Rune Haako se mostraba con un opulento traje rojo, el cual arrastraba por el suelo como un velo, y sobre su cabeza, un enorme sombrero dorado propio de la Confederación de Comersio. Los droides que lo acompañaban tambien estaba ornamentados, para evitar que su imponente forma resultara menos una amenaza, y más un símbolo de fuerza y seguridad. Todo lo que un pueblo quiere. Incluso los magnaguardias, cuyas capas blancas kalesh habían sido remplazada por otras doradas con detalles en hilo de terciopelo. Más que droides asesinos, parecían héroes de su nación.
La caravana finalmente llegó al bazar, donde su presencia no pasó para nada desapercivida. Todos los transeuntes y comerciantes quedaban maravillados ante la vistosidad de la profesión, sobre todo con los ocho estandartes de la confederación que marchaban al frente, cargados por droides B1. Era como ver a un rey, y probablemente, casi lo era.
Todos se apartaban de su camino, y aquellos que no estaban prestando atención, o se quedaban atónitos ante tanta majestuosidad, eran removidos por la propia guardia local, la cual marchaba a la par de la caravana, evitando cualquier tipo de problemas. Nada parecía ser capaz de detenerlos. Bueno... casi nada.
Oficial: - ¿Pero qué significa esto? -
La voz del oficial al mando de la guardia local detuvo el avance, al ver como su camino de repente fue interrumpido por maquinaria de contrucción y carteles de proibido el paso que cerraba la calle. Su enojo era claramente visible, y exigía una respuesta de inmediato. La cual se le fue dada cuando un humano de avanzada edad se asercó a él para darle una explicación. Era el maestro Lone Rage.
Lone: - Buen días oficial. ¿Qué está pasando? ¿Quienes son ellos? - Preguntaba imitando desconcierto.
Oficial: - A mis espalda se encuentra el gran Rune Haako de la federación de comercio. Invitado especial de su majestad. Y exijo saber por qué esta calle está cerrada por mantenimeinto. Esto no se me fue informado en ningún momento. -
Lone: - Disculpe, oficial. Pero no nos informaro nada al respecto. -
Oficial: - Quiero ver su permiso. -
Lone: - Por supuesto. Aquí tiene. -
El maestro disfrasado le entregó los documentos requeridos y el oficial los revisó rápidamente. No podía hacer esperar a su visita, y al parecer, los documentos eran correctos, y estaban firmados por el personal autorizado. Alguien en la oficina de administración había cometido un grave error al no cancelar este trabajo, y lo pagaría con creces. Sin embargo, no podía culpar a la plantilla de trabajo. Después de todo, él mismo se enteró de tal importante visita hacía menos de un par de horas. Así que no era de extrañar que unos simples constructores no lo hiciera. Y sin mucho que pudiese hacer al respecto, devolvió los documento y se acercó al invitado de honor.
Oficial: - Espero nos disculpe, gran general Rune Haako, pero parece que tenemos in contratiempo. Tomaremos una ruta alternativa. -
Haako: - Supongo que no hay alternativa. - Comentó ofuscado tras un largo suspiro, pues esas ropas que llevaba eran para nada cómodas. - Caminar un poco más no me matará, eso es seguro. Pero no puedo decir lo mismo de este calor. -
Oficial: - Realmente lo siento mucho. -
Haako: - Bueno. En marcha. No perdamos más tiempo. -
La caravana se disponía a desviar su curso, cuando el rugido afable de un wookie llamó la atención de los presentes. Se trataba de la maestra Wanban, la cual estaba disfrazada como una transportista, y a su lado yacía un elegante carro rickshaw tirado a mano de elegante porte, algo a lo que el propio Rune Haako no sería capaz de resistirse.
Se trataba de la maestra Wanban, la cual estaba disfrazada como una transportista, y a su lado yacía un elegante carro rickshaw tirado a mano de elegante porte, algo a lo que el propio Rune Haako no sería capaz de resistirse Oficial: - ¿¡Cómo se atreve a sugerir tal cosa!? - Exclamó el oficial al mando.
Haako: - Está bien oficial. Creo que no estaría mal disfrutar de... las comodidades locales. ¿No es cierto? - Un comentario muy educado, aunque lo único que quería era dejar de caminar con esas prendas tan incómodas.
La maestra Wanban siguió interpretando su papel, y una elegante reberencia sorprendió a varios presentes, que veían a los wookies como criaturas salvajes y carente de etiqueta. La maetra tomó el carro y lo acercó al embajador de la Cofederación de Comercio, mientras los droides abrían paso, y cuando estuvo lo suficientmente cerca, lo estacionó e invitó a Rune Haako a subir, incluso brindándole una mano, como si los papeles de la damisela y el buen mozo se hubiesen invertido. Algo que por supuesto, él rechazó.
Ahora, es su cómo aciento del coche lujoso, Rune Haako sonrió de verdad al sentir el alivio sobre sus pies, mientras simplemente dejaba que la profesión siguiera su curso. Ya no le moslestaba tanto la incomodidad, y le daba lo mismo la cantidad de desvíos necesarios para llegar al palacio. Alejándose junto a la maestra wookie y el resto de la escolta.
Lone: - El pez a picado. Van a su posición. - Llamaba por su comunicador.
Nunes: - Entendido. Estamos listos. Cinco minutos. -
Lone: - En camino. -
Ignorantes de los hilos que se entrelazaban bajo su sombra, Rune Haako disfrutaba altanero de su paseo. Ahora con más tranquilidad, podía admirar la simplesa del bazar, mientras maquinaba las cientos de formas que podría aporvecharse de estos ciudadanos ignorantes. Lorrd, era un mundo rico en recursos. Recurosos que la Confederación de Comercio veía con preocupante ambición.
Además, aunque simple para sus gustos, el bazar central de la ciudad capital de Lorrd no era para nada una estructura de mala muerte. Todo lo contrario. Disponía de amplios corredores y grandes bóvedas, aunque concervaba un toque de arte neorenacentista. Las tiensas estaban surtidas, y la actividad comercial era notoria, aunque claro, era en la ruta principal donde se concentraban los lugares más lujosos y los pomposos más adinerados.
La caraban finalmente llegó a una cámara algo diferente. Era una plaza decorativa del bazar, carente de tiendas, y el lugar perfecto para la emboscada. Un lugar que estaba curiosamente vacía a pesar de lo concurrido del lugar. Nada que varios de los maestros Jedis no fuesen capaces de conseguir usando la fuerza para convencer a los transeuntes de tomar una ruta mejor.
Irónicamente, esto permitió al neimodiano admirar la opulencia del lugar, y como la iluminación artificial mostraba las majestuosas obras de arte, las cuales deberían estar custodiadas por al menos dos guardias cada una Irónicamente, esto permitió al neimodiano admirar la opulencia del lugar, y como la iluminación artificial mostraba las majestuosas obras de arte, las cuales deberían estar custodiadas por al menos dos guardias cada una. Algo que llamó la atención del oficial al mando de la guardia local, el cual se mostró ligeramente preocupado... Pero ya era demasaido tarde.
Oficial: - ¡Eh tu!... ¡Apartate del camino! -
La voz del oficial llamó la atención de todo, al ver como se dirigía a un extraño encapuchado que camina de frente a la caravana, a unos treinta metros de distancia aproximadamente. Uno que parecía ignorar las órdenes de la autoridad local.
Oficial: - ¿¡Es que no me has escuhado!? ¡Apárta del medio si no quieres sufrir las consecuencias! -
Sin embargo, el encapuchado no acató la orden. En cambio, se mantuvo firme, mirando a la caravan de frente, aún cuando nadie podía ver su rostro. Los droides B1 que marchaban al frente con sus estandartes se miraban los unos a los otros, incapaces de procesar que estaba pasando. Sin embargo, los magnaguardias comenzaron a rodear el carro del neimodiano.
Wamban se mantuvo en su papel, y se mostraba asustada mientras veía lo que pasaba, mucho más, cuando otras siluetas encapuchadas aparecieron de la nada, y había cortado el paso de la caravana, así como su posible retirada.
No hubo tiempo para nada. El oficial ni siquiera pudo dar la orden a sus subordiandos, cuando varias de esas siluetas se lanzaron sobre ellos y los noquearon en el acto. Un puñado de droides no era rivales para trece Jedis y dos padawan, y en menos de trinta segundos, la caravana fue reducida a un reducto conformado por los ocho magnaguardias, quienes hacía un círculo perfecto alrededor del neimodiano, ignorando que justo al centro, tenía a posiblemente la jedi más poderosa de los presentes.
Wamban rugió mientras su sable de luz doble se encendía, y los droides IG-100 no tuvieron la menor oportunidad de darse vuelta antes que la mortal hoja de energía los dividiese en dos. Tres droides cayeron ante el primer ataque, y los otros cinco no pudieron antes la supremacía numérica. Todo pasó tan rápido, el minutero del reloj no fue capaz ni siquiera de avanzar un escaño.
Ahora, el oficial separatista estaba completamente rodeado por catorce individuos encapuchados y la wookie que los había engañado. Sus droides no eran más que chatarra, y los oficiales locales yacían inconscientes sobre el suelo. Bastaba con un rápido vistaso ára saber que nadie vendría en su ayuda, y lo mejor sería no hacer nada poco inteligente.
Nune: - Rune Haako, queda arrestado por la juridicción de la República y el consejo Jedi. Tiene derecho a permanecer en silencio, y todo lo que diga será usado en su contra. - Sin embargo, el neimodiano solo pudo reir.
Haako: - Ah... Jedis... ¿Por qué no me sorprende? Actuando como ratas de alcantarilla. -
Nune: - Puede decir todo lo que quiera. Sabe que ninguno de los presentes caerá en sus artimañas. -
Haako: - Si si si... Ya me conosco el juego. Aún así, me sorprende ver a uno de los míos en esta redada. Parece que el honor del gran orden neimodiado se te fue arrebatado. - Mencionaba mientras miraba al maestro Forio.
Forio: - No me compares contigo. Puede que seamos de la misma raza, pero yo fui incultado con valor de honor y respeto hacia los más necesitados. Blando mi arma para mantener la paz en la galaxia, no esta guerra injustificada que los tu y los tuyos han provocado. -
Haako: - Pobre ignorante, como el resto. Tan ciegos de sus propios ideales, que no son capces de ver más allá que sus narices. Por eso se vuelven tan... impredecibles. -
De pornto, las luces se apagaron, dejando a todo en una oscuridad absoluta. Los sables de luz se encencierdon de inmediato, mientras cada jedi y padawan presente tomaba postura de combate. Lo único que se podía divisar, eran los unos a los otros, y la luz que ingresaba desde la salida y entrada del corredor. Nada más, nada menos.
Tead: - ¿¡Qué diablos está pasando!? - Exclamó el trandochano, al mismo tiempo que los ladridos de Onex, el sabueso de Edino, comenzaban a saturar el lugar. Su maestro intentaba calmarlo, pero este parecía simplemente incapaz de ceder. Estaba, asustado. Aterrado. Y su actitud por querer arrastra a su maestro con la cadena en su mano lo expresaba perfectamente. Todo, mientras el propio Rune Haako reía complacido al ver la desesperación de sus enemigos. Y entonces... Todo se volvió silente.
Nunes: - Debemos salir de aquí Nunes: - Debemos salir de aquí... Ahora... - Pero ya era demasiado tarde.
Un grito de dolor sacudió la cámara, cuando dos nuevas luces se sumaban al resto. Todo se giraron asustados, cuando vieron como el cuerpo de Lucas se alzaba sobre el suelo, mientras un sable azul y otro verde atravesaban su pecho. El jedi no tuvo la menor oportunidad a reaccionar, cuando la sombra de un cazador se abalanzó sobre él como una bestia sedienta de sangre... Sedienta de sangre Jedi.
Todos vieron con terror como el cuerpo del Jedi se desplomaba sobre el suelo, sin vida, desde tres metros de altura. Los ladridos de Onex se hicieron más fuertes, más agresivos contra la sombra que ahora se había hecho presente. Un ser más máquina que alien. Más muerto que vivo. Uno que guardaba un rencor inmesurable a cada seguidor del camino luminoso de esta galaxia. Un ser... creado para ser la pesadilla de la orden.
