Hola, hola gente bonita del fanfiction, aquí andamos con una nueva actualización. Estoy inspirada estos días así que he aprovechado y he escrito bastante.

Espero estén muy bien y que les guste el capítulo…o no, jeje. Pueden dejarme sus impresiones al respecto en algún review, estaré encantada de leerlos. Recuerden que sus reviews son el combustible que llena de inspiración y deseos de seguir escribiendo a quienes como yo escribimos las locuras que nos rondan la cabeza.

El capítulo anterior fue difícil para mí, toque temas delicados y espero no haber ofendido la sensibilidad de nadie y si lo he hecho me disculpo sinceramente.

Este capítulo será… lo que será, jejeje. Me encanta el drama, creo que ya lo había comentado en alguna que otra ocasión, y este no será la excepción, prepárense para el drama.

Me disculpo de antemano por las faltas de ortografía que seguro habrá y como siempre nos leemos al final del capítulo.

Sin más por el momento, que disfruten la lectura.


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Capítulo 5:

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Akane


Él camina en silencio de un lado a otro, la ansiedad le brota por los poros, es algo que no puede ocultarse.

Yo estoy simplemente en shock. Me siento tan egoísta, tan inmadura, tan idiota. Lo único que a mí me preocupaba era saber si Ranma aún me amaba, si aún me encontraba atractiva, si me estaba engañando con Ukyo.

Soy una adolescente estúpida.

Estaba tan dolida por una traición amorosa, que no me di cuenta de las barbaridades que él había estado sufriendo por mi culpa.

Porque todo lo hizo para protegerme de sufrir los mismos horrores que él.

Creí tontamente que el presidente solo nos convertiría en los actores de su teatro, en la obra llamada Panem, para mantener el poder y que, aunque siempre estaríamos a su merced bajo amenaza, nunca creí realmente que fuera capaz de algo tan atroz.

Pero me engañaba a mi misma, claro que lo sabía.

Sabía de lo que ese maldito anciano era capaz.

No habría durado tantos años en el poder si no fuera el maldito psicópata que es.

No sé qué decir, mis labios están sellados. El dolor me inunda como una presa que se ha desbordado. ¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo hacer para sanar su espíritu, sus heridas, su psique? Me siento impotente.

-Gracias por contármelo. – Consigo decir luego de varios minutos de silencio, luego de intentar procesar todo lo que me ha contado. – Yo… haré que ese maldito anciano pague por lo que te… - mi voz se quiebra y me detengo. Trago duro antes de continuar. - Pagará. No sé cómo, ni cuando, pero me aseguraré de ello. Te lo juro.

Ranma suspira largamente y por fin se gira y me observa. Puedo ver el profundo dolor oculto en su mirada. Me ha contado todo con voz neutra, como si contara una historia de ficción o algo que le sucedió a alguien más. Como si no fuera él el protagonista de la historia de terror. Y sé que ha omitido los detalles más terribles.

- Eso ya no importa, solo quiero dejar todo atrás, no quiero venganza, lo que quiero es que escapemos, tenemos que irnos Akane. No sé qué es lo que Happosai planea ahora que no hemos hecho una vez más lo que él quería, pero estoy seguro que debe ser algo horrible. No quiero arriesgarte o a Ranko, ni a nadie de nuestras familias solo por intentar obtener venganza. No vale la pena.

De todos modos, nadie le gana al Capitolio. Dice derrotado.

Una punzada aguda en el pecho me aguijonea el corazón. No soporto ver tanto dolor en sus hermosos ojos azules, ni escucharlo veladamente en su voz. Las lagrimas con las que lucho encarecidamente hacen que me ardan los ojos, pugnando por brotar de mis ojos, pero las contengo parpadeando repetidamente. Lo ultimo que necesita de mi es lástima y llorar sólo le daría ese mensaje.

-Y sobre todo lo que te he contado, - dice desviando la mirada, avergonzado de si mismo, como si realmente fuera el culpable de todo lo que pasó, - tenías que saberlo Akane, para que entiendas el monstruo repugnante que soy ahora y que a pesar de que huyamos juntos, no estas obligada a aceptarme como tu pareja, podemos ser solo amigos, aliados. Sí es lo que quieres.

- Tú no eres un monstruo. – Le replico al instante, con la voz más aguda de lo que me gustaría.

-Lo soy – dice e inclina el rostro viendo sus botas. – Tuve que hacer muchas cosas para sobrevivir desde que mi padre murió y luego en los juegos, pero ni siquiera el haber asesinado a sangre fría fue tan terrible como lo que tuve que hacer en el Capitolio.

Le observo perpleja sin poder apartar la mirada de su rostro. – Eso no fue tu culpa, te obligaron, te drogaron.

-No entiendes nada, - su voz es metálica y resuena como las campanadas de una iglesia dentro de mi cabeza. – Hubo ocasiones en las que no estaba drogado, ya te lo dije, en las que conseguí que no lo hicieran y estaba totalmente consciente de lo que hacía. En las que… demonios, tenía que hacerlo, debían creer que estaba tan encantado como ellos con lo que estaba pasando, me tragué el asco y el odio. Y reí, bailé, toqué…- cierra los ojos con fuerza y aprieta los puños de las manos. – Sabes, la primera vez que conocí a Shampoo me causó repulsión, me pregunté como podía hacer lo que hacía con una sonrisa en la cara y luego, yo me convertí en lo mismo que ella. En el Capitolio me aman, porque creen que soy igual que ellos. Soy una aberración y me doy asco Akane, ¿Por qué no puedes verlo?

Me pongo de pie y camino lentamente acercándome a él.

-No eres un monstruo ni una aberración, no eres nada de eso Ranma, - tomo sus manos luego de pedirle permiso mudamente alzando las cejas, a lo que él accede con abatimiento. – Si ese es el caso, entonces yo también soy un monstruo y uno despiadado. He matado por ti y que no te quepa duda que volvería a hacerlo sin titubear y, si el presidente me hubiera convocado a mí, - le digo mirándolo fijamente para que vea que no hay ni un atisbo de vacilación en mis palabras, - habría hecho lo mismo que tú has tenido que hacer, para protegerte a ti y a nuestras familias. ¿Me odiarías por eso? ¿Tendrías asco al tocarme si ese fuera el caso?

-Por supuesto que no. Pero es diferente y además eso no ha sucedido…

-No me importa lo que hayas tenido que hacer para sobrevivir. – Le interrumpo – te amo Ranma, más que a mi propia vida, te lo aseguro. Jamás pensaré que eres un monstruo, jamás te juzgaré por algo que no ha sido tu culpa. Aquí el único culpable es el presidente, el Capitolio y esos malditos degenerados.

Suelto una de sus manos, y toco con suavidad su mejilla, él inclina instantáneamente su rostro recargándose en mi mano, como un gatito abandonado rogando por una muestra de cariño. Siento unas terribles ganas de llorar al verlo tan frágil a pesar de ser más grande que yo físicamente, pero en este instante, es como un niño pequeño que necesita ser protegido y yo, juro por lo más sagrado que haré lo necesario para cuidar de él.

Haré lo que sea.

Me pongo de puntillas y acerco mi rostro al suyo. - ¿Puedo…? – pregunto observando sus labios a lo que el instantáneamente asiente y soltando mi mano me toma de la cintura, cierra los ojos y termina de unir nuestros labios al eliminar la poca distancia que nos separaba.

Lo beso largamente. No con pasión desenfrenada ni con esa hambre que suele despertar en mí. Lo beso con la más infinita ternura de la que soy capaz, lo beso en una promesa sagrada de amor incondicional. Pierdo la batalla contra la pena y lloro, pero él también lo hace, la humedad de nuestras lagrimas fusionadas me empapa el rostro, pero no puede importarme menos. Nos besamos hasta que nos falta el aliento.

No sé si han pasado minutos u horas.

Cuando por fin nos separamos unimos nuestras frentes, aun con los ojos cerrados puedo sentir la paz que ahora inunda la cabaña.

-Gracias, - dice y su aliento cálido me golpea el rostro agradablemente. – Por amarme a pesar de en lo que me he convertido. Y por perdonarme. No lo merezco.

- No tengo nada que perdonarte. Indudablemente no comprendo muchas de las cosas que hiciste, pero ahora sé porque las hiciste y aunque me haya dolido cuando sucedió, ahora que lo sé todo... Solo, hagamos de cuenta que no paso nada, - le digo con una suave sonrisa mientras lo miro a los ojos, - empecemos de nuevo. Si tú me prometes que intentarás dejar de culparte a ti mismo.

- Lo intentaré, - dice y me da un último y dulce beso en la frente, para luego abrazarme con fuerza.

Suspirando me dice – Debe ser casi medio día.

Vaya el tiempo sí que vuela. Capto la indirecta pues tiene razón, ya que en el invierno los días son muy cortos, estamos lejos del distrito y no es conveniente permanecer en el bosque más de lo necesario.

-Deberíamos irnos entonces – digo separándome de él, mientras le sonrío. Enterrando la tristeza en lo más profundo de mi ser, por el momento. Ahora más que nunca debo ser fuerte por y para él. No necesita mi lastima, sino mi amor y comprensión. Necesita una aliada, una amiga y compañera de caza, porque eso es lo que haremos a su debido tiempo, cazaremos al maldito de Happosai.


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Ranma

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Caminamos tomados de la mano por la veta, después de salir del bosque con cautela.

-Tenemos muchas cosas que planear, para poder irnos, - le digo al cabo de varios minutos de silencio.

-Por supuesto. – Contesta ella y asiente al mismo tiempo.

Veo preocupación en su rostro, aunque intenta ocultarlo. Patea inconscientemente un trozo de nieve endurecida y gris. El polvo de carbón hace que todo se vea triste y feo.

-Lo haremos, de verdad que sí, solo creo que sería bueno si lo hablamos con Tofu, antes de nada. No quiero empeorarlo todo, - levanta la cabeza buscando con la mirada el origen de lo que sea que ha llamado su atención. - ¿Qué es eso?

Dejo de mirarla, estaba tan absorto en sus palabras y reacciones que no me había dado cuenta del ruido que surgía de la plaza, una especie de silbido de impacto y el sonido de una multitud ahogando un grito.

-Vamos – dice Akane jalándome de la mano.

Hay una multitud aglomerada en la plaza, no podemos ver nada. Ayudo a Akane a subir en unos cajones de madera que estaban recargados en la pared de un local para que vea lo que sucede y de pronto se cubre la boca con una mano.

-Abajo ¡abajo! – susurra violentamente al ver que intento subir al cajón para ver yo también lo que sucede.

- ¿Pero por qué? ¿qué sucede? – pregunto confundido.

Sea lo que sea, debe ser terrible. Me suelto de su mano y empiezo a abrirme camino entre la gente. Las personas susurran a mi paso.

-Sal de aquí chico.

-Vas a empeorarlo todo.

- ¿Quieres que la maten? ¿estas loco?

-Largo de aquí muchacho.

Pero lo que dicen no hace más que acelerar mi corazón, lo que sucede en la plaza debe estar relacionado conmigo. Mi corazón palpita con fuerza. No estoy preparado para lo que veo cuando por fin llego al centro de la plaza.

Ella está ahí, atada de las muñecas a un poste que han colocado en el centro de la plaza. Semidesnuda de la cintura para arriba, su cazadora y blusa están rotas en el piso a sus pies. Con la espalda destrozada, hecha girones de piel sanguinolenta. Esta desmayada y un conejo está clavado en la cima del poste. Un conejo silvestre que ella ha cazado en el bosque.

Hay un hombre de pie cerca de ella. Está de espaldas, pero puedo diferenciar su uniforme, es el jefe de los agentes de la paz del distrito, pero su contextura es distinta a la del viejo Cray, el jefe de los guardias de la paz que todos conocemos. Este es un hombre alto y musculoso que alza el látigo que tiene en la mano una vez más.

- ¡No! – Exclamo en un grito, saltando hacia adelante para impedir que el brazo baje y golpeé una vez más la ya destrozada piel de Ukyo.

Pero es demasiado tarde y el impacto del látigo da de lleno en mi cara, pues me he interpuesto entre este y el cuerpo inconsciente de mi amiga.

El dolor es cegador e instantáneo, puntos brillantes de dolor explotan ante mis ojos como un relámpago, ya puedo sentir el ojo hinchado y cerrándose a causa de la herida. Caigo inmediatamente de rodillas sosteniéndome con una mano para no caer de lleno. La gravilla del piso, húmeda y pegajosa con la sangre de mi amiga se clava en mis rodillas.

- ¡Vas a matarla! ¡Detente! – Grito.

Consigo levantar el rostro y abrir los ojos, atisbo ante mí un rostro ajado y con profundas arrugas, el cabello cano cortado casi a rape, una nariz grande y ganchuda y una boca cruel. Alza nuevamente el brazo ahora apuntando directamente a mí y yo busco rápido el cuchillo en la funda de la cadera, pero claro, no hay funda ni cuchillo, porque están en su escondite en el hueco del árbol en el bosque, así que no tengo otra opción más que prepararme para el siguiente golpe cerrando los ojos con fuerza.

- ¡Deténgase! – Dice una voz rasposa y urgente. Es Tofu, que entra casi tropezando con el cuerpo de un agente de la paz tirado en una orilla de la plaza, junto a la multitud, no sé si estará muerto o solo inconsciente. Y tampoco sé porque está ahí tirado, quizá alguno de los admiradores de Ukyo que hay entre los agentes que intentó ayudarla. No lo sé.

Aprovechando la distracción se apresura hacia mí y me levanta del brazo mientras me observa la cara.

- Fantástico, - dice resoplando – tiene una sesión de fotos junto a su prometida la semana que viene, ¿qué se supone que le diré a sus estilistas?, - pregunta retóricamente viendo con precaución al jefe de los agentes.

- ¿Sesión? – pregunta a su vez y de mala manera el hombre que ha bajado el látigo.

- ¿No lo reconoces? ¿El chico en llamas? ¿Uno de los vencedores de los juegos que acaban de pasar? ¿El favorito del Capitolio? Próximo a casarse con su prometida, Akane Tendo. ¿Los amantes trágicos? – pregunta por última vez cada vez más alterado y molesto. O eso es lo que aparenta porque yo no me trago su actuación de tipo rudo. Puedo notar el nerviosismo en su voz.

-Interrumpió el castigo de una delincuente confesa.

- ¡Me importa un bledo si incendió el Edificio de Justicia! ¡Mírele la mejilla! ¿Cree que estará listo para las fotos en una semana? Porque yo no. Usted será el responsable ante el Capitolio por esto. – Ladra Tofu con rabia.

-La voz del tipo vacila solo un momento, aunque sigue siendo fría y autoritaria.

-No es mi problema.

¿De dónde es su acento?, ¿el 11? ¿el 3? ¿del Capitolio? No consigo distinguirlo, pero definitivamente no es de por aquí, nunca lo había visto antes.

- ¿Ah no? Lo primero que haré al llegar a mi casa será marcar al Capitolio, a ver qué es lo que dicen ellos, y veremos quién es el responsable por destrozarle la cara a mi vencedor. Ranma Saotome.

El hombre abre los ojos un poco al reconocer por fin mi nombre. – Ella es una delincuente, cazadora furtiva, no es asunto del chico. – dice señalando con la mirada a Ukyo.

-Es su prima – dice Akane quuien por fin ha logrado abrirse camino entre la muchedumbre y preocupada se acerca a ver la herida de mi mejilla, tocándola con delicadeza con la punta de los dedos. Ya solo puedo verla con un ojo, porque el otro está cerrado por el golpe. – Y yo soy su prometida, - dice mirándolo desafiante – y más vale que esté dispuesto a asumir las consecuencias porque si quiere llegar hasta ella, tendrá que pasar por encima de nosotros dos.

Me toma de la mano y la prieta con fuerza. mientras observa sin titubear en ningún momento al hombre. Veo la determinación y valentía en ella y eso me da fuerza para erguirme a pesar del dolor y mirar fijamente al nuevo jefe.

El nuevo jefe de los agentes de la paz observa a su escuadrón, entre ellos veo a caras conocidas de quemador, algunos con los que yo y Ukyo hacíamos tratos, por sus rostros puedo notar que no están disfrutando del espectáculo. Por el momento solo nosotros tres, Tofu, Akane y yo, podemos hacerle frente de esta manera a los agentes, pero sé que no será por mucho tiempo. Habrá repercusiones, aunque por el momento no me importan, lo único que quiero es sacar a Ukyo con vida de aquí.

El hombre guarda silencio unos segundos más y frustrado limpia el látigo salpicando a los que están cerca con la sangre de mi amiga, y luego lo enrolla, manchando también de rojo su blanco uniforme cuando lo cuelga de su cinturón.

-Una de las agentes, una mujer de unos 20 años, cuyo nombre no recuerdo, pero que he visto charlando con Ukyo en el quemador se acerca un paso. Quizá sean amigas.

-Señor creo que ya se han dispensado el número de latigazos establecido por el delito cometido, - Dice sin mirarlo a la cara, - a no ser que se trate de una condena a muerte, en cuyo caso hará falta el pelotón de fusilamiento para hacerlo Señor.

- ¿Es el protocolo estándar en este distrito?, - pregunta meditando en lo que le ha dicho la mujer.

-Sí, Señor. – Contesta ella al instante.

El protocolo estándar en el Quemador cuando aparecemos con una presa grande como un pavo silvestre, por ejemplo, es subastar los muslos primero o en el caso de un conejo, como el que cuelga del poste, sería la piel. Pero sobre castigos, nadie lo sabe en realidad. No recuerdo que hayan castigado realmente a nadie por salir de la alambrada desde que empecé a cazar yo mismo.

-Muy bien, saca a tu prima de aquí muchacho, pero recuérdale que la próxima vez que se atreva a salir a cazar fuera de las tierras del Capitolio, la esperaré con el pelotón de fusilamiento.

El hombre da media vuelta y se marcha, algunos agentes de la paz lo siguen marchando detrás de manera desigual, pero algunos se quedan atrás para levantar el cuerpo del agente que está tirado en la plaza. Es Darius, me doy cuenta cuando veo su roja cabellera, un agente de la paz que suele coquetear descaradamente con Ukyo.

La multitud se desparrama. Escucho la voz de Akane dando órdenes de manera concisa y eficiente, que no sé en qué momento se ha apartado de mí y desata con rapidez las manos de Ukyo del poste, cortando los nudos de la cuerda con un cuchillo que Nabiki su hermana le ha pasado, y se apresura para que la suban en una puerta destartalada que han acercado para usarla como camilla.

-Llévenla a la casa de Ranma, su madre sabrá que hacer - dice urgiendo a quienes la han levantado y estaban indecisos sobre a donde dirigirse y se acerca a la anciana del puesto de ropa que es de donde sacaron la puerta vieja que usaba como mostrador para su puesto y le da unas monedas como pago por ella, y otras tantas a algunas de las personas que ayudaron a subir a Ukyo y que se marchan al instante.

Solo quedan Nabiki su hermana, el cocinero y otro de los ayudantes del restaurante de comida de los Daimonji donde Ukyo trabaja para ayudarnos a Tofu, a Akane y a mí, a llevar a Ukyo a mi casa.

Un chico de no más de 10 años llamado Ken, que de vez en cuando he visto ayudando a barrer el piso en el restaurante se acerca corriendo y tiritando de frio con la Chamarra rota de Ukyo en las manos y me la tiende.

- ¿Hay algo que pueda hacer? ¿necesitan ayuda?

-Si, avísale a su madre lo que ha pasado. – Se da la vuelta al instante para marcharse a cumplir con lo que le he pedido,– ¡Ken!, - grito para que me escuche pues ya se está alejando - que no traiga a los niños.

Asiente – los llevaré a casa con mi mamá y los cuidaremos.

-Gracias – le grito, pero creo que esta vez, el chico no me ha escuchado.

Ha empezado a oscurecer y la nieve ha comenzado a caer de nuevo.

Akane habla con su hermana en voz muy baja y con urgencia. Parecen discutir. Luego de unos segundos de vacilación su hermana asiente, me observa unos instantes y a regañadientes se marcha con rapidez hacia la panadería de su familia.

-Ponte nieve en la herida me dice Akane que se ha acercado y me toma del brazo urgiéndome a caminar. Lo hago y el dolor se calma un poco, ya solo puedo ver por el ojo izquierdo porque el otro se ha cerrado del todo y palpita dolorosamente bajo mi mano que sostiene la nieve en la mejilla. Hay poca luz y Akane renguea marcadamente resbalando de vez en cuando, así que hacemos lo que podemos para seguir las botas que van delante de nosotros abriéndose camino entre la nieve hacia la Villa de los Vencedores.

Oigo a los compañeros de Ukyo, Bristel y Thom hablando de lo sucedido esa mañana luego de que Tofu les preguntara lo que sucedió.

Dicen que Ukyo debió ir a la casa de Cray como lo ha hecho cientos de veces, él siempre le paga bien por sus presas. Pero no fue él quien le abrió la puerta. Nadie sabe que le paso al viejo Cray, esta misma mañana estaba comprando licor en el quemador y después de eso nadie sabe dónde se ha metido ni que le pasó.

El nuevo jefe de los agentes de la paz se llama, Romulus Thread y no dudó ni un segundo en arrestarla en ese instante. Ukyo no tenía mucho que decir en su defensa e incluso se comportó de manera desafiante durante el arresto.

La trasladaron rápidamente al Edificio de Justicia. La noticia se propago como fuego. La llevaron a la plaza del distrito, la obligaron a declararse culpable del delito de cacería furtiva y la condenaron a varios latigazos, cuando llegue llevaban al menos 30 latigazos, se desmayó a los 20.

Por suerte no se trataba de su caza habitual y solo era un conejo o quizá la hubieran sentenciado a muerte.

- ¿Y Darius? – pregunta Akane.

-Intentó detener a Thread cuando ya habían pasado al menos 15 latigazos. El problema es que no lo hizo siguiendo el protocolo, se abalanzó deteniendo el brazo de Thread y este le dio un golpe en la cabeza con la empuñadura del látigo que lo derribó al instante. Después de eso nadie intentó detenerlo de nuevo hasta que llego Ranma. – Explica Bristel.

- Me parece que a ninguno de nosotros nos espera algo bueno. – Dice Tofu resoplando.

La nieve se convierte en tormenta entorpeciendo nuestro camino. Camino más guiado por el oído y la mano de Akane que me lleva, aunque tropezando cada vez más, a cada minuto que pasa. Debe estar exhausta y dolorida, pero no se queja en ningún momento. Una luz dorada que colorea la nieve ilumina el camino de la entrada a la Villa, de ahí nuestro camino se aligera un poco y llegamos en poco tiempo a mi casa, la puerta se abre y mi madre que lleva todo el día esperando a que regrese asimila todo al instante, apartándose a un lado para dejar pasar a quienes llevan a Ukyo en la camilla improvisada.

-Nuevo jefe – dice Tofu y mi madre asiente comprendiendo todo sin hacer ninguna pregunta.

Se transforma, es como si en momentos como estos ella se convirtiera exactamente en la persona que realmente es. Desocupa la larga mesa del comedor en un instante y extiende un mantel blanco y limpio y ordena que acuesten boca abajo a Ukyo en ella.

Ranko se ha unido y se mueve por el comedor de manera eficiente y rápida, pareciera que se comunica con mamá telepáticamente porque no he escuchado a mi madre pedirle nada, y aun así ella le da lo que mamá parece necesitar en cuanto hace falta. Se complementan. Acostumbradas como lo están a trabajar juntas en esta clase de situaciones.

Ranko busca en el armario de las medicinas de mamá, hierbas, frascos con líquidos y material de curación que han comprado en el centro. Mamá vierte agua hirviendo que probablemente tenía preparada para el té en un recipiente hondo y sumerge varios trapos limpios a los que Ranko le pone algunas de las hiervas.

- ¿Te ha cortado el ojo? – me pregunta tomándome del mentón y observando críticamente mi herida.

- No, solo está hinchado por el golpe.

-Muy bien ponte más nieve, - dice dejando claro que yo no soy la prioridad.

- ¿Puedes salvarla?, - pregunto sin poder disimular mi ansiedad.

Ella guarda silencio, solo me observa unos segundos mientras extiende uno de los trapos que ha sacado del agua con hierbas, lo escurre y sacude un poco para que se enfrié antes de ponerlo sobre la espalda destrozada de Ukyo, que al parecer ha vuelto un poco en si porque suelta un grito desgarrador cuando la tela toca su piel lastimada.

-No te preocupes - dice Tofu que está a mi lado, - antes de Cray había muchos latigazos por cualquier cosa en el distrito y tu madre siempre ha sido una excelente sanadora. Sabe lo que hay que hacer.

No lo recuerdo, el tiempo antes de Cray, no recuerdo los latigazos a los que Tofu se refiere y doy gracias por ello. Esto es horrible.

Observo la espalda sangrante de Ukyo y recuerdo su sonrisa antes de que todo se fuera a la mierda. Antes de los juegos. Antes del Capitolio. Cuando nos reuníamos en el bosque a cazar y charlar de cosas insignificantes para mi ahora, esa bella sonrisa que no le cabía en la cara cuando yo hacia el tonto y bromeaba con ella quitándole seriedad a los asuntos que para nosotros eran difíciles en ese tiempo. La felicidad que le brotaba por los poros la primera vez que nos besamos bajo aquél roble y la esperanza que emanaba hace apenas unas horas cuando creyó que había una oportunidad de que estuviéramos juntos, de que sus sentimientos podrían ser correspondidos.

Todo es mi culpa como siempre, si yo no le hubiera roto el corazón de una manera tan cruel, quizá ella no se habría atrevido a ser desafiante ante Thread y no la hubieran castigado tan duramente.

Observo a mi madre que con mucho cuidado empieza a limpiar la carne mutilada de la espalda de mi mejor amiga, con manos ágiles. Me imagino los tiempos de lo que hablo Tofu, antes de Cray. Mi madre aún vivía con sus padres en la botica del centro en el área de los comerciantes, no sería mayor de lo que yo soy ahora, pero ya trabajaba ayudando a sus padres. Ya en aquellos tiempos era una sanadora.

Me dan arcadas, no sé si es la visión de la carne despedazada de la espalda de Ukyo y sus gritos agonizantes, el olor de la sangre en el ambiente, las hierbas, el dolor punzante de la mejilla, la revelación que le hice a Akane por la mañana o todo junto. Me siento impotente y la nieve derretida gotea del guante en mi mano que la sostiene sobre el ojo y la mejilla.

Akane me acerca una silla al notar que no pienso moverme del comedor y me sienta en ella.

Tofu despide a Bristel y Thom y veo que les da algunas monedas.

Cuando abren la puerta para marcharse entra la madre de Ukyo, Hazelle que se sienta de inmediato en un taburete junto a la mesa y toma la mano de su hija, se la lleva a los labios la besa aguantando las lágrimas, mientras le dice palabras tranquilizadoras a su hija.

Mi madre por fin termina de colocar jirones de piel y carne de la mejor manera para intentar salvarlos y limpia los restos de sangre, para colocar una fina capa de ungüento y vendar por fin su espalda. Puedo ver cada uno de los lugares en su delicada piel donde impactó el látigo, una, dos, treinta veces y siento el dolor punzante en mi mejilla. Deseo con todas mis fuerzas que ella este inconsciente, pero se le escapa un gemido de dolor cuando mi madre ata la venda para asegurarla en su sitio, a pesar de que lo hace con el máximo cuidado.

Mi madre y Ranko hacen inventario de sus analgésicos en su escaso suministro de medicamentos, son muy costosos y casi nadie puede costeárselos, pero desde que gané en los juegos junto a Akane, mi madre se ha encargado de conseguir todo lo que puede para ayudar a sus pacientes, aunque por lo general se trata de comida, porque es lo que la gente más necesita y ahora ella puede mandarlos a casa con lo que antaño hubiera deseado hacerlo.

Los analgésicos solo los usa en el caso de los dolores más fuertes, ¿pero cuál es el dolor más fuerte?, para mi es el que está sufriendo Ukyo, pero mi madre solo le da una infusión de hiervas que le hace beber.

-Eso no bastará, - digo y todos me observan, - si esto – digo señalando mi mejilla hinchada – duele como los mil demonios, no puedo ni imaginar el dolor que ella está sintiendo en estos momentos. Dale algo más fuerte.

- En realidad, se lo daremos combinado con jarabe para dormir, ella lo soportará Ranma. No te preocupes.

- ¡Que no me preocupe! ¡Y UNA MIERDA! ¡¿Quién eres tú para medir cuanto dolor puede soportar una persona?! ¡Mira su espalda! ¡MÍRALA! – Grito, estoy de pie y me acerco a ellas, dispuesto a buscar el analgésico más fuerte que tengan para dárselo yo mismo a Ukyo.

-Tranquilízate Ranma – dice Akane deteniéndome del antebrazo, pero me sacudo su agarre.

- ¡Dale la medicina! – Ordeno gritando furioso y desesperado, no puedo soportar verla tan lastimada. Por mi culpa

-Sáquenlo de aquí – dice mi mamá.

Tofu me retuerce el brazo detrás de la espalda para someterme y Akane me sujeta el otro brazo con fuerza, yo forcejeo y le grito obscenidades a mi madre. Derribo a Akane al suelo para liberarme y, entonces me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Veo el dolor en su preciosa mirada, está conteniendo las lágrimas y de nuevo me golpea la dolorosa revelación del monstruo en el que me he convertido. No solo he conseguido que casi maten a Ukyo, porque sé sin lugar a dudas, que la llegada del nuevo jefe Thread es orden de Hapossai.

Y ahora he lastimado a Akane, derribándola sin miramientos al piso, sin importarme nada más que mi propia miseria, porque soy el culpable de la situación de Ukyo y de las repercusiones que esto traerá a su madre y sus hermanos pequeños.

Mierda, mierda, mierda.

Dejo de luchar y salgo del comedor derrotado, Tofu me suelta y Akane se pone de pie con la ayuda de Tofu que me taladra con la mirada. Subo las escaleras y me encierro en mi habitación sintiéndome una basura por mi comportamiento, por Ukyo, por las obscenidades que le grité a mi madre, por derribar a Akane y lastimarla. Me siento en el piso, con la espalda recargada en la puerta.

Luego de un rato escucho voces. Tofu y Akane me han seguido. Se paran detrás de mi puerta y no se cual de ellos intenta entrar, pero yo he asegurado la puerta.

Akane suspira. – Quiere que huyamos todos – dice, pero Tofu guarda silencio, así que no sé cuál será su opinión al respecto.

-Ranma déjame entrar – pide ella suavemente, intentando abrir nuevamente la puerta.

Derrotado me pongo de pie y quito el seguro.

Permanece en silencio cuando entra, detrás viene Tofu, pero no me mira a la cara, esta pensativo. veo la tristeza en los ojos de Akane. Me siento en la orilla de la cama. Nadie dice nada.

Mi madre entra después de un rato y atiende mi herida de la mejilla. Después se sienta a mi lado acariciándome el brazo y me toma de la mano, aguardando en silencio, mientras nos observa a cada uno, esperando una explicación.

-Entonces, ¿ha empezado de nuevo? – pregunta ella impaciente y desolada.

-Al parecer. ¿Quién diría que echaríamos de menos al viejo Cray? – contesta Tofu mirando afuera por la ventana de mi habitación, absorto ahora en sus pensamientos.

Aunque el solo hecho de ser quien era ya hacia que todo el mundo odiara a Cray. Su habito de aprovecharse de chicas jóvenes hizo que realmente lo detestaran todos en el distrito. En las épocas de verdad malas, cuando el frio y la escasez atacaban con fuerza, las chicas hambrientas hacían fila en su puerta, esperando su turno, compitiendo entre ellas para ver quien conseguía vender su cuerpo por unas cuantas monedas al viejo para poder llevar algo de comer a sus familias. Con lo que yo he pasado, mi odio hacia ese malnacido ha aumentado y no me preocupa en lo más mínimo lo que le haya pasado. Realmente espero que haya sufrido.

No se a que se refieren mi madre y Tofu con eso de que "ha empezado de nuevo", lo único que se es queo agur anda bueno, regresan tiempos difíciles, un castigo venido del Capitolio sin duda alguna.

Mamá salta cuando el timbre suena. Es demasiado tarde y el tiempo se ha vuelto terrible.

-Deben ser agentes de la paz – dice Tofu.

- ¡No pueden llevársela! – Grito angustiado poniéndome de pie. Porque imagino una cuadrilla entera de agentes viniendo por Ukyo para fusilarla tal como amenazo Thread.

-Probablemente vienen por ti – me dice él.

-Oh por ti – dice Akane observándolo con irritación.

-No es mi casa preciosa – contraataca él.

-Yo abriré – dice mi madre.

Todos bajamos en tropel detrás de ella hacia el vestíbulo donde siguen timbrando con insistencia.

Cuando la puerta se abre, el viento introduce nieve dentro de la casa. Es Konatsu, envuelto en un enorme abrigo y cubierto de nieve, mirando con nerviosismo hacia la oscuridad detrás de él.

- ¿Puedo entrar? – pregunta.

Mi madre se hace a un lado y cierra la puerta en cuanto entra.

-Escuche lo que sucedió – dice, - no tengo mucho tiempo antes de que se den cuenta de que no estoy. Tome, - dice extendiendole una cajita que se ha sacado de la bolsa del abrigo a mi madre, - es para tu amiga. – dice mirándome. – Espero que se recupere pronto, por favor, si necesitan cualquier cosa no duden en pedirlo, haré lo que pueda para hacerlo sin que nadie se entere.

Y así tal y como vino se va dejando solo las huellas humedas de sus zapatos en el tapete de la entrada y a mi madre con la cajita en las manos.

- ¿Qué es? – habla Akane, haciendo la pregunta que todos nos estamos haciendo.

La abre y dentro hay una docena de frasquitos con un liquido transparente. Mi madre sonríe y se dirige con premura al comedor en donde esta Ukyo. – Es morfilina – dice con alivio en su voz – esto sí que ayudará.

-Ese chico loco – masculla Tofu siguiendo a mi madre.

Sabía que lo que mi mamá le había dado a Ukyo no era suficiente, porque se encuentra con la frente perlada de sudor, los dientes apretados y gimiendo débilmente mientras su madre le sostiene una mano con fuerza y le limpia el sudor con un paño. Mi madre llena una jeringa con el líquido transparente y se lo inyecta, de inmediato su cara se relaja y deja de gemir. Por fin duerme.

-Ni siquiera sabia que Konatsu conociera a Ukyo – dice Akane.

-Solía venderle fresas, supongo que ahora es Ukyo quien se encarga de llevárselas, - digo yo sintiéndome de pronto incomodo, porque no entiendo porque Konatsu se arriesgaría a traerle el medicamento a Ukyo.

-Pues deben gustarle mucho las fresas – dice Tofu de tal manera que sabemos que no se refiere a las fresas.

-Es mi amigo – digo zanjando el tema. Por algún motivo me molesta que Tofu haga insinuaciones sobre una posible relación entre Konatsu y Ukyo. Y sé que es estúpido y egoísta, pero no puedo ahuyentar el malestar que me produce el solo pensarlo. Debo estar agradecido por la morfilina, pero simplemente me molesta no haber sido yo el que pudiera ayudarla. Supongo.

Es peligroso para ella tener cualquier tipo de relación que no sea comercial con Konatsu, pienso intentando explicar y calmar mi inexplicable malestar.

Ranko le ofrece una habitación de las muchas que hay en esta casa a Hazelle, pero ella no la acepta, con dolor en sus ojos se marcha porque debe ir a atender a sus otros hijos pequeños. Sabe, de cualquier modo, que Ukyo no puede estar en mejores manos, mi madre y Ranko harán todo lo que puedan por mantenerla a salvo y cuidada.

Cuando ella sale entran apresuradamente las hermanas de Akane, Kasumi y Nabiki. La primera con una enorme canasta llena de pan recién horneado, el olor hace que mi estomago ruja, no he comido nada desde la mañana en la casita del lago.

- ¿Cómo se encuentra?, – pregunta la mayor con preocupación.

-Duerme – contesta Akane, posando su mirada triste en Ukyo que respira pesadamente, a quien mi hermanita le acaricia el cabello con ternura, lo cual me hace sentir un poco mejor.

-Vinimos en cuanto pudimos, hemos traído algunas cosas para que coman, papá se ha quedado cerrando la panadería, - explica Kasumi dirigiéndose a Akane quien asiente.

-Ese maldito – musita Nabiki observando la espalda de Ukyo. – Es un animal.

Se que se refiere al Thread.

- ¡Cierra la boca! – le susurra furiosamente Akane observándola con apremio.

Decir esas cosas, aun sin decir nombres es sumamente peligroso. Creo que las casas de la Villa están pinchadas con micrófonos y quizá hasta haya cámaras. Akane debe pensar lo mismo. El pánico me recorre por unos instantes al imaginar que sea mi cuñada ahora quien reciba el castigo por sus palabras.

La castaña la observa molesta, pero no dice nada más al respecto. Camina hacia la sala y se sienta meditabunda en un sofá.

Kasumi por su parte se marcha a la cocina y ayuda a mi madre a servir el estofado, pan y té para todos en la mesita de la sala. Por obvias razones no podemos comer en la mesa.

Tofu actúa torpemente tirando el pan al suelo cuando ella le acerca un plato y le sonríe, él solo asiente desviando la mirada con un ligero rubor en las mejillas. Eso casi me hace sonreír, hasta que el sonido de la respiración de Ukyo me trae de vuelta a la realidad.

Dejo mi plato a medio comer y me acerco a ella, me siento en el taburete en el que estuvo su madre acompañándola anteriormente y tomo su mano, mientras la observo dormir. Su respiración se ralentiza y su ceño se relaja.


No sé cuánto tiempo ha pasado, hace rato que mamá envió a Akane, sus hermanas y a Tofu a sus casas a descansar. Ni siquiera me despedí de Akane, no puedo apartar la vista de Ukyo, para asegurarme de que su respiración es continua, de que duerme sin sentir dolor. Es todo lo que puedo hacer por ella.

Pienso en las bayas, en aquel ultimo día en la arena y deseo haber muerto. Nada de esto estaría pasando, la vida de ninguna persona que amo estaría en peligro.

Pienso si realmente mis actos fueron como la gente de los distritos dicen, un acto de rebeldía.

Ni yo mismo lo sé, no lo creo, solo actúe para salvar a como diera lugar a Akane y no ha servido de mucho de todos modos. Ahora soy una marioneta de Hapossai y por mi culpa Ukyo esta aquí, en la mesa del comedor de mi casa, con la espalda destrozada.

-Lo siento mucho – le digo y beso sus labios fugazmente, soprendiendome a mí mismo por el acto inesperado.

Le tiemblan las pestañas y entre abre los ojos, observándome entre la bruma de la droga.

-Hey Ranchan – me dice arrastrando la lengua.

-Hey Uchan – le digo yo intentando sonreír y transmitirle algo de paz.

-Pensé que ya te habrías ido del distrito.

-No pienso irme a ninguna parte.

Ella sonríe y sus ojos se cierran. Nuevamente es arrastrada a la inconsciencia por la sustancia que calma su dolor.

Me pierdo en su rostro que se ve tan joven mientras duerme, sus largas pestañas y sus finas cejas castañas, su nariz recta y pequeña, sus labios carnosos, aunque un poco cuarteados y secos, su fina mandíbula. Con la punta de mis dedos, recorro el contorno de sus mejillas y mandíbula, el hueco de su cuello, su suave cabello. Jamás me había atrevido a algo así con ella.

De pronto me pongo es sus zapatos, imaginarla a ella siendo llevada a competir en Los Juegos del Hambre, viéndola mientras le declara su amor a un chico desconocido, uno del que siempre renegó diciendo que incluso le desagradaba por su condición de hijo de comerciantes. Siempre negando que estaba interesada en él. Besándolo como lo ha hecho conmigo, comprometiéndose en matrimonio con él.

Una rabia inesperada me inunda y tardo en comprender por qué. Soy tan malditamente egoísta que a pesar de todo no quiero que ella vea a nadie más como me ve a mí, siempre fuimos ella y yo en el bosque, cuidándonos la espalda, cuidando a nuestras familias. La necesito, necesito que siga amándome, viéndome como alguien perfecto para ella y no como el desastre que soy ahora. Ella es mía y yo soy de ella.

Siempre estuve encandilado por la perfección de Akane, por ese deseo ferviente de un amor que me parecía imposible y nunca realmente me había fijado en la belleza tan asombrosa de Ukyo. Mi mente divaga con los "¿y si hubiera?" que ahora son imposibles.

¿Qué sería de nosotros si nunca me hubiera enamorado de Akane?, si en lugar de en ella, mis ojos se hubieran posado en los ojos azules de Ukyo y su brillante sonrisa. Si me hubiera enamorado de ella, nada de esto hubiera pasado, porque le hubiera correspondido y probablemente ambos junto a nuestras familias habríamos huido al bosque hace mucho tiempo y yo no habría ido a Los Juegos del Hambre. Nada de todo lo malo que ha pasado sucedería.

Pero aun si yo no hubiera ido, Akane habría sido la vencedora de los juegos de todos modos, no me cabe duda, y ella estaría sola a merced del Capitolio, de Hapossai. Suelto la mano de Ukyo de inmediato.

La amo.

Sí, pero solo como mi amiga. Aunque me siento culpable por lo sucedido no debo permitir que mis sentimientos se confundan. Porque eso es lo que está pasando. Mi mente y corazón son un lío, la culpa la ira y el dolor me están haciendo pedazos. Debo mantenerme firme. Por todos a los que amo.

Aun así, no pienso despegarme de ella hasta que me asegure de que está bien, de que sobrevivirá.


Despierto asustado y dolorido, estoy cubierto con una frazada y el fuego de la chimenea está encendido, lo que hace que la casa este cálida, aún está un poco oscuro, no creo que falte mucho para que amanezca. Estoy en uno de los sofás de la sala de estar, intento recordar cómo es que llegué aquí.

Me había quedado dormido velando el sueño de Ukyo.

Akane me despertó suavemente, pero yo me sentía exhausto y somnoliento.

-Ve a dormir, yo me quedaré y cuidare de ella, – me dijo en tono suave con el rostro bañado por la melancolía.

-Akane, sobre lo que dije ayer, lo de huir, - dije, porque sé que esa no es la solución, no puedo imaginar lo que harían con Ukyo y su familia ahora que sé que jamás se escaparía con nosotros. No podría marcharme y dejarla a merced del Capitolio.

-No hace falta que digas nada, ve a descansar un poco. - Dijo y luego me instó a ponerme de pie.

Camine tambaleante guiado por ella que me sostenía a duras penas sujetándome con su fino brazo rodeándome la cintura hasta llevarme al sofá.

El ruido del agua cuando exprime el exceso en un recipiente para limpiar la frente de Ukyo y el crepitar del fuego son los únicos sonidos que inundan la casa.

Allí esta ella, cuidando de mi amiga, a pesar de todo y sé que no solo lo hace por mí, lo hace porque es buena. Su nobleza hace que me avergüence de las divagaciones que sostuve conmigo mismo durante la madrugada, en las que anhelé por unos instantes una vida diferente. Jamás mereceré a Akane.

Subo a darme una ducha y me topo con mamá que sale de su habitación.

-Lo siento, - le digo sinceramente, - por gritarte ayer.

-No importa hijo, he oído cosas peores. Ya ves como se ponen todos al ver sufrir a la gente que aman.

Me da unas palmadas en el brazo para después bajar las escaleras.


.

Los días pasan, Ukyo permanece en nuestra casa siendo cuidada, por mi madre y hermana. Akane esta todos los días aquí por varias horas y ella mi madre o Ranko curan también mi herida, que se ha desinflamado casi del todo, ya puedo ver bien con ambos ojos, la piel de la herida en mi mejilla está cerrada, aunque ha dejado una cicatriz y los distintos tonos verdosos y amarillentos del remanente del moretón en mi piel.

Tofu también se ha pasado por aquí, luchando sus propias batallas por la abstinencia y en distintos niveles de ansiedad, unos días más que otros. Han prohibido la venta y consumo de bebidas alcoholicas. Tofu se ha terminado las pocas reservas de licor blanco que le quedaban y se ve cada día peor, tembloroso e irritable.


Las hermanas de Akane no han dejado de suplirnos de pan recién horneado y comidas calientes. Porque mi mamá y mi hermana, pasan varias horas al día ayudando a más heridos en el distrito y no tienen mucho tiempo para cocinar. Las horas en las minas han aumentado considerablemente y la paga ha bajado también, las reglas de las que nadie se acordaba se hacen cumplir a cabalidad. Los latigazos se han vuelto el pan de cada día por las cosas más insignificantes y absurdas. El invierno se ha vuelto cada día más crudo y las ultimas raciones de comida mensual que envían al distrito por nuestra victoria, curiosamente han llegado en mal estado, latas abolladas y caducas, harina con bichos, raciones agusanadas, botes de aceite rotos y casi vacíos.


Un día el Quemador, el lugar donde solía ir a vender mis presas, arde en llamas. Él lugar se consume hasta los cimientos.

El hambre ha vuelto al distrito con violencia renovada.


A sugerencia de Kasumi aunque sospecho que la idea ha sido de Akane, Tofu a contratado a la madre de Ukyo para que le ayude a mantener su casa en orden. Ambos salen beneficiados según dijo Kasumi, Akane y yo ya no tenemos mucho tiempo de ayudar a mantener la casa de Tofu en orden y la mamá de Ukyo tendrá un trabajo que le ayude durante estos tiempos difíciles.

Debido a lo que paso con mi amiga, nadie contrata a su madre, nadie le pasa prendas sucias para lavar por miedo a las represalias que podrían enfrentar por ayudarlas. Aunque también se debe a que nadie tiene dinero extra por las restricciones que hay en el distrito y no pueden darse el lujo de pagar por algo que aunque molesto y tedioso, pueden hacer ellos mismos.

Ukyo y yo no hemos vuelto a hablar de huidas ni de nada comprometedor, creo que por fin entendió el peligro al que esta expuesta no solo ella y su familia, sino todos nosotros.

Espero que abandone sus intentos de rebelión. Yo ya lo he hecho, sé que no conducirá a nada bueno, el Capitolio es demasiado poderoso. Demasiado cruel.


.

Llega el día en que por fin puede marcharse luego de permanecer por varias semanas en mi casa.

Akane no ha aparecido el día de hoy. Casi no hemos hablado desde aquel día fatídico más que para lo indispensable, porque ha estado pendiente de que comiera, me duchara y descansara lo suficiente mientras Ukyo aún estaba grave. Cuando pudo levantarse y la llevamos a una habitación para que reposara de la dureza de la mesa del comedor, Akane se dedicó a charlar con Ranko o mi madre cuando estaban en casa y a jugar al ajedrez con Tofu en la sala de estar.

No me ha vuelto a decir que me ama, ni yo a ella. El contacto entre nosotros se ha vuelto mínimo y me duele, pero creo que es lo mejor.

No sé qué piensa de todo lo que ha pasado, de todo lo que le conté. Quizás solo quiere que seamos aliados.

Y me lastima profundamente, pero respetaré su decisión.


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Akane

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Todo el día fue una montaña rusa de emociones, el cansancio físico y emocional no me dejan dormir, el maldito dolor en la pierna es insoportable, es como si mi cuerpo rechazara con todas sus fuerzas la prótesis, el punto donde se unen mi carne y el metal palpita dolorosamente, siento la piel tirante e inflamada en esa zona, incluso esta más caliente que el resto. Decido levantarme en lugar de seguir dando vueltas en la cama una y otra vez.

Tomo dos pastillas para el dolor una vez más en menos de tres horas. Espero no volverme adicta.

El recuerdo de la voz de Ranma narrando los horrores a los que fue obligado, se repiten como una cinta en mi cerebro. Su rostro neutro, su voz hueca, intentando que no vea el dolor en su mirada, pero fallando miserablemente.

La espalda ensangrentada de Ukyo, la desesperación de Ranma por protegerla.

La brutalidad del nuevo jefe y el miedo que me inunda solo de ver de lo que es capaz.

La impotencia de no poder hacer nada.

Decido regresar a casa de Ranma, quizá haya algo en lo que pueda ayudar y así ocupar mi mente para distraerme de todo lo que está pasando, para ver en que podía ayudar, quizá solo permaneciendo a su lado mostrándole apoyo.

No estaba preparada para lo que vi. Me arrepiento al instante, me siento como una intrusa.

No debí haber venido.

Puedo ver el amor en su mirada mientras sostiene la mano de ella con fuerza y acaricia su rostro con ternura.

Al principio me llené de furia, pero luego…luego solo sentí de nuevo esa maldita desolación que parece que nunca podre alejar completamente de mi vida.

-Lo siento mucho – dice, se inclina y la besa con ternura.

-Hey Ranchan – la oigo balbucear débilmente.

-Hey Uchan – contesta él, sonriéndole con tanta dulzura de la que jamás creí que fuera capaz.

-Pensé que ya te habrías ido del distrito.

-No pienso irme a ninguna parte. – le confirma él con aplomo.

Y él esta tan concentrado en ella que ni siquiera se ha dado cuenta de mi presencia.

Duele.

No sé a qué juega Ranma. No sé cuánto de lo que me dice es verdad y me refiero a sus sentimientos. Creo que ni siquiera él sabe lo que realmente siente por ambas.

Me doy la vuelta y me siento en silencio en la sala.

Quiero irme, correr, huir a mi amado bosque, pero mi cuerpo no obedece a mi necesidad de fuga, permanezco ahí en silencio, por si me necesita y me maldigo por mi estúpida lealtad, hasta que escucho su respiración ralentizarse, Me pongo de pie con algo de dificultad debido al dolor que parece que nunca cesara y lo veo ahí, durmiendo incómodamente sentado en aquel taburete con la cabeza recargada en la mesa y no puedo soportar verlo así, sufriendo tanto por ella.

Me trago mi orgullo herido y me acerco a él, toco con suavidad su hombro lo que hace que despierte atontado mirando a los lados.

-Ve a dormir, yo me quedaré y cuidare de ella, – le digo al verlo tan preocupado mirándola con ansiedad y preocupación.

-Akane, sobre lo que dije ayer, lo de huir, - dice con nerviosismo evitando mi mirada.

-No hace falta que digas nada, ve a descansar un poco. – le contesto, porque estoy segura que debate consigo mismo como decirme que nunca abandonaría a Ukyo.

Titubea unos momentos y luego se pone de pie y se va a la sala donde veo que se acuesta en uno de los sofás y en poco tiempo nuevamente esta dormido. Luego de un rato lo cubro con una frazada y vuelvo para seguir velando el sueño de Ukyo.

Una chica que me ha causado tanto daño, pero que es tan importante para él. Una chica que a pesar de todo no merecía lo que le paso. ¿O quizá sí? No sé nada, pienso mientras noto sus mejillas enrojecidas y me atrevo a tocar su frente, está hirviendo en fiebre y hago lo único que puedo, poner un paño húmedo en su frente una y otra vez hasta que la fiebre cede. Después de algunas horas, cuando comienza a clarear lo veo recargado en el dintel de la puerta del comedor, observando a Ukyo, con los ojos enrojecidos y el cabello despeinado.

Mi corazón se arruga dolorosamente una vez más.

Aun así, no romperé mi promesa, permaneceré a su lado e intentaré que Hapossai y todos lo que le han hecho daño paguen. Porque no importa si él no me quiere de la misma forma que yo lo quiero. Estaré a su lado mientras él lo necesite.


.

Han pasado varios días desde entonces, una tormenta de nieve y muchas cosas terribles en el distrito,hambre y violencia, incluido el incendio "accidental" en el Quemador.

Hace rato, solo un poco después del amanecer vi por fin salir a Ukyo de la casa de Ranma. Supongo que su madre la ha dado de alta.

No me pongo de pie para ir hasta su casa como lo he hecho cada día a menos que la nieve me lo impidiera.

Miro las enormes cajas que han llegado esta mañana, con aprensión. No las he abierto, pero se exactamente lo que contienen dentro.

Son vestidos de novia.

Tofu consiguió retrasar las fotos, para que la herida de Ranma se cure lo más posible y no levante sospechas por si lo ven mis estilistas.

La maldita boda, ¿en serio planean continuar con este teatro? Por supuesto que sí, aunque no le encuentro sentido, ¿cree realmente el presidente que calmara a los distritos? Después de decidir que nuestro romance no los había convencido. Se les prometió una boda a los Capitolinos y una boda es lo que tendrán. Ese maldito viejo, esa serpiente rastrera.

El recuerdo de Ranma acariciando el rostro de Ukyo la noche en que la latiguearon, me atenaza el corazón. La sola idea de atar a Ranma a mi contra su voluntad me hace hervir la sangre.

No puedo soportarlo, necesito salir del distrito al menos por unas horas. Subo a mi habitación y me visto con la ropa más cálida que encuentro y las botas especiales para invierno que Cinna me envió hace poco. Me tomo un par de pastillas para el dolor de la maldita pierna que nunca se detiene, bajo a la cocina y tomo algunas provisiones, solo algunas cosas básicas, un termo con té, pan y queso, algunas frutas y un emparedado de carnes frías y lo pongo todo dentro un bolso que cruzo por mi pecho, veo el bastón recargado en la pared junto a la puerta y dudo unos instantes si tomarlo o no. No lo tomo. Salgo de mi casa rumbo a la salida más cercana que conozco, justo en el bosque detrás de la Villa de los Vencedores hay un hueco en la malla por el que ingresar al bosque.

No me había atrevido a salir del distrito desde el día en que inicio todo.

A pesar de sus actualizaciones en seguridad Therad no le ha prestado mucha atención a la alambrada, supongo que cree que el mal tiempo y el miedo de la gente al castigo y los animales salvajes hará que nadie se atreva a salir del distrito, por eso es que aún no está electrificada.

Pero no me importa nada en estos momentos, necesito respirar el aire limpio y fresco, necesito aclarar mis pensamientos y eso solo es posible en el bosque. Aun así, cubro mi rastro luego de cruzar la valla metálica hasta que los árboles lo cubren.

Camino un buen trecho hasta que llego al tronco hueco y saco el arco y las flechas, a pesar de todo no me fio de los peligros que acechan en el bosque. Hay animales hambrientos debido al crudo invierno y más vale estar preparada.

Por algún motivo estoy decidida a ir al lago, quizá para despedirme del lugar, estoy consiente de que esta será mi ultima expedición al bosque y recuerdo bastante bien el camino, aún persisten las pequeñas marcas que dejé en los troncos la última vez que vine siguiendo a Ukyo.

Quizá solo sea el deseo de recordar los últimos momentos felices que pasamos Ranma y yo en este lago antes de que fuera llamado al Capitolio por primera vez desde que volvimos de los Juegos. La ultima vez que fui realmente feliz.

El recorrido me lleva el doble de lo que pensaba que duraría, la nieve y mi pierna dificultan todo y lo odio. La ropa de Cinna mantiene el calor corporal así que estoy incluso sudando bastante, aunque tengo la cara entumecida por el frio. El reflejo del sol en la blanca nieve me encandila un poco, pero logro divisar con satisfacción a la distancia la ultima cima antes de llegar al lago. Estoy tan cansada y absorta en mis recuerdos y pensamientos que no veo las señales.

Las huellas en la nieve, el fino hilo de humo que sale de la chimenea de la casita junto al lago, el olor de las agujas de pino cocinándose hasta que estoy demasiado cerca para esconderme y huir. Estoy literalmente a unos pasos de la puerta de la casita de concreto cuando me detengo en seco y no es por el humo, el olor o las pisadas, sino por el chasquido del arma amartillándose detrás de mí.

Continuara…

.


Hasta ahí lo dejamos por esta ocasión, espero que les haya gustado y si es así que me dejen algún mensajito inspirador y si no les gusto… pues también déjenme un mensajito jajajaj, la cosa es que me dejen review, no saben la emoción que siento cuando me llega notificación de review y eso me ayuda a seguir escribiendo porque sé que leen lo que escribo.

En fin, espero sus comentarios ansiosamente.

Gracias por sus reviews a:

Benani0125: Querida mía, lo sé, pero se tenía que tocar el tema, se tenía que hablar de ello, Akanita tenía que saber. Créeme ambas sufrimos tu al leerlo, yo al escribirlo. Espero que este capítulo te haya gustado. Saludos enormes y besos de chocolate.

Luceritoorozco07: Holis, creo que nunca había leído un review tuyo, bienvenida a mi fic, jejej. Gracias por dedicarte un tiempito y escribirme ese lindo "waooo". Saluditos y espero seguirte leyendo por aquí. Besitos.

SARITANIMELOVE: Holis bonis, que gusto leerte de nuevo y ojalá te haya gustado el capi… besitos bella.

Lucitachan: Hello lindura. Yo también me puse feliz cuando subí la actualización, no sabes, jejeje después de años (literalmente) de intentar escribir algo medianamente decente y estar con ese terrible bloqueo. Pero heme aquí resucitando de entre los muertos. Espero seguir inspirada. Que gusto que a pesar del tema que se tocó en el capi anterior, te haya parecido elegante, no sabía cómo lo tomarían algunas personas, pero me agrado leer tu opinión. Gracias por los buenos deseos de inspiración (han funcionado hasta el momento linda) y espero tus comentarios sobre este capi, saludos enormes.

Sin más por el momento nos leemos en el próximo capítulo, besitos enormes.