Capítulo 2


Mientras recogían algunas nueces, el chico descubrió que Yor tenía un hermano menor llamado Yuri y que estaban acampando con sus padres. Aunque sabía que ella era de Ostania, se dio cuenta de que era diferente a los soldados que hablaban sobre que su país era mejor o las personas importantes que salían en las noticias.

Yor era diferente, y eso le daba confianza en ella. Por eso, decidió contarle que venía de Westalis y que estaba viajando con sus padres, aunque evitó mencionar que peleaban todo el tiempo. Sin embargo, sí le dijo que le gustaba jugar a los soldados y pasar tiempo en la naturaleza.

—Si juegas mucho, te vuelves fuerte —comentó Yor—. Los soldados siempre están en la naturaleza.

—El General siempre lo dice —confirmó Consejero. Sin embargo, recordar a sus amigos odiando ser soldados de Ostania lo puso triste—. Pero a mí me gusta ser explorador. Puedo descubrir cosas —añadió para borrar esos pensamientos.

—¡A mí también! Yuri y yo sabemos qué bayas son buenas para comer y cuáles no —dijo ella mientras se detenía a mirar un pequeño lugar cerca del arroyo—. Este parece un buen sitio.

El chico asintió mientras escuchaba las instrucciones de Yor y observó cómo ella hizo un agujero en la tierra con un movimiento suave de su mano, dejándolo sin palabras.

No había duda de que Yor era una chica fuerte.

Después de cubrir el agujero, se aseguraron de que nada impidiera el crecimiento de la semilla. El chico improvisó una regadera mientras Yor se aseguraba de que el agujero estuviera bien cubierto.

Casi no quedaba rastro del sol cuando terminaron. El chico estaba tranquilo y quieto junto a Yor cuando escuchó la voz de alguien llamándola a lo lejos.

—¿Esa es tu madre? —le preguntó.

—Sí, es ella —confirmó Yor y se puso de pie—. Creo que debo irme.

Él asintió y se levantó; también debía regresar.

—Te veré mañana, Consejero.

—¿Eh? —preguntó, sorprendido—. ¿Mañana?

—Claro —expresó la chica con una sonrisa, mostrando su compromiso—. Hay que cuidar nuestro refugio y la semilla como lo hacen los buenos exploradores.

El chico se quedó en silencio por un momento ante la última oración de Yor, perdido en sus pensamientos. Se preguntaba si explorar podría ser una buena forma de divertirse mientras estuviera en el campamento.

Al ver la sonrisa de la chica frente a él, tuvo la idea de que sí.

—Sí, claro —respondió sonriendo—. Te veré mañana, Yor.

Antes de que Yor pudiera responder, la voz de su madre se escuchó de nuevo y ella corrió del lugar despidiéndose con un grito antes de desaparecer entre los arbustos. El chico miró hacia donde la chica se había ido y, después de un suspiro divertido, empezó a correr hacia su propio campamento.

—Me encanta explorar —dijo con una sonrisa mientras saltaba el arroyo.


Nota de la autora: Esto se me hizo mejor ahora por las emociones de nuestro Consejero.

Ciao.