Capítulo 1


Reunir más ramas y construir el refugio no fue muy difícil. Un árbol caído estaba siendo una buena base, así que ambos niños solo tuvieron que rellenar algunos espacios con las ramas. Pero luego se dieron cuenta de que no tenían suficiente para terminar.

—El refugio se ve bien —dijo el chico, agachándose para tomar una hoja—. Pero podríamos usar estas hojas para cubrirlo más.

—Ah, sí. Podrían ser las paredes —respondió ella.

El chico decidió apilar las hojas más grandes y limpiar la zona para crear un espacio cómodo en el césped. Aunque el viento soplaba y algunas hojas se volaban, él las recuperaba fácilmente.

Cuando terminó su tarea y se volvió hacia la chica para ofrecerle ayuda, se sorprendió al ver que ella llevaba sola las ramas gruesas entre sus brazos como si no pesaran nada.

—Soy fuerte —le dijo ella. Después, asintió con una sonrisa llena de orgullo. El chico no respondió y siguió con sus hojas, sin hacer más preguntas.

Mientras construían el refugio, el sol comenzaba a ponerse, llenando el cielo de colores cálidos y anunciando la llegada de la noche. Cuando colocaron la última rama y hoja, ambos se apartaron para observar detenidamente lo que habían logrado.

—Se ve bien —dijo él, notando lo práctico del resultado final.

—¡Se ve bien! —repitió emocionada y le ofreció su mano con una sonrisa—. Ven, vamos adentro.

Ante ese gesto, el chico se quedó en silencio.

—Eh, pero…—logró decir, pero no pudo continuar.

Repentinamente, los ojos de la chica se abrieron sorprendidos.

—¡Cierto, olvidé presentarme! —habló ella, volviéndose hacia él con interés—. Soy Yor Briar.

—Oh, hola Yor —respondió el chico, un poco incómodo, ya que no esperaba eso—. Yo...

—¿Eres tímido? —le preguntó Yor, mirándolo—. No importa si no puedes decirme tu nombre. Pero quiero saber cómo llamarte.

—¿Cómo llamarme?

Yor asintió con seguridad. Esperaba que le dijera algo, pero él no tenía ni idea de qué responder. Sin embargo, por alguna razón, notaba algo en su pecho que lo hacía querer no quedarse callado. No sabía qué era esa sensación, pero sentía que era extraña.

—Consejero —dijo él. Después de un momento, respiró y añadió—. Puedes llamarme así.

—¿Consejero? —comentó ella, pensativa—. Es extraño, pero suena bien.

—¿Bien? —preguntó el chico, y la miró un poco demasiado, lo que lo hizo sentir incómodo y prefirió dar la vuelta.

Yor notó inmediatamente su cambio de ánimo.

—¿Qué pasa? —preguntó ella, confundida—. ¿No te parece bien?

—Sí, lo es —respondió él, dándose la vuelta y ofreciéndole su mano—. Vi algunas nueces en el camino y creo que podríamos plantarlas.

Los ojos de Yor se iluminaron ante esa idea.

—¡Eso suena genial!


Nota de la autora: Los chicos empiezan a interactuar, aunque parece que cierto chico es un poco tímido.

Averigüen como sigue esto en el próximo capítulo.

Ciao.