Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 247. Una Pregunta Muy Importante (2)
Poco después de volver a casarse, el Emperador Jasper trajo a una hermosa mujer, que había sido una maga, a vivir en el palacio. Aunque la hizo pasar por asistente de un mago, pronto se convertiría en su segunda concubina.
Tal como Jasper había advertido a Astoria, este tipo de rumores comenzaron a extenderse en cuestión de horas.
Por supuesto, estos rumores también llegaron a oídos de Irina.
—¿Dónde va a quedarse?
Irina preguntó, desconcertada.
Su expresión era tan feroz que la Vizcondesa Clearwater tartamudeó, mientras Irina rechinaba los dientes y apretaba los puños.
Recordó el comportamiento altivo y grosero de esta chica hace unas horas. Hace un tiempo había escuchado del Vizconde Vulturi que Jasper traería a una chica de la academia mágica. Claramente era ella.
¡Además, Jasper realmente pretendía convertirla en su concubina!
—Cómo... Ni siquiera he dado a luz todavía.
Irina suspiró, sentándose en el sofá atónita.
Al notar la expresión de Irina, la Vizcondesa Clearwater recogió el té en silencio, e intentó salir a hurtadillas de la habitación.
Pero antes de que pudiera salir.
—Vizcondesa Clearwater.
Irina la llamó primero.
La Vizcondesa Clearwater se vio obligada a regresar.
—Sí, Su Majestad la Emperatriz.
—Aunque Irina está limitada en lo que puede hacer como Emperatriz, ¿puedo al menos colocar a mis sirvientas en otros lugares?
—Por supuesto.
—Encuentra a hijas de prisioneros que puedan desempeñarse como sirvientas. Mujeres que tengan una buena relación con sus padres. Mejor aún, si sus familias se encuentran en una situación difícil.
—¿Perdón?
Los ojos de la Vizcondesa Clearwater se agrandaron ante la inesperada orden de Irina. ¿Hijas de prisioneros?
—Su Majestad, ¿para qué va a utilizar a esas mujeres...?
—A Irina sólo le queda una sirvienta. Necesito tener más.
—Entiendo.
Irina añadió, con un brillo de inteligencia en sus ojos.
—Y una debe ser enviada adonde la chica maga.
—Como ordene...
—Una cosa más.
—Sí, Su Majestad.
—Organizaré una fiesta de té, envía invitaciones a los hombres de la nobleza en la capital.
—¿A los hombres de la nobleza?
—Sí. Sólo a los hombres de la nobleza.
Después de que la Vizcondesa Clearwater se retirara. Irina se recompuso, cubriendo su vientre con ambas manos.
Imitar ciegamente a la Emperatriz Isabella no estaba resultando como esperaba.
Pensándolo bien, ¿no fue la Emperatriz Isabella quien salió derrotada después de entregarlo todo?
No necesitaba imitarla, excepto en su rol de Emperatriz...
Lo había olvidado mientras intentaba agradar a los nobles.
Ahora que Jasper había traído a otra mujer, Irina volvió en sí.
Si no puedo conseguir el afecto de la nobleza como emperatriz, conseguiré que todos los hombres me amen. Si no puedo conseguir un grupo de damas de compañía, conseguiré un grupo de sirvientas. También aplastaré a esa maga de una vez para evitar que se convierta en un verdadero problema.
Un gran carruaje traqueteaba a lo largo del camino de grava cuidadosamente hecho.
El carruaje se detuvo en el jardín frente al palacio.
McKenna, que estaba esperando allí, se acercó rápidamente y abrió la puerta del carruaje.
—Bienvenidos al Imperio Occidental.
La pareja que iba en el carruaje se sobresaltó cuando alguien que no era un caballero ni un cochero abrió la puerta.
—¿Quién es usted?
—Les ruego me disculpen. Soy McKenna, Secretario Principal del Emperador de Occidente.
Cuando McKenna reveló su identidad, la pareja se sorprendió y salió apresuradamente del carruaje para saludarlo.
—Gracias por recibirnos en persona.
McKenna respondió al saludo una vez más y rápidamente examinó al Duque y la Duquesa Swan.
Se parecían mucho a Isabella, así que los consideraba cercanos a pesar del frío trato inicial.
El Duque y la Duquesa Swan también examinaron a McKenna en medio de su desconcierto.
McKenna era el ayudante más cercano de su segundo yerno, el Emperador Edward. Además, habían crecido juntos.
Se puede conocer a una persona por sus amigos.
Por supuesto, hay casos en los que no es así, pero con una relación como la de Edward y McKenna, que han estado juntos desde niños, entonces este dicho podría aplicarse. Era una forma de saber más sobre su yerno.
—Su Majestad el Emperador los está esperando. Por favor, vengan por aquí.
McKenna, como Edward le había instruido, guió a la pareja con la voz más afectuosa y cordial posible.
McKenna guió al Duque y la Duquesa Swan al salón de las estrellas, donde se recibían a los invitados distinguidos.
Allí, frente al trono, Edward ya estaba de pie, con varios funcionarios y caballeros a ambos lados.
Al igual que la mayoría de los invitados distinguidos que entraban a este salón, el Duque y la Duquesa Swan quedaron asombrados ante la increíble majestuosidad del lugar.
Sin embargo, aún más sorprendente fue que incluso en este espacio increíblemente majestuoso, Edward brillaba dignamente sin ser enterrado o presionado.
Más bien, su cabello rubio claro y sus ojos verdes parecían brillar con la luz reflejándose por todas partes.
Edward esperó a que los duques se acercaran, y cuando estaban a pocos pasos de distancia, bajó de la plataforma donde estaba situado el trono y sostuvo sus manos personalmente.
—¡Su Majestad!
Conmocionado, el Duque Swan retrocedió medio paso, pero rápidamente se acercó de nuevo para evitar avergonzar al emperador.
—Bienvenidos, Madre. Padre.
Edward sonrió cálidamente, llamando al duque y a la duquesa de forma afectuosa.
Ya habían experimentado este trato de Edward en la Mansión Swan, pero no esperaban que lo hiciera delante de otras personas, incluso de sus propios subordinados, así que el Duque y la Duquesa Swan sonrieron avergonzados.
—Reina, ah. Ese es el apodo que usamos entre nosotros. Mi esposa los extrañó mucho a ambos. Por supuesto, yo también.
Los ojos del Duque y la Duquesa se estremecieron al escuchar el apodo que usaban entre ellos.
Una expansión del poder habría levantado la alarma del Emperador de entonces, así que el Duque Swan deliberadamente decidió dejar de ejercer funciones en el imperio desde que su hija, Isabella, fue elegida como princesa heredera.
Se sentía tanto agradecido como incómodo con los comentarios de Edward. Sin embargo, no había olvidado la etiqueta adecuada para dirigirse a un emperador.
—Gracias por su hospitalidad, Su Majestad. Además, me gustaría felicitarle por su título de Emperador del Imperio Occidental.
—¡Enhorabuena!
Finalmente, la pareja lo saludó formalmente, y Edward pensó mientras los miraba.
Reina se parece mucho a sus padres.
El día pasó demasiado rápido mientras chequeaba el número de personas empleadas en el palacio, sus puestos, funciones, experiencias y evaluaciones de desempeño.
Ni siquiera podía molestarme en almorzar, así que le pedí a la Condesa Jubel que dejara la comida en mi escritorio y seguí revisando los papeles.
Quería terminarlo lo antes posible ya que este trabajo servía de base para todo lo demás.
—¿Mi madre y mi padre están aquí?
Sin embargo, a pesar de que mis padres vinieron de lejos, no quería ir a verlos en este momento.
—Sí, están con el Emperador ahora. Su Majestad envió a un hombre…
—¿Tengo que ir ahora?
Eso es todo lo que necesitaba saber. Cuando le pregunté con cierto pesar, Lauren levantó las cejas y continuó después de la breve interrupción.
—…Le gustaría conversar en este momento a solas con ellos, así que Su Majestad la Emperatriz debe asistir es a la cena.
¿Qué?
—¿En serio?
Ante esas palabras completamente inesperadas el sentimiento de pesar desapareció.
¿Edward tenía algo que hablar a solas con mis padres?
—De qué quiere hablar con mis padres...
—Eso no lo sé.
Lauren ladeó la cabeza, y Leah, que estaba de pie cerca de la ventana, intervino rápidamente.
—Creo que lo sé. Estoy segura de que es eso.
—¿Eso?
—¿Ahora la confrontación no es entre el Imperio Oriental y el Imperio Occidental? Creo que les está preguntando sobre las debilidades del Imperio Oriental. Estoy segura.
Los ojos de Jessica se agrandaron ya que se trataba de su propio país.
Lauren asintió de acuerdo después de pensarlo un momento.
—Es una posibilidad. Aunque Su Majestad puede parecer despreocupado, cuando habla definitivamente no es para decir tonterías. Eso es lo que mi hermano me ha dicho.
—¡!
La Duquesa Swan frunció el ceño, incómoda.
—¿Quieres saber qué es lo que le gusta a Bella?
