Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a su majestad Rowling, yo sólo me divierto un poco con ellos.


II - EL NÚMERO 59 DE ENDELL STREET

11

Percy Weasley se quitó sus gafas de carey cuadradas y masajeó con poca delicadeza el puente de su nariz, estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba. Alzó sus ojos azules hasta Harry Potter que le encaraba de pie de frente a su escritorio y suspiró hastiado.

—¿En serio pretendes que autorice esto? Acabamos de salir una guerra, ¿Quieres tan pronto que comience otra?

Harry apretó sus puños y se contuvo lo mejor que pudo, podía ser el hermano de Ron, pero también era un político y, como tal, no se encontraba dentro de sus personas favoritas.

—Ha pasado ya una semana y el Gabinete Mágico Ruso no nos ha dado ninguna respuesta. Esto es un asunto de seguridad nacional, no tenemos tiempo que perder.

—Mi respuesta sigue siendo un no —sentenció Percy colocándose nuevamente sus anteojos. Harry se cubrió la cara con sus manos y ahogó una maldición. Ron los observaba tensionado desde el sofá al otro extremo de la oficina—. Harry —continuó en tono apaciguador, al darse cuenta de que no llegarían a ningún acuerdo—, puedo enviar un cable urgente solicitando una respuesta y exigiendo un plazo. Pero de ningún modo autorizaré que tú y un equipo de aurores de élite vayan hasta Rusia a investigar la aparición del Pogrebin. Debemos mantener el protocolo en las relaciones diplomáticas…

—¡Atacó a Ron! —exclamó Harry perdiendo su compostura. Caminó en círculos por el lugar y continuó exasperado—. No hay ninguna razón para que haya un demonio ruso en los túneles del subterráneo de Londres. Al menos, ninguna buena o inofensiva, tenemos que investigar.

—Tenemos que esperar la respuesta del gobierno de Rusia —repitió Percy tratando de hacerle entrar en razón, pero él parecía ignorarlo mientras murmuraba las desastrosas consecuencias de que se estuviera planeando un ataque a gran escala de algunos seguidores restantes de Voldemort desde el extranjero—. Harry… ¡Harry!

El grito del joven finalmente llamó su atención haciendo que detuviera sus pasos desesperados por todo el lugar.

—Harry —. Ron se acercó hasta él y le puso una mano en el hombro. Suspiró quedamente mirando por un momento a su hermano, que ahora era el subdirector del departamento de Cooperación Mágica Internacional, y luego a su amigo que lucía cansado y aturdido—. Percy tiene razón. Es una bestia de peligrosidad media, no podemos simplemente aparecernos en Rusia a buscar mortífagos disidentes. Esto puede ser obra de magos oscuros pero también de traficantes de animales mágicos, si no estamos seguros, podemos armar todo un lío internacional.

Percy asintió al escuchar por primera vez algo sensato desde que los dos Aurores llegaron a su oficina. Harry suspiró y caminó hasta el sofá donde se dejó caer con pesadez.

—Hagamos algo —comenzó Percy más conciliador—. Asignaré a un asistente para que se encargue personalmente de esto, agilice el tema con nuestros contactos en Rusia y les mantenga informados del avance de la investigación—. Presionó un intercomunicador y habló muy serio—. Señorita Patil, por favor ven a mi oficina.

—Si esto no avanza en una semana, hablaré directamente con Kingsley, Percy —. Fue todo lo que dijo Harry.

El pelirrojo puso los ojos en blanco y apoyó ambos codos sobre su escritorio, le miró fijamente y, por primera vez desde que llegaron, cambio su tono a uno menos oficial y de más confianza, casi paternal:

—Escúchame bien, Harry. Te aprecio y eres parte de mi familia, y es por eso mismo que te daré un consejo: No puedes imponernos tu autoridad ni a mí, ni a ningún otro miembro del Ministerio. Tenemos reglas que seguir y, como sabes, estamos todos trabajando para reconstruir este país. No puedes y, sobre todo, no debes tampoco presionar al ministro para que te apoye en todo lo que se te ocurre, no es correcto, aunque tengas buenas intenciones…

Fue interrumpido por tres golpes sucesivos en su puerta y Padma Patil caminó dentro de la oficina después que su jefe le indicara que pasara.

Harry casi que no respondió el saludo de su ex compañera de curso pues las palabras de Percy habían logrado calarle hondo. El tema era urgente, sí, pero ¿Podía ser posible que Ron y Percy tuvieran razón y que él estuviera exagerando? Él tampoco quería siempre pasar por encima de las autoridades del Ministerio… ¿O sí?

—Creo que no es necesario presentarlos. Padma es la nueva pasante del departamento y le asignaré esta tarea. ¿Les parece bien?

Harry no dijo nada. Ron contestó por ambos y le sonrió a la chica.

—Nos parece perfecto. Mejor trabajar con alguien que ya conocemos de antes—. Y al escuchar esas palabras ella se sonrojó y asintió a Percy.

—Y bien —dijo mirándolos a los tres—. ¿En qué debo ayudarlos?


Café Mode era una pequeña cafetería ubicada en la planta baja del número 59 de Endell Street. Hermione estaba sentada en una de sus mesas de frente a la calle y miraba alternativamente el mantel de cuadros rojos con blanco y los coches que pasaban, en un intento algo inútil de evitar la mirada de Ginny sobre ella.

Su amiga, si es que aún podía llamarla así, había aparecido hacía varios minutos en su chimenea. Hermione sabía que Draco no tardaría en despertarse, así que apenas se tomó el tiempo mínimo para saludarla y se la llevó de la mano escaleras abajo hasta la cafetería de la señora Thompson.

—¿Y cómo ha estado esta temporada? ¿Muchos partidos ganados? —comenzó Hermione tratando de romper el hielo formado entre las dos después de meses sin hablarse. Ginny alzó una ceja y le respondió sin mayor interés.

—Vamos de terceras en el campeonato.

—Oh, qué bien… —. El silencio volvió a caer pesado entre ellas y sólo fue interrumpido por la mesera que les dejó dos capuccinos y una canasta de biscuits sobre la mesa—. ¿Crees que puedan ganar este año la copa nacional?

—En tu carta decías que querías verme con urgencia porque no sabías con quien más hablar. ¿De verdad quieres que nos pongamos a discutir de un deporte que no te interesa en lo más mínimo?

Hermione suspiró y mordió su labio inferior. Todos habían cambiado después de esa última batalla, pero Ginny seguía siendo la misma. Hermione nunca entendió en qué momento comenzaron a alejarse pero de algún modo, Harry, Ron y ella se habían comenzado a encerrar en sí mismos, ahogándose en trabajo; para luego hacerse los tres un grupo más cerrado y compacto de lo que ya eran.

Lo que habían vivido a lo largo de ese año en la búsqueda de los Horrocruxes, todas sus desventuras y la infinidad de heridas, los habían convertido en algo más que amigos, eran tres sobrevivientes que compartían una misma alma y eso dejaba por fuera a todos los demás, Ginny incluida.

—He encontrado una manera de salvar Grimmauld Place —. Su amiga pelirroja si acaso se molestó en hacer un gesto de desinteresada sorpresa. Esa casa era de Harry y él era un tema que ella no estaba dispuesta a tocar, alzó su taza y, sin mirar a Hermione, tomó un sorbo lento.

—Qué bien —. Las palabras sonaron vacías y Hermione lo sintió. No sabía cómo seguir, no tenía ni idea de cómo decirle a esa mujer enfrente de ella que tenía en sus manos una situación que no podía controlar y que no tenía más nadie a quien acudir ni alguien con quien conversar.

No sabía cómo atreverse a siquiera a pronunciar delante de esa Ginny adulta y madura que la quería de vuelta, que sólo hasta ese momento comprendía cuánto la había extrañado. Justo entonces cuando, mintiendo a sus amigos y traicionando todo en cuanto creía, su corazón comenzaba a acelerarse frente a una persona considerada, desde todo punto de vista, incorrecta.

Al ver los ojos desinteresados de la pelirroja mirar su café, se sintió decepcionada, era como hablar de tus problemas más íntimos con un extraño. Así se sentía.

Quizás se había equivocado en escribirle a Ginny.

—Encontramos que la clave era encontrar al último heredero de los Black —siguió Hermione tomando aire y llenándose de valentía. Tosió un poco buscando las palabras adecuadas y entrelazó sus manos, en tanto que Ginny la miró con sentimientos encontrados: ¿Quedaba algo de la Hermione que conocía en esa chica frente a ella? Lo único que podía ver era a una mujer nerviosa, que jugaba con sus pulgares tratando de encontrar la forma correcta de expresarse. ¿Desde cuándo se necesitaba ser correcto con los amigos?. En ese momento, en el que se preguntaba a dónde se había ido toda la complicidad y el cariño que hubo entre ellas, Hermione se armó de valor y continuó—. Draco Malfoy.

La taza de Ginny hizo un ruido agudo cuando la dejó sobre el plato. Sus ojos se nublaron recordando un calabozo frío y oscuro debajo de las mazmorras Slytherin. Era una de las salas de tortura de los Carrow, disfrazadas con el elegante título de "Salón de lecciones prácticas de artes oscuras". Ese día ella temblaba casi muerta de frío después de las duchas de agua helada que le habían dado como primer castigo.

—¿Draco Malfoy? —. Ginny se sintió extraña pronunciando ese nombre, lo dijo lento y deteniéndose en cada sílaba. Sonó acompasado, como sus pasos esa noche de marzo, en la que la luz mortecina del pasillo la cegó al abrirse la puerta y sólo pudo escucharlo entrar al pequeño cuarto donde los mortífagos la habían dejado empapada, horas atrás, por haber escupido en la cara de Alecto.

—Accedió a ayudarme, pero tuvimos un accidente y resultó gravemente herido. Fue mi culpa yo…—. Hermione pareció haberse quedado sin palabras. Miró a Ginny que tenía la vista perdida en la vitrina de la cafetería. No encontraba cómo explicarle que ahora Malfoy estaba viviendo con ella—. Tu hermano y Harry no saben nada de esto.

—No diré una palabra —susurró Ginny mientras se le ponía la piel de gallina al recordar la última vez que había usado esas palabras. Él iluminaba con un Lumos en alto el lugar mientras ella titiritaba hecha un ovillo en la esquina, se acercó hasta donde yacía y la tocó con la punta del zapato para ver si estaba consciente. Ginny recordaba haberlo maldecido entre dientes.

Él se agachó para quedar a su altura y, antes que ella pudiera apartarlo, tomó con ambas manos su cara e hizo que lo mirara a los ojos. No le iba a dar el gusto de humillarse así que, a pesar de su tener su cuerpo convulsionando por las bajas temperaturas, le sostuvo la mirada y en ese momento sintió que su cabeza iba a estallar. Recuerdos de su infancia, de Harry y de sus años en Hogwarts, se le pasaron por la mente mientras escuchaba clara la voz de Malfoy resonando como un altoparlante sintonizado con el máximo volumen.

"Quieren que te mate aquí mismo", su voz sonaba quebrada, "Vas a gritar, tienes que gritar cuando te maldiga", él también estaba asustado, "Te cortaré con esta daga porque esos malditos psicópatas quieren ver correr tu sangre. Dolerá, sangrarás pero no morirás", entonces entendió que él estaba dentro de su cabeza, "Tienes que gritar. Ya alguien fue por ayuda pero no dirás una palabra de esto a nadie, ni a la enfermera ni a nadie, Weasley, o nos matarán a los dos ¿Entendido?" ella lo miraba fijo pero no era capaz de decir nada. "¡No es momento para aladear de tu orgullo! ¡Nos matarán, Weasley! Ni una palabra a nadie ¿Entendido?"

"No diré una palabra" respondió ella sólo en su mente, pero para él bastó.

Después de eso sus recuerdos se volvían borrosos. Draco Malfoy había pasado la daga superficialmente por debajo de su mentón y por su costado, después de romper su blusa. Su piel ardía y quemaba, la sangre corría fuera de ella pero, estoica y orgullosa, no emitía ningún sonido por su boca hasta que oyó un grito fuera de la puerta:

"Malfoy, eres tan cobarde como tu padre. Nos vamos a divertir con los dos si no eres capaz tampoco de esto"

Él la miró con desesperación y ella entonces lo entendió todo y empezó a gritar como loca: a sacar todo lo que no había podido gritar antes, por la impotencia de estar encerrada en ese castillo a merced de esos mortífagos, por el abandono de Harry, por el miedo por su vida, la de su familia y la de sus amigos; su garganta dolía al dar alaridos de falso dolor físico pero de verdadero dolor emocional, mientras sus manos empapadas cubrían como podían sus heridas, mientras él apuntado a la pared, y no a ella, exclamaba temblando Crucio y Sectumsempra una y otra vez, mientras ambos actuaban convincentemente en ese juego de muerte que terminó al escuchar una explosión fuera que abrió el portón de par en par y dio pasó a una horrorizada profesora McGonagall dentro del lugar.

—Draco Malfoy es ahora el legítimo heredero de la casa de Sirius y no sé cómo hacer que la propiedad sea válidamente de Harry —. Ginny volvió al presente de sopetón tras tocar la piel debajo de su mentón, donde en algún momento tuvo una herida que, al no haber sido hecha con magia, Madame Pomfrey hizo desaparecer sin dejar una cicatriz. Hermione miró a Ginny directo a los ojos, llenó de aire sus pulmones y terminó—. Malfoy llegó a estar muy grave y debí encargarme de él.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Ginny mirando de verdad a Hermione por primera vez desde que llegó y, como iluminada a la luz de los recuerdos, pudo reconocer finalmente su vacilación, sus ojos temerosos, sus manos escondidas bajo la mesa, su labio inferior atrapado entre sus dientes.

Esto no tenía nada que ver con Harry, con la guerra ni con sus traumas. Era su amiga buscándola con desesperación, era su Hermione que volvía a ella después de tanto tiempo. era esa sabelotodo del colegio que estaba derrumbando murallas que había construido alrededor de su corazón.

Se dejó transportar por su mente una vez más, pero esta vez fue a tiempos aun no tan oscuros. Épocas en las que sus historias de adolescentes eran más importantes que sobrevivir. Sonrió de medio lado.

Ella una vez ya había visto a Hermione con esa actitud dudosa y nerviosa, y a pesar de los propios demonios que le habían turbado durante aquella conversación, pudo reencontrar a su amiga, a esa niña de 15 años que después de vacilar por horas se decidió a contarle que Viktor Krum la había besado después del Baile de Navidad.

Ginny, de pronto abrió su boca sorprendida al hacer conjeturas y Hermione, con ese gesto, supo asimismo que su amiga había vuelto y que antes que ella siguiera hablando ya sabía lo que pasaba.

—Draco Malfoy está viviendo conmigo hace quince días. Obviamente Harry y Ron tampoco saben nada de esto —dijo ella al fin tras suspirar y Ginny esbozó una sonrisa agridulce porque si bien siempre esperó recuperar su amistad con Hermione, nunca pensó que también sería gracias a él.

—Tranquila. No diré una palabra — repitió ella recordando esa promesa que le hizo a Malfoy hacía más de 3 años atrás y se alzó de hombros. Hermione suspiró aliviada, pero sabía que con Ginny eso no iba a durar. La pelirroja ató cabos rápidamente y la miró burlona antes de tomar otro sorbo de su café—. Y bien, ¿Ya dormiste con él?

—¡Ginny!


Espero que les haya gustado!

Si quieren ver la ubicación real en la que me inspiré para la casa de Hermione. londonyingermany es mi Tumblr y ahí subí la imagen, espero pronto familiarizarme con esta red social y añadir más cosas de este fic .

Quisiera decirles que es un capítulo de transición, pero no lo es: Para mi la relacion Ginny-Hermione es muy especial, y siempre he imaginado lo quebrados que quedaron todos los personajes después de la guerra.

Creo que mi vida, lentamente va tomando una rutina y cada día me acostumbro a este nuevo país (Alemania) un poco más. Así que mi promesa de actualizaciones más constantes ya no es falsa.

Espero poder trabajarle a mis demás fics también y terminar esos que tienen años abiertos.

Besos,

Ldny