- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.


"Psycho killer"

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Capítulo II

"Encuentro"

Permanecía en silencio, sentado frente a su escritorio en donde se encontraba la pantalla de su ordenador, observando fijamente un documento de Word totalmente en blanco. No había escrito una sola palabra en aquel documento desde que su compañero había dicho que iba a retirar los informes.

Se llevó una mano a sus cabellos y se acomodó su flequillo para luego descansar su mejilla en la palma de su mano izquierda y apoyar su codo sobre la superficie lisa de la madera del escritorio. Observó la pequeña línea negra que titilaba impaciente en el documento en blanco, esperando a que él se pusiera a teclear frenéticamente como al parecer hacían en esos momentos todos quienes se encontraban a su alrededor, sin embargo, él no sabía cómo comenzar a escribir lo que debía escribir, por lo que cerró los ojos por un par de segundos tratando de encontrar las ideas que le permitirían comenzar a digitar, pero al volver a enfocar su mirada en el documento se percató que la inspiración instantánea no llegaría a él en ese momento.

Miró a su alrededor; por lo menos cuatro de sus compañeros de trabajo permanecían en sus respectivos escritorios, digitando con entusiasmo lo que parecían ser extensos informes. Exhaló un suspiro y tomó un lápiz de la superficie del escritorio, luego una hoja de papel y trató de concentrarse, pero nada, ni siquiera al modo antiguo las ideas se ordenaban en su cabeza para llevarlas a palabras, por lo que comenzó a jugar irresponsablemente con el lápiz en la superficie plana de su escritorio haciéndolo girar para que éste recorriera la distancia desde la orilla del escritorio hasta detenerse en el brazo que mantenía apoyado en el otro extremo.

Lo había decidido, esperaría a Hansuke para comenzar a escribir el tedioso informe que debían entregar esa misma tarde.

"Hansuke", pensó dibujando una sonrisa involuntaria en su rostro. Hacía sólo unos años nadie que los hubiera visto se hubiera imaginado que ellos dos se convertirían en amigos y compañeros de trabajo; después de todo, cuando se habían conocido hacía años atrás, no habían congeniado de inmediato e incluso, Ranma podía dar fe que su compañero se había ganado su animadversión en el momento exacto en que habían hecho contacto visual, pero eso afortunadamente con el tiempo había cambiado.

Y es que el tranquilo chico de ojos verdes no había aparecido en su vida de una forma amistosa. Ciertamente, el muchacho no había elegido un buen día para cruzarse en el camino de un muy malhumorado jovencito de negros cabellos trenzados. No, el día en que Hansuke Fukuda había cruzado su camino con Ranma Saotome había sido un mal día para ambos; sin embargo, después de todos esos años, los dos recordarían ese día con melancolía y diversión.

Ranma volvió a sonreír jugueteando con el lápiz al recordar tan memorable acontecimiento. Memorable, sí, porque el joven de azulada mirada nunca pensó que aquel día tan lejano, en vez de ganarse un enemigo más, había ganado un amigo incondicional; casi un hermano.

Si hacía memoria, en esa época de su vida lo que menos le interesaba al artista marcial era andar por los caminos y lugares que recorría haciéndose de amigos, porque en aquellos años él se había visto enfrentado a un problema que cambiaría su vida para siempre y le haría madurar con extremada rapidez. Y es que pronto a cumplir los dieciocho años de edad y habiendo acabado la preparatoria, Ranma había tenido que tomar una importante y drástica decisión que afectaría el rumbo de su vida en un instante y para siempre, cambiando todo ese mundo conocido que lo había cobijado por uno que le era totalmente nuevo en todo sentido. A esa edad, él no se consideraba una persona madura, pero indudablemente había tenido que escoger qué hacer con su vida después de terminar la preparatoria. Durante los últimos dos años hasta poco antes de cumplir los dieciocho se había acostumbrado al cobijo que le brindaba el tener un lugar al que llamar hogar. Junto a su padre y su madre se había ganado un espacio en la casa del amigo de su padre, Soun Tendo. El compromiso que le habían impuesto a él con la hija menor del señor Tendo había facilitado todo para que su oportunista padre se instalara junto a su hijo, por ese entonces prometido de la hija menor de Tendo, a vivir gratuitamente en su casa. Luego de eso y con la reaparición de su madre, ya no eran dos bocas más que alimentar en aquella casa, sino tres, pero eso a nadie parecía importarle porque finalmente, se daba por hecho que él heredaría ese lugar si se cumplía el acuerdo que habían pactado el señor Tendo y su padre cuando eran jóvenes. Todo hubiera ido muy bien y seguramente él seguiría viviendo en esa gran casona si su compromiso con la menor de las hermanas Tendo no se hubiera estropeado tan repentinamente, pero eso era otra historia que todavía dolía el recordar.

Así que cuando Ranma se había visto en la desesperada situación de abandonar definitiva y rápidamente aquella casona que lo había albergado sólo por el hecho de estar comprometido con la hija menor del dueño de misma fue cuando tuvo que tomar una drástica decisión. Según él lo veía a esa temprana edad, para él había pocas opciones si quería escapar con prontitud de la situación desesperada en la que se había visto envuelto de un día para otro. Toda su vida se había dedicado a las artes marciales pero no de una manera profesional, por lo que si quisiera llegar al profesionalismo y con ello ganarse la vida compitiendo, tendría que renunciar a muchas cosas y por supuesto, el dinero no llegaría de la noche a la mañana y justamente eso era lo que él necesitaba, porque para qué negarlo, a esa temprana edad, él debía idear una forma de ganarse la vida para alejarse de todos sus problemas; no, el ganarse la vida desempeñándose en lo que a él le apasionaba quedó descartado de forma inmediata.

Estudiar en una universidad tampoco era una opción válida o que le llamara mucho la atención, ya que era muy consciente que el estudio no se le daba bien y si a eso le sumaba que debía encontrar algún buen trabajo para mantenerse mientras estudiaba, todo se complicaba mucho más; los estudios universitarios quedaron descartados también.

Podía simplemente haber buscado un trabajo para sobrevivir por algún tiempo mientras se estabilizaba económicamente, pero no le gustaba la idea de ponerse a trabajar en algo que no le agradara sólo por conseguir un techo y algo de comida, así que también descartó esa idea rápidamente.

Fue así que, mientras ordenaba su mente y dejaba todo lo que le era conocido y seguro en Nerima para embarcarse en un solitario viaje de entrenamiento en las montañas con la idea fija de volver sólo cuando tuviera una decisión tomada, un día se le ocurrió que la idea que había llegado de pronto a su cerebro no era tan descabellada y por primera vez en días se sintió tranquilo. Se devolvió de inmediato a la civilización, pero no fue a Nerima adonde sus pasos lo dirigieron, sino al centro de Tokio.

Comenzó a realizar las averiguaciones nada más llegar a la ciudad, se inscribió y buscó una muy económica pensión para no pernoctar a la intemperie mientras encontraba un trabajo que le ayudara a solventar sus gastos. Cuando supo que había pasado la primera selección y que debía presentarse personalmente para la siguiente fase, él ya había encontrado un trabajo por horas dando algunas clases en un gimnasio de muy poco prestigio en el centro de la ciudad y con ello podía darse el lujo de pagar una habitación pequeña y un poco más cómoda a una anciana mujer a la que también ayudaba con los quehaceres de la pensión y los mandados, a cambio de un plato de comida.

Así pues, el joven presentó las pruebas físicas, psicológicas y de conocimiento que se le exigían y pasó todos los filtros, algunos con mucha dificultad y otros con una facilidad impresionante. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía conforme consigo mismo puesto que estaba a punto de conseguir algo importante por sus propios medios y también estaba a punto de cambiar el rumbo de su vida para siempre.

El día en que finalmente Ranma recibió la noticia que había sido aceptado en la academia que formaba a los futuros policías del país, él se había sentido dichoso y también había sido la primera vez en meses que se había decidido a dar señales de vida a sus familiares. Pensando en que quizá no sería bien recibido en la casona Tendo después de haberse ido de allí sin siquiera despedirse o dar una explicación de porqué lo había hecho, pidió amablemente a la anciana dueña de la pensión en donde vivía que lo ayudara a contactarse con su madre. La mujer estuvo de acuerdo en prestarse para realizar la llamada ya que el apuesto jovencito, como ella lo llamaba, se había comportado siempre amable y respetuoso con la anciana mujer, así que ella no tuvo inconveniente en llamar a la casa que había cobijado al joven por dos años y pedir hablar con Nodoka Saotome. Cuando la madre de Ranma contestó la llamada, la anciana mujer le pasó el auricular al joven y él simplemente fue tajante en informarle a su madre que se encontraba bien, que ya tenía algo productivo a lo que dedicarse y que no se preocuparan por él, que se comunicaría con ella más adelante nuevamente pero que de momento no podía decir nada más respecto a su nueva vida, su ubicación o su ocupación. Por supuesto, su madre había llorado desesperada, había gritado, había exigido una explicación por su comportamiento que él no estuvo dispuesto a darle y finalmente lo había regañado severamente por desaparecer así como así, pero él, sin darle mayores detalles, le había dicho que pronto le aclararía sus motivos para haber desaparecido así, tan de repente, pero que no esperara ni se hiciera ilusiones que él volvería a Nerima, mucho menos a la casa Tendo.

Al pasar los días después de esa llamada y cuando el joven de trenzados cabellos finalmente concurrió a su primer día de clases, él sintió que comenzaba por fin a forjar su propio futuro, alejado de los problemas, alejado de la intromisión de sus familiares y cercanos, alejado de toda la locura que lo había perseguido desde que había puesto un pie en la casona del amigo de su padre; en fin, alejado de todos y de todo lo que de una u otra forma había contribuido a convertir su existencia en un rutinario circulo vicioso de problemas y más problemas que le impedían avanzar.

Ranma recordaba que aquel día nada había salido muy bien para él. Primero, el hecho que se hubiera quedado dormido y perdiera valiosos minutos en asearse, vestirse y verse obligado por la anciana mujer dueña de la pensión a comer algo rápido, consiguió que saliera corriendo rumbo a la academia. Esos incidentes habían conseguido hacer que fuera el último en llegar al recinto, por lo que se convirtió en el centro de atención no sólo de sus nuevos compañeros, sino también de todo el alumnado y profesorado que se encontraba reunido en el gran salón de la academia escuchando el solemne discurso de bienvenida del director.

Lo segundo había acontecido a la hora del almuerzo, cuando intentó aderezar su comida con una de las salsas que había a disposición de todos los estudiantes en las distintas mesas que se distribuían en el casino de la institución. En ese momento, Ranma no lo había notado pero fue demasiado tarde cuando se percató que la tapa de la botella que contenía la salsa que había escogido se encontraba suelta, lo que produjo que no salieran unas gotas del frasco sino un chorro que no tan sólo se esparció por su plato sino que salpicó su ropa, su rostro y hasta sus cabellos, dejándolo pegoteado de pequeñas manchas marrones.

Todos los muchachos que se encontraban sentados en la misma mesa que él lo estaba, lo miraron sorprendidos y sin emitir juicio alguno por lo ocurrido; todos, salvo uno.

El joven que se encontraba sentado frente a él se atrevió a reír alegremente al presenciar el accidente que había tenido su compañero. El muchacho conservaba su mano derecha en alto sosteniendo un trozo de pescado con sus palillos y en su mano izquierda mantenía un tazón con arroz. Reía quedamente mientras observaba de forma divertida al joven que tenía en frente sin imaginar que con ese sólo acto desataría el enojo de su compañero ya que eso fue todo lo que Ranma pudo soportar. Él no se creía un tipo violento, pero el que se rieran en su cara, en su primer día en la institución y después de haber empezado mal su día, no lo aguantaría. Así que cuando pudo recuperar un poco de cordura y medio limpiarse, le exigió al chico que lo observaba sonriente una explicación del por qué se reía.

-Fue muy gracioso –contestó el flacucho y pálido chico de verdes ojos encogiéndose de hombros.

-Gracioso –contestó entre dientes el muchacho de trenzados cabellos irguiéndose en la silla que ocupaba-. Yo te mostraré algo gracioso.

Y sin más, le arrojó la tapa de la botella de salsa esperando que ésta se incrustara en el rostro del molesto individuo que aún sonreía divertido, sin embargo, el muchacho logró con dos rápidos movimientos soltar el trozo de pescado que mantenía sujeto con sus palillos y atrapar con los mismos palillos la tapa que volaba a toda velocidad en dirección a su rostro.

Para Ranma fue toda una sorpresa el percatarse de la velocidad con la que el chico había hecho aquellos movimientos para zafarse del golpe de la tapa voladora y lo observó asombrado por algunos segundos.

-¿Sabes artes marciales? –le preguntó aun molesto.

-Sí –fue la escueta respuesta del joven.

-Entonces, te desafío a un duelo.

-No me parece que sea una buena idea –contestó el aludido llevándose los palillos a los labios para darse unos golpecitos con los mismos-. Es nuestro primer día aquí y créeme que no está en mis planes el que me expulsen por enfrentar a un molesto chico que no soporta que alguien se ría de una situación graciosa que lo involucra.

-¿Estás diciendo que soy molesto? –cuestionó arqueando una de sus cejas.

-Sí –afirmó-, y te comportas como un matón de escuela –sentenció, logrando que el joven de trenzados cabellos lo mirara admirado por el atrevimiento-. Por si no te has percatado, estamos en una institución respetable en donde el orden y la disciplina son exigencia para permanecer aquí.

-No soy un matón y tampoco te estoy pidiendo una pelea callejera –se defendió.

-Entonces, ¿qué sugieres?

-En nuestra primera clase práctica te enfrentarás conmigo –dijo con determinación.

-Bueno, si es así, entonces acepto –contestó sin darle mayor importancia al asunto.

El joven de trenzados cabellos asintió con un movimiento de cabeza y luego se puso en pie para comenzar a alejarse del lugar en dirección a los baños y tratar de limpiarse un poco cuando sintió una presencia a su lado.

-No me dijiste tu nombre –dijo el joven de verdes ojos mirándolo con una sonrisa.

-Saotome –contestó el ofuscado muchacho sin prestarle demasiada atención mientras seguía caminando a grandes zancadas.

-Yo soy Fukuda –se presentó tratando de seguirle el paso-. Hansuke Fukuda y creo que estamos en la misma sección, así que compartiremos todas nuestras clases y…

-Mira, Fukuda, yo no vine acá a conseguir un amigo –le interrumpió-. Sólo me inscribí porque necesito hacer algo productivo con mi vida.

-Yo tampoco vine a conseguir amigos, pero ya que seremos compañeros, pensé que…

-Pensaste mal –cortó el chico de la trenza apurando sus pasos para librarse del molesto individuo.

-Nos vemos en clases, Saotome –le gritó el muchacho, pero no obtuvo respuesta.

El joven de la trenza siguió su camino e ingresó raudo a los baños del establecimiento. Durante el resto de las clases de ese día se sentó lo más alejado que pudo del molesto chico que se había reído de él y luego de tres días en los que trató de evitarlo por todos lados, por fin tuvo la oportunidad de enfrentar al sujeto en la clase práctica.

Cuando el sensei, un hombre maduro de rostro muy estricto comenzó a indagar para saber en qué nivel estaban sus alumnos, el joven de la trenza se sorprendió de ver el alto nivel y técnica que tenía su molesto compañero de clases. Hasta ese momento no había encontrado a nadie que fuera capaz de estar medianamente a su altura en el arte marcial, salvo por algunos de sus antiguos oponentes, pero eso había quedado en el pasado, así que sonrió de medio lado intuyendo que ya había encontrado a alguien con quien practicar de ahí en más.

El sensei los llamó al centro de la colchoneta que hacía las veces de duela y luego de practicar el respectivo saludo exigido, ambos comenzaron a enfrentarse en un primer combate que se extendió por varios minutos y que terminó sólo porque el maestro los detuvo para felicitarlos y ponerlos como ejemplo para sus compañeros de clase.

Fue en ese momento en el que Hansuke Fukuda se ganó la simpatía de Ranma Saotome y fue en ese momento en que Ranma Saotome ganó un compañero incondicional. Durante el resto del tiempo que permanecieron en la academia, ambos se ayudaron mutuamente y luego de mucho luchar, ambos consiguieron desempeñarse en el área que querían, por lo que se convirtieron en amigos y compañeros de trabajo hasta hora, que se les presentaba el caso más extraño en el que hasta el momento habían tenido que trabajar.

-Veo que avanzaste mucho en la redacción del informe –ironizó el joven de ojos verdes tras su compañero una vez que volvió al escritorio que compartían, sacando inmediatamente a su compañero de sus recuerdos.

-No sé cómo empezar a escribirlo- reconoció el aludido al escuchar las palabras que decía su compañero tras él-. Te estaba esperando.

-¿Y crees que si permanezco a tu lado acudirán por arte de magia las ideas a esa disparatada cabeza que llevas sobre los hombros? –contestó arqueando una ceja de forma curiosa.

-Al menos sabes cómo redactar –dijo encogiéndose de hombros-. Yo nunca fui bueno para eso y lo sabes.

El joven que permanecía de pie observando cómo su compañero no hacía nada más que rodar un lápiz de una esquina a otra de su escritorio soltó un bufido y se sentó frente a él, arrojando sin cuidado alguno una carpeta sobre el escritorio de su compañero.

-Por una parte fue mejor así, al menos podemos completar algunas cosas con el informe del forense.

Un día después del descubrimiento del cuerpo a orillas del río Kanda, la chica había sido reportada como desaparecida por su hermano myor, por lo que ya tenían contacto con su único familiar y ahora, cinco días después del hallazgo del cuerpo de la muchacha asesinada también contaban con toda la información que había recabado el forense luego de realizar la autopsia. El joven de la trenza observó a su amigo al mismo tiempo que tomaba la carpeta que tan amablemente éste último le había arrojado y comenzó a hojearla.

-¿Qué tenemos? –preguntó con inquietud.

-El forense confirmó que las heridas que se observan en el cuerpo de la chica fueron provocadas por un objeto metálico, al parecer, algún tipo de aguja. Se encontraron orificios pequeños en muñecas, piernas y cuello. No puede asegurarlo pero dice que son orificios como los que dejaría una aguja de esas que se utilizan para cuando las personas donan sangre.

-¿Drogas?

-No –negó el joven de castaños cabellos-. Ni drogas, ni alcohol, ni fármacos; nada fuera de lo que pudiera ingerir una persona totalmente sana y sin adicciones.

-¿Algún indicio de haber sido abusada?

-No –volvió a negar su compañero con expresión de pesadumbre-, la chica era virgen y el forense no encontró ningún rastro de violencia en su cuerpo, salvo esas marcas de agujas. No hay golpes, no hay marcas de forcejeo, no hay contusiones, en fin, no hay huellas de haber sido sometida a ningún tipo de violencia física.

-Sólo las marcas de las extremidades y cuello.

-Eso –dijo levantándose para quitarle la carpeta a su amigo y buscar algo en ella-, y esto –finalizó mostrándole un par de fotografías de las que el forense le había entregado.

El joven de la trenza acercó las fotografías a su rostro y las examinó con cuidado. En ellas aparecía el rostro de la chica de frente y de perfil. Se veía tal como él recordaba haberla visto en el césped a orillas del río Kanda, salvo por un detalle que había pasado desapercibido ante sus ojos aquella vez y que ahora tenía la posibilidad de observar con claridad. En el cuello de la muchacha, justo donde comenzaban sus azulados cabellos y terminaba su oreja, se divisaba una marca, una diminuta letra occidental grabada en la piel como si fuese un tatuaje.

-¿Una letra? –preguntó alzando la vista a su compañero; éste asintió.

-Es la segunda letra del alfabeto occidental –contestó su compañero-. Una marca.

-¿Una especie de tatuaje?

-Quizá lo sería si no fuera porque el forense dijo que había sido hecho luego de que la chica muriera desangrada. Se pudo establecer que la chica murió por lo menos unas seis horas antes de ser encontrada por el sujeto que llamó a la policía, pero el forense dice que esa letra probablemente fue grabada en su piel sólo momentos después de su muerte.

-Entonces, él o los asesinos quisieron dejarnos una señal –reflexionó observando la fotografía con detenimiento-. Quieren hacerse notar y tal vez, quieren que los encontremos.

-No lo sé –dijo el joven de castaños cabellos volviendo a sentarse frente a su compañero-. ¿No te has puesto a pensar que puede ser algo más simple?… Un crimen pasional, por ejemplo.

-No lo creo, Hansuke –objetó su compañero sin apartar la mirada de las fotografías-. Una joven de veinte años que trabaja para pagarse sus estudios y gastos, que vive únicamente con su hermano pues no tiene más familiares y quien aparentemente es una persona totalmente normal, es encontrada muerta y sin una gota de sangre en el cuerpo. No hay drogas, no hay alcohol y además, están esas malditas marcas en sus extremidades. Yo creo que ningún novio celoso se tomaría la molestia de elaborar un plan tan complejo para asesinar a su novia por el motivo que sea. Además, ahora tenemos esta marca, ¿por qué se la hicieron?, ¿qué significa?

-¿Crees que estemos frente a un caso que involucre a algún psicópata?

-No lo sé –contestó poniéndose de pie para alcanzar su chaqueta y arroparse con ella-, pero debemos darnos prisa y averiguarlo si no queremos que en caso de ser así, el maldito vuelva a asesinar.

-¿Dónde vas?

-Dónde vamos, querrás decir –dijo entregándole la carpeta a su compañero-. Iremos a la universidad.

-La universidad –repitió su compañero.

-Sí. Mira, no encontramos registro de cámaras que nos indiquen en dónde fue el punto exacto en el que la chica fue abordada, sólo están las imágenes de su salida de la cafetería donde trabajaba a altas horas de la noche y el camino que realizó durante una cuadra y media hacia la estación de metro porque a pesar de encontrarnos en una ciudad tecnológicamente avanzada, las malditas cámaras de seguridad de esa avenida se encuentran descompuestas en su mayoría –reclamó-. Tampoco se encontraron testigos cerca de donde apareció el cuerpo lo que hace suponer que ella fue secuestrada en algún punto del trayecto hacia la estación de metro, posteriormente asesinada y luego trasladada a la ribera del río Kanda para que la encontraran allí… cámaras de seguridad en ese sector específico del río tampoco las hay –continuó diciendo mientras sacaba de uno de los cajones las llaves del automóvil-. Tanaka fue quien contactó al hermano de la chica para darle la horrorosa noticia pero me dijo que no le había entrevistado todavía, sin embargo, sabemos en qué universidad estudia el muchacho; tal vez allí nos puedan dar mayor información sobre él y su relación con su hermana y luego, iremos a hacerle una visita a él. Confiemos en que nos pueda decir si ella se veía con alguien o si frecuentaba grupos extraños que nos puedan dar alguna pista que seguir, porque hasta el momento no tenemos nada.

-¿Y el informe?

-Esperará.

-Ranma, no creo que quieras llevarte una nueva reprimenda del ogro.

-No quiero, pero esta chica merece que descubramos qué desgraciado le quitó la vida. Tú conduces –finalizó arrojándole las llaves que el chico de ojos verdes atrapó en el aire.

El joven de la trenza salió raudo caminando por el pasillo que los llevaría a las escaleras. Su amigo y compañero chasqueó la lengua mirando la pantalla con el documento en blanco y la pequeña línea negra titilando a la espera de que alguien se dignara a escribir unas cuantas palabras. Expulsó el aire de sus pulmones y se apresuró en alcanzar a su amigo. Estaba claro que el informe que debían entregar al jefe de la sección tendría que esperar y él sabía que a su regreso, ese jefe descargaría toda su ira en ellos dos.

Una hora y media después, los jóvenes salían de las dependencias principales de una prestigiosa universidad en donde habían averiguado, el hermano de la joven víctima estudiaba.

Caminando por los pasillos del establecimiento y saliendo al patio, ambos se confundían con los estudiantes que a esa hora transitaban de un salón a otro para asistir a sus clases. Hubieran pasado por un estudiante más, de no ser porque no llevaban ningún implemento que indicara que ellos pertenecían al alumnado del lugar. Ranma caminaba diciéndole en voz alta a su compañero todo cuanto podía recordar sobre el caso que desde que se los habían asignado no lo dejaba pensar en nada más. Hansuke lo escuchaba asintiendo a sus palabras y de vez en cuando haciendo una que otra acotación al respecto.

La verdad es que Hansuke no recordaba haber visto a su amigo nunca antes tan entusiasmado, o mejor dicho, empecinado en resolver un caso. Cierto que era el primer caso que resolverían prácticamente solos, porque les habían informado que esta vez, Tanaka sólo les pediría informes y supervisaría parcialmente sus indagaciones puesto que ya era hora que se enfrentaran a una investigación ellos solos. Pero eso, a pesar de que era un gran logro para ambos, significaba que debían esforzarse por convencer a su exigente y desagradable superior de que ambos eran perfectamente capaces de llevar un caso de tamaña envergadura a buen término sin la ayuda permanente de su mentor, Kenzo Tanaka.

Pero eso no era todo lo que al parecer preocupaba a Ranma. Hansuke había aprendido a conocerlo bien y sabía que había algo más en la muerte de aquella muchacha que hacía que Ranma pusiera todo su empeño en resolver el acertijo lo más rápido posible. El problema era que a pesar de tener bastante información en cómo se había producido el deceso de la chica, todavía no tenían indicios del porqué, de dónde había sucedido, y mucho menos algún sospechoso.

El hombre que había encontrado el cuerpo había salido limpio de toda la investigación, y la chica al parecer era una muchacha bastante tranquila, sin mayores preocupaciones que las de estudiar y llevar algo de dinero a la casa que compartía con su hermano mayor en la ciudad, el único pariente vivo que ella tenía ya que habían averiguado que los hermanos habían quedado huérfanos a temprana edad, que habían sido criados por sus abuelos maternos en Osaka, que luego del fallecimiento del abuelo y el posterior deceso de su abuela, ambos habían decidido probar suerte en Tokio trasladándose a esta ciudad y que desde aquel día, habían vivido una vida bastante apacible, donde el único objetivo de ambos parecía ser estudiar.

-Entonces, según el jefe de carrera, el hermano de la chica dejó de asistir aquí hace exactamente dos meses. Nadie sabe el por qué, porque no dio ningún un motivo, simplemente un día dejó de asistir a sus clases, y tampoco saben si pretende retomar sus estudios –dijo Ranma observando de soslayo a los estudiantes sentados o de pie que permanecían en los jardines de la universidad-. ¿No te parece un comportamiento extraño para alguien que supuestamente tenía como único objetivo el estudiar? Además, le faltaba sólo un semestre para terminar.

-Sí, eso es muy raro e inesperado. También está el hecho de que al parecer era un excelente alumno, ¿por qué echar años de estudio y esfuerzo a la basura estando tan cerca de conseguir lo que siempre quisiste? Hay algo que no encaja.

-Sí –confirmó su compañero-. Que no se nos olvide indagar en eso cuando lo entrevistemos –acotó.

-Al menos conseguimos su última dirección laboral. Allí podemos averiguar algo más sobre su personalidad y quizá nos ayude a entender su comportamiento –dijo Hansuke meciéndose el cabello-. Pero creo que sería mejor ir directamente a hablar con él a su casa antes de ir a su trabajo, aunque no sé si quiera recibirnos.

-Tanaka no pudo hacerle una entrevista como corresponde porque cuando lo vio estaba muy afectado. Han pasado los días, ya pudo despedirse de su hermana y creo que nos será de ayuda a todos reunirnos, porque si yo tuviera una hermana y le hubieran hecho lo que le hicieron a esa chica, ten por seguro que lo único que querría sería que encontraran al bastardo.

-Sí, tienes razón ¿Quieres ir ahora o prefieres volver a la oficina y terminar el informe para…

-Iremos ahora –sentenció su compañero.

-Nos matará –se quejó su amigo exhalando un suspiro de resignación-. Seguro, hoy nos matará y…

-Ya cierra la boca, Hansuke –se exaltó Ranma-. El ogro no puede matarnos sólo por no entregarle un informe a tiempo, además, Tanaka nos cubrirá si es necesario y te aseguro que entenderá si sabe que dejamos ese documento de lado para seguir indagando en…

-¿Ranma? –se escuchó de pronto una alegre y juvenil voz femenina en el pasillo por donde transitaban- ¿Ranma Saotome? – cuestionó la chica mientras unos pasos apresurados se dejaban sentir en dirección a los jóvenes que se habían detenido al escucharla y permanecían de pie.

-¿Sayuri? –articuló Ranma de forma indecisa observando cómo su ex compañera de la preparatoria le sonreía y asentía con un movimiento de cabeza-. Hola –le saludó el joven un tanto confundido ante ese fortuito encuentro.

Durante todos los años que había pasado alejado de Nerima, él había tratado de evitar cualquier mísero contacto con sus antiguos amigos y conocidos; cualquier posible persona que intuyera que podía hablarle o recordarle a ella la había hecho desaparecer de su vida y de sus recuerdos. Y ahora, la mala suerte había querido que una antigua compañera de clase le abordara, ni más ni menos que una de las amigas cercanas de ella en la preparatoria; seguramente la chica haría preguntas indeseadas por cosas que habían sucedido en su pasado… un pasado que él se había obligado a olvidar sin conseguirlo.

Observó a la chica con incomodidad. Nunca habían sido amigos, sólo compañeros de clase y no sabía cómo alejarse de ella sin parecer maleducado. Carraspeó un par de veces y luego se obligó a decir algo con una fingida cortesía.

-Bueno Sayuri, fue un gusto volver a verte –dijo intentando sonar sincero.

-¿No vas a saludar a Akane? –preguntó la chica sorprendida-. ¡Akane, mira a quién me acabo de encontrar!

Las palabras que escuchó decir a su ex compañera de la preparatoria no fueron procesadas de inmediato por el joven de la trenza hasta que no la vio de pie frente a él, porque simplemente nunca se esperó encontrársela así, de una forma tan intempestiva.

Hansuke observaba la escena sorprendido porque conocía la historia bastante bien ya que Ranma le había contado todo lo que había tenido que pasar antes de decidirse a postular a la academia para forjarse un futuro propio. Recordaba que un día, durante sus primeros meses en la institución, él había encontrado a su amigo bastante melancólico y fue entonces cuando el joven de azabaches cabellos se había sincerado con su amigo, contándole su pasado reciente y hablándole de una chica llamada Akane, que vivía en el barrio de Nerima y con la que había estado comprometido a sus dieciséis. Si la chica que permanecía quieta dos pasos atrás de la muchacha llamada Sayuri era la misma Akane de la que Ranma le había hablado por esos años, entonces su amigo no había exagerado al momento de describirla puesto que la menuda mujer de azulados cabellos y profundos ojos cafés era bellísima. Hansuke pestañeó un par de veces y observó fijamente a la joven que después de la sorpresa inicial que le habían provocado las palabras de su amiga, ahora había adquirido un semblante totalmente serio e indiferente.

Ranma por su parte parecía haber visto a un fantasma. Al lado de Hansuke y de su ex compañera de clases permanecía inmóvil y totalmente rígido; su rostro había perdido hasta la última gota de color y sus azules ojos denotaban una mezcla de tristeza y rencor mal disimulados.

"Entonces, si no puedes entenderlo. Si no logras aceptarlo, quiero que te vayas y no vuelvas nunca más. No quiero verte nunca más en mi vida, Ranma Saotome, y entiéndelo bien, si das la vuelta y te alejas de esta casa ahora, ya no quedará nada entre nosotros, ni siquiera los cimientos de un tonto compromiso o una antigua amistad."

Ranma expulsó el aire de sus pulmones y cerró los ojos para tratar de olvidar aquellas palabras que le había dicho la chica que permanecía a unos cuantos pasos de Sayuri y que ahora le miraba con odio. Esas habían sido las últimas palabras que había escuchado salir de labios de la joven menuda y de azulados cabellos que observaba la escena con una mezcla de estupor y rencor. Esas palabras que se habían grabado a fuego en su corazón y que dolía tanto recordar.

Ella, Akane Tendo, a quien no había visto en más de cinco años ahora estaba allí, frente a él y como tantas veces había imaginado en el pasado lo que sucedería de encontrársela casualmente alguna vez, él no sabía qué hacer o cómo reaccionar.


Notas finales:

1.- Hola, aquí este segundo capítulo que nos describe un poco cómo fue que Ranma terminó convirtiéndose en un policía dedicado a la investigación criminal. Poco a poco iremos enterándonos cómo ocurrieron las cosas que terminaron separando a estos dos, sólo pido paciencia porque en mi mente estoy trabajando con dos madejas de hilos bastante enredados (puedo decir que está la madeja negra que sería el argumento netamente policial y la madeja roja que sería el argumento netamente romántico), así que poco a poco se comenzará a desenredar este embrollo.

2.- Quiero agradecer muy especialmente a quienes dejaron sus reviews para el primer capítulo. Para mí siempre ha sido un gran incentivo el recibir esos primeros comentarios y me inspiran a seguir adelante porque me hacen saber que lo que comenzó como una tímida idea en mi cabeza, ahora se convertirá en una idea compartida por quienes les ha gustado leerla, así que muchísimas gracias. A: Bayby Face, Madame Blanche, , Juany Nodoka y Arianne Luna, de corazón, muchas gracias!

Y eso por ahora, será hasta una próxima actualización.

Que esté todos muy bien.

Madame de La Ferè – Du Vallon.