-Esta es una adaptación de la serie "House of the Dragon" y del libro de George R.R. Martin "Sangre & Fuego", más específicamente el arco conocido como "La Danza de Dragones". Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidades, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Daughter" de Smother para Sakura, "Breaking The Habit" de Linkin Park para Sasuke, "Cherry Tree" de The National para Baru, "Mad Woman" de Taylor Swift para la reina Hanan, "Cronos" de Jo Blankenburg para Kakashi Hatake, "Rise" de Katy Perry para Izumi, y "Family Line" de Conan Gray para el contexto del capitulo.
1-Diálogos en cursiva para "Alto Valyrio".
2-Breves textos en cursiva para pensamientos.
3-Texto con dialogo en cursiva para flashbacks
La dinastía Uchiha había pasado de las profundidades de la antigua Valirya a ser el centro total de atención, gracias al rey Baru I conocido como "El Conquistador", que marcó un antes y después, unificando los siete reinos en uno solo, de ahí obtuvo el título de "Soberano de los Siete Reinos"; Norte, Montaña y Valle, Islas y los Ríos, Roca, Dominio, Tormentas y Dorne. Cien años después desde que este soberano hubo unificado los siete reinos en uno solo, su nieto el rey Naka I Uchiha estaba por morir, la dinastía Uchiha que llevaba 100 años en el poder corría un peligro que ninguno de sus enemigos les había hecho sentir, pues era culpa de ellos mismos; desaparecer. Generaciones de linaje entrelazados entre sí mediante el riguroso ritual del incesto con el propósito de mantener la sangre pura habían producido pocos frutos, en su mayoría femeninos y nadie quería que una hija se sentara en el Trono de Hierro que solo correspondía a un varón, pues nunca había existido una reina. Por ello, en los últimos días del rey Naka se formó un consejo para ayudar a elegir a su sucesor; primero estaba el infante lord Neji Hyuga, hijo de su nieta la joven princesa Naori, y luego el primo de ésta; Tajima Uchiha. Indudablemente, los Consejeros del rey eligieron a Tajima como el nuevo rey, quien asumió el trono a la muerte del rey Naka, pero el pacifico rey intentó sin éxito concebir un heredero varón con su esposa, la reina Haruka, quien solo le dio una hija; la princesa Izumi, cuya madre murió a sus ocho años, tras dar a luz un varón que solo vivió un día.
Tras superar el luto, el rey Tajima comprendió lo necesario que era que volviera a casarse para perpetuar su estirpe y el apellido de la familia Uchiha, un legado inquebrantable de jinetes de dragón, a medio camino entre los dioses y los hombres, lo que mantenía el equilibrio de todo su mundo. Por ello, Tajima se casó con una joven de alta alcurnia y bien relacionada dentro de la corte, la hija de su leal Lord Mano—el hombre más cercano al rey—, Kizashi; Hanan Haruno de 15 años. Ya fuera que lograra tener o no descendencia, el rey Tajima nombró a su hija la princesa Izumi como su heredera, desterrando a su hermano menor—y hasta entonces heredero—el príncipe Itachi, para asegurar la estabilidad de la sucesión. El rey Tajima y la reina Hanan tuvieron cuatro hijos; su primogénito el príncipe Baru, la princesa Sakura, el príncipe Sasuke y el príncipe Kagen; el príncipe Itachi, hermano del rey, volvió en gloria y majestad de su exilio, proclamando su lealtad al rey y la paz pareció reinar por un aparente tiempo...hasta que, según se rumoreó, habría iniciado una relación secreta con su sobrina la joven princesa Izumi de entonces dieciséis años, lo que hizo que el rey volviera a desterrarlo. Con el honor de la princesa manchado, no quedaban muchas opciones para un posible esposo, y finalmente el rey se decidió por una familia con la cual los Uchiha estaban emparentados cercanamente; los Senju. Llamada "la Reina que Nunca Fue", su prima la princesa Naori, estuvo feliz con la propuesta y no dudó en alentar a su hijo lord Tenma a la unión.
Paralelamente, el príncipe Itachi—hermano del rey Tajima—, se casó con la hija de la princesa Naori; lady Toka Senju y tuvo con ella dos hijas. Estás bodas parecieron poner fin a los problemas, la casa Uchiha, tan digna y poderosa como debería ser, el estandarte más sólido sobre el mundo de los hombres, volvía a lucirse con orgullo por los techos de la "Fortaleza Roja" que era el nombre del Castillo en que residían...pero, como en todas las historias, no todo puede ser felicidad. Tan pronto como la princesa Izumi empezó a tener descendencia, comenzó a quedar claro que sus hijos no eran Uchiha ni de su esposo lord Tenma, no había parecido alguno y nuevamente el honor de la casa real fue puesto en entredicho, mas cuando corrió el rumor de que lord Tenma disfrutaba de los placeres con hombres y no con su esposa, y ni siquiera parecía que hubieran compartido verdaderamente el lecho en tan siquiera una oportunidad. Estaba claro, por la cercanía de la princesa para con él, así como por el parecido físico que guardaba con los niños en crecimiento, que el padre de los niños era Sir Neji Hyuga, hijo del nuevo hombre más cercano al rey Tajima y su nuevo lord Mano; Hizashi Hyuga. Nuestra historia comienza en medio de este ambiente de conflictos ideológicos "secretos", cuando todos toman un bando; el Verde liderado por la familia Haruno y que es leal a la reina Hanan y sus hijos, o el bando de los Negros; leal a la princesa Izumi que es la legitima heredera.
Pero ninguna de estas mujeres en disputa serán nuestras protagonistas…
Fortaleza Roja, Desembarco del Rey/Capital de los 7 Reinos
La capital todopoderosa de los Siete Reinos, conocida por todos como Desembarco del rey, se veía incomparablemente hermosa desde lo alto del cielo, casi idéntica a la maqueta que el rey Tajima tallaba sobre una enorme roca en su estudio dentro de sus aposentos y que le robaba largas horas del día; se decía que la ciudad estaba hecha y diseñada para ser contemplada desde lo alto como en ese momento, en que un gran y hermoso dragón de escamas malva como una joya cruzaba el cielo, dirigiéndose hacia el Foso aledaño a la Fortaleza Roja, descendiendo con elegancia, levantando una ligera nube de polvo en tanto los cuidadores de dragones se acercaban con sus armas para hacer que la indómita criatura ingresara en el Foso de los Dragones, que era su lugar. Tan pronto como el dragón aterrizo, ronroneó como si fuera un felino mientras su jinete descendía de su lomo y un paso detrás su hermano menor que había montado tras ella en la silla; usando botas de cuero igual que su hermano favorito, un año menor que ella, Sakura Uchiha era la segunda hija del rey Tajima y segunda hija de la reina Hanan, una joven de trece años con vistoso cabello rosado como su madre, recogido en una trenza para despejar su rostro, y aunque usualmente vestía de verde como era tradición en la familia, en ese momento vestía unos anchos pantalones negros como la camisa ceñida en las muñecas bajo un chaleco de cota de malla de cuello alto y cerrado, sin mangas y ceñida a su cuerpo por un fajín negro, quitándose los guantes que le habían cubierto las manos.
—Nos dejan más tranquilos a todos con su regreso, Altezas— comentó sir Raido Namiashi, vistiendo su deslumbrante armadura con capa blanca y aguardando por ellos en el patio.
—Gracias por su preocupación, Sir Raido, pero le aseguro que estábamos bien— medio Sasuke, imaginando el regaño que recibirían de su madre.
—Solo fuimos a dar un paseo, algo inocente— respaldó Sakura con una ligera sonrisa, guardando sus guantes al interior de su cota de malla.
—Su seguridad es mi prioridad, Altezas— reverenció el Namiashi sin perder su estoicismo habitual. —Les aconsejo volver a la Fortaleza, la reina debe estar preocupada por ambos— señaló, ante lo que ambos hermanos intercambiaron una mirada entre sí.
—Lo haremos en un momento— aseguró la pelirosa, no queriendo dejar abandonada a su dragona, no era una bestia de carga ni nada parecido.
Incondicionalmente a su lado, aunque su madre llevara los últimos meses intentando que entendieran que estaba mal pasar tanto tiempo juntos, pese a ser hermanos, estaba Sasuke de doce años, su hermano favorito y con quien apenas se llevaba once meses; de su misma altura, o casi salvo por un par de centímetros, Sasuke era muy diferente de su hermana, de ojos negros como ónix, piel blanca y rebelde cabello azabache azulado, oscuro como todos los Uchiha. Llevándose dos dedos de la mano derecha a los labios, Sakura silbó e indicó con la cabeza a Dreamfire—ese era el nombre de su dragón—que la siguiera hacia el Foso de los Dragones en una imagen muy intimidante, pues hacían falta dos guardias para que el dragón obedeciera y, sin embargo, su jinete solo necesitaba dar una orden y esta le seguía, ¿Cómo no ver a los Uchiha como dioses? Nadie en la Fortaleza Roja les prestaba atención a ellos dos, Sasuke era el segundo hijo olvidado, si su padre ya de por si le prestaba poca o nula atención a Baru siendo su varón primogénito, él únicamente podía depender del afecto de su madre, la reina Hanan. Sakura debería sentirse ofendida por ser subestimada e ignorada de ese modo, eso pensaba Sasuke quien la observó con suma atención, pero ella era diferente, ella disfrutaba del anonimato y de ser su propia persona, y él disfrutaba estar siempre tras ella, sonriendo ladinamente mientras veía a Dreamfire voltear su enorme cuerpo e inclinar la cabeza para que esta estuviera al alcance de la angelical pelirosa que la acarició afectuosamente.
—Nos veremos otro día, Dreamfire— se despidió Sakura, con su dulce voz pronunciando cada sílaba en un perfecto Alto Valyrio, el idioma de los dragones y sus jinetes, —tratare de hacer que te den una cabra enorme— prometió bromista y afectuosamente.
—Siempre eres muy amable con ella— admiró Sasuke, aprovechando cada oportunidad libre para practicar el Alto Valyrio cuando estaba con su hermana, comunicándose así.
—Cuando tengas un dragón, lo sabrás— sonrió la pelirosa, arrojando un beso al aire y viendo a Dreamfire voltearse para ingresar a las profundidades del foso, —es como tener una segunda conciencia y amigo a la vez, alguien que te conoce como nadie— explicó, agachándose al igual que su hermano para evadir la cola de Dreamfire, no era una asidua jinete y guerrera como su hermana Izumi o su tío Itachi, pero adoraba a su dragón.
—Si un día tengo uno— suspiró el azabache con inevitable frustración, habiendo cumplido ya doce años y aun no teniendo un dragón en contraste con sus hermanos Baru y Sakura.
—Ya lo harás, y será el más grande de todos— predijo ella, habiéndolo visto en sus sueños, aunque la mayoría pensaba que solo eran eso, sueños…todos excepto Sasuke.
—Ahora estás halagándome— regañó él, creyendo que ella era condescendiente.
—Si eso quieres creer— contestó Sakura, diciéndose que él lo creería cuando se hiciera realidad, al final sus visiones siempre se hacían realidad, aunque solo ella lo entendía.
Los orígenes de la dinastía o casa Uchiha se remontaban hasta un lugar conocido como Valyria, que era denominado como el primer lugar conquistado del reino de los primeros hombres, y había sido una de las primeras y más prestigiosas familias; cuando Valyria había desaparecido en las primeras guerras, los Uchiha habían emigrado y buscado la supervivencia a través de su ascenso al poder, pero aún mantenían su lenguaje original y era este su vínculo con los dragones; el Alto Valyrio. Su hermano Baru, lo había aprendido primero, pero ni siquiera lo practicaba, Sakura y él por otro lado lo hacían siempre que estaban solos o no querían que otros entendieran de qué hablaban. Ambos siempre eran los olvidados de la familia; Izumi era el centro de atención con su comportamiento poco digno de una princesa y su belleza que la hacía digna de ser llamada "El Deleite del Reino", Baru y sus travesuras con los hijos de Izumi y que eran casi de su edad; precisamente odiando el sentirse observada o que alguien siguiera sus movimientos, y que comenzaba a pasar cada vez más en el último tiempo, no era de extrañar que Sakura buscará escapar de la Fortaleza Roja y pasar tiempo volando sobre Dreamfire; intentando animarse y diciéndose a sí mismo que su hermana tenía razón, Sasuke envolvió su brazo derecho alrededor del suyo, ambos abandonando el Foso de Dragones y dirigiéndose hacia el interior de la Fortaleza Roja, a enfrentar las críticas de su madre, diciéndose que cuando tuviera su propio dragón, ambos se irían muy lejos y nadie los obligaría a volver.
Ojalá la vida fuera tan simple.
Ver a la princesa más joven del reino—de solo trece años y que siempre usaba vestidos muy femeninos—usar un atuendo más bien masculino para salir a montar en su dragón era toda una experiencia, Sakura había creado afinidad con Dreamfire en sus primeros años de vida a pesar de que el dragón hubiera tenido cinco jinetes anteriores, por lo que los cortesanos y damas al paso de ambos hermanos los reverenciaron, pero no pudieron evitar ver a la princesa con sorpresa y murmurar, aunque ella ya estaba sobradamente acostumbrada. En contraste, Sasuke tuvo el amague de detenerse y acallar las habladurías de los tontos de mente pequeña, buscando proteger a su hermana, pero Sakura entrelazó una de sus manos con la suya y lo hizo continuar caminando a su lado hasta los aposentos de su madre, cuyas puertas les fueron abiertas por los guardias, encabezados por Kakashi Hatake, el leal protector de su madre, a quien encontraron en el interior. Sasuke era el segundo hijo varón, el tercero en sucesión al trono; primero estaba Izumi, luego Baru, luego él y luego Kagen, y Sakura al ser mujer era la quinta en la línea de sucesión, era la segunda hija, siempre a la sombra de la adorable Izumi a quien su padre adoraba tanto, y parecía no quedar amor del rey para con el resto de sus hijos; gotas para Baru, escasas sonrisas para Sakura, y nada para Sasuke, ¿Es que era su destino ser los ignorados en la familia? No, se dijo Sasuke, estaba mal ser desagradecido y al menos su madre siempre se interesaba por él, y el abuelo Kizashi siempre se interesaba por Sakura, su nieta adorada.
—Madre— saludaron ambos jóvenes al unísono, inclinando la cabeza ante su progenitora.
—Paseos en dragón otra vez— suspiró la reina Hanan, de pie junto a la chimenea y volteando a verlos. —Verdaderamente no puedo entender su pasión por esas bestias salvajes— respetaba el legado de sus hijos, pero no compartía el interés por los dragones.
—Tal vez porque no has montado uno, madre— comentó Sasuke sin poder evitarlo, diciéndose que al menos tenían eso en común.
—No necesito hacerlo para saber que son peligrosos— refutó la Haruno con tono severo, pero esbozando una ligera sonrisa maternal. —Sasuke, tu hermano te está esperando, no te retrases— aconsejó, no queriendo que perdiera el tiempo, debiendo estudiar.
—Sí, madre— asintió el azabache de inmediato, sabiendo cuándo hablar y cuándo obedecer a diferencia de su hermano mayor.
Su madre no era particularmente afectuosa, cuando lo era uno no sabía cómo sentirse, al menos así era en el caso de Sakura, pero no así en el de Sasuke, quien se mostró perfectamente tranquilo cuando su madre se acercó y envolvió sus brazos a su alrededor en un abrazo, inclinándose para besarlo en la frente y despedirlo, quedándose a solas con su tan difícil hija, tan pronto como las puertas se cerraron, anunciando la partida de Sasuke. Reservada, tranquila, maleable y una servidora leal al reino como esposa del rey, su madre la reina Hanan pertenecía a la ilustre familia Haruno, una devota rama de la nobleza que se dedicaba a la Fe de los Siete, y consideraba todo lo extravagante o fuera de la norma como algo que se debía ignorar, eludir o pasar de largo...era bastante irónico que se hubiera casado con Tajima Uchiha, el rey de la dinastía más excéntrica que había reinado sobre los Siete Reinos. Sakura había llorado incesantemente en su cuna de bebé, Hanan nunca había sabido cómo lidiar con ella y su renuencia a las demostraciones de afecto, pero ojala y la reina entendiera que en realidad su hija no sabía cómo responder a esto, no es que no le gustara, de hecho, amaba profundamente a su madre tanto como lo hacía Sasuke, por lo que dejo que su progenitora la guiará hacia la chimenea para tomar asiento, sentándose ella en el escaño contiguo, observándola atentamente mientras Sakura se apretaba nerviosamente las manos, acercándolas al fuego y sintiéndose mejor; un Uchiha siempre se sentía mejor junto al fuego, por su sangre de dragón.
—Solo quería animar a Sasuke, madre— se disculpó Sakura, sabiendo que su madre estaba molesta con ella, —sabes lo excluido que se siente por no tener un dragón, y Baru siempre lo molesta— Baru molestaba a todo el mundo, incluyéndola a ella.
—Ya podrá tener uno— consideró Hanan, compartiendo el pensamiento de su hija. —Y tú deberías tener especial cuidado, eres la princesa, una caída podría…— sus sangrados mensuales habían comenzado apenas hace dos meses. —No olvides que comenzaste a sangrar hace poco, debes ser cuidadosa— su virginidad debía mantenerse hasta la boda, era un recordatorio constante. —Izumi nos ha deshonrado lo suficiente, no puedes permitirte cometer el mismo error— siempre le recordaban los errores de su hermana.
—Lo sé, madre, sé lo que se espera de mí— asintió la princesa, pareciendo no escuchar y tener la mente en otra parte, pero en realidad siempre estaba escuchando.
Su madre se puso de pie y se acercó a ella para desarmar la trenza que mantenía reprimidos sus cabellos, y aunque Sakura se sintió incomoda, no se retorció bajo su tacto, sabiendo que ello hacia feliz a su progenitora; su madre se lo había dicho desde niña, no compartía la tradición de los Uchiha de tener que recurrir al incesto para mantener la línea de sangre pura dentro de la familia, pero ya que Izumi se emparejaba con individuos nada dignos y ensuciaba la reputación de la todopoderosa casa Uchiha, regresar a las tradiciones antiguas era imperativo. Aún no se había formalizado, pero su madre pretendía que al alcanzar la madurez—en sus palabras, follar con un hombre antes de los catorce y embarazarse era peligroso e incluso mortal—ella y su hermano Baru de quince años se casaran y por ende tuvieran descendencia; Izumi era la heredera de su padre, la hija mayor, pero nunca había existido una reina para la casa Uchiha, por ende se pensaba que el trono pasaría a Baru como primogénito del rey y Sakura se convertiría en reina como su futura esposa, aunque la idea del matrimonio le desagradaba por completo. Baru la llamaba rara, Baru y ella eran opuestos, no tenían intereses en común, Baru ya había comenzado a devanear con las sirvientas y criadas…¿Por qué no podían comprometerla con Sasuke? Sasuke siempre la escuchaba y entendía, siempre era amable con ella, siempre se habían entendido y a su manera Sakura sabía que estaba desarrollando sentimientos por él nada propios de una hermana por su hermano…
Cinco Meses Después
—¡Esperen!— Izumi alzó la voz, al darse cuenta de que la reunión había terminado. —Deseo hablar— anunció, siendo ahora o nunca.
Como de costumbre, el Consejo del rey Tajima se reunía en cada oportunidad remota para discutir todo asunto de importancia; el Consejo Privado, aquel que asistía al monarca en su toma de decisiones, era un pequeño grupo de consejeros que tenían el deber de asesorar e informar al rey de los Siete Reinos en asuntos de política, economía o justicia, y era integrado por cuatro hombres de gran poder; lord Mano del Rey, Hizashi Hyuga en este caso; el Consejero de la Moneda, Torune Aburame; el Consejero de Leyes, Iruka Umino, y por último el Consejero de Barcos, Genma Shiranui. Ese era el único momento libre de la agenda para hablar y la princesa lo sabía, de ahí que interviniera. Levantándose de su lugar al recibir un asentimiento de su padre, quien le dio el derecho a hablar, la princesa Izumi era una mujer de 27 años, conocida por todos como "El Deleite del Reino" y no era para menos; alta, medianamente esbelta, con una figura deseable para quien la viera, de largos cabellos castaños como los de su fallecida madre la reina Haruka, ojos negros característicos de los Uchiha, ataviada en un holgado vestido rojo brillante—el color representativo de la familia—repleto de bordados cobrizos que representaban dragones, de escote redondo que resaltaba sus generosas curvas, mangas acampanadas y falda lisa, encima un abrigo o capa superior sin mangas, de profundo escote redondo y cerrado hasta la altura del vientre, con un collar de oro que replicaba una cabeza de dragón alrededor de su cuello y a juego con unos pendientes en forma de sarcillos.
—Yo he…sentido la lucha entre nuestras familias últimamente, mi reina, y si he causado alguna ofensa, me disculpo— inició la princesa, enfocando su mirada en su madrastra sentada a la mesa también. —Pero, somos una casa, y antes de eso una familia— recordó, volviendo la mirada hacia su padre, que asintió completamente de acuerdo. —Mi hijo Junichi heredara el Trono de Hierro después de mí, por lo que propongo que lo comprometamos con la princesa Sakura— declaró por fin, apretándose nerviosamente las manos. —Seamos aliados, de una vez por todas, dejemos que reinen juntos— eso sería lo mejor para la paz y afirmaría su derecho sobre el trono.
—Una propuesta muy asentada— asintió el rey Tajima, volviendo la mirada a su esposa.
—Además, si Syrax nos presenta una nueva nidada de huevos, Sasuke podrá elegir de ellos— agregó Izumi, sabiendo la problemática de su hermano. —Un símbolo de buena voluntad— obvio, no queriendo que hubiera malentendidos.
—Izumi— nombró la reina Hanan, señalando el corpiño del vestido de su hijastra.
—Siete infiernos…— gruñó la princesa, cruzando las manos por sobre su pecho. —Discúlpenme— se lamentó, indignada por semejante descuido de su parte.
—Un huevo de dragón es un hermoso regalo, amor— considero el rey en voz alta.
—El rey y yo agradecemos la oferta y la consideraremos— asintió la reina con una falsa sonrisa amable. —Debe descansar, mi señor— recordó, terminando así la reunión.
—Si— asintió Tajima, agradeciendo siempre la preocupación de su esposa por él.
La princesa Izumi había dado a luz en fechas recientes, su cuerpo apenas y se estaba recuperando del parto, que estuviera en pie no implicaba que las repercusiones hubieran pasado y la mejor prueba fueron las manchas que aparecieron en el corpiño de su vestido, a la altura de sus pechos, consecuencia natural de la leche materna en estos y que no se acostumbraba a dar a los infantes reales, por lo que en su lugar debía deshacerse de esta de forma muy incómoda. Dando por terminada la reunión en ese momento, habiendo escuchado suficiente como todos, la reina Hanan se puso de pie y procedió a abandonar la estancia, instando a los demás Consejeros de su esposo a hacer lo mismo, y ofreciendo su brazo a su señor el rey, con la princesa retirándose de igual modo…¿Es que la petulante princesa Izumi creía que ella como reina iba a emparejar a su prestigiosa y muy amada hija con un bastardo de sangre mestiza? Si, Izumi había sido lo suficientemente inteligente para tomar de amante a un hombre relativamente similar a ella y su esposo lord Tenma, sir Neji Hyuga tenía largo cabello castaño como se esperaría de cualquier hijo suyo…pero los ojos perla del Hyuga y que habían heredado los tres bastardos de la princesa no engañaban a nadie. Cruzando el pasillo, cada vez más molesta por solo pensarlo, Hanan agradeció el momento en que su esposo el rey se soltó de su brazo y se apoyó en el barandal de la escalera, permitiéndole a ella apretar fuertemente la falda de su vestido y que sujeto para no tropezar, casi gruñendo por lo bajo por la indignación.
—Que dulce habla el zorro cuando lo han acorralado los sabuesos— comentó la reina por fin, no soportando permanecer más en silencio.
—Ella es sincera— contrarió el rey, siempre viendo a su hija como una niña inocente…aunque ya no fuera en absoluto una niña, ni inocente.
—Está desesperada, siente como la tierra se sacude bajo sus pies y ahora espera que ignoremos sus transgresiones y que yo casé a mi única hija con uno de sus…— la Haruno se vio tentada a pronunciar la palabra bastardo, pero el rey sancionaba duramente a quien se atreviera a decirla, —poco agraciados hijos— nombró por fin, sarcásticamente.
—La propuesta es buena, mi reina— insistió el Uchiha, deteniendo sus pasos y haciendo que su esposa también. —Somos familia, dejemos a un lado estas infantiles querellas; unámonos y seamos más fuertes por ello— aconsejó, pensando en el bien de la casa real.
—Puedes hacer lo que quieras, esposo, cuando yo esté fría y en la tumba— difirió ella de inmediato, sin ceder siquiera un ápice. —Sakura solo se casará con Baru, es mi última palabra— su esposo no se atrevería a contradecirla, ella lo conocía muy bien.
—Hanan…— suspiró él, comprendiendo su razonamiento y agradeciendo su sentido previsor...mas tampoco queriendo desairar a su hija favorita.
Para la reina Hanan, el matrimonio de su hija era un asunto decidido hace muchos años; cuando la princesa Izumi había alcanzado la adolescencia, se había sugerido que se casara con su hermano el entonces príncipe Baru de no más de tres años, así se mantendría la sangre pura dentro de la familia, pero la rebelde princesa había hecho las cosas a su modo y ahora no iban ellos a intentar enmendarlo; esta división en la familia y que había surgido inconscientemente antes de que la princesa Izumi casara con lord Tenma Senju—como consecuencia de la desventura de la princesa con su tío, el príncipe Itachi—, y el rey continuamente intentaba remediar las cosas, sin éxito alguno, cabe añadir. La princesa Sakura, su bella hija nacida con la sangre pura de los Uchiha y las características físicas de los Haruno, merecía convertirse en una reina digna cuando alcanzara la madurez, merecía alumbrar príncipes legítimos que heredaran el trono como sus ancestros, no bastardos de sangre impura, y aunque Sasuke en todos los aspectos sería el mejor candidato a esposo para ella, Baru era el primogénito varón de la familia y por ende el único que debería poder casarse con ella, aquel era un tema ya cerrado y la reina lo dejó claro, dirigiendo una severa mirada a su esposo y sujetándose la falda del vestido para continuar con su camino por la escalera, hacía sus aposentos, con su leal Kakashi Hatake detrás y que se inclinó ante el rey para seguirla, siendo su caballero consagrado a ella.
Tajima era el rey, pero Hanan era la reina.
Paralelamente y ajenos a las preocupaciones o debates que pudieran estar teniendo sus madres, los jóvenes príncipes; Baru de quince años, Sasuke de doce, Junichi de ocho y Yuudai de cinco años, se encontraba visitando el Foso de Dragones para pasar tiempo con sus respectivas bestias; resultó profundamente irritante para Sasuke, ya sea que su hermano y sobrinos lo supieran o no, él ser el único de los presentes que no tenía un dragón, sintiéndose completamente fuera de lugar y diciéndose mentalmente que no debería haber aceptado la invitación, o imposición más bien, de su hermano mayor para acompañar a sus sobrinos bastardos, ¿Por qué si estos no tenían sangre pura Uchiha, si tenían dragones y él no? Debe mantener el dominio sobre su dragón, mi joven príncipe, una vez que esté unido a usted, se negara a tomar órdenes de alguien más, al menos Sasuke memorizó cada palabra de los domadores y cuidadores de dragones, siempre mucho más atento y serio que su hermano Baru, mucho más alto que él—al menos diez centímetros—, de largo cabello liso que casi le rozaba los hombros, muy parecido a su tío Itachi en ese aspecto, aunque otros decían que él se le asemejaba más. Siguiendo las indicaciones de los cuidadores de dragones y tan pronto como el pequeño dragón—relativamente hablando—Vermax, de escamas gris claro, emergió del foso, el príncipe Junichi, primogénito de la princesa Izumi, se acercó a este para entablar comunicación en Alto Valyrio, siendo el idioma de los dragones y que siempre buscaba practicar.
—Vermax, Drakarys— pronunció Junichi con una irrefrenable sonrisa, muy emocionado.
Drakarys no era exactamente una palabra como tal en Alto Valyrio, hablando precisamente era una orden y la unión de dos palabras en idioma tradicional, fuegodragón, siendo un comando para que el dragón arrojase fuego, que era su habilidad más letal, fuera de la gran fuerza y filo de los poderosos colmillos que decoraban sus imponentes fauces; como si asintiera a las palabras de su jinete vinculado—quien aún no lo había montado, pues era demasiado pequeño y viceversa—, Vermax se volvió hacia la cabra que habían traído los cuidadores y sopló fuego sobre esta, convirtiéndola en carbón y acercándose a devorar su carne, siendo observado atentamente en todo momento por su jinete, que le acarició la cabeza con afecto y a modo de despedida, permitiendo que lo regresar al interior del Foso de Dragones tras alimentarse. A diferencia de Baru cuyo huevo había eclosionado en la cuna, haciendo que su dragón Sunfire fuera inseparable de él—siendo quizás la única criatura a la que le guardaba afecto—, el huevo que había reposado sobre la cuna de Sasuke desde su nacimiento jamás había eclosionado, no era algo tan extraño, a veces pasaba, pero era indigno de un Uchiha no tener un dragón; un dragón podía morir, pero un jinete no era uno sin un dragón que montar, Sasuke sabía que si su huevo no había eclosionado, podía deberse a que él debía reclamar un dragón que ya viviera y fuera adulto, como había sido el caso de su hermana con Dreamfire, que había tenido otros cinco jinetes antes, pero ¿Qué dragón podía estar destinado a él?
—Sasuke— nombró Baru, haciendo que su hermano volviera la mirada hacia él, —tenemos una sorpresa para ti— comentó, observando a su pequeño sobrino Yuudai.
—¿Qué es?— inquirió el azabache, extrañado por la amabilidad de sus palabras.
—Algo muy especial— secundó Yuudai con su inocente voz infantil, antes de salir corriendo hacia el interior del foso, aparentemente en busca de algo.
—Eres el único que no tiene un dragón, y nos sentimos mal por eso— señaló su hermano mayor, intercambiando una mirada con Junichi que sonrió. —Así que encontramos uno para ti— reveló por fin, haciendo que su hermano arqueara una ceja nada más oírlo.
—¿Encontraron un dragón?, ¿Cómo?— cuestionó Sasuke completamente extrañado, semejante cosa no era posible.
—Los dioses proveen— contestó Baru con una sabiduría que nunca expresaba. —El terror rosado— presentó, esforzándose por no estallar en carcajadas.
—Asegúrate de montarlo con cuidado, la primera vez es dura— río Junichi, disfrutando de la broma al igual que su hermano menor.
Al margen de lo que pudiera pensarse, Sasuke disfrutaba de las buenas bromas y tenía su sentido del humor, pero al igual que su hermana no disfrutaba de los idiotas que molestaban y hacían sentir inferiores a otros, habían tenido que lidiar con eso desde su más temprana infancia; Baru disfrutaba de ser el centro de atención y siempre lo había hecho sentir una nulidad, pero ver a un cerdo sujetado por su sobrino Yuudai y cubierto de lo que fuera y asemejaba alas, lo hizo enfurecer como nunca, el joven príncipe Uchiha tuvo deseos de golpear tanto a sus jóvenes sobrinos como a su insufrible hermano...pero seguramente solo se metería en problemas, por lo que permaneció inmóvil en su lugar, dejando que sus sobrinos y hermano rieran como desearan, llevándose finalmente el cerdo y marchándose, permaneciendo él en el Foso de los Dragones, a solas con sus pensamientos. Escuchando como el ruido cesaba por completo, Sasuke volvió la mirada por sobre su hombro para comprobar que estaba solo en el foso, y tras esto descendió lentamente por las escaleras hacia las celdas inferiores donde yacían los dragones, teniendo sumo cuidado con cada uno de sus pasos, alargando una de sus manos hacia el muro junto a él, siendo un lugar muy oscuro y donde apenas había atisbos de luz, plagado de los gruñidos de aquellos seres que se comunicaban entre sí; de pronto, un gran dragón le bloqueó el paso, asombrosamente no parecía agresivo e incluso lo reconoció con la mirada, y un ligero rayo de luz le permitió a él distinguir sus escamas malva.
—Dreamfire…— reconoció Sasuke, sorprendido por la interferencia de la dragona.
Era la dragona que montaba su hermana, aquella que en las generaciones previas había llevado a reyes sobre su lomo, una dragona muy maternal dentro del foso y que había alumbrado múltiples huevos, pero aunque Dreamfire fuera conocida por su espíritu maternal, no dejaba de ser una criatura territorial como todos los dragones, por lo que al ver al joven príncipe a varios metros de ella, la dragona malva no dudo en abrir sus fauces y soplar fuego, pero hacia el techo de roca sobre su cabeza como elemento disuasorio, sorprendiendo a Sasuke quien cayó de espaldas al retroceder, sintiendo rescoldos del fuego de la dragona caer sobre él, lo que finalmente lo hizo levantarse velozmente del suelo y salir corriendo del foso, no sabiendo si agradecer la interferencia de la dragona de su hermana o bien seguir sintiéndose molesto por la broma de su hermano mayor y sobrinos bastardos. Ninguno de los cuidadores de los dragones lo vio, el príncipe fue rápido en conducir sus veloces pasos hacia el interior de la Fortaleza Roja, sin ver a nadie, dirigiéndose a sus aposentos; no iba a decir lo ocurrido de buenas a primeras, si lo hiciera daría el gusto a su bobo hermano mayor y a sus molestos sobrinos bastardos de hacerlo sentir inferior, solo aumentaría las tensiones ya existentes, pero si le preguntaban por la verdad de lo ocurrido, él lo diría. Mentalmente, Sasuke se prometió que un día todo lo que Baru le había quitado desde la infancia sería suyo; el honor de ser el hijo cargado de esperanzas, toda la atención de su madre y por supuesto, la mano de Sakura...
A solas en la habitación de su hija, la reina Hanan nunca había entendido a su joven hija la princesa Sakura, que en ese momento estaba sentada junto a la chimenea observando la oruga que se desplazaba por sus dedos, absolutamente fascinada…Hanan solo tuvo que volver la mirada hacia el escritorio de su hija para ver los frascos de vidrio, pequeñas vitrinas y contenedores que albergaban escorpiones, escarabajos, mariposas y demás, una fascinación que siempre había tenido por las criaturas vivas y que nadie en la familia salvo Sasuke podía entender. La joven princesa lucía un vestido aguamarina de escote alto y redondo con bordados de diamante y un margen ligeramente oliva—debajo un escote falso de gasa en V—, sin mangas y con falda abierta en A para exponer una falda inferior de gasa como las mangas acampanadas que le cubrían las manos, con su cabello peinado en una ligera trenza que despejaba su rostro y dejaba caer el resto tras su espalda, resaltando unos pequeños pendientes de diamante en forma de lágrima. Sentada frente a su hija, la reina Hanan portaba un elegante vestido de seda esmeralda de escote alto V con bordados en tonos oliva y diminutas perlas, y en el borde de las mangas hasta los codos, que continuaban en mangas holgadas ceñidas en las muñecas, traslúcidas y con cortes que exponían sus brazos, falda lisa, y sus largos rizos rosados caían tras su espalda en un elegante recogido que resaltaba unos pendientes que le rozaban los hombros, a juego con la guirnalda alrededor de su cuello y la corona sobre su cabeza.
—¿Lo entiendes, Sakura?— preguntó la reina Hanan, alargando una de sus manos hacia el hombro de su hija, que asombrosamente no se tensó bajo su tacto.
—Sí, madre, deberé quedarme embarazada y rápido, así habrá continuidad en la casa real— repitió la princesa como siempre había hecho, jugando con la oruga en sus manos.
—El primero debe ser niño, si no lo es, continúa intentando hasta que lo sea— asintió la reina, complacida de que su hija comprendiera su deber. —Cuando des dos sucesores a tu esposo, puedes descansar, hasta entonces céntrate en tu deber— eso había hecho ella.
—Madre— nombró Sakura, volviendo la mirada hacia su progenitora. —¿Puedes cambiar las cosas?, ¿Puedo casarme con Sasuke en lugar de Baru?— preguntó con una voz tan suave que le rompió el corazón a su madre.
—Sakura, Baru es el primogénito. Algún día será el rey y tú serás su reina— recordó la reina Hanan, con tono severo y a la vez amable. —El matrimonio no siempre es lo que queremos, pero tus hijos serán tu alegría. Si tienes suerte, tendrás muchos hijos— ella le había dado cuatro hijos a su esposo, quizás habría podido darle más, pero su salud no lo había permitido; Sakura tendría mejor suerte, Baru era casi de su misma edad.
—Él tendrá diez y yo tendré tres, pero no serán suyos— comentó la princesa en voz baja, pronunciando las palabras que escuchaba en su mente en ese momento.
—Sakura, no digas esas cosas— regañó la reina, sorprendida por el tono inocente de su hija ante semejantes implicaciones.
Baru era su hermano mayor, quien siempre hacía las cosas a su modo y despreciaba lo que fuera en contra de ello, viéndola a ella como una extraña, mientras que Sasuke la veía como si fuera un ser etéreo, alguien especial, retratada por los mejores artistas en los tapices que colgaban al interior de la Fortaleza Roja, para él era divina, pero para Baru era un adefesio, ¿Cómo ver la inevitable unión como algo positivo? Sakura ya podía anticipar que intentar consumar el matrimonio no sería agradable para ninguno, ni para Baru y ella como partícipes, ni para Sasuke como espectador desde fuera. Casar a su hija con su primogénito no era una decisión que hubiera tomado a la ligera, siempre había pensado que la costumbre Uchiha de casarse entre hermanos o parientes cercanos era extraña—por decir lo menos—, pero era una de las únicas opciones que Tajima había aprobado fuera de Junichi, el primogénito bastardo de Izumi; Hanan prefería casar a la dulce Sakura con el impredecible Baru, esperando que su primogénito creciera, madurara y tratara a Sakura con el respeto que ella se merecía, pero ello solo el tiempo lo diría. Volviendo a alejar completamente su mente de aquel tema, no queriendo pensar en absoluto en la idea de casarse con Baru, aunque ello fuera a suceder dentro de medio año o poco más—cuando ella cumpliera 14—, Sakura volvió a concentrar su mirada en la pequeña oruga que se deslizaba por sus dedos, contando cada pata, analizando sus colores, diciéndose que merecía seguir siendo ella, aunque se casara con un completo idiota.
—¿Qué ves, Sakura?— preguntó Hanan, buscando interesarse por lo mismo que su hija.
—Tiene 60 anillos y dos pares de patas en cada uno; 240— señaló la princesa, observando a la oruga atentamente. —Tiene ojos, pero no creo que pueda ver— meditó intentando entender las maravillas de una criatura tan pequeña.
—¿Por qué crees que sea?— se interesó la reina, llevándose una mano pensativamente al mentón y esbozando una sonrisa ante la curiosidad de su hija.
—Está más allá de nuestro entendimiento— contestó Sakura comprensivamente, encogiéndose de hombros.
—Supongo que algunas cosas solo son— asintió la reina a su hija, deseando poder leer su mente y entenderla mejor.
—Majestad— se anunció sir Kakashi, haciendo que la reina volviera la mirada.
—¡Sasuke!— jadeó preocupada la reina, levantándose inmediatamente de su lugar.
Concentrada hasta entonces en la oruga entre sus dedos, Sakura alzó la mirada no porque su madre se levantara de su lado, sino al escuchar que se trataba de Sasuke, congelándose a causa de la sorpresa y viendo a su hermano menor ligeramente cubierto de hollín, su jubón tenía manchas al igual que su rostro y su cabello se mostraba ligeramente más despeinado que de costumbre; el aspecto general de Sasuke era de alguien que se internaba en el Foso de los Dragones y no sería la primera vez que lo hiciera, pues era sabido que ahí habían dragones que aún no tenían jinete, por lo que seguramente se había internado allí con el objetivo de intentar ver si uno no estaba destinado a él. Deseando evitar los problemas, Sasuke habría deseado retirarse directamente a su habitación y sin ver a nadie más, quitándose el hollín de encima y olvidar lo que había pasado...pero, como siempre el leal sir Kakashi Hatake, mano derecha de su madre y guardián, que siempre estaba ahí para Baru, Sakura, Kagen y él, lo había encontrado en el camino y le había indicado que lo siguiera. Sasuke podía ser un príncipe, pero su autoridad no estaba por encima de la autoridad de su madre, siguiendo al peligris, pero no hasta los aposentos de su madre, sino que, a los aposentos de su hermana, resultándole una vergüenza mayor que Sakura lo viera en ese estado, ¿Es qué su vergüenza podía ser mayor? Mentalmente Sasuke tuvo deseos de golpear al imbécil de su hermano mayor en la entrepierna, que empleaba tanto con las sirvientas y cualquier fémina que se pasara por delante, pero el Uchiha prefería contenerse y evitarse el sufrir un castigo mayor.
—Lo hizo otra vez…— suspiró Sakura preocupada, aunque nadie pudo escucharla.
—¿Cuántas veces te lo he advertido?, ¿Tengo que encerrarte en tu recamara?— cuestionó la reina Hanan a su hijo, sujetándolo de los hombros.
—Ellos me obligaron— discutió Sasuke, ya suficientemente molesto como para recibir un castigo extra por deseo de su madre.
—Como si tuvieran que hacerlo— gruñó su progenitora, conociendo su temeridad. —No entiendo tu obsesión por esas bestias…— bufó, intentando entender a su hijo.
—¡Me dieron un cerdo!— protestó el Uchiha alzando la voz, diciéndose que si iba a ser castigado, entonces también su hermano mayor y sobrinos.
—¿Qué?— escuchar eso tomó por sorpresa a la reina, que no supo cómo reaccionar.
—Me dijeron que encontraron un dragón para mí, pero era un cerdo— aclaró el azabache, casi entornando los ojos y sumamente molesto.
—Tendrás un dragón algún día— aseguró Hanan suavizando su tono de voz y sabiendo que su hijo necesitaba consuelo, no regaños esta vez.
—Tendrás que cerrar un ojo— mencionó Sakura para sí, haciendo que su hermano arqueara una ceja al no poder entender de qué hablaba.
—Todos se rieron…— suspiró Sasuke sin poder evitarlo, sintiéndose aún más inferior ya que Baru se había aliado con sus sobrinos en lugar de apoyarlo como hermano.
—Yo arreglaré esto, ¿sí?— prometió la reina, acunando el rostro de su hijo entre sus manos y viéndolo asentir.
Viendo que ello aliviaba a su hijo, la reina no dudó en atraer a su hijo adorado en un cálido abrazo; Sasuke era reservado gran parte del tiempo, pero dependía mucho de su afecto y Hanan desearía demostrárselo más, pero Baru requería demasiado, Sakura la necesitaba como inspiración y el pequeño Kagen demandaba mucho, por lo que siempre acababa descuidándolo, mas sabía que al final Sasuke era el más fuerte de la familia, aunque no lo pareciera, porque siempre sabía cómo solucionar sus problemas por sí mismo. Rompiendo el abrazó, la reina Hanan acunó el rostro de su hijo entre sus manos y le frotó ligeramente el cabello para quitarle un poco de hollín, diciéndose que esta vez dejaría sin castigo su temeridad, besándolo en la coronilla y retirándose para discutir lo ocurrido con su primogénito Baru. Era egoísta, pero Sasuke no pudo evitar desear ser una mosca y seguir los pasos de su madre para ver que castigo daba a Baru, si es que había alguno...prefiriendo olvidar aquello, Sasuke aproximó sus pasos para sentarse en la silla frente a su hermana mayor, que esbozó una sonrisa antes de dejar cuidadosamente la oruga en sus manos sobre el apoyabrazos de la silla y sacudirle ligeramente el hollín de la ropa, lo que casi lo hizo entornar los ojos, mas nada pudo impedir que notara el brillo melancólico en sus ojos, la conocía demasiado bien y sabía que algo la preocupaba o entristecía y él deseaba saberlo para ayudarla a deshacerse del problema; siempre quería verla feliz, no había nada que adorara más que contemplar su hermosa sonrisa.
—¿Qué pasa?— preguntó Sasuke tan pronto como ambos se encontraron a solas.
—Madre me dijo que me casaré con Baru— contestó Sakura, siendo siempre sincera con él. —Ya lo sabias— notó, terminando de sacudirle el hollín de encima.
—Me lo dijo hace medio año— confirmó el azabache, claramente disgustado con la idea de que ella se casara con Baru. —Debería ser yo, sería un buen esposo para ti— habría deseado casarse con ella, tanto por deber como por voluntad propia.
—Lo sé, yo quería que fueras tú— asintió la pelirosa encontrando su mirada con la de él. —Baru tendrá diez y yo tendré tres, pero no serán suyos— repitió, volviendo a escuchar aquellas palabras en su mente.
—¿Qué significa eso?— inquirió él, intentando entenderlo y sabiendo que no podía tomárselo como algo literal.
—No lo sé— respondió ella encogiéndose de hombros y volviendo a tomar la pequeña oruga entre sus manos, haciendo sonreír ladinamente a su hermano menor.
Siempre era así, Sakura soltaba palabras que aparentemente no tenían sentido, desde que él podía recordar, sumergida en sus propias divagaciones; momentos como el volar junto Dreamfire y en que lucía tan aguerrida, concentrada y feroz eran escasos, todos—partiendo por su padre el rey Tajima—la menospreciaban y minimizaban siempre, por lo que Sasuke siempre sentía que debía protegerla, era un deber que se había asignado y se sentía feliz con ello, mas ojala y pudiera llevarlo a cabo toda la vida. Desde que Sasuke podía recordar, se sentía atraído por Sakura, igual que ella había crecido sabiendo que existía la posibilidad de que pudieran casarse algún día, seguramente Baru se casaría con una noble importante de alguna de las casas leales al reino, así conseguiría apoyo para su reclamo al trono, y él se casaría con Sakura, como el rey Naka I y su hermana la reina Demiya Uchiha, la suya sería una gran historia de amor, nadie se los impediría, ¿Verdad? Sasuke había visto el futuro así, incapaz de imaginar que su hermana fuera dada a otro…pero había pasado, su madre aparentemente se había dado cuenta de su atracción por ella, y le había explicado que Baru se casaría con Sakura. Sasuke no recordaba cuando se lo había dicho su madre, pero su corazón se había roto y había pasado una semana sin dirigirle la palabra a su hermano, porque nada nunca volvería a ser lo mismo. Sakura no solo iba a casarse con alguien más, sino que ese alguien era Baru, su petulante hermano mayor que no la valoraba, que no la amaba y que jamás la amaría.
Pero él siempre estaría ahí, era un juramento.
Días Después
Si alguien quería juzgar a los jóvenes príncipes y herederos del reino, el mejor lugar era el patio de entrenamiento, donde diariamente y bajo la tutela de sir Kakashi Hatake los jóvenes se enfrentaban entre sí, aun siendo demasiado jóvenes para usar espadas reales en el entrenamiento, sino que empleaban de madera; el príncipe Baru parecía de lejos el más prometedor, sus movimientos eran ágiles, firmes y cargados de determinación, era agresivo y sabía atacar hasta que su enemigo—un muñeco de paja—pareciera derrotado; en contraste su joven sobrino Yuudai—el menor del grupo—atacaba a su oponente con movimientos más lentos, pesados e imprecisos. El príncipe Sasuke era casi tan ágil como su hermano mayor, los golpes de su arma podían parecer más lentos, pero el Hatake esbozaba una sonrisa ladina cada vez que veía su determinación y fortaleza, estaba claro para él que superaría a su hermano mayor si continuaba de esa forma, habiendo comenzado a aprender siendo mayor que él y teniendo avances notables, con una mayor dedicación y compromiso personal, mas chocando con su sobrino Junichi en su camino, aún molesto con este y su hermano Yuudai—además de su propio hermano—por la broma que estos le habían jugado en los días previos. Observando todo desde el balcón o palco más cercano al patio de entrenamiento, el rey Tajima se encontraba sentado junto a su confiable lord Mano; Hizashi Hyuga, el cual tenía las manos cruzadas tras su espalda, observando a sus nietos bastardos, y lo sabía, aunque no lo admitiera.
—Esto es correcto, Hizashi, jóvenes que aprenden juntos, entrenan juntos, se derriban y luego se levantan— sonrió el rey Tajima, admirando a sus hijos y a sus nietos. —Ellos formarán un vínculo de por vida, ¿No crees?— a su entender, no habrían amenazas en tanto los jóvenes príncipes se mantuvieran unidos.
—Eso esperamos, Majestad— asintió lord Hizashi, sonriendo para contentar a su rey.
Por supuesto que el rey Tajima no veía las cosas de la misma forma, si su hija la princesa Izumi decía que aquellos niños eran suyos y de su legítimo esposo lord Tenma, el rey jamás se atrevería a dudar de ella, sin importar que estuviera claro para todos los demás que los niños eran bastardos y el parecido físico de ambos niños con sir Neji Hyuga—presente en el patio—era más que evidente; siempre usaba la analogía de una yegua oscura que había tenido en su infancia, montada por un semental plateado y que había alumbrado un potro marrón…sin embargo, su esposa la reina Hanan siempre le cuestionaba, ¿No viste a otro semental montar a la yegua? Y el rey jamás contestaba, pero siempre apoyaba a su hija, que evidentemente era su favorita. Renunciando a atacar más su objetivo, habiendo recibido una mirada de sir Kakashi el cual le indicaba de esa forma que había ganado, Sasuke volvió la mirada hacia otro objetivo el cual atacar, esbozando una sonrisa ladina y chocando su espada contra la de su sobrino Junichi, haciendo que este la soltase a causa de la sorpresa; ¿Realmente sus sobrinos bastardos creían que él olvidaría la broma que le habían jugado? Podía ignorar a Baru, después de todo este era su hermano mayor y para bien o para mal debían presentar un frente unido—eso le había enseñado su madre, y la reina Hanan jamás se equivocaba en su estrategia—, pero no iba a dejar que sus bobos sobrinos lo humillaran, diciéndose mentalmente que, al alcanzar la madurez, les cobraría todas las ofensas que estos le habían hecho.
—Bien, príncipe Sasuke— celebró Kakashi, con evidente satisfacción y orgullo en su voz. —No se paré muy recto, príncipe Junichi, será derribado— juzgó con un tono carente de emoción. —Príncipe Baru— llamó al ver que el joven se entretenía viendo a las sirvientas que cruzaban el patio.
—Gané mi primer combate, sir Kakashi, mi oponente demandó piedad— contestó el primogénito Uchiha encogiéndose de hombros despreocupadamente.
—Ahora tiene un nuevo oponente, príncipe guerrero— destinó el Hatake con una sonrisa ladina, señalándose a sí mismo. —Príncipe Sasuke, príncipe Baru, veamos sin pueden tocarme— instruyó, haciendo que el menor de los príncipes asintiera con emoción.
Siempre era así, el príncipe Baru era un gran guerrero y Kakashi no dudaba de que prosperaría en cualquier campo de batalla…si tan siquiera practicase más su técnica, él tenía de talento natural y prodigiosidad lo que su hermano el príncipe Sasuke tenía de dedicación, mesura, paciencia y perseverancia, cualidades igualmente importantes en la mente de Kakashi y que sin duda harían al joven príncipe Uchiha uno de los mejores guerreros sobre la tierra cuando se convirtiera en un adulto, en contraste con su renuente hermano mayor. Era evidente el entusiasmo del príncipe Sasuke, este adoraba los desafíos a comparación de su hermano mayor, para quien en tanto las cosas fueran fáciles eran de su agrado; la dedicación en los golpes de espada del joven príncipe fue evidente para Kakashi, pues incluso fue el más valiente, arrojándose primero y abriéndole camino a su hermano mayor antes de que ambos atacaran con igual mesura al Hatake, el cual mantuvo una mano tras su espalda, erguido como un muro para ambos jóvenes, bloqueando cada uno de sus ataques, evadiéndolos sin problema, haciendo que Sasuke cayera de rodillas y golpeando en la retaguardia al príncipe Baru con su espada. En silencio y presente en el patio, sir Neji Hyuga indicó con la mirada a los jóvenes príncipes Junichi y Yuudai que se acercaran, inclinándose para susurrarles en el oído consejos con la voz cargada de afecto; ambos chicos no sabían que el hijo de lord Mano era su padre, creían ser hijos de lord Tenma Senju, pero sí habían crecido teniéndolo cerca y lo respetaban.
—Armas arriba, niños, no le den cuartel a su enemigo— instruyó por fin el Hyuga, viendo asentir a ambos príncipes. —A los más jóvenes les serviría un poco más de su atención, sir Kakashi— intervino por fin con voz clara, deteniendo el combate del peligris.
—¿Cuestiona mis métodos de instrucción, sir?— desafío el Hatake claramente irritado.
—Solo sugiero que ese método sea aplicado a todos los pupilos— corrigió el pelicastaño, recordando su lugar pese a que le fuera muy difícil.
—Bien— asintió el peligris, siguiéndole la corriente. —Junichi, ven, hijo mayor contra hijo mayor— instruyó, apoyando su mano derecha sobre el hombre del príncipe Baru, el cual sonrió entusiasmado como si supiera que ganaría de inmediato.
—No es una pelea justa— protestó Neji, preocupado de inmediato por el joven príncipe.
—Sé que nunca ha estado en una batalla, sir, pero cuando se saca una espada, una pelea justa no es algo que deba esperar— acalló Kakashi, cruzando los brazos sobre el pecho.
La pelea era desigual y no solo por cuestiones de edad, ya que Baru era siete años mayor que Junichi, sino también por la instrucción, puede que el primogénito del rey Tajima careciera de perseverancia y mesura a la hora de entrenar, pero tenía toda la enseñanza y experiencia que no tenía aún su joven sobrino, y además disfrutaba de hacer sentir inferiores a otros, entre ellos a su propio hermano el príncipe Sasuke y a su hermana la princesa Sakura; Baru fue el primero en atacar, amedrentando de inmediato al joven pelicastaño, el cual fue incapaz de mantener su posición, sino que retrocedió continuamente para intentar defenderse, temblando cada vez que su joven tío golpeaba su espada contra la suya. Sasuke esbozó una sonrisa ladina, satisfecho con el escenario y con observar lo que sería una derrota segura, mientras que su sobrino Yuudai observó preocupado a su hermano mayor, igual que lo hizo sir Neji Hyuga aunque intentara disimular, mas cuando Baru empujó a Junichi enviándolo al suelo; brevemente se alteraron las cosas, Baru se confió y ello permitió al enojado Junichi ponerse de pie y atacarlo, pero el primogénito Uchiha evadió cada golpe velozmente, usando uno de los muñecos de práctica y arrojándolo contra su joven sobrino, desestabilizándolo, volviendo a atacarlo de forma agresiva, considerablemente molesto por el desafío y propinándole una patada en el estómago, la cual lo envió de rodillas al suelo, derrotarlo definitivamente sería muy fácil y lo habría conseguido…excepto que alguien se interpuso.
—¡Suficiente!— sir Neji sujetó al príncipe por la espalda, alejándolo bruscamente del joven Junichi.
—¡¿Cómo se atreve a tocarme?!— gritó Baru, ofendido porque aquel plebeyo se metiera en lo que no le concernía.
—Olvida su lugar, Hyuga, él es el príncipe— juzgó Kakashi de inmediato, volviendo la mirada hacia el primogénito del rey, junto a quien se situó su hermano menor.
—¿Es lo que enseña, Hatake?, ¿Crueldad con un oponente débil?— cuestionó el Hyuga, molesto por la actitud del peligris para con los príncipes más pequeños.
—Su preocupación por el entrenamiento del príncipe es inusual, muchos hombres solo tendrían esa clase devoción por un primo, un hermano…— consideró el Hatake observando seriamente al pelicastaño y acercando lentamente sus pasos hasta este, —o un hijo— soltó en voz muy baja y al estar lo suficientemente cerca.
Muy pocos lo sabían, pero antes de estar consagrado a la reina Hanan—ello simbolizaba su capa blanca, pues no tenía permitido formar relación alguna con una mujer, desposarse, tener una familia, etc.—, sir Kakashi Hatake había estado consagrado a la princesa Izumi y de hecho, ella había sido quien le había dado el título de caballero, antes simplemente había sido un don nadie proveniente de Dorne…y por supuesto que muy pocos sabían que él había sido su amante por un breve lapsus de tiempo, hasta que la princesa había terminado su relación por la actitud moralista de su protegido. Kakashi había tomado esto como una ofensa y había presentado la renuncia a su servicio, dispuesto a suicidarse para limpiar su honor…pero la reina Hanan, entonces mucho más joven, había acudido en su ayuda, lo había destinado a su servicio y le había dado un propósito nuevo, por ello él la amaba, idolatraba y serviría siempre de forma incondicional y a sus hijos. Nada más escuchar aquella insinuación, y aunque supiera que era una realidad—pues sería tonto de su parte no asumir su responsabilidad que el nacimiento de los príncipes habían concordado con sus visitas a la cama de la princesa—, Neji enloqueció de irá, arrojándose ferozmente contra el Hatake, enviándolo al suelo y golpeándolo una y otra, con la diferencia que el peligris simplemente se dejó golpear, se negaba a recibir una sanción, por lo que finalmente ese día Neji Hyuga fue destituido como uno de los guardias de capa dorada, y enviado al hogar de su familia en Harrenhal, acompañado por su padre lord Mano, con la excusa de aprender a gobernar su propiedad…
Una Semana Después
Cuando los príncipes no tenían materias que repasar o sesiones de entrenamiento como la de días atrás, con el enfrentamiento de sir Kakashi Hatake y sir Neji Hyuga aún latente en sus mentes, los jóvenes acostumbraban a residir en los aposentos de su madre, Sasuke leyendo junto a la chimenea en voz alta y acompañado por su hermana Sakura que lo escuchaba atentamente; Baru sentado sobre la alfombra y rodando una pelota que su hermano Kagen de ocho años recibía y volvía a arrojarle. Como era costumbre en la familia, por las raíces Haruno en conflicto ideológico con el individualismo de la princesa Izumi, su media hermana, el príncipe Sasuke vestía un jubón verde esmeralda de cuello alto y cerrado por una serie de cuatro hebillas gemelas hasta la altura del abdomen en forma de dragón, mangas ceñidas y corto faldón por encima de las rodillas, abierto en A bajo el vientre, pantalones negros y botas de cuero, siempre luciendo ligeramente mayor de lo que era pese a vestir exactamente igual que su hermano mayor, muy concentrado en su lectura. Sentada en la silla contigua a la de su hermano, la princesa Sakura portaba un vestido color esmeralda de escote cuadrado con un recorte de gasa jade, adorando en el frente del corpiño por pequeños broches de oro en forma de dragón, de mangas ceñidas hasta los codos desde donde se tornaban acampanadas y traslúcidas hasta casi cubrirle las manos, con falda de una sola capa, y sus largos rizos rosados caían sobre sus hombros, resaltando una cadena de oro cuyo dije se perdía en su escote.
—Con 64 años, estando en la sala de la Mesa Pintada en el año 37 de su reinado tras la Conquista, Baru I murió mientras contaba la historia de su conquista a dos de sus nietos— era evidente la admiración y fascinación en el tono de voz del príncipe Sasuke al leer aquella crónica. —A su muerte, fue sucedido por Yosuke I, conocido futuramente Sanosuke I— la curva de su voz volvió a bajar al leer aquellas palabras.
—Sigue siendo tu historia favorita, siempre la lees— apreció Sakura, expresándose en Alto Valyrio como siempre con su hermano favorito.
—Madre siempre dice que es bueno repasar lo aprendido, y que no puede haber futuro sin pasado— defendió Sasuke arqueando una ceja y viendo crecer la sonrisa de su hermana.
—Es cierto— asintió la pelirosa, no pudiendo contradecirlo, —pero creo que el futuro ya está escrito, y nunca nos pedirá nuestra opinión— sus visiones siempre se lo recordaban.
—Respeto eso— confirmó el azabache, siempre considerando las visiones de su hermana.
—Y yo respeto tu visión— secundó ella divertida, casi mordiéndose el labio inferior.
—¡Ya basta!— interrumpió Baru, haciendo que sus hermanos voltearan a verlo, —¿Quieren hablar decentemente? Odio cuando hacen eso— regañó, no entendiendo ni media palabra de lo que ellos decían en Alto Valyrio.
—Solo hablábamos de la importancia de aprender historia, hermano— simplifico Sakura con voz inocente, quitándole el libro de las manos al azabache.
—Deberías repasar el Alto Valyrio— aconsejó Sasuke seriamente, casi esbozando una sonrisa ante el actuar de su hermana.
—Tengo mejores cosas que hacer— minimizó Baru, siempre dándose ese aire de superioridad que hizo entornar sus ojos a sus hermanos, excepto a Kagen.
Baru había sido el primero de la familia en aprender Alto Valyrio, de hecho, casi todo lo que le enseñaran le resultaba fácil, lo aprendía al instante…pero al no perseverar ni practicar, terminaba olvidándolo al poco tiempo. Fue difícil saber si el pequeño Kagen estaba divertido con el juego que compartía con su hermano mayor, o si bien se estaba riendo de él, pues en ese momento estalló en infantiles carcajadas, que resultaron inevitablemente contagiosas para Sasuke y Sakura, ambos observándose mientras intentaban disimular sus risas, el azabache casi ahogándose con estas y la pelirosa cubriéndose torpemente los labios, haciendo que su hermano mayor entornase los ojos y cruzara los brazos falsamente enfurruñado, no pudiendo enojarse con su hermano menor, a Sasuke probablemente lo golpearía, pero no podía hacer eso con Kagen ya que era un niño. Siendo siempre la imagen misma de la dignidad, su madre la reina Hanan ingresó en la estancia en ese momento, ante lo que sus hijos se levantaron inmediatamente de sus lugares y la reverenciaron respetuosamente, sabiendo que siempre debían tener su gracia; portaba un sencillo vestido verde esmeralda de escote alto y redondo, con mangas ceñidas y falda lisa, encima una capa o chaqueta superior de encaje ligeramente traslúcido, sin mangas y de cuello alto y cerrado, abierto bajo el vientre, con sus largos rizos rosados—como los de Sakura—cayendo sobre sus hombros, resaltando la corona de oro y esmeraldas sobre su cabeza, a juego con un par de pequeños pendientes.
—Madre— saludaron todos al unísono, observándose entre sí para decidir quién hablaba.
—¿Qué sucede?— preguntó Sasuke por fin, en un arrebato de valentía e interés genuino.
—Todos vayan a sus habitaciones, deben hacer su equipaje— ordenó la reina, sabiendo sin embargo que sus hijos necesitaban más información. —Partiremos a Difmark, su tía Toka murió, fiebre post parto— reveló por fin, apretándose nerviosamente las manos por solo imaginarlo. —Se espera que asistamos al funeral de la familia Senju ya que son parientes nuestros— añadió, ante la evidente mirada de desinterés de su primogénito.
—Lo siento por tío Itachi— comentó el pequeño Kagen por fin, diciendo lo que sabía pensaban sus hermanos…excepto uno.
—No es que sea muy cercano a alguno de nosotros— minimizó Baru, entornando los ojos.
—Baru, ahora no— acalló la reina de inmediato, ante lo que su hijo se mordió el labio inferior y bajó la mirada. —Todos a sus habitaciones— repitió, con la mente repleta de preocupaciones como siempre.
—Vamos, Kagen, yo te ayudo— alentó Sakura a su hermanito, tomándolo de la mano.
—Tranquila, mamá, veré qué Baru preparé todo— sosegó Sasuke acercándose a su madre.
—Gracias— sonrió su progenitora, acunando su rostro entre sus manos y besándolo en la frente antes de que este se alejara y abandonara la estancia junto a sus hermanos.
La historia de su tío Itachi, a quien veían muy poco por haberse vinculado de forma impropia con su media hermana, la princesa Izumi—Baru y Sakura también eran parientes de sangre, como hermanos que eran, pero ellos estaban comprometidos, mientras que en su día Izumi había acompañado a su promiscuo tío a una Casa de Placer—, era conocida por todos; poco tiempo después de que Izumi hubiera contraído matrimonio con lord Tenma Senju, el hermano de su padre había contraído matrimonio con lady Toka Senju, hija mayor de la princesa Naori Uchiha conocida como "La Reina Que Nunca Fue" y lord Butsuma Senju, conocido como "La Serpiente Marina". Con lady Toka, su tío Itachi había tenido dos hijas, que eran primas suyas; lady Ayame y lady Ryoko Uchiha, y aunque Sakura no podía recordarlas en particular—tenían los rasgos característicos de los Uchiha y Senju, cabello oscuro y ojos negros—, no pudo evitar sentir lastima por su ahora fallecida tía lady Toka, diciéndose que ojala ella no tuviera que pasar por lo mismo cuando tuviera que engendrar hijos de su hermano Baru, casi sintiendo un escalofrío al abandonar la estancia junto a su hermano Kagen, no necesitando voltear para sentir la preocupada mirada de Sasuke sobre si, el cual casi sujetaba del brazo a Baru, quien no podía estar más desinteresado con respecto al funeral al que debieran asistir y todos lo conocían lo suficiente y las libertades que siempre se tomaba, para saber que probablemente terminaría alcoholizado en el funeral y cogiéndose a una de las sirvientas.
—Dragones de piel tejiendo un hilo de dragón— murmuró Sakura, sintiendo las palabras en su mente mientras cruzaban por el pasillo.
—¿Qué significa eso?— inquirió Sasuke al caminar junto a ella, prestándole gran atención.
—No lo sé, pero creo que deberías pensar en ello— contestó la pelirosa encogiéndose de hombros, bajando la mirada hacia su hermano Kagen el cual sonrió inocentemente.
No era la primera vez que Sasuke escuchaba palabras así de boca de su hermana, no sabiendo bien en qué consistían, y de hecho, casi golpeó en la nuca a Baru cuando vio que este entornaba los ojos y murmuraba lo que parecía un insulto hacia su hermana y futura esposa—seguía sin verla de esa forma, mientras que Sasuke desearía desesperadamente estar en su lugar—, de hecho, acostumbraba a registrar sus palabras en un cuaderno de apuntes y no tuvo problemas para memorizarlas en ese momento con dicho fin. En la historia del clan Uchiha había registro de "Soñadores", como su antepasado Baru I "El Conquistador", miembros de su clan con la facultad de predecir lo que ocurriría en el futuro, y aunque no había pruebas y muchos lo ignoraban siempre, Sasuke estaba seguro de que su hermana era una "Soñadora", y él siempre le creía. Llevaba los últimos meses teniendo muchas visiones sobre su hermano favorito, algunas las tenía en momento al azar del día, como cartas flotando sobre el agua, otras veces grabadas en su mente como fuego de dragón en sus sueños, pero una constante era segura; en su visita a Difmark, Sasuke conseguiría un dragón, pero también tendría que experimentar una gran pérdida, y Sakura temía no poder cambiar el destino, por ello siempre creía que este ya estaba escrito y que ninguna maniobra inteligente podría evitar que el mismo se cumpliera, ¿Cómo decírselo a su hermano? Ni siquiera ella entendía cómo se cumpliría exactamente su visión, por lo que prefirió callar e intervenir cuando llegara el momento.
El futuro se trazaría en Difmark.
PD: Saludos queridos y queridas, prometí que iniciaría esta nueva historia esta semana y lo cumplo, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Como les había informado, realizare un viaje durante la próxima semana, por lo que no sé cuando volveré a actualizar, pero de actualizar algo, quizás sea "El Rey de Konoha" o "A Través de Las Estrellas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su constante apoyo, consejo y asesoría en cada nuevo proyecto), a Karen Yareli (dedicándole esta historia por ser la primera persona en aprobar la historia), así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.
Personajes:
-Sakura Uchiha como Helaena Targaryen (13 años) -Sasuke Uchiha como Aemon Targaryen (12 años)
-Baru Uchiha como Aegon II Targaryen (15 años) -Kagen Uchiha como Daeron Targaryen (8 años)
-Hanan Haruno como Alicent Hightower (36 años) -Izumi Uchiha como Rhaynera Targaryen (27 años)
-Junichi Senju como Jahaerys Velaryon (8 años) -Yuudai Senju como Lucerys Velaryon (5 años)
-Neji Hyuga como Harwin Strong (34 años) -Tenma Senju como Laenor Velaryon (29 años)
-Kakashi Hatake como Ser Criston Cole (38 años) -Tajima Uchiha como Vicerys I Targaryen (51 años)
Inspiración & Perspectiva: Comencé a desear escribir una historia sobre "Sangre & Fuego" de George R.R. Martin tan pronto como me entere del libro mientras veía los capítulos de "House of the Dragon" y a partir del sexto capitulo de la serie entendí como; para aquellos que no lo sepan, el libro en que se basa la serie fue escrito y pensado como una cronología, es decir que son hechos, no emociones, motivaciones y humanidad, para eso existe la serie. Siempre he escrito mis historias como adaptaciones y en este caso no es la excepción, usando a una pareja joven para relatar su historia de amor y el contexto en que se hallan, siendo todo muy polémico ya que, en los libros y la serie Aemon y Helaena Targaryen son hermanos, por lo que tuve que crear el mismo vinculo para Sasuke y Sakura en esta versión y estoy muy satisfecha con el resultado. Como señalo a lo largo de la trama, la "Danza de Dragones", la guerra civil que se desarrollara en el futuro entre el bando de los Verdes y los Negros—los Haruno y Uchiha en esta versión—, ya ha comenzado a nivel ideológico, y aunque Sasuke y Sakura están del lado de su familia, no entienden las dimensiones del conflicto en que tendrán que participar en el futuro, hasta que sean adultos, de ello se trata esta historia.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
