Muy bien, la bomba "A" de ternura no había funcionado, Jackie ni siquiera se había dignado en ver su mensaje, y esto no podía hacer más que alterar la estabilidad mental del pobre chico, que apunto de entrar en una crisis nerviosa, buscó alguna forma de tranquilizarse, pero sus palabras mentales no eran nada más que simples figuras de arena en medio de una fuerte brisa. A veces, él deseaba ser igual de despreocupado que… ¡Janna!
No le había puesto demasiada cabeza, pero, ¿no estaban en una dimensión repleta con las cosas más extrañas de la creación? Eso era un poco intranquilizador, pero si de verdad quería alterarse, debía recordar que Janna estaba con ellos, sin supervisión, sin reglas, ni tendría que esforzarse para cometer alguna travesura, y las diabluras de Janna no son precisamente normales.
Ella siempre ha encontrado alguna forma para sembrar el caos incluso en las más simples de las excursiones, recordaba aquella vez que abrió el hábitat de una serpiente en una visita al zoológico y se paseó con ella reposada en su cuello, o aquella vez que robó una geoda en el museo y la intentó usar en un ritual oscuro para revivir una cabra disecada.
¿Qué pasaría si ella liberase una criatura peligrosa aquí? ¿Y si robara un objeto mágico incontrolable? Si ni la cotidianidad estaba segura de Janna Ordonia, mucho menos lo estaría la anormalidad, debía vigilarla por su propio bien, después de todo, casi muere en el infierno por un descuido, la historia podría repetirse otra vez.
Buscó un tiempo antes de encontrarla enfrente de un pequeño hábitat, este tenía un escrito que decía: "la criatura más letal del universo", y bueno, fue lo único que necesitó para correr a su dirección.
"¡Ni se te ocurra abrirlo!" Exclamó el joven poniéndose en medio del terrario y la chica.
"Solo es una triste criatura de lana" señaló a la cosita tejiendo, la cual, les brindó una sonrisa.
Él relajó los hombros y suspiró, pero no logró permanecer en paz mucho tiempo, la del gorro apoyó sus manos en el vidrio y se acercó un poco para ver mejor, su sonrisa estaba más ensanchada de lo normal. No sabía con exactitud por qué, pero una gota de sudor descendió de la frente de Marco.
"Tranquilo, no voy a repetir el incidente de la serpiente" habló sin voltearlo a ver "al menos que me aburra".
Sus labios formaron una mueca incómoda, pero lejos de responder, él la tomó de los hombros y la alejó del cristal con cuidado.
"Gracias por salvarme de la inocente criatura encerrada en una vitrina" se burló sin imponer resistencia.
"Nos estoy protegiendo a todos" dijo más como un hecho que como una ofensa.
"¿Piensas que puedo sembrar el caos con un animalito de lana? Me halagas Díaz" rio tan tenue como las sombras.
Entonces, por el rabillo del ojo, pudo haber jurado ver a Alfonzo y Ferguson transformados en una especie de centauro, al girar la cabeza pudo comprobarlo, fue algo que le hizo fruncir el ceño y levantar una ceja más que la otra, pero antes de poder hacer algo, se percató que su tacto ya no detectaba nada, al volver su cabeza a su posición original, se dio cuenta que Janna se había esfumado. La buscó con intranquilidad alrededor de un minuto, para su suerte, no se fue tan lejos, la vio entrando a un pequeño edificio sombrío con banderas rasgadas en la entrada.
Sin dudarlo, la siguió, debía asegurarse que no hubiera nada peor adentro, como la araña más venenosa del universo o algo así (estaba seguro que si encontraba algo similar se lo quedaría como mascota).
"Y pensé que yo era la acosadora" lo volteó a ver cuando se acercó, aún permaneciendo en la entrada.
"Solo me aseguro de que no te atragantes con un pez muerto otra vez" se encogió de hombros.
"Que dulce" palmeó la mejilla del latino, ganándose una mirada pesada con eso "pero contigo cerca no podré hacer nada divertido".
"No podrás hacer nada peligroso" corrigió.
"Es lo mismo" poco tiempo después de decirlo, se escuchó un cristal rompiéndose, lo que por instinto, provocó que Marco se girara para ver, intentó deslumbrar el origen del sonido, mas no tenía línea de visión a la causa. Al girarse, notó como su amiga había desaparecido otra vez, supuso que se había adentrado en ese lugar.
Ingresó para asegurarse, el interior era oscuro, sin ninguna fuente de luz aparente, excepto por una, la linterna del celular de Janna, después de todo ella no tenía visión nocturna.
"¿No deberías estar avergonzándote frente a Jackie o algo así?" Suspiró al notar su presencia.
"¡Es cierto!" Exclamó sacando su teléfono y revisando el chat de su interés amoroso, aún nada.
"Aw, que adorable" rio la voz de su acosadora detrás de él.
"¡No deberías ver chats ajenos!" su sonrojo se perdió en la oscuridad.
"Oh, Marco, tu intimidad es un libro abierto para mí".
"Lo que sea, vámonos de este lugar espeluznante" le hizo una seña para que se fueran.
"Sabes que nunca llegarás a nada si solo le envías imágenes de gatos, ¿no?" Lo expresó en un tono calmo, no picoso, como si tratase de ser amable.
"Yo… no quiero hablar de eso".
"Vamos, no es tan difícil" rodeó sus hombros con el brazo "solo tienes que tener un poco de confianza" acercó el rostro al suyo "y estar dispuesto a cometer locuras" sintió su respiración acariciando su mejilla.
"Eso es muy ambiguo" rebatió separándose de su agarre con un poco de sangre en sus mejillas "y además, nunca tomaría consejos tuyos sobre esto, eres del tipo que espanta a los pretendientes".
"¿Estás poniendo en duda mi encanto?" Ronroneó con su sonrisa un poco más ancha.
"Sí" admitió sonriendo un poco.
"Yo creo que es encantadora" dijo una voz áspera como un roble y sofocada como un ahogado, no les tomó mucho tiempo ver la forma de una calavera con grandes colmillos siendo iluminada por el teléfono, a la cual, Marco respondió con un grito y un golpe, lo que hizo que esta saliera volando y se perdiera en la penumbra.
"¿Qué diablos fue eso?" Preguntó sin bajar la guardia.
"No lo sé, pero se miraba agradable" su sonrisa seguía intacta.
"¡Hey, así no se trata a una persona!" Exclamó la voz desde la oscuridad.
"¡Cuando veo el esqueleto reanimado de un vampiro, lo último que pienso es si es una persona o no!" Sé justificó un tanto ofendido.
"Sabes, no se debe juzgar a… un momento, ¿que esto? ¡No! ¡No puede ser" y desprendió un grito que se alejó con rapidez junto a un sonido que era similar al de una piedra siendo arrastrada.
"Marco…" el tono de la chica fue mucho más agudo que de costumbre.
"No te alejes de mí" su postura se volvió más tensa y retrocedió unos pasos, algo que la ocultista imitó.
El esqueleto sin cabeza que estaba a la par suya se desplomó y se desarmó como un lego, era difícil saber si era porque la cabeza se alejó demasiado o si había muerto de verdad esta vez. Fuese lo que fuese, eso llamó la atención de algo, un ser cuyos pasos se escuchaban como almohadas cayendo de gran altura.
Marco tomó a Janna del brazo y se adentraron más en lo que sea que ese lugar fuera, con pasos veloces pero cuidadosos, ella incluso apagó la luz de su teléfono. Se detuvieron cuando escucharon los huesos ser arrastrados hasta que ya no se oyese nada, ambos se pusieron detrás de lo que parecía ser un exhibidor y se sentaron en el suelo, sabían que podía volver, lo mejor era esperar.
"Por si lo llegas a pensar, esto no lo hice yo" se defendió riendo un poco.
"¿Segura? Porque sería totalmente tu estilo".
"No liberaría a un ser incontrolable, mis bestias deben reconocerme como su reina y seguir todas mis órdenes" aunque oscuro, Marco podía imaginar la sonrisa de la chica.
"Okey, eres un monstruo con principios" su postura aún era tensa.
"Podría volverme tu reina si me lo pidieras" y puso su mano sobre la suya, provocándole un ligero escalofrío.
"Establecer una ciudad feudal aquí no suena tan malo" bromeó para calmarse un poco.
"Aunque necesitaría súbditos, tal vez haya insectos por aquí, cucarachas interdimensionales y esas cosas, pero también necesitaría un consorte…".
"¿Qué?".
"No sé, cuando los peligros de la penumbra me acechan, suelo divagar" y retiró su mano "pero hablando en serio, ¿crees que esa cosa solo habite aquí?".
"Eso espero…" y entonces su teléfono sonó, era una notificación, prendió su teléfono y vio que era un mensaje de Jackie, al principio se emocionó, pero al leerlo solo logró asustarse "debemos salir y ayudarla" tomó un gran respiro.
"Es mejor que quedarse todo el día aquí" se irguió y le ofreció una mano para levantarlo, luego, ambos intentaron buscar la salida.
"¿Calcetines?" Obvia fue la confusión del muchacho al ver el exterior, tomó una de las tantas prendas de lana y la analizó cuidadosamente.
"Toma todos los calcetines que puedas, los venderemos en casa" le arrebató la media y la metió a uno de sus bolsillos, luego empezó a recoger todos los calcetines posibles.
"¡Jackie necesita nuestra ayuda! ¿Y tú pensando en dinero?" Su frente se marcó bastante.
"Quizás así podremos pagar el próximo rescate, además" contempló un calcetín que su mano sostenía, este empezó a tambalearse "he oído hablar de un restaurante nuevo, no sé de qué rincón de Asia es, pero todos dicen que es genial" guardó la media dentro de su gorro y le brindó una sonrisa ancha "es algo caro pero hay descuento si llevas a alguien contigo, así que ¿qué dices? ¿Me quieres acompañar si salimos de esta?".
Las arrugas de su frente se transformaron en una ceja levantada, hubo algo dentro de él que lo obligó a devolver aunque sea un poco esa expresión animosa, y asintió —protégeme si de verdad quieres ese descuento.
"No te preocupes, Díaz" se colocó detrás de él "tu retaguardia está a salvo siempre que yo esté aquí" susurró en su oído con un tono… un poco más picoso que de costumbre, provocando que se encogiera entre temblores, sus mejillas parecían ser del rojo de su suéter "ahora, toma todos los calcetines que puedas".
"Bueno, todos los calcetines llevan ahí" señaló una cueva gigante llena de agujeros "¿cuál es el siguiente paso, caballero de armadura brillante?".
"Por lo que sabemos esta criatura parece estar hecha de lana, quizás se trata de la inocente criatura que estaba en la vitrina, así que podríamos intentar quemarla, pero lo mejor es no enfrentarla, seremos precavidos y actuaremos con sigilo".
Con un asentimiento, ambos llegaron a la entrada, se pegaron a la pared, y observaron el interior solo asomando su cabeza, la bestia colgó sus últimas adquisiciones sobre una chimenea, Star Butterfly y la señorita Calavera, entonces se sentó enfrente del acogedor fuego y entonó un silbido suave cual brisa.
Ambos dejaron de ver y permanecieron pensativos un momento "yo lo distraeré" susurró Marco tras respirar hondo.
"¿Seguro? Soy buena para llamar la atención".
"Estoy seguro que los liberarás más rápido que yo, me pongo nervioso cuando trabajo bajo presión".
"Cuando Jackie está cerca" corrigió.
Sus labios se curvaron y negó con la cabeza "prometeme que le hablarás de mi noble sacrificio".
"No lo dudes" tras escuchar eso, el joven se puso en medio de la entrada, gritó y bailó, y luego salió corriendo como el diablo con un monstruo de lana a sus espaldas.
Ella no tardó en entrar y escalar la chimenea, por un momento no supo cómo bajarlos, pero una patada en el calcetín que sostenía a Alfonzo y Ferguson los hizo caer, quizás no era el método menos doloroso, pero si el que tenía a la mano, así que con varias patadas los liberó a todos, pero poco después de terminar y bajar, la criatura volvió con el karateka atrapado entre sus hilos. Star no tardó en apuntar con su varita, pero la bestia le lanzó al latino y la hizo volar un par de metros sobre el suelo, con una sonrisa comenzó la cacería y la criatura los tomó con sus hebras uno a uno.
Antes de que la cerda llegara a ella se quitó el gorro, lo acercó a la chimenea y le prendió fuego, y cuando el hilo jaló su tobillo y pudo ver a la criatura cara a cara, le lanzó la prenda en llamas, lo que provocó un grito tan agudo que quedó un poco sorda por unos segundos, pero no importaba, la bestia los había soltado y fue el tiempo suficiente para que salieran corriendo, poco después la bestia se recuperó, la maestra Calavera retrocedió para ganar tiempo, cuando todos se subieron y el bus arrancó, la orgullosa Troll clavó un clip entre la bestia y el suelo, corrió como pocas veces había hecho, y entró, dejando un monstruo desarmado detrás.
Mientras todos celebraban en el bus, Janna se fue a sentar en unos de los asientos de atrás, y tras tomar un poco de aire, observó cómo Jackie se sentó y como el moreno fue a hablar con ella. Se pasó al asiento de la ventana y cerró los ojos tras descansar su cabeza en el asiento.
"Hey" se sentó alguien junto a ella.
Al abrir sus ojos notó a Marco viéndola con una sonrisa ligera "¿no deberías estar luciéndote frente a Jackie?" Preguntó devolviéndole el gesto.
"Tal vez" se encogió de hombros y permaneció un par de segundos en silencio "pero tengo curiosidad del restaurante que me hablaste, ¿de cuanto es el descuento por ir juntos?".
"Del cinco por ciento".
"¿Cinco por ciento? ¿Quieres llevarme contigo para ahorrarte el cinco por ciento?".
"Oh, mi dulce Marco, eres tan ingenuo" y con sus dos manos haciendo un chasquido, calló dormida, su cabeza no tardó en caer en el hombro del chico, quien aunque al principio se tensó, se relajó y ensanchó sus labios, ¿que podía hacer? A veces no podía entenderla.
