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Candy y Paty estaban en la entrada de la academia cuando vieron llegar a Archie, quien parecía enojado, y por primera vez, pasó por ellas sólo haciendo un ademan como saludo.

-Le habrá pasado algo?

-Nunca lo vi así de molesto.

-Crees que pasó algo entre él y Annie?

-Espero que no – dijo preocupada – démosle espacio, qué se le pase un poco.

-Tienes razón – concordó la castaña – ya iniciará mi clase, será mejor que entre de una vez.

-Te acompaño, tengo algunos minutos más. – caminaron rumbo al salón de Paty, ahí se encontraron con Anthony.

-Cómo estás preciosa? – Anthony saludó a Candy con un beso en la mejilla.

-Creo que alguien está de buen humor. – sonrió al igual que él.

-Ya me imagino el motivo. – ahora lo saludaba Paty.

-Acaso se me nota tanto?

-Sólo vi a una persona así de feliz una vez.

-A quién?

-A esta preciosa chica junto a mí – dijo siguiendo su humor – un día vino a la academia hecha toda sonrisas.

-Y eso? – miró a Candy – cuál fue el motivo?

-Paty está exagerando. – le dio un empujoncito a su amiga. – pero dinos… tu buen humor se debe a una joven castaña?

-Paty ya te puso al tanto?

-Hubiera querido estar ahí. – dijo riendo – no te imagino celoso.

-No estaba celoso, Paty exageró.

-Anthony – la mencionada lo miró – te pusiste de mal humor cuando la viste llegar con ese chico y, ni que decir cuando los viste bailar.

-Paty dijo que te metiste entre ellos y empujaste a Tom para quedarte a bailar con Karen, es verdad?

-Me gustaba esa canción. – miró hacia otro lado.

-Vamos Anthony! – rió con más ganas al verlo nervioso – Cuéntanos! ya son novios?

-Son unas chismosas – sonrió al ver el gesto de ofensa en sus amigas – pero les diré que lo estamos intentando.

-Felicidades! – Candy lo abrazó con efusividad. – tal vez deberíamos salir en parejas, Terry me dijo que podríamos ir a la pista de patinaje. Qué les parece?

-Me encantaría ir, me dices cuando para preguntarle a Karen si puede.

-De acuerdo. – miró a Paty con el celular en mano – a quien le envías mensajes?

-Es Stear, me preguntó si vi a Archie. – miró a sus amigos – al parecer está así desde ayer.

-Qué pasó?

-Archie llegó de mal humor, ni siquiera nos habló. – eso le pareció raro al joven, pues Archie era muy atento con Candy y siempre que la veía la saludaba con un beso y apelativos cariñosos.

-Hablaré con él para saber qué le pasa, tenemos la clase de Robert después.

Candy se quedó un poco más con sus amigos antes de dirigirse a su clase, si bien le preocupaba Archie, estaba segura que Anthony hablaría con él y lo ayudaría si tuviese algún problema.

Todos los preparativos para la presentación de junio estaban saliendo bien, Candy estaba contenta con los resultados de sus prácticas, Mark era un gran bailarín, no tuvieron ningún problema en seguir la coreografía que Trevor había creado para ellos.

Sus clases habían terminado finalmente y estaba ansiosa por ver a Terry, él le había dicho que iría por ella al finalizar sus clases, fueron dos días sin poder verse que solo se hablaron por teléfono.

-Hola preciosa, no sabía que me estabas esperando? – al oírr aquella voz la rubia se dio la vuelta para encontrarse con un joven atractivo, a quien sin dudarlo corrió hacia sus brazos.

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-Sólo sé un poco más paciente. – dijo la mujer dejando la taza de té en la mesita.

-Ya quiero conocer a ese joven que ayudó tanto a mi pequeña – dijo melancólicamente – dime Rose, en serio es tan bueno?

-Will, yo misma lo escuché. – dijo sonriendo – él le pidió que hablara contigo y nuestra hija aceptó.

-Estaré agradecido con ese muchacho toda mi vida. Ojalá Candy quiera hablar conmigo pronto.

-Dijo que lo hará, dale tiempo, recuerda que aún es una adolescente. – la mujer bajó la mirada apenada – yo también, sin saberlo, la estaba lastimando.

-Sólo querías lo mejor para ella.

-Y aún lo quiero; tengo miedo que un día Candy se arrepienta de no haber seguido sus sueños, vi a tantas mujeres reprocharse eso, incluso yo lo hice…

-Ya Rose… - tomó su mano, era increíble aquella situación, hacía tanto que no se trataban de esa manera – no te reproches tanto, finalmente nos dimos cuenta de lo que estábamos haciendo.

-Tienes razón, nuestra hija ha demostrado ser muy sensata y responsable.

Rosemary miró a su ex esposo con melancolía, hacia tanto que o hablaban así, su divorcio había sido complicado que entre ellos había nacido el rencor lastimando así a su hija.

-Sabes Will? – el hombre la miró – debo agradecerte el consejo que me diste.

-Cuál consejo?

-El de no alejar a Candy. – miró con atención su taza – estaba enojada que sin darme cuenta la estaba atosigando, Candy estaba llegando a su límite y si no fuera por sus amigos…

-Sí, Stear, Archie, Anthony y Paty son grandes personas. Ellos la ayudaron a sobrellevar nuestra separación.

-Así es. – sonrió nuevamente – me alegra ya no estar siempre a la defensiva y poder hablar así contigo, sin gritarnos ni insultarnos. – se sentía avergonzada de haberlo hecho.

Así, la pareja charlaba sobre su hija, era el lazo eterno que los unía, si bien, estuvieron por arruinar aquello, a tiempo se dieron cuenta de las consecuencias que hubiera tenido.

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Su guardia en el hospital había terminado, no se había encontrado con Candy en dos días, sus horarios no habían coincidido.

Terry estaba desesperado por ver a su novia, tanto que una vez libre de sus responsabilidades se subió a su moto para ir a recogerla, aunque al llegar se llevaría una gran sorpresa.

-Apártate de mi novia en este preciso momento – dijo con voz amenazante al ver a su novia en brazos de otro hombre.

-Tu novia? – se alejó de Candy para ver quien le hablaba – y si no lo hago, qué harás? – lo desafió, la rubia se asustó al oír aquello.

-Molerte a golpes. – su mirada era seria y amenazante.

-Terry, espera… - fue interrumpida por la mano del rubio

-Déjalo Candy – se puso frente a ella impidiéndole el paso - veo que sigues siendo un busca problemas. – sonrió de lado, al igual que el castaño.

-Últimamente he estado muy tranquilo. Supongo que ya quiero algo de acción.

-Sabes que puedo acabar contigo de un solo golpe, cierto?

-Ya basta, él es… - Candy se acercaba a Terry para detenerlo.

-Me he vuelto más fuerte – pareciera que no la escucharan – así que puedo darte la pelea.

-Ya basta Terry, tú eres doctor, no puedes lastimar a las personas.

-Ya la oíste, eres doctor, no puedes lastimar a las personas. – repitió lo mismo con una sonrisa.

-Puedo olvidar eso por un momento.

-Sigues siendo un rebelde. – ahora su sonrisa era más amplia y eso confundió a la rubia – cómo estás Terry?

-Creo que mejor que tú, pareces un vagabundo. – dijo riendo.

-Esperen!? – interrumpió la rubia – ustedes se conocen?

-Así que era de Candy de quien hablabas. – Candy se sintió ignorada.

-Albert! – dijo molesta, llamando la atención de los dos jóvenes – conoces a Terry?

-Claro que sí pequeña, yo fui su entrenador.

-Entrenador? – ahora miró a Terry confundida.

-De jockey, cuando vivía en Canadá, recuerdas que te conté que…

-Sí, pero… nunca mencionaste a Albert.

-Supongo que es, porque este insolente no me llamaba por mi nombre. – señaló Albert.

-Y cómo te llamaba? – Terry sonreía con gracia.

-Eso no es importante pequeña. – miró de manera reprobatoria al castaño, pues él estaba a punto de contestarle a la rubia – aparte de ser su entrenador, soy su mayor y no me respetaba.

-Eso es porque siempre te consideré mi amigo.

-Por qué no me contaste que tu novia era Candy?

-No sabía que la conocías.

-No te diste cuenta al oír mi nombre? – interrogó al rubio – Candy, no es muy común.

-Eso es, cariño – ahora él miró a Terry con una sonrisa malévola mientras el castaño negaba con la cabeza – porque nunca mencionó tu nombre - la rubia miró a su novio sin entender – siempre decía que como su novia era bastante pecosa; te llamaba de esa manera o la princesa pecas.

-Terry! – a Candy no le gustaban sus pecas, por eso trataba de ocultarlas con un leve maquillaje.

-Sabes que adoro tus pecas, no me culpes. – trató de abrazarla - nunca dejas que te llame de esa manera, así que tenía que hacerlo cuando no me escuchabas.

-Aun así, estoy molesta.

-Bueno chicos – Albert se acercó a los jóvenes – que les parece si los invito a comer y ahí me cuentan cómo se conocieron; sobre todo – miró a Terry – cómo atrapaste a esta pequeña testaruda.

-No soy testaruda. – se quejó cuando el rubio rodeaba sus hombros – sólo soy firme con mis decisiones.

-Jajaja, de acuerdo, vamos, ya quiero oír esa historia.

Los tres jóvenes se dirigieron a un restaurante que estaba cerca de la plaza y mientras esperaban su comida Albert les contó cómo le había ido en su viaje y luego fue turno de la pareja de contar su historia.

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-No puedo creer que conocías a Albert. – estaban frente a la casa de Candy – realmente el mundo es muy pequeño.

-Supongo que eso significa que de una u otra forma nos hubiéramos conocido.

-También lo pensé – dijo sonriendo de aquella casualidad – quiero creer que estamos destinados a estar juntos.

-Yo estoy seguro de eso. – besó levemente sus labios – depende de nosotros luchar por eso.

-Ta amo tanto Terry. – lo abrazó con fuerza y ocultó su rostro en el pecho masculino.

-Yo también te amo mi princesa pecosa.

-Ahora me llamarás de esa manera? – dijo riendo.

-Ahora que sabes como te llamaba, pues no hay necesidad de ocultarlo. – sonrió al ver el rostro de desacuerdo de su novia – no te enojes princesa, además, aunque quieras no puedes ocultar esta galaxia de pecas que adornan tu lindo rostro.

-Eres un exagerado, no tengo tantas pecas para considerarlo una galaxia. – se unió a su risa – de verdad te gustan tanto mis pecas?

-Ya te había dicho que sí.

-Lo sé; pero es raro oír eso. – por unos segundos se quedó en silencio recordando algo – cuando estaba en la escuela algunos de mis compañeros se burlaban de mis pecas, Archie era quien los golpeaba por molestarme, luego, Anthony los acusaba con sus madres y Stear – sonrió ampliamente – les hacía algunas travesuras.

-Son buenos amigos.

-Yo los llamaba mis caballeros. – se alejó un poco – mi papá siempre me decía princesa, fue entonces que Anthony dijo que una princesa necesitaba a sus caballeros; pero Archie decía que él sería mi príncipe.

-Ya no me gusta esa parte de la historia.

-Jajajaja, no seas celoso, sólo éramos unos niños; pero sabes?

-Qué?

-Para molestar a Archie, Albert decía que él sería mi príncipe.

-Ese vejete me va a oír. – Candy no pudo evitar soltar una pequeña carcajada – me encanta oírte reír.

-Como no hacerlo con tus ocurrencias. Realmente eres un insolente. – recordó como llamaba a Albert cuando era su entrenador en la escuela y que ese mismo día le había dicho vagabundo sólo por su barba.

-No contigo mi amor – la volvió a atraer hacia él – ahora yo seré tu príncipe, cierto?

-Oh Terry! Hoy estás muy cursi. – dijo jugando con él.

-Talvez siempre he sido así de cursi.

-Pues no me molesta, yo también tengo algo de cursi.

Antes de volver a decir algo más Terry la acercó a su rostro para besarla, por suerte la madre de Candy estaba en el trabajo, así no tendría una reprimenda por estar besándose de esa manera frente a su casa.

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Candy llegaba a la academia, aún era temprano, así que muy pocos estudiantes estaban en la entrada. Cuando la rubia estaba por entrar al salón que le habían asignado para sus ensayos, una molesta joven se acercó a ella.

-Sabes? – escuchó la voz chillona de Susana a sus espaldas. – me enteré que cuando terminé la presentación, papá – resaltó la última palabra – me llevará de viaje a Europa, será toda una semana.

-Pues felicidades, no sabía que tu papá había regresado.

-Estoy hablando de mi padre actual.

-Ah! Te refieres a mi papá? – aunque por dentro moría de rabia, prefirió no darle el gusto de que la viera afectada – me alegro por ti, supongo que será la primera vez que sales del país, dile que te lleve a Londres, fue allí a donde me llevó a mí hace tres años.

-Pues me llevará a Paris y Londres.

-Qué bien – sonrió con sarcasmo - ya me lo dijiste, así que ya te puedes marchar, tengo que practicar – abrió la puerta del salón – ya sabes que los bailarines principales debemos esforzarnos más, oh! – se tapó la boca sorprendida – no lo sabes, como tú no obtuviste un papel principal… - diciendo eso y con una sonrisa burlona la rubia entró al salón, dejando a Susana completamente molesta y humillada.

-Maldita, te vas a arrepentir. – se giró para dirigirse a su salón, llamando la atención de los que estaban en el pasillo, pues sus pasos eran bastante pesados. Lastimosamente se encontró con una de sus compañeras y en ella descargó su coraje.

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Todo estaba yendo bien en los ensayos para la presentación que cada vez estaba más cerca. Sin embargo, Candy, notaba algo cansada a su amiga Paty y a Annie no la veía casi nunca, pues la morena se la pasaba encerrada en los salones de prácticas.

-Paty, te encuentras bien? – estaba realmente preocupada, su amiga se veía agotada y con ojeras.

-Sí, no te preocupes. – sonrió levemente para tranquilizarla – es que últimamente me la paso practicando que no he dormido bien.

-Paty, sabes que es importante descansar, tu cuerpo no resistirá si sólo lo haces trabajar.

-Sí, lo sé. – bajó la mirada – lo mismo me dijo mi madre y Stear.

-Entonces hazles caso. – tomó sus manos entre las suyas – qué te parece si este fin de semana nos olvidamos de las prácticas y nos dedicamos sólo a divertirnos. – dijo con una gran sonrisa.

-Qué estás planeando?

-Pues lo que ya habíamos hablado, le comenté a Terry sobre salir en parejas y me dijo que es una gran idea.

-Entonces iremos a la pista este fin de semana?

-Sí, le llamaré a Archie y tú dile a Anthony que invite a Karen.

-De acuerdo. – sonrió ante el entusiasmo de su amiga.

-Y el domingo – Candy sonrió más ampliamente – no hagas planes con Stear.

-Por qué?

-Porque ese día lo pasaremos sólo tú y yo. - se puso frente a ella – así como lo hacíamos antes, veremos algunas películas, escucharemos música y charlaremos.

-Estoy de acuerdo! Extraño tanto nuestros días juntas.

Ambas estaban emocionadas por volver a compartir un día solo ellas dos, así como lo hacían antes de que Paty se haga novia de Stear y Candy se dedicara tanto al ballet.

-Invitaremos a Annie?

-Sí quieres.

-No lo tomes a mal; pero… - dudó un poco antes de decir lo que sentía – quisiera que solo seamos nosotras, como solíamos hacerlo. – Candy sonrió afablemente, la entendía muy bien.

-No te preocupes, planearemos más días de chicas y ahí la invitaremos.

-Tienes razón, tal vez podríamos hacer algunas pijamadas.

-Me parece perfecto!

Las amigas planearon su fin de semana con entusiasmo, Candy estaba feliz, pues sabía que su madre ya no se opondría a sus salidas, últimamente estaba más comprensiva y condescendiente con ella.

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Lamento la demora; pero finalmente pude terminar de escribirlo.

Tengan un bonito día o noche!