Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.


Capítulo 418. El Hombre Que Se Casó Con Mi Esposa (1)

El funcionario nos miró a Edward y a mí con la boca levemente abierta mientras sostenía el libro de registros contra su pecho.

Cuando señalé con la cabeza hacia atrás, los ojos de Edward se entrecerraron. También apareció una sonrisa en su boca y se inclinó hacia mí.

—¿Qué quieres comprobar, Reina?

—Del lado izquierdo al lado derecho de tu cabeza.

—¿Qué?

—Sólo sígueme.

En cuanto llevé a Edward a una habitación vacía del palacio, cerré la puerta y me le acerqué.

Después de empujar su pecho para que se sentara en el sillón con una mirada firme, examiné su rostro de izquierda a derecha.

Edward me sonrió mientras apretaba los reposabrazos del sillón.

—¿Eh? No parece que quieras examinar mi cabeza.

Edward hizo la pregunta con sus hermosos ojos verdes entrecerrados, luego volvió a abrirlos lentamente mientras respiraba hondo.

Esa acción trivial me hizo enloquecer.

En vez de responder, levanté suavemente su barbilla con el dedo índice y acerqué despacio su cara a la mía.

Edward no se resistió. Nuestras caras se acercaron lo suficiente como para sentir el aliento del otro.

En el momento en que pensé que lo sucedido ayer podría haber sido producto de mi imaginación, Edward exclamó de repente como si se hubiera acordado de algo.

—Ah.

—¿Qué pasa?

Cuando le pregunté desconcertada, Edward se levantó apresuradamente del sillón y miró a su alrededor.

—Ahora que lo pienso, tengo un asunto urgente que atender. Lo olvidé por un momento.

En un instante, la atmósfera que había sido tensa pero erótica desapareció por completo.

Ciertamente parece que evita besarme.

Ese comportamiento me convenció de que Edward me estaba evitando.

Disgustada, lo empujé de vuelta al sillón.

—¿Reina?

—¿Por qué me evitas?

—¿Qué?

—¿Por qué evitas besarme?

Los ojos de Edward se crisparon, pero no lo solté y presioné sus muslos con mis rodillas. Empujé sus hombros contra el respaldo del sillón para que no pudiera moverse mientras me acercaba.

Mientras lo miraba en ese estado, Edward abrió lentamente la boca.

—Reina... es demasiado difícil para mí. No hagas esto.

Fruncí el ceño. ¿Es demasiado difícil? ¿Es tan difícil para él soportarme? Me sentí triste y enojada a la vez.

Además, Edward respiraba pesadamente, como si tratara de mostrar lo complicado que era para su cuerpo.

Espera... ¿Por qué tiene esa cara? ¿Sus mejillas están ruborizadas?

Ahora que lo miro atentamente, parece que está excitado...

Mientras lo observaba, Edward se levantó lentamente del sillón. Cuando se puso de pie, pude ver claramente a qué se refería con 'difícil'.

Levanté la vista con incomodidad al darme cuenta de que lo había malinterpretado.

Pensándolo bien, siempre dormíamos tomados de la mano desde que surgió la posibilidad de que estuviera embarazada. En estos días, ni siquiera me tomaba de la mano.

¿Entonces por qué? ¿Por qué me evita a pesar de estar tan excitado por estar cerca de mí?

—Reina. A decir verdad, escuché demasiadas cosas malas en el proceso de lidiar con la Familia Zemensia.

Edward, que afortunadamente había cambiado de opinión, no tuvo otra opción que confesármelo.

Lo miré con asombro.

—¿Por esa razón me evitas?

—No te evito.

—No quieres tocarme.

—Me preocupa mucho tocar a Reina en este estado.

—Castigaste a quienes lo merecían. No tienes que sentirte mal.

—Aun así, prefiero no hacerlo.

Pensé que Edward estaba bromeando, pero parecía hablar en serio. No pude evitar suspirar.

—Entonces, ¿cuánto tiempo piensas estar así?

—Una semana.

—¿Por qué una semana?

—Porque estoy purificando mi cuerpo con baños de agua fría. Lo haré sólo una semana más.

Entiendo cómo se siente Edward, pero... lo que necesitaba ahora era su calor y su piel.

Me molestaba que no quisiera tocarme. Sin embargo, no podía oponerme porque lo hacía por mí.

Murmuré que lo entendía con una expresión tranquila, luego me di la vuelta y me fui primero.


En la oficina de Edward. McKenna, que se enteró de lo que había ocurrido hace cuarenta minutos, chasqueó la lengua y murmuró.

—Me temo que Isabella estará muy disgustada si esto continúa.

Edward presionó la punta de la pluma contra el frasco de tinta y preguntó.

—¿Te preocupa o te emociona?

—Por supuesto que lo primero.

—Entonces, ¿por qué tienes un tono de voz tan animado?

—… ¿Es evidente? ¿Debería ser más apagado?

Cuando McKenna preguntó en un susurro, Edward miró hoscamente a su primo por un momento. McKenna sonrió. Edward negó con la cabeza y volvió a mirar los documentos para aprobación sobre el escritorio.

Mientras Isabella estaba inconsciente, se retrasó un poco en la aprobación de documentos por tratar con la Familia Zemensia de todas las maneras posibles.

Tenía la intención de resolver en su totalidad el retraso acumulado durante este tiempo en el que no podía tocar a Isabella.

Edward no se dio cuenta de la expresión de preocupación de McKenna en cuanto volvió a bajar la mirada.

McKenna se lamentó en su interior.

La Familia Zemensia lanzó todo tipo de maldiciones e insultos a Isabella y a su bebé.

En ese momento, Edward trató todas esas palabras como tonterías y no mostró piedad. Pero por lo visto, sí le afectó.

Edward no suele tener miedo a esas cosas.

Entonces, unos golpes en la puerta sacaron a McKenna de sus pensamientos.

—Adelante.

Cuando Edward lo autorizó, un sirviente entró e informó.

—Su Majestad. Crow ha vuelto del Imperio Oriental.

{Nota: Crow = Cuervo.}

Una vez que Edward asintió, el sirviente salió y esta vez entró un hombre de aspecto inteligente con cabello y ojos oscuros.

El hombre que entró intercambió saludos con McKenna antes de acercarse al escritorio de Edward.

—¿Estás de vuelta?

Edward levantó brevemente la vista para saludar con amabilidad al hombre, luego volvió a centrarse en los documentos.

Aun así, siguió hablando con el hombre.

—¿Cómo estuvo?

—El Imperio Oriental es muy caótico en estos momentos. Esa 'mujer' murió después de ser depuesta, encerrada en una torre, y el Emperador Jasper incluso resultó herido después de ver alucinaciones.

—¿Qué alucinaciones?

—No pude averiguarlo.

McKenna murmuró.

—Pensé que eso había sido una mentira para que Astoria volviera lo antes posible. Ya veo que no es el caso.

Edward también murmuró con una voz carente de sentimientos.

—Sí. Parece que realmente ha resultado herido.

No le importaba si estaba herido. De hecho, todos tenían pensamientos similares, así que Edward preguntó inmediatamente después.

—¿Qué hay de Tom?

—Se marchó al puerto, pero no conozco los detalles porque tenía la atención puesta en el Palacio Imperial.

—Buen trabajo, eso es suficiente. De seguro irá a ver a su madre después de pasear un poco por el mar.