Disclamier : Los personajes son de S.M , yo solo creo historias que me gustan y quiero compartirlas con ustedes.


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Paparazzi

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Eso me da una idea. Si las disculpas no sirven de nada, estoy un tanto segura que otra cosa lo hará. Sonrío. Tengo un plan y voy a llevarlo acabo para así poder largarme de este lugar.

Camino por el lugar y me acerco a uno de los bonitos sillones blancos que se encuentran en el lugar y tomo asiento. Me acomodo y subo los pies con todo y tacones; estoy manchando su precioso sillón costoso.

Silbo.

—Oye... Pensándolo bien, estar secuestrada en un lugar así no se siente realmente mal.

Edward Cullen gruñe, claramente molesto.

—No te pongas cómoda— suelta.

Para ese momento su teléfono suena, mira el numero y luego me ve a mí. Después camina y se pone fuera de mi vista para que yo no pueda escuchar lo su conversación; como si me importara lo que tiene que decir.

Aprovecho ese momento para levantarme lo más rápido que puedo y voy a dónde está el maldito ascensor por el cual he entrado aqui. No hay nada, solo hay una pared de madera.

¡Maldita sea!

Es un ascensor privado y está oculto. Entonces, voy a buscar una maldita puerta que me lleve a la salida.

— No hay forma de que puedas salir de aquí, Isabella. No, a menos que yo lo decida— dice a mis espaldas.

¡Mierda! Ni siquiera lo que escuchado acercarse. Cierro los ojos con fuerza por un segundo y luego giro sobre mis tacones para encararlo.

— No iba a ningún sitio, sólo estaba explorando el lugar para encontrar un poco de agua. ¿ O es que acaso vas a negarme un poco de agua, Señor Cullen? — suelto con sorna.

Él vuelve a desaparecer por unos segundos. Cuando vuelve, estoy en el mismo lugar que me dejó. Me ofrece una botella de agua.

Me acerco a paso lento y quito la botella de sus manos son tocarlo.

— Gracias, Señor— agradezco con unas sonrisita burlona. Abro la botella de agua y sin dejarlo de mirar apenas dejo que mis labios toquen el liquido. Por último cierro la botella y la arrojo al sillón más cercano.

— Y bien. ¿Cuándo podré marcharme? — pregunto por... ya he perdido la cuenta.

Edward Cullen me observa por unos segundos sin ninguna expresión en su rostro.

— Pensé que eras lista, Isabella Swan. Debiste marcharte cuando tenías oportunidad— suelta.

Me cruzo de brazos y levanto una ceja en su dirección.

— ¿Qué oportunidad? ¿La que me diste cuándo me decidiste vigilar a mí y a mi familia? O , si te refieres a hace unos minutos, es lo que trataba de hacer.

Va a responderme algo, estoy segura. Sin embargo guarda silencio por algunos segundos para después maldecir en voz baja y mirar de nuevo su teléfono.

— No intentes salir de aquí. No hay escapatoria— amenaza. Da media vuelta y comienza a caminar. No va más allá de tres metros cuando decido seguirlo. No puedo alcanzar su paso.

¡Mierda!

Doy un golpe a la puerta cuando por fin llego a ella. Llevo una mano a la perilla y voy a girarla, pero me detengo. No servirá de nada girarla si hay algún guardia fuera que me tacleara si intento salir. Maldigo y doy otro golpe de frustración.

Un minuto después, regreso a la misma habitación que estaba y de nuevo tomo asiento en el sillón, está vez me reclino la espalda y miro al techo.

Maldita sea la hora en la que hice caso a María para tomar las fotos de Jasper y Alice. Maldita sea por haber aceptado la invitación de Jake . ¡Dios! Pensé que sería fácil.

Quiero pasar una mano sobre mi cara a forma de frustración, pero luego recuerdo que voy a arruinarme el maquillaje.

Me siento derecha sobre mi lugar , me levanto y comienzo a deambular por la habitación hasta que encuentro lo que parece ser un mini bar. Abro el pequeño frigorífico y encuentro un par de botellas de agua, refrescos e incluíso hay dos mini botellas de champagne. Las miro por un momento. Luego pienso que no es mi habitación, así que yo no pagaré la cuenta. Tomo una de las botellas de champagne que, en este lugar debe costar más de lo que valen en realidad. La abro con un poco de dificultad y el corcho vuela. Afortunadamente no ropo nada. Luego doy un pequeño sorbo y las diminutas burbujas estallan en mi boca, es maravilloso. Doy un trago más y la regreso a su lugar y cierro el pequeño frigorífico; no sin antes ir por el corcho y meterlo dentro.

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!

Soy una completa idiota. He olvidado por al menos una media hora mi maldito teléfono. Busco en la pequeña bolsa oculta de mi falda pero no está ahí, seguro que debe estar en el sillón. Me apresuró ir a dónde seguramente está. ¡Oh sí! Claro que ahí estaba. Lo tomo y lo desbloqueo para mandar un mensaje a Jake y pedir ayuda. Pero luego me detengo en seco. En lugar de Jake puedo llamar a la policía. Estoy por marcar el número de emergencia pero igual me detengo. Si lo hago, Edward Cullen puede mentir acerca de mi yi estancia en el lugar. No. Tengo que llamar a Jake. Busco el contacto y espero.

¡Maldita sea no contesta!

Vuelvo a intentarlo dos veces más, al tercer intento Jake responde.

—¿Bella?

— Jake! Yo...

— ¿Dónde demonios estás, loca? — cuestiona —. Te he estado mandando mensajes para llevarte a casa. ¿Te parece bien si nos vemos en dónde lo dejamos? Estoy de camino ahí.

— No, no. No estoy cerca. Oye, necesito de...

— ¡Carajo, Bella! Lo he conseguido. Tengo una noticia buena que mañana estallará: Tanya Denali cumplió y ahora tengo una foto suya con Edward Cullen muy juntos. ¿ Imaginas lo que se armará?

Me desespero porque no está dejándome hablar y mi tiempo es limitado.

— No, Jake. No está estás escuchando. ¡Maldita sea! Pon un poco de tu atención, quieres.

Hay un segundo de silencio.

— ¿Estás bien? — cuestiona serio.

— No. Estoy en problemas y quiero de tu ayuda para...

No acabo de decir nada porque la puerta de la habitación. se abre y aparece Edward Cullen y su guarda espaldas.

— ¿Tan poco te importa la hipoteca de tus padres, Isabella, Swan? - viestiona Cullen.

¿Qué?

Aquellas palabras me golpean como un martillo.

— No te atreverias— masculino entre dientes.

Edward Cullen sonríe de medio lado, con desprecio.

— No querrás ponerme a prueba— amenaza.

Doy un paso atrás. El no puede hacer eso, no pienso permitírselo. Aprieto los manos hasta convertirlas en puños.

—No harás tal cosa, ¿me oyes? No voy a permitir que lo hagas— respondo, furiosa.

La puerta suena, indicándonos que hay alguien más.

El guardaespaldas va a la puerta y la abre. Un hombre rubio que no he visto antes, pero que trae la misma vestimenta que el tal Emmett, dice:

—Jason Jenks acaba de llegar.

Luego otro hombre se abre paso y entra en la habitación.

Mi boca casi se abre por la impresión.

¡Mierda!

¿Es qué acaso cada empleado de Edward Cullen hacia casting para ser contratados?

Observo a Jason Jenks por unos segundos. Es alto, pero no tanto como Edward Cullen. Es de tez morena, es delgado, pero no flacucho; Tiene lo suyo. Ahora que lo pienso , si entrecirttas los ojos un poco y pasas junto a él a una velocidad elevada, le da un cierto parecido a Regé-Jean Page cuando salió en una serie de época en Netflix.

—Los papeles se encuentran listos para ser firmados, Edward — suelta Jason Jens, sacándome de mis propios ensamientos.

Miro a Edward Cullen.

—Bien—dice Cullen.

Niego con la cabeza. De ninguna manera voy a firmar algo que venga de Edward Cullen.

Tomo una respiración profunda. Tengo que ser fuerte y enfrentarme a todos ellos. No debo mostrarme temerosa. Doy un paso al frente mientras miro a Jason Jenks. Sonrío lo mejor que puedo.

—Hola, Señor Jenks. Soy Isabella Swan. Y no voy a firmar nada hasta que llame a mi abogado— digo con firmeza

¡Maldita sea!

No tengo ningún abogado, pero ellos no tienen porque saberlo.


~~~~~Paparazzi~~~~~~


Gracias a las personas que me dejaron comentario en el capitulo anterior. De verdad que me alegra saber sus opiniones sobre la historia.

Lamento mucho no poder actualizar antes, sufro un poco de TDA y me distraigo con facilidad y después se me olvida lo que tengo que hacer. Pero ya les traje un nuevo cap y pronto les traeré otro.