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Candy era una joven con poca paciencia, estaba acostumbrada a tener resultados rápidamente, no importaba cual fuera la circunstancia, ella conseguía todo lo que se proponía a la brevedad posible. Su madre le había enseñado a trabajar duro hasta lograr sus metas, incluso ella le había ayudado a conseguir algunas prontamente. Pero, ahora estaba ahí, ante una gran prueba de paciencia; estaba frustrada, enojada y algo temerosa, pues a esas horas, sola en una avenida de Nueva York, no era el lugar para una jovencita de solo 18 años. Entonces, recordó que una vez Archie le dijo que en Nueva York, si querías tomar un taxi, debía ser rápida y ganárselo a otra persona. No tenía otra opción más que llamar a su madre para que la recogiera o tal vez tendría que hacerlo a su padre, estaba decidiendo eso cuando alguien llamó su atención.

-Necesita ayuda? – escuchó una voz, cuando levantó la mirada vio que una motocicleta se había detenido y un hombre se quitaba el casco.

-No se preocupe, estoy bien, gracias. – dijo de manera cortante desviando la mirada.

-Pues no parece eso. – la miró fijamente, logrando que la rubia se enfadará aún más.

-No me importa si estás o no de acuerdo con lo que digo – fue ruda y solo lo vio sonreír de lado.

-No es necesario que desconfíes de mí – no perdía su sonrisa – no soy alguien que vaya a hacerte daño – la rubia no cambió su mirada de desconfianza – soy Terrence Graham, trabajo en la cafetería que está cerca de la academia de ballet.

-Tú… - era el mismo joven que le había atendido cuando visitó la cafetería con Annie y Paty, incluso la castaña había comentado lo apuesto que era. – ya te recuerdo. – si bien había bajado las defensas, todavía tenía una actitud ruda con él.

-Entonces sabes que no soy una amenaza.

-Eso no puedo asegurarlo, no te conozco, no sé lo que pasa por tu mente. – lo miró fijamente – incluso ahora puedes estar pensando en descuartizarme. – el joven soltó una fuerte carcajada.

-No sería capaz de dañar a alguien tan hermosa como tú. – ante las palabras y mirada del joven, Candy no pudo evitar sonrojarse intensamente. – pero te comprendo, no nos conocemos, solo te vi algunas veces en la cafetería y te atendí un par de ellas – la rubia estaba callada, su halago le había dejado muda – escuché que te llamas Candy, un lindo nombre por cierto, también que tú y tus amigas estudian en la academia de ballet que está cerca, que tomas tu café solo y… creo que eso es todo.

-Es más de lo que yo sé de ti. – se arrepintió de haber dicho eso, ni siquiera supo por qué lo hizo.

-Eso puede arreglarse.

-No estoy interesada en hacerlo, gracias.

-Bueno… - se bajó de la moto y se paró junto a ella – Espero que cambies de opinión, Candy. – oír su nombre con aquella voz aterciopelada le gustó, aunque no quiso admitirlo ni para ella misma – taxi! – gritó levantando la mano e inmediatamente, el taxi que pasaba por la avenida, se detuvo. – espero que me des una oportunidad para conocerte mejor – abrió la puerta invitándola a ingresar. – después de que la rubia subiera al transporte y él diera al chofer un billete de cincuenta dólares, la vio partir.

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Terrence Graham, un joven castaño de ojos tan azules como el mar, de contextura atlética, porte altivo y seguro, extremadamente apuesto, responsable e inteligente, además de ser un experto con la guitarra y batería.

-Terry, llegas tarde, pasó algo? – señaló la dueña de la cafetería.

-Buenos tardes Dorothy, lo lamento. – se puso un mandil – tuviste mucho trabajo?

-En realidad no, está tranquilo. – sonrió – pero es raro que llegues tarde.

-Tenía que presentar un informe, pero no volverá a suceder.

-Lo sé. – asintió - ahora ve a ayudar a Karen, hoy Tom está en la caja.

-De acuerdo. – salió del cuarto de descanso que tenían los empleados.

La tarde pasó con normalidad, la clientela ingresaba y se marchaba después de recibir su café u ocupaba una de las mesas para degustar su pedido mientras leía o charlaba con algún acompañante. Sin embargo, para Terry eran irrelevantes, ni siquiera les prestaba atención, aunque muchas de las clientas intentaban llamar su atención, él estaba pendiente de una en particular, la que, lastimosamente, hace un par de días que no visitaba aquel negocio.

La primera vez que vio a Candy, le pareció la mujer más hermosa que jamás había visto, su sonrisa y su entusiasmo al hablar llamaron su atención, vio que estaba acompañada de dos chicas que supuso eran sus amigas; pero para ser sincero, no prestó mucha atención al rostro de ninguna de las otras dos jóvenes.

-Supongo que hoy tampoco vendrá. – murmuró.

-Quién? – escuchó la voz de su compañera detrás suyo.

-Nadie.

-Vamos Terry, desde hace una semana estás atento a la puerta cuando escuchas que entra algún cliente.

-Deja de fastidiar Karen. – se alejó de ella.

-Espera Terry! – fue detrás de él, quien estaba recogiendo algunos platos y vasos de la mesa – tengo que saber quién es mi rival.

-Tu rival? – levantó la ceja derecha de manera interrogativa.

-Ya te dije que me gustas y pretendo lograr que te enamores de mí.

-Pues yo sólo te veo como amiga. – sonrió para bajar la situación incómoda.

-Por ahora cariño. – guiñándole un ojo de manera coqueta, la joven se dirigió a la cocina.

Karen era unos meses menor que Terry, la joven estudiaba actuación en la universidad de Nueva York, sus sueños eran ser actriz de teatro. Era esbelta de cabellos castaño rojizo, ojos de color marrón claro. Cuando vio al castaño por primera vez quedó prendada de él, pues el joven era realmente atractivo y como la joven no era para nada tímida, inmediatamente le dijo que le había gustado; pero el castaño creyó que se trataba de un juego y al inicio así fue, sin embargo, al convivir con él llegó a sentir algo profundo, por quien se consideraba su amigo nada más.

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Faltaba diez minutos para que su clase comenzara, pero las estudiantes ya estaban en el salón haciendo los respectivos ejercicios de calentamiento.

-Listas! – entró Juliette – me alegra que ya estén listas para iniciar la clase. – observó a todas sus alumnas. – ok, calientes 10 minutos más.

-Necesitas ayuda?

-Gracias. – la rubia se sentó frente a su amiga, tomó sus manos y comenzaron con los estiramientos – te invitaré un café cuando salgamos de clase.

-Sabes que no lo hago por eso.

-Qué pasa Candy? Últimamente no quieres ir a la cafetería, creí que te gustaba?

-Me gusta, el ambiente es excelente; pero he estado ocupada, ya sabes, mamá ha estado presionándome para que siga practicando.

-Es cierto, la fecha está cerca.

-Ok – Juliette llamó la atención de las estudiantes acompañada de dos aplausos – vayan a las barras. – las estudiantes se pusieron en sus lugares – empecemos con battement tandu y grand battement.

Las jóvenes realizaban los movimientos mientras Juliette caminaba de lado a lado observando el desempeño de las estudiantes mientras les indicaba los movimientos.

-Arriba, arriba, a un lado, atrás, al frente – caminaba mientras indicaba el movimiento de la pierna – otra vez! Battiment arriba! A un lado, atrás al frente y abajo. – otra vez!

Las jóvenes estaban sincronizadas en los movimientos, seguían las indicaciones de su mentora tratando de equivocarse.

-Annie levanta más la pierna – se acercó a ella y le ayudó a levantar la pierna – ok, no olvides que el brazo no debe perder la estética.

-De acuerdo.

-Elisa, la pierna debe caer con más fuerza, no bajes la cabeza – tomó su cabeza entre sus manos y la sostuvo en la posición que debía permanecer.

-Los brazos, chicas! - caminó en línea recta – manténgalos siempre en la posición – señaló - sus cuellos deben verse largos y elegantes.

-Candy – al escuchar el nombre de la rubia Elisa y sus amigas sonrieron; sin embargo, la sonrisa les duró segundos – excelente! Patricia, Samantha muy bien! – iba felicitando a las estudiantes que no se equivocaban y lo hacían bien.

-Muy bien, escuchen. – todas las alumnas atendieron – he notado que continúan teniendo problemas en las posturas básicas, atribuyo eso a los nervios ya que las pruebas están cerca; pero tengan en cuenta que si siguen así, con ese desempeño tan bajo, no avanzaran más allá de donde ya están. – todas se miraron con miedo – les sugiero que sigan practicando para mejorar su técnica; especialmente para olvidarse de los nervios.

La clase había terminado finalmente, pero una de las estudiantes seguía en el salón, no perdería el enfoque de sus metas, practicaría hasta lograr mejorar las observaciones que Juliette le había hecho ese día.

-Sigues aquí?

-Archie! – dio un sobresalto.

-Lo siento, te asusté?

-N-no te preocupes. – dijo sonrojada. – buscabas a Candy?

-Así es, ya se fue?

-Sí, Juliette le pidió que la acompañara.

-Bueno, tendré que llamarle por teléfono. – dijo pensativo. - Necesitas ayuda?

-Qué?

-Tu postura – aclaró – mira, tus manos deben tener este ángulo – los puso en la posición correcta - y tus pies… - le explicaba las fallas que tenía mientras él mismo ayudaba a corregirlas sin saber que su tacto la ponía más nerviosa todavía.

-Gracias Archie – sonrió tímidamente – me ayudaste mucho con mis fallas.

-De nada. – le sonrió sinceramente – me alegra haber sido de útil.

Caminaban por los pasillos de la academia hacia la salida, Archie había invitado a Annie a tomar un café, la morena aceptó algo insegura, pues no quería ilusionarse con el chico que parecía interesado en su amiga; pero tampoco quería ser grosera rechazando su amabilidad, después de todo él le había ayudado y no podía hacerle un desplante cuando fue tan gentil con ella, aunque internamente temblaba de nervios.

-El ambiente es agradable.

-En serio? Nunca visité esa cafetería.

-Candy me invitó cuando la conocí y desde eso solo fuimos unas cuantas veces. – bajó la cabeza – no fuiste ahí con ella? – fue claro para ella que el joven era muy atento y algo galante con su amiga.

-Pues hasta ahora, a mí no me enseñó ese lugar.

-Oh… Candy! – vieron a la rubia salir de la oficina de Robert.

-Chicos! – esperó a que se acercaran a ella – creí que ya te habías ido. – miró a su amiga.

-Estuve practicando un poco y perfeccionando mi postura. – miró al joven de reojo – Archie me ayudo con eso.

-Hola Archie. – se acercó a él para besar su mejilla. – así que estuviste de maestro.

-Cumplí uno de mis sueños. – dijo sonriente.

-Archie quiere ser coreógrafo y tener su propia compañía. – informó a su amiga.

-En serio?

-Aún me falta mucho para eso. – asintió – y un día Candy será mi bailarina estelar.

-Sigues con eso? – dijo sonriendo - Ya te dije que no soy tan buena como crees, hay mejores bailarinas que yo, Annie por ejemplo.

-Lo sé; pero quiero que seas tú mi bailarina principal. – acarició con cariño su mejilla – Annie también será invitada a formar parte de mi compañía, claro está.

-Yo… bueno… - se sonrojó nuevamente, algo que no pasó desapercibido por la rubia – no soy buena…

-Claro que lo eres y estoy seguro que serás una bailarina reconocida muy pronto.

-Gracias.

-Bueno, creo que estaban de salida, será mejor que no los entretenga más.

-En realidad había ido a buscarte.

-A mí?

-Olvidaste que día es hoy?

-Hoy? – pensó en la fecha – oh! – se cubrió la boca con las manos.

-Lo siento! Ya tenían planes. – dijo Annie apenada.

-No, no te preocupes – dijo Archie – mañana es el cumpleaños de mi hermano y Candy tenía que ayudarme con el pastel.

-Sabes hornear un pastel? – cuestionó emocionada mirando a la rubia – a mí también me gusta! Pero no tengo mucho tiempo para hacerlo.

-Bueno… - se rascó la mejilla con un dedo, tenía una sonrisa apenada – en realidad iba a pedir uno, no soy buena en la cocina.

-Y por tu rostro debo suponer que lo olvidaste. – afirmó con gracia.

-No te preocupes, ahora mismo me encargo de eso. – dijo sonriente y apenada a la vez – aquí cerca hay una cafetería ahí venden pasteles, tal vez puedan hacer uno para nosotros.

-Justamente íbamos para allá.

-En serio? – los miró suspicaz – ustedes…?

-Annie me comentó sobre esta cafetería y la invité a tomar un café.

-Ok! – dio un aplauso con un leve saltito, estaba feliz, al parecer sus amigos se entendían muy bien – que les parece si los acompaño hasta allí?

Los tres se dirigieron a la cafetería mientras le contaban a Annie sobre su amistad, en realidad eran amigos desde muy pequeños, pues sus madres eran buenas amigas. Prácticamente habían crecido juntos.

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Eran las cuatro de la tarde y el turno de Karen, por ese día, terminaba temprano; como no hubo mucho movimiento en la cafetería; pues en la universidad que estaba cerca no hubo clases, pudo salir temprano.

-Terry…?

-Dime. – la vio con su bolso en hombro – ya te vas?

-Sí… - por primera vez se vio cohibida ante él – eh… este… mañana, podrías acompañarme a una fiesta?

-Una fiesta?

-Sí, es el cumpleaños de un amigo y no quisiera ir sola.

-No creo que pueda, tengo un examen importante el lunes y planeo estudiar todo el fin de semana.

-Por favor Terry. – rogó – no quiero ir sola, todos llevarán a alguien y no quiero ser la única sin pareja.

-Por qué no se lo pides a Tom? – y antes de que ella refute su idea, añadió – yo no puedo acompañarte. Lo siento.

-Terry…

-Karen, sabes que no cambiaré de opinión, si no quieres ir sola, es mejor que le pidas a Tom que te acompañe. – dijo con firmeza.

-Terry – fueron interrumpidos por Mark - Puedes llevar esta orden a la mesa 3?

-Claro. – tomó la bandeja con tres cafés y dos pedazos de pastel. – aquí tienen su orden. – miró a los comensales.

-Gracias. – respondieron dos de ellos de manera distraída; pero una lo miró.

-Cómo estás Candy? – le sonrió. Archie y Annie levantaron rápidamente la cabeza para mirarlos a ambos.

-Bien, gracias. – le sonrió sinceramente.

-Me alegra que hayas vuelto – en ese momento vieron que alguien entraba al negocio y sin perder su sonrisa añadió - te veo luego. – le guiñó el ojo antes de retirarse.

-Lo conoces? – cuestionó Archie.

-Eh… sí. – se puso de pie – ahora vuelvo. – se alejó rápidamente.

Sus amigos vieron a la rubia ir detrás del mesero y hablar con él por unos minutos, Archie frunció ligeramente el ceño al ver a Candy seguir al joven a la parte trasera de aquel negocio.

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-Hola, Terrence, verdad? – se acercó a la barra donde Terry servía los cafés.

-Sí – le sonrió – necesitas algo Candy? – le gustaba mencionar su nombre.

-Eh… bueno… sí. – era su única opción – bueno, necesito que me ayudes a convencer al repostero para que me preparé un pastel de cumpleaños para mañana.

-Qué te dijo?

-Que tenían muchos pedidos y sería imposible. – la pequeña pastelería de la cafetería recibía pedidos especiales.

-Entonces no podré hacer nada.

-De verdad? – se vio preocupada – tendré que ir a otras pastelerías y eso me tomará tiempo, además si están con muchos pedidos por bodas...

-Eso te dijo John?

-Sí, dijo que ya tienen muchos pedidos incluso hasta San Valentín dijo que hay muchas bodas, supongo que es el mismo caso en las otras pastelerías.

-Es posible. – vio la cara afligida de la rubia – Mark! – llamó al otro encargado – hazte cargo. – sin decir más salió de la barra, tomó a Candy del brazo y la guió hacia el área de descanso de los empleados.

-A dónde vamos?

-Ya verás. – caminó por un pasillo estrecho y se detuvieron frente a una puerta, tocó y escuchó el acceso.

-Terry. – Dorothy estaba sentada en su escritorio frente a su computadora – quien es…

-Dorothy, necesito tu ayuda. – la interrumpió – ella es Candy, una amiga y necesita un pastel de cumpleaños.

-Si vienes directamente conmigo es porque ya hablaron con John.

-Sí, está ocupado con los pedidos – informó - a su abuelo le fascino los pasteles que vendemos aquí, es por eso que Candy pensó que podríamos ayudarla con eso.

-Y para cuándo es?

-Para mañana.

-Ahora entiendo cuál es el problema.

-Mi abuelo probó el pastel de coco que preparan aquí, le recordó el que sirvieron en su boda con mi abuela; es por eso que había pensado en ustedes, sólo quiero darle algo de alegría en sus últimos años.

Terry sonrió internamente, le gustó que Candy siguiera su juego; aunque en realidad quería reír de la situación, inventar un abuelo solo para conseguir un pastel, le pareció gracioso. Él sabía que su jefa accedería si mencionaban a un abuelo, pues ella fue criada por sus abuelos y tenía debilidad por estos.

-De acuerdo, deja los datos con Terry y ven a recogerlo mañana.

-En serio!? – dijo feliz. – muchas gracias, en verdad me está salvando con esto.

-De nada, ahora déjenme seguir con mi trabajo. – los despidió amablemente. Los jóvenes agradecieron nuevamente y abandonaron la oficina.

-Gracias Terrence! – lo abrazó de manera impulsiva. – lo siento! – se alejó rápidamente cuando se dio cuenta de lo que hacía.

-No te preocupes, no me estoy quejando. – dijo sonriendo de medio lado causando nerviosismo en la rubia.

-Ok… eh… de todas maneras quiero agradecerte por todo lo que hiciste, de verdad… no sé qué hubiera hecho sin tu ayuda, ya me había comprometido en llevar el pastel para el cumpleaños de Stear.

-Stear? – ya había escuchado ese nombre; pero no recordaba dónde.

-Sí, es uno de mis mejores amigos – sonrió – su hermano y novia están organizándole una fiesta sorpresa y yo me comprometí con llevar el pastel; pero se me olvidó por completo.

-Entonces, me alegra haberte ayudado. – sonrió al saber que el tal Stear no era su novio.

-Terrence…

-Puedes llamarme Terry.

-Terry. – sonrió al decir su nombre, algo que le fascino al castaño – quieres acompañarme? Es decir… podrías divertirte, habrá…

-De acuerdo – no necesitaba convencerlo - creo que será divertido.

-Bien… entonces nos vemos mañana.

-Claro. – no perdía aquella sonrisa que ponía nerviosa a la rubia, es más, al darse cuenta se sintió feliz por ser el causante de un leve sonrojo en aquellas mejillas.

Después de dejar los datos con Terry, la rubia tuvo que marcharse; el castaño estaba más que feliz, pues claramente mostró su interés por Candy, y el que lo haya invitado fue un gran avance para el joven.

....

Gracias por su apoyo, me alegra saber que no me olvidaron, es lindo volver a leer sus mensajes.

Gracias a todas por las palabras que me dejaron; pero respondiendo a Luisa: esta es la única plataforma que uso para publicar mis historias, he intentado usar Wattpad; pero algo pasó con mi cuenta que me rechazó, sinceramente no intente más después de aquello, pues Fanfiction me resultó más fácil de utilizar.

Saluditos a todos los que leen mis historias y espero que este año pueda publicar las historias que están rondando mi mente desde hace mucho, en realidad son como tres que he estado desarrollando, así que veremos cómo van.