Aclaro que posiblemente hayan errores ortográficos y de escritura. No cuento con los medios ni programas para hacerlo, principalmente con los errores de escritura.
Kung fu panda es propiedad de dreamworks
Capítulo 3
Insidente
Po y Shifu se encontraban en el salón de entrenamiento. Estaban solos pues la sesión había acabado.
Encontrando a ese momento muy oportuno, Shifu decidió abrir el tema del retorno de Po, sin rodeos.
—bien Po, me gustaría que me compartas algún conociemiento sobre tu retorno, si hay algún otro medio a aparte del chi con el que puedas viajar de una dimensión a otra voluntariamente.
Po no respondió y lo miró con una mirada neutral, se encontró con la mirada de Shifu que demostraba lo muy ansioso que estaba.
—Maestro, yo... Supongo que voy a decepcionarlo, mire... Sé que Usted desea que le comparta las habilidades que seguramente adquirí al regresar, los métodos que he empleado. Lo que pasa es que no sé cómo pasó, no tengo la certeza de cómo lo logré. Desde donde estaba, solo deseaba regresar con Tigresa, podía percibirla y fueron nuestros deseos tan desesperados de volver a estar juntos los cuales, no sé como, hicieron que vuleva a sentir frío y calor, inhalé y sentí el aire en mis pulmones, ví la luz que yo mismo emanaba y al verla denuevo, me di cuenta de que estaba de vuelta.
Shifu soltó un hondo suspiro, sí estaba desepcionado, pero de las espectativas que él mismo había imaginado, no culpaba a Po de nada, es más, pensó en que quizá los mitos románticos sean ciertos y no importaban las adversidades, si los enamorados lo deseavan, siempre encontrarían la forma de juntarse, y fue así como Po logró regresar. Shifu daba espacio a esa posibilidad pues también se había enamorado alguna vez.
Aquella noche, Po se encontraba sentado sobre el tejado del salón de los héroes, inhalaba y exhalaba, saboreando y disfrutando los hermosos recuerdos que le traía ese peculiar sitio.
—Po, estuve buscándote, y al final se me ocurrió que tal vez estabas aquí —la voz de su amada felina lo liberó del trance.
—dulzura, me alegra que me encontraras, estaba esperándote.
La Maestra Tigresa se sentó a lado de él, abrazándolo y apoyando la cabeza sobre uno de los costados.
—no había vuelto a este lugar desde... Aquella vez —le susurró ella.
Po inmediatamente le besó la cabeza con suma delicadeza.
—contemos las estrellas —le dijo, intentnado evitar el tema. Ella sonrió.
Se quedaron con la vista pegada en el firmamento sin decir una sola palabra, oyendo apenas el latido de sus corazones.
—pues, ¿sabes algo? No sé cuántas estrellas habrán, lo que sé es que tus ojos son dos de ellas —dijo, y la miró después.
—y yo sé que una de ellas bajó hasta aquí a alumbrar mi vida —le respondió ella, lo miró y se besaron, con la misma termura de aquella primera vez, sobre el mismo tejado y bajo las mismas estrellas.
El entrenamiento al día siguiente inició intensidad, y en un momento de la sesión a ambos amantes les tocó enfrentarse.
Instantes antes del choque, ambos Maestros se hicieron una reverencia.
El aire fue atravesado por una ágil parada por parte de la felina.
—excelente —mencionó con todo burlesco Po mientras bloqueaba la patada circular dirigida a su rostro.
La felina, con una agilidad increíble, se movió hasta estar a un costado de Po e inmediatamente le lanzó una ráfaga de puñetazos. Po bloqueaba cada una de ellas con una excelente coordinación de movimientos.
—bloqueas muy bien —le musitó la felina para finalmente cerrar su ráfaga de golpes con una patada lateral al estómago.
— ¡mi turno! —exclamó Po evadiendo la patada y atacando con una patada voladora.
La felina evadió la patada quedando a un costado de él.
Ambos dieron un salto hacia atrás quedando frente a frente, lanzaron un puletazo directo al rostro a la misma vez.
Ambos bloquearon el puño del otro simultaneamente.
Continuaron con una veloz patada circular que también ambos la lanzaron al mismo tiempo de manera simétrica.
Los frenó el sonido de ambos pies impactando al mismo tiempo.
—nada mal —habló Po victorioso mientras le sujetaba el pié luego de haber bloqueado la patada.
—has mejorado, Guerrero dragón —le respondió ella sonriéndole, sujetándole también el pie luego de haberle bloqueado la patada.
Al ambos estar con un pie en el aire, Po perdió el equilibrio y cayó.
Se reía muy contento contemplando el techo.
Ante sus ojos se atravesaron los de su amada felina.
—de pié —le dijo ella, ofreciéndole la mano. Po la sujetó y así ella lo ayudó a levantarse.
Una vez terminado el entrenamiento, ambos bajaron a la aldea a comer fideos. Era de noche y bajaban las escaleras mientras la luna llena iluminaba todo la aldea y en las ventanas se venían luces hogareñas. La Maestra Tigresa le sujetó la mano y entrelazaron los dedos.
En la cena, ambos reían, como si fuesen un par de infantes debido a los chistes de Po o al recordar algo que les causaba gracia. Po tomaba una porción de fideos y le daba a la felina en la boca, ella hacía lo mismo.
—no puedo creer cuánto has cambiado mi vida —le dijo ella, aprovechando una pausa en sus risas.
—tu ni te imaginas lo que hiciste con la mía, me parecías tan imposible, no podía ni siquiera imaginar que algún día me dedicaras al menos una mirada. Pero dime ¿cómo eras ántes de que yo llegara al palacio?
—pues, no lo sé, todo era entrenar, entrenar y entrenar. Abrumaste toda mi vida cuando llegaste, no puedo creer que hayas llegado de esa manera. Te robaste mi título —ella susurró la última parte con pena fingida.
—lo siento, yo solo quería ver cómo te escogían como guerrero dragón, no es mi culpa que el destino haya tenido planes diferentes —le dijo él, posteriormente se apegó a ella y la rodeó con un brazo, ella correspondió pegando su cuerpo y apoyando la cabeza en él.
—me alegra que hayas caído del cielo, admito que conspiré para que te vayas, pero me alegra también que no lo hayas hecho. Te robaste mi título y también mi corazón —ella miró a Po y le posó una palma en la mejilla— te amo Po —le susurró para después besarlo.
Aquel romántico momento se vio bruscamente interrumpido por los desesperados gritos de auxilio de una coneja anciana. Po y la Maestra Tigresa acudieron al llamado, mas no vieron a nadie más que a la anciana, quien lloraba desesperada y corrió hacia ellos.
— ¡ayúdenme por favor! ¡Se llevaron a mis nietos!
— ¿¡hacia dónde!?—le preguntó la felina.
— ¡hacia allá! ¡Hacia allá! —la anciana señaló desesperada hacia el camino que salía de la aldea.
Sin escuchar más, ambos Maestros corrieron en la dirección indicada.
En las afueras del pueblo, encontraron a un grupo de bandidos. Ellos habían metido a los tres pequeños gazapos dentro de una jaula, los pequeños lloraban asustados.
— ¡libérenlos de inmediato! —demandó Po corriendo hacia ellos.
—bueno, acabemos con ellos —ordenó uno de los bandidos y empuñando sus armas, se prepararon para el combate.
Mientras la batalla seguía su curso, ambos Maestros reducían uno a uno a sus adversarios. Ellos, al notarlo, adoptaron la estrategia de distracción, así uno de ellos tomó la jaula con los niños y corrió hacia el bosque.
— ¡se lleva a los niños! —exclamó Po — ¡ve tras él, yo me encargo! —ordenó.
La felina corrió sobre sus cuatro extremidades, le pesó la idea dejar solo a Po, pero debía rescatar a los niños.
—¡no te preocupes! ¡Yo solo me encargo! —gritó mientras ella ya se encontraba a unos cien metros de ahí.
Al alcanzar al bandido, saltó y se paró frente a él, el bandido se paró en seco y le lanzó la jaula.
La felina la sujetó en el aire, y cuando la ponía al suelo, vio al bandido arrojarle polvo cegador al rostro.
La ágil felina, se agachó en el último instante evadiendo el sucio ataque. Y dejó la jaula en el suelo.
Posteriormente, el bandido desenfundo una pistola arcabuz.
Al ver el arma, la felina corrió saltando de un lado a otro.
El bandido no logró dispararle y recibió una fuerte patada en el rostro que lo dejó noqueado.
La felina tomó la jaula y corrió hacia Po.
En donde Po se había quedado luchando veía a un par de siluetas moverse, luego vio un destello, seguido a este oyó el eco del disparo.
Se le heló la sangre, y corrió con más velocidad aún.
Tres segundos después, vio otro destello seguido del eco del disparo.
El terror y a la adrenalina, ya no le permitían recordar en qué momento llegó a donde estaba Po. La escena que visualizó al llegar perturbó sus emociones. Dejó la jaula con los niños en el suelo.
Los bandidos yacían inconscientes, regados al rededor de Po quien se encontraba sentado con las piernas extendidas mientras rodeaba su redondo abdomen con ambos antebrazos.
— ¡Po! —ella vociferó desesperada mientras corria hasta llegar a él. Ya junto a él, se puso de rodillas a su lado para verle mejor.
— ¡estarás bien! ¡Solo... —con sus labios casi enrredándose arrancó con rápidos tirones la parte baja de su pantalón y juntó los retazos improvisando un trozo de algodón— ¡solo déjame ponerte esto, y haz presión en la herida!—. Inoportunamente aquellos crueles recuerdos de Gongmenen donde creyó haber perdido a Po, se proyectaron en su mente, aunado a esos también saltó a su imaginación los últimos recuerdos de aquel fatídico evento que le tocó presenciar y ahora en el presente visualizaba a Po en ese estado crítico, Estaba al borde de la locura.
—Tigresa —la voz de Po se oyó tan tranquila que, inevitablemente, saturó más a la felina— cálmate, estaré bien, te lo prometo.
— ¡basta! ¡No hables! —le ordenó con tono cortante mientras intentaba apartar los antebrazos de Po para tratar sus heridas, escuchaba los esfuerzos de Po por mantener estable su respiración, ella estaba asustada y sus lágrimas se le desbordaban sin que ella lo note.
—Tigresa, cielo, mírame por favor —le pidió él sin moverse.
— ¡aparta tus manos, maldita sea! ¡te estás desangrándo! —intentó nuevamente apartar de manera forzada los antebrazos de Po.
—lo haré, te lo prometo, solo escúchame, por favor —entonces, unos segundos después, la felina alzó la mirada con los ojos cristalinos y el ceño fruncido, exigiéndole con esa mirada que se deje tratar las heridas— solo hay que buscar ayuda primero, libera a los niños, que vayan a pedir ayuda —sugirió después.
La felina inmediatamente liberó a los niños— ¡regresen y traigan a los médicos y una carreta, rápido! —les ordenó. Los 3 pequeños gazapos corrieron como les permieron sus diminutos pies en dirección a la aldea.
Po soltó un hondo suspiro.
— ¡ahora tratemos esas heridas mientras llega la ayuda! —demandó ella.
Fin del capítulo.
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VeGiTiPo: muchas gracias por leer, este capítulo también llevaba un poco de romance, espero lo hayas disfrutado.
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