Parte 13
¡Advertencia este capítulo contiene Lemon!
Harriet regresó sola al área VIP, lo que preocupó a Storm al no ver a Cruz por ninguna parte, así que decidió acercarse a la joven para averiguar qué había sucedido.
-¿Dónde está?. -Preguntó Storm con tono serio.
Harriet lo miró, ligeramente desconcertada, pero pronto comprendió a quién se refería.
-Cruz se quedó con una chica que acabamos de conocer. Intenté traerla, pero ella no me lo permitió.
Eso alarmó a Storm.
-¿La dejaste sola con una desconocida?.
-Estuvimos hablando un rato con ella, no es tan desconocida. Además, Cruz no objetó y parecía estar pasándosela bien.
-No seas un novio paranoico y deja que socialice. -Intervino Tim, quien había escuchado la conversación.
Storm lo ignoró y fue en busca de Cruz. Harriet comenzó a sentirse culpable por haberla dejado sola, especialmente al descubrir que eran pareja. Intentó seguirlo, pero Tim la detuvo sujetándola de la muñeca.
-¿A dónde vas?.
-Voy a indicarle en dónde esta Cruz.
-Deja que vaya solo.
-Tim, dejé sola a Cruz con alguien que acabamos de conocer. No lo pensé, pero ¿y si esa chica no tiene buenas intenciones?. Entiendo por qué Storm está así.
-Harriet, no seas pesimista.
-Si yo estuviera en su lugar, ¿qué harías?.
-Iría a buscarte, cariño. -Dijo, tomando la mano de su novia y acariciándola. -Ahora vamos a comprobar que Cruz esté bien y luego volvemos.
Harriet sonrió satisfecha por el comentario mientras comenzaban a caminar. Luego, mencionó.
-Creí que Storm era un mal tipo, pero parece ser todo lo contrario al estar tan pendiente de su novia.
-No lo conoces, es un verdadero idiota.
A Tim no le caía bien Storm, pero esto no siempre fue así. Anteriormente, eran cercanos y entrenaban juntos en el mismo equipo, pero se distanciaron después de un incidente.
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Samir sabía que contaba con cierto tiempo antes de que se pasara el efecto de la droga, pero ella insistía en bailar y verla hacerlo era tan sensual que aprovechó para acercarla a su cuerpo y tocarla. Cruz disfrutaba de la música, tropezaba por momentos, reía y soltaba suspiros placenteros al sentir las caricias y los besos que recibía.
Él disfrutaba de acariciar las piernas bien torneadas de la chica, deslizando suavemente los dedos bajo la falda hasta rozar su entrepierna. Después, con delicadeza, tomó su barbilla y giró su rostro para regalarle unos cuantos besos húmedos en el cuello, seguido de un ligero mordisco en el lóbulo que la hizo soltar un gemido contenido. La excitación en él crecía, anhelando poseerla en ese mismo instante. Así que con voz sensual, le susurró al oído.
-Vamos a mi auto, princesa. Es hora de jugar y divertirnos.
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Al no encontrar a la supuesta fan ni a Cruz donde esperaban, los tres buscaron desesperadamente entre la multitud, sin éxito.
Harriet se subió a una mesa para tener una mejor vista. De repente, notó algo y saltó sobre Tim para bajar rápidamente, luego se acercó a Storm.
-Ven, rápido. Me pareció verla cerca del pasillo que lleva a la salida.
Ambos se apresuraron a abrirse paso entre la multitud. Estando ya cerca, Storm pudo ver cómo alguien conocido tomaba a la castaña de la mano y la guiaba hacia la salida. La mirada gris de Storm se encontró con la mirada oscura de Samir, quien le dedicó una sonrisa victoriosa y cínica mientras se llevaba a su amada fuera de su alcance.
Storm estaba realmente molesto, necesitaba llegar a ella y entender por qué estaba con él, ¿Acaso lo hacía como respuesta a su coqueteo con otra chica?. No, eso era imposible, ella no era así.
Avanzó a paso acelerado, dejando atrás a Harriet. Una vez fuera, comenzó a buscarla con desesperación.
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Samir estaba a punto de alcanzar su objetivo, sonreía con satisfacción y se vitoreaba a sí mismo, hasta que sintió cómo la mano de Cruz se soltaba de su agarre. Al voltear, maldijo en voz baja, Storm lo miraba con aborrecimiento. Sin previo aviso, su adversario lo agarró del cuello de la camisa y lo empujó con fuerza contra la pared.
El chico no entendía cómo lo había alcanzado tan rápido, estaba incrédulo, ya que sabía por dónde escabullirse para salirse con la suya. "¡Maldito!", pensó, le había arruinado el plan. Ahora debía zafarse de ese agarre. Le mostró una amplia sonrisa sacarrona para provocarlo y añadió:
-Stormy, qué grosero. Deberías darme las gracias por cuidarla. Ella no está en sus cinco sentidos y cualquiera podría aprovecharse.
-¡Te voy a matar!.
-Tal vez en otra ocasión. -Respondió Samir, soltando una risa burlona. -Creo que tu chica no está en condición de quedarse sola.
Storm se giró hacia donde había dejado a Cruz, pero ella ya no estaba. En ese momento de distracción, Samir se soltó de su agarre y lo empujó.
-¡Maldito hijo de puta!. -Gritó enfurecido.
Al considerar que la castaña parecía estar ebria, ahora tenía que elegir entre dos opciones: ir tras Samir y arriesgarse a que otro depredador se llevara a Cruz, o encontrarla y asegurarse de que estuviera a salvo. Optó por la segunda opción y comenzó a buscarla.
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Harriet encontró a Cruz y, feliz de verla, la abrazó. Al ver a Storm a lo lejos, llamó su atención y jaló a la castaña de la mano para acercarse más rápido a él. Sin embargo, en un descuido, perdió el equilibrio y ambas cayeron al suelo.
Tim, que había presenciado la escena, se acercó y preguntó sobresaltado.
-¿Están bien?.
Su novia estaba molestada por el dolor del golpe, mientras que Cruz, en cambio, se reía en el piso como si ese momento hubiera sido muy divertido. Storm se acercó rápidamente y, junto con Tim, ayudaron a las chicas a levantarse.
Estando de pie, Cruz se tambaleó un poco, chocó contra el pecho de su amado y se restregó mientras comenzaba a ronronearle. Luego alzó el rostro y lo miró a los ojos. Storm notó que tenía las pupilas dilatadas. En verdad estaba ebria, pero no entendía cómo había sucedido.
-¿Está ebria?.
Preguntó Tim, sacando a Storm de sus pensamientos.
-No debería estarlo. Solo la vi beber del vaso que le dio Danny.
-Qué fijado. -Dijo Tim.
-Cuando estuvo conmigo no tomó alcohol, pero tal vez cuando estaba con esa chica tomó algo fuerte. -Añadió Harriet.
Cruz se acercó más al cuerpo de su novio, tomó su rostro y lo besó de manera demandante. Bajó las manos e intentó abrirle la camisa negra, tomando a Storm por sorpresa. Luego él interrumpió el beso y sujetó sus manos
-¿Estás loca?, No hagas eso.
-Ahora estoy celoso. -Mencionó Tim, luego volteó a ver a su novia. -¿Por qué no me incitas de ese modo?. -Devolviéndole así el reclamo de hace un rato.
-No estés de joda, Tim. -Replicó Harriet con el ceño fruncido.
"Hora de irse", pensó Storm. No estaba de humor para tonterías. Se despidió de la pareja, entrelazó su mano con la de Cruz y comenzó a caminar hacia el auto. En el trayecto, ella se pasó a caer tres veces, así que decidió cargarla tipo nupcial, gran error. Ella soltaba risitas, lo acariciaba y le depositaba besos, incluso le preguntó dónde irían a jugar y divertirse.
-¡Maldita sea, por qué estacioné lejos!. -Musitó Storm.
Al llegar al auto, la bajó y abrió la puerta para que pudiera entrar. Intentó convencerla de que se subiera, pero Cruz se oponía, así que la empujó suavemente para que entrara.
La castaña llamó su atención haciendo una seña con su dedo índice para que se acercara. Él se aproximó con gesto de fastidio y ella lo atrapó de la camisa para darle un beso cargado de lujuria, mientras presionaba su cuerpo con fuerza contra el suyo. El joven abrió los ojos con sorpresa al sentir la mano de la joven en su zona íntima, ella lo estaba provocando y frotándolo allí mismo, a la vista de todos, sin importarle nada y sin pudor.
"El alcohol se le había subido a la cabeza", pensó Storm para justificar su extraño comportamiento. Ahora debía llevarla a casa pronto. Se separó de ella con dificultad y luego le habló con firmeza.
-Entra al auto y tranquilízate.
Ella se relamió los labios, le dedicó una sonrisa coqueta y obedeció. Storm subió al auto, encendió el motor y comenzó a manejar hacia su departamento. Durante el trayecto, Cruz le acariciaba la pierna o el brazo, se reía y le decía algunas cosas obscenas.
No habían recorrido mucho cuando ella, con dificultad, se quitó el cinturón de seguridad e intentó levantarse en el asiento.
-¿Qué haces?, ¡Siéntate!. -Le gritó.
Estacionó y se quitó el cinturón de seguridad. Estaba realmente sorprendido, ella estaba siendo muy imprudente.
-¡Maldita sea, Cruz!, ¡Ya, siéntate!. -Le volvió a gritar.
Ella sonrió, echó una risa jocosa y se subió sobre él.
-Ya estoy sentada.
-¡Pero no sobre mí, en el asiento del copiloto!.
Acunó sus manos en el rostro del chico, le dio un beso posesivo y comenzó a balancear las caderas sobre su regazo. Soltó su rostro y deslizó las manos bajo la camisa, acariciando con torpeza y dejando arañazos en el trayecto.
Storm soltó un gemido cuando ella comenzó a lamer, besar y morder su cuello. Lo que le estaba haciendo era una maldita tortura, quería respetarla, pero con ella frotándose, tocándolo y besándolo, no le estaba ayudando. Su autocontrol y paciencia eran casi nulos en ese momento.
-¡Detente, por favor!. -Logró articular en voz baja.
Ella intentó desabotonar el pantalón del chico, pero él la detuvo. Estaba demasiado excitado, deseaba tomarla ahí mismo, pero aún conservaba un poco de cordura, aunque no sabía cuánto más le duraría.
-Al menos deja que estacione en algún lugar donde no nos vean. -Respondió agitadamente.
-No me molesta que nos vean. -Se acercó a su rostro, lo besó y luego mordió juguetonamente sus labios.
Podía mandar al diablo todo y tomarla ahí mismo, pero si los descubrían sería una excelente nota para la prensa y los medios: "Rivales en la pista y amantes fuera de ella". Habría demasiada crítica y rumores, y lo que menos deseaba era afectar a su amada.
Encendió el auto y condujo con ella encima, buscó un lugar cercano y apartado para estacionar. Apagó las luces y el motor, luego la besó con deseo y pasión.
Bajó el cierre del vestido de su espalda y deslizó hacia abajo la tela estorbosa de la parte delantera, dejando al descubierto su hermoso pecho. Ella jadeó y echó la cabeza hacia atrás ante la sensación de esos dedos juguetones y esa lengua húmeda lamiendo insistentemente sus pezones.
Ese momento erótico se rompió cuando la espalda de Cruz se inclinó demasiado hacia atrás y estuvo a punto de golpear el volante. Storm se sobresaltó y con buen reflejo sujetó la espalda de la chica, evitando así tocar el claxon.
Cruz comenzó a reír, sin comprender la situación en la que se encontraban. Storm maldijo por lo bajo, ahora pensaba que había sido un error traer ese deportivo, ya que no era muy cómodo para esa situación. Aunque era excitante, no lo iba a negar, y había deseado por bastante tiempo hacerla suya en el auto. Ahora ella le estaba cumpliendo la fantasía que había rechazado rotundamente.
"Al diablo, ya se las ingeniaría", pensó. Le subió la falda y le rompió esas malditas bragas que ocultaban su anhelo.
-Levántate un poco. -Le ordenó para poder sacar su miembro de ese molesto confinamiento.
Ella se sujetó de los hombros del chico y alzó su cadera. Cuando esa virilidad estuvo al aire, se deslizó y disfrutó de sentir la dureza de ese miembro entrar y dejarla plena. Gemidos y suspiros salieron de sus bocas cuando ella marcó el ritmo con un vaivén rápido y un poco desesperado.
La chica atacó los labios de su amado con ansia, mientras una mano le clavaba las uñas en la piel de su hombro y la otra se enredaba en su cabello negro.
-¡Ah!, Cruz, tus movimientos... me están volviendo loco... ¡Dios!, más despacio. -Dijo con la respiración irregular y entre el beso.
La castaña no prestó atención y continuó con el mismo ritmo, por lo que Storm la obligó a disminuir la velocidad sujetándola de la cadera.
-Deja que te disfrute, cariño. -Murmuró agitado.
Después de terminar la frase, él comenzó a dejarle besos candentes en el cuello. Ella soltó quejas de placer y disfrutó de cómo esas manos masculinas recorrían su piel. Cada beso, caricia y roce continuo en sus senos la excitaban aún más.
-¡Dios, Jackson, cógeme más fuerte!. -Habló con una voz cargada de urgencia.
Él la agarró de las nalgas, las apretó hundiéndole las uñas, para luego levantarla y empezar a golpear en forma rápido contra su intimidad, haciendo que las penetraciones sean más profundas y placenteras.
La joven jadeaba y gemía fuertemente mientras sentía cómo su vientre se calentaba. Unas estocadas dieron justo en el punto exacto, haciéndola arquear la espalda y disfrutar de ese delicioso placer recorriéndole el cuerpo.
Aún unidos, Storm la acomodó en su pecho y la dejó descansar mientras la acariciaba. Cruz disfrutaba de cada roce en su piel descubierta, soltaba pequeños suspiros y ronroneaba. En un momento, levantó el rostro y lo miró lascivamente. Sostuvo la cara de su amado entre sus manos, lo beso y comenzó a mover las caderas de arriba abajo sobre ese miembro férreo.
-¡Amhh!, quiero más, dame más. -Suplico, con tono sensual entre sus labios, mientras poco a poco aceleraba sus movimientos.
La droga había incrementado su libido, y en medio de su euforia, anhelaba sentir más placer.
Él ladeó la cabeza para evitar los besos, se mordió el labio y la detuvo una vez más. Ese exquisito movimiento de caderas y la sensación de estar atrapado en ella eran gloriosos. Si continuaba así, pronto llegaría al clímax, y no deseaba eso, así que decidió tomar el control.
-Claro que te daré más, mi amor, pero ahora me toca estar arriba.
La levantó de la cintura y, con un poco de esfuerzo, la acomodó en el asiento del copiloto. Se quitó la camisa húmeda, dejando a la vista su torso bien marcado, y reclinó el asiento hasta donde pudo. Luego, bajo su pantalón y el bóxer, se acomodó entre las piernas de Cruz abriéndolas y dejándolas una a cada lado de su cadera, tomó su virilidad y comenzó a rozar esa entrada bien lubricada, para luego alinear su miembro contra su intimidad y arremeter contra ella.
-¡Oh, Dios mío, Jackson!, ¡ah!, ¡más!... ¡más!... ¡por favor, más!...
La joven, deseaba intensificar ese contacto íntimo, así que envolvió sus piernas alrededor de la espalda baja del chico. Sus besos eran desesperados y hambrientos, sus caricias eran de forma arrebatada, dejándole arañazos en los brazos y la espalda. Storm estaba disfrutando de lo desenfrenada, desinhibida y exquisita que estaba siendo su novia. Sabía que estaba mal disfrutarlo, y menos en su condición, pero no podía desaprovecharlo.
Se separó de ella un momento para acomodar uno de sus tobillos sobre su hombro y comenzó de nuevo a penetrarla con movimientos parsimoniosos. En ese lapso, pudo apreciar lo increíblemente sensual que se veía, con el cuerpo perlado de sudor, la piel marcada exclusivamente por él, y esos maravillosos gemidos de placer que emanaban de sus seductores labios.
-¡MÁS RÁPIDO!. -Ordenó la castaña.
Una sonrisa lenta y peligrosa se dibujó en el rostro de Storm. Aumentó la intensidad de sus embestidas, haciéndolas más rápidas y profundas.
La respiración de Cruz se aceleraba y el calor de su cuerpo se intensificaba. Gimoteaba y se estremecía mientras la boca de Storm besaba, lamía, mordía, y amamantaba apasionadamente sus pechos, todo ello sin dejar de embestirla.
-Más, por favor, ¡no te detengas!. -Intentó aferrarse a él, pero al no lograrlo, comenzó a clavar las uñas en el asiento.
La chica estaba cerca de tocar el cielo, sentía su cuerpo erizarse y experimentaba una serie de escalofríos por su columna mientras se retorcía bajo el cuerpo del chico. En un momento de éxtasis, gritó, arqueó la espalda y sintió cómo su cuerpo se contraía de placer.
Storm dio unas cuantas embestidas más antes de alcanzar su orgasmo, y de llenar con su esencia caliente el interior de la castaña.
Ahora ella se veía somnolienta y con la mirada perdida. El efecto de la droga, sumado al cansancio de la actividad, le estaba pasando factura.
Él se acomodó la ropa, le subió la parte superior del vestido a Cruz y comenzó a limpiarla en su intimidad y entre sus piernas, notando sangre en ellas.
"Maravilloso, le llegó el período", pensó sarcásticamente.
Cruz comenzó a quejarse en voz baja, se veía pálida y comenzaba a sentir náuseas secas. Así que el chico la sentó y la sujetó bien contra su pecho, en ese momento era como una muñequita de trapo.
A Storm se le vino a la mente aquel día en que ella se pasó de copas, su comportamiento fue distinto, y se le ocurrió que tal vez ahora no estaba ebria, sino drogada.
Ella volvió a quejarse y él se preocupó. Ahora se debatía entre llevarla a casa o al hospital. Si la llevaba a casa y le sucedía algo, no se lo perdonaría.
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Una melodía sacó a McQueen y a Sally de su plácido sueño.
-Mmm... Hola. -Respondió McQueen, con voz tranquila y adormilada. Su tono cambió al escuchar la voz de Storm. -¿Qué es lo que quieres?, ¿Sabes qué hora es?.
Storm bufó.
-Créeme que no te estaría hablando si no fuese importante.
-¿Y bien?, ¿Qué sucede?.
-Necesito un contacto que pueda ayudarme a ingresar al hospital sin que los medios se enteren. Le pediría el favor a Ray, pero está fuera del país y no quiero que se entere de esto.
-¿Para qué necesitas un hospital?, ¿qué diablos hiciste?.
-No es para mí.
Storm guardó silencio por unos minutos y McQueen sacó sus propias conclusiones.
-¿Cruz es quien necesita ir al hospital?. -Preguntó, sobresaltado.
Sally lo miró asustada y comenzó a preguntarle qué pasaba. El rubio respiró hondo, se serenó y tranquilizó a su prometida. Luego reanudó su conversación con Storm.
-Te ayudaré, pero primero dime dónde están y cuéntame rápidamente qué sucedió.
