STAGE I
Notas:
ENG VER ON MY PROFILE!
Ayo!
Es la primera vez que escribo sobre el Hanahaki Disease y tenía que ser angst, como ya habrán leído los tags… También quise hacerlo omegaverse porque creí que sería más dramático. La verdad sí lloré escribiéndolo.
Lo bueno es que me sacó del bloqueo de la escritura, tanto así que lo terminé en un solo día, cuando no fui ni a la uni, servicio social o trabajo. Aproveché bien, eh.
La portada la verdad sí la edité en Canva aajdhsja y hasta eso, pagué por el diseño (Canva Pro), tal vez en un futuro la cambie por un dibujo propio, pero vemos.
Ya está terminada la historia y se subirá un capítulo una vez a la semana.
Los sentimientos nunca fueron algo propio de Pico, de ninguna manera.
¿Instintos? Sí, era más fácil dejarse llevar por ellos.
No podía recordar las veces que había recibido afecto genuino de alguien que no fueran sus amigos. Y eso, si se podía llamar "afecto", sobre todo viniendo de personas retorcidas y traumadas durante toda su vida.
Y deseaba más que nada, no tener que recordar a la persona que había desencadenado sus sentimientos en primer lugar.
Haciéndolos florecer, literalmente.
Haciéndolos dolorosos cada vez que intentaba respirar correctamente, recuperar el aliento.
¿Por qué olvidar tenía que ser algo tan difícil?
Pico estaba sentado en su cama, la habitación apenas iluminada por el sol de la tarde que se filtraba a través de las persianas. Las paredes estaban cubiertas de carteles de bandas y conciertos sobre las que solían hablar, cada uno un recordatorio del pasado del que no podía escapar.
Se pasó una mano por su cabello ardiente y pelirrojo, suspirando profundamente mientras los recuerdos lo inundaban.
Habían asistido a la misma escuela, un lugar donde el feroz comportamiento de Pico a menudo contrastaba bruscamente con la naturaleza tranquila de Boyfriend. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, habían formado una amistad inquebrantable con el pasar de los semestres. La música era su gusto en común, el lenguaje que cerraba la brecha entre ellos como un alfa y un omega.
Pico todavía podía ver la sonrisa entusiasta de Boyfriend mientras hablaban sobre nuevos beats, cuando compartían sus mixtapes y pasaban horas incontables en la sala de música de la escuela, experimentando con ritmos y letras.
En esos días, Pico a menudo se encontraba atraído por la energía de Boyfriend. Recordaba cómo los ojos de Boyfriend se iluminaban cuando se emocionaba con una nueva canción o cuando lograban un ritmo particularmente difícil.
Era contagioso, y Pico no podía evitar sentir orgullo cada vez que veía a Boyfriend prosperar.
Tampoco podía evitar sentir que sus pulmones estaban atrapados entre hojas que no le permitían respirar.
Los instintos protectores de Pico también entraban en acción cada vez que Boyfriend enfrentaba momentos problemáticos. Había defendido a Boyfriend de otros alfas más veces de las que podía contar, sus puños y palabras afiladas siempre listos para alejar a cualquiera.
No se trataba sólo de proteger a un amigo; se trataba de preservar la felicidad que el omega traía a su vida. Día. A. Día.
A medida que estos recuerdos lo invadían, Pico sentía un apretujón en el pecho. Siempre había luchado con los sentimientos, prefiriendo enterrarlos profundamente en lugar de enfrentarse a la vulnerabilidad que le traían, a su maldito ego.
Admitir su amor por Boyfriend, ese feroz omega, había sido lo más difícil que nunca había hecho. Había apartado esas emociones, convenciéndose a sí mismo de que su amistad era suficiente, que la felicidad de Boyfriend con alguien más no importaba.
Pero sí importaba. Importaba más que cualquier otra cosa.
Importaba, empezó a importar cuando su salud comenzó a estar en peligro cuando estaba cerca de él.
Cuando, Dios, era una rutina para él pasar tiempo con Boyfriend durante la escuela. ¿Por qué de repente empezó a ser nocivo para él?
Creía que ya no importaría cuando decidiera mudarse a otra ciudad para no tener que verlo, para no tener que enfrentarse a los sentimientos que había negado fervientemente.
No hubo ningún aviso, no hubo despedida, no hubieron llamadas o mensajes respondidos.
Ni siquiera una sola disculpa de su parte.
Pico se levantó y caminó hacia su escritorio, donde yacía una fotografía antigua. Era una imagen de ellos juntos, riendo despreocupados, tomada durante una de sus muchas sesiones nocturnas de improvisación. La levantó, trazando el contorno del rostro de Boyfriend con el dedo.
El dolor en su corazón se hizo más fuerte, y apretó la mandíbula, intentando apartarlo apenas cayó en cuenta de lo que estaba haciendo.
—¿Por qué no pude simplemente decírtelo? —murmuró Pico para sí mismo, la frustración impregnando su voz—. ¿Por qué tuve tanto miedo?
Había pasado un año desde que se alejó, tratando de escapar de los sentimientos que amenazaba con consumirlo desde adentro.
Un año de soledad y vicios donde intentó olvidar a su antiguo amigo, enterrar el amor que había contradecido tan profundamente. Arraigando en sus pulmones.
Pero en el momento en que vio a Boyfriend de nuevo, a la par de Girlfriend, su aparente alfa que ya había marcado al omega, todo se rompió.
Lo había sentido entonces, la sensación inconfundible de pétalos ascendiendo por su garganta, ahogándose con palabras no dichas y deseos no cumplidos.
Fue doloroso como el infierno.
La mano de Pico se apretó alrededor de la fotografía mientras tosía, un solo pétalo azul, delicado, cayendo sobre el escritorio.
Forget-Me-Nots.
La ironía no se le escapaba.
