Capítulo 6
Durante los siguientes minutos, Erin les explicó la llamada con Sarah.
-García, ¿sabrías decirnos en qué momento Sarah abandonó Minnesota? -preguntó Morgan intentando esconder su impaciencia.
-La duda ofende -respondió la rubia haciéndose la ofendida-. Aunque tal vez no sea tan fácil…
-¿Y eso por qué? -preguntó Prentiss.
-Porque no hay nada que indique que no lo haya hecho. No hay movimientos extraños en sus cuentas bancarias, que indicaran por ejemplo que habría comprado un billete de avión, autobús o algo. Y según su calendario laboral, hoy descansa, pero ayer y mañana trabaja.
-¿Y los días de las desapariciones de Demian, Karen y Elliot? -cuestionó el jefe de Unidad.
-Descanso.
-Es evidente que la tenemos, y que lo de la cuenta bancaria se puede explicar si ha ido recaudando dinero en efectivo durante algún tiempo -explicó Reid-. Lo que no se explica muy bien es que si ha secuestrado a los chicos, nada indique que esté aquí.
El silencio sobrevoló la habitación, mientras todos pensaban en cual podría ser su próximo movimiento.
- ¡Tengo algo! -dijo de repente García-. Y es la explicación que estábamos esperando. Resulta que Sarah lleva una semana de vacaciones, y tiene todavía otra semana más. Pero resulta que la persona encargada de hacer, cambiar o actualizar el calendario laboral de los trabajadores, tuvo un pequeño accidente hace ocho días y nadie lo ha actualizado. El calendario laboral se hace a mes vista, y Sarah pidió las vacaciones de un día para otro. Se las concedieron, pero esa es la razón por la que aparece como que está trabajando y descansando cuando en realidad está de vacaciones.
-La invitación al evento de mañana fue el detonante -murmuró Erin.
Hotch se fijó en ella, que estaba sentada en la cabecera de la mesa, de espaldas a la ventana. Todo eso le estaba pasando factura, y parecía haber encogido, haciéndose más pequeñita cada minuto que pasaba.
-En algún sitio tiene que estar. Necesita un lugar donde esconder a los chicos y torturarlos. García, ¿tiene alguna propiedad a su nombre o al de sus padres aquí en Stockbridge? -preguntó Hotch.
La tensión crecía mientras esperaban la contestación de la rubia.
-Negativo. Su padre tenía un taller de coches, que vendió junto a la casa hace unos años y se marchó junto a su madre a California, a disfrutar de la jubilación.
-¿Y el taller sigue en funcionamiento? -quiso saber Rossi.
-Así es. Y al parecer, funciona bastante bien. No creo que haya escondido a nadie allí.
-Se nos acaba el tiempo…en cualquier momento podemos encontrar a Carol, y no de la mejor manera -comentó JJ.
-Probablemente quiere que su número final sea mañana en el instituto. Aunque eso sería un cambio en su modus operandi. Sobre todo después de la llamada a Strauss -dijo Prentiss moviéndose de un lado a otro.
-A no ser que su intención sea la de secuestrar a Jeremy, Melissa o alguno de los otros hombres -la idea de Rossi de pronto los puso a todos en alerta.
-García, quiero que los localices a todos, les informes brevemente de lo que está pasando y les digas que la policía va para allá.
Mientras hablaba, JJ salió para decirle a Paul lo que harían. Necesitarían a algunos agentes para proteger a los cuatro hombres, y a Melissa y Liz. Necesitaban adelantarse al próximo movimiento de Sarah.
Hotch ordenó a Reid y Prentiss que fueran con la policía. El resto iría tras la sudes. Se sentó frente a Erin y se aseguró de tener toda su atención.
-Erin, tú la conoces mejor que nadie. ¿Tienes alguna idea de qué hará a continuación? ¿De lo que pasa por su cabeza?
-No lo sé. No puedo decir que la conozca ya. La Sarah de antes de todo eso no haría nunca algo así.
-¿Y algún sitio donde pudiera estar?
Ella negó lentamente, y escucharon el resoplido de Morgan. Hotch le lanzó una mirada fulminante y él puso los ojos en blanco.
-Piensa un poco ¿vale? -cogió su mano y acarició su dorso con el pulgar-. Algún sitio especial donde fuerais de niñas, tal vez.
Erin cerró los ojos y respiró hondo. Hotch deseó que el equipo no estuviera en la habitación para poder abrazarla y hacerle ver que no estaba sola en todo eso.
-Saliendo del pueblo, por el oeste y adentrándose en ese parte del bosque, hay un pequeño refugio. Solíamos ir a menudo antes de todo eso -respondió en voz baja, abriendo los ojos y mirándolo con una tristeza infinita.
Hotch asintió y sintió cómo todos se ponían en marcha. Él siguió sin moverse.
-Quiero que vengas con nosotros.
-¿Qué? ¿Por qué? -casi no le salió la voz.
-Primero, porque nos dirás exactamente dónde está el refugio. Y segundo, no sabemos qué nos vamos a encontrar allí, y conoces a Sarah, tal vez a ti te escuche.
Vio el miedo cruzar sus ojos y su rostro, pero finalmente asintió.
-De acuerdo.
Hotch le dio un suave apretón y se levantaron, todavía cogidos de la mano. Erin necesitaba ese último momento de normalidad antes de enfrentarse de frente a su pasado.
El sol estaba descendiendo lentamente, escondiéndose entre los árboles, dando al horizonte un aspecto de postal, cuando llegaron a la carretera que los llevaría por el bosque al refugio. De camino, habían hablado con Morgan y García, que les habían asegurado que todos estaban a salvo. La técnico también les había informado que el teléfono de Sarah seguía inactivo, así que no podían localizarla.
Cuando apareció a la vista, enseguida montaron un dispositivo para tomar a Sarah por sorpresa. Sin embargo, al acercarse, se dieron cuenta que estaba vacío. Aunque era evidente que había estado allí.
-Hotch, ¿qué hacemos ahora? -apuró Rossi.
Su jefe miró a Erin, que se había quedado atrás y miraba distraída bosque adentro. Iba a hablar cuando ella se le adelantó.
-Por ese camino, recto, a unos tres kilómetros, está el sitio donde todo ocurrió -dijo en voz baja, sin apartar la vista del camino.
Se pusieron en marcha enseguida, y antes de llegar, escucharon la voz alterada de Sarah. Hotch apartó a un lado a su jefa.
-Erin, quiero que te acerques con cautela y hables con ella. Sólo tú puedes convencerla de que se entregue.
Vio de nuevo el miedo en sus ojos, pero cuando escucharon la voz enfadada de Sarah, y los gemidos de Carol, asintió con decisión. Hotch le dio un suave apretón en el hombro.
Erin se adelantó, mirando a su alrededor. El bosque que siempre le había encantado, en el que había jugado de niña, y que había aborrecido a partir de los catorce años. Tragó saliva cuando Sarah y Carol quedaron a la vista. No reconoció a la que había sido su mejor amiga. En la mirada de la mujer había rabia, furia, venganza, desprecio.
Sarah tenía sentada a Carol en una silla atada de pies y manos, desnuda de cintura para arriba. La chica tenía evidentes signos de embriaguez, y apenas conseguía mantener la cabeza erguida. Cuando Sarah sacó un bisturí, Erin supo que era el momento de intervenir.
-Sarah -levantó un poco la voz para llamar su atención. La cara de la mujer se iluminó al verla, pero no de alegría, sino de una mezcla de justicia y venganza al darse cuenta que tanto la policía como el FBI la estaban apuntando con sus pistolas.
-¡Vaya! No sabía que iba a tener público -cogió del pelo a Carol para levantarle la cabeza, que gimió de dolor-. ¿Has visto, Carol? Han venido a vernos. Tenemos que hacerlo bien.
Erin se movió lentamente, queriendo no alterarla más de lo que estaba. Sus pisadas eran tan lentas que apenas parecía que se estaba moviendo.
-Es un privilegio que hayas decidido honrarnos con tu presencia, Erin.
Sarah soltó bruscamente la cabeza de Carol, que cayó casi inerte hasta su pecho. Se movió junto a la chica, nerviosa, como un animal enjaulado.
-Estoy aquí para hablar de lo que quieras. Hace mucho tiempo que no nos vemos -comenzó, conciliadora, Erin.
-Sí, bueno, no me gustan demasiado las charlas superficiales.
-¿Por qué no sueltas a Carol? Ella no tiene la culpa de nada, y no le interesa esto.
-Sabes que no puedo hacer eso -se burló Sarah-. ¿Por qué no le dices a tus amiguitos que nos dejen solas? Tampoco les interesa nuestra charla.
-Sabes que no puedo hacer eso -contraatacó Erin, lo que hizo que Sarah soltara una carcajada.
-Siempre has tenido una gracia natural…lástima que eso también te lo quitaran.
Pareció perderse en sus pensamientos y Erin aprovechó para moverse de nuevo.
-¿Puedo hacerte una pregunta? -dijo unos segundos después.
-Vas a preguntarme porqué lo he hecho. Pues te voy a ahorrar saliva. ¡Porque se lo merecían, Erin! Por eso lo he hecho.
-No creo que ni Karen, Elliot ni Demian se merecieran nada. No eran ellos, y lo sabes.
Sarah soltó una carcajada amarga, que le puso los pelos de punta a Erin. Soltó el bisturí unos metros más allá, cerca de Erin, pero sacó de detrás del pantalón una pistola, apuntando a la cabeza de Carol, y poniendo a todos los agentes en guardia.
-Ellos…Erin, eran igual que todos. Esos cuatro chicos nos arruinaron la vida, y las zorras de Melissa y Liz lo sabían todo. Y estos cuatro se merecían esto y más, porque estoy segura, que tarde o temprano harían lo mismo que nos hicieron a nosotras.
"¿Y sabes de lo que me arrepiento? Esta mañana cometí un pequeño error al llamarte, porque tenía preparado un gran número final. Con Melissa y Ryan, que fue el encargado de destrozarme a mi la vida, pagando por lo que hicieron.
Erin se detuvo de golpe, sabiendo que iba a ser complicado convencerla. Cerró los ojos un instante, inspiró hondo y volvió a hablar, con más seguridad esta vez.
-Sarah, entiendo tu postura. Necesitabas venganza después de lo que nos hicieron. Nos obligaron a callar, Jane no lo soportó y tachaban a Eliza de loca, pero sólo nosotras sabemos por lo que pasamos. Pero eso no nos da derecho a matar a inocentes ni tomarnos la justicia por nuestra mano.
-Lo dice la que tiene un buen puesto en el gobierno. ¿Puedo hacerte yo ahora una pregunta, Erin?
-Por supuesto.
-¿Cómo diablos has podido vivir con todo esto? ¿Cómo has dormido por las noches sin volverte loca?
Erin se mordió el labio, nerviosa, sabiendo que estaba a punto de revelar ante la policía y el FBI sus más íntimos sentimientos. Volvió a moverse, muy despacio, mientras comenzaba a hablar.
-No ha sido fácil, las pesadillas no dejaban de acecharme al principio, y tú lo sabes, nos pasó a las cuatro. Pero con el paso del tiempo, aprendes a olvidar lo malo que te ha pasado, lo guardas en el fondo de tu mente. Simplemente, vives minuto a minuto, y poco a poco, eso que tanto te marcó en un momento de tu vida, ha quedado relegado en un pozo profundo de la mente.
-Me alegro que tú hayas podido olvidarlo -respondió ella con ironía.
-Nunca lo olvidé, Sarah. Pero conseguí convivir con ello -calló unos segundos, pensando en cuáles serían sus próximas palabras-. ¿Recuerdas cuando teníamos diecisiete años, y fuimos a un concierto a la ciudad? Pasamos la noche fuera, la primera vez que nos dejaban hacer algo así, y estábamos muy emocionadas. Al llegar a la habitación del hotel, comenzamos a hablar del concierto y de lo guapo que nos parecía el cantante. Pasamos la noche entre risas, comiendo pizza y terminando las bebidas del mini bar. En ese momento, Sarah, sólo éramos dos adolescentes normales haciendo cosas de adolescentes, sin pensar en nada más.
"Llevo todos estos años volviendo a ese recuerdo cada vez que los malos recuerdos me abruman.
-Lo pasamos bien esa noche -dijo Sarah con una sonrisa, como si ella también estuviera volviendo a ese momento.
-Sí, lo hicimos.
Erin estaba a apenas tres metros, y escuchó la voz de Hotch por el auricular diciendo que tuviera cuidado, pero que por supuesto, estaba bien cubierta. Ella sabía que era un momento crítico, pero haría lo posible para que todo terminara bien. Había notado que Sarah estaba comenzando a bajar la guardia.
-Sarah, sé que has cometido errores, pero si lo terminas aquí, intercederé por ti para que tu estancia en la cárcel sea lo más cómoda posible.
Sarah la miró unos instantes, y bajó la pistola. No comentó nada de lo cerca que estaba Erin.
-¿De verdad lo harías? -Erin asintió-. Siempre has sido tan buena, preocupándote por los demás, por eso hicimos tan buenas migas…éramos el complemento perfecto.
Sarah bajó el tono de voz, la cabeza y comenzó a moverse de nuevo nerviosa, hablando para sí misma. Erin extendió la mano y habló con voz tranquila, atrayendo de nuevo su atención.
-Sarah, dame la pistola y vamos a acabar con esto ¿vale?
-Sé que tu intención es buena, pero ya no puedes ayudarme.
Y antes de que alguien pudiera reaccionar, Sarah levantó la pistola, apuntando a su propia cabeza y disparó.
Continuará…
