lLa llegada de los estudiantes una nueva era.

La mañana previa a la llegada de los estudiantes, Hogwarts estaba en pleno ajetreo. Los profesores preparaban sus clases, los elfos domésticos trabajaban frenéticamente en la cocina, y los pasillos se llenaban con la anticipación de un nuevo año escolar. Sin embargo, no todos compartían el entusiasmo.

En el despacho de Dumbledore, Severus Snape estaba de pie, su expresión severa, mientras discutía con el director.

—¿Estás completamente loco, Albus? —espetó Snape, su tono cargado de frustración—. No solo permites que Harry Potter y su séquito de amigos regresen, sino que además los conviertes en auxiliares y aprendices. Y por si fuera poco, Lupin y Black también estarán aquí como "maestros especiales". Esto es ridículo-

—Severus, la guerra ha terminado y ellos han pasado por más de lo que cualquiera debería a su edad —respondió Dumbledore con suavidad—. Además, su experiencia puede ser valiosa para los estudiantes más jóvenes. En cuanto a Remus y Sirius, son necesarios para ayudar con las clases extras que hemos organizado dado que has reiterado que solo te quedaras una temporada, creo que con Erin y ellos podre realmente darme a basto-afirmo con toda la intención.

Snape entrecerró los ojos, claramente dándose cuenta de que ese había sido el plan de Dumbledore desde el principio. Estaba molesto ante la idea de tener a Harry Potter de vuelta en el castillo, y peor aún, en un rol de autoridad relativa. Pero Dumbledore se mantuvo firme en su decisión, convencido de que era lo mejor.

Snape apretó los dientes, resistiendo el impulso de gritar. Había aceptado quedarse en Hogwarts un año más solo para que la atención de la prensa se calmara y pudiera desaparecer sin más complicaciones. Pero esta situación estaba lejos de lo que él había imaginado.

—Dijiste que solo tendría que soportar un año más, Albus. Un año. Pero con toda esta... pandilla de incompetentes y esas "clases especiales", será un infierno —dijo Snape, cruzando los brazos—.

—Y será un año que pondrá a prueba tu paciencia y despedirte como es debido —replicó Dumbledore con un tono de diversión—. Estoy seguro de que encontrarás la manera de manejar la situación. Eres un maestro muy capaz, después de todo-aseguro

Snape no respondió, pero la tensión en su mandíbula era evidente. Dumbledore lo miró con una sonrisa amable pero firme, dando por finalizada la conversación. Con un suspiro de resignación, Snape giró sobre sus talones y salió del despacho, su capa negra flotando tras él como una sombra furiosa.

—Como desees, de igual forma solo tengo que lidiar con este circo durante un periodo corto—dijo Snape con un tono helado antes de cerrar la puerta tras de sí.


Horas más tarde, cuando los estudiantes comenzaron a llegar, el Gran Comedor se llenó rápidamente con el bullicio y la emoción característica del inicio de curso. Snape se mantuvo en su lugar habitual en la mesa de los profesores, observando con ojos críticos a los nuevos y viejos rostros que se acomodaban en las largas mesas de las casas, sorprendentemente se dio cuenta que muchos chicos de primer año eran pocos y algunos incluso tenían algunas cicatrices.

Y entonces los vio Potter, Granger, Weasley y otros de sus compañeros que habían decidido regresar para terminar sus estudios. Estaban vestidos con túnicas diferentes, sus insignias de aspirantes a Aurores brillando con un nuevo propósito. Snape no pudo evitar fruncir el ceño, especialmente al ver a Potter, cuyas cicatrices tanto físicas parecían haberlo madurado en los meses transcurridos desde la caída de Voldemort.

Snape había logrado evitar a Potter tras la guerra, manteniéndose al margen mientras sus pensamientos iban y venían sobre cómo todo funcionaría con los nuevos cambios en Hogwarts,ahora mas que sabía que Draco había dejado como cabeza del comite de Hogwarts a Narcissa en lo que su padre salía de Azkaban, y ahora este habia decidido seguir el camino de Auror, y Erin Dunne, la nueva profesora de Herbología, parecía tener un papel clave en esa decisión. Sin embargo, no la había visto aún, lo que lo llevó a preguntarse dónde estaba.

Mientras Dumbledore comenzaba su discurso de bienvenida, su atención se desvió cuando la puerta del Gran Comedor se abrió para revelar a Erin Dunne, entrando con paso decidido y seguida por Draco . Erin, sin decir una palabra, guió a Draco hasta colocarlo con los demás aspirantes a Auror, quienes estaban agrupados al frente. El ambiente se llenó de murmullos cuando los alumnos nuevos y algunos profesores quedaron maravillados por la elegancia de Erin, quien vestía un deslumbrante vestido verde que realzaba su porte distinguido y la intensidad de sus ojos carmesí.

Snape la miró fijamente, incapaz de apartar la vista mientras se acercaba. La imagen de Erin en ese vestido era... perturbadoramente fascinante, como si por un instante toda su irritación y frustración se hubiera disipado, dejándole solo un profundo desconcierto. Los demás profesores también la observaban, algunos con admiración y otros con una mezcla de sorpresa.

Incluso Snape, a pesar de sí mismo, no pudo evitar fijarse en la imponente figura de Erin, su presencia acaparando la atención de todos en la sala. Sin embargo, su admiración se tornó rápidamente en disgusto cuando notó la mirada libidinosa de Sirius Black, quien estaba siendo presentado por Dumbledore como uno de los profesores encargados de las clases extras. La expresión de Sirius era descarada, sus ojos fijos en Erin con un interés que hizo que la mandíbula de Snape se tensara visiblemente.

Dumbledore se levanto para dar su discurso, mientras Erin se quedaba a lado de los aprendices -Nos encontramos hoy en un lugar que, a pesar de la destrucción y el dolor que hemos experimentado, sigue siendo un faro de esperanza y conocimiento. Hogwarts ha sido un hogar para muchos de nosotros, y hoy, tras la guerra, se alza nuevamente, restaurado no solo en su estructura, sino en su propósito.

La guerra nos ha enseñado muchas cosas, quizás la más importante de todas es que el conocimiento no es suficiente si no está acompañado de acción, coraje y un compromiso inquebrantable con el cambio. No podemos volver a ser lo que éramos antes; debemos evolucionar, adaptarnos y asegurarnos de que nuestras futuras generaciones estén preparadas para enfrentar los desafíos que puedan surgir.

Es por ello que hoy, me complace anunciar un nuevo capítulo en la historia de Hogwarts. A partir de este año, no solo seremos un lugar para aprender lo básico de la magia, sino también un instituto de estudios superiores en áreas críticas. Estableceremos programas avanzados de formación para aquellos que deseen convertirse en Aurores, Sanadores y Maestros Pocionistas. Sabemos que el mundo necesita más que nunca a aquellos que puedan proteger, curar y crear con sabiduría y habilidad.

Este cambio no es solo una expansión de nuestro currículo, sino un compromiso de Hogwarts con un futuro donde la magia se utiliza para el bien y la protección de todos. Quiero que cada uno de ustedes considere su lugar en este nuevo Hogwarts, no solo como estudiantes, sino como futuros líderes, sanadores y protectores de nuestra comunidad mágica.

Ahora es el momento de comenzar a escribir la próxima gran historia de nuestra escuela y de nuestro mundo. Estoy seguro de que todos nosotros estamos más que listos para aceptar este reto y hacer de Hogwarts un lugar aún más fuerte y significativo que antes."

Antes de concluir, hay algo más que deseo compartir con ustedes-Como parte de este nuevo enfoque en la formación avanzada, es esencial que tengamos a los mejores guías para dirigir a nuestros estudiantes. Por eso, es un honor para mí presentarles a alguien que será fundamental en esta nueva etapa de Hogwarts, Erin Dunne, una ex-Aurora destacada, aprendiz de ojo loco, Merlin y la primera orden y amiga mía que ha aceptado unirse a nosotros como profesora. Su experiencia, tanto en el campo como en la enseñanza, será invaluable para aquellos de ustedes que deseen seguir un camino de valor y dedicación.

Erin finalmente se presentó, caminando con calma el podio-Gracias, profesor Dumbledore. Es un honor estar aquí. Como muchos de ustedes, he visto el rostro del mal de cerca, y sé lo que significa enfrentarse a lo peor que nuestro mundo tiene para ofrecer. Mi decisión de unirme a Hogwarts no fue tomada a la ligera. He aceptado esta posición porque creo fervientemente en la importancia de preparar a la próxima generación para los desafíos que inevitablemente encontrarán. Mi interés en ser parte de este programa es sencillo: quiero asegurarme de que ningún estudiante aquí carezca de las herramientas que yo desearía haber tenido en su momento. La magia no es solo un don, es una responsabilidad, y estoy aquí para guiarlos en cómo usar ese poder de manera efectiva y con propósito. Espero que entiendan que mi enfoque será riguroso y exigente. No estoy aquí para ser indulgente ni para ofrecer atajos. Estoy aquí para ayudarles a convertirse en los mejores, no solo en habilidad, sino en carácter. La guerra ha terminado, pero aun hay una lucha afuera la protección de nuestro mundo continúa. Estoy aquí para asegurarme de que todos ustedes estén preparados para ello.-Erin hizo una pausa con claridad miro a Draco en particular y luego siguio la mirada con todos los aspirantes a Auror.

-Recuerden esto, aqui, no habrá espacio para la mediocridad. Aquellos que no estén dispuestos a darlo todo, a enfrentar sus propios miedos y a superar sus límites, no tendrán cabida en mis clases. Prefiero verles fracasar intentándolo con todo su ser, que triunfar sin esfuerzo. Y si alguno de ustedes piensa que puede esconderse tras excusas o evitar el rigor de mi enseñanza, les aseguro que no tardarán en descubrir lo equivocados que están, Aquí, la incompetencia no será tolerada, y los errores podrían costarles mucho más que una calificación-Su voz se endureció aún más mientras concluía-Estoy aquí para forjar a los mejores, y si eso significa que algunos de ustedes no lograrán superar las pruebas, entonces que así sea-Mi objetivo no es hacer amigos,- Mi objetivo no es hacer amigos,- dijo Erin Dunne con una frialdad implacable. -No quiero cadáveres en mis manos. Si no están dispuestos a darlo todo, a enfrentarse al horror sin dudar, simplemente no están hechos para esto. Aquí, no hay espacio para la debilidad. Los que no puedan soportar la presión, se quedarán atrás, y yo no perderé tiempo con ellos. Solo los que sean duros y decididos sobrevivirán.-

Con esas palabras severas, Erin Dunne se apartó del podio, y el Gran Comedor quedó envuelto en un silencio denso y tenso. Los estudiantes y profesores se quedaron paralizados, conscientes de que acababan de ser testigos de la llegada de una fuerza implacable que no toleraría fracasos.

La presencia de Erin Dunne irradiaba una confianza inquebrantable. Con paso decidido, se dirigió hacia la silla vacía justo al lado de Severus Snape. Snape ya estaba frunciendo el ceño, buscando alguna observación sarcástica para lanzar.

Pero antes de que pudiera articula una palabra, Sirius Black se levantó apresuradamente de su asiento, cediéndole el lugar a Erin con un gesto exagerado. La sala entera se movió para hacerle espacio, los murmullos se apagaron y las miradas se volvieron hacia el acto inesperado. Snape, con su rostro rígido, observó la escena con una mezcla de frustración y desdén. La sonrisa burlona de Black no hizo más que aumentar su malestar, y la tensión en el aire era palpable mientras Snape se forzaba a mantener su compostura, sus pensamientos girando en torno a cómo manejar la nueva dinámica que acababa de instaurarse en la mesa.

—Profesor Dune —dijo Sirius con una sonrisa ladina, levantando la silla para ella con una exagerada cortesía—. Sirius Black, siéntese a mi lado-

Erin lo miró con una ceja arqueada, claramente no impresionada por el gesto, pero aceptó la silla con una breve inclinación de cabeza.

—Gracias, Black —respondió con voz fría, tomando asiento sin más ceremonia.

Snape frunció el ceño, su disgusto intensificándose al ver a Sirius comportarse como un perro faldero, siempre dispuesto a llamar la atención de cualquier mujer que cruzara su camino intentó no mostrarse interesado, manteniendo su habitual expresión indiferente. Sin embargo, apenas Sirius comenzó a coquetear con Erin, no pudo evitar soltar un bufido sarcástico, que resonó en la mesa. Dumbledore, con su mirada aguda, notó la tensión y sonrió discretamente, como si encontrara todo el asunto algo entretenido.

—Vaya, vaya, Severus. ¿Qué pasa? ¿Demasiado amargado para soportar un poco de cortesía? —dijo Sirius con una sonrisa burlona—. Siempre tan quejicus y agriado.

Severus lo miró con desdén, sus ojos oscuros llenos de desprecio.

—Y tú siempre tan bufón y pulgoso, Black. No puedes evitar comportarte como un perro faldero, incluso cuando deberías mostrar un poco de dignidad.

La sonrisa de Sirius se desvaneció, reemplazada por una mirada desafiante.

—Al menos yo no traicioné a todos mis amigos para unirme a una pandilla, sabes estoy confundido ¿eras mas de ellos o de nosotros?—espetó Sirius, sus palabras cargadas de veneno—. Algunos de nosotros sí estuvimos del lado correcto desde el principio-afirmo

Los ojos de Severus brillaron peligrosamente al escuchar eso, y su voz se volvió más fría que nunca.

—¿Y qué hiciste tú, Black? ¿Escondido en una celda durante años mientras otros luchaban y morían? Eres tan inútil ahora como lo fuiste entonces, solo un peso muerto que otros tienen que cargar.

Sirius se inclinó hacia adelante, su rostro a centímetros del de Severus, la furia evidente en sus ojos.

—Al menos yo no necesito esconderme detrás de las faldas de Dumbledore para sentirme importante. Tú solo eres un miserable cobarde, incapaz de enfrentar las consecuencias de tus propias decisiones.

Severus abrió la boca para replicar, su mano apretando la varita bajo la mesa, listo para sacar a la luz los errores de Sirius durante la guerra, su arrogancia y su irresponsabilidad, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra más, Erin intervino.

—¡Basta! —dijo Erin, su voz cortante como una hoja afilada, sus ojos carmesí adquirieron entonces una llama que detuvo a ambos.

La tensión en la sala se detuvo de golpe. Erin se había levantado de su asiento, su figura imponente y su mirada severa fijada en ambos hombres.

—No puedo creer que dos adultos, que han sobrevivido a una guerra, se comporten como niños malcriados en el primer día—continuó Erin, su voz llena de autoridad—. No hay lugar para este tipo de disputas en Hogwarts. Si no pueden comportarse de manera profesional, tal vez deberían reconsiderar su posición aquí-afirmo

Sirius miró a Erin con una mezcla de sorpresa y vergüenza, mientras Severus mantenía su expresión impasible, aunque la furia seguía ardiendo en sus ojos. Dumbledore, observando la escena, aprovechó el momento para intervenir, su voz calmada pero firme.

—Severus, Sirius, creo que todos estamos aquí por un objetivo común. Los estudiantes necesitan ejemplos a seguir, no más conflictos. Les sugiero que encuentren una manera de trabajar juntos, por el bien de todos–agregó seguido de la mirada de reproche de McGonagall.

La comida transcurría en un silencio tenso, con solo algunos profesores intercambiando palabras con Erin, quienes parecían cautivados por su presencia. Potter, por su parte, aprovechaba la oportunidad para hacerle algunas preguntas sobre su experiencia en el campo de batalla, curioso por sus métodos. Erin respondía con cortesía, aunque su atención parecía dividida, sus ojos a veces desviándose hacia Severus y Sirius.

Mientras tanto, en la mesa de los aprendices, la conversación comenzó a girar en torno a los eventos recientes, y fue Ron Weasley quien rompió el hielo con un comentario directo, después todo su familia aun lidiaba con la muerte de su hermano.

—Bueno, al menos tu padre consiguió su merecido, ¿eh, Malfoy? —dijo Ron, su tono teñido de desdén—. Después de todo lo que hizo,es irónico que desees ser un auror-

Draco se tensó de inmediato, su expresión endureciéndose mientras devolvía la mirada a Weasley.

—Mi padre debería estar tan libre, como cualquiera que goza de otros privilegios Weasley —replicó Draco con frialdad, sus ojos brillando con desafío—. Hay muchos convictos que todavía se sientan en esta mesa, disfrutando de su libertad como si nada hubiera pasado-

El comentario de Draco hizo que la sala se sumiera en un incómodo silencio. Erin, visiblemente turbada por la tensión que se estaba gestando, intentó mantener la compostura, pero en su nerviosismo, derramó un poco de vino sobre la mesa. Snape, quien había estado observando discretamente, no dejó pasar el detalle. Con un gesto sutil, le pasó una servilleta bajo la mesa, sin llamar la atención de los demás.

—Gracias —murmuró Erin, intentando recomponerse mientras tomaba la servilleta.

Snape aclaró la garganta, sabiendo que tenía que intervenir antes de que la situación empeorara.

—Malfoy —dijo Snape con voz firme pero controlada—. No es momento ni lugar, Weasley compórtese- afirmó sagaz

Draco, reconociendo la advertencia en el tono de su antiguo profesor, asintió en silencio y bajó la sin esperar mas salio del comedor La tensión en la sala disminuyó ligeramente, pero todos los presentes habían notado la breve pero decisiva intervención de Snape. Algunos profesores y estudiantes lo miraron sorprendidos, sin esperar que él fuera quien pusiera fin a la disputa.

Snape, por su parte, intentó minimizar la situación, volviendo su atención a su plato como si nada hubiera pasado, mientras el murmullo en la sala comenzaba a reanudarse. Erin le lanzó una mirada agradecida, mientras Dumbledore observaba todo desde su asiento con una leve sonrisa, complacido por cómo se había manejado la situación.


Harry intentó calmar a Ron mientras todos eran escoltados a sus dormitorios, notando la creciente furia en su rostro mientras miraba con repudio a Draco.

—Ron, cálmate —dijo Harry con voz serena—. No podemos juzgar a todos por los errores que hemos cometido. Draco no es el único que tiene que cargar con el peso de su familia-afirmo con disgusto

-gracias Potter-dijo sarcástico Draco.

Ron estaba visiblemente molesto, su voz cargada de resentimiento.

—Pero, Harry, hay personas que no cambian, No podemos confiar en ellos, mi padre también fue citado por culpa de Malfoy- afirmaba

Erin, mientras observaba a los estudiantes ser escoltados fuera del Gran Comedor, se acercó para intervenir. Se dirigió a los chicos con una autoridad tranquila, intentando restablecer el orden.

—En este programa, todos tienen la oportunidad de ganarse su lugar. Cualquiera que intente romper las reglas será expulsado de inmediato. Mi propósito es asegurarme de que todos reciban una oportunidad justa y se comporten adecuadamente —añadió Erin, con una mirada severa que dejaba claro que no había lugar para la falta de respeto.

Snape, que había sido reasignado como jefe de la casa Slytherin, observó la escena desde la distancia. Su expresión era imperturbable, pero sus pensamientos estaban enfocados en la compleja tarea que tenía por delante. Sabía que la dinámica en la casa de los Slytherin iba a cambiar considerablemente con Draco en su rol de aspirante a Auror y la presencia de Erin como profesora.

Erin, con una última mirada de determinación, se dirigió a Harry y Ron, asegurándose de que entendieran la seriedad de la situación.

—El cambio no es fácil, pero es necesario. En Hogwarts, trabajamos para construir un algo mejor, no para perpetuar el odio del pasado —afirmó con convicción.

Harry asintió, reconociendo las palabras de Erin, mientras Ron permanecía en silencio, procesando el mensaje. La tensión en el aire se aligeró ligeramente, pero todos sabían que el verdadero desafío apenas comenzaba.

Erin, con su característica autoridad, reunió a los nuevos aprendices en el vestíbulo de la Torre de Astronomía, donde se encontrarían sus nuevas alcobas. La sala estaba iluminada por la tenue luz de las velas, creando un ambiente solemne pero acogedor. Su tono era claro y firme mientras daba las instrucciones iniciales.

—A partir de ahora, no recibirán puntos como los demás estudiantes. En cambio, su comportamiento será evaluado a través de asignaciones específicas. Las tareas y trabajos adicionales serán sus castigos si no cumplen con las expectativas —explicó Erin, mirando a cada uno de ellos con seriedad—. No habrá regaños ni reprimendas como si fueran niños. Este es un programa para aspirantes a Auror, y deben demostrar que están a la altura.

Después de dar las instrucciones, Erin les mostró el camino hacia sus dormitorios especiales. Los estudiantes se dirigieron a sus nuevas alcobas, ubicadas en un área apartada en la Torre de Astronomía. Erin, mientras observaba cómo se dispersaban, sintió la presencia de alguien más en la sala.

Desde las sombras de la oscuridad, Snape se adelantó, su figura emergiendo de entre las penumbras con su característico aire de desaprobación.

—Así que Draco ahora es parte de tus aprendices —dijo Snape con una voz fría, su mirada fija en Erin—. Me pregunto qué te hizo decidir incluirlo en tu grupo.

Erin se giró hacia él, una expresión de ligera irritación en su rostro. No se sorprendió al ver a Snape emergiendo de la oscuridad, ya que era conocido por su habilidad para observar sin ser visto.

—No te preocupes por eso, profesor Snape—respondió Erin con un tono cortante—. Mi decisión es solo eso, una decisión. No tienes por qué meterte en ello. Solo sigue con tu papel y deja que yo maneje el mío.

Snape levantó una ceja, sin dejar que su expresión se ablandara. Su mirada permaneció en Erin, tratando de discernir si había alguna razón oculta detrás de su decisión.

—Solo me pregunto si eres consciente de las posibles complicaciones que esto podría traer —dijo Snape con una mezcla de curiosidad y preocupación—. Draco Malfoy tiene su propia carga que arrastrar, y su inclusión en tu grupo podría tener consecuencias imprevistas.

Erin lo miró con una mezcla de desafío y determinación.

—Estoy plenamente consciente de las posibles complicaciones —afirmó Erin—. Pero todos merecen una oportunidad para demostrar que pueden cambiar. Si Draco está dispuesto a cumplir con sus responsabilidades, entonces él tiene derecho a estar aquí como cualquier otro. Ahora, si no tienes más que decir, me gustaría volver a mis tareas, si no lo olvidas hoy es nuestra primer guardia-afirmó con seguridad

Erin regresó a sus habitaciones para cambiarse. Se despojó del elegante vestido verde que había usado durante la cena y se puso ropa más cómoda y adecuada para su guardia nocturna. Estaba agotada y, además de la tensión de la noche, su estómago gruñía, recordándole que apenas había comido algo y solo había tomado vino durante la cena.

Cuando salió de su sala de descanso y se dirigió hacia el pasillo, se encontró con Snape, que estaba esperando en la penumbra. Él la observó con una mirada crítica, su expresión se tornó burlona.

—¿Vas a dejar tu vestido en el armario, o piensas deslumbrar a Black con esa ropa? —bromeó Snape con una mueca irónica.

Erin alzó una ceja, sin poder evitar una sonrisa irónica.

—¿estas demasiado atento a mi ropa, Snape? ¿acaso quieres que te lo preste? —preguntó con tono juguetón.

Snape hizo una mueca, su expresión tornándose aún más seria.

—No tengo tiempo para celos. Pero si no quieres que tu estómago te traicione durante la guardia, te sugiero que vayas a la cocina a buscar algo de comida. No puedo concentrarme si tienes hambre y sigues quejándote —dijo Snape con un toque de sarcasmo.

Erin se cruzó de brazos, negando con la cabeza.

—No necesito que me acompañes a la cocina. Puedo ir sola. Además, ya estamos a punto de empezar la guardia, y no quiero retrasarnos más.

Snape, sin embargo, no estaba dispuesto a ceder.

—Si sigues gruñendo como un oso hambriento, no me responsabilizo por no hacer la guardia correctamente. Así que, si quieres evitar que tu estómago se convierta en el centro de atención, mejor acepta la oferta —dijo él, su tono con un matiz de determinación.

En la cocina de Hogwarts, algunos elfos domésticos aún estaban en movimiento, limpiando y organizando los utensilios después de la cena. La luz suave de las lámparas creaba un ambiente cálido, en marcado contraste con la tensión de la cena.

Erin, con rapidez y eficiencia, preparó un sándwich con lo que encontró disponible. Mientras lo hacía, se le ocurrió un impulso natural y le ofreció una mitad a Snape. Él la miró con el ceño fruncido, claramente sorprendido por el gesto.

—¿Qué es esto? —preguntó Snape con una mezcla de incredulidad y desconfianza.

Erin se encogió de hombros, sonriendo ligeramente.

—Es un hábito, lo siento. Solía compartir comida con mi compañero Auror. Era una forma de mantener el ánimo y la camaradería durante las largas noches —explicó, con un tono que combinaba la sinceridad con un toque de nostalgia.

Snape arqueó una ceja, el sarcasmo no muy lejos de su tono.

—y porque no seguiste en ese trabajo en lugar de venir a ser niñera —preguntó, con una leve sonrisa en sus labios.

Erin soltó una risa breve, pero algo triste.

—no puedes estar en un lugar donde ya no confías, y la única persona en la confiaba ya no esta. —admitió, con un aire melancólico, mientras daba una mordida

Snape, tras una breve pausa, tomó la mitad del sándwich con un gesto resignado, aunque su expresión era dura, lo guardó en su bolsillo

—escucha Dune, no voy a meterme en tus asuntos solo quiero terminar este año e irme—dijo, su tono serio.

—Eso escuché, Snape. Tranquilo, debes tener tus propios planes. Solo haz tu trabajo, y yo haré el mío —aseguró Erin mientras ambos comenzaban a andar por el pasillo, preparándose para iniciar su guardia.

El silencio entre ellos era denso, interrumpido solo por el eco de sus pasos en los antiguos corredores de Hogwarts. Las sombras se alargaban, y las armaduras parecían observarlos mientras realizaban su recorrido, cada uno perdido en sus propios pensamientos.


Al final de la guardia, Snape regresó a sus habitaciones, sintiendo el peso de la noche en sus hombros. Al quitarse la capa, meditó en las palabras de Erin. "Debes de tener tus propios planes". La frase resonaba en su mente, pero el problema era que no tenía ningún plan. Tras la guerra, mientras todos parecían seguir adelante, él se sentía estancado, sin saber realmente cuál era su lugar en el nuevo orden. Todos tenían un propósito, una dirección… pero él, que había pasado tanto tiempo jugando al agente doble, ahora se encontraba en un limbo, sin un objetivo claro.

Por otro lado, estaba Erin. Ella, que alguna vez fue una Auror dedicada, también parecía atrapada en sus propios hábitos, incapaz de dejar atrás la vida que una vez conoció. La idea de que Erin fuera ahora la encargada de los aprendices a Auror le resultaba extraña. La conexión de Erin con los Malfoy, su presencia en Hogwarts, todo parecía fuera de lugar. ¿Por qué ella? ¿Por qué ahora?

Mientras reflexionaba, Snape sacó la mitad del sándwich que había guardado en su bolsillo. Lo miró con desdén antes de darle un mordisco, masticando con mala gana. Mientras lo hacía, no pudo evitar que sus pensamientos volvieran a Erin. A pesar de su reticencia, había algo en ella que lo intrigaba. Esa mezcla de fuerza y vulnerabilidad, la manera en que ella manejaba las situaciones, y su relación con los Malfoy. Todo eso le resultaba desconcertante.

Sin embargo, a medida que comía el sándwich y meditaba en sus pensamientos, no podía sacudirse la sensación de que Erin representaba algo más. Algo que no había descubierto aún, pero que, de alguna manera, estaba relacionado con su propio futuro incierto. Aunque no quería admitirlo, sabía que, al igual que Erin, también estaba buscando una nueva dirección, aunque aún no sabía cuál sería.