Prólogo
Aquel lluvioso día
Recuerdo bien el momento en el que todo empezó, estaba lloviendo en la ajetreada Ciudad de México; el transporte público iba atiborrado de gente recién salida de trabajar a las seis y media de la tarde cuando la unidad en la que viajaba por la larga avenida de Insurgentes se detuvo de manera abrupta al chocar con la unidad de enfrente. Los primeros segundos de caos estuvieron llenos de quejidos de dolor, gritos de insultos hacia el conductor y alguno que otro llanto; pero todo ese ajetreo se enfrió en un abrir y cerrar de ojos cuando todos los pasajeros miramos por las ventanas sorprendidos. La escena era completamente increíble, un grupo de personas se abalanzaban sobre una señora, desgarrando su piel a mordidas mientras ella gritaba por ayuda, todos mirábamos completamente estáticos, quizá algunos estaban en shock, quizá otros aun procesaban lo que estaban viendo, en mi caso, simplemente sentía impotencia al ver aquel acto por encima de los hombros de las personas que me rodeaban.
El pánico no tardó en apoderarse de la unidad cuando un señor gritó "¡abran la puerta!, ¡tenemos que hacer algo!", entonces una cacofonía de gritos empezó a sonar, "¡déjennos salir!", "échese en reversa!", "¡vámonos de aquí!" todos gritaban algo diferente, algunos querían huir, algunos querían ayudar y otros simplemente caían víctimas del pánico. Siempre pensé que en una situación similar respondería de forma diferente, que tomaría la iniciativa, que lideraría a la gente hacia la seguridad como un experto en el tema, después de todo, había leído todos los documentos acerca de los experimentos de Umbrella que habían llevado a la extinción de Raccoon City en Estados Unidos, había visto incontables videos de los ataques terroristas de Veltro e incluso los foros más desconocidos de internet con teorías de lo ocurrido con la hija del presidente de los Estados Unidos durante un viaje a España igual que del brote que se había dado en China; pero no, ni siquiera pude gritar o tratar de moverme, tan solo me quedé ahí congelado, mirando a mi alrededor sin saber qué hacer.
El golpeteo de la gente tratando de salir en las ventanas y puertas de la unidad terminó por llamar la atención de esas criaturas, causando que centraran sus ojos blanquecinos en nosotros y comenzaran a caminar torpemente hacia la unidad. La gente que viajaba conmigo aumentó el volumen de sus gritos y los empujones empezaron; la unidad se movía de un lado al otro, tambaleándose y manteniéndose en pie apenas por milagro. Finalmente me vino una idea a la mente, mi estatura es mayor al promedio en mi país, 1.86 metros no parece mucho, pero en esta situación era precisamente lo que necesitaba; alcé los brazos para empujar la escotilla de emergencia que tenía el autobús, tomó poca fuerza levantarlo, pero la parte de tirar la palanca roja para liberar el mecanismo de apertura no fue tan sencilla. Una vez que logré abrir la escotilla miré a mi alrededor, otras personas hacían lo mismo en sus secciones, así que de cierta forma había ayudado a alguien a tomar acción; pero la parte difícil apenas empezaba, todo el mundo quería salir de la unidad, pero la mayoría de nosotros no era capaz de subir por la escotilla, ya sea por la altura, o como era mi caso, por el peso.
En un principio todos intentaban subir por la escotilla en completo desorden, todos creían que debían ser los primeros en subir por una u otra razón; pero yo sabía quién podría hacer una mayor diferencia allá arriba, así que rápidamente ofrecí mis manos juntas como banquito para un señor de apariencia atlética, tenía unos brazos marcados y era apenas mas bajito que yo, así que claramente sería de gran ayuda para asistir a los demás a salir. El señor entendió de inmediato mi gesto y subió con facilidad gracias al apoyo de mis brazos… y apenas subir, el desgraciado saltó del techo de la unidad y echó a correr como alma que persigue el diablo. Otra persona más se acercó a mí, casi demandante de recibir mi ayuda; no me opuse realmente a ayudarle, era un chico algo delgado, bastante ligero y por la forma en la que vestía tenía toda la pinta de ser estudiante; el chico subió con más dificultad que la persona anterior, pero inmediatamente se arrodilló junto a la escotilla y extendió su mano para gritar "la persona que sigue, ¡rápido!". Las demás secciones del bus empezaron a tener resultados similares, alguien ayudaba proporcionando un escalón con sus manos y otras personas tiraban de quienes subían; pocos se quedaban a ayudar en el techo, la mayoría de los pasajeros ya habían huido de la escena, causando que aquellos… ¿monstruos?... los persiguieran, despejando un poco la zona para los que aún quedábamos en la unidad ayudando a otros a salir.
No pasó ni una hora antes de que todos hubieran salido de la unidad y únicamente quedaba yo, iba diario al gimnasio, así que tenía bastante fuerza, pero la verdad es que nunca he comido bien, siempre he basado mi alimentación en comida chatarra y como buen mexicano acompaño cada comida con un refresco, así que, aunque pude saltar para sujetarme de la escotilla, por más que intenté levantar mi cuerpo con mis brazos, no podía subir lo suficiente; el chico que había estado ayudando a todos a salir y un señor que se había quedado a asistirle tomaron mis brazos y empezaron a tirar con todas sus fuerzas para ayudarme a subir, era una tarea titánica, pero lo estaban logrando; coloqué mi antebrazo derecho fuera de la escotilla y mi mano izquierda sobre el techo, el chico que me había ayudado sujetaba mi playera con fuerza a la altura de mi espalda para tratar de hacer la tarea de terminar de subir más fácil para mí, mientras el señor jadeaba de cansancio, sentado a un lado de nosotros viendo la escena con una sonrisa que reflejaba el éxito que estábamos teniendo… pero todo eso importó poco.
Un fuerte estruendo llamó nuestra atención y forzó nuestras miradas a colocarse en un edificio cercano; algo grande y pesado acababa de caer atravesando aproximadamente ocho o nueve pisos desde el techo, generando una nube de polvo que rápidamente cubrió la fachada. Usé todas mis fuerzas para ponerme de pie, ofreciendo mi mano al señor que segundos antes reposaba tranquilo, pero el señor tenía su vista clavada en la fachada y poco a poco su cara de asombro cambió a una de terror. Regresé la mirada al edificio y alcancé a distinguir una figura entre el polvo, era una persona, o por lo menos la silueta parecía la de una persona, pero el tamaño no correspondía, si yo era alto para el promedio, esa figura era un coloso, pasaba de los dos metros sin lugar a duda y era bastante ancho, aún sin poder verlo bien, estaba claro que era bastante imponente. La figura empezó a avanzar hacia nosotros, llamando la atención de varias de esas cosas que se levantaron con trabajo y empezaron a caminar hacia aquella visión del infierno.
Finalmente la figura salió de la nube de polvo que cada vez se hacía más pequeña y reveló a un hombre enorme, cubierto en un traje blanco de cuerpo completo de aspecto hasta cierto punto gracioso, parecía que ese ser de tez pálida y sin un solo cabello en su cuerpo estaba vestido como un gimnasta olímpico, casi podía verlo dar un salto para evadir a esas criaturas, nada más alejado de la realidad, en lugar de huir o saltar, esa cosa tomó a una de las personas que se acercaban a él de la cabeza con una sola de sus masivas manos y con un movimiento sencillo aplastó su cráneo justo antes de lanzar un golpe con su brazo a otra de las personas que avanzaban hacia él, azotándola contra un auto a gran velocidad, causando que su cuerpo ya dañado prácticamente explotara en dos. Había leído de las armas biológicas que Umbrella había creado, pero ninguno de los artículos tenia fotografías o por lo menos diagramas, pero sabía que ese sujeto debía de ser una; en países de primer mundo como Estados Unidos seguramente existen dependencias dedicadas a combatir el bioterrorismo e incluso las naciones unidas tienen una unidad para eso, pero aquí en México esas cosas sólo pasan en películas y series, un ataque terrorista con armas biológicas en este país no es algo que pase mucho, así que era más que claro que estábamos por nuestra cuenta y si queríamos vivir, teníamos que correr.
El señor seguía viendo fijamente a aquella cosa acercándose a nosotros con pasos pesados y lentos, pero no iba a dejar que se quedara ahí sentado hasta que ese sujeto nos alcanzara, así que lo tomé de la camisa y lo levanté, gritándole que bajara del bus y corriera; el otro chico no necesitó ayuda para bajar y correr en dirección contraria al primer señor, tenía una condición envidiable, corría a velocidad estable y sin detenerse, mientras el otro sujeto jadeaba a una velocidad media. Realmente desperdicié mucho tiempo viéndolos correr antes de recordar que yo también estaba en peligro, bajé lo más rápido que pude del techo y empecé a correr hacia un edificio cercano, pero en mi pánico no noté que uno de los cuerpos que estaban esparcidos por el suelo aun se movía y entonces lo sentí, el cadáver que estaba junto a mi pie se despertó de repente y tomó mi pierna con fuerza antes de clavar sus dientes en mi tobillo; el dolor envió una carga eléctrica a través de mi cuerpo que me sacudió hasta la médula; aquel enorme sujeto seguía avanzando hacia el bus a pasos lentos, así que rápidamente patee la cabeza de la persona con fuerza para hacer que me soltara y seguí corriendo hacia el edificio, entré rompiendo el cristal de la puerta automática de un salto, la zona ya no tenía electricidad pero eso no me iba a detener. Trastabillé hasta el mostrador de la recepción, subiéndome con trabajo debido al dolor que sentía en mi tobillo y me apresuré a resguardarme detrás del mismo, tapando mi boca y mi nariz con mis manos para tratar de silenciar mi respiración, atento a los pesados pasos que sonaban con bastante fuerza.
Recuerdo bien el momento en el que todo empezó, estaba lloviendo en la ajetreada Ciudad de México y la unidad en la que viajaba estaba atiborrada de gente que momentos después escapó hacia el caos que es ahora esta ciudad… no sé cuánto tiempo llevo detrás de este mostrador, pero ya no escucho los pasos de esa cosa; mi cabeza me mata y siento un calor indescriptible, creo que la herida en mi tobillo se está infectando, pero no puedo quedarme aquí, debo salir a buscar ayuda, debo salir a buscar gente, debo salir a buscar comida, debo comer gente, debo… debo…
