Cuando Mason me comentó que escribir una bitácora me ayudaría a sopesar todo este agobio no lo tome en serio. ¿Pero quien me ve ahora? Ahogando mi aburrimiento en este pequeño libro que no es más que un mero diario. No voy a engañar a nadie llamándolo bitácora ni nada similar.

Si lo pienso con el suficiente sentido del humor, me parezco a esas chicas de la academia.

Aún me recuerdo a mi mismo hace un par de años. Ese joven entusiasta que ingreso a la Escuala Proginion con peculiar entusiasmo. Uno que creia que se convertiría en un héroe y salvaría este imperio. Menudo idiota. Si pudiese viajar en el tiempo me daría una bofetada a mi mismo.

Mis cualidades y pasión por el orden no pasaron desapercibidas. Y en menos de un año dentro de la Academia, ya estaba cursando los estudios y preparándome para convertirme en Comisario de Guerra. Aquellos valerosa hombres encargados de mantener la disciplina de un batallón o regimiento. Valuarte de la marcialidad... Menuda idiotez. Todo para terminar en un planeta olvidado.

Cantus no es peor de los lugares en este galaxia en los cuales he estado. Los entrenamientos en Vilomer es algo que personalmente no quiero recordar. Casi pierdo los dedos de mi mano derecha por la congelación.

Sin embargo... no puedo engañarme a mi mismo. Dos años en un planeta donde ni la propia fauna representa un peligro resulta hasta aburrido. ¿Qué tan inocente fui, creyendo que ahora estaría al mando de una división de primera, luchando cara a cara contra los sucios xenos o esos malditos herejes? Purgando este imperio de los males que lo acechan. ¿Qué pensaría mi yo de hace cuatro años si me viese ahora?

Bueno... No puedo hacer nada para cambiar mi destino. No al menos hasta que cumpla mi servicio de 5 años en este destacamento. Un año más, y puede que tenga mejor suerte.

Cuando me informaron que me asignarán al 163vo Regimiento de Defensa de Cantus, me sentí sumamente energizado. Nunca había escuchado de ese planeta, pero dada la seriedad del asunto asumí que era algo importante. Menuda sorpresa me si cuando me percate, qué el nombre del destacamento tenia más letras que soldados en su interior.

El 163 era mera decoración. En realidad, era una única vanguardia de apenas 100 soldados de defensa planetaria. 100 soldados para defender todo un mundo. Al principio pensé que se trataba de un chiste de mal gusto, pero pronto me enteré que así había sido desde hace siglos.

Cantus. Un planeta con una única ciudad. Una población que apenas alcanzaba los 5 millones de habitantes, y lo miles de millones de servidores para labrar los campos.

Mi lleguada a este planeta pasó tan desapercibida como un copo de nieve en una tormenta de hielo. Recuerdo que cuando baje de la nave qué me transportaba hacia los hangares, sentí una abrumadora sensación de soledad. Nadie estaba para recibirme, a pesar que mi título no era algo que no se tomara en serio. Pero allí estaba yo. Solo con una maleta y rodeado de servidores qué no podían responder a mis preguntas. Este lugar parecía más bien un lugar de castigo que un mundo agrícola.

Entonces, después de unos dos minutos aproximadamente, llego la susodicha bienvenida. Un único sujeto vestido de mecánico y cubierto de grasa hasta las orejas. Uno que, para mi irónico asombro, no se veía particularmente feliz de verme.

Al llegar a mi preguntó mi nombre, con un tono algo subido de nota teniendo en cuenta el uniforme que llevaba puesto. Aunque la impresión que me dió al la primera me obligó a responderle como su él tuviese mayor cargo que yo... Cuando la realidad era muy diferente.

El misterioso Mason... Hablar de él es todo una proeza. Incluso después de 4 años de convivir con él creo que hay cientos de cosas que desconozco. Es bueno en su trabajo, eso sí. Tal vez el mejor de todos nosotros, pero hablar con él algo diferente a motores es complicado.

Un sujeto curioso. De tes oscura y rasgos faciales mucho más pronunciado a los míos. Rara vez se le podía ver alegre, seguro que algo lo molesta, pero nunca habla de su pasado. Asumo que tenga unos 30 años o poco más. Aunque a veces suele ser más sabio de lo que aparente.

De boca del propio Mason me enteré que mi llegada no fue avisada De boca del propio Mason me enteré que mi llegada no fue avisada... Algo que para este punto, ya no era usa sorpresa para mi

No me extrañaron sus palabras, después de todo, esa era una idea que ya rondaba en mi cabeza. Aún así, preferí rechazar su oferta de cargar con mi equipaje lo más educadamente que pude, pues sus manos estaban de todo menos limpias. En aquel entonces aun me quedaba algo de la etiqueta que aprendí en la academia. Caim se estaría riendo de mi este momento si pudiese verme... Me preguntó que estará haciendo ese vago en esto momentos. ¿Habrá conseguido ese puesto en el mundo paradisíaco que siempre quiso?... Probablemente nunca lo sepa.

Aquel que ahora estaba frente a mi respondía al nombre de Mason. Quien se presentó a si mismo como mi asistente personal. De cierto modo podía entender su mal genio, pues a mi tampoco me haría feliz que me informaran qué en media hora sería el sirviente de alguien a quien nunca he conocido.

De momento, mi mayor interés era saber donde pasaría el resto de noches desde ese día. Teniendo en cuenta todo lo que había visto, no me daba muy buena espina, pero para mi desgracia, mis sospechas estaban bien fundamentadas.

Mason me condujo por el sinfín de calles... a pie. Mi maleta no era exactamente liviana, y según las propias palabras de Mason, los vehículos de transporte disponibles estaban ciento utilizados en labores agrícolas. Menuda bienvenida.

Una vez llegamos al recinto al que llamó habitación, pude dejar mis cosas para ir a ver a gobernador planetario y al general al mando. Dos sujetos que no serían capaces de correr por sus vidas si ocurriera una catástrofe. La obesidad era una características de varios altos mandos dentro de la milicia, pero esto en particular superaba la media y por mucho. Supongo que los efectos secundarios de la abundancia de alimento.

Gobernador Carsin Vilonavig de Kondeforsa. Era imposible no aprenderse su nombre, pues cada vez que hacía acto de presencia, un servidor debía pronuncial su nombre completo. Llamarlo pomposo sería un insulto a la palabra, pero al menos sabía hacer su trabajo... Al menos habían rumores que Cantus nunca ha tenido retrasos en el pago de sus cuotas al imperio. Y eso de por si ya es algo impresionante.

General Purshok. Todo un personaje. El único motivo por el cual portaba el rango de general, era porque la máxima autoridad militar de un planeta debía portar ese rango por ley. Aunque tener bajo su mando a cien soldados, y que la mayor parte del tiempo hacían función de mecánicos o campesinos dejaba mucho que decir. En realidad nunca llego al rango de Teniente, pero para su avanzada edad este era un retiro que hasta yo desearía.

A decir verdad, no me extraña tan poca presencia militar en este mundo. Después de todo, tenemos a tres planetas fortalezas rondando en las afueras del sistema solar, así que los refuerzos no tardarían ni una semana en llegar. No quiero siquiera inaginarlo... Pero no creo que pueda perdonar a mi padre si es que uso su influencia para mandarme a un lugar lejos del frente.

Solo pensar que pasaría el resto de mis días encerrado en esta campo agricola me causa una depresión que nadie sería capaz de imaginar. O por lo menos los primeros meses. Ya después de cuatro años de sentencia ni siquiera suelo pensar en ello. Aunque tuve que haber hecho enfadar a alguien en la academia para que me mandara a tal destino... Aunque no logre recordar el qué.

Hace más de tres años que no uso mi uniforme de comisario. Solo lo saco que mi maleta de cuero cuando debo lavarlo, para evitar que los bichos hagan de él un despilfarro.

Tres años en los que mis funciones de comisario no han sido necesarias, salvos para hacer una que otra maniobra para recordar que, efectivamente, aun somos el bastión de defensa de Cantus. Un bastión de defensa de 100 personas, incluyendo a diez de ellos que superaba los sesenta años de edad. Pensar que el viejo Lexter es el encargado de transportar una de las ametralladoras pesadas es simplemente comedia en su máximo esplendor.

Cuatro años... Cuatro años en los que olvide el olor de la pólvora. El calor dentro de una trinchera. El retumbar de los disparos durante los entrenamientos. Y debo admitir que... Comencé a disfrutarlo... O por lo menos hasta hace dos semanas.

El mensajero llego dos días antes que el primer regimiento. Dos millones de soldados del Astra Militarum desembarcar sobre las planicies y se acentaron en la ciudad. Y consigo, varios vehículos pesados y de reconocimientos.

Un destacamento de la Guardia de Krieg, ahora se mantiene a la espera a las afueras de la ciudad. Jamás pensé ver a esos soldados con mis propios ojos, y su peculiar silencio es escalofriante. Hombres y mujeres fríos como la piedra, hasta el punto que me hace dudar su están realmente vivos.

Una vez más, debo sacar mi uniforme de comisario. Una vez más, debo recordar lo que ya pensé haber olvidado. Un uniforme que me quedaba apretado, pues trabajar con maquinaria hace que hasta a los estudios como yo, ganen algo de músculo.

Aun asi, los cien soldados originales de Cantus no pueden evitar sentirse nerviosos. Incluso Mason, con su actitud serena se muestra intranquilo. Mas cuando sus uniformes andrajosos constrastaban notoriamente junto a los recién llegados durante las formaciones. De hecho, parecíamos una banda de pordiosero. Incluso tuvieron que que hacerle un nuevo uniforme a Purshok, puesto que había aumentado seis tallas desde la última vez que uso el suyo.

Mis propios nervios están reflejado en estas palabras. Mis temores y el de los pocos oficiales al mando que saben la verdad. Verdad que no puedo revelar, o seré castigado con la pena de muerte.

Los astropatas lo han sentido. Las mareas de la disformidad están agitadas. Este sector se encuentra bajo la amenaza del caos, y solo pensar en lo que esas aberraciones son capaces hace que se me hiele la sangre. No sabemos cuando o donde apareceran... Solo sabemos que no será agradable...

Si de casualidad, estas leyendo este diario... es porque ya no no soy capaz de resguardarlo, y lo tomaste de mis frias manos.

Y que el Emperador me perdone por mis temores.

Hola a todos. Como pueden ver, esta historia será narrada a través de "los pasajes que el propio comisario Harrus" plasme en su diario.

Por consecuente, pueden que ocurran cosas extrañas durante la lectura. Ejemplo: Páginas perdidas o rotas. Relatos incompletos porque algún inconveniente que obligó al propio Harrus a dejar de escribir y esas cosas.

No se si esto valla a funcionar, pero voy a intentarlo. Aquí no habrá un narrador omnipresente ni nada similar. Todo lo que leerás "Fue escrito en puño y letra del comisario."

Espero les guste.