Dalila acababa de terminar de comer lo que Juan había llevado al sótano en una bandeja, en un primer momento no deseaba comer, temía que algo de la comida estuviera envenenada o algo así, pero el hambre había sido más fuerte, no notó nada extraño en la comida, el pan estaba un poco seco, pero el agua fresca solucionó ese problema y la manzana era dulce y jugosa. La joven estaba sentada, mordisqueando lo que quedaba de la fruta cuando la puerta se volvió a abrir.

-Veo que has decidido comer.- dijo el zorro bajando esta vez con su compañero felino.

Juan cerró de nuevo la puerta y guardó nuevamente la llave en el bolsillo de su pantalón.

-¿ahora vas a decirme que la manzana estaba envenenada?- dijo con desdén y sarcasmo la joven volviendo a morder de nuevo la fruta.

-Sí y solo despertarás de su maleficio con un beso de amor verdadero.- bromeó el zorro con desgana siguiéndola el juego antes de cerrar la puerta y ponerse frente a la muchacha.

-¿qué queréis?-

-Oye, yo no soy como quien te ha secuestrado, me da pena que estés sola aquí abajo, así que he pensado que tal vez podrías divertirte un poco.- entonces el animal de pelo rojizo puso sobre la mesa un objeto rectangular.

-¿Una baraja de cartas?- dijo ella reconociendo una baraja francesa de juego.

-Podríamos pasar un rato jugando, ambos ganamos, tú te distraes y yo te vigilo, ¿qué me dices?-

-¿También quieres apostar?- dijo ella arqueando una ceja.

El zorro la miró sorprendido, no había pensado en ello, pero, tal vez si hablaba con ella y conseguía algo valioso, el cochero pagase bien por la información obtenida.

-Está bien, me gusta la idea.- dijo el zorro animándose, quería distraer a la chica y vigilarla, pero estaba empezando a ser divertido.- ¿Qué propones?-

-Jugaremos cinco manos, si yo gano te hago una pregunta y tú respondes, si yo gano tú me preguntas y yo respondo.-

-Hecho.- Juan barajó rápidamente las cartas y repartió cinco a cada uno de ellos, Dalila levantó sus cartas y miró no eran muy buenas: un seis de picas, un siete de corazones, la reina de tréboles, el cinco de diamantes y el nueve de picas, pero aun así había posibilidades cinco, seis, siete y nueve, si descartaba la reina tal vez tendría escalera. Así que eso hizo, descartó a la reina, pero no tuvo suerte y la carta sustituta resultó ser un diez de corazones.

-Nada.- respondió ella dejando sus cartas a la vista-¿tú?-El zorro sonrió mostrando una doble pareja: una pareja conformada por el dos de corazones y el dos de tréboles, y otra formada por el seis de corazones y el seis de tréboles. -Está bien...¿Qué quieres saber?-

-Sé que los policías cambian de turno las patrullas y dejan un margen de actuación a los ladrones porque las calles no tienen vigilancia...¿Cuál es el horario?- Ella rondó los ojos.

-Cambian justo a mediodía y tardan en organizarse diez minutos, salen desde la zona norte del pueblo; más tarde cambian a las seis de la tarde y siguen el mismo patrón, por último los guardias nocturnos tardan algo más, veinte minutos, desde las ocho a casi las ocho y media, cuando ya no hay prácticamente nadie en la calle y a partir de medianoche se quedan en comisaría salvo que les llamen para una emergencia.-

El zorro volvió a repartir las cartas tras barajar y cortar, cinco y cinco, Dalila volvió a recoger las suyas y las miró: dos ochos, de corazones y de picas; dos reyes, de corazones y tréboles quinta carta era el nueve de tréboles. Descartó la última carta, pero no hubo suerte y obtuvo el dos de corazones. Juan descartó tres de sus cartas y la joven pudo ver una mirada de decepción al revisar sus cartas nuevas.

-Pareja de jotas.- dijo el animal mostrando dos J, de tréboles y de corazones.

-Dobles.- dijo ella poniendo sobre la mesa su pareja de reyes y su pareja de ochos.- ¿por qué has aceptado participar en mi secuestro?-

-Por dinero, nada más, ya te lo dije, no soy yo quien desea hacerte daño. Solo cumplo órdenes.- Una vez más Juan repartió cartas y la joven comprobó las suyas.

Esa tercera ronda también la ganó Dalila, con un póquer de cuatros frente al full de Juan, compuesto por un trío de seises y una pareja de nueves.

-Eres buena.- dijo Juan.- Dime...-

-Eres el único zorro que he visto en el pueblo ¿Y tu familia?- Juan suspiró con una mirada triste.

-No lo sé, ni siquiera quiénes son, me crié en un orfanato a unos pueblos de aquí, por lo que dijeron las cuidadoras del sitio, una noche de invierno me dejaron en la puerta dentro de una cesta siendo un bebé recién nacido, crecí toda mi vida en el orfanato, no lo recuerdo, pero Gideon y yo somos amigos desde que tengo memoria, nos criamos en ese mismo lugar y cuando aún éramos unos críos decidimos escaparnos pensando que podríamos ganarnos la vida siendo artistas callejeros.- Volvió a repartir las cartas, la joven sintió un leve arrepentimiento por su pregunta y lástima por la respuesta, Dalila descartó dos, él una y su jugada final consistió en una victoria del zorro con un trío de treses frente a dobles parejas de reyes y reinas de Dalila.

Juan pasó la mano por su hocico dudoso, solo quedaban dos rondas más y quizá esa fuese la última pregunta que pudiera hacerla, tenía que pensarlo bien.

-Cuando vuelvas a casa... ¿Qué vas a hacer? ¿Nos delatarás?-

-Debería.- admitió ella con algo de enfado.- pero... solo sé que estáis obligados por las órdenes de alguien más... y parece que tenéis miedo a quien os ha ordenado retenerme … No sé.- Juan recogió las cartas, las barajó y repartió cinco cartas para la última ronda.

El resultado final fue menos espectacular de lo que esperaban, ella ganó con una simple pareja de tréboles y Juan agotó su suerte sin conseguir ninguna combinación en sus cartas. Dalila miró a su alrededor, el lugar era oscuro y triste, desde que llegó allí su corazón estaba alterado y su cabeza confusa, no sabía dónde estaba, no sabía quién la retenía allí.

-Si quien me retiene aquí no consigue lo que quiere...¿qué hará conmigo?- El zorro abrió los ojos y la dedicó una mirada de profunda tristeza, la joven tenía la edad suficiente como para que en su cabeza se dibujaran diversas opciones a su pregunta, cada una peor que la anterior.

-No lo sé... de verdad que no tengo ni la más mínima idea.-