recuerdo de las palabras de Zeus diciendo que no será nadie en esta vida.
El cuarto intento funciona, es raro sentirse en la mente de una paloma, un poco más incómodo que hacerlo con Percy, pero a diferencia de su amigo cuando susurra que comience hacer un caos, la paloma es mucho más receptiva. Punto para la paloma, quien comienza hacer un escándalo provocando que los pasos se acerquen y haga a Draco sonreír.
—¿Draco? —pregunta una voz preocupada, que reconoce.
Levanta a duras penas el rostro, viendo a Clarisse ahí, luciendo bastante incrédula de verlo.
El campamento mestizo.
Oh vaya.
Sin duda llegó muy lejos de la batalla.
.
.
Ser transportado a estilo princesa es mucho mejor cuando es Potter que cuando es Clarisse, solo lo comenta. La hija de Ares a pesar de todo lo lleva al campamento, parece ser que terminó en una de las costas cercanas del lugar que estaban patrullando. Aunque no hay hijos de Apolo cerca, no se necesita mucho de ellos para darle un poco de Ambrosía mientras ve como Silena que acababa de llegar en el pegaso está pidiendo la ayuda de todos.
No la aceptan.
Silena parece incrédula, especialmente cuando Draco llega un poco más con vida ahora que hay Ambrosía, aunque se siente un poco adormilado. La chica llora cuando ve a Draco, dice que todos sus vínculos hasta ahora habían dicho que no sintieron que muriera, pero todos estaban preocupados cuando desapareció y nadie pudo encontrarlo.
Hay culpa en su voz, hay culpa en su mirada y mientras Silena intenta mirar suplicante a Clarisse esta se marcha sin verla.
Draco apenas si puede mantenerse de pie, se siente adormilado y como el mayor inútil de todos sentado en la plazoleta ahora vacía de campistas. Todo el lugar es horriblemente silencioso, el lugar que usualmente está lleno de risa, gritos y alguna explosión se encuentra solo rodeado del sonido de los árboles; es casi un poco como un lugar para meditar.
Lo odia de inmediato.
La quietud del lugar es simplemente antinatural para el campamento.
—No quiere venir, pero tienen que ir, ocupamos a la cabaña de Ares —gruñe Silena dando vueltas frente a él haciendo que Draco se sienta mareado—. Charles dio todo por nosotros… yo no puedo… simplemente no puedo fallar otra vez.
—¿Silena? —preguntó Draco cuando la chica termina cayendo a su lado sentada, con ambas manos sujetando su rostro en caos.
Parece tensa, enojada, nerviosa y aunque no tienen un vínculo que lo diga, es fácil leer su comportamiento corporal.
Tal vez no debería estar aquí.
Tiene que volver a la lucha, sus amigos están luchando, Draco tiene que ir con ellos, pero su cuerpo está demasiado cansado todavía; tampoco puede dejar a Silena sola.
Esta gira a verle con el rostro desesperado.
—¿Qué debo hacer Draco? —pregunta casi al borde de las lágrimas.
—No entiendo qué sucede, todos estamos luchando, tenemos que luchar, si tan solo hablo con Clarisse.
—Yo soy el traidor. —Las palabras de Silena lo dejan congelado, mira a la chica con ojos incrédulos, mientras esta solamente suelta el llanto—. No quería serlo, pero Luke… yo… es mi culpa, la muerte de Lee, de Michael, de Charles… es mi culpa solo es mi culpa, lo siento tanto yo… yo no quería esto, yo no quería que esto fuera así —dice mientras sujeta su camisa con fuerza y lágrimas desesperadas salen de su rostro.
Nunca pensó que un hijo de Afrodita pudiera verse mal.
Pero en este instante el rostro de Silena lleno de amargura, con el maquillaje corrido y un poco de locura en sus ojos hizo que Draco se quedara simplemente en shock.
Debería decir algo.
Cualquier cosa.
El recuerdo del cuerpo de Michael cayendo muerto a su lado en el río, hace que se muerda el labio con fuerza antes de maldecir a Silena, el recuerdo de los chicos que han entrenado con él, Castor, Lee, Charles; tiene que usar toda su fuerza de voluntad para no decir algo en el calor del momento del cual se pudiera arrepentir más adelante.
Parece no ser necesario.
Porque el rostro de Silena está aún más destrozado que antes cuando entierra su rostro en su pecho llorando desconsolada.
¿De quién es la culpa?
Draco recuerda todos esos momentos donde pensó que Silena ocultaba algo, había intentado hablar con ella en el pasado, pero en realidad nunca hizo un esfuerzo realmente activo para descubrir qué había pasado; lo cual también lo hizo culpable.
Luke.
¿Por qué siempre era Luke?
—Yo… —No sabe qué decir, debería decir algo, pero en este momento no tiene realmente nada positivo que decir.
La risa sin energía de Silena lo congela, cuando levanta el rostro es bastante doloroso de ver. Aún puede recordar a la chica linda que estaba ahí en sus primeros veranos, siempre sonriendo y ayudándole para vestirse, siempre dispuesta a escucharlo y que disfrutaba de ir a pegaso con él.
Draco se odia.
Porque esa sonrisa ya no está en su rostro y cualquier brillo en sus ojos parece haber desaparecido.
—No digas nada Draco, nada que digas no es algo que no hubiera pensado antes —dice con fría amargura, pero con una calma que lo hace sentir bastante impotente—. No puedes decir nada que no me haga odiarme más de lo que ya hago. —Sus dedos aprietan con fuerza sobre su camisa y siente un poco sus uñas incrustarse en su piel, solamente la mira sin decir nada—. No hay nada que nadie pueda decir que me saque de esta maldita miseria donde yo misma entre, sé que soy una traidora, sé que soy una asesina, no hay nada en este mundo que me haga odiar más mi existencia de lo que ya lo hago, no hay absolutamente nada que me haga sentir peor porque simplemente ya no hay donde caer más profundo… ¡ABSOLUTAMENTE NADA! —grita en su cara con el rostro lleno de enojo y desesperación.
No hay nada más por unos segundos, solo una respiración cansada y agitada de parte de la chica, mientras que el rostro de Draco solo admira a la chica romperse frente a él.
Quiere odiarla.
Realmente quiere odiarla por todo lo que representa.
Piensa un momento en su padre, en este rechazando ser un mortifago por él, piensa en cómo había dado vuelta a una vida que sin duda alguna vez siguió con orgullo. Al igual que Silena de alguna forma era un traidor, en su momento había servido al mal, pero logró redimirse y Draco no quiere pensar en cuántas muertes puede haber en la espalda de este.
Silena sigue ahí, viéndose desesperada, jadeante, como si estuviera lista para gritar más insultos a ella misma si decía algo.
Una hija de Afrodita que se odia.
Levanta sus manos, acariciando las mejillas de Silena que parece en shock cuando Draco sonríe y aunque sabe que no debería hacer esto, simplemente no puede odiarla. Piensa en todos los momentos con la chica que bien pudo ser una hermana mayor para él, como la había admirado y la que con tanto deseo muchas veces había querido imitar.
—Puede que todo se vea mal Silena y sin duda hay muchas disculpas que hacer, mucha gente puede que nunca te perdone, pero mírame, a los ojos —dice con firmeza que parece congelar a esta en su lugar—. Estoy de tu lado en este momento, vamos a darle vuelta a esto y aunque no podamos llevar a la cabaña de Ares con nosotros, volveremos a luchar; hiciste las cosas mal, pero aún hay tiempo para cambiar tu futuro. —Piensa un poco en sus siguientes palabras—. Estoy decepcionado, sí, pero no te odio, no podría odiarte aunque debería y siempre escúchame bien, serás como una hermana mayor para mí y como tu hermano menor voy a apoyarte para que salgamos de esto… este campamento es mi familia y no abandonamos a la familia —dice con suavidad esperando poder llegar a la chica.
Quien solo se queda paralizada ante sus palabras, antes que sus ojos brillen con algo que no tenía antes, esperanza.
Antes de soltar a llorar sujetándose de Draco de forma desesperada.
Llora, por lo que parece mucho tiempo y mientras lo hace en los brazos de Draco, no puede evitar sorprenderse de lo mucho que ha crecido desde el niño que Silena tenía su regazo hasta ahora.
Llora.
Solloza.
Resopla.
Draco siente el deseo de asesinar a Cronos por hacer que sus seres queridos sufran así.
.
.
Draco deja a Silena un poco más tranquila en su lugar, aunque parece estar un poco relajada, hay algo en su mirada determinada que le preocupa; parece tener una idea. Sospecha un poco cuando dice que es su turno de hablar con Clarisse y esta lo anima, piensa que es por el momento que pasaron, pero algo cosquillea en su nuca. Piensa hablar rápidamente con Clarisse, quien, aunque parece reticente, termina aceptando irse con él a solas; claramente parece lista para apuñalarlo y Draco aún sigue jodidamente cansado. Van al campo de entrenamiento esperando que nadie los interrumpa, aunque con solo la cabaña de Ares donde todos parecen tensos y nerviosos, supone que no tendría que preocuparse de eso.
Prefiere prevenir.
La mayoría de las personas del campamento se han marchado y las criaturas también, han ido apoyar a los campistas a la lucha y Draco quiere que Clarisse se una a la lucha.
Necesitan su fuerza.
Tienen que irse ahora, pero al igual que Percy debe estar luchando ahora mismo en el frente, tiene que usar sus palabras para poder obtener más tropas.
—No digas nada Malfoy, no pienso ir a la lucha, la cabaña Ares ya tomó una decisión, no seremos nuevamente avergonzado y que nos roben la gloria. —Clarisse claramente es sin duda, uno de los más grandes retos a la hora de negociar.
No puede ir con las ramas, esta no disfrutara de charla sin sentido, pero también ser demasiado directo no es la solución a este problema.
Ha convencido a Lucius Malfoy.
Ha dialogado con el propio Hades.
Una vez logró que su padrino Severus no le quitara puntos luego de encontrarlo en la madrugada deambulando por su cuenta luego de entrenar.
Ha practicado para momentos como este.
—Ocupamos a la cabaña de Ares, estuve en el campo de batalla, te necesitamos a ti Clarisse La Rue. —Se mantiene firme, puede ver como algo en el rostro de la chica parece suavizarse solo un poco ante sus palabras, no lo suficiente, pero es un inicio alentador—. Todos los que están luchando son semidioses, pero solamente la cabaña de Ares tiene la fuerza suficiente para poner esta balanza a nuestro favor.
—Debieron pensarlo antes, solo hasta ahora, luego de que todas las cabañas se burlaran de nosotros, que la propia cabaña de Apolo nos quitara nuestro botín.
—Son idiotas, ellos saben que son idiotas, todos somos idiotas.
—Debieron pensarlo, debieron actuar, debieron…
—¡Michael Yew está muerto! —grita con todo el sentimiento que puede, la boca de Clarisse se cierra y sus ojos se abren incrédulos, ahí, por un instante, puede ver un poco de culpa en sus ojos y Draco se aferrará desesperadamente a esta para obtener su logro; puede que aun no pueda ser tan bueno como su padre para hacerlo con dignidad, pero luchará, aunque pierda la suya por sus amigos—. Y más semidioses morirán si no nos ayudas.
La ve dudar, cruzar sus brazos como si quisiera protegerse, pero sigue siendo tan terca o más que Draco a la hora de esta negociación.
No va a ser fácil.
No importa.
Draco la va a convencer, simplemente no hay otra forma de hacerlo, tiene que ir con ellos.
—No lo entiendes, ser una hija de Ares, ser hijos de Ares, es algo que no entiendes porque no eres reclamado. —Ahora está a la defensiva y ese golpe, es bueno.
Piensa en Zeus.
En el olimpo que se había negado a reconocerlo y no puede evitar pensar en este con amargura. Porque Clarisse tiene un punto, uno bastante doloroso, pero que es verdad; su padre del olimpo no lo reclamó. Hestia sin duda es agua bendita contra una herida punzante, alguien que dio todo por él y que se ha ganado su respeto, pero el odio y resentimiento a su padre por no reclamarlo está ahí.
Nunca sabrá que es hacer todo porque tu padre te reconozca.
Porque Draco no quiere eso de Zeus, él quiere verlo humillado y derrotado por él, que vea que sus palabras no se convirtieron en realidad.
Que vea su grandeza.
Pero de forma muy diferente a la que Clarisse quiere con su padre.
Ella quiere que él la vea, quiere ser reconocida por él, quiere ser amada por él.
Draco no quiere eso.
—No y nunca lo sabré —admite provocando que Clarisse lo vea incrédula y Draco solo ve al suelo amargo—. Sé quién es mi padre, pero este juró no reclamarme, me odia y probablemente intentó asesinarme algunas veces, así que no, jamás comprenderé lo que sientes por Ares.
—Entonces tú no sabes…
—Pero no te pido esto, no te pido gloria, no te pido luchar por el olimpo —demanda Draco rápidamente deteniendo a una sorprendida Clarisse, pone una mano en su pecho—. Te pido que luches por el campamento, por nosotros, por cada una de las personas que han estado contigo cuando tu padre no estuvo, por tu verdadera familia.
—Ares.
—¡NO ESTA AQUI! —grita Draco desesperado. Clarisse lo ve enojada, pero él sigue—. No está aquí y si quieres que la gloria sea para él, tienes razón, no te entiendo. —Sus puños se aprietan antes de ver a la chica impotente—. Pero nosotros estamos aquí, el campamento, mestizos, primos lejanos que aunque a veces seamos idiotas estamos aquí presente… personas con las que has crecido, personas que has visto desde que eras niña, hay niños Clarisse, niños pequeños asustados en la ciudad en medio de una guerra que hemos entrenado aquí juntos que podrían morir si no hacemos nada —añade con el rostro preocupado.
Piensa en Will o Lacey, niños como Monica o Alejandro, Cecil, Lou, Kayla… aún son tan jóvenes y están luchando mientras ellos están aquí discutiendo por algo tan estúpido.
Tal vez debería irse solo.
Tiene que luchar, al menos mientras ellos sigan luchando, tiene que ir con ellos, pero si no lleva a la cabaña de Ares será una lucha perdida.
Pero prefiere morir con ellos que estar aquí a salvo.
—Draco…
—Te daré toda la gloria —dice casi ahogado, Clarisse levanta una ceja deteniéndose otra vez—. Convenceré a Percy que te de toda la gloria cuando todo termine, sé que puedo hacerlo, pero por favor ven con nosotros… simplemente te necesitamos y si tengo que llevarte arrastrada.
—Me gustaría verte intentarlo.
—Lo haré.
—No es necesario, iré.
Draco se queda congelado viendo a Clarisse, quien voltea el rostro levemente sonrojada antes de bufar por lo bajo y restregarle la cabeza a Draco quien no se puede mover o detenerla de la sorpresa. Entonces cuando los ojos de la chica indican que no piensa decir nada más y Draco simplemente no necesita nada más, sonríe casi sin aire.
Irá.
Clarisse irá.
Y si ella va.
Toda la cabaña de Ares ira.
Sonríe de forma, probablemente patética por la sonrisa burlona de Clarisse que comienza a caminar con el mentón en alto; va hacia la cabaña de Ares para invocar a sus hermanos y Draco está por apretar el puño al cielo cuando un apresurado Chris Rodríguez (alias novio de Clarisse y hombre con los mayores huevos del campamento, palabras de Conor no suyas) llega de la nada.
Rostro con pánico al verlos.
—Tenemos un problema —rápidamente dice cuando los ve, Clarisse solamente bufa.
Draco traga saliva inquieto.
—Olvídalo Chris, el palillo de tienes me convenció para ir, nos vamos de inmediato.
—Ese es el problema.
Clarisse frunce el ceño antes de ver a Draco que se encoge de hombros igual de confundido, pero cuando los tres van a la cabaña de Ares, no encuentran a nadie, todo se encuentra vacío; también ha desaparecido la armadura de Clarisse.
Mierda.
Espera un momento.
—¿Dónde está Silena? —pregunta Draco cuando el silencio del campamento es incluso peor ahora, a lo cual Chris solamente se restriega el rostro con su mano frustrado.
—Creo que ella robó la armadura de Clarisse.
Sí.
Están muy, pero muy jodidos.
.
.
Había sido un caos entre los tres, cuando corrieron a los establos no habían pegasos para utilizar, se habían llevado las camionetas y solamente quedaba el carro volador que había sido el inicio de toda esta estúpida disputa. Los tres se montaron sobre este antes de comenzar a volar esperando llegar para ayudar a los de la cabaña de Ares, pero no importa que tantos minutos tomaran, la verdad es que no parecían verlos y eso hizo que Draco se preocupara.
¿Y si llegaban tarde?
Apretó con fuerza parte los puños, mientras que Clarisse comenzaba a volar con mayor velocidad.
No estaban cerca de la lucha todavía, aunque Chris intentara manejar la niebla a su alrededor, aunque nadie los viera.
Aún estaban tarde.
Si tan solo pudieran estar ahí y… podían.
—Tengo una idea —habla Draco sujetándose de la espalda de Clarisse para no caer al suelo con la velocidad que iba este carro.
Se preocupaba que tanto duró su charla con Clarisse, para que Silena, si fuera el caso, tomara el control de la cabaña de Ares para llevarlos a la batalla y todos se hubieran ido sin darse cuenta. Bueno Draco sigue en recuperación y probablemente todavía esté algo mareado, pero ese no es el punto ahora que hay personas en peligro.
Clarisse le pasa las riendas a Chris, quien chilla antes de tomarlo y aunque el carro se tambalea en el cielo, se estabiliza antes que todos caigan a una posible muerte segura.
¿Qué clase de carro era este?
—Habla Malfoy —gruñe Clarisse.
—Puedo aparecerme, aunque probablemente quede inconsciente algunos minutos y ocuparé que cuides mi culo, pero creo que puedo llevarte conmigo más rápido a la batalla —anuncia el chico, no había querido hacerlo solo antes para no interrumpir, pero si iba con Clarisse, bueno podría no morir de inmediato.
La chica lo ve con dudas, pero el propio Draco sabe que el tiempo se les acaba, así que cuando Clarisse asiente y ambos convencen a Chris de llegar por su cuenta; el cual sigue luciendo un poco pálido mientras conduce, esperan que no muera estrellándose en algún lugar.
Mientras Clarisse lo sujeta de la cintura, como si fuera una especie de perro o animal, Draco se concentra en sus vínculos; por un momento el hilo rojo parece estar ahí tentándolo a tomarlo, pero no puede. Piensa en ir donde Percy, pero no lo hace, toma el hilo amarillo con el recuerdo del cuerpo de Michael cayendo por el puente, antes que use la magia dentro de su cuerpo.
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Cae sobre su rostro, agitado, incómodo, mareado y con ganas de vomitar; mientras a su lado Clarisse cae ágilmente solo luciendo un poco confundida por ser la primera vez que utiliza la aparición con él. Hay gritos por todos lados, lo que había esperado, pero cuando unas manos lo ponen sobre sus rodillas, Draco no puede más que sonreír con ternura al ver el rostro de Will. Entonces el rostro del chico realmente cala dentro de él, sus mejillas algo hundidas, sus ojos rojos y la falta de brillo de su cabello, mientras lo toma entre sus brazos sin pensarlo drenando toda la magia de Apolo en su cuerpo para curarlo.
Lo toma de la muñeca intentando detenerlo, aunque no puede más que sentir alivio a la hora de sentir menos dolor.
Pero igualmente es descuidado.
—No, Will, no tienes que usar tus poderes descuidadamente —gruñe, aunque ya es tarde porque el trabajo está hecho y cuando se pone de pie se siente mucho mejor.
Mira a Will preocupado, este se incorpora, algo tambaleante y apenas atrapado por Draco para mantenerlo estable. Están en medio del primer piso del Empire State que parecía funcionar como una enfermería provisional, muchos campistas se encuentran ahí luciendo bastante heridos y menos de la mitad de campistas de Apolo parecen haber tomado la idea de hacer esto como una enfermería provisional.
Todos parecen cansados.
Incluso hay algunas cazadoras por aquí recibiendo atención.
—No puedo luchar, soy un pésimo guerrero, así que voy a salvar a todos aquí… yo… Michael ya no está, así que estoy a cargo ahora. —Las palabras de Will hacen que sienta un shock en su cuerpo, el recuerdo de Michael cayendo desde el puente o el de Lee muerto en la batalla del laberinto golpean su cuerpo.
Había otros campistas de Apolo, pero no eran tan mayores o con tanta experiencia como Will, Draco tragó saliva antes de sentirse inquieto.
¿Cuántos años tiene Will?
13.
No es que Draco sea mucho mayor que este, con apenas 15 años no es que viviera mucho más que Will, pero la idea de que su adorable amigo que es como un hermano para él, sea líder de cabaña porque sus hermanos mayores murieron es simplemente un golpe demasiado fuerte.
Voltea a ver a Clarisse, que tiene un rostro lleno de amargura y culpa, pero ninguno dice nada.
Ambos demasiado ahogados para escuchar los gritos de lucha.
—¿Qué están esperando? —dice Will, provocando que la hija de Ares y el hijo de Zeus salten sorprendidos—. No puedo luchar, pero ustedes tienen que ir ahí, cuidar a los demás y si salen heridos vuelven aquí para que los vuelva arreglar —declara en tono autoritario aunque se nota cansado, pero está firme, antes que Kayla grite por ayuda y Will se marche para ayudar a su hermana menor.
Tanto Clarisse como Draco se ven otra vez de reojo.
No lo dicen.
Pero ambos están sorprendidos y de buena manera.
Entonces un rugido que parece hacer todo el lugar retumbar hace que ambos chicos salten antes de ir a la salida, la lucha sigue cada vez más cerca de este lugar y no solo porque es el trono de los olimpos tiene que protegerlo, sino porque sus amigos están ahí.
Cuando salen lo ven.
Hay que explicar algunas cosas: hay dragones, y hay drakones.
Los drakones son varios miles de años más viejos que los dragones, y mucho más grandes. Se ven como serpientes gigantes. La mayoría no tiene alas. La mayoría no escupe fuego (cree que algunos sí). Todos son venenosos. Todos son inmensamente fuertes, con escamas más duras que el titanio. Sus ojos pueden paralizarte; no el tipo de parálisis «volverte de piedra» como Medusa, sino del tipo: «Oh, dioses, esa enorme serpiente va a comerme», que es casi igual de mala.
Recuerda el dragón que enfrentó Potter en la primera prueba del torneo el año pasado.
Sí.
Eso era un chiste comparado a esto.
Draco sabe que tenían clases de pelea con drakones en el campamento, pero no había manera de prepararte para una serpiente de casi cien metros de largo, tan gruesa como un autobús escolar deslizándose por el costado de un edificio, sus ojos amarillos como faros para niebla y su boca llena de dientes afilados como navajas tan grandes como para comerse a un elefante.
Casi le hizo extrañar a los hombres lobo.
Mientras tanto el ejército enemigo avanzaba por la Quinta Avenida.
Los campistas habían hecho su mejor esfuerzo para empujar los autos fuera del camino y mantener a salvo a los mortales, pero facilitaba que sus enemigos se acercaran.
Había centauros fiesteros, nerviosos, los campistas ni siquiera los notaron al ver paralizados el enorme drakon y no iba a culparlos. El propio Draco admiraba todo con la boca abierta y cierto grado de terror, que la maldición de Aquiles en su interior o la maldición de Patroclo jamás podrían calmar.
¿Cómo verga se mata esa mierda?
—Bien, tú vienes conmigo Malfoy, vamos a matar eso —declara Clarisse cruzada de brazos, con poca seguridad y mirada dubitativa.
Draco la ve incrédulo.
No.
Eso sí que no.
Él no iba a luchar contra eso.
Da media vuelta listo para huir, pero Clarisse lo detiene del brazo antes de comenzar arrastrarlo.
Oh maldita sea.
Esto iba a doler.
Continuará…
Bien cada vez más cerca del final de esta lucha, pero sin duda toda una experiencia escribirla. Muchas cosas se repiten, muchas muertes continúan ahí, pero lo que más me encanta es como algunas cosas han cambiado de manera.
Me duele por Will.
Me duele por Silena.
Este capitulo realmente dolió por algunos golpes cerca de casa, pero para mis niños no queda más que seguir luchando.
