Capítulo 3


La señora Briar llamó a su hija por tercera vez con impaciencia, pensando que ya tendría que ir a buscarla y regañarla, pero se sorprendió al sentir repentino abrazo de la chica en su cintura. Después de mirarla, se tranquilizó y le devolvió el abrazo con cariño.

—Ya era hora de que llegaras —le advirtió la madre—. ¿A dónde te habías metido?

—Estuve armando un refugio para vivir en la naturaleza —respondió Yor emocionada, con sus ojos brillando de felicidad, por lo que contaba—. ¡Y no fui la única, tenía a un consejero a mi lado!

La mención del "consejero" llamó la atención de la mujer.

—¿Un consejero?

—Es un chico que conocí en el arroyo —explicó la chica—. Le dicen Consejero y es genial. Se le ocurrió usar hojas para nuestro refugio y plantar nueces.

—Vaya, eso suena interesante. Me alegra que te hayas divertido —comentó la señora Briar y, como siempre, añadió—. Pero ten cuidado.

—Lo golpearé si se pone raro —aseguró Yor con firmeza.

La señora Briar sonrió orgullosa ante la respuesta de Yor.

—Ve a lavarte las manos para cenar. Yuri y tu padre están durmiendo, así que estaremos solas.

—¿Otra vez? —preguntó Yor con molestia—. Papá solo vino a dormir y Yuri también.

—No te enojes con él, Yor. Trabaja muy duro —indicó su madre, aunque Yor suspiró con decepción—. Intentaré que tu padre no se duerma. Mientras tanto, ¿por qué no te diviertes con tu consejero?

—¿Mi consejero?

—Parece que sabe mucho sobre la naturaleza como tu padre, ¿no? —dedujo la señora Briar organizaba la mesa del campamento—. Puedes pasar un buen rato con él.

Yor pensó por un momento antes de responder.

—¡Claro, él sabe muchas cosas! —dijo, cambiando su tono después de un instante—. Iré a lavarme las manos.

La señora Briar observó a su hija mayor mientras se alejaba en silencio. Desde que Yor la abrazó al regresar, comenzó a sentir curiosidad por su buen humor y qué la había llevado a jugar con un niño desconocido, ya que no era algo habitual.

En la escuela, Yor solía ser muy callada y educada, lo que la hacía vulnerable a las burlas por parte de algunos niños que no entendía su extrema bondad. Como madre, sentía mucha rabia, pero también sabía que tenía que ser paciente y esperar el momento adecuado para intervenir.

La curiosidad de la señora Briar se mezclaba con un poco de esperanza de que Yor hubiera encontrado un amigo de verdad, alguien en quien pudiera confiar y compartir sus intereses.

—Solo quiero que sea feliz —añadió con una sonrisa dulce mientras seguía con la cena.


Nota de la autora: No tenemos mucha información oficial de la madre de Yor, pero se puede deducir que ella era alguien muy amable y quise reflejar esto aquí.

Ciao.