¡Hola! antes de comenzar con el capítulo quiero dejarles aquí el link de la canción qué Draco le escribió a Harry, además en esta me inspire para crear la historia, y ahora me doy cuenta de lo mucho qué me inspiro a escribir por medio de las canciones, ¿A ustedes no les pasa? jaja, en fin. Link YouTube: Koko Stambuk - Valiente (Video Oficial) - YouTube Muchas gracias por leer y disfrutar de este capítulo especial 3 Ale 3
*̥*̥
Las manos de Draco sudaban, intentó limpiarlas sobre la tela de su pantalón de vestir negro, qué portaba la noche de año nuevo, faltaban cuarenta y cinco minutos para culminar el año y el rubio le había dicho a Harry qué necesitaba hablar con él antes de la medianoche, con el propósito de dejar el pasado atrás y no volver a sufrir por ello, ni lastimar a Harry.
—Draco, no tienes porqué hacer esto —dijo Harry, tomando asiento en el sofá de la habitación del rubio—, además falta poco para el año nuevo
—Por esa misma razón Harry, necesito decirte esto qué siento para de una vez por todas dejar el pasado atrás y comenzar un nuevo año sin este dolor qué me consume día con día —murmuró.
—Te escucho —dijo Harry, tomando la mano blanquecina y suave de Draco en señal de apoyo.
Draco y Harry se encontraban sentados uno junto al otro en el sofá marrón ubicado en la habitación qué el rubio ocupaba en la casa de su tía, no había sido fácil apartarse de los adultos, sobre todo de Lily Potter, pero gracias a qué su prima Nymphadora Tonks tuvo la iniciativa de hacer algo diferente esa noche, subieron al segundo piso de la casa a conocer el salón de juegos, mientras las dos parejas se dedicaban a lo suyo. Harry y Draco deseaban mantener el tema en privado hasta no estar seguros de querer formalizar, y antes de tomar caminos separados Blaise recibió una advertencia, cortesía de Draco, por si se atrevía a lastimar a su hermana.
El rubio suspiró profundamente y entrelazó sus dedos con los de Harry, dándose valor para continuar:
—Ha pasado medio año desde el día qué mi padre, me corrió de su mansión —dijo—, un lugar en el qué nunca fui feliz en toda mi existencia, me sentía atado a él y sus reglas, aunque de niño no lo sentía tanto, a medida en qué fui creciendo la realidad qué vivía cayó sobre mí como balde de agua helada. Un día mi padre me dijo qué la universidad más costosa de Oxford era la mejor opción para continuar mis estudios en Derecho, porque ya era tiempo de empaparme de todo lo qué algún día sería mi herencia: Malfoy 's Bank.
La empresa más importante del sector financiero y de la cuál debería llevar por el mejor marco legal. Pero no era mi vocación, no quería ser abogado, sino producir mis propias canciones, escribirlas y tener una productora musical, o ser un productor en búsqueda del mejor talento, fue por ello qué mi madre sugirió qué le hiciéramos creer a mi padre qué sus deseos se estaban cumpliendo, faltaba muy poco para qué mi hermana fuera mayor de edad y por fin dejar la casa. El plan no era difícil, conocíamos tan bien a mi padre qué engañarlo sería pan comido.
Draco no se percató del momento en qué una lágrima corrió por su mejilla hasta qué sintió el suave dorso de Harry limpiarla.
—Todo salió cómo esperábamos durante los dos años de carrera en las artes musicales, hasta qué conocí a Joseph Bernard Walker —pronunció, su voz iba cargada de rencor—. Cursábamos la misma carrera y se podría decir qué éramos amigos. Nunca me había cuestionado mi orientación sexual, por qué en mi mente estaba la imagen de Lucius Malfoy obligándome a contraer matrimonio con alguien de un nivel igual al mío, sólo porque le daba la gana, y por eso nunca tuve una pareja estable. Hubo ciertos intereses con chicas aunque no eran serios; con él fue diferente. La manera de llevarnos era única, yo comencé a sentir una atracción bastante fuerte por él.
Pasó el tiempo y conocí a Hermione, en un albergue para perros y gatos en situación de calle, ahí también laboraba Luna Lovegood, las dos eran mi única compañía y mis mejores amigas por qué Lucius no permitía qué le hablara a cualquiera, fuera adinerado o no. También los animalitos me brindaban todo el amor y calidez qué rara vez veía en mi casa por qué mi padre detestaba las muestras de amor. Tal vez por eso me fijé en Joseph y cometí el peor error de mi vida.
Gruesas lágrimas corrían por el rostro del rubio, Harry no las podía contener y optó por dejarlas correr y permitirle a Draco desahogarse.
—Un día nos tocó hacer un trabajo de literatura juntos, y ofrecí trabajar en mi casa porque mi padre estaba de viaje y quería hablar a solas con él, descubrir qué era lo qué sentía —Draco sollozó—, pero nada salió cómo esperaba. El día qué nos reunimos tuvimos un momento libre de tareas y ocupamos el tiempo para hablar de nosotros, una cosa llegó a la otra y nos besamos, en un principio no había pasado más pero le confesé a Joseph qué tenía dudas sobre mi orientación sexual y él me dijo qué las aclararía.
Comenzamos a salir y los sentimientos crecieron, me hizo promesas de amor qué nunca cumplió y me regaló un anillo qué por alguna razón no he podido quitarme…
—¿Es el qué llevas puesto todo el tiempo? —preguntó Harry con un hilo de voz.
Al azabache le estaba doliendo escuchar toda la historia. Se había planteado no juzgar ni opinar al respecto hasta qué el rubio terminara de hablar, pero no podía evitar sentir el dolor qué le estaban causando sus palabras.
—No, este me lo dio mi padre, el otro está escondido debajo por qué no quería verlo después de lo qué pasó —dijo, tomó aire y retomó la palabra—: Un día cité a Joseph para terminar el proyecto, pero no logramos concentrarnos en nada más qué no fuera nosotros, esta vez llegamos a mucho más y terminamos en una situación comprometedora qué mi padre no tardó en descubrir. Él abrió mi cuarto y nos encontró en la cama. A día de hoy no puedo describir lo qué sentí en ese momento, mi padre estaba furioso, nunca lo había visto así, golpeó a Joseph y a mi hasta el cansancio, fui a dar al hospital y en ese lapso quemó todas mis cosas o la mayoría, fue poco lo qué mi madre logró rescatar y con eso he vivido, me canceló mis tarjetas, fue a la universidad dónde supuestamente me había inscrito y descubrió la verdad, volvió a golpearme y a mi hermana por defenderme y… —sollozó—, me corrió de la casa. Mi madre estaba dispuesta a seguirme pero le dije qué no, necesitaba estar sólo y fui a pedirle ayuda a Joseph, pero me dio la espalda, se portó completamente diferente a cómo lo era conmigo, o mejor dicho: mostró su verdadera personalidad. Lo único qué hice fue deshacerme de todo, menos del anillo, buscar un sitio dónde pasar la noche, después le pedí ayuda a Hermione quién no dudó en recibirme, y gracias a ella y a Luna obtuve una plaza en la Universidad Central de Londres. Después te conocí y me di cuenta qué la vida no me ha tratado tan mal cómo creí, y si da segundas oportunidades para volver a empezar y creer en el amor, por eso te escribí la canción, expresando todo lo qué siento por ti, y qué no tengas duda alguna de qué mi pasado quedará atrás para siempre…
Harry no se percató del momento exacto en el qué comenzó a derramar gruesas lágrimas sobre sus mejillas, hasta qué Draco intentó limpiarlas.
—No sabes cuánto te admiro y respeto, no cualquiera permanece de pie después de una situación así —dijo Harry,
Draco le brindó una cálida sonrisa, acortó un poco más la distancia entre ambos y retomó la palabra:
—No ha sido fácil pero me prometí a mi mismo no volver a ser humillado por nadie y salir adelante por mis propios medios, sin la ayuda de mi madre, además me daba vergüenza mirarla a los ojos después de cómo nos encontraron a Joseph y a mi —dijo Draco.
—Es comprensible, aunque eso no significa qué no te extrañaran —murmuró.
—Lo mismo dijo mi madre —murmuró Draco.
La pareja soltó una débil risa. En ese instante qué Harry tomaba la mano del rubio sintió aquél metal sobre su dedo anular y sin evitarlo desvió la mirada hasta el anillo de plata con una serpiente incrustada en el frente.
—¿Puedo? —preguntó, sin apartar la mirada de ambos anillos.
—Sí —respondió Draco, no estaba seguro a qué se refería pero lo imaginaba.
Draco comprobó su teoría al darse cuenta de la forma en qué Harry observaba el anillo de plata qué le había regalado su padre, y cuando lo quitó sintió una especie de ligereza sobre su dedo, no obstante, debajo había otro accesorio, también de plata e incrustaciones de oro puro. Harry comenzó a tirar del anillo pero cómo bien dijo el rubio no era fácil de quitar, pero él no se iba a rendir.
Harry dio un par de vueltas a la joya con sumo cuidado, evitando lastimar a Draco, quién no perdió de vista los suaves movimientos de Harry. Transcurrieron un par de minutos en los qué el azabache continuaba su labor y estaba cada vez más cerca de quitarlo, de pronto y sin esperarlo el anillo qué le había regalado Joseph estaba fuera de su dedo anular, la sensación de felicidad se expandió con rapidez sobre el pecho del rubio, no estaba seguro de cómo reaccionar e hizo lo qué dictaba su alma en ese momento: abrazarlo.
—Gracias Harry.
El muchacho sonrió sobre su hombro.
—Ahora lo vengo a entender —murmuró Draco y se apartó del cálido abrazo.
—¿Qué cosa? —preguntó Harry.
—Intenté más de una vez deshacerme de ese anillo, claramente sin éxito, y quizá suene tonto y hasta cliché pero… tenía qué suceder así, justo cómo lo hiciste tú, ayudándome a cerrar esa etapa de mi vida para siempre —dijo Draco, observando de cerca sus hermosos ojos verde.
—Es romántico, y debo confesar qué me gusta —-confesó Harry, y sus mejillas se tiñeron de un rojo escarlata.
—Me gustas más tú —dijo el rubio.
De nuevo, se encontraban a una corta distancia uno del otro, observando los ojos contrarios con detenimiento y maravilla. Draco fue quién decidió qué a ese punto de su vida no iba a desperdiciar un sólo instante y se concentraría en su felicidad, en vivir la vida al máximo, le pareciera o no a la gente de su alrededor, y fue cuando Harry se inclinó un poco más a Draco comprendiendo el mensaje: él deseaba besarlo tanto cómo él mismo, en ese instante no había nada qué los interrumpiera, Blaise y Pansy se encontraban en el balcón de la casa de su tía, observando el jardín trasero y conversando. Su prima Nymphadora disfrutaba de la sala de juegos, dónde se suponía qué estaban todos, además ella era la encargada de avisar si algún adulto se asomaba por ahí.
Draco cerró los ojos cuando las puntas de sus narices rozaron, tal y cómo había ocurrido anteriormente, la distancia fue aminorando, su corazón martilleaba con fuerza, no recordaba haber sentido eso alguna vez, y no deseaba sentirlo con nadie más.
Fue Harry quién se armó de valor y rozó suavemente los labios del rubio, se sentía en el paraíso. Pronto, todo a su alrededor había pasado a segundo término y por fin después de mucha espera, juntaron sus labios.
Comenzaron a besarse lento y suave. El azabache sentía qué flotaba, era cómo estar sobre una nube de algodón dulce y adictiva, el rubio sentía una calidez envolviéndolo a cada segundo, el aroma de Harry era agradable a sus fosas nasales, era cómo estar sobre el césped cubierto por agua de lluvia y pisando la tierra mojada, era exquisito. Harry por el contrario sentía qué el aroma a lavanda y madera recién pulida se había convertido en su favorito, además del sabor dulce de sus labios.
Aquel beso fue tomando forma, comenzaron a explotar la boca contraria lo más qué el aire les permitía, además de sus lenguas qué deseaban devorar cada rincón. Harry tomó a Draco por la nuca, pegándose más a él, y hundió sus dedos en el suave y rubio cabello, mientras qué Draco lo tomaba con firmeza de la espalda.
Todo era perfecto hasta qué un inesperado sonido les obligó a separarse a la velocidad de la luz, el corazón de Harry latía con frenesí, Draco tenía expresión de susto y estaba pálido. El azabache estaba a punto de abrir la boca para hablar cuando escuchó un grito proveniente del piso de abajo:
¡Feliz año nuevo!, escucharon.
Tardaron unos segundos en comprender qué sucedía hasta qué la realidad cayó sobre ellos: acababa de entrar el año nuevo y el sonido qué los asustó mientras se besaban fueron las campanadas del reloj, indicado la media noche.
—Feliz año nuevo Draco —dijo Harry.
El rubio le miró ligeramente más tranquilo.
—Feliz año nuevo Harry
Volvieron a besarse, tan hambrientos cómo antes de ser interrumpidos por las doce campanadas, esa noche la recordarían por siempre cómo la mejor de sus vidas.
...
La casa de Andrómeda había terminado hecha un desastre a consecuencia de la celebración, por lo qué antes de marchar a sus hogares decidieron colaborar para dejar la casa cómo nueva. El nuevo año trajo consigo tranquilidad, felicidad y nieve sobre el pavimento, no obstante habían dejado de caer aquellos copos blancos.
Los adultos se habían dividido las tareas, mientras qué los muchachos ayudaban en lo qué podían, hasta qué Andrómeda decidió mandarlos a los cinco al cuarto de juegos para evitar más vidrios rotos luego de qué Nymphadora dejará caer por accidente un jarrón de cristal.
Harry aprovechó ese tiempo para hablar con el rubio a solas antes de marcharse. Los chicos se habían percatado qué algo sucedía entre ellos, sobre todo Pansy y Tonks quienes ya sabían las preferencias de Draco y deducían qué Harry también era gay. Blaise por el contrario tenía ciertas dudas sobre lo qué realmente pasaba.
—Tengo qué confesarte algo —dijo Harry.
—¿Qué ocurre? —preguntó.
Por la mente de Draco fluyeron los peores escenarios, el primero qué Harry le decía qué no le había gustado besarlo, el otro qué en realidad estaba confundido sobre su orientación sexual y no tenía claro lo qué sentía por él. Hubo uno más en el qué le confesaba qué ya no le gustaba. Sus pensamientos fluían a toda velocidad y cada uno iba empeorando, decidió calmar su mente un instante y prestar atención al chico frente a él.
—No te vayas a enojar conmigo por favor pero es qué decidí qué era lo mejor por qué… —Harry titubeó.
Draco empezó a sospechar qué en realidad Harry si quería terminar lo qué sea qué ellos tuvieran, no estaba en sus planes empezar el año nuevo con el corazón roto.
—La canción qué me escribiste… —balbuceó, Draco esperó escucharlo decir qué no le había gustado—, no la he escuchado.
Harry le miró lleno de culpa.
Draco no supo exactamente cómo reaccionar, sólo dijo lo primero qué se le vino a la mente:
—¿Quieres terminar esto, verdad?
—No Draco, claro qué no —respondió Harry, de forma apresurada.
—¿Entonces…? —dijo, e hizo una pausa para qué el azabache retomara la palabra.
Harry se acercó a él, rodeó su cuello con sus brazos y le miró directamente a los ojos antes de hablar.
—En realidad planeé escucharla junto a ti por qué tuve el presentimiento de no resistirme a besarte o abrazarte cómo lo hago ahora —dijo Harry.
Draco suspiró aliviado al escuchar eso, le sonrió y besó dulcemente sus labios.
—Entonces vamos a escucharla —dijo Draco.
Harry asintió, devolviéndole la sonrisa, y observó a Draco apartarse para buscar algo, y cuando obtuvo lo qué deseaba se percató qué eran unos audífonos blancos, sacó el celular del bolso interior del saco y enchufó el cable al teléfono antes de volver con él y pasarle un auricular.
Draco estaba nervioso por lo qué Harry pensaría de la canción, tal vez le parecería muy cursi o se asustaría por lo qué transmitía. Fue por ello qué había decidido regalarle la melodía para escucharla a solas, al menos podría hacerse ideas sin llegar a la verdad, pero el tener a Harry frente a él complicaba ligeramente las cosas, mentiría si no dijera qué le asustaba su reacción.
Las primeras notas musicales qué Draco había compuesto comenzaron a sonar, su corazón martilleaba por los nervios y se obligó así mismo a calmarse.
He empezado a hablar de ti
A decirle a la gente
Creo que me enamoré
De un amor que es poco prudente
He empezado a pensar en ti
A cantar tus canciones
Y me largo a reír (ahh-ahh-ahh-ahh)
Dime cómo fue
Que me enamoraste
Dime en qué momento pasó
Que empecé a extrañarte
Y hora dime qué tengo que hacer
Para ser más valiente
Y quedarme un ratito aquí, contigo
Porque si algo yo aprendí
Es que nada es por siempre
Y que mientras más me dé
Más me daña la gente
Así que si me vas a herir
Mejor no lo lamentes
Creo que me preparé (ahh-ahh-ahh-ahh)
Dime cómo fue
Que me enamoraste
Dime en qué momento pasó
Que empecé a extrañarte
Y hora dime qué tengo que hacer
Para ser más valiente
Y quedarme un ratito aquí, contigo
Y quedarme un ratito aquí, contigo
Y quedarme un ratito aquí, contigo
Y quedarme un ratito aquí, dormido
Gruesas lágrimas corrían por las mejillas de Harry desde el primer coro de la canción y al finalizar se las ingenió para apartar el teléfono del rubio y los audífonos, para lanzarse a sus brazos.
—Antes de escucharla creí qué era hermosa, pero no pensé qué tanto —confesó.
Draco sonrió sobre su hombro, apretando ligeramente sus brazos sobre la espalda de Harry.
—Me alegra qué te guste —dijo Draco.
—Te quiero tanto Draco —dijo Harry.
El corazón de Draco dio un vuelco, sonrió y una lágrima resbaló por su mejilla.
—Yo también te quiero Harry —murmuró—, te adoro
Draco debía darle la razón a Hermione, porque si adoraba a Harry, con todo su corazón.
Harry se apartó ligeramente del abrazo para unir sus labios en un dulce y tierno beso, esa noche, la luz de la luna colándose por la ventana fue testigo de ese nuevo y gran amor.
